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Ls Villoro. “EI sentido de le historia” en Carlos Pereyen et al listo para qué? Siglo XXI, México, 1998"” ~ EL SBNTIDO DE LA HISTORIA Historia, gpara qué? La primera respuesta en acudir ‘a Ia mente seria: Ia historia obe= dece a un interés general en el conocimiento. AI historiador le interesa, como a cualquier cientifico, conocer un sector de la realidad; Ia historia tendria como objetivo el esclare- cimiento racional de ese sector. En este sen- tido el interés del historiador no diferiria del que pudiera tener un entomélogo al estudiar una poblacién de insectos o un botdnico al clasificar las diferentes especies de plantas que crecen en una regién. Igual que al ento- mélogo o al botanico, al historiador le basta esa aficion por el conocimiento para justificar su_empefio. Sin ‘duda asi sueede con cual quier ciencia: se justifica en el interés general por conocer, el ‘cual cumple necesidad de la especie, Porque la especie humana re- quiere del conocimiento para lograr aquello que en otras obtiene el instinto: una orienta cidn permanente y segura de sus acciones en el mundo, Con todo, quien diera esta respuesta co- rrerfa el riesgo de disgustar a mas de un his toriador. Cualquier historiador pensaria que, después de todo, su disciplina tiene una rele: vancia para los hombres mayor que la de un entomdlogo, y que sus- investigaciones, aunque presididas por un interés en conocer, estan motivadas también por otros afanes mas vitales, ligados a su objeto. Una colonia de os) dadoras de costumbres © instituclones, narran 1 SiNTIOO DE 1A 1gHsrOREA 3” nes, repulaciones y creencias suele también sefialarse en acontecimientos que sucedieron en un tiempo remoto. Asi, hay mitos para explicar las relaciones de parentesco, que las refieren a un moinento en que se establecie- ron, leyendas que justifican el poder de ciertas personas por alguna hazafia de sus anteceso- res semihumanos, mitos que dan raz6n, por sucesos del pasado remoto; de una emigra cion, de la ereccién de un poblado, de la pre- ferencia por una especie de caza, de un habito alimenticio, Pareceria que; de no remitirnos a un pasado con el cual conectar nuestro presente, este resultara incomprensible, gra: tuito, sin sentido. Remitirnos a un pasado dota ‘al presente de una razén de existir, ex plica el presente. Fsta funcion que cumplia el mito en las sociedades primitivas la cumple la historia en_ las sociedades desarrolladas. Un hecho deja de ser gratuito al conectarse con sus antecedentes, A menudo la conexién es inter- pretada como una explicacién y el antece- dente en el tiempo, como causa. En historia se suclen confundir las dos acepciones de la palabra “principio”. “Principio” quiere decir “primer antecedente temporal de tina secuen- cla”, “inicio”, pero también tiene el sentido de “fundamento”, de base en que descansa la validez o la existencia de algo, come cuando hablamos de “los principios del derecho”, © “del Estado”. La historia quizs nazca, como lo hizo notar Mare Bloch, de Io que éi Namdé “idolo de los origenes" 0 “idolo de los prin- cipios”, es decir, de la tendencia a pensar wwe al hallar los antecedentes temporales de tin proceso, descubrimos tambien Tos funda. mentos que lo explican 8 vos wate | jar historia naceria. pues, de_un intent por k coinprender-yexplicar cI presente acudichdo [os_antecedentes que s&-presentan como sus ‘condiciones necesarias, En este sentido. Ia historia admite Bresente; pero, hla ve 5 Se descubrea_parir de aquello que cx. Dlica®~ cl presente: Cualquicr explicacion crip ea debe partir de un conjunto. de. hechos dados, para inferir de ellos otros hechos que hho estin presentes, pero que debemos. supo- her para dar razén de los primeros. Ast tam- bién' en la historia, El historlador pensard, por ejemplo, que el Estado actual puede exp Earse por sus origenes, pero si se propone esa tarea es justamente porque ese Estado existe, en el presente, con clertas caracteristicas que plantean preguntas; y son esas preguntas las Que incitan a buscar sus antecedentes. El istoriador tiene que partir de una realidad actual, nunca de tina’ si maginaria esto es 1o que separa su indagacion de la del hovelista, quien también, a menudo, escu Grina en el pasado. Quiere esto decir que, @ Ja vez que el pasado permite comprender el | presente, el presente plantea