1. INTRODUCCIÓN
2. CONCEPTUALIZACIÓN
3. CLASIFICACIÓN
A) La clasificación internacional de enfermedades (cie)
1. CIE-9
2. CIE-10
B) Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
1. DSM-III
2. DSM-III-R
3. DSM-IV
4. LA RELACIÓN FUNCIONAL ENTRE OBSESIONES Y
COMPULSIONES
A) Naturaleza y relación de las obsesiones y compulsiones
B) Pensamientos neutralizadores: obsesiones o compulsiones
C) ¿Reconoce el paciente que sus síntomas no tienen sentido?
5. MANIFESTACIONES CLÍNICAS DEL TRASTORNO OBSESIVO-
COMPULSIVO
A) La clasificación de Marks
1. Rituales compulsivos con obsesiones
2. Lentitud sin rituales visibles
3. Obsesiones
B) La clasificación de De silva y Rachman
C) La clasificación del grupo de Foa
D) La clasificación de Rachman
6. PREVALENCIA,CURSO Y RELACI´PN CON OTROS TRASTORNOS
A) Prevalencia y curso
B) Relación con otros trastornos
7. ETIOLOGÍA. MODELOS EXPLICATIVOS
A) Modelos psicológicos comportamentales y cognitivos
1. Modelos provenientes de las orientaciones del aprendizaje
2. Importancia de las variables del aprendizaje social
3. Orientaciones cognitivas
2. CONCEPTUALIZACIÓN
Criterios definicionales básicos de este trastorno a saber:
1. La cualidad compulsiva de la experiencia.
2. El reconocimiento (en algún grado) de la misma como irrelevante, absurda o sin
sentido.
3. Que la experiencia sea (en alguna medida) resistida por la persona.
Actualmente, se considera que, aunque en la gran mayoría de los casos la persona lucha
contra la obsesión o la compulsión, se producen numerosas excepciones. En los primeros
estadios de la enfermedad, la persona puede realizar agotadores esfuerzos de resistencia,
pero después de fracasos repetidos a lo largo del tiempo comienza a dar muestras de
cansancio, y los pacientes con obsesiones-compulsiones crónicas y de larga evolución
puede mostrar escasa o nula resistencia.
3. CLASIFICACIÓN
Freud, defiende la diferencia entre fobias y obsesiones:
Su diferencia esencial es la siguiente. En todas las obsesiones hay dos elementos:
1) Una idea que se impone al enfermo
2) Un estado emotivo asociado.
Ahora bien, en las fobias ese estado emotivo es siempre angustia, mientras que en las
obsesiones propias puede ser la duda, el remordimiento o la cólera.
Veamos ahora cómo se ha contemplado el TOC en las últimas ediciones de los dos grandes
sistemas de clasificación (CIE Y DSM)
A. LA CLASIFIACIÓN INTERNACIONAL DE LAS ENFERMEDADES (CIE)
1. CIE-9
Se clasifica el TOC dentro de los trastornos neuróticos y de define de la siguiente forma:
una experiencia de compulsión subjetiva, que resulta absurda, inapropiada o sin sentido, y
a la que se le resiste el sujeto. Además se señala que el paciente vivencia la experiencia
como ajena a la personalidad, pero proveniente de dentro de sí mismo.
2. CIE-10
También se incluye el TOC dentro de los trastornos neuróticos. En suma, la CIE-10
incorpora el elemento gravedad, plantea que a veces el obsesivo puede no reconocer que
su comportamiento tiene escaso sentido, el abandono de la resistencia en algunos casos y
la conveniencia de distinguir entre pensamientos obsesivos y actos compulsivos y destacar
lo que domina, ya que ello puede tener implicaciones para el tratamiento.
B. MANIAL DIAGNÓSTICO Y ESTADÍSTICO DE LOS TRASTORNOS MENTALES
1. DSM-III
Se clasifica el TOC dentro de los Trastornos por ansiedad. Al igual que en la CIE, se
establece que los rasgos esenciales son la presencia de obsesiones o compulsiones
recurrentes.
