Oscar Steimberg _
SEMIOTICA DE LOS
MEDIOS MASIVOS
El pasaje a los medios
de los géneros popularesP edicién: Atuel, 1993.
P edicién: Atuel, 1998
ISBN NP 987-99219-9-2
1993 ATUEL
Queda hecho el depésito que mazca la ley 11.723
Atuel - Pichincha 1901 4° A.
(1249) Buenos Aires - Argentina
1 COLECCION DEL CIRCULO
Dirigida por Oscan STEINDER y OSCAR TRAVERSA
Publicacién del CIRCULO BUENOS AIRES PARA
aL EsTUpio DE 105 LENGUAJES CONTEMPORANEOS
Fernandez, Los lenguajes de la radio.
2. Mario Corlén, Imagen de Arte / imagen de informacién.
3, Jorge Bafios Orellana, £1 idioma de los facanianos.
icia Paez, Politicas del fenguaje.
5, Marita Soto (coordinadora), Telenovelalt
6. Oscar Steimberg y Oscar Traversa, Estilo de época y {
comunicacion meditica. j
lenovelas.
De préxima publicacién:
7, Gustavo Aprea, Historia de la
histori audiovisual argentine
ima: lo melodramatico en la
2
Nota sobre la segunda edicién
Como toda versin corregida, la que sigue debe sus cam-
bios no sélo al registro de faitas y erratas en la anterior sino
tambign a circunstancias que le son més propias: en este ca-
so, a Jos comentarios recogidos en distintos espacios de tra~
bajo (en especial el del Cireulo Buenos Aires para el Estudio
de los Lenguajes Contemporéneos y el del equipo de cétedra
de Semistica de los Géneros Contemporéneos en la Universi-
dad de Buenos Aires y en diversos posgrados, que hace exis-
tir estos textos en el didlogo o la confrontacién con los alum
nos); a las precisiones requeridas por la traducci6n (la de “EL
asaje a los medios de los géneros populates” al francés, que
debo a Francois Jost y Marguerite Vasen, determiné aclara-
cones sobre géneros televisives argentinos que valen tam-
bign para la nueva edicién en espafiol), y ala expansién de
algunos tratamientos en los encuentros en los que suelen max
starse permanencias y fracturas en las proposiciones te6-
ni
ricas ehora sabemos que siempre son dle épocn~ acerca de gé-
neros, estilos y registros medialicos.
Siguen vigentes las presentaciones de la edicién anterior:
la nota preliminar sobre los textos incluidos, que informa so-
bre el contexto de trabajo inicial en la Universidad Nacional
de Lomas de Zamora, y el prélogo de Oscar Traversa, que
emplaza estas proposiciones en un espacio de reflexién que
irremediablemente las excede, pero que en tanto proyecto in-
cumplico las explica.
junio de 1998visivo se sealizaron con el apoyo y por iniciativa de la Facul-
tad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lo-
mas de Zamora, Colaboraron en la selecci6n y andlisis biblio-
{grafico Marita Soto e Isabel Vasallo y en la investigacion de
campo Gustavo Buchbinder, Miriam Molero, Javier Blanco y
‘Adrién Bonafin. Los primeros resultados fueron informados
‘on La recepcién del género, Fac. de Ciencias Sociales, UNLZ,
Buenos Aires, 1988, y B.C.A., Buenos Aires, 1991. Para la nue-
va escritura de esos textos y para los nuevos aqui incluidos
apelé largamente a su discusién con los integrantes de la cé-
tedra de Semidtica de los Géneros Contemporineos, a mi car-
go en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
Buenos Aires; al conocimiento de investigaciones en proceso,
sobre géneros y estilos, de Jorge Bafios Orellana, Mario Car-
én, José Luis Fernéndez, Marita Soto y Oscar Traversa, y a
observaciones y comentarios generosamente formulados
entonces sobre las proposiciones sobre el género por Christian
Metz; a los que no cupo responsabilidad en relacién con nin-
guna de estas formulaciones, pero hicieron posible su pro-
duccién.
Oscar Steimberg
I
DE QUE TRATO LA SEMIOTICAmasado y sus presenttes en la indagacién
1.1. El tema de los medios, entre las irrupciones y retornos
de los estudios semidticos.
