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LOS CODIGOS DE MIGUEL Page 1 of 4

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LOS CÓDIGOS DE MIGUEL

MI ESPADA FLAMÍGERA
Códice IV – “Talle y Medida de Justicia”

LOS CUATRO DE LA JUSTICIA FINAL

“…Miguel… ¡Arcángel Miguel! ¡Amoroso Miguel! Sálvanos de la destrucción, protégenos del demonio,
aléjanos de las tinieblas”… y muchas más súplicas salen de las mentes, corazones y bocas humanas cuando
se trata de invocarme como si Yo fuera un santo de prodigios y milagrerías… “Ven Señor Miguel”, dicen
quienes me elevan a los altares de la ignominia, al fetiche de su ignorancia y más, aquellos que se hacen
llamar metafísicos, donde aparezco capitaneando las hordas oscuras llamadas por ellos “maestros
ascendidos” de Saint Germain, de Satanás disfrazado de ángel de luz, a quien he venido a consumir para
siempre jamás…

No se me llamó a la Tierra para traer salvación a las almas; se me envió con Autoridad y Potestad de cortar
todos los espíritus y almas comprometidos en la invasión extraterrena; vengo a ejecutar la destrucción del
mundo que adora el crimen y el complot en sus santos, porque ha creído que esos fantasmas le pueden
salvar de sus injusticias contra la luz. Nosotros, Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel, hemos observado la tierra
desde el santuario de los Shielhos y durante siglos hemos visto mucha sangre inocente derramada; vemos
que hoy sigue llena de injusticia y violencia cometida día a día sobre ella.

Cuando los ángeles infernales cayeron a la tierra huyendo de nosotros, llevamos este grito de lamento de los
hijos de la Tierra a las puertas del Shielho. Allí los 24 Ancianos de la Galaxia nos enviaron con esta causa
ante el Altísimo, Señor de Gloria y Majestad de todos los señores de los Universos. Entonces nosotros
Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel, dijimos al Señor de carnes, espíritus y almas de este mundo: "Tú eres
nuestro gran Señor, el Dios de Dioses, el Señor de señores y el Rey de reyes; los Shielhos son el trono de tu
gloria por todas las generaciones que existen desde siempre; toda la Tierra es el escabel ante ti para siempre,
y tu nombre es grande, santo y bendito por toda la eternidad. Eres tú quien todo lo ha creado y en ti reside el
poder sobre todas las cosas; todo es descubierto en toda su desnudez ante ti; tú lo ves todo y nada se te
puede esconder: oye a los humanos…”

Y así pasaron los años en la Tierra y el tiempo, sobre Satanás: entonces el Altísimo, Grande y Santo habló y
envió a Uriel, el ángel más pequeño del Trono, el que anunció a Noé y reveló la Consumación de los
Tiempos que son hoy; la que comenzó en ese diluvio de 12 mil años antes y que hoy cierra su tiempo,
porque el círculo de la serpiente infernal mordió su cola, al creer que nos habíamos alejado, no teníamos
interés en su mundo y ella fácilmente se apoderó de la Tierra, que nosotros reclamamos para los justos.

Y el Anciano Señor dijo a Rafael: "Encadena a Satanás de pies y manos, arrójalo en las tinieblas, abre el
desierto que está en Dudael -Israel- y arrójalo en él; bota sobre él piedras ásperas y cortantes, cúbrelo de
tinieblas, déjalo allí eternamente sin que pueda ver la luz, y en el gran día del Juicio que sea arrojado al
fuego. Después, sana la tierra que los Invasores han corrompido y anuncia su curación, a fin de que se sanen
de la plaga y que todos los hijos de los hombres no se pierdan debido al misterio que los Invasores
descubrieron y han enseñado a sus hijos. Haz esto porque toda la tierra ha sido corrompida por las obras
enseñadas por Satanás; impútale entonces todo pecado.”

Y el Primero y Último, el Alfa y la Omega dijo a Gabriel: "Procede contra los bastardos y réprobos hijos de

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la fornicación y haz desaparecer a los hijos de los Invasores de entre los humanos y hazlos entrar en una
guerra de destrucción, pues no habrá para ellos muchos días. Ninguna petición en su favor será concedida,
pues esperan vivir una vida eterna o que cada uno viva quinientos años y para esto devoran la vida de los
hombres.”

