Está en la página 1de 23

INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

PROTOCOLO DE BIOSEGURIDAD PARA EL


REGRESO A CLASE

2
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

GUÍA DE TRABAJO

PERIODO II

ASIGNATURA: RELIGIÓN

GRADO: 9

DOCENTE: MARIA ELENA


TORO ARANGO

ESTANDARES:
 Localiza y describe situaciones de pecado descubiertas en
los relatos de las religiones antiguas.
 Califica el tipo de pecado en situaciones de su entorno y las
compara con las encontradas en los relatos de las religiones

3
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

antiguas.
 Recuerda y acepta situaciones personales o sociales que
necesitan de perdón.
COMPETENCIA:
 Analiza el origen del concepto de pecado, mal y perdón en
las diferentes visiones de la religión.
 Identifica y reconoce los principios filosóficos del concepto de
pecado, mal y perdón.
 Reconoce e identifica la importancia del perdón como
fundamento esencial para llevar una buena vida o alcanzar la
felicidad.
ESTRUCTURACIÓN:
 El pecado, el mal y el perdón
 El pecado en las religiones
 El pecado en la filosofía
 El perdón como necesidad del ser humano.
TRANSFERENCIA:
 Reconoce e identifica en los relatos de las religiones
antiguas la experiencia del pecado humano.
 Identifica la necesidad del perdón para ser feliz.

EL PECADO

Qué es el Pecado

4
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

Se conoce como pecado a la transgresión voluntaria de la ley divina o de alguno de sus preceptos.
Por otro lado, el pecado es visto como todo aquello que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo
que es debido, por ejemplo; la violación de alguna ley o norma.
En el ámbito de la religión, el pecado es considerado una ofensa a Dios, debido a la violación de la
ley de Dios, y de los mandamientos de la iglesia, lo cual produce la ruptura de la relación entre Dios,
y el individuo, lo cual debe de ser corregido a través del sacramento de la confesión y del perdón por
parte de Dios.
En relación a lo anterior, las consecuencias del pecado son la lejanía de Dios, el remordimiento,
aumento de las dificultades en el camino de la vida debido a la falta de la presencia de Dios, entre
otras. Es por ello, la importancia por parte del individuo del arrepentimiento, y la búsqueda de la
salvación en Dios.
En la Biblia, el pecado es nombrado en un sinfín de veces en el libro sagrado, tanto en el Antiguo
Testamento, como en el Nuevo Testamento, empezando por el pecado original, ejecutado por Adán
y Eva.
El pecado es el exceso o defecto en cualquier línea, puede ser considerado como aquello que
demuestra maldad, o perversidad, como, por ejemplo: botar la comida, existiendo tantos individuos
pasando hambre, e incluso muriendo por causa de la misma. En relación a este tema, se alude el
término pecador como adjetivo que apunta a todo individuo que peca. En relación a este punto, el
pecador está sujeto al pecado, o puede cometerlo.

Tipos de pecado

Es posible distinguir diferentes tipos de pecados como:


 Pecado original, también conocido como pecado ancestral, cometido por los padres de la
humanidad, Adán y Eva, dejándose embaucar por el demonio (representado por una
serpiente), y desobedeciendo a la orden de Dios, a través de la ingesta del fruto del árbol
prohibido, ocasionando el sufrimiento de la humanidad. Todos los seres humanos nacen con
el pecado original, que debe de ser reparado a través del bautismo.
 Pecado mortal, es la violación intencional y con conocimiento de las leyes o mandamiento de
Dios, como, por ejemplo: asesinato, difamación, adulterio.
 Pecado venial, es el quebrantamiento de la ley de Dios en materias leves. Por ejemplo; los
chismes en asuntos insignificantes son pecado venial, ahora si afecta la reputación de alguien
es pecado mortal.
 Pecado capital, se caracteriza por originar otros pecados, es por ello que se escucha la frase
los 7 pecados capitales, ellos son: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia, y soberbia.

Pecado de omisión
El pecado de omisión, tal como lo indica su nombre, es la falta de acción o voluntad por parte de
personas con buena fe, por lo cual se puede inducir que es por ello que la maldad siempre triunfa,
debido a la inexistencia de individuos que alcen su voz contra los actos impuros, o malignos.
Es por ello, la importancia de que los individuos razonen de todo aquello que pase a su alrededor,
con la finalidad de luchar contra el mal, ya que es de recordar que este actúa mientras el bien lo
permita.

Pecado social
5
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

Con respecto a este punto, el Papa Juan pablo II, proclamo como definición de Pecado social, en la
exhortación apostólica Reconciliación y penitencia de 1984, lo siguiente:
“Es social todo pecado cometido contra los derechos de la persona humana, comenzando por el
derecho a la vida, o contra la integridad física de alguno (…) La Iglesia cuando habla de situaciones
de pecado o denuncia como pecados sociales determinadas situaciones o comportamientos
colectivos de grupos sociales más o menos amplios, o hasta de enteras naciones y bloques de
naciones, sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la
concentración de muchos pecados personales.”

Pecado de muerte
El pecado de muerte, es visto como todas las acciones deliberadas, conscientes, continuas, y sin
falta de arrepentimiento, que llevan al pecado.
En este punto, Juan en el Nuevo Testamento establece: “Si alguno viere a su hermano cometer
pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que
no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.” (Juan 5:16)

Actividad Reflexionemos lo aprendido; responde en tu cuaderno las siguientes preguntas y socializa


su respuesta en clase:
1. ¿Qué es el pecado?
2. ¿Consideras que el pecado es natural al ser humano, si, no, por qué?
3. ¿Crees que el pecado está directamente relacionado con el mal, o depende de la perspectiva
social y cultural en la que nace el ser humano? Justifica tu respuesta

EL MAL

Muchas interpretaciones han surgido en busca de una respuesta más o menos consensuada de cuál
ha de ser la causa del mal, y cuál debe ser nuestro comportamiento ante la realidad del mal. ¿Es el
mal algo que Dios permite? ¿Tenemos nosotros responsabilidad moral frente al mal? ¿Es el mal una
realidad determinada por el destino, o por fuerza sobrenatural que nosotros no podemos controlar o
cambiar? Estas y otras preguntas se levantan en nuestra mente cuando se trata de lidiar con este
tema.

¿Qué se entiende por mal?

Lo primero que vamos a establecer es el origen etimológico del término que ahora nos ocupa. En
concreto, el término “mal” deriva del latín “malus”, que puede traducirse como “malo” o “no bueno”.
El término mal puede emplearse como adjetivo o como sustantivo. En el primer caso, se utiliza antes
de un sustantivo masculino singular para calificarlo como malo o negativo. Por ejemplo: “Me parece
que es un mal plan, mejor pensemos otra cosa”, “Tu primo es un mal tipo, no me interesa saber
nada de él”, “Estoy cansado del mal servicio de esta compañía telefónica: voy a cambiar de
operadora a la brevedad”.
Como sustantivo, la idea de mal alude a aquello que es opuesto al bien. El mal, por lo tanto, supone
un alejamiento de la honestidad y de la legalidad: “Ya le expliqué a mi hijo que está mal actuar de

6
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

esa manera”, “Creo que Sergio estuvo mal, pero deberías perdonarlo”, “El presidente considera que
los diputados se comportaron mal al negarse a debatir”.
El agravio, el perjuicio o el daño que se hace o se recibe también se puede nombrar como mal: “Las
palabras de Roxana me hicieron mucho mal”, “No quiero hacerte mal, pero te pido por favor que te
marches”, “El mal que provocó la actividad minera en esta región nunca podrá ser reparado”.
En toda sociedad existen los conceptos del Bien y el Mal. El primero es lo que se considera moral,
bueno y digno de imitarse, mientras que lo segundo es todo lo contrario.

