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Introducción.

El elegido de los dioses

Galois un matemático con alta actividad política y social, que a pesar de morir muy joven (con apenas 20
años), su gran genio en el álgebra le puso en un lugar muy importante en la ciencia, es definitivamente
el arquitecto del Álgebra como Euclides lo es de la Geometría, ya que puso las bases del algebra
moderna como ahora la conocemos, con la importancia de la estructura algebraica (grupo, anillo,
módulo, álgebra, etc.), pero lamentablemente su trabajo no fue comprendido ni por los grandes
matemáticos de su época, pues sus ideas estaban más allá de lo que la humanidad entendía, pues sus
ideas se adelantaron a su época, lo que hizo que nunca gozó de la fama y respeto que merecía.

De entre todos los matemáticos que han existido, destaca la figura del francés Evariste Galois (1811-
1832), el matemático más precoz de la historia, quien pasó en la cárcel el último año de su vida,
detenido por sus ideas revolucionarias. Su trabajo ofreció las bases fundamentales para la teoría que
lleva su nombre, una rama principal del álgebra abstracta; fue uno de los fundadores del álgebra
moderna, revolucionó la matemática valorizando el uso de la noción de estructura. Nació en la localidad
de Bourg-la-Reine, y mientras aún era un adolescente, fue capaz de determinar la condición necesaria y
suficiente para que un polinomio sea resuelto por radicales, dando una solución a un problema que
había permanecido insoluble durante muchos años.

Murió en un duelo por una mujer, que tal vez fuera una intriga real para acabar con él, debido a sus
radicales posturas políticas en contra de la monarquía.

Galois era hijo de una familia de políticos y juristas, y fue educado por sus padres hasta los doce años,
momento en el que ingresó en el Louis-le-Grand, donde enseguida mostró unas extraordinarias
aptitudes para las matemáticas. Con sólo dieciséis años, interesado en hallar las condiciones necesarias
para definir si una ecuación algebraica era susceptible de ser resuelta por el método de los radicales,
empezó a esbozar lo que más adelante se conocería con el nombre genérico de «teoría de Galois».
Mediante dicho proceso, que en terminología actual equivale al de hallar el grupo de automorfismos de
un cuerpo, sentó las bases de la moderna teoría de grupos, una de las ramas más importantes del
álgebra. Galois intuyó que la solubilidad mediante radicales estaba sujeta a la solubilidad del grupo de
automorfismos relacionado

Encarcelado por sus ideales políticos, dos días antes de su muerte Galois fue liberado de la prisión.
Miembro activo de la oposición antimonárquica, se vio implicado en un duelo cuyas motivaciones aún
hoy permanecen confusas. Lo que queda para la historia es la noche anterior al evento. Previendo su
más que posible muerte en el lance, trabajó febrilmente en una especie de testamento científico que
dirigió a su amigo Auguste Chevalier. Evariste Galois estaba tan convencido de lo inmediato de su
muerte que pasó toda la noche escribiendo cartas a su amigo republicano y componiendo lo que se
convertiría en su testamento matemático. En estos últimos papeles describió someramente las
implicaciones del trabajo que había desarrollado en detalle y anotó una copia del manuscrito que había
remitido a la academia junto con otros artículos. El 30 de mayo de 1832, a primera hora de la mañana,
Galois recibió un disparo en el abdomen y murió al día siguiente a las diez (probablemente de
peritonitis) en el hospital de Cochin después de rehusar los servicios de un sacerdote. Sus últimas
palabras a su hermano Alfredo fueron: "¡No llores! Necesito todo mi coraje para morir a la edad de 20
años".

CAPITULO I. Reyes y matemáticos.

El hijo esperado de Napoleón Bonaparte, nació en 1811, y ese mismo año nació en Bourg-la-Reine,
Evariste Galois de Nicolas Gabriel Galois, no fue un hijo esperado con gran jubilo de la multitud como el
primero, pero era muy bien recibido por su familia.

En 1811 Imperio de Napoleón estaba en pleno auge sobre Europa, estaba en un punto crucial para el
desastre.

En 1823 Evariste Galois, después de haber sido cuidadosamente preparado por su madre, aprobó el
examen de ingreso al Louis-le-Grand y fue inscrito en la cuarta clase. También el odio y combatió a un
rey de los franceses

Después Galois se convertirá en republicano, y estará en contra de las ideas del imperio del rey actual.

CAPITULO II La rebelión en el Louis-Le-Grand.

Los estudiantes habían planeado una revuelta, pero habían sido descubiertos, los dirigentes, aquellos
que planeaban una revuelta y que eran los mejores estudiantes del Louis-Le-Grand, eran los principales
culpables de aquel movimiento. Se supone que los estudiantes iniciaron la revuelta por que se había
corrido el rumor que quería llevar de nuevo a los jesuitas dándole la escuela a la orden; además de que
la comida era mala; Esta era la principal razón por la cual estos alumnos estaban en contra de Louis-Le-
Grand, por lo que le fue explicado a Monsieur Berhot.

El Louis-Le-Grand estaba silencioso, los celadores que vigilaban las habitaciones donde dormían los
estudiantes intentaba oír alguna voz de conspiración. Por lo que todos aquellos directivos que no tenían
ninguna obligación en ese momento fueron citados por M. Berhot para que éste explicara el peligro en
el que se encontraba la escuela. Expuso los “terribles planes que tenían los alumnos de golpear a
celadores, y profesores supo “manejar” la situación y contar con el apoyo de cada uno de éstos; sin
embargo Monsieur de Guerle no se encontraba dentro de este grupo, él no apoyaba la idea de utilizar la
fuerza y el temor como una manera de controlarlos, argumentaba que los alumnos debían intervenir en
la administración de la escuela. Creía que utilizar esas vías de fuerza podría llevar a una rebelión futura.

Pero M. Berhot creía que era una total insignificancia el querer negociar con los rebeldes, pensaba que
mientras más se cedía ante los estudiantes, éstos exigían mucho más y eran más irrazonables y que eso
iba en contra de la ideología de la escuela, la cual se basaba en un funcionamiento de obediencia y
disciplina. A las cinco y media de la mañana y las campanas comenzaron a sonar. Evariste Galois
comenzó a vestirse; observando esos grandes ventanales por los cuales entra la luz deprimente del cielo
invernal. Después de ya estar arreglado, Galois se dirigió al aula de clase. La primera hora era un
momento agradable para Evariste; ya que podía complacerse con pensamientos y con cuadros mil veces
más reales que el mundo que lo rodeaba. Esos pensamientos con frecuencia lo conducían a sus padres y
a Bourgla-Reine. Él sólo quería estar lejos de Louis-le-Grand pero no podía odiarlo. Su padre le había
dicho “puedes odiar las ideas, pero no a los hombres que las representan. Aun cuando pudieras destruir
a esos hombres, no destruirías sus ideas.”

A las ocho, sonó de nuevo la campana. Monsieur Guyot entró en el aula. Ese día todos estaban serenos y
no jugaron ninguna broma a éste. Hoy los estudiantes se sometían dócilmente a todo ya que el pensar y
escribir en latín, era todo lo que distinguía a un francés bien educado.

Evariste al medio día vio el portón abierto y que por él entraba un carruaje, esta situación le resultó
inhabitual; cambió de ángulo de visión y vio un segundo y un tercer carruaje. Galois se observaba
distante de la clase sin siquiera saber de qué estaban hablando, lo que lo llevó a una sanción por parte
de su maestro.

Las lecciones finalizaron a las cuatro y media de la tarde, los estudiantes abandonaron el aula y fueron a
la sala de estudio donde los esperaba una colación. Debían hablar en murmullos ya que el profesor aún
estaba ahí, esperando la llegada de su celador. Esta ves no llegó el celador de siempre, aquel que los
espiaba de noche, informaba todas las veces que se violaba una regla por más mínima que fuera,
maltrataba y amenazaba a los alumnos; y entonces era bueno pensar “sí, sería un placer darle una
paliza”. Pero como narraba, esta vez llegó un celador distinto dejando a todos totalmente
desconcertados.

