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P R Ó L O G O
De las dos principales planchas que lo constituyen, la segunda fue la primera, quiero decir
con ello la más antigua. Para aquel que tenga cualquier tipo de interés por el fenómeno de la
iniciación, se abre ante él un inmenso campo; un vasto bazar, oscuro y laberíntico como los
zocos de Estambul, donde no faltan guías dedicados a perdernos obligatoriamente en torno a
los más dotados charlatanes. Éstos nos embaucan con gracia, de tal manera que no nos
queda otro remedio que agradecérselo. ¿La iniciación? Es una leve dificultad por la que,
“desde que hay iniciados y piensan” se ofrece a todos, pero se rechaza a muchos... Es de
todo, el motivo por el que se han proferido las mayores burradas – señal que los asnos
habían franqueado la leve dificultad... Fiesta de los locos...
Para aquel que, poco satisfecho por tales francachelas, se mantiene al margen y se aplica en
leer de cerca, con cuidado meticuloso, los textos o pasajes de los textos que en gran número
Jean-Baptiste Willermoz ha dedicado a estudiar en todas sus dimensiones, en todos sus
contornos, éste fenómeno de la iniciación, del que resulta de buen tono hablar con misterio
sin desvelar nada de su naturaleza, ni de sus formas, ni sus “avatares” sucesivos, ni de sus
modos de transmisión a través de los tiempos; he aquí que a la conciencia del estudioso
lector, y digo yo, felizmente, se le aparece un panorama claro, simple, luminoso, sensible de
manera inmediata a la razón, que da cuenta exacta del fenómeno en toda amplitud de
desarrollos diacrónicos y sincrónicos, de sus consecuencias benéficas o nefastas. Nada de
retórica, si no simple y llanamente una larga serie de hechos, constataciones, anunciadas de
manera llana e inteligible.
Es como si Jean-Baptiste Willermoz hubiera dibujado aquí lo que muy bien podríamos llamar
una historia hereditaria de la iniciación, con sus orígenes (sus ancestros), y luego toda su
continuación, o continuaciones, de sus descendientes, legítimos o ilegítimos, unos habiéndose
formado bien y otros muy mal. En definitiva, para hacer parlante esta historia, era
absolutamente necesario plantear un árbol genealógico. Es lo que he hecho.
Sin embargo, una genealogía que no se inscriba en marcos históricos y no entre en estrecha
relación con todos los acontecimientos que tejen la trama de la existencia humana, es una
genealogía ficticia, novelada, y ésta no lo es en absoluto. Ahora bien los marcos congruentes
1
estaban todos encontrados: los de la historia tradicionalmente reconocida como Historia
Santa, historia que se interesa en primer lugar por la naturaleza humana y el destino del
hombre, los cuales forman precisamente el material sobre el que la iniciación actúa.
Esta Historia Santa, distribuida en siete “edades del mundo”, ha encontrado en Francia su
exposición más ilustre, aceptada unánimemente, en la obra capital que es la Biblia dicha de
Sacy, o Biblia de Port-Royal; la Biblia francesa por excelencia durante un siglo y medio,
hasta el progreso del ultramontanismo, a mediados del siglo XIX, que la hicieron suplantar
por la traducción de la Vulgata, efectuada por el abad Le Hire, traducción autorizada por la
Santa Sede y difundida por el editor pontificio Mame. Es de aquella primera Biblia, de la que
Willermoz, tomó prestadas numerosas de sus alusiones. Parece pues legítimo inscribir en este
marco los distintos desarrollos sobre el asunto que nos ocupa.
Y como una imagen vale más que mil palabras, mis auditores del día de hoy, y posteriores
lectores, tendrán las dos: los desarrollos en cuestión, precisos y detallados, y cuatro
esquemas o diagramas para ilustrar y reforzar su fuerza demostrativa.
Tal que así, esta conferencia, efectuada el 31 de enero de 1998, vivió su vida... hasta... hasta
la invitación que me dirigió el Gran Maestro del Gran Priorato de Hispania, para venir a
tratar, en el curso de un seminario que se reunía en Manresa (Barcelona), en Catalunya,
sobre estas cuestiones siempre pendientes –para algunos todavía, aunque desde hace largo
tiempo han recibido respuesta- de la Iniciación cristiana, la Iniciación masónica y la
Iniciación masónico cristiana. Dar caza a la miasma del pensamiento es un deporte que
siempre me ha gustado. Y acepté pues, viniéndome la idea de retomar mi antiguo estudio,
poniéndolo al día y transformándolo en un díptico de dos planchas, de las que la primera
sería enteramente inédita. A esta primera parte le doy el título de “Variaciones sobre la
Iniciación”. Hay ahí también una alusión oculta, a la célebre y controvertida obra de Bossuet
“Histoire des variations des Eglises protestantes”. Qui habet aures audiendi, audita! (Mt 11,
15).
Y para terminar con las alusiones un tanto socarronas, habréis podido observar que bajo el
subtítulo general de este trabajo se presenta como “Apreciaciones sobre la Iniciación...”
título conocido, pero que en el mío, el término es seguido por cuatro determinativos. Un
guiño a Guénon (puesto que él es de quien se trata).
Este es el díptico que presento en Manresa el 18 de mayo del 2008. Manresa, lugar destacado
de la Compañía de Jesús, donde san Ignacio de Loyola vivió en la plegaria, la ascesis y la
contemplación, y donde escribió sus “Ejercicios espirituales”. No me resistiré pues a
señalar, en mi exordio, que los jesuitas, cuya divisa es “Ad Majorem Dei Gloriam”, y los
masones, que trabajan “A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo”, tienen en común una
referencia en absoluto mediocre: la Gloria de Dios.
2
I N T R O D U C C I Ó N
El asunto escogido para tratar hoy ante vosotros es un asunto complejo, pero lo
es más en apariencia que en realidad. Es complejo, porque lo complicamos. Y lo
complicamos por que no tomamos la cuerda por el cabo que debe tomarse.
Utilizando un esquema querido por los esoteristas competentes –para aquellos
que se pican, yo les digo doctores en ciencias esotéricas- esta cuestión es un
laberinto: una vez se ha entrado, es imposible volver a la entrada, e imposible
llegar a la salida, a menos de tener el hilo de Ariadna.
3
P R I M E R A P A R T E
Para empezar nuestro recorrido, citaré cuatro textos emanados de cuatro autores masónicos.
Hubiera podido proponeros una antología mejor provista, pero hubiera sido inútilmente
fastidioso, pues estos cuatro me parecen suficientemente representativos para ilustrar mis
palabras.
“No penséis que el signo característico de la religión cristiana (el orador señala su cruz
pectoral) os viene dado como una vana y arbitraria decoración. Este signo es la llave de toda
ciencia.” 2
1
Ritual oficial del Gran Priorato de las Galias, Ordenes de los Caballeros Cristianos de Francia, Ceremonia de
armamento (Editions du Simorgh, 2007), pág. 136; Ritual de Armamento de los Caballeros del G.P.D.H.
traducción castellana, pág. 98. En esta cita como en las siguientes, los pasajes destacados en negrita son
nuestros.
2
Op. cit., pág. 137 (del ritual del G.P.D.G.), pág. 98 (del ritual del G.P.D.H.).
4
En el capítulo primero, titulado “¿Qué es una iniciación?, en el subcapítulo 8 (de título
absolutamente explícito: “La Iniciación desvela el sentido verdadero de las sagradas
Escrituras, que es simbólico”), destaco el pasaje siguiente:
“Podemos decir que, según Platón, los Misterios tienen por objeto, para aquellos pocos que
son capaces de ello, salvaguardar la comprensión verdadera de las sagradas Escrituras
gracias a la ciencia de los símbolos.
