Está en la página 1de 284

El derecho a la salud

en Estados Unidos, México y


Centroamérica en el contexto
de la COVID-19
El derecho a la salud
en Estados Unidos, México y
Centroamérica en el contexto
de la COVID-19

Joaquín A. Mejía R.
(coordinador)
Prólogo de José de Jesús Becerra Ramírez

María Luisa Gómez Comi


Mara González Souto
Grace Carson
Joseph Berra
Yessica Esquivel Alonso
José Antonio Estrada Marún
Alfredo Ortega Franco
Heidy Waleska Barahona Alachán
Edy Alexander Tábora
José Benjamín Cuéllar Martínez
Salvador Lulio Marenco Contreras
Arlette Waleska Serrano Rodríguez
Soraya Long Saborío
Nancy Marín Espinoza
© Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación
de la Compañía de Jesús en Honduras (ERIC-SJ).
Apartado postal No. 10, El Progreso, Yoro.
Teléfonos: (504) 2647-4227 / 2648-1412
Fax: (504) 2647-0907
www.eric-rp.org

ISBN: 978-99979-843-*-*

Primera edición: abril de 2021

Diseño e impresión:
Editorial Guaymuras

Diseño de portada:
Marianela González

Impreso y hecho en Honduras.


Reservados todos los derechos.
Índice

Presentación.......................................................................... 13

Prólogo
José de Jesús Becerra Ramírez.............................................. 17

I
EL DERECHO A LA SALUD
A LA LUZ DE LOS ESTÁNDARES INTERNACIONALES
DE DERECHOS HUMANOS
María Luisa Gómez Comi

1. El marco jurídico internacional de protección


del derecho a la salud............................................................. 21
2. Estándares internacionales para la protección
del derecho a la salud............................................................. 25
3. Consideraciones finales sobre el derecho a la salud en
el contexto de la pandemia por COVID-19 a la luz de los
estándares internacionales..................................................... 47

II
UN TEMBLOR A LO LARGO
DE LAS FALLAS ESTRUCTURALES:
UNA PERSPECTIVA CRÍTICA SOBRE LA COVID-19
Y EL DERECHO A LA SALUD EN LOS ESTADOS UNIDOS
Mara González Souto, Grace Carson y Joseph Berra

1. El racismo estructural en la atención sanitaria


en Estados Unidos antes de la COVID-19................................ 53
2. Una crítica al sistema de atención sanitaria
de Estados Unidos.................................................................. 66

7
3. Fracasos notables en la era de la COVID-19............................. 77
Conclusión.............................................................................. 86

III
COVID-19 Y EL DERECHO A LA SALUD EN MÉXICO
Yessica Esquivel Alonso y José Antonio Estrada Marún

1. Introducción .......................................................................... 89
2. Impacto de la Covid-19 en contexto........................................ 90
3. La regulación del derecho a la salud en México...................... 99
4. Medidas adoptadas por el Estado mexicano........................ 104

IV
GUATEMALA:
EL ABANDONO DE DÉCADAS TOCA A LA PUERTA
Alfredo Ortega Franco

1. Introducción......................................................................... 115
2. Situación del derecho a la salud en Guatemala
antes de la pandemia............................................................ 116
3. Marco constitucional............................................................ 123
4. Respuesta del Estado frente a la COVID................................ 129
Conclusiones........................................................................ 134

V
DERECHO A LA SALUD Y OBLIGACIONES ESTATALES
EN EL CONTEXTO DE LA COVID-19
Joaquín A. Mejía Rivera, Heidy Waleska Barahona Alachán y
Edy Alexander Tábora

1. Introducción......................................................................... 135
2. Una mirada constitucional al reconocimiento
del derecho a la salud........................................................... 137
3. El derecho a la salud a la luz del bloque
de constitucionalidad............................................................ 142
4. El abismo entre los estándares constitucionales e
internacionales y la práctica, en relación con el derecho a la
salud en el contexto de la COVID-19...................................... 150
A modo de conclusión.......................................................... 157

8
VI
CALAMIDAD Y PANDEMIA EN EL SALVADOR
José Benjamín Cuéllar Martínez

1. Introducción......................................................................... 161
2. Escenario adonde arribó la peste: el de la calamidad........... 163
3. El país en la víspera de la COVID-19..................................... 164
4. Y en eso llegó… la COVID-19.................................................. 170
5. Conflictos irresponsables y altamente riesgosos................... 179
6. Cifras de la pandemia .......................................................... 182
Conclusión............................................................................ 185

VII
ANÁLISIS DE LA PANDEMIA DE COVID-19
EN NICARAGUA:
UNA PERSPECTIVA DESDE EL DERECHO A LA SALUD
Salvador Lulio Marenco Contreras y
Arlette Waleska Serrano Rodríguez

1. Introducción......................................................................... 187
2. Contexto antes y durante la crisis sanitaria
generada por la COVID-19..................................................... 188
3. Contexto ambiental antes y durante la crisis sanitaria ........ 191
4. Contexto socioeconómico antes y durante
la crisis sanitaria.................................................................. 192
5. Marco jurídico nacional e internacional
sobre el derecho a la salud vigente en Nicaragua.................. 197
6. Normas nacionales sobre el derecho a la salud.................... 200
7. Garantías sobre el derecho a la salud
y acceso a la justicia............................................................. 203
8. Medidas adoptadas por el Estado de Nicaragua
para enfrentar la crisis sanitaria provocada
por la pandemia de COVID-19............................................... 207
Conclusiones........................................................................ 219

9
VIII
DERECHO A LA SALUD EN COSTA RICA
EN EL MARCO DE LA COVID-19
Soraya Long Saborío y Nancy Marín Espinoza

1. Introducción......................................................................... 221
2. Estado de la cuestión del sistema de salud en Costa Rica.... 221
3. Contenido del derecho a la salud según la jurisprudencia
de la Sala de lo Constitucional ............................................. 225
4. El derecho humano a la salud en el marco de la COVID....... 231
5. Estudio de caso: Reacción de Costa Rica frente al derecho
a la salud de los pueblos indígenas en el marco
de la COVID .......................................................................... 238
Conclusiones........................................................................ 246

IX
BUENAS Y MALAS PRÁCTICAS ESTATALES
FRENTE A LA COVID-19 EN MÉXICO
María Victoria Fernández Molina

1. Introducción......................................................................... 249
2. El derecho al nivel más alto de salud en México................... 250
3. La garantía del derecho a la salud en el México
pre-pandemia....................................................................... 255
4. La garantía del derecho a la salud
durante la pandemia............................................................. 259
5. La sindemia: un abordaje integral del derecho a la salud
en tiempos de pandemia....................................................... 264
6. Condicionamientos biológicos y sociales de la COVID-19...... 266
Conclusiones........................................................................ 268

Reseñas curriculares......................................................... 271

10
«[…] la salud es un derecho humano fundamental
e indispensable para el ejercicio adecuado
de los demás derechos humanos»∗.

* Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Poblete Vil-


ches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de
marzo de 2018, párr. 118.
PRESENTACIÓN

E l 30 de enero de 2020 la Organización Mundial de la Sa-


lud (OMS) declaró, a través de su Comité de Emergen-
cia, que el nuevo coronavirus constituía una emergencia de salud
pública de importancia mundial. Esta preveía una mayor expor-
tación internacional de casos hacia cualquier país del mundo y,
en ese contexto, advertía que los países debían estar preparados
para la contención del virus1.
Sin embargo, esta crisis sanitaria ha encontrado a muchos
países de la región con débiles sistemas de salud pública, debi-
do a la sensible reducción de su presupuesto, a la precarización
laboral del personal sanitario y a la creciente privatización del
sector. Con la llegada de la COVID-19, los gobiernos se han visto
obligados a declarar estados de emergencia y a aprobar millones
de dólares con el fin de implementar acciones de vigilancia, pre-
vención, control y garantía a la atención de las personas afectadas
por la pandemia.
En este contexto, la salud ha adquirido una importancia esen-
cial como bien jurídico reconocido en las constituciones naciona-
les y en los tratados internacionales de derechos humanos. Por
ello debe ser entendida en su doble naturaleza, como derecho
fundamental y como servicio público, resaltando su íntima vin-
culación con la dignidad humana puesto que, cuando sufre una
afectación, compromete otros derechos, particularmente la vida y
la integridad física, psíquica y moral.

1. “Declaración sobre la segunda reunión del Comité de Emergencias


del Reglamento Sanitario Internacional (2005) acerca del brote del nuevo
coronavirus (2019-nCoV)”, 30 de enero de 2020. Accesible en: https://
www.who.int/es/news-room/detail/30-01-2020-statement-on-the-second-
meeting-of-the-international-health-regulations-(2005)-emergency-com-
mittee-regarding-the-outbreak-of-novel-coronavirus-(2019-ncov).

13
En consecuencia, los Estados tienen la obligación de garan-
tizar que todos los servicios, bienes e instalaciones relacionados
con la salud estén disponibles y sean accesibles, aceptables y de
buena calidad2, especialmente cuando nos enfrentamos a una cri-
sis sanitaria de dimensiones planetarias.
En el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la
Compañía de Jesús en Honduras (ERIC-SJ) consideramos necesa-
rio y oportuno reflexionar sobre el papel de los Estados frente a
la crisis sanitaria de la COVID-19 a la luz de los estándares cons-
titucionales e internacionales de derechos humanos, los cuales
deben regir e informar las medidas estatales de contención de la
pandemia. Por ello, este libro aspira a dar una breve mirada a la
forma en que los Estados analizados han abordado la COVID-19
desde una perspectiva de la salud como derecho fundamental.
Por la generosidad de poner sus conocimientos en este esfuer-
zo académico, manifestamos nuestro profundo agradecimiento a
María Luisa Gómez Comi, de España; Mara González Souto, de
Argentina; Grace Carson y Joseph Berra, de Estados Unidos; Yes-
sica Esquivel Alonso y José Antonio Estrada Marún, de México;
Alfredo Ortega Franco, de Guatemala; Heidy Waleska Barahona
Alachán y Edy Alexander Tábora, de Honduras; José Benjamín
Cuéllar Martínez, de El Salvador; Arlette Waleska Serrano Rodrí-
guez y Salvador Lulio Marenco Contreras, de Nicaragua; Soraya
Long Saborío y Nancy Marín Espinoza, de Costa Rica, y a María
Victoria Fernández Molina, de España.
No está de más ratificar que el orden de los capítulos no está
basado en criterios de importancia temática, sino más bien en
una secuencia lógica geográfica de norte a sur, volviendo a México,
impregnados por el primer capítulo, que analiza los estándares
internacionales sobre el derecho a la salud.

2. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Observa-


ción General N° 14. El derecho al disfrute del más alto nivel posible de
salud (artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, So-
ciales y Culturales). 2000, párr. 12, literales a, b, c y d.

14
Finalmente, desde el ERIC-SJ agradecemos profundamente a
Diakonia por su invaluable apoyo y apuesta por la investigación y
la publicación de esfuerzos académicos como este, donde se abor-
dan temas fundamentales para la dignidad humana y se realizan
análisis que se ponen al servicio de la transformación social.
Las ideas que aquí se expresan son responsabilidad exclusiva
de las autoras y los autores, y no reflejan necesariamente la opi-
nión de Diakonia.

Vigo, España, diciembre de 2020.


Joaquín A. Mejía Rivera

15
PRÓLOGO

José de Jesús Becerra Ramírez

E l libro que tengo el alto honor de prologar no puede ser


más oportuno por el momento que estamos viviendo, de-
rivado de la presente pandemia, no esperada ni deseada, pero que
desafortunadamente es toda una realidad y que, en ocasiones,
cuando observamos las imágenes recurrentes en los medios in-
formativos, más parecieran de un guion de tipo apocalíptico; sin
embargo, para nuestra tristeza, no es así. Y lo más preocupante
es que con la presencia del COVID-19 estamos siendo testigos de
las evidencias, por demás esclarecedoras, de enormes desigual-
dades sociales existentes en el mundo, que no son privativas de
los países en desarrollo, sino de todas las naciones, incluidas las
más ricas.
Por ello resalto la idoneidad de la presente obra, fruto de la
visión siempre vanguardista de su coordinador Joaquín A. Mejía
Rivera, quien, con su agudeza intelectual y su militante causa por
la defensa de los derechos humanos, planteó dicha iniciativa, la
cual fue acogida por los diversos participantes que, de forma ma-
gistral, desarrollaron cada uno con aportes por demás ilustrati-
vos. Todos ellos girando en torno de un eje integrador, delimitado
a un derecho fundamental, que si bien es cierto es interdepen-
diente, le dan contenido y desarrollo con sus aportaciones: me
refiero al derecho a la salud en el contexto del COVID-19.
Se señala de forma modesta que el libro no está organiza-
do de forma temática, sino que su estructura obedece a una
secuencia geográfica de norte a sur; sin embargo, ese orden es
su virtualidad, en razón de que sí refleja una clara y correcta

17
sistematización, que hace de su desarrollo un planteamiento muy
rico en su contenido, toda vez que la calidad de una obra de natu-
raleza colectiva es precisamente su coherencia, orden y relación,
que no es sencillo hacerlo. Pero este esfuerzo materializado en el
texto que nos ocupa cumple sobradamente con tales atributos, en
razón de que al analizar cada uno de los ensayos, nos encontra-
mos con claras interrelaciones que se enriquecen mutuamente.
Es por ello, la originalidad del libro y la ya mencionada virtuali-
dad.
Además, la función del investigador en el campo de las cien-
cias sociales y de las humanidades es tratar de contribuir a pen-
sar y construir posibles respuestas para enfrentar los retos que
se nos presentan. La pandemia actual es todo un reto para el
mundo, pues las incertidumbres imperantes son más que las cer-
tezas, máxime en el campo de los derechos humanos que, si bien
es cierto, ya existían indicadores preocupantes, sobre todo los
relacionados con los derechos sociales, económicos y culturales,
ahora la preocupación es mayúscula, en razón de que grandes
sectores de las sociedades contemporáneas se encuentran en
condiciones de alta vulnerabilidad por los argumentos de escasez
de recursos, por las discriminaciones históricas, por políticas de
exclusión e ideología de cierre o de abandono de responsabilida-
des públicas.
Así, para fortuna de los que tengan la oportunidad de leer la
obra, se encontrarán precisamente con ese trabajo de verdaderos
expertos que, asumiendo la enorme responsabilidad de investiga-
dores sociales y de intentar dar respuestas a las incertidumbres
que hemos apuntado previamente, no solo especulan sobre ellas,
sino que realizan un diagnóstico previo, cada uno de acuerdo al
tema abordado. Así, nos presentan desde el abordaje de los es-
tándares internacionales del derecho a la salud, hasta aquellos
que van particularizando con cada una de sus realidades que van
desde los Estados Unidos de América, México, Guatemala, Hon-
duras, el Salvador, Nicaragua, Costa Rica, y las obligaciones de
los Estados en general en el contexto del COVID-19, hasta las bue-
nas y malas prácticas del Estado mexicano frente a la pandemia,

18
que pueden verse también en los demás Estados. Es decir, es rico
y amplio el esfuerzo realizado en la obra que se prologa.
Todos coinciden en la complejidad de la garantía del derecho
a la salud y de las deficiencias de atención. Aunque expresan que
la problemática de su materialización no es nueva, sino que lo
que estamos presenciando, con motivo de esta pandemia, es la
agudización de los problemas ya existentes, sobre todo con las
políticas de abandono que por años se han evidenciado en los sis-
temas sanitarios, tanto en los países pobres como en los ricos. Si
bien es cierto existen disposiciones internacionales y nacionales
(con algunas excepciones de no reconocimiento), al dar el salto
sobre su efectividad, estas quedan en meros deseos, carentes de
efectividad.
Finalmente, expreso que nos encontramos ante la presencia
de un banquete intelectual digno de análisis. En razón de ser un
documento muy rico en contenido, pero sobre todo pertinente y
necesario para entender desde una perspectiva crítica el contexto
actual derivado de la pandemia multicitada, que además se cons-
truyó con visiones que responden a latitudes diferentes, pero con
problemáticas similares. Por todo ello, felicito al coordinador de
la obra, así como a las y los colaboradores de la misma, que estoy
seguro abonará a las deliberaciones actuales sobre la problemáti-
ca que se aborda.

Guadalajara, Jalisco, México, diciembre de 2020

Dr. José de Jesús Becerra Ramírez


Director de la División de Estudios Jurídicos
Universidad de Guadalajara

19
I

EL DERECHO A LA SALUD
A LA LUZ DE LOS ESTÁNDARES INTERNACIONALES
DE DERECHOS HUMANOS

María Luisa Gómez Comi

1. El marco jurídico internacional de protección


del derecho a la salud

El derecho a la salud fue reconocido por primera vez en 1946


en la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En dicho instrumento, los Estados parte reconocían “el goce del
grado máximo de salud que se pueda lograr” como uno de los
principales derechos fundamentales de todas las personas, sin
discriminación3. Desde entonces, este derecho ha sido reconocido
por un vasto corpus iuris internacional. Asimismo, a través de
sus sentencias, observaciones y recomendaciones, los distintos
órganos de control, supervisión y vigilancia de derechos huma-
nos, universales y regionales, han contribuido a desarrollar su
contenido y alcances, contemplando su doble dimensión como
derecho fundamental de carácter progresivo y como bien público.
En el ámbito del Sistema Universal de Protección de Derechos
Humanos, el artículo 25.1 de la Declaración Universal de Dere-
chos Humanos reconoce el derecho de todas las personas a gozar
de un nivel de vida adecuado que garantice su salud y bienestar4.

3. Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Adop-


tada por la Conferencia Sanitaria Internacional, celebrada en Nueva York
del 19 de junio al 22 de julio de 1946.
4. Declaración Universal de Derechos Humanos. Adoptada mediante
resolución de la Asamblea General de la ONU 217 A (III) el 10 de diciembre
de 1948, artículo 25.1.

21
Asimismo, el derecho de todas las personas al disfrute del más
nivel alto posible de salud física y mental está protegido por el ar-
tículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Socia-
les y Culturales (PIDESC)5. Dicho artículo también establece una
serie de medidas que los Estados deben adoptar para asegurar su
plena efectividad, entre ellas, la provisión de servicios médicos,
o la prevención y tratamiento de las enfermedades epidémicas y
endémicas6.
En el marco del Sistema Interamericano de Derechos Huma-
nos (SIDH), el derecho a la salud está protegido por la Carta de la
Organización de los Estados Americanos (OEA)7, por el artículo
XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre8, y por el artículo 26 de la Convención Americana so-
bre los Derechos Humanos (CADH), dentro del rubro relativo a la
progresividad de los derechos económicos, sociales y culturales
contenidos en la carta de la OEA9.

5. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales


(PIDESC). Abierto a firma, adhesión y ratificación mediante resolución de
la Asamblea General A (XXII) de 16 de diciembre de 1966, artículo 12.1.
6. PIDESC, artículo 12. 2.
7. El artículo 34.i y 34.l de la Carta de la OEA establece, entre los
objetivos básicos del desarrollo integral, el de la “defensa del potencial hu-
mano mediante la extensión y aplicación de los modernos conocimientos
de la ciencia médica”, así como de las condiciones que hagan posible una
vida sana, productiva y digna. Por su parte, el artículo 45.h destaca que
“[la persona] solo puede alcanzar la plena realización de sus aspiraciones
mediante la aplicación de principios y mecanismos”, entre ellos el: “h) De-
sarrollo de una política eficiente de seguridad social”. Al respecto ver, in-
ter alia: Corte IDH. Caso Poblete Vilches Vs. Chile. Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349, párr. 106.
8. Declaración Americana sobre los derechos y deberes del hombre.
Aprobada en la IX Conferencia Internacional Americana realizada en Bo-
gotá en 1948, artículo IX. Toda persona tiene derecho “a que su salud sea
preservada por medidas sanitarias y sociales, relativas a la alimentación,
el vestido, la vivienda y la asistencia médica, correspondientes al nivel que
permitan los recursos públicos y los de la comunidad”.
9. Convención Americana sobre los Derechos Humanos (CADH).
Adoptada en la Conferencia Interamericana Especializada en Derechos
Humanos el 11 de febrero de 1959, artículo 26. Al respecto, ver: Corte
IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Re-
paraciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C No.
395. En el mismo sentido: Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, op.
cit; Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar,

22
Asimismo, el Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (“Protocolo de San Salvador”) reconoce el
derecho a la salud en su doble dimensión, como el derecho de
toda persona al disfrute del más alto nivel de bienestar físico,
mental y social y como bien público. Además, los Estados se com-
prometen a tomar medidas para garantizar su pleno goce, entre
las que figuran la prevención y tratamiento de enfermedades en-
démicas, profesionales o de otra índole, entre otras10.
Aunado a lo anterior, múltiples instrumentos internacionales y
regionales también protegen el derecho a la salud en relación con
grupos poblacionales específicos como las mujeres11, la niñez12,
los pueblos indígenas13, los trabajadores migrantes14, las personas
que viven con discapacidad15, o las personas adultas mayores16.

Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018. Serie


C No. 359.
10. Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(“Protocolo de San Salvador”), artículo 10.1 y 10.2.
11. Convención sobre la eliminación de todas las formas de discrimi-
nación contra la mujer (CEDAW), adoptada y abierta a la firma y ratifica-
ción, o adhesión, por la Asamblea General en su resolución 34/180, de 18
de diciembre de 1979. Ver también, inter alia: CEDAW. Recomendación
General N° 24 (1999). Artículo 12 de la CEDAW. La mujer y la salud.
12. Convención sobre los Derechos del Niño. Adoptada y abierta a la
firma y ratificación por la Asamblea General en su resolución 44/25, de
20 de noviembre de 1989. En vigor desde el 2 de septiembre de 1990. Ar-
tículos 24 y 25. Ver también, inter alia: Comité de los Derechos del Niño.
Observación general Nº 15 (2013), sobre el derecho del niño al disfrute
del más alto nivel posible de salud (art. 24).
13. Convenio N° 169 de la Organización Internacional del Trabajo
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y Tribales, artículo 25. Ver
también: Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los
pueblos indígenas. Resolución aprobada por la Asamblea General, 13 de
septiembre de 2007, artículo 24.
14. Convención sobre la Protección de los Derechos de todos los Tra-
bajadores Migratorios y sus Familiares. Adoptada por la Asamblea Ge-
neral en su resolución 45/158, de 18 de diciembre de 1990, artículo 28.
15. Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapaci-
dad. Aprobada mediante resolución de la Asamblea General de las Nacio-
nes Unidas de fecha 13 de diciembre de 2006, art. 25. Ver también: Co-
mité Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Observación
general N° 1 (2014).
16. Convención Interamericana Sobre la Protección de los Derechos
Humanos de las Personas Mayores. Adoptada en el Cuadragésimo Quinto

23
Finalmente, como señalamos supra, cabe señalar que los dis-
tintos órganos de supervisión de derechos humanos, a través de
sus sentencias, informes y observaciones, han contribuido enor-
memente a desarrollar el contenido y alcances del derecho a la
salud. Por ejemplo, las Observaciones generales del Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Comité DESC) han
desarrollado las obligaciones fundamentales que deben ser cum-
plidas por los Estados para avanzar hacia su garantía plena17, las
cuales han sido retomadas por la Corte IDH en sus sentencias a la
hora de establecer los alcances del derecho a la salud, no solo con
base en el artículo 26 de la CADH, sino también en relación con los
derechos a la vida y a la integridad personal contenidos en los ar-
tículos 4 y 5 del mismo instrumento, como desarrollaremos infra.
Actualmente, la emergencia sanitaria mundial causada por
la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19)18 ha dejado cla-
ro aquello que la jurisprudencia internacional lleva años desa-
rrollando: que la salud es un derecho inclusivo e indispensable
para el ejercicio de los demás derechos, cuyo contenido mínimo
debe ser inmediatamente garantizado por los Estados mientras
se avanza progresivamente hacia el establecimiento de las con-
diciones que permitan su ejercicio pleno19. Asimismo, ha puesto

Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General, 15 de junio de


2015, artículo 19.
17. Comité DESC. Observación general Nº 14: El derecho al disfrute
del más alto nivel posible de salud (artículo 12 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales), de 11 de agosto de 2000.
18. El 30 de enero de 2020, el Director General de la OMS declaró,
por recomendación del Comité de Emergencias, que el brote de COVID-19
constituía una emergencia de salud pública de importancia internacio-
nal (ESPII). Posteriormente, el 11 de marzo de 2020, la OMS declaró que,
debido a los alarmantes niveles de propagación del coronavirus, la situa-
ción podría catalogarse como pandemia. Ver: Organización Mundial de
la Salud. COVID-19: Cronología de la actuación de la OMS. Disponible
en: https://www.who.int/es/news-room/detail/27-04-2020-who-timeline-
covid-19
19. En este sentido ver, inter alia: Corte IDH. Caso Hernández Vs.
Argentina, op. cit., párr. 76; Caso Cuscul Pivaral Vs. Guatemala, op.
cit., párr. 105; Caso González Lluy y otros Vs. Ecuador. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiem-
bre de 2015. Serie C No. 298; Caso Acevedo Buendía y otros (“Cesantes

24
de manifiesto que, para poder gozar del nivel de salud más alto
posible, se requiere que otros derechos sociales, económicos, y
ambientales (en adelante DESCA) también sean garantizados sin
discriminación; por ejemplo, el derecho al agua y al saneamiento,
a la alimentación, a la vivienda o a condiciones de trabajo dignas
y seguras, en particular, a los grupos que se encuentran en mayor
situación de vulnerabilidad, puesto que la pandemia tiene impac-
tos diferenciados sobre ellos20.
En este capítulo me enfocaré en exponer los principales es-
tándares internacionales para la protección del derecho a la salud
a la luz de la jurisprudencia de la Corte IDH, dado que esta, a su
vez, recoge los pronunciamientos emanados de los diversos ór-
ganos de derechos humanos universales y regionales al respecto.

2. Estándares internacionales para la protección


del derecho a la salud

La Corte IDH ha elaborado un desarrollo jurisprudencial su-


mamente interesante sobre la protección y justiciabilidad del de-
recho a la salud, precisando su contenido y alcances a la luz del
corpus iuris internacional y nacional en la materia, a fin de deri-
var el alcance de las obligaciones estatales correspondientes. Asi-

y Jubilados de la Contraloría”) Vs. Perú. Excepción Preliminar, Fondo,


Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2009. Serie C No. 198.
20. En este sentido ver, inter alia: International Commission of Ju-
rists (ICJ). Living Like People Who Die Slowly: The Need for Right to
Health Compliant COVID-19 Responses. Septiembre 2020. Ver también:
Comité de Derechos Humanos. Statement on derogations from the Cove-
nant in connection with the COVID-19 pandemic CCPR/C/128/2. 24 de abril
2020; Comité DESC. Declaración sobre la pandemia de enfermedad por
coronavirus (COVID-19) y los derechos económicos, sociales y culturales.
E/C.12/2020/1. 17 de abril de 2020; CIDH. Pandemia y Derechos Huma-
nos en las Américas. Resolución 1/2020, adoptada por la CIDH el 10 de
abril de 2020; Corte IDH. COVID-19 y Derechos Humanos: Los problemas
y desafíos deben ser abordados con perspectiva de derechos humanos y
respetando las obligaciones internacionales. Declaración 1/2020, adop-
tada el 9 de abril de 2020. Ver también: Corte IDH. Caso Comunidades
Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat (Nuestra Tierra) Vs.
Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 6 de febrero de
2020. Serie C No. 400, párr. 224.

25
mismo, ha realizado desarrollos específicos sobre el derecho a la
salud en relación con grupos que se encuentran en una particular
situación de vulnerabilidad o riesgo, a los que nos referiremos a
continuación.
En una primera etapa, el derecho a la salud era protegido
indirectamente. Es decir, a la luz de los principios de interdepen-
dencia e interrelación de los derechos humanos, era analizado
conjuntamente con los derechos a la vida, vida digna e integri-
dad personal. Al respecto, la Corte recuerda en sus sentencias la
estrecha interrelación entre los derechos civiles y políticos y los
DESCA, reiterando que deben ser entendidos integralmente y sin
jerarquías entre sí, y que resultan exigibles ante las autoridades
competentes21.
Aunado a lo anterior, la reciente jurisprudencia interameri-
cana ha dejado claro que el artículo 26 de la CADH incorpora la
protección autónoma del derecho a la salud22. Para arribar a esta
determinación, el Tribunal aplica las normas de interpretación
sistemática, teleológica y evolutiva recogidas en el artículo 29 de
la CADH, para dar sentido y contenido al tenor literal del referido
artículo, a través de una derivación de los derechos y normas con-
tenidos en la Carta de la OEA23. Asimismo, la Corte ha precisado
que existen dos tipos de obligaciones estatales que se derivan de
la protección del derecho a la salud: las que tienen una exigibili-
dad inmediata y aquellas que tienen un carácter progresivo24.

21. Ver, inter alia: Corte IDH. Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecua-
dor, op. cit., párr. 172; Caso Suárez Peralta Vs. Ecuador. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de mayo
de 2013. Serie C No. 261, párr. 131; Caso Acevedo Buendía y otros (“Ce-
santes y Jubilados de la Contraloría”) Vs. Perú. Excepción Preliminar,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2009. Serie C
No. 198, párr.101.
22. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, op. cit.; Caso Poblete
Vilches y otros Vs. Chile, op. cit., párr. 110; Caso Cuscul Pivaral y otros
Vs. Guatemala, op. cit.
23. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párrs.
78-97.
24. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 81. En el mismo
sentido: Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, op. cit., párr. 104; Caso
Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 141.

26
2.1. Estándares sobre el derecho a la protección progresiva
del derecho a la salud y el deber de no regresividad

La realización progresiva del derecho a la salud significa que


los Estados tienen la obligación de avanzar lo más expeditamente
posible hacia la plena realización de este derecho, por la vía legis-
lativa o a través de cualquier otro medio adecuado, en la medida
de sus recursos disponibles25. Así, los Estados deben implemen-
tar políticas públicas que, de iure y de facto, permitan avanzar
hacia la plena efectividad del derecho a la salud, propendiendo
con ellas hacia la corrección de las desigualdades sociales y facili-
tando la inclusión de grupos vulnerables26.
En este sentido, si bien la Corte reconoce que se requiere
de cierta flexibilidad en los plazos y medios para garantizar la
realización progresiva del derecho a la salud, puntualiza que los
Estados tienen la obligación constante de ejecutar acciones ade-
cuadas, concretas y eficaces para impulsar la mejora ininterrum-
pida de las condiciones de salud de la población27. Es decir, la
inactividad estatal para lograr la protección integral del derecho
a la salud está expresamente prohibida28.
Finalmente, existe una obligación estatal de no regresividad
frente a la realización del derecho a la salud, que resulta justi-
ciable29. En consecuencia, la adopción de medidas de carácter
deliberadamente regresivo deberá ser sometida a un estricto es-
crutinio para evaluar si es compatible con los estándares interna-
cionales30.

25. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 81. En el mismo
sentido: Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 142.
26. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 146.
27. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 81. En el mismo
sentido: Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párrs. 104 y 118.
28. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párrs.
146 y 147. En el mismo sentido: Caso Acevedo Buendía y otros (“Cesan-
tes y Jubilados de la Contraloría”) Vs. Perú, op. cit., párr. 102.
29. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 81.
30. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 143.
Ver también: Corte IDH. Caso Acevedo Buendía y otros (“Cesantes y Ju-
bilados de la Contraloría”) Vs. Perú, párr. 103.

27
2.2. Contenido esencial del derecho a la salud, alcances y
obligaciones estatales derivadas
La jurisprudencia interamericana ha sido constante en seña-
lar que el derecho a la salud, entendido como el derecho de toda
persona a gozar del más alto nivel de bienestar físico, mental y so-
cial que le permita vivir dignamente, es un derecho fundamental e
indispensable para el ejercicio adecuado de los demás derechos31.
Asimismo, ha reiterado que su carácter progresivo no excluye que
tenga un contenido específico que resulta inmediatamente exigible
a los Estados32. A continuación, nos referiremos al respecto.

2.2.1. Obligación de garantizar atención en salud, prestaciones


y servicios médicos bajo los principios de disponibilidad,
accesibilidad, aceptabilidad y calidad
Los Estados tienen la obligación inmediata de adoptar medi-
das eficaces para asegurar a la población el acceso, en condicio-
nes de igualdad y sin discriminación, a los servicios esenciales de
atención en salud de manera oportuna y apropiada, así como a
prestaciones médicas eficaces y de calidad, impulsando el mejo-
ramiento constante de las condiciones de salud de la población33.
Dicha obligación se acentúa en relación con los grupos que se
encuentran en una particular situación de vulnerabilidad34. La
atención médica y todas las prestaciones, servicios, artículos e
instalaciones de salud deben cumplir con los requisitos de dispo-
nibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad35.

31. Ver, inter alia: Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr.
76; Caso Cuscul Pivaral Vs. Guatemala, párr. 105; Caso Poblete Vilches
Vs. Chile, párr. 118.
32. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. En el mismo sentido:
Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párr. 118; Cuscul Pivaral y otros
Vs. Guatemala, párr. 105.
33. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 81. En el mismo
sentido: Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párrs. 104,118 y 120;
Caso Cuscul Pivaral Vs. Guatemala, párrs. 105 y 106.
34. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 76. En el mismo
sentido: Cuscul Pivaral Vs. Guatemala, párr. 107. Caso Poblete Vilches
y otros Vs. Chile, párr. 123.
35. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 77; Caso Cuscul
Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 106; Caso Poblete Vilches y otros
Vs. Chile, párr. 121; Caso Gonzales Lluy y otros Vs. Ecuador, párr. 173.

28
El elemento de disponibilidad implica que, tomando en cuen-
ta el nivel de desarrollo de cada Estado, se debe garantizar la
existencia de suficientes establecimientos, bienes y servicios pú-
blicos de salud que incluyan, como mínimo, agua limpia potable,
condiciones sanitarias adecuadas, personal médico capacitado y
bien remunerado, y medicamentos esenciales36.
La accesibilidad conlleva que los Estados deben proveer ac-
ceso a un sistema de salud inclusivo basado en los derechos hu-
manos37. Este elemento, a su vez, tiene cuatro dimensiones super-
puestas, a saber: no discriminación, accesibilidad física, accesi-
bilidad económica y acceso a la información. La primera implica
que los establecimientos, bienes y servicios de salud deber ser
accesibles, de iure y de facto, para toda la población sin discrimi-
nación, en particular para los sectores más vulnerables. Así, los
Estados deben garantizar el trato igualitario a todas las personas
que accedan a los servicios de salud38. En virtud de la segunda,
los Estados deben garantizar que los establecimientos, bienes y
servicios de salud estén al alcance geográfico de todos los secto-
res de la población, y sean físicamente accesibles para las perso-
nas que viven con discapacidades. Asimismo, los Estados deben
garantizar la accesibilidad económica de los servicios de salud.
Finalmente, el acceso a la información comprende el derecho a
solicitar, recibir y difundir información acerca de las cuestiones
relacionadas con la salud, garantizando la confidencialidad de los
datos personales de las y los pacientes39. El consentimiento in-
formado es parte esencial de la obligación de accesibilidad de la
información40.

36. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 77; Caso Cuscul
Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 106 y Caso Poblete Vilches y otros
Vs. Chile, párr. 121.
37. Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párr. 121.
38. Ibíd., párr. 122. En el mismo sentido: Caso Cuscul Pivaral y otros
Vs. Guatemala, párr. 106.
39. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 77. En el mismo
sentido: Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 106; Caso
Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párr. 121.
40. Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párr. 160.

29
Por su parte, el elemento de aceptabilidad trae consigo el de-
ber estatal de garantizar que los establecimientos, bienes y servi-
cios de salud incluyan la perspectiva de género, sean culturalmen-
te apropiados y respeten la ética médica. Además, las y los pacien-
tes deben ser informados en todo momento sobre su diagnóstico
y tratamiento, y su voluntad debe ser respetada41.
Finalmente, la calidad significa que los Estados deben asegu-
rar que los establecimientos, bienes y servicios de salud cuentan
con infraestructura adecuada y necesaria para satisfacer las nece-
sidades básicas y las urgencias médicas, incluyendo herramientas
para soporte vital, personal médico capacitado, medicamentos y
equipos hospitalarios en buen estado42. Para lograr la prestación
de servicios médicos de calidad, los Estados deberán ejecutar
programas nacionales43.

2.2.2. Obligación de regular, supervisar y fiscalizar


permanentemente la prestación de servicios de salud
públicos y privados
Para operativizar el contenido del derecho a la salud, los Esta-
dos tienen la obligación de regular, supervisar y fiscalizar con ca-
rácter permanente la prestación de los servicios médicos brinda-
dos por instituciones públicas y privadas44. Esta obligación debe
orientarse a la finalidad de asegurar que cumplan con los requi-
sitos de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad, en
los términos supra expuestos.

41. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 77. En el mismo
sentido: Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 106; Caso
Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párr. 121.
42. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 77. En el mismo
sentido: Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 106; Caso
Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párr. 121.
43. Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párr. 119. Ver
también: Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 106; Caso Gonza-
les Lluy Vs. Ecuador, párr. 177.
44. Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párr. 119; Cus-
cul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 106; Caso Gonzales Lluy Vs.
Ecuador, párrs. 173 y 177, y Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia
de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149, párr. 90.

30
En primer lugar, el deber de regular implica, inter alia, la
obligación estatal de contar con normas sanitarias específicas en
el ámbito médico. También implica el deber de contar con nor-
mativa sobre mala praxis médica45, así como de disponer de un
marco normativo que garantice la conducción de investigaciones
efectivas ante denuncias sobre conductas que vulneren los dere-
chos de las personas en la prestación de servicios médicos46.
En segundo lugar, la obligación de supervisión y fiscalización
implica que los Estados deben prever mecanismos concretos para
controlar la prestación de servicios ofrecidos a través de institu-
ciones de salud públicas y privadas47. Esta obligación también
incluye el deber estatal especifico de prever mecanismos para
otorgar licencias a instituciones de salud privadas, a efectos de
controlar su funcionamiento48.
Por otro lado, cabe señalar que existen obligaciones refor-
zadas de regular, supervisar y fiscalizar específicamente ciertas
actividades relativas a la prestación de servicios médicos que en-
trañan riesgos significativos para la salud de las personas; por
ejemplo, respecto del manejo de bancos de sangre49 o sobre las
condiciones de internamiento en instituciones médicas, a efectos
de prevenir posibles violaciones a los derechos humanos cometi-
das contra quienes hacen uso de estos servicios50.

45. Corte IDH. Caso Albán Cornejo y otros Vs. Ecuador. Fondo, Re-
paraciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2007. Serie C No.
171, párrs. 134 y ss.
46. Corte IDH. Caso Albán Cornejo y otros Vs. Ecuador, op. cit., párr.
123.
47. Corte IDH. Caso Poblete Vilches Vs. Chile, párr. 124; Caso Sua-
rez Peralta Vs. Ecuador, párrs. 150 y ss.
48. Corte IDH. Caso Poblete Vilches Vs. Chile, párr. 124; Caso Gon-
zales Lluy Vs. Ecuador, párr. 184.
49. Corte IDH. Caso Gonzales Lluy Vs. Ecuador, párr. 178.
50. Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil, párr. 89.

31
2.2.3. Obligación de obtener el consentimiento previo, libre,
pleno e informado para realizar cualquier acto médico

El personal médico tiene la obligación de obtener el consen-


timiento previo, libre, pleno e informado antes de realizar cual-
quier procedimiento51. Esta obligación exige, por un lado, que se
garantice a las personas el acceso a información adecuada, com-
pleta, fidedigna, comprensible y accesible para que estén en con-
diciones de tomar una decisión libre, y por otro, que se respeten
las determinaciones de las y los pacientes, emitidas de manera
libre y responsable52.
Así, los prestadores de salud deberán informar, al menos,
sobre el diagnóstico; el objetivo, método, duración, beneficios y
riesgos esperados del tratamiento propuesto; sus posibles efectos
desfavorables; las alternativas, incluyendo aquellas menos intru-
sivas, y sus riesgos, beneficios y efectos secundarios; y lo que se
estima ocurrirá antes, durante y después del tratamiento53. Ade-
más, se debe tomar en cuenta las particularidades y necesidades
de la persona, tales como su cultura, religión o nivel de educación
para garantizar la comprensión cabal de la información54.
El consentimiento debe ser personal. En aquellos casos don-
de se demuestre que la persona no tiene la capacidad de tomar
una decisión sobre su salud, subsiste la obligación de obtener el
consentimiento de quien ejerza su representación legal55. Final-
mente, cabe señalar que la única excepción al deber de obtener el
consentimiento previo son los casos de urgencia, donde exista un
riesgo para la vida que impida que la intervención sea pospues-
ta56.

51. Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fon-
do, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de noviembre de 2016. Serie
C No. 329, párr. 160.
52. Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párr. 170. Ver
también: Caso I.V. Vs. Bolivia, párr. 189.
53. Corte IDH. Caso Poblete Vilches Vs. Chile, párr. 162; Caso I.V. Vs.
Bolivia, párr. 189.
54. Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia, párrs. 192 y 193.
55. Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile, párrs. 166 y ss.
56. Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia, párr. 177.

32
2.3. Estándares específicos sobre el derecho a la salud
respecto de grupos en situación de particular
vulnerabilidad

2.3.1. Estándares sobre el derecho a la salud de las personas


privadas de libertad

Los Estados ejercen una posición especial de garantes res-


pecto de las personas que se encuentran bajo su custodia57. En
consecuencia, tienen la obligación de preservar la salud física y
mental de las personas sometidas a cualquier forma de detención
o prisión, aunque sea temporal, y de garantizarles condiciones de
detención compatibles con su dignidad personal58.
Así, para proteger el derecho a la salud de las personas priva-
das de libertad, los Estados tienen la obligación de garantizar su
acceso a atención y tratamiento médico en condiciones de igual-
dad y sin discriminación. Asimismo, tienen el deber de regular,
supervisar y fiscalizar la provisión de servicios médicos, así como
las actuaciones de las entidades que presenten estos, a efectos de
garantizar que cumplen con los requisitos de accesibilidad, cali-
dad, aceptabilidad y disponibilidad59.

57. Corte IDH. Caso Mendoza y otros Vs. Argentina. Excepciones


Preliminares, Fondo y Reparaciones. Sentencia de 14 de mayo de 2013.
Serie C No. 260, párr. 188. En el mismo sentido: CIDH. Informe sobre los
derechos humanos de las personas privadas de libertad en las Améri-
cas, 31 de diciembre 2011, párr. 49.
58. Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala. Ex-
cepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de
febrero de 2016. Serie C No. 312, párrs. 169 y 171. Ver también: Caso
Instituto de Reeducación del Menor Vs. Paraguay. Excepciones Prelimi-
nares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de septiembre de
2004. Serie C No. 112; Caso Tibi Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 7 de septiembre de 2004.
Serie C No. 114; Caso De la Cruz Flores Vs. Perú. Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 18 de noviembre de 2004. Serie C No. 115; Caso
Yvon Neptune Vs. Haití. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6
de mayo de 2008. Serie C No. 180.
59. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 84. Ver también:
Caso Suárez Peralta Vs. Ecuador, párr. 130.

33
En concreto, para operativizar este derecho, los Estados de-
ben garantizar que se realice un examen médico apropiado y sin
dilación a las personas al momento de su ingreso en un centro de
privación de libertad60. Cualquier afectación a la salud de las per-
sonas, producida mientras se encuentran bajo custodia estatal,
se presume responsabilidad del Estado, y este debe proveer una
explicación satisfactoria para desvirtuar la misma61.
Posteriormente, se debe garantizar su acceso a la atención
y tratamiento médico oportuno, adecuado, completo y gratuito
siempre que se requiera62. Esta obligación debe ser cumplida de
oficio, sin necesidad de que se requieran solicitudes especiales
por parte de las personas privadas de libertad63.
El acceso a los servicios de salud debe proveerse tanto en
situaciones de emergencia como a efectos de la atención médica
regular, ya sea en el propio lugar de detención o centro penitencia-
rio, o en otro centro médico64. De la misma manera, los Estados
deben permitir y facilitar que las personas bajo custodia estatal
sean atendidas por profesionales cualificados65. A la vez, existe la
obligación estatal de garantizar la independencia del personal mé-

60. Corte IDH. Caso Mendoza y otros Vs. Argentina, op. cit., párr.
189. Ver también: Caso Tibi vs. Ecuador, párrs. 151-157.
61. Corte IDH. Caso Quispialaya Vilcapoma Vs. Perú. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de noviem-
bre de 2015. Serie C No. 308, párr. 118.
62. Ver, inter alia: Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs.
Guatemala, párr. 177. Ver también: Caso Vera Vera y otra Vs. Ecuador,
Sentencia de 19 de mayo de 2011. Serie C No. 226, párr. 43; Caso Men-
doza y otros Vs. Argentina, párr. 189.
63. Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala, op.
cit., párr. 172.
64. Corte IDH. Caso Tibi Vs. Ecuador, párr. 152. En el mismo senti-
do: Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de noviembre de 2010.
Serie C No. 218, párr. 220; Caso Vera Vera y otra Vs. Ecuador, op. cit.,
párr. 63.
65. Corte IDH. Caso Tibi Vs. Ecuador; Caso Pacheco Teruel y otros
Vs. Honduras. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de abril de
2012. Serie C No. 241, párr. 67.e); Caso Mendoza y otros Vs. Argentina,
párr. 189; Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala, párr. 178.

34
dico de las autoridades penitenciarias o encargadas de la deten-
ción, a efectos de que puedan practicar cualquier evaluación ne-
cesaria para determinar la existencia de tortura o malos tratos66.
En línea con lo anterior, los Estados tienen la obligación de
contar con procedimientos adecuados y expeditos que permitan
el diagnóstico y tratamiento oportuno en caso de enfermedad, así
como protocolos y mecanismos para el traslado de personas pri-
vadas de libertad a otros centros cuando se requieran cuidados
especiales, particularmente en casos de emergencia o enfermedad
grave o terminal67. En tal sentido, si hay enfermedades que re-
quieren de supervisión y tratamiento periódico, debe garantizarse
dicha atención de manera regular y llevar registros completos del
estado de salud y tratamiento68.
De la misma manera, para garantizar el derecho a la salud
de las personas privadas de libertad, los Estados también deben
cumplir con determinadas normas básicas respecto de las condi-
ciones de alojamiento e higiene; por ejemplo, a efectos de evitar el
hacinamiento u otras condiciones incompatibles con la dignidad
humana69. En este sentido, cabe señalar que tanto condiciones
de privación de libertad indignas como negligencias médicas o
la falta de acceso a tratamientos médicos adecuados y oportunos
que conlleven un deterioro de la salud de las personas privadas
de libertad, pueden llegar a constituir tratos crueles, inhumanos
o degradantes70.
Cuando se trata de niñez privada de libertad, los Estados tie-
nen un deber reforzado de velar por sus derechos. Así, no solo
deberán garantizar su acceso a los servicios de atención en salud,

66. Caso Vélez Loor Vs. Panamá, párr. 220.


67. Ver, inter alia: Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr.
88; Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala, párr. 184.
68. Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala,
párr. 156.
69. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 87. Ver tam-
bién: Caso Montero Anguren Vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de julio de 2006. Serie C No. 150,
párr. 85.
70. Corte IDH. Caso Vera Vera y otra Vs. Ecuador, párr. 78.

