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¿Qué es la neurodiversidad?

- Movimiento Social
Magda Montero 06/08/2019 https://magdamontero.com

Los conceptos vertidos en este artículo no reflejan necesariamente la opinión de Fundación Neurodiversidad,
el contenido que se provee es estrictamente con fines informativos y educativos.

La Neurodiversidad es un movimiento social que nace de la comunidad autista.


Fue Judy Singer, socióloga australiana dentro del espectro, quién acuñó el término, a
finales del siglo pasado. En 1998 publicó como artículo su tesis presentada en la
Universidad de Tecnología de Sydney ―Odd People In: The Birth of Community
Amongst People on the Autism Spectrum: A personal exploration of a New Social
Movement based on Neurological Diversity―. Según Judy, la neurodiversidad
vendría a ser “un nuevo agregado a las categorías políticas ya familiarizadas de clase,
género o etnia”. La neurodiversidad abarca todas las formas neurológicas, dentro de
las cuales algunas son más frecuentes, es decir “neurotípicas”, y otras son
minoritarias o “neurodivergentes”. Entonces, este nuevo concepto tiene mucho que
ver con la vida ciudadana, ya que plantea a las personas cuyo cableado neuronal es
diferente, como minoría social, y no como la mirada médica patologizante ha venido
haciéndolo, es decir, tildar a las personas neurodivergentes como anormales,
deficientes o disfuncionales.
¿Y cuáles serían esas neurodivergencias?
Estamos hablando de condiciones neurobiológicas, como lo son los así llamados
trastornos del espectro autista, TDA-H, dislexia, trastornos del ánimo, esquizofrenia,
entre otros. Los avances tecnológicos que se han desarrollado en los últimos años,
para la investigación de las neurociencias, han permitido adentrarnos en el cerebro
de personas con estas condiciones ―libro de Temple Grandin al respecto: “El cerebro
Autista”―, y nos han ayudado a comprender un poco de qué se tratan estas
conexiones cerebrales divergentes. No voy a ahondar en este tema, debido a que no
soy experta, pero a quien le interese, ¡lo invito a investigar!
Desde esta mirada, las condiciones neurobiológicas atípicas son consideradas
variaciones normales dentro de la humanidad; no son enfermedades, sino que son
diferencias. Yo nací con un cerebro autista, y seguiré siendo autista durante toda mi
vida, porque mi cableado neuronal está configurado de esa forma. Aunque no se
tenga claridad aún del origen de estas condiciones, hoy en día los científicos están
demostrando que podemos encontrar respuestas al adentrarnos en nuestra biología
cerebral.

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Un concepto que
nos incluye a todos NEURODIVERSIDAD
¿Y por qué es importante ponerle nombre a estas minorías?
Las condiciones que mencionamos más arriba no son visibles externamente, es
decir, las personas neurodivergentes no somos físicamente reconocibles a simple
vista, como sí lo serían las minorías raciales o incluso de género. Mientras no
recibamos un nombre como colectivo, seguiremos pasando desapercibidos,
seguiremos siendo “invisibles”. Pero resulta que al adentrarnos en los cerebros de
los individuos autistas o TDA, descubrimos que hay diferencias demostrables a
través de la imagenología cerebral, en la forma y funcionalidad de las redes
neurológicas; es decir, nuestros cuerpos son diferentes. El encontrar las bases
biológicas que “explican” nuestras diferencias, cuestiona el paradigma desde el cual
estas condiciones han venido siendo consideradas trastornos mentales.

Cómo veíamos más arriba, existe una mayoría neurológica, que llamaremos
neurotípicos, y existimos personas neurodivergentes, que tenemos un cerebro
diferente al de esa mayoría; pero, eso no nos hace ser enfermos mentales ni
inválidos, sino que nos hace funcionar de forma diferente. Con funcionar me refiero
a la manera en que recibimos y procesamos la información sensorial, como también
a nuestra forma de comunicarnos y de relacionarnos; pues sí, no todos pensamos ni
sentimos del mismo modo, ni percibimos el mundo de la misma forma.

¿Para qué sirve hablar de neurodiversidad?


Reconocer las diferencias neurológicas innatas tiene muchos beneficios. Porque si
miramos la realidad solo desde el punto de vista neurotípico, ser neurodivergente
hoy en día es un problema; y eso es cierto, debido a que nuestro actual sistema
educativo, laboral, de salud, etcétera, está construido en base a esa mayoría
neurotípica.

Uno de los principales beneficios de asumir nuestra divergencia neurológica, es el de


descubrir en qué soy buen@ y qué me gusta hacer. Porque resulta que, si bien las
personas atípicas tenemos muchas dificultades para funcionar en el sistema ―que
nos hacen sentir a veces discapacitados, de lo cual hablaré en otro momento―, por
otro lado, tenemos grandísimas capacidades, que incluso podríamos considerar
dones.

Mi cerebro es diferente al de la mayoría; soy diferente, y eso está bien y ¡puede ser genial!

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Nuestra hipersensibilidad autista, por ejemplo, en el terreno artístico es una ventaja,
o la capacidad innata de muchas personas en el espectro para reconocer patrones
(ver post sobre este tema), que hoy en día se está aplicando a la programación y
tecnologías de avanzada… en fin; todos los individuos tenemos áreas en las que
resaltamos, versus ámbitos en los que somos poco hábiles. En las personas
neurodivergentes esas polaridades son más intensas, por lo que encontramos
personas que son genios para las matemáticas, pero no son capaces de anudarse los
cordones de sus zapatos, por ejemplo.

Entonces, reconociendo nuestras habilidades y temas de interés personales,


podemos desarrollarnos de forma mucho más satisfactoria, potenciando esas áreas
en las que somos expertos, en vez de intentar encajar y ser alguien que no somos.
Es decir, el paradigma de la neurodiversidad parte de la base de respetar la
singularidad de cada persona, tanto neurotípicos como neuro-atípicos, para que nos
desarrollemos en nuestro máximo potencial, sin intentar “normalizarnos”,
“adaptarnos”, o “adecuarnos”, sino siendo nosotr@s mism@s.

Para ir cerrando…
Personalmente, siento que hablar de neurodiversidad es fundamental si queremos
evolucionar como sociedad hacia la convivencia armónica, ya que una sana
colectividad se basa en individualidades auténticas y plenas.

Y especialmente, como minorías neurológicas, este movimiento social nos ayuda a


empoderarnos, partiendo de la base de nuestra propia valoración como individuos
diferentes, es decir, aceptándonos, sanando nuestra autoestima. Y por otro lado, en
el ámbito ciudadano, nos permite unificar nuestras voces en la lucha por los apoyos
y modificaciones que podemos necesitar.

El movimiento social por la neurodiversidad es muy nuevo; no lleva más de 20 años


como tal. Tenemos mucho trabajo por hacer. Principalmente, diría que es muy
necesario educar a la sociedad sobre este tema, porque no lograremos cambios
sociales sin la base conceptual de lo que son las condiciones neurodivergentes, y
para eso es necesario hablar de neurodiversidad.

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