“Es exactamente ésta la definición de la razón de ser y el objetivo de las diferentes
Iniciaciones que hayan existido o existan todavía en el mundo: permitir a aquellos pocos, que
son los únicos capaces, de comprender verdaderamente los discursos sobre los dioses (=
sagradas Escrituras) gracias a la ciencia de los símbolos (...) Las Iniciaciones tienen pues un
objetivo hermenéutico: interpretar exactamente las sagradas Escrituras evitando los falsos
sentidos gracias a la ciencia de los símbolos. Esta tarea es la de cada Iniciación entroncada
en una Tradición escrita, y cuya vocación consiste precisamente en desarrollar la exégesis
simbólica (además de la de otras tradiciones) de la Tradición particular en la que se
enraíza.”3
Más adelante, en el doceavo y último subcapítulo del mismo capítulo (titulado: “El
fundamento metafísico de las Iniciaciones tradicionales”), podemos leer:
“Lo propio de una Iniciación tradicional es el recibir y transmitir Misterios. La
Francmasonería, que es una forma de Iniciación tradicional, recibe y transmite Misterios (...)
Siendo una de las depositarias de los Misterios, la Francmasonería posee, en su acepción
más alta, lo que podemos llamar la Mística. Esta mística o ciencia de los Misterios no es
pues lo propio de las religiones, si no el bien de las Iniciaciones tradicionales. Sin embargo,
¿qué es lo que diferencia la mística comportada en los medios iniciáticos, de la mística
propia a las religiones? (...) Las Iniciaciones comportan un conocimiento de tipo metafísico,
y es el fundamento metafísico de las Iniciaciones lo que permite diferenciar éstas últimas de
las religiones, cuyo propósito resulta exclusivamente teológico” – ¡fijaos en el
“exclusivamente”!
Conclusión: “Así pues la mística de las religiones tiene solamente un alcance teológico, y se
diferencia en esto de la mística de las Iniciaciones, que tienen esencialmente un alcance
metafísico.” 4
Habréis evidentemente reconocido la tipología retocada por Guénon, aunque podamos dudar
que este doctrinario haya reconocido la palabra “mística” aplicada a la Iniciación, con el
desprecio que tenía por la cosa.
Hay dos constataciones a efectuar. La primera es que no hay aquí ninguna demostración,
ningún desarrollo, ninguna progresión del pensamiento, sino más bien el martilleo, la
repetición casi encantatoria de un postulado proferido ex cátedra. Rasgo común a todos los
autores de esta escuela de pensamiento...
5
universalidad- que puede ser apreciado, y por así decirlo mesurado, el grado de autenticidad y
veracidad de las verdades, múltiples, de las religiones.
No vale la pena decir que tal opinión pretenciosa –hablo de “pretensión”, pues ésta resulta
manifiesta- y arrogante, salida en línea directa de la nefasta doctrina de Guénon, es totalmente
inadmisible para todo adepto de una religión revelada, sea cual sea, y en primer lugar del
cristianismo, del que estamos tratando aquí, si se és mínimamente consecuente consigo
mismo.
El tercer autor que he convocado es Alain Bauer, que todos conoceréis, al menos de nombre.
Un hombre de una inteligencia excepcional, de los más destacados que he conocido. En su
momento fue Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, y es gracias a él que se entablaron
relaciones entre su obediencia y el Gran Priorato de las Galias; pero ésta es otra historia.
Deseo citar algunos pasajes de una entrevista que dio en calidad de su cargo a la revista de
ésta obediencia, La Chaîne d’Union, en un número (el nº 17, verano 2001) 6 dedicado por lo
esencial a la iniciación bajo el título general de: «La iniciación es un recomenzar».
(Entre paréntesis, destaco en el mismo número un estudio de Pierrick L’Hyver, titulado: “Para
terminar con el esoterismo” y en el que leo lo siguiente:
5
Hago alusión a la condena pronunciada en 1980 por la asamblea de obispos alemanes (Pressedienst 12 de mayo
de 1980; traducción francesa en el nº 1807 de Documentation catholique), sobre la base de los documentos
proporcionados por los mismos francmasones alemanes, con tan poco discernimiento que el resultado negativo
resultaba cantado antes de su presentación. Esta equivocación ha tenido consecuencias graves, puesto que el
cardenal Ratzinger (actual papa Benedicto XVI), siendo a la sazón prefecto de la Sagrada Congregación para la
doctrina de la fe, dictó exqualites, como continuación a la revisión del Código de derecho canónico y la
supresión de la excomunión expressis verbis de los francmasones, una interpretación (de fecha 26 de noviembre
de 1983) manteniendo la exclusión de los francmasones de la comunión eucarística (sobre esta cuestión, cf. el nº
8, 2ª serie, 1er semestre de 1984, de Travaux de la Loge Nationale de recherches Villard de Honnecourt de la
Gran Logia Nacional Francesa, donde este asunto es estudiado en detalle, aportando documentación al efecto).
6
La Chaîne d’Union, revue d’études symboliques et maçonniques du Grand Orient de France, nueva serie, nº
17, verano 2001.
7
Op. cit., págs. 39-40.
6
A lo que el autor aplica la objeción formulada por mi excelente amigo, Antoine Faivre, titular
en esa época de la cátedra de historia de esoterismo cristiano en la Ecole Pratique des Hautes
Etudes (cátedra fundada por y para él) 8 y que puede enunciarse así: el mito original y
fundador que es la fuente de toda iniciación no es realidad primero si no segundo –y
volveremos sobre ello más tarde. Si ponemos pues este mito primero, en lugar de segundo, «le
hacemos perder, escribe Antoine Faivre, su especificidad, cambiándolo de plano y haciendo
de él teología, o degradándolo en ideología».
Esta objeción siendo nacida de una aprensión inteligente de los fenómenos antropológicos y
socio religiosos estudiados por lo que llamamos ciencias humanas, me ha parecido adecuado
adjuntar a mis propias objeciones, las cuales se sitúan, como habéis visto, absolutamente en
otro plano, el cual es, no ya el de la teología dogmática –el pensamiento sería una apreciación
de cortas miras- sino más bien el de la Revelación. En este ámbito como en algunos otros, me
sitúo sub especie Revelationis.
En su entrevista, que lleva este poético título: « Para hacer reflorecer la acacia »9, destaco
varias declaraciones con las que, incluso si no estáis de acuerdo, o no del todo, os invito a
prestarles la mayor atención, a fin de poder apreciar su sutileza, los matices.
«Hay una búsqueda natural de otra cosa en el individuo. Éste nunca ha creído estar
solo sobre la tierra, libre para decidir por sí mismo. Hay que pasar por la búsqueda
de lo sagrado. De una cierta forma de revelación. Lo que algunos llaman la gracia.»
«Pero antaño la gracia, era cuando uno encontraba a Dios. Aquí la gracia, es cuando
uno se encuentra a sí mismo sin obligatoriamente encontrar a Dios – pero, puede
8
De este eminente especialista, recomendamos el precioso pequeño volumen que, en la colección “Que sais-je?”
dedica a L’Esotérisme (Paris, Presses Universitaires de France, 4ª edición revisada y corregida 2007); al igual
que su gran y fundamental obra Accès de l’ésotérisme occidental (Paris, Gallimard, 2 vol. 2ª edición revisada y
aumentada).