35
sino que además tienen la obligación de garantizar que cuenten
con condiciones compatibles con la dignidad humana que les per-
mitan desarrollarse integralmente. Es decir que, en estos casos,
se deben cuidar especialmente las condiciones de salud, alimen-
tación, higiene y acceso a la educación, entre otras71.
Los Estados también tienen la obligación de garantizar el
acceso a los servicios de salud a las personas con discapacidad
privadas de libertad, sin discriminación y bajo los requisitos de
disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad. Así, deben
realizarse ajustes razonables y necesarios en los centros peniten-
ciarios para permitir que estas personas puedan vivir con la ma-
yor independencia posible72.
Finalmente, a efectos de garantizar el derecho a la salud de
las personas privadas de libertad en el contexto actual de pande-
mia por COVID-19, y considerando la mayor situación de riesgo y
vulnerabilidad en la que se encuentran, diversos órganos interna-
cionales han recomendado a los Estados adoptar medidas para
reducir el hacinamiento en los centros penitenciarios, incluida la
reevaluación de casos cuyas penas pudieran ser sustituidas con
medidas alternativas a la privación de la libertad; en particular, en
casos de quienes tengan mayores riesgos frente a un eventual con-
tagio, como las personas adultas mayores, mujeres embarazadas
o con hijos lactantes, o que padezcan de enfermedades crónicas73.

71. Corte IDH. Caso Instituto de Reeducación del Menor vs. Paraguay,
op. cit.
72. Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala,
párr. 216.
73. Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Resolución de adopción
de medidas provisionales de 29 de julio de 2020. Ver también: Caso del
Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú. Resolución de la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos de 29 de julio de 2020. Solicitud de Medidas
Provisionales y Supervisión de Cumplimiento de Sentencia; Corte IDH.
Declaración 1/20, op. cit.; CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos
Humanos, op. cit. Puntos resolutivos 45 a 48. Ver también, inter alia:
OACNUDH. Hay que tomar medidas urgentes para evitar que el COVID-19
‘cause estragos en las prisiones, 25 de marzo de 2020. Disponible en:
https://acnudh.org/hay-que-tomar-medidas-urgentes-para-evitar-que-el-
covid-19-cause-estragos-en-las-prisiones/; OACNUDH. COVID-19: se nece-

36
2.3.2. Estándares sobre el derecho a la salud de personas
migrantes

Sobre este particular, la jurisprudencia interamericana ha re-


saltado que la atención médica en casos de emergencia debe ser
brindada en todo momento a las personas migrantes, de manera
que no puede alegarse que se encuentren en situación irregular
para negarles el acceso a los servicios médicos de urgencia74.
Por otro lado, respecto a las personas que se encuentran en
centros de detención para migrantes, los Estados tienen la obli-
gación de garantizar su acceso a servicios de salud que incluyan
atención de urgencia y revisión médica regular, así como trata-
miento oportuno y adecuado75.
En el mismo sentido, recientemente, la Corte IDH se ha refe-
rido a la protección del derecho a la salud de las personas mi-
grantes detenidas en el marco de la pandemia76. En primer lugar,
recuerda que la privación de libertad por cuestiones migratorias
siempre debe ser una medida excepcional, proporcional y nece-
saria77. En segundo lugar, reitera que los Estados deben tomar
medidas para garantizar su derecho a la salud, y refiere algunos

sitan medidas para proteger a las personas privadas de libertad-Exper-


tos ONU. 30 de marzo de 2020. Disponible en: http://www.oacnudh.org/
covid-19-se-necesitan-medidas-para-proteger-a-las-personas-privadas-
de-libertad-expertos-onu/. Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
“Respuestas de salud en detención al COVID19”, 17 de marzo de 2020.
Disponible en: https://www.icrc.org/es/download/file/114942/respuesta_
de_salud_covid19.pdf. Ver también: International Commission of Jurists
(ICJ). Living Like People Who Die Slowly…, op. cit., pp. 80-89.
74. Corte IDH. Caso Nadege Dorzema y otros Vs. República Domi-
nicana. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de octubre de
2012. Serie C No. 251, párr. 108.
75. Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá, párr. 198.
76. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Resolución de adopción de medi-
das provisionales de 29 de julio de 2020. Ver también: Caso Vélez Loor
Vs. Panamá. Resolución de la Presidenta de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos de 26 de mayo de 2020. Adopción de medidas urgen-
tes.
77. Ibíd. Resolución de adopción de medidas provisionales de 29 de
julio de 2020, párr. 20.

37
requerimientos mínimos para ello, tales como: reducir el haci-
namiento al nivel más bajo posible en los centros de detención,
extremando la limpieza y las condiciones de ventilación y sanea-
miento; establecer protocolos de actuación para la prevención del
contagio de COVID-19 y la atención de las personas infectadas;
brindar a las personas migrantes acceso gratuito y sin discrimi-
nación a servicios de atención en salud frente al coronavirus, así
como a insumos preventivos tales como gel, mascarillas u otros;
garantizar el acceso de las mujeres embarazadas a los servicios
de atención de salud sexual y reproductiva; y garantizar el respeto
del principio de no devolución, cuando su vida o integridad esté
en riesgo78.

2.3.3. Estándares sobre el derecho a la salud de las personas


que viven con discapacidades

Los Estados deben asegurar a las personas que viven con dis-
capacidades una atención médica eficaz que permita, de iure y de
facto, el acceso a los servicios básicos de salud, cumpliendo con
los requisitos de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y ca-
lidad. En este sentido, la jurisprudencia interamericana recuerda
que la discapacidad no se define exclusivamente por la presencia
de una deficiencia física, mental, intelectual o sensorial, sino que
se interrelaciona con las barreras físicas o arquitectónicas, comu-
nicativas, actitudinales o socioeconómicas, u otras limitaciones
que socialmente existen para que las personas puedan ejercer sus
derechos79.

78. Ibíd., párrs. 35 y ss; Resolución de Adopción de medidas urgen-


tes, párr. 30. Ver también: CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Dere-
chos Humanos. Puntos resolutivos 58 a 62; International Commission
of Jurists (ICJ). Living Like People Who Die Slowly… op. cit., pp. 42-48.
79. Al respecto ver, inter alia: Corte IDH. Caso Furlan Vs. Argentina.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
31 de agosto de 2012. Serie C No. 246, párr. 133. En el mismo sentido:
Caso Artavia Murillo y otros (Fecundación in Vitro) Vs. Costa Rica. Ex-
cepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28
de noviembre de 2012. Serie C No. 257, párr. 291.

38
Tomando en cuenta lo anterior, la Corte IDH se ha referido es-
pecíficamente al derecho a la salud de las personas que viven con
discapacidades mentales. En primer lugar, señala que los Estados
deben adoptar medidas para la promoción de la salud mental y la
prevención de enfermedades asociadas. También para garantizar
que la atención de salud mental sea disponible a toda persona que
la necesite80.
En segundo lugar, los Estados están obligados a brindar acce-
so a una atención médica eficaz que garantice su dignidad y auto-
nomía. Dicha obligación implica, inter alia, “la prestación de ser-
vicios de esa naturaleza que sean lo menos restrictivos posible”81.
Así, la atención y tratamiento médico de las personas que viven
con discapacidades mentales debe tener siempre como finalidad
el bienestar del paciente, preservando su dignidad y su autono-
mía, mejorando su calidad de vida y reduciendo los impactos de
su condición. De esta manera, existe el deber de adoptar como
principios orientadores del tratamiento psiquiátrico el respeto a
la intimidad y a la autonomía de las personas82.
En tercer lugar, los agentes de la salud deben contar con el
consentimiento y respetar la voluntad de las personas que viven
con discapacidades mentales para la aplicación o determinación
de un procedimiento médico. Al respecto, opera la presunción
de que las personas son capaces de expresar su voluntad. Solo
cuando sea comprobada la imposibilidad para consentir, corres-
ponderá el consentimiento por representación en relación con el
tratamiento a ser empleado83.
En cuarto lugar, la Corte ha señalado que los Estados tienen
un deber reforzado de regulación, vigilancia y supervisión respec-
to de los centros o instituciones públicos o privados que prestan
servicios médicos a personas que viven con discapacidades men-
tales84. En tal sentido, para preservar el derecho a la salud de las

80. Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil, op. cit., párrs. 109,
135, 138 y 139.
81. Ibíd., párr. 128.
82. Ibíd., párr. 109.
83. Ibíd., párr. 130.
84. Ibíd., párrs. 101 y ss.

39
personas internadas en dichas instituciones (públicas o priva-
das), los Estados deben velar porque reciban un tratamiento dig-
no, humano y profesional, y protegerlas contra la explotación, el
abuso y la degradación por parte del personal a cargo de su cui-
dado85. En esta línea, cabe señalar que la Corte ha precisado que,
a la hora de implementar procedimientos médicos, los métodos
de sujeción deben ser utilizados como última ratio, es decir, úni-
camente cuando la vida o integridad del paciente, personas a su
alrededor o agentes médicos estén en peligro86.
Además, los Estados deben garantizar que estos centros man-
tienen condiciones dignas y adecuadas; entre estas, un debido
mantenimiento, condiciones sanitarias y de higiene óptimas, con-
servación de la infraestructura, almacenamiento adecuado de los
alimentos y manejo eficiente de los residuos. Asimismo, deben
validar que el personal médico sea el adecuado para tratar las
enfermedades o padecimientos de los y las pacientes, garantizan-
do que se les trata con los medicamentos oportunos y adecuados
para las afectaciones padecidas por cada persona87.
Especial mención requiere la niñez que vive con discapacida-
des, y que muchas veces queda al margen del acceso a servicios de
atención de salud de calidad, de manera que los Estados tienen
una obligación particular de garantizar un entorno seguro y cálido
en relación con su asistencia médica88.
Finalmente cabe señalar que, en el marco de la pandemia,
los órganos internacionales han recordado a los Estados que las
personas con discapacidades se encuentran en una situación de
particular vulnerabilidad, y deben garantizar su atención médica
preferencial sin discriminación, así como su acceso a información
adecuada y comprensible, según las condiciones en que viven89.

85. Ibíd., párr. 108.


86. Ibíd., párrs. 133 y ss.
87. Ibíd., párr. 120.
88. Corte IDH. Caso Gonzales Lluy Vs. Ecuador, párrs. 199 y 205.
Ver también: Caso Furlan Vs. Argentina, op. cit., párrs. 128 y ss.
89. CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos Humanos, op.
cit., punto resolutivo 76. Ver también: International Commission of Ju-
rists (ICJ). Living Like People Who Die Slowly…, pp. 73-80.

40
2.3.4. Estándares sobre el derecho a la salud sexual y
reproductiva de las mujeres

La salud sexual y reproductiva constituye una expresión del


derecho a la salud con implicaciones específicas para las mujeres
debido, inter alia, a su capacidad biológica para el embarazo y
parto. Así, se refiere a un estado general de bienestar físico, men-
tal y social, y no a la mera ausencia de enfermedades o dolencias,
en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo,
sus funciones y procesos. En consecuencia, no solo entraña la
posibilidad de procrear y la libertad para decidir si se desea ha-
cerlo o no, cuándo o con qué frecuencia, sino también la capaci-
dad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos90.
Por tanto, para proteger este derecho, los Estados deben res-
petar y garantizar la autonomía y la libertad reproductiva de las
mujeres, que implica su derecho a tomar decisiones sobre sus
propios cuerpos, planes de vida y su salud sexual y reproductiva,
libres de toda violencia, coacción y discriminación91. Asimismo,
los Estados tienen la obligación de adecuar su normatividad in-
terna con el fin de que ninguna ley obstaculice el libre desarrollo
de sus derechos sexuales y reproductivos.
En el mismo sentido, los Estados deben garantizar la existen-
cia de normativa clara y coherente que regule el acceso a informa-
ción sobre métodos de planificación familiar y otra información
necesaria en materia de salud sexual y reproductiva, así como a
las prestaciones de servicios de salud sexual y reproductiva92.
En efecto, un medio esencial para la realización plena y efec-
tiva de este derecho es brindar acceso a información suficiente
y adecuada que permita a las mujeres tomar decisiones libres y
responsables sobre cuestiones relativas a su salud sexual y re-
productiva93. En consecuencia, los Estados tienen la obligación

90. Corte IDH. Caso Artavia Murillo (Fecundación in Vitro) Vs. Costa
Rica, párr. 148. Ver también: Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia, párr. 157.
91. Ibíd., párrs. 157 y 185.
92. Ibíd., párr. 209.
93. Ibíd., párr. 158.

41
de garantizar el acceso a la información, educación y medios ade-
cuados que permitan a las mujeres ejercer plenamente este de-
recho94. También existe la obligación estatal de reforzar los pro-
gramas de salud sexual y reproductiva, de manera que se ofrezca
información y educación en esta materia a las niñas y jóvenes95.
Asimismo, los Estados tienen la obligación de garantizar el
acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, que incluyan
métodos de planificación familiar seguros, eficaces, asequibles y
aceptables de la elección de cada mujer, así como a la tecnología
médica necesaria para ejercer el control de la fecundidad de ma-
nera plena y eficaz, incluidos los medios para garantizar la mater-
nidad y paternidad genética96.
Para garantizar este derecho, resulta particularmente rele-
vante el deber de obtener el consentimiento previo, libre, pleno
e informado de la paciente antes de realizar cualquier procedi-
miento que ataña a su salud sexual y reproductiva97. Así, los Es-
tados deben garantizar la existencia de normativa que asegure la
obtención del consentimiento informado y los elementos que se
deben respetar para su validez98. En esta línea, cabe señalar que
las mujeres tienen derecho a no padecer injerencias arbitrarias
sobre sus cuerpos y a no ser sometidas a tratamientos y experi-
mentos médicos no consentidos.
En consecuencia, existe una prohibición absoluta de realizar
procesos de esterilización femenina involuntaria, no consentida,
coercitiva o forzada. Al respecto, se destaca que dichos procedi-
mientos no constituyen tratamientos médicos de urgencia, de ma-
nera que existe un deber reforzado de obtener el consentimiento
previo, libre, pleno e informado antes de practicar una interven-
ción de esta naturaleza. Factores como la raza, discapacidad, po-
sición socioeconómica, no pueden ser un fundamento para limi-

94. Ibíd., párrs. 157 y 158.


95. Corte IDH. Caso González Lluy Vs. Ecuador, párr. 97.
96. Corte IDH. Caso Artavia Murillo y otros (Fecundación in Vitro) Vs.
Costa Rica, párr. 148.
97. Corte IDH. Caso I.V. Vs. Bolivia, párrs. 159 y ss.
98. Ibíd., párr. 209.

42
tar la libre elección de la paciente sobre la esterilización ni obviar
la obtención de su consentimiento99.
Por otro lado, cabe señalar que, en el ámbito de la salud se-
xual y reproductiva, existe una obligación estatal particular de
eliminar todas las formas de discriminación, especialmente aque-
llas basadas en estereotipos de género100.
Finalmente, para preservar la salud sexual y reproductiva de
las mujeres durante la pandemia, los Estados deben garantizar el
acceso, la disponibilidad y continuidad de los servicios de salud
sexual y reproductiva, incrementando, en particular, las medidas
de educación sexual integral y de diseminación de información
por medios accesibles y con lenguaje adecuado, con el objeto de
alcanzar a las mujeres en su diversidad101.

2.3.5. Estándares respecto al derecho a la salud de los pueblos


indígenas y comunidades afrodescendientes

Los Estados deben garantizar la accesibilidad geográfica, físi-


ca y económica de los servicios de atención en salud, en particu-
lar, respecto de las comunidades y pueblos indígenas, asegurando
que sean apropiados desde el punto de vista cultural. Esto es, to-
mando en cuenta los cuidados preventivos, las prácticas curativas
y las medicinas tradicionales de cada pueblo102. Asimismo, existe
la obligación estatal de adoptar medidas educativas en salud que
sean respetuosas de las culturas, usos y costumbres indígenas103.

99. Ibíd., párr. 185.


100. Ibíd., párr. 187.
101. CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos Humanos, pun-
to resolutivo 53. Ver también: International Commission of Jurists (ICJ).
Living Like People Who Die Slowly…, pp. 56-62.
102. Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Para-
guay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de marzo de 2006.
Serie C No. 146. Ver también: Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs.
Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 17 de junio de
2005. Serie C No 125, párr. 166.
103. Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek Vs. Pa-
raguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de agosto de
2010. Serie C No. 214, párr. 208. Ver también: Caso Comunidad Indíge-

43
La jurisprudencia interamericana ha reiterado que el derecho
a la salud constituye uno de los elementos fundamentales del de-
recho a una vida digna, aspecto que cobra particular relevancia
en el caso de los pueblos indígenas. Así, dado que la pérdida de
los recursos alimenticios y la ruptura de su relación simbólica
con la tierra ejercen un efecto particularmente perjudicial sobre
la salud de los pueblos indígenas, los Estados deben tomar medi-
das especiales para proteger y garantizar estos derechos interre-
lacionados en el caso de las comunidades y pueblos indígenas, a
efecto de garantizar su vida digna104.
En este sentido, en diversas sentencias, la Corte IDH ha con-
siderado que los Estados no cumplieron con el deber de adoptar
las medidas positivas apropiadas para satisfacer el derecho a una
vida digna respecto de los pueblos indígenas, dadas las afectacio-
nes que sufrieron en sus derechos a la salud, a la alimentación
o al acceso a agua limpia, las cuales afectaron directamente sus
posibilidades de gozar y ejercer otros derechos, tales como el de-
recho a la educación o a la identidad cultural105.
Los pueblos indígenas son particularmente vulnerables du-
rante la pandemia, dado que muchas veces carecen de acceso al
agua, jabón o desinfectante, pruebas de detección del virus o a
servicios médicos. En consecuencia, para proteger su derecho a
la salud, los Estados deberán tomar medidas especiales para ga-
rantizar su acceso a servicios de atención en salud con pertinen-
cia cultural, que tomen en cuenta los cuidados preventivos, las
prácticas curativas y las medicinas tradicionales de cada pueblo,
y para suministrar los bienes básicos indispensables106.

na Sawhoyamaxa Vs. Paraguay, párrs. 167 y 168; Caso Yake Axa Vs.
Paraguay, op. cit., párr. 216.
104. Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay,
párr. 166.
105. Corte IDH. Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Aso-
ciación Lhaka Honhat (Nuestra Tierra) Vs. Argentina, op. cit., párrs. 222
y ss.; Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, párr. 166. Ver
también: ONU. Comité DESC. Declaración sobre la pandemia de enfer-
medad por coronavirus (COVID-19) y los derechos económicos, sociales y
culturales, op. cit., párr. 15.
106. CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos Humanos, pun-
to resolutivo 56.

44
En el mismo sentido, respecto de las comunidades afrodes-
cendientes y tribales, los organismos internacionales de protec-
ción han recordado que se debe garantizar de forma oportuna
el acceso a servicios de salud pública integral, incorporando un
enfoque intercultural y garantizando a esta población información
clara, accesible e inclusiva sobre los procedimientos médicos que
se les practiquen107.

2.3.6. Estándares en materia de salud respecto de personas


adultas mayores

Las personas adultas mayores tienen derecho a una protec-


ción reforzada y los Estados deben adoptar medidas diferencia-
das y políticas inclusivas a su favor, en particular, en lo que res-
pecta al respeto y garantía del derecho a la salud108.
En primer lugar, las personas adultas mayores deben ser re-
conocidas como sujetos de derechos especiales desde la preven-
ción y promoción de salud. En consecuencia, los Estados deben
tomar todas las medidas a su alcance para garantizar que puedan
gozar del mayor nivel de salud posible, sin discriminación y en
condiciones de igualdad. Lo anterior implica la adopción de me-
didas positivas tanto para prevenir impactos en su salud, como
para garantizar su acceso a los servicios, prestaciones y trata-
mientos que sean necesarios, de manera eficiente y continua109.
Cabe señalar que la protección de la salud de las personas adultas
mayores debe ser particularmente garantizada en caso de enfer-
medades crónicas y en fase terminal110.
En segundo lugar, el deber de cuidado integral que tienen los
Estados respecto de las personas adultas mayores debe ser ejerci-
do garantizando el respeto pleno de su autonomía e independen-
cia. En tal sentido, resulta particularmente relevante la obligación

107. Ibíd., punto resolutivo 75.


108. Corte IDH. Caso Poblete Vilches Vs. Chile, pp. 122 y 131.
109. Ibíd., párrs. 127 y 132.
110. Ibíd., párr. 132. Ver también: Caso Comunidad Indígena Yakye
Axa Vs. Paraguay, párr. 175.

45
estatal de garantía de acceso a la información necesaria sobre su
diagnóstico o situación particular, así como de las posibilidades
de tratamiento, de manera que resulte clara y comprensible111. En
línea con lo anterior, también es relevante señalar que el deber de
obtener el consentimiento previo, libre, informado y pleno de la
persona adulta mayor o de quien ejerza su representación legal,
debe ser garantizado antes de realizar cualquier procedimiento
médico, con la excepción de que exista un riesgo inminente para
su vida o integridad que impida retrasar el procedimiento reque-
rido112.
Finalmente, en el marco actual de pandemia, los órganos in-
ternacionales han recordado que los Estados deben velar porque
las personas mayores sean especialmente tenidas en cuenta en
los programas de respuesta frente al virus, puesto que corren un
riesgo más elevado de sufrir consecuencias graves para su salud
en caso de contagio113. Por ejemplo, deben adoptar todas las me-
didas necesarias para prevenir que se contagien, en particular, las
personas adultas mayores que se encuentran en residencias de
larga estancia, hospitales o centros de privación de libertad, ga-
rantizando además su acceso a alimentos, agua y saneamiento114.
Por otro lado, deben garantizar su acceso a las pruebas de
COVID-19, así como a los medicamentos y tratamientos adecua-
dos y oportunos que requieran. En tal sentido, deberán revisar
que los tratamientos médicos sean aplicados sin discriminación y
prestando especial atención a las necesidades particulares de las
personas mayores que viven con discapacidad o que padecen en-
fermedades como diabetes, demencia senil, alzhéimer u otras115.

111. Corte IDH. Caso Poblete Vilches Vs. Chile, párr. 131.
112. Ibíd., párr. 166.
113. Comité DESC. Declaración sobre la pandemia de enfermedad
por coronavirus (COVID-19) y los derechos económicos, sociales y cultura-
les, párr. 5. Ver también: International Commission of Jurists (ICJ). Living
Like People Who Die Slowly…, pp. 48-56.
114. Ver, inter alia: Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Resolu-
ción de adopción de medidas provisionales de 29 de julio de 2020, párrs.
34 y ss. Ver también: Corte IDH. Declaración 1/20, op. cit.
115. CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos Humanos, pun-
tos resolutivos 40-44.

46
3. Consideraciones finales sobre el derecho a la salud
en el contexto de la pandemia por COVID-19 a la luz de
los estándares internacionales

Las pandemias tienen el potencial de afectar gravemente el


derecho a la salud de la población por diversos motivos; entre
otros, el colapso de los sistemas públicos de atención sanitaria
y los efectos devastadores que tienen, en particular, respecto de
los grupos más vulnerables de la sociedad y sobre el disfrute de
los DESCA. En consecuencia, los Estados deben adoptar medidas
urgentes para evitar o mitigar estos efectos.
La Corte IDH ha desarrollado estándares respecto a enferme-
dades endémicas o pandémicas como la tuberculosis116 o el Virus
de la Inmunodeficiencia Humana (VIH)117, que resultan aplicables,
mutatis mutandi, a la situación de pandemia por la COVID-19.
Asimismo, en el marco de procedimientos cautelares, se ha pro-
nunciado específicamente sobre la COVID-19118. A continuación,
tomando en cuenta las referidas sentencias y resoluciones, así
como diversos pronunciamientos de órganos internacionales al
respecto, realizaremos algunas consideraciones sobre las obliga-
ciones estatales para la protección del derecho salud en el actual
contexto de pandemia.
En primer lugar, una respuesta eficaz frente a la COVID-19
requiere un enfoque integral que comprenda una secuencia conti-
nua de prevención, atención, tratamiento y apoyo a la población119,
siempre con base en los conocimientos científicos disponibles
para proteger la salud pública120. En este sentido, es imprescindi-

116. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina.


117. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala; Caso
González Lluy Vs. Ecuador.
118. Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Resolución de adop-
ción de medidas provisionales; Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs.
Perú. Solicitud de Medidas Provisionales, op. cit.
119. Corte IDH. Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 110. En
el mismo sentido: Caso Gonzales Lluy Vs. Ecuador, párr. 195.
120. Comité DESC. Declaración sobre la pandemia de enfermedad
por coronavirus (COVID-19) y los derechos económicos, sociales y cultu-
rales, párr. 9.

47
ble que los Estados adopten medidas de política fiscal para redis-
tribuir equitativamente los recursos disponibles, aumentando al
máximo posible el presupuesto público disponible para garanti-
zar adecuadamente el derecho a la salud de la población121.
En línea con lo anterior, resulta particularmente relevante
que, a efectos de poder brindar esa respuesta integral frente a
la COVID-19, los Estados incentiven la investigación aplicada, la
innovación y la difusión de nuevas tecnologías científicas direc-
tamente aplicables a la lucha contra la propagación del patógeno
y, muy especialmente, al descubrimiento de nuevas alternativas
de tratamiento122. En este sentido, el establecimiento de reglas y
procedimientos que regulen la propiedad intelectual sobre tales
tecnologías y hallazgos resultará fundamental para garantizar el
acceso sin discriminación de la población a los eventuales tra-
tamientos preventivos o paliativos propuestos para enfrentar el
virus123.
Asimismo, los Estados deben adoptar políticas y tomar me-
didas pertinentes para regular los bienes, servicios e información
relacionada con el coronavirus, de manera que haya suficientes
medidas y servicios de prevención, así como adecuada informa-
ción para la prevención y atención de casos, accesible a la pobla-
ción124. El acceso a la información periódica y comprensible es
imprescindible para reducir el riesgo de transmisión del corona-
virus y para reducir el peligro de conductas estigmatizantes125.

121. CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos Humanos, pun-


to resolutivo 13. Comité DESC. Declaración sobre la pandemia de enfer-
medad por coronavirus (COVID-19) y los derechos económicos, sociales
y culturales, párr.14.
122. CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos Humanos, p. 5.
123. Ídem.
124. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párrs.
108 y 110. En el mismo sentido: Caso Gonzales Lluy Vs. Ecuador, párr.
195. Ver también: International Commission of Jurists (ICJ). Living Like
People Who Die Slowly…, pp. 104-109.
125. Comité DESC. Declaración sobre la pandemia de enfermedad
por coronavirus (COVID-19)…, párr. 18. Ver también: Corte IDH. Declara-
ción 1/20, p. 3.

48
En segundo lugar, existe la obligación estatal de garantizar
el acceso a las medidas de prevención frente a la COVID-19, ta-
les como distanciamiento social, mascarillas, agua, jabón y alco-
hol, entre otras126. El acceso universal requiere que todos estos
bienes, servicios e información no solo estén disponibles y sean
aceptables y de buena calidad, sino también que estén al alcance
físico de todos y sean asequibles para toda la población127.
En tercer lugar, los Estados deben garantizar mecanismos
que permitan establecer un diagnóstico de la enfermedad con
prontitud y exactitud128. Así, el acceso a pruebas diagnósticas y a
tecnologías relacionadas seguras y eficaces para la atención pre-
ventiva, curativa y paliativa de la COVID-19 resulta fundamental129.
Por ejemplo, la Corte ha desarrollado algunos elementos que debe
tenerse en cuenta para que los diagnósticos de personas con tu-
berculosis sean adecuados, tomando en cuenta la sintomatología
típica130. En tal sentido, es relevante que se fomente la investiga-
ción aplicada con el fin de establecer criterios claros para realizar
diagnósticos adecuados respecto del coronavirus.
Aunado a lo anterior, y en relación con las responsabilida-
des de salud pública, los proveedores de salud deben comprobar
que las personas que están en estrecho contacto con pacientes de
COVID-19, en especial las que pertenecen a grupos en particular
situación de riesgo frente a un eventual contagio, sean evaluadas y

126. Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Resolución de adop-
ción de medidas provisionales; Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs.
Perú. Solicitud de Medidas Provisionales. Ver también: Corte IDH. Caso
Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 113.
127. Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Resolución de adop-
ción de medidas provisionales de 29 de julio de 2020. Ver también: Caso
Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 113.
128. Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Resolución de adop-
ción de medidas provisionales; Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs.
Perú. Solicitud de Medidas Provisionales. Ver también: Corte IDH. Caso
Hernández Vs. Argentina, párr. 79.
129. Corte IDH. Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párrs. 108 y
111.
130. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 80.

49
tratadas de acuerdo con las recomendaciones internacionales en
la materia131.
En cuarto lugar, respecto de la atención y tratamiento de la
COVID-19, los Estados deben adoptar medidas para velar por el
suministro, la distribución y el acceso equitativo de toda la pobla-
ción, sin discriminación, a las instalaciones, bienes y servicios de
salud públicos y privados suficientes y de calidad132. Así, se debe
asegurar la atención adecuada de las personas con COVID-19, en
particular de los grupos que resultan más desproporcionalmen-
te afectados, y personas con enfermedades preexistentes que las
hacen especialmente vulnerables al virus133. En tal sentido, cabe
destacar que la escasez de recursos no justifica actos de discrimi-
nación directos, indirectos, múltiples o interseccionales134.
El acceso a medicamentos y otras tecnologías necesarias, y
su disponibilidad en cantidades suficientes, es un elemento fun-
damental del derecho a la salud y resulta indispensable para
enfrentar los contextos de pandemia135. Es importante recordar
que se debe garantizar acceso a los medicamentos más inocuos y
eficaces para combatir el virus, a precios asequibles136. Para ello,
es imprescindible que los Estados implementen estrategias que
eviten restricciones a medicamentos genéricos, el establecimien-
to de precios excesivos de medicamentos y vacunas, o abusos en
el uso de patentes, tales como la aplicación de cláusulas de flexi-
bilidad o excepción en esquemas de propiedad intelectual, entre
otras medidas137.

131. Ídem.
132. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr.
108.
133. Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Resolución de adop-
ción de medidas provisionales; Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs.
Perú. Solicitud de Medidas Provisionales.
134. CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos Humanos, pun-
to resolutivo 8.
135. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párrs.
108 y 110. En el mismo sentido: Caso González Lluy Vs. Ecuador, párr.
194.
136. Caso González Lluy Vs. Ecuador, párr. 195.
137. CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos Humanos, pun-
to resolutivo 10.

50
Aunado a lo anterior, los Estados también deben garantizar
el establecimiento y la utilización de pautas de tratamiento nor-
malizadas de eficacia comprobada frente a la COVID-19138. En la
misma línea, existe la obligación de supervisar adecuadamente
la respuesta de las y los pacientes frente a los tratamientos brin-
dados, a efecto de realizar las adecuaciones necesarias139. Final-
mente, para garantizar el acceso a los tratamientos médicos, los
Estados deberían tomar en consideración todos los avances téc-
nicos de la ciencia médica al respecto140.
En cuanto al tratamiento, cabe recordar que está prohibido
someter a personas a pruebas médicas o científicas experimen-
tales sin su consentimiento. En consecuencia, antes de proceder
a suministrar un tratamiento frente a la COVID-19, se debe ga-
rantizar que existen mecanismos para obtener el consentimiento
previo e informado de las y los pacientes.
En quinto lugar, un abordaje integral frente a la COVID-19 de-
bería considerar el acceso a servicios de apoyo social, espiritual y
psicológico, así como a atención familiar, comunitaria y domicilia-
ria141, habida cuenta de los impactos y afectaciones sobre la salud
mental derivadas de las situaciones de aislamiento prolongado a
que se ha visto sometida la población, a consecuencia de las me-
didas de contención impuestas por los Estados142.
En tal sentido, existe la obligación estatal de mejorar la dispo-
nibilidad, accesibilidad y calidad de los servicios de salud mental
sin discriminación ante los efectos de los contextos de pandemia
y sus consecuencias, garantizando su distribución equitativa y,
sobre todo, el acceso a quienes se encuentran más expuestos o
tienen mayor situación de riesgo143.
En definitiva, tal y como han señalado diversos órganos in-
ternacionales, las dificultades que impone el contexto actual de

138. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina, párr. 79.


139. Ídem.
140. Corte IDH. Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, párr. 113.
141. Ibíd., párr. 112. Ver también: Caso González Lluy Vs. Ecuador,
párr. 196.
142. CIDH. Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos Humanos, p. 6.
143. Ibíd., punto resolutivo 11.

51
emergencia sanitaria a escala mundial, en particular respecto de
la protección del derecho a la salud de la población, requieren
la acción coordinada, sinergia y solidaridad entre los Estados,
las organizaciones internacionales y la sociedad civil para brindar
una respuesta regional y global efectiva a los desafíos derivados
de la pandemia, que sea respetuosa de los derechos humanos144. 

144. Corte IDH. Caso Vélez Loor Vs. Panamá. Resolución de medidas
provisionales, párr. 37. Ver también: Corte IDH. Declaración 1/20.

52
II

UN TEMBLOR A LO LARGO
DE LAS FALLAS ESTRUCTURALES:
UNA PERSPECTIVA CRÍTICA SOBRE LA COVID-19
Y EL DERECHO A LA SALUD EN LOS ESTADOS UNIDOS

Mara González Souto, Grace Carson y Joseph Berra

1. El racismo estructural en la atención sanitaria


en Estados Unidos antes de la COVID-19

Casi un año después del brote del coronavirus, Estados Uni-


dos sigue estando a la cabeza en el mundo en infecciones y muer-
tes por COVID-19. La incidencia de la enfermedad afecta despro-
porcionadamente a la población negra, indígena, latina1 y de co-
lor2, debido a las injusticias estructurales que existen en el país3.

1. En la versión en inglés de este manuscrito se usa la palabra latinx,


la cual es un término neutral en materia de género, utilizado para refe-
rirse a las personas de ascendencia latinoamericana en Estados Unidos.
Para el manuscrito en español, se ha tratado de abordar la neutralidad
en materia de género por medio del término ‘persona’ u otros, que nos
permiten evitar tener que usar el estándar masculino en la medida de lo
posible.
2. En Estados Unidos, los términos ‘población de color’, ‘persona de
color’, ‘comunidad de color’ se refieren a las comunidades y personas
racializadas no blancas. Estos términos pueden incluir a personas afro-
descendientes, latinas, asiático-estadounidenses, árabe-estadounidenses,
provenientes de las Islas del Pacífico e indígenas estadounidenses. Otra
forma de referirse a la población no blanca en Estados Unidos es median-
te términos como ‘negrx’, ‘indígena’ y ‘persona de color o BIPOC’.
3. En este capítulo tomamos una perspectiva de la teoría crítica de
la raza sobre el impacto de la COVID-19 y el derecho a la salud en EE UU.

53
Para empeorar las cosas, el gobierno de Donald Trump ha
exacerbado la crisis mediante una respuesta caótica, mal gestio-
nada, politizada y repleta de acusaciones, negación, mentiras, ne-
gativas a seguir los datos y recomendaciones científicas, intentos
de manipular las respuestas de las entidades científicas y pre-
siones a las mismas para que cambien sus directrices, con el fin
de que se ajusten a los fines políticos que le interesan. Al 29 de
noviembre de 2020, había más de 13.3 millones de casos de CO-
VID-19 notificados y 266,000 muertes en Estados Unidos, lo que
supone una de las tasas más altas de mortalidad (80 por cada
100,000 personas)4. ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Qué hizo mal
Estados Unidos para producir tan graves y catastróficos efectos?
En muchos aspectos, la COVID-195 ha vuelto a poner de mani-
fiesto la prevalencia del racismo estructural e institucional en la
atención sanitaria a lo largo de Estados Unidos, tanto de manera
aparente como subestimada. Para entender cómo hemos llegado
hasta aquí es necesario profundizar en las estructuras sociales
e institucionales subyacentes que definen y siguen conformando
el acceso a la atención sanitaria de calidad. Aquí exploraremos
cómo el racismo estructural, que se refiere a las muchas “formas
en que las sociedades fomentan la discriminación [racial]”6 en

No todos los grupos son racializadas de la misma manera, pero las es-
tructuras subyacentes del colonialismo de poblamiento y ocupación, y el
racismo, como la antinegritud, han creado una jerarquía racial anclada
en el privilegio y la supremacía blanca. Analizamos aquí el impacto dispar
del derecho y el acceso a la salud antes de la crisis para evaluar el impacto
de la COVID-19 y su cruda revelación de estas desigualdades estructurales.
4. “Covid in the U.S.: Latest Map and Case Count”. The New York
Times, 29 de noviembre de 2020. Consultado el 29 de noviembre de
2020. Recuperado de https://www.nytimes.com/interactive/2020/us/
coronavirus-us-cases.html?name=styln-coronavirus&region= TOP_
BANNER &block=storyline_menu_recirc&action=click&pgtype=
LegacyCollection&impression_id=17648811-327c-11eb -980b -
55781a7260ff&variant=1_Show
5. Nota de traducción: Debido a que COVID-19 se refiere a la enferme-
dad causada por el coronavirus, nos referimos a la COVID-19 para aludir
a la enfermedad.
6. KRIEGER, Nancy. “Discrimination and health inequities”. En Inter-
national Journal of Health Services: Planning, Administration, Evalua-
tion. Año 2014. Vol. 44,4, pp. 643-710.

54
áreas como el cuidado de la salud, ha potenciado una amplia
gama de factores estresantes, comorbilidades y resultados nega-
tivos para las minorías raciales, étnicas e indígenas7. Asimismo,
veremos que el racismo institucional, que se refiere a las prácti-
cas racialmente discriminatorias implementadas por institucio-
nes estatales y no estatales8, es una forma sustancial de perpe-
tuar las estratificaciones de riqueza, oportunidad y acceso a los
recursos sobre la base de la raza, la etnia y la identidad indígena.
Como lo ha señalado la epidemióloga social Nancy Krieger9, el
racismo está relacionado causalmente con los resultados negati-
vos para la salud a través de cinco vías que este produce; es decir,
la privación económica y social, la distribución de materiales y
desechos peligrosos, los traumas infligidos socialmente, la comer-
cialización selectiva de productos básicos perjudiciales, y el acce-
so, atención sanitaria y tratamiento inadecuados. Este capítulo se
basa en la bibliografía y los datos sobre salud pública existentes
para explorar cada una de estas vías del racismo estructural y sus
resultados negativos, tanto antes como después de la crisis de la
COVID-19.
A pesar de que Estados Unidos es una de las naciones más
ricas del mundo, se caracteriza por una profunda desigualdad
que penetra en sus instituciones, y que tiene sus raíces en la
historia del colonialismo de poblamiento y ocupación (settler
colonialism)10 y en la esclavitud. El país se fundó en el despojo y

7. Public Health Reports. Unequal Treatment: The Institute of Medi-


cine Report and Its Public Health Implications Source. Sage Publications,
Inc., Vol. 118, No. 4., pp. 287-292. Julio-Agosto de 2003.
8. Íd.
9. HARDIMON, Michael O. “Health, Race, Medicine”. Rethinking Race:
The Case for Deflationary Realism. Harvard University Press, 2017.
10. El colonialismo de poblamiento y ocupación (settler colonialism)
es un concepto que trata de captar el hecho de que algunas formas de
colonialismo, en particular en América, se caracterizaron porque los colo-
nos vinieron para quedarse y reemplazar a la población nativa por medio
de su destrucción, lo que implicó la afirmación de la soberanía extranjera,
el despojo de las tierras indígenas y las políticas de exterminio, genocidio
e invisibilización de los pueblos indígenas.

55
el genocidio de las comunidades indígenas que vivían en el terri-
torio norteamericano y la esclavitud de la población afrodescen-
diente. Esto creó una jerarquía racial que sigue siendo en muchos
aspectos intransigente, lo que ha conducido a las desigualdades
que persisten hoy en día, a pesar del reconocimiento formal de
la igualdad ante la ley sin distinción de raza. Se manifiesta en la
disparidad económica, las barreras educativas, el racismo cul-
tural, el exceso de vigilancia policiaca y el encarcelamiento, que
afectan de manera desproporcionada a las personas negras, in-
dígenas, latinas y de color. Este racismo estructural e institucio-
nal es también la fuente de una xenofobia resurgente en Estados
Unidos, donde las personas inmigrantes no blancas, en particular
provenientes de América Latina, son racializadas y satanizadas
como “otras”. Esta historia y estructura de racismo se reproduce
dentro de las estructuras e instituciones del sistema de atención
sanitaria de EE. UU.
La teoría crítica de la raza busca entender cómo esta historia
afecta todos los aspectos de las instituciones estadounidenses,
incluyendo el sistema de atención sanitaria. La teoría crítica de
la raza se ocupa de estudiar y transformar la relación entre raza,
racismo y poder. “A diferencia de los derechos civiles tradiciona-
les, que prefieren el incrementalismo y el progreso paso a paso,
la teoría crítica de la raza cuestiona los fundamentos mismos del
orden liberal, incluyendo la teoría de la igualdad, el razonamiento
jurídico, el racionalismo de la Ilustración y los principios neu-
trales del derecho constitucional”11. Esta teoría entiende que el
racismo estructural se implementa en todos los aspectos de las
instituciones de EE. UU. y que es una de las razones subyacentes
de cada desigualdad que ocurre12.
Al mismo tiempo, las políticas neoliberales forman una es-
tructura entrelazada tanto con el racismo como con el colonialis-

11. Richard Delgado y Jean Stefancic. “Critical Race Theory: An Intro-


duction.” Consultado el 24 de septiembre de 2020. Recuperado de https://
uniteyouthdublin.files.wordpress.com/2015/01/richard_delgado_jean_
stefancic_critical_race_thbookfi-org-1.pdf
12. Ídem.

56
mo de poblamiento y ocupación para exacerbar las desigualdades
e inequidades en el sistema de atención sanitaria. A diferencia de
la mayoría de los países desarrollados, Estados Unidos no cuenta
con un sistema de atención sanitaria universal. El sector privado
es el que principalmente se encarga de la atención sanitaria, junto
con cierta participación del sector público, a través de una com-
binación de organizaciones e instituciones con fines de lucro, sin
fines de lucro y de propiedad del gobierno.
Para tener acceso a esa atención sanitaria, la mayoría de las
personas tiene que obtener un seguro médico a través del mer-
cado de seguros privados. Quienes tienen un empleo estable en
empresas medianas o grandes, acceden al seguro médico a través
de su empleo y, de todos modos, una parte importante de sus
salarios se destina a pagar primas, deducibles y otros gastos de
atención sanitaria no cubiertos por sus planes, que a su vez pre-
sentan grandes disparidades en el nivel de cobertura que ofrecen.
Las personas más pobres pueden estar cubiertas por Medicaid, la
opción de seguro médico público, pero la elegibilidad es limitada
y, por lo general, no incluye a las personas inmigrantes.
El costo de la atención sanitaria en Estados Unidos es el más
alto del mundo; no obstante, los resultados en la salud de sus
habitantes son más pobres que los de otros países desarrollados
con cobertura universal. Debido a su elevado precio y a las con-
cesiones que se han hecho a los intereses empresariales en las
industrias farmacéutica y de seguros, la atención sanitaria no se
considera ni se asume como un derecho, sino como un producto
al que se accede de manera desigual en función de los recursos
personales de que se dispone.
En una nación en la que el acceso a la atención sanitaria de-
pende de los ingresos y los recursos personales, la situación so-
cioeconómica es un determinante fundamental de la salud. En
un estudio de la relación entre las disparidades de los seguros
médicos y la raza, el origen étnico y la situación socioeconómica,
se encontró en primer lugar una relación inversa entre el nivel de
educación y la probabilidad de no tener seguro médico. Las per-

57
sonas que no han completado la educación media superior (high
school) tienen 9.68 veces más probabilidades de no tener seguro
que quienes tienen un título de posgrado. Mientras que las perso-
nas con un título de licenciatura (Bachelor’s degree) tienen 1.94
veces más probabilidades de no tener seguro médico que las que
tienen un título de posgrado13. A su vez, las personas que tienen
al menos un diploma de educación media superior viven casi una
década más que quienes no lo tienen, mientras que las personas
que se gradúan de la universidad viven otros cuatro años (hom-
bres) y dos años (mujeres) más14. En el extremo, los hombres
con los ingresos más altos viven casi quince años más que los
hombres que tienen los ingresos más bajos15.
Estas cifras son llamativas, dada la forma en que el ingreso
tiene una relación directa con el nivel de educación y una relación
inversa con los resultados en la salud. En 2016, el ingreso anual
medio de las personas blancas no latinas16 era superior al de las
minorías raciales y étnicas, que era de 47 958 USD; mientras que
el ingreso de las personas negras se situaba en 31 082 USD y el de
las latinas en 30 400 USD. Ese contraste es aún mayor cuando se
comparan los ingresos en el décimo percentil inferior de cada gru-
po, dentro del cual, las personas blancas de bajos ingresos gana-

13. HEGENAUER, Christa L. “Are we covered? Health insurance dis-


parities in the affordable care act era”. En Michigan Sociological Review.
Otoño 2016, Vol. 30, pp. 100-101.
14. GOSTIN, Lawrence O. y WILEY, Lindsay F. “Health Justice”. En
Public Health Law and Ethics: A Reader. University of California Press,
2018.
15. Ídem.
16. Mientras que los datos del censo y los correspondientes datos de-
mográficos en muchos estudios utilizan la categoría ‘Hispanic’, nosotros
utilizamos el término ‘Latinx’ para referirnos al mismo grupo. En los da-
tos de Estados Unidos, el ‘Hispanx’ o ‘Latinx’ es una categoría étnica más
que racial, de ahí el uso del término, por ejemplo, ‘blancos no latinos’, ya
que las personas latinas pueden ser de cualquier raza. Sin embargo, la
población latina ha sido racializada dentro de la jerarquía racial y el es-
pectro de color en EE. UU. basado en la supremacía blanca. Véase Gómez,
Laura E. Inventing Latinos: A New Story of American Racism. The New
Press, 2020, para una discusión de la evolución de racialización de las
personas latinas y el racismo en los Estados Unidos.

58
ban 15 094 USD y las personas negras y latinas de bajos ingresos
ganaban 8 201 y 9 900 USD, respectivamente17. Las disparidades
raciales en la educación y los ingresos conducen a disparidades
similares en el acceso a la atención sanitaria, los resultados en la
salud y la esperanza de vida.
En muchos sentidos, el estatus socioeconómico también in-
fluye en el lugar donde pueden vivir los grupos raciales, étnicos e
indígenas. Hay una extensa literatura sobre el racismo ambiental
en Estados Unidos. Un ejemplo es el predominio de los vertederos
de basura y desechos tóxicos situados estratégicamente cerca de
los hogares de los grupos marginados, raciales, étnicos e indíge-
nas18. Al igual que el notorio y muy divulgado ejemplo del fracaso
del gobierno para evitar que el plomo se filtrara en el agua potable
en la predominantemente minoritaria ciudad de Flint, Michigan,
la historia de las instalaciones de residuos en Chester, Pensilva-
nia, es un ejemplo emblemático de la forma en que los peligros
ambientales dañan la salud de las comunidades de color.
Durante décadas, Chester albergó múltiples instalaciones de
desechos tóxicos y, en 1988, se convirtió en el hogar del mayor
incinerador del país. Estas instalaciones fueron estratégicamen-
te ubicadas en y alrededor de Chester, cuya población es, en su

17. KOCHHAR, Rakesh, CILLUFFO, Anthony. “Income Inequality in the


U.S. Is Rising Most Rapidly Among Asians: Asians displace blacks as the
most economically divided group in the U.S.” Pew Research Center Social
& Demographic Trends. 12 de julio de 2018. Consultado el 27 de septiem-
bre de 2020. Recuperado de https://www.pewsocialtrends.org/2018/07/12/
income-inequality-in-the-u-s-is-rising-most-rapidly-among-asians/
18. KRIEGER, Nancy. “Discrimination and health inequities…”, op.
cit., pp. 643-710; BRAVO, Mercedes A., ANTHOPOLOS, Rebecca, BELL,
Michelle L., et al. “Racial Isolation and Exposure to Airborne Particu-
late Matter and Ozone in Understudied U.S. Populations: Environmental
Justice Applications of Downscaled Numerical Model Output”. En Envi-
ronment International. 2016. Vol. 92–93, pp. 247–255. Consultado el
27 de septiembre de 2020. Recuperado de https://doi.org/10.1016/j.en-
vint.2016.04.008; BAILEY, Zinzi D., KRIEGER, Nancy, AGENOR, Madina,
et al. “Structural Racism and Health Inequities in the United States of
America: Evidence and Interventions”. En OBERLANDER, Jonathan, BUCH-
BINDER, Mara, CHURCHILL, Larry R., et al. The Social Medicine Reader:
Differences and Inequalities. Vol. II, 3a. ed., Duke University Press, 2019.

