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Introducción  a  Disciplina  Positiva  


Guía  de  Descarga    
María  José  Román  para  Cuentos  para  Crecer  
Introducción  a  Disciplina  Positiva  
 

Disciplina Positiva es un término relativamente actual que hace referencia a una


metodología de crianza y educativa basada en las teorías de Alfred Adler (padre de la
Psicología Individual) y su discípulo Rudolf Dreikurs (que tras su muerte llevó todas
sus ideas a América formando a muchos profesionales en psicología individual y
creando una gran escuela en Chicago).

Alfred Adler (1870 – 1937) fue un médico y psiquiatra Vienés. Coetáneo de Freud,
empezaron su andadura juntos para separarse finalmente por cuestiones ideológicas.

Freud creía que la conducta del individuo era algo dinámico, producto de fuerzas
contrapuestas. Consideraba que toda conducta estaba motivada por uno o más
instintos fisiológicos innatos. Opinaba que algunas conductas satisfacían directamente
los instintos, mientras que otras lo hacían sólo indirectamente. En cualquier caso, el
modelo de Freud era siempre la reducción del impulso, ya que toda conducta aspiraba
de alguna forma a reducir la tensión fisiológica. Freud describió como los distintos
instintos repercutían sobre la conducta poniendo especial énfasis en el sexual.

Adler, sin embargo, no estaba de acuerdo con esta teoría, no creía que el ser humano
se redujera a instintos y a su satisfacción. Para él, el ser humano es un ser
eminentemente social, gregario, por lo que la meta última de su comportamiento sería
obtener un sentimiento de “PERTENENCIA E IMPORTANCIA”. Cualquier conducta
humana, por tanto, tiene por objetivo hacer que el individuo se sienta perteneciente al
grupo (sea cual sea éste: familia, escuela, equipo de natación, grupito de juego del
parque…), que es parte de él, que es importante, puede contribuir y su contribución es
necesaria para que el grupo funcione adecuadamente.

Para Adler (qué además vivió una época histórica complicada) la sociedad estaba
acabada y pensaba que la única manera de salvarla era a través de la educación a la
infancia; sin embargo, era consciente de que los modelos educativos de la época
jamás conseguirían este objetivo. La educación autoritaria y de control, la educación
“vertical”, aquella que castiga el error, jamás enseñaría a los niños a ser los adultos
que esa sociedad necesitaba para sanar y prosperar. Para favorecer la motivación y
los aprendizajes, debemos tratar el error como “una maravillosa oportunidad para
aprender” y no como una oportunidad para hacer sentir mal al niño por lo que hizo
(con el fin de que aprenda).

Firme defensor del respeto, consideraba que era necesario hacer un cambio en la
educación, pasar a la educación “horizontal”, aquella que trata al niño como un igual,
preservando su dignidad. Sin embargo advierte: tratar con respeto no quiere decir
permisividad ni libertinaje; esto puede ser igual o más perjudicial que el control
autoritario.

Para él, el niño (desde que nace) está tomando decisiones en base al sentimiento de
pertenencia e importancia (qué hacer o no para lograrlo); es lo que Adler define como
“Lógica Interna”.

María José Román Fernández


 
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PERCEPCIÓN INTERPRETACIÓN CREENCIA

Los niños, son maravillosos observadores, pero muy malos intérpretes. Vamos a verlo
con una pequeña historia.

Imaginemos a una niña de 4 añitos. Una niña que come sola, tiene control de
esfínteres, colabora en el vestido, duerme solita… A esta niña, un día sus papás la
llaman y, con una sonrisa, le dicen: “cariño, te vamos a hacer un gran regalo. Un
regalo para que estés siempre con el, juegues y lo cuides. Vamos a traerte un
hermanito”. La niña, que ya “es mayor”, empieza a ver como la tripita de su madre
empieza a crecer y crecer, cómo empiezan a venir regalos que no son para ella,
muñecos, ropita, una cuna. Todos están contentos, pero mamá cada vez está más
cansada y no juega con ella como antes.

Un día mamá y papá se van y ella se queda con los abuelos. Le dicen “ya viene tu
gran regalo”.

A los dos días mamá y papá vuelven con una cosa chiquitita que llora y llora. La niña
observa todo, es una auténtica científica.

Mamá siempre está con el regalo, todo el rato lo tiene en la “tetita”.

El gran regalo no hace nada solo: le basta con llorar para que mamá y papá vayan
corriendo.

El gran regalo no usa el baño, se hace caca y pis encima y mamá le quita el pañal
corriendo.

Papá y mamá le hablan con un tono muy muy amoroso y le dicen muchas tonterías,
pero bonitas.