9
La Chaîne d’Union, págs. 5-21.
10
Op. cit., p. 5.
7
estar en el recorrido. El hombre tiene la libertad de escoger: no creer en Dios. Pero,
para esto, debe aceptar la idea que pudiera existir. » 11
Para ser el Gran Maestro de una obediencia “no dogmática” –sinónimo de atea-, todo esto es
un tanto atrevido. Pero, Alain Bauer prosigue diciendo:
Claramente, yo no puedo darme por satisfecho por tal concepción de conjunto, que me parece
muy insuficiente, aunque no obstante me pueda adherir a numerosas consideraciones de
detalle del autor. ¡Lo que hace encontrarse con un pensador inteligente! Incluso si uno está en
desacuerdo, el diálogo es posible. Con los doctrinarios no cabe la posibilidad.
4. Llegados aquí, me dirigiré a un cuarto y último autor masónico: mi muy querido padre,
hermano y amigo el llorado Robert Amadou. Este último, entre muchas y muchas obras todas
ellas excepcionales, ha escrito un pequeño libro que me gustaría ver entre manos de todos los
masones, pero que, desgraciadamente, es difícilmente accesible, pues fue publicado hace más
de veinte años por un editor confidencial. Esta obra se titula La Tradition maçonnique14. Es
11
Ibid.
12
Ibid. pp. 6-7.
13
Ibid., pág. 8.
14
Robert Amadou, La Tradition maçonnique, Paris, Cariscript, 1986.
8
un manual precioso, y va más lejos que muchos tratados. Me gustaría poder hacer con él lo
que he hecho hace poco con el estudio capital e indispensable de Robert Amadou sobre La
Iglesia y el Templo, al que he dado una nueva audiencia reeditándolo en el Cahier vert nº 2 15.
Para daros un ejemplo de estos soplos de aire puro, he aquí un pasaje extraído de la sección I
del capítulo 2, sección titulada: «Esta religión en la que todos los hombres acuerdan». Como
habréis comprendido, esta dedicada al análisis de la noción de «universalismo» masónico; y
ahí como en otra parte, las ideas recibidas, las ideas estereotipadas –que no son otra cosa que
falsificaciones de ideas- sufren un mal rato.
Con algunas frases, todo ha sido puesto a plomo de nuevo; el sabio arquitecto ha puesto los
cimientos sobre los que construir un firme edificio - «pues nadie, en efecto, puede echar otro
cimiento fuera del puesto, que Jesucristo»18. ¿Pensáis quizá que extrapolo? Anticipo
solamente, como veréis dentro de poco.
Con algunas frases, también, se encuentra en ruinas el edificio babélico de los sectarios
esoterizantes. Ha sido echado abajo por dos medios poderosos: la afirmación que la tradición
original es el privilegio de la humanidad entera, y no de una elite grupuscular; y la
proclamación de la primacía de la teología por lo que es, singularmente, el conocimiento
exacto de la naturaleza, humana entre otras. Puntos que nos serán precisados a continuación.
15
Grand Prieuré des Gaules – Ordres des Chevaliers Maçons Chrétiens de France, Les Cahiers verts, nueva
serie, nº 2 (2007), págs. 19-48.
16
Para disipar toda confusión, todo riesgo de panteísmo, precisemos: esta ley –o Ley- eterna que está en Dios e
idéntica a Dios, es evidentemente el Logos, proclamado teológicamente por el Prólogo del evangelio de san Juan
sobre el que los masones prestan juramento; lo que Robert Amadou formula más adelante en su texto.
17
Robert Amadou, La Tradition maçonnique, págs. 92-93.
18
Cf. 1 Corintios 3, 10-11.
9
Para delimitar más de cerca la cuestión de la francmasonería, he aquí la definición que de ella
ofrece, Robert Amadou, (en el segundo apartado: «¿Qué es la francmasonería? » de los
Preliminares de la IIIª parte):
«La francmasonería es una cofradía iniciática cuyos orígenes históricos, los límites
inamovibles y el simbolismo metódico se tienen en la tradición medieval de oficios de
la construcción y la constituyen en orden de sociedad, en nombre y a la gloria del
Gran Arquitecto del Universo que es Dios y que revela su voluntad en la letra de las
Santas Escrituras, en la naturaleza y en el corazón del hombre. »19
Un poco más adelante (en el apartado siguiente: «¿Cómo convertirse en francmasón? »),
leemos:
«El G.A.D.U (...) es el nombre simbólico de Dios, que declara a la vez su existencia y
su lugar en la francmasonería. (...) El G.A.D.U. es el símbolo de un ser, de una
persona, de un valor. Este triple simbolismo responde a la triple exigencia de la
francmasonería: tradicionalista, iniciática y existencialista.
«El discurso de la francmasonería sobre Dios (...) es (...), en síntesis, un discurso de
vida correspondiente al Dios viviente que un símbolo –el del G.A.D.U.- designa lo
mejor posible. »20
«Dios viviente»: he aquí una noción que solo puede suscitar sarcasmo y desprecio en los
guenonianos, y, más generalmente, en los metafísicos (hablo por experiencia); ellos, para
quienes la existencia, la vida, no son más que degradaciones del ser – toda la tradición judía y
cristiana se inscribe en su contra.
Y por último, siempre en la misma obra (en la IIIª parte, sección II: «Iniciación, el Gran
Arquitecto... una persona»), esto, que es de importancia capital, no solamente para la
continuación de mi exposición, sino sobre todo para la comprensión misma del fenómeno
iniciático:
Y, más adelante:
19
Op. cit., p. 182.
20
Op. cit., p.p. 182-183.
21
Esta formulación me incomoda un poco. Yo preferiría: «la segunda persona de la Trinidad según la fe
cristiana» o «según la revelación cristiana».
22
Cf. Mateo 4, 5; Lucas 4, 9.
23
Cf. mi presentación y traducción en el nº 7, 2ª serie (2º semestre 1983) de los Travaux de la Loge Nationale de
recherches Villard de Honnecourt de la Gran Logia Nacional Francesa, págs. 31-88.
24
Op. cit. págs. 185-186.
10
«El Gran Arquitecto es el Logos. En el sentido vetero-testamentario, en nada caduco:
comienzo, sabiduría; san Pablo identifica este Bereshit con Cristo a favor de los
Colosenses25, y de todos; el Gran arquitecto es pues, según el espíritu cristiano, la
palabra proveniente de la cruz, palabra de vida eterna y de redención, el Logos
joánico. »26
Palabras que no dejan lugar a equívoco, y de un inmenso alcance para la cuestión que nos
ocupa. Estamos ahí, como podéis comprobar, en las antípodas, a la vez, de las certezas
«negrieras» y de las dudas «bauerianas», y nos renovamos con las afirmaciones de la
instrucción para el Caballero Bienhechor de la Ciudad Santa.
*
* *
¿Cómo pues?, a propósito de una realidad supuestamente una por principio, la iniciación,
pueden haber tales variaciones, tales discordancias, tales antinomios ¿cómo puede ser
posible?
De estas desviaciones –no retrocedo ante el término- encuentro una primera explicación en
san Pablo, apóstol de los Gentiles, que precisamente ha tenido que afrontar pretensiones
bastante similares en los esoterizantes de su tiempo, quiero decir los gnósticos, fueran estos de
procedencia judía o de procedencia griega. Dicha explicación figura en la misma epístola a los
Colosenses a la que Robert Amadou hace alusión en el extracto citado anteriormente.