59
mayoría, de bajos ingresos y negra. A pesar de su proximidad al
condado de Delaware, que es racialmente diverso, Chester es una
ciudad 65% afrodescendiente y un 45% menos rica, con una tasa
de pobreza que triplica la del condado de Delaware. El desempleo
y la delincuencia son mucho más altos, además de tener una mor-
talidad 40% más alta que Delaware19.
Estas consecuencias negativas emanan, en gran medida, de
las toxinas en el aire y de la constante vibración y el estruendo
de los camiones de basura alrededor de los vecindarios, lo que
hace que los cimientos de muchas casas se agrieten, que bajen los
valores de las propiedades y que disminuya la inversión en estas
comunidades20.
Para empeorar las cosas, en 1988, la ciudad concedió un per-
miso para la construcción del mayor incinerador del país, que
hasta 1997 quemaba todos los residuos de Delaware, y de los es-
tados de Nueva Jersey y Nueva York. Con el tiempo, las condicio-
nes para los residentes de Chester empeoraron a medida que los
desechos, el olor y el ruido crecían, causando problemas respira-
torios y otras enfermedades21. Desafortunadamente, la historia de
Chester no es única. En todo el país, los incineradores y las ins-
talaciones de desechos tóxicos han sido desproporcionadamente
ubicados en o cerca de las comunidades de color22, que se ven
forzadas a internalizar sus condiciones de vida, en formas que
impactan negativamente la salud de las personas.
La literatura sobre salud pública ha examinado muy de cerca
la forma en que el racismo estructural y su resultante segrega-
ción residencial obliga a las personas de color a vivir en con-
diciones que conducen a resultados de salud más deficientes23.

19. GOSTIN, Lawrence O., WILEY, Lindsay F. “Health Justice…”, op.


cit., p. 593.
20. Ídem.
21. Ídem.
22. BRAVO, Mercedes A., ANTHOPOLOS, Rebecca, BELL, Michelle L.,
et al. “Racial Isolation And Exposure To Airborne Particulate Matter And
Ozone In Understudied U.S. Populations…”, op. cit., pp. 247-255.
23. BAILEY, Zinzi D., et al. “Structural Racism and Health Inequities
in the United States of America…”, op. cit., p. 220.

60
La segregación residencial conduce a condiciones de vivienda de
calidad inferior en zonas asediadas por contaminantes, y a que
las viviendas estén alejadas de la educación de alta calidad y los
empleos decentes24. En estas condiciones, la población de color
sufre cada vez más de niveles más altos de mortalidad infantil25,
menor esperanza de vida26 y mayores riesgos de desarrollar en-
fermedades crónicas27.
El racismo estructural somete a las personas negras, indíge-
nas y de color a determinantes sociales que las hacen vulnerables
a tener mala salud. La pobreza, los entornos insalubres, la mayor
exposición a riesgos en el lugar de trabajo, la mala alimentación
y los factores estresantes de la vida cotidiana en la marginación,
contribuyen a una salud más deficiente. Una vez que son vulne-
rables, la falta de acceso a la atención sanitaria exacerba estas
condiciones.
Estados Unidos ha fracasado en dos aspectos fundamentales
para garantizar el derecho a la salud. Por un lado, el país no ha
logrado implementar una cobertura de seguro médico universal.

24. WILLIAMS, David R., COLLINS, Chiquita. “Racial Residential Seg-


regation: A Fundamental Cause of Racial Disparities in Health”. En Public
Health Reports. 2001. Vol. 116, No. 5, pp. 404-416.
25. ACEVEDO-GARCÍA, Dolores, LOCHNER, Kimberly A., OSYPUK, The-
resa L., et al. “Future Directions in Residential Segregation and Health
Research: A Multilevel Approach”, en American Journal of Public Health.
2003, Vol. 93. No. 2, pp. 215-221. Consultado el 27 de septiembre de
2020. Recuperado de https://doi.org/10.2105/AJPH.93.2.215.
26. FRANKS, Peter, MUENNIG, Peter, LUBETKIN, Erica, et al. “The
Burden of Disease Associated with being African-American in the United
States and the Contribution of Socio-Economic Status”, en Social Science
and Medicine. 2006. 65. Vol. 62. No. 10, pp. 2469-78. Consultado el 27
de septiembre de 2020. Recuperado de https://doi.org/10.1016/j.socsci-
med.2005.10.035
27. ACEVEDO-GARCÍA, Dolores, et al. “Future Directions in Residen-
tial Segregation and Health Research…”, op. cit., pp. 215-221; KERSHAW,
Kiarri N., DIEZ, Ana V., ROUX, Sarah A., et al. “Metropolitan-level racial
residential segregation and black-white disparities in hypertension”, en
American Journal of Epidemiology. Oxford University Press on behalf of
the Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health. 2011, Vol. 174.
No. 5, pp. 537-545.

61
Por otra parte, no ha implementado intervenciones apropiadas
que puedan reducir al mínimo los riesgos para la salud a que
se enfrentan las personas vulnerables y que puedan mejorar
los determinantes estructurales de la mala salud28. Al negarse
a abordar adecuadamente la desigualdad racial y social, y al no
asegurar la cobertura universal de la atención médica, EE. UU. ha
exacerbado los daños que se infligen a la población de color29.
Además de estos determinantes sociales de la salud, la po-
blación de color también debe hacer frente a las tensiones y ame-
nazas de las actuales estructuras del racismo, el colonialismo de
poblamiento y ocupación y la xenofobia, todo lo cual influye en
la distribución del poder y los recursos, e impulsa aún más el
círculo vicioso. En consecuencia, las vidas negras se devalúan,
las comunidades indígenas siguen siendo desposeídas y su iden-
tidad borrada, y las personas inmigrantes que realizan trabajos
esenciales son racializadas, criminalizadas y satanizadas, en una
situación en la que su estatus legal las despoja de todos sus de-
rechos. Estas tensiones y amenazas son también conocidas como
determinantes sociales de la inequidad30.
Los factores estresantes producen un rango de respuestas
bioquímicas, fisiológicas, mentales y de comportamiento que da-
ñan la salud de las personas de color31. A la vez, estas desencade-
nan respuestas físicas y psicológicas como la hipertensión arterial
y niveles más altos de hormonas de estrés32. La sobreproducción
de hormonas, como el cortisol, pueden causar la supresión de
funciones inmunes y cambios en el ritmo cardíaco y la presión
arterial que, con el tiempo, pueden conducir a trastornos psiquiá-
tricos, hipertensión e insuficiencia cardíaca33.

28. Ídem.
29. Ídem.
30. Ibíd., pp. 71-73.
31. CARTER, Robert T., PIETERSE, Alex L. “Understanding reactions
to stress: Trauma, traumatic stress, and posttraumatic stress disorder”.
En Measuring the Effects of Racism: Guidelines for the Assessment and
Treatment of Race-Based Traumatic Stress Injury. Columbia University
Press, 2020.
32. Ibíd., p. 28.
33. Ibíd., p. 26.

62
El rechazo y la exclusión de la sociedad pueden ser extrema-
damente estresantes y causar dolor físico en la persona34. Jun-
to con los factores estresantes relacionados con la racialización,
como el (des)empleo, los acontecimientos difíciles de la vida y la
discriminación, el rechazo y la exclusión sistemáticos hacen que
las personas de color estén cada vez más expuestas a varios facto-
res estresantes bioquímicos y fisiológicos. La población negra es
el grupo que más probablemente experimente un “agrupamiento”
de factores estresantes, y las personas latinas nacidas en Estados
Unidos experimentan patrones similares35.
Con el tiempo, la exposición crónica a estos factores estresan-
tes se traduce en un trauma y un desorden de estrés postraumá-
tico, que afecta aún más la salud. Por ejemplo, se ha descubier-
to que la experiencia traumática relacionada con la racialización
altera la anatomía del cerebro de las y los niños, lo que provoca
cambios estructurales asociados al desarrollo de la ansiedad y la
depresión36. Dada la conexión de estas experiencias con la neu-
robiología de niñas, niños y adolescentes de color, es necesario
investigar más para comprender los efectos traumáticos y dura-
deros resultantes.
¿Qué sucede cuando la salud empeora y llega el momento de
buscar atención médica? Cuando hay cobertura, la calidad de la
atención médica puede estar ausente. Por el contrario, cuando
hay calidad de atención médica, puede que no haya acceso a ella.
Estas barreras para los grupos raciales, indígenas y étnicos, co-
múnmente conocidas como desigualdades en materia de salud,
han existido durante décadas. De hecho, todas las variables re-
lativas a las minorías raciales, cuando se comparan con las de
la mayoría blanca, muestran asociaciones positivas con la falta

34. Ibíd., p. 28.


35. Ídem. Cabe señalar que la población nativoamericana está ausen-
te en gran parte de los datos.
36. CARTER, Robert T., PIETERSE, Alex. “Emergin issues in practice
and research”. En Measuring the Effects of Racism: Guidelines for the
Assessment and Treatment of Race-Based Traumatic Stress Injury. Co-
lumbia University Press, 2020.

63
de cobertura de seguro médico; lo mismo ocurre con la pobla-
ción latina, incluso cuando se controlan variables como género,
edad, estado civil y situación laboral37. Lamentablemente, esto es
cierto incluso en esta época de la ley de Protección del Paciente
y Atención Sanitaria Asequible (ACA, por sus siglas en inglés), el
esfuerzo federal más importante que se ha realizado para reducir
las disparidades en materia de salud en Estados Unidos38.
Más concretamente, si bien Estados Unidos tiene los mayores
gastos en atención sanitaria per cápita del mundo, decenas de
millones de personas siguen sin tener seguro o tienen un seguro
insuficiente39. A modo de comparación, antes de la aprobación de
la ley, en 2008, la agencia gubernamental conocida como Centros
para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus
siglas en inglés) descubrió que la población afrodescendiente te-
nía casi el doble de probabilidades de carecer de seguro médico
que la población blanca no latina, mientras que la población la-
tina tenía más del triple de probabilidades de carecer de seguro
médico40.
Se estima que el costo de estas disparidades en los costos
médicos directos y la pérdida de productividad superó los 1.24
billones USD entre 2003 y 200641. Según la CDC,

las desigualdades en el estado de salud y el acceso a la atención,


así como la carga desigual de morbilidad y mortalidad de algu-

37. HEGENAUER, Christa L. “Are we coverd?...”, op. cit., pp. 103, 105.
38. United States Department of Health and Human Services. Strate-
gic Goal 1: Strengthen Health Care. HHS. 2015. Consultado el 26 de sep-
tiembre de 2020. Recuperado de http://www.hhs.gov/about/strategic-plan/
strategic-goal-1/index.html
39. TODD, Susan R., SOMMERS, Benjamin D. “Overview of the Unin-
sured in the United States: A Summary of the 2012 Current Population
Survey Report”, en Department of Health and Human Services Office of
the Assistant Secretary for Planning and Evaluation (ASPE). Issue Brief.
2012. Consultado el 30 de septiembre de 2020. Recuperado de http://
aspe.hhs.gov/health/reports/2012/uninsuredintheus/ib.cfm
40. HEGENAUER, Christa L. “Are we coverd?…”, op. cit., p. 94.
41. Ídem.

64
nos grupos raciales y étnicos en Estados Unidos han hecho que
el origen racial y el origen hispánico [sic] se encuentren entre las
características demográficas más importantes de interés para
los usuarios de la Encuesta Nacional de Salud (NHIS)42.

Sin embargo, el mayor acceso a la cobertura de la atención


sanitaria no ha resuelto el problema de la falta de seguro y el in-
fraseguro. Esto se debe a que el actual sistema de financiamiento
de la salud refuerza e institucionaliza la desigualdad.
Para ilustrar esto, vale la pena examinar el costo monetario
real de la atención sanitaria en EE. UU. En 2014, se vio que los
nuevos planes privados que se ofrecieron, en función de la ley,
tenían altos deducibles y copagos con los planes bronce y plata
de cobertura, promediando más de 5000 y 2900 USD, respectiva-
mente, para la cobertura individual, y más de 10 000 y 6000 USD
para la cobertura familiar43. Por el contrario, el valor neto medio
de los hogares negros y latinos era de 6314 y 7683 USD, respec-
tivamente, frente a los 110 500 USD de los hogares blancos no
latinos; es decir, quince veces mayor44. Por tanto, el promedio de
los deducibles familiares para los planes bronce y plata “traería
la ruina financiera a la mayoría de los hogares afroamericanos y
latinos” 45. Así pues, si bien la ley amplía el acceso a la atención
sanitaria a nivel nacional, sigue sin materializar ese acceso a las
personas negras, de color e indígenas.

42. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Race and His-
panic Origin Information. CDC National Center for Health Statistics. 2010.
Consultado el 30 de septiembre de 2020. Recuperado de https://www.cdc.
gov/nchs/nhis/rhoi/rhoi_history.htm
43. GOODNOUGH, Abby, PEAR, Robert. “Unable to meet the deduct-
ible or the doctor”. The New York Times. 17 de octubre 2014. Consul-
tado el 30 de septiembre de 2020. Recuperado de https://www.nytimes.
com/2014/10/18/us/unable-to-meet-the-deductible-or-the-doctor.html
44. United States Census Bureau. Net worth and asset ownership
of households: 2011.2014. U.S. Census Bureau. Consultado el 30 de
septiembre de 2020. Recuperado de https://www.census.gov/newsroom/
press-releases/2014/cb14-156.html
45. CARUSO, Dominic F., HIMMELSTEIN, David U., WOOLHANDLER,
Steffie. “Single-Payer Health Reform”. En Harvard Public Health Review.
2015. Vol. 7., pp. 1-4.

65
Al igual que el acceso inadecuado, la calidad de la atención
también exhibe el racismo institucional y las desigualdades en
materia de salud. En varios estudios, los expertos comproba-
ron que los proveedores de atención sanitaria contribuyen a las
disparidades raciales y étnicas mediante su papel en la relación
paciente-proveedor, el diagnóstico y la prestación de servicios46.
Este tipo de racismo se presenta debido a la infraestructu-
ra organizativa de una institución y a la asignación de recursos,
como la falta de divulgación, la falta de prestación de servicios
directos, los servicios inapropiados desde el punto de vista cul-
tural y lingüístico, y la ausencia de sistemas que garanticen que
los proveedores asuman su responsabilidad47.
Teniendo en cuenta los determinantes sociales de la inequi-
dad y la salud antes descritos, no es sorprendente que las redes
del racismo estructural, el colonialismo de poblamiento y ocupa-
ción, y la xenofobia, junto con un modelo de atención sanitaria
capitalista, socaven los esfuerzos de reforma de la atención sani-
taria para remediar o desmantelar esos sistemas.

2. Una crítica al sistema de atención sanitaria


de Estados Unidos

En la siguiente reflexión sobre las desigualdades en materia de


salud descritas anteriormente, nos preguntamos: ¿Cómo percibe
Estados Unidos su obligación de proteger y garantizar la salud de
su población? ¿Cuál es exactamente la situación del derecho a la
salud en Estados Unidos? Como se aclarará en esta sección, el de-

46. HAVES, Betsy E., YONAS, Michael A., MASON, Mondi A., et al.
“Eliminating Inequities in Health Care: Understanding Perceptions and
Participation in an Antiracism Initiative”, en Health Promotion Practice.
2011. Vol. 12. N° 6, pp. 848-857.
47. JONES, Camara P. “Levels of racism: A theoretic framework and
a gardener’s tale”, en American Journal of Public Health. 2000. Vol.
90, N° 8, pp. 1212-1215. Consultado el 30 de septiembre de 2020. Re-
cuperado de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1446334/
pdf/10936998.pdf

66
recho a la salud no está reconocido legal ni constitucionalmente,
por ley nacional o estatal, y esta falta de reconocimiento significa
que las protecciones y garantías son inadecuadas y dispares en
todo el país. En ausencia de un reconocimiento claro del derecho
a la salud, ya sea a nivel federal o internacional, los esfuerzos
como la promulgación de la ley ACA y las leyes estatales, como las
de Massachusetts y Vermont, siguen sin contar con protecciones
realmente apropiadas y equitativas.
Como cuestión preliminar, vale la pena recordar el significado
y las garantías del derecho a la salud. La Organización Mundial
de la Salud (OMS) definió el derecho a la salud como “el goce del
grado máximo de salud que se pueda lograr... sin distinción por
motivos de raza, religión, ideología política o condición econó-
mica o social”, entendiéndose por salud “un estado de completo
bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de
afecciones y enfermedades”48.
Haciendo eco de los determinantes sociales de la salud exa-
minados anteriormente, el Comité de Derechos Económicos, So-
ciales y Culturales también reconoció “factores determinantes bá-
sicos de la salud”, como el acceso a la atención sanitaria y a los
hospitales; el agua potable y condiciones sanitarias adecuadas, la
alimentación sana, la nutrición y la vivienda adecuadas, las con-
diciones de trabajo y un medio ambiente salubres, la educación e
información sobre cuestiones relacionadas con la salud y la igual-
dad de género49.
En virtud del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, los Estados se comprometen a reconocer
el derecho a la salud y a respetar sus derechos derivados, lo que
incluye el establecimiento de un sistema de protección de la sa-
lud que brinde a todos iguales oportunidades para disfrutar el

48. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos. Folleto informativo No. 31: El derecho a la salud.
Junio 2008. No. 31. Consultado el 15 de noviembre de 2020. Recupe-
rado de https://www.refworld.org/cgi-bin/texis/vtx/rwmain/opendocpdf.
pdf?reldoc=y&docid=5289d2de4
49. Ibíd., p. 3.

67
más alto nivel posible de salud; el derecho a la prevención y el
tratamiento de las enfermedades, y la lucha contra ellas; la salud
materna, infantil y reproductiva; el acceso igual y oportuno a los
servicios de salud básicos; el acceso a la educación y la informa-
ción sobre cuestiones relacionadas con la salud; y la participación
de la población en el proceso de adopción de decisiones en cues-
tiones relacionadas con la salud a nivel comunitario y nacional50.
Y si bien algunas de esas obligaciones están “sujetas a una realiza-
ción progresiva”, como mínimo, los Estados tienen que demostrar
que están haciendo todo lo posible, dentro de los límites de los
recursos disponibles, para proteger y promover mejor el derecho
a la salud51.
Las obligaciones de un Estado respecto del derecho a la sa-
lud pueden resumirse en la obligación de proteger, impidiendo
que partes terceras interfieran en el derecho; de respetar, abste-
niéndose de interferir directa o indirectamente en ese derecho; y
de realizar, adoptando una política o plan nacional de salud que
abarque todos los sectores y todas las poblaciones dentro de su
jurisdicción52. Además, estos pactos y la OMS son explícitos al
señalar que el derecho a la salud debe ser no discriminatorio,
rechazando “toda distinción, exclusión o restricción hecha por
diversas causas, que [tengan] el efecto o propósito de dificultar
o impedir el reconocimiento, disfrute o ejercicio de los derechos
humanos y las libertades fundamentales”53. No es de extrañar que
estas obligaciones se repitan y se subrayen en pactos conexos,
como la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación Racial, que exige a los Estados que
aborden el acceso diferenciado a la atención sanitaria.
¿Cuál es la posición de Estados Unidos con respecto a
estos y otros pactos que reconocen el derecho a la salud? ¿Se
ha comprometido a nivel internacional, y por tanto nacional, a

50. Ibíd., pp. 1, 3-4.


51. Ibíd., pp. 33-34.
52. Ibíd., pp. 37-40.
53. Ibíd., p. 9.

68
respetar el derecho a la salud? En primer lugar, Estados Unidos
no es parte en el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales —ya que aún no lo ha ratificado—, ni en la
mayoría de los demás instrumentos jurídicos internacionales que
declaran o definen el derecho a la salud. Además, no ha recono-
cido el derecho a la salud en su Constitución. De hecho, incluso
cuando los partidarios del derecho a la salud han tratado de obte-
ner su reconocimiento, bajo la teoría de la discriminación econó-
mica en virtud de la Decimocuarta Enmienda de la Constitución,
que exige que el gobierno proporcione prestaciones sociales sin
discriminación, eso no ha cobrado fuerza54. Esta falta de recono-
cimiento bajo la Constitución, o en virtud de un convenio inter-
nacional vinculante, ha dejado a las personas en Estados Unidos
sin un derecho a la salud jurídicamente reconocible o exigible55.
Sin embargo, la adhesión de EE. UU. a pactos como la Conven-
ción Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial parece sugerir que se ha comprometido,
a nivel internacional y nacional, a reconocer ese derecho en el
marco de esta Convención: no solo la firmó en 1966 y la ratificó
en 1994, sino que en 2007 presentó un informe periódico al Co-
mité para la Eliminación de la Discriminación Racial en el que
se abordan preocupaciones relativas al uso indebido de perfiles
raciales, la segregación residencial, el encarcelamiento despro-
porcionado, las diferencias en el acceso a la atención sanitaria y
las diferencias en el rendimiento escolar, todo lo cual repercute
directa e indirectamente en el derecho a la salud56. En particular,

54. SANDHU, Puneet K. “Comment: A Legal Right to Health Care: What


Can the United States Learn from Foreign Models of Health Rights Juris-
prudence?”, en 95 Calif. L. Rev. 1151. 2007.
55. MCGILL, Mariah, MACNAUGHTON, Gillian. “The struggle to achieve
the human right to health in the United States”, en 25 Southern California
Interdisciplinary Law Journal. 625.
56. United Nations Office of the High Commissioner for Human
Rights (OHCHR). Reports Submitted by States Parties Under Article
9 of the Convention: Seventh to Ninth Periodic Reports of States Par-
ties Due in 2011: United States of America. CERD/C/USA/7-9. 3 de oc-
tubre de 2013. Consultado el 23 de octubre de 2020. Recuperado de

69
EE. UU. destacó que prohíbe la discriminación en los hospitales y
centros de atención sanitaria, y agregó que, desde 2003, ha estado
haciendo un seguimiento del acceso a la atención sanitaria de las
minorías raciales y étnicas, mediante el Informe nacional sobre la
calidad de la atención sanitaria (NHQR, por sus siglas en inglés) y
el Informe nacional sobre las disparidades en la atención sanita-
ria (NHDR, por sus siglas en inglés), y que “el HHS [Departamento
de Salud y Servicios Humanos] y el Departamento de Justicia ha-
cen cumplir enérgicamente estas leyes”57. Es interesante observar
que, en este informe, EE. UU. reconoció que los datos que ha reco-
pilado a través del NHQR y el NHDR indican que “la calidad de la
atención sanitaria en Estados Unidos podría mejorarse”58.
En respuesta a este informe periódico, el Comité para la Eli-
minación de la Discriminación Racial expresó su preocupación
por el hecho de que

las personas que pertenecen a minorías raciales y étnicas, así


como los pueblos indígenas, siguen afectados de manera despro-
porcionada por las consecuencias perjudiciales para la salud de
la contaminación causada por las industrias extractivas y manu-
factureras59.

También expresó su preocupación por la exclusión de las per-


sonas inmigrantes indocumentadas de la cobertura de la ley de
atención sanitaria asequible, así como por los estados con impor-
tantes minorías raciales y étnicas, que optan por no participar en

https://tbinternet.ohchr.org/_layouts/15/treatybodyexternal/Download.
aspx?symbolno=CERD%2fC%2fUSA%2f7-9&Lang=en
57. Ibíd., p. 45.
58. Ídem.
59. Oficina de Naciones Unidas del Alto Comisionado por los Dere-
chos Humanos (OHCHR por sus siglas en inglés). Observaciones finales
sobre los informes periódicos séptimo a noveno combinados de los Es-
tados Unidos. CERD/C/USA/CO/7-9. 25 de septiembre de 2014. Consultado
el 23 de octubre de 2020. Recuperado de https://tbinternet.ohchr.org/_la-
youts/15/treatybodyexternal/Download.aspx?symbolno=CERD%2fC%2fUS
A%2fCO%2f7-9&Lang=en

70
el programa de ampliación del Medicaid, lo que ha dado lugar a
que no “se aborden las disparidades raciales en el acceso a una
atención sanitaria asequible y de calidad”60. A continuación, el
Comité recomendó a Estados Unidos que adoptara medidas para

… garantizar que todas las personas, en particular las pertene-


cientes a minorías raciales y étnicas que residen en los estados
que han optado por no aplicar la ley de atención sanitaria ase-
quible, los inmigrantes indocumentados y los inmigrantes y sus
familias [...] tengan acceso efectivo a servicios de atención sani-
taria asequibles y adecuados61.

Además de estas conclusiones y recomendaciones en el mar-


co de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación Racial, Estados Unidos expresó su
compromiso con el derecho a la salud en septiembre de 2015,
cuando hizo suya la Agenda 2030 de la Asamblea General de las
Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, en la que se es-
bozan los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y las 169 metas,
incluidos los esfuerzos por lograr la cobertura sanitaria universal
y el acceso a servicios esenciales de atención sanitaria de calidad,
para 203062. Estos objetivos se aplican a todos los miembros de
las Naciones Unidas, incluido Estados Unidos, consagrando así el
compromiso de lograr la cobertura sanitaria universal.
A pesar de estos dos compromisos expresos, EE. UU. sigue
sin reconocer el derecho a la salud. En lugar de ello, ha avanzado
en la promulgación de leyes que mercantilizan la atención de la
salud y privatizan su prestación. El caso más reciente es la ley
ACA, que se promulgó en marzo de 2010 y que fue ratificada por
la Corte Suprema de Justicia en junio de 2012. La ley ACA creó

60. Ibíd., p. 7.
61. Ídem.
62. Asamblea General de las Naciones Unidas. Resolución adoptada
por la Asamblea General el 25 de septiembre de 2015. A/RES/70/1. 21 de
octubre del 2015. Consultado el 23 de octubre de 2020. Recuperado de
https://www.un.org/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/RES/70/1&Lang=E

71
programas subvencionados para personas de ingresos bajos y
medios, proporcionó apoyo a los estados para ampliar el progra-
ma Medicaid, que está diseñado para apoyar a las personas de
bajos ingresos, y ordenó que todas las personas mantuvieran un
seguro médico, a menos que no hubiera otra opción asequible63.
El HHS ha argumentado que la ley ACA representa el esfuer-
zo federal más significativo para reducir las disparidades en ma-
teria de salud en la historia del país64. Según el HHS, esta ley
busca abordar las disparidades de salud que experimentan las
poblaciones desatendidas que, históricamente, han tenido acceso
y resultados deficientes en la salud, a través de “una mejora en
la calidad, el aumento en el acceso y protecciones para los consu-
midores de la atención sanitaria”65. Además, la ley ACA contiene
disposiciones que apuntan claramente a reducir las disparidades
entre las poblaciones de bajos ingresos y las poblaciones racia-
lizadas y étnicas desfavorecidas, aunque el HHS considera que
todavía es necesario realizar esfuerzos específicos para garantizar
que reciban estos nuevos beneficios66.
Si bien la adopción de la ley ACA podría sugerir que Estados
Unidos considera la salud como un derecho humano, el propio
marco de esta ley indica que se trata más bien de un producto
reservado a quienes tienen recursos y acceso a ese sistema. Por
ejemplo, incorporó importantes concesiones a los intereses de las
empresas de salud, las industrias farmacéuticas y de seguros, las
cuales presionaron considerablemente a los legisladores67. Así,

63. The Henry J. Kaiser Family Foundation. “Summary of the Afford-


able Care Act”. The Henry J. Kaiser Family Foundation. 2013. Menlo Park,
CA. Consultado el 23 de octubre de 2020. Recuperado de http://files.kff.
org/attachment/fact-sheet-summary-of-the-affordable-care-act
64. United States Department of Health and Human Services. Strate-
gic Goal 1: Strengthen Health Care. HHS. 2015. Consultado el 26 de sep-
tiembre de 2020. Recuperado de http://www.hhs.gov/about/strategic-plan/
strategic-goal-1/index.html
65. Ídem.
66. Ídem.
67. YOUNG, Kevin y SCHWARTZ, Michael. “Healthy, Wealthy, and Wise:
How Corporate Power Shaped the Affordable Care Act”, en New Labor
Forum. 2014. Vol. 23, No. 2, pp. 30-40.

72
un retraso de dos años en la implementación de los controles de
precios de Medicare para el medicamento de diálisis Sensipar,
permitió a la empresa de biotecnología Amgen cobrar aproxima-
damente 500 millones USD, al mantener durante dos años el ya
alto precio de Sensipar para pacientes que necesitan diálisis68.
La ley ACA también dejó intactas las Organizaciones de Aten-
ción Sanitaria Responsable (Accountable Care Organizations, ACO
por sus siglas en inglés), que son versiones modificadas de las
Organizaciones de Atención Sanitaria Administrada de las empre-
sas privadas (Managed Care Organizations, MCO por sus siglas en
inglés) que obedecen a los intereses empresariales desde los años
setenta hasta hoy69.
Así pues, al confiar en aseguradoras privadas para financiar
la atención sanitaria, los redactores de la ley ACA dieron la llave de
este sistema a las aseguradoras con fines de lucro, cuya principal
preocupación es maximizar los beneficios de los accionistas, me-
diante el aumento de las primas y la denegación de cobertura de
las afecciones preexistentes, que pudiesen significar altos costos;
esto se conoce como ‘cherry-picking’, es decir, la selección sesga-
da de los consumidores aparentemente más sanos. Aunque la ley
ACA prohíbe técnicamente estas tácticas, existen pruebas de que
las aseguradoras están encontrando formas de eludir estas regu-
laciones70. Para empeorar las cosas, la atención sanitaria sigue
siendo un tema político conflictivo. Mientras que la estructura fe-

68. LIPTON, Eric y SACK, Kevin. “Fiscal Footnote: Big Senate Gift
to Drug Maker”. The New York Times. 20 de enero de 2013. Consul-
tado el 19 de noviembre de 2020. Recuperado de https://www.nytimes.
com/2013/01/20/us/medicare-pricing-delay-is-political-win-for-amgen-
drug-maker.html
69. GAFFNEY, Adam, HIMMELSTEIN, David, WOOLHANDLER, Steffie.
“The Failure of Obamacare and a Revision of the Single-Payer Proposal
after a Quarter-Century of Struggle”. En WAITZKIN, Howard. Health Care
Under the Knife: Moving Beyond Capitalism for Our Health. NYU Press.
70. JACOBS, Douglas B., SOMMERS, Benjamin D. “Using Drugs to
Discriminate—Adverse Selection in the Insurance Marketplace”, en New
England Journal of Medicine. 2015. Vol. 372, No.5, pp. 399-402. Consul-
tado el 23 de octubre de 2020. Recuperado de https://www.nejm.org/doi/
pdf/10.1056/NEJMp1411376?articleTools=true

73
deral del país exige dejar el asunto a la discreción de los estados,
el sistema bipartidista obliga a los partidos y al electorado a elegir
una posición en el debate.
Además de estos fundamentos problemáticos y estructurales,
el mandato en la ley ACA, por el cual los individuos deben estar
asegurados o, de lo contrario, pagar una multa, de forma que toda
la población pueda tener acceso a un seguro, sigue enfrentando
problemas de cobertura de larga data. Estudios recientes mues-
tran que una cuarta parte de las personas adultas con seguro
privado no puede pagar la atención sanitaria cuando se suman
las primas, los deducibles y los gastos de bolsillo71. Asimismo,
millones de personas seguían sin tener seguro médico en 201672.
De hecho, al analizar los datos disponibles antes y después
de ser aprobada la ley ACA, se encontró que los bajos niveles de
educación, la identidad racial no blanca y la etnicidad hispana
estaban todas relacionadas con una mayor incidencia en la falta
de seguro médico73. Como era de esperar, el éxito y el fracaso de
la ley ACA ha variado de un Estado a otro74, ya que cada cual ha
adoptado su propio enfoque de implementación.
Ante la disparidad en la implementación y la falta de recono-
cimiento nacional del derecho a la salud, unos cuantos estados
han tomado el asunto en sus propias manos. Massachusetts es
un ejemplo significativo: el 86% de personas adultas, entre 19 y

71. TOLBERT, Jennifer, YOUNG, Katherine. “Paying for health cover-


age: The challenge of affording health insurance among marketplace en-
rollees”. The Henry J. Kaiser Family Foundation, 2016. Menlo Park, CA.
Consultado el 23 de octubre de 2020. Recuperado de http://files.kff.org/
attachment/issue-brief-paying-for-health-coverage-the-challenge-of-affor-
ding-health-insurance-among-marketplace-enrollees
72. GAFFNEY, Adam, HIMMELSTEIN, David, WOOLHANDLER, Steffie.
“The Failure of Obamacare and a Revision of the Single-Payer Proposal
after a Quarter-Century of Struggle”… op. cit., p. 205.
73. HEGENAUER, Christa L. “Are we covered? Health insurance dis-
parities in the affordable care act era”… op. cit., p. 99.
74. The Henry J. Kaiser Family Foundation. “Key facts about the unin-
sured population”. The Henry J. Kaiser Family Foundation. Diciembre de
2019. Consultado el 23 de octubre de 2020. Recuperado de https://www.
kff.org/uninsured/issue-brief/key-facts-about-the-uninsured-population/

74
64 años, tenían seguro médico en 2006; en 2017, más del 96%
de las personas adultas contaban con seguro, como resultado de
una ley que proporciona acceso a una atención sanitaria asequi-
ble, de calidad y responsable, más conocida como el Capítulo 58
(Act Providing Access to Affordable, Quality, Accountable Health
Care, o Chapter 58)75.
Este esfuerzo de reforma trató de reconocer la atención sa-
nitaria como un derecho humano, y resolver la crisis de falta de
seguro y los altos costos médicos. Aunque tuvo éxito en cuanto
al aumento de la cobertura, el Capítulo 58 dio paso a una crisis
causada por el infraseguro; es decir, una situación en que las per-
sonas, aunque tuvieran un seguro médico, no podían acceder a la
atención sanitaria necesaria o adecuada76. Además, si bien impul-
só el reconocimiento de la atención sanitaria como un derecho hu-
mano mediante una fuerte campaña de base y popular, el Estado
no logró aprobar una enmienda a la Constitución de Massachu-
setts y no pudo mejorar el entendimiento entre la población sobre
el significado real de ese derecho77. No obstante, más de diez años
después de haber sido aprobado el Capítulo 58, Massachusetts
tiene una de las tasas más altas de cobertura de seguro médico en
Estados Unidos. Aunque no es perfecta, los logros de la ley fueron
parte de la razón por la que el presidente Obama configuró la ley
ACA con base en el Capítulo 5878.
Un segundo ejemplo ilustrativo es el estado de Vermont, hogar
del senador y reciente candidato presidencial, Bernie Sanders. Al

75. SKOPEC, Laura, LONG, Sharon K., SHERR, Susan et al. Find-
ings from the 2017 Massachusetts health information survey. Center
for Health Information and Analysis; Urban Institute; SSRS. Diciembre de
2017. Consultado el 23 de octubre de 2020. Recuperado de http://www.
chiamass.gov/assets/docs/r/survey/mhis-2017/2017-MHIS-Report.pdf
76. MACNAUGHTON, Gillian, MCGILL, Mariah, JAKUBEC, April, et al.
“Engaging Human Rights Norms to Realize Universal Health Care in Mas-
sachusetts, USA”. En Health and Human Rights, 2018. Vol. 20, No. 2, pp.
93-104. Consultado el 30 de septiembre de 2020. Recuperado de https://
www.jstor.org/stable/10.2307/26542063
77. Ibíd., p. 93.
78. Ibíd., p. 94.

75
igual que Massachusetts, Vermont también tenía una porción de
su población sin seguro médico: casi el 10% de sus habitantes,
aproximadamente 66 000 residentes79. El Estado aprobó dos le-
yes: la ley 128 (2010) y la ley 48 (2011), mediante las cuales reco-
noció la atención sanitaria como un “bien público”, y adoptó los
principios de derechos humanos como directrices para un nuevo
sistema de atención sanitaria universal, que abarcara a todas las
personas residentes de Vermont80. Este fue el primer esfuerzo en
Estados Unidos por enmarcar una reforma de la atención sanita-
ria en el contexto del reconocimiento del derecho a la salud.
Desde entonces, el senador Bernie Sanders ha seguido pre-
sionando para que el gobierno federal reconozca ese derecho. En
2013, el senador dio un paso más allá al presentar un proyec-
to de ley en el Congreso de EE. UU. para establecer un sistema
de atención sanitaria universal. Y aunque ese esfuerzo no tuvo
copatrocinadores y fracasó81, recientemente ha cobrado fuerza
a través de un nuevo proyecto de ley conocido como “Medicare
para Todos” diseñado para mejorar y ampliar la cobertura de la
atención sanitaria; ahora cuenta con 17 copatrocinadores en el
Senado82.
Aunque estas reformas estatales son esfuerzos esperanzado-
res de reconocimiento del derecho a la salud, Estados Unidos

79. MCGILL, Mariah. “Using human rights to move beyond the polit-
ically possible”. En Clearinghouse Review Journal of Poverty Law and
Policy. 2011. Vol. 44, pp. 459–460. Consultado el 30 de septiembre de
2020. Recuperado de https://www.northeastern.edu/law/pdfs/academics/
phrge-mcgill_clearinghouse_janfeb2011.pdf
80. MACNAUGHTON, Gillian, MCGILL, Mariah, JAKUBEC, April, et al.
“Engaging Human Rights Norms to Realize Universal Health Care in Mas-
sachusetts, USA”… op. cit., p. 83.
81. The Nation. “The political genius of Bernie’s ‘Medicare for All’
bill”. The Nation. 20 de septiembre de 2017. Consultado el 30 de sep-
tiembre de 2020. Recuperado de https://www.thenation.com/article/archi-
ve/the-political-genius-of-bernies-medicare-for-all-bill/
82. SANDERS, Bernie. A Bill to Establish a Medicare for All National
Health Insurance Program: S. 1804. En 115th Congress, 1st Session. Con-
sultado el 30 de septiembre de 2020. Recuperado de https://www.sanders.
senate.gov/download/medicare-for-all-act?id=6 CA 2351 C -6 EAE -4 A 11-
BBE4-CE07984813C8&download=1&inline=file

76
sigue demostrando su amplia transigencia federal y estatal hacia
los poderosos intereses corporativos. En muchos sentidos, los
casos de Massachusetts y Vermont son un microcosmos del pro-
blema nacional. Por una parte, las personas siguen careciendo de
información y sin entender el derecho a la salud, por lo que no
están facultadas para exigir cambios más amplios. Por otro lado,
dada la ausencia de un reconocimiento constitucional o normati-
vo del derecho a la salud, las reformas menos transformadoras,
como la ley ACA, siguen reproduciendo los mismos retos a nivel
estatal y federal, de forma que continuamente se generan dispari-
dades en el acceso y la calidad de la atención sanitaria.

3. Fracasos notables en la era de la COVID-19

A pesar de las normas de derechos humanos vigentes en el


plano internacional y del principio de no discriminación, así como
de la política oficial de atención sanitaria de Estados Unidos, en-
caminada a ampliar la cobertura y eliminar las desigualdades, el
país todavía no se compromete a implementar esas normas en
respuesta a la crisis de la COVID-19, mediante un plan nacional
coherente. Esto, aunado a un liderazgo cínico, ha llevado a EE.UU.,
a la fecha de este escrito, a ser líder en el mundo en infecciones
y muertes por COVID-1983, que ha afectado de manera despropor-
cionada a las comunidades negras, indígenas y de color, debido a
las injusticias estructurales expresadas en el sistema sanitario y
los determinantes sociales de la salud en EE. UU.84.
Este fracaso se ha debido tanto a la falta de liderazgo nacio-
nal, reflejado en una respuesta caótica y mal gestionada, como a

83. “Covid world map: which countries have the most coronavirus
cases and deaths?” The Guardian. 28 de octubre de 2020. Consultado
el 28 de octubre de 2020. Recuperado de https://www.theguardian.com/
world/2020/oct/28/covid-world-map-which-countries-have-the-most-coro-
navirus-cases-and-deaths.
84. “The Fullest Look Yet at the Racial Inequity of Coronavirus.” The
New York Times, 5 de julio de 2020. Consultado 10/28/20. Recuperado de
https://www.nytimes.com/interactive/2020/07/05/us/coronavirus-latinos-
african-americans-cdc-data.html.

77
la politización de la pandemia por parte de Trump y su gobier-
no, a través de la negación, las mentiras, la negativa a seguir los
datos y recomendaciones científicas, los intentos de manipular
la respuesta para ajustarse a los objetivos político-económicos
que beneficiarían su posible reelección, culpar a otros y presionar
a los organismos científicos como la CDC, la Administración de
Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) y otros
asesores científicos no partidistas.
La fallida respuesta nacional al brote de la COVID-19 provocó
un daño que podría haberse evitado o atenuado con un lideraz-
go adecuado. Desde el principio, Trump y su gabinete negaron y
mintieron sobre la gravedad del brote. Cuando comenzó en EE.
UU., Trump, intencionalmente, minimizó la gravedad del virus.
En enero dijo que el coronavirus estaba “totalmente bajo control”
y que solo habría unos cuantos casos en EE. UU., antes de que
el número “bajara a cero”. A finales de febrero, Trump dijo: “Va
a desaparecer. Un día será como un milagro, desaparecerá”. En
marzo, dijo que la gente podría celebrar la derrota del coronavi-
rus yendo a la iglesia en Pascua85.
El periodista del The Washington Post, Bob Woodward, entre-
vistó a Trump 18 veces entre el 28 de enero y el 14 de agosto para
su libro Rage, recientemente publicado. Basándose en esas entre-
vistas, Woodward afirma que Trump mintió a propósito sobre los
riesgos de la COVID-19. Durante las entrevistas, él reveló que sabía
más sobre la gravedad de la enfermedad de lo que había admitido
públicamente. Según una cinta de la entrevista, Trump le dijo a
Woodward en febrero que el coronavirus era más mortal que la
influenza. Sin embargo, más tarde ese mes, aseguró públicamente
que el virus estaba “muy controlado” y que el número de casos
pronto estaría cerca de cero. Hablando en el Capitolio a principios

85. HOHMANN, James. “The Daily 202: Trump seems to remain in


denial about coronavirus dangers, as the coverup continues.” The Wash-
ington Post, 5 de octubre de 2020. Consultado el 28 de octubre de 2020.
Recuperado de https://www.washingtonpost.com/politics/2020/10/05/
daily-202-trump-seems-remain-denial-about-coronavirus-dangers-co-
verup-continues/

78
de marzo, Trump dijo, “solo mantengan la calma. Se irá”. Nueve
días después de que la Casa Blanca declarara la pandemia como
una emergencia nacional, el presidente le dijo a Woodward: “Que-
ría siempre restarle importancia. Todavía me gusta restarle im-
portancia, porque no quiero crear pánico”86.
Trump se negó abiertamente a reconocer la ciencia y los da-
tos, yendo continuamente contra las recomendaciones del CDC.
No solo negó la seriedad de la COVID-19, sino que él y su gobierno
politizaron el tema. A finales de febrero, acusó a los demócratas
de “politizar” el brote de la COVID-19 durante un acto de campa-
ña, afirmando que el brote era “su nueva patraña”, mientras él
seguía minimizando el riesgo en EE. UU.87.
Esta politización también sugirió al pueblo estadounidense
que debía mantenerse escéptico respecto de los científicos y ex-
pertos en salud. Michael R. Caputo, el secretario adjunto de asun-
tos públicos del Departamento de Salud y Servicios Humanos,
acusó a la CDC de albergar una “unidad de resistencia” decidida a
socavar a Trump, y que había inflado el número de muertes por
COVID-19. Tanto Trump como Caputo han señalado a los científi-
cos y expertos en salud como “desleales”88.
Los fracasos mencionados condujeron a una crisis nacional
de salud pública, llegando a las altas cifras de casos y muertes
que señalamos al inicio89. Un nuevo informe publicado a media-
dos de octubre en la revista Journal of the American Medical As-

86. “Bob Woodward book Rage: Trump denies lying about risks of
coronavirus.” BBC, 10 de septiembre 2020. Consultado 10/28/20. Recupe-
rado de https://www.bbc.com/news/world-us-canada-54107677.
87. EGAN, Lauren. “Trump calls coronavirus Democrats’ ‘new hoax’.”
NBC, 28 de febrero de 2020. Consultado el 28 de octubre de 2020. Recu-
perado de https://www.nbcnews.com/politics/donald-trump/trump-calls-
coronavirus-democrats-new-hoax-n1145721.
88. LaFRANIERE, Sharon. “Trump Health Aide Pushes Bizarre Con-
spiracies and Warns of Armed Revolt.” The New York Times, 14 de sep-
tiembre de 2020. Consultado el 28 de octubre de 2020. Recuperado de
https://www.nytimes.com/2020/09/14/us/politics/caputo-virus.html?utm_
source=newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=newsletter_
axiosvitals&stream=top.
89. Véase supra, nota 4 y texto respectivo.

79
sociation encontró que, en los últimos cinco meses, las muertes
per cápita en EE. UU., tanto por COVID-19 como por otras causas,
han sido mucho mayores que en otros 18 países de altos ingre-
sos90. Incluso considerando solo las muertes confirmadas por
COVID-19, el número de personas que ha muerto desde el 10 de
mayo, después de ajustar el tamaño de la población, es en prome-
dio un 50% más alto que en los demás países del estudio91.
La tasa de muertes por COVID-19 desde el 7 de junio, ha sido
de 27.2 por cada 100 000 habitantes. En contraste, en Italia, la
tasa de mortalidad ha bajado a 3.1 por cada 100.000 habitan-
tes92. El Dr. Ezekiel J. Emanuel, profesor de política de salud y
ética médica de la Universidad de Pensilvania y uno de los autores
del estudio, dijo que “Italia tiene las mismas medidas de salud
pública que nosotros. Las han implementado de manera efectiva y
nosotros las hemos implementado de manera deficiente”93. Si EE.
UU. hubiera logrado mantener su tasa de mortalidad per cápita al
nivel de Italia, 79 120 estadounidenses menos habrían muerto94.
Estos fallos, junto con las injusticias estructurales de los sis-
temas (incluido el de atención sanitaria), han llevado a que las
personas negras, latinas, indígenas y de color sufrieran de forma
desproporcionada el mayor daño causado por la COVID-19. The
New York Times informó, basándose en datos de la CDC, que las
personas negras y latinas se han visto afectadas de manera des-
proporcionada por la COVID-19 de una manera generalizada por
todo el país, en todos los grupos de edad y tanto en las zonas su-
burbanas como en las rurales95. De hecho, la CDC ahora informa

90. “Americans Are Dying In The Pandemic At Rates Far Higher Than
In Other Countries”. NPR, 13 de octubre de 2020. Consultado el 28 de
octubre de 2020. Recuperado de https://www.npr.org/sections/health-
shots/2020/10/13/923253681/americans-are-dying-in-the-pandemic-at-
rates-far-higher-than-in-other-countries.
91. Íd.
92. Íd.
93. Íd.
94. Íd.
95. El NY Times obtuvo los datos solo después de demandar a los
Centros de Control y Prevención de Enfermedades bajo la ley Federal de

80
las tasas de contagio, hospitalización y muertes a causa del virus
entre las personas negras, indígenas y de color en comparación
con las personas blancas96.