El mal como un problema

El encuentro con el mal es una experiencia humana universal insoslayable. Desde muy antiguo se ha
buscado dilucidar el tema. Epicuro (341-271 a.C) fue el primer escritor que expresó el problema del
mal en forma de un dilema. El dirá: “O Dios quiere quitar el mal del mundo, pero no puede. O puede,
pero no quiere quitarlo. O no puede ni quiere. O puede y quiere. Si quiere y no puede, es impotente.
Si puede y no quiere, no nos ama. Si no quiere ni puede, no es el Dios bueno, y además es
impotente. Si puede y quiere –y esto es lo único que como Dios le cuadra-, ¿de dónde viene
entonces el mal real y por qué no lo elimina?”.
El planteamiento de Epicuro resulta ser un alegato supremo contra Dios, es el descrédito de la idea
de Dios. Este juicio contra Dios nos hace recordar el episodio bíblico en el que tanto Job como sus
amigos, llevan a Dios al tribunal para cuestionar sus acciones y el sentido de su justicia. La teología
de Job y su argumento pone en evidencia el escepticismo imperante. El mal es la piedra dura del
ateísmo, es como una roca en la que se estrella y naufraga la teodicea.
La posibilidad de establecer una conciliación entre Dios como principio absoluto de bondad, y el mal
presente en la realidad en sus más diversas manifestaciones (miseria, guerras, enfermedad,
ignorancia, etc.), ha sido una preocupación constante en la historia del pensamiento occidental. Pero
el tema adquiere aún mayor notoriedad a la vista de sucesos aciagos en que a primera vista el
absurdo del mal parece ser total. Los horrores de Auschwitz pueden ser un caso paradigmático en
este sentido, pues se trata de un ejemplo en el que la razón humana se enfrenta de un modo
decidido ante la pregunta por el sentido último del mal en el universo.
En suma, lo que Epicuro plantea es que, si Dios existe, ¿cómo puede suceder que exista mal en el
mundo? Para dar una respuesta hasta cierto punto racional se han planteado diversas "teodiceas",
es decir, soluciones que metodológicamente se dirigen a un doble objetivo:
1. O bien tienden a demostrar en un plano lógico, que la afirmación de la existencia del mal no
es por sí misma contradictoria con la existencia de Dios;
2. O bien se basan en un análisis de las razones que Dios tiene para permitir el mal, aunque
Dios no sea causa efectiva de él.
A cumplir este doble objetivo se ordenan planteamientos tradicionalmente conocidos como el de
Tomás de Aquino en filosofía medieval, Leibniz en filosofía moderna, o Alvin Plantinga desde la
perspectiva analítica. También Agustín de Hipona se inscribe en este doble objetivo anteriormente
enunciado.
El problema del mal en la psicología
Una investigación en que han participado psicólogos daneses y alemanes y que realizó 2500
encuestas ha resumido el carácter de la maldad humana o perversidad en nueve rasgos que han
llamado "factor oscuro de la personalidad" o "Factor D". Estos rasgos "maximizan el interés
individual" conscientemente "sin tener en cuenta su inutilidad ni el daño que puede ejercer sobre otra
persona o los demás". Esos "nueve rasgos oscuros" son

7
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

1. Egoísmo, definido como "preocupación excesiva por el beneficio propio a expensas de los
demás y de la comunidad".
2. Maquiavelismo: "Actitud manipuladora e insensible hacia los demás, acompañada de la
convicción de que el fin justifica los medios".
3. Desconexión moral: "Un estilo de procesamiento cognitivo que permite comportarse de
manera amoral sin sentir remordimiento alguno por ello".
4. Narcisismo: "Una auto-admiración excesiva, acompañada de un sentimiento de superioridad
y de una necesidad extrema de atraer constantemente la atención de los demás".
5. Derecho psicológico "Creencia persistente en que uno es mejor que los demás y por tanto
merece ser tratado mejor".
6. Psicopatía: "Falta de empatía y autocontrol, a lo que se agrega el comportamiento impulsivo".
7. Sadismo: "Deseo de infligir daño" o violencia "mental o física a otros por placer".
8. Interés propio: "Deseo de promover y destacar el propio estatus social"
9. Rencor: "Destructividad y disposición a causar violencia o daño a otros, incluso a costa de
infligirse daño a sí mismo".
El problema del mal en la ética
Este es sin duda uno de los campos donde más incidencia tiene el problema del mal. Para la ética,
en resumen, el mal es una condición negativa atribuida al ser humano que indica la ausencia de
principios morales, bondad, caridad o afecto natural por el entorno y los entes que figuran en él.
Actividad Reforcemos lo aprendido; investiga y responde en tu cuaderno la siguiente actividad,
socializa tus respuestas en clase.
1. ¿Qué es una Teodicea y en qué consiste?
2. ¿Qué sucedió en los campos de concentración de Auschwitz?
3. ¿Cuáles creen que fueron las condiciones que permitieron que actos abiertamente malvados
se dieran en Auschwitz?
4. ¿Crees que el mal es algo aprendido o que todo ser humano nace propenso al mal? Justifica
tu respuesta.
EL PERDÓN

Perdón es una palabra que está formada por dos vocablos de originarios del latín como per que
significa paso o dejar pasar y don que es regalo. Por lo que, perdón se puede definir como dejar
atrás una ofensa o renunciar al castigo moral o material de una mala conducta. El perdón es la
acción que efectúa una persona a otra que le produjo una ofensa.
Por tal motivo, el sujeto ofendido o agraviado renuncia a vengarse, reclamar castigo, a solicitar
indemnización, restitución o compensación, sino que perdona la ofensa por intereses superiores
como la paz interior y la tranquilidad de conciencia.

8
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

Al perdonar se expresa indulgencia, tolerancia, comprensión hacia el error del otro. Hay hechos o
faltas que son más fáciles de perdonar, pero otros son muy difíciles ya que el daño es muy grande
en la vida del agraviado.
También suele ser difícil personarse a sí mismo, pero es vital para poder seguir adelante a pesar de
nuestros errores.

Definición de perdón

Perdón es la acción de perdonar, un verbo que hace referencia a solicitar u otorgar a alguien la
remisión de una obligación o una falta. Antes del momento del perdón, la persona que lo solicita
debe estar arrepentida, mientras que el perjudicado por la falta tiene que estar dispuesto a dejar el
problema atrás. Por ejemplo:
“Claudia sabe que cometió muchos errores irreparables y por eso pidió perdón a toda su familia”, “Te
pido perdón, nunca pensé que mis palabras pudieran causarte tanto daño”, “De nada sirve que se
disculpe ahora, luego de haberse pasado la vida entera maltratándolo y humillándolo sin piedad”.

El perdón, por lo tanto, es la remisión de una obligación pendiente, de una ofensa recibida o de una
pena merecida por la falta. Al perdonar se expresa la indulgencia, tolerancia o comprensión ante el
error ajeno: “No te preocupes, te perdono. Quiero que todo vuelva a ser como antes”.
Las religiones otorgan una gran importancia al perdón. Entre los mandatos religiosos suele
encontrarse la necesidad de dar a los demás una segunda oportunidad, de disculparse por las
propias ofensas y de solicitar el perdón divino por los pecados.
El sacramento de la confesión es la forma de pedir perdón a Dios, y debe tener como intermediario a
un sacerdote.

¿Qué es el Perdón?

Perdón, como se decía antes, es la acción y el resultado de perdonar. Se puede perdonar, entre
otras cosas, una ofensa (por ejemplo, un insulto), una pena (cadena perpetua, arresto domiciliario...),
una deuda (por ejemplo, económica). También es la indulgencia o la remisión de los pecados.
La palabra 'perdón' también tiene otros significados y se utiliza en varios contextos para expresar
disculpa en general ('Perdón, no me había dado cuenta'), por ejemplo, cuando se interrumpe un
discurso ('Perdón, ¿sabéis qué hora es?').
También se emplea a modo de disculpa para excusarse en una conversación ante algo que se dice
de forma inapropiada ('He visto por la calle al tío ese, perdón, a tu novio'). En algunos casos se
utiliza la fórmula 'con perdón'.
Algunos sinónimos son: indulto, amnistía, condonación, absolución, gracia y clemencia. En
ocasiones también se utiliza en plural de esta forma: 'mil perdones', para expresar disculpa.
También, en plural, se llama 'perdones' a los obsequios que se traen de una romería.

