¿Existe la buena suerte? Ese algo mágico que cambia los
destinos. Recuerdo aquel día que solo contaba con tres dólares en mi bolsillo. Tenía que empezar a trabajar y para no hacerlo con el estómago vacío entré a un lugar de venta de donas. Con mis tres dólares ajustaba para una dona y un chocolate caliente. En el lugar vendían boletos de lotería. Sentí una corazonada. Como si la mano tibia de la suerte tocara mi alma. El llamado del destino, el ahora o nunca. La suerte no siempre sonríe. No pedí el chocolate caliente; pedí a la dependienta un boletito para raspar de tres dólares. Ese día…me fui a trabajar con el estómago vacío.