Estos son los pasajes. Hablando de su combate para que todos «conocieran el misterio de
Dios», a saber el Cristo, « [misterio] en el cual están escondidos todos los tesoros de
sabiduría y de conocimiento»27 - he aquí, ¡el esoterismo verdadero!- el apóstol enlaza:
«Mirad que no haya quien os haga su presa por medio de la filosofía y el vano engaño
según la tradición de los hombres, según los elementos del mundo y no según Cristo. Porque
en éste habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad. Con él estáis completos, siendo
él cabeza de todo principado y potestad.»28
Y más adelante:
«Que nadie, pues, os juzgue en lo que toca a la comida y la bebida, en asunto de fiestas o
novilunio o de sábados, que son sombra de lo futuro, mientras el cuerpo es de Cristo» -este
pasaje se encuentra en la instrucción de los C.B.C.S.- «Que ningún hombre os haga perder la
palma del combate complaciéndose en su humildad y culto de los ángeles, mientras que él se
pierde en falsas visiones y se hincha con un vano orgullo por sus pensamientos carnales» -
¡ya estamos de pleno!- «sin estar cogido a la cabeza, por la cual todo el cuerpo es servido y
ajustado por las coyunturas y ligámenes crece con el crecimiento de Dios.»29
25
Podemos remitirnos con provecho a la admirable teología de la creación proclamada en el capítulo 1º,
versículos 12 al 20, de la epístola a los Colosenses, particularmente: «...él es imagen del Dios invisible,
primogénito de toda criatura, porque en él fue creado todo en los cielos y sobre la tierra, las cosas visibles y las
invisibles (...) todo es creado por él y para él; y él es antes que las cosas todas y todo subsiste en él; y él es la
cabeza del cuerpo de la Iglesia; él es el comienzo (o principio), primogénito entre los muertos, etc.»
26
Op. cit., págs. 186-187.
27
Colosenses 2, 3.
28
Ibid. 2, 8-10.
29
Ibid. 2, 16-18.
11
Estos pensamientos carnales y orgullosos, son aquellos que inventan a base de distintas piezas
un absoluto del esoterismo, un «esoterismo en sí mismo», un esoterismo universal, a
propósito del cual, Antoine Faivre, en su pequeño libro citado anteriormente, escribe: «El
autor de estas líneas no ha comprendido todavía lo que sería un esoterismo universal»30. Ni
él, ni yo, ni nadie, pues es una pura petición de norma.
Y, más adelante:
«Y no creáis por esto, (...) que la Orden quiere alejaros de la Ciencia que os es
propia, la Orden no busca más que preservaros de aquella que es falsa. Pero aquel
que en sus investigaciones, tome su propia curiosidad por guía, y se abandone a
deseos codiciosos e indiscretos, se expondrá infaliblemente a desviarse de su
verdadero camino y a todos los males que deben seguir a ese funesto extravío.»32
30
Op. cit., pág. 7.
31
Ritual oficial del Gran Priorato de las Galias, Ordenes de los Caballeros Cristianos de Francia, Ceremonia
de armamento, pág. 132; Ritual de Armamento de los Caballeros del G.P.D.H. traducción castellana, pág. 91.
32
Ibid. G.P.D.G. pág. 135 / G.P.D.H. pág. 97.
12
tinieblas, sus terafim33 y sus éfods34 no sirven más que a oráculos tan falsos como
ellos mismos. Parecidos a los magos de Egipto, tiran sus varas de madera y se
convierten en serpientes. Pero éstas son devoradas por la de Moisés para desengañar
a aquellos que son testigos de esos prodigios (Éxodo 7, 10-13) y, al igual que el
Faraón, sus corazones se endurecen.»35
Lo que se aplica aquí a los ritos de tendencia mágica, alquímica, u ocultista, que eran en el
siglo XVIII un verdadero peligro –pero ¿han dejado de serlo?- se aplica también, tanto más, a
aquellos que pretenden procurar falsas luces, una sabiduría desviada.
Y así, todavía una vez más nos lo enseña el apóstol Pablo: «Y no es extraño; porque el mismo
Satanás se transforma en ángel de luz. »36
*
* *
Ahora que ha sido identificado y descrito el laberinto, y desenmascarado cuál Minotauro tiene
encerrado, conviene tender nuestro hilo de Ariadna. Hay que tenderlo entre dos puntos de
anclaje: el hombre actual, y el hombre original, o primitivo, o incluso primigenio.
Este hilo –como esos frágiles puentes de cuerda que, en tantas regiones del mundo, desde
Asia hasta América latina e incluso Irlanda, son echados por encima de los precipicios, y que
para atravesarlos hace falta sangre fría y un corazón valiente; este hilo, digo, va a permitirnos
franquear otro abismo, aquel que separa nuestro hoy –podemos, como el poeta, ¿hablar de
«nuestro bello hoy»? –del principio de las cosas. Y este hilo, ¿a quién se lo debemos? Sin
ningún tipo de sorpresa, a aquel que no estoy lejos de considerar como el más grande
pensador masónico de todos los tiempos: Jean-Baptiste Willermoz.
Va pues a seros presentada toda una batería de textos fundamentales, que son, en sentido
propio, textos doctrinales. Se encuentra efectivamente en ellos enunciada, resumida o bien
desarrollada, toda la doctrina que la Masonería cristiana, y en éste caso del Régimen Escocés
Rectificado. Ella enseña, de una manera no intelectual, o mejor dicho, no exclusivamente
intelectual, pues es una doctrina ciertamente a comprender, pero sobre todo es una doctrina
para vivirla37.
33
Pequeñas estatuillas que servían para la adivinación. Cuando Jacob se escapó de casa de su suegro Labán, su
esposa Raquel sustrajo los terafim de su padre (Génesis 31, 19).
34
Pectoral del sumo sacerdote del templo de Jerusalén, por el que, de acuerdo a una tradición judía, le servía de
oráculo.
35
Ibid. G.P.D.G. pág. 136 / G.P.D.H. pág. 97.
36
2 Corintios 11, 14.
37
Los masones, en su gran mayoría, se alarman ante este término de doctrina. Por parte de los tenientes de la
masonería a-dogmática, esto se comprende; pero para los masones rectificados, cuando cada uno de ellos «[ha
jurado] ser fiel a la santa religión cristiana», pues la religión cristiana, que yo sepa, tiene doctrina. Es de simple
lógica que la masonería cristiana comporte también una, que con toda seguridad ha de ser la misma. ¡Pues no!; el
término siempre sorprende. Guardo el recuerdo divertido de este eminente masón y no menos eminente
universitario proponiendo sustituir este vocablo “malsonante” por la expresión, ciertamente inofensiva, pero
incomprensible, de ¡corpus referencial!.
13
Algunas palabras, a modo de entremés, para facilitar el acceso. Vosotros veréis que la
iniciación no es, contrariamente a lo que con presuntuosidad es proclamado por algunos,
según su orgullo carnal, una realidad absoluta e incondicionada, que subsiste en sí y por sí.
La iniciación es un fenómeno circunstancial –de ahí mi expresión de fenómeno iniciático; es
un fenómeno triplemente relativo: relativo en relación a Dios, relativo en relación al hombre,
y relativo en relación a la historia.
