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1
Etnicidad y Discriminación
Racial en la Historia del Perú
Tomo II
Pontificia Universidad
Católica del Perú Programa Sociedad Civil
Instituto Riva Agüero Banco Mundial
3
Agosto del 2003
Lima-Perú
I.S.B.N. 9972-832-11-2
Carátula:
Día de los Reyes, 6 de enero. Desfile de las hermandades afrocubanas denominadas cabildos con sus atuendos tribales. Tomado
de Sugar is Made with Blood, p. 46, de Robert L. Paquette, publicado por Wesleyan University Press Middletown, Connecticut, EUA,
1998.
Banco Mundial
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Elizabeth Dasso Zamalloa, Especialista Senior en Desarrollo Social y Sociedad Civil.
La información contenida en este libro puede ser reproducida, siempre que se mencione la fuente de origen y se envíe un ejemplar
al Instituto Riva Agüero y otro a la oficina del Banco Mundial en Lima.
Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo financiero del Programa de Sociedad Civil del Banco Mundial de Lima y no
constituye un documento oficial de dicho organismo.
El Instituto Riva Agüero y el Banco Mundial no se responsabilizan por las opiniones vertidas por los autores.
4
Índice
Presentación 7
Introducción 9
5
Mónica Solórzano Gonzales
Su obra no se analiza desde un estricto punto de vista plástico, pues sus solu-
ciones formales, propias de un pintor autodidacto sin avanzados conocimien-
tos de dibujo, composición y color, presentan logros personales. Su producción
se enmarca entre los años de 1830 a 1870, mas resulta difícil plantear una evo-
lución de su pintura, pues no se conocen las fechas de sus obras; los años que
consignan algunas se refieren más a la escena que representan y fueron reali-
zadas por los coleccionistas de las acuarelas. Por tales motivos, proponemos
solo aproximaciones sobre la figura de Francisco “Pancho” Fierro.
$#
El presente estudio se sustenta principalmente en la antigua colección
Palma, una de las más numerosas colecciones existentes en Lima. Hoy
en día hay en la Pinacoteca Municipal 258 pinturas entre originales del
1
pintor y atribuciones .
1
Aunque hacia los últimos años de su vida se encontraba en una situación
Todas las acuarelas que
ilustran este ensayo pertene- precaria, debido probablemente a su afición por la bebida, sobrevivió de
cen a la Pinacoteca Ignacio
Merino de la Municipalidad
su trabajo honesto y logró cierta popularidad como pintor de anuncios
de Lima; prestaron invalo-
para corridas de toros, murales y, principalmente, por sus acuarelas
rable apoyo proporcionando
parte de los negativos de su de costumbres y tipos limeños. En su tiempo no se lo valoró ni se lo con-
archivo.
2
Jaime Bayly y otros autores sideró un pintor de renombre, comparable con los pintores académicos;
afirman que llegó a realizar
pinturas murales en vivien-
sin embargo, logró importantes encargos de murales como el de José Balta,
das. No se tiene certeza que 2
después Presidente del Perú . Su muerte fue sentida y anunciada en el
alguna de ellas se conserve
en la actualidad. diario de la época. La falta de reconocimiento es comprensible, además de
$$
por su origen étnico, por su condición de pintor autodidacto sin escuela
dedicado a un género menor.
$%
más relevantes para la explicación de la obra de Fierro; sin embargo,
tal vinculación es difícil de comprobar, debido a la carencia de fuentes.
La prolongada presencia en Lima de pintores como José Joaquín del Pozo
(Sevilla, 1757-Lima, 1821) y Francisco Javier Cortés (Quito, 1775-Lima, 1839)
y , quienes laboraron con proyectos científicos y luego se establecieron en el
Perú dedicados a la enseñanza de la pintura y, el supuesto encuentro de Fie-
rro con Leonce Angrand, el viajero y diplomático francés, son algunos temas
por considerar en la formación de la pintura de costumbres aún por aclarar.
$&
1. LA COLECCIÓN PALMA
$'
por la plasticidad de su trazo ligero y vital y por la capacidad para
detenerse en sus hermanos de raza que, como él, empiezan a adoptar
nuevos oficios y a ganar espacios en la sociedad. Su obra sería el resultado
no solo de la necesidad de difundir tipos solicitados por ciertos mercados
y de cubrir una demanda, sino que respondería también a una motiva-
ción particular. Fierro encuentra la manera de mantener su mercado
descubriendo su particular manera de pintar, su propio estilo, el cual va
más allá del simple registro del tipo social.
