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Principios

defensor^424*, salvo cuando su presencia sea necesaria para practicar


un determinado acto procesal, circunstancia ante la cual será con­
ducido compulsivamente. También se le hará comparecer cuando
se produjere la ampliación de la acusación. En este último supues­
to, la incomparecencia del citado acusado no perjudicará a los de­
más acusados presentes (art. 359.4 CPP 2004).

Cabe precisar que, en el procedimiento de apelación regulado por el


Código Procesal Penal de 2004, el derecho a no ser condenado en
ausencia resulta afectado; toda vez, podrá llevarse adelante la au­
diencia incluso con ausencia del imputado recurrido (art. 423.4 CPP
2004), pudiendo ordenar, en su caso, la conducción coactiva y decla­
rarlos reos contumaces. No siendo suficiente con ello, el legislador
ha previsto que el pronunciamiento judicial puede realizarse única­
mente en presencia de las partes que asistan (art. 425.4 CPP 20Ó4).

VI, Principios del procedimiento

Principio de publicidad
M arco norm ativo: Artículo .139.4 Constitución; artículo 10 LOPJ; ar­
tículo 1.2 TP CPP 2004; artículo 11.1 DUDH; artículo 14.1 PIDCP; artículo
8.5 CADH; artículo 26 DADDH.

Siendo que la aplicación de la ley penal es de interés público, en el pro­


ceso penal, la publicidad constituye un elemento necesario para demostrarle
a la sociedad que la aplicación del derecho objetivo se ha impuesto sobre
el autor que infringió una norma jurídico-penal.

De esta forma, desde la perspectiva del Estado, el principio de publici­


dad sirve como un medio de legitimación o afianzamiento de determinado
sistema procesal, mientras que, desde la perspectiva de la sociedad - y de

(424J Así lo resolvió la Sala de Apelaciones de Huaura, al precisar que si el acusado, luego de haber “(•..)
prestado su declaración en el juicio oral (...) deja de asistir a la audiencia, esta continuará sin su presen­
cia y será representado por su defensor (...)”. Exp. 694-2006 (Cons. 03), en Espinoza. G oyena, Nueva
jurisprudencia 2006-2008, p. 154.
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las partes procesales que forman parte de ella- este principio garantiza la
posibilidad que tiene cualquier persona de controlar los actos p ro c e sa le s^ .

a. Concepto

El principio de publicidad constituye una pauta que exige la realización


de un juzgamiento público frente a la sociedad y a las partes procesales.

b. Contenido

El principio de publicidad se configura en torno al derecho a la liber­


tad de información425(426)427que tiene la ciudadanía.

Se concreta, asimismo, con la posibilidad que tiene la ciudadanía de


asistir, dentro de las lógicas limitaciones materiales, a las etapas fun­
damentales del proceso, tales como el juzgam iento(427>y la expedición
de sentencia (art. 207 CdPP; art. 357.5 CPP 2004). Cabe recalcar que,
en el marco del nuevo modelo procesal, esta manifestación se predica
de todas las audiencias que se desarrollan a lo largo del proceso, salvo
que la ley disponga lo contrario.

Así, observamos que el principio de publicidad está presente permanen­


temente durante el desarrollo de las audiencias. Antes de la audiencia,
con la publicación y difusión de los programas que señalan las fechas

(425) A decir de Roxin, '‘Su significado esencial reside en consolidar la confianza pública en la administración
de justicia (...), en fomentar la responsabilidad de los órganos de la administración de justicia y en evitar la
posibilidad de que circunstancias ajenas a la causa influyan en el tribunal y, con ello, en la sentencia (...).
Esta ‘falta de afectación de] fallo judicial por influencias ajenas a la causa’ no está amenazada únicamente
por restricciones contrarias a la ley, sino, también, por ampliaciones inadmisibles de la publicidad. Por
ello (...) solo está garantizada la ‘publicidad directa de las salas de audiencias' (.. porque la publicidad
masiva del público de televisión o de radio no solo puede modificar de forma imprevisible el compor­
tamiento de) acusado y de los testigos, sino también convertir al tribunal, con mucha más facilidad, en
victima de los prejuicios y expectativas extendidos ( , . Roxin, Derecho procesal penal, p. 407.
(426) Entendido como aquel complejo haz de libertades, que, conforme enuncia el artículo 13 de la Convención
Americana de Derechos Humanos, comprende las libertades de buscar, recibir y difundir informacio­
nes de toda índole verazmente. En este sentido, véase c¡ exp. N° 0905-2001-AA/TC (f. j. 9) caso: Caja
Rural de Ahorro y Crédito de San Martín. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional ha agregado
que “Según la Constitución (arts. 139,4 y 139.15), el derecho a ¡a información procesal se puede inferir
del principio de ‘publicidad en los procesos’ y del ‘derecho a la información’ (con inmediatez y por
escrito) atribuirle (sic) a toda persona para que se le informe de las causas o razones de su detención”.
Exp. N° 3361-2 004-AA/TC (f. j. 26), caso: Jaime Amado Álvarez Guillen.
(427) Respecto de los juicios en caso de funcionarios públicos o de delitos de prensa, el Código Procesal Penal
2004, en concordancia con la Constitución Política (art. 139.4) señala que estos siempre serán públicos
(art. 357.4).

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de las audiencias penales que se van a realizar; durante la audiencia, con


el establecimiento de una infraestructura adecuada para la concurrencia
de los ciudadanos o de los medios de prensa; y después de la audiencia,
al producirse los comentarios o críticas que realiza la sociedad, respec­
to a las resoluciones que emita el Poder Judicial (art. 139.20 Const.)(428).

No obstante, es menester precisar que durante el desarrollo de la audien­


cia, este principio puede ser limitado dentro de los parámetros legales.
Así, en nuestro ordenamiento, el acto oral puede realizarse parcial o to­
talmente en privado -sin presencia del público- en los siguientes casos:
a) cuando se afecte directamente el pudor, la vida privada o la integri­
dad física de alguno de los participantes en el juicio (art. 357.1.a CPP
2004); b) cuando se afecte gravemente el orden público o la seguridad
nacional (art. 357.1 .b CPP 2004); c) cuando se afecte los intereses de la
justicia o peligre un secreto particular, comercial o industrial, cuya re­
velación indebida sea punible o cause perjuicio injustificado; d) cuan­
do sucedan manifestaciones por parte del público que turben el regular
desarrollo de la audiencia (art. 357.l.c CPP 2004); y, e) cuando el ob­
jeto del proceso gira en tomo a delitos contra el honor sexual (art. 218
CdPP)(429)430. "

Una vez desaparecida la. causa que motivó la privacidad de la audien­


cia, se permitirá el reingreso del público a la sala.