Sobre estos dos artículos, os remito a la primera cuestión sometida a la meditación del
candidato en la cámara de preparación:
«¿Cuál es vuestra creencia sobre la existencia de un Dios Creador y Principio único
de todas las cosas; sobre la Providencia y sobre la inmortalidad del alma; y que
pensáis de la religión cristiana)»39
Si se pregunta de este modo al candidato sobre su creencia –no sobre su fe-, no es con vistas a
librarle un certificado de confesión. Es porque estos puntos son los elementos fundadores de
la iniciación, que si el candidato no cree, la iniciación no tendrá efectos para él. Es
precisamente esto lo que significa esta frase de la Regla masónica: «El Evangelio es la base
de nuestras obligaciones; si no creyeras en él, dejarías de ser masón.»40
3) a.- Este hombre, al que la iniciación es relativa esta inscrito en la historia; o mejor aún
en una meta-historia. La iniciación es apropiada, ajustada por Dios-Providencia a la
historia metafísica, o más precisamente, ontológica del hombre, historia que sintetizan
los términos de caída, de reparación de la caída, y de restauración o reintegración.
38
Esta ceremonia ha sido transpuesta por mis desvelos, mutatis mutandis, en la ceremonia, al uso en el seno del
Gran Priorato de las Galias para la consagración de un templo masónico.
39
Ritual oficial del Gran Priorato de las Galias, Ordenes de los Francmasones Cristianos de Francia,
Directorio Nacional de las Logias Rectificadas, Rito Escocés Rectificado, Ritual del Grado de Aprendiz
(Editions du Simorgh, 2004), p. 90. Mismo Ritual del G.P.D.H., pág. 20.
40
Ibid. G.P.D.G. pág. 81. / G.P.D.H. pág. 126.
14
b.- Y esta historia es también Historia Santa. En efecto, la historia en la que se
inscribe la iniciación es la de las acciones divinas, las mirabilia –es la definición
misma de la Historia Santa- por la que la Providencia da, hace tomar a la iniciación las
formas diversas que exige su adecuación exacta a los estados sucesivos del hombre.
Esta adecuación es en permanencia pensada, querida y realizada por la Providencia. La
iniciación, en último análisis, no es otra cosa –pero esta otra cosa es el todo- que los
socorros divinos poderosos y eficaces concedidos al hombre por la clemencia del
Creador; el todo constituyendo un proceso dinámico, en el que Dios y el hombre
cooperan en sinergia para la gloria de Dios – gloria de Dios consistente en el bien del
hombre.
41
Esta exposición está constituida por el trabajo que data de enero de 1998 mencionado en el Prólogo, muy
ligeramente enmendado.
15
S E G U N D A P A R T E
GENEALOGÍA DE LA INICIACIÓN
PREÁMBULO
Cronología Santa
Durante largo tiempo, y todavía hasta mitad del siglo XIX, las Biblias cristianas eran todas
surgidas de una Cronología Santa que enumeraba los acontecimientos constitutivos de la
Historia Santa, desde la creación del mundo hasta Cristo. El detalle de esta cronología era
tan minucioso que figuraban indicados, no solamente los años, si no también los meses, los
días, incluso las horas de los acontecimientos allí relacionados, siendo comprendidas estas
nociones temporales literalmente en lugar de serlo simbólicamente como lo son hoy en día.
Así ofrecía, por ejemplo, una efeméride precisa de ésta primera Semana Santa que
constituyeron los siete días del Génesis. Manera de hacer que por otra parte no era
particular de los cristianos, puesto que la tenían en común con los judíos, cuya liturgia, en
particular la del Templo, tenía por fundamento una cronología similar, igualmente detallada.
Esta comenzaba pues con la Creación, que fechaba en 4.000 años antes del nacimiento de
Cristo. No hay que ver en otra parte el origen del cómputo masónico. Cuando nuestros
padres, los primeros francmasones, como buenos cristianos que eran, convinieron de hablar
del «Año de la Verdadera Luz de 5778», por ejemplo, o «5782», hacían referencia a la
primera manifestación del Verbo en el mundo en tanto que Verbo Creador. Y cuando
utilizaban la expresión «Anno Domini 1778» o «1782», o bien «En el año de gracia de 1778»
o «1782», hacían referencia a su segunda manifestación en tanto que Verbo Encarnado. Pero
siempre es el mismo Verbo que se manifiesta, él que se ha proclamado a sí mismo como la
Verdadera Luz del mundo.
De hecho, las manifestaciones del Verbo en el mundo son, o mejor aún serán, en número de
tres: la primera en el origen de los tiempos, con la Creación; la segunda en mitad de los
tiempos, con la Encarnación; la tercera y última al final de los tiempos, con el retorno de
Cristo en su Gloria, la Parusía.
El cómputo masónico hace pues referencia indudablemente a Cristo, al Verbo. Sin embargo,
hay que creer que una cierta incomprensión empezaría a manifestarse a principios del siglo
XIX, para que Willermoz viera la necesidad de fechar así un correo oficial relativo a la
«rectificación» de la logia El Centro de los Amigos: «El año masónico de 5808 y de la
Verdadera Luz de 1808». Por nuestra parte hemos propuesto a las Logias rectificadas una
fórmula equivalente: «El año de la Verdadera Luz de 1998, en modo masónico de 5998». Es
ciertamente la que conviene más a hoy en día en que ya no creemos que el origen del mundo
se remonte a 4.000 años antes de nuestra era y donde la adición de estos 4.000 años no
significa nada para nadie, sea cristiano o no.
16
Edades del mundo
La cronología de la que hablamos no solamente fechaba los acontecimientos, sino que los
reagrupaba en una serie de conjuntos coherentes llamados «edades». Estas edades del
mundo eran en número de siete – como los siete días del Génesis.
Tal es el marco en el que todos estaban de acuerdo, e incluyendo a los eruditos de Port-
Royal, traductores de la magistral Biblia dicha de Lemaistre de Sacy, de nombre de su
principal artífice. Él es también quien constituye la trama del Discurso sobre la historia
universal de Bossuet, como también la de las reflexiones apologéticas de Pascal en sus
Pensamientos. Bien raros eran aquellos, que como Richard Simon, elevaban objeciones, casi
unánimemente rechazadas como incongruentes.
Es pues en este marco que se inscribe la historia tal como las instrucciones del Régimen
rectificado la relatan. La historia de la iniciación, en razón del carácter propio de esta
última, es indisociable de la Historia Santa, que no es otra que la historia de la acción de la
Providencia en el mundo. La iniciación, en efecto, es uno de los instrumentos de la
Providencia; hemos desarrollado este punto anteriormente.
La Historia Santa figura por consecuencia en filigrana en los rituales, ritmada por estas
«edades del mundo» a las cuales hacen alusión en diferentes sitios. Para un cristiano del
siglo XVIII, medianamente cultivado, estas cosas caían por su propio peso. No sucede igual
actualmente, en las que éstas ha caído totalmente en el olvido. Y esto forma parte de estos
elementos, en ocasiones secundarios pero no siempre, de nuestros rituales, que por su
desconocimiento, ya no comprendemos.
Voy a proceder pues en dos tiempos. En primer lugar, reconstituiré esta Cronología Santa
con sus siete edades del mundo de las que voy a dibujar el panorama. Y puesto que la Biblia
de Lemaistre de Sacy, sin duda la más bella que haya existido en lengua francesa y a buen
seguro la más popular, era la que Willermoz utilizaba –como prueba el hecho que casi todas
las citaciones de las Escrituras que comportan nuestros textos son extraídas de esta
traducción, bastante alejada de las versiones modernas en las que estas citaciones son en
ocasiones imposibles de localizar, por la divergencia de sus formulaciones- me apoyaré pues
en esta Biblia de la que tengo la suerte de poseer un ejemplar de la edición de 1714.
