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Fase I: Y, ACERTÓ.

Ejercicio: razonamiento lógico – Caso preparado por JM.Comeche.


1
En un apartado lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, había un
penal que mantenía separados de la sociedad a tres esbirros de un peligroso
delincuente muerto en una reyerta con la policía. Los tres reclusos penaban
una condena de cadena perpetua sin más compañía que dos guardias, que
habían pasado más tiempo dentro que fuera y, un alcaide, recién trasladado
de la ciudad.
Acercándose las festividades de Pascua, corrió el rumor de que ese
año sí se iba a aplicar aquella lejana tradición de indultar a un prisionero.
Los reclusos no sabían de donde venía dicha costumbre, pero habían oído
hablar de ella a sus ancianos y, aunque nunca le habían prestado
demasiada atención, este año se mostraban más receptivos a cualquier
hecho que les rompiera esa insoportable rutina de casi veinticinco años. Sí,
veinticinco años ya en prisión, veinticinco años que se cumplirían justo
antes del jueves santo, dato que tampoco sabían qué quería decir, pero
que, este año, sin saber por qué, les picaban las puntas de los dedos, de
hecho, se frotaban las manos cuando oían hablar a los guardias del nuevo
alcaide (Ptovarich Pilgrüinart) y se contaban que, incluso, hasta ellos iban a
tener unos días de fiesta en las próximas semanas. Son cosas que parece
que se huelen en el aire cuando se está en la cárcel.
Efectivamente, un día el nuevo alcaide reunió a la población del
penal, que ya sabéis que estaba constituida por los TRES reclusos y les
explicó que… Sí, este año, para celebrar que ya habían transcurrido
veinticinco años desde su entrada en la prisión, iba a desenterrar la
tradición de indultar a uno de los reclusos. No obstante, y dado que eran
considerados por la sociedad que les condenó a perpetua, delincuentes de
alto riesgo, deberían demostrar que tenían capacidad de reinserción y que
habían adquirido cierto control sobre sus emociones debido a la reflexión
necesaria para tomar una decisión. Para ello les iba a plantear allí y en ese
mismo momento una prueba, prueba que UNO de ellos y sólo UNO de ellos
podría superar. Aquel que así lo hiciera recogería sus pertenencias y,
después de tantos años, podría marchar a casa.
La prueba consistía en lo siguiente: ¡¡¡Aquél que adivine el color del
sombrero que llevará puesto (lógicamente sin quitárselo), advirtió quedará
libre¡!!! ¡¡¡Aquello era sorprendente, adivinar el color del sombrero que nos
iba a poner, qué fácil!!! (pensó uno de ellos –llamado Paulovicck-); No
obstante, otro (por cierto, tuerto del ojo izquierdo al saltarle una esquirla en
la trifulca con la policía) pensó, ¡¡¡demasiado fácil me parece, alguna pega
tendrá, verás como este nuevo alcaide nos fastidia la fiesta ¡!!. Por último,
el tercer recluso, conductor del vehículo que debía recogerlos a la
finalización del atraco y que, debido al accidente que sufrieron al escapar y
en el que el cristal delantero se hizo trizas, estaba ciego desde aquellas
fechas, pensó ¡¡¡ no me fío del nuevo alcaide, algo está tramando ¡!!.

Ejercicio: razonamiento lógico – Caso preparado por JM.Comeche.


