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Trabajo Práctico Final

PUBLICIDAD ENGAÑOSA

Fallo Honda

Verónica Álvarez Iturre

Cortes, Ingrid

Saponare, Carolina

Derecho y práctica profesional

Jorge Surín

Licenciatura en Publicidad

Segundo 2012 18/12/12

Alvarez Iturre, Cortés, Saponare 1


Índice

Consignas………………………………………………………………………………… 3

Desarrollo…………………………………………………………………………………. 4

Conclusiones…………………………………………………………………………….. 25

Alvarez Iturre, Cortés, Saponare 2


Consignas

TEMAS POSIBLES (no excluyente):

Publicidad Engañosa, Publicidad Comparativa, Derecho de Marcas, Defensa del

Consumidor, Libertad de Expresión, Derecho a Réplica, Derecho de Autor, Exhibición de

Precios, Publicidad de Precios, Tipografías de los Legales en Publicidades.

ELABORACIÓN DEL TRABAJO:

El Trabajo Práctico para el Final consiste en la elaboración de un tema seleccionado, con

una introducción contando antecedentes nacionales o internacionales, luego desarrollar

un caso real –tratado por la justicia- y finalmente redactar una conclusión personal-

grupal sobre la solución que dictaminó la Justicia.

FORMA DE PRESENTACIÓN:

Trabajo encarpetado y anillado con una extensión de no menos de 20 carillas.

ULTIMA FECHA DE REMISION VIA MAIL:

5 días corridos antes de fecha de final

FECHA DE ENTREGA TP ANILLADO:

Día del final –exclusivamente- previo al exámen En la UP

FORMA DE EXPOSICIÓN DEL TRABAJO:

De a uno, de a dos o en grupo de hasta 3 alumnos.

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Desarrollo del trabajo

Tema elegido: Publicidad engañosa

Definición de Publicidad

Kotler y Armstrong, autores del libro "Fundamentos de Marketing", definen la

publicidad como "cualquier forma pagada de presentación y promoción no

personal de ideas, bienes o servicios por un patrocinador identificado"

Para Stanton, Walker y Etzel, autores del libro "Fundamentos de Marketing", la

publicidad es "una comunicación no personal, pagada por un patrocinador

claramente identificado, que promueve ideas, organizaciones o productos. Los

puntos de venta más habituales para los anuncios son los medios de transmisión

por televisión y radio y los impresos (diarios y revistas). Sin embargo, hay muchos

otros medios publicitarios, desde los espectaculares a las playeras impresas y, en

fechas más recientes, el internet"

Según la American Marketing Asociation, la publicidad consiste en "la colocación

de avisos y mensajes persuasivos, en tiempo o espacio, comprado en

cualesquiera de los medios de comunicación por empresas lucrativas,

organizaciones no lucrativas, agencias del estado y los individuos que intentan

informar y/o persuadir a los miembros de un mercado meta en particular o a

audiencias acerca de sus productos, servicios, organizaciones o ideas"

Según un PPT emitido por la Subsecretaria de defensa al consumidor “Publicidad

y Consumo”, entendemos a la publicidad como:

o Una información parcial.

o Procedente del fabricante interesado en vender.

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o Útil para tener conocimiento de la existencia de un producto.

o Insuficiente para orientar la decisión de compra.

o Con aplicación de técnicas publicitarias que tienden a utilizar mecanismos

psicológicos que nada tienen que ver con los motivos objetivos que pueden

aconsejar o no la compra del producto anunciado.

Publicidad engañosa

Engañar al público consumidor es una de las formas clásicas de la competencia desleal, y

una de las formas de engañar es a través de la publicidad. Mostrar cualidades o

características inexistentes en el producto o servicio que se ofrece es algo a lo que

recurren habitualmente muchos competidores. Al no haber realizado el esfuerzo para

llegar a las características que le permiten competir mejor, dicen que ofrecen lo que no

tienen. De esta manera, inducen a comprar a quienes si previamente conocen las

verdaderas cualidades o características de lo ofrecido, no comprarían.

Esto, sin duda, constituye un acto de competencia desleal. Nadie debe mentir al

mostrarse ante el público consumidor. De permitirse la mentira y el consiguiente engaño,

quien actúa como debe y ofrece lo que realmente tiene, no puede competir contra quien

ofrece algo como superior. Competir lealmente es correr con los propios colores, engañar

es correr con otros colores, y ello no es admisible.

El engaño en la publicidad crea un desorden en el mercado ya que la mentira será, en

algún momento, descubierta por el consumidor. Al hacerlo, quedará no sólo defraudado

sino también desconcertado, ya que no sabrá quién dice la verdad y quién no. Para él,

todos los que están en el mercado carecerán de seriedad con el consiguiente daño. El

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consumidor defraudado podrá recurrir ante los tribunales por el daño que ha sufrido, e

invocará las normas del Código Penal o del Código Civil, que castigarán y permitirán

resarcir dicho daño. El competidor ha sufrido un daño diferente, que es el que causa el

acto de la competencia desleal.

Por otro lado, también existe lo que se llama la publicidad exagerada. De esta forma,

cuando se analiza la legalidad de una publicidad debe diferenciarse la llamada publicidad

exagerada de la que es engañosa. La publicidad exagerada es aquella en la que se hacen

afirmaciones que extreman las bondades o virtudes de los productos o servicios

publicitados.

Estrictamente se trata de afirmaciones que no son verdaderas. Pero eso no las hace

siempre engañosas. Esto, es porque el público consumidor sabe que esa publicidad no

representa exactamente lo que manifiesta. El público, en cierta forma, espera una cierta

exageración de la publicidad. Por tanto, no es engañado por ella. Cuando el consumidor

escucha que está frente al mejor producto del mundo, al de mejor sabor, al más antiguo

de la plaza, al de mejor rendimiento, sabe que probablemente no lo sea. En la práctica, el

consumidor no se dejará llevar por afirmaciones de este tipo para realizar su elección. La

publicidad exagerada, por esta razón, no tiene la aptitud de engañar y por lo tanto, no es

engañosa ni ilegal.

De esta forma entonces, la cuestión es determinar en donde está la línea divisoria entre lo

exagerado y lo engañoso, entre lo lícito y lo ilícito. No obstante, seguramente habrá más

lugar para la exageración cuando se trate de afirmaciones que son cuestiones de opinión

que cuando se trata de cuestiones de hecho. En estas últimas, si la afirmación no se

corresponde con la realidad, deben ser muy poco determinantes las características sobre

las que se falsea la realidad para que no haya engaño.