El valor del perdón

El perdón se suele considerar un valor humano. El perdón puede servir, por un lado, al ofensor para
liberarse de la culpa y, por otro lado, para que el ofendido se libere de posibles sentimientos de
rencor.
El perdón no siempre implica que el ofensor no tenga que compensar de algún otro modo su error.
9
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

Se suele valorar el hecho de saber perdonar, aunque también el saber pedir perdón, porque implica
de algún modo, reconocer la culpa y el daño cometido a la otra persona. En Psicología, ambas
acciones se consideran capacidades del ser humano, que también suelen tener efectos terapéuticos
positivos.
Muchas religiones tratan en su doctrina elementos como el perdón, el arrepentimiento y el sacrificio.
Se habla del perdón en los libros sagrados, oraciones y plegarias. El perdón se suele representar a
través de distintos rituales.
En el cristianismo, por ejemplo, el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia también se conoce
como el Sacramento del Perdón. En el judaísmo, el Yom Kipur es el Día del Arrepentimiento o el día
del Perdón.

Pedir perdón

Pedir perdón es equivalente a disculparse. Es un concepto genérico, ya que se puede aplicar a


diferentes contextos. Se puede pedir perdón a una persona, a un grupo o institución o a una
divinidad.
Pedir perdón se suele asociar a la humildad por reconocer que se ha cometido un error y también
suele mostrar que la persona muestra intención de rectificar o compensar, de algún modo ese error.
Algunas expresiones sencillas utilizadas para pedir perdón son: 'lo siento', 'disculpa', 'te pido perdón',
'perdona', 'perdóname' o simplemente, 'perdón'.

Actividad Pongamos en práctica lo aprendido; escribe un cuento corto donde reflejes la importancia
del perdón, teniendo en cuenta cada uno de los aspectos mencionados en la guía. Socializa tu
cuento en clase.

EL PECADO EN LAS RELIGIONES

El concepto de pecado es algo relativamente reciente (en términos históricos) ya que surgió en el
apogeo de las religiones judeo-cristianas y su pugna por lograr el control moral de la sociedad. Sin
embargo, desde la más remota antigüedad se ha dado que, entre los hombres y su relación con los
dioses, se dan actos que representan una transgresión tal que no pueden pasar sin castigo alguno.
Así, en este capítulo abordaremos algunas de las nociones de aquello que podría considerarse de
maneras similares a la noción de pecado en las antiguas religiones.

La noción de pecado en Mesopotamia

En la tradición mesopotámica la soberanía de los dioses iba mucho más lejos y regía la vida entera
de cada hombre, multiplicando así infinitamente su posibilidad de pecar. Las transgresiones a los
dioses y sus liturgias abarcaban casi todos los aspectos de la vida, por lo que resultaba muy fácil
ofender a los dioses. Así, entre las trasgresiones que podrían catalogarse como pecado tenemos:
 Transgresiones rituales: Faltar al respeto a un dios, de palabra o de obra; quedarse con el
material de un sacrificio prometido a una divinidad; adoptar, para rezar, una actitud arrogante, o
dejar de lavarse las manos; omitir, durante un sacrificio, mencionar al dios a quien iba dirigido;
alterar el orden de un altar dispuesto para el culto; tener relaciones sexuales con una mujer
consagrada a alguna divinidad», etc.
10
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

 Transgresiones al orden público: Además de las transgresiones rituales encontramos ataques


al orden público, del que también era responsable, por otro lado, el poder civil. Algunos eran
graves, en la medida en que introducían un desorden o un inconveniente serios en la vida social:
 Uso de falsa moneda o de medidas falsas
 Desplazamiento injustificado de mojones o barreras de límite de propiedad
 De captación de herencias
 Robo
 Adulterio
 Falso testimonio o acusación grave infundada
 Homicidio y asesinato
 Calumnia o maledicencia
 Desacato a un representante de la autoridad pública
 Falta de respeto a los padres
Otras infracciones, mucho menos graves, son las cometidas contra:
 la cortesía o la buena educación
 contra el sentimiento de dignidad personal
 contra lo que se llama el orden moral: Proferir mentiras o inconveniencias
 decir indiscreciones o hablar mal de alguien
 adular o maldecir
 cometer alguna incongruencia
 haberse negado a socorrer a un hombre desprovisto de todo
 haber intervenido para que se metiera a alguien en la cárcel
 no haber hecho que liberaran a un preso [cuando se tenía esa posibilidad]
 no haber mantenido una promesa
 atascar un canal
 comer carne robada
Muchas de estas transgresiones no parecen tener, en principio, ninguna relación con los deberes
religiosos, sociales o personales. Da la impresión de que son costumbres derivadas de
representaciones más o menos irracionales, sin duda inmemoriales, de las que no se tenía una
conciencia más clara que nosotros, por ejemplo, cuando le decimos «¡Salud!» a alguien que acaba
de estornudar. Por ejemplo:
 Caminar por el escenario de una matanza
 señalar una lámpara con el dedo
 encender fuego en presencia de un tercero
 beber en una copa de arcilla sin cocer
 meter un dedo en la herida de un cordero degollado
 rechazar o reclamar alguna cosa con tiempo umbrío
 arrancar briznas de hierba en la estepa o cañas en la ciénaga, o también sacar una caña
de su pie
 llevarse una gleba de un campo, o también romperla, o tirarla al agua
 orinar o vomitar en un curso de agua
Aunque alguna de estas prohibiciones se puede explicar por las creencias en vigor (la última que se
cita, por ejemplo, concuerda con el carácter sobrenatural que antiguamente se atribuía a los ríos y
arroyos), lo menos que se puede decir de su trasgresión es que no podía provocar el más mínimo
desorden en la vida religiosa, social o individual, y que, en consecuencia, estos pecados debieron de
ser de lo más venial y excusable. Ahora bien, lo más impresionante es que todos los “pecados” que
se citan (en total hay más de 250 y de toda clase) tienen, claramente, el mismo alcance sobrenatural:
se considera explícitamente que todos proporcionan una justificación de la enfermedad o la
desgracia padecidas por el interesado, quien se sometía al exorcismo para librarse de ellas.

11
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

Este pueblo era lógico en su representación de los dioses como fuente y garantía de todas las
normas de conducta de los hombres: cualesquiera que fueran, vistas desde este ángulo, su
importancia era la misma, ya que no se debía a la gravedad de su repercusión en la vida social, sino
a su dignidad intrínseca y a su calidad de expresiones de la voluntad divina. Los que, al
quebrantarlas, se rebelaban contra los dioses, se les resistían, les ignoraban y, en definitiva, les
despreciaban, debían ser castigados por esos mismos dioses, como el poder civil reprime a los que
incumplen las reglas de la vida en común. Las enfermedades y las desgracias que se abaten de
golpe, sin razón aparente, sobre la vida de cada cual, se consideraban castigos enviados por los
dioses para sancionar estos pecados cometidos contra ellos. Pero al igual que el soberano terrenal
era condescendiente, y si se le suplicaba podía revocar una sentencia condenatoria, también se
consideraba que los dioses podían hacer borrón y cuenta nueva, perdonar la ofensa y suprimir el
daño-castigo que ésta había acarreado. La condición previa para implorar esta absolución-liberación
era, como ante los tribunales civiles, el reconocimiento de la propia responsabilidad mediante la
confesión del pecado cometido.
En pocas palabras, para los antiguos mesopotámicos el pecado era una rebelión contra los dioses,
por infracción voluntaria o involuntaria, consciente o inconsciente de cualquiera de las innumerables
prohibiciones con las que habían acotado la existencia humana, y se castigaban con enfermedades,
penas, desgracias, que enviaban a los pecadores. Sin embargo, el pecado sólo entraba en la
conciencia en la medida en que esta venganza se ponía en marcha. Sólo entonces los hombres se
preocupaban por él. No lo hacían movidos por una pena, una angustia, una contrición por haber
ofendido a los amos del mundo, sino sencillamente para tomar las medidas pertinentes y eliminar el
castigo, implorando, según los ritos exorcistas previstos, la clemencia de los dioses. Para
congraciarse con ellos había que empezar por confesar la falla cometida.