2
Y los tres quedaron expectantes ante las explicaciones que el alcaide
comenzó a darles….
“Señores reclusos, tengo en mi poder CINCO sobreros, tres blancos y
dos rojos, voy a ponerles a cada uno de ustedes un sombrero encima de su
cabeza, sin que ustedes puedan ver de qué color es, naturalmente, y
esconderé los otros dos sobreros restantes. El objetivo de la prueba es que
alguno de ustedes adivine el color del sombrero que lleva puesto. Para el
desarrollo de la misma, no podrán (de hecho, no pueden hacerlo pues están
firmemente esposados) tocar ningún sobrero, ni siquiera dejar caer el
sombrero que llevan puesto y con ello ver el color del mismo, aunque, eso
sí, pueden mirar (dijo mirando al ciego y esbozando una ligera sonrisa) el
sombrero de sus compañeros”.
“Solo van a tener una oportunidad para dar con el color correcto y,
les anuncio, si yerran en el color, no es que no saldrán de prisión, sino que
además se les encerrará durante un mes en la celda de castigo a pan y
agua, algo que alguno de ustedes ya conoce y creo que no es muy de su
agrado. Por ello, les recomiendo que si no saben a ciencia cierta el color del
sombrero que llevan puesto, antes de decir una sola palabra es preferible
que declinen mi ofrecimiento y rechacen el contestar con un simple gesto
de la cabeza, que signifique que no lo saben. Con ello simplemente seguirán
con su apacible estancia en este cómodo centro penitenciario sin ningún
tipo de represalia”.
A continuación, el alcaide puso un sombrero en la cabeza de cada uno
de los reclusos y, como había anunciado, escondió los otros dos. Hecho
esto, pasó a preguntarles, uno a uno, cuál era el color del sombrero que
llevaba puesto.
Al preguntar al recluso sin ningún problema visual (Paulovicck) éste
miró a sus compañeros de prisión y movió lentamente la cabeza en un signo
de negación, lo cual como sabemos quería decir que no sabía el color del
sombrero que llevaba puesto, con lo que el alcaide Pilgrüinart pasó a
preguntar al tuerto, como así él lo llamaba: Tuerto, ¿de qué color es el
sombrero que llevas puesto? Tashmaninov, que de hecho así se llamaba el
tuerto, miró a su alrededor y tras unos segundos de reflexión también
movió la cabeza en sentido negativo dando a entender que tampoco sabía
cuál era el color del sombrero que llevaba puesto. Por último, con un aire un
tanto ufano, el alcaide se dirigió al tercer recluso, el ciego, que con su
aspecto de aparente desvalido escondía a un taimado embaucador de
ancianas y le preguntó: Alfondovicj, ¿de qué color es el sombrero que llevas
puesto? (curiosamente el alcaide Pilgrüinart siempre se había dirigido con
cierto respeto a este ladino. En su interior le recordaba a su padre).
Pregunta a la que Alfondovicj sin inmutarse, con un aire un tanto
altivo y sin hacer amago de mirar a sus compañeros de fatigas pareció
querer contestar, pero… vaciló… comenzó a mover hacia el lado izquierdo,
lugar donde se encontraba el tuerto, la cabeza (momento en el que el
alcaide aprovechó para esbozar una ligera sonrisa, de nuevo) y en ese
mismo instante se paró, se giró hacia donde estimaba que se encontraba el
alcaide Pilgrüinart y abriendo la boca comenzó a decir: “la verdad alcaide es
que no nos lo ha puesto usted demasiado fácil pero tengo que decirle dos
cosas, en primer lugar que… vaciló y notó como incluso llegaba a temblarle
la voz… carraspeó y siguió… que sí, yo soy su padre” (los ojos de Pilgrüinart
parecía que se le salían de las órbitas, no cabía en sí mismo de su asombro,