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Para determinar si la publicidad es engañosa, es importante conocer la actitud del público.

Un tribunal norteamericano, al considerar que era publicidad engañosa el afirmar que la

crema cosmética publicitada era “rejuvenecedora” y que establecía la humedad natural,

afirmó que la ley aplicable “no había sido hecha para la protección de expertos, sino para

la del público, y que el hecho que una afirmación falsa pueda ser obviamente falsa para

aquellos qe estén entrenados y experimentados no cambia su carácter, ni se lleva su

poder de engañar a otros menos experimentados”. Sin embargo, a los efectos de medir el

impacto en el público, no debe partirse del supuesto de que todos los consumidores son

totalmente crédulos de cualquier cosa que se afirme. En términos generales, debe

aceptarse que el público tiene un cierto grado de conocimiento y de desconfianza, que le

permite dirimir entre lo lógico y lo absurdo.

Legislación aplicable

El artículo 159 del Código Penal considera delito el captar clientes mediante publicidad

desleal. La publicidad engañosa es una propaganda desleal, porque recurre a la mentir

para captar esos clientes nuevos. El artículo 10 bis del Conenio de País en el inciso 3°,

del párrafo 3, establece que deben prohibirse: “Las indicaciones o alegaciones cuyo uso,

en el ejercicio del comercio, sean susceptibles de inducir al público a error sobre la

naturaleza, el modo de fabricación, las características, la aptitud en el empleo o la

cantidad de las mercancías”. Como se advierte, esta norma cubre todo engaño que se

realice en el comercio. Cabe destacar que sólo se aplica al caso de mercancías. No cubre

servicios ni otras actividades no comerciales.

Además, la ley N°22.802 de Lealtad Comercial, contiene cantidad de disposiciones

dirigidas a impedir el engaño. Si bien esta ley no está diseñada como un instrumento para

combatir la competencia desleal, sino para proteger al público consumidor, sirve para que

cualquier competidor recurra a la autoridad de aplicación, con la denuncia respectiva. Esta


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ley contiene disposiciones en el artículo 1 que establecen la obligatoriedad de consignar

las indicaciones de origen, calidad, pureza o mezcla y las medidas netas de su contenido.

Además, en el artículo 4, establece que tales indicaciones estén escritas en español,

aunque se admiten traducciones. Esto tiende a que exista una correcta información sobre

el producto, y así se evite información confusa.

En el artículo 5 se prohíbe consignar cualquier indicación o signo, en folletos, envases,

productos, etc., que puedan inducir a error, engaño o confusión respecto de la naturaleza,

origen, calidad, pureza, mezcla o cantidad de los frutos o productos, de sus propiedades,

características, usos, condiciones de comercialización o técnicas de producción. En el

artículo 9 se prohíbe cualquier clase de publicidad o propaganda que pueda inducir a

confusión o engaño sobre características de los productos, condiciones de

comercialización o técnicas de producción de bienes y servicios.

La ley de Defensa del Consumidor (Ley 22.240), impone a quienes intervengan en la

producción, importación y comercialización de productos, y en la prestación de servicios,

que suministren a los consumidores o usuarios, en forma cierta y objetiva, información

veraz, detallada, eficaz y suficiente sobre las características esenciales de los mismos.

Nuevamente se trata de una norma que está diseñada para proteger al consumidor.

Antecedentes de Publicidad Engañosa

Caso Honda

Un ejemplo de este tipo de prácticas lo encontramos en el anuncio del Honda Accord

Serie Especial que se presenta como un vehículo “con un motor más respetuoso con el

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medio ambiente” pero sin especificar entre sus características qué atributos hacen a su

motor ser “ecológico”.

Ante esta situación, la ONG “Amigos de la Tierra” presentó una reclamación frente a la

Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial basándose, según

palabras de un técnico de la citada asociación, en que “las compañías automovilísticas no

deberían mandar mensajes confusos a los conductores. Ningún motor es ecológico.

Puede consumir menos combustible que otros, pero incluso su fabricación tiene un

impacto medioambiental”.

Dicha reclamación fue estimada ya que el anuncio vulneraba la norma número 11 del

Código de Autorregulación sobre Argumentos Ambientales en Comunicaciones

Comerciales, y establece que las afirmaciones que cataloguen un producto como “no

dañino para el medio ambiente”, “verde”, “ecológico” o “sostenible” deben estar

adecuadamente justificadas situándose éstas cerca de dichas afirmaciones y siendo

fácilmente comprensibles para los consumidores.

Finalmente, el Consejo regulador resolvió a favor de la ONG ordenando la retirada del

anuncio, pero Honda no ha llevado a la práctica la decisión del Consejo ya que mantiene

este anuncio en su página web; lo que sí han hecho es sustituir la

palabra “ecológico” por “eficiente” e insistir en que “el motor del Accord es menos

contaminante que otras marcas y modelos de la competencia”.

Caso Carrefour:

El hipermercado, puso a conocimiento del público una promoción por medio de la cual

ofertaba ciertos productos, donde por cada $5 invertidos en los mismos, se obtenía un

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cupón para participar en un concurso con distintos premios, el más relevante consistía en

160 viajes a Walt Disney World en Orlando, Florida.

El menor de edad A.F.G., conjuntamente con su padre M.M., adquirieron los productos

identificados con la silueta de Mickey Mouse, para poder ingresar al espectáculo y obtener

los cupones para participar del sorteo. De esta manera, conjuntamente llenaron los

cupones adquiridos, a nombre del menor, que era el interesado en el premio.

El día 14/05/2001, se comunicaron desde Carrefour Argentina S.A., con el actor, a efectos

de comunicarle que era beneficiario de uno de los viajes a Disney promocionados. Sin

embargo, al consultarle la edad del beneficiario del cupón, Carrefour le comunico que

pese a haber resultado sorteado no podía ser acreedor por tratarse de un menor de edad.

Sin embargo, no se encontraba establecido claramente (ni en el hipermercado, ni en la

publicidad de la promoción que se trasmitía por la televisión); que debían abstenerse de

participar los menores de edad. Es ostensible que el único objetivo que tenía la publicidad

realizada por Carrefour, era ver incrementada la venta de ciertos productos (los que se

encontraban incluidos en la promoción con la etiqueta de Mickey Mouse), promocionando

los viajes y premios.

Caso Actimel

El ASA acaba de prohibir en el Reino Unido un anuncio televisivo de uno de los productos

más famosos de Danone, al considerar que el mensaje que en él se muestra es engañoso

y atenta contra los derechos de los consumidores, nuevamente vuelve a

relacionarse Actimel y la publicidad engañosa.