2. DSM-III-R
Sigue considerando el TOC dentro de los Trastornos por ansiedad. Como aspectos
diferenciales que introduce esta edición:
1) Acentúa en mayor medida la importancia de la gravedad (las compulsiones u
obsesiones deben ser suficientemente graves).
2) Las obsesiones se manifiestan, al menos inicialmente, como sin sentido.
3) Las compulsiones se efectúan como respuesta a una obsesión.
4) A lo largo de la enfermedad, y tras fracasos repetidos, la persona puede
abandonarse totalmente a las compulsiones y no experimentar más el deseo de
resistirse.
3. DSM-IV
Planteamiento muy similar al de los anteriores. En el DSM-IVTR, a diferencia de lo que
ocurría en el DSM-III-R:
- No se indica nada respeto a que en caso de larga duración la persona se abandone.
( en la edición definitiva si se contemplaría)
- Por primera vez se definen las compulsiones como conductas repetitivas o
acciones mentales.
- Si está presente otro trastorno del eje 1, el contenido de la obsesión o de la
compulsión no debe circunscribirse al mismo y no debe estar causado
directamente por alguna sustancia o por una condición médica.
Otros autores también han planteado una serie de objeciones adicionales. Reed insiste en
que aunque el modelo pueda explicar las compulsiones o los rituales por su capacidad
para reducir la ansiedad, no explica por qué el paciente considera un determinado nivel o
ritmo de ejecución como adecuado y otro no.
Desde la misma perspectiva del aprendizaje se han intentado llevar a cabo una serie de
reformulaciones que pudieran dar respuesta a todos estos problemas:
3) La teoría de la incubación de Eysenck. Esta teoría se planteó para intentar dar respuesta
a algunos de los problemas apuntados respecto a la adquisición de fobias y rituales sin
necesidad de eventos traumáticos y la no extinción, o incluso incremento, de la respuesta
condicionada cuando ésta no es reforzada. En esta teoría se defiende que la ansiedad se
adquiere y se mantiene según los principios del condicionamiento tipo B, en el que tanto
el EI como el EC tienen propiedades de drive. Eysenck afirma que bajo determinadas
condiciones la presentación no reforzada del EC produce un fortalecimiento o incubación
de la respuesta condicionada en lugar de la extinción. Amén del concepto de
condicionamiento tipo B, también se insiste en la importancia de dos parámetros: la
interacción entre la fuerza de la RC y la duración de la exposición del EC. Habrá un nivel
crítico de potencia de la RC más allá del cual la exposición al EC dará lugar al
fortalecimiento y por debajo del mismo se producirá extinción. En cuanto al punto crítico
de exposición al EC, se postula que con tiempos de exposición cortos se producirá un
fortalecimiento de la RC, mientras que con tiempos más largos del estimado al acrítico se
conseguirá la extinción.
Otros autores añaden otro elemento que, en su opinión, puede dar cuenta de las
diferencias detectadas en las tasas de prevalencia entre los distintos trastornos. Afirman
que el contenido predominante de una cierta obsesión en un paciente concreto estará
determinado, fundamentalmente, por las áreas en las que éste se sienta responsable.
Hoestra y cols. toman en consideración todas estas hipótesis e intenta verificar el papel
desempeñado por las prácticas parentales de crianza en el origen del TOC. Estos autores
sólo obtienen un apoyo parcial a los planteamientos de Rachman y concluyen que los
estilos educativos son uno más de entre los muchos factores que habrá que estudiar para
poder explicar la etiología del trastorno obsesivo-compulsivo.
3. Orientaciones cognitivas
a) Carr (1971,1974)
El modelo de Carr defiende que la sintomatología del TOC es el producto de dos factores:
por una parte, las valoraciones irreales o no fundamentadas sobre posibles amenazas o
desastres que lleva a cabo la persona y, por otra, una serie de evaluaciones equivocadas
acerca de su habilidad o su capacidad para poderles hacer frente. Todo ello hace que se
generen respuestas de temor, y la función de las compulsiones sería aliviar o reducir ese
temor.