A continuación, en el interior de este marco así dibujado, volveré a situar la historia de la
iniciación o más bien, como ya lo he titulado, la Genealogía de la iniciación, esto a fin de
poner de relieve el hecho que las diferentes formas asumidas por la iniciación en el curso de
su evolución no se suceden, sino que son salidas unas de otras, son engendradas la una por
la otra, en el corazón de esta Historia Santa en las que la iniciación es uno de los hilos
conductores.
*
* *
Para este trabajo, he adoptado un método bastante particular. La sustancia de la exposición
estará constituida por dos tipos de documentos:
1) por los textos doctrinales sacados de diversas exposiciones o instrucciones del
Régimen rectificado, todos ellos de la pluma de Willermoz, a excepción de dos que
son debidos, uno a Saint-Martin y el otro a Joseph de Maîstre.
2) de los esquemas que ilustran de la manera más legible posible:
- esta Cronología Santa o Historia Santa;
- la inserción en su seno de la genealogía de la iniciación.
17
En última instancia, la simple lectura de estos textos podría y debería bastar. Sin embargo,
para facilitaros la tarea, me limitaré a hacer, además de los esquemas, que son su traducción
gráfica, un comentario cursivo y sucinto, reducido a puntos esenciales, casi exclusivamente
constituido por citaciones.
Luego, en este trabajo, casi nada es mío, salvo su concepción que ha sido la de enmarcar,
recoger, articular y organizar lo que se encuentra esparcido entre las enseñanzas de
Willermoz, de quien no soy otra cosa, que su porta-pluma, o el portavoz.
N.B.:
18
TEXTOS DOCTRINALES
A parte de las dos citaciones de Saint-Martin y Joseph de Maîstre, indicadas por una mención
entre paréntesis, todas las otras son de Willermoz.
Y desde entonces, nada de más conforme a todas las verdades (...) que el uso de las
iniciaciones en todos los pueblos, nada de más análogo a la situación y esperanza del hombre
que la fuente de la que descienden estas iniciaciones, y que el objeto que éstas han debido
proponerse en todas partes, es el de anular la distancia que se encuentra entre la luz y el
hombre, o de aproximarlo a su Principio restableciéndolo al mismo estado que era el suyo en
un principio (Saint-Martin).
*****
Esta primera iniciación, fundada en la degradación del hombre y exigida por la naturaleza
misma, fue el modelo y la regla de aquella que establecieron los antiguos Sabios. La Ciencia
de la que eran depositarios siendo de un orden superior a los conocimientos naturales, no
podían desvelarla al hombre profano sino después de haberlo fortalecido en las vías de la
inteligencia y la virtud. Es en este deseo que sometieron a sus discípulos a pruebas rigurosas,
y que se aseguraron de su constancia y su amor por la verdad, ofreciendo a su inteligencia
jeroglíficos o emblemas difíciles de comprender. He aquí lo que se ha querido figuraros en
los grados de la Masonería por los trabajos alegóricos que se ha exigido de vos (...)
Esta doctrina ha sido siempre la base de las iniciaciones, los Sabios, que estaban
perfectamente instruidos de ello, tuvieron sumo cuidado en enseñarla a sus discípulos, como
podemos convencernos por la multitud de lustraciones y purificaciones de todo género que
exigían de los iniciados; y solo después de haberlos preparado de este modo les descubrían
la única ruta que puede conducir al hombre a su estado primitivo y restablecerlo en los
derechos perdidos. He aquí el verdadero, el único objetivo de las iniciaciones (...)
Esto es lo que debíamos deciros sobre los derechos primitivos del hombre, y sobre su
degradación que lo hace indigno hoy de aproximarse al santuario de la Verdad.
*****
19
evidencia, al igual que conocía al Principio Creador Universal y a todas las criaturas que
son emanadas de él.
Era del mismo centro de luz y de verdad que extraía la acción, la vida y la inteligencia (...) y
que gozaba de una ciencia sin límites.
*****
*****
Resulta evidente que esta ciencia inefable no podía convenir al hombre después de su crimen
(...). Es por ello que la iniciación y sus misterios, al estar forzosamente en relación con el
hombre en privación, fuera tan distinta de la ciencia primitiva; pues se reducía a instruir a
los discípulos sobre el estado glorioso de pureza espiritual divina que había sido atributo del
hombre, y a enseñarle que era por los actos impíos y tenebrosos de su voluntad que había
caído de aquel primer esplendor, y que el universo había experimentado las más horribles
revoluciones por ello. Por esto los primeros pasos del iniciado se hacen en el duelo y las
lágrimas, expuesto a todo el rigor de los elementos.
Esta es (...) la diferencia extrema que se halla entre la ciencia de la iniciación y la ciencia
primitiva del hombre.
Esto es lo que los Sabios trazaban a sus discípulos con el ceremonial y los emblemas de la
iniciación.
******
El principal objeto de la iniciación fue siempre el de instruir a los hombres sobre los
misterios de la religión y la ciencia primitiva, y de preservarlos del abandono total que
hacían de sus facultades espirituales a favor de las influencias de los seres corporales e
inferiores.
Las iniciaciones debían pues ser el refugio de la verdad, puesto que podía formar templos en
el corazón de aquellos que sabían apreciarla y rendirle homenaje.
20
INICIACIÓN MASÓNICA Y CIENCIA DEL HOMBRE
*****
La ciencia masónica, (...) para ser verdadera, ha debido existir en todos los tiempos, bajo
diversas formas y denominaciones.
*****
*****
La Masonería fundamental tiene un objetivo universal, que la moral por sí sola no podría
cumplir (...) Su objetivo es el de iluminar al hombre sobre su naturaleza, su origen y su
destino.
*****
*****
*****
21
OBJETIVO DEL CRISTIANISMO Y OBJETO DE LA INICIACIÓN MASÓNICA
Si las lecciones que la Orden te dirige para facilitarte el camino de la verdad y la felicidad se
graban profundamente en tu alma (...); si las máximas saludables que marcarán por así
decirlo cada paso que hagas en la carrera masónica, se convierten en tus propios principios
y la regla invariable de tus acciones; ¡oh Hermano mío! (...) cumplirás tu sublime destino,
recobrarás esta semejanza divina que fue atributo del hombre en su estado de inocencia, que
es el objetivo del cristianismo y del que la iniciación masónica hace su objeto principal.
* *
No resulta tampoco superfluo comparar estos textos citados con los dos siguientes de la
Introducción que figuran en la cabecera de la edición anteriormente mencionada de la Biblia
de Sacy:
«Cada uno encuentra (= en las Escrituras) los títulos originales de su nacimiento, la nobleza
de su origen, en la creación del primer hombre, salido de manos de Dios mismo; y la bajeza
con la que ha ido en contra de una extracción tan relevante, en la vergonzosa prevaricación
de sus padres.
Descubrimos en esta caída funesta de Adán (...) la causa de este exceso de miseria en la que
nace el hombre, la más perfecta de las criaturas que están sobre la tierra, y al mismo tiempo
la más miserable.»
22
E S Q U E M A S
ESQUEMA “A”
23
ESQUEMA “B”
CRONOLOGÍA SAGRADA
24
Estas siete edades están situadas cada una de ellas bajo la égida de un personaje
eminentemente representativo de una alianza, la cual es signo de reconciliación
de Dios con el hombre.
1) Edad adánica;
2) Edad noaquita;
3) Edad abrahamita42;
4) Edad mosaica;
5) Edad salomónica;
6) Edad zoorobabélica;
7) Edad cristiana.