Actividad Reforcemos lo aprendido; resuelve en tu cuaderno las siguientes actividades:


1. Selecciona de cada una de las listas dos transgresiones y argumenta el por qué crees que se
podrían considerar como un pecado, y que papel crees que desempeñan en el aspecto moral de
la sociedad mesopotámica.
2. ¿Encuentras alguna relación entre la lista de transgresiones mesopotámica y los mandamientos
dictados por Dios a Moisés en el relato bíblico, si, no, cuál? Justifica tu respuesta.
La noción de pecado en Egipto

Consideraciones previas
Antes de entrar en materia es preciso, como planteamiento previo, recordar que el Egipto faraónico
fue el estado más humano e incruento dentro del Mediterráneo antiguo. Ello no significa, desde
luego, que allí no pudiesen cometerse barbaridades o injusticias; pero sí significa que aquella antigua
civilización sale beneficiada si la comparamos con sus vecinas, tanto en el espacio como en el
12
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

tiempo. De un modo más concreto, también podemos afirmar que Egipto fue el primer estado
territorial centralizado de la historia, en el que el concepto de simple explotación de tierras y gentes
fue pronto sustituido por el concepto de administración.
En lo referente a la religión, son escasos los textos seguidos que han llegado hasta nosotros: los
Textos de las Pirámides del Imperio Antiguo, los Textos de los Sarcófagos del Imperio Medio, el
Libro de los Muertos, el Libro de lo que hay en el Más Allá, y algún texto funerario más. Los textos
narrativos mitológicos son todavía más escasos, lo que hace muchas veces difícil la sistematización
de nuestros conocimientos.
Los dioses egipcios han podido ser clasificados en diferentes categorías: la más numerosa es la de
los dioses locales, como Horus en Behudit del Norte, Neit en Sais, Atum en Heliopolis, Tot en
Hermópolis Parva, Ptah en Menfis, Set en Ombos o Amón en Tebas; también hay dioses agrarios
como Osiris; dioses geográficos como Hapy (el Nilo); dioses familiares; dioses extranjeros; hombres
y reyes divinizados; dioses creados por la especulación teológica, como Maat; y aún el rey, dios en
tanto que rey.
Los textos más antiguos que han llegado hasta nosotros datan del Imperio Antiguo; sin embargo, hay
que tener en cuenta que los Textos de las Pirámides, aunque inscritos en los muros de las pirámides
a partir del final de la dinastía V, son en realidad muy arcaicos, datando su composición de tiempos
prehistóricos. De esta manera, los Textos de las Pirámides nos permiten estudiar la evolución del
pensamiento religioso egipcio a lo largo del Período Predinástico.

El pecado: La «confesión negativa»


El humanismo y la moral egipcios son, en definitiva, el resultado de la conjunción del panteísmo
heliopolitano y del misticismo osiríaco, todo ello depurado por la escuela teológica de Memphis.
Según estas concepciones, los hombres son iguales entre ellos y esencialmente iguales a los dioses,
puesto que todos ellos podían alcanzar la eternidad. La diferencia era sólo de grado, puesto que los
dioses eran más poderosos que los hombres.
Los hombres, para alcanzar la eternidad, debían reunir una serie de requisitos, básicamente
morales» A partir del Imperio Medio (c. 2040-1786 a. C) - de hecho, desde el Primer Período
Intermedio (c. 2173-2040 a. C)-, cada hombre debía comparecer después de muerto ante el tribunal
de Osiris, donde se pesaban sus buenas y sus malas acciones y se juzgaba si era digno o no de la
eternidad en los Campos Elisios, el paraíso de Osiris.
El capítulo 125 del Libro de los Muertos ha conservado la llamada «confesión negativa», o lista de
pecados que el difunto declaraba no haber cometido ante el tribunal. Algunas de estas confesiones
negativas son:
 No he causado sufrimiento a los hombres.
 No he empleado la violencia con mis parientes.
 No he sustituido la Injusticia a la Justicia.
 No he frecuentado a los malos.
 No he cometido crímenes.
 No he hecho trabajar en mi provecho con exceso.
 No he intrigado por ambición.
 No he maltratado a mis servidores.
 No he blasfemado de los dioses.
 No he privado al indigente de su subsistencia.
 No he cometido actos execrados por los dioses.
 No he permitido que un servidor fuese maltratado por su amo.
 No he hecho sufrir a otro.
 No he provocado el hambre.
13
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

 No he hecho llorar a los hombres, mis semejantes.


 No he matado, ni ordenado matar.
 No he provocado las enfermedades entre los hombres.
 No he sustraído ofrendas de los templos.
 No he robado los panes de los dioses.
 No he tratado de aumentar mis dominios empleando medios ilícitos, ni de usurpar los campos de
otro
 No he quitado la leche de la boca del niño.
Esta confesión, con forma de declaración jurada de inocencia, debía ser pronunciada por el difunto al
llegar a la presencia de Osiris, tras un largo recorrido subterráneo sembrado de peligros y obstáculos
a sortear, luego un laberinto y finalmente alcanzar la Sala de la Doble Verdad. Era allí donde Osiris,
dios de los muertos, pesaba el corazón del difunto en una balanza; del otro lado, una pluma. Así de
ligero de pecados debía llegar el hombre ante este dios para poder acceder al Más Allá.
Este código moral-religioso, nos presenta unos mandatos éticos-morales-religiosos.

Actividad Pongamos en práctica lo aprendido; responde en tu cuaderno la siguiente actividad


1. Responde las siguientes preguntas
a. ¿Crees que las normas morales y éticas son normas naturales, es decir, que hacen parte
de la naturaleza humana? Justifica tu respuesta
b. ¿En qué consistía la “confesión negativa” de los egipcios antiguos?
c. ¿Pueden los egipcios antiguos alcanzar, en términos religiosos o míticos, la eternidad?
¿Cómo?
EL CONCEPTO DE PECADO EN LA ANTIGUA GRECIA

En la Grecia Antigua no se reconocía el pecado


como lo hacemos en la actualidad ya que esta
perspectiva empezó a verse con la aparición del
judaísmo, pero mientras tanto el pecado era algo así
como simplemente no hacer lo correcto, transgredir
las reglas. Los griegos usaban el vocablo
“Hammartia” que lo podemos traducir como “no dar
en el blanco”, “desatinar”, “no cumplir con la meta”,
que nos induce a pensar que para los griegos vivir al
margen era lo justo y excederse se veía como una
falta. Antes de la consolidación de la lengua griega e
incluso antes del arameo la palabra pecado se usaba
también para referirse al olvido; podemos deducir que esto era debido a que se olvidaban las buenas
maneras, se olvidaba la correcto y se dejaba de tener presente, es decir, dejaba de ser un factor a
tener en cuenta a la hora de elegir la manera de proceder. 
La religión griega presentaba una gran gama de dioses y diosas a los cuales se les podía ofrecer
culto y rendir tributo, poniendo en sus manos y en su nombre todas la hazañas y proezas que se
realizaban, también acudiendo a dicho dios para sortear los diferentes obstáculos que se iban
presentando en el camino. Pero, a diferencia de las religiones cristianas, los griegos no identificaban
a los dioses con los conceptos de bondad, justicia, equidad e igual, sino que los mostraban como
seres caprichosos, irascibles y cuya voluntad era tan voluble y cambiante como el viento. Debido a
esto las personas tenían que ser constantes respecto a quien iban a ofrendar sus proezas dado que
al complacer a un dios se corría el riesgo de disgustar a otro, es decir, a incurrir en pecado así él y el

14
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

dios a quien servía no lo consideraran pecado. Esto pasaba incluso en las relaciones entre dioses,
claro ejemplo de esto es el mito de las estaciones:

 El rapto de Perséfone:
“Hades, dios del inframundo quería desposar a Perséfone, diosa de la naturaleza e hija de Zeus y de
Deméter, diosa de la abundancia, quien siempre estaba cerca de Perséfone para mantener la
naturaleza alegre y en armonía. Perséfone siempre fue reacia a la idea de pasar la eternidad en el
inframundo con Hades por lo que se mostraba indiferente a las insinuaciones de este. 
Un día Perséfone se encontraba en un campo de rosas, en Enna, recogiendo algunas flores para
decorar el santuario de su padre, cuando de repente, toda la naturaleza se volvió árida y sin vida,
abriéndose después una grieta oscura en el suelo de la que salió Hades, quien se llevó a Perséfone
al inframundo a la fuerza. Esto causo la agonía infinita de Deméter, la cual estaba sumida en el dolor
y la tristeza además de provocar la ira de Zeus quien obligo a Hades a devolver a Perséfone a la
tierra.
Para esto Zeus envió a Hermes a rescatarla; Hades solo puso una condición para liberar a
Perséfone, ella no debía comer ningún fruto en todo el trayecto. Cuando Hermes y Perséfone salían
del inframundo, Hades la engaño para que comiese de la granada, fruta del infierno. Perséfone
comió seis semillas por lo que estaba obligada a pasar un mes en el infierno por cada semilla que
había comido. Así cuando Perséfone estaba con su madre la naturaleza resplandecía de vigor, pero
cuando regresaba al infierno la naturaleza se tornada fría y sin vida, dando así origen a las
estaciones.”  