los interrogantes Que inciian ‘a buscar el pasado, De allt que a historia pueda verse en dos formas: como un intento de explicar cl presente a partir. de Sus antecedentes. pasados, o como una em presa de comprender el pasado desde el, pre- Sente. Puede verse como “retradiccién”” es decir, como un lenguaje que infiere lo que paso a partir de lo-que actualmente sucede Esta observacién podria ponernos en Ia pista de una motivacién importante. de la historia: Bl historiador, al examinar sm presente, suele plantearle’ preguntas concretas. Trata SERTIDO DE 1A HISTORIA » de explicar tal o cual caracteristica de su si tuacion que le importa especialmente, porque su comprensién permitiré orientay ‘la vida en la realizacién de un propésito conereto, Enionces, al interés general por conocer se afiade un interés particular que depende de Ja situacién concreta del historiador. Es cier- to que ese interés particular puede quedar inexpresado, oculto detrés de la obra: es cierto también que a menudo puede perma: necer inconsciente para el historiador, asun- to de psicologia, al margen de los métodos hist6ricos empleados; pero aunque no esté dicho, se muestra en las preguntas —expli- itas 0 tacitas— que presiden la obra histo- ica. Asi, el intento por explicar nuestro pre- sente no puede menos de estar motivado por un querer relacionado con ese presente. Renedetto Croce describia asi Ia historia: “el acto de comprender y entender inducide px los requerimientos de la vida prictica” efecto, la historia nace de necesidades de Ia situaeién actual, que incitan a comprender el pasado por motives practicos. Si_nos fijamos cn esta relacién_ prese pasado veremos cémo son interes: ares del historiador, que se originan coyuntura histérica concreta, Ios que moverlo a buscar ciertos antecedentes, de preferencia a otros. A modo de ejemplos po- driamos recordar algunos momentos de la historiografia. La historia politica con base documental tiene sus inicies en historiadores renacentistas italianos: ellos necesitaban in- dagar los antecedentes en que se basaban los pequefios estados de la peninsula, con el ob- jcto de recomendar a los principes las medi- das eficaces para consolidarse. El comienzo 40 vis viewono de una metodologia critica se encuentra en historiadores y tedlogos de la Reforma pro- testante. ¢Por qué en ellos? Porque queri hacer de lado lo que consideraban aberraci nes del catolicismo; habia que explicar por qué Ia Iglesia se habia corrompido y redescubrir el mensaje auténtico del Evangelio, para nor- mar sobre él sus vidas. Para ello tuvieron que establecer métodos mas confiables, que per- mitieran discriminar entre los documentos verdaderos y los falsos, someter a critica la veracidad de los testigos, antiguos padres, legisladores e historiadores de la Iglesia, de" terminar los autores y las fechas de elabo. racién de los textos. Para poder demostrar la justeza de sus pretensiones tuvieron que tentar un nuevo tipo de historia. Por mas ‘atiles que hayan sido al interés general de la ciencia, los inicios de la critica documen- tal estuvicron motivados por un interés par- ticular de la vida presente. Pensemos en ejemplos mas cercanos a no- sotros. La historia de México nace a partir de la conquista. Los primeros escritos res- ponden a un hecho contemporaneo: el en: cuentro de dos civilizaciones; intentan mane- jarlo racionalniente para poder orientar la Vida ante una situacion tan desusada. De alli los diferentes tipos de historia con que nos encontramos. Los cronistas escriben con cier- tos objetivos precisos: justificar la conquista © a determinados hombres de esa empresa, fundar las pretensiones de dominio de la cristiandad 0 de la Corona, dar fuerza a las peticiones de mercedes de los conquistadores ‘© aun de nobles indigenas. Otras obras tienen fines distintos: las historias de los misione- ros estan dirigidas principalmente a explicar F t FL SENTIDO BE LA HISTORIA a legitimar la evangelizacién, esto es, Ia co Tonizacion cultural. Un examen superficial de las historias escritas por misioneros. basta para percatarnos de que responden a una pregunta planteada pore presente: ccOmo es posible “salvar’ a ese tiuevo pueblo, es dec Bsimilarlo a los valores espirituales de la er tiandad? En ef siglo x1x el condicionamiento de la historia, por los requerimientos, presen tes es atin mds. claro. Las historias