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a Seucuzeecee” tango” ~escribe Borges~ “puede discutirse, y lo discutimos, 0 encierra como todo lo verdadero, un secreto. Los dicciona- registran, por todos aprobada, su breve y suficiente defini- ; esa definicién es elemental y no promete dificultades, pe- el compositor francés o espafiol que, confiado en ella, urde "Correctamente un tango, descubre, no sin estupor, que ha urdi- algo que nuestros ofdos no reconocen, que nuestra memoria hhospeda y que nuestro cuerpo rechaza” Por la huella de esta reflexién. Ferrer sefiala que a 2 sabor del tango ests no se crea, no se fabrica, se presien- “Y por esto el tango no es ni una obra, ni un hombre, ni Carlos M. Pacheco instrumento —bases invariables sobre las que se construyen : nds absurdas definiciones literarias-; ni siquiera es una no- Masion de én musical...”. ENRIQUE SABORIDO En un trabajo posterior, este autor determina més i ps ampliamente 1910: Con Felicia, se inaugura una nueva etapa de la ¢é de Bucnos Aires . ‘mundo, esa vida secreta y poderosa que se encuentra por debajo de la huella de los éxitos del tango, de sus fd ‘Sus instancias més notorias’. los, Se refiere entonces al (nat) ads, en algunos lugares, hubo preci fijo: diez centavos por ventan, en medio on compara”. los elementos que el talento de algunos de ellos llevaré a : Lee miisicos” ~continiia diciendo~ “tocan de ofdo o de ‘oa. El tango no se esctibe en sus comienzos. Acaso muy perficie. Y agrega: fla musical, Improvisan una melodia, Ia fayan, fa tocan. Si gusta, la repiten. Si gusta mucho, queda --centenares de miisicos que han rascado su Blain comedido ingenioso inventa unos versos con temas de ac- jones desfichatadas a los presentes, 0 a cono- Misia y letra, tepetidas por los asistentes Hle~ las 2 hurtadillas entre hombres solos, dible. Podria deducirse de ello, que la importancia de su ate eee ere ee eee cién musical, por ejemplo, como rasgo de defini 2 Gonzélez Arrilli recuerda que Ma eee - Es otra cosa la que determina que el rang = cuando la intimidad les amparaba, (los paroteros] dsbanse Oe are eet ae Es que, acaso, ése sea el vivo se “a otros lecciones de eango, que ast entr6 en los salones fa- ppopular..”. i Hares, como un contagio vengativo del compadcito, pariente cano, aunque sin «menega» del nifio cen el mds oscuro anonimato, han con idad 0 co Si parece dificil hallar respuesta clara, concreta ¢ cuanto a la esencia misma del tango, tal vez no sea ine Pero para que esto ocurra, para que el tango se im- trincada la tarea de encontrar datos acerca de su geste aga hay que recorrer un largo trecho. Tallon evoca ast cién o crecimiento musical. Carella recuerda que ‘primeros avatares del tango: En las casas de las comisionistas (mt intermediarias en- a eros y los duefios de prostibulos de la campafia) hhacfan bailes continuados. Prolongabanse a semanas y meses duracién. Cuando terminaban volvian a comenzar con Ta re- ién del elemento femer de lo cual se deduce en con- “. das orquestas con que el tango se cred estaban compues coctavas~ y en ocasiones mandolin o band: pore el piano es un objeto de lujo. Suel Y Rossi sefiala: ppeores. Reconforta saber que los renombtados Greco, Arolas, Spésito, Pacho, Santa Cruz, Firpo, Ber- de eso en todas las erapas de su “...a veces toda la orquesta era un organito o un acordeén. En esos tiempos (escribe Carella): “Al final de cada picza se pasaba el plat : cea platillo o el sombrero para coger el Sbolo. Podian bailar solamente los que onebu Tallon recuerda ademés que {123} [122] “Jas orquestas de lo de Hansen, en Palermo, eran las mismas aque solicitaban los salones de baile hebdomadario de la clase media: Campoamos, Poncio, Barn, Padula, El Tano Vicente, EL ano Prudente, Zambonini (el autor de La Clavada, que en cierta ocasién obligé a tocar su tango toda la noche, de puro guapo, a una orquesta de italianos en la Boca); y no se discuce que en lo de Hansen las orquestas cudqueras de los prohibicio- nistas se ponfan al dia con los tangos...” Con otras palabras valora Canel ese perfodo inicial: rumentistas de esta primera etapa tocaban ‘de a Por esto tambign en el tango primitivo aparece la im- provisacién, técnica ésta que se manifiesta por