Esta historia es un claro ejemplo de cómo en la antigua Grecia no se tenía un concepto de pecado
como el que tenemos hoy en día, sino que de cierto modo se ignoraba, se entendía el pecado como
algo subjetivo y dependiente de la maleable voluntad de cada dios en particular.
Otro detalle que podemos extraer del mito de las estaciones es el hecho de que tiene un fuerte
parecido con la historia del pecado plasmado en la Biblia. Podemos deducir esto basándonos en dos
hechos fundamentales. Primero en el que, en ambos, el pecado no nace de las profundidades del
alma sino aparece como un factor externo que se liga a la naturaleza del hombre, que se integra y
empieza a coaccionar con los componentes humanos. Lo segundo es que, en ambos, el objeto para
seducir es un fruto, un regalo de la tierra hacia el hombre; de esto podríamos decir que es una
metáfora del hecho de que el pecado está presente de manera continua y duradera en la Tierra o
bien podríamos interpretarlo en el sentido de que el mundo, como contexto para la interacción
humana siempre va a mantener una relación entrañable con el pecado. ¿Cuál es la correcta? Esto
sería muy difícil de decidir ya que una de las características principales de la religión es que siempre
está abierta a la interpretación y la mirada diferente de todo aquel que se trata de entenderla más de
cerca.
Había una falta que era castigada por todos los dioses y era poner la voluntad humana por encima
de la voluntad de los dioses, esto lo podemos ver en la historia de Prometeo, 

 El castigo de Prometeo:
Prometeo desobedeció a Zeus al darle el fuego a los hombres luego de que éste (Zeus) se los había
quitado en castigo por una triquiñuela anterior de Prometeo; por esto fue encadenado en el pico del
monte Cáucaso donde cada día tres cuervos le comerían el hígado, pero, durante la noche, el
hígado le crecería de nuevo. Así fue condenado Prometeo al dolor eterno por desobedecer a los
dioses.

15
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

De nuevo el peculiar parecido entre esta historia y el actuar cristiano es el hecho de que en ambas
tradiciones religiosas es un pecado imperdonable el poner al hombre y los impíos deseos de la carne
por encima de Dios; lo que nos remite directamente al primer mandamiento de la ley de Moisés:
“Amaras al Señor tu Dios sobre todas las cosas”. Quizás el judaísmo tomó las raíces greco-romanas
de cierta manera las sincretizaron a su fe. Posiblemente, debido a esto el cristianismo tuvo esa gran
acogida y expansión en la Roma pagana del siglo I. 
En esta misma sociedad griega había un término muy curioso; el llamado “Hybris” que
concebiríamos como el ego exagerado, la petulancia y la altivez desmesurada. De nuevo podemos
acudir a la amplia y detallada cultura literaria que nos dejaron los griegos, quienes al parecer
disfrutaban plasmar los más carnales aspectos de la humanidad en fabulas y leyendas fantásticas,
quizás para demostrar que nada en el universo es perfecto a excepción del universo mismo,
¡interesante paradoja! Pero esta vez nos valdremos de la leyenda de Ícaro:

 La caída de Ícaro:
“Ícaro, hijo del arquitecto Dédalos constructor el laberinto de
Creta, fue encerrado junto con su padre en la torre del
laberinto para que, según órdenes del rey Minos, nadie
pudiera nunca conocer el camino para atravesar el laberinto.
Ícaro y Dédalos querían escapar, por lo que se construyeron
un par de alas de cera cada uno. Dédalos le advirtió a Ícaro
que no volara muy cerca del sol porque derretiría las alas y
no tan bajo porque el agua del mar las mojaría y lo haría
descender.
Acto seguido partieron, al principio no hubo contratiempo,
pero Ícaro olvido los concejos de su padre y empezó a
ascender con el deseo de alcanzar el carro de Helios; esto
no fue de agrado para el dios, el cual hizo arder el carro
intensamente lo que provocó que las alas de Ícaro se
desprendieran y esta callera trágicamente al mar, muriendo
así.”
En la narración se muestra claramente como Ícaro fue castigado por su “Hybris”. Curiosamente, esta
historia nos remite a otro relato del cristianismo, el cuento de la Torre de Babel, en el cual los
constructores de la torre fueron castigados por Dios con la desorientación de las lenguas debido a la
osadía y la presunción de querer hacer que la torre ascendiera hasta los cielos, dando origen así a
los idiomas.
Otra historia de la que podemos extraer varias pistas acerca de la visión que tenían del pecado los
griegos es la leyenda de la caja de pandora que va más o menos así:

 La caja de Pandora:
“Pandora fue la primera mujer puesta en la Tierra. Fue moldeada de arcilla, llena del don de la vida,
portadora de gracia y belleza, hábil para los trabajos de hilar, pero sobre todo con un atributo de
mentiras, seducción y carácter inconstante; todo puesto así por órdenes de Zeus quien quería
vengarse de los hombres por las supercherías juagadas por Prometeo.
Pandora fue regalada a Epimeteo, hermano de Prometeo como obsequio de los dioses.
Anteriormente a Epimeteo se le había encargado la tarea de custodiar un arca mística que jamás
debería ser abierta. Epimeteo acepto a Pandora como esposa a pesar de las advertencias de

16
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

Prometeo de no aceptar ofrendas de los dioses. En una ocasión Pandora quedo sola en casa y, al no
aguantar la curiosidad abrió el arca la cual contenía todos los males de la humanidad”  
Aquí se muestra otra similitud con la teoría que marca el cristianismo acerca del origen del pecado.
En ambos es liberado por una mujer, tal vez por el hecho de que en la antigüedad se veía a la mujer
como causante de discordia y deseos carnales impuros y, en ambos, el pecado es liberado en el
mundo por culpa de la curiosidad. Estas historias (Pandora y el pecado Original), nos inducen a
pensar que la humanidad simplemente debe coexistir con y en el mundo, apaciguar su ímpetu
investigativo y no buscar respuestas ya que en ambos casos la historia termina mal.

Actividad Pongamos en práctica lo aprendido; resuelve en tu cuaderno la siguiente actividad:


1. Responde las siguientes preguntas
a. ¿Cómo definirías la noción de pecado en el contexto de la antigua Grecia?
b. ¿Cuáles serían las diferencias o diferencia que consideras principal entre la noción de
pecado en la Grecia antigua y el concepto de pecado (el de la tradición judeo-cristiana)?
c. ¿Por qué crees que los griegos transmitían estas nociones de pecado por medio de las
Tragedias y no como leyes que no debían ser rotas?

2. Investiga sobre el mito de Sísifo, transcríbelo a tu cuaderno y señala cuál es la noción de pecado
a la que alude. Justifica tu respuesta.

3. La biblia cuenta con muchas historias que pretenden transmitir una enseñanza a la manera que
los mitos lo hacían para el pueblo griego, algunas de esas historias son: la historia de Adán y Eva
y el pecado original, El diluvio universal, La caída de Sodoma y Gomorra, entre otras. Investiga
en los relatos bíblicos y selecciona uno de tu preferencia, explica (desde tu perspectiva) qué tipo
de pecado quieren dar a conocer y cómo es representado (cómo se ejemplifica en los mitos antes
presentados). Socializa tu respuesta en clase.