Además de los supuestos antes mencionados, existen otras dos restric­


ciones al principio de publicidad: la reserva^430* y el secreto. Ambas

(428) Con relación al último punto, hay que señalar que el juzgado, con criterio discrecional, puede imponer a
los participantes en el juicio el deber de guardar secreto sobre los hechos que presenciaren o conocieren
(art. 357.3 CPP 2004). '
(429) Ai respecto, Chiesa Aponte señala que en su ordenamiento, las consecuencias jurídicas de la desna­
turalización del principio de publicidad depende del caso en concreto -de la gravedad del caso o de la
presión mediática que ejerzan los medios de comunicación sobre el tribunal, por ejemplo- destacando
que las medidas a tomar pueden ser: i) Desarrollar el juicio o procedimiento en privado; ii) prohibir a
los medios noticiosos de informar o publicar sobre el desarrollo del juicio o vista; iii) trasladar el caso
a un lugar donde la publicidad sea menor; iv) posponer el juicio hasta que la publicidad disminuya
sustancialmente; v) en caso de acumulación, separar a uno o alguno de los acusados; vi) incrementar
la rigurosidad en el proceso de selección del jurado (L‘v o ir d ire ”); vii) recusar o excluir a ios jurados;
viii) instruirles durante el proceso de selección; ix) secuestrar al jurado; x) dictar órdenes de “mordaza”
a abogados, testigos y empleados del tribunal; xi) controlar la presencia y conducta de la prensa en sala.
Chipsa A ponte, D e r e c h o p r o c e s a l p e n a l d e P u e r to R ic o y E s ta d o s U n idos, vol. 31, pp. 139-149.
(430) Al respecto, BaUMann señala que “La actividad de los órganos de persecución n o es p ú b lic a , en el
p r o c e d im ie n to d e in v e stig a c ió n (instrucción) y en el in term ed io . Esto vale también respecto de actos
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figuras suponen el desarrollo de la etapa de investigación al margen de


la opinión pública (ausencia de publicidad extema), diferenciándose la
reserva del secreto, en que este último restringe además a las partes el
acceso a la información obtenida dentro del proceso (ausencia de pu­
blicidad intema), por causales establecidas en la ley.

Cabe recalcar que toda restricción del principio de publicidad sin am­
paro legal que la sustente, así esta sea motivada será considerada arbi­
traria, generándose, por tanto, la nulidad del acto (art. 215 CdPP).

El principio de publicidad puede concretarse de dos formas: de mane­


ra inmediata, a través de la concurrencia directa de la sociedad en las
audiencias; o de manera mediata, a través de los medios de prensa.

La publicidad inmediata excluye la intervención de terceros en la re­


lación comunicativa que se da entre la sociedad y los sujetos procesa­
les que participan activamente en la audiencia. Aquí, la información
producida en audiencia llega directamente a la sociedad sin la presen­
cia de intermediario.

Esta forma de publicidad es más eficaz en sociedades reducidas, pues


se satisface con el establecimiento de ambientes donde la sociedad pue­
da asistir para presenciar una audiencia.

La publicidad mediata supone la presencia de un intermediario en el


proceso de transmisión de ia información que se produce en la sala.

Respecto a este tipo de publicidad, podemos hacer dos observaciones:


i) cualitativamente, se incrementa el riesgo de que el mensaje sea tergi­
versado a lo largo de la cadena de información; y, ii) cuantitativamen­
te, la publicidad mediata es más eficiente, en tanto que, el número de
personas que se informan de los sucesos en la administración de justi­
cia es mucho mayor que la publicidad inmediata.

judiciales en estos periodos procesales. Aquí, prever la publicidad demoraría excesivamente la tramitación
de estas partes del proceso. Cada acto debería comunicarse al público con anterioridad (por ejemplo,
respecto de los términos para prestar declaración, en la Policía, Ministerio Público, Tribunal, etc.). Por
otro lado, basta el control público del debate, porque únicamente lu tratado en el debate puede fundar
la sentencia Baumann, Derecho procesal penal, pp. 108-109.
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Principio de orafidad
Marco normativo: Artículos 207 y 262 CdPP; artículo 1.2 TP CPP
2004; artículo 356 CPP 2004.

Si bien es común referirse a los procesos como orales o escritos, ello


no significa que el proceso sea plenamente oral o plenamente escrito, pues
lo que, en realidad, tenemos son procesos en los que prepondera la orali-
dad o la escrituralidadC431). De ahí que no se trate de exclusividades sino de
prevalecimientos431(432).

De conformidad con lo señalado, para calificar un modelo procedimen-


tal como oral o escrito deberá atenderse a su contemplación como estruc­
tura total, más que a una de sus fases concretas, insistiéndose en la íntima
relación que guarda oralidad, inmediación y concentración, como princi­
pios interdependientes(433).

a. Concepto

La oralidad constituye un principio de carácter instrumental que exige


al juez emitir su pronunciamiento o fallo basándose únicamente en el
material probatorio actuado oralmente ante el órgano jurisdiccional.

