Está en la página 1de 3

52 LAS TEORÍAS DE LOS CINEASTAS LA TEORÍA DE LOS TEÓRICOS 53

ceptos, imágenes de la memoria, conceptos), nada nas dice acerca del ritu humano en todas sus manifestaciones, que obliga al discurso cine-
modo en que pasamos de uno a otro. Por esa razón Eisenstein no tardó en matográflco a conformarse al paso del pensamiento, pero sin hacer de él
necesitar una hipótesis más sólida, la del «pensamiento prelógico», ese un instrumento de pensamiento.
modelo de pensamiento donde los enunciados literales y los metafóricos
(<<en imágenes»)* son estrictamente equivalentes e intercambiables.
LENGUAJE, PENS¡!MIENTO, SUJETO

LENGUAJE y PENSAMIENTO El monólogo interior remite explícitamente a la experiencia subjeti-


va; sin embargo, hacia 1930 Eisenstein prácticamente no dispone de teo-
La tesis de Eisenstein, a partir de su encuentro con la psicología ex- ría sobre el sujeto. Concibe el pensamiento como un cognitivista avant la
perimental (Vigotski, Luria) y la etnología (sobre todo L'.Ame primitive lettre y la emoción como un behaviorista (<<reflexólogo»), según esque-
[1910-1920], de Lucien Lévy-Bruhl), es la siguiente: el monólogo interior mas puramente mecánicos de acción y reacción. Será en tomo a ese pun-
y, de manera más amplia, el «pensamiento prelógico», están principal- to donde más cambiará y se enriquecerá su discurso durante esa década,
mente constituidos por imágenes, al contrario que el discurso exterior, cuando empiece a tener en cuenta -sin jamás confesarlo abiertamen-
que obedece a la sintaxis verbal; por otra parte, el montaje reproduce las te- el inconsciente y la estratificación del sujeto (<<El cine tendrá que
leyes del pensamiento; por consiguiente, la base del pensamiento radica sacar conclusiones del hecho de que todo hombre simboliza inconscien-
más en la imagen que en el lenguaje. temente», dirá, por ejemplo, en 1928), la enunciación en cuanto subjeti-
Constatamos aquí una doble dificultad: vidad en el lenguaje, y el afecto espectatorial. Finalmente, sus avances
más espectaculares llegarán en él ámbito del espectador, con la teoría del
• por un lado, la noción misma de «pensamiento prelógico», hoy de- «éxtasis» de los años cuarenta. .
sacreditada, es problemática. Siguiendo a Lévy-Bruhl, Eisenstein la con- En suma, será durante ese período -en el que Eisenstein no .termina
cibe como «estadio prelógico del pensamiento», no como otra modalidad ninguna película, ni ¡Que Viva Mexico! (1932) ni El prado de Beijin
de pensamiento (los «primitivos» son humanos) sino como un estadio (1935-37)- cuando saldrán a la luz los problemas de mayor envergadu-
primitivo, que fllogenéticamente existe en la especie humana durante el ra, sin que haya una respuesta cierta, a veces incluso a costa de una pro-
estadio de organización social preagrícola, y ontogenéticamente en todo longada exploración de impasses deflnitivos. La paradoja, sin embargo,
individuo (el niño, el neurótico regresivo, el esquizofrénico); estriba en que precisamente esa dificultad en construir un sistema y esa
• por otra parte, si bien ese «pensamiento prelógico», metafórico, obstinación por seguir intentándolo son los que hacen de la teoría eisens-
concreto, sensorial, constituye un modelo cómodo para el cine (más in- teiniana un objeto tan valioso.
teresante y más rico que el monólogo interior sin más), aflrmar que el
cine sigue sus reglas es un puro golpe de mano teórico Ce ideológico).
Nada 10 demuestra, en efecto, salvo el deseo de Eisenstein de relacion~ BRESSON--Y EL CINEMATÓGRAFO
a toda costa las leyes del cine con las del pensamiento. Además, su re-
flexión topa con la siguiente dillcultad: en cuanto producción consciente Eisenstein había situado su empresa teórica bajo la advocación de
y deliberada, la película no produce ideación propia; reproduce un pen- esta máxima de William Blake: «1 must create a system, OI be enslaved
samiento, que ella misma desarticula y rearticula; el cine es una imagen by another man's» (Si no creo un sistema, séré esclavo del de otro hom-
del pensamiento, el cine no piensa. La única justificación de este mode- bre). Todos los inventores de teorías, cineastas o no, se enfrentan a esa
lo será, pues, la hipótesis, invocada varias veces, de una unidad del espí- necesidad del sistema. Pero un sistema no tiene por qué ser una gran
construcción; bastar~ con que sea consistente y lo suflcientemente com-
* En francés, «imagés», o sea «en imágenes» pero también «figurados» (<<langage pleto. Al hilo de la metáfora propuesta por Georges Bataille, una teoría
imagé» corresponde al castellano «lenguaje figurado»). (N. del t.) sistemática es la que ha empezado a abandonar el estadio de obra en
54 LAS TEORÍAS DE LOS CINEASTAS LA TEORÍA DE LOS TEÓRICOS 55