Personas
Proporción de indias
Personas
las tasas en americanas Personas negras o Personas
asiáticas,
comparación con o nativas afrodescendientes, hispanas
no
personas blancas de Alaska, no hispanas o latinas
hispanas
no hispanas no
hispanas
2.8 x más 1.1 x más 2.8 x más
Casos 2.6 x más altas
altas altas altas
5.3 x más 1.3 x más 4.6 x más
Hospitalizaciones 4.7 x más altas
altas altas altas
1.4 x más No au- 1.1 x más
Muertes 2.1 x más altas
altas mento altas

La CDC también informa que las personas latinas de 40 a


59 años han sido infectadas a una tasa cinco veces mayor que
las personas blancas del mismo grupo de edad. En cuanto a las
muertes, más de un cuarto de las personas latinas que han muer-
to son menores de 60 años. Entre las personas blancas que han
muerto, solo el 6 por ciento son menores de 60 años97. Las per-
sonas negras también se ven afectadas por el virus de manera
desproporcionada; en Luisiana —aunque solo constituyen el 32

Libertad de Información, obligando a la agencia a divulgar la informa-


ción sobre la COVID-19 y raza. “The Fullest Look Yet at the Racial Inequity
of Coronavirus”. The New York Times, 5 de julio 2020. Consultado 28
de octubre de 2020. Recuperado de https://www.nytimes.com/interacti-
ve/2020/07/05/us/coronavirus-latinos-african-americans-cdc-data.html.
96. “COVID-19 Hospitalization and Death by Race/Ethnicity”. CDC, 18
de agosto de 2020. Consultado el 28 de octubre de 2020. Recuperado
de https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/covid-data/investigations-
discovery/hospitalization-death-by-race-ethnicity.html.
97. “The Fullest Look Yet at the Racial Inequity of Coronavirus”. The
New York Times, 5 de julio de 2020. Consultado el 28 de octubre de
2020. Recuperado de https://www.nytimes.com/interactive/2020/07/05/us/
coronavirus-latinos-african-americans-cdc-data.html.

81
por ciento de la población total del Estado—, representan más del
70 por ciento de las muertes98.
Es probable que estos datos estén incompletos. The New York
Times afirma que cuando el periódico finalmente recibió la in-
formación de la CDC a principios de julio sobre 1.5 millones de
registros de casos, en miles de ellos faltaban datos sobre la raza,
la etnia y el condado de residencia. Incluso con la información
que faltaba, los científicos de la agencia dijeron que todavía se
podía encontrar patrones importantes en los datos, al combinar
los registros de los casos individuales con los datos agregados de
las agencias locales99.
Los expertos dicen que las circunstancias que han hecho que
las personas negras y latinas sean más propensas que las blancas
a estar expuestas al virus, es que muchas de ellas tienen trabajos
esenciales con bajos salarios, que les impiden trabajar en casa,
dependen del transporte público, viven en apartamentos peque-
ños y en casas multigeneracionales100. Muchos de estos trabajos
requieren que las personas trabajen junto a otras, como en las
fábricas, granjas, tiendas de comestibles, plantas empacadoras
de carne y aves de corral, donde la gran mayoría de empleados
son personas latinas o negras. Además, casi una de cada diez per-
sonas trabajadoras con bajos salarios, informa que su salud es
regular o mala, lo que las pone en mayor riesgo de enfermedades
graves, hospitalización o muerte si se contagian de la COVID-19101.

98. “CDC Hospital Data Point to Racial Disparity in COVID-19 Cas-


es” NPR, 8 de abril 2020. Consultado el 28 de octubre de 2020. Re-
cuperado de https://www.npr.org/sections/coronavirus-live-upda-
tes/2020/04/08/830030932/cdc-hospital-data-point-to-racial-disparity-in-
covid-19-cases.html.
99. “The Fullest Look Yet at the Racial Inequity of Coronavirus…”, op.
cit.
100. Íd.
101. “Double Jeopardy: Low Wage Workers at Risk for Health and Fi-
nancial Implications of COVID-19.” KFF. 29 de abril 2020. Consultado el 28
de octubre de 2020. Recuperado de https://www.kff.org/coronavirus-co-
vid-19/issue-brief/double-jeopardy-low-wage-workers-at-risk-for-health-
and-financial-implications-of-covid-19/.

82
La población indígena estadounidense es uno de los grupos
étnicos con mayor riesgo de contraer COVID-19102. Aunque repre-
senta el 0.7% de la población de EE. UU., un análisis reciente des-
cubrió que el 1.3% de los casos de COVID-19 reportados a la CDC,
se encontraba entre indígenas estadounidenses no hispanos103. Es
probable que estos datos no sean completos y que no capten todo
el impacto en Indian Country104, ya que esta población ha sido
estructuralmente invisibilizada y constantemente excluida de la
recopilación de datos105. Este es un ejemplo de las estructuras
coloniales de poblamiento y ocupación que afectan la vida y el
bienestar de las comunidades indígenas en Estados Unidos.
Las reservas de los pueblos indígenas, como la de la Nación
Navajo, se convirtieron en epicentros de brotes de la COVID-19. En
junio, la Nación Navajo tenía la tasa de infección más alta del país;
mayor que la de Nueva York, que en ese momento era el Estado
más afectado, y mayor que la de Wuhan, en el punto álgido del
brote en China. La necesidad de viajar a las ciudades fronterizas
de la reserva aumenta el riesgo de contraer el virus. La población
indígena estadounidense constituye aproximadamente una déci-
ma parte de la población de Nuevo México, pero representa más
del 55 por ciento de sus casos de COVID-19. En Wyoming son me-
nos del 3 por ciento de la población del estado, pero constituyen
más de un tercio de sus casos. Como afirma el Center for Ameri-
can Progress (Centro para el Progreso Americano), “[e]sta crisis,
así como las condiciones subyacentes a las que se enfrentan las

102. “CDC data show disproportionate COVID-19 impact in American


Indian/Alaska Native populations”. CDC, 19 de agosto 2020. Consultado
el 28 de octubre de 2020. Recuperado de https://www.cdc.gov/media/re-
leases/2020/p0819-covid-19-impact-american-indian-alaska-native.html.
103. “The COVID-19 Response in Indian Country”. Center for Ame-
rican Progress. 18 de junio de 2020. Consultado el 28 de octubre de
2020. Recuperado de https://www.americanprogress.org/issues/green/re-
ports/2020/06/18/486480/covid-19-response-indian-country/.
104. Indian Country (“Territorio Indígena”) es un concepto legal que
formaliza el territorio donde los pueblos indígenas de Estados Unidos
pueden ejercer cierta jurisdicción y soberanía.
105. “The COVID-19 Response in Indian Country”, op. cit.

83
comunidades tribales, son el resultado de siglos de violencia y
abandono colonial que continúan hasta hoy” 106.
La población inmigrante también es muy vulnerable. Las per-
sonas inmigrantes indocumentadas realizan trabajos esenciales
en muchos sectores, desde la agricultura hasta la atención sani-
taria. Cerca de 389 000 personas indocumentadas trabajan en
granjas y en plantas de procesamiento de alimentos. Estas plan-
tas se han convertido en epicentros de los brotes de COVID-19, y
las zonas agrícolas han experimentado algunas de las mayores
concentraciones de contagios. También se calcula que hay unas
225 000 personas indocumentadas que trabajan en la atención
sanitaria como médicos, enfermeros y asistentes sanitarios a do-
micilio. Otras 190 000 trabajan en funciones de custodia y admi-
nistración en los centros de atención sanitaria, y varios otros mi-
llones trabajan en tiendas de comestibles, almacenes y empresas
de limpieza, lugares en los que existe un mayor riesgo de contraer
el coronavirus que causa la COVID-19107.
Además, el gobierno de Trump ha endurecido su política mi-
gratoria ilegal e inhumana, diseñada para atacar y negar los dere-
chos de los solicitantes de asilo en la frontera sur durante la pan-
demia. En marzo de 2020, la agencia CDC utilizó una disposición
oscura de la ley para emitir un decreto que excluía a las personas
de entrar a Estados Unidos, pero la medida se adaptó para afectar
solo a quienes llegaban por tierra sin documentos de viaje válidos,
específicamente a las personas solicitantes de asilo y a niños y ni-
ñas; además, prevé su retorno a México o la expulsión inmediata
a su país de origen108.

106. Íd.
107. “Immigrants as Essential Workers During COVID-19”. Center for
American Progress. 28 de septiembre de 2020. Consultado el 28 de oc-
tubre de 2020. Recuperado de https://www.americanprogress.org/issues/
immigration/reports/2020/09/28/490919/immigrants-essential-workers-
covid-19/.
108. GUTTENTAG, Lucas. “Coronavirus Border Expulsions: CDC’s As-
saults on Asylum Seekers and Unaccompanied Minors.” Just Security, 13
de abril 2020. Consultado el 22 de noviembre de 2020. Recuperado de
https://www.justsecurity.org/69640/coronavirus-border-expulsions-cdcs-
assault-on-asylum-seekers-and-unaccompanied-minors/.

84
Así pues, la pandemia fue un mero pretexto para implementar
una política aún más severa con respecto a la migración indocu-
mentada de personas que solicitan asilo en la frontera sur. En el
momento de escribir este artículo, un tribunal federal ordenó al
gobierno que dejara de expulsar a miles de niños y niñas en la
frontera, por ser una violación del debido proceso, pues el decreto
excedía la autoridad de la CDC109. Esta política solo ha exacerbado
lo que ya era una crisis de salud en la frontera norte de México,
debido a las políticas de inmigración de Trump110.
Existe una vulnerabilidad particular entre las personas dete-
nidas y encarceladas, como producto del estado carcelario, que
afecta especialmente a las comunidades negras, indígenas y de
color. Por ejemplo, las personas negras estadounidenses tienen
más probabilidades que las blancas de ser arrestadas; una vez
arrestadas, tienen más probabilidades de ser condenadas; y una
vez condenadas, tienen más probabilidades de sufrir largas con-
denas de prisión. Las personas adultas negras tienen 5.9 veces
más probabilidades de ser encarceladas que las adultas blancas,
mientras que las personas adultas latinas tienen 3.1 veces más
probabilidades111.
Las condiciones dañinas y la inadecuada atención médica en
las cárceles, prisiones y centros de detención han configurado
una nueva urgencia durante la pandemia. Los esfuerzos para mi-
tigar la enfermedad son mínimos o inexistentes en estos lugares

109. “Judge Halts ‘Public Health’ Expulsions of Children at the Bor-


der.” The New York Times, 19 de noviembre 2020. Consultado el 22 de
noviembre 2020. Recuperado de https://www.nytimes.com/2020/11/18/
us/politics/trump-migrant-children.html?referringSource=articleShare.
110. Diamond, M. B., Testa, L., Novak, C., Kempton-Amaral, K.,
Porteny, T., y Olayo-Méndez, A. “A Population in Peril: A Health Crisis
among Asylum Seekers on the Northern Border of Mexico.” Cambridge,
MA: Harvard Global Health Institute. 2020. Consultado el 22 de noviem-
bre 2020. Recuperado de https://globalhealth.harvard.edu/wp-content/
uploads/2020/07/A_Population_in_Peril.pdf.
111. “Report to the United Nations on Racial Disparities in the U.S.
Criminal Justice System.” The Sentencing Project. 19 de abril 2018. Con-
sultado el 18 de noviembre 2020. Recuperado de https://www.sentencing-
project.org/publications/un-report-on-racial-disparities/.

85
que están abarrotados, y los espacios cerrados hacen que el dis-
tanciamiento social sea un desafío; además, tienen condiciones
insalubres que, a menudo, incluyen la falta de acceso a prácticas
higiénicas como el lavado de manos. La introducción y propaga-
ción de la COVID-19 en las cárceles, prisiones y centros de deten-
ción es facilitada por el personal que va y viene cada día en dos y
tres turnos. Una vez dentro, el virus no se puede contener y puede
propagarse fácilmente. En este caso, el Estado tiene responsabili-
dades únicas, ya que ha privado a las personas de su libertad y las
ha puesto bajo su custodia. A mediados de noviembre de 2020,
ya se registraban más de 196 600 infecciones de coronavirus en
las prisiones estatales y federales, y habían muerto más de 1450
personas encarceladas112. Estas personas no firmaron una sen-
tencia de muerte, pero eso es lo que está sucediendo en esta pan-
demia113.

Conclusión

La pandemia de la COVID-19 ha sido un llamado de atención


para Estados Unidos. Por una parte, ha evocado la falta de re-
conocimiento del derecho a la salud en la Constitución, y de los
instrumentos internacionales vinculantes, pese a su amplio reco-
nocimiento internacional. Esta omisión agrava las fallas estructu-
rales del sistema de atención sanitaria, que sigue reflejando los
legados de la esclavitud, el genocidio y el colonialismo, y continúa
atendiendo a los intereses empresariales de las industrias farma-
céuticas y de seguros, incluso en el marco de la ley ACA. Las fa-

112. “America is Letting the Coronavirus Rage Through Prisons.” Ed-


itorial Board, The New York Times. 21 de noviembre de 2020. Consul-
tado el 22 de noviembre de 2020. Recuperado de https://www.nytimes.
com/2020/11/21/opinion/sunday/coronavirus-prisons-jails.html?referring
Source=articleShare.
113. “A State-by-State Look at Coronavirus in Prisons”. The Marshall
Project. 23 de octubre de 2020. Consultado el 28 de octubre de 2020.
Recuperado de https://www.themarshallproject.org/2020/05/01/a-state-
by-state-look-at-coronavirus-in-prisons.

86
llas estructurales han provocado que las personas negras, latinas
e indígenas experimenten mayores riesgos y daños, con muchos
más casos de hospitalizaciones y muertes que los de las personas
blancas.
Por otra parte, la COVID-19 ha puesto de manifiesto la impor-
tancia del liderazgo político (o la falta de este) y de la implemen-
tación efectiva de políticas frente a la crisis. La fallida respues-
ta del gobierno ha provocado a las comunidades de color daños
adicionales e innecesarios, además de reforzar los sistemas de
poder estructural racista, xenófobo y colonialista de poblamiento
y ocupación, que han estado presentes todo el tiempo. Si Estados
Unidos se propone remediar los daños pasados y presentes, de-
berá invertir en desarticular el racismo estructural, la xenofobia,
el colonialismo de poblamiento y ocupación y el clasismo que sos-
tienen la supremacía blanca y perjudican a quienes, de por sí, ya
se encuentran en una condición de mayor vulnerabilidad.

87
III

COVID-19 Y EL DERECHO A LA SALUD EN MÉXICO

Yessica Esquivel Alonso y José Antonio Estrada Marún

1. Introducción

A finales de 2019 y comienzos de 2020, los continentes de


Asia y Europa informaron de la presencia de un nuevo virus de-
nominado SARS-Cov-2 (COVID-19). La enfermedad se extendió rá-
pidamente por el mundo, siendo declarada por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) como pandemia y emergencia de salud
pública e interés internacional el 11 de marzo de 20201.
En México, desde finales de febrero, empezaron los primeros
casos de contagio, y desde entonces las cifras fueron en aumento.
Al cierre de este trabajo, la tendencia no ha cambiado fundamen-
talmente2, colocando a la población en un estado de afectación im-
portante de la salud, no obstante que ese derecho está claramente
contemplado en la normativa y jurisprudencia del país. El Estado
mexicano, ciertamente, ha realizado esfuerzos significativos para
proteger el derecho a la salud, pero el reto ha sido mayúsculo y
algunos cabos sueltos de desprotección han quedado por ahí.
En este trabajo haremos un esfuerzo por detectar esos puntos
que merecen atención a la luz de los estándares constitucionales

1. Organización Mundial de la Salud. Covid-19: cronología de la ac-


tuación de la OMS. OMS, 27 de abril 2020; Gobierno de México. ¿Qué es
el coronavirus? Gobierno de México, 2020. Disponible en https://corona-
virus.gob.mx/covid-19/.
2. Según datos oficiales, al 2 de noviembre de 2020 se registraba un
acumulado de 929, 392 casos confirmados y 91,895 defunciones. Infor-
mación accesible en https://datos.covid-19.conacyt.mx

89
e internacionales en materia de salud. Para ello conviene tener
presente la situación contextual; como se verá, la crisis sanitaria
se suscita en un terreno nada favorable, pues desgraciadamente
convive con problemas delicados preexistentes que, sin duda, han
modelado el impacto de la pandemia en los derechos humanos,
particularmente en el derecho a la salud. Enseguida analizaremos
el régimen del derecho a la salud en el país y luego las acciones
que el Estado mexicano ha adoptado para proteger este derecho
durante la pandemia, introduciendo al hilo de las reflexiones las
áreas de oportunidad en la materia.

2. Impacto de la Covid-19 en contexto

El contexto en que se ha desarrollado la pandemia no es el


más afortunado. Evidentemente, nunca hay condiciones ideales
para hacer frente a una pandemia ni es deseable que llegue, pero
es claro que hay situaciones adversas que provocan que el impac-
to de las afectaciones sea más intenso y, lamentablemente, mu-
chas de estas situaciones se padecen en buena parte de los países.
En el caso de México, debe considerarse los altos índices de
personas con diabetes y enfermedades cardiovasculares, así como
el elevado nivel de informalidad laboral, que asciende a más de
la mitad de la población ocupada3. De igual modo hay que tener
en cuenta que, prácticamente el 60% de la población, vive en si-
tuación de pobreza4, unida a la desaceleración económica que se
experimentaba en el país en el cierre del año.
También hay que tener presente el constante problema de las
dificultades para el acceso a los servicios básicos, que se traduce
en un rezago importante en la garantía de derechos fundamen-
tales como la educación, salud, seguridad social y alimentación,

3. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Resultados de la En-


cuesta Nacional de Ocupación y Empleo. México. Comunicado de prensa
núm. 70/20, 13 de febrero de 2020.
4. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.
Medición de pobreza en México. 2008-2018. México, 2019.

90
entre otros5. Como se puede ver, las dificultades se presentan en
varios contextos, como el político, económico y social, sin olvidar
el ambiental. Veámoslos con más detalle.

2.1. Contexto político

Si atendemos a uno de los estudios de opinión que se han


realizado en el país sobre la percepción que ha tenido la pobla-
ción mexicana sobre las medidas de contingencia tomadas por el
Gobierno Federal, podemos observar que el 56% de las personas
encuestadas han rechazado el manejo que se ha tenido de la pan-
demia6.
Esto generó que durante el periodo junio-agosto de 2020, la
aprobación que recibía el Presidente de la República Andrés Ma-
nuel López Obrador, descendiera del 48 al 39%7. Lo anterior es,
sin duda, un dato relevante, pues la popularidad del Presidente
siempre había sido muy alta; sin embargo, con el manejo de la
pandemia comenzó a verse un descenso nada desdeñable. Consi-
dérese que el Presidente venció en las elecciones con más de 30
millones de votos, y con los aliados de su partido obtuvo la mayo-
ría en la Cámara de Diputados y Senadores. Además, impulsa lo
que ha denominado la “Cuarta transformación de México”, es de-
cir, lograr que su gestión sea uno de los grandes hitos históricos
que han cambiado al país, por lo que las acciones de gobierno se
han tornado de una intensidad considerable. Esto, por supuesto,
ha generado polémica, por ciertas actitudes impositivas desplega-
das usando el poder político acumulado.
Otra de las afectaciones políticas sufridas en el país fue la
suspensión temporal de los procesos electorales locales en los
estados de Hidalgo y Coahuila, con el objetivo de no arriesgar a

5. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.


La política social en el contexto de la pandemia por el virus Sars-CoV-2
(COVID-19) en México. México, 2020.
6. Grupo de Economistas y Asociados. Investigaciones Sociales Apli-
cadas. Síntesis del reporte de Gobernabilidad de julio de 2020, GEA,
México, 2020.
7. Ibídem.

91
la ciudadanía al contagio de covid-198. Una vez que se decretó
la estrategia para la reactivación gradual de actividades sociales,
educativas y económicas, se discutieron, en el Instituto Nacional
Electoral y en los Institutos Electorales locales, las condiciones en
que se reanudaría el proceso electoral9. Finalmente, las autorida-
des electorales fijaron como nueva fecha para celebrar la jornada
electoral el 18 de octubre de 202010, no sin polémica11. Por otro
lado, aunque hubo una cierta desaceleración de los contagios, la
pandemia se mantenía, por lo que fueron emitidos diversos pro-
tocolos de Seguridad Sanitaria para el Proceso Electoral Local
Ordinario de 2020, a fin de proteger la salud de las personas
involucradas12.
8. Instituto Nacional Electoral. INE/CG83/2020, Resolución del Consejo
General del Instituto Nacional Electoral, por el cual se aprueba ejercer
la Facultad de Atracción, para efecto de suspender temporalmente el de-
sarrollo de los Procesos Electorales Locales, en Coahuila e Hidalgo, con
motivo de la pandemia COVID-19; generadas por el virus SARS-CoV-2. INE,
México, 2020.
9. Instituto Nacional Electoral. “Se reúnen INE y el Instituto Electo-
ral de Coahuila para coordinar la reanudación del proceso electoral en
Coahuila”. Central Electoral. Núm. 168, 16 de julio de 2020.
10. Instituto Nacional Electoral. INE/CG170/2020, “Acuerdo del Conse-
jo General del Instituto Nacional Electoral por el que se establece la fecha
de la jornada electoral de los Procesos Electorales Locales en Coahuila e
Hidalgo y aprueba reanudar las actividades inherentes a su desarrollo, así
como ajustes al Plan Integral y calendarios de coordinación”.
11. La decisión de reanudar las elecciones y llevar a cabo la jorna-
da electoral el 18 de octubre de 2020 fue impugnada ante el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, que en la sentencia SUP-
RAP-42/2020 y acumulado confirmó el acuerdo del INE para celebrar las
elecciones.
12. Véase como ejemplo el caso de Coahuila: Instituto Electoral de
Coahuila. IEC/CG/064/2020. “Acuerdo del Consejo General del Institu-
to Electoral de Coahuila, mediante el cual se emiten los protocolos de
seguridad sanitaria para el Proceso Electoral Local Ordinario 2020, de
competencia de este organismo público local”. 30 de julio de 2020. Los
protocolos son los siguientes: Protocolo de Seguridad Sanitaria para Re-
gistro de Candidaturas; Protocolo de Seguridad Sanitaria para Campa-
ñas Electorales; Protocolo de Seguridad Sanitaria para Distribución de
Paquetes Electorales; Protocolo de Seguridad Sanitaria para el Programa
de Resultados Electorales Preliminares y Simulacros; Protocolo de Segu-
ridad Sanitaria para Recepción de Paquetes Electorales en los Comités

92
Otro asunto político relevante es la objeción de algunos gober-
nadores a las actuaciones del Gobierno Federal ante la pandemia
pues, a su juicio, han resultado insuficientes, además de señalar
la escasa consideración que les han dado para el diseño de las
estrategias nacionales contra la propagación del virus, y la falta
de apoyo económico de la Federación necesario para afrontarlas.
Estos gobernadores empezaron a reunirse e incrementarse, hasta
conseguir el número de diez entidades federativas que integraron
la llamada “Alianza Federalista”, y de cara a la pandemia empeza-
ron a tomar acciones más contundentes en sus territorios13.
Todavía es muy pronto para formular alguna valoración sobre
el papel que está desempeñando esta organización, pero se per-
fila como una entidad opositora nada desdeñable, frente al gran
poder y facultades que ejerce el titular del Ejecutivo que, como
ya dijimos, tiene gran influjo en la población, y su grupo político
tiene mayoría en las cámaras legislativas. En cualquier caso, el
ambiente político no es el más afortunado, porque no se aprecia
disposición autocrítica o de diálogo con el resto de actores políti-
cos. Es claro que se requerirán acciones de coalición y consenso
entre todas las partes afectadas para la recuperación social y eco-
nómica, pero estas no se aprecian del todo en un futuro cercano.

2.2. Contexto económico


En el contexto actual de contingencia sanitaria y desacelera-
ción económica, la pérdida de empleos no es la única causa de
disminución de ingresos en los hogares; también podemos encon-
trar la imposibilidad de hacer uso de las prestaciones laborales a
las que se tiene acceso mediante el trabajo formalizado.

Distritales al Término de la Jornada Electoral; Protocolo de Seguridad


Sanitaria para Sesiones de Cómputos Distritales; Protocolo de Seguridad
Sanitaria para Computo Estatal. Se encuentran disponibles en iec.org.mx.
13. La Alianza Federalista está integrada por los gobernadores de los
Estados de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Michoacán, Colima, Ja-
lisco, Aguascalientes, Guanajuato, Chihuahua y Durango. Ver, Gobierno
del Estado de Jalisco, Comunicado “Hacia un nuevo federalismo”, 7 de
marzo de 2020, disponible en https://www.jalisco.gob.mx/es/prensa/noti-
cias/107096.

93
Ante el aislamiento y confinamiento social de muchas perso-
nas a escala mundial, se han visto afectados, por ejemplo, los sec-
tores turístico y restaurantero. En el caso de México, esto plantea
un gran reto económico, puesto que el turismo representa el 8.7%
del Producto Interno Bruto14.
Por otra parte, se encuentra la caída de alrededor del 30% del
precio del petróleo, considerado una fuente histórica de ingresos
públicos15, así como la estrepitosa caída de los mercados bursá-
tiles16; por último, hay que considerar también la pronunciada
devaluación del peso mexicano, que venía oscilando entre $18.5 y
$20 pesos por dólar, escalando en esta contingencia hasta los casi
$25 pesos por dólar17.
En el aspecto económico-laboral, es posible hacer una divi-
sión en los diversos tipos de trabajo, con el fin de ver las impli-
caciones específicas en cada una de estas esferas. Con relación al
empleo formal, es necesario señalar que las personas que cuentan
con un lugar en esta población representan el 43.8% de la po-
blación ocupada18; sin embargo, entre febrero y marzo de 2020,
fue posible observar una desaceleración en la tasa de crecimiento
de las personas trabajadoras del Instituto Mexicano del Seguro
Social (IMSS) ocasionada por despidos, reducción de salarios y
quiebra de empresas19. Por lo que hace al 56.1% de personas que

14. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Producto Interno


Bruto Turístico, INEGI, México, 2020.
15. Centro de Estudios de las Finanzas Públicas. “Efecto del desplo-
me de los precios del petróleo en las finanzas públicas de México”. Nota
informativa de 22 de abril de 2020. México. Cámara de Diputados LXIV
Legislatura.
16. Secretaría de Hacienda y Crédito Público. “II. Informe sobre la
situación económica”. México. Gobierno Federal, 2020. Disponible en
https://www.finanzaspublicas.hacienda.gob.mx/work/models/Finanzas_
Publicas/docs/congreso/infotrim/2020/it/01inf/itinse_202001.pdf.
17. Según los datos del tipo de cambio y tasas publicados en el Diario
Oficial de la Federación.
18. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Encuesta Nacional
de Ocupación y Empleo (ENOE). Población de 15 años y más de edad.
México. INEGI, 2020. Disponible en https://www.inegi.org.mx/programas/
enoe/15ymas/.
19. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo So-
cial. La política social en el contexto de la pandemia por el virus Sars-
CoV-2 (COVID-19) en México. México, 2020.

94
representan la población ocupada en empleos informales20, es
claro que las afectaciones vinieron de la disminución de ventas
en sus actividades comerciales (generalmente ambulantes) en los
espacios públicos, donde la concurrencia de los clientes escaseó
por el autoconfinamiento.

2.3. Contexto social

Un estudio realizado por el Consejo Nacional de Evaluación


de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) dio a conocer que,
en México, 20.2 millones de habitantes no tienen acceso a la sa-
lud, 24.7 millones no cuentan con servicios básicos en sus vivien-
das y 25.5 millones no tienen acceso a una alimentación adecuada
y suficiente21.
En cuanto al comportamiento demográfico y las estimaciones
de edad de la población mexicana, el Consejo Nacional de Pobla-
ción elaboró un estudio que muestra que 9.7 millones de perso-
nas alcanzan la edad de 65 años o más22, mientras que un análisis
desarrollado por el Instituto Nacional de Geriatría (2016)23, de-
muestra que más de un tercio de las personas mayores de edad,
viven con dos enfermedades crónicas. Por lo anterior, es impor-
tante remarcar que ambas estadísticas demuestran el incremento
de riesgo de muerte por COVID-19 de dicho sector poblacional.
Una evaluación denominada “La política social en el contexto
de la pandemia por el virus SARS-CoV-2 (COVID-19) en México”,
desarrollada por el CONEVAL, estima que las carencias sociales

20. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo… op. cit., p. 4.


21. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo So-
cial. Resultados de pobreza en México 2018 a nivel nacional y por enti-
dades federativas. México. CONEVAL, 2018.
22. GONZÁLEZ, Karla D., “Envejecimiento demográfico en México:
análisis comparativo entre las entidades federativas”. En La situación de-
mográfica de México 2015. México. Secretaría de Gobernación. CONAPO,
2015.
23. GUTIÉRREZ ROBLEDO, Luis Miguel, AGUDELO BOTERO, Marcela,
GIRALDO RODRÍGUEZ, Liliana, et al. Hechos y Desafíos para un enve-
jecimiento saludable en México. México. Secretaría de Salud. Instituto
Nacional de Geriatría, 2016.

95
tendrán un mayor impacto en el acceso a alimentación, servicios
básicos, salud y en la seguridad social. Por lo anterior, el CONEVAL
considera necesario prestar atención especial durante y después
de la pandemia a los derechos de alimentación, salud, vivienda y
educación, los cuales se analizarán a continuación24.

a. Alimentación
La crisis sanitaria trajo consigo inestabilidad en la seguridad
alimentaria, comenzando por los programas en las tres órdenes
de gobierno, que consisten en brindar servicios de alimentación
en las escuelas, las cuales se vieron canceladas por la suspensión
de clases; esto tuvo como consecuencia la inseguridad de poder
otorgar la comida del día a los niños, niñas y adolescentes que la
percibían mediante estos planes otorgados por las Escuelas de
Tiempo Completo de la Secretaría de Educación Pública (SEP),
guarderías del IMSS y el Programa de Apoyo a la Educación Indí-
gena, entre otros.
Al respecto, la evaluación mencionada señala que la Seguri-
dad Alimentaria Mexicana inició colaboraciones con los gobiernos
estatales y municipales, así como con el Instituto Nacional de los
Pueblos Indígenas, para entregar despensas a las comunidades
con el objetivo de mitigar la problemática que se enfrenta en cuan-
to al derecho a la alimentación.

b. Salud
En 2018, según datos del CONEVAL, 20.2 millones de perso-
nas no tenían acceso a los servicios de salud, aunados al 57.2% de
la población nacional que no cuenta con seguridad social25. Estas
cifras resultan de gran relevancia para conocer las condiciones
actuales del país y, con ello, entender el elevado impacto social
que tendrá la pandemia.

24. Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo So-


cial. La política social en el contexto de la pandemia por el virus SARS-
CoV-2 (COVID 19) en México. México. CONEVAL, 2020.
25. Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo So-
cial. Medición de la pobreza. México, CONEVAL, 2020.

96
En efecto, hay que tomar en cuenta los aspectos geográficos
del país, en términos de su gran extensión, las largas distancias
entre comunidades y sus difíciles accesos. Estas condiciones pro-
vocan que los servicios de salud no puedan cubrir todas las regio-
nes y poblaciones, agudizándose la problemática por las desigual-
dades en el acceso y disfrute del derecho.
Por otro lado, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud
y Nutrición, hay diversos padecimientos que afectan a la pobla-
ción mayor de 20 años. En este sentido, el 10.3% contaba con un
diagnóstico de diabetes, el 75.2% con sobrepeso y obesidad, y el
18.4% con hipertensión. Estas cifras representan mayor riesgo de
morbilidad que, aunado al aumento en la demanda de los servi-
cios de salud, se traduce en una compleja problemática para el
Estado mexicano26.

c. Vivienda

Una de las principales recomendaciones que se han dado para


mitigar la proliferación del contagio, es el frecuente lavado de ma-
nos con agua y el continuo aseo de ropa27. No obstante, en México,
según las estadísticas realizadas por el CONEVAL, el 19.8% de la
población no tiene acceso a los servicios básicos de vivienda, y
el 7.2% de las viviendas no tiene acceso al agua; por lo anterior,
resulta complicado seguir estas recomendaciones28.

d. Educación

La Secretaría de Educación Pública anunció la suspensión de


clases a partir del 16 de marzo, como una de las medidas de
emergencia sanitaria, e implementó estrategias para que el es-
tudiantado continuara con sus actividades de aprendizaje desde

26. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Encuesta Nacional


de Salud y Nutrición 2018. México, INEGI, 2018.
27. Gobierno de México. Coronavirus, Adultos mayores. México. Go-
bierno Federal, 2020.
28. Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo So-
cial. Medición de la pobreza. México. CONEVAL, 2020.

97
casa. No obstante, es importante señalar que el uso de nuevas
tecnologías, como el internet y los sistemas de cómputo, no están
al alcance de toda la ciudadanía, por lo que los hogares con mayor
pobreza se encuentran en desventaja frente al resto.
Para dimensionar lo anterior, considérese que el 59.7% de los
hogares no contaba con conexión a internet en 201829, y en 2020
eso se traduce en una afectación de mayores dimensiones en la
brecha de aprendizaje entre las y los estudiantes de distintos ni-
veles socioeconómicos.

2.4. Contexto ambiental

Como se ha llegado a señalar30, existe suficiente evidencia


científica sobre el origen antrópico (generado por el ser huma-
no) de la crisis climática que enfrenta el planeta a causa de la
emisión de compuestos y gases de efecto invernadero. El cambio
climático, ciertamente, afecta los elementos relacionados con la
salud, como el aire, agua, alimentos, y sus efectos en el ambien-
te. Entre estos se puede destacar las temperaturas extremas, el
deshielo de los polos, aumento del nivel del mar, cambio en los
patrones de lluvia y mayor frecuencia e intensidad de fenómenos
hidrometeorológicos, como sucede a menudo en el país, causando
mucha devastación, especialmente entre la población en situación
de pobreza.
La aparición de enfermedades zoonóticas —que pueden trans-
mitirse entre animales y seres humanos— que causan la muerte
de millones de personas, como el Síndrome Respiratorio Agudo
Severo (SARS), el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS)
y, ahora el Coronavirus 2019 (COVID-19), se incrementa debido a
factores propios de la globalización, como el intercambio comer-

29. Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo So-


cial. La política social en el contexto de la pandemia por el virus SARS-
CoV-2 (COVID 19) en México. México. CONEVAL, 2020, p. 75.
30. ANGLÉS HERNÁNDEZ, Marisol, “COVID-19: entre la crisis climáti-
ca”, en GONZÁLEZ MARTÍN, Nuria (Coord.), Emergencia sanitaria por Co-
vid-19: Reflexiones desde el Derecho (I), Serie de opiniones técnicas so-
bre temas de relevancia nacional, núm. 14. México, IIJ-UNAM, 2020, p. 48.

98
cial, la movilidad internacional, las condiciones de salud de las
personas y el cambio climático. Este último amenaza, a largo pla-
zo, con agravar los problemas actuales y menoscabar los futuros
sistemas de salud, de protección social, suministro de alimentos
y agua, y la infraestructura, así como los ecosistemas que son
vitales para la salud.
Si bien los impactos del cambio climático en la salud se ob-
servan a escala mundial, estos afectan a cada país de forma dife-
renciada. México presenta un alto grado de vulnerabilidad a los
efectos del fenómeno, determinada por su ubicación geográfica,
topografía, hidrología y degradación ambiental, así como por sus
condiciones socioambientales, económicas y de salud, que tienen
cierto grado de adversidad. En consecuencia, el 68.2% de su po-
blación tiene alta probabilidad de ser gravemente impactada en la
salud por las manifestaciones del medio ambiente31.

3. La regulación del derecho a la salud en México

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud


como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solo la ausencia de afecciones o enfermedades. Señala también
que el máximo grado de salud que se puede lograr es uno de los
derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de
raza, religión, ideología política o condición económica o social32.
En nuestra legislación nacional, el derecho a la salud se en-
cuentra plasmado a nivel constitucional y en diversas legislacio-
nes secundarias. La Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos (CPEUM) establece el derecho a la salud en su artículo
4, garantizándolo para todas las personas. El propio precepto im-
pone, además, al Poder Legislativo, la obligación de definir las

31. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo So-


cial. Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2018.
Resumen ejecutivo. México. CONEVAL, 2018.
32. Organización Mundial de la Salud. ¿Cómo define la OMS la sa-
lud? OMS, 2020. Disponible en https://www.who.int/es/about/who-we-are/
frequently-asked-questions.

99
bases y modalidades para acceder a los servicios de salud, y dis-
pone la concurrencia entre los distintos niveles de gobierno en la
materia.
La Ley General de Salud es la normativa principal que desa-
rrolla los mandatos en la materia, que están dispuestos en el ar-
tículo 4 constitucional. En su articulado se reglamenta el derecho
a la protección de la salud que tiene toda persona, y establece las
bases y modalidades para acceder a los servicios de salud y la
concurrencia para otorgarlos entre la federación y las entidades
federativas. Dicha ley tiene, entre sus finalidades, la de garantizar
el bienestar físico y emocional de las personas; la prolongación
y mejoramiento de la calidad de la vida humana, y el disfrute de
servicios de salud y asistencia social que satisfagan eficaz y opor-
tunamente las necesidades de la población, entre otras.
Además de estas dos principales normativas, se encuentra
otra serie de leyes generales que protegen el derecho a la salud en
el Estado mexicano; es el caso de la Ley de los Institutos Naciona-
les de Salud, Ley del Seguro Social, Ley Federal del Trabajo, Ley
General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, etc.33.
Por otro lado, es importante destacar que la Constitución in-
corpora al orden jurídico nacional todos los derechos humanos
previstos en los tratados internacionales firmados por el Estado
mexicano. Esto es relevante, pues el ámbito de los derechos reco-
nocidos se amplía significativamente; basta que el tratado inter-
nacional contenga un derecho humano, para que sea reconocido
nacionalmente, es decir, no tiene que ser específicamente un “tra-
tado internacional de derechos humanos”. De igual modo, no hace
falta una ley nacional para replicar o habilitar el contenido del tra-
tado en el país, sino que se considera el derecho humano previsto
en el tratado como normativa nacional de fuente internacional con
vinculación directa34.

33. Toda la legislación federal mexicana está disponible en el portal


de internet de la Cámara de Diputados, en: http://www.diputados.gob.mx/
LeyesBiblio/index.htm
34. Ver, en este sentido, el contenido del artículo 1, primer párrafo de
la CPEUM que a la letra dice: “En los Estados Unidos Mexicanos todas las

100
De acuerdo con lo anterior, la regulación del derecho a la
salud, contemplada en el Pacto Internacional de Derechos Eco-
nómicos, Sociales y Culturales, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, el Protocolo Adicional a la Convención Ame-
ricana en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
“Protocolo de San Salvador”, entre otros tratados en materia de
derechos humanos que regulan la salud, son de aplicación nacio-
nal. Lo mismo vale decir de las resoluciones y recomendaciones
de los órganos encargados del cumplimiento e interpretación de
dichos tratados.
En otras palabras, el estándar internacional del derecho a
la salud es norma nacional y obligatoria en el Estado mexicano.
Consecuentemente, de acuerdo con el contenido de los tratados,
se asume que este derecho es inalienable y aplicable a todas las
personas, sin importar su condición social, económica y cultural;
que el gobierno está obligado a implementar medidas que permi-
tan mantener la salud de todas y todos sus habitantes, incluyendo
la disponibilidad de servicios de salud, condiciones de trabajo
saludables y seguras; y que igualmente, existe la obligación de ve-
lar por los derechos vinculados que permiten su realización, por
ejemplo la vivienda adecuada y buena alimentación.
Considerando la jurisprudencia y las recomendaciones de los
órganos encargados oficialmente de aplicar e interpretar los tra-
tados internacionales, destaquemos la doctrina de la Corte Inte-
ramericana de Derechos Humanos (Corte IDH) que, como hemos
dicho, es igualmente vinculante en el ámbito nacional. La Corte ha
definido el derecho a la salud como aquel que tiene toda perso-
na a gozar del más alto nivel de bienestar físico, mental y social,
abarcando la atención de salud oportuna y apropiada conforme
a los principios de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y
calidad35.

personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitu-


ción y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea
parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no po-
drá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones
que esta Constitución establece”.
35. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Cuscul Piva-
ral y otros Vs. Guatemala. Sentencia de 23 de agosto de 2018, párr. 107.

101
Sobre estos principios, recordemos la definición de la Obser-
vación General 14 del Comité DESC para entender su conteni-
do. En cuanto a la disponibilidad, obliga a los Estados a contar
con un número suficiente de establecimientos, bienes y servicios
públicos de salud; la accesibilidad consiste en que estos deben
estar al alcance efectivo de toda la población (asequibles, cerca-
nos geográficamente y adecuados físicamente, con acceso a la
información), sin hacer distinción alguna. Respecto al principio
de aceptabilidad, este supone que los establecimientos, bienes y
servicios de salud deberán ser respetuosos de la ética médica y
culturalmente apropiados para todas las personas. Por último, el
principio de calidad se refiere a que, además de ser aceptables
desde el punto de vista cultural, los establecimientos, bienes y
servicios de salud deben ser apropiados desde el punto de vista
científico y médico, y de buena calidad36.
Volviendo a la jurisprudencia de la Corte IDH para seguir el
contenido del derecho a la salud aplicable en el país, tenemos
que el Estado tiene la obligación inmediata de adoptar medidas
eficaces con el fin de garantizar el acceso sin discriminación a
las prestaciones de ese derecho37. De igual modo, debe cumplir
la obligación de no regresividad en la materia, es decir, de desa-
rrollar las acciones de protección del derecho de modo constante
y progresivo en su efectividad, omitiendo conductas en sentido
contrario a lo avanzado38. Ciertamente, la Corte IDH ha señalado
lo anterior, precisando también la necesidad de contar con la fle-
xibilidad necesaria que refleje las realidades del mundo y las di-
ficultades que implica para cada Estado el asegurar la efectividad
de este derecho39.

36. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Comité


DESC). Observación General núm. 14. El derecho al disfrute del más alto
nivel posible de salud. 22 periodo de sesiones, 25 de abril a 12 de mayo
de 2000.
37. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala… op. cit., párr. 98;
Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349, párr. 104.
38. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala… op. cit., párr. 98.
39. Ibíd., párr. 141.

102
Por otra parte, hay que mencionar el llamado de atención que
han planteado algunos órganos internacionales para remarcar la
obligación de respetar los derechos humanos en la pandemia, por
más extraordinaria que resulte la situación. Por ejemplo, la De-
claración 1/20 de la Corte IDH40, que marca la resolución de los
desafíos de la pandemia y los derechos humanos en el multilate-
ralismo. Además, nos recuerda los estándares del derecho a la
salud, insistiendo en que las limitaciones a los derechos deben
ser temporales, bajo criterios razonables, proporcionales y nece-
sarios y sin discriminación. Por otra parte, están las Resoluciones
adoptadas por la Comisión Interamericana de Derechos Huma-
nos, que igualmente fijan los estándares y recomendaciones sobre
las medidas de contención en la pandemia con pleno respeto a
los derechos humanos, así como directrices de actuación para el
respeto de los derechos de las personas infectadas41.
En resumen, la protección del derecho a la salud, protegido
por nuestra normativa de fuente nacional e internacional, se re-
sume en cuatro puntos fundamentales: la no discriminación en el
acceso a los sistemas de salud, la prohibición de realizar medidas
regresivas, el otorgar la atención de salud oportuna y apropiada
conforme a los principios de disponibilidad, accesibilidad, acep-
tabilidad y calidad y, por último, el deber de otorgar un cuidado
especial a los grupos en situación de vulnerabilidad.

40. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Declaración de la


Corte Interamericana de Derechos Humanos 1/20: COVID-19 y derechos
humanos: los problemas y desafíos deben ser abordados con perspecti-
va de derechos humanos y respetando las obligaciones internacionales.
9 de abril de 2020.
41. Se trata de la Resolución 1/2020 Pandemia y Derechos Huma-
nos en las Américas y la Resolución 4/2020 Derechos Humanos de las
Personas con Covid-19. Considérese, entre otras, la Declaración del Co-
mité DESC. Statement on the coronavirus disease (COVID-19) pandemic
and economic, social and cultural rights. 6 de abril de 2020. U.N. Doc.
E/C.12/2020/1.

103
4. Medidas adoptadas por el Estado mexicano

Resulta importante destacar que las medidas adoptadas por


el Estado mexicano en la pandemia son de corte administrativo
o reglamentario pues, como se sabe, es la vía más ágil para nor-
mar situaciones de emergencia. El marco jurídico federal ha sido
modificado escasamente y las reducidas reformas que se han rea-
lizado no parecen motivadas directamente por la crisis sanitaria,
como se verá más adelante. Incluso, ha sido objeto de críticas
que el Poder Legislativo Federal haya suspendido labores en las
primeras fases pandémicas, mermando su función de control so-
bre las medidas adoptadas por el Poder Ejecutivo42. La actuación
legislativa, en cambio, se ha visto más utilizada en algunas enti-
dades federativas, donde incluso ha habido ejercicios de control
constitucional local por parte del poder judicial de las entidades43,
situación hasta el momento inédita en la federación.
Las medidas administrativas adoptadas por el Poder Ejecutivo
tienen base en una de las hipótesis que la Constitución mexicana
contiene para autorizar al Presidente de la República para legislar
en casos especiales. Aquí nos referimos a los supuestos de “epi-
demias de carácter grave o peligro de invasión de enfermedades
exóticas en el país”, en los que la Secretaría de Salud y el Consejo

42. Véase en este sentido: GARZA ONOFRE, Juan Jesús, LÓPEZ AY-
LLÓN, Sergio, LUNA PLA, Issa, et al., “Democracia en vilo -y Constitución
también-”, en GONZÁLEZ MARTÍN, Nuria y VALADÉS, Diego (coords.).
Emergencia Sanitaria por Covid-19: Derecho Constitucional Compara-
do. Serie de opiniones técnicas sobre temas de relevancia nacional, núm.
20. México, IIJ-UNAM, pp. 133-137.
43. PATIÑO FIERRO, Martha Patricia y CRUZ REYES, Gerardo. “Las
medidas adoptadas por las entidades federativas ante la emergencia del
Covid-19”. En Cuaderno de Investigación, núm. 7. 2020, México. Senado
de la República. Véase fundamentalmente el caso Coahuila, en donde la
Acción de Inconstitucionalidad Local 3/2020, de 11 de mayo de 2020,
declaró la constitucionalidad del Decreto que establecía limitaciones a la
movilidad en el Estado. La sentencia está disponible en http://www.pjecz.
gob.mx/. Puede verse una panorámica sobre el resto de entidades federati-
vas en ASTUDILLO, César y CONCHA CANTÚ, Hugo (coords.) El federalismo
de emergencia: México ante la pandemia. México. En prensa.