Alguien entró por la puerta, era el portero que tan sólo se fue llevando poco a poco a algunos discípulos
que ahí estaban presentes. Todos estaban sorprendidos y atemorizados. Sabían que algo malo e
inesperado había ocurrido; ya que eran exactamente los principales estudiantes que comenzarian la
rebelión.

Los pensamientos de Evariste comenzaron a vagar, esperaba que sonaran las campanas, para apagar las
velas y protegerse en la oscuridad del castigo, arrojando la responsabilidad sobre todos; pero las
campanas no sonaban. Evariste pensó “no sonarán las campanas, si París fuese incendiada hasta quedar
reducida a cenizas, las campanas del Louis-le-Grand sonarían como sonaron ayer y hace cien años. Su
silencio siembra confusión, su silencio quebrará el temor y obligará al sometimiento”.

Su ira fue en aumento, se puso de pie y lanzó un enorme diccionario contra la vela que ardía sobre la
mesa del celador, lo que dio pauta a una lluvia de diccionarios. Excitando la intervención del subdirector
Monsieur Gustave el cual comenzó a apaciguar a todos los alumnos explicando que había sido mentira
que la escuela se entregaría a los jesuitas y que todo lo que aquellos estudiantes les habían dicho había
sido una farsa. Razón por la cual los llevó a su expulsión del plantel –dando una explicación a los
carruajes, cada rechinamiento representaba una expulsión-. La voz del subdirector sonaba tan sincera y
tan real, tan llena de esas palabras que habían estado esperando escuchar todos esos alumnos, que los
hizo prometer de ahora en adelante lealtad para con el colegio.
En el Louis-le-Grand, se festejaba el día de San Carlomagno como todos los años. Fueron los mejores
estudiantes elegidos con anticipación, los cuales asistían a un banquete durante el cual los profesores y
estudiantes derramaban torrentes de oratoria latina y francesa.

Ése día no se asemejó a ningún otro en la historia del Louis-le-Grand; ciento quince estudiantes habían
sido ya previamente seleccionados, pero el día anterior cuarenta de ellos habían sido enviados a sus
casas.

Todo estaba en un silencio absoluto, solo se oía el ruido de las cucharas, los cuchillos y los tenedores
que chocaban contra los platos. El ambiente asfixiante creaba el silencio, El director tuvo la ocurrencia
de brindar por la salud del rey que en ese entonces era Luis XVIII; razón perfecta para una venganza
perfecta. Los estudiantes se miraron unos a otros, sabían qué se esperaba de ellos ya que no podían
negarse a beber por la salud del rey; pero ninguno de ellos estaba dispuesto a ser el primero que se
levantara así que ninguno se puso de pie. El director y los profesores se miraban horrorizados y
estupefactos. La derrota se había convertido en triunfo.

El silencio volvió al salón, pero ahora era un silencio diferente. El sentimiento de triunfo había
abandonado la mesa alta y descendida para ocupar su lugar entre los estudiantes. Ahora, el sentimiento
de humillación ocupaba su lugar entre los profesores. Y no fue hasta que se dio un brindis por Monsieur
de Guerle, cuando se presentó un súbito estallido de energía largo tiempo reprimido por parte de los
estudiantes. Todos enloquecieron mostrando su entusiasmo que llevaron a ala desesperación del
director, provocando amenazas por parte de éste y aun cuando sabían que deberían abandonar la
escuela, no serían vencidos.

El 16 de septiembre se anunció que el rey “había dejado de respirar”. Y después de la celebración de las
ceremonias, se dio pauta para el reinado de Carlos X, el último Borbón rey legítimo de Francia.

CAPITULO III Soy un Matemático

Algunos de los presentes recordaban un espectáculo muy distinto, unos veinte años antes. Se
representó no en Reims sino en la Catedral de Notre Dame de París. El mismo papa quien viajo desde
Roma para coronar al joven dios de la guerra. Y Napoleón no se prosternó ante el Santo Padre. ¡No! A su
Santidad ni siquiera se le permitió tocar la corona. Fue el propio Bonaparte quien aferró de Carlomagno
y con sus propias manos imperiales la colocó firmemente sobre su propia cabeza imperial.

Eran los años en que la vencida burguesía francesa comenzó de nuevo a levantar la cabeza y en que
acuño dos gritos de combate para su lucha contra los ultras. El primero, vive la charle, tuvo poco efecto.
El segundo grito de combate apresó la imaginación de Francia. A lo largo y lo ancho del país se repetía
una y otra vez con palabras variables:”abajo los jesuitas”, “abajo la congregación”, “abajo los curas
negros”. Un diario liberal filosofaba: “Será difícil explicar en nuestra época a nuestros hijos. La
controversia teológica está a la orden del día y sólo oímos hablar de monjes y jesuitas”.
Francia estaba gobernada por el rey, pero el rey era un títere en manos de los jesuitas. En la fiesta de la
Iglesia, en la celebración del Jubileo de 1826, las procesiones religiosas marcharon por las calles de París
y el rey apareció en todas ellas. En la última y más pomposa, se bendijo la piedra fundamental del
monumento del rey mártir Luis XVI. Siguieron rumores cada vez más extravagantes a través de
declaraciones orales y folletos impresos: que nadie podía obtener un cargo público a menos que fuese
jesuita; que los sacerdotes podían formar un cuerpo combatiente de mil hombres armados con dagas;
que el papa podía deponer a un soberano si deseaba hacerlo.

Los escaparates de las tiendas parisienses exhibían dibujos de sacerdotes con panzas prominentes y
rostros obscenos, o cuadros de delgados monjes ascético que quemaban los libros de Voltaire. El
espectro del jesuita real era llevado a dimensiones irreales hasta que llegó a arrojar una sombra de odio
y temor sobre toda Francia. Eran estos lo años en loa años en que Evariste Galois avanzaba paso a paso
hasta que llegó a la clase retórica. No olvido nunca que solo el hecho de que hubiera estado ausente del
banquete de San Carlomagno lo había salvado de la suerte de los ciento quince estudiantes expulsados.

Eran también estos los años en los que los maestros del Louis-le-Grand se quejaban de que el estudiante
Evariste Galois se mostraba soñoliento, falto de disciplina y ambición. En el otoño de 1826, Evariste
entró en la clase de retórica y contó en días la distancia que lo separaba de la libertad. Evariste entró en
el despacho del director, miró las facciones agudas del profesor y este dijo: Galois; He leído y discutido
el informe sobre usted. No es lo que todos esperábamos. A lo que el pensó “Ello se debe a que no me
agradas tú ni la escuela. Sabía que no me dejarías terminar este año de escuela, abstracción hecha de lo
que hiciera o cómo trabajara. Estas son las órdenes que recibiste de los curas negros”. Nosotros
pensamos que era muy joven para la clase retórica, y creo que llegamos a esa conclusión nosotros
teníamos la razón. Estamos seguros de que se sentirá mucho más feliz en la segunda clase, estar en la
división de un hombre excelente, Monsieur Girardin. Y a que lo único que nos preocupa es el bien de
nuestros estudiantes.

Evariste volvió a la segunda clase, a las viejas lecturas, el antiguo fastidio entre nuevos compañeros de
clase. Temiendo a la monótona repetición de un conocido plan de estudios, Evariste decidió por primera
vez estudiar matemática. Era una materia impopular entre los alumnos y las autoridades no la
consideraban lo bastante importante para hacerla obligatoria. Algunos estudiantes se reunían cuatro
horas por semana para estudiar geometría. Del libro Elements de géometrie del gran matemático Adrien
Marie Legendre Evariste leyó las primeras frases: El objeto de la ciencia de la geometría es la medición
del espacio. El espacio tiene tres dimensiones; longitud, anchura y altura.

Mientras leía página por página veía levantarse el edificio de la geometría con la sencillez y belleza de un
templo griego. Leyendo rápidamente, veía no sólo los teoremas particulares, sino su interrelación, la
arquitectura del conjunto, así como la magnificencia de la estructura de la geometría. Se sorprendió
anticipando y adivinando lo que luego seguiría. Pronto dejaron de existir para él el aula, sus alrededores,
sus camaradas, los maestros, los ruidos, los olores.