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El Advertising Standards Authority (ASA), Autoridad de Normas Publicitarias del Reino

Unido, es un órgano independiente creado por la industria de la publicidad con el

propósito de proteger a los consumidores garantizando que los anuncios cumplen las

normas de seguridad y que todo lo que en ellos se menciona es honesto y veraz. El ASA

atendió la queja realizada por un consumidor sobre el anuncio de Actimel, en el anuncio

aparecía el siguiente mensaje, Actimel ayuda a mantener las defensas de tus hijos, hecho

científicamente probado, el consumidor cuestionaba si el mensaje estaba justificado

realmente. Tras realizar una amplia investigación en la que se revisaron los diferentes

estudios sobre el producto aportados por Danone, los miembros del ASA indicaron que

ninguno de los estudios presentados apoyaba las afirmaciones que en el anuncio

televisivo se realizaban. En dos de los estudios de Danone que fueron presentados en el

año 2006, se examinaba el efecto de Actimel en un grupo de niños de la India que

estaban hospitalizados y sufrían diarrea aguda, ambos estudios no podían tomarse como

referencia, tanto por sus resultados como por los niños del estudio, ya que se habla de

la alimentación de niños saludables como los que aparecen en el anuncio y no de niños

enfermos.

En otros estudios, por ejemplo, se evaluaba el impacto de Actimel en la microflora de las

heces de niños con edades de entre 10 y 18 meses, sin embargo, no se evaluó el impacto

de Actimel en la salud o en el sistema inmunológico de estos niños, con lo que las

conclusiones tampoco apoyaban científicamente lo mencionado en el anuncio. A través

del informe del ASA podemos conocer otros detalles que muestran que afirmaciones

como la que hemos mencionado,

"Actimel ayuda a mantener las defensas de tus hijos, hecho científicamente probado", no

tienen solidez en base a los estudios aportados, con lo que la relación entre Actimel y la

publicidad engañosa se afianza.

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Danone ofreció hasta 23 estudios distintos que manifestaban los beneficios que aportaba

Actimel en la alimentación de niños, adultos o ancianos, de ellos, ocho se habían llevado

a cabo con niños de hasta 16 años de edad. Danone asegura que el producto en cuestión

refuerza el sistema inmunológico de sistemas de defensa tan importantes como el que se

sitúa en el tracto gastrointestinal, además de otras conclusiones que parecen elevar al

producto a la condición de indispensable, hay que añadir además que la descriptiva

"científicamente probado" es algo habitual.

La decisión obliga a no emitir el anuncio hasta que sea modificado y se ajuste a las

directrices marcadas por la Autoridad de Normas Publicitarias.

Caso Siemens

Las empresas SIEMENS S.A., dedicada entre otras cosas, a la producción de equipos

para telecomunicaciones y, la agencia de publicidad J. Walter Thompson Argentina S.A.

fueron sancionadas en abril de 2003 por no haber indicado en una publicidad gráfica

el plazo de vigencia de una promoción.

El artículo 7° de la Ley de Defensa del Consumidor expresa que “la oferta dirigida a

consumidores potenciales indeterminados, obliga a quien la emite durante el tiempo en

que se realice, debiendo contener la fecha precisa de comienzo y de finalización,

así como también sus modalidades, condiciones o limitaciones.”

Agrega además que “la revocación de la oferta hecha pública es eficaz una vez que haya

sido difundida por medios similares a los empleados para hacerla conocer.”

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La empresa Siemens publicó en un periódico de alcance nacional un aviso comercial en el

que consignaba “La promo ideal para Navidad. Usted nos regala su inalámbrico usado,

nosotros le regalamos $50.-…”, sin indicar las fechas de comienzo y

finalización de la oferta.

Habiendo reconocido la empresa que, si bien no se encontraban fijadas las fechas de

comienzo y finalización de la promoción, ésta se encontraba acotada temporalmente al

período en que transcurre la “Navidad”, agregando que la agencia de publicidad, a partir

de sus instrucciones, fue la encargada de la realización, publicación y demás cuestiones

atinentes al tema.

En base a lo expuesto, se procedió a imputar tanto a la empresa Siemens como a la

agencia de publicidad por la presunta infracción a la norma citada.

Caso de publicidad engañosa elegido: Sanción a Honda Argentina por publicidad


engañosa

En agosto de 2011, Honda Argentina fue sancionada por realizar publicidad engañosa.

Este hecho, se dió a conocer por la demanda realizada por Eduardo Tejerina sobre la

marca, con motivo de indemnización de daños y perjuicios.

La Cámara de Apelación Civil y Comercial de Santa Fe condenó a Honda Motor de

Argentina S.A. ya que la misma había prometido en su publicidad un rendimiento de 19

kilómetros por cada litro de combustible utilizado. Sin embargo, quien hizo la denuncia,

asegura que fue influenciado por ese mensaje a la hora de elegir comprar el auto Honda

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Fit 2003 pero la promesa que realizó la marca no se cumplió, ya que nunca pudo superar

los 2/3 de lo prometido.

Fue entonces por ese motivo que La Cámara sentenció a Honda a pagarle al usuario la

nafta que gastó de más.

Fallo completo:

JURISPRUDENCIA COMERCIAL:
Defensa del Consumidor. Publicidad engañosa. Cuantificación del daño.

Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial, de la ciudad de


Santa Fe. Vocales: Dres. María Cristina De Cesaris, Enrique Muller y Armando
Drago.

(Aclaración: atento a la extensión del fallo, se omiten algunas citas doctrinarias)


Santa Fe, 10 de agosto de 2011.

Autos caratulados “TEJERINA, EDUARDO RAÚL c/ HONDA MOTOR DE ARGENTINA


S.A. s/ INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS Y PERJUICIOS” (Expte. N° 57 - Año 2010).

Primera: ¿Es procedente el recurso de apelación?.

Segunda: ¿Qué pronunciamiento corresponde?.