104
de Salubridad General (CSG) pueden tomar medidas preventivas
indispensables y obligatorias en materia de salubridad (art. 73,
fracc. XVI). Cabe resaltar que las dos entidades son dependientes
del Poder Ejecutivo; la primera como secretaría del gabinete y
la segunda como órgano colegiado, constitucionalmente provisto
de autoridad sanitaria en todo el país con funciones normativas,
consultivas y ejecutivas, integrado fundamentalmente por titula-
res de la Administración Pública Federal y algunas instituciones
académicas y profesionales44.
En ejercicio de estas facultades, se pudo advertir a la Secre-
taría de Salud emitiendo, en el mes de febrero, las primeras me-
didas de preparación, prevención y control de la enfermedad. En
específico, se trataba de una serie de normas y protocolos técni-
cos para la atención de la enfermedad en los centros públicos y
privados del país45.
En marzo tuvieron lugar las medidas más contundentes, deto-
nándose una serie de acuerdos administrativos como reacción de
la inmensa mayoría de las entidades de la administración pública
federal y los poderes legislativo y judicial. Lo anterior, ciertamen-
te, impulsado por la veloz propagación del virus en el mundo y la
declaración de pandemia de la OMS el 11 de marzo. En México,
el 19 de ese mes, se llevó a cabo la primera sesión extraordinaria
del CSG del año, no sin críticas, por no haberse convocado más
temprano, cuando las señales de la crisis ya se avizoraban desde
febrero46.

44. Art. 73, fracción XVI de la CPEUM, art. 4, fracción II, y 15 de la


Ley General de Salud, y art. 1 del Reglamento Interior del Consejo de
Salubridad General. Un estudio de interés sobre el Consejo en COSSÍO
DÍAZ, José Ramón, et al., “Reflexiones constitucionales sobre el Consejo
de Salubridad General”, en Gaceta Médica de México, núm. 149, 2013,
pp. 356-362.
45. Por ejemplo, se puede destacar el “Lineamiento para la atención
de pacientes por COVID-19”, publicado el 14 de febrero de 2020, que dis-
pone los protocolos a seguir en los diversos niveles de atención de la
enfermedad; el “Lineamiento estandarizado para la vigilancia epidemioló-
gica y por laboratorio de COVID-19”, publicado el 27 de febrero, donde se
norma la vigilancia epidemiológica dentro del Sistema Nacional de Salud.
46. SERNA DE LA GARZA, José María, “Covid-19 y Constitución en
los Estados Unidos Mexicanos”, en GONZÁLEZ MARTÍN, Nuria y VALADÉS,

105
Los acuerdos de esta sesión extraordinaria del CSG se publi-
caron en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 23 de mar-
zo de 2020. En esta disposición se reconoció la epidemia de Co-
vid-19 como una “enfermedad grave de atención prioritaria”, se
sancionaron las medidas de prevención implementadas previa-
mente por la Secretaría de Salud, habilitándola para establecer
las subsiguientes, y se exhortó a los gobiernos de las entidades
federativas a definir planes de expansión de los servicios hospita-
larios para hacer frente a la pandemia47.
Al día siguiente, en el DOF se publicaron dos disposiciones
normativas de gran relieve. Una fue el Acuerdo de la Secretaría de
Salud, por el que se establecieron las medidas preventivas para
mitigar y controlar los riesgos para la salud que supone la Co-
vid-19; y otro fue el Decreto emitido por el Presidente de la Re-
pública, donde sanciona el aludido Acuerdo de la Secretaría de
Salud48.
Las medidas preventivas se definieron en ese Acuerdo como
“aquellas intervenciones comunitarias definidas en la ‘Jornada
Nacional de Sana Distancia’, que tienen como objetivo el distan-
ciamiento social para la mitigación de la transmisión poblacio-
nal del virus”. Las medidas estaban dirigidas al sector público,

Diego (coords.), Emergencia Sanitaria por Covid-19: Derecho Constitu-


cional Comparado. Serie de opiniones técnicas sobre temas de relevancia
nacional, núm. 20, México, IIJ-UNAM, p. 142.
47. Consejo de Salubridad General. “Acuerdo por el que se reconoce
la epidemia de enfermedad por el virus SARS-CoV2 (COVID-19) en México,
como una enfermedad grave de atención prioritaria, así como se estable-
cen las actividades de preparación y respuesta de dicha pandemia”. En
Diario Oficial de la Federación, 23 de marzo de 2020.
48. Ver, en el mismo orden, Secretaría de Salud. “Acuerdo por el que
se establecen las medidas preventivas que se deberán implementar para
la mitigación y control de los riesgos para la salud que implica la enfer-
medad por el virus SARS-CoV2 (COVID-19)”. En Diario Oficial de la Fede-
ración, 24 de marzo de 2020; Presidencia de la República. “Decreto por
el que se sanciona el Acuerdo por el que se establecen las medidas pre-
ventivas que se deberán implementar para la mitigación y control de los
riesgos para la salud que implica la enfermedad por el virus SARS-CoV2
(COVID-19)”. En Diario Oficial de la Federación, 24 de marzo de 2020.

106
privado y social, y fundamentalmente eran las siguientes: evitar
la asistencia a lugares concurridos (trabajo, espacios públicos,
eventos con más de 100 personas, luego se redujo a 50), suspen-
sión temporal de actividades escolares (hasta el 17 de abril, luego
se prorrogó), suspensión de actividades no esenciales y medidas
básicas de higiene49.
Por más encomiables que pudieran parecer las medidas re-
señadas, lo cierto es que llegaron con cierto retraso, por lo que
no fue extraño ver cómo dependencias de la propia administra-
ción pública federal y de los poderes del Estado se adelantaron
casi una semana a tomar medidas de protección. La Secretaría
de Educación Pública había suspendido las clases desde el 16 de
marzo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación suspendió la-
bores jurisdiccionales el 18 de marzo, y el 20 de marzo ya habían
suspendido plazos y términos legales de sus procedimientos la
Auditoría Superior de la Federación, el Consejo de la Judicatura
Federal, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y la Se-
cretaría de la Función Pública, entre otras50.
El 27 de marzo la Presidencia de la República publicó en el
DOF un Decreto más para declarar acciones extraordinarias en
materia de salubridad y hacer frente a la pandemia en regiones es-
pecialmente afectadas. En tal sentido, se facultó a la Secretaría de
Salud para utilizar como elementos auxiliares todos los recursos
médicos y de asistencia social de los sectores público, social y pri-
vado existentes en las regiones afectadas y colindantes; y a adqui-
rir todo tipo de bienes y servicios, a nivel nacional o internacional,
sin necesidad de licitación pública, para atender la pandemia51.

49. Lavado frecuente de manos, estornudar o toser cubriendo boca


y nariz con un pañuelo desechable o con el antebrazo; saludar aplicando
las recomendaciones de sana distancia (evitar saludar de beso, de mano o
abrazo) y recuperación efectiva para las personas que presenten síntomas
de  SARS-CoV2 (COVID-19) (evitar contacto con otras personas, desplaza-
mientos en espacios públicos y mantener la sana distancia, durante los
15 días posteriores al inicio de los síntomas).
50. Puede verse una relación de los acuerdos publicados en: http://
dof.gob.mx/2020/DOF/COVID19_DOF_160420.pdf
51. Presidencia de la República. “Decreto por el que se declaran ac-
ciones extraordinarias en las regiones afectadas de todo el territorio na-

107
El 30 de marzo el CSG emitió finalmente la declaratoria de
“emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor”, al considerar
la tendencia de aumento en el número de casos y la necesidad
de proteger la salud de la población52. Al día siguiente, el 31 de
marzo, la Secretaría de Salud publicó en el DOF acciones extraor-
dinarias: prorrogó al 30 de abril la suspensión de actividades no
esenciales y estableció para las esenciales restricciones y medidas
de higiene. Al resto de la población se le “exhortó” a cumplir “res-
guardo domiciliario”, entendido como la “limitación voluntaria
de movilidad, permaneciendo en el domicilio particular o sitios
distinto al espacio público, el mayor tiempo posible”. Estableció,
además, un catálogo más desarrollado de las actividades consi-
deradas esenciales; en este punto, llama la atención que dio esta
calidad a las actividades de los otros dos poderes del Estado: la
impartición de justicia y la actividad legislativa53.
En el transcurso de los siguientes días vendrían más acuer-
dos para precisar las acciones extraordinarias previstas en los
decretos reseñados, en términos de especificar las instituciones
facultadas para hacer las adquisiciones y pagos de bienes y ser-
vicios; definir las secretarías encargadas de prestar asesoría en
las operaciones (3 de abril); establecer lineamientos técnicos para

cional en materia de salubridad general para combatir la enfermedad gra-


ve de atención prioritaria generada por el virus SARS-CoV2 (COVID-19)”.
En Diario Oficial de la Federación, 27 de marzo de 2020.
52. Consejo de Salubridad General. “Acuerdo por el que se declara
como emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor, a la epidemia de
enfermedad generada por el virus SARS-CoV2 (COVID-19)”. En Diario Ofi-
cial de la Federación, 30 de marzo de 2020.
53. Secretaría de Salud. “Acuerdo por el que se establecen acciones
extraordinarias para atender la emergencia sanitaria generada por el vi-
rus SARS-CoV2”. En Diario Oficial de la Federación, edición vespertina,
31 de marzo de 2020. El acuerdo prevé, como acción extraordinaria, la
“modificación de la integración” del Consejo de Salubridad General, inte-
grando como “vocales titulares” a 6 Secretarías de Estado: Gobernación,
Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Marina, Seguridad y Trabajo.
Luego, el 3 de abril, vendría una nota aclaratoria en el DOF para eliminar
las menciones a la reconfiguración orgánica del Consejo, para dejarlo en
una simple “participación en las sesiones”.

108
determinadas actividades industriales esenciales (6 de abril); fijar
el tratamiento de cadáveres no reclamados de fallecidos por Co-
vid-19 y medidas para el registro de defunciones (17 de abril)54.
El 21 de abril se publicó en el DOF un acuerdo para extender
la “Jornada Nacional de Sana Distancia”; esto es, fundamental-
mente, la suspensión de actividades no esenciales y el autocon-
finamiento domiciliario hasta el 30 de mayo, aunque para el 18
del mismo mes cabría la posibilidad de dejar de implementarse
en “aquellos municipios del territorio nacional que a esta fecha
presenten baja o nula transmisión”. Este precepto pudo desarro-
llarse el 14 de mayo en donde se publicó la estrategia para reini-
ciar las actividades sociales, educativas y económicas de manera
ordenada y gradual, así como un sistema que permitiera evaluar
semanalmente el riesgo epidemiológico relacionado con la reacti-
vación.
Para la reactivación gradual se establecieron tres etapas. La
primera comenzó el 18 de mayo, para retornar a las actividades
en los municipios donde no se hubieran presentado casos de co-
vid-19 (y que los municipios vecinos tampoco lo hayan tenido);
la segunda etapa fue del 18 al 31 de mayo, consistente en aplicar
medidas de preparación, tales como elaborar protocolos sanita-
rios, capacitar al personal, readecuar espacios y procesos, filtros
de ingreso, sanitización e higiene en el trabajo; y la tercera etapa
inició el 1 de junio, y con esta el reinicio de actividades, de confor-
midad con un semáforo de riesgo epidemiológico por regiones55.

54. Secretaría de Salud. “Acuerdo por el que se prohíbe la incinera-


ción de cuerpos no identificados e identificados no reclamados fallecidos
a consecuencia de la enfermedad por el virus SARS-CoV2 (COVID-19) y se
sugieren medidas para el registro de las defunciones en el marco de la
emergencia sanitaria”. En Diario Oficial de la Federación, 17 de abril de
2020.
55. Secretaría de Salud. “Acuerdo por el que se establece una estrate-
gia para la reapertura de las actividades sociales, educativas y económicas,
así como un sistema de semáforo por regiones para evaluar semanalmen-
te el riesgo epidemiológico relacionado con la reapertura de actividades en
cada entidad federativa, así como se establecen acciones extraordinarias”.
En Diario Oficial de la Federación, 14 de mayo de 2020. Al día siguien-

109
El semáforo fue una medida implementada para transitar
hacia una “nueva normalidad”, con el objetivo de monitorear la
regulación del espacio público según el riesgo de contagio de CO-
VID-19. Este instrumento consiste en cuatro colores: rojo, en el
que solo se permiten las actividades económicas esenciales; na-
ranja, en el cual se autorizan actividades en espacios públicos y la
operación de labores no esenciales de modo reducido; el amarillo
permite todas las actividades laborales (esenciales y no), en espa-
cios públicos y en lugares cerrados con restricciones; y finalmente
el verde, que faculta realizar todas las actividades, y es el único
momento en que se admiten las actividades escolares56.
En ejecución de la segunda etapa de la estrategia para estable-
cer protocolos y mecanismos de seguridad sanitaria en las empre-
sas, se publicó el 29 de mayo el “Acuerdo por el que se establecen
los Lineamientos Técnicos Específicos para la Reapertura de las
Actividades Económicas”57. En estos lineamientos se dieron las
herramientas, principios y criterios para que las empresas aplica-
ran las medidas de promoción de la salud y seguridad sanitaria
de los trabajadores, de acuerdo con su tamaño, sector, riesgo epi-
demiológico, áreas de trabajo comunes, sanitarias y administrati-
vas, incluyendo la información y capacitación que debe realizarse,
el equipo de protección personal que debe utilizarse y las medidas
especiales para la población vulnerable.
Hasta aquí la crónica esencial de las medidas normativas ur-
gentes adoptadas por el Poder Ejecutivo para hacer frente a la
pandemia. De este recuento podemos hacer una serie de reflexio-

te se publicaron precisiones a este acuerdo, relacionadas con la puesta


en marcha de la industria de la construcción, minería y fabricación de
equipo de transporte, consideradas por el instrumento como actividades
esenciales.
56. Gobierno de México. Semáforo Covid-19. México, 2020. En
https://coronavirus.gob.mx/semaforo/.
57. Secretaría de Salud; Secretaría de Economía; Secretaría del Tra-
bajo y Previsión Social; Instituto Mexicano del Seguro Social. “Acuerdo
por el que se establecen los Lineamientos Técnicos Específicos para la
Reapertura de las Actividades Económicas”. En Diario Oficial de la Fede-
ración, 29 de mayo de 2020.

110
nes críticas, a fin de aportar a la discusión que se está dando en
el país para solventar las situaciones problemáticas planteadas.
En primer lugar, conviene destacar la falta de control político
sobre las medidas del Ejecutivo por parte del Poder Legislativo
Federal, que estuvo en cuarentena buena parte del periodo; asi-
mismo, cabe señalar que no ha habido escrutinio judicial al más
alto nivel sobre las decisiones adoptadas, por lo que no se ha te-
nido oportunidad de valorar su necesidad y proporcionalidad, de
acuerdo con el marco constitucional58.
En segundo lugar, se puede apreciar que algunas medidas se
formularon como recomendaciones a la población que carecieron
de efectos obligatorios, quedando a voluntad de los destinatarios,
por lo que es difícil fincar formalmente obligaciones y responsa-
bilidades jurídicas. Sobre este punto, cabe preguntarse si esta
estrategia de corte voluntario o sugerido es conforme con la obli-
gación estatal de proteger la salud, o si por el contrario la eficacia
en la ocasión descansaba en la imperatividad, como se pudo ver
en otros países, e incluso en algunas entidades federativas, que
respondieron con acciones obligatorias; por ejemplo, restriccio-
nes a la movilidad o el uso del cubre boca.
Ciertamente, algunas medidas del Gobierno Federal sí fueron
con carácter coercitivo y afectaron derechos. Por ejemplo, el dere-
cho al trabajo, al suspender las labores no esenciales; otras limi-
taron el derecho de reunión y asociación, al prohibir concentra-
ciones de cincuenta personas; sin embargo, como ya se dijo, no se
tiene al momento un escrutinio judicial sobre la necesidad y cons-
titucionalidad de estas. Quizá en este punto convenga, de lege fe-
renda, dotar de garantías específicas al mecanismo de normativa
de emergencia sanitaria del art. 73, fracción XVI, que se utilizó a
fin de evitar situaciones arbitrarias, que son siempre factibles.

58. Así lo señala también GARCÍA LÓPEZ, María Elisa. “Restricciones


a los derechos fundamentales en México en tiempos de emergencias sa-
nitarias”. En BARCELÓ ROJAS, Daniel, DÍAZ RICCI, Sergio, GARCÍA ROCA,
Javier, et al. (Vs). Covid 19 y parlamentarismo. Los Parlamentos en cua-
rentena. México. IIJ-UNAM, Instituto de Derecho Parlamentario, 2020, p.
249.

111
En tercer lugar podemos señalar que, aunque hubo esfuerzos
por aquilatar las medidas administrativas atendiendo a cierta po-
blación vulnerable (prohibición de acudir al centro de trabajo a
mayores, embarazadas o lactantes, enfermos crónicos), no se con-
siguió del todo ponerlas en línea con la diversidad de grupos exis-
tentes: niñez, personas con discapacidad, migrantes, refugiadas,
defensoras de derechos humanos, indígenas, privadas de la liber-
tad, LGBTIQ+, quienes viven del trabajo informal, o poblaciones
de barrios y zonas precarias. Las particularidades o dimensiones
especiales son muy importantes pues, de no tomarlas en cuenta,
los efectos de la normativa se vuelven discriminatorios, tal y como
lo ha dejado asentada la jurisprudencia de la Corte IDH59.
Ahora permítasenos una consideración final. Como se refirió
al inicio, la creación de legislación federal fue escasa, y la que se
suscitó no fue con el motivo esencial de atender la pandemia. La
hipótesis es que los cambios obedecieron a una agenda que ya
venía en camino, y que se aprovechó el momento para vincularla
de alguna forma con la situación de salud. El primer asunto es la
creación de la Ley de Amnistía (22 de abril), y el segundo, la refor-
ma constitucional al artículo 4 (8 de mayo).
La Ley de Amnistía se promulgó en el DOF el 22 de abril de
2020. Es una ley de tan solo ocho artículos que, entre otros asun-
tos, beneficiará con la liberación a personas que cometieron de-
litos que no son graves, y que se encuentran en situación de po-
breza o extrema vulnerabilidad. No es este el lugar para analizar
las múltiples aristas que supone la ley, las cuales la han hecho
muy polémica (al punto que hubo una votación muy dividida en
el Congreso), pero vale mencionar que una de las motivaciones
del Gobierno fue que la ley era para enfrentar la pandemia y des-
presurizar, de algún modo, la sobrepoblación y el contagio en las
cárceles. Ciertamente, en el caso se podrá aprovechar para ello,
sin embargo, más bien es producto de una agenda de la sociedad
civil para liberar personas que habían sido privadas de su liber-
tad injusta y desproporcionadamente60.

59. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala… op. cit.


60. Ver, en este sentido, ERREGUERENA, Isabel, HUBERT, Maïsa y VAL-
GAÑÓN, Viridiana. “Ley de Amnistía en México: más allá de los mitos”. En

112
La reforma del artículo 4 constitucional se publicó oficialmen-
te el 8 de mayo. Como ya se mencionó, entre los temas que regula
está el de la salud, estableciendo el derecho que tiene toda perso-
na a que le sea protegido. La adición consistió, básicamente, en
precisar la “extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa” de los
servicios de salud para la atención integral y gratuita a las perso-
nas que no cuenten con seguridad social. Otra adición consistió
en la constitucionalización de los programas sociales impulsados
por el Presidente de la República, lo que en realidad constituye la
motivación de la reforma, y no propiamente la situación pandé-
mica.
Valen la pena estas últimas precisiones pues, ciertamente,
ponen de relieve el excesivo influjo del Poder Ejecutivo en este
periodo. Igualmente, se echa en falta una mayor intervención del
Poder Legislativo en el marco de las situaciones pandémicas. Este
es un aspecto estructural y constitucional que deberá atenderse
próximamente, pues es claro que los equilibrios de poder ayudan
a proteger los derechos humanos.

Justicia en las Américas. Blog de la Fundación para el Debido Proceso.


25 de mayo de 2020. Disponible en https://dplfblog.com/2020/05/25/ley-
de-amnistia-en-mexico-mas-alla-de-los-mitos/.

113
IV

GUATEMALA:
EL ABANDONO DE DÉCADAS TOCA A LA PUERTA*

Alfredo Ortega Franco

1. Introducción

“Catástrofe” es una palabra demasiado habitual para referirse


a cualquier situación en Centroamérica. Es difícil no utilizar ad-
jetivos al escribir sobre la región y la situación en particular de
cada uno de los países. El acceso al derecho de toda persona al
disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental (en ade-
lante “derecho a la salud”) no es la excepción. Previsiblemente, las
debilidades institucionales que históricamente han aquejado a la
mayoría de la región se manifestaron en su expresión más aguda
durante la crisis sanitaria producida por el virus SARS-CoV-2 (en
adelante “pandemia” o “crisis sanitaria”).
Analizar el derecho a la salud, por su naturaleza misma, exi-
ge consideraciones desde lo jurídico, lo político y lo social. Para
efectos del presente capítulo, se procurará un enfoque desde el
derecho internacional de los derechos humanos, derecho consti-
tucional, y algunas consideraciones desde la política pública. Sin
embargo, quien escribe reconoce sus limitaciones para realizar
un diagnóstico exhaustivo de la respuesta estatal a la crisis sa-
nitaria pues, como abogado, carece de las herramientas con que
contaría un profesional de la salud pública.

* El autor agradece la asistencia de Katherine Molina y Stephanie


Davie para la preparación de este trabajo.

115
Este capítulo se divide en tres partes: la primera, realiza con-
sideraciones generales sobre la situación del acceso al derecho a
la salud en Guatemala; la segunda, examina el marco normativo
constitucional relevante para el país y, la tercera, presenta algu-
nos datos sobre la respuesta del Estado de Guatemala frente a la
crisis sanitaria. Finalmente, se presentan las conclusiones.

2. Situación del derecho a la salud en Guatemala


antes de la pandemia

La vulnerabilidad del sistema de salud de Guatemala es un


hecho notorio. No se requieren estudios especializados para lle-
gar a esta conclusión. La realidad cotidiana de la ciudadanía gua-
temalteca consiste en no esperar mucho —o nada— de las insti-
tuciones del Estado. Sin embargo, esta sección pretende esbozar,
en términos generales, cuál era la situación de Guatemala en lo
que respecta al acceso y garantía del derecho a la salud antes del
inicio de la crisis sanitaria por el virus SARS-CoV-2.
Esta sección se refiere a dos elementos contextuales. Prime-
ro, presenta información relativa a tres indicadores básicos que
permiten una aproximación a la situación del acceso a la salud en
el país. En segundo lugar, presenta generalidades del diseño ins-
titucional encargado de garantizar el derecho a la salud, así como
algunas de sus vicisitudes, limitaciones y debilidades. Como se
dijo inicialmente, este documento no pretende ser exhaustivo,
sino brindar algunos elementos que permitan dimensionar los
retos que enfrenta el país en la materia.

2.1. Algunos indicadores básicos: desarrollo humano,


desnutrición y mortalidad materna

Es ineludible, al analizar la situación de cualquier derecho


humano en Guatemala, tener presente las cifras de pobreza y des-
igualdad en el país. Para 2018, se estimó que la pobreza multidi-

116
mensional alcanzó 70.3%1. Esto es especialmente grave, si se tiene
en cuenta que “Guatemala es uno de los cuatro países con mayor
nivel de desigualdad de América Latina, que a su vez es una de las
regiones más desiguales del mundo”2. El índice de desarrollo hu-
mano de 2019 ubicaba a Guatemala en la posición 1263; es decir,
el tercer peor evaluado de la región latinoamericana, solamente
después de Honduras y Haití.
Asimismo, Guatemala es el país con el peor índice de des-
nutrición crónica en América Latina4. Según la última encuesta
nacional de Salud Materno Infantil (EMSMI), en 2015 existía una
prevalencia de desnutrición crónica de 46.7% en la población me-
nor de cinco años5; este porcentaje se incrementa a 60% en po-
blaciones indígenas6. En 2019 se registró un incremento de 22%
en casos atendidos por la Secretaría de Seguridad Alimentaria y
Nutricional respecto de 20187.

1. Consejo de Derechos Humanos. Informe anual del Alto Comisio-


nado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre las ac-
tividades de su oficina en Guatemala. A/HRC/40/3/Add.1. ONU, Ginebra,
2018, párr. 65.
2. Ídem.
3. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Índice de
desarrollo humano: perfil de país - Guatemala. ONU, Nueva York, 2019.
Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de http://hdr.undp.
org/en/countries/profiles/GTM
4. Consejo de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial so-
bre el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de
salud física y mental, Anand Grover. A/HRC/17/25/Add.2. ONU, Ginebra,
2011, párr. 27.
5. Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social. Encuesta Nacional
de Salud Materno Infantil (ENSMI) 2014-2015. Informe Final. MSPAS/INE/
ICF, 2015, p. 290. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de
http://www.ine.gob.gt/images/2017/encuestas/ensmi2014_2015.pdf
6. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los De-
rechos Humanos. Declaración final de la Relatora Especial de las Nacio-
nes Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, Victoria Tauli-
Corpuz al concluir su visita a Guatemala. ONU, Ginebra, 2018. Consulta-
do el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de https://www.ohchr.org/SP/
NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=23068&LangID=S
7. Consejo de Derechos Humanos. Informe anual del Alto Comisio-
nado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre las ac-
tividades de su oficina en Guatemala. A/HRC/43/3/Add.1. ONU, Ginebra,
2019, párr. 60.

117
Todo lo anterior es especialmente trágico, pues las secuelas
trascenderán generaciones. La desnutrición infantil no solo tiene
consecuencias irreparables en el desarrollo de las capacidades
físicas y cognitivas de la persona que la sufre, sino que también
resulta en una alta probabilidad de que los hijos o hijas padezcan
igualmente dicha condición8. En pleno siglo XXI, en un país expor-
tador de productos agrícolas, estas cifras entristecen, indignan y
avergüenzan.
Finalmente, en lo que a mortalidad materna9 respecta, se es-
timaron 140 muertes maternas por 100,000 nacidos vivos para
el periodo 2008-201510. Esto está bastante lejos del objetivo de
desarrollo del milenio, que pretendía una reducción a 55 defun-
ciones por 100,000 nacidos vivos para 201511. Además, entre mu-
jeres indígenas, la tasa de mortalidad puede ser hasta tres veces
superior a la de mujeres no indígenas12.

2.2. El sistema de salud: estructura básica y algunas


debilidades

La estructura básica del sistema de salud guatemalteco con-


siste en un sector público y uno privado. El sector público está
conformado, primordialmente, por el Ministerio de Salud Pública
y Asistencia Social (MSPAS) y el Instituto Guatemalteco de Segu-
ridad Social (IGSS). También existen clínicas municipales, de la

8. Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales. ¿Derechos


o privilegios? El compromiso fiscal con la salud, la educación y la
alimentación en Guatemala. ICEFI, Guatemala, 2009, p. 20. Consultado
el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de https://www.icefi.org/sites/
default/files/derechos_y_privilegios.pdf
9. Según la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil, “Las muer-
tes maternas se definen como cualquier muerte que se produjo durante
el embarazo, el parto, o dentro de dos meses después del nacimiento o la
terminación de un embarazo”.
10. Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, op. cit., p. 347.
11. Consejo de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial
Anand Grover, op. cit., párr. 55.
12. Ídem.

118
Policía Nacional Civil y del Ejército de Guatemala. Sin embargo,
las dos últimas no atienden ni el 1% de la población13; por tanto,
para efectos del presente trabajo, “sistema público” se refiere al
MSPAS y al IGSS.
En el sector privado del sistema de salud participan organiza-
ciones no gubernamentales, religiosas y/o de servicio social, que
funcionan sin fines de lucro. Asimismo, existen hospitales priva-
dos y el correspondiente sector de seguros privados de salud.
Como puede apreciarse en el gráfico 1, durante 2014, casi el
60% de la población fue atendida en el sector público14. Según
otras estimaciones, formalmente, la población que tendría que
ser atendida por el sector público es de 87%15. No obstante, el
sector privado provee servicios de salud a una parte importante
de la población. Durante 2014, casi el 40% de las personas que
necesitaron atención médica, la buscaron en clínicas privadas,
ONG o farmacias privadas.

Centro comunitario

IGGS

Farmacia

Otro

Hospital público

Clínica privada

Centro o puesto de salud

0 5 10 15 20 25 30
Gráfico 1. Población atendida en el sistema de salud guatemalteco según lugar de
atención (2014). Fuente: ENSMI 2015.

13. BECERRIL-MONTEKIO, Víctor y LÓPEZ-DÁVILA, Luis. “Sistema de


salud de Guatemala”. En Salud Pública de México, núm. 53 (Supl. 2).
México, enero de 2011, p. 200. Consultado el 10 de diciembre de 2020.
Recuperado de http://www.scielo.org.mx/pdf/spm/v53s2/15.pdf.
14. Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, op. cit., p. 4.
15. BECERRIL-MONTEKIO, Víctor y LÓPEZ-DÁVILA, Luis, op. cit., p.
200.

119
Guatemala invierte 5.71% de su producto interno bruto (PIB)
en salud16, la cifra más baja en toda la región latinoamericana17.
Como se puede apreciar en el gráfico 2, la inversión de Guatemala
está por debajo del promedio latinoamericano y aún más del pro-
medio mundial. Esta cifra es útil, porque permite dimensionar la
proporción en que este derecho es una prioridad para las institu-
ciones nacionales.
11
9.80 9.95 9.89 9.85
10 9.43 9.44 9.42 9.51

9
8.20
7.92 7.89 7.96
8 7.44
7.26 7.24 7.32
7
5.94 6.01 5.86 5.84 5.81
5.68 5.80 5.71
6

5
2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018
Mundial América La�na y el Caribe Guatemala
Gráfico 2 Porcentaje del PIB invertido en salud (2011-2018). Fuente: Banco Mun-
dial.

Además, el Relator Especial sobre el derecho de toda perso-


na al disfrute del más alto nivel posible de salud física y men-
tal, Anand Grover, advirtió en 2011 de la “enorme carencia de
recursos”18 en el sistema de salud. Según datos del Banco Mun-
dial, Guatemala contaba en 2018 con 0.36 médicos19 y 0.6 ca-

16. Grupo del Banco Mundial. Current health expenditure (% of GDP)


- Guatemala, World, Latin America & Caribbean. IBRD-IDA, Washington,
D.C. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de https://data.
worldbank.org/indicator/SH.XPD.CHEX.GD.ZS?contextual=default&end=2
017&locations=GT-1W-ZJ&start=2000&view=chart
17. Ídem.
18. Consejo de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial
Anand Grover, op. cit., párr. 13.
19. Grupo del Banco Mundial. Physicians (per 1,000 people) - Gua-
temala, World, Latin America & Caribbean. IBRD-IDA. Washington, D.C.
Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de https://data.worl-
dbank.org/indicator/SH.MED.PHYS.ZS?locations=GT-1W-ZJ

120
mas de hospital20 por cada 1,000 habitantes. Ambos indicadores
se encuentran muy por debajo del promedio latinoamericano de
2.2821 y 2.1822, respectivamente.
Lo anterior influye en el alto “grado de centralización de los
servicios de salud en el país”23 en las zonas urbanas. De hecho,
en 2011, el 70.9% del personal de salud se encontraba en la zona
metropolitana24, lo cual solamente exacerba problemáticas que,
por sí solas, son graves. La Comisión Interamericana de Derechos
Humanos25 y el sistema de Naciones Unidas26 se han referido, con
alarma, a la desproporcionada disparidad que existe en la falta
de acceso a servicios primarios de salud para las poblaciones in-
dígenas respecto de las no indígenas. Por ejemplo, indicadores
de morbilidad y mortalidad de enfermedades “que son fácilmente
prevenibles o tratables”27 tienden a ser mayores en zonas donde
la población es primordialmente indígena28.
Todo lo anterior se encuentra marinado en la corrupción en-
démica que, como la Hidra de Lerna, pareciera tener múltiples
cabezas y que, por cada una que pierde, recupera dos. Así, por

20. Ídem.
21. Ídem.
22. Ídem.
23. Consejo de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial
Anand Grover, op. cit., párr. 47.
24. BECERRIL-MONTEKIO, Víctor y LÓPEZ-DAVILA, Luis, op. cit., p.
204.
25. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. II Informe anual
de la relatoría especial sobre derechos económicos, sociales, culturales
y ambientales (REDESCA). OEA. Washington, D.C., 2018, párr. 167. Con-
sultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de http://www.oas.org/es/
cidh/docs/anual/2018/docs/IA2018REDESCA-es.pdf
26. Consejo de Derechos Humanos. Informe de la Relatora Especial
sobre los derechos de los pueblos indígenas sobre su visita a Guatema-
la. A/HRC/39/17/Add.3. ONU, Ginebra, 2018, párrs. 89 y 90.
27. Consejo de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial
Anand Grover, op. cit., párr. 26.
28. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Situación de
los derechos humanos en Guatemala: Diversidad, desigualdad y ex-
clusión. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 43/15. OEA, Washington, D.C. 2015, párr. 91.
Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de http://www.oas.
org/es/cidh/informes/pdfs/Guatemala2016.pdf

121
ejemplo, durante la presencia de la Comisión Internacional con-
tra la Impunidad en Guatemala (CICIG), se desarticularon sendas
estructuras criminales que saqueaban los recursos del MSPAS29 y
el IGSS30.
La corrupción, la falta de un servicio civil profesional y la fal-
ta de recursos, redundan en problemas de desabastecimiento de
suministros médicos básicos en todo el sector público31, infraes-
tructura deficiente32, y baja calidad en los pocos servicios que se
prestan.
Como se ha insistido, las anteriores observaciones y cifras
no pretenden ser un examen exhaustivo sobre la situación del
sistema de salud en el país. Faltaría, por ejemplo, explorar las de-
ficiencias en los esquemas de financiamiento del IGSS, el detalle
de las deficiencias en la cobertura del sistema de salud, y los altos
costos asociados al sistema de salud privado, entre otras.
Sin perjuicio de lo anterior, se pretende demostrar que las
vulnerabilidades del sistema de salud frente a una crisis sanitaria
de las dimensiones y las características que trajo la pandemia de
COVID-19, no eran pocas.

29. Véase, por ejemplo, Comisión Internacional Contra la Impuni-


dad. Presentación del caso asalto al ministerio de salud pública. ONU,
Guatemala, 2019. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado
de https://www.cicig.org/casos/caso-asalto-al-ministerio-de-salud-publica/
30. Véase, por ejemplo, Comisión Internacional Contra la Impuni-
dad. Cinco detenidos por ilegalidades en contratos administrativos en el
IGSS. ONU, Guatemala, 2016. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Re-
cuperado de https://www.cicig.org/casos/cinco-detenidos-por-ilegalidades-
en-contratos-administrativos-del-igss/
31. Consejo de Derechos Humanos. Informe anual del Alto Comi-
sionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre las
actividades de su oficina en Guatemala. A/HRC/34/3/Add.1. ONU, Ginebra,
2017, párr. 72.
32. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Situación de
los derechos humanos en Guatemala..., op. cit., párr. 92.

122
3. Marco constitucional

A pesar del panorama descrito, existe un robusto marco nor-


mativo internacional y constitucional que establece obligaciones
concretas para el Estado de Guatemala. Esta sección presenta
un esbozo del alcance de dichas obligaciones, a la luz de la ju-
risprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(Corte IDH) y de la Corte de Constitucionalidad (CC) guatemalteca.
Además, se referirá a cómo estas obligaciones generales deben
ser criterios orientadores para el diseño e implementación de la
política pública de cara a la crisis sanitaria.

3.1. Bloque de constitucionalidad y control de


convencionalidad

La Constitución Política de la República de Guatemala (CPRG)


reconoce el derecho a la salud y la seguridad social en la sección
séptima del capítulo que se denomina “Derechos Sociales”. Reco-
noce el derecho de toda persona a la salud sin discriminación33, a
la seguridad social34 y las correspondientes obligaciones genera-
les del Estado35.
También es relevante el artículo 46 de la Constitución, pues
establece que los tratados internacionales en materia de dere-
chos humanos, que hayan sido ratificados por Guatemala, ten-

33. Asamblea Nacional Constituyente. Constitución Política de la Re-


pública de Guatemala. Artículo 93.
34. Asamblea Nacional Constituyente. Constitución Política de la Re-
pública de Guatemala. Artículo 100. “Seguridad social. El Estado reco-
noce y garantiza el derecho a la seguridad social para beneficio de los
habitantes de la Nación. Su régimen se instituye como función pública, en
forma nacional, unitaria y obligatoria”.
35. Asamblea Nacional Constituyente. Constitución Política de la Re-
pública de Guatemala. Artículo 94. “Obligación del Estado, sobre salud
y asistencia social. El Estado velará por la salud y la asistencia social de
todos los habitantes. Desarrollará, a través de sus instituciones, acciones
de prevención, promoción, recuperación, rehabilitación, coordinación y
las complementarias pertinentes a fin de procurarles el más completo
bienestar físico, mental y social. […]”.

123
drán preeminencia sobre el derecho interno. En 2011, la Corte de
Constitucionalidad reconoció que el derecho internacional de los
derechos humanos forma parte del bloque de constitucionalidad.
Es decir que, en aplicación de los artículos 46 y 4436, reconoció
que los tratados internacionales en cuestión son “parámetro de
constitucionalidad”37 de las expresiones del poder público.
Por lo anterior, adquiere particular importancia el principio
del “control de convencionalidad”, una institución propia del de-
recho interamericano de los derechos humanos38; su origen se
encuentra a partir de la interpretación del texto del artículo 239 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH), con
casi quince años de jurisprudencia constante40.

36. Artículo 44. Derechos inherentes a la persona humana. Los de-


rechos y garantías que otorga la Constitución no excluyen otros que, aun-
que no figuren expresamente en ella, son inherentes a la persona humana.
[…]”.
37. Corte de Constitucionalidad. Expediente 1822-2011.
38. GONZÁLEZ DOMÍNGUEZ, Pablo. “La relación entre la doctrina del
control de convencionalidad y el derecho nacional”. En Cuestiones Cons-
titucionales. Revista Mexicana de Derecho Internacional, núm. 38. Mé-
xico, junio de 2018. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado
de https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/cuestiones-constitucio-
nales/article/view/11880
39. Convención Americana de Derechos Humanos. Artículo 2. “Deber
de Adoptar Disposiciones de Derecho Interno. Si el ejercicio de los dere-
chos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere ya garantizado
por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados Partes se
comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constituciona-
les y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de
otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y
libertades”.
40. Véase, entre otros, Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros
Vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C, No. 154; Caso Fernández
Ortega y otros Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 30 de agosto de 2010. Serie C, No. 215; Caso Ca-
brera García y Montiel Flores Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de noviembre de 2010. Serie C,
No. 220; Caso Gelman Vs. Uruguay. Fondo y Reparaciones. Sentencia de
24 de febrero de 2011; Caso Atala Riffo y niñas Vs. Chile. Fondo, Repa-
raciones y Costas. Sentencia de 24 de febrero de 2012. Serie C, No. 239;
Caso Herzog y otros Vs. Brasil. Excepciones Preliminares, Fondo, Repa-
raciones y Costas. Sentencia de 15 de marzo de 2018. Serie C, No. 353.

124
El expresidente y juez de la Corte IDH ha definido el control de
convencionalidad como:

Una obligación internacional a cargo de todas las autoridades de


los Estados parte del Pacto de San José de interpretar cualquier
norma nacional (Constitución, ley, decreto, reglamento, jurispru-
dencia, etcétera) de conformidad con la Convención Americana
y, en general, con el corpus juris interamericano; en caso de que
exista una manifiesta incompatibilidad entre la norma nacional
y el corpus iuris interamericano, las autoridades estatales debe-
rán abstenerse de aplicar la norma nacional para evitar la vulne-
ración de los derechos humanos protegidos internacionalmente.
Las autoridades estatales deben ejercer de oficio el control de
convencionalidad, pero siempre actuando dentro de sus respec-
tivas competencias y de las regulaciones procesales correspon-
dientes, las cuales se definen en el ámbito interno41.

En atención a ambas figuras jurídicas, para efectos del pre-


sente capítulo, lo dispuesto por la Corte IDH en la reciente senten-
cia Cuscul Pivaral y otros vs. Guatemala42 es especialmente rele-
vante. El caso versa, inter alia, sobre violaciones a los derechos a
la vida y a la salud de un grupo de personas que vive o vivió con
VIH. De tal modo, lo dispuesto por la Corte incorpora al bloque
de constitucionalidad guatemalteco una serie de precisiones a las
obligaciones internacionales del Estado respecto del derecho a la
salud.

41. FERRER MACGREGOR, Eduardo. “Control de convencionalidad


(sede interna)”, en FERRER MACGREGOR, Eduardo et al. Diccionario de
derecho procesal constitucional y convencional. Poder Judicial de la Fe-
deración, Consejo de la Judicatura Federal-UNAM, Instituto de Investiga-
ciones Jurídicas. México, 2014, vol. I, p. 233.
42. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala. Excep-
ción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de agosto
de 2018. Serie C, No. 359.

125
3.2. Los aportes de Cuscul Pivaral
Siguiendo al Dr. González Domínguez, uno de los aportes
principales de la sentencia Cuscul Pivaral es el análisis sobre las
obligaciones de desarrollo progresivo y prohibición de regresivi-
dad de los derechos económicos, sociales, culturales y ambien-
tales (DESCA)43. Si bien existían precedentes en la jurisprudencia
interamericana que se habían referido a dichas obligaciones inter-
nacionales44, por primera vez la Corte IDH realiza un análisis sis-
temático de estas. Además, clarifica el canal interpretativo que la
Corte utilizó en precedentes anteriores para considerar que tiene
competencia para conocer sobre presuntas violaciones al artículo
2645 de la CADH.
Para el marco constitucional guatemalteco, entre los aportes
sustantivos se encuentra la incorporación de los estándares de
la Observación General No. 14 del Comité DESC sobre el dere-
cho al disfrute del más alto nivel posible de salud46. Es decir, los
43. GONZÁLEZ DOMÍNGUEZ, Pablo. “Los aportes del caso Cuscul Piva-
ral y otros vs. Guatemala a la jurisprudencia de la Corte Interamericana
en materia de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales”.
En CLÉRICO, Laura, MORALES, Antoniazzi, RONCONI, Liliana. Interameri-
canización de los DESCA: El caso Cuscul Pivaral de la Corte IDH. Institu-
to de Estudios Constitucionales del Estado de Querétaro, México, 2020,
pp. 156 y ss.
44. Véase, por ejemplo, Corte IDH. Caso «Cinco Pensionistas» Vs.
Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de febrero de 2003.
Serie C, No. 98.
45. Convención Americana sobre Derechos Humanos. Artículo 26.
“Desarrollo Progresivo. Los Estados Partes se comprometen a adoptar
providencias, tanto a nivel interno como mediante la cooperación interna-
cional, especialmente económica y técnica, para lograr progresivamente la
plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas económi-
cas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura, contenidas en la Carta
de la Organización de los Estados Americanos, reformada por el Protoco-
lo de Buenos Aires, en la medida de los recursos disponibles, por vía le-
gislativa u otros medios apropiados”. Para poder conocer la controversia
jurídica, ver en este sentido el voto disidente del Juez Humberto Sierra
Porto en el Caso Lagos del Campo Vs. Perú. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2017. Serie
C No. 340.
46. Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales. Obser-
vación general No. 14: El derecho al disfrute del más alto nivel posible
de salud, 11 de agosto de 2000, U.N. Doc. E/C.12/2000/4. Ginebra, 2000,
párr. 1.

126
requisitos de disponibilidad47, accesibilidad48, aceptabilidad49 y
calidad50. Si bien la Corte reconoce que la aplicación de dichos
parámetros “dependerá de las condiciones prevalecientes en cada
[E]stado”51, la Observación General contiene elementos progra-
máticos que dan claridad a la política pública que debe imple-
mentarse para garantizar el derecho a la salud.

3.3. Jurisprudencia constitucional relevante

Finalmente, como parte de este esbozo, se estimó pertinente


sistematizar la jurisprudencia constitucional en materia de salud
y seguridad social de los últimos siete años. Es decir, la mayor

47. “Cada Estado Parte deberá contar con un número suficiente de es-
tablecimientos, bienes y servicios públicos de salud y centros de atención
de la salud, así como de programas. La naturaleza precisa de los estable-
cimientos, bienes y servicios dependerá de diversos factores, en particular
el nivel de desarrollo del Estado Parte. Con todo, esos servicios incluirán
los factores determinantes básicos de la salud, como agua limpia potable
y condiciones sanitarias adecuadas, hospitales, clínicas y demás estable-
cimientos relacionados con la salud, personal médico y profesional capa-
citado y bien remunerado habida cuenta de las condiciones que existen en
el país, así como los medicamentos esenciales definidos en el Programa
de Acción sobre medicamentos esenciales de la OMS”.
48. “Los establecimientos, bienes y servicios de salud deben ser acce-
sibles a todos, sin discriminación alguna, dentro de la jurisdicción del Es-
tado Parte. La accesibilidad presenta cuatro dimensiones superpuestas”:
i) no discriminación; ii) accesibilidad física; iii) accesibilidad económica;
iv) acceso a la información.
49. “Todos los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán
ser respetuosos de la ética médica y culturalmente apropiados, es decir
respetuosos de la cultura de las personas, las minorías, los pueblos y las
comunidades, a la par que sensibles a los requisitos del género y el ciclo
de vida, y deberán estar concebidos para respetar la confidencialidad y
mejorar el estado de salud de las personas de que se trate”.
50. “Además de aceptables desde el punto de vista cultural, los esta-
blecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser también apropiados
desde el punto de vista científico y médico y ser de buena calidad. Ello
requiere, entre otras cosas, personal médico capacitado, medicamentos
y equipo hospitalario científicamente aprobados y en buen estado, agua
limpia potable y condiciones sanitarias adecuadas”.
51. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala, op. cit.,
párr. 106.