Con este libro fue llegado a los conocimientos del álgebra para comenzar a quebrarse la cabeza con
ecuaciones que cada día iban subiendo más de nivel.
Niels Henrik Abel, un Noruego de veintiún años de edad adquirió fama por resolver una ecuación de
quinto grado, poco después se dieron cuenta que ese razonamiento estaba equivocado y como todo
matemático interesado él siguió buscando la respuesta a esta ecuación, por lo cual se planteó una
pregunta que era si se podía llegar al resultado de la ecuación por medio de radicales, y en 1826 en una
revista se contestó dicha pregunta con esta respuesta una ecuación de quinto grado en general no es
soluble por radicales. Galois como era su costumbre trató de llegar a una verdadera conclusión dando se
cuenta que muchos de los intentos anteriores eran erróneos y se desmoronaban dando como resultado
un montón de signos sin sentido.

Galois, formuló uno de los más difíciles problemas de la matemática, uno de los más grandes en álgebra.
Después de terminar sus estudios en la clase de retórica Evariste entró a la Escuela Politécnica.

Sus estudios en la Escuela Politécnica comenzaron con clases de geometría, y por primera ves por
decirlo así Galois se dedico a escuchar la clase ya que la manera de hablar de su profesor le parecía
interesante. Monsieur Richard dejaba una seria de problemas semanales que la mayoría de los alumnos
consideraba difíciles y que hasta los mejores alumnos algunas veces no lograban solucionarlos.

Evariste formuló los resultados a que había llegado sobre la solubilidad de las ecuaciones algebraicas.
Esto lo hizo en un manuscrito que envió a la Academia Francesa, un manuscrito que contenía algunas de
las más grandes ideas matemáticas del siglo.

Francia esperaba estallidos. Pero durante unos meses nada ocurrió. Francia era como un gran teatro
donde un público impaciente se apiña para ver una comedia y el telón no se alza. Quizá lo único que
ocurrió fue que una palabra nueva se añadió al diccionario parisiense.

En enero de 1825 el periódico Moniteur anunció que la coronación de Carlos X tendría lugar esa
primavera en Reims. En mayo se anunciaba gozosamente que el rey sería ungido con el antiguo óleo
sagrado que se había traído desde el cielo una paloma. En una escena el rey yació postrado en cojines,
mientras su apuesto rostro y pelo gris tocaban la alfombra en que Pisba el arzobispo. El representante
del Santo Padre pinchó la carne del rey con una aguja de oro a través de siete agujeros abiertos en las
ropas de Carlos. En otra circunstancia el rey se arrodilló ante el arzobispo, después de recibir el cetro en
la mano derecha y los símbolos de la justicia en la izquierda. Y el arzobispo ungió la cabeza del rey con el
santo óleo milagrosamente conservado para colocar luego la corona sobre ella.

Algunos de los presentes recordaban un espectáculo muy distinto, unos veinte años antes. Se
representó no en Reims sino en la Catedral de Notre Dame de París. El mismo papa quien viajo desde
Roma para coronar al joven dios de la guerra. Y Napoleón no se prosternó ante el Santo Padre. ¡No! A su
Santidad ni siquiera se le permitió tocar la corona. Fue el propio Bonaparte quien aferró de Carlomagno
y con sus propias manos imperiales la colocó firmemente sobre su propia cabeza imperial.

Eran los años en que la vencida burguesía francesa comenzó de nuevo a levantar la cabeza y en que
acuño dos gritos de combate para su lucha contra los ultras. El primero, vive la charle, tuvo poco efecto.
El segundo grito de combate apresó la imaginación de Francia. A lo largo y lo ancho del país se repetía
una y otra vez con palabras variables:”abajo los jesuitas”, “abajo la congregación”, “abajo los curas
negros”. Un diario liberal filosofaba: “Será difícil explicar en nuestra época a nuestros hijos. La
controversia teológica está a la orden del día y sólo oímos hablar de monjes y jesuitas”.

Francia estaba gobernada por el rey, pero el rey era un títere en manos de los jesuitas. Siguieron
rumores cada vez más extravagantes a través de declaraciones orales y folletos impresos: que nadie
podía obtener un cargo público a menos que fuese jesuita; que los sacerdotes podían formar un cuerpo
combatiente de mil hombres armados con dagas; que el papa podía deponer a un soberano si deseaba
hacerlo.

Los escaparates de las tiendas parisienses exhibían dibujos de sacerdotes con panzas prominentes y
rostros obscenos, o cuadros de delgados monjes ascético que quemaban los libros de Voltaire. El
espectro del jesuita real era llevado a dimensiones irreales hasta que llegó a arrojar una sombra de odio
y temor sobre toda Francia. Eran estos lo años en loa años en que Evariste Galois avanzaba paso a paso
hasta que llegó a la clase retórica. No olvido nunca que solo el hecho de que hubiera estado ausente del
banquete de San Carlomagno lo había salvado de la suerte de los ciento quince estudiantes expulsados.

También en esos años los maestros del Louis-le-Grand se quejaban de que el estudiante Evariste Galois
se mostraba soñoliento, falto de disciplina y ambición. En el otoño de 1826, Evariste entró en la clase de
retórica y contó en días la distancia que lo separaba de la libertad.

Evariste volvió a la segunda clase, a las viejas lecturas, el antiguo fastidio entre nuevos compañeros de
clase. Temiendo a la aburrida repetición de un conocido plan de estudios, Evariste decidió por primera
vez estudiar matemática. Era una materia impopular entre los alumnos y las autoridades no la
consideraban lo bastante importante para hacerla obligatoria. Algunos estudiantes se reunían cuatro
horas por semanas para estudiar geometría.

Mientras leía las páginas de este libro, veía levantarse el edificio de la geometría con la sencillez y
belleza de un templo griego. Leyendo rápidamente, veía no sólo los teoremas particulares, sino su
interrelación, la arquitectura del conjunto, así como la magnificencia de la estructura de la geometría. Se
sorprendió anticipando y adivinando lo que luego seguiría. Pronto dejaron de existir para él el aula, sus
alrededores, sus camaradas, los maestros, los ruidos, los olores.

Un día en su lectura se pregunto ¿Qué clase de número es π?; halló una demostración de que la razón
de la circunferencia con respecto al diámetro, y también el cuadrado de esta razón, son números
irracionales. Desde aquí la lectura comenzó a complicarse más ya que cada día se iba encontrando con
una mayor cantidad de símbolos los cuales tenía que conocer para poder entender.

Con este libro fue llegado a los conocimientos del álgebra para comenzar a el mundo que lo apasiono
tanto: Las matemáticas.

Galois, formuló uno de los más difíciles problemas de la matemática, uno de los más grandes en álgebra.
Después de terminar sus estudios en la clase de retórica Evariste entró a la Escuela Politécnica. Sus
estudios en la Escuela Politécnica comenzaron con clases de geometría.
Evariste Galois hizo su debut científico cuando aun era un estudiante del Louis-le-Grand. Su primera
monografía se publicó en los Annales de mathématiques de Monsieur Gergonne y su título fue:
Démonstration d´un théoréme sur les fractions continues périodiques.

Evariste formuló los resultados a que había llegado sobre la solubilidad de las ecuaciones algebraicas.
Esto lo hizo en un manuscrito que envió a la Academia Francesa, un manuscrito que contenía algunas de
las más grandes ideas matemáticas del siglo.

CAPITULO IV. Persecución

Galois se entera de una terrible noticia. Una carta de su padre que decia lo siguiente.

“Queridísimo hijo:

Esta es la última carta que recibirás de mí. No quiero que te desesperes ni me llores. Trata de que tu
vida sea normal y plena tan pronto como puedas. Te dejo una renta que te permitirá terminar tus
estudios.

A menudo uno piensa que el suicidio es un acto cobarde, una evasión a la que el hombre no tiene
derecho. Quizás eso sea cierto. Pero el peso de la vida se me ha vuelto insoportable. Cuando leas esta
carta piensa que estoy más allá de todo sufrimiento, nadie puede ahora hacerme daño, que con mi
muerte te protegeré mejor que lo que podría hacerlo en vida.