Resulta impreciso ubicar la época exacta en que fueron realizadas las acua-
relas, mas sí se puede inferir el periodo que representan principalmente
por la actividad o costumbre que registran y también por el atuendo que
lucen los personajes. El historiador Ricardo Cantuarias plantea bien la
cronología de estas acuarelas basándose en lo segundo. Así, por ejemplo,
el vestuario masculino de fines del periodo virreinal se caracteriza por
el uso de pantalón corto hasta la rodilla, medias blancas y zapatos con
hebilla de plata, pechera y puños de encaje, casaca Luis XVI, coleta en
8
Los negros predominaron
la peluca, bicornio y capa. Ellas lucen “vestido sin vuelo, de busto ceñido
en la costa central. Hacia fi-
y mangas abuchonadas, peinados altos y calzados sin tacón”, mientras
nes del siglo XVIII solo en
Lima se encontraba el 60 por que el atuendo del periodo republicano varía hacia “vestidos acampa-
ciento de los esclavos, y en-
tre castas y esclavos llegaron nados y con más vuelo, mangas con blonda y peinados con bucles”. En
a casi el 45 por ciento de la
población. (Véase Flores el caso masculino se difunde el uso de sombrero de copa alta, pantalón
Galindo, Alberto: La ciudad
sumergida: Aristocracia y ple-
largo ceñido, corbata y puños de vueltas, levitón y botines o zapatos
be en Lima, 1760-1830. Lima:
puntiagudos. El vestido de los personajes del pueblo —pantalón corto,
Editorial Horizonte, 1983,
pp. 82, 83.) chaleco, capa, zapatillas y altos sombreros de paja— cambió poco con
9
Cantuarias, Ricardo: Pancho
Fierro. Colección Forjadores el advenimiento de otras modas en el periodo republicano. La saya y el
del Perú, vol. 25, 1995, pp. 34, 9
35. manto se usaron aproximadamente hasta 1860 .
%
3. COMERCIO INFORMAL
%
el cual he visto los mejores vegetales, carne, aves y frutas tropicales, y en mayores
cantidades de las que antes hubiera visto en mercado alguno, y a precios muy
12
razonables […] .
%
El comercio ambulatorio es registrado también por Fierro con La tisanera
(1850), quien caminaba por la ciudad portando recipientes y distribuyen-
do su refrescante bebida. El humitero (1850), La almuercera (1830) y las
vendedoras de tamales como Ña Goyita la tamalera
(1850) distribuyen también sus viandas recorriendo
las calles. La última presenta una típica solución
compositiva de Fierro donde el personaje principal,
la morena de sombrero, es ubicada de espaldas. Otros
negros vendedores de una diversidad de productos son
representados en El negro velero (1830), quien distribuía
la principal fuente de luz antes de que la electricidad
(instalada en Lima a partir de 1855) iluminara en los
hogares; El mantequero (1830) distribuía manteca, en-
La tisanera (1850).
tonces indispensable para la elaboración de los alimen-
tos. Revolución caliente (1830) muestra uno de los más recordados produc-
tos de la venta callejera. Junto a los panecillos, la inseparable cadencia del
pegajoso ritmo de “Revolución caliente, música para los dientes; azúcar,
clavo y canela, pa’ rechinar las muelas”. Eran negras también las repre-
sentadas en La picaronera y La chichera. Estas imágenes de distintas colec-
ciones son de composición simple; se ubican aisladas, sin fondo, y apenas
esbozan el suelo; la intención es registrar el tipo de personaje.
%!
de africanos. Así, El anticuchero (1850) cuece sus
brochetas de carne sobre una parrilla de ladrillos
dispuesta en alguna calle de Lima e intercambia
su producto con una mujer de manto blanco,
envueltos en la humareda de la frágil cocina.
Un visitante de los convulsos años de la Indepen-
dencia opinaba así de las viandas populares: “Los
mercados son las partes más sucias de la ciudad
y están atestados de negros que cocinan platos sa-
18
brosos al aire libre para vender a los transeúntes” .
El anticuchero (1850).
4. AMANCAES
18
Proctor, Robert: “El Perú
entre 1823 y 1824”, p. 196.