que e= criben Bustamante, Zavala, Alaman estan re gidas por la misma idea: urge rastrear en el pasado Inmediato las condiciones que explt Quen por qué Ia nacién ha Negado a la situa- Gion postrada en que se encuentra; al mismo tiempo que contestan’ preguntas. planteadas por su situacién, justifican programas que Srientan la accion futura La historia intenta dar razén de nuestro presente conereto; ante él no podemos menos Que tener ciertas actitudes, y albergar cler- fos. propdsitos: por ello la historia responde 2 requerimientos de la vida. presente. Deba- jo de clla se muestra un doble interés: inte- rés en la realidad, para adecuar a ella nucs- tra aceién, interés ‘en justificar nuestra si tuacin y nuestros proyectos; el primero es Un interés general, propio de la especie, el segundo es particular a nuestro grupo, mies tra clase, nuestra comunidad. Por ello es tan dificil separar en la historia lo que tiene de ciencia de lo que tiene de ideologia. Sin duda ambos intereses pueden coexistir sin distor Slonar el razonamiento:, pero es frecuente que los intereses particuiares del historiador, ligados a su situacién, dirijan intencionada” mente la seleccion de ios datos, la argumen tacion y Ia interpretacién, a modo de demos a 3 viLtoR0 trar la existencia de una situacién pasada que satisfaga esos intereses. Esta observacion nos conduce a una segunda respuesta, 1 Los requerimientos de Ia vida presente que nos Hevan a investigar los antecedentes his- tricos no son individuales. Si lo que trato de explicar es una situacién conflictiva per- sonal, ello me Hevard a indagar en mi biogra- fia; podra ser un estimulo para hurgar en mi pasado, Ese estimulo estarfa en Ia base de un Analisis psicolégico, pero no me conduciria a la historia, Las situaciones que nos evan a hacer historia rebasan al individuo, plantean necesidades sociales, colectivas, en las que participa un grupo, una clase, una nacién, una colectividad cualquiera. Las’ situaciones’ pre- sentes que tratamos de explicar con la his toria nos remiten a un contexto que trasciende como individuos, Si escribo ¢ paginas tengo en mente a las personas que podrian leerlas; detras de ellas estén las ideas de otros muchos hombres; al publicarse, estas Tineas formardn parte de un complejo colec tivo de relaciones econémicas, sociales. cul- ales, Lo que escribo puede ser objeto de historia en Ia medida en que se pone en relacién con esos contextos sociales que lo abarcan y le prestan sentido, En cualquier tuacién concreta_podemos descubrir cone xiones semejantes. Todos nuestros actos estan determinados por correlaciones que rebasan nuestra individualidad y que nos conectan con grupos ¢ instituciones sociales. Desde el momento cn que vamos a comer a nuestra FL SENTIDO DE LA MAtsTOREA 8 casa, estamos va inmersos en una instituctén, ia familia, Ia que 4 su ver no puede explicars mds que en el seno de otras. instituciones: fos veliere, por ejemplo, a regulaciones. ju Fidicas y con ellas a un Estado, No hay accion humans que no este conectada con un tod ues bien, Tos requerimientos de que, segtn deciamos, partia el historiador, suponen esos lazos comunttarios, Solo. se hacen presentes en Ia medida en que tenemos cierta’conct Gla de estar realizando propositos en com ¥ de estar sujetos a reghis que. nos ligan Propésitos y reglas. No podria estar vealtran: do ahora este acto de escribir si no aceptara implicitamente clettas replas de relacion, Puc. den no ser normas escritas, como las replas mas ‘elementales de comunicacion entre’ los Hombres, el respeto a las ideas ajenss. ln ne cesidad de claridad, la consideracion del lec tor posible, ete: pueden ser mas expicitan como las que ‘regularin todo ‘el process de iscusion, impresin y distribucion de estas Paginas. sas reglas responden + propesilos Eompartidos, en este caso los del desarrollo y critica de una disciplina clentifica. Reslas Propésitos, al ligar a los miembros, de una comunidad, permiten su convivencia. Noh bia ningon ‘comportamiento social sino se diera esa especie de lazo entre los individeos Una colectividad, un grupo, una nacion, Han tienen su cohesion mediante las reglas com: partidas y los propdsitos comunes que ligan Entre st a todos sus miembros. La historia, al explicar st origen, permite al individuo com. prender Ios lazos que lo unen a su comunidad Esta comprension puede dar