Y quizás este sea el único acto humano que no podía remediarse. Durante 17 años fui el alcalde de
nuestra ciudad, antes, durante y después de los cien días de Napoleón.

Los enemigos de la libertad intentaron alejarme del cargo pero fracasaron. Sentí que solo la tumba y la
tierra de mi ciudad podían protegerme cubriendo mi cuerpo muerto.

Pensé en abandonar la ciudad e ir a Paris, por cierto donde alquile un pequeño departamento. Al dar
este último paso pudo recuperar el respeto que habían sentido por mí y mi familia. Nadie se atreverá
entonces a reírse de tu madre o de ti.

Eres mi hijo mayor y siempre he estado orgulloso de ti. Algún día serás grande y famoso. Sé que eso
ocurrirá. Pero también se que el sufrimiento. La lucha y la desilusión te aguardan en el camino.

Serás un matemático. Pero hasta la matemática. La más noble y abstracta de las ciencias, tiene su
corona en el aire pero sus raíces se hunden en la tierra en que vivimos. La matemática te permitirá
evadirte de tus padecimientos y de los del prójimo. Lucha, querido hijo, mas valerosa y airosamente que
lo que yo lo hice; y ojala que oigas sonar durante tu vida las campanas de la libertad.”
Evariste Galois leyó la monografía de Niels Henrik Abel “journal für die reine und angewandte mathëtik:
prueba la imposibilidad, en general, de resolver ecuaciones algebraicas de grado más elevado que el
cuarto. Es sabido que generalmente pueden resolverse ecuaciones hasta el cuarto grado.

Pero, si no me equivoco no se ha dado ninguna contestación satisfactoria a esta pregunta: ¿Es posible,
en general, resolver ecuaciones algebraicas de un grado más alto? Terminándolo de leer parecía
extasiado con el tema y llego a la conclusión de:

Es imposible resolver algebraicamente una ecuación de quinto grado. De este teorema se sigue que es
imposible resolver una ecuación general de grado más elevado que el quinto. Por lo tanto, en el caso
general sólo las ecuaciones de hasta cuarto grado pueden resolverse algebraicamente.

Evariste quería conocer a Abel porque está sorprendido con la inteligencia de este señor. Pero recibió la
desagradable noticia de Monsieur Richard que Abel había sido asesinado a los veintisiete años en la
pobreza y con manuscrito perdido por Monsieur Cauchy maligna organización

Todo esto antes mencionado tenía una relación pero ¿Cuál? Si eran totalmente distintos, ocurrieron en
diferentes planos, en diferentes lugares y por ello están afectadas gentes diferentes. La relación era
que una organización social no reconoce al genio y favorece en cambio a la mediocridad servil.

Y la misma fuerza que mato a Abel envenenó la mente de Cauchy de modo tal que no dejo en él bondad
hacia el otro, ningún interés por otros seres humanos. Hay buenos y malos sacerdotes, del mismo
modo que hay buenos y malos matemáticos Cauchy es un hombre que escribe monografías cada cinco
minutos y no tiene tiempo para ninguna otra cosa.

CAPITULO V. En el Año de la Revolución

En febrero de 1830 Galois ingreso oficialmente a la Escuela Preparatoria. Para que lo admitieran hubo
1ero que obtener el titulo de Bachiller en Ciencia y aprobar luego un examen de ingreso. Logro ambas
cosas.

Su examinador de matemáticas, Monsieur Leroy, le dio 8 puntos de los 10 posibles. Monsieur Peclet, el
profesor de física, le dio una nota. Cuya nota no destinada nunca a la población, se cito como ejemplo
evidente de la estupidez humana y como un monumento a la ceguera y necedad de un profesor. Le
atraía la odiada atmósfera; los vínculos del odio pueden ser tan fuertes como los del amor y la devoción.
La escuela, la Academia, eran los campos de en que había sido humillado y a los que ahora tenia que
volver para seguir luchando. Su campo de batalla era Paris, la lucha se libraba por los derechos del
pueblo parisino, y de todo el mundo.

Había muerto Laplace, lastima que no vivió para ver sus esfuerzos, mientras los alumnos de la
Politécnica hacían sus labores rutinarias estos a la vez conspiraban.
M. LeRoy, anuncio a sus 20 alumnos que tenia algo interesante que decirles. Evariste que quizá el
profesor fuese human, después de todo, y que quizá deseaba hacer ahora una confesión de su fe
política. Pero dijo otra cosa, y eso fue que Sturm había enunciado un teorema de algebra. Lo cito pero
lamento que sus alumnos tuvieran que esperar la monografía para conocer la demostración. Fijo sus
ojos en aquel rostro y el sarcasmo de su voz fue leve. Pasó Galois al frente del pizarrón y escribió la
demostración. Algunos de sus compañeros lo veían con hostilidad y odio, pero más que odio eran celos.
Menos 2 entre ellos su primo Bernard y Auguste Chevalier, este ultimo tuvo una súbita inspiración: “¡Es
un genio!!Es la primare vez en mi vida que veo ante mi a un verdadero genio! El sabía que era un
privilegio el ser testigo del trabajo de un genio como Galois. Era lo que le habían enseñado el amor, su
filosofía de vida para ver las cosas con este sentimiento..

Galois noto que había una contradicción en la filosofía de Auguste: ¿Dónde estaba el amor por el débil
por el idiota y el enfermo, por el ser mas desdichado de este mundo? A lo que el chico contesto que
para estos habría caridad que brotara del amor. Galois se altero y molesto por este absurdo comentario,
el odiaba esa palabra ya que decía que hacia que el hombre pobre e infeliz dependiente de los buenos
impulsos del rico y mata la voluntad del pobre de luchar contra el rico. Reemplaza el sagrado deber del
estado por el capricho de los individuos. El decía que hasta la matemática, la más noble y abstracta de
todas las ciencias, tiene su corona en el aire pero sus raíces se hunden profundamente en la tierra que
vivimos. Ni siquiera la matemática te permitiría escapar a tus padecimientos ni a los de tu prójimo.
Murmuro después de terminado esto: Si supiera que un cadáver excitaría al pueblo a la rebelión le daría
el mío. El príncipe Polignac observo, que al pueblo solo le interesan 3 cosas: Trabajo, Pan barato e
Impuestos bajos, que en lo cual se equivocaba.

Galois se sentía fuerte. Antes su odio a la escuela había estado mezclado con miedo, este había
desaparecido convirtiéndose en odio nada más. Los profesores, maestros y hasta el mismo director, le
parecían pequeños e insignificantes: Pero el tenia tras de si la fuerza del pueblo. En una platica con el
director una noche antes de la manifestación de estudiantes y el pueblo parisino. Le dijo el director de la
Preparatoria que suponiendo que el tuviera éxito a la hora de sacar a los estudiantes de la institución
donde estarían seguros. Por absurdo que pareciera, si estallaba la revolución y morían algunos de sus
compañeros en la lucha ¿El como se sentiría? ¿No lo acosaría por el resto de su vida el pensamiento de
que por su culpa ellos murieron?. A lo que Galois contesto, ¡No Señor! No seria yo quien habría causado
su muerte sino por Francia y la libertad del pueblo.

La noche del 27 de Julio un industrial del Faubourg Saint-Marceau dijo a su amigo, un propietario del
National: “Ten cuidado con lo que haces. Si le das armas a los trabajadores, combatirán; si no les das
armas, robaran.” De nuevo se equivocaban con estos comentarios.