(431) Bajo esta linea Iñaki Esparza sostiene: “El objetivo de un procedimiento en el que ¡a oralidad sea
plena es sin embargo utópico. Tal y como adelantamos, se habla de prevalencia y no de plenitud, pero
la oralidad sí debe darse en las fases decisivas del procedimiento, en el ‘juicio oral’, ya que solo de un
debate oral puede el órgano obtener convicción”. Iñaki Esparza, El principio del debido proceso, p.
59. Véase también, Véscovi, Teoría general del proceso, p. 259. Particularmente, pero llegando a ia
misma conclusión, Chiovenda señala que “es equívoca la expresión proceso mixto (pues) todo proceso
es mixto. Pero un proceso mixto deberá ser llamado ors 1 o escrito según el sitio, que reserve a la oralidad
y a los escritos y, sobre todo, según la manera como esté desenvuelta en él la oralidad”. Chiovenda,
Instituciones de Derecho procesal civil, p, 478.
(432) M ontero AroCA, Introducción al Derecho jurisdiccional peruano, p. 288.
(433) Fernández Entralco, en La reforma del proceso penal, p. 58. Asimismo, respecto a la interrelación
existente entre los principios de oralidad, inmediación, publicidad, concentración y contradicción, véase,
A sencio M ellado, Introducción al Derecho procesal penal, p. 214; Binder, Introducción al Derecho
procesal penal, pp. 100-101; Bovino, Principios políticos del procedimiento penal, p. 79; Clariá
Olmedo, Derecho procesal, t. II, p. 413; Fairén Guillen, Doctrina general del Derecho procesal,
p. 398; F ernández Entralgo, en La reforma del proceso p enal p. 58; Goldschmidt, Principios
generales delproceso, p. 115; Schónbohm/LÜSING, en Sistema Acusatorio, p. 59; Tavolari Oliveros,
La prueba entre la oralidad y la escritura, <http://www.uv.es/coloquio/coloquio/informes/ip28chil.
pdf>; VÉLE7, M akiconde, Derecho procesal penal, p. 181, entre otros.
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b. Contenido

Para reputar un proceso como oral o no, resulta esencial la valoración


que realice el juez, en su fallo, de los medios probatorios oralizados.
Un proceso penal será oral, entonces, cuando el material probatorio en
el que se sustente el juez al pronunciarse, sea aquel actuado oralmente
enjuicio ante el órgano jurisdiccional; mientras que, un proceso será
escrito cuando el sustento probatorio de la decisión jurisdiccional se
encuentre recogido en actas(434).

Actualmente, en aquellos sistemas procesales de corte acusatorio, el


principio de oralidad constituye uno de sus pilares fundamentales,
pues, además de regir la etapa del juicio oral, prevalece también en
etapas previas a esta, mediante un sistema de audiencias que permite
concretar el uso del lenguaje fónico o hablado por parte de los suje­
tos procesales, así como “la recepción oral de declaraciones de partes
o testigos”(435)436.

Hay que precisar, que la oralización no consiste en la lectura, audi­


ción o visión del medio de prueba, sino, sobre todo, en la exterioriza-
ción oral de su significado probatorio, considerado pertinente y útil,
para explicarlo, ampliarlo o refutarlo. Así, por ejemplo, en el caso
de las pruebas escritas o documentales, esta “no se ‘oraliza’, sino
en la limitada medida en que las partes, en sus informes, hagan re­
ferencia a documentos concretos o a determinados extremos de esos
documentos”1^ .

El principio de oralidad exige, entonces, una activa y proactiva interven­


ción de las partes mediante la voz, al momento de sustentar, contradecir

(434) En este sentido, Goldschmidt afirma: “Se entiende por oralidad del procedimiento el principio de que
la resolución judicial puede basarse solo en el material procesal proferido oralmente”; “el contrario del
principio de la oralidad se representa por el de la escritura, con arreglo al cual la resolución judicial
ha de basarse solo en el material procesal depuesto por el escrito en los autos”. Citado por FERNÁNDEZ
Entralgo en La reforma del proceso penal, p. 58.
(435) A lcalá -Zamora y Castillo , Cuestiones de terminología procesal, p. 57.
(436) De La Oliva SANTOS, Derecho procesal penal, p. 68. Por su parte, Maier entiende que “La oralidad
de los actos reconoce excepciones naturales: aquellos medios de prueba originariamente escritos
(documentos e informes), que se leen o exhiben en la audiencia, y aquellos que, sin participar de esta
característica, pues, regularmente, se desarrollan en forma oral, constan de un acta que se permite
incorporar al debate por su lectura”. Maier, Derecho procesal penal, pp. 657-658,

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y concluir sus respectivas pretensiones en el debate contradictorio que,


para tal fin, se entable1^4371.

Dentro de la lógica antes expuesta, el Código Procesal Penal de 2004


convierte al principio de oralidad en uno de sus elementos estructura­
les, dado que, ha establecido un sistema de audiencias a lo largo del
proceso—abarcando, incluso, etapas previas al juicio, como la denomi­
nada etapa preliminar(43S)- en el que se privilegia: el uso de la palabra
hablada como medio de expresión de los sujetos procesales y la orali-
zación de los medios de prueba.

Principio de inmediación
M arco norm ativo: Artículo 210 CdPP; artículo 6 LOPJ; artículo 356.1
CPP 2004.

La inmediación, como principio del procedimiento, constituye un mé­


todo o técnica de actuación probatoria que le permite al juzgador tener una
visión más nítida y clara del caso y, asimismo, estar en las mejores condi­
ciones para emitir una decisión justa.

a. Concepto

El principio de inmediación denota que el juez que dicta una resolución


debe haber estado en contacto directo con los sujetos que participan en
el proceso y con los elementos llamados a formar su convicción.

b. Deslinde conceptual

Los principios de oralidad e inmediación se encuentran muy vinculados,


pero no son lo mismo. En efecto, mientras que el principio de oralidad 4378

(437) Bajo esta línea, M ixán M áss señala que “por el principio de oralidad, quienes intervienen en la au­
diencia deben expresar a ‘viva voz’ sus pensamientos (preguntas, respuestas, argumentos, alegatos,
pedidos, etc.); esto implica el deber de proferir oralmente los pensamientos en la apertura, desarrollo
y finalización de la audiencia (del ‘juicio oral’)”. M ixán Máss, D e r e c h o p r o c e s a l p e n a l, p. 57; véase
también L evene, M a n u a l d e D e r e c h o p r o c e s a l p e n a l, p. 109; Roxin, D e r e c h o p r o c e s a l p e n a l, p. 115.
(438) Así podemos apreciar que, en el Código Procesal Penal 2004, las referidas audiencias se encuentran
previstas para resolver los incidentes que se susciten a lo largo del proceso, tales como ios que se
dan por razón de tutela (art. 71.4 CPP 2004); del principio de oportunidad (arts. 2,7; 6 CPP 2004), de
las medidas restrictivas de derechos (arts. 225.5; 228.2; 229; 231.4; y 204 CPP 2004), de las medidas
cautelares (arts. 266.2; 271.1; 274.2; 279.2; 283; 287; 290.4; 294; 296.1; 296.2; 299.2; 301; 255.3; 305.2;
318.4; 319.3 CPP 2004), de plazos (arts, 334.2; 342.2; 343.2 CPP 2004), entre otros.
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denota que el medio de comunicación entre los sujetos procesales es


la palabra hablada, la inmediación exige que esa comunicación habla­
da sea directa(439;).