La gente viene de visita, los tíos, los abuelos, a ella la saludan y van corriendo a ver al
dichoso regalito.

Ella quiere ir al parque como antes, cuando mamá la llevaba todas las tardes y
jugaban y reían. Pero ahora no van. Si acaso un par de días papá la lleva un poquito,
hay que volver a casa rápido por si mamá y el bebé lo necesitan.

Entonces la niña coge todos los datos de su observación y empieza a interpretar.

Mis padres están todo el rato con el regalo. El regalito no hace nada sólo y papá y
mamá se lo hacen. Consigue todo lo que necesita llorando. Como papá y mamá están
siempre ocupados con él, ya no tienen tiempo para mí. Mis papás no me quieren como

María José Román Fernández


 
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antes. El regalo ha venido a quitarme mi sitio, ¡me lo ha quitado!. Ya no siento que


pertenezco a este grupo.

En base a esta interpretación tan alejada de la realidad (pero que es la realidad de


esta niña), ella empieza a formar una creencia (como cualquier creencia, no
consciente): si el bebé consigue todo lo que quiere llorando, si no sabe hacer nada
solo, si no ayuda a nada y a cambio de eso obtiene toda la atención de papá y
mamá… “si yo me comporto como el regalo, quizás vuelvan a hacerme caso”.

Entonces, toma su decisión de cómo conseguir de nuevo pertenencia e importancia


(decisión errónea puesto que parte de una creencia errónea fruto de una malísima
interpretación de la situación): ¿qué hará? ¡volver a comportarse como un bebé!.
Pedirá ayuda para comer, para vestirse; alguna vez se hará pis encima. Llorará para
conseguir lo que quiere. Y entonces… ¿qué harán los adultos?

“¡Pero hija! ¿Otra vez te has hecho pis?, ¿qué es eso de no querer comer sola?, ¿es
que ya no sabes vestirte? ¡Creía que eras mayor ya!”

¿Qué ha conseguido la niña a través de su conducta? Atención, lo que buscaba,


vuelve a sentir que pertenece al grupo.

Este mecanismo de lógica interna es lo que permite a los niños “construirse”. A partir
de su genética, el ambiente, la observación y la interpretación, formarán las creencias
que les llevarán a comportarse de una u otra forma con el objetivo de conseguir ese
sentimiento de pertenencia e importancia, decidiendo cómo es el mundo, cómo son
ellos y que tienen que hacer para prosperar (sentirse con significado, importantes, que
pertenecen). Dice Adler que (y a pesar de seguir acumulando experiencias
posteriormente y sobre todo en la adolescencia) es de los 0 a los 5 años cuando se
construye el grueso de lo que el llama “Estilo de vida” (nuestra forma de actuar en
función de si percibimos la situación como amenaza a nuestro sentimiento de
pertenencia e importancia, cuando nos sentimos tranquilos o estresados).

A lo largo de la adolescencia los jóvenes siguen enfrentándose a retos, buscando


experiencias, recibiendo respuestas de su ambiente que les llevan a seguir formando
creencias de cómo pertenecer y ser importante (en este caso y como hablábamos
anteriormente decidido al interés que se desarrolla por lo social) en su grupo de
amigos. Nosotros como padres podemos guiar, apoyar, dejar que elijan libremente y
asuman desde la responsabilidad (que no la culpa) las consecuencias de sus
acciones. Ahí estaremos para empatizar, comprender y respetar (aunque no
compartamos) su elección y dispuestos a solucionar JUNTOS cualquier error cometido
desde este respeto del que habla Adler, tratándolos como personas, confianzo en sus
capacidades.

Rudolf Dreikurs (1897-1972) fue un psiquiatra y educador estadounidense. Desarrolló


la psicología individual de Alfred Adler, a partir de la cual elaboró un método
pragmático orientado a la comprensión de los propósitos del comportamiento
reprensible en niños y a la estimulación de la conducta cooperativa sin hacer uso de
castigos ni recompensas. Fue el quién empezó a hablar de “las metas erróneas de la
conducta” (comportamientos basados en creencias erróneas sobre cómo conseguir
pertenencia e importancia).

María José Román Fernández


 
Introducción  a  Disciplina  Positiva  
 

Dreikurs, además, advierte de una cosa importante: debemos dejar de atender


únicamente a la conducta que se ve y adentrarnos en las creencias que hay tras la
misma: ¿qué nos está intentando comunicar el niño con su comportamiento? Sólo si
somos capaces de descifrarlo podremos ofrecer el estímulo adecuado para redirigir la
mala conducta hacia otra socialmente adecuada.