Es la sangre del pueblo la que corre en defensa de la libertad. Tenemos que unirnos a la lucha del
pueblo, El pueblo no le pidió al rey que le permitieran rebelarse. Pero ustedes le quieren preguntar a
Monsieur Guigniault si el nos permite rebelarnos. ¿No saben acaso que dirá? Si lo sabemos e insistimos
en preguntárselo somos hipócritas que buscamos...
En la escuela tenemos una tarea que esta por encima y más Allá del terreno movedizo de los sucesos
políticos. Debemos estudiar, debemos aprender nuestras materias para poder transmitirlo eficazmente
a la generación joven el conocimiento que nos ofrece nuestro legado. Este es el deber que nos
prometimos cumplir con Francia. Salir a las calles de Paris significa abandonar esa sagrada obligación.
Esas eran las palabras del director hacia sus estudiantes para así poder detener su apoyo con esta
revolución en las calles. Esa misma noche 2 generales llegaron de París a St. Cloud para ver a Carlos X. Le
dijeron al rey que su corona estaba en peligro y que aun podría conservarla si revocaba las ordenanzas.
El rey escucho graciosamente y, empuñando delicadamente un mondadientes, replico: Los parisienses
están en un estado de anarquía. La anarquía los pondrá necesariamente a mis pies. En esto de nuevo se
equivocaron.

Mientras Charras hablaba el comportamiento de los civiles y soldados cambio. Dio un discurso que los
hizo cambiar de parecer. El capitán parecía aliviado, sonrío. Le placía que Charras halla llevando esta
situación a un nivel distinto, así el no tuvo que optar por una opción fatal. El pueblo y los soldados
fraternizaron entre gritos de “Vive la charte!” “¡Viva nuestra bandera!” Los soldados ofrecieron sus
mosquetes, buenos mosquetes del ejército, al pueblo. Se había ganado otra batalla sin derramamiento
de sangre.

Monsieur Keyser, el 29 de Julio de 1830, a 12:05 pm, la rama mayor de los Borbones dejo de reinar
sobre Francia. En la tarde, los alumnos y maestros de la Escuela Preparatoria se reunieron en el Salón de
Actos. Esperaban la entrada de Monsieur Guigniault y su anuncio.

Este día vivirá por largo tiempo en la historia de todo el mundo civilizado. La tricolor, la bandera de
Francia, ondea sobre Paris. Ondea sobre el palacio del rey, ondea sobre Notre Dame, sobre todos esos
lugares cuyos nombres son tan caros al corazón de todo francés. Debemos no solo lucir esos colores;
debemos acariciar su imagen en nuestras mentes y alimentar por ellos amor en nuestros corazones.
Declaro la adhesión al gobierno provisional del general Lafayette, del general Gerard y del duque de
Choiseul. La Escuela Preparatoria la jerarquía a que justamente tiene derecho como la Escuela Normal
de Francia y haga revivir su prestigio e importancia pasados.

Este fue el final. Todo lo que le quedaba por hacer a Monsieur Guigniaault era esperar que los aplausos
se extinguieran para abandonar airosamente el salón.

El pueblo amaba a Lafayette. Creían que mientras el anciano general estuviera en la Municipalidad, el
futuro de Francia y la liberta y dignidad del hombre común estaban seguros en sus manos y que nadie
podía traicionarlas: En esto se equivocaba el pueblo Francés.

Ayer ganamos la Revolución. ¿Combatimos a Carlos X papa poner en su lugar al duque de Orleáns?
Luchamos para arrancar de raíz el árbol borbónico, y no para reemplazar una rama por otra.

En agosto, Carlos X rey de Francia, fue desterrado y Luis Felipe fue proclamado rey de los franceses.

CAPITULO VI. A Luís Felipe


Después de su expulsión de la Escuela Normal, Gladis Se incorporo a la tercera Bartería de la Guardia
nacional de Artillería, compró el colorido y costoso uniforme. La Guardia Nacional era la espada de la
burguesía. Nominalmente estaba abierta a todos, pero un sencillo recurso eliminaba a los pobres: todos
los miembros debía comprar los costosos uniformes de guardias, y hombres andrajosos no tenían dinero
para uniformes.

El 21 de Diciembre Galois y los otros artilleros estaban destacados en el cuadrilátero del Louvre. El plan
de los miembros republicanos de la Guardia de Artillería era sencillo. He aquí el Plan: La Guardia de
Artillería estaría destacada en el Louvre durante el último día de juicio. En los días de Julio el punto
culminante De la Revolución había sido la derrota de los suizos y el asalto al Louvre. Ahora, empero, aún
antes de que comenzara la lucha, el Louvre estaría en manos de los artilleros que, en su mayor parte,
estaban identificados con la casa del pueblo. Allí esperarían al pueblo, abrirían las puertas, le entregaría
el cañón y se unirían a su lucha.

Los alumnos de la Escuela Politécnica y los de otras escuelas salieron a la calle, esta vez con la bendición
de sus maestros. Conversaron con el pueblo, lo persuadieron y le repitieron las seguridades que les
había dado: que la libertad de preservaría.

Evariste Galois, ex estudiante de la Escuela Normal, dará un curso de algebra destinada a jóvenes
estudiantes que, sabedores de cuan incompleto es el estudio del algebra en nuestros colegios deseen
examinar esta rama de la materia más íntegramente. La marcha de la ciencia es menor regular:
progresa por una serie de combinaciones en las cuales el azar no desempeña el menor papel.

Ni siquiera fue bien comprendida la introducción. La mayor parte de los oyentes estaban asombrados
por el hecho de aquel muchacho de diecinueve años hablara con el aire de un gran científico, tan
seguro de si mismo, tan crítico de los demás; se preguntaban si era un loco o un genio. La semana
siguiente solo asistieron diez oyentes; la tercera semana, solo cuatro. Esa fue la última conferencia de
Galois.

Por insistencia de Chevalier, Evariste siguió el consejo de Poison y escribió una nueva monografía para la
Academia Francesa. Echó otra mirada a las once largas páginas “Me pregunto qué será de ustedes” se
dijo. Este pensamiento le pareció divertido y sonrió. Luego volvió a escribir el titulo y la introducción
copiando del borrador que tenía ante sí:

Sobre las Condiciones de solubilidad de ecuaciones por medio de radicales. Esta monografía es un
sumario de una obra que he tenido el honor de presentar a la Academia hace un año. Como esa obra no
fue comprendida y las proposiciones que contenían fueron indudablemente rechazadas me contentaré
con dar aquí en forma sintética los principios generales y solo una aplicación de mi teoría. Ruego a los
árbitros que lean por los menos estas pocas páginas con atención.

La distancia que separaba al pueblo de Francia del rey de los franceses aumentaba cada día: pronto el
gobierno de Luis Fernando no representaría ya ni siquiera a la pequeña burguesía. Pronto representaría
solo a los ricos y poderosos de Francia. Pronto el pueblo y la burguesía se uniría una vez más en una
victoriosa causa común. Y una vez más el pueblo sería engañado y traicionado.

En el año de 1831 Luis Felipe creía como había creído que Carlos X, como había creído Luis XVI, que el fin
de su reinado solo llegaría solo con la muerte…y que después de su muerte su hijo, y luego su nieto
ascenderían al trono y que la nueva línea de los Borbones reinaría por siempre sobre Francia. Había
pasado dos meses y medio desde que, por tercera vez, Galois había enviado su monografía a la a
Academia Francesa. Cuando inquirió del destino de su manuscrito, se le dijo que estaba siendo
estudiado por los árbitros, Messieurs Lacroix y Poisson.

Sonriendo orgullosa y amargamente, Evariste murmuró para sí mismo: “Hay solo un gran matemático
vivo en Francia y soy yo el único que sabe quién es”.

Diecinueve miembros de la disuelta Guardia Nacional de Artillería fueron arrestados y acusados de


conspirar contra Luis Felipe en Diciembre de 1830 durante los juicios a los ministros de Carlos X. Según
procureur, habían tratado de entregar un cañón a pueblo, provocar una revolución y derribar la
monarquía.

Galois se dirigió al Palacio de Justicia. Estaba rodeado por guardias municipales y las salas del palacio,
bajo las arcadas, estaban llenas de soldados de caballería. Evariste avanzó a través de líneas de
uniformes, a través de una multitud de obreros y estudiantes; tuvo que mostrar su pase una y otra vez
antes de entrar en la sala del tribunal, llena de gente en las que se veía a muchas hermosas mujeres
elegantemente vestidas. Ninguna de ellas advirtió a Evariste. Todas miraban con ojos brillantes a los
diecinueve héroes.