42
«Abrahamita», es decir relacionada con la persona de Abraham, y no «abrahamica», que ha tomado, bajo el
Islam, un sentido derivado (las religiones abrahamicas).
25
LAS SIETE EDADES DEL MUNDO
2) SEGUNDA EDAD: del fin del diluvio a la vocación de Abraham 426 años
(1657-2083)
Edad noaquita
Fin del diluvio, alianza con Noé.
Torre de Babel: «En época de la división de los pueblos, Phaleg, descendiente de Noé
estableció la iniciación y formó la primera logia».
Edad cristiana
«Esta iniciación y este Templo debían ser reformados y perfeccionados, y lo fueron
por Aquél que había sido anunciado desde el principio. Los apóstoles recibieron la
iniciación perfecta del Verbo mismo, y su misión fue llevarla a todas las partes del
Universo.»
26
ESQUEMA “C”
27
ESQUEMA “D”
28
COMENTARIOS A LOS ESQUEMAS
ESQUEMA “A”
EL HOMBRE Y LA INICIACIÓN
I. Estado pasado:
El hombre estaba entonces en su estado primitivo glorioso de pureza espiritual divina;
Estaba en el centro de la luz y la verdad.
* Sobreviene la caída:
por un acto impío y tenebroso de su libre voluntad,
el hombre es descendido a una región opuesta a la luz,
el mismo es quien se exilia del centro de pureza y felicidad.
De donde:
1. muerte intelectual:
- El hombre está en privación, es decir cortado de Dios;
- ha dejado de actuar en unidad con Dios y conforme a sus leyes;
- se encuentra en la privación de toda reacción espiritual divina inmediata, no
pudiendo ya leer en el pensamiento del Creador ni en ningún otro agente
espiritual; así, de activo y pensante que era por naturaleza [pasa a ser] pasivo.
2. muerte corporal:
la forma gloriosa, impasible, incorruptible que era la suya en origen es cambiada en
un cuerpo material corruptible.
> Por ello, adquiere una doble naturaleza,
cuya junción es un fenómeno monstruoso, y vergonzoso para él (vergonzoso debido a
su prevaricación):
43
Emanación: en la lengua clásica, sinónimo de «dependencia de una causa, de un poder superior». Ejemp.: «El
alma razonable es una emanación de la Divinidad» (Diccionario de Furetiere, 1694.) Nada que ver con el
emanantismo, herejía gnóstica.
44
En la lengua clásica, intelectual quiere decir siempre espiritual. En efecto, en la antropología entonces en
vigor, heredada de la escolástica, intelecto y espíritu son sinónimos. El sentido moderno de la palabra es
totalmente ignorado.
29
1. su primera naturaleza es la de hombre inteligente45,
imagen y semejanza del Creador,
que hace resplandecer la grandeza y nobleza de su origen.
> De donde sus tormentos horribles, los males terribles de los que es presa:
- como ser espiritual: la oposición violenta entre el poder de su voluntad y el poder de
la ley divina cuyo sello es para siempre imborrable sobre su ser espiritual;
Pero:
b) SEGUNDA ÉPOCA:
El hombre se entrega al arrepentimiento:
reconoce y confiesa su crimen,
y por esta pronta confesión se hace merecedor de consuelos y socorros poderosos que
transmite igualmente a su posteridad.
30
Este Reparador, es un ser Dios y divino:
- inmediatamente después del crimen del hombre, éste poderoso agente vino a
manifestar su acción victoriosa sobre los culpables en el templo universal (=el
universo creado),
o sea, que el origen de la iniciación data de la caída o mejor aún del
arrepentimiento que sucedió a la caída;
- su acción victoriosa la manifestó en el tiempo especialmente a favor de la
posteridad del hombre y para vergüenza de su enemigo uniendo su Divinidad a la
humanidad.
31
ESQUEMA “B”
LAS SIETE EDADES DEL MUNDO
N.B.
1) los nombres de los Patriarcas están ortografiados como en la Biblia de Sacy.
2) la duración de cada edad resulta de la suma, por ejemplo, de la duración de vida signada
por las Escrituras a cada Patriarca, y de otras duraciones temporales, siempre tomadas
literalmente.
No parece que estas duraciones tengan un valor numerológico. Cada uno puede hacer sus
investigaciones sobre esta cuestión.
32
ESQUEMA “C”
PANORAMA DE LA INICIACIÓN
Pero es una lucha y una conquista incesantes, a causa de la inclinación inveterada del
hombre por los abusos, la impiedad, la corrupción, en definitiva por la profanación:
Aquellos que están instruidos sobre la historia de las diversas iniciaciones saben que
no hay ninguna que haya subsistido mucho tiempo sin alterarse poco a poco, por el olvido de
sus verdaderos principios, y por la inclinación natural del hombre animal en regodearse en
las cosas materiales e inferiores. Tal fue la verdadera causa y el origen de la idolatría.
1) PRIMERA ETAPA:
En las primeras posteridades del hombre, estos hechos fueron enseñados sin misterio
ni alegoría.
La ciencia de la iniciación era enseñada directamente:
la iniciación no era simbólica, ni ceremonial.
Primera edad:
Aunque los hombres de la primera edad hubieran oscurecido su inteligencia por el
abuso mismo de los sublimes conocimientos que le eran propios, y que fue necesario un azote
(...) universal –el diluvio- para destruir este abuso (...) convertido en universal...
De donde:
2) SEGUNDA ETAPA:
Los Sabios se vieron forzados a recurrir a los emblemas misteriosos para propagar la
ciencia sin exponerla a la profanación,
y la verdad se convirtió en un misterio que solo podían revelar a aquellos de entre los
hombres que se mostraban dignos de ello.
33
Segunda parte de la segunda edad:
Phaleg, descendiente de Noé, estableció la iniciación [simbólica y ceremonial] y
formó la primera Logia, depositando en ella los principios de la verdad.
II. LA INICIACIÓN DEL TEMPLO establecida por Moisés y perfeccionada por Salomón
Cuatro etapas:
Cuarta edad:
1) PRIMERA ETAPA
Moisés (...) empezó a conocer la Ciencia con los Egípcios, pero iluminado por una
luz más pura, se elevó por encima de sus Maestros y les hizo conocer su superioridad.
46
Resulta patente la identidad completa del pensamiento de Willermoz con las enseñanzas del apóstol Pablo en
la epístola a los Romanos: «Revélase, en efecto, la ira de Dios desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de
los hombres que reprimen la verdad con la injusticia, porque lo conocido de Dios está de manifiesto en ellos,
porque Dios se lo reveló. Pues lo que de él es invisible, desde la fundación del mundo, su eterno poder y
divinidad, lo ve la mente por sus obras, a fin de que queden sin excusa; porque conociendo a Dios no lo
glorificaron ni le dieron gracias como a Dios, sino que se desvanecieron en sus discursos y se oscureció su
corazón incomprensivo. Afirmando que eran sabios se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios
incorruptible por la semejanza de una imagen corruptible de hombre y de aves, de cuadrúpedos y de reptiles»
(Romanos 1, 18-23)
34
Restableció la Ciencia entre los suyos, en su pureza original, pues la habían olvidado en su
larga cautividad en el pueblo corrompido. Fue en esta época que inició en diferentes grados
a los jefes de las tribus y las familias, (...) para que transmitieran a su vez lo que habían
recibido de él.
Quinta edad:
2) SEGUNDA ETAPA:
Por último SALOMÓN (...) recibió la plenitud de la ciencia y la sabiduría que había
deseado y pedido con tanto ardor.