si misma y que itada por la libre utilizacién de las células bésicas. B] tango no escrito posee una vitalidad mucho mayor, precisa- ‘por no estar cristalizado por la escritura que fija definiti- ‘vamente aquello que ha de ser ejecutado”, Y sobre la improvisacién escribe Alberto Soriano que “... el papel desempetiado por los improvisadores en los despla- vamientos del mundo expresivo del Tango es muy importan- »... podemes considerar con algin fundamento que el improvisador se adelanta, como un elemento conductor de avan- tads, ala modifcaciones que larecetividad del ambiente co- pronto, como si despercaran en ellos cualidades dormidas, com- parten en instantes fugaces algo de esa interioridad honda e in- quietante que, sin envejecer jamés, vive en el corazén del hom- bre de siglo en siglo” (24) Es imposible no citar a Tallon si se quiere conocer de cerca el proceso de gestacién del tango: “Los que hacfan miisica en los bares tenfan el rétulo de tanguis- 1s, Fueron musicantes sin pretensiones, que habfan descubierto en el rango, con una completa indiferencia profesional, un me- dio ficil de vida. Aun después de 1905 sus orquestas apenas su- peraban a las primitivas, Se componian de flauta, bandolin, gui- ‘tarra o arpa, violin y, a menudo, arménica. Advierto ademés que tales orquestas no trabajaban en los bares por contrato, eso se hi- zo desde mucho més tarde hasta nuestros dias. Eran ambulan- tes, se multiplicaban en profusién y se-sucedian unas 2 otras po- co menos que diariamente. Conviene que el lector no las imagine ubicadas siempze en un palco orquestal, ni siquiera en tarimas improvisadas. Se las acomoda asi o como fuera posible: rodeando una mesa generosa, 0, a lo mejor, secas y abnegadas, de pie contra un muro de los costados o en un rincén no més, si era espacioso. También conviene no suponerlas orquestas ctiollas sin excepcién. Los zanguistas que pasaban por la Boca eran en su mayor parte icalianos metidionales. La guitarra y la arménica, para sorpresa y desconcierto de los rangueros actuales (siento tener que revelar estas cosa) las reemplazaban por el cla- rinete. Pero sdlo en la Boca actuaban estos muisicos. En los otros barrios suburbanos dominaron siempre la sicuacién las orques- titas criolls. Y siempre fueron compadritos portefios-con mds aspiraciones a agenciarse una pupila que a cobrar el sueldo de la patrona- los que dieron patente de soez al cango en los ‘cafés (burdeles colectivos con bebidas alcohdlicas y baile) de la capi- tal y de la provincia, En la Boca prosperaban también los sere- jantes que debfan su mote a que la serena- ta era entonces, para todos los miisicos verndculos, el primer paso de rigor. Se jugaban i tocando sin parar y gratuitamente y en cualquier parte, incluso en el café. En todo caso, alguno de ellos pasaba, cada dos 0 tres piezas, «el platito»”. (125) Garcfa Jiménez recuerda que “... Cometas de mayorales de tranguays a caballos, de La Gran Nacional, le dan al tango gangosos estribillos fraseads, como pa- 1a que diga aquella incipiente letilla descarads, que se burla del sefiorén de pechera dura: = anirquica constitucién de los primeros conjuntos hasta la excli- = sién de los metales. La determinacién de una inicial combina- cién: arpa, violin, flauta. Luego, flauta, violin y guitarra, Ms tarde, después de comenzado el sigh, piano, violin y bandonebn. “Todas estas plantas instrumentales funcionan en un régimen de | gjecucién enteramente oral: el modo interpretativo es la ampro- E visacin sin solistas...”. & Me llamo Don Juan Cabeyo: andteselo en el cueyo... € Sigue esa danza viviendo, por el filo y contrafilo del 900, en un espantable clima non sancto, vedado a las ck ses cultas. Tocindola los primerizos ufos de arpa, viol ¥y guitarra y las orquestillas que agregan a esos instrumen: tos el acordeén y la flauta, se pierden en firuletes hacién- dole competencia con sus arpegios al vértigo enrevesado de las piernas y los tacos de los bailarines. Son compadri- tos todos éstos, y por los extramuros del sur estén sus principales bailetines (como nos los definié con pintores- co neologismo el inspirado compositor portefio Juan de Dios Filiberto). Cuando pasa el organito crepuscular algunas esquinas orilleras