A la primera cuestión, la Dra. De Césaris dijo:

I.- Que el abogado Eduardo Raúl Tejerina, por derecho propio y con el patrocinio letrado
del Dr. Jorge Mosset Iturraspe, en fecha 22 de junio de 2007 promovió demanda ordinaria
contra Honda Motor de Argentina S.A. con el objeto de que se la condene a abonar la
suma de $ 7.893 por concepto de daños y perjuicios, con más intereses y costas. Le
imputó a la demandada responsabilidad a título de culpa, dolo o malicia por publicidad
engañosa e información errónea, e invocó como derecho aplicable el art. 9 de la ley
22.802, arts. 4 y 8 de la ley 24.240 y arts. 521, 522, 1197 y 1198 del Código Civil. Afirmó

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que es propietario, usuario y tenedor de un automóvil marca Honda Fit LX, dominio ELK-
139, fabricado, importado y/o ensamblado por Honda Motor de Argentina S.A.; que el
motivo por el cual adquirió esa unidad fue la avasallante publicidad llevada a cabo por la
demandada en el sentido de que el automóvil tenía un rendimiento de 19 km por litro de
combustible con una autonomía de 790 km; que esa campaña publicitaria se realizó en
canales de aire, cable y en distintos medios gráficos de todo el país desde el año 2003
hasta el mes de mayo de 2005. Sostuvo que el consumo de combustible que prometía la
publicidad no fue efectivo y en realidad la unidad no supera la performance de entre 12 y
13 km por litro, es decir 2/3 de lo prometido. Cuantificó el rubro daño material en $ 5.262 a
partir de estimar en 2.631 litros el tercio o merma de la cantidad publicitada, sobre la base
150.000 km recorridos en un período de cinco años y un precio de $ 2 por litro; y $ 2.631
en concepto de daño moral (fs. 3/6 vta.).

La demandada compareció por apoderado (fs. 13) y luego contestó la demanda


resistiendo la pretensión de la actora. Negó cada uno de los hechos afirmados por el
accionante y dio su versión de los mismos. Sostuvo que la publicidad del vehículo Honda
Fit no fue avasallante ni difundida por canales de aire y cable, simplemente fue de
dimensiones similares a las realizadas por otras automotrices del mercado cuando
presentan un nuevo automóvil al público. Negó que la estrategia de venta de Honda esté
centrada en el consumo de combustible por kilómetro recorrido. Manifestó que de los
estudios de mercado realizados en distintos países se sabe que el comprador promedio
no se fija únicamente en la autonomía del vehículo, sino en un conjunto de características
que lo hacen distinto a los demás, como son el diseño interior y exterior, el confort, motor,
dirección, frenos, transmisión, suspensión, etc. Afirmó que el Honda Fit cumple con los
parámetros de consumo anunciados, esto es, de 1 litro cada 19 km; que el consumo de
combustible depende de múltiples variables y que HONDA realizó un test de ensayo de
autonomía de combustible de acuerdo a los estándares internacionales de medición.
Agregó que en la pericia mecánica realizada en los autos "Tejerina, Eduardo y otros c/
Honda Motor de Argentina y otro s/ Medidas de Aseguramiento de Pruebas" (Expte.
382/05) realizada el 10/08/2005 por el Ingeniero Mecánico Aldo Jorge Assale se
comprobó que recorridos 20 km el automóvil indicó 20,3 km x litro, 30 km: 20,6 km x litro,
y 40 km: 20,7 km x litro, con lo que no solo se cumplió con lo informado sino que el
vehículo realiza más de lo publicitado. Resistió también la pretensión de indemnización

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por daño moral, e hizo reservas del recurso de inconstitucionalidad provincial y
extraordinario federal (fs. 62/73).

Mediante la sentencia que llega a esta instancia para su revisión, el juez a quo rechazó la
demanda con costas. Para así decidir, luego de considerar que la adquisición del
automotor se trata de un supuesto amparado por la Ley de Defensa del Consumidor,
valoró la propaganda -cortos publicitarios y gráfica- que se presentaron como prueba y
describió de qué forma se promocionaba el automóvil Honda Fit, deteniéndose
especialmente en el consumo, para concluir que esa propaganda no tuvo la capacidad de
inducir a engaño o confusión teniendo en cuenta las condiciones personales del actor, y
que tampoco tuvo el carácter de "avasallante" o "arrolladora". Señaló también que el
consumo era solo una de las virtudes destacadas del motor en particular, además de su
potencia, la carrocería, comodidad, seguridad, habitabilidad y modernidad del producto.
Analizó la pericia producida en las Medidas de Aseguramiento de Pruebas -señaló que no
fueron pacíficos los puntos de la pericia y su forma de concreción, que el perito demostró
inseguridades en cuanto a la forma de proceder, y que fue realizada en dos momentos
distintos- y consignó el rendimiento en ruta a velocidades consideradas “económicas”
(18,7 km/l a 88 km por hora y 15,3 km/l a 110 km por hora) y en recorrido urbano con el
procedimiento de “tanque lleno” (14,68 km por litro). También valoró la pericia mecánica
del Ingeniero Miguel Angel Quaini y su ampliación, realizada tres años después que la
otra pericia, y consideró que el método impuesto por las partes desvirtuó el resultado,
pues dicho resultado es relativo por falta de precisión científica. Mencionó las variables
que inciden en el consumo -modo de conducir, velocidad, impulso, detenciones,
resistencia al avance, balanceo e inflado de los neumáticos, estado de la amortiguación,
ventanillas abiertas o cerradas, acople del aire acondicionado, cantidad de personas
transportadas o peso incorporado, etc.- y dijo estar convencido de que dichas variables
son conocidas por el actor, quien por su edad y condición general tiene experiencia previa
en la conducción de vehículos con motor a explosión y sabe que cualquier vehículo no
tiene siempre el mismo rango de consumo. Señaló que la propaganda no garantizó un
consumo de 19 km/h en cualquier circunstancia, y que con base en la experiencia o
conocimiento aquella sólo puede ser interpretada como un supuesto de máxima: en
determinadas condiciones el consumo llega a 19 kilómetros por litro. Por último consideró
que la propaganda también publicitaba que el Honda Fit es el vehículo más económico
dentro de su categoría, razón por la cual para probar el perjuicio el actor debió acreditar

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que otro vehículo de la misma categoría era más económico en el consumo de
combustible y que había -por ende- mejores opciones que no aprovechó por efecto de
aquélla (fs. 585/594 vta.).