construcción para ser ya un edificio', sin que por fuerza deba ser un pala- Es, por ejemplo, la célebre actitud frente a la banda sonora, o más
cio (a veces una humilde cabaña da para mucho). Lo esencial es que uno bien frente a la relación entre la banda de imágenes con la banda sonora:
no haya erigido un laberinto. «Imágenes y sonidos como gentes que se conocen en el camino y ya no
En este sentido, me gustaría volver ahora a las propuestas de Robert pueden separarse» (pág. 45). Las imágenes por un lado, los sonidos por
Bresson. Ya he señalado la paradoja de ese delgado volumen, únicamen- otro, deben ser.1o bastante autónomos, actuar cada uno en su registro sin
te constituido por aforismos desconectados, sin capítulos ni encabeza- pretender usurparse sus poderes recíprocos (para Bresson las imágenes
mientos de capítulos, sin teoremas ni grandes principios disciplinarios, y son más externas y los sonidos más internos; estos últimos tienen un pri-
cuya lógica parece emanar ante todo de una gran tendencia a la obsesión. vilegio de naturaleza). Pero, a la inversa, la película debe ser la organi-
Además de por su inventiva, la labor teórica de Bresson destaca por su zación de las relaciones entre esas entidades autónomas -la organiza-
normatividad -rasgo característico de su sistema: Bresson prescribe, ción de su colaboración, de su buen entendimiento- para llegar a un
excluye, creando una teoría cerrada- y por la proximidad con sus pelí- auténtico reparto de tareas expresivas (<<No se puede ser a la vez todo
culas, que en cierto modo garantizan la posibilidad y el alcance de la teo- ojos y todo oídos», pág. 61).
ría. Puede que sea ésta la razón de la influencia, subterránea pero pro- Es la actitud frente a la imagen, que en el cinematógrafo es forzosa-
funda, que ha ejercido en el cine francés (teorema: todo cineasta francés mente asignificante (y no demasiado expresiva en sí misma). El gran
de interés debe algo a Bresson). enemigo de Bresson es la «imagen bella», que llama la atención por sus
La teoría del cinematógrafo abarca, en su concisión elíptica, los prin- cualidades como imagen, y la metáfora, que llama la atención sobre su
cipales dominios de la teoría del cine: la creación de la imagen, los me- artificialidad. En uno y otro caso tales imágenes son demasiado «imáge-
dios disponibles y el objetivo esencial de esa imagen, aunque, como en nes» y pierden lo esencial, su ~apacidad de comunicación y de intercam-
todo autor profundamente clásico (en sentido literal, el del clasicismo es- bio con otras imágenes. Como es una escritura, y no un espejo ni un di-
tético), el objetivo sea lo que determina la creación y ambos defman los bujo ni un jeroglífico, el cinematógrafo sólo puede emplear imágenes
medios aceptables. Ya apuntamos que el objetivo del cinematógrafo es carentes de valor absoluto (pág. 28), Y cuyo valor y poder provienen úni-
decir la verdad sobre lo real, o, más exactamente, permitir que lo real camente de su capacidad de relacionarse con otras, que las transfor-
diga la verdad, al provocar las condiciones de su encuentro por parte del marán. Al igual que escribir es emplear palabras que se transforman al
espectador; en esta operación, el cineasta actúa como una especie de me- colocarse en sintagma, actualizando algunas de sus posibilidades en de-
diador inspirado. trimento de otras, la película de cinematógrafo hace salir de cada imagen
una parte elegida de su. potencial. Será necesario, pues, que la imagen no
haya dicho por SI misma cuanto tenía por decir.
Los MEDIOS DEL CINEMATÓGRAFO Por último, es la actitud frente al montaje. Si la película es el esta-
blecimiento de relaciones entre imágenes en sí asignificantes e inexpre-
Bresson defme el cinematógrafo como «una escntura con imágenes sivas, quiere decir que el montaje es la herramienta principal que tiene el
en movimiento y sonidos» (pág. 12), defmición de engañosa simplici- poder de hacer surgir el sentido y la expresión. Si la imagen no tiene nin-
dad en la que cada término debe subrayarse cuidadosamente. El cinema- gún poder, el montaje lo tiene todo, igual que en pintura, por ejemplo, no
tógrafo se opone al cine, que «busca la expresión inmediata y definitiva cuenta la mancha de color aislada sino la relación y proporción de colo-
mediante mímica, gestos, entonaciones de voz» (pág. 44), es decir, que res sobre la tela, o, como en literatura, el sep.tido cambia dependiendo del
se contenta con reproducir una realidad dramática sin agregar nada por lugar de las palabras en la frase (pág. 17). Esta creación de relaciones por
su parte; por el contrario, el cinematógrafo busca una expresión no in- el montaje tiene un aspecto formal, subrayado a placer por Bresson para
mediata (sino mediata: sus medios no se pasan por alto) y no defmitiva distanciarse al máximo de la preocupación dramática (<<Ve tu película
(sino constantemente desplazada, relanzada, contradicha); el cinemató- como una combinación de líneas y de volúmenes en movimiento al mar-
grafo es una cuestión de «escritura», esto es, de puesta en relación de ele- gen de lo que representa y significa», pág. 92). Pero lo esencial es el as-
mentos discretos. pecto sintáctico, gramatical incluso, que asegura la corrección de los en-
56 LAS TEORÍAS DE LOS CINEASTAS LA TEORÍA DE LOS TEÓRICOS 57