con chafés tolerantes, el bail tin es en la calle misma, bajo las primeras estrellas pal das...” Indica Tallon que +. desde 1890 0 1895, en tres de yNecoches, habia sendos cafés n mujeres ~con me- znos elementos extranjeros, por Jo tanto y en tomno a 1903, orquestas de tango. No eran todavia las orquestas tipicas las con bandoneéa que se estaban, quién sabe dénde, ando. Casi siempre las orquestas nuevas hacian antes de ini- __ Giarse en la capital una jira por los grandes prostibulos danzan- | tes de la provincia. Pero para actuar en esos palcos debian ser | yeteranas o darse @ conocer de pronto como buenas y de arras- | tte entre los apasionados (hoy dirfamos hinchas) de una bacria- | dao de otr cuatro esquinas de Suérex La esquina de Sudrez y Necochea era desde antes del 900 lo que fue después ~durante la segun- , tercera y cuarta década del siglo, y depurada de ciertas reali- dades, por cierto la calle Corrientes vieja. Es decir, lo que no ¢s | inguin lugar de Buenos Aires, el centro de | if Todo este perfodo ha merecido el titulo de “Guar dia Vieja” y, segiin Ferrer, puede decirse que, cronolégicamente, la Guardia Vieja se Una descripcién de Juan Francisco Palermo, ide desde 1880 a 1920. Corresponde a ella la etapa de gest: cidn y desarrollo primerizo de los elementos que luego han de jugarse para definir el tango. En el plano estético puro: surgi micnio de la especie por natural hibridacién de otras especies po -uyos trabajos indiscutiblemente han de tener, para los futu- westigadores de los origenes de la literatura rantifuse» un valor que ahora alguien no quiere reconoce:”, a a) también el mundo inicial de nuestra musica ciu- “Aquella tarde de matiné de gala, los amplis y lujosos sa- lones de La Fratellansa de los Reos del Sur estaban concui ‘mos por una amena y selecta merza de esgunfiados. Habia de do, como en maleta de turco. El minaje bastante regularén y shushetado a base de polfcromos percales, enaguas con acordedn y Flamantes polleras ensrevé eran la contenteza del inquieto za- balaje asistente a este jaife yengue en honor del euerto Zabori- do, vice 1° de la mentada Fratellansa, et La interesante orques- ta que ameniza la pintoresca reunién la dirige el afamado mandoneonista Genaro Zambuyo (a) el ‘Tano Sacramento...” *.. Bl tano Sacramento, allé arriba, en el entarimado, con el chi- fiin bicolor aprisionando una mecha de cerda que descansaba so- be su estrecha frente, en forma de signo interrogativo, y con la mirada desafiante, dejaba dormir la zurda papizusa sobre el te- clado del gangoso bandoneén, que lloraba las tiltimas notas de un tango de la Madona. La descripcién confirma, como se ve, las palabras de Tallon con respecto a los - tanguistas italianos”, Pero al mismo tiempo hace referencia a un instru- mento que es fundamental en la historia del cango. El bandonedn, escribe Garcia Jiménez, “ss.de poderoso y sugestivo acento, viene a desalojar al acor- den, sabe que el tango esed necesiténdolo a dl “Bandoneén y tango son la misma cosa’. Para Martinez Bstrada el bandoneén “...es el sucedsineo portitil del aristén y del érgano...”; {128} en tanto que Cétulo Castillo, segtin los hermanos Bates, atribuye “...al bandonedn la definitiva sonoridad de lamento que tiene 1 tango, su inclinacién al quejido, al rezongo”. Carella rectuerda que -»Si el bandonedn se fabricaba en Alemania, entré en Espatia, Francia, Grecia 0 Japén con patente argentina”. Cuando hace su aparicién el bandoneén, observa Canel, “en un principio es un instrumento mas en el conjunto ins- ‘rumental, que solamente proporciona mayor densidad al tejido sonora”. Entonces “debe tener lugar un proceso de adaptacién, de Sn, pata que sea posible sacar verdadero partido de ALN: .na técnica del bandoneén propia del rango, acor~ de con su expresién, a la ver que este instrumento debido a sus caracteristicas, influye sobre el desarrollo del rango, naciendo de esta manera un nuevo estado de co: crean nuevos tangos con caracterfsticas especiales, generados en esta nueva experien- Tallon nos dice que “fue nada menos ante el asombro de esa clase de gente (un piblico de amorales y de agalludos y de otros cuya desgracia y ccuya dicha consistia en parecerlo) que irrumpieron un dia, en