Estos autores afirman que las valoraciones no realistas acerca de amenazas o desastres
que llevan a cabo los pacientes provienen de una serie de pensamientos erróneos o
patrones de pensamiento irracional. Estos patrones de pensamiento dan lugar a una
valoración errónea de la amenaza, y ello, a su vez, provoca ansiedad.
c) Barlow (1988)
Este autor insiste en la importancia de dos tipos de vulnerabilidad para dar cuenta de los
distintos trastornos de ansiedad: vulnerabilidad biológica y vulnerabilidad psicológica.
Respecto a los pacientes obsesivo-compulsivos afirma que tienen una mayor probabilidad
de reaccionar al estrés con fuertes respuestas emocionales que otras personas y esta
predisposición tiene una base biológica. Además, estos pacientes a lo largo de su vida han
aprendido que ciertos pensamientos son peligrosos e inaceptables.
2. Dificultad para categorizar el material informativo que procesan, junto a un déficit para
almacenarlo en la memoria a largo plazo, y
3. Esto hace que les resulte muy difícil generar predicciones sobre el miedo, con la
correspondiente dificultad para tomar decisiones. Este autor afirma también que el
fracaso en la categorización y en la integración espontánea de la información conduce a
los pacientes obsesivo-compulsivos a una sobreestructuración del input. Dicho de otro
modo, estas personas intentarán compensar su déficit imponiendo límites artificiales
rígidamente definidos.
Estos autores entienden los trastornos de ansiedad como deterioros específicos en los
prototipos de memoria afectiva. En su opinión, los miedos neuróticos difieren
estructuralmente de los miedos normales e insisten en que en estos últimos se produce
una estimación errónea de la amenaza, una valencia altamente negativa para los eventos
amenazantes, excesivos elementos de respuesta y resistencia a la modificación. Esta
resistencia es debida al fracaso en acceder a la red de temor, acceso que se ve dificultado
por la evitación de las situaciones que evocan ansiedad.
Si se compara el TOC con otros trastornos de ansiedad, éste presente las combinaciones
de síntomas más heterogéneas, lo que parece indicar que no hay una forma común de
estructura de miedo en este trastorno, aunque en todas ellas se puede observar un miedo
a causar daño a sí mismo o a otros y una respuesta de búsqueda de neutralización frente
al mismo. En opinión de Foa y cols., la característica fundamental del TOC, y lo que puede
diferenciarlo de otros trastornos de ansiedad, es la gran cantidad de asociaciones con
elementos de daño, culpa o amenaza.
Estos autores también afirman que estos pacientes presentan una serie de déficit
cognitivos que se manifiestan fundamentalmente en tres áreas:
2. Sobrestimación dada, y
3. Deterioros en la organización e integración de la información. Este déficit general se
acentúa cuando procesan material relacionado con el miedo.
Con el propósito de comenzar a estudiar ese proceso, Salkovskis propone diferenciar entre
“pensamientos automáticos negativos” y “obsesiones”. Aunque en principio ambos
conceptos pueden incluirse dentro de la subcategoría denominada por Rachman
“cogniciones intrusivas desagradables o molestas”, es conveniente y necesaria clarificar la
posible relación existente entre ellos.
Salkovskis plantea que los pensamientos obsesivos funcionan como un estímulo que
puede provocar un tipo particular de pensamiento automático. La evidencia disponible
pone de manifiesto que las intrusiones se producen frecuentemente en la población
normal sin que ello conlleve un grado importante de malestar. Por esta razón hipotetiza
que tales intrusiones sólo se convertirán en un problema, si dan lugar a una serie de
pensamientos automáticos negativos, a través de la interacción entre dichas intrusiones
inaceptables para el individuo y su sistema de creencias. Afirma que las intrusiones
provocarán malestar sólo si tienen algún significado específico o alguna implicación
importante para la persona que las experimenta.
