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ANTONIO GOMEZ ROBLEDO POLITICA DE VITORIA EDI CIONES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL MEX! ICO 1940 Sistema de Bibliotecas-UCR wate 33514 3351 & INTRODUCCION | El aio de 1539, un dominico espaiol, maestro de teologia, Namado Francisco de Vitoria, pronuncié en la Universidad de Sa- lamanca unas disertaciones que, por su materia, fueron dénomi- nadas “Relectiones de Indis”, Versaban, en efecto, sobre-el pro- blema de la licitud de la colonizacién espaiiola en “Asferica Pero | lig al misnio tiempo, sobrepasando la euestién formal, ta intuicién y Ja dialéctica del disertante tomaron tan amplio giro, que por pri- mera vez el mundo supo, a través de aquellas lecturas, de la exis- tencia de un nuevo derecho, del derecho internacional moilerno. Al cumplirse el aiio pasado el cuario centenario del magno su- ceso, la Universidad Nacional de Mézico, queriendo '‘solemnizar- lo, ha encomendado al autor de estas lineas la redaccién de‘ un ensayo sobre la, figura y el ideario del gran espaitol. Con tan feliz acuerdo, fen el que tan sdlo hay que lamentar la eleccién ; del pan ta responsable) nuestro Instituto superior de cul- _ tura acre au voluntad de participar con plena conciencia en conmemoracién de un acto cuyas consecuencias han sido so- mera importantes para América y para la humanidad. v Ahondemos un poco en el sentido que puede tener, ba, universitario mexicano, la comunidn ideal con el Pensamnion, ™ Francisco de Vitoria. He aqui que un dia un-hombre de letrds divinas y hug, tedlogo y jurista, se yergue inerme frente a su Emperador (10 em Carlos de Habsburgo) poniendo en entredicho sus titulos al dy, minio de América. Por esa sola dubitacién inicial, fundada sobre el. supuesio previo de que los indios eran verdaderos seftores de sus posesio. nes, publica y privadamente (veri domini, et publice et priva. im) itoria cuenta para nosotros americanos entre los grandes junds de nuestra nacionalidad continental, De-ta afirma- cién de la racionalidad de los aborigenes, con su consiguiente ingreso en el orbe de las relaciones juridicas, en pie de igualdad con los espaiioles, deriva nuestra raza sus titulos de ingenuidad en el sentido romano de la palabra. Hombres libres fuimos ab initio temporum, y el legislador de esta norma fundamental, de esta Constitucién ideal, fué Vitoria. Las “Relectiones de Indis” ‘tson nuestra primera Carta continental de independencia — jamés vel Mensaje de Monroe. , Aquella dubitacién primera, como todas las gra’ bita- L, ndes dubite- cones en la historia del pensamiento, desenlaza sin transicion rimados de wna. awista, Derivados, tal ves, de a ae los espaiioles hubi, ac ue On, wns fibotéticamente contra los indios por in atin Uevado _ nae mene y por otro medio irreparables, re 'S graves de contin g Cmauista como tal, originarig oo &” todo caso, ‘mgencia, quedaba abolido para cima breexistente @ to- e. MI — en Dentro de este marco conceptual, Vitoria examina en orde- % ay nada sucesién todos aquellos titulos que, siempre en hipotesis, } dado que se realisaran 0 no sus supuestos normativos, jus! rian 0 incriminarian la ocupacién espaiiola. Como ilegitimos pa-) san; la autoridad universal del. emperador, la autoridad univer- sal temporal del romano pontifice, los pecados de -los indios, el derecho de descubrimiento, la renuencia de los indios a abrazar el Evangelio, la cesién coactiva, y por iiltimo, los decretos pro- videnciales. Como legitimos: el derecho de sociedad natural y comunicacién, la oposicién a la predicacién evangélica, el posi- ble retorno a la idolatria favorecido por los senores autéctonos, Ja persecucién de los nuevos conversos, la eleccién libre, y en | fin, los tratados de alianza, Fruto de los modernos estudios vitorianos ha sido el haber at mostrado que en toda esta matizada y puicra discriminacién del derecho, las tesis del dominico, en fuersa de su objetivided, rom- pen el molde histérico circunstancial y cobran valor imperecedero, fuera y més alld del azar que les hizo ver la luz. No es ya la teo- ria_de la conquista americana, ni siquiera ‘de la conquista en ge- neral; es sencillamente la suma de derechos y deberes entre los Estados, entonces y ahora y de uno y otro lado del mar, Por ha- berlos enunciado firme y metdédicamente antes que otro alguno, por