Iceberg   d e   la  conducta  (Dreik urs)

CONDUCTA  VISIBLE
Conducta

CREENCIA  TRAS  LA  CONDUCTA

NECESIDAD  DE  PERTENECER


(atención,  poder,  justicia,  habilidades)

Disciplina Positiva se centra en la creencia que existe tras la conducta, en descifrar el


código de la misma; es fundamental averiguar qué creencia errónea mueve a los
niños, que nos están comunicando con su conducta, qué necesidad está sin cubrir.
Una vez seamos capaces de ver que hay bajo la conducta visible, podremos ofrecer el
estímulo adecuado para redirigir la conducta inadecuada hacia otra socialmente
adecuada que permita al niño lograr ese sentimiento de pertenencia e importancia.

Jane Nelsen (conferenciante y ponente internacional, psicóloga, terapeuta familiar,


madre de 7 hijos y abuela de 30 nietos) queda fascinada por la Psicología Adleriana.
Ella y Lynn Lott comienzan a hacer talleres para padres, a difundir esta maravillosa
metodología y a plasmarla de manera mucho más accesible para las familias en sus
libros, acuñando por fin el término Disciplina Positiva para recoger todas las ideas de
Adler y Dreikurs y hacerla llegar a cada vez más familias por todo el mundo.

La DP es un enfoque que no incluye control ni permisividad. Es el equilibrio entre


El  Iceberg  del  comportamiento  (Dreikurs)  
firmeza y amabilidad. No es humillante ni para niños ni para adultos, pues se basa en
el respeto mutuo y en la cooperación. Incorpora firmeza con dignidad y respeto como
fundamento para enseñar habilidades para la vida y logar un sitio interno de control.

Jane Nelsen establece los principios de la Disciplina Positiva:


- La meta primera y última de la conducta es conseguir sentimiento de
pertenencia e importancia.
- La Lógica Privada es el mecanismo a través del cual los niños deciden como
es el mundo, como son ellos y que deben hacer para prosperar. La percepción
e interpretación juegan un papel fundamental.
- Relaciones horizontales con los niños: padres e hijos están en el mismo plano,
no hay verticalidad.

María José Román Fernández


 
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- Es una educación a largo plazo, no pretende parar la mala conducta en el


momento sino dotar al niño de habilidades de vida imprescindibles para poner
en práctica en cada situación de su vida.
- No premia, se enfoca en animar y motivar, logrando que la motivación sea
interna y no externa.
- Es amable (muestra respeto por el niño) y firme (respeta al adulto y a la
situación) al mismo tiempo.
- Busca el respeto mutuo. Preserva la dignidad del niño.
- Ve los errores como maravillosas oportunidades de aprendizaje, no como algo
negativo.
- Siempre mira hacia el futuro: se enfoca en soluciones y no en castigos.

Cualquier herramienta o estrategia que queramos utilizar a la hora de abordar


cualquier reto con nuestros hijos tendrá que cumplir por tanto unos criterios para poder
ser considerada bajo el prisma de la Disciplina Positiva:
1. Ayuda a los niños a conseguir sentimiento de pertenencia e importancia.
2. Es amable y firme al mismo tiempo.
3. Es efectiva a largo plazo.
4. Enseña habilidades para la niña.
5. Invita a los niños a descubrir sus capacidades (no les da todo hecho, les hace
pensar y poner en práctica sus habilidades).

Nelsen y Glenn establecen las “7 percepciones y habilidades significativas” y


concluyen que la falta de cualquiera de ellas podría derivar en “mala conducta”.

1. Percepciones de capacidades personales (soy capaz). Siento que con las


habilidades que tengo puedo actuar.
2. Percepciones de la importancia de las relaciones primarias (contribuyo y soy
necesario). Siento que mi trabajo y contribución son necesarios para que “todo
funcione”.
3. Percepciones de poder e influencia sobre la vida (puedo intervenir en lo que
me suceda). Siento que tengo poder de decisión, que no todo me viene dado y
puedo tomar decisiones en relación a qué hacer o qué puede pasar a mi
alrededor.
4. Habilidades intrapersonales (comprender emociones para conseguir
autodisciplina y autocontrol). Comprendo lo que siento, sé cómo expresarlo,
qué puedo hacer o no hacer cuando siento determinadas cosas.

María José Román Fernández


 
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5. Habilidades interpersonales (necesarias para relacionarme con otros desde el


respeto). Siento que tengo habilidades que me permiten interactuar con los
demás de una manera socialmente adecuada.
6. Habilidades sistémicas (responder a los límites y consecuencias de la vida
diaria con responsabilidad, adaptabilidad, flexibilidad e integridad). Siento que
puedo relativizar, que puedo asumir las consecuencias de mis acciones y
experimentarlas haciéndome responsable de mis elecciones, siendo flexible y
por tanto adaptándome a la vida cambiante.
7. Habilidades de juicio (utilizar sabiduría y evaluar las situaciones de acuerdo a
los valores adecuados). Siento que soy tratado con justicia y que cuento con
habilidades que me permiten tratar justamente a los demás.