Lo que ocurre, según Salkovskis, es que en algunos individuos y en algunas ocasiones las
intrusiones pueden activar esquemas disfuncionales y dar lugar a pensamientos
automáticos negativos. En el caso de los pacientes obsesivo-compulsivos, tales
pensamientos automáticos negativos que se producen en respuesta a intrusiones estarán
relacionados a ideas de ser responsable de posibles perjuicios o daños.
Una vez aclaradas todas estas cuestiones es posible pasar a analizar los mecanismos y los
distintos factores moduladores que, en opinión de Salkovskis, están implicados en las
obsesiones y compulsiones. El ambiente es una amplia gama de potenciales estímulos
desencadenantes de pensamientos intrusivos. Ahora bien, los obsesivos tenderán a evitar,
en la medida de lo posible, tales estímulos. Esta evitación puede ser manifiesta o
encubierta. Esta estrategia de evitación puede fallar. En ambos casos nos encontramos ya
ante un estímulo desencadenante. Este estímulo puede ser externo o interno. El
pensamiento intrusivo desencadenando en este estado es por definición egodistónico, el
contenido del pensamiento no es consistente con el sistema de creencias del individuo y
éste lo percibe como irracional. La reacción del individuo a esta intrusión dependerá de la
importancia que pueda tener para la persona que se produzca esa experiencia y a las
posibles consecuencias o implicaciones que pueda tener su ocurrencia. Si los
pensamientos extraños y con contenido displacentero pueden ocurrir, pero no tienen
grandes implicaciones para el paciente, éste no se preocupará. La secuencia terminará ahí.
Por el contrario, si cree que esos pensamientos tienen importantes implicaciones, se
activarán una serie de pensamientos automáticos negativos. Se supone que tales
pensamientos surgen en función de la fuerza que tenga la creencia original relacionada
con ellos. Los supuestos disfuncionales que con mayor probabilidad interactúan con los
pensamientos intrusivos serían los siguientes:
2. El fracaso en impedir daño a uno mismo o a los demás es lo mismo que causar ese
daño.
Los supuestos en cada caso pueden variar considerablemente, pero se postula que
siempre habrá un elemento de responsabilidad, culpa o control que interactuará con el
contenido del pensamiento intrusivo y dará lugar a pensamientos automáticos negativos
que versarán sobre alguna combinación de culpa, amenaza y pérdida. Estos pensamientos,
por definición, serán egosintónicos. Los pensamientos automáticos negativos darán lugar
a una alteración del afecto, y esto es probable que dé lugar a la aparición de respuestas
neutralizadoras.
En opinión de Salkovskis, la neutralización puede tener una serie de consecuencias
importantes:
El mismo Salkovskis afirma que para que su modelo resulte útil debería poder dar
respuesta a una serie de observaciones comunes en la práctica clínica, aunque no es
posible olvidar como señala este autor, que esas mismas observaciones también resultan
problemáticas para la mayoría de los modelos existentes sobre el TOC:
a. En estos casos, siempre estará presente una respuesta neutralizadora muy eficaz;
3. El modelo plantea que existe una relación entre el estado de ánimo y las obsesiones,
esto es, las obsesiones se incrementarán como resultado de una perturbación emocional.
Sin embargo, se ha observado la existencia de un pequeño subgrupo de pacientes en los
que la presencia de depresión da lugar a una disminución de los síntomas obsesivos. Estos
pacientes, además, muestran un aumento de las obsesiones cuando la depresión mejora.
La explicación de este fenómeno, en opinión de Salkovskis, podrían encontrarse en el
contenido de las cogniciones que tienen estos pacientes cuando se deprimen:
autocensura y sentimientos de culpa o, por el contrario, sentimientos abrumadores de
desesperanza y desamparo. A la luz de todo lo expuesto anteriormente, resulta fácil
comprender las distintas implicaciones que puede tener el hecho de que el paciente
piense que las cosas están yendo peor como resultado de sus propias acciones o, por el
contrario, que nada de lo que él haga tiene importancia ni ahora ni nunca.