haber afirmado con prioridad hoy incuestionable la existen- cia de un ius inter gentes, hasta entonces desconocido, es Fran- cisco de Vitoria el creador del derecho internacional, - Fuera de la coyuntura histérica qué fuersas subyacentes y lejanas habian concurrido a formarlo? qué jugos alimentaron la eclosion de este brote espléndido de la civilizacién occidental, la idea del derecho plasmdndose sobre los espacios infinitos? Pues aquéllas y éstos que hicieron también posible la existen- cia sobre la tierra de un hombre como Vitoria y de esa cultura a la que él y su obra pertenecen, Muy atrés, el: pensamiento he- vir de Jg_-universalidad_y preemincncia de la razén. Luego, ngs tarde, la idea romana del derecho en si mismo, sin acepcién y , de. naciones, la concepcion de un derecho de los pueblos — con Vitoria sera entre los pueblos — al lado del derecho civil. En ‘ltimo_término, el Evangelio, el amor @ todos los hombres, la caridad. universal, como la razon y la justicwa, universales tam- lenico. bién. Tode ello explica que, al aparecer con el descubrimiento de América el gran teatro del mundo, al correrse el velo del escena- rio inmenso, los valores ideales de una conciencia desciendan de stibito sobre el paisaje historico-geografico y engendren este pro- [digioso ¢ insélito producto de nuestra cultura, Con la nurada pues- ta sobre el texto evangélico que ha escogido para si exposicion magisterial, y que es el de San Mateo: “Id y enseiiad a todas las naciones”’, el religioso se pregunta si serd licito bautizar a los in- fieles contra su voluntad, y para responder a esta iltima y ra- ded teen pectin. Bee necesario inguirir los titulos del domi- mo de ‘orona. En este il i estén como presupuestos tiainoat ae a a8 problems, los indios, advenientes a la luz de la ieee el (ae af igual para todos los hombres y el afiin universal de ees ¥ el derecho internacional surge-asi, en floracién extr BACON. | pronto inexplicable, de las divinas_ palabras que saint ak CE aire la maiiana de la Ascensidn. ° . mecteron. el James Brown Scott, conceptu ii tencia decisiva las corrientes hevieis eee una _sen- trazando con pulso seguro los caracteres esbicintc, individual, y decir con propiedad y Haneza que el derecho ater jit podido tino, catélico y espaiiol. acional es Ig_ Al descubrimiento de un nuevo mundo siguiéd asi, > Medio casi més tarde, el descubrimiento de un nuevo derecho. 4), 192 vit habia sido el incentivo histérico e ideal para que un servidor de ia justicia antes que de su. patria, extendiera al mundo todo los @mbitos de la justicia, Uevando el pensamiento juridico més allé de las fronteras del Estado. Por ello, el mismo Brown Scott, en un discurso inolvidable pronunciado en la Fiesta de la Raza, veta en las Relecciones el descubrimiento espiritual de América, contrasténdolo con el descubrimiento material colombino, jContraste fecundo! No cede ciertamente a la proeza del Gran Almirante la de este otro argonauta del alta mar del espiritu, que de este otro cosmos conocié todos los continentes y océanos. Es- crutador de lo alto y de lo profundo, su ruta estuvo siempre bajo Jas altas constelaciones de los valores eternos. Viendo brillar in- defectiblemente en el cenit de este firmamento descubierto a su ves por Platén, la Idea del bien, supo entender a su claridad el gran acontecimiento y hacer que los limites de la justicia fueran los de la ectimene. Materia~: ‘y espiritu estén siempre en mutua correspondencia. Ciertamente, los valores de que es portador el espiritu reclaman untplasma hylético décil, maleable, pero tampoco la inerte y mu- da presencia de la materia bastaria si sobre ella no descendiera el resplandor de la forma espiritual. En esta reciproca imbrica- cién aristotélica me aparecen Colén y Vitoria, y entre esos dos nombres, el nacimiento de nuestra América. El continente que un dia emergié en la otra orilla del mar tenebroso, era la mate- ria, la potencia de nuevos valores deparados al hombre; pero el descubrimiento hubiera quedado irremediablemente infecundo s¥ sobre los nuevos espacios no hubiera alumbrado el acto creador del espiritu. éQuién podia consumarlo? Unicam quien viera en la nueva extensién un & tas espirituales. Este era Vitoria, quien o ente, con toda evidencia, mbito de nuevas conquis- J pasar sobre el texto so- grado, vid de pronto dilatarse