II.- Que planteada de tal modo la pretensión revisora, en primer lugar es dable destacar
que la pretensión resarcitoria se sustenta en la existencia de información errónea y
publicidad engañosa que indujo al actor a la compra de un vehículo cuyo consumo y
rendimiento no fueron los prometidos (v. fs. 5 vta.). Concretamente el actor afirma que
optó por el Honda Fit en razón de que dicho automotor tenía “el menor consumo en su
categoría”: 19 km por litro de combustible y una autonomía de 790 km. Por consiguiente,
para decidir el presente litigio no pueden omitirse las siguientes normas: a) en primer
lugar el art. 42 de la Constitución Nacional que establece que "Los consumidores y
usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección
de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la
libertad de elección y a condiciones de trato equitativo y digno"; b) en idéntico sentido el
art. 4 de la ley 24.240 dispone: "El proveedor está obligado a suministrar al consumidor en
forma cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las características esenciales de los
bienes y servicios que provee, y las condiciones de su comercialización. La información
debe ser siempre gratuita para el consumidor y proporcionada con claridad necesaria que
permita su comprensión"; c) los arts. 5 y 9 de la ley 22.802 de Lealtad Comercial: el
primero prohíbe “consignar en la presentación, folletos, envases, etiquetas o envoltorios,
palabras, frases, descripciones, marcas o cualquier otro signo que pueda inducir a error,
engaño o confusión, respecto de la naturaleza, origen, calidad, pureza, mezcla o cantidad
de los frutos o productos, de sus propiedades, características, usos, condiciones de
comercialización o técnicas de producción". El segundo prohíbe “la realización de
cualquier clase de presentación, de publicidad o propaganda que mediante inexactitudes
u ocultamientos pueda inducir a error, engaño o confusión respecto de las características
o propiedades, naturaleza, origen, calidad, pureza, mezcla, cantidad, uso, precio,
condiciones de comercialización o técnicas de producción de bienes muebles, inmuebles
o servicios".

La Ley de Lealtad Comercial (ley 22.802) tutela ciertos principios que hacen al correcto
funcionamiento del mercado y la correcta comercialización de los productos, indicando
nombre, calidad, medidas, precios, origen, etc., todo ello con base en la buena fe
comercial y en la protección del consumidor y el usuario.

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En la especie, los anuncios informaban que el automóvil Honda Fit rendía 19 km por litro
de combustible, y el actor afirma que el mensaje publicitario es falso porque en realidad el
consumo ronda los 12 o 13 km por litro. Destaco que la demandada admitió que el
parámetro de consumo anunciado es de un litro cada 19 km (v. fs. 65).
Ambas partes propusieron prueba pericial a realizar por ingeniero mecánico (v. fs. 130
vta. y fs. 484 vta.) a los fines de determinar cuántos litros de combustible por kilómetro
consume el Honda Fit. Las cuestiones suscitadas en el desarrollo de las Medidas de
Aseguramiento de Pruebas justificaban que la prueba pericial se realizara con el rigor que
imponen los arts. 186 y siguientes del Código Procesal, esto es, que la pericia sea
realizada por tres peritos. Esta previsión constituye la regla en nuestro ordenamiento
procesal, - olvidada generalmente en la práctica- y en este caso sin dudas hubiera
garantizado mayor rigor técnico y menores cuestionamientos al momento de seleccionar
los métodos de las pruebas de consumo para disminuir el riesgo de resultados dispares y
facilitar la tarea del juzgador.

Sin embargo, apreciaré las periciales practicadas, pues este caso es de aquellos en los
que el “daño” invocado por la actora como devenido de una incorrecta decisión adoptada
por información falsa o “publicidad engañosa” no puede conocerse con certeza sin pericia
técnica.
Pues bien: de la pericia realizada en las “Medidas de Aseguramiento de Pruebas"
promovidas por el actor (Expte. N° 382/2005) surge que utilizando el método sugerido por
el consultor técnico propuesto por la demandada -se vació el circuito de combustible del
Honda Fit (tanque, cañerías, bomba inyectora, filtro) y se midieron con probetas
graduadas dos cargas de 5 litros de combustible- y circulando por la autopista Santa Fe-
Rosario con tres personas a bordo, a una velocidad de 88 km/h arrojó un consumo de
18,7 km por litro; y en las mismas condiciones a una velocidad de 110 km/h el consumo
fue de 15,3 por litro (v. fs. 126/127 del expediente citado). Posteriormente se requirió una
ampliación y el perito dictaminó que utilizando el método del "tanque lleno" en tránsito
urbano (circulando en la ciudad de Santa Fe) el consumo fue de 14,68 km por litro, y en
ruta y transitando a 120 km/h, el resultado fue 16,16 km por litro (fs. 153/156 del mismo
expediente).
Durante el período probatorio se realizó otra pericia por el Ingeniero mecánico Miguel
Angel Quaini, quien se expidió sobre los puntos propuestos por el actor y la demandada.
El ensayo propuesto por el actor, con el método del "tanque lleno" y circulando por la

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ciudad a una velocidad de crucero de 50 km/h arrojó como resultado 12,95 km por litro (fs.
327). La prueba de "autonomía" con el mismo método -"tanque lleno"- circulando por la
autopista Santa Fe-Rosario a una velocidad de 120 km/h hasta consumir todo el
combustible existente en el tanque, arrojó como resultado 631,40 km (fs. 328). La prueba
de consumo en ruta con el método de "rellenado del tanque" circulando por la autopista
Santa Fe-Rosario a una velocidad de 120 km/h hasta llegar a la ciudad y a una velocidad
de 45 km/h por Boulevard hasta llegar a la estación de servicio, arrojó como resultado que
el automóvil Honda Fit del actor hizo 8,44 km por litro (v. fs. 333/334). Por su parte, la
demandada propuso la medición bajo las condiciones que se explicitan a fs. 484 vta., que
consisten básicamente en vaciar el tanque y luego llenarlo con 5 litros de nafta, y circular
por la autopista Santa Fe-Rosario manteniendo una velocidad de 80 km/h, con los
neumáticos a 26 psi de presión. La prueba dio como resultado 24,92 km por litro en el
auto aportado por la demandada y de 21,24 km por litro con el Honda Fit del actor (fs.
332/333).
Sin mayor esfuerzo se advierte que los resultados dependen de una serie de
circunstancias, es decir que no solo varían según el método utilizado, sino -
fundamentalmente- según la velocidad impresa y circuito recorrido. Con ello queda
claramente demostrado que el consumo de combustible no es algo que pueda "rotularse"
a valores estáticos y constantes sino que depende de muchísimas variables. Y frente a tal
conclusión, una pregunta se impone: ¿la información publicitada por Honda respecto al
consumo del Honda Fit es veraz o suficiente? Considero que la respuesta negativa se
impone.
En efecto: ya hemos mencionado que el art. 42 de la Constitución Nacional reafirma el
derecho a una información adecuada y veraz, que la propia ley 24.240 regula
minuciosamente en el art. 4° exigiendo que los proveedores de cosas o servicios informen
a los consumidores de manera cierta, objetiva, veraz, detallada y suficiente sobre sus
características esenciales. “La contracara del derecho a la información es precisamente la
información falsa, no verídica, no detallada o insuficiente" (Rinessi, ob. cit., pág. 87),
conductas que, como también ya hemos dicho, la ley 22.802 define al referirse a la
“confusión o engaño” (art. 5), inexactitudes u ocultamiento (art. 9). Si la información
divulgada del rendimiento de combustible -sólo 19 km por litro- es parcialmente inexacta,
sin dudas la información es escasa o insuficiente, porque el consumidor no puede tener
una percepción real de lo que consume el automóvil. Repárese que del mismo escrito
presentado por el apoderado de la demandada para impugnar la pericia surgen una