127
parte del quinquenio de la actual CC y los últimos tres años de la
anterior. Se identificaron 40 casos en los que hay un examen sus-
tantivo de las obligaciones en materia de salud o seguridad social.
Con esta muestra se buscaba, por un lado, identificar las grandes
líneas jurisprudenciales en los últimos años. Por otro lado, se
pretendía identificar los grados de aplicación e incorporación del
derecho internacional en la jurisprudencia constitucional.
Las sentencias analizadas no arrojan ninguna sorpresa. Las
principales líneas jurisprudenciales identificadas se podrían divi-
dir en tres grupos: i) acceso a tratamientos adecuados; ii) acceso a
medicamentos y, iii) desabastecimiento de centros hospitalarios.
Quizás la principal característica de las sentencias identifi-
cadas es la falta de una metodología consistente en el razona-
miento constitucional. Esto no es inusual en lo que respecta a la
interpretación constitucional del derecho a la salud52. En algunas
ocasiones, hay una suerte de aplicación “directa” de las cláusulas
constitucionales relevantes53, sin abundante motivación; en otros
casos, la CC realiza una interpretación finalista54, y hay un tercer
grupo de decisiones donde el tribunal constitucional realiza un
examen detenido de los méritos y, quizá más sistemático, de las
normas aplicables55. En este grupo es donde se encuentra el grue-
so de precedentes que invocan normas de derecho internacional
de los derechos humanos.
Un poco más de la mitad de las sentencias identificadas56 no
invoca o aplica instrumentos de derecho internacional. De las 16
sentencias que sí recurren al derecho internacional de los dere-
chos humanos, solo cinco son de la conformación del quinquenio

52. TOBIN, John. The Right to Health in International Law. Oxford


University Press. Oxford, 2011, p. 10.
53. Véase, por ejemplo, Corte de Constitucionalidad. Expedientes de
apelación de amparo 755-2014, 933-2014, 978-2014, 3798-2014, 152-
2013.
54. Véase, por ejemplo, Corte de Constitucionalidad. Expedientes de
apelación de amparo 2588-2018 y 1235-2016.
55. Véase, por ejemplo, Corte de Constitucionalidad. Expedientes de
apelación de amparo 781-2019, 1267-2019, 1350-2018.
56. 24 de 40 casos.

128
anterior. Por ejemplo, en el expediente 2266-2014 se invoca tanto
la Declaración Americana como la Declaración Universal de De-
rechos Humanos, sin que se razonen los motivos por los cuales
no se emplearon instrumentos internacionales ratificados por el
país. En precedentes más recientes, se invoca de forma más con-
sistente tratados internacionales ratificados por Guatemala, como
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto
Internacional sobre Derechos, Económicos, Sociales y Culturales.
Sin perjuicio de lo anterior, se invoque o no derecho interna-
cional, pareciera haber consistencia por parte de la CC en cuanto
a las tres líneas jurisprudenciales antes señaladas. Por ejemplo,
la mayoría de los casos en que se reafirma el derecho a tener acce-
so a tratamiento y a medicamentos adecuados, son contra el IGSS
y, consistentemente, la CC afirma que este no solo es un derecho
humano, sino que debe prevalecer a formalismos legales57.
Asimismo, pareciera consistente en ambas conformaciones el
reconocimiento de la obligación del Estado de prevenir y corre-
gir problemas de desabastecimiento en los centros de atención
médica. Así, en el expediente 781-2019, la CC examina y resuelve
con lugar una apelación de amparo presentada contra el MSPAS
para asegurar el abastecimiento del Hospital General San Juan de
Dios, uno de los más importantes del país. El enfoque difiere lige-
ramente de la conformación anterior, pero reconoce la obligación
del Estado de mantener los hospitales nacionales adecuadamente
abastecidos58.

4. Respuesta del Estado frente a la COVID

Esta sección pretende evaluar, en términos generales, si la


respuesta de las autoridades guatemaltecas es consistente con
sus obligaciones internacionales y constitucionales. Es decir, si se
aseguró la disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad
de los servicios de salud asociados con la crisis sanitaria. Para tal

57. Véase, por ejemplo, Corte de Constitucionalidad 1235-2016.


58. Véase expedientes 3187-2015, 986-2016 y 3477-2016.

129
efecto, se hace referencia a una serie de indicadores que podría
brindar indicios sobre el cumplimiento de dichos estándares.
La debilidad institucional a la que se hizo referencia en la
primera sección ha sido, sin duda, uno de los principales deter-
minantes de la respuesta estatal frente a la crisis sanitaria. Un
indicador útil para medir la capacidad de prestar servicios y de
gestión del Estado es el índice de eficacia del gobierno. Guatema-
la tiene una puntuación negativa de -0.6859, muy por debajo de
países como Costa Rica, con 0.3860. Para referencia, Chile, el país
que consistentemente ha sido calificado entre los mejores de las
Américas, tiene una calificación de 1.0861.
Lo anterior sugiere que Guatemala puede hacer pocas cosas,
o bien, no es bueno para prestar servicios que requieran recur-
sos, coordinación y capacidad de gestión. Quizás por esta razón
es que, al inicio de la pandemia, Guatemala fue de los países de la
región con una respuesta más severa en cuanto a restricciones de
derechos se refiere. En el gráfico 4 se puede observar la evolución
del índice de severidad de respuestas estatales a la COVID-19 en
Perú, Guatemala y Costa Rica. Este índice agrupa 17 indicadores
que buscan medir tres ejes principales: i) medidas de contención
y cierre; ii) políticas económicas y, iii) políticas implementadas en
el sistema de salud62.
El índice de severidad permite tener una idea del número de
políticas gubernamentales implementadas y qué tan estrictas son.
Esto quiere decir que no es un ranking o una calificación de las
políticas públicas aplicadas. Es decir, no es un indicador de qué
tan exitosas han sido las respuestas estatales a la pandemia.

59. Grupo del Banco Mundial. Government Effectiveness Index.


IBRD-IDA. Washington, D.C. Consultado el 10 de diciembre de 2020.
Recuperado de https://govdata360.worldbank.org/indicators/h580f9a
a5?country=GTM&indicator=388&countries=CRI,HND,CHL&viz=line_
chart&years=1996,2018
60. Ídem.
61. Ídem.
62. Universidad de Oxford. Coronavirus Government Response
Tracker. Oxford. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de
https://www.bsg.ox.ac.uk/research/research-projects/coronavirus-govern-
ment-response-tracker

130
Al momento de preparar este documento, Guatemala tenía
una puntuación de 49.54 de un máximo de 100 en el índice. Sin
embargo, fue de los países de la región que sostuvo una nota alta
en los primeros meses de la pandemia. Durante marzo hubo mu-
cha convergencia en la severidad de las medidas en toda la región
(con infames excepciones, como Nicaragua). Es a partir de mayo
que las variaciones en las respuestas gubernamentales empiezan
a ser más acentuadas, en la medida que se relajan las medidas
con enfoques muy distintos entre sí63.
De lo anterior se podría afirmar que Guatemala tuvo una ten-
dencia hacia la utilización de medidas restrictivas como respuesta
principal. Especialmente, cuando se puede constatar que el nú-
mero de pruebas diagnósticas practicadas diariamente está por
debajo del promedio mundial y regional64. La experiencia compa-
rada sugiere65 que, identificando eficazmente los focos de contagio
a través de una política de pruebas generalizada y de fácil acceso,
es posible relajar responsablemente las medidas restrictivas. No
obstante, en el caso guatemalteco, la evidencia pareciera sugerir
que las medidas restrictivas se relajaron sin tener identificados,
adecuadamente, los focos de contagio.
La debilidad institucional en el sistema hospitalario requería
que el Estado equipara rápida y adecuadamente los hospitales y
centros de salud del país. En marzo, según reportaron medios de
comunicación, el país entero contaba con 100 ventiladores mecá-

63. HALE, Thomas, ANGRIST, Noam, CAMERON-BLAKE, Emily et al.


(2020). Oxford COVID-19 Government Response Tracker, Blavatnik School
of Government.
64. ROSER, Max, RITCHIE, Hannah, ORTIZ-OSPINA, Esteban y HASELL,
Joe (2020). “Coronavirus Pandemic (COVID-19)”. Published online at Our-
WorldInData.org. Retrieved from: ‘https://ourworldindata.org/coronavi-
rus’ [Online Resource]
65. Por ejemplo, Senegal desplegó un ambicioso programa de prue-
bas. Cfr. MARE, Aretha y TRAVALY Youssef. Learning from the best: Eval-
uating Africa’s COVID-19 responses. Brookings Institution. Washington,
D.C., 2020. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de
https://www.brookings.edu/blog/africa-in-focus/2020/07/08/learning-from-
the-best-evaluating-africas-covid-19-responses/

131
nicos: 60 en hospitales públicos y 40 en el sector privado66. No
fue posible, para efectos de este documento, encontrar una fuente
oficial que diera cuenta de cuál es el dato actualizado.
Esta debilidad institucional ha repercutido en la poca con-
fiabilidad de los datos estadísticos presentados por el MSPAS.
Por ejemplo, fueron documentados varios problemas en la con-
tabilización de pruebas practicadas, así como en el número de
personas contagiadas67. Quizá el más preocupante de todos estos
problemas es el subregistro de las defunciones. Según análisis
estadísticos independientes, realizados por organizaciones de so-
ciedad civil, hay un excedente en las tasas de mortalidad a nivel
nacional68. Así, para octubre de 2020, el MSPAS reportaba 3,781
personas fallecidas por COVID-19; sin embargo, existían 4,290
“muertes en exceso” respecto de la cifra esperada para el año, que
podrían atribuirse a la pandemia.
Finalmente, otro indicio útil para determinar la calidad de
la respuesta estatal, es la ejecución presupuestaria y transparen-
cia en el uso de los fondos públicos. Especialmente, teniendo en
cuenta los problemas de corrupción endémica reseñados al inicio
del presente capítulo.
El primer dato que resalta en este sentido es la baja ejecu-
ción de los fondos públicos destinados a la emergencia. Para el
segundo trimestre de 2020, la ejecución de las asignaciones pre-
supuestarias de emergencia en el MSPAS se encontraba apenas en

66. AGUILAR, Denis. “Salud confirma que solo hay 100 respiradores
para atender emergencia”. La Hora. 11 de abril de 2020. Consultado el 10
de diciembre de 2020. Recuperado de https://lahora.gt/salud-confirma-
que-solo-hay-100-respiradores-para-atender-emergencia/
67. ORTIZ, Grecia. “Laboratorio de Datos GT expone también incon-
sistencias en municipios sin COVID-19”. La Hora. 6 de junio de 2020.
Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de https://lahora.gt/
laboratorio-de-datos-gt-expone-tambien-inconsistencias-en-municipios-
sin-covid-19/
68. CHÁVEZ, Oscar. Boletín estadístico No. 1 sobre exceso de mor-
talidad durante la emergencia por COVID-19 en Guatemala. Labdatosgt.
Guatemala, 2020. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado
de https://drive.google.com/file/d/1GmKC2M8qZhVI76tOCrXNzODHwG_
FsW48/view

132
16.65%. Esto se manifestó en la precariedad de las condiciones
de los centros de atención públicos establecidos exclusivamente
para pacientes de COVID69.
Este dato contrasta con las asignaciones presupuestarias que
se pretendían para 2021. Había una asignación insuficiente para
comprar vacunas contra la COVID-1970, pero sí aumentos al Mi-
nisterio de Comunicaciones y a los Consejos Departamentales de
Desarrollo para la construcción de obra gris71. Centros de inves-
tigación especializados manifestaron su alarma ante esta poten-
cial asignación presupuestaria72, pues son instancias del sector
público que, históricamente, se han visto plagadas por casos de
corrupción73.
69. MAZARIEGOS RIVAS, Ángel. “Guatemala: Los hospitales de cam-
paña sin médicos”. Agencia Ocote. 15 de octubre de 2020. Consultado el
10 de diciembre de 2020. Recuperado de https://www.agenciaocote.com/
blog/2020/10/15/guatemala-los-hospitales-de-campana-sin-medicos/
70. ÁLVAREZ, Nancy. “Asturias: Coprecovid y MSPAS van a abogar para
tener suficientes fondos para vacunas”. Emisoras Unidas, 26 de noviem-
bre de 2020. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de
https://emisorasunidas.com/2020/11/26/coprecovid-ministerio-salud-fon-
dos-vacunas-covid-19/
71. VEGA, Pavel. “Presupuesto 2021: Más para construcción, menos
para salud”. Plaza Pública. 20 de noviembre de 2020. Consultado el 10
de diciembre de 2020. Recuperado de https://www.plazapublica.com.gt/
content/presupuesto-2021-mas-para-construccion-menos-para-salud
72. Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales. Icefi: el presupues-
to de Guatemala para 2021, aprobado de manera opaca y excluyente,
contiene anomalías graves y amplios espacios para la corrupción. ICEFI,
Guatemala, 2020. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de
https://www.icefi.org/comunicados/icefi-el-presupuesto-de-guatemala-pa-
ra-2021-aprobado-de-manera-opaca-y-excluyente; ver también Asociación
de Investigación y Estudios Sociales. “ASIES, ante la aprobación del presu-
puesto de ingresos y egresos del Estado para el 2021 manifiesta”. ASIES,
Guatemala, 2020. Consultado el 10 de diciembre de 2020. Recuperado de
http://www.asies.org.gt/asies-ante-la-aprobacion-del-presupuesto-2021/
73. Por ejemplo, el reciente hallazgo de Q122.8 millones en efecti-
vo, vinculados con el exministro de comunicaciones, ahora prófugo. Cfr.
RAMÍREZ, Claudia. “Exministro Luis Benito tiene orden de captura por
lavado de dinero”. El Periódico, 20 de octubre de 2020. Consultado el
10 de diciembre de 2020. Recuperado de https://elperiodico.com.gt/na-
cionales/2020/10/20/exministro-luis-benito-tiene-orden-de-captura-por-
lavado-de-dinero/

133
Conclusiones

La situación de crisis en el sistema de salud no es nueva. Dé-


cadas de abandono, corrupción y mala gestión, han asegurado
que la salud en Guatemala no sea un derecho, sino un privilegio.
Apenas una ínfima parte de la población puede acceder a servicios
de salud dignos y de calidad. Guatemala entró a la crisis sanitaria
más importante de los últimos cien años sin suministros, infraes-
tructura y personal.
Pero el sistema legal sí cuenta con un robusto acervo juris-
prudencial que no deja lugar a duda de cuáles son las obligacio-
nes del Estado respecto del derecho a la salud. Primordialmente,
que es un derecho fundamental que debe ser asegurado priori-
tariamente. Así lo reconoce el derecho internacional y la propia
Constitución guatemalteca. Aunque la formulación del derecho
internacional en la materia puede considerarse como una serie
de aspiraciones programáticas, en todo caso, debe tenerse como
parámetro y marco esencial para el diseño e implementación de la
política pública que responda a esta crisis sanitaria.
La respuesta del Estado no parece atender a esos criterios,
pues ha privilegiado las medidas restrictivas y la limitación de
derechos fundamentales, aparentemente, provocadas por la mis-
ma debilidad institucional. Ciertamente, las autoridades se en-
cuentran en una situación poco envidiable. Sin embargo, con un
enfoque de derechos humanos, las respuestas estatales quizá ge-
nerarían menos desconfianza ciudadana.
La débil institucionalidad, la corrupción endémica y el com-
plejo panorama político no auguran un futuro prometedor para
el país. Ahora es tan oscuro que, posiblemente, nunca sabremos
cuántas personas perdieron la vida por el abandono y saqueo sis-
temático que ha sufrido Guatemala durante tantos años. Sin em-
bargo, aun sumidos en la tiniebla, adormecidos y acostumbrados
al llanto de los más vulnerables, siempre es posible encontrar
espacios de luz que alumbren esa añorada madrugada.

134
V

DERECHO A LA SALUD Y OBLIGACIONES ESTATALES


EN EL CONTEXTO DE LA COVID-19

Joaquín A. Mejía Rivera, Heidy Waleska Barahona


Alachán y Edy Alexander Tábora

1. Introducción

En la sentencia recaída en el Recurso de Amparo Administra-


tivo acumulado 157, 160, 164 y 169-08, la Sala de lo Constitu-
cional de la Corte Suprema de Justicia de Honduras señaló que
“el Estado solo debe existir, en última instancia, para proteger los
derechos fundamentales, pues éstos son fundamento del orden
político y de la paz social, sin respeto de los derechos fundamen-
tales no puede haber democracia constitucional ni tampoco, si-
quiera concordia civil”1.
Dicha sentencia desarrolla la lógica establecida en la Consti-
tución de la República en sus artículos 1 y 59, que afirma cate-
góricamente que el Estado se constituye para asegurar a toda la
población el goce de la justicia, la libertad, la cultura y el bienes-
tar económico y social, dado que la persona humana y la invio-
labilidad de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del
Estado, cuyo respeto y protección todos tenemos la obligación de
garantizar.
Por tanto, el Estado es un instrumento que sirve y existe en
función del desarrollo de la dignidad de las personas y sus de-

1. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 157, 160, 164 y 169-08, de fecha


27 de junio de 2008, considerando 48.

135
rechos y libertades, lo cual es reflejo de una de las tesis centra-
les del contractualismo contemporáneo, en el sentido de que esa
organización social que es el Estado, debe promover y proteger
unos valores fundamentales que, una vez incluidos en las consti-
tuciones, se constituyen en parámetros de legitimidad de todo el
sistema político.
De esta manera, la legitimidad del Estado descansa en la pro-
moción y protección de la dignidad humana2, que es su “causa
o razón social” y la “condición de la convivencia civil”3. En otras
palabras, el Estado no es un hecho natural, sino un fenómeno ar-
tificial y convencional construido por las personas para la tutela
de sus derechos4, entre los que se encuentra el derecho a la salud,
que debe ser garantizado por su importancia para la dignidad hu-
mana y puesto a salvo de los embates del mercado5.
En tiempos de crisis como la que enfrentamos debido a la
covid-19, el análisis de las acciones u omisiones del Estado en
relación con la promoción y protección del derecho a la salud es
fundamental para determinar su nivel de legitimidad, pues está
íntimamente ligado a la dignidad humana y a otros derechos
fundamentales como la integridad personal y la vida6, cuyo goce
“es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos

2. PRIETO SANCHÍS, Luis. Derechos fundamentales, constituciona-


lismo y ponderación judicial. Palestra Editores, Lima, 2002, pp. 19-20.
3. FERRAJOLI, Luigi. Los fundamentos de los derechos fundamenta-
les: debate con Luca Baccelli, Michelangelo Bovero, Riccardo Guastini,
Mario Jori, Anna Pintore, Ermanno Vitale y Danilo Zolo. Trotta, Madrid,
2001, pp. 35-36.
4. FERRAJOLI, Luigi. El garantismo y la Filosofía del Derecho. Trad.
de Gerardo Pisarello, et al., Universidad Externado de Colombia, Bogotá,
2000, pp. 172-173.
5. PISARELLO, Gerardo. “Por un concepto exigente de Estado de Dere-
cho (A propósito de un artículo de Eusebio Fernández)”. En Sistema, N°
144. Madrid, 1998, pp. 102-103.
6. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Chinchilla San-
doval y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 29 de febrero de 2016, párr. 170. “La Corte ha
considerado que los derechos a la vida y a la integridad personal se hallan
directa e inmediatamente vinculados con la atención a la salud humana”.

136
humanos. De no ser respetado, todos los derechos carecen de
sentido”7.
Esta vinculación entre un derecho social (salud) y un derecho
civil (vida o integridad), fortalece la idea de la indivisibilidad e
interdependencia de los derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales pues, como lo plantea la Sala de lo Constitu-
cional, existe una

[…] estrecha relación […] entre la vigencia de los derechos eco-


nómicos sociales y culturales y la de los derechos civiles y políti-
cos, por cuanto las diferentes categorías de derechos constituyen
un todo indisoluble que encuentra su base en el reconocimiento
de la dignidad de la persona humana, por lo cual exigen una tu-
tela y promoción permanente con el objeto de lograr su vigencia
plena, sin que jamás pueda justificarse la violación de unos en
aras de la realización de otros8.

2. Una mirada constitucional al reconocimiento


del derecho a la salud

El derecho a la salud está reconocido en el artículo 145 de la


Constitución de la República, dentro del capítulo de los derechos
y garantías fundamentales. La ley secundaria que lo desarrolla es
el Código de Salud que, en su artículo 1, establece que la salud,
“considerada como un estado de bienestar integral, biológico, si-
cológico, social y ecológico, es un derecho humano inalienable y
corresponde al Estado, así como a todas las personas naturales
o jurídicas, el fomento de su protección, recuperación y rehabili-
tación”.

7. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso de los “Niños


de la Calle” (Villagrán Morales y otros) Vs. Guatemala. Fondo. Sentencia
de 19 de noviembre de 1999, párr. 144.
8. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 0409-2016 de fecha 19 de junio
de 2017, considerando 14 y SCO-AA 0767-2016 de fecha 20 de junio de
2017, considerando 12.

137
Para la Sala de lo Constitucional, se entiende por salud el
funcionamiento armónico del organismo, tanto del aspecto físico
como psicológico del ser humano. Lo constituye, además, el ac-
ceso a condiciones mínimas de salubridad a fin de vivir una vida
digna. En tal sentido, además de ser un derecho fundamental, la
salud tiene la connotación de un servicio público, al que todas las
personas deben acceder, y al Estado le corresponde:

a) Organizar, dirigir, reglamentar y garantizar su prestación


atendiendo los principios de eficiencia, universalidad y soli-
daridad.

b) Proporcionar un medio ambiente adecuado.

c) Suministrar las condiciones ambientales adecuadas, tales


como atención de salud oportuna y apropiada, nutrición, vi-
vienda y agua potable.

d) Abordar el derecho a la salud desde tres perspectivas: el de-


recho a la salud de cada persona en particular, el derecho a la
salud familiar y el derecho a la salud comunitaria9.

Para abordar el derecho a la salud desde esta perspectiva per-


sonal, familiar y comunitaria, constituyen derechos e intereses de
incidencia colectiva los relacionados con:

La salud pública; la protección de un ambiente sano, equilibrado


y apto para el desarrollo humano; la protección del patrimonio
público y del cultural; la correcta comercialización de mercade-
rías (alimentos); la competencia leal; el control para evitar mo-
nopolios; la publicidad e información veraz y suficiente; el acce-
so a los servicios públicos y a una prestación uniforme, eficiente
y oportuna; la defensa del usuario y del consumidor, en tanto no
se trate de situaciones exclusivamente referidas al o a los suje-
tos reclamantes. La protección contra hechos, actos u omisiones

9. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 587-2013 de fecha 1 de abril de


2014, considerando 9.

138
que tengan por objeto o por resultado la discriminación, basa-
dos entre otros, en motivos tales como raza, color, etnia, origen
o condición social, nacionalidad, nacimiento, religión, idioma,
estado civil, ideología, opinión política o gremial, género, edad,
posición económica, discapacidad, características genéticas, sa-
lud, caracteres físicos, ocupación laboral, antecedentes penales
u orientación, identidad o preferencia sexual; el acceso a la infor-
mación pública; entre otros10.

A la luz de lo anterior, el derecho a la salud es una condición


existencial de la vida digna, dado que a las personas no se les
debe una vida cualquiera, sino una vida saludable porque requie-
ren niveles adecuados de existencia, en todo tiempo y en todo
lugar, y no debe existir excusa alguna para que a un ser humano
no se le reconozca su derecho inalienable a la salud, el cual es
una extensión directa del derecho primario a la vida, así como del
derecho a la dignidad11.
Por tanto, el Estado tiene la responsabilidad de realizar las
acciones precisas, eficaces y eficientes para estar al frente de una
acción preventiva que se adelante al acaecimiento de hechos que
produzcan daños a la salud física y mental de la población y, en
caso de haberlos, proporcionar los insumos, equipo y medica-
mentos y, por tanto, la facilidad de acceso y realización de todo
tipo de tratamiento, incluyendo los exámenes de laboratorio y mé-
dicos de forma temprana12.
En este orden de ideas, cualquier omisión o acción estatal que
niegue las medidas de bioseguridad, higiene en las instalaciones
y de suministro de tratamientos, dispositivos, aparatos, medica-
mento y otros para prevenir, curar, rehabilitar o proporcionar una
mejor calidad de vida en aquellos casos en que la prevención,
curación o rehabilitación hayan fracasado, constituye una vulne-

10. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 0197-2017 y SCO-0203-2017 de


fecha 7 de marzo de 2018, considerando 18.
11. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 587-2013 de fecha 1 de abril de
2014, considerando 18.
12. Ibíd., considerando 19.

139
ración directa al derecho a la salud, al derecho fundamental a la
dignidad del ser humano y sobre todo al derecho fundamental a
la vida13.
Para superar la deficiente prestación sanitaria que vulnera la
dignidad humana al provocar un evidente sufrimiento a un con-
siderable número de personas “que acuden a los hospitales pú-
blicos en busca de que se haga efectivo este derecho humano [a
la salud]”14, el Estado está obligado a utilizar de forma transpa-
rente, eficaz y equitativa todos los recursos disponibles, pues la
corrupción en el manejo de los fondos destinados a garantizar
tal derecho puede provocar su violación directa, ya que se estaría
impidiendo a las personas disfrutarlo o ejercerlo efectivamente15.
Es importante destacar el carácter exigible y justiciable que la
Constitución hondureña le otorga al derecho a la salud, ubicán-
dolo, junto con otros derechos económicos, sociales y culturales,
en un único lugar: el “Título III. De las declaraciones, derechos
y garantías”. De esta manera, se supera la lógica de las “genera-
ciones de derechos”, que otorga mayor importancia, en términos
axiológicos, a los derechos civiles y políticos por encima de los
derechos económicos, sociales y culturales16.
La Sala de lo Constitucional ha ratificado esta posición en do-
ble vía: primero, que gracias a la naturaleza indivisible e interde-

13. Ídem.
14. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 587-2013 de fecha 01 de abril
de 2014, considerando 20.
15. Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos. Informe final
sobre las Consecuencias negativas de la Corrupción en el Disfrute de
los Derechos Humanos. Consejo de Derechos Humanos. A/HRC/28/73. 5
de enero de 2015, p. 11.
16. Al respecto, me permito remitir a mis trabajos: Elementos para
una teoría de los derechos económicos, sociales y culturales desde el
Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Instituto Interamerica-
no de Derechos Humanos. Centro de Estudios de Actualización en De-
recho. Editorial UBIJUS. México, 2015; La exigibilidad de los derechos
económicos, sociales y culturales en el ámbito convencional de la ONU.
Editorial San Ignacio, Tegucigalpa, 2011; y Aportes Teóricos para pro-
mover los Derechos Sociales desde el pensamiento de Luigi Ferrajoli.
Editorial Casa San Ignacio, Tegucigalpa, 2012.

140
pendiente de los derechos humanos, el derecho a la salud adquie-
re “carácter de derecho fundamental y, por tanto, esa dimensión
constitucional hace que su afectación merezca protección por la
vía constitucional de amparo”17; segundo, que es falsa la dicoto-
mía que se ha pretendido formular entre los derechos civiles y
políticos, y los derechos económicos, sociales y culturales18, pues
existe una estrecha relación entre la vigencia de unos y de otros19.
En virtud de todo lo anterior, en el marco constitucional hon-
dureño, la salud es un derecho fundamental, autónomo y ver-
dadero, y su vulneración compromete otros derechos humanos
dado que, “es imposible el análisis del derecho a la salud de ma-
nera individual, pues una vez que éste se ve afectado, compromete
otros derechos fundamentales como el derecho a la vida (artículo
65 de la Constitución), a la integridad física, psíquica y moral (ar-
tículo 68 de la Constitución), y el principio de dignidad humana
(artículo 59 de la Constitución)”20.
Finalmente, no se puede olvidar la relación intrínseca que
existe entre el derecho a la salud y el derecho al medio ambiente,
en el sentido que los bienes naturales “que se encuentran com-
prendidos dentro del marco de protección del bloque de consti-
tucionalidad por constituir los dones de la naturaleza […,] hacen
posible la vida y la salud de las personas”. Por tanto, el Estado
tiene la obligación de conservar “el ambiente adecuado para pro-
teger la salud de las personas, declarando de utilidad y necesidad
pública la explotación técnica y racional de los recursos natura-
les”, cuyo impacto ambiental sea aceptable y “no perjudique la
vida y la salud de nadie”21.

17. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 587-2013 de fecha 01 de abril


de 2014, considerando 8.
18. Sala de lo Constitucional. Sentencia SCO-28, 29, 30, 31, 32 33 y
34-2009 de fecha 24 de mayo de 2011, considerando 15.
19. Sala de lo Constitucional. SCO-AA0409-2016 de fecha 19 de junio
de 2017, considerando 14 y SCO-AA 0767-2016 de fecha 20 de junio de
2017, considerando 12.
20. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 0197 y 0203-2017 del 7 de mar-
zo de 2018, párr. 16; y SCO-AA 0587-2013 del 1 de abril de 2014, párr. 8.
21. Sala de lo Constitucional. SCO-RI 1165-2014, de fecha 23 de junio
del 2017. Las citas textuales corresponden, en su orden, a los párr. 3, 17
y 19.

141
3. El derecho a la salud a la luz del bloque
de constitucionalidad

El derecho a la salud también se encuentra garantizado en el


artículo 26 de la Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos22 y el artículo 10 de su Protocolo Facultativo en materia de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el artículo 24.1 de la
Convención sobre los Derechos del Niño; el artículo 12 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y
los artículos 11 y 12 de la Convención sobre la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
De conformidad con el artículo 16 constitucional, todos estos
instrumentos, al haber sido ratificados por el Estado de Hondu-
ras, están en vigor y forman parte del derecho interno; por tanto,
el derecho a la salud se incorpora a la cláusula abierta que repre-
senta el artículo 63, complementando la protección del derecho a
la salud que brinda el artículo 145 de la Constitución.
En virtud de ello, los tratados internacionales mencionados
se integran al ordenamiento jurídico al más alto nivel, es decir, el
constitucional. En consecuencia, el derecho internacional de de-
rechos humanos se integra con la Constitución para establecer un
sistema normativo unitario que le da validez al resto del ordena-
miento jurídico nacional. Por tanto, esas normas internacionales
que reconocen el derecho a la salud, adquieren validez jurídica
como fuente de derecho interno y ocupan el rango o jerarquía
constitucional23.
En esta lógica, la Constitución de la República constituye el
estatus mínimo de protección del ser humano y su dignidad, ya
que no se agota en su texto, sino que trasciende a sí misma y se
complementa con los tratados internacionales de derechos hu-
manos ratificados por Honduras, y entre ellos interactúan y se

22. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Poblete Vil-


ches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de
marzo de 2018, párr. 110.
23. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 406-2013 de fecha 28 de junio
de 2013, considerando 12.

142
auxilian mutuamente en la tutela de la dignidad y los derechos
humanos24. A la vez, las normas y derechos fundamentales de ori-
gen supranacional se incorporan a nuestro derecho interno para
formar parte del llamado “bloque de constitucionalidad”25.
Dado que la persona humana es el eje central de nuestra Cons-
titución, esta “incorpora las disposiciones contenidas en los ins-
trumentos internacionales de los derechos humanos, desarrollan-
do la técnica constitucional denominada ‘derechos implícitos’”26
y, de esta manera, las normas internacionales y sus estándares
fortalecen la protección de la persona humana ofrecida por las
normas constitucionales en el ámbito del derecho a la salud, así
como las interpretaciones que realiza la Sala de lo Constitucional
y los órganos internacionales de derechos humanos27.
En virtud de los estándares internacionales, el derecho a la
salud se considera parte fundamental de los derechos humanos y
de lo que entendemos por una vida digna28. Además, es un dere-
cho indispensable para el ejercicio de los demás derechos y está
estrechamente vinculado con los derechos a la alimentación, a la
vivienda, al trabajo, a la educación, a la dignidad humana, a la
vida, a la no discriminación, a la igualdad, a no ser sometido a
torturas, a la vida privada, al acceso a la información y a la liber-
tad de asociación, reunión y circulación29.

24. Sala de lo Constitucional. SCO-RI 1165-2014 de fecha 23 de junio


de 2017, considerando 20.
25. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 0406-2013 de fecha 28 de junio
de 2013, considerandos 11-12.
26. Sala de lo Constitucional. SCO-RI 1165-2014 de fecha 23 de junio
de 2017, considerando 20.
27. Consúltese, Sala de lo Constitucional. SCO-ACC 1134-2014 de fe-
cha 3 de mayo de 2016; SCO-ACC 126-2017 de fecha 23 de mayo de 2017;
SCO-AP 0409-2016 de fecha 19 de junio de 2017; y SCO-AA 0094-2015 de
fecha 14 de marzo de 2018.
28. Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Dere-
chos Humanos. El derecho a la salud. Folleto informativo N° 31. Naciones
Unidas, Ginebra, 2008, p. 1.
29. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Obser-
vación General N° 14. El derecho al disfrute del más alto nivel posible
de salud (artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales), 2000, párrs. 1 y 3.

143
En este sentido, el derecho a la salud puede considerarse un
derecho inclusivo, ya que comprende un amplio conjunto de fac-
tores que puede contribuir a una vida sana, tales como el agua
potable y condiciones sanitarias adecuadas, alimentos aptos para
el consumo, la nutrición y vivienda adecuadas, las condiciones de
trabajo y un medio ambiente saludables, la educación e informa-
ción sobre cuestiones relacionadas con la salud y la igualdad de
género30. De esta manera,

[…] no sólo abarca la atención de salud oportuna y apropiada


sino también los principales factores determinantes de la salud,
como el acceso al agua limpia potable y a condiciones sanita-
rias adecuadas, el suministro adecuado de alimentos sanos, una
nutrición adecuada, una vivienda adecuada, condiciones sanas
en el trabajo y el medio ambiente, y acceso a la educación e in-
formación sobre cuestiones relacionadas con la salud, incluida
la salud sexual y reproductiva. Otro aspecto importante es la
participación de la población en todo el proceso de adopción de
decisiones sobre las cuestiones relacionadas con la salud en los
planos comunitario, nacional e internacional31.

Aunque el derecho a la salud no puede entenderse como un


derecho a estar sano, sí debe concebirse como “un derecho al
disfrute de toda una gama de facilidades, bienes, servicios y con-
diciones necesarios para alcanzar el más alto nivel posible de
salud”32. Por ello, los Estados tienen la obligación de garantizar
que todos los servicios, bienes e instalaciones, relacionados con
la salud, estén disponibles, sean accesibles, aceptables y de buena
calidad. De acuerdo con el Comité de Derechos Económicos, So-
ciales y Culturales de las Naciones Unidas, el derecho a la salud
contiene una serie de elementos esenciales e interrelacionados:
30. Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Dere-
chos Humanos. El derecho a la salud… op. cit., p. 3.
31. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Observa-
ción General N° 14. El derecho al disfrute del más alto nivel posible de
salud… op. cit., párr. 11.
32. Ibíd., párr. 9.

144
a) La disponibilidad, que requiere que los Estados cuenten con
un número suficiente de establecimientos, bienes, programas,
servicios públicos y centros de atención de la salud, los cua-
les contarán al menos con “agua limpia potable y condiciones
sanitarias adecuadas, hospitales, clínicas y demás estableci-
mientos relacionados con la salud, personal médico y pro-
fesional capacitado y bien remunerado habida cuenta de las
condiciones que existen en el país, así como los medicamen-
tos esenciales definidos en el Programa de Acción sobre medi-
camentos esenciales de la OMS”.

b) La accesibilidad, que implica que los establecimientos, bie-


nes, programas, servicios públicos y centros de atención de la
salud sean accesibles a todas las personas, sin discriminación
alguna. La accesibilidad tiene cuatro dimensiones: (b.1) la no
discriminación, en el sentido que el acceso no esté obstaculi-
zado por cuestiones de hecho y de derecho, particularmente
a los sectores más vulnerabilizados y marginados de la socie-
dad; (b.2) la accesibilidad física, es decir, que estén al alcance
geográfico de todos los sectores de la población y que el agua
limpia potable y los servicios sanitarios adecuados se encuen-
tran a una distancia geográfica razonable; (b.3) la accesibili-
dad económica, en tanto que los establecimientos, bienes y
servicios de salud estén al alcance de todos y todas, y que los
pagos por ellos se basen en el principio de la equidad, a fin
de asegurar que sobre los hogares más pobres no recaiga una
carga desproporcionada en comparación con los hogares más
ricos; y (b.4) el acceso a la información, que implica “el dere-
cho de solicitar, recibir y difundir información e ideas acerca
de las cuestiones relacionadas con la salud”.

c) La aceptabilidad, que implica que los establecimientos, bie-


nes, programas, servicios públicos y centros de atención de la
salud sean respetuosos de la ética médica y de la cultura de
las personas, y sensibles a las cuestiones de género y del ciclo
de vida.

145
d) La buena calidad, es decir, que sean apropiados desde el pun-
to de vista científico y médico, lo cual “requiere, entre otras
cosas, personal médico capacitado, medicamentos y equipo
hospitalario científicamente aprobados y en buen estado, agua
limpia potable y condiciones sanitarias adecuadas”33.

En el mismo sentido, la Corte Interamericana de Derechos


Humanos (en adelante Corte IDH) ha establecido que el derecho
a la salud se refiere al derecho de toda persona a gozar del más
alto nivel de bienestar físico, mental y social, y abarca la atención
de salud oportuna y apropiada conforme a los citados principios
de disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad34, y que
es indispensable para el ejercicio adecuado de los demás dere-
chos humanos. En este sentido, la salud debe entenderse “no sólo
como la ausencia de afecciones o enfermedades, sino también a
un estado completo de bienestar físico, mental y social, derivado
de un estilo de vida que permita alcanzar a las personas un ba-
lance integral”35.
También es importante recordar que el derecho a la salud es
un bien público que debe ser protegido por el Estado, que tiene la
obligación de prevenir que terceros interfieran indebidamente en
el goce de los derechos a la vida y a la integridad personal cuando
una persona se encuentra bajo tratamiento de salud. En concreto,
dicha obligación se traduce en regular y fiscalizar toda la asisten-
cia de salud, independientemente de si la entidad que la presta es
de carácter público o privado, ya que la obligación de los Estados
de regular no se agota en los hospitales públicos, sino que abarca
toda y cualquier institución de salud36. En este orden de ideas:

33. Ibíd., párr. 12, literales a, b, c y d.


34. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Cuscul Piva-
ral y otros Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 23 de agosto de 2018, párr. 107.
35. Corte IDH. Poblete Vilches y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 8 de marzo de 2018, párr. 118.
36. Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de
julio de 2006, párrs. 89-90.

146
La prestación de servicios públicos implica la protección de bie-
nes públicos, la cual es una de las finalidades de los Estados.
Si bien los Estados pueden delegar su prestación, a través de la
llamada tercerización, mantienen la titularidad de la obligación
de proveer los servicios públicos y de proteger el bien público
respectivo. La delegación a la iniciativa privada de proveer esos
servicios, exige como elemento fundamental la responsabilidad
de los Estados en fiscalizar su ejecución, para garantizar una
efectiva protección de los derechos humanos de las personas
bajo su jurisdicción y para que los servicios públicos sean pro-
vistos a la colectividad sin cualquier tipo de discriminación, y de
la forma más efectiva posible37.

Por tanto, constituye una violación de las obligaciones inter-


nacionales del Estado cuando este omite cumplir con su deber de
supervisar y fiscalizar la prestación del derecho a la salud por ins-
tituciones públicas y privadas, pues una “eventual atención médi-
ca en instituciones sin la debida habilitación, sin estar aptas en su
infraestructura o en su higiene para brindar prestaciones médi-
cas, o por profesionales que no cuenten con la debida calificación
para tales actividades, podría conllevar una incidencia trascen-
dental en los derechos a la vida o a la integridad del paciente”38.
En este punto es importante resaltar que el derecho a la sa-
lud genera para el Estado una serie de obligaciones que incluyen
aspectos que tienen una exigibilidad inmediata y aspectos que
tienen un carácter progresivo. En relación con los primeros, el
Estado de Honduras está obligado a adoptar medidas eficaces a
fin de garantizar el acceso sin discriminación a las prestaciones
reconocidas para dicho derecho y garantizar la igualdad de de-
rechos entre hombres y mujeres. Y, con respecto a los segundos,
el Estado debe constantemente avanzar lo más expedita y eficaz-

37. Ibíd., párr. 96.


38. Corte IDH. Caso Suárez Peralta Vs. Ecuador. Excepción Preli-
minar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de mayo de 2013,
párr. 149.

147
mente posible hacia la plena efectividad del derecho a la salud, en
la medida de sus recursos disponibles, y abstenerse de adoptar
medidas deliberadamente regresivas que disminuyan la protec-
ción alcanzada39.
Finalmente, en cuanto a la obligación general del Estado de
respetar y garantizar el derecho a la salud, hay que puntualizar
tres cuestiones: primero, se debe dar especial cuidado a los gru-
pos en situación de mayor vulnerabilidad y marginación, y rea-
lizarse de conformidad con los recursos disponibles de manera
progresiva40. En este orden de ideas,

[…] toda persona que se encuentre en una situación de vulne-


rabilidad es titular de una protección especial, en razón de los
deberes especiales cuyo cumplimiento por parte del Estado es
necesario para satisfacer las obligaciones generales de respeto y
garantía de los derechos humanos. La Corte reitera que no basta
que los Estados se abstengan de violar los derechos, sino que es
imperativa la adopción de medidas positivas, determinables en
función de las particulares necesidades de protección del sujeto
de derecho, ya sea por su condición personal o por la situación
específica en que se encuentre41.

Segundo, hay que tomar en cuenta que la salud tiene impli-


caciones diferenciadas para las mujeres debido a su capacidad
biológica de embarazo y parto. Por tanto, se debe abordar la salud
sexual y reproductiva como una expresión de la salud desde una
doble mirada: por una parte, desde la autonomía y la libertad
reproductiva de las mujeres, en cuanto al derecho a tomar de-
cisiones autónomas sobre su plan de vida, su cuerpo y su salud
sexual y reproductiva, libre de toda violencia, coacción y discri-

39. Corte IDH. Caso Hernández Vs. Argentina. Excepción Preliminar,


Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2019,
párr. 81.
40. Corte IDH. Caso Cuscul Pivaral y otros Vs. Guatemala… op. cit.,
párr. 107; Caso Hernández Vs. Argentina… op. cit., párr. 78.
41. Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil... op. cit., párr. 103.

148
minación; y, por otra parte, desde el acceso a servicios de salud
reproductiva y a la información, la educación y los medios que les
permitan ejercer su derecho a decidir sobre su cuerpo de forma
libre y responsable42.
Y, tercero, no se puede ignorar que la disponibilidad de re-
cursos es una condicionante para la plena efectividad del derecho
a la salud; sin embargo, cuando los recursos son escasos, el Es-
tado tiene el deber de garantizar la satisfacción de por lo menos
los niveles esenciales de este derecho. En otras palabras, existen
unas obligaciones mínimas inderogables que el Estado tiene que
cumplir con independencia de la disponibilidad de recursos o de
cualquier otro factor o dificultad, ya que si las normas constitu-
cionales e internacionales que lo reconocen se interpretaran de tal
manera que no estableciera una obligación mínima, carecerían en
gran medida de su razón de ser43.
En este sentido, el Estado de Honduras tiene que asegurar,
como mínimo, una atención primaria básica de salud; acceso a
centros, bienes y servicios de salud sin discriminación; acceso a
alimentación esencial que sea nutritiva, adecuada y segura para
que nadie padezca hambre; acceso a una vivienda y unas condi-
ciones sanitarias básicas, así como un suministro adecuado de
agua limpia potable; y acceso a los medicamentos básicos según
las definiciones periódicas que figuran en el Programa de Acción
sobre Medicamentos Esenciales de la Organización Mundial de la
Salud44.
En conclusión, el Estado de Honduras es responsable de ga-
rantizar y regular con carácter permanente la prestación de ser-

42. Corte IDH. I.V. Vs. Bolivia. Excepciones Preliminares, Fondo, Re-
paraciones y Costas. Sentencia de 30 de noviembre de 2016, párr. 157.
43. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Observa-
ción General N° 3. La índole de las obligaciones de los Estados Partes
(párrafo 1 del artículo 2 del Pacto), 1990, párr. 10 y 12; Id. Observación
General N° 14. El derecho al disfrute del más alto nivel posible de sa-
lud… op. cit., párr. 43.
44. Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Observa-
ción General N° 14. El derecho al disfrute del más alto nivel posible de
salud… op. cit., párr. 43.

149
vicios de salud públicos de calidad y la ejecución de programas
nacionales de salud, así como de fiscalizar la prestación de servi-
cios de salud por parte de entidades privadas, “de tal manera que
disuada cualquier amenaza al derecho a la vida y a la integridad
física de las personas”45, particularmente “respecto de una perso-
na que padece enfermedades graves o crónicas cuando su salud
se puede deteriorar de manera progresiva”46.

4. El abismo entre los estándares


constitucionales e internacionales y la práctica,
en relación con el derecho a la salud
en el contexto de la COVID-19

El artículo 3 del Código de Salud dispone que la organización


y coordinación del sector salud está a cargo de la Secretaría de
Salud (SESAL), incluyendo a todos los organismos públicos y pri-
vados, nacionales e internacionales que estén autorizados para
desarrollar actividades, cooperar o asesorar en materia de salud
pública. Como parte de su trabajo, en 2005 se aprobó el Plan
Nacional de Salud 202147, cuyo objetivo de disminuir las inequi-
dades y mejorar la calidad de vida de la población hondureña,
fracasó totalmente.
La crisis en el sistema de salud llegó a tal nivel que, en 2013,
la Fiscalía Especial de Derechos Humanos del Ministerio Público
presentó un recurso de Amparo colectivo ante la Sala de lo Cons-
titucional, exigiendo la protección del derecho a la salud frente a
la precaria situación del sistema de salud pública. El 1 de abril
de 2014, la Sala de lo Constitucional dictó la sentencia respectiva,
ordenando lo siguiente:

45. Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil... op. cit., párr. 99.
46. Corte IDH. Caso Chinchilla Sandoval y otros Vs. Guatemala...
op. cit., párr. 188.
47. Secretaría de Salud. Plan Nacional de Salud 2005-2021. Tegu-
cigalpa, diciembre de 2005, p. 5. Consultado el 1 de diciembre de 2020.
Disponible en: http://www.bvs.hn/Honduras/pdf/Politicas_Nacionales_Sa-
lud-Honduras_Plan_Nacional_2021.pdf

150
En principio, que la Secretaría de Finanzas proporcione a la
Secretaría de Estado en los Despachos de Salud una Financia-
ción sostenible y oportuna para: 1.- Que el Estado promueva
políticas, planes y programas funcionales que garanticen el de-
recho a acceder a servicios de salud de manera oportuna, eficaz
y con calidad. 2.- Que los Hospitales Públicos del País donde se
proporciona cualquier tipo de tratamientos permanentes, ver-
bigracia (diálisis), mantengan todos los insumos y los aparatos
en óptimas condiciones para brindarlos de manera efectiva y
oportuna, y aquellos que no, que el Estado proceda a cubrir sus
obligaciones o a exigir que se cumplan las obligaciones con él no
cumplidas, a aquellos con quienes ha firmado contrato para este
efecto. 3.- Que las instituciones encargadas de la prestación del
servicio de salud, cumplan de manera progresiva y cada vez más
fortalecida con brindar mejores niveles de vida a las personas
que integran el grupo vulnerable que requiera de la prevención,
protección, curación o rehabilitación de cualquier tipo. 4.- De-
nunciar y ejercer las acciones correspondientes ante la noticia de
que se están ejerciendo actos de corrupción con los medicamen-
tos, aparatos médicos, contrataciones de personal, contratos de
suministros en general, encaminados a reducir, redefinir o des-
viar los fondos designados para garantizar el derecho a la salud,
y lograr que se castigue a los responsables48.