inmensurablem «|| B ! , FAC - camente, et divino mandato, y devorado éot cole tor te Cave de ‘Dios allende el Atléntico, enuncid el nuevo derecho sin ef ¢~-1 no seria posible dar cumplimiento al siltimo precepto det j.,. ¢~ Vitoria es, pues, ininteligible sin América, como América Ip ‘es sin Vitoria. gBastarén estas rasones para contarlo entre los mayores de nuestra raza, la cual, lo sabemos de sobra, no es ai puede ser ninguna peculiaridad biolégica, sino una prolongacién original (salven los légicos la contradicciém, que vitalmente no existe) de la actividad cultural creadora del occidente? Como el 12 de octubre de 1492, deberia celebrarse, no para las masas, desde luego, sino en los templa serena de nuestras uni- versidades, el 19 de junio de 1539, que el erudito Beltrdn de He- redia, después de imvestigaciones exhaustivas, fija como el dia de Vitoria, por haber sido aquél en que el maestro did fin a la “Relectio posterior de Indis”. Y si todo esto se echa a encare- cimiento ¢ hipérbole, si el empeiio vitoriano se juga atin indig- no del colombino, yo me volveré como tiltima instancia a los ér- denes pascalianos x diré de nuevo, inquebrantablemente, que “tous les corps réunis ne valent pas le moindre des esprits”, Pa- ra mi al menos, la epopeya del descubrimiento, en Io que tiene de corpéreo, no vale lo que cl espirit ro, él ae o espiritu de Vitoria y lo que con Fuersa me ha sido, con todo, soslayar en aspectos tan intimamente caros del Vitoria “De Indis? 5 rablemente descritos por Camilo Barcia Trelles, en ies élnsuperablemente? Todavia, sin embargo, José R, \ciduefias, en su soberbia tesis de licenciatura en derech, “Vitoria y el problema de la conquista en derecho int, pudo extraer riquesas inéditas de la misma cantera brillantemente que aun los titulos legitimos antes este trabajo esos ‘ojas Gar- 0, titulada ‘ernacional”’ al demostray. aludidos cram 2 tan solo eficaces para una ocupacién temporal y en manera algu- na para la conquista propiamente dicha, con cardcter definitivo; que en suma, la conquista, originaria 0 derivada, no podia abso- / lutamente justificarse ante el derecho de gentes constituido por Francisco de Vitoria. Este nuevo hallasgo en la regién mds ex- plorada desde los pioneers del vitorianismo, sélo era asequible a quien, como Rojas, historiador y jurista, podia contrastar las tesis del maestro con la experiencia histérica de la realidad americana. "No permitiendo mi ignorancia seguirle por esos derroteros, y viéndome en el trance de no hacer vana la encomienda de la Uni- versidad, determiné concentrar mi esfuerzo en la teoria vitoriana ) del Estado, mediante el andlisis preferente de la “Relectio de po- ) testate civili”, importando tan sélo de las “De Indis et de iure belli” las conclusiones coadyuvantes al sobredicho propdsito. De ahi el nombre que sirve de rétulo al presente ensayo. Al bucear en los textos, no he podido desentenderme, claro, de la preocupacién de desentraiiar de ellos las directivas més sa- lientes de que habemos menester en esta hora grévida de zozo- bras para el destino del mundo, Tal ha sido, con predileccién, la de poner de relieve la idea del Estado de derecho, hoy que éste ha desaparecido de la Europa continental bajo la barbarie tota- litaria y desapareceré del todo del mundo occidental si Inglaterra no vence, como de Dios lo esperamos, en la batalla de la libertad, que libra ante el asombro y la gratitud del mundo civilizado. No pueden ser mds trdgicos los sucesos que presiden a esta conmemoracién vitoriana, pero ellos mismos la hacen vitalmente inaplazable. Todo lo que Vitoria pensé y amé, todo lo que fué alma de su vida y de su obra, se debate angustiosamente en este torbellino demoniaco, negador de todo lo que es y ha sido el espiritu de oc- cidente. A la preeminencia de la rasén la sustituye la exaltacién de la sangre con la supremacia de la sangre privilegiada; al dere- xI dos los hombres, le sucede el de d desu caudillo como tinica fuen. jal Evangelio del amor, el evan. dida de la norma juridica eto da odio. Pueblos que, sin culpa alguna, desaparecen de uy, A ] nentad dia para otro; razas hostigadas, perseguidas, atorn | fe 7 animales daftinos; la mentira como expresion moral, ta Puig cidn insaciable, la deshumanizacion del hombre proseguida im.

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