En una cultura institucionalmente discontinua, como es la
argentina, se hace probablemente més dificil que en otras la
aceptacién de la dificultad contemporénea de insistir en una
perspectiva analitica, o en la cizcunscripcién de un objeto de
trabajo, o, simplemente, en una entrada de lectura comparti-
da. Cuando los paradigmas tiemblan, parece, en ciertos mbi-
jue se mueve casi todo. Pero es un hecho: a cada uria de
cias sociales”, nuevas o viejas, expandlidas 6 reinstala-
& ir de 105 afios ‘60 como alternativa de la formacién
“También en el menos inclusivo campo de
sobrevenido la concentracién sucesiva en
ticas y en distintos objetos analiticos, y la diversificacién en es-
cuelas y orientaciones tedrico-metodolégicas igualmente cam-
biantes y méviles. Actualmente, y con el tono que se prefiera,
puede decirse que la préctica semistica ya se parece a otras en
el sentido de que llamar a alguien “semidlogo” es decir poco,
como ocurre (y tal vez no tanto) cuando se dice que alguien es
socidlogo o psicdlogo. Semisticamente ahora se puede (zs de-
be?) elegir, para definir una préctica, entre una u otra escuela
y/o entre el universo de textos convocado por unos u otros
‘objetos, con o sin una metodologia explicitada y aplicada co-
mo tal.
13La semidtica de los medios constituye uno de esos campos
de eleccién. Con sus nuevas proptestas, pero también con sus
relecturas, Porque hay rectiperaciones, en la semiética de la tl-
tima década, que provienen de tradiciones textuales diversas,
en unos casos emplazadas en el campo de estudio de los me-
dios masivos, y en otros en los de la literatura o las artes plis-
ticas, que replantean el interés, para los estudios mediaticos,
de temas con una tradicién extensa y heterogénea. Asi ocurre
con los incluidos en la problematica de los estilos y en la de las
transposiciones entre soportes y medios. Lo que implica el re~
conocimiento de que hay textos anteriores o paralelos y exter-
nos al campo de los estudios semisticos, que la semistica de-
beasumir también como contexto de trabajo. Algunos autores,
como, entre otros, Umberto Eco y Louis Marin, lo sefialaron en
relaci6n con la semidtica de las artes visuales; lo mismo ocu-
rri6 en el camipo de los estudios literarios, en trabajos del mis-
mo Eco y, también, entre muchos otros, de Gerard Genette y
Tuvetan Todorov; y con la misma extension en el area de los
estudios retéricos y en los del andlisis del relato, con un am-
plio registro bibliogrdfico a partir de la década del ’60, en el
que ocupan un lugar de referencia y ordenamiento las invest
gaciones, presentaciones y recortidos hist6ricos de Roland
Barthes. El contexto de estas recuperaciones es el de los proce-
sos de cambio que caracterizaron el decurso de los estudios se-
midticos?, especialmente a partir del momento en que empe-
zaron a privilegiarse grandes objetos discursivos, en lugar de
los cédigos y unidades mfnimas de la primera época. En este
desarrollo influy6 la expansién de semidticas especifices, co-
1 Para una més precisa exposicién de la evolucién de la se
1 puede consultarse el Léxico de
§ Rosa (CEAL, Buenos Aires, 1978) ¥ el
isisdel discurso, de Elvira N. de Amoux y col. (Cursos Uni-
versitarios, Buenos Aires, 1989). En relacién con la problematica
del género se incluye un recorrido bibliogrético en las Proposicio
s sobre el género, en este mismo volumen,
14
mo la del cine, y la de las teorfas de la enunciacién y del dis
‘curso; tanto en el campo de la lingiiistica, que seguia consti
yendo ung disciplina orientativa, como en el de los medios, en
rrabajos como los de Christian Metz y Eliseo Verdn.
1.2. Medios y géneros.
Entre los dispositivos discursivos pote
pansién de los medios masivos se encuentr
Silvestres de los discurcos sociales: oxdenamientos de textos
compartidos conflictivamente por distintos operadores semio-
ticos de una misma area cultural. En los medios estas clasifica-
ciones se despliegan (en presentaciones, avances, autorrefe-
rencias, parodias) junto con los mismos productos discursivos
que ordenan, Entiendo que el estudio del género es imprescin-
dible para dar cuenta de estas relaciones que, a su vez, con
buyen a condicionar el conjunte de la previsibilidad soci
dispositive medistico.