Por otro lado, y destacando el vínculo entre los principios antes refe­
ridos, observamos que la verdadera inmediación solo es posible en un
procedimiento oral, puesto que en este es más frecuente la comunica­
ción de las partes entre sí y con el juez. Contrariamente, en un proceso
predominantemente escrito, el juez que ha de dictar sentencia no ne­
cesita haber presenciado la práctica de las pruebas, por cuanto su deci­
sión ha de basarse en lo que consta por escrito439(440).

c. Manifestaciones

• El órgano jurisdiccional debe tener contacto directo con los su­


jetos procesales y las pruebas. El juez debe tener un acercamien­
to personal e inmediato con los sujetos procesales que participan
en el proceso (imputado, testigos, peritos, etc.) y, además, debe es­
tar presente en la práctica de las pruebas. Ello le permitirá percibir
de forma más perfecta - a través de sus propios sentidos- el m ate­
rial procesal practicado en las audiencias(441)42.Asimismo, podrá ob­
servar la conducta y actitud de los sujetos procesales (gestos, mi­
radas, movimientos corporales, sudoración, coloración del rostro,
el tenor de su voz, el modo de decir, etc.) para, en función de ello,
determinar la veracidad de sus a firm a c io n es^ .

El hecho que el juez deba presenciar directamente la actuación


del debate probatorio, trae como consecuencia que este no pueda

(439) Al respecto, F enech expone que “la oral idad hace referencia a la forma de obtención del conocimiento;
la inmediación es un grado en la escala de la percepción. Por ello, aunque coincidan algunos de los
efectos de ambos principios, no pueden confundirse estos”. Fenech, D e r e c h o p r o c e s a l p e n a l, t. 1,
pp. 740-741. '
(440) M ontero A roca , D e r e c h o ju r is d ic c io n a l l, p. 390.
(441) A! respecto, señala Montero Aroca que la inmediación implica la presencia del juez y, además, que él
mismo forme su convicción con lo que ve y oye. M ontero A roca, D e r e c h o ju r is d ic c io n a l I, p. 384.
(442) En ese mismo sentido, Asencio Mellado, D e r e c h o p r o c e s a l p e n a l, 267. Sin embargo, Andrés Ibáñez
advierte la peligrosidad de valorar las actitudes de un sujeto procesal. Refiere que “a ojos de un obser­
vador no especializado (...) lo mismo podría significar [el] miedo del culpable a ser descubierto en la
escenificación de la mentira, que [el] pavor de! inocente a no ser creído en la afirmación de la verdad”.
Andrés IeaÑEZ, S o b r e e l v a lo r d e la in m ed ia ció n (una a p ro x im a c ió n c rític a ), <http://dialnet.unirioja.
es/servlet/articulo?codigo=409555>. Por nuestra parte, consideramos que en este tipo de situaciones,
las máximas de ¡a experiencia desempeñarán un papel importante.

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Principios

delegar su función a terceros, siendo él mismo quien debe dirigir y


practicar los actos de prueba(443b Al respecto, Vázquez Rossi aco­
ta que el juez -mediante esa relación directa- se convierte en testi­
go no del hecho -al que estuvo ajeno- sino de su postulación y re­
construcción a través del laboreo de las partes443(444)45.

En lo concerniente al contacto del juez con la prueba, un sector de


la doctrina considera que el principio de inmediación no exige úni­
camente una impresión directa del medio de prueba, sino también
que se utilice el medio de prueba más directoí445b Atendiendo a ello,
es preferible la presencia del testigo presencial directo en vez del
“testigo de oídas”. Sobre el particular, G imeno S endra explica que:
“el juez ha de estimar o preferir -para efectos de su actuación y va­
loración- aquellos medios de prueba que se encuentran en la más di­
recta relación con la afirmación del hecho objeto de la misma”(446)47.

• Solo podrá emitir sentencia el órgano jurisdiccional que presen­


ció la práctica de pruebas y estuvo en contacto directo con los
sujetos procesales. Dado que solo puede dictar sentencia el juez
que ha formado su convicción con lo visto y oído por sí mismo en
el debate probatorio, no podrá asistir a la discusión y votación de
la sentencia aquel juez que no haya presenciado la práctica de las
pruebas(447}.

(443) En nuestro país esta exigencia muchas veces no es de observancia en los procesos penales sumarios. En
efecto, es una práctica común que el juez instructor delegue al secretario judicial el examen del testigo
o incluso del imputado, siendo que, posteriormente, estas actuaciones van a ser valoradas por el juez
al momento de emitir sentencia.
(444) Vázquez Rossi, D e r e c h o p r o c e s a l p e n a l, 1.1, p. 200.
(445) BaUMann , D e r e c h o p r o c e s a l p e n a l, pp. 99-100. Así también, G oldschmidt , P r in c ip io s g e n e r a le s d e l
proceso, p. 103; ESPARZA Leibar, El principio del debido proceso, p. 60.
(446) GlMENO SENDRA, F u n d a m en to s d e l D erecho p rocesal, p. 227.
(447) En este sentido, nuestro Tribunal Constitucional ha expresado: “De acuerdo con el principio de in­
mediación, la actividad probatoria debe transcurrir en presencia del juez encargado de pronunciar
sentencia, puesto que solo de esta manera se garantiza que exista un contacto directo entre el juzga­
dor y los medios de prueba aportados al proceso, que permitirá a este ponderarlos en forma debida
y plasmar sus conclusiones en forma suficiente y razonada al momento de emitir sentencia”. Exp,
N° 0173-2008-HC/TC (f. j. 3), caso: Julio Cesar Huarcaya Quino. En esta misma línea, Bustamante
A larcón señala: “Definitivamente no hay inmediación, y, por So tanto, no existe proceso justo, allí
donde la ley permita que un juzgador dirija y presencie la actuación de medios probatorios y otro dice
la resolución de mérito o la sentencia. Recordemos que el derecho a la prueba importa, entre otros, el
derecho a la valoración adecuada del material probatorio, por consiguiente, este puede verse afectado
si el juzgador resuelve sobre la base de la actuación de medios probatorios que no presenció, especial­
mente si no son documentos, pues, en ese caso, solo podrá formar su convicción a partir de la constancia
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En este sentido, Chiovenda expresa que: “no pueden asistir a la