Alvarez Iturre, Cortés, Saponare 19


cantidad de variables que inciden en el rendimiento de combustible: la presión en los
neumáticos (v. fs. 403 vta., 404), el kilometraje de uso del vehículo (v. fs. 404vta.), la
carga transportada (fs. 405), la cantidad de arranques y cambios de marcha, etc. (fs. 405
vta.). Todo incide en el consumo del automóvil. Por lo tanto, si el rendimiento publicitado
es "excepcional" porque depende de tantas variables, el “mensaje” dirigido al consumidor
es engañoso.

Es obvio que la publicidad está enderezada a estimular el consumo: mediante la


propaganda, la demandada como cualquier fabricante o proveedor de bienes o servicios
promueve la contratación. Ello es perfectamente lícito. Pero si la contratación es inducida
mediante la difusión de caracteres o calidades que no sean verificables o el anunciante no
está en condiciones de probar con exactitud, esa publicidad es engañosa porque indujo a
confusión o error.

III.- A mayor abundamiento debo agregar, que aún cuando pudiera considerarse que
existen deficits que restan valor probatorio a la pericia, esa insuficiencia no mejora la
posición de la demandada.

En nuestro país, la ley 26.361 modificó en abril de 2008 a la ley 24.240 y una de las
reformas más importantes es precisamente la implementación de principios procesales
que incorporan la carga probatoria dinámica. En su análisis del art. 53 que refiere a las
normas procesales aplicables, se señala que los proveedores deben aportar al proceso
todos los elementos de prueba que obren en su poder “poniendo las cosas en su justo
lugar” ya que son aquellos los que cuentan con los medios para demostrar las
condiciones y elementos de la relación establecida y se condice con el fin tuitivo de la ley
(Piedecasas, Miguel A. en RDPC 2009-1 “Consumidores”, págs. 81 y sigs.). Tal criterio
se adecua a la regla denominada "favor debilis"que rige en la relación de consumo, en la
cual la debilidad del consumidor no proviene del contrato, sino que es externa, la
conforma aquél que ostenta en el medio una posición socioeconómica de inferioridad y
subalternización. Así en el art. 3° de la Ley de Defensa del Consumidor se establecen, en
cuanto a la interpretación, dos reglas de carácter general. Una es una regla de integración
con respecto a la Ley de Defensa del Consumidor con la Ley de Defensa de la
competencia y de lealtad Comercial; y la otra, que en caso de duda con respecto a tales
normas, siempre la interpretación se hará en forma más favorable al consumidor (Rinessi,
Antonio J. "Interpretación a favor del deudor y del consumidor" en Revista de Derecho

Alvarez Iturre, Cortés, Saponare 20


Privado y Comunitario 2006-3 - Interpretación del Contrato, Rubinzal-Culzoni Editores,
pág. 133 y 131).

En autos, la demandada probó que con el método de medición elegido por su parte, en
determinadas circunstancias -a una velocidad de 80 km/h con las ventanillas cerradas,
luces altas prendidas, aire acondicionado apagado y la ventilación interior prendida, y
circulando por una autopista- consume 21,24 km por litro de combustible o 24,92 km por
litro (v. fs. 332/333 y 533/534). Es claro que esa no es la velocidad habitual que desarrolla
un automotor nuevo en la autopista en la cual la velocidad máxima permitida es de 130
km por hora (art. 51 ley 24.449). Tal como lo dice el perito Quaini "está en debate cuanto
consume el Honda Fit en la ciudad y cuanto en ruta a velocidades aceptables a los fines y
necesidades para las que los vehículos de esas características son adquiridos" (v. fs.
425). Si el rendimiento prometido está condicionado por circunstancias excepcionales, la
información no es suficiente y tampoco puede achacársele al comprador tener una
expectativa fantasiosa por ser “absolutamente irreal” el rendimiento prometido. Las
observaciones de la demandada fundadas en la falta de instrumental técnico-científico y la
omisión de aplicación de pautas asignadas por métodos internacionales de medición de
consumo de combustible (v. fs. 406 y vta.), no alteran la conclusión pues el experto ha
informado que "las pruebas de laboratorio ... no son aplicables ni fueron homologadas por
ningún Poder del Estado ni organización privada, nacional o extrajera, para sustituir las
pruebas verdaderamente realizadas en los circuitos cotidianos y ruteros” (v. fs. 425). Si el
actor invoca un daño derivado de publicidad engañosa porque el automóvil “elegido” y
adquirido no rinde lo que la propaganda indicaba, lo lógico y razonable es que se evalúa
el rendimiento en condiciones reales, que son aquéllas en las que se encuentra cualquier
consumidor que utiliza el auto para circular en zona urbana y rural, con o sin aire
acondicionado, solo o con pasajeros, etc. Tampoco puede soslayarse que el mensaje
llegó tanto al público experto como al no conocedor porque no se hizo en una revista
especializada, de modo que no puede calificarse a la “representación” o significación
publicitaria del actor como ingenua o exagerada, y sí puede calificarse a la publicidad de
engañosa o potencialmente engañosa por tener varios significados a partir de información
incorrecta por insuficiente.

IV.- Que determinado entonces que el actor fue inducido a error por la publicidad
del Honda Fit, corresponde considerar la procedencia de los rubros reclamados en
concepto de daños -material y moral- por el actor. Pues bien, el art. 8 de la ley 24.240 -en

