Está en la página 1de 3

Ahora bien, la tortura también es vista como “una estrategia psicológica,

psicológicamente concebida y realizada, para conseguir la destrucción psíquica,

personal y subjetiva, de quien es torturado.” (Pavón, 2017, p.18). Dicha destrucción se

logra en diferentes niveles, como: destruir la organización cerebral por medio de la

privación sensorial, pérdida de autocontrol y atontamiento de la consciencia por las

drogas, desplazar la personalidad por los electrochoques, hasta introducir al sujeto en

un estado de regresión, perdiendo las defensas que lo integran como hombre

civilizado” (Pavón, 2017).

Esto se observó en tres fases señaladas de la tortura de Winston, primeramente, el

reaprendizaje de la lógica. Dicha habilidad fue sustraída y sustituida por la fórmula “…

dos y dos pudieran ser cinco” (Orwell, 1949, p.149). Esto consistió más que en un

aprendizaje, una profunda creencia de omnisciencia del Partido. Esto se logró por

medio de la utilización de una máquina capaz de proporcionar terribles dolores,

acompañado al discurso de O'Brien y drogas aplicadas. Se logró entonces, vaciar de

contenido la mente de Winston, llevándose la voluntad de poseer algún conocimiento, y

aceptando “la verdad” de O'Brien, negando recuerdos y vivencias, como haber visto la

foto de los tres condenados: Jones, Aaronson y Rutherford. (Orwell, 1949).

En este sentido, en la segunda fase, se destruyeron convicciones profundas e

intrínsecas, haciendo comprender a Winston su inferioridad con respecto al Partido.

Ésta consistió en mostrar su cuerpo deteriorado, consumido y vulnerable. Se buscó

inocular en él una verdad profunda y esencial: “El poder es Dios” (Orwell, 1949,
p.187). Poder contenido en el Gran Hermano, mientras él, no era más que un objeto en

vías de descomposición. De esta manera, Winston comprendió que no existía de forma

individual, solamente existiría si estaba adherido al Partido, el único real y eterno.

(Orwell, 1949).

Por último, se abordó la destrucción de los sentimientos. Consistió en exponer a

Winston a su mayor fobia, las ratas, capaces de desestabilizarlo, hasta volverlo “…un

animal” (Orwell, 1949, p.203). De esta manera, se logra la renuncia a su único afecto:

Julia. Destruido psíquicamente, hace el acto voluntario de amar al Gran Hermano,

llegando luego hasta las lágrimas de emoción por los triunfos de éste, sin amigos ni

razones para levantarse de la cama, alcoholizado, sin pasado ni aspiraciones, ni

siquiera las más naturales, está totalmente vacío de sí, y lleno de Ingsoc. (Orwell,

1949).
Pavón, D. (2017). Psicología y Destrucción de Psiquismo: La Utilización Profesional del

Conocimiento Psicológico para la Tortura de Presos Políticos. Psicologia:

Ciência e Profissão, (37), 11-27. https://doi.org/10.1590/1982-3703010002017

Orwell, G. (1949). 1984. Freeditorial. https://freeditorial.com/es/books/1984/readonline

Brown. R. (2020). Donald O. Hebb and the Organization of Behavior: 17 years in the

writing. Molecular Brain, 13 (55), 1-38.

https://molecularbrain.biomedcentral.com/articles/10.1186/s13041-020-

00567-8

Osácar, A., Meehan, Ó. Martínez, M. (2002). Consecuencias Psicológicas de la Tortura.

Editorial C.O.M.R.A.D.E.

También podría gustarte