discusión y votación de la sentencia más que aquellos jueces que
hayan asistido a la discusión o vista de la causa (...) (este princi­
pio) exige que el juez que debe pronunciar la sentencia haya asisti­
do a la práctica de las pruebas de las que saca su convencimiento,
y haya entrado, por tanto, en relación directa con las partes, con los
testigos, con los peritos y con los objetos del juicio, de forma que
pueda apreciar las declaraciones de tales personas y las condicio­
nes de los sitios y cosas litigiosas, etc., fundándose en la impresión
inmediata recibida de ellos y no en referencias ajenas”(448). Lo ex­
presado trae como consecuencia la prohibición del cambio de juez
al momento de emisión de sentencia y, correlativamente, la necesi­
dad de la identidad física del juez.

Un sector de la doctrina afirma que la efectividad del principio no


se reduce únicamente a la exigencia de que quien presencia la ac­
tuación probatoria debe resolver, sino que también supone la obli­
gación del juez de valorar lo más pronto posible la prueba una vez
finalizada la audiencia en que se la practicó(449). Así, se critica las
disposiciones legales que permiten la existencia de espacios de
tiempo prolongados entre el momento de la práctica de pruebas y
el momento de la emisión de una sentencia, ya q ue-generan la de­
gradación de los recuerdos del juez y obliga al mismo a buscar fun­
damentos para sus resoluciones en los “documentos escritos” que
forman el expediente, con lo que -au n habiéndose actuado la prue-
. ba en audiencias- se afectaría el principio(450). Así, “la experiencia
ha demostrado que la inmediación es enemiga de la dilación”(451).

documental de dicha práctica o actuación”. B ustamante Alarcón, El derecho a probar como elemento
esencial de un proceso justo, p. 270.
(448) C h io v e n d a , Instituciones de Derecho procesal civil, p, 480.
(449) G imeno S endra, Fundamentos del Derecho procesal, p. 227.
(450) Esta atingencia es expuesta respecto del sistema procesal civil español por De Miguel y Alonso quien,
citando a BeceÑa, refiere que existe “un absoluto imperio del sistema escrito en nuestro proceso civil
[ei español], incluso aún cuando el juez presenciara y dirigiera la prueba, puesto que en el momento
de la decisión, que es muy posterior a SU ejecución, tendrá presente, junto con sus vagos recuerdos, la
documentación de las actas hechas por el secretario, y las conclusiones escritas por las partes sobre su
valor, siendo estos elementos que guiarán su decisión”. Así, el autor concluye que “nuestro proceso [el
español] es eminentemente escrito y mediato”. De M iguel y A lonso, El principio de la inmediación
dentro del sistema form al de la oralidad, <http://www.enj.org/portal/>.
(451) G imeno Sendra, Fundamentos del Derecho procesal, p. 228.

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No obstante lo expuesto, observamos que nuestra legislación contie­


ne algunas excepciones al principio de inmediación. Así, se otorga
al juez que sentencia la posibilidad de valorar como prueba deter­
minados actos que han sido practicados en la etapa de instrucción
y sin su presencia (prueba anticipada y prueba preconstituida).

Desde una línea crítica, nos parece interesante lo declarado por VÉ-
l e z M a r i c o n d e , quien señala que la doble instancia implica falta

de inmediación respecto del juez superior cuando este emite su ju i­


cio en virtud de las pruebas que ha recibido el inferioh452*. En efec­
to, esta es una de las razones por la cual, la institución de la condena
del absuelto en segunda instancia, dada su regulación en el Código
Procesal Penal de 2004, viene siendo muy criticada (art. 425.3.b).

Para culminar, debemos señalar que, conforme al modelo procesal


pautado por el Código Procesal Penal de 2004, el principio de in­
mediación ya no se restringe únicamente a una sola etapa del pro­
ceso, el juicio oral, sino que, ahora también se extiende a otras eta­
pas del proceso. En efecto, la regulación de audiencias, tanto en la
etapa de investigación preparatoria como en la etapa intermedia
hace imperativo ía vigencia del principio de inmediación durante
el proceso penal.

Principio de contradicción
Marco normativo: Artículos IX. 1 TP; y 356 CPP 2004.

El proceso penal constituye un escenario privilegiado en el que dos par­


tes contrapuestas (acusador y acusado) se enfrentan, en igualdad de condi­
ciones, con la finalidad de imponer su versión de los hechos ante el juez. En
dicho contexto, cada parte procesal no solo tiene la posibilidad de presen­
tar sus alegaciones y medios probatorios, sino que también puede oponerse
a los argumentos de su contrincante y controlar la prueba ofrecida por este.

La existencia de esta dualidad de posiciones al interior del proceso


conlleva necesariamente a la presencia del contradictorio. Así, pues, en el

(452) VÉLEZ Mariconde, Derecho procesal p enal, t. II, p. 187. Asimismo, Schmidt, ¿ oí fundamentos teóri­
cos y constitucionales del derecho procesal penal, pp, 266-268, ARMENIA Deu, Lecciones de Derecho
procesa!penal, p. 47.
Arsenio Oré Guardia / Derecho Procesal Penal peruano

marco del nuevo modelo procesal, el principio de contradicción constitu­


ye uno de sus pilares, dado que, se concibe al proceso como un proceso de
partes o contrincantes, en el que el juez actúa como un árbitro ajeno al de­
bate, teniendo por función únicamente garantizar que se den las condicio­
nes de igualdad para ambas paites'45345’.

a. Concepto

El principio de contradicción es un mandato dirigido, tanto al legisla­


dor como al juez, para que organicen y dirijan el proceso, de forma tal,
que las partes tengan la posibilidad de controvertir o rebatir posiciones
antagónicas a la suya durante el desarrollo del proceso.

b. Contenido

Conforme al nuevo modelo procesal, que viene implementándose pro­


gresivamente en nuestro país, el principio de contradicción deja de te­
ner un ámbito de aplicación circunscrito únicamente a la etapa de ju i­
cio oral para extenderse también, mediante las audiencias, a otras
etapas del proceso{454).