Alvarez Iturre, Cortés, Saponare 21


cuanto dispone que "las precisiones formuladas en la publicidad o en anuncios (…) u
otros medios de difusión obligan al oferente y se tienen por incluidas en el contrato con el
consumidor"- establece con claridad que las precisiones contenidas en la publicidad
integran el contrato con el consumidor. De esta manera, al referirse a las precisiones, la
norma dispone que el consumidor tiene la facultad de exigir las prestaciones propias de
cada producto o servicio, tutelando así las expectativas generadas por la publicidad. Para
el derecho del consumidor es tan contrato un papel con cláusulas como una propaganda
televisiva; por ello todo usuario o consumidor es titular de una acción judicial de índole
contractual para exigir aquello que se le ha prometido mediante un anuncio publicitario,
cualquiera sea el bien o servicio de que se trate y cualquiera sea el medio elegido por el
anunciante. El consumidor tiene un derecho legítimo a la información y a la publicidad
"veraz" que se encuentra amparado por la ley en base a las normas referidas. Lo que se
encuentra aquí en juego es el "principio de confianza", en virtud del cual todo aquel que
con sus conductas o sus manifestaciones de voluntad suscite en otro una razonable
creencia respecto a ellas está obligado a no defraudar esa expectativa y, en caso
contrario, a resarcir los daños y perjuicios ocasionados. El consumidor afectado por
publicidad engañosa -o ilícita, desleal o subliminal- tiene dos alternativas para hacer valer
sus derechos: puede exigir la nulidad del contrato -conforme lo autoriza el artículo 37 de la
ley 24.240- o puede también demandar la indemnización de los perjuicios patrimoniales y
extrapatrimoniales que hubiera sufrido como consecuencia de la relación contractual de
consumo, conf. artículo 1198 del Código Civil (Degano, Germán Augusto; Fernández,
Santiago Ariel, "La publicidad engañosa y el deber de informar adecuadamente las bases
de los concursos" y su remisión a Javier H. Wajntraub, Juan M. Farina y Noemí L. Nicolau;
publicado en LA LEY 2008-C, 302; y en La Ley Online).

En autos, el actor cuantificó el daño en la suma de $ 5.262, que es el equivalente a un


tercio del gasto total de combustible durante cinco años, a partir de estimar que el
automotor consume 1/3 más de lo prometido en la publicidad. Dicho monto no luce
desmesurado ni hipotético en función de las pruebas producidas, razón por la cual se
otorga en concepto de daño material (art. 245 CPC y C), con más intereses a la tasa
activa del Banco de la Nación Argentina, desde la fecha de interposición de la demanda y
hasta el efectivo pago.

En cuanto al daño moral recuerdo -sin necesidad de abundar en disgresiones sobre la


naturaleza del daño moral y a su ya reiteradamente aceptada función de satisfacción para

Alvarez Iturre, Cortés, Saponare 22


la víctima y no de sanción para el deudor así como de su necesaria independencia
operativa y cuantitativa respecto del daño material, que para determinar el daño resarcible
debe atenderse a las consecuencias o repercusiones del incumplimiento: no basta
entonces la sola lesión a un interés jurídicamente protegido sino que es preciso además la
existencia de un perjuicio resarcible. Dentro pues de la concepción que aceptamos, para
la cual el daño moral es una consecuencia espiritual de la lesión, el daño moral debe ser
probado, bien que dicha prueba operará normalmente por vía de presunciones o sea por
inferencias efectuadas a partir de otros elementos. Ello así porque no existe una
presunción normativa genérica de daño moral en ninguno de los dos ámbitos de la
responsabilidad –contractual o extracontractual- de lo que resulta que el daño debe ser
probado por el demandante, aunque su demostración descanse en presunciones
“hominis” o “iuris tantum” a partir de determinadas situaciones objetivas que permiten
inferir la existencia y magnitud de la lesión a bienes extrapatrimoniales. En otras palabras:
quien alegue un hecho normal o notorio nada deberá probar, pues serán suficientes vg.
las reglas de la experiencia que indican que las lesiones inferidas a una persona por sus
secuelas o por los tratamientos que debió soportar producen sufrimientos, agravios, o en
general, ataque a las afecciones legítimas, esto es, daño moral (esta Sala en “Rudnevich
c/ Quiroga” registrado bajo N° 31, F° 377, L. 5 y "Campanile c/ Piva" R° 177, F° 355, L. 9,
y sus remisiones a Zavala de González, M. “Resarcimiento de Daños”, T. II-A, págs. 486 y
sgtes., Ed. Hammurabi, 1990; Stiglitz, R. “El Daño Moral en el Incumplimiento contractual”
en “Contratos. Teoría General”, págs. 591 y sgtes. Depalma, 1990; Pizarro, “El Daño
Moral en el Incumplimiento Contractual” en RDPC N° 17 ut supra citada, pág. 14; ARAZI,
R. “Prueba del daño moral” en Revista de Derecho de Daños, N° 6, págs. 104 y sigs.,
Rubinzal Culzoni, 1999). Trasladando estos conceptos al caso, considero que en la
especie la decepción que seguramente tuvo el actor o las molestias de “lidiar” con un
pleito no alcanzan, a mi juicio, para configurar una lesión que amerite la reparación
solicitada, en defecto de prueba específica que acredite un perjuicio mayor a la simple
frustración por la promesa no cumplida y el rendimiento no obtenido. Por todo lo
expuesto, voto por la afirmativa con el alcance indicado.

El Dr. Drago expuso iguales motivaciones, y basado en ellas vota también por la
afirmativa con igual alcance.

A la primera cuestión, el Dr. Müller dijo:

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Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente
concordantes de dos jueces, de conformidad con el art. 26 de la Ley 10.160 y la
jurisprudencia de la Corte Suprema Justicia de Santa Fe, me abstengo de emitir
opinión.
A la segunda cuestión, la Dra. De Césaris dijo:

Por lo expuesto corresponde admitir parcialmente el recurso de apelación


interpuesto por el actor, revocando el pronunciamiento venido en revisión. En su lugar:
Hacer lugar parcialmente a la demanda condenando a la demandada a abonar al actor la
suma de $ 5.262 con más intereses a la tasa activa promedio del Banco de la Nación
Argentina desde la promoción de la demanda y hasta su efectivo pago. Imponer el 75%
de las costas a la demandada y el 25% restante al actor vencido, en ambas instancias
(art. 252 CPC). Así voto.

El Dr. Drago vota por igual pronunciamiento. A la segunda cuestión, el Dr.


Müller dijo: Por similares razones a las expresadas al tratar la primera cuestión, me
abstengo de emitir opinión. En mérito al acuerdo que antecede, la SALA SEGUNDA
DE LA CÁMARA DE APELACIÓN EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE LA PRIMERA
CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL, RESUELVE: Admitir parcialmente el recurso de
apelación interpuesto por el actor, revocando el pronunciamiento venido en revisión. En
su lugar: Hacer lugar parcialmente a la demanda condenando a la demandada a abonar al
actor la suma de $ 5.262 con más intereses a la tasa activa promedio del Banco de la
Nación Argentina desde la promoción de la demanda y hasta su efectivo pago. Imponer el
75% de las costas a la demandada y el 25% restante al actor vencido, en ambas
instancias.