Citado por Iwasaki, Fernan-
El popular paseo a las lomas de Amancaes, ubicadas en el actual distrito
do: “Ambulantes y comercio
colonial”, p. 211. del Rímac, se iniciaba a partir del 24 de junio y reunía a distintos sectores
19
La autora cita a Mugaburu
1917, VIII: 141, en O’Phelan de la sociedad limeña. Desde la plebe, cuyos integrantes asistían a pie o en
G., Scarlett: “Una rebelión
abortada. Lima 1750: La burro formando caravanas, hasta señores y señoras en calesa, e incluso
conspiración de los indios
hasta el propio virrey, se congregaban en Amancaes; tal es el caso del
olleros de Huarochirí“, en
Sobre el Perú. Homenaje a José virrey Duque de La Palata, quien en 1683 asistió a la caza de venados y
Agustín de la Puente, tomo 2,
19
p. 989. Lima, 2002. halcones que allí se realizaba . Esta costumbre ya era frecuente en 1631,
%"
y todas las clases sociales se daban cita en la popular
pampa, mas no se mezclaban necesariamente, como
anota Scarlett O’Phelan, pues cada quien compartía las
celebraciones con los asistentes de su misma clase.
5. SERVICIOS PÚBLICOS
%#
Alrededor de las nueve de la mañana circulaba por la ciudad, y después
de 1867, cuando se instaló el servicio a través de tuberías, el aguador
20
siguió repartiendo el líquido vital . En otra
acuarela se le observa regando la Plaza
de Armas; esto, junto a la eliminación de
perros vagabundos, eran actividades también
reservadas a los aguadores, y la última
también es captada por el pincel de Fierro.
Los aguadores, en su mayoría esclavos
21
jornaleros , se agrupaban en distintos
gremios y existía mucha rivalidad entre ellos,
Aguador regando la Plaza de Lima
(1850). debido a la abundancia de estos.
6. SERVIDUMBRE DOMÉSTICA
%$
con una campanilla el paso del caballero que recoge
la limosna para alguien sentenciado. Dos acuarelas
tituladas ¡Para el Santo Monumento!, de la colección
de la Pinacoteca Municipal, repiten no solo el tema
sino también la composición. Se trata de un religioso
mercedario, en el caso de la ilustración, quien es
acompañado de dos sirvientes negros ataviados al
estilo republicano. Uno de ellos sostiene el enorme
parasol y el otro porta un azafate en el que se depo-
sita la limosna de los fieles. Esta actividad, en la que
¡Para el Santo Monumento!
los sacerdotes entraban de casa en casa solicitando
limosnas para el Santo Monumento, se realizaba en Semana Santa, aun-
22
que en la época del pintor ya había perdido la pompa de años pasados .
%%
elegantemente ataviados atienden a los invitados. En la segunda de ellas
se observa un salón alumbrado por una araña de cristal, donde cuatro
criados, entre mujeres y varones, ofrecen bebidas a
distinguidas señoras. Resaltan los detalles del intenso
colorido del atuendo de los sirvientes, así como detalles
de los pendientes, peinado de trenzas y flores que lucen
las mulatas. La atención que presta a la representación
de las damas del sofá es menos detallada que en los
criados; incluso las facciones de sus rostros son solamente
esbozadas. El retrato del grupo realizado en Entra un
visitante presenta probablemente un hecho anecdótico.
La figura en primer plano de la mulata que ingresa
Entra un visitante.
desde la derecha portando un azafate con bebidas en-
frenta un encuentro visual con el clérigo de sotana y capa. Los personajes
sedentes se encuentran en amena conversación con militar. La falta de
datos nos produce incertidumbre e interrogantes con relación a la historia
que relata esta acuarela.
7. RELIGIÓN
%&
Fierro representaciones de estas manifestaciones de
devoción popular, pues el pintor no las registró; solo
ilustra los personajes que participan en ellas, como el
Penitente del Santísimo Sacramento y Penitente Nazareno en
la Procesión del Señor de los Milagros. Ataviados con hábi-
to azulino y morado respectivamente, y capucha, portan
pequeños retablos, estampas en algunos casos, y la
infaltable alcancía para recoger la limosna de los fieles
instados a colaborar a través de su constante pregón.
Aunque solo en algunos casos Fierro los representa
descalzos o sin guantes, con lo que señala la piel oscura
Penitente Nazareno en la
Procesión del Señor de los Milagros.
de los penitentes, se sabe que generalmente eran negros.
%'
El acompañante del Santísimo Sacramen-
to es otro participante de las procesiones
que se realizaban por la celebración
del Corpus Christi, llamada también del
26
Santísimo Sacramento de la Eucaristía .