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¡¡¡ qué desfachatez, mira que decir que soy su hijo, este cerdo lo va a
pagar ¡!! Y en el momento en que el alcaide se dirigía a los guardias para
ordenarles que trasladaran al pobre y desvariado Alfondovicj a la celda de
castigo, éste comenzó a hablar con tono aún más contundente: ¡¡¡alcaide,
la segunda cosa que tengo que decirle es que, el color de mi sombrero es
BLANCO¡!!
El alcaide casi se derrumba de la impresión, no es que el ciego
estuviera loco de atar y desvariara como una cabra, lo cual era más que
probable tras una reclusión de casi veinticinco años, es que además había
acertado con el color del sombrero y se vería obligado a cumplir su palabra.
Era imposible. No podía dejar que ese inmundo, al que no podía dejar de
comparar con el hombre que le crió (recordó en ese momento que, aunque
nunca se lo habían confirmado, siempre tuvo la sensación de que sus
padres le habían adoptado. Sus recuerdos de la infancia se confundían entre
los juegos en el patio de casa de sus padres y las ataduras al cabezal de la
cama en la oscuridad y el frío)… No. Debía dejar sus pesadillas de niño y
retornar a la sensatez, el ciego asqueroso de los coj….. no podía salir de
prisión. Tenía que hacer algo.

NOTA. - El qué hizo Pilgrüinart para intentar evitar que el ciego saliera a la
calle y proclamara que era el padre del alcaide de la prisión, lo dejaremos
para más adelante.

Su padre…, pero qué se creía ese cerdo.

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TRABAJO A REALIZAR (1).

Razone e intente llegar con suficiencia a la misma conclusión que el


ciego para decir, sin ningún atisbo de duda, “que el color de su sombrero
era blanco”.

Intente, en primer lugar, realizar un análisis individual y aislado


durante unos 15 min., (después de finalizada la lectura del texto), a la
finalización del cuál extraerá sus propias conclusiones. Terminado este
paso, se procederá a exponer las conclusiones individuales al grupo (acto
que será coordinado por usted mismo, es decir, usted debe intentar
determinar quién debe o no hablar, en qué orden, durante cuánto tiempo,
etc., deberá procurar, sin que se note demasiado, que los miembros de su
grupo acaten sus instrucciones “en beneficio del orden” y la “organización”,
para ello, no debe dejar que sus compañeros/as sean quienes indiquen el
orden de exposiciones, réplicas y contrarréplicas, ni siquiera determinen
quien ejercerá de portavoz del mismo). Tenga en cuenta que, alguno de sus
compañeros/as puede tener instrucciones de sabotear el “orden
establecido”, si así fuera, deberá reconducirlo/a. Si algún miembro del
grupo difiere de SU (de usted) respuesta final, ésta no será aceptada, por lo
que se reiniciará el proceso de debate.

La finalización de la segunda fase de este trabajo no irá más allá de 30


min., desde el término del plazo anterior. La exposición motivada y pública
de las conclusiones se realizará en los últimos 15 min., de la hora siguiente
a la finalización de la lectura del texto.

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TRABAJO A REALIZAR (grupo).

Razone e intente llegar con suficiencia a la misma conclusión que el


ciego para decir, sin ningún atisbo de duda, que el color de su sombrero era
blanco.

Intente, en primer lugar, realizar un análisis individual y aislado


durante unos 15 min., (después de finalizada la lectura del texto), a la
finalización del cuál extraerá sus propias conclusiones. Finalizado este paso,
usted procederá a exponer sus conclusiones individuales al grupo (puede
existir algún miembro que no esté de acuerdo con sus planteamientos y
conclusiones, incluso, que no esté conforme con su proceso de
razonamiento, no se preocupe, es la función que se le ha asignado,
IGNÓRELO), el grupo debe intentar determinar quién debe o no hablar, en
qué orden, durante cuánto tiempo, etc…, el grupo es lo importante, el
proceso no debe comenzar hasta que “todos” determinen quien ejercerá de
portavoz. Si algún miembro del grupo difiere de la respuesta final grupal,
ésta no será aceptada, por lo que se reiniciará el proceso de debate.

La finalización de la segunda fase de este trabajo no irá más allá de 30


min., desde el término del plazo anterior. La exposición motivada y pública
de las conclusiones se realizará en los últimos 15 min., de la hora siguiente
a la finalización de la lectura del texto.

Ejercicio: razonamiento lógico – Caso preparado por JM.Comeche.


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Ejercicio: razonamiento lógico – Caso preparado por JM.Comeche.
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