Esta resolución significó un precedente trascendental para la


tutela del derecho a la salud y a la vida de la población y, por otra
parte, para la lucha contra la corrupción. Sin embargo, las auto-
ridades correspondientes no la cumplieron; por el contrario, se
aceleró el proceso de deterioro y privatización del sistema de sa-
lud. En 2018, el Colegio Médico de Honduras emitió varias alertas
al gobierno de la República sobre las graves falencias del sistema
nacional de salud y señaló que este no estaría preparado para

48. Sala de lo Constitucional. SCO-AA 0587-2013 del 1 de abril de


2014, párr. 23.

151
que el personal médico pudiera prestar un servicio eficiente y de
calidad49.
Por su parte, en un informe especial de 2018, el Comisionado
Nacional de Derechos Humanos (CONADEH) expuso que

El Sistema nacional de Salud se caracteriza por ser débil, frag-


mentado, con limitada capacidad de respuesta y gestión, con
financiamiento inequitativo y excluyente, lo que dificulta la pla-
nificación y la operatividad […]. En los últimos años, hemos es-
tado asistiendo a un marcado y continuo desmejoramiento de la
calidad de la atención y de los servicios de los establecimientos
de salud pública del país.
Aun cuando se hayan destinado importantes recursos, tanto hu-
manos como económicos (la salud pública es el sector con ma-
yor inversión presupuestaria después de educación), la situación
real de los establecimientos de salud en todo el país, no se carac-
teriza por la productividad y eficacia en el uso de esos recursos
en cuanto a su impacto social esperado. A pesar de todos los
esfuerzos realizados en los últimos años, aún continúa el desa-
bastecimiento de medicamentos, los malos tratos, la corrupción,
inseguridad y negligencia, para solo mencionar algunos de los
problemas más importantes50.

49. “Médicos amenazan con suspender las cirugías por falta de in-
sumos en el HEU”. El Heraldo, 26 de septiembre de 2018. Disponible
en: https://www.elheraldo.hn/inicio/1220014-465/medicos-amenazan-
con-suspender-las-cirugias-por-falta-de-insumos-en-heu; “Colegio Médico
denuncia deterioro intencional en sistema de salud”. Proceso Digital, 24
de diciembre de 2018. Disponible en: https://proceso.hn/salud/5-salud-y-
sociedad/colegio-medico-denuncia-deterioro-intencional-en-sistema-de-
salud.html; “Médicos y docentes convocan a gran paro nacional jueves y
viernes”. Criterio.hn., 28 de mayo de 2019. Disponible en https://criterio.
hn/2019/05/28/medicos-y-docentes-convocan-a-gran-paro-nacional-jue-
ves-y-viernes/amp/ Estos reportes de prensa fueron consultados el 1 de
diciembre de 2020.
50. Comisionado Nacional de Derechos Humanos. Aspectos básicos
del servicio público y goce del derecho humano a la salud por los ha-
bitantes en Honduras. Segundo Informe Final Especial. Tegucigalpa, di-
ciembre 2018, pp. 30 y 106. Consultado el 1 de diciembre de 2020. Dis-

152
En 2019, el Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD)
reportó que 9 de cada 10 personas no están cubiertas por ningún
tipo de seguro de salud y estimó “que el 18% de la población (más
de 1.5 millones de hondureños) no tiene acceso a los servicios de
salud”51. Frente a la falta de respuesta por parte del Estado para
responder a la situación crítica del sistema de salud y a su priva-
tización, hubo grandes movilizaciones ciudadanas lideradas por
el Colegio Médico de Honduras, cuyas peticiones no fueron aten-
didas por el gobierno hondureño y solo recibieron la represión
violenta militar y policial52.
Ese mismo año, en su informe sobre la situación de derechos
humanos en Honduras la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) manifestó que

Si bien el Estado ha referido el incremento de la inversión en el


sistema de salud pública […], la CIDH ve con preocupación in-
formación recibida durante su visita sobre la baja cobertura en
el país, la insuficiencia de los recursos económicos y humanos
dispuestos para garantizar tal derecho, la prevalencia de infraes-
tructura inadecuada y diversos cuestionamientos a la calidad de
los servicios sanitarios existentes, en particular aquellos dirigi-
dos a la población en zonas rurales53.

ponible en: http://app.conadeh.hn/descargas/InformesEspeciales/Segun-


do_Informe_sobre_el_Servicio_Publico_de_Salud_en_Honduras_2018.pdf
51. FIALLOS, Signy. ¿Qué ha pasado con el sistema de salud en los
últimos 10 años? Periodismo en Profundidad. CESPAD. Tegucigalpa, mayo
2019, p. 2. Consultado el 1 de diciembre de 2020. Disponible en: http://
cespad.org.hn/wp-content/uploads/2019/05/Profundidad9-OSF.pdf
52. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los De-
rechos Humanos en Honduras. Informe Anual 2019, A/HRC/43/3/Add.2, 2
de abril de 2020, p. 11. Consultado el 1 de diciembre de 2020. Disponible
en: https://oacnudh.hn/informe-2019-espanol/
53. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Situación de
derechos humanos en Honduras. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 146. Washington,
D.C. 27 agosto 2019, p. 74, párr. 132. Consultado el 1 de diciembre de
2020. Disponible en: http://www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/Hondu-
ras2019.pdf

153
Los datos anteriores muestran categóricamente que el sistema
nacional de salud no estaba preparado para responder adecuada-
mente a la pandemia de la covid-19. Como lo señala el historiador
Marvin Barahona,

La covid-19 encontró al sistema de salud pública como un con-


denado a muerte, en espera del tiro de gracia que lo liquidara
de una vez, como se preveía años atrás cuando una nueva legis-
lación amenazaba con privatizarlo. Sin embargo, se le condenó
a morir a fuego lento, a padecer de calamidad el resto de sus
años en el abandono, sometido a un deterioro progresivo hasta
su parálisis total. Y no podía ser de otra manera, este moribun-
do sistema de salud no es un monumento a la equidad social,
sino el emblema de la desigualdad social; precario en casi todo,
incluso en la modesta apariencia de la mayoría de sus instalacio-
nes. Su destrucción sistemática sigue siendo el símbolo de una
orientación y una elección consciente del Estado, para erradicar
“lo público” de su agenda de responsabilidades54.

Como veremos a continuación, la pandemia representó una


oportunidad para quienes se benefician de la corrupción desde el
poder público55 para movilizar una importante cantidad de recur-
sos financieros y realizar procesos de contrataciones expeditos
sin cumplir con los parámetros de transparencia, integridad y
rendición de cuentas, particularmente en áreas más vulnerables a
la corrupción como la construcción y remodelación de instalacio-
nes sanitarias; la compra de equipamiento, insumos, medicinas

54. BARAHONA, Marvin. “Las revelaciones de la pandemia”. En revista


Envío-Honduras. Año 18, N° 62. Equipo de Reflexión, Investigación y Co-
municación. El Progreso, agosto de 2020, p. 16.
55. La CIDH ha señalado que la pobreza, la desigualdad y discrimina-
ción, la debilidad institucional, la impunidad y la corrupción, son proble-
mas estructurales enraizados en un sistema que “beneficia a unos cuantos
que tienen relaciones con altas esferas de poder político y económico” y
afecta “de manera desproporcionada a personas en situación de vulnera-
bilidad”. En CIDH, Situación de derechos humanos en Honduras… op.
cit., p. 9, párr. 2 y p. 17, párr. 16.

154
y su distribución; y la regulación de la calidad en los productos,
servicios e instalaciones56.
El Estado de Honduras aprobó una serie de iniciativas para
enfrentar la pandemia, “cuya característica principal fue otorgar
un apoyo a cuentagotas al sistema sanitario y ninguno al sistema
educativo público”57, y realizar procesos irregulares de compra de
hospitales móviles, ventiladoras pulmonares mecánicos, pruebas
de detección de covid-19 e insumos de bioseguridad. Se aprobó
un “Plan para la Contención y Respuesta a casos de Coronavirus
(COVID-19)”, que priorizó 13 hospitales ubicados en 10 departa-
mentos del país58; una Ley Especial de Aceleración Económica y
Protección Social Frente a los Efectos del Coronavirus; la cons-
trucción de más de 90 hospitales59; y la compra de 7 hospita-
les móviles a cargo de la Secretaría de Estado en los Despachos
de Gestión de Riesgos y Contingencias Nacionales de Honduras
(COPECO)60.
A la vez, se aprobó el Decreto Ejecutivo Nº PCM-029-2020,
cuyo artículo 7 dispuso que la SESAL y el Instituto Hondureño de

56. VIAN, Taryn. “Review of corruption in the health sector: theory,


methods and interventions”. En Health Policy and Planning. Vol. 23, Is-
sue 2, marzo 2008, pp. 84-85. Consultado el 1 de diciembre de 2020.
Disponible en: https://bit.ly/30RxiqG
57. BARAHONA, Marvin. “Las revelaciones de la pandemia…”, op. cit.,
p. 16.
58. Secretaría de Salud. Plan para la Contención y Respuesta a
casos de Coronavirus (Covid-19). Tegucigalpa, febrero 2020, pp. 21-22.
Consultado el 1 de diciembre de 2020. Disponible en: https://covid19hon-
duras.org/?q=node/31
59. “Gobierno presenta proyectos de Nueva Red Integral Pública de
Servicios de Salud del Seguro Social y de Infraestructura de Carreteras”.
Tegucigalpa, 16 de marzo 2020. Consultado el 1 de diciembre de 2020. Dis-
ponible en: https://presidencia.gob.hn/index.php/gob/el-presidente/7017-
gobierno-presenta-proyectos-de-nueva-red-integral-publica-de-servicios-
de-salud-del-seguro-social-y-de-infraestructura-de-carreteras
60. “Gobierno adquiere hospital y clínicas móviles, 110 respiradores
y 200 termómetros láser”. Tegucigalpa, 12 de marzo de 2020. Consul-
tado el 1 de diciembre de 2020. Disponible en: https://presidencia.gob.
hn/index.php/sala-de-prensa/7002-gobierno-adquiere-hospital-y-clinicas-
moviles-110-respiradores-y-200-termometros-laser

155
Seguridad Social (IHSS) manejen el sistema hospitalario y com-
partan “recursos humanos e instalaciones físicas para atender la
emergencia y en el caso que se generen operaciones que impli-
quen requerimiento presupuestario con cargo al IHSS, las mismas
serán financiadas con cargo a la SESAL, INVEST-H [Inversión Es-
tratégica de Honduras] y COPECO”61.
No obstante, hasta el momento, de los siete hospitales móviles
referidos solo han llegado dos, incompletos, con serios cuestiona-
mientos de corrupción en términos de relación precio-calidad, y
mediante intermediaciones innecesarias que solo aumentaron el
precio, en perjuicio del patrimonio público. Por otro lado, no se
ha construido ninguno de los 90 hospitales anunciados y la red
hospitalaria sigue careciendo de equipos de bioseguridad, como
lo indica el hecho de que casi un tercio del personal sanitario no
cuenta con equipo de protección personal, y que el 73% del per-
sonal médico y el 58% del personal de enfermería han tenido que
adquirir de su propio bolsillo los insumos sanitarios necesarios
para realizar su labor62.
A la vez, la COPECO e INVEST-H adquirieron cientos de miles
de mascarillas KN95, no recomendadas para uso médico, y las
distribuyeron a nivel nacional a todo el personal médico y de otra
naturaleza, involucrado en el abordaje de la pandemia. Según de-
nuncia del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), las autorida-
des administrativas de la SESAL sacaron las mascarillas de sus
empaques originales, con el “probable objetivo de evitar que los
usuarios tengan conocimiento que estas mascarillas no son reco-
mendadas para el uso médico”. En vez de advertir sobre la falsa
protección de estas mascarillas, han querido ocultarlo, aunque

61. Decreto Ejecutivo Nº PCM-029-2020. Creación del Comisionado


Especial de Atención a la Emergencia COVID-19. Aprobado el 7 de abril
de 2020 y publicado en el Diario Oficial La Gaceta núm. 35,220 del 7 de
abril de 2020.
62. CESPAD. Primer Informe de Monitoreo a la Gestión Pública en el
marco de la Pandemia del COVID-19. Desproteger a quienes nos prote-
gen: Riesgos del personal sanitario para enfrentar la pandemia. Tegu-
cigalpa, agosto 2020, p. 31. Consultado el 1 de diciembre de 2020. Dis-
ponible en: http://cespad.org.hn/wp-content/uploads/2020/08/1-informe-
monitoreo-COVID.pdf

156
ello implique un perjuicio a la salud del personal sanitario y del
pueblo hondureño63.
Todo lo anterior refleja la ausencia de una estrategia integral
para atender la emergencia sanitaria nacional, así como de do-
cumentos que registren o justifiquen que las compras surgen de
una planificación estratégica de atención a la emergencia por par-
te de las autoridades responsables (Presidencia de la República,
SESAL, INVEST-H y COPECO); tampoco hay registro de un plan bá-
sico de compras que establezca qué comprar, en qué cantidades y
para quiénes, o la priorización de estas adquisiciones64.
Los millones de dólares aprobados han sido manejados de
forma ineficiente, poco transparente e incumpliendo la normativa
nacional vigente y los principios y buenas prácticas en adquisi-
ciones y contratación pública. En consecuencia, la inversión “no
se ha visto reflejada en la satisfacción de las necesidades de la
población causadas por la pandemia de COVID-19”65.

A modo de conclusión

El derecho a la salud puede concebirse “como uno de los pi-


lares necesarios para la construcción del ideal de una sociedad
con seres humanos dignos”66. Por ello, en virtud de los estánda-
res constitucionales e internacionales en la materia, el Estado es
el responsable de su promoción y protección. En consecuencia,
debe crear todas las condiciones que sean necesarias para que,

63. CNA. La corrupción en tiempos del COVID-19. Parte VII: La trampa


mortal de la bioseguridad estatal. Tegucigalpa, julio 2020, p. 13, literales
b y c. Consultado el 1 de diciembre de 2020. Disponible en: https://www.
cna.hn/wp-content/uploads/2020/07/La-corrupcio%CC%81n-en-tiempos-
del-COVID_Parte-7.pdf
64. Asociación para una Sociedad más Justa. Análisis comparativo
de los procesos de compras ejecutados por Invest-H y el fideicomiso de
Banco de Occidente, S.A., en el marco de la emergencia por COVID-19.
Tegucigalpa, agosto de 2020, p. 11. Consultado el 1 de diciembre de 2020.
Disponible en: https://asjhonduras.com/covid19/informe_comparativo_fi-
deicomiso_bco_occ.html
65. Ibid., pp. 8, 9, 14 y 16.
66. Sala de lo Constitucional, SCO-AA 587-2013 de fecha 01 de abril
de 2014, considerando 19.

157
al menos, los elementos esenciales del derecho a la salud sean
garantizados en un momento de grave crisis sanitaria y humani-
taria.
No obstante, a pesar de que el Estado de Honduras brinda un
tratamiento amplio al derecho a la salud desde la normativa cons-
titucional y ordinaria, y desde la jurisprudencia constitucional, al
incorporar los estándares internacionales al bloque de constitu-
cionalidad, la práctica de las autoridades públicas evidencia cómo
este derecho es sometido al juego de intereses corruptos y a la di-
námica del poder para, en un contexto de pandemia, profundizar
un modelo represivo que reduce al mínimo el espacio cívico a tra-
vés de la intimidación, el acoso, los ataques a periodistas, la de-
tención de personas que protestan y el uso excesivo de la fuerza,
y los asesinatos de personas defensoras de derechos humanos67.
El abismo entre la adopción de normas, jurisprudencia y me-
didas de emergencia, y la gestión autoritaria del poder y el manejo
corrupto de los recursos en el contexto de la pandemia, constituye
un paradigma cínico que insiste de forma exhaustiva en la defensa
formal del derecho a la salud y, al mismo tiempo, produce es-
tructuras, políticas e instituciones que lo niegan en la práctica68.
Esto provoca que existan dos realidades contradictorias: la que
viven quienes pertenecen al régimen hondureño y lo defienden,
confundiendo la realidad con la ficción; y la que vive la mayoría
de la población privada de alimentos esenciales, atención básica
de salud, empleo y vivienda digna.
A la luz de lo anterior, es evidente que la capacidad de mitigar
los efectos de la pandemia de covid-19 está condicionada por la

67. De acuerdo con Civicus, Honduras forma parte de una lista de 5


países en América (México, Nicaragua, Colombia y Venezuela), donde el
espacio cívico sigue reprimido. En CIVICUS. People power under attack
2020. A report based on data from the Civicus Monitor. CIVICUS: World
alliance for citizen participation. Johannesburgo, 2020, pp. 21-24. Con-
sultado el 10 de diciembre de 2020. Disponible en: https://civicus.content-
files.net/media/assets/file/GlobalReport2020.pdf
68. BARTOLOMÉ RUÍZ, Castor M. M. El Movimiento de los Sin Tierra
en Brasil. Propiedad o alteridad, dilema de los derechos humanos. Ins-
tituto de Derechos Humanos, Universidad de Deusto, Bilbao, 2006, pp.
37-38.

158
fortaleza del sistema democrático, por el combate efectivo a la co-
rrupción y por una cultura de respeto y garantía de los derechos
humanos. Honduras, catalogado como uno de los países más co-
rruptos de América Latina y una “autocracia electoral”69, es un
terreno fértil para profundizar el autoritarismo, la corrupción y la
impunidad, con el consecuente incumplimiento de su obligación
de respetar y garantizar el derecho a la salud con el máximo de
los recursos disponibles70.
No obstante, la grieta que se abre entre el discurso oficial y la
negación real del derecho a la salud en el contexto de la covid-19
también representa una oportunidad para, en primer lugar, cons-
truir una conciencia colectiva sobre la importancia de lo público
—sistema nacional de salud y educación pública— para el ple-
no desarrollo de la dignidad humana, y sobre la ilegitimidad del
régimen hondureño, que ha demostrado incapacidad y falta de
voluntad política para la implementación efectiva de los derechos
humanos.
Y, en segundo lugar, para promover una ciudadanía que se
despoje de la servidumbre que la mantiene como titular de de-
rechos en el ámbito del discurso, pero sin poder en la realidad,
y se articule para una práctica de transformación estructural del
país, la cual, obligatoriamente, tiene que asumir un enfoque de
derechos humanos que sitúe a la persona humana en el centro de
las políticas públicas; un enfoque de género que tome en cuenta
la brecha de desigualdad y las relaciones de poder que sufren las
mujeres; y un enfoque de interseccionalidad que considere las
particularidades e identidades diversas de las personas.

69. Congressional Research Service. Honduras: Background and


U.S. Relations. RL34027, 27 de abril 2020. Consultado el 1 de diciembre
de 2020. Disponible en: https://crsreports.congress.gov/product/pdf/RL/
RL34027
70. Para un análisis más amplio al respecto, consúltese el informe “La
profundización de la crisis de derechos humanos en Honduras derivada
de la gestión de la pandemia del Covid-19” (noviembre de 2020), elabora-
do por Edy Tábora y Heidy Alachán para la Coalición contra la Impunidad
y con el respaldo del Programa de Apoyo a los Derechos Humanos y a la
Democracia en Honduras (ProDerechos).

159
VI

CALAMIDAD Y PANDEMIA EN EL SALVADOR

José Benjamín Cuéllar Martínez

1. Introducción

A partir de marzo de 2020, el derecho a la salud en el país


no estuvo ni está en el primer sitio de la agenda nacional, a pesar
del ingreso de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) y de la
propaganda oficial. Más allá del discurso presidencial pendencie-
ramente tuitero, en la práctica son otras las prioridades estableci-
das por el titular del Órgano Ejecutivo desde que asumió el cargo,
el primer día de junio de 2019; estas son asumidas sin chistar por
su gabinete, integrado por quienes, en la práctica, tienen como
lineamiento principal el cumplir al pie de la letra y sin chistar lo
que su jefe ordena. Quien se aparta del guion oficial, también lo
apartan del equipo gubernamental1.

1. El caso más emblemático de este proceder es el de Nicolás Martínez


quien, siendo presidente del Banco Central de Reserva, compareció el 16
de septiembre de 2020 ante una comisión especial de la Asamblea Legisla-
tiva; entonces desmintió el discurso trillado de Bukele, quejándose por no
haber recibido durante varios meses —a lo largo de la pandemia— “ni un
centavo partido por la mitad” por culpa de la oposición parlamentaria. Al
día siguiente le pidieron a Martínez su renuncia por orden del presidente;
el argumento: lo desobedeció, pues la instrucción que había recibido era
la de no comparecer ante la comisión especial legislativa. Entonces Mar-
tínez pensó regresar al cargo que había ocupado en la institución durante
más de veinte años; sin embargo, lo colocaron en una plaza distinta que
fue cerrada posteriormente. Luego lo liquidaron. Finalmente, ha denun-
ciado haber sido amenazado tras presentar una demanda de amparo en
la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.

161
En el horizonte del presidente Nayib Bukele, trenzado con sus
distorsiones mesiánicas2 y sus muestras casi permanentes de un
narcisismo a veces hasta histriónico, lo que ha estado presente
—como suprema obsesión— es el evento electoral programado a
realizarse el 28 de febrero de 2021. Este tendrá lugar en un esce-
nario complicado por la peste actual y la permanente calamidad
de la politiquería partidista. En las votaciones que se realizarán,
están en juego las administraciones municipales y —sobre todo—
la composición del Órgano Legislativo, cuya mayoría calificada
es la ansiada meta de Bukele, de su círculo familiar, sus socios
empresariales, sus aliados políticos incondicionales, sus “aplau-
didores” mediáticos y sus ilusionados, fanáticos o agresivos se-
guidores.
Las fracciones parlamentarias en la presente legislatura, du-
rante la crisis, también han tenido ese horizonte; sin embargo,
debe señalarse que las situadas en el lado de la llamada “oposi-
ción” no siempre han actuado contra los designios del mandata-
rio; este, eso sí, no ha desaprovechado oportunidad para intentar
hacerle creer a la opinión pública nacional e internacional que
está solo en su “cruzada” contra un “enemigo interno” terrible,
inmisericorde y capaz de hacer lo que sea para entorpecer su mi-
sión. Como parte de esa “conspiración” aparecen la Sala de lo
Constitucional (SC) de la Corte Suprema de Justicia —cuyo des-
empeño debe calificarse al menos como congruente con su man-
dato— así como las referidas bancadas legislativas junto a otras
entidades públicas, el periodismo crítico y cualquier organización

2. “Nosotros tuvimos el pico de contagios el día que dimos Cadena


Nacional, ese día me enojé con la realidad; al día siguiente tuvimos el Día
Nacional de la Oración y desde ese día comenzaron a bajar los contagios”.
MALDONADO, Braian. “Nayib Bukele asegura que por oraciones bajaron
los contagios de Coronavirus”. Once Noticias. Honduras, 28 de agosto
de 2020. Consultado el 1 de septiembre de 2020. Recuperado de https://
www.oncenoticias.hn/nayib-bukele-asegura-que-por-oraciones-bajaron-
los-contagios-de-coronavirus/ Además de esta “providencia divina” para
enfrentar los efectos de la pandemia, decretó otros dos días nacionales de
oración: uno en mayo y otro en noviembre; este último para impedir los
estragos del huracán Iota en el territorio nacional.

162
o persona que, dentro o fuera del país, ose cuestionar el desem-
peño del mandatario y de sus funcionarios.
Así, pues, el panorama coyuntural no ha pintado con colo-
res de optimismo para la sociedad salvadoreña en estos meses
pandémicos y, además, tormentosos por los tropicales aguaceros
“Amanda” y “Cristóbal”, antecedidos y seguidos por otras llovede-
ras de menor intensidad, pero con dañinas consecuencias direc-
tas para los sectores de la población en situación de mayores vul-
nerabilidades3. Y puede que se oscurezca y enturbie aún más por
los “daños colaterales” que acompañan a la COVID-19, los cuales
han agravado aquellos males estructurales preexistentes —entre
los que predominan el hambre, la sangre y la impunidad— como
parte de una muy poco edificante y menos promisoria realidad
nacional.

2. Escenario adonde arribó la peste: el de la calamidad

Hay que diferenciar entre peste y calamidad. La primera es


definida por la Real Academia Española como una “enfermedad
contagiosa y grave que causa gran mortandad”; eso es lo que ha
ocurrido con la COVID-19. La segunda, en cambio, la misma fuen-
te la precisa como: “Desgracia o infortunio que alcanza a muchas
personas”; y esa ha sido la política partidista nacional. Antes, la
situación del país no era la mejor ni estaba en condiciones de pre-
sumir; por tanto, con el cambio en la Presidencia de la República,
una considerable cantidad de población se ilusionó. Sin embargo,
con este suceso, ahora está peor.
Durante los últimos dieciséis años han desfilado cuatro man-
datarios entre los cuales se incluye al actual. De estos, tres asu-
mieron el cargo con un elevado nivel de popularidad, aunque —de
cara al padrón electoral— no necesariamente de votos: Antonio

3. Tras su paso, “Amanda” dejó alrededor de una veintena de perso-


nas fallecidas; el saldo mortal de un deslave ocurrido el 29 de octubre
en el municipio de Nejapa, departamento de San Salvador, fue de nueve
víctimas.

163
Saca, que gobernó de 2004 a 2009; Mauricio Funes, quien lo hizo
de 2009 a 2014; y el actual, que asumió en 2019 y finalizará su
administración en 2024. Ciertamente, Saca y Funes no salieron
como entraron, pero al terminar sus respectivos períodos, aún
mantenían un buen grado de aceptación. El primero fue postu-
lado por Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), partido del
cual fue expulsado siendo ya expresidente; en la actualidad se
encuentra encarcelado por la millonaria corrupción de la cual se
benefició abundantemente, cumpliendo una corta pena y a pun-
to de salir libre. El segundo fue candidato del Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional (FMLN); luego de su ejercicio
presidencial se asiló en Nicaragua —por la misma causa que aún
mantiene a Saca en una “jaula de oro” — y adquirió la nacionali-
dad de aquel país por decisión del ampliamente cuestionado Da-
niel Ortega.
Saca y Funes ni siquiera iniciaron el camino para comenzar a
superar los males estructurales que aquejan a las mayorías popu-
lares salvadoreñas4. ¿Lo hará Bukele? Parece que no. ¿Agravará
la citada calamidad tan arraigada en el escenario político nacio-
nal? Parece que sí. ¿Qué le depara el destino? Quién sabe.

3. El país en la víspera de la COVID-19

Tanto las elecciones de 2018 para integrar la Asamblea Legis-


lativa y los concejos municipales, como los comicios presidencia-
les que tuvieron lugar un año después, pueden considerarse, en
conjunto, un punto de inflexión en la historia salvadoreña desde

4. Población marginada “frente a unas minorías elitistas que, siendo


la menor parte de la humanidad, utilizan en su provecho inmediato la
mayor parte de recursos disponibles”; “no están en condiciones de des-
poseídas por leyes naturales o por desidia personal o grupal, sino por
ordenamientos sociales históricos que las han situado en posición estric-
tamente privativa y no meramente carencial de lo que les es debido, sea
por estricta explotación o sea porque, indirectamente, se les ha impedido
aprovechar su fuerza de trabajo o su iniciativa política”. Cfr. SENENT,
Juan Antonio (Ed.). La lucha por la justicia. Instituto de Derechos Huma-
nos Universidad de Deusto. Bilbao, 2012, pp. 303-304.

164
la finalización del conflicto armado hasta la actualidad. En su dis-
curso de toma de posesión, Bukele afirmó que en los siguientes
cinco años no se dejaría atrás la posguerra ni se derrotaría al
bipartidismo; desde su perspectiva, eso ya había ocurrido cuando
la fórmula presidencial que encabezaba triunfó el 3 de febrero de
2019. Desde su óptica, el gran desafío era otro. “Tenemos cinco
años —aseveró— para hacer de El Salvador un ejemplo para el
mundo de que un pueblo puede salir adelante si así lo desea, si
lucha por eso”5.
Previo a la llegada de Bukele a Casa Presidencial, el parti-
do ARENA estuvo instalado en esta desde 1989 hasta el 2009; el
FMLN, por su parte, permaneció de 2009 a 2019. Además, estos
dos entes se turnaron la mayoría parlamentaria durante esas tres
décadas y manipularon las elecciones de “segundo grado” me-
diante las cuales nombraron —en función de sus intereses corpo-
rativos y otros muy particulares— titulares de instituciones clave
para el desarrollo democrático del país, como las que integran el
Ministerio Público: Fiscalía General de la República (FGR), Pro-
curaduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) y
Procuraduría General de la República (PGR).
¿Cómo se llegó a eso? Pues bien, ARENA en el Gobierno y el
FMLN siendo guerrilla, negociaron el “adiós a las armas” en medio
de los combates entre los ejércitos gubernamental e insurgente el
16 de enero de 1992, y suscribieron en México el Acuerdo final de
paz, más conocido como el Acuerdo de Chapultepec. Luego, re-
convertidos los alzados en armas en partido político, ambas ma-
quinarias electoreras generaron un entorno en el cual predominó
la polarización, sin que su horizonte fuera, realmente, el bien co-
mún sino las votaciones. Polarización, hay que señalarlo, más en
la forma que en el fondo; discrepaban e incluso se atacaban en

5. “Este fue el discurso de Nayib Bukele en la toma de posesión”. Dia-


rio El Mundo. El Salvador, 1 de junio de 2019. Consultado el 26 de julio
de 2020. Recuperado de https://diario.elmundo.sv/este-fue-el-discurso-
de-nayib-bukele-en-la-toma-de-posesion/

165
el discurso pero, en la práctica, uno y otro partido, controlando
el Ejecutivo y el Legislativo, impulsaron similares políticas en los
ámbitos económico y de seguridad, así como en lo relativo a un
falso e hipócrita “combate” a la impunidad y la corrupción.
Políticas esas, sin duda, contrarias a los intereses de las ma-
yorías populares. En consecuencia, tanto en 2018, pero mucho
más en 2019, ambos partidos fueron severamente castigados en
las urnas para terminar con sus caudales de seguidores bastante
reducidos; el caso que más llama la atención es el de la agrupa-
ción de “izquierdista”, al menos así se declara, al sufrir una dismi-
nución nunca imaginada: de casi un millón y medio de sufragios
válidos obtenidos en los comicios presidenciales efectuados en
2014, en 2019 no logró siquiera 400 000.
Eso contribuyó, en buena medida, a sentar a Bukele en la silla
presidencial tras haber sido alcalde de un pequeño municipio y
luego repetir en el mismo cargo, pero en la municipalidad más
grande e importante del país: la de la ciudad capital, San Salva-
dor. Esas dos postulaciones triunfadoras fueron impulsadas por
el FMLN, del cual fue expulsado en octubre de 2017. En las elec-
ciones presidenciales que ganó, las de 2019, figuró como candi-
dato del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) pese
a que, en diciembre de 2016, aseguró que nunca lo verían en las
filas de este ni en las de ARENA pues su “corazoncito”, palabra tex-
tual, estaba a la izquierda. De un padrón electoral que sumaba un
total de 5 268 411 personas, triunfó con una cantidad de votos si-
milar a la que consiguieron el FMLN y ARENA en la segunda vuelta
de los comicios realizados en 2014; así, pues, tampoco alcanzó el
millón y medio. La totalidad de los sufragios válidos emitidos en
febrero de 2019 fue de 2 701 992; es decir, el 51.2% del padrón, y
por Bukele se decantó el 27.3% del mismo. A final de cuentas, al-
canzó la primera magistratura con el 53% de la votación efectiva.
En ese marco, se puede aceptar en parte lo que afirmó en su
citado discurso: sí se logró el fin de ese bipartidismo perverso y
dañino con su triunfo, pero no se acabó la posguerra, entendida
como el período que siguió al cese de la confrontación armada,

166
durante el cual había que enfrentar y superar las causas estruc-
turales que la originaron. La posguerra pudo haber sido menos
prolongada ya que, en función de eso, se diseñó un “plan maestro”
contenido, básicamente, en dos de los documentos que en el mar-
co del proceso de diálogo y negociación firmaron las partes beli-
gerantes: el ya mencionado Acuerdo de Chapultepec, el último, y
el Acuerdo de Ginebra, el inicial, rubricado en esa ciudad suiza el
4 de abril de 1990. El de Chapultepec es, en la práctica, el listado
de los compromisos asumidos que debía cumplirse; un ejemplo
entre tantos: la creación de nuevas instituciones como la Policía
Nacional Civil (PNC) y la PDDH. En el de Ginebra se plantearon
los grandes componentes del proceso para hacer del salvadoreño
un territorio en paz. ¿Cuáles eran? Terminar la guerra por la vía
política al más corto plazo posible, respetar irrestrictamente los
derechos humanos, democratizar el país y reunificar la sociedad.
Sin embargo, el curso de los acontecimientos no se enfiló ha-
cia esas trascendentales metas. Cesaron los combates entre los
antes enemigos en las trincheras, sí, y pasaron a ser contrincantes
enfrentados en las urnas. Pero, por razones distintas, la violencia
continuó con altas tasas de criminalidad entre las cuales destacan
—por ser las más dolorosas y escandalosas— las de los homici-
dios, femicidios y feminicidios junto a las desapariciones forzadas
y las extorsiones, más conocidas como “rentas”.
También permanecieron la exclusión social y la profunda des-
igualdad, como parte esencial del diario sufrir que lacera la exis-
tencia de muchísimas familias. La negación de justicia se fortale-
ció al aprobarse —en perjuicio de las víctimas de las atrocidades
ocurridas antes y durante la guerra— una amnistía amplia, abso-
luta, incondicional y violadora de los estándares del derecho in-
ternacional de los derechos humanos y del derecho internacional
humanitario en la materia; los dos partidos políticos, que predo-
minaron en la vida política a lo largo de tres décadas, secuestra-
ron de hecho las instituciones y los altos índices de corrupción se
incrementaron, por mucho.
Así, tras los combates entre las fuerzas gubernamentales e
insurgentes continuaron vigentes e hirientes la sangre, el ham-

167
bre y la impunidad. La posguerra, a la fecha aún presente, pudo
haber durado menos, hay que reiterarlo, de haberse cumplido
siquiera de manera medianamente aceptable lo establecido en el
mencionado “plan maestro”; no obstante, se ha extendido durante
casi treinta años al seguir vigentes esos males que profundizan el
menoscabo de la sempiterna mala calidad de vida de las mayorías
populares.
Semejante escenario se convirtió en el más ventajoso para
Bukele, pues ese hartazgo de la población, provocado por políti-
cos y funcionarios de “los mismos de siempre” —como bautizó,
siendo candidato, a los partidos ARENA y FMLN— propició que
una considerable cantidad de la población se ilusionara con las
“nuevas ideas” que propuso, pero que nunca formuló en serio, el
ahora mandatario; algo parecido ocurrió con el arribo de la ex-
guerrilla al Ejecutivo en 2014, llevando como candidato al ahora
ciudadano nicaragüense y prófugo de la justicia salvadoreña.
Bukele recibió, el 1 de junio de 2019, no un país en vías de
desarrollo, sino uno en vías de convertirse en un Estado fallido.
Por ello, en su discurso de ese día, comparó a El Salvador con
un niño enfermo. “Nos toca ahora a todos —aseguró— cuidarlo,
nos toca ahora a todos tomar un poco de medicina amarga, nos
toca ahora a todos sufrir un poco, nos toca ahora a todos tener
un poco de dolor, asumir nuestra responsabilidad”6. En la cam-
paña ya había enrarecido notablemente el ambiente político, con
los ataques a sus rivales; en su arenga inaugural como presidente
de la República se refirió a las ofertas de los gobernantes anterio-
res, sosteniendo que habían sido tan solo “mentiras” y “promesas
rotas” relacionadas con trabajo, seguridad, vivienda digna, agua
potable, hospitales con medicinas y escuelas en las que se impar-
tiría buena educación.
Frente a eso, aseguró que al finalizar los cinco años de su
administración el país sería un ejemplo para el mundo; y lo rei-
teró en su más reciente intervención en la Asamblea General de
la Organización de las Naciones Unidas, el 29 de septiembre de

6. Ibíd.

168
2020, cuando habló de la construcción del “milagro salvadoreño”.
Veamos a continuación cómo avanza la “obra” que ha prometido y
que se ha comprometido —dentro y fuera del territorio nacional—
a entregar en 2024.
En lo político le ha declarado una especie de guerra tuitera y
mediática a quien, parafraseando a George W. Bush, si no está con
él entonces… ¡está contra él! Aunque los ejemplos abundan, para
muestra bastan algunos botones de entre los más destacados.
Por la trascendencia negativa del evento, entre esos cabe traer a
cuenta que el 9 de febrero de 2020 —a un mes de decretar esta-
do de emergencia nacional— Bukele ingresó al Salón Azul de la
Asamblea Legislativa (AL) rodeado de un considerable número de
militares. Previamente y sin real sustento, apelando a lo estable-
cido en el ordinal séptimo del artículo 167 de la Constitución,
su Consejo de Ministros convocó el 6 de febrero a diputadas y
diputados para realizar una sesión extraordinaria, con el objetivo
único de debatir y votar la aprobación de un préstamo solicitado
por el Órgano Ejecutivo.
En un tuit circulado al día siguiente, Bukele sostuvo que to-
davía no se había roto “el orden constitucional”; pero de no reali-
zarse la sesión, alegó, sí se rompería y podría aplicarse el artículo
87 de la Ley fundamental, en el cual se reconoce el derecho a la
insurrección popular; eso sí, únicamente cuando se hayan trans-
gredido “las normas relativas a la forma de gobierno, o por graves
violaciones a los derechos consagrados” en su texto.
Ninguna de esas dos situaciones había ocurrido entonces; sin
embargo, hizo lo que hizo —la incursión castrense en el recinto
parlamentario— y no fueron pocas las condenas nacionales e in-
ternacionales que recibió, hasta el punto de ser considerada la
irrupción como un “intento de golpe de Estado”. Lo haya sido o
no, ese acontecimiento dejó claro que Bukele había decidido con-
vertir a la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) en uno de los dos
pilares en que se apoyaría durante su gestión; también reafirmó
su talante autoritario, casi visceral, que lo ha caracterizado du-
rante los diecisiete meses transcurridos de la misma.

169
El primer asomo de su decisión respecto de la milicia quedó
claro el 11 de junio de 2019 cuando, al momento de recibir el
bastón de mando como comandante general de la milicia, hizo
que la tropa congregada jurara defender “la patria de las amena-
zas externas e internas”; ¡ojo!, bueno sería que aclarara cuáles
son, sobre todo las “internas”. También los militares juraron “ser
leales y tener disciplina, honor” hacia él y la patria7. El otro pilar
en que se apoya es la PNC, que también fue parte de la ocupación
del recinto legislativo, uno de los sucesos más condenables ocu-
rridos a lo largo de la posguerra. Tanto el director general de la
corporación policial como el ministro de la Defensa Nacional, lo
han corroborado con su ciega sumisión a los dictados de su jefe
durante la pandemia; sumisión que raya en lo absurdo.

4. Y en eso llegó… la COVID-19

Mediante el Decreto Ejecutivo Nº 12 del 11 de marzo de 2020,


Bukele declaró el estado de emergencia en el territorio nacional
por el “riesgo inminente” que representaba la pandemia. Para en-
tonces, no se había detectado ninguna persona contagiada. Antes,
el 8 de enero, se prohibió el ingreso al país de personas proceden-
tes de China; lo mismo se decidió después con quienes llegaran
de Italia, Corea del Sur, Irán, Francia y Alemania. El cierre de
fronteras terrestres ocurrió el 8 de marzo. Cinco días después, se
estableció la cuarentena obligatoria para cualquiera que entrara
por vía aérea, hasta que finalmente, el 17, se suspendieron los
vuelos comerciales; solamente el transporte de carga y las mi-
siones humanitarias continuaron. El 14 de marzo, a petición del
Ejecutivo, fue aprobado el Decreto Legislativo Nº 593 mediante el
cual se establecía, textualmente, “Estado de emergencia nacional
de la pandemia por COVID-19”.

7. BUKELE, Nayib. Palabras del Presidente [sic] Nayib Bukele en el


recibimiento del bastón de mando de la Fuerza Armada de El Salvador.
Discursos. Presidencia. Gobierno de El Salvador, 11 de junio de 2019.
Consultado el 15 de agosto de 2020. Recuperado de https://www.presiden-
cia.gob.sv/discurso-baston-de-mando-fuerza-armada/

170
El 18 de marzo se detectó a la primera persona contagiada en
el municipio de Metapán, departamento de Santa Ana, donde se
instaló por ello un cerco sanitario. Hasta entonces, la opinión casi
generalizada veía con buenos ojos todo lo actuado; pero las cosas
comenzaron a complicarse. A lo ocurrido en Metapán, le siguió
una cuarentena nacional obligatoria decretada por Bukele el 21
de marzo; duraría 30 días, pero se fue prorrogando con el paso
del tiempo.
En ese escenario tuvo lugar una serie de acciones guberna-
mentales cuestionables y cuestionadas: tumultuoso, desordenado
y poco transparente reparto directo de dinero entre la población;
muy criticados centros de contención, adonde iban a parar per-
sonas sanas que mezclaban con posibles portadoras del virus;
cercos sanitarios decididos sin sustento ni explicación lógica; de-
cretos y vetos presidenciales censurados por inconstitucionales;
ataques presidenciales a través de redes sociales contra gremiales
empresariales, casas de estudios superiores y, obviamente, par-
tidos políticos opositores; difusión amplia de expresiones que
rayan en lo pedestre por parte de algunos ministros, como reac-
ción a críticas recibidas; agresivas cadenas nacionales de medios
de comunicación en las que no han faltado las calumnias y los
chismes; conferencias de prensa plagadas de ataques contra pe-
riodistas presentes y ausentes… En fin, ese fue el escenario en
el que inició y se ha desarrollado a lo largo de la pandemia la ya
mencionada refriega tuitera, mediática e improductiva para las
necesidades más sentidas de la población en mayores condiciones
de vulnerabilidad.
En medio de esa casi siempre desgastante confrontación uni-
lateral y muchas veces de mal gusto, declarada por Bukele contra
no pocas personas e instituciones a las cuales considera “enemi-
gas” desde antes y más durante la emergencia sanitaria, es nece-
sario iniciar examinando su muy mala relación con la SC, cuyo
tono, se supone, es consecuencia del plausible ejercicio de sus
funciones —no hay otra explicación lógica— con el cual no está de
acuerdo, pues contraría sus despropósitos.

171
Entre dichas funciones se encuentra la de “conocer y resol-
ver las demandas de inconstitucionalidad de las leyes, decretos y
reglamentos, los procesos de amparo, el hábeas corpus [sic], las
controversias entre el Órgano Legislativo y el Órgano Ejecutivo
[…]”, tal como lo determina el artículo 174 de nuestra carta mag-
na. Así, según jurisprudencia recientemente producida y relacio-
nada con una polémica surgida entre dichos entes en el marco
de la pandemia, la SC ha afirmado que es de su competencia
definir “en última instancia, y de forma irrecurrible, la solución
de los problemas sobre cuestiones constitucionales mediante la
decisión final”8. A continuación, algunos ejemplos de lo ocurrido
en medio de ese ambiente demasiado enrevesado, caliente y nada
conveniente para el bien común.
En un proceso de habeas corpus se emitieron determinadas
medidas cautelares el 26 de marzo de 2020, en una de las cua-
les se le prohibía a Bukele y a las autoridades de la PNC “privar
de libertad en la forma de confinamiento o internamiento sani-
tario forzoso a las personas que incumplan la orden de cuaren-
tena domiciliaria”9. Este fallo fue ratificado el 8 y el 15 de abril,
mediante sendas resoluciones de seguimiento a lo mandado. El
titular del Ejecutivo reaccionó el mismo día con el siguiente tuit:
“NINGUNA resolución está por encima del derecho constitucional
a la vida y salud del pueblo salvadoreño”; y le siguió este otro:
“No entiendo el deseo mórbido que tienen de que nuestra gente
muera, pero juré que cumpliría y haría cumplir la constitución.
Así como no acataría una resolución que me ordene matar salva-
doreños, tampoco puedo acatar una resolución que me ordena
dejarlos morir”.