Se habían congregado aquéllos que más que nadie en Paris odiaban a Aquel Hombre. Si esos doscientos
hombres hubiesen sido quemados o envenenados, el movimiento republicano habría perdido sus
dirigentes y sus héroes.

Entonaron la Marsellesa, luego danzaron en torno de la columna de Vedome y repitieron con los dos
puños alzados: ¡A Luís Felipe! Nadie molesto a la multitud. Estaba n tan alegre y dichosa como si su
ademán mágico hubiera aniquilado toda la tiranía del mundo.

La policía lo supo todo: supo que discursos se pronunciaron, que brindis se ofrecieron; supo que la vida
del rey estaba amenazada y supo el nombre del republicano que lo había hecho. Supo quién abandonó
el banquete a modo de protesta y quién permaneció. Lo supo todo.

El magisterio firmó una orden de detención contra Galois. A la mañana siguiente llegaron los visitantes.
Un oficial y un agente de policía registraron el cuarto y llevaron a Evariste a la prefectura de Place
Dauphine. Los tres entraron en cuartito del gran edificio gris. El encargado bostezó y sin interrumpir la
limpieza de sus dientes, tomó la orden de manos del oficial y le entregó un recibo. Esta formalidad entre
dos hombres aburridos puso en movimiento puso en movimiento la poderosa maquinaria de la justicia
sobre Evariste Galois.
El oficial partió y el agente condujo a Galois a través del pasillo hasta una larga sala llena de guardias de
uniformes verdes y gorras negras, en que algunos escribientes escuchaban las declaraciones de los
detenidos. El agente empujo suavemente a Galois hacia la ventanilla. Ahora experimentaría todos los
pasos de un procedimiento del que a menudo había oído hablar a sus amigos republicanos.

El día siguiente se envió a Galois de la Prefectura de la Policía a la Prisión de Sainte-Pélagie. Con otros
once, lo pusieron frente al panier a salade. Este era el nombre que se les daban a los presos al carro que
los transportaba de un alojamiento a otro.

Dentro estaba oscuro. Una pálida luz entraba por la reja abierta en un costado del carro. A través de ella
Galois vio dos espadas uniformadas y algunos trocitos de caballo.

El carro llegó a Sainte-Pélagie. Se detuvo en la calle du Puitsdel-l’Ermite frente a la entrada de la prisión.


Entre dos gendarmes Evariste entro en la sala por un apequeña puerta situada a la izquierda del juez
que precedía la sesión. Todos los ojos se volvieron hacia Galois. Era la misma sala que en que cinco
meses atrás, había presenciado el juicio contra los diecinueve.

El acusado es inocente. Cuando el presidente anunció que el reo quedaba en libertad, Evariste se dirigió
hacia la mesa, recogió su puñal, lo cerró y se lo metió en su bolsillo. Luego hizo una reverencia al juez, se
volvió noventa grados, se inclinó ante el jurado y salió sin decir palabra.

CAPITULO VII. Sainte-Pélagie

Hacía cuarenta y dos años que el pueblo francés se había levantado en La Revolución con la toma de La
Bastilla. Los republicanos celebrarían ese hecho que marcó a Francia, era la primera vez que se
celebraría el aniversario de la Revolución. Los republicanos estaban eufóricos, sin embargo la guardía
temía que la euforía fuera contraproducente y que fuera la excusa perfecta para que el pueblo se
volviera a las armas de nuevo.

Galois y Duchâtelet, estaban al frente de cincuenta republicanos ese día. Ellos llevaban puesto el
uniforme de la desaparecida Guardia de la Artillería que había luchado el 21 de diciembre. El plan era ir
de los Champs Elysées a la Place de Grève, que era el camino que se había recorrido antes de la toma de
La Bastilla, y plantar árboles de la libertad, que era tan deseada; parecía tan cercana y a la vez tan lejana.
Este acto se celebraría justo después de la Segunda Revolución que había desterrado a Carlos X, pero
había traído al Duque de Orlèans.

Atravesaban el Pont Neuf, dónde los esperaba la guardia y la policía que observaba la formación con
indiferencia aparente, hasta que llegó al medio del puente, dónde Galois observó que la guardia
bloqueaba la salida al río. Finalmente, obligados a evadir por el otro lado a la policía que aminoraba su
marcha, su columna se hizo más angosta para poder pasar.

Finalmente, el que estaba al mando dio una orden y cuatro gendarmes atacaron dejando un espacio
entre Galois, Duchâtelet y su gente, de tal forma que los inmovilizaron, y los llevaron hacía su superior al
mando, mientras que el frente de la policía que se había quedado en calma, se fue de lleno contra la
columna republicana. Nadie puso resistencia.

Galois y Duchâtelet fueron arrestados. Y llevados a la prisión política de Sainte-Pélagie Galois sabía lo
que habría de esperar, pues lo recordaba de la primera vez. Entre sus pertenencias, Galois llevaba un
puñal. Al llevarlo preso, se sabía que tenía que compadecer ante un juez, era un derecho a todo preso.
Lo llevaron cerca de que se cumpliera el límite. También habían llevado a Duchâtelet, nada más que a él
lo habían llevado antes. Hicieron que Galois esperara su turno, mientras que Duchâtelet compadecía
ante el juez, culpado por dos delitos, por dibujar una pera que representaba a Luis Felipe con una
guillotina y por usar el uniforme prohibido de la Guardía de la Artillería. El primer delito era más grave
que el segundo, por lo mismo merecía prioridad, sin embargo el segundo no dependía de un juzgado, si
no de un juez, por lo cual éste podría efectuarse cuando se deseará.

Con Galois pasó lo mismo. Todavía quedaban recuerdos del acto donde había amenazado de forma
directa la vida de Luis Felipe. Por lo cual, el hecho de que llevará un puñal era amenazante, por qué
significaba la amenaza a la vida del rey. Aunque el puñal sólo era para defenderse de cualquiera que
pudiera atacarlos o insultarlos. Galois también fue encarcelado por usar el uniforme de la Artillería. En la
prisión, halla de nuevo a Raspail, quien se había de convertir en su protector durante su estadía en
Saint-Pélagie.

Durante ese tiempo, Raspail escribía muy a menudo a una amiga durante su estadía en prisión. En sus
cartas, a menudo hablaba de Galois.

Galois a menudo era molestado por sus compañeros debido a su falta de edad, aspecto delgado y
enfermizo, además de su condición de matemático. Era demasiado joven, por lo cual a menudo era
molestado. En la prisión se había instalado una cantina ilegal, en la cuál se juntaban los presos para
beber e inducir a los más jóvenes a hacerlo. Ni mencionar que solían hacer que el joven Galois bebiera
para demostrar su hombría. Era obvio con su constitución que no podía aguantarla mucho, lo cuál lo
convertía en un blanco excelente para las burlas. Claro que Galois prefería intoxicar a su cuerpo que
pasar de un cobarde, por lo cuál tomaba de la botella de un solo trago, sin decir ni expresar palabra
alguna, mientras los otros observaban divertidos la escena. En una de esas ocasiones, como narra
Raspail, quién protegía al muchacho, observó como era retado por uno de los fanfarrones a beber. Era
mucho mejor beber que demostrar miedo, así que el joven Galois tomó la botella y después de beberla,
se la lanzó directamente a la cabeza de su retador.

Al principio la bebida parecía no haber afectado en nada al joven Galois , quién caminaba como si no
hubiese pasado nada. Sin embargo, en cuanto la bebida comenzó a hacer efecto, el joven matemático se
descompuso rápidamente. Raspail describe con detalle como el joven de veinte años de inmediato sintió
los efectos del alcohol en su cuerpo. Raspail menciona en su carta que él lo buscó para obtener el apoyo
que había perdido al morir su padre.

Raspail conmovido lo lleva a su celda, donde los compañeros acuerdan mantenerle con la puerta
abierta. Aquí, Galois viendo la perversión a lo que lo están llevando, decide quitarse la vida. Es detenido
por sus compañeros y por el hecho de que la intoxicación por el alcohol había tenido su efecto máximo.
Llenó toda la habitación de inmundicia, por lo cuál los demás se dedicaron a limpiar los desechos que
habían en la habitación.

