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Desde los intentos de literaturización del siglo XVIII, el teatro era una
institución moral y textual.
En las postrimerías del siglo XIX, el carácter artístico del teatro pareció
legitimarse casi exclusivamente por su relación con la obra dramática, es
decir, con el texto literario.
Herrmann propuso la creación de una nueva rama de la teoría del arte, los
estudios teatrales, con el argumento de que lo que constituye el teatro
como arte no es la literatura, sino la realización escénica.
No era la preponderancia de la realización escénica sobre el texto, sino que
Herrmann defendía el establecimiento de una oposición esencial entre
ellos que terminara excluyendo su vinculación.
“El sentido originario del teatro [...] radica en que era un juego social -un
juego de todos para todos-. Un juego en el que todos participan
-protagonistas y espectadores-. [...] El público toma parte en el conjunto de
manera activa. El público es, por así decirlo, creador del arte del teatro.
Hay tantas partes distintas implicadas en la configuración de la fiesta del
teatro, que es imposible que se pierda su esencial carácter social. En el
teatro siempre se da una comunidad social.” Max Herrmann, 1920
Sólo porque se da la copresencia física de actores y espectadores puede
tener lugar la realización escénica, es esa copresencia la que la constituye.
Para que una realización escénica pueda tener lugar, actores y espectadores
han de reunirse durante un determinado período de tiempo en un lugar
concreto y hacer algo juntos.
Bibliografía
Fischer-Lichte, E. (2014). Estética de lo performativo. Madrid: ABADA
Editores.