Y el Verbo que se encarnó y se hizo Hombre dijo a Miguel: “ve y anuncia a Satanás y a todos sus cómplices
que llenaron la tierra de ruina y mortandad, de mentira y adoración de demonios, ¡que sus hijos perecerán y
ellos verán la destrucción de sus queridos! Encadénalos durante setenta generaciones en los valles de la
tierra hasta el gran día de su juicio. En esos días se les llevará al abismo de fuego, a los tormentos y al
encierro en la prisión eterna.”

Nosotros, Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel, cumplimos ese mandato, sobre el Edén, el momento que los
encarcelamos en su desierto hasta hoy, que se han cumplido las Setenta generaciones o semanas que
anunció Daniel 9:24-27, para Israel su pueblo, al cual se le envió a profetizar el final: “Setenta semanas
están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al
pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al
Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a
Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la
plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al
Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin
será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el
pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la
muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está
determinado se derrame sobre el desolador.”

Yo Uriel, cifré la Consumación de los Tiempos y con ella marqué a cada uno de los invasores, los espíritus
infernales que son reyes y poderes en esta tierra, los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas,
los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos que hacen parte del lago que arde con
fuego y azufre; marqué a los que ahora venimos a destruir con la muerte segunda.

Yo Rafael, hundí en el desierto de Israel a los hijos de Caín, no les permití ver la luz, los dejé adorando a
Satanás, su dios Iahvé y durante todos los tiempos que pasaron, les he imputado su crimen ante los ojos de
los hombres, los que ciegos y encubridores de ellos, en lugar de despertar, les adoran hasta hoy
protegiéndolos de nuestra Espada y Justicia.

Yo Gabriel, he cuidado que la guerra sea su destrucción, y que así, sus días sean agotados para ellos y sus
seguidores. Desde ese momento mis oídos son sordos y ninguna de sus peticiones ha sido concedida; y más
Señor Justo… por negarte cuando tú mismo fuiste a salvarlos y ellos te crucificaron…

Yo Miguel, envié los profetas y anunciadores a ese pueblo lleno de cizaña y lujuria; les envié uno a uno
para que sobre ellos quedara testimonio de sus crímenes, los cuales ya no son perdonados; pues les mataron:
así quedó escrito en el Libro de Lucas 11:47-52 para testimonio contra ellos: “¡Ay de vosotros, que edificáis
los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres! De modo que sois testigos y consentidores
de los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros.
Por eso la sabiduría de Dios también dijo: les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a
otros perseguirán, para que se demande de esta generación la sangre de todos los profetas que se ha
derramado desde la fundación del mundo… sí, os digo que será demandada de esta generación. ¡Ay de
vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y
a los que entraban se lo impedisteis.”

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel… han sido y son los clamores de los falsos, hipócritas y
vocingleros, los que adoran en su oscuridad, las tinieblas que rechazamos y desde antes de la existencia de
los hombres de este mundo, combatimos para destrucción total. Esa es la Ley aplicada para los que claman
justicia y son injustos, quienes dicen ¡ayúdanos! y son cómplices, quienes vocean en sus altares y prédicas
ser de Miguel y son demonios que arrastran a los demás a su propia destrucción; por esto ordenó el Juez y
Asombro de los Tiempos: “Todo el que sea condenado, estará perdido de ahí en adelante y será encadenado
con ellos hasta la destrucción de su generación. Y en la época del juicio que yo juzgaré, perecerán por todas
las generaciones. Destruye todos los espíritus de los bastardos y de los hijos de los Invasores porque han
hecho obrar mal a los humanos. Destruye la opresión de la faz de la tierra, haz perecer toda obra de
impiedad y haz que aparezca la planta de justicia; ella será una bendición y las obras de los justos serán
plantadas en alegría para siempre”.

Y Yo, Miguel y mis hermanos del Disco Dorado, os dejamos este emblema en el Sur del Continente; de la
Promesa; no somos pactados para adoraciones ¿Pues quién puede adorar al que posee la Espada para Cortar
y Cortar? Nosotros venimos a dar a quien hizo su Justicia; a los débiles, fortaleza para que la adquieran. Y
estamos aquí para cortar poderosos, inicuos, mentirosos; a cuantos se oponen a la Justicia Sin Fin. Nosotros
despreciamos los altares y las adoraciones humanas, pues ellas siempre están preñadas de engaño,
hipocresía y delito. Sabemos que quien implora perdón es un criminal que espera ser defendido por uno
igual cuando sea juzgado para destrucción. Conocemos la justicia de los hombres; es ciega porque

