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La Organización Mundial de la Salud

declaró el 30 de enero de 2020 la

existencia de un riesgo de salud pública

de interés internacional, bajo las

regulaciones del Reglamento Sanitario

Internacional,102103104 y,

posteriormente, el 11 de marzo de 2020

que la enfermedad se consideraba ya una

pandemia por la alta cantidad de

personas infectadas (118 000) y muertes


(4291) que había causado alrededor del

mundo (114 países)

Cada país está informando de los casos

de COVID-19 verificados en su territorio

en base al análisis genético de muestras

en laboratorio. Sobre todo en los

primeros meses de la pandemia, estas

cifras no eran necesariamente

representativas de la propagación real

del virus porque la cantidad de pruebas


de COVID-19 realizadas variaba mucho de

un país a otro, según los medios

disponibles y las estrategias de

contención adoptada

La situación cambió en los meses

siguientes, a medida que cada país se fue

equipando en sistemas de pruebas de

COVID-19, principalmente por PCR. Es

posible que se pasase al extremo


contrario, en el que los positivos

reportados eran superiores a los casos

reales de la enfermedad porque la

excesiva sensibilidad de las pruebas PCR

señala como positivos a personas que ya

han pasado la enfermedad pero tienen

aún en su cuerpo restos de ARN no

viable, es decir, de virus muertos que ya

no infectan
Mientras que las pruebas PCR detectan la

presencia del virus SARS-CoV-2 en

cantidades significativas en una persona

en ese momento, las pruebas de

anticuerpos detectan que una persona ha

estado expuesta al virus en los últimos

meses, aunque ya no lo tenga en la

actualidad.Varios países y territorios han

realizado campañas de tests de

anticuerpos para determinar qué


porcentaje de su población ha sido

infectada por el virus.

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