El poeta español Manuel Machado (1874- Un sollozo infantil cruza la escuadra
1947) reelabora el mismo episodio en su de feroces guerreros, poema “Castilla”. y una voz inflexible grita: ¡En marcha! El ciego sol se estrella El ciego sol, la sed y la fatiga... en las duras aristas de las armas, Por la terrible estepa castellana, llaga de luz los petos y espaldares al destierro, con doce de los suyos y flamea en las puntas de las lanzas. -polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga. El ciego sol, la sed y la fatiga
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.
Sobre las armas el sol se desarma Cerrado está el mesón a piedra y lodo. Sobre las armas y las lanzas la luz alcanza Nadie responde... Al pomo de la espada el terreno del destierro y al cuento de las picas el postigo el sudor sin freno va a ceder ¡Quema el sol, el aire abrasa! de quienes cabalgan a lo desconocido. A los terribles golpes Entre el silencio que ahoga un Cid de eco ronco, una voz pura, de plata La voz que anuncia la desgracia y de cristal, responde... Hay una niña De no ser nunca bienvenido muy débil y muy blanca De no ser jamás el esperado en el umbral. Es toda Con un sequito de polvo detrás ojos azules, y en los ojos. lágrimas. Y la muerte como presagrio seguro Oro pálido nimba