El capítulo aborda dos cartas de Raspail a una amiga suya, donde menciona a Galois con demasiada
frecuencia en demostración a su preocupación por él. La segunda comienza cierto tiempo después del
incidente en que se emborracha Galois.

Aquí se celebraba una misa a los caídos en Julio. El duelo parecía imponer cierto carácter de respeto
entre los reos, que mantenían el luto en señal a todos los que habían caído. Sainte-Pélagie permitió
esto, pero a ciencia cierta Raspail menciona que no sabía que era o no un insulto a la memoria, debido a
que el gobierno no había cesado de hacer insultos a la memoria de esto. Los dos primeros días del luto
fueron bastante tranquilos, sin embargo; al día final un disparo resonó en una de las celdas. Muchos
gritaron que había sido asesinato. El escándalo llenó a la celda.

El disparo había sido dado en el cuarto que estaba al frente de Galois, justo donde solían descansar los
carceleros. El tiro le había dado al preso que estaba justo a lado de Galois, dejándolo inconsciente.
Galois nunca se quitó la sospecha de que ese tiro estaba reservado para él, pero que había sido fallado.
Galois comenzaba a ser peligroso por la agresividad de sus actos y por el hecho de que mezclar un genio
matemático tan lógico y preciso no era conveniente para el gobierno. Lo mejor era deshacerse de él.

De inmediato, los carceleros llegaron a la celda donde se había producido el impacto. En vez de juzgar
que se había intentado asesinar a un hombre, los guardias y el superintendente mandaron a encerrar a
Galois, al hombre que había sido herido y a otro, dejando solamente a un hombre que había
permanecido callado e inclinado durante todo el acto. Ni que mencionar que este fue un error de su
parte.
Galois y Duchâtelet tuvieron que esperar tres meses para que se les juzgara por el delito de usar el
uniforme de la Guardia de la Artillería, a diferencia del mes que había esperado para ser juzgado por el
crimen de declarar abiertamente que atentaría contra la vida de Luis Felipe. A diferencia de su juicio
anterior, en este intervino solamente un juez tranquilo que estaba a disposición del gobierno, por lo cuál
no se detendría por los delitos mayores, si no que se encargaría de que el verdadero castigo se les diera
por un delito insignificante. Galois fue condenado a seis meses en la prisión y Duchâtelet a tres meses.
Su delito por dibujar una pera fue perdonado. A Galois se le dio el doble de condena debido a que
llevaba consigo el mismo puñal con que había amenazado la vida de Luis Felipe.

En este tiempo que estuvo en la prisión, Galois recibe su respuesta a la última monografía que mandaría
en su corta vida. Aquí él se entera que el mismo Monsieur Poisson que lo había incitado a mandarla,
había pedido que no fuera recibida debido a que a su opinión no era clara y estaba incompleta. Poisson
no había aceptado y no podía hacerlo, que no había entendido el sentido de la monografía. Galois,
enfadado decide ampliarla, no sin antes dar una introducción donde menciona todas las injurias que ha
pasado al respecto, la falta de claridad que tenían los matemáticos en su mente, y como todos ellos lo
veían como una cosa insignificante. Era su respuesta ante todo lo que había tenido que pasar.

Durante su estadía en prisión, fue visitado por su hermana y hermano menor. Su hermana mayor a
menudo le pedía que no causara más injurias a su pobre madre, que fuera un mejor ejemplo para su
hermano Alfred, él que lo admiraba con devoción. Sin embargo, Galois sentía que ese era su camino,
estaba decidido a que estaba viviendo conforme a sus ideas, a pesar de lo que pensara su madre, él no
cambiaría de opinión. Galois pensaba que su hermana evitaba que Alfred se acercara a él para no
contaminarse, sin embargo su hermana nunca tuvo semejantes intenciones.

Su amigo de la infancia, Auguste Chevalier a menudo lo visitaba en la prisión, para tratar de convencerlo
de que el ambiente sansimoniano era lo que le hacía falta para mejorar y ver el mundo desde un nuevo
enfoqué, sin embargo Galois no estaba convencido y nunca lo estaría de ese punto de vista que creía en
el amor. Para él, lo fundamental era el odio. Nunca acepto ir con Chevalier, y siempre encontró irónica
su forma de vida.

CAPITULO VIII. Libertad recobrada.

Evariste recordaba a cada momento que el día 29 de abril estará libre, su sentencia será al fin disuelta, el
deseaba con tanto anhelo ver de nuevo la Ciudad de Paris. La cárcel era un lugar repugnante para aquel
matemático, el nunca se adapto, ni se adaptara a aquel ambiente, donde los reclusos son solamente
gente sin conocimientos y además vulgares, donde el patriotismo y el sexo eran temas de conversación
a las cuales Evariste, siendo un joven tímido, nunca tuvo cierta afección hacia esas platicas, su vida
siempre había girado en torno a las matemáticas.

Habían pasado ocho meses en la prisión por haber vestido el uniforme de la disuelta Guardia de
Artillería. En enero de 1832 Evariste fue enviado de vuelta a Sainte-Pélagie, Galois estaba demasiado
cansado, deprimido y apático para notar el cambio que habían tenido con el algunos trabajadores de La
Force como el escribiente. Evariste fue llamado al consultorio medico de la prisión, y el doctor ausculto
su corazón, al día siguiente vio al superintendente con el cual tuvo una platica en la que se mostraba
comprensivo y fraternal con Evariste. Le comento que lo quería ayudar, porque le preocupada mucho el
bienestar de los reos, y que además estaba agradecido por el que la hermana de Galois hubiera llamado
su atención hacia la salud de Galois, de modo que decidieron trasladara Evariste a el sanatorio de
Monsieur Faultrier donde iba a estar ahí hasta que culminara su sentencia. En aquel lugar Galois se iba a
sentir mucho mas cómodo que en Sainte-Pélagie.

El 16 de marzo fue el traslado de Galois al sanatorio de Monsieur Faultrier, donde conoció a Antoine, su
compañero de cuarto, Antoine había sido detenido por deudas a un prestamista, el decía que estaba ahí
por no saber matemáticas y llegaba a hacerle burla a Galois, por que el era un grande matemático y se
encontraba también en prisión, Antoine esperaba que en cualquier momento su tía se apiadará de el y
pagara la deuda. (Su tía la cual era rica lo dejo en la cárcel por el mal consejo que le dio un sacerdote, el
cual la convenció de que debía salvar a Antoine del infierno de abajo enviándolo al infierno de aquí
arriba.)

A Antoine lo visitaban dos muchachas. A evariste le gustaba estar solo, andar por el jardín y mirar como
pasaba su amigo con sus visitantes. Una chica era rubia su nombre Jeanne y la otra de cabello negro Eve.
Galois experimento algo que nunca en su vida había vivido, se estaba enamorando de Eve, y el mismo se
cuestionaba que por qué le sucedía eso, si en toda su vida, solamente se había dedicado a las
matemáticas, pero Eve cambio su vida.

Evariste no encontraba la forma de sacar tema de conversación con Antoine para preguntar por la chica
que le llama la atención. Hasta que un día Galois se entero que Eve, solo iba al sanatorio a acompañar a
Jeanne, porque se sentía de cierto modo atraído hacia Galois, ella lo miraba con admiración, Eve
también era republicana. Al saber esto Galois solo le comento a Antoine que también le agradaría
conocerla.

En el año de 1817 el cólera se había convertido en una epidemia por toda Francia, y parte de otros
países europeos, había demasiados muertos y en Paris solo había tipo de conversación “El cólera esta en
Paris.”

La primera vez que entablo conversación con Eve, Evariste estaba muy nervioso y no sabia de que tema
hablar, tenia tantas ideas, tantos pensamientos que quería comunicarle, pero por algún motivo no lo
hizo. Galios y Eve se sentaron en un banco del jardín del sanatorio. Ella lo miro serenamente y lo único
que pudo decir Galois era que pronto se iba a encontrar en libertad, y que esperaba con ansias ver de
nuevo la ciudad de Paris nuevamente. Eve le dijo que Paris había cambiado mucho. Evariste no quería
hablar del cólera, pero no encontraba la forma de cambiar la conversación, así que solamente espero
pacientemente hasta que se prestara el momento en que el pudiera hablar de otra cosa que no fuera el
cólera.

