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Es en este punto, que se hace indispensable recurrir a las habilidades blandas, que no son más
que aquellas características que le permiten interactuar con su entorno, y que se relacionan
con su inteligencia emocional, que se entiende como la capacidad de conocer y manejar las
emociones propias y la de los demás.
Claro está que las habilidades duras también juegan un rol importante, pues son las que
establecen los requerimientos formales y técnicos necesarios para el desarrollo de una
determinada actividad, como puede ser la forma en la que se diseña una pieza de un motor de
automóvil.
Teniendo claro entonces estos dos tipos de habilidades, podemos establecer sus diferencias,
es decir, mientras las primeras (habilidades blandas) se enfocan en cualidades transversales
que se adquieren con el paso del tiempo y que facilitan el trabajo de una persona, las segundas
(habilidades duras) hacen alusión a habilidades académicas fácilmente reproducibles.
Es importante señalar también que todas estas habilidades se adquieren a través de las cuatro
etapas del aprendizaje que son: la “incompetencia inconsciente” donde el individuo no sabe
que hay fuera de su entorno más cercano, ni sabe si lo puede conocer; la segunda etapa
llamada “incompetencia consciente” que es cuando se atreve a salir de su entorno cercano y
descubre que hay cosas que no conoce.
finalmente, podemos establecer algunas habilidades que son importantes para formar
emprendedores, por ejemplo, la actitud positiva, la ética del trabajo fuerte, habilidades para la
comunicación y la gestión del tiempo, capacidad de resolver problemas y aceptar críticas, y
sobre todo la confianza en uno mismo.