Con esclavina roja y distintivo de su her-
mandad, porta un farol primorosamente
decorado; era el encargado de la lumbre.
Los negros de las hermandades de las
diferentes parroquias de la ciudad eran
los encargados de portar los faroles y Un acompañante del
Santísimo Sacramento.
las cruces —decoradas con esmero—,
cuidaban de las andas de la imagen venerada y se encargaban también
de recoger la limosna que solventaba los gastos que implicaba velar por
la imagen de su advocación. En la procesión seguían a las comparsas de
negros danzantes. Roberto Rivas describe así esta festividad:
[…] duraba ocho días y estaba precedida por una víspera, que se celebraba
con fuegos artificiales la noche del miércoles previo. Al primer día se le llamaba
propiamente fiesta del Corpus o simplemente Día de Corpus, y era la más im-
portante del ciclo, pues en ella se realizaba una extensa procesión por la ciudad.
En el desfile participaban todas las autoridades e instituciones representativas.
Asimismo, el último día del ciclo era conocido como Octava de Corpus y le seguía
en importancia al Día de Corpus. […] Se realizaba en ella una procesión alrededor
de la Plaza Mayor, de menor extensión que la del Día del Corpus, y se guardaba
27
la Custodia hasta el siguiente año .
26
Rivas A., Roberto: “Dan-
zantes negros en el Corpus Todos los sectores de la sociedad estaban pues obligados a asistir, y la
Christi de Lima, 1756”. “Vos
estis Corpus Christi” (I Cor., disposición de cada uno de ellos en las procesiones respondía a un orden
XVII, 27), en Etnicidad y dis-
criminación racial en la histo- jerárquico: empezaba con los sectores de menor rango e iba ascendiendo
ria del Perú. Lima, 2002, p. 36.
27
Ibidem, p. 40.
hasta la Custodia ubicada al final, seguida de las instituciones civiles. Las
28 28
La tarasca era una repre- comparsas de negros acompañaban a la tarasca , que iniciaba el desfile
sentación de un dragón o de
una serpiente. (Ibid, p. 44.) con máscaras de diablos y al ritmo de arpa; cajas y otros instrumentos
&
representaban al mal que había sido reducido por el Cristo Eucarístico;
atraía mucho a las clases populares y continuó representándose en las
procesiones a pesar del desagrado de algunos, hasta que fue suprimida
posteriormente. Figuras grotescas conocidas como mojigangas eran
los llamados Gigantes (figuras de unos cinco metros accionadas interior-
mente por negros) y los Papahuevos (grandes cabezas), ambos también
registrados por el pincel de Fierro.
&
imagen de su devoción al aire de bárbaras cadencias y ataviados los
30
integrantes con aderezos de mal gusto” .
Otra fecha religiosa registrada por Fierro en la que no solo los negros
31
combinan la devoción religiosa con la danza es la festividad de la Virgen
Estenssoro F., Juan Carlos:
“La plebe ilustrada: El pue- Purísima, realizada en el mes de diciembre. Existen dos acuarelas se-
blo en las fronteras de la ra-
zón”, en Charles Walker, mejantes en distintas colecciones, que registran la jarana que se armaba
compilador: Entre la retórica
y la insurgencia: Las ideas y los
en las casas después de las oraciones y plegarias frente al altar de la
movimientos sociales en los virgen. En la acuarela de la Pinacoteca Municipal se trata de una pareja
Andes. Cusco, 1996, p. 45.
32
Ibid. de blancos que en el centro de la composición y rodeados de demás
&
concurrentes realizan movimientos de baile. La acuarela del Banco de
Crédito, en cambio, presenta a una pareja de negros dispuesta en muy
semejante posición ejecutando una graciosa danza.
8. DIVERSIONES PÚBLICAS
Las corridas de toros, junto a las peleas de gallos, eran los eventos no religio-
sos que congregaban a mayor público durante el siglo XIX. Los textos
sobre el pintor coinciden en señalar que logró popularidad y subsistencia
realizando también carteles y anuncios para la fiesta brava. Ello seguramente
le facilitó la concurrencia a dichos eventos para así conocer bien las inciden-
cias que ahí ocurrían. Dentro del grupo de acuarelas dedicadas a esta
actividad resalta el grupo formado por los capeadores a caballo, también
33
denominada “suerte nacional”, desempeñada por negros . Fierro retrató a
dos afamados capeadores, Esteban Arredondo y Manuel Monteblanco,
quienes llegaron a ser los más populares en su género. El primero se destacó
entre los años de 1826 a 1860, mientras que Monteblanco estuvo activo de
1837 a 1852. Sin duda, una de las pocas mujeres que se atrevió a desafiar a
los ejemplares taurinos fue Juanita Breña, también retratada por Fierro en
distintas facetas a caballo enfrentándose al toro.