EL PECADO; VISIÓN FILOSÓFICA

La filosofía y el pecado original

No sería posible mencionar todos los problemas vinculados con lo que la teología cristiana, y
específicamente católica, llama «pecado original». Se trata de un tema particularmente difícil, de
amplísimas repercusiones y que, junto con la naturaleza de la Trinidad y de la Encarnación, ha
exigido las reflexiones más intensas. Al igual que estos dos sublimes misterios, el dogma del pecado
original, tal como ha sido definido por la Iglesia, exige arduas meditaciones, ya que se trata nada
más y nada menos que de explicar cómo podría ser que todo individuo de la especie humana reciba
junto con su naturaleza una deformidad moral, anterior a todo acto libre de su parte, como resultado
de una falta no cometida por él mismo, y que sin un especial auxilio divino no pueda agradar a Dios.
Porque, nos guste o no, eso es lo que la Iglesia entiende por «pecado original».
En cuanto a lo que la filosofía puede aportar para ahondar en la inteligencia de este misterio, tres
distinciones me parecen esenciales para hacerlo plausible sin necesidad de recurrir a
interpretaciones que terminarían falseando su sentido verdadero. Se trata de las distinciones entre
pecado y culpa, voluntad y libertad, y naturaleza y persona.
Pecado es la oposición de la voluntad a la ley moral. Para que tenga lugar se requieren entonces
una voluntad y la ley moral. La voluntad se mueve siempre de manera espontánea, es decir desde sí
misma, pero eso no quiere decir que todos sus actos sean libres, es decir que no estén necesitados
17
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

de alguna manera. Precisamente el primer acto de la voluntad, enseña Santo Tomás, es querer el
bien universal, y ese acto es necesario, sin dejar por ello de ser voluntario. Por otra parte, hay un
amor a sí mismo que es natural, espontáneo, pero no libre. Finalmente, también la felicidad es objeto
necesario de la voluntad.
Ahora, que el hombre quiera el bien necesariamente se comprende, pero ¿cómo puede ser que
quiera al mal de manera necesaria? Admitamos, según lo ya dicho, que no hay contradicción entre
voluntariedad y necesidad, algo que para nuestro propósito no es poco. Por otra parte, sabemos
también que algunas faltas cometidas libremente se vuelven hábitos y llegan a inclinar la voluntad
del sujeto de manera que no puede resistirse a volver a cometerlas, restando así libertad, aunque no
voluntariedad a la acción. Bien puede ser entonces que el individuo no pueda resistirse a realizar un
acto contrario a la ley moral, es decir un pecado, sin que ese acto responda a una decisión libre
actual. Habíamos dicho que el hombre se ama naturalmente a sí mismo. Ahora, si ese amor
espontáneo tiene como objeto una naturaleza cuyas tendencias carecen del debido orden,
necesariamente ese amor será desordenado y debe ser rectificado. No es impensable entonces que
la voluntad humana esté inclinada a amar una naturaleza en sí desordenada y que es el primer
objeto concreto de la voluntad, al cual está esencialmente adherida. Esto sería así aun cuando el
hombre advierta que constituye un desorden amarse a sí mismo más que a Dios, y, además, lo que
nos interesa especialmente, ese amor desordenado tendría lugar antes incluso de que el hombre
pudiera advertirlo.
Frecuentemente empleamos «voluntario» por «libre», y «pecado» por «culpa», pero un análisis más
fino permite distinguir estas nociones. En realidad, el concepto de culpa agrega al de pecado la libre
decisión. Es decir que hay una proporción entre los conceptos de pecado y culpa, y los de voluntad y
libertad. Todo pecado es voluntario, pero no todo pecado es libre, mientras que la voluntariedad no
es suficiente para hablar de culpa, la cual implica la libertad. Se evita así el absurdo de atribuir la
culpa a un individuo que no es todavía capaz de realizar actos libres, que es precisamente una de
las objeciones más frecuentes al concepto de pecado original, que muchos, por no tener presente
esta distinción, con razón consideran aberrante.
Claro está que en sentido absoluto no puede haber pecado sin culpa, ya que de lo contrario
haríamos responsable a Dios de la inclinación mala. Es decir que debió ser un acto libre aquél por el
cual el pecado hizo su entrada en la historia y en la naturaleza humanas. Pero en virtud de la unidad
de la naturaleza humana, no es absolutamente necesario que el mismo individuo que tiene la
inclinación contraria a la ley sea el que cometió la falta. De hecho, para Santo Tomás la unidad física
de la humanidad entraña también una unidad moral, en cuanto que la naturaleza transmitida por la
generación es portadora de un desorden que afecta la voluntad personal de cada individuo. En un
famoso texto, Santo Tomás compara la humanidad entera con un solo cuerpo. En él podemos
apreciar también la necesidad de entender «libre» en algunos lugares donde aparece «voluntario», y
«culpa», donde dice «pecado».
Dice Santo Tomás que, así como el acto de la mano que comete un homicidio es voluntario por la
voluntad del alma, la insubordinación presente en el hombre individual no es voluntaria voluntate
ipsius, sino voluntate primi parentis. Al hablar de la mano, da lo mismo que se entienda la voluntad o
la libertad, pero como la insubordinación es esencialmente un acto de la voluntad, no tendría sentido
decir que no es voluntaria por su propia voluntad, ya que, si su propia voluntad no estuviera
insubordinada, no cabría hablar de insubordinación alguna. Por voluntate ipsius hay que entender
entonces por propia decisión, o sea libremente. Es decir que la culpa del pecado original es una
culpa personal de Adán, fruto de su libertad, pero su falta personal tuvo como consecuencia que la
voluntad de todo individuo de la especie humana naciera con una voluntad insubordinada, es decir
rebelde. La conclusión de Santo Tomás es que “el pecado original no es un pecado de esta persona
sino en cuanto que esta persona recibe su naturaleza del primer padre. De allí que se llame también
pecado de la naturaleza”. Es decir que hay un pecado de la naturaleza que no es una falta, o culpa,
personal. La persona del primer hombre actuó libremente y produjo el desorden en su naturaleza,
pero en los demás la naturaleza desordenada corrompe a la persona, ya que inclina la voluntad

18
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

personal al punto de que ésta no puede enderezarse sin el auxilio de la gracia. La culpa de esa
insubordinación no puede atribuirse entonces a cada individuo que nace con ella, como si
respondiese a un acto libre y personal suyo.
Kant se opondría tajantemente a que haya una disposición moral en el sujeto que no sea efecto de
un acto libre. Para él la moral es dominio exclusivo de la libertad y la cuestión de un pecado original
perteneciente a la especie sólo podría explicarse si ningún individuo de esa especie queda al margen
de una opción libre por el mal moral.
En Kant se da la curiosa superposición de dos instancias: por un lado, el mal debe tener su origen en
la libertad, pero al mismo tiempo, todo hombre sin excepción posee una propensión al mal, que él
llama «mal radical». Pero no cabe hablar de un pecado de la naturaleza, ya que esta última sería un
ámbito ajeno a la moralidad. No podría haber entonces transmisión del pecado de un hombre a otro,
sino que el mal radical es contraído por cada hombre en un comienzo pre-temporal de la historia, es
decir no por un acto de la libertad empírica, en el tiempo, ya que en ese caso podría ser que lo
cometiera o no.
Estas distinciones que estamos comentando no despejan, por supuesto, toda la oscuridad asociada
al pecado original. Pero me parece que son útiles para explicar su posibilidad, e incluso, bien
consideradas las cosas, para convencerse de la profunda racionalidad de la doctrina católica. No
creo que de otra manera se pueda avanzar en la comprensión de cómo puede transmitirse una
deformidad moral sin la participación de quien la recibe mediante un acto personal y libre cometido
por él mismo. Creo también que la teología haría bien en no apresurarse a abandonar las
definiciones conciliares ante cualquier pretendido «avance» de algunas disciplinas científicas, para
elaborar hipótesis extrañas o incluso, para eliminar este dogma fundamental del cristianismo, como
se ha hecho.
Ciertamente, el dogma del pecado original ofende el orgullo del hombre, ya que le dice que está
herido en su voluntad y en su libertad, y que es incapaz de vencer el mal con sus solas fuerzas.
Aceptamos de mejor grado que se nos hable de defectos y limitaciones, pero la sola mención del
pecado es para el amor desordenado hacia sí mismo una especie de aliciente y se requiere mucha
humildad para aceptarlo. Pero es justamente este espíritu de humildad lo que caracteriza al filósofo
cristiano frente al racionalista.
Por las consecuencias que implica el problema, la filosofía cristiana no puede prescindir de la
consideración del estatus naturae lapsae. Si así lo hiciera, nada podría oponer al racionalismo, por la
sencilla razón de que una de las formas más profundas del racionalismo consiste precisamente en
no considerar la situación actual del hombre, y con ella el ejercicio de la razón y su vida moral,
política y social, como resultado de una caída. La negligencia se convierte tarde o temprano en
complicidad y el filósofo cristiano se encontrará, contra su propia voluntad, construyendo una nueva
torre de Babel.