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Conclusión grupal

En base al marco teórico presentado como forma de comprender en mayor profundidad lo


que es la publicidad como término y el uso de la misma con la finalidad de engañar al
público objetivo, se refuerza la comprensión de las decisiones tomadas por la justicia, de
manera de defender al usuario frente a las grandes marcas.

En nuestro caso, es mayor la relación con la publicidad estando próximas a recibirnos. Sin
embargo, es necesario comprender la importancia en la claridad de los mensajes a
transmitir y la transparencia de los mismos, de manera de prometer beneficios que sean
cumplidos.

Como Publicitarias obraremos a futuro, desde nuestra postura, defendiendo la idea de


que la Publicidad es una disciplina con fines de lucro que debe trabajar públicamente en
todas sus expresiones con una intención sana y no engañosa, obrando siempre en
materia informativa y comercial, no obstante desde la verdad y la ética.

Ya queda en manifiesto en el CONARP (Consejo de Autorregulación Publicitaria),


quien asegura sus propósitos:

El ejercicio de la autorregulación publicitaria será un medio eficaz para defender


los derechos de los consumidores, los anunciantes y las agencias dentro de un
marco ético consensuado. (…) Además de perseguir la confianza pública, se
propone encarar una tarea didáctica con las instituciones que enseñan publicidad.

Hoy en día, uno de los mayores atributos por los que se guía y enfocan los mensajes
publicitarios son términos referentes a la confianza del producto o servicio. Esto se da ya
que en muchos casos ha ocurrido que aquello que se decía no se cumplía. A su vez,
basta con que una vez un producto decepcione públicamente a su consumidor
engañándolo acerca de sus prestaciones, para que este no vuelva a reincidir a futuro. Es
decir que el pacto o vínculo de confianza es algo que se disipa fácilmente luego de
situaciones, o en caso de ser resarcido el perjudicado, al menos queda quebrada esta
confianza.

Además, estos aspectos no ocurren solamente en la relación de los consumidores con las
marcas, sino por el contrario, entre personas. Puede observarse claramente en los
Alvarez Iturre, Cortés, Saponare 25
matrimonios, en las relaciones entre amigos, entre profesionales, o mismo en un caso que
se repite día a día y es compartido a través de la prensa pública: la relación que
mantienen los argentinos con sus gobernantes, un diálogo intermitente lleno de promesas
construidas en el aire y no cumplidas, rodeado de un halo de incertidumbre.

Es así entonces, cómo en la sociedad actual rige una cierta desconfianza a lo que se dice,
generando también desconfianza entre las relaciones. Por este motivo, es imposible que
esto no ocurra en los mensajes que dan las grandes marcas, más aún cuando hay
antecedentes como los mencionados en este trabajo en donde ha intervenido la justicia a
favor del consumidor porque la empresa no cumplía su palabra.

Argentina cuenta con una sociedad muy golpeada en términos de confianza, es por este
motivo, que obrando desde su psiquis social y colectiva, suele tener tendencia a creer que
siempre habrán engaños rodeando a sus transacciones comerciales. Suele desconfiar
así, de las ofertas, las promociones y los “regalos” que cuentan con características
considerablemente generosas, simplemente no cree.

Si bien en muchos casos puede ser un error u omisión de información que se debe
comunicar para no dejar oportunidad a la confusión, en varias situaciones es una
herramienta utilizada adrede para obtener mensajes más atractivos, impactantes,
importantes y deslumbradores. En esos casos, esa comunicación es la que termina
siendo el puntapié inicial para que la persona adquiera ese producto o servicio y en poco
o largo tiempo, termina defraudándose y opacando la imagen de la empresa.
Generalmente estos descreimientos por parte de los consumidores potenciales y
prospectos suelen tejerse cercanos a las empresas de mayor embergadura, las de mayor
facturación. La industria automovilística forma parte de esa lista de empresas.

El tema de los mensajes y la publicidad engañosa son aspectos que no sólo deben tener
en cuenta las marcas, sino también aquellas agencias de publicidad encargadas de la
comunicación de productos o servicios. En muchos casos, hay errores de comunicación
entre ambas partes, lo que termina provocando errores en los atributos a comunicar por la
marca, ya sean aspectos tangibles o intangibles. Estos temas, deben ser aclarados por la
marca y la empresa, evitando confundir al consumidor con mensajes distorsionados o
poco claros.

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Es por este motivo que es necesario que las Agencias de Publicidad estén siempre
informadas y actualizadas acerca de las restricciones legales y alineadas al contexto en el
cual vive el consumidor en la sociedad, con el fin de comunicar obrando desde la ética y
sin omitir ningún tipo de elemento que pueda llegar a perjudicar a la marca anunciante en
la difusión de sus comunicaciones comerciales.

En relación al fallo realizado por la Cámara de Apelación Civil y Comercial de Santa Fe,
en una primera instancia creímos que el monto a pagar era irrisorio en relación al gasto a
la hora de comprar un auto, pero en definitiva esa diferencia de dinero fue la que el
usuario perdió al no cumplirse la promesa de los 19 km por litro. Por este motivo, creemos
que es una respuesta acorde a lo que el damnificado solicitaba, ya que adrede o no,
Honda Argentina comunicó un beneficio funcional del producto que no representaba la
realidad. Incluso, era un tema que estaba directamente relacionado con el gasto del
usuario, siendo un país el cual se encuentra y atraviesa diferentes crisis es un aspecto a
tomar en cuenta por quien decide comprar un auto.

Siempre y cuando los resarcimientos de los consumidores engañados se realicen en


tiempo y forma y no supongan para el damnificado un despropósito para sus intereses,
por supuesto, consideramos que es correcto. Consideramos que esto va más allá de lo
que es el dinero perdido, sino más bien que que ataña sus propósitos, sus tiempos, el
modo en como él soñó o pactó que serían los acontecimientos y el rendimiento del
producto adquirido, desmoralizándolo. Es decir que perjudica el curso de las cosas, de
cómo él creyó que sería todo. El consumidor ha “congelado” ese dinero pensando que el
producto en cuestión iba a otorgarle los beneficios propuestos en la promesa publicitaria y
no fue así.

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Bibliografía:

Fundamentos de Marketing, Sexta Edición, de Philip Kotler y Gary Armstrong, Prentice


Hall, Pág. 470.

Fundamentos de Marketing, 13a Edición, de Stanton William, Etzel Michael y Walker


Bruce, Mc Graw Hill, Pág. 569.

Sitios web:

http://www.forodeabogados.org.ar/edicion14/tema26.html

MarketingPower.com, de la American Marketing Asociation,


URL=http://www.marketingpower.com.

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