Así, durante 3a etapa preparatoria e intermedia, existe una serie de au­


diencias en las cuales las partes procesales tienen la posibilidad no solo
de exponer sus alegaciones, sino también de contraponer argumentos.
De esta forma se supera la denominada “vista de la causa” del antiguo
modelo, en la que solo era necesario la presencia de las partes para ha­
blar de contradictorio, convirtiendo así la asistencia de fiscales y, en
especial, de defensores, en mero requisito de formalidad.

(453) Al respecto, señala Cafferata Ñores que “(...) la existencia de intereses contrapuestos entre la acusación
y la defensa, y la aceptación de la confrontación entre ellos como método de tratamiento judicial de
los casos penales, deriva naturalmente en un esquema de funcionamiento procesal al que se identifica
como contradictorio, que apunta la imparcialidad de los jueces. Su regla principal de funcionamiento
es que el triunfo de un interés sobre otro queda librado a la responsabilidad de quienes lo representan
(...) o encarnan (...), careciendo el tribunal de cualquier co responsabilidad al respeto, pues solo debe
garantizar que estos tengan igualdad de condiciones para lograrlo (...)”. CaffeRATa N orbs, Proceso
penal y derechos humanos, p. 129.
(454) Al respecto, cabe precisar que, para algunos autores como Miranda Estrampes, la contradicción “debe
respetarse no solo durante la práctica de la prueba en el acto del juicio oral, sino también durante la
práctica de las diligencias sumariales, especialmente de aquellas no reproducibies en el acto de la vista
oral”. Véase, M iranda ESTRAMPES, El concepto de prueba ilícita y su tratamiento en el proceso penal.
p. 89. '
Principios

Sin perjuicio de lo señalado, cabe anotar que el principio de contradic­


ción alcanza su máxima expresión en la etapa de juicio oral, específi­
camente, durante la incorporación y práctica de la prueba(455)456.De allí
que se afirme, con razón, que el principio de contradicción rige el mé­
todo de formación de la prueba. Así, pues, conforme a este principio la
recepción de la prueba se dará bajo el control de todos los sujetos pro­
cesales, quienes podrán intervenir realizando preguntas y observacio­
nes, solicitando aclaraciones y vigilando la forma en que la prueba se
introduce en el proceso.

Durante el juicio, en efecto, la defensa tiene derecho a oponerse, en


base a sus propias razones, al valor, significado y alcance de la eviden­
cia que sustenta la acusación. En esta medida, para que la controversia
de la prueba sea real, la defensa ha de contar con un término razonable
para preparar los argumentos que habrá de oponer a la acusación. Solo
de esta manera se asegura una controversia probatoria en igualdad de
condiciones y una real conformación jurídica^456'.

Una manifestación concreta del principio de contradicción en la for­


mación de la prueba constituye el contraexamen o contrainterrogato­
rio, pues mediante esta técnica de litigación oral, al confrontar y veri­
ficar la veracidad de lo declarado por el testigo en juicio oral, las par­
tes procesales ejercen de forma ideal su derecho a controvertir las prue­
bas, coadyuvando, asimismo, a que la información que se obtenga, para
posterior valoración del juez, sea de calidad.

Principio de economía procesal


Marco normativo: Artículo 6 LOPJ.

El principio de economía procesal está dirigido tanto al legislador


como al juzgador. El primero debe observarlo al momento de emitir las
normas procesales, ponderando el costo-beneficio de estas; mientras que

(455) Sobre e! particular señala Taboada P u c o que el contradictorio en el CPP 2004 estimula que la hipótesis
acusatoria del fiscal desde la apertura del juicio sea confrontada y refutada con la hipótesis exculpatoria
de la defensa, a través de un exigente control de la actividad probatoria de cargo, que requiere ei grado
máximo de certeza del juez para condenar y solo la duda o la probabilidad para absolver o sobreseer.
Taboada Pilco, El principio contradictorio en el proceso penal, en <www.incipp.org.pe/modulos/
documentos/descargar.php?id=134>.
(456) Bernal Cuéllar/M ontealegre L y n et t . El proceso pena!, 1.1, pp. 206-207.

183
Arsenio Oré Guardia / Derecho Procesal Penal peruano

el segundo debe aplicarlo al resolver los conflictos sometidos a su juris­


dicción. En esta línea, Riba Trepat señala que el principio de economía
procesal “debe ser tenido en cuenta por el legislador a la hora de pensar el
proceso, de pautarlo y de reconocer cuál debe ser su duración más econó­
mica. Además, como principio de interpretación de la ley procesa!, debe
ser considerado por el juzgador a la hora de respetar un plazo, de actuar a
través del impulso de oficio, y también al decidir sobre ciertas actuacio­
nes de las partes”(457)458.

a. Concepto

El principio de economía procesal exige el ahorro de tiempo, esfuer­


zo y dinero en las actuaciones procesales con el propósito de lograr un
proceso más eficaz(438). Se busca, pues, alcanzar los fines del proceso
con el menor uso de recursos, ya sean humanos, financieros o de otra
índole(459)460.

b. Contenido

El principio de economía procesal procura básicamente la reducción


de todo esfuerzo innecesario que no guarde adecuada correlación con
la necesidad que pretende satisfacerse^4601. Atendiendo a ello, en el ám­
bito del proceso penal, este principio buscará, ante todo, suprimir o

(457) Riba Trepat, La eficacia temporal del proceso, p. 20.