Los géneros existen e insisten en los medios, y también in-
sisten esas clasificaciones que constituyen, de por sf, un objeto
de investigacidn con interés propio, en tanto interpretante* es-
tabilizado en una regin cultural. En ese contexto cobran un
nuevo sentido los estudios nazrativos, el conjunto de les te
ricos y, en una dimensin mas amplia, todo el campo de los
analisis enunciativos y discursivos en sus distintas vertientes.
‘Cuando se focaliza el estudio de los medios toma un im-
portante lugar el estudio de fenémenos que, como el de la
fransposicién, hablan, por un lado, de la pervivencia de det
minados géneros transmediéticos, y por clzo de la aparicién
en cada medio de géneros especificos, relacionados con sus
2 En uno de los sentides formulados por Ch. §, Peirce: ef de un in
terpretante que también es un signo, os
ofros; que en este caso puede consistir en
sivo, un titulo, una clasificaciéncainbia de soporte o de lenguaje; cuando
una novela o tipo de novelas pasa al cine, o la adivinanza oral
ala television, 0 un cuento 0 tipo de cuentos a la radio. El es-
tudio de estos fenémenos informa no solamente acerca de Ja
vida de los géneros en el seno de la vida social: (parafrasis,
creo, ac
semiologia de Saussure que en el seno de la vida social
més genéricamente, “los signos”), sino también de-un fe-
némeno general de nuestra cultura. Vivimos en una cultura de
transposiciones: los relatos cinematogréticos, los distintos gé-
neros televisivos, los géneros que insisten en la radio, los nue-
vos que se van creando en ella, y también los viejos y nuevos
de la comunicacién impresa, hablan de un juego entre la insis-
tencia de los transgéneros que recorren medios diversos, asf
como distintas épocas y espacios culturales, y la de aquellos
que aparecen en cada medio y le son espectticos. Esas celdas
culturales, largamente consolidadas, en las que’a la vez se des-
plicga y se restringe el intercambio discursivo, asf como los
habitos operatives que contribuyen a su reproduccién, han
dado lugar a algunos de los asuntos polémicos mas fecundos,
en el campo de la teorfa y la cxitica de los medios. Y también a
105 equivocos clésicos, como el que consiste en adjudicar
al medio propiedades de un transgénero que se asienta en él
pero que lo antecede y lo excede (ejemplo largamente explota-
lo: el de la telenovela y su relacién con el melodrama). Algu-
nas lineas generales del decurso de los textos semidticos estan
implicadas en el tratamiento de estos temas.
1.3, Semidtica, lingtifstica, retérica,
La pregunta por lo que trata la semiética general 0 alguna
de las semisticas especificas remite no solo a diferentes opcio-
nes de definicién, sino también a distintas circunscripciones
de sus objetos de estudio. Circunseripciones conflictivas, co-
16
mo las que devienen de la insistente, aunque extensamente
debatida, vigencia de definiciones iniciales como la que enun-
cia: “la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de
ja vida social”. Esa “vida social” no era para Saussure sola-
mente una vida de textos, pero siempre conviene aclarar que
también lo era. La noci6n de ser finita de Peirce acaba~
ria, como se ver4, por imponerse incluso en los espacios de de-
sarrollo de la semiologia de rafz saussureana y devolviendo
complejidad y movilidad a las relaciones entre “semistica y
sociedad”). Toda préctica, cuando influye en los textos, pasa
por otros textos; nunca llega a ellos en estado de pureza extra~
semiética. Aun la referencia a un estado particular del imagi-
nario individual o social implica, en relacién con la lectura, el
recorte de un determinado texto, y su relacién con un érea tex-
tual externa a él, Si se dice que la semidtica debe leerse a par-
tir de los conceptos de signo y de cédigo y de las criticas que
se han sucedido en relaci6n con esos conceptos ~fo que conlle-
va una focalizacion de la nocién de sistema-, se esté postulan-
do que debe ser leida desde proposiciones y desarrollos de la
Lingiifstica y de otras disciplinas internas y externas al campo
de las ciencias sociales. Si en cambio se propone la considera
cidn de sus textos desde una perspectiva filolégica, se est pri-