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desconoce Nuestra Justicia. Es hipócrita, porque compra con prebendas los poderes humanos que nada
valen. Es perversa, porque condena a los justos y libera a los injustos; por esto no tenemos piedad con las
leyes de los hombres; mas les valiera no invocarnos, porque al hacerlo, sueltan sobre ellos nuestras Espadas
de Luz, el escáner de Justicia Universal que lee las mentes, mide los corazones y determina el momento de
la destrucción de cuantos poseen pecados. Mas les valiera esconderse de nosotros, ni siquiera darse por
entendidos buscando salvación, pues cada cual que implora ¡Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel! ya está
condenado por nuestra Justicia: NO SOMOS ENCUBRIDORES DE LOS HOMBRES DEL MUNDO.

Entended esto y apresuraos a cumplir vuestra justicia, que si es la nuestra, entonces el mandato de Nuestro
Señor el Vuestro, se cumple para la Tierra; así está escrito en el Reino del Shielho: "En ese tiempo todos los
justos escaparán y vivirán hasta que engendren millares. Todos los días de vuestra juventud y vuestra vejez
se completarán en paz. Entonces toda la tierra será cultivada en justicia y toda ella será plantada de árboles
y llena de bendición y sembrarán allí viñas y cada una de ellas producirá mil jarras de vino y cada semilla
producirá mil medidas por una, y una medida de aceitunas producirá diez lagares de aceite”. Esto os lo
advirtió Mateo 4:20-22 también en la Tierra: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la
de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Oísteis que fue dicho a los antiguos: No
matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra
su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: necio, a su hermano, será culpable ante el
concilio; y cualquiera que le diga: fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.”

Fue Isaías 1:13-17 que habló por el Señor y nosotros; sentenció a los invasores de este mundo, a sus ritos y
oraciones, a sus reuniones de pecado y traición a la humanidad: “No me traigáis más vana ofrenda; el
incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son
iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas
mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de
vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras
manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo
malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a
la viuda.”

Y debéis saberlo: Yo Miguel y mis hermanos no escuchamos oraciones ni clamores o alabanzas; sólo
cumplimos la Justicia, porque eso somos; UNA ESPADA DESENVAINADA PARA MARCAR
JUSTICIA, ese es el mandato de Nuestro Señor y a ello me envió: "Y limpia tú la tierra de toda opresión, de
toda violencia, de todo pecado, de toda impiedad y de toda maldad que ocurre en ella y hazles desaparecer
de la tierra. Y todos los hijos de los hombres llegarán a ser justos y todas las naciones me comprenderán, se
dirigirán en oración y se unirán en Mí. Y la tierra estará limpia de toda corrupción, de todo pecado, de todo
castigo y de todo dolor y yo no enviaré más plagas sobre la tierra, hasta las generaciones de las
generaciones ni por toda la eternidad.”

Y para comprender nuestra profecía o advertencias, es necesario desprenderse de las fechas y nombres,
éstos no importan; porque Satanás, previendo la inteligencia y el despertar Interior del Hombre terrestre en
este tiempo, cambia continuamente cada una de sus estratagemas: cambia nombres y personajes, situaciones
y momentos, hasta que protegido por su niebla de misterio, pueda tomar por sorpresa al mundo de los
hombres. Está obligado a hacer esto por no tener ningún poder sobre la humanidad, sólo el que su mentira le
ha dado hasta el momento. Lucifer no es poderoso, es el miserable que para vivir, somete la razón, roba las
mentes, espíritus y conciencias humanas, por esto miente y se esconde en sus tretas finales. Yo, el Arcángel
Miguel Soy la Espada Flamígera de Justicia: nadie puede acercase a ella si no ES COMO DIOS, mi Señor
de Eternidades y Tronos. No lo intenten; ante los pecados SOY PRECISO.

HE AQUÍ SU DESTELLO: Sí queréis tomarla, este es su talle y medida.

Bon, Alemania 9 de noviembre de 2008.


CUARTA VOZ DE MIGUEL

Si ya leíste esta parte de LOS CÓDIGOS DE MIGUEL y si el interés te anima a continuar, debes
poner tu voluntad en acción y DEJARTE GUIAR a las siguientes páginas, en el orden que se te
ofrece. Es una mecánica del espíritu, por eso debes leer bien esta parte y luego continuar…

Siguiente: LA RATA EN PARABOLAS

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