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DIFICULTADES PARA LA IMPLEMENTACIÓN DE LA

EVALUACIÓN FORMATIVA EN EL AULA

Por: Eulogio Peralta Espinoza

En los últimos tiempos y con la implementación del CNEB, la evaluación


formativa es uno de los temas más controvertidos, difundidos y discutidos por
muchos maestros, sobre todo, en cuanto a su proceso de implementación en el
aula. En este apartado analizaremos qué es la evaluación formativa, qué no se
debe entender de la evaluación formativa, por qué los docentes tienen
dificultades para implementar esta forma de evaluación en el aula, cuáles son
los factores, entre otros.

Para entender el tema, sabemos que la evaluación formativa cumple una


función reguladora del proceso de enseñanza para posibilitar que las
estrategias de enseñanza y los recursos que se utilizan respondan a las
características y necesidades individuales de los estudiantes. Pretende,
principalmente, detectar cuáles son sus logros y los puntos débiles del
aprendizaje, sin juzgar ni calificar los resultados obtenidos en dicho aprendizaje.

En concreto, la evaluación formativa, interviene durante el proceso de


aprendizaje del estudiante, para ver sus avances, sus logros y dificultades, por
no decir, sus errores. En base a ello es que el docente orienta y redirecciona el
aprendizaje del estudiante para que en base a la reflexión tome las decisiones
adecuadas para lograr los propósitos establecidos y las evidencias y productos
que se espera.

Sin embargo, existe muchas dificultades para su implementación, tal vez porque
los docentes no están dando una verdadera interpretación o no están
entendiendo su funcionalidad de esta propuesta, en ese sentido citamos algunos
enunciados de qué no se debe entender de la evaluación formativa.

La evaluación formativa no debe ser entendida como un producto o calificación


que se obtiene al final de un proceso; una serie de actividades, tareas, prácticas,
ejercicios, sin un propósito definido y sin el acompañamiento por parte del
docente; un sin número de información cuantitativa y cualitativa que carezca de
evidencias de validez y confiabilidad para la toma de decisiones; pruebas cortas
con carácter sumativo para consignar una calificación; la contabilización de
sellos o firmas al finalizar un período en razón de las actividades desarrolladas
por los estudiantes.

Pero sí se debe entender lo siguiente: es procesual, se aplica durante el


desarrollo de la mediación pedagógica. Es un componente esencial del proceso
de enseñanza-aprendizaje, no agregado al final de dicho proceso. Permite
conocer cuáles son los criterios con los cuales serán evaluados los estudiantes.
Involucra a los estudiantes y docentes en procesos de autoevaluación y
coevaluación, lo que permite conocer las metas de aprendizaje propuestas.
Brinda orientación a los estudiantes respecto de cómo avanzan hacia el logro de
objetivos, contenidos curriculares o competencias. Permite la reflexión a partir
de la información recopilada durante el proceso y la posterior revisión de las
estrategias de enseñanza-aprendizaje implementadas. La sistematización de la
información obtenida durante este proceso, constituye el insumo para la
valoración del Trabajo Cotidiano.

Sin embargo, a pesar de estas precisiones, muchos docentes aún tienen


dificultades para implementar esta forma de evaluar a los estudiantes.

Las causas, tal vez radiquen en que no quieran cambiar las viejas prácticas de
evaluación que tienen como patrón incluso desde la secundaria.

Otro aspecto es que en la universidad y en los pedagógicos el área de evaluación


es bastante descuidada, es más, existen muy pocos profesionales
especializados en materia de evaluación.

Como citaba, Castillo (2008) Cambiar las prácticas de evaluación no es


simplemente cuestión de aumentar los conocimientos de los docentes sobre el
tema por medio de talleres de actualización, sino un proceso mucho más amplio,
que exige una transformación conceptual por parte de todos los involucrados.

Otro argumento es que cada maestro vivió a su paso por la escuela, el tipo de
enseñanza que practicaron los maestros que tuvo, las evaluaciones a que fue
sometido. Medina (2000), después de comentar lo difícil que es hacer de manera
distinta algo que se ha hecho de cierta forma medio millón de veces, se refiere
al peso de la experiencia escolar temprana de los maestros sobre su futura
práctica profesional.

Conclusiones:

La evaluación formativa es una propuesta muy coherente toda vez que su


objetivo es el proceso del aprendizaje, su adecuada interpretación e
implementación en aula por parte de los maestros ayudará a que los estudiantes
logren, realmente, aprendizajes significativos.

Segundo, para ello, los maestros tenemos que aprender a desaprender para
nuevamente aprender e implementar con mayor éxito esta propuesta en bien de
nuestros estudiantes.

Bibliografía:

Castillo A. y Cabrizo J. (2008) “Evaluación Educativa y Promoción Escolar”. Madrid, España:


Pearson-Prentice Hall S.A.

Condemarín, M. y Medina A. (2000) “Evaluación de los Aprendizajes: un medio para mejorar las
competencias lingüísticas y comunicativas” Ministerio de Educación, Chile. (1° Edición).

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