medio de una i endo de puro humano, los bandoneones.. Afiade luego: “La exquina de Suarez y Necochea fue ol punto de partida de las primeras orquestas tipicas eriollas. Se podria fijar la del Cence- nario como fecha aproximmada de su aparicin imprevista. Gena~ 10 Spésito, idolatria pronto de San Telmo, Eduardo Arolas, de (129) dl piano. Roberto Firpo ha recordado (a través de la plu- ‘ma de Portogelo) la siguiente anécdo compleja. La base ritmico-arménica vl dico formando un todo indisolu _*El Armenonville convoca tin concurso para orquestas. El publ «0 vota por los conjuntos que més le gustan, Roberto Firpo in- Yaa esa altura, y segiin Carella, tegra el de ‘El Tano Genaro’ como pianista. Se prowdealeek “Como todo lo prohibido, el tango prospers. Si los patoteros _ didn. Y la urna, al efectuarse el recuento de los suftagios, da el propiciaron su difusién por mera jarana, la habjan iniciado mu- nombre de Firpo como ganador. Gran conmecién en la sala. the antes los callejeros organicos «Rinaldi» de cambor y platill, gua &Quién es Roberto Firpo’ que lo introdujeron subrepticiamente en la ciudad. La calle es el {Un pianist acota alguien despectivamente. principal vehiculo de propagacién. Cuando el hecho es observa: Y el nombre de Roberto Firpo es pronunciado con verda- do, no se le puede detener, Los chicos cantan sin malicia: dera devocién por los que le han dado el triunfo. Gran bronca 3 ‘entre los mésicos que habfan participado en el certamen. Las & scuionssenibads suben de tono. Los bandoneonistas y Bartolo tenfa una flauta {uitarristas de los conjuntos con un aujerito solo. : shourda La decisis del “Las calesitas giran con miisica de tango. : st innrumento,pemanec impasbe a cuanto ocue en su de ral del tranvia a caballo rocaba en su cuerno un aire de tango para anunciai Por su parte, Garcfa Jiménez sefiala: salia para verlo pasa, “Ala tarima del eafé-cantante,‘atendido por camareras,, de la es- En ese triunfo, el bandoneén pasa a ser, como apul ta Ferrer, ., Ja-vor capaz de set modelada a placer, de ser educada sin to nn dedos que son antenas sutiles captando las ondas sentimen- ceduras previas en la fresca leccién del lengusje popular, te = aie de su ién auténticamente . Bandoneén, vio- na por convertirse en instrumento simbélico del tango. El hom: > lin y piano, quedan como piedras angulares para que en ellas se bre del pueblo, el hombre de la calle, siente por el bandoneén poye el refinamiento dei tango”. tun tespeto, una admiracién que no profesa por instrumento al: ; guno”. Otro instrumento se incorporard luego al tango como se leyera anteriormente, desplazard a la guitarra. Es lo y con ela orquesta di leyera anteriormente, desp! B = Payrot y Giardini propietarios de (132 [133] Hansen, entregan a Luis Suétez Campos, para que lo estrene, el primer piano que tuvo dicho local”. Y Canel nos dice: “En seguida del bandoneén hace su aparicién al piano, que en cl corter del tiempo ha de cambiar toda la fisonomia del tango. A poco de aparecer, este instrumento comienza a sustituir a la guitarra como instrumento acompafante, hasta consumar el desplazamiento total de ésta de los primeros planos. El proceso que debi6 suffir el bandonedn para adaptarse se da con mayor azn en el piano, debido a su complejidad, y debe pasar algin tiempo antes de que se desarrolle una técnica esencialmente pi nistica en funci6n del tango. Los primeros conjuntos qué adop- tan el piano (la orquesta de Vicente Greco y en seguida todas las cdemés orquestas) muestran a este inserumento cumpliendo una funcién neutra que hace afiorar la guitarra”. Que esos nombres tiunfen (el de Fitpo, el de Ara- g6n) implica necesariamente una victoria del instru- mento que tocaban y, también, una integtacién de di- cho inscrumento al espitita del tango, Canel comenta ese proceso: “Ya de un estilo pianistico més evolucionado y maduto es la ver- sién del tango Argaftarac en solo de piano de Roberto Firpo. [Aunque] debe Hegarse hasta la Orquesta Loduea, con su ta Thompson, para advertir que comienza a perfilarse un estilo pianistico acorde con el tango. En este conjunto vemos que ya se saca partido de la percusi6n ritmica y tiene lugar una pulsa-

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