Los niños necesitan que se les reconozca y se les vea, tener sensación de poder,
poder de decisión, saber que son tratados y pueden tratar con justicia, contar con
habilidades para poder desenvolverse en el mundo. Como veremos más adelante, si
estas necesidades no se cubren y los niños no consiguen esa significancia en el
grupo, “tendrán” que lograrla de otras maneras; la mala conducta será la forma de
hacerlo y nuestro trabajo como padres será ver algo más que la misma para poder
ofrecer a los niños una alternativa correcta para conseguirlo siempre desde la
conexión y el respeto, sin premios ni castigos, confiando en sus capacidades y dando
la oportunidad de equivocarse para aprender y reaprender.
Imaginaos a Pedro. Es un niño al que continuamente le está dando órdenes: ¡vístete!,
¡haz la cama!, ¡lávate los dientes!, ¡prepara la mochila! ¡date prisa o llegaremos tarde!.
En este ritmo frenético Pedro comienza a sentir que no cuenta, que sólo cuenta que
haga las cosas rápido y sin rechistar. Empieza a sentir que todo el rato tiene que hacer
lo que le digan, aunque no le apetezca, aunque esté haciendo algo que le guste más.
Además, no le dan tiempo, todo va demasiado rápido, no llega. Comienza a sentir
agobio, está nervioso y desmotivado, sus padres sólo le mandan qué hacer. Un día,
Pedro, que ha dormido un poquito mal y está cansado, decide no hacer caso a su
madre. Prefiere jugar, QUIERE JUGAR. Decide que eso es lo que quiere hacer en ese
momento, es mucho más divertido. Mamá sigue metiéndole prisa hasta que él, muy
enfadado, le dice que NO QUIERE Y NO PIENSA IR HOY AL COLEGIO. Discuten.
Mamá le regaña, le castiga sin parque a no ser que empiece hacer cosas ya. Se
queda sin parque. Pero da igual, Pedro se siente mejor, siente que, de alguna manera,
lo han tenido en cuenta; él no mandará, pero ha conseguido demostrar a su madre
que ella tampoco.

María José Román Fernández


 
Introducción  a  Disciplina  Positiva  
 

¿Ha aprendido Pedro algo?


¿Ha conseguido su madre que lleve a cabo las rutinas de la mañana?
Pedro siente que NO PUEDE DECIDIR y decide iniciar una lucha de poder.
Como veremos más adelante, todo esto se podría haber abordado de forma
respetuosa; Pedro sólo hubiera necesitado que le pidieran ayuda y colaboración, que
le hubieran dado la opción de elegir el orden en que hacer las cosas o cómo hacerlas.
Que le hubieran agradecido su ayuda para llegar a tiempo al cole y su esfuerzo para
hacer todo a pesar de estar cansado.
Pedro hubiera necesitado conexión en lugar de corrección.
Ahora pensar en un adolescente al que a todas horas se le está imponiendo,
mandando, juzgando, delimitando, prohibiendo… ¿Qué conductas desarrollará?
¿Mostrará confianza con sus padres a la hora de comentar, decir, reconocer
equivocaciones o “se esconderá” con tal de no tener que ser juzgado y reprendido?
Imaginad si este adolescente desarrolla todas estas percepciones y habilidades,
¿cómo será su comportamiento? ¿Qué camino elegirá para pasar a la edad adulta?
¿Qué valores, competencias y habilidades desarrollará?
Jane Nelsen nos dice:
“¿De quién es la loca idea de que para que un niño aprenda hay que hacerle sentir
mal primero?”
La base del aprendizaje es la motivación y, por medio de imposiciones, mandatos,
correcciones, chantajes y castigos, eso jamás se consigue.
A lo largo de este taller aprenderemos a conocer a nuestro adolescente y
accederemos a la comprensión de herramientas respetuosas para realizar este difícil
camino no como “pilotos del coche de su vida” (como hemos hecho en la niñez) sino
como copilotos, dejándole a él que lleve el volante y conduzca mientras nosotros nos
sentamos a su lado y estamos presentes y accesibles para él, asegurándonos de que
el mensaje “te quiero por lo que eres y no por lo que haces (aunque no lo comparta),
confío en ti, se que puedes conseguirlo y solucionar los problemas que te encuentres,
estoy aquí para lo que necesites…” es entendido de forma plena.

María José Román Fernández


 

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