vilegiando su relacién con fragmentos de la historia de la cul-
tura que, también desde un area de textos, han conformaco
una contextualizacién posible
Es previsible, por otro lado, que las distintas perspectivas
desde las que se aborde el estudio de la semiética se superpon-
gan. Casi puede decirse que no es probable que no lo hagan,
porque la semistica existe en estado impuro y aparentemente
esa condicién se profundiza, de manera similar a lo que ocu-
rre en otras series de textos. Asi como en una etapa la semisti-
ca se manifest6 como el efecto de una determinada extensién
de la lingiifstica, en otras posteriores ha ido incorporando
perspectivas no lingiifsticas y aun no relacionadas con Jas
“ciencias del lenguaje”, en un proceso que no se presenta co-
mo destinado a cerrarse, Durante un perfodo, la semidtica de
Wwrafz europea trat6 de encontrar en Ia lingitistica modelos para
estudiar ia literatura, el cine, la historieta, la publicidad. Se
apoyé en esa invasi6n, agradecida por las extensiones y apli-
caciones nacientes; esta relacién asimilé casi sin conflictos
otra, paralela, con las “ciencias de la informacién’, en el mo
mento de la expansién de las obras de Roman Jakobson y de
su Esquenna de los factores y fuunciones del mensaje (aunque esa ¥
otras de sus proposiciones exceden largamente el campo de
efectos de sus reenvios bibliograticos), Pero todo el dispositi-
vo dela transferencia empez6 a vacilar en una etapa inmedia-
tamente posterior, como efecto de los problemas planteados
particulares, que no encontraban en los len-
08 y artistices unidades minimas estables, ni
y cédigos universales; y de los replanteos origina-
dos en la filosofia del Jenguaje, en las nuevas concepciones del
isis textual y de la misma lingiiistica (como se seftalé en el
punto anterior, orientada ya a objetivos analiticos enunciati-
vvos y discursivos), y en la teoria psicoanalitica. Empez6 a re-
Iativizarse la condicién que algo distanciadamente habia sido
descripta por R. Barthes en términos de una paradojal inver-
sién continente-contenido: inicialmente, la “ciencia que estu-
dia la vida de los signos en el seno de la vida social”, que de
bia incluir segiin Saussure a la lingiifstica como solo una de
sus disciplinas, habia crecido, tebrica y metodolégicamente,
enel interior de ella. No haba ocurrido lo mismo en la semid-
tica anglosajona, que a partir de la obra de Ch. S. Peirce deti-
nia el objeto tedrico de una semiosis descripta en términos de
sus modos de producci6n de la significacion. La semiologia de
raiz saussureana, inicialmente fecunda en indagaciones sobre
un amplio conjunto de lenguajes sociales, y con un marcado
interés inicial por los de los medios, masivos, se verla pronto
sacudida por cuestionamientos que conducirfan también a
tuna asuncién de la importancia del establecimiento te6rico
peirceano. En la década det ‘60 llega a su cima, y también em-
pieza a oscurecerse, In perspectiva semniolingitistica: la semié
lica deja de perseguir la extrapolacién de las nociones saussti-
18
reanas de lengua y signo a series no lings
$0 a reconocer como antecedentes ~o aun como seferentes con
temporéneos- trabajos no cientifivos sobre el lenguaje, que de
alguna manera incidieron sobre sus perspectivas o la acompa-
faron en su desarrollo. Asi ocurrié con el mnilenario aunque
impreciso (0 diversa y miitiplemente formalizado) campo de
los estudios retéricos.
La retdrica fue objeto a lo largo de su historia, como se sa-
be, de diferentes definiciones y particiones internas. H.
abarcado inicialmente el estudio
cidn, englobé después también a
ne al estudio de las operaciones que generaban efectos discer-
te normativo y no tinicamente instrumental. A partir del si
XVII, el iluminismo primero, y el romanticismo y el pos
mo después, fueron minando su prest
aso, y en otros desde el privilegio del geni
que los eseritpulos retéricos impedirfan expresatse. Como ha-
bia ocurrido ya en parte desde la antigiiedad clasica, en el an-
tirretoricismo implicado en una bisqueda platdnica de
la supuesta transparencia de una expresién imperial
Sin embargo, la relectura de la retérica del siglo X!