cadenamientos mediante el respeto a un pequeño número de principios obra; pero es una intención general que sobre todo no debe entrañar in-
generales. Cada cosa en su sitio, el que le asegurará eficacia y funciona- tenciones demasiado concretas, las cuales engendrarían una obra muerta
lidad (<<Una cosa equivocada, si la cambias de sitio, puede ser una cosa antes de empezar. La obra resulta de una colaboración entre el artista,
acertada», pág. 51), un sitio que no es definido por la continuidad dra- que tiene una línea primera -su proyecto-, y lo real, que proporciona
mática u ordinaria; en concreto, la causalidad debe ser alterada e incluso la sorpresa permanente de los encuentros; el cinematógrafo es la escritu-
invertida (es mejor, desde el punto de vista del «-grafo», dar el efecto an- ra (la organización) de esos momentos de encuentro de modo que acre-
tes que la causa). Por último, y sobre todo, el motor de los encadena- cienten mutuamente su valor. A menudo Bresson se ve tentado por la
mientos es la mirada, para la cual Bresson inventó, como se sabe, una se- versión más inflexible de la maestría, la de la certa idea rafaelesca, que
rie muy reducida de ángulos de toma, insistiendo en la relación entre quiere que el artista tenga la obra totalmente preparada en mente y sólo
planos y evitando situarse «desde el punto de vista» de un personaje. tenga que manifestarla materialmente. Pero cuando dice: «Soñé que mi i
,
l.
"

película se hacía paso a paso bajo la mirada, como un lienzo de pintor 1:


, ,.
eternamente fresco» (pág. 128), en el fondo es lo contrario de los enun-
LA CREACIÓN DE PEUCULAS ciados de los pintores que pretenden que la obra está ahí, terminada, y
sólo ha de ser desvelada. Para Bresson, la obra se hace verdaderamente a
Lógicamente, el cineasta es descrito como un maestro, el maestro de sí misma tanto como él la hace. La intencionalidad adopta entonces la
los signos, según un ideal muy clásico. Un maestro que se reconoce en singular forma de la ignorancia, el desconocimiento, la espera, eso que él
ciertas cualidades morales: coraje, rigor, nobleza (<<Llamarás buena a la llama improvisación. «Rodaje. Situarse en un estado de ignorancia y de
película que te dé una idea elevada del cinematógrafo», pág. 28). Pero curiosidad extremas, y a pesar de ello ver las cosas antes.» (pág. 24)
también en cualidades profesionales específicas: la agudeza de la mirada La defInición del cinematógrafo no aparece. consignada en una fór-
inmediata (la capacidad de ver desde el principio, en lo visible, aquello mula concreta, sino que está diseminada por todo el libro:
que será expresivo en la imagen); la capacidad de mantener el rumbo, la
ciencia de las relaciones a establecer entre los datos sensibles (sin defor- -lo imprevisto, lo instintivo, lo inesperado: «Deja que cámara y
marlos ni inventarlos, encontrando relaciones nuevas entre ellos, pág. magnetófono atrapen, en un relámpago, cuanto de nuevo e imprevisto te
20); la precisión y el gran trabajo que ésta requiere; el discernimiento; la ofrece tu modelo» (pág. 107).
constancia; la ponderación (el sentido de la medida, no hacer ni mucho - la emocionalidad, la creencia, la absorción del espectador: «Tu
ni poco, y también el sentido de la igualdad); la economía de medios película no está hecha para pasear los ojos, sino para penetrar en ella y
(<<Cuando baste un solo violín, no emplear dos», pág. 25). Un retrato, en ser absorbido por entero» (pág. 97).
suma, del cineasta-maestro como alguien dotado ante todo de la virtud de - el rechazo del intelecto, la intención de verdad, lo real: «Lo real
la simplicidad, e incluso de la «pobreZa» (en el sentido franciscano). llegado a la conciencia ya no es real. Nuestro ojo demasiado pensante,
Sobre base tan rigurosa (que por sí sola define la mayoría de efectos demasiado inteligente» (pág. 79).
externos que permiten reconocer al instante el mínimo plano de Bres- - el poder original del cinematógrafo, un poder que le confiere el
son), pero de defInición parcialmente negativa (no hacer demasiado), se hecho de ser al mismo tiempo escritura y máquina (el tema epsteiniano y
distingue la cualidad positiva principal del cineasta: su invención. Bres- vertoviano de la máquina inteligente, el «super-ojo»): «Lo que ningún
son tiene una concepción singular de la invención, apoyada en lo impre- ojo humano es capaz de atrapar, lo que ningún lápiz, pincelo pluma es
visto, el descubrimiento, el azar, el encuentro. El cineasta debe reinven- capaz de fijar, tu cámara lo atrapa sin saber qué es y lo fija con la escru-
tar incesantemente lo que antes imaginó y, para conseguirlo, adoptará pulosa indiferencia de una máquina» (pág. 33-34).
una actitud de apertura a todos los azares del rodaje. Bresson hace suya - Ostinato rigore: sin duda, como en Leonardo, hay sistema (y mé-
la fórmula de Corot, el pintor: «No hay que buscar, hay que esperar» todo). .
(pág. 76). Lo dijimos hace unas líneas: la intención de la ausencia de in-
tención. No es que el cineasta carezca de una intención inicial, crear una

!."

También podría gustarte