(458) Sbert P érez, refiere que diversos autores, al definir el principio de economía procesal, han destacado
la relevancia del elemento “eficacia”, a tal punto que han propuesto rebautizar este principio como “efi­
ciencia procesal” o “buena gestión procesal”, entendiendo esta como la optimización de los recursos
procesales para la maximización de los rendimientos del juicio. Sbert P érez, La investigación del
patrimonio del ejecutado, en <http://www.tesisenxarxa.net/TESIS_UPF/AVAILABLE/TDX-0116109-
Í80513//thsp.pdi>. "
(459) En palabras de Sbert P érez, “La economía procesa! consiste, por un lado, en el ahorro racional de
trámites en e! desarrollo de! proceso y puede resumirse en el aforismo ‘máxima actividad procesa! al
menor coste temporal, material, organizativo, etc., posible’. Por otro lado, la ecooomia procesal adopta
asimismo una perspectiva funcional, pues no basta con ordenar racionalmente los recursos, sino que
tal ordenación debe repercutir en el propio funcionamiento del juicio: que este rinda u obtenga el ren­
dimiento esperado, es decir, que sea capaz de ofrecer los resultados que se pretenden de él. Si el juicio
es un instrumento al servicio de las necesidades jurídicas de los ciudadanos, debe poder cumplir su
misión de manera real, y en dicha medida será evaluada su eficacia”. Sbert P érez, La investigación del
patrimonio del ejecutado, en <http://www.tesisenxarxa.net/TESIS_UPF/AVAILABLE/TDX-0116109-
180513//thsp.pdf>,
(460) A lvaRADO VELLOSO, Sistema procesal, t, I, p. 351.

1 8 4 ________________________________________________________________
Principios

eliminar aquellos formalismos engorrosos que no coadyuvan a la ob­


tención de una verdadera justiciat46,).

De igual forma, este principio pretende la simplificación y/o reduc­


ción de actos procesales, a fin de obtener una decisión final en el me­
nor tiempo posible. No obstante, es menester recalcar que la aplica­
ción de estos mecanismos procesales no puede darse en detrimento de
otros principios o derechos fundamentales de los partícipes del proce­
so; pues, si bien se pretende una respuesta oportuna, esta debe produ­
cirse dentro del marco constitucional establecido por nuestro ordena­
miento jurídico.

En el ámbito del proceso penal, constituyen una manifestación clara del


principio de economía las siguientes instituciones: a) la terminación an­
ticipada; y, b) la conclusión anticipada del proceso. Otros autores tam­
bién refieren como expresiones del principio de economía procesal: la
acumulación(462>, la preclusiónt463), el litis consorcio461423(464)465y la unidad del
proceso(465>.

Principio de celeridad procesal


Marco normativo: Artículo 6 LOPJ.

El proceso penal, al ser un conjunto de actos procesales previamente


establecidos por ley, necesita que dichos actos sean realizados -p o r los su­
jetos procesales- de manera ágil y diligente en aras de concluir el proceso
dentro de un plazo razonable.

En este contexto, surge y se hace imperativo el principio de celeri­


dad procesal como una obligación para el Estado y una necesidad para
los justiciables, ya que la observancia de este principio permite que el

(461) En este sentido, F reyre VillaviceNCIo, Manual del juicio oral, p. 24. También Oviedo, Fundamentos
del Derecho procesal, del procedimiento y del proceso, p. 65.
(462) Así lo entiende M onroy Cabra, Derecho procesal civil, p. 85; Oviedo, Amparo, Fundamentos del
Derecho procesal, del procedimiento y del proceso, p. 67.
(463) Chiovbnda, Instituciones de Derecho procesal civil, p. 61.
(464) O viedo , Fundamentos del Derecho procesal, del procedimiento y del proceso, p. 65.
(465) Conforme a esta figura, se incoará un solo proceso o actuación procesal por un hecho, cualquiera que
sea el número de autores o partícipes.
Arsenio Oré Guardia / Derecho Procesal Penal peruano

proceso penal, más concretamente, el conflicto, sea resuelto de manera


breve y efectiva(466)467.

a. Concepto

El principio de celeridad procesal exige que los actos procesales se


realicen de forma rápida y ágil, a efectos de concluir el proceso den­
tro del menor tiempo posible y brindando una respuesta oportuna a los
justiciables.

b. Deslinde conceptual

Si bien un sector de la doctrina utiliza indistintamente los términos pla­


zo razonable y celeridad procesal<467), en nuestra opinión, dichos voca­
blos expresan conceptos distintos, razón por la cual consideramos ne­
cesario realizar un deslinde conceptual entre ambos términos.

Así, mientras la celeridad procesal se enfoca en la realización ágil de


los actos procesales que componen e! proceso penal, el plazo razona­
ble busca que el proceso penal, en su conjunto, se realice en un tiem­
po razonable. De ello se tiene que el plazo razonable, a diferencia del
principio de celeridad, no está enfocado en la realización de los actos,
sino en la duración prudencial de una etapa o de todo el proceso penal.

No obstante lo señalado, debemos reconocer la estrecha relación que


existe entre estos dos principios, ya que la celeridad procesal coadyu­
va o permite la vigencia del plazo razonable, en tanto, posibilita la rea­
lización rápida de los actos procesales que inciden necesariamente en
la duración razonable del proceso.

c. Contenido

El principio de celeridad procesal busca agilizar la actividad procesal


con la finalidad de obtener una respuesta pronta por parte del órgano ju ­
risdiccional. Sin embargo, conviene precisar que tal agilización de los

(466) Couture resalta este principio de manera magistral al señalar, “que en el proceso el tiempo es más que
oro: es justicia”, citado por A lvarado V elloso, Sistema procesal, 1.1, p. 352.
(467) Así, Roxin, Derecho procesal penal, pp. 116-119 y A lmagro Nosete/Tomé Paule, Instituciones de
Derecho procesal, p. 59.
Principios

actos procesales debe hacerse necesariamente con el debido respeto de


otros derechos o garantías(468) como; por ejemplo, el derecho de defensa.

Existen varios mecanismos que permiten la observancia de este prin­


cipio. Entre ellos tenemos: el impulso de oficio, que faculta al juez a
promover y realizar el procedimiento hasta la conclusión del proceso
sin la participación activa de los sujetos procesales(469). De igual for­
ma, aunque de manera relativa, la preclusión coadyuva a la vigencia
del principio de celeridad, en tanto permite que los actos procesales
que no se hayan realizado dentro del plazo establecido, esto es, de ma­
nera oportuna, ya no puedan ser realizados(470\ pues se espera que los
sujetos procesales actúen diligentemente y realicen los actos procesa­
les dentro del plazo legalmente establecido.

En esta línea, hay que mencionar que el control del plazo, regulado en
el Código Procesal Penal de 2004 (art. 343.2), permite, aunque sea de
manera indirecta, la vigencia del principio de celeridad procesal, al de­
jar establecido que las partes -entiéndase imputado, actor civil, terce­
ro civilmente responsable y, eventualmente, la persona jurídica- pue­
den solicitar al juez de la investigación preparatoria que ordene al fis­
cal concluir con la investigación preparatoria por haberse excedido en
el plazo establecido.