Conclusión
La razón humana no puede probar el pecado de Adán como un hecho histórico, causa remota de la
presencia del mal en el mundo, pero tampoco tiene razones de peso para oponerse a aceptar esa
enseñanza. En realidad, tiene fuertes motivos para preferir esa explicación a cualquier otra, que
terminaría haciendo del mal algo necesario e inherente a la naturaleza humana. Si los primeros
hombres pecaron contra Dios, como no sólo el cristianismo enseña, sino prácticamente todas las
tradiciones religiosas de la humanidad, entonces la situación actual del hombre real y concreto se
explica como consecuencia de la pérdida del favor divino. No por ello el hombre está condenado
irremediablemente, pero, como dice Pieper recogiendo una afirmación del Fedro, debe esperar de su
Creador ese “reordenamiento de los sentidos [que] no es realizable por un acto de voluntad, sino que
es, antes bien, otorgado al hombre como don divino”.

19
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

Para concluir, me parecen adecuadas las famosas palabras de Pascal, que, prescindiendo de su
acento un tanto fideísta, indican la oscuridad que rodea a este misterio y la actitud necesaria para
aceptarlo: “El pecado original es locura ante los hombres, pero se le presenta como tal. No debéis,
por tanto, reprocharme la falta de razón de esta doctrina, puesto que la presento como algo sin
razón. Pero esta locura es más sabia que toda la sabiduría de los hombres , sapientius est
hominibus. Porque, sin esto, ¿qué se dirá que es el hombre? Todo su estado depende de este punto
imperceptible. ¿Y cómo habría podido apercibirse de él por medio de su razón, puesto que se trata
de algo que es contra la razón, y que su razón, lejos de inventarla por sus vías, se aleja de ellas
cuando se le presenta?

Actividad Reforcemos lo aprendido; realiza en tu cuaderno la siguiente actividad

1. Realiza un glosario con los términos que te sean desconocidos


2. Extrae de cada párrafo lo que consideres que es la idea principal (es buena idea pensar en frases
cortas a manera de título, esto ayuda a generar una imagen más potente de aquello que se
quiere expresar)
3. Realiza un mapa conceptual que abarque lo expuesto en la guía.
4. Responde las siguientes preguntas:
a. ¿En suma, cuál crees que es la postura que asume la filosofía respecto al “pecado
original”?
b. Respecto al problema de la libertad como requisito indispensable para el pecado,
mencionado en la guía, ¿Cuál crees que es el problema?
c. ¿Qué piensas que pasaría con el hombre si el pecado no pudiese ser atribuido al libre
albedrio, sino que se originase directamente en la voluntad de Dios?
d. ¿Cuál es tu postura frente a los planteamientos expuestos en la guía, estás en acuerdo o
desacuerdo? Justifica tu respuesta.

SOBRE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN: ALGUNAS REFLEXIONES DESDE LA ÉTICA


 
Algunas acotaciones previas
En este escrito vamos a ceñirnos al ámbito de la ética, entendida como filosofía moral, es decir,
como una reflexión crítico-racional que toma una distancia respecto del fenómeno moral con el
objeto de entenderlo, reconsiderarlo, criticarlo y recomendar transformaciones en él. Si esta reflexión
ética versa sobre unas categorías tan concretas como las del perdón y la reconciliación, se trata
entonces de trascender su origen y contexto y convertirlas en categorías aplicables en el siglo XXI.
En el caso que ahora nos ocupa, esto significa transformar unas categorías de claro origen religioso
en nuestra cultura occidental, como la mayoría de las morales heredadas, y pensarlas para
sociedades que no necesariamente comparten una fundamentación religiosa de las autoridades
morales y sus consiguientes categorías, pero que sin embargo siguen necesitadas de la realidad a la
que aluden el perdón y la reconciliación, a saber, paliar el daño moral.
Se trata entonces de comprender estas categorías del perdón y la reconciliación no vinculándolas a
la culpa (pedir perdón no es sinónimo de pedir disculpas), pecado o castigo divino, sino de pensarlas
como categorías éticas ligadas a la responsabilidad, pero, como veremos en el caso claro del

20
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

perdón, limítrofes con el fenómeno de la fe, la espiritualidad y la religiosidad y, por tanto, con las
denominadas éticas de máximos. Las éticas de máximos se caracterizan por su apuesta por una
determinada manera de concebir la felicidad, la calidad de vida, definiendo explícitamente cómo se
deber vivir. En ellas se aconseja, se invita a vivir de una determinada manera muy concreta, porque
así creen obtener la plenitud. El perdón difícilmente se entiende si no es en el marco de este tipo de
éticas de la gratuidad.
Como las morales son productos culturales relativos a los contextos históricos, una reflexión ética
pretende pensar esas categorías para, o bien abandonarlas en tanto que prejuicios de una época, o
bien regenerarlas para ponerlas a la altura de los tiempos y sirvan en la función encomendada de
orientar la toma de decisiones asumiendo la responsabilidad por los actos cometidos. Llevar a cabo
este ejercicio reflexivo con las categorías de perdón y reconciliación, con objeto de hacerlas vigentes
y válidas en el siglo XXI, es el objetivo de esta guía.
 
El perdón difícil y la reconciliación factible
Aquí nos vamos a centrar en el acto, en el que concluye un proceso interior personalísimo, que es el
dar perdón (per-donar), y no tanto el pedirlo, una vez descartamos ya desde un inicio el poder
exigirlo; porque el perdón se puede dar y pedir, pero no exigir, pues, no hay tal cosa como un deber
estricto de perdonar.
Por perdonar entendemos el poder o capacidad de trasformar en confiable la relación con la persona
(o personas) que cometió un acto imperdonable, dolorosísimo. El acto que alguien nos hizo,
infringiéndonos un daño inmenso, es un acto en tanto que hecho, imborrable e imperdonable. Como
acto, decidido y ejecutado, es imperdonable porque no debería hacerse, nunca, a nadie: es lo
normativamente malo, por hacer mal. Como hecho es imborrable, está ahí siempre, pasó; y no con
gloria sino con una gran pena porque dejó una herida profundísima. Mas no hay vuelta atrás, es
irreversible en cuanto hecho en el mundo y en la biografía del agredido. Hay pues un enorme
agravio, una falta, en un pasado que no se puede borrar, pero tampoco se puede olvidar sin que
dicho olvido conlleve consecuencias patológicas para la vida y la forja de identidad de esa persona.
Estamos hablando, pues, de circunstancias enormemente dolorosas fruto de actos imperdonables;
situaciones límite las llamaríamos siguiendo a Jaspers (1989). El acto es imperdonable porque
marca un antes y un después en la identidad y biografía de uno. Pero que el acto sea imperdonable,
dado que nunca debió acontecer, no convierte a la persona que lo cometió solo en su acto. El perdón
es un proceso de transcender ese acto, de ir más allá de él y aludir a la persona que lo hizo, al
ofensor, como mucho más que eso; lo que conlleva a entenderse a sí mismo en cuanto ofendido
también como mucho más que dolor y herida. Sin duda que esa herida y ese dolor son una parte de
nuestra historia y una condición clave de esa historia, pero no es el todo.
El perdón nace del convencimiento de que la persona es más que su acto. Y al dar el perdón
―mejor que concederlo, ya que suena a humillante y a asimétrico, pues el que lo concede le
recuerda al otro que está en deuda con él― la persona herida trasciende su herida, esta puede
cicatrizar sin tener que negar el pasado dolido ni quedar enquistada en él. El perdón reconcilia a la
víctima que lo concede con el victimario haciéndole trascender esa condición. El perdón es una
transformación en la relación pues se está dispuesto a volver a confiar en esa persona que provocó
la falta, el agravio, el daño. Al transformar la relación la persona herida transciende ese pasado y se
instaura en el presente y en el futuro como una unidad narrativa.
El perdón es un proceso tan personal e íntimo y de tal grandeza moral que es meritorio, loable,
admirable en sumo grado, pero no exigible. Estos actos en ética reciben el nombre de actos
supererogatorios. El perdón es un dar y es un don y, en efecto, la persona que lo concede es de tal
grandeza, de tal altura (inversamente proporcional a la falta cometida por otro y por él sufrida) que no
se puede exigir.
 
