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Pura es tu mirada, los ojos son muy simbólicos, son parte de tu cuerpo, pero son también las puertas de

tu alma, cuando tu alma se torna silenciosa, pacífica, alegre, tus ojos alcanzan una profundidad una
claridad una pureza, una inocencia se tornan tan transparente que puedes ver la alma mismo.

Has ido a las montañas arrastrándote a ti mismo de alguna manera, llevando tu propio
cadáver sobre tus espaldas y ahora:

¿No se adelanta hacia acá como un bailarín?”.

La transformación ha sucedido. El hombre se ha realizado a sí mismo. El hombre ha


bebido de las fuentes de lo divino.

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