Habiendo adquirido profundos conocimientos sobre la naturaleza, (él) los comunicó
por medio de la iniciación a obreros dignos de ejecutar los planos del Templo que debía
elevar.
Entonces la iniciación primera (...) estuvo en todo su esplendor en el Templo de la
Ciudad Santa bajo el rey Salomón.
En efecto, ésta iniciación no difería esencialmente de la iniciación primitiva; era la
misma ciencia y los mismos misterios originales, separados de todo lo que la ignorancia y la
perversidad de los hombres le habían añadido de impuro o extraño, y presentada bajo los
emblemas del Templo.
Esta iniciación fue superior a las precedentes: los símbolos eran reales y no
convencionales.
La Francmasonería proviene de esta iniciación del Templo y es a través de ella que conserva
las mayores relaciones con la iniciación primera.
3) TERCERA ETAPA:
a) Salomón deslumbrado por su poder y el esplendor de su trono, (...) perdió
totalmente de vista la Sabiduría que lo había elevado.
Los compañeros de sus trabajos, asustados por el abuso que hacía de su ciencia, se
alejaron completamente de su corte, y llevaron a otros lugares la iniciación del Templo de
Jerusalén, de donde se extendió a diferentes pueblos.
b) Casi todos los reyes que sucedieron a Salomón ignoraron esta ciencia o abusaron
de ella. Pero aún y así fue siempre conservada, especialmente en la raza de Judá; pues el
Templo de Salomón había sido destruido...
Sexta edad:
4) CUARTA ETAPA:
a) ...Zorobabel logró la reedificación y habiendo superado todos los obstáculos,
restableció la iniciación en Jerusalén.
35
ignorado al Restaurador universal de toda ciencia, que había venido a vivificarla al Centro, y
devolverla a su pureza original, a fin que, desde allí, se extendiera por todas partes y sobre
todos.
Séptima edad:
En ésta época (en los orígenes del cristianismo) existían sobre la tierra, como existen
todavía hoy, varias especies de iniciación; a saber, la iniciación primitiva, más o menos
corrompida o alterada en los diversos pueblos de Oriente; la iniciación de los Gentiles o de
los Egipcios, que no era más que un criminal y monstruoso abuso de la Ciencia; y finalmente
la iniciación del Templo, establecida por Moisés y perfeccionada por Salomón. Es la misma
que ha llegado hasta nosotros bajo el nombre de Francmasonería.
Luego:
Los trabajos simbólicos de los Masones (...) no son más que la figuración de un nuevo
orden de cosas, de una iniciación más perfecta, (lo que nos está) indicado por estas
palabras: Meliora Praesumo.
36
- unos, convertidos a la fe cristiana, participarán de la iniciación masónica cristiana
o iniciación del Nuevo Templo;
- los otros, no convertidos, transmitirán una iniciación masónica no cristiana (pero
auténtica);
-
b) deriva también, al retorno del exilio, una iniciación restablecida del Templo restaurado.
a) deriva en línea recta, por los apóstoles, judíos convertidos, la iniciación del Nuevo
Templo: la iniciación perfecta.
b) deriva también la iniciación subsistente del Antiguo Templo, la cual desaparecerá con
el aniquilamiento de éste.
37
ESQUEMA “D”
LA INICIACIÓN CRISTIANA PERFECTA
Religión que nosotros llamamos «cristiana», desde que el Verbo Preeterno se encarnó en la
persona de Jesucristo.
Religión que es de todos los tiempos y todos los lugares, puesto que «nadie no va al Padre si
no es por mí», como bien ha dicho Cristo47.
El Templo que construye la Francmasonería simbólica es la figura del Templo «no hecho de
la mano del hombre»48 que es el Cristo, cuyo Cuerpo místico es la Iglesia. La iniciación
simbólica figura la iniciación perfecta.
38
Esta iniciación es pues sacramental y eclesial.
Ella es absoluta: no está condicionada por el tiempo ni por el espacio.
Es efectiva, total y universal de origen a fin. La Iglesia en efecto no es otra cosa que toda la
humanidad restaurada en su gloria original, reconciliada con Dios, reunida con el Padre en el
Cristo por el Espíritu Santo.
La sola cosa que varia según el tiempo y lugar, son los grados de participación de los hombres
tomados individualmente (cuya colección constituye la humanidad) en esta restauración,
reconciliación y reunión.
Por el contrario, la iniciación simbólica (masónica), que figura la iniciación perfecta, prepara
y conduce, se desarrolla en el tiempo y el espacio, desde el origen de los tiempos hasta su
término final, tomando formas diversas.
La ciencia masónica ha pasado por los Caballeros del Temple como ciertos ríos
pasan por los grandes lagos sin perderse ni confundirse en absoluto, de donde vuelven
a salir reteniendo quizá en ellos ciertas cualidades y propiedades particulares del
lago que han atravesado.
Juntas, actúan a los lados de la Iglesia, en sinfonía con ella para alcanzar el acorde perfecto
final.
regeneradas por los tres sacramentos de la iniciación, permanezcamos firmemente unidos a nuestra vocación
cristiana./ Vacía de Satán, limpiada por el bautismo, adornada por el Espíritu,¡oh alma mía!, haz habitar en ti a
Cristo y guarda sus tesoros divinos» (en esta última enumeración, se reconocen claramente las referencias al
bautismo, precedido de los exorcismos, la unción por el santo crisma, y finalmente la eucaristía.
Por otra parte, en el plano de la teología mística, no podemos pasar por alto la famosa descripción de Dionisio el
Aeropagita de la iniciación teárquica con sus tres operaciones o etapas: purificación, iluminación, y perfección o
unión. Cf. mi conferencia Hiérarchies celestes et hiérarchies ecclésiastiques selon Denys l’Aréopagite [27 de
mayo 2000] pronunciada con ocasión del coloquio «Jerarquías y Tradiciones» y publicada en los Cahiers du
Groupe d’Etudes Spirituelles Comparées, nº 9 (Milán, Archè, 2001).
39
ascendente, como en la parte derecha del esquema A. El Alfa y el Omega, en efecto, como fue
revelado a san Juan50, es el Cristo, «principio y fin de todas las cosas.»
Su camino, gracias al paso por la resurrección gloriosa de Irma, que a la vez es el Cristo y el
hombre reconformado en Cristo51, lleva a la Nueva Jerusalén, (reunión de los «cielos nuevos»
y la «nueva tierra»)52. Lleva a la reintegración del hombre renovado, del Nuevo Hombre en
el Cordero sacrificado y triunfante (triunfante porque es sacrificado). Y este Nuevo Hombre
«llevará sobre su frente el nombre del Cordero»53), el cual es la Gloria del Eterno54.
JEAN-FRANÇOIS VAR
31 de enero de 1998
Fiesta de los tres santos Doctores Basilio el Grande, Juan Crisóstomo, Gregorio el Teólogo y
del bienaventurado obispo Jean de Saint-Denis
18 de de mayo de 2008
Fiesta de la Santísima Trinidad
50
Apocalipsis 1, 8; 23, 13.
51
Cf. mi trabajo: « Qui est Hiram ? » (edición privada).
52
Apocalipsis 21.
53
Ibid. 22, 4.
54
Ibid. 21, 23.
40
ANEXO
Prólogo
55
Estas pocas páginas antaño publicadas en los Travaux de la Loge Nationale de recherches Villard de
Honnecourt de la Gran Logia Nacional Francesa, nº X (1974), en época en que, en vida de Jean Baylot, las
columnas de esta revista fueron abiertas a Robert Amadou. Lo que no duró mucho.
41