21
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

Sobre pseudo perdones


Como ya se puede constatar, el perdón ético al que aquí estamos aludiendo no es el perdón para
lograr la salvación eterna; no es el perdón de la tradición de Abrahán, demasiado ligado a la culpa y
al pecado. Esta noción de perdón comparte con la noción ética la libertad como su condición de
posibilidad. Pero, mientras que en el perdón de Abrahán se sabe lo que debe hacerse y no se hizo,
pues cuenta con orientaciones y guías sobre lo que es el bien y el mal y por ello el mal se liga a la
culpabilidad; en el perdón ético partimos de la ineludible falibilidad humana, pero ya no ligada a la
tendencia pecaminosa, sino simplemente porque se tornó complejo saber qué es el bien y el mal. El
precio de las sociedades moralmente plurales, tecnificadas, vertiginosamente cambiantes, que
divergen en qué es eso del bien y del mal (el caso es claro en el rechazo por parte de un paciente al
tratamiento eficaz que el médico le ofrece) es, como ya advirtieran los existencialistas, la angustia.
De ese modo estamos abocados a gestionar el riesgo de error o acierto. Por eso el perdón no va
ligado a la culpabilidad, pero sí a la responsabilidad, es decir, a asumir las consecuencias, aunque
no las conociéramos ni hubiera siempre intención de dañar, pero se dañó.
Es perdonable la persona que cometió un error. Pero es más difícilmente perdonable que no se
aprenda y se sea reincidente. Cuando hemos aprendido de un mal acaecido que sabemos ya cómo
evitar, entonces no estamos ante catástrofes, sino ante calamidades. Por eso el perdón reincidente
de aquel que lo pide, como quien pide permiso para volver a cometer el daño, es una triste figura de
esta categoría ética. Hay pues en el perdón un propósito de enmienda. Por un lado, por parte de
quien lo pide, de no volver a fallar; por otro lado, por parte de quien lo concede, de no consentir que
se desdibuje la dignidad del victimario para poder considerarlo congénere desde la fraternidad,
hecho de la misma materia, compartiendo el mismo mundo, digno de una segunda oportunidad.
Pero, el que se aprovecha del perdón y lo pide sin propósito de enmienda se burla del perdón y del
otro, lo que convierte al otro en cómplice de su victimismo. Y aquí es donde creo que la humana
capacidad de perdonar también es finita: puedo perdonar a alguien una vez, pero dos veces es un
abuso de la capacidad de paciencia, de padecer y, por supuesto, de confianza.

Algunas ideas para seguir pensando las categorías del perdón y la reconciliación
El perdón es normativo en tanto ideal al que tender, pero no es normalizado pues más bien es
extraordinario. Si decimos entonces que el perdón debería ser pero que no es exigible, estamos
defendiendo que cabe fomentar ese esfuerzo tensional, aunque no todo el mundo puede. Supone así
un esfuerzo, seguramente una disciplina, una ética y una espiritualidad, todo lo cual lo sitúa en la
frontera entre lo ético-racional terrenal, la fe y la trascendencia. El perdón es una apuesta, un salto:
ha de tener sentido.
El perdón es individual, personalísimo, espontáneo, y es porque sí: es un don y una gratuidad. El don
se recibe, pero se cultiva y cuida; la gratuidad es la donación total. Por eso ni cabe exigirlo ni esperar
a que nos lo pidan. Porque es porque sí, porque puedo y quiero, en primera persona del singular,
que te/os perdono: te arrepientas o no, me lo pidas o no. Yo quiero darlo, te lo mereces por ser quién
eres, simplemente una persona, como yo, digna de amor y perdón.
En efecto, el perdón es la forma de amar más excelsa y extraordinaria propia del animal enigmático y
espiritual que es el hombre: hace, se arrepiente, aprende, reincide, perdona, y se perdona.
Así pues, y con ánimo recopilatorio, queremos insistir en las siguientes ideas:
 El perdón se da en animales espirituales, como son los humanos, quienes junto a una bestial
capacidad de herir y ser herido tienen también la capacidad de escoger ―la libertad― y de
hacerse cargo ―la responsabilidad―. Y ante la inmensa herida que, queriendo o no, se
provocó, cabe poder pedir perdón y poderlo dar.
 El perdón es una condición esencial en la forja de la identidad. Fundamentado en el intrínseco
valor absoluto que es el ser humano, fin en sí no instrumentalizable, el perdón permite

22
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SEGUNDO HENAO CALARCÁ QUINDÍO 2021

continuar el proyecto personal reconciliando pasado, presente y futuro, y reconciliándose con


la humanidad.
 El perdón crea capacidad de resiliencia (es terapéutico siempre), serena y crea vínculos, tres
condiciones estas ―estabilidad, capacidad y vínculo― esenciales para gestionar los riesgos
para la vida humana que se quiere afortunada.
 El perdón contiene una grandeza moral que hace aconsejable a las comunidades propiciar y
fomentar su probabilidad: primero generando climas de reconciliación, luego dotando de
recursos en la búsqueda del sentido que guíen, dando pistas, en el peregrinaje interior que
con tiempo permita esa transformación de la relación con el agresor. Si empezamos diciendo
que el perdón es imposible, que no se puede, no se va a poder; si decimos que se debe,
mentimos; pero si decimos que es de una grandeza moral que vale la pena intentar, a lo
mejor, conmutamos la pena del dolor por la pena del esfuerzo: y el esfuerzo es mayor y
admirable cuanto más ambiciosa y magnífica es la causa.
El perdón transciende la anécdota y deviene categoría ética. Más que de nosotros, de ti y de mí,
ofendido y ofensor, víctima y victimario, agredido y agresor, el perdón nos recuerda nuestra opción
por ser dignos de la humanidad en nuestra persona, de ser en el tiempo. Gracias al perdón el destino
se transmuta en enigma: será nuestra relación no sólo la de ofensor y ofendido, sino lo que nosotros
decidamos, agentes y protagonistas de nuestra historia, la tuya, la mía y la nuestra. Somos historia
porque la hacemos, no solamente porque la sufrimos. Y porque nos equivocamos, rectificamos,
pedimos perdón y emprendemos, reparando el daño de hoy. Si no hubiera perdón, no habría historia
humana, agencia, creatividad y enigma. Si no hubiera perdón, no nos quedaría sino resentimiento
bestial, sucesos, repetición, aburrimiento, tedio y desolación. Hay tanto en juego que debemos
pensar mejor el perdón y su pedagogía: sólo puede ser bajo la forma del testimonio.

Actividad: Pongamos en práctica lo aprendido; Realiza la siguiente actividad.


1. Teniendo en cuenta lo aprendido en el transcurso de este periodo, realiza un ensayo crítico en el
que pongas en perspectiva lo que piensas sobre el pecado, el perdón y su relación con la religión.
2. Responde en tu cuaderno y con tus propias palabras la siguiente pregunta ¿Qué relación tiene el
pecado con la religión?

23

También podría gustarte