Principio de concentración
Marco normativo: Artículo 6 LOPE

En un modelo acusatorio, donde predomina la oralidad e inmediación,


el principio de concentración juega un rol importante, pues hace imperati­
vo que el juzgador observe y escuche en un solo momento las alegaciones
y el material aportado por las partes(471).

{468) Así, Hurtado R eyes, F undam entos del D erecho p ro c e sa l civil, p. 166. Asimismo, VÉSCOVI, Teoría
g e n era l del pro ceso , p. 67 y e! Tribunal Constitucional en el Exp. N° 6712-2005-HC/TC (FJ. 29), caso;
Magaly Medina.Vela y Ney Guerrero.
(4 69) En esta línea, M onroy Gályez, Teoría g e n era l d e l p roceso, p. 206. Hurtado R eyes, F undam entos
d e l D erecho p ro c e sa l civil, p. 166.
(470) En este sentido, Ledesma NarváEZ, C om entarios a l Código P rocesal Civil, í. I, p, 58.
(471) Respecto a la relación que guarda el principio de concentración con la oralidad e inmediación, diversos
autores consideran que el primero no es más que una lógica consecuencia de los dos últimos. Véase en
este sentido, M ontero A roca, P roceso (civil y penal) y garantía, p. 63; Florian, E lem entos d e D erecho

187
Arsenio Oré Guardia / Derecho Procesal Penal peruano

Cabe recalcar que, además de favorecer la oralidad e inmediación, el


principio de concentración permite la realización de otros principios como
la celeridad procesal, al procurar que los actos procesales se realicen en una
sola audiencia(472); y la economía procesal, al coadyuvar para que el proceso
se realice en el menor tiempo posible y con la menor cantidad de actos*4735.

a. Concepto

El principio de concentración exige que varios actos procesales se rea­


licen en una sola audiencia, o si esto no fuera posible, en pocas sesio­
nes continuas, con la finalidad de evitar que, al momento de emitir pro­
nunciamiento, desaparezcan o se diluyan de la memoria del juez las
apreciaciones e impresiones adquiridas por este(474h

b. Contenido

En la doctrina, es frecuente referir la aplicación del principio de con­


centración únicamente a la etapa de juicio oral; no obstante, conside­
ramos que no media mayor inconveniente para extender su aplicación
a etapas previas. Así, por ejemplo, a la luz del Código Procesal Penal
de 2004, este principio también tendrá aplicación durante la etapa de
investigación preparatoria y la fase intermedia; fundamentalmente, en
las audiencias de prisión preventiva (art. 271 CPP 2004), control de
acusación y sobreseimiento (art. 351 CPP 2004).

Sin perjuicio de lo expuesto, será en el juicio oral donde, sin lugar a du­
das, el principio de concentración hallará su máxima expresión, pues
en dicha etapa se procurará reunir en una sola audiencia un conjunto
de actuaciones, tales como: la acusación, los alegatos de defensa, la
práctica de pruebas, el debate probatorio y el pronunciamiento de la

procesal penal, p. 106; Monroy Galvez, Teoría general del proceso, p. 200; Vélf.z Mariconde,
Derecho procesal penal, 1.1, p. 429.
(472) Gimeno Señora, Derecho procesal, p. 91. En un sentido parecido, Montero Aroca, Proceso (civily
penal) y garantía, p. 63.
(473) D evis ECHANDÍA, Teoría general del proceso, pp. 66-67.
(474) En esta misma línea, Montero Aroca considera "que la concentración supone que los actos proce­
sales deben desarrollarse en una sola audiencia, o en todo caso en unas pocas audiencias próximas
temporalmente entre sí, con el objetivo evidente de que las manifestaciones realizadas de palabra por
las partes entre el juez y las pruebas permanezcan fielmente en la memoria de este a la hora de dictar
la sentencia". Montero A roca, Proceso (civil y penal) y garantía, p. 63.
Principios

coirespondiente sentencia(475). Cabe señalar, sin embargo, que muchas


veces no es posible reproducir en un solo acto todas estas actuaciones,
razón por la cual se permite seccionar la audiencia en varias sesiones
continuas e ininterrumpidas hasta su conclusión (arts. 356.2 y 360.1
CPP 2004), no afectando con ello la vigencia del principio bajo estudio.

Es ei caso recalcar que, el principio de concentración tiene algunas


excepciones, las cuales obedecen mayormente a situaciones de fuerza
mayor o caso fortuito. Así, tenemos las causales de suspensión de la
audiencia oral (arts. 266 y 268 CdPP; art. 360.2 CPP 2004), que se ha­
llan sujetas a un plazo de duración máximo de 8 días hábiles, en caso
contrario, se produce la interrupción de la audiencia y anulación del
juicio celebrado, siendo necesario nuevamente la realización del deba­
te oral en su integridad(476).

Asimismo, constituyen excepciones al principio de concentración en


el juicio oral: la prueba anticipada, la prueba preconstituida y la prue­
ba de imposible práctica en sede de juicio(477); ello, en tanto, estos ti­
pos especiales de prueba no son practicados de manera conjunta con
los otros medios probatorios durante la audiencia de juicio oral.

(475) Siguiendo a Maier, consideramos que el principio de concentración alcanza también a la sentencia, !o
cual implica que esta deba dictase inmediatamente después del debate. Maier, Derecho procesal penal,
1.1, p. 659. En este mismo sentido, manifiesta Flortan que el principio de concentración lleva a que
e! juez dicte su fallo a continuación de la práctica de las pruebas y de determinados debates. Florian,
Elementos de Derecho procesal penal, p. 107.
(476) Maier, Derecho procesal penal, t, I, p. 659. En este sentido, O derigo considera que debe suspenderse
la realización de las audiencias, cuando no comparezcan testigos o intérpretes cuya intervención, el
juez considera indispensable, siempre que no pueda continuarse con la recepción de otras pruebas.
Oderigo, El lenguaje del proceso, p. 69,
(477) En este sentido, Bernal Acevedo, El proceso penal acusatorio, p. 159; Bernal Cuéllar/M ontealegre
Lynett, El proceso penal, p. 210.

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