Después de esta conversación entre Eve y Galois, el último se sentía pleno, entro en su cuarto
soñadoramente. No vio ni oyó a Antoine, el cual hacia comentarios al aire.

Al salir en libertad Evariste siguió una amistad con Eve, ella después de conocerlo creyó que estaba loco,
y solamente trataba de no hacerlo sentir mal diciéndole que creía en el, y que todo lo que sabia era una
realidad, aun ella pensando constantemente que el estaba loco, y que todo eran cuentos suyos.

En un año Paris estaba cada vez mas diferente, había más mujeres en duelo, pero la epidemia de cólera
estaba cediendo. Evariste tuvo un encuentro con un amigo Nicolas Lebon, trataron asuntos de los
republicanos y que trataran de unirse cada vez mas, para hundir al rey, y en la conversación Nicolas le
pregunto si tenia alguna chica que le gustara, Galois muy cohibido solo asintió con la cabeza y miro hacia
abajo, Nicolas prudentemente solo dijo que era la cosa mas natural del mundo.

Casi al mes de que Evariste conoció a Eve, ya tenía un contacto físico con ella, le acariciaba el cabello y
su piel, podía tocar y besar sus mejillas, inclusive una o dos veces hasta la llego a tocar ligeramente a
través del vestido de seda, Galois se preguntaba a cada noche, si Eve ya sabia lo que pasaba por el
corazón de Galois. Para celebrar que tenían un mes de conocerse, se vieron en el mismo lugar donde
por primera vez comieron juntos (Ella pensaba muchas cosas un tanto desagradables hacia Galois, ya
que lo creía loco). Galois después de tanto vacilar le dijo a Eve que la amaba, ella en ese instante no dijo
nada y solamente le dio largas, Evariste muy ansioso se la paso toda la noche pensando en Eve, en lo
mucho que la odiaría si lo rechazaba, pero también en lo mucho que la amaba.

Al día siguiente Eve lo rechazo, le confeso con la mas profunda sinceridad que ella era querida de un
patriota, Evariste se aterro, y comenzó a injuriarla de una manera muy fea, y esta conversación termino
con una gran discusión. Un día Evariste mientras iba por su desayuno, en la calle vio una manifestación
firmada por treinta y cuatro nombres: Lafayette, Odilon Barrot, Laffite, Charles Comte, y otros. Ellos
apelaban a la nación, reconocían a Luis Felipe pero pedían que modificara su política. Evariste tuvo un
encuentro con dos hombres, que querían defender el honor de Eve, y retaron a un duelo a Evariste.

Antoine salio de prisión gracias a que su tía se apiado de el y le pago su fianza, le mando una Carta a
Evariste donde decía que lo visitaría. Alguien golpeo la puerta. Era Antoine, Galois le comento la
situación que en un momento anterior había tenido con los dos hombres, y Antoine solo le dijo que no
sabia en que ayudar, que el parecía ser el responsable de todo, empero solo la había visto una vez en la
vida y nada sabia sobre ella. Galois se sentía muy mal y no sabia como remediar y convencer de
retirarse de ese duelo. Antoine le prometió que haría lo que pudiera. Por la tarde Antoine regreso a
decirle a Evariste que todo estaba arreglado, pues infortunadamente no había logrado una solucionar el
asunto pacíficamente y que el duelo seria a las seis de la mañana, nada podía hacer Galois, Antoine le
dijo que pasaría al día siguiente a las cinco con dos pistolas.
Galois solo pensaba en que su muerte se estaba acercando, el decía: “Viviré algún tiempo en la memoria
de los hombres. ¡Me recordaran! Algunos con bondad, otros con rabia. Y luego llegara el tiempo en que
no solo Galois estará muerto si no también hasta el último pensamiento acerca de Evariste. Alguien,
algún día, pensara en mi y esa será la ultima vez que el pensamiento de mi nombre llegue a la mente de
un hombre. Viviré en la memoria de mis amigos aun cuando esté muerto. Pero sus impresiones se
volverán mas y mas vagas; la esponja del tiempo borrará lentamente mi memoria, hasta que solo quede
un nombre, un símbolo, el débil vestigio de un retrato… y hasta eso acabará por olvidarse”.

Antes de su enfrentamiento, Galois escribió una carta a todos los republicanos, pidiendo perdón y
explicando que murió por una chica y que su vida muere en torno de calumnias. Después le escribió una
carta personal a Lebon y Duchâtelet donde de la misma forma les pedía perdón por no hacerlos
participes de eso. Les pide que juzguen si es capaz de mentir aun en asuntos triviales y faltos de
importancia.

Sus manuscritos matemáticos estaban mezclados con cartas y folletos republicanos. Separo las notas
matemáticas. Y se dijo a si mismo: “Debo leer todo, destruir los papeles sin valor, explicar otros que
contienen resultados. Pero tengo muy poco tiempo, debo dejar los papeles tal como están”. Le escribió
una carta a su amigo Auguste, donde le enviada sus descubrimientos y análisis, le aclaro que no eran los
únicos en los que había trabajado, y le pidió que publicara esa carta en la Revue Encyclopédique. Y pide
públicamente a Jacob y Gauss que den su opinión, no en cuanto a la verdad si no a la importancia de
aquellos teoremas. Toda aquella noche escribió, y reviso una y otra vez sus escritos.

A la mañana siguiente, puntualmente llego Antoine por Galois. Todo estaba arreglado. Antoine llevaba
una pistola en la mano derecha, Evariste abandono el coche, y los tres se dirigieron hacia los bosques.
Evariste vio la escena preparada para el desempeño de los actores. Consistía en dos bastones clavados
en la tierra negra a unos treinta y cinco pasos entre si y en dos pañuelos colocados en ellos. Los cuatro
objetos estaban en línea recta.

El duelo empezó, ambos adversarios sabían las reglas, avanzaron y Galois fue herido, la tenia dos
minutos para devolver el disparo, pero pasaron esos dos minutos y Galois estaba inmóvil, el duelo había
terminado. Galos estaba gravemente herido en el abdomen.

“Evariste Galois, un intrépido republicano, murió en duelo con su amigo republicano” Dos corrientes
fluían simultáneamente en la conciencia de Evariste, y ambas crecían a la misma velocidad. Una era el
dolor cruel, apenas soportable. La otra era el conocimiento de dónde estaba y de los sucesos que lo
habían llevado ahí. Galois había sido traicionado por Antoine, un campesino oyó las suplicas de Evariste.
A medio día Evariste despertó en el Hospital Cochin. Su cama estaba en un rincón. En el hospital el
doctor le dijo a Galois que si quería ver a alguien y Galois mando a traer a su hermano Alfred. Su
hermano le pidió el nombre del culpable, pero Galois prefirió dejar todo en paz, sin venganza.

El medico lo reviso una mañana del 31 de mayo de 1832, tomo su pulso sen encontraba muy débil.
Galois se encontraba ya moribundo, oía la voz de su padre, el se sentía pleno, se sentía feliz, el medico
soltó su mano y dijo – Está muerto-.
El 2 de junio de 1832 los amigos de Galois llevaron su cuerpo a un cementerio común. Y ahora es
reconocido como un gran matemático.

COMENTARIO

Galois un matemático con alta actividad política y social, que a pesar de morir muy joven era un gran
genio en el álgebra le puso en un lugar muy importante en la ciencia, lamentablemente su trabajo no
fue comprendido ni por los grandes matemáticos de su época, pues sus ideas estaban más allá de lo que
la humanidad entendía, pues sus ideas se adelantaron a su época, lo que hizo que nunca gozó de la fama
y respeto que merecía.

Me hubiera gustado que profundizara de igual manera en entorno social (a la que le da más peso en la
novela) como del desarrollo histórico de la matemática hecha por Galois.

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