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Como vimos en el artículo de la presión atmosférica, el aire pesa, y por lo tanto,
hay más cantidad de aire en las capas bajas de la atmósfera debido a que el aire
de arriba empuja al de abajo y es más denso en superficie. Es por ello, que el 75%
de la masa total de la atmósfera se encuentra entre la superficie terrestre y los
11 primeros kilómetros en altitud. Conforme vamos creciendo en altitud la
atmósfera se va haciendo menos densa y más fina, sin embargo, no hay líneas
que van marcando las diferentes capas de la atmósfera, sino que más o menos la
composición y las condiciones van cambiando. La línea de Karman, a unos 100
km de altura, es considerada el final de la atmósfera terrestre y el inicio del
espacio exterior.
La historia de la atmósfera
La atmósfera que conocemos hoy día no siempre ha sido así. Desde que el
planeta Tierra se formó hasta hoy han pasado millones de años, y ello ha
provocado cambios en la composición de la atmósfera.
La primera atmósfera que existió en nuestro planeta surgió de la lluvia más grande
y duradera de la historia que fue la que formó los océanos. La composición de la
atmósfera antes de que surgiera la vida tal y como la conocemos estaba
compuesta en su mayoría de metano. En aquel entonces, hace más de 2.300
millones de años, los organismos que sobrevivían a estas condiciones eran
organismos metanógenos y anóxicos, es decir, no necesitaban de oxígeno para
vivir. Hoy en día los metanógenos viven en los sedimentos de los lagos o los
estómagos de las vacas donde no hay oxígeno. El planeta Tierra era aún muy
joven y el sol brillaba menos, no obstante, la concentración de metano en la
atmósfera era unas 600 veces más que la que hay hoy día con la
contaminación. Eso se traducía en un efecto invernadero lo suficientemente
fuerte para poder aumentar las temperaturas globales, ya que el metano retiene
mucho calor.
Más tarde, con la proliferación de las cianobacterias y las algas, el planeta se
llenó de oxígeno y cambió la composición de la atmósfera hasta que, poco a poco,
se convirtió en la que tenemos actualmente. Gracias a la tectónica de placas, la
reorganización de los continentes contribuyó a la distribución del carbonato por
todas las partes de la Tierra. Y es por ello que la atmósfera se fue
transformándose de una atmósfera reductora a una oxidante. La concentración de
oxígeno fue mostrando picos altos y bajos hasta que más o menos se fue
quedando en una concentración constante de un 15%.
Capas de la atmósfera
Como hemos comentado anteriormente, a medida que ascendemos, nos vamos
encontrando con las distintas capas que tiene la atmósfera. Cada una con su
composición, densidad y función. La atmósfera posee cinco capas: La troposfera,
estratosfera, mesosfera, termosfera y exosfera.
Troposfera
En la parte más alta de la troposfera nos encontramos con una capa limítrofe
llamada tropopausa. En esta capa límite la temperatura alcanza unos valores
mínimos muy estables. Es por ello, que muchos científicos denominan esta capa
como “capa térmica” debido a que a partir de aquí, el vapor de agua de la
troposfera no puede ascender más, ya que queda atrapada cuando cambia de
vapor a hielo. De no ser por la tropopausa, nuestro planeta podría perder el agua
que tenemos ya que se evaporaría y migraría al espacio exterior. Se podría decir,
que la tropopausa es una barrera invisible que mantiene nuestras condiciones
estables y deja que el agua se mantenga a nuestro alcance.
Estratosfera
Mesosfera
Termosfera
Exosfera