lugar actitudes diferentes. * Por una parte, al comprenderlas, las reglas “ " urs vintoRo y propésitos comunitarios dejan de ser gra: Tultos: en la medida en que los insertamos en ln proceso colective que rebasa a Ips indi- viduos, cobran significado, Por eso, dar ra- Zn de ellos Tos aflanza y justifica’ ante ‘Tos individuos. Al hacer comprensibles los lazos que unen a una colectividad. la historia pro- mueve actitudes positivas hacia ella y ayuda 2 consolidarlas. La historia ha sido, de hecho, después del mito, una de las formas cultur: es que mds se han utllizado para justific instituciones, creencias y propdsitos comuni tarios que prestan cohesién a grupos, clases, nacionalidades, imperios, En Israel primero, en Grecia y Roma después, la historia actud como factor cultural de unidad de un pueblo @ instrumento de justificacion de sus proyec- tos frente a otros, Desde entonces, la historia ha sido un elemento indispensable en la con- solidacion’ de las naclonalidades: ha estado presente tanto en la formacién de los estados hacionales como en la lucha por Ta sobrevi- vencia de las nacionalidades ‘oprimidas. En Gtfos casos, Ia Rstoria que trata de rexiones, yrapos o Instituciones, ha servido para cobrar Eonciencia de,la pertenencia de los individuos 2 una etnia, @ una comunidad cultural, a una Comarca: ai hacerlo, ha propiciado la inte- gracion y perduracién del grupo como colec- Uvidad, Ninguna actividad intelectual ha. lo- rado mejor que Ia historia dar conciencia de fa propia identidad a una comunidad. La historia nacional, regional o de grupos cum- ple, aun sin proponérselo, con una doble fun- Ein social: por un lado favorece la cohesién en el interior del grupo, por el otto, refuerza actitudes de defensa y de lucha frente a los grupos externos. En el primer sentido puede BL SENTIDO DH TA HISTORIA 4s ser producto de un pensamiento que prapi- cia el dominio de los poderes del grupo sobre los, individuos; en el segundo, puede expresar un’pensamiento de liberacién colectiva fren- te a otros poderes externos. Las historias nacionales “oficiales” suelen colaborar a man- tener el sistema de poder establecido y mane- jarse como instrumentos ideolégicos que jus- tifican la estructura de dominacién imperan- te. Con todo, muchas historias de minorias oprimidas han servido también para alentar su conciencia de identidad frente a los otros y mantener vivos sus anhelos libertarios. Pero el acto de comprender los origenes de los vinculos que prestan cohesién a una co- munidad puede conducir a un resultado dife- rente al anterior: en lugar de justificarlos, ponerlos en cuestién. Revelar el origen “hu. mano, demasiado humano” de creencias e instituciones puede ser el primer paso para dejar de acatarlas. Al mostrar que, en wltimo término, todas nuestras reglas de convivencia se basan en Ia voluntad de hombres conc: tos, la historia vuelve consciente la posibil dad de que otras voluntades les nieguen obe- diencia. Las historias de la Telesia, desde Ia Reforma hasta el moderno liberalismo, con tribuyeron tanto como Ia critica filosdfica a la desacralizacin del catolicismo. La “histoi- re des moeurs” del siglo xvim fue un factor importante en Ia desmist n_del_abso- lutismo. Desde Herodoto, la historia, al mos- trar la relatividad de las ‘costumbres y creen- cias de los distintos pueblos, ha sido un estimulo constante de critica a ia inmovilidad de las convenciones imperantes. En otros casos, los estudids “antioficiales’ al poner en cuestién las versiones histéricas 46 Luis viLtore en uso y develar los hechos e intereses reales que dicron origen a las ideologias vigentes, han servido también para desacreditarlas. Comprender que las reglas y propésitos que el Estado nos inculea fueron producto de tereses particulares puede arrojar sobre ellos el deserédito, La historia obtiene también este segundo resultado cuando. se propone mos- trar los procesos de cambio de instituciones y normas de convivencia, Entonces revela cémo, detrés de estructuras que se pretenden inmutables, esta la voluntad de hombres con- eretos y cémo otras voluntades pueden cam- Biarlas. Tal sucede en la historia de los pro- cesos revolucionarios 0 liberadores, Desde Michelet hasta Trotski, la historia de las re~ voluciones ha servido de inspiracion a mu chos movimientos libertarios.

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