los textos programéticos de las escuelas ar
romanticas y posrominticas ha indicado que es® rechazo no
habia sido global, y que en algun momento tampoca
manticismo (el romanticismo naciente, alemdin, de cor
del siglo XIX) habia pensado tinicamente en la posibilidad de
que el hombre sacara fuera su genio “rompiendo la prisidn de
“da retérica”, sino tambign en la de que los lenguajes, de algu-
‘ha manera, se liberaran, para que cada uno de los géneros, y
los objetos de fa retérica en su conjunto, fueran percibidos de
19manera libre y articulados novedosamente por el Poeta. Si es-
to fue ast (y asf parece haber sido, si se lee hoy a Schlegel o a
Novalis), puede pensarse que la preocupacién por la vida de
Jos lenguajes en el seno de la vida social de alguna manera fue
preanunciada en ef momento en que el estudio de los lengua-
jes cambié por efecto de lo que estaba ocurtiendo, en los co-
mienzos de la moderniclad contemporénea, en la vida de los
géneros a través de los cuales esos lenguajes se transmiten;
entonces de signo y de temperatura.
El hecho dé-que la semiética haya surgido como parte de
extensa, no sélo en el sentido de que de alguna
manera ya se hacfa semistica antes de Platén y Arist6teles en.
Ja medida en que se estudiaba el signo y la significacion- sino
discursos fue precedida y acompafada por una inquietud que
se habfa manifestado en la literatura, en su postica “progra-
y también en otras artes.
Consiguientemente pudo postularse la existencia de un
suelo comtin, dentro del conjunto-de los textos de Occidente,
que habria dado lugar a esa preocupacién. Ese suelo comin,
se dijo, se define a partir de la crisis del concepto de hombre,
de un concepto de lenguaje y de la relacién entre ambos. Ya
fue diffcil pensar en el estudio de la significacién como el es-
tudio de una transmisién, en una relacin de conciencias. Fue
més dificil que hasta entonces pensar que cada producto de
lenguaje transmitia, sencillamente, unos determinados conte-
nidos, y se intenté atender de manera sistemética a la capaci-
dad del lenguaje de producir sentidos, siempre -més all de
108 contenidos que vehiculiza-, por efectos de su conforma-
in misma,
Todo eso que el estudio de los lenguajes ensefiaba, y que
fue desarrollandose en el conjunto de la teoria semiética
to que de una manera fracturada estaba diciéndose en el con-
20
junto de las artes y de las letras de Occidente en un largo mo-
mento previo.
Jmporta poco determinar si tanto en Saussure como en
Peirce alentaba esa preocupacién. Fstaba en los textos, y Ja re-
cuperacién que en determinado momento se hace cel pensa
miento de Saussure y del de Peirce tiene lugar a partir de ese
conjunto de preccupaciones.
Puede hablarse hoy de esto porque en un momento, que
fue creciendo ~que empez6 en la década del '20 y al que si-
guieron otros, a finalizar Ia décaca del ‘50 y a principios dela
Gel ’60-, se convocé la teorfa semidtica a partir de este conjun-
to de preocupaciones relacionadas con la fuente y Ia transmi-
sién de los hechos de eocupaciones que habfan
conmovido todo el edificio lingiistico de Occidente, en zonas
a literatura, a través del siglo XIX, ¥ deste fines del
1.4. La nocién de sistema y sus asistematica fecundidad.
Hay un concept, tino de los conceptos centrales de la teo-
sia de Saussure, que no es introducido precisamente por él en
las ciencias sociales pero que es recordado como uno de sus
conceptos clave, por el que se postula la necesidad de estudiar
todo hecho lingtiistico en funcién de sus relaciones. La nocién
de sistema, en Saussure, se conecta con esta nocién.
Mucho tiempo antes de dictar su curso (origen del libro
que conocemos), Saussure habia publicado ~en 1878- un texto
sobre las vocales en la lengua indoeuropea, que estudiaba si-
guiendo a sus maestros. La novedad de ese texto consiste en el
modo de la determinacién del funcionamiento de una cierta
‘vocal critica, que no se sabia definir en términos del lugar ocu-
ado en e] conjunto de vocales de ese idioma. Saussure reali-
za trabajos de investigaci6n acerca de esa vocal y, como nove~
dad, introduce la modalidad de su indagacién, centrada exelu-
sivamente en la determinacién de sus relaciones. No postula-
aL