&!
Pero Fierro no solo registra los per-
sonajes que acuden a eventos que con-
gregan masivamente a la población,
sino que también retrata personajes en
locales populares reservados a la plebe.
Pulpería (1820), bar típico de la época,
es el escenario de una pareja de negros
ubicados muy juntos uno del otro.
Ella fuma y sostiene un vaso, y él la
contempla absorto con una botella de
Pulpería (1820).
guarapo probablemente, pues era la
bebida corrientemente distribuida en estos lugares. Son observados por
una pequeña tapada que huye del cuadro con una mirada de reproche.
Es interesante anotar la preferencial ubicación de la imagen de la virgen al
medio entre las botellas de licor.
9. MONTONEROS Y MILITARES
Desde fines del siglo XVIII, esclavos fugitivos se unieron a grupos dedi-
cados al bandolerismo que en bandas pluriétnicas acosaban en los cami-
nos de las afueras de la ciudad, práctica que se hizo frecuente hacia
34
inicios del siglo XIX . Posteriormente, en épocas de la independencia,
las agrupaciones de bandoleros se tornaron en montoneras. Fierro retrata
en más de tres ocasiones al muy conocido en su tiempo Montonero Escobar
(1834), de la colección de la Municipalidad de Lima. Presenta al jinete de
34 perfil al trote en magnífico y bien dibujado ejemplar equino; su oscura
“En los inicios del siglo
XIX, la condición de los ne- piel resalta debajo de su albo atuendo. En esta acuarela, una de las mejor
gros en Lima se deterioró
sensiblemente. La crisis co- logradas de Fierro, y en las referidas a los capeadores, luce su afición
mercial que comenzaba a
afectar a la ciudad repercu- por la figura del cuadrúpedo, sin duda muchas veces observado en
tió en una notoria baja en la
las corridas. Se dice del montonero Escobar que varias veces puso en
demanda de trabajo y en los
jornales.” (Flores Galindo, jaque a la ciudad y que finalmente fue capturado y sucumbió fusilado
Alberto: La ciudad sumergida,
p. 101.) en la Plaza Mayor.
&"
Fierro registra también a negros como parte de los cuerpos militares,
aunque hay que señalar que la presencia de negros libres integrando com-
pañías de milicianos es temprana. En el siglo XVII ya existían compañías
especiales de milicias conformadas por mulatos como la que el virrey
35
Conde de Lemos envió a Panamá en 1671 durante un ataque inglés .
En el periodo borbónico se reglamentan y reorganizan estas unidades de
36
milicias, que estaban conformadas por civiles entrenados por soldados .
Solo los negros y mulatos libres, no esclavos, formaban parte de las mi-
licias de pardos y morenos que llegaron a ser muy bien consideradas
por su valor y lealtad, demostrados en la rebelión de 1780 en Cusco.
Posteriormente, durante el periodo independentista, las milicias de par-
dos y morenos se sumaron a la causa seguramente incentivados por el
decreto del Libertador José de San Martín que declaraba libres a los
esclavos nacidos después de la Independencia.
seguramente el feliz
decreto del Libertador.
&#
tratado en pleno fandango con otra morena. Posteriores deben de ser los
retratos del Capitán Zapata y del veterano militar retratado en Fui del
Ejército Libertador.
&$
avanzado periodo republicano. Se dice de
este personaje que perteneció a una im-
portante familia que cayó en bancarrota
económica.
10. CONCLUSIONES
&%
que la tapada y la vendedora de quesos le dirigen a la sonriente frutera
serían acaso de reproche? En La pulpería, la aterrada mujer de manto que
huye del bar mirando de soslayo a la pareja de negros, ¿no representaría
los muchos prejuicios de la sociedad de la época? La escena que presenta
en el aula de clases es también muy ambigua. El niño negro que se enfren-
ta al profesor, ¿revela orgullo, burla o temor? Este velado discurso que
Fierro plantea en muchas de sus acuarelas ha sido advertido también por
el historiador Pablo Macera, para quien Fierro “tuvo que hacer de la am-
37
bigüedad una regla de oficio […]” .
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37
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