8. PINEDA, Óscar A., CÁDER, Aldo E., AVILÉS, Carlos S., et al. Contro-
versia 8-2020. Sala de lo Constitucional, Corte Suprema de Justicia. San
Salvador, 19 de agosto de 2020, p. 7. Consultado el 4 de septiembre de
2020. Recuperado de https://www.jurisprudencia.gob.sv/pdf/8-2020.pdf
9. PINEDA, Óscar A., CÁDER, Aldo E., AVILÉS, Carlos S., et al. Há-
beas corpus [sic] 148-2020. Sala de lo Constitucional, Corte Suprema
de Justicia. San Salvador, 19 de agosto de 2020, p. 4. Consultado el 4
de septiembre de 2020. Recuperado de https://www.jurisprudencia.gob.
sv/busqueda/showFile.php?bd=1&data=DocumentosBoveda%2FD%2F1
%2F2020-2029%2F2020%2F04%2FDC112.PDF

172
Y continuó, refiriéndose a los cuatro magistrados y a la magis-
trada que integran la SC, en los siguientes términos: “5 personas
no van a decidir la muerte de cientos de miles de salvadoreños.
Por más tinta y sellos que tengan”; “Una cosa es interpretar la
Constitución, otra muy diferente es ordenar la muerte del pueblo.
La Sala no tiene facultades para implementar o quitar medidas
sanitarias, ni para decidir sobre contenciones epidemiológicas”;
y, sin ofrecer pruebas, finalizó su arremetida muy a su estilo, con
la acusación de que intentaban “cruzar sus propias limitantes” en
obediencia sumisa a “las órdenes de sus financistas”.
Más adelante, la SC resolvió declarar inconstitucionales las
fases de la reapertura económica ordenada por Bukele, quien
reaccionó el 7 de agosto preguntando si a sus miembros ya no
les importaba nada; asimismo, acusó a diputados y diputadas
de pretender generar “una crisis sanitaria”. Y es que, dentro de
la AL, Bukele abrió otro frente de combate contra quienes, desde
sus fracciones parlamentarias, no han aplaudido y mucho menos
apoyado su desempeño en diversas materias, pero sobre todo su
actuación —muchas veces arrebatada y aparentemente “inexplica-
ble”— en lo relativo al manejo de la pandemia, después de haber
iniciado “con pie derecho” pero solo para dar unos pocos pasos.
Se entrecomilla “inexplicable” porque, a todas luces, el gran ob-
jetivo presidencial en este trance ha sido, es y seguirá siendo re-
ducir a la mínima expresión los partidos que mal administraron
y prolongaron la posguerra antes que él; eso, si no es posible
borrarlos definitivamente del mapa político nacional.
Así, sin ser el primer encontronazo con la AL ni tampoco el
único, Bukele vetó el Decreto Legislativo Nº 620 que contenía la
Ley Especial de reconocimiento a los profesionales y trabajadores
de la salud, ante la pandemia de COVID-19; la normativa fue apro-
bada el primer día de abril para impulsar la capacitación, la en-
trega de insumos de protección y el pago de un seguro de vida por
parte del Gobierno a todo el personal sanitario que enfrentaba
la pandemia. Lo vetó diecinueve días después de su aprobación,
argumentando que era “inconstitucional”, básicamente porque,

173
según él y sus asesores, violaba el artículo 226 de la Constitución
salvadoreña, que dispone la especial obligación del Órgano Ejecu-
tivo en lo relativo a “conservar el equilibrio del Presupuesto”. Más
adelante ocurrió un incidente que debería avergonzar a cualquier
presidente que asuma con responsabilidad sus funciones, a dife-
rencia de aquellos cuyo desempeño lo mueve la politiquería y en
ese marco adoptan sus decisiones.
El 23 de abril, en la sesión plenaria de esa semana, la supe-
ración del referido veto presidencial se conseguiría con los votos
—al menos— de las fracciones del FMLN, de la mayoría de ARENA
y del Partido Demócrata Cristiano. Aunque era un hecho, el logro
de dicho objetivo no tuvo lugar ese día, sino al siguiente. ¿Por qué?
Pues porque Bukele, siempre tuiteando, afirmó que un equipo de
contención epidemiológica había detectado una “significativa sos-
pecha de #COVID19 en el salón azul de la Asamblea Legislativa”;
seguidamente, recomendó cerrar la plenaria y el “autoaislamiento
de todos los diputados y personal”, mientras se descartaban o
confirmaban “casos sospechosos y sus nexos”.
Así, el presidente de este Órgano suspendió el desarrollo de
los debates tras la “huida” de cierto número de sus integrantes, y
programó la continuación para el siguiente día. Antes de que se
retomara la actividad parlamentaria, el mandatario tuitero instaló
una unidad móvil para realizar pruebas de COVID-19 a las dipu-
tadas y diputados que admitieran se las hicieran. Ante la poca
aceptación del examen, Bukele se pronunció con su peculiar es-
tilo en los siguientes términos: “La mayoría de diputados se han
declarado ‘sanos’ por decreto legislativo. Gracias a Dios no están
a cargo de la pandemia. Seríamos el país con más muertes per
cápita [sic] del mundo por #COVID19”.
El colofón de lo anterior se produjo cuando el entonces mi-
nistro de Hacienda —quien renunció al cargo el 28 de julio— pre-
sentó el 25 de junio una propuesta de reforma para la aprobación
de un refuerzo presupuestario, destinado a financiar un seguro
de vida para el personal del Ministerio de Salud y del Fondo So-
lidario para la Salud. Ojo: el 19 de junio la SC había declarado

174
constitucionales los artículos 1, 2, 3 y 5 del Decreto Legislativo Nº
620, mediante el cual se impulsaría lo mismo. Si en abril Bukele
se negó a sancionarlo u observarlo, alegando su supuesta incons-
titucionalidad y provocando otro “choque de trenes” con la AL
tras vetarlo, ¿por qué ahora se pronunciaba a favor de asegurar
parcialmente al personal sanitario en situación de alto riesgo?
Lógica respuesta: además de esa última resolución de la SC
que debía cumplirse, echando al traste el veto de Bukele, por la
estrategia electoral de este. El objetivo principal de la misma, ya
se explicó: consiste en obtener, de ser posible, la mayoría parla-
mentaria calificada en las próximas votaciones; es decir, los dos
tercios de las 84 curules en disputa. De no lograr esa meta, la
mayoría simple le serviría para —con base en las alianzas que
trabaje y afiance a partir del 1 de mayo de 2021, cuando se ins-
tale la nueva legislatura— asegurarse en las futuras elecciones
de “segundo grado” el control de las magistraturas en la Corte
Suprema de Justicia, excepto cuatro dentro de la SC; también
buscaría nombrar titulares serviles ante sus dictados para mani-
pular a su favor la FGR, la PDDH y la PGR, así como garantizarse
el sometimiento de quienes estén al frente de la Corte de Cuentas.
La “cereza” que le faltaría a ese “pastel” sería una reforma consti-
tucional en ciernes.
Pero además del continuo enfrentamiento con los menciona-
dos órganos, el titular del Ejecutivo, acuerpado por su gabinete,
ha permanecido en “pie de guerra” contra otros funcionarios im-
portantes para el desarrollo democrático del país. El procurador
para la defensa de los derechos humanos, José Apolonio Tobar,
es uno de ellos. El 15 de abril, el mandatario estuvo muy activo
tuiteando contra la SC; pero también atacó al defensor del pueblo
salvadoreño, a quien la SC le delegó un papel protagónico en la
protección de los derechos humanos, en el marco de la cuaren-
tena general y obligatoria decretada por Bukele el 21 de marzo.
Tobar, según lo dispuesto por la SC, debía “verificar el cumpli-
miento de las medidas cautelares y de tutela adoptadas en rela-
ción al [sic] internamiento o confinamiento sanitario forzoso por

175
el mero incumplimiento de la cuarentena domiciliar, ante lo cual
deberá enviar un informe cada cinco días hábiles, a partir de la
notificación de esta resolución y mientras duren las acciones gu-
bernamentales en relación con la pandemia del COVID-19, sobre
el grado de acatamiento de lo ordenado por este Tribunal”10. En-
tonces preguntó Bukele: “¿La Sala de lo Constitucional delega al
procurador inconstitucional para que tutele la cuarentena y trata
de quitarnos todas las facultades para hacerla que se cumpla?”.
No solo lo calificó como “inconstitucional”, lo cual no le corres-
ponde, sino a la SC que aún no resuelve una demanda presentada
solicitando eso; también lo ha acusado de ser “fachada” y “finan-
cista” del FMLN.
Otro blanco de los ataques presidenciales ha sido el fiscal ge-
neral de la República, Raúl Melara Morán. El más reciente ocurrió
el 11 de noviembre de 2020, luego de que Melara ordenara el
allanamiento de diversas instalaciones, entre estas algunas del
Ministerio de Salud (MINSAL), por posibles actos de corrupción en
el marco del manejo de la pandemia. Los clásicos tuits presiden-
ciales no tardaron en aparecer. “No es noticia. Hasta su hermano
es concejal por ARENA en la alcaldía de Santa Tecla. Todos sabe-
mos que Raúl Melara es un fiscal arenero y por lo tanto inconsti-
tucional. La única noticia es que ya empezó la campaña electoral”.
Pero hubo más ese día, a raíz de la solicitud fiscal a la AL para
someter a un antejuicio al director de la PNC, Mauricio Arriaza
Chicas, a fin de despojarlo del fuero constitucional que ilegalmen-
te lo protege11 y procesarlo por desacatar una orden emitida por
una comisión especial legislativa, relacionada con la rendición de

10. Ibíd., p. 9.
11. El fuero no le corresponde por su cargo en la corporación policial
sino porque, tras haber desobedecido la citada orden, Bukele lo nombró
viceministro de Justicia y Seguridad Pública, a fin de “blindarlo” ante la
posibilidad de enfrentar la justicia. El antejuicio inició el 24 de noviem-
bre de 2020. Tal nombramiento, además, contraría el párrafo segundo
del artículo 5 de la Ley Orgánica de la PNC, el cual establece que el cargo
de director general de la PNC “es incompatible con el desempeño de otro
cargo público y con el ejercicio de su profesión, excepto las actividades de
carácter docente y cultural”.

176
cuentas por parte del Ministro de Hacienda sobre el uso de los
fondos nacionales para enfrentar la COVID-19. “El Fiscal —tuiteó
Bukele— es de ellos, ya lo sabíamos, pero nunca pensé que llega-
ría a pedir un ANTEJUICIO contra el @Director PNC, el único que
de verdad ha luchado contra la delincuencia”.
Las “víctimas” de estos arrebatos no han sido únicamente es-
tos funcionarios y otros más. Entre sus “enemigos” y tantas otras
“amenazas internas”, también ha enfilado baterías contra algu-
nas universidades, la principal gremial de la empresa privada con
especial encono hacia su presidente, organizaciones sociales de
derechos humanos y la Asociación de Periodistas de El Salvador,
junto a medios de comunicación de todo tipo, entre tradicionales
y digitales. De estos últimos cabe traer a cuenta el apoyo a El
Faro —destinatario prioritario y casi permanente de tales acome-
tidas—, que le brindaron cerca de 600 periodistas e intelectuales
de casi medio centenar de países. En una misiva de fecha 28 de
septiembre de 2020, dirigida a Edison Lanza, todavía en su cali-
dad de relator especial para la Libertad de Expresión de la Comi-
sión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), las personas
firmantes sostienen que con

[..] apenas un año en el poder, Nayib Bukele ha mostrado una


tendencia autoritaria que se expresa en su toma del Congreso
con militares el pasado febrero, sus constantes desacatos a sen-
tencias judiciales, su intolerancia a cualquier voz crítica y su ata-
que sistemático al periodismo independiente que hacen medios
como El Faro12. 

Al final de la carta, le solicitaron a Lanza monitorear “de ma-


nera especial y con extrema urgencia la situación en El Salvador
al más breve plazo”; expresar “cuanto antes de manera pública

12. WALLACE, Arturo. “Bukele vs El Faro: qué hay detrás del enfrenta-
miento del popular presidente de El Salvador con uno de los medios más
prestigiosos del continente”. En BBC News Mundo, 5 de octubre de 2020.
Consultado el 6 de octubre de 2010. Recuperado de https://www.bbc.com/
mundo/noticias-america-latina-54408910

177
su opinión calificada sobre los graves hechos acá reseñados, a la
luz de los estándares interamericanos de libertad de expresión”;
y, finalmente, anunciar “pública y formalmente que la relatoría
estará observando detenidamente las condiciones de la prensa en
El Salvador”13.
En fin, si algo retrata y resume de forma preocupante la tensa
realidad salvadoreña actual —en medio de la calamidad política
predominante y la peste de la COVID-19 reinante— es un extracto
textual de la perorata de Bukele lanzada el 15 de septiembre, en
el marco de la conmemoración del 199 aniversario de la mítica
“independencia nacional”. Esta, aseguró,

es un proceso de lucha constante de los que amamos nuestra


tierra contra los que quieren destruirla. Antes, los que querían
destruirla eran poderes extranjeros, ahora los que quieren des-
truirla son poderes internos. Nuestras amenazas no son extran-
jeras, son locales14.

En su narrativa electorera, dejó claro quiénes son los “bue-


nos”, “los que amamos nuestra tierra”, y quiénes los “malos”: los
“poderes internos”, las “amenazas locales”. El “leviatán” que hay
que enfrentar hasta destruir, pues lo constituyen “los mismos de
siempre” y sus aliados; el escenario en que se librará la “madre
de todas las batallas” está programado para el 28 de febrero de
2021, cuando se realicen las elecciones ya mencionadas.
Al día de hoy, las condiciones del país no presagian nada bue-
no. Eso ha generado, en el marco de la pandemia, una enorme y
reiterada preocupación más allá de sus fronteras. Desde abril, la
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Hu-
manos, Michelle Bachelet, comenzó a pronunciarse al respecto,

13. Ibíd.
14. BUKELE, Nayib. Palabras del Presidente [sic] Nayib Bukele en el
199 aniversario de la independencia patria. Discursos. Presidencia. Go-
bierno de El Salvador. El Salvador. 15 de septiembre de 2020. Consultado
el 20 de septiembre de 2020. Recuperado de https://www.presidencia.gob.
sv/199-aniversario-independencia-patria/

178
manifestando su preocupación por la actuación del gobierno cen-
tral, al estar “faltando a los principios fundamentales” del Estado
de derecho. La CIDH, igualmente, ha estado pendiente de la situa-
ción y han sido reiteradas sus críticas a la administración Bukele.
Amnistía Internacional y Human Rigths Watch se han sumado a
los señalamientos, así como congresistas estadounidenses demó-
cratas y republicanos; también lo ha hecho Mari Carmen Aponte,
exembajadora estadounidense en El Salvador y exsubsecretaria
de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental.
Para concluir esta parte, cabe traer a cuenta la sencilla re-
flexión de un experto, el doctor Alfonso Rosales15:

Nosotros, ustedes, y aquellos. Así parece que nos vemos en nues-


tro país, especialmente en el ámbito político. Y qué daño hace a
nuestra salud pública esa actitud de los llamados servidores del
pueblo. Después de un leve respiro de esperanza, parece que
tenemos lo mismo de siempre, aunque sus alaridos en Twitter
pretendan convencernos de que ahora sí tenemos diferencias. Yo
no lo siento así16.

5. Conflictos irresponsables y altamente riesgosos

Como resultado de la realidad antes descrita, cada vez más


exasperada y exasperante, se han suscitado numerosos desen-
cuentros y encontronazos cuyas consecuencias han sido nada sa-
tisfactorias. Además de los sucesos comentados, hay otros dos

15. Médico epidemiólogo salvadoreño, director de salud de la res-


puesta global contra la COVID-19 de Visión Mundial Internacional. Ha tra-
bajado durante los últimos veinte años en programas de desarrollo y en
emergencias humanitarias en varios países de África, Asia y las Américas.
Consultor para el Banco Mundial y la Organización Panamericana de Sa-
lud. Graduado de la Universidad de El Salvador con un doctorado en Me-
dicina, y de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, con una maestría
en salud pública/epidemiología, y una maestría en medicina tropical.
16. ROSALES, Alfonso. “El eterno retorno”. En Diario El Mundo. El
Salvador, 30 de octubre de 2020. Consultado el 31 de octubre de 2020.
Recuperado de https://diario.elmundo.sv/el-eterno-retorno/

179
que merecen examinarse en la medida que afectan la economía
familiar de personas asalariadas, en uno de los casos, y a una
amplísima colectividad, en el otro. El primero tiene que ver con
el trabajo de las municipalidades; y el segundo, con una posible y
peligrosa afectación a la salud de la población.
En el país existe el Fondo para el Desarrollo Económico y So-
cial de los Municipios, conocido como FODES. Su asidero consti-
tucional se ubica en el artículo 207, párrafo 3, que determina que
tal ente fue creado para “garantizar el desarrollo y la autonomía
económica de los municipios”. Mediante una ley debía establecer-
se su monto y los mecanismos para el uso del mismo. A conse-
cuencia de dicho mandato se aprobó, el 8 de septiembre de 1988,
el Decreto Legislativo Nº 74 que contiene la citada normativa. So-
bre el monto, quedó establecido que una parte debe asignarse a la
Corporación de Municipalidades de la República de El Salvador
(COMURES), cuya misión es

[p]romover, fortalecer y defender propositiva y proactivamente


la autonomía y competencias municipales, en el marco de la de-
mocracia participativa, el desarrollo local y el carácter gremial,
representando los acuerdos consensuados de sus miembros y
aprovechando las oportunidades dentro de la realidad existente
en el país17.

Según lo establecido en la legislación que rige al FODES, el


Órgano Ejecutivo debe entregar el 10% de los ingresos del Esta-
do a las 262 alcaldías del país. Ante una manifestación realizada
el 24 de septiembre de 2020 frente al Ministerio de Hacienda,
en protesta por la inobservancia de esa obligación, el titular de
dicha cartera pretendió justificarla asegurando que los ingresos
tributarios durante lo que iba del año y hasta esa fecha habían
sufrido una caída de USD 712 millones. “Lamentable —tuiteó el

17. Corporación de Municipalidades de la República de El Salvador.


Quiénes somos. Consultado el 20 de octubre de 2020. Recuperado de
https://www.comures.org.sv/html/quienessomos/mision.html

180
ministro Alejandro Zelaya— que los alcaldes hayan engañado a
los empleados de sus alcaldías para hacer un mitin político […]
Les aclaro, el Fodes no es para pagar salarios, no les mientan a
sus empleados”. Sin embargo, contrario a lo que dijo el funciona-
rio, el FODES sí está legalmente autorizado —hasta un 25 % de los
fondos asignados a las municipalidades— para liquidar gastos de
funcionamiento entre los cuales se incluyen salarios, servicios y
pago a proveedores.
Al 12 de octubre de 2020, COMURES se encontraba realizando
los trámites pertinentes para lograr que se agilizara la entrega
de cuatro meses adeudados del FODES y USD 75 millones de un
crédito otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Esta gremial remitió a Zelaya, el 7 del mismo mes, copia de un
oficio de la Comisión de Hacienda y Especial del Presupuesto de
la AL que recibió cinco días antes, con el propósito de aclarar que
el Decreto Legislativo Nº 728 —mediante el cual se designaba ese
monto a las municipalidades— era ley de la República y de obli-
gatorio cumplimiento18. Al 27 de noviembre de 2020 aún no se
había saldado la deuda, lo que se traduce en un grave perjuicio
para las familias del personal de las alcaldías y de la población
que habita los 262 municipios del territorio nacional.
De igual forma, Zelaya fue blanco de los reclamos de emplea-
dos y sindicalistas de la AL y del Órgano Judicial por la no can-
celación de salarios a tiempo, en septiembre. En el fondo de esta
conflictividad, se encuentra la crisis global generada de cara a los
intereses electorales; en esta debe ubicarse una táctica presiden-
cial: la de una política extorsiva consistente en no cumplir sus
obligaciones legales y constitucionales, en función de desacreditar
o poner de rodillas a sus “enemigos internos”.
En cuanto al segundo escenario pernicioso, se tiene que a la
capital la convirtieron en una ciudad antihigiénica y por momen-

18. Cfr. Corporación de Municipalidades de la República de El Sal-


vador. “COMURES informa a señores alcaldes, alcaldesas, miembros de
concejos municipales y empleados de comunas gestiones FODES y $75
millones y otros temas”. Circular Nº 079-2020. San Salvador, 12 de octu-
bre de 2020. Consultado el 15 de octubre de 2020. Recuperado de https://
www.comures.org.sv/CIRCULAR-079-2020.pdf

181
tos hasta inmunda, debido a lo que hay que asumir como otra
expresión del hilo conductor de esta historia: las disputas parti-
distas electoreras. En este caso, tiene que ver con la alcaldía más
grande y —en perspectiva de país— más importante por diversas
razones: la de San Salvador. Como los califican en México, sindi-
catos “blancos” o “paleros” afines a la patronal, que en este caso
encarna Bukele y sus intereses, se dedicaron a entorpecer el servi-
cio de recolección de basura en función de desprestigiar al edil de
la comuna y candidato a la reelección bajo la bandera de ARENA,
con el propósito de favorecer al postulado por el partido Nuevas
Ideas19: el exministro de Gobernación. La “operación” —más bien
la conspiración— ha sido impulsada por la Asociación de Traba-
jadores Municipales (ASTRAM), cuyo líder histórico es el ministro
de Trabajo y Previsión Social en funciones.
¿Y qué con los perjuicios a la salud de buena parte de la po-
blación capitalina? Pues bien, en esta calamidad electorera, el
probable deterioro de la misma no es más que otro “daño colate-
ral”. “La falta de recolección de desechos sólidos en San Salvador
—se afirma— por bloqueos de sindicatos y falta de pago de la al-
caldía de la capital, han provocado que los ciudadanos enfrenten,
en medio de la pandemia por Covid-19, otro grave problema, el de
la salud pública y mental”20.

6. Cifras de la pandemia

“Los casos a nivel global —asegura el doctor Rosales— conti-


núan progresivamente en aumento y a ritmos mucho más acele-
rados que los experimentados durante el inicio de la pandemia.
Este crecimiento se observa predominantemente en los países eu-

19. El presidente de dicho partido es Xavier Zablah Bukele, primo


de Nayib.
20. BENÍTEZ, Raúl. “San Salvador convive con su basura”. En Revis-
ta DISRUPTIVA. Periodismo, Ciencia y Tecnología. Universidad Francisco
Gavidia, 29 de octubre de 2020. Consultado el 31 de octubre de 2020.
Recuperado de https://www.disruptiva.media/san-salvador-convive-con-
su-basura/

182
ropeos, donde a partir de la semana epidemiológica 40 (del 27
de septiembre al 3 de octubre) se observa el inicio de una curva
ascendente casi vertical. Nuestro continente americano muestra
un ligero aumento, especialmente a partir de la semana 42. Este
aumento predominantemente producido por una ola de casos se-
cundarios en algunos estados de los Estados Unidos”21.
Según la información oficial, al 27 de noviembre de 2020, en
nuestro país se habían confirmado 38 405 casos de los cuales 35
078 pacientes se habían recuperado, 2225 estaban activos y 1102
personas habían fallecido a causa del virus; además, se contabili-
zaban 3095 casos sospechosos. Las pruebas COVID-19 realizadas
hasta esa fecha sumaban 542 757. Cabe recordar que la noche
del 21 de marzo, cuando anunció la cuarentena, Bukele aseguró
que de no frenar los contagios —para entonces eran tres los casos
confirmados— el 14 de abril serían 768 las personas afectadas y
49 152 al 2 de mayo; según sus cálculos, el 20 de mayo podrían
llegar a 3 145 728.
Esa diferencia escandalosamente abismal con lo que se dice
que ha ocurrido en la realidad y las proyecciones presidenciales
iniciales, parecería ser producto de un interés por atemorizar de
entrada a la población, para luego presumir del exitoso manejo de
la pandemia en cuanto a las medidas adoptadas desde el gobierno
central; obviamente, no se reconoce que en los municipales se han
hecho esfuerzos valiosos, exitosos y sin mayor publicidad.
Voces parlamentarias han cuestionado la veracidad de los da-
tos anteriores por la enorme diferencia existente al confrontarlos
con los del Laboratorio Nacional de Salud Pública, parte del Ins-
tituto Nacional de Salud (INS), en lo relativo a la realización de las
Pruebas de Reacción en Cadena a la Polimerasa en Tiempo Real
(PCR-RT). Al 3 de octubre de 2020, el INS informó que se habían
procesado 74 481, en contraste con las 408 212 reportadas hasta

21. ROSALES, Alfonso. “Análisis del Covid-19 en El Salvador: ¿cómo


estuvimos esta semana?”. En Diario El Mundo, 2 de noviembre de 2020.
Consultado el 2 de noviembre de 2020. Recuperado de https://diario.
elmundo.sv/analisis-de-la-situacion-del-covid-19-en-el-salvador-como-
estuvimos-esta-semana/

183
ese día por el MINSAL. Las explicaciones brindadas sobre este
asunto por la directora del INS, Xóchitl Sandoval, tienen que ver
con la existencia de otros tres laboratorios que realizan la PCR-RT;
estos, afirma, las envían directamente al Equipo Interdisciplina-
rio de Contención Epidemiológica (EICE) para ser publicadas en
el sitio oficial del MINSAL22.
En tal escenario, llama la atención que el 11 de junio se haya
declarado reservada toda la documentación del Laboratorio Na-
cional de Salud Pública con “información relacionada a los me-
canismos de toma, procesamiento y divulgación de resultados de
pruebas para COVID-19, dirigidas a las distintas dependencias
del Ministerio de Salud”23. ¿Cuánto tiempo? Dos años. Lo mismo
ocurrió con el Plan Nacional de Salud y sus anexos, vedados al
público por un año desde el 10 de septiembre de 2020.
Así las cosas, ante las cifras proporcionadas por la adminis-
tración Bukele, surgen al menos recelos. En tal sentido, se afirma
que “la centralidad en el manejo de la información y las anomalías
en las estadísticas oficiales generan cuestionamientos sobre cómo
se asegura calidad y confiabilidad en los datos que se reportan al
público”. “No tenemos —se agrega— una respuesta contundente o
confiable para definir qué ha sucedido con el manejo de la infor-
mación estadística y epidemiológica del COVID19 en El Salvador;
sin embargo, la pregunta central es: ¿se trata de errores, incapaci-
dad técnica, desconocimiento o manipulación de datos?”24.

22. Cfr. ALAS, Saraí. “Diputados sorprendidos por gran diferencia de


datos sobre pruebas de covid-19 en El Salvador”. En Diario El Mundo,
18 de noviembre de 2020. Recuperado de HTTPS://DIARIO.ELMUNDO.SV/
DIPUTADOS-SORPRENDIDOS-POR-GRAN-DIFERENCIA-DE-DATOS-SOBRE-
PRUEBAS-DE-COVID-19-EN-EL-SALVADOR/
23. Oficina de Información y respuesta. Índice de información
reservada. MINSAL, Gobierno de El Salvador, Nº 7. Recuperado de https://
www.transparencia.gob.sv/institutions/minsal/documents/indice-de-infor-
macion-reservada
24. OBSERVATORIO COVID 19. La gestión de la información epidemio-
lógica de COVID19 y sus implicaciones en la política pública: Dudas ra-
zonables. Debate del Observatorio. 7 de septiembre de 2020, El Salvador,
p. 8. Consultado el 20 de octubre 2020. Recuperado de https://observato-
riocovid19.sv/doc/Debate_Gestion_informacion_epidemiologica.pdf

184
No obstante, ateniéndose a la información brindada por el
MINSAL, el doctor Rosales pinta un cuadro en el cual —durante la
semana epidemiológica número 44, que va del 25 al 31 de octu-
bre— se observa, entre otras apreciaciones, que el reporte de nue-
vos casos revela un leve ascenso, con un índice de contagio estable
de 1.08 al final del período. La pandemia en el país, entonces, está
creciendo; en cambio, su intensidad se mantiene estable. Debido
al incremento de circulación del virus, la tasa por millón de casos
ha aumentado de 26.63 a 29.10 durante esa semana. La cantidad
de personas fallecidas continúa estable: 4.42 diarias25.

Conclusión

“Algunos aún no se han dado cuenta, pero ya inició la Terce-


ra Guerra Mundial”. Eso tuiteó Bukele el 22 de marzo de 2020.
Tal afirmación en nada abona para confiar en su discernimiento
y objetividad. Además de esas y otras conclusiones que puedan
sacarse acerca de su desempeño —no solo en medio de la pan-
demia sino también desde que gobernaba el municipio de San
Salvador—, sabiendo que la COVID-19 llegó para quedarse, surge
una interrogante crucial: ¿Qué se puede esperar de sus decisio-
nes y acciones tras conocerse los resultados de los comicios rei-
teradamente mencionados en este texto? Porque, independiente-
mente de cómo haga para hacerse del control parlamentario, ob-
teniendo mayoría calificada o mediante alianzas con oportunistas
y por ende desprestigiados partidos, tendrá en sus manos la AL
y podrá —hasta el final de su mandato— someter también a sus
dictados al resto de la institucionalidad estatal, exceptuando a la
SC, en la cual el fin de los períodos de cuatro de sus integrantes
transcienden al del mandatario.
Ojalá esta siga manteniéndose en su proceder como hasta
ahora, al ser la máxima autoridad en cuanto a impartir justicia
constitucional. Está en la capacidad —puede y debe— de evitar

25. Cfr. ROSALES, Alfonso. “Análisis del Covid-19 en El Salvador:


¿cómo estuvimos esta semana?”… op. cit.

185
procesos que terminen de echar por la borda lo poco que se había
avanzado después de la guerra en lo que respecta a democrati-
zación del país y el respeto de los derechos humanos de sus ha-
bitantes, tal como se plasmó en el Acuerdo de Ginebra hace tres
décadas. De la “reunificación” de la sociedad salvadoreña, el otro
componente del mismo, no hay razones para la esperanza en me-
dio de tanta y tan aguda crispación política. Hay quienes —como
Mauricio Choussy, destacado economista y analista político— ven
“con preocupación que la dirección que está tomando el manejo
del país” lo lleva “a una crisis económica, política y social de con-
secuencias impredecibles”26.
Esta apreciación responde a un escenario en el que la pande-
mia puede ser un buen pretexto presidencial para cometer más
y mayores abusos y atropellos, sumarle a la lista de violaciones
de derechos humanos, incrementar la corrupción gubernamental
como hasta ahora ha ocurrido desde que la COVID-19 arribó al te-
rritorio nacional, garantizar a sus autores la impunidad para cu-
brir sus actos delictivos, y llevar a El Salvador a situaciones simi-
lares a las que en otros países de la región sus pueblos lamentan.

26. MAGAÑA, Yolanda. “La dirección del país va a llevar a una crisis
de consecuencias impredecibles”. En Diario El Mundo. El Salvador, 23
de noviembre de 2020. Recuperado de https://diario.elmundo.sv/la-direc-
cion-del-pais-va-a-llevar-a-una-crisis-de-consecuencias-impredecibles/

186
VII

ANÁLISIS DE LA PANDEMIA DE COVID-19


EN NICARAGUA:
UNA PERSPECTIVA DESDE EL DERECHO A LA SALUD

Salvador Lulio Marenco Contreras y


Arlette Waleska Serrano Rodríguez

1. Introducción

El derecho a la salud en Nicaragua ha sufrido un grave retro-


ceso en los últimos años, pues la crisis de derechos humanos,
iniciada en abril de 2018, aceleró el proceso de politización del
Sistema de Salud, sometiéndolo aún más a la voluntad del presi-
dente de la República y del partido de Gobierno. Ante la pandemia
de covid-19, el Ministerio de Salud desatendió las orientaciones
de organismos internacionales para proteger intereses políticos,
propiciando una mayor vulnerabilidad en la población, principal-
mente en algunos grupos opositores, como las personas presas
políticas.
Este capítulo se divide en tres apartados, en los que se expo-
nen los impactos que ha tenido la pandemia tanto en la sociedad
en general como en las poblaciones vulnerables, las vías de accio-
nes jurídicas, sociales, estructurales y económicas con que con-
taba el Estado para hacerle frente, y las acciones y omisiones es-
tatales que repercutieron en un mal manejo de la crisis sanitaria.
En primer lugar, para mayor comprensión de la situación del
país, se estudia el contexto antes y durante la crisis sanitaria ge-
nerada por la covid-19. En el caso de Nicaragua es primordial

187
exponer la grave crisis de derechos humanos por la que atraviesa
y el impacto que ha tenido en la economía y el sistema de salud;
además, se muestra una perspectiva medioambiental, sobre todo
por los huracanes que recién afectaron el territorio, y se incluye
una panorámica de la estructura y funcionamiento del sistema de
salud.
El marco normativo aplicable al derecho a la salud en Nica-
ragua se expone en el segundo capítulo. En este se destacan los
principales instrumentos internacionales y nacionales que tutelan
la ejecución y alcances de la salud, así como las garantías y vías
de acceso a la justicia con que cuentan las víctimas de violaciones
a este derecho.
Finalmente, en el tercer apartado, se analizan las acciones y
omisiones del Estado ante la covid-19, en el marco de las normas
aplicables sobre el derecho a la salud. Por su relevancia con los
objetivos de este trabajo, también se incluyen otras violaciones a
derechos humanos conexas al derecho a la salud.

2. Contexto antes y durante la crisis sanitaria


generada por la COVID-19

2.1. Crisis de derechos humanos iniciada en abril de 2018

El 18 de abril de 2018 iniciaron las protestas en respues-


ta a las reformas regresivas a la seguridad social y al gobierno
en general; estas reformas serían derogadas seis días después.
Sin embargo, las protestas se mantendrían por las ejecuciones
masivas perpetradas por el Estado contra los y las manifestantes,
por el encarcelamiento de personas opositoras y demás violacio-
nes graves a derechos humanos.
Tras cinco meses de protestas, la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH) contabilizó 325 personas asesina-
das, la mayoría de julio a agosto de 2018, durante la “operación
limpieza”1; paralelo a ello, se detuvo selectiva y arbitrariamente

1. Operación ejecutada por agentes estatales y paraestatales con ar-


mas de alto calibre, que atacaron a la población manifestante, principal-

188
a personas manifestantes, y muchas de ellas fueron víctimas de
torturas y procesos penales sin garantías judiciales2.
Por la gravedad del contexto, se instaló el Grupo Interdisci-
plinario de Expertos Independientes (GIEI, julio-diciembre 2018),
el cual concluyó que distintos delitos cometidos por el Estado
configuraban “crímenes de lesa humanidad”, que la mayoría de
asesinatos y lesiones graves fue cometida por la Policía Nacional,
a través del uso excesivo de la fuerza y armas letales, y que las
investigaciones y procesos judiciales fueron carentes de indepen-
dencia e imparcialidad, favoreciendo la instrumentalización del
Poder Judicial para criminalizar las protestas3.
En diciembre de 2018 el Gobierno cerró arbitrariamente nue-
ve organizaciones no gubernamentales4 (ONG) y dos medios de
comunicación, siendo a la fecha veinte los medios cerrados5; estas
ONG y medios de comunicación han tenido un rol protagónico en
el acompañamiento de denuncias de centenares de víctimas. Por
otra parte, más de 400 trabajadoras y trabajadores del sector sa-
lud fueron despedidos por atender a manifestantes heridos6.

mente a quienes habían realizado tranques y barricadas en distintos mu-


nicipios del país.
2. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Informe Anual
de 2018. Capítulo IV.B-Nicaragua. Washington, 2019, párrs. 6, 7, 9 y 67.
3. Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes. Informe so-
bre los hechos de violencia ocurridos entre el 18 de abril y el 30 de mayo
de 2018. Nicaragua, 2018, pp. 253, 264 y 358.
4. “Estos son los 9 organismos a los que el Régimen de Daniel Or-
tega les ha quitado la personería jurídica”. En La Prensa, 13 de diciem-
bre de 2020. Disponible en https://www.laprensa.com.ni/2018/12/13/
politica/2505188-organismos-los-que-el-regimen-de-daniel-ortega-les-ha-
quitado-la-personeria-juridica
5. “Gobierno de Daniel Ortega ha cerrado 20 medios de comunica-
ción en Nicaragua”. En Confidencial, 30 de junio de 2020, disponible en
https://confidencial.com.ni/gobierno-ha-ordenado-cierre-de-medios-de-
comunicacion-en-nicaragua/
6. “Médicos demandan reintegro de 400 trabajadores de la salud des-
pedidos”. En Confidencial, 4 de agosto de 2019, disponible en https://
confidencial.com.ni/medicos-demandan-reintegro-de-400-trabajadores-
de-la-salud-despedidos/

189
Las protestas continuaron, aunque ya no de forma masiva, de-
bido a la represión estatal. En junio de 2019 se aprobó la Ley de
Amnistía, Ley 996, la cual garantizó la impunidad de los crímenes
cometidos por el Estado, y permitió la liberación de centenares
de presas y presos políticos; muchas de estas personas serían
recapturadas.
En el informe de septiembre de 2019, la Alta Comisionada de
Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) conclu-
yó que en 2019 se siguieron perpetrando detenciones ilegales y
arbitrarias, que se consolidó la impunidad ante graves violaciones
a derechos humanos, que persiste la falta de independencia del
Poder Judicial y su utilización para criminalizar protestas ciuda-
danas, que continúan las violaciones sistemáticas a la libertad de
expresión, asociación y reunión pacífica, así como discursos es-
tigmatizantes de la pareja presidencial a las personas opositoras7.
Esta represión continúa en la actualidad. En abril de 2020
la CIDH denunció que en Nicaragua se ha instaurado una nueva
etapa de represión caracterizada por la violencia y represión se-
lectiva8. Al menos 103,000 nicaragüenses se han visto obligados a
desplazarse fuera del país9 desde abril de 2018. De septiembre de
2020 a la fecha se aprobaron las siguientes normas, como parte
de la represión estatal: la Ley de Regulación de Agentes Extranje-
ros, Ley 1040, mediante la cual se pretende eliminar los derechos
políticos de múltiples opositores y tener mayor control sobre las

7. Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los


Derechos Humanos. Situación de los derechos humanos en Nicaragua.
A/HRC/42/18. Ginebra, septiembre de 2019, párrs. 60-64.
8. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “A dos años de
iniciada la crisis de derechos humanos en Nicaragua, la CIDH reitera su
compromiso permanente con las víctimas y constata consolidación de
una quinta etapa de represión”. Nota de prensa digital publicada el 18 de
abril de 2018. Disponible en: https://www.oas.org/es/cidh/prensa/comuni-
cados/2020/080.asp
9. Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Re-
fugiados. “Más de 100.000 personas forzadas a huir de Nicaragua tras
dos años de crisis política y social”. Nota de prensa digital publicada
el 10 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.acnur.org/noticias/
briefing/2020/3/5e67b6564/mas-de-100000-personas-forzadas-a-huir-
de-nicaragua-tras-dos-anos-de-crisis.html

190
ONG; la Ley Especial de Ciberdelitos, Ley 1042, que permitiría al
Estado realizar intervenciones discrecionales y desproporciona-
das a dispositivos electrónicos, y procesar a periodistas indepen-
dientes por la difusión de “noticias falsas”; y se está llevando a
cabo una reforma al Art. 37 constitucional, la cual permitiría que
se establezca la cadena perpetua en el país.
Todo lo anterior ha ocasionado la pérdida de la institucio-
nalidad en Nicaragua, y todos los órganos que detentan el poder
estatal responden al partido político de Gobierno, manejado por
la familia Ortega-Murillo; por ello, la percepción social hacia el
Gobierno está marcada por la desconfianza, el miedo y la desa-
probación, en una Nicaragua que ya es considerada como Estado
fallido y dictadura.

3. Contexto ambiental antes y durante


la crisis sanitaria

Nicaragua está situada en América Central y tiene una super-


ficie de 130.370 km2. Posee amplia biodiversidad: entre otra, dos
lagos y la reserva de la Biosfera de Bosawás, una de las más im-
portantes de Centroamérica por su riqueza natural, que se verían
afectados si se materializara la construcción del Canal Interoceá-
nico, aprobado en 2013 mediante la Ley Especial para el Desarro-
llo de Infraestructura y Transporte Nicaragüense atingente al Ca-
nal, Zonas de Libre Comercio e Infraestructuras Asociadas, Ley
840, que modificó el sistema de áreas protegidas y concesionó
270 kilómetros de tierra productiva del país10.
Entre 2011 y 2018 Nicaragua perdió más de 1.454 millones
de hectáreas de bosque, equivalentes al 11% del territorio nacio-
nal, debido a la tala, quema y poca eficiencia de las políticas am-
bientales; además, aproximadamente el 20% del territorio nacio-

10. “Ortega retoma proyecto canalero en medio de la crisis política y


económica de Nicaragua”. En France 24. 30 de agosto de 2018. Disponi-
ble en: https://www.france24.com/es/20190830-ortega-proyecto-canalero-
nicaragua-canal

191
nal se encuentra concesionado para la minería metálica a nivel
industrial11. Si bien la Costa Atlántica es una región de carácter
multiétnico, pluricultural y multilingüe con más de medio millón
de personas indígenas, estas han sido desprotegidas por el Esta-
do, permitiendo la invasión de colonos a sus territorios ancestra-
les12 y la destrucción de su ecosistema.
En 2019 la crisis medioambiental se acrecentó. En noviem-
bre de 2020, Nicaragua sufrió los estragos de los huracanes Iota
y Eta, que dejaron múltiples afectaciones al medio ambiente; en
tres días se reportaron precipitaciones que sobrepasaron lo espe-
rado para todo el mes de noviembre, causando sobresaturación
de suelos; además, se vieron afectadas 15 áreas naturales protegi-
das y más de un millón de hectáreas de territorio fue deforestado
y degradado13.

4. Contexto socioeconómico antes y durante


la crisis sanitaria

Nicaragua tiene una población de 6.465.513 personas; se en-


cuentra en la posición 111 de la tabla de población, compuesta
por 196 países, y presenta una moderada densidad poblacional,
50 habitantes por km2. Su capital es Managua y su moneda el
Córdoba. Es la economía número 136 por volumen del PIB de 196
países14. La población es mayoritariamente cristiana.

11. “Medioambiente no es una prioridad para el régimen orteguista”.


En La Prensa, 6 de junio de 2019. Disponible en: https://www.laprensa.
com.ni/2019/06/06/nacionales/2556554-medio-ambiente-no-es-una-prio-
ridad-para-el-regimen-orteguista
12. Centro por la Justicia y el Derecho Internacional. Pueblos indí-
genas del Caribe de Nicaragua enfrentan contexto de grave violencia, de-
nuncian defensoras. Publicado en su página web el 8 de mayo de 2019.
Disponible en: https://www.cejil.org/es/pueblos-indigenas-del-caribe-nica-
ragua-enfrentan-contexto-grave-violencia-denuncian-defensoras-0
13. Centro Humboldt. Informe preliminar del Impacto de Eta-Iota en
Nicaragua, Nicaragua, 2020, pp. 2, 19 y 20.
14. Expansión-Datos Macro.com. Nicaragua: Economía y Demogra-
fía. Publicado en su portal web, 2020. Disponible en: https://datosmacro.
expansion.com/paises/nicaragua

192
El PIB de Nicaragua cayó un 5,7% en 2019, según el Fondo
Monetario Internacional (FMI). Además, de conformidad con el
Banco Mundial15, se contraerá 5,9% en 2020. La revista El Econo-
mista informó que ya en 2018, el PIB había decaído en 4%, como
producto de la crisis social y política que afecta al país desde hace
más de dos años, con base en datos del Banco Central. Por lo ante-
rior, se prevé una recesión económica por tercer año consecutivo;
esta proyección está basada en el contexto económico mundial,
que impactará negativamente el consumo, las inversiones, los gas-
tos de gobierno, turismo, las exportaciones y las importaciones16.
Los habitantes tienen un bajísimo nivel de vida. El Índice de
Desarrollo Humano (IDH) que elabora la Organización de las Na-
ciones Unidas (ONU) para medir el progreso de un país —el cual
arroja datos definitivos sobre el nivel de vida de la población—
indica que los nicaragüenses tienen una mala calidad de vida17.
El Índice de Percepción de la Corrupción del sector público  ha
sido de 25 puntos; es decir que la percepción de corrupción de
los nicaragüenses en su país es muy alta18.
Nicaragua es un estado unitario, presidencialista y unicame-
ral, basado en la división de poderes. Sin embargo, en la actuali-

15. Banco Mundial. Nicaragua: Panorama general. Publicado en su


portal web, 9 de octubre de 2020. Disponible en: https://www.bancomun-
dial.org/es/country/nicaragua/overview
16. “La economía de Nicaragua se contraerá un 5 % en 2020, según
ONG Fundación Nicaragüense para el Desarrollo (Funides)”. En El Econo-
mista, 14 de octubre de 2020. Disponible en: https://www.eleconomista.
net/economia/La-economia-de-Nicaragua-se-contraera-un-5--en-2020-se-
gun-ONG-Funides-20201014-0013.html
17. La pandemia de covid-19, sumada a la violencia de los últimos
años, la pérdida de empleos y una caída en la confianza de los consumi-
dores y de las empresas, más un declive en sectores como la construcción,
comercio y turismo, han tenido un alto costo social y económico. Banco
Mundial. Nicaragua: Panorama general. Publicado en su portal web, 9 de
octubre de 2020. Disponible en https://www.bancomundial.org/es/coun-
try/nicaragua/overview
18. Expansión-Datos Macro.com. Nicaragua: Economía y Demografía,
2020. En: https://datosmacro.expansion.com/paises/nicaragua. Y Banco
Mundial. Nicaragua: Panorama general, 9 de octubre de 2020. En: https://
www.bancomundial.org/es/country/nicaragua/overview

193
dad, elementos jurídicos y fácticos llevan a valorar la instauración
de una dictadura, por orden del Frente Sandinista de Liberación
Nacional (partido de gobierno) y la familia Ortega-Murillo (presi-
dente y vicepresidenta de la República). Esto se manifiesta en la
abolición del pluralismo político, el monopolio comunicacional y
la persecución del periodismo independiente, que afecta grave-
mente la libertad de prensa, así como la brutal represión contra
la población opositora, totalmente violatoria de los derechos hu-
manos.
Ahora abordaremos las nociones del sistema de salud nicara-
güense. El Ministerio de Salud (Minsa) es responsable de garan-
tizar el acceso a los servicios de salud a toda la población, según
la Ley General de Salud (en adelante LGS o la Ley). Sin embargo,
existen tres regímenes: contributivo, no contributivo (gratuito) y
voluntario19.
El régimen contributivo lo implementan el Instituto Nicara-
güense de Seguridad Social, que administra, entre otros, los se-
guros de salud obligatorio y facultativo para los trabajadores del
sector formal y sus familias frente a las contingencias sociales de
la vida y del trabajo; los ministerios de Gobernanza (MIGOB) y De-
fensa (MIDEF), que cubren a los miembros de las fuerzas armadas
y la administración pública; y, desde el año 2007, el Ministerio de
Educación.
El régimen no contributivo o gratuito está a cargo del Minsa,
y dirigido a la población que no tiene capacidad de pago (67%,
aproximadamente); sin embargo, no es necesario comprobar los
ingresos para poder acceder a este servicio, sino que está dispo-
nible para las personas que lo necesiten, sin mayor trámite. Y los
servicios del régimen voluntario los presta el sector privado de
salud (11%)20.

19. Ley General de Salud, Ley Nº 423. Aprobada el 14 de marzo de


2002 y publicada en La Gaceta, Diario Oficial núm. 91 del 17 de mayo de
2002. Disponible en: https://www.leybook.com/doc/802. Art. 38.
20. El dato más actualizado es de 2015, en: Centro Nacional de Infor-
mación de Ciencias Médicas. Biblioteca Médica Nacional. Nicaragua. Indi-
cadores de Salud. Factográfico de Salud, Vol. 1, No. 13. Cuba, diciembre

194
El INSS contrata servicios de Instituciones Proveedoras de
Servicios de Salud (IPSS) tanto del sector público como del priva-
do, certificadas por el Minsa21. El INSS está en crisis desde 201322
y cerrará el 2020 con un déficit financiero de 6,219 millones de
córdobas; además, la atención médica que brinda este régimen es
percibida como decadente, de mala calidad y corrupta.
Según datos oficiales, la red de unidades de salud pública a
nivel nacional cuenta con 72 hospitales (incluye hospitales pri-
marios y de tercer nivel), 144 centros de salud, 1299 puestos de
salud, 5 centros especializados, 178 casas maternas con 2351 ca-
mas; 62 casas para personas con necesidades especiales23 y 6045
médicos24. Para atender casos de covid-19, Nicaragua solo conta-
ba con 32 hospitales públicos equipados con 449 ventiladores y
7778 camas, de las cuales 562 son camas de Unidad de Cuidados
Intensivos (UCI)25.

de 2015. Disponible en: http://files.sld.cu/bmn/files/2015/12/factografico-


de-salud-diciembre-20151.pdf, p. 8.
21. MUISER, Jorine, SÁENZ, María del Rocío y BERMÚDEZ, Juan Luis.
Sistema de Salud de Nicaragua. Centro Centroamericano de Población.
Universidad de Costa Rica. San José, 18 de mayo de 2011. Disponible
en: https://www.scielosp.org/pdf/spm/2011.v53suppl2/s233-s242, p. 235.
22. ÁLVAREZ Wendy y CALERO, Mabel. “Régimen de Ortega revela otro
desastre financiero en el INSS en 2020 y 2021”. En La Prensa, 27 de oc-
tubre de 2020. Disponible en: https://www.laprensa.com.ni/2020/10/27/
economia/2739026-regimen-de-ortega-revela-desastre-financiero-en-el-
inss-en-2020-y-2021
23. Ministerio del Poder Ciudadano para la Salud. Sistema de In-
formación de Recursos Humanos para la Salud. Publicado en su portal
web (s.f.) https://www.observatoriorh.org/sites/default/files/webfiles/full-
text/2018/cnps_oms_wdc/nicaragua.pdf
24. Secretaría Privada para Políticas Nacionales. Presidencia de la Re-
pública. Informe sobre Covid-19 y una estrategia singular. Libro Blanco,
publicado en portal web del Minsa, mayo de 2020. Disponible en: https://
www.el19digital.com/app/webroot/tinymce/source/2020/00-Mayo/25% 20
MAYO/AL%20PUEBLO%20DE%20NICARAGUA%20Y%20AL%20MUNDO-%20IN-
FORME%20SOBRE%20EL%20COVID-19.pdf
25. “La precariedad del sistema de salud público de Nicaragua y Cen-
troamérica”. Confidencial, 12 de julio de 2020. En: https://confidencial.
com.ni/la-precariedad-del-sistema-de-salud-publico-de-nicaragua-y-cen-
troamerica/

195
Cabe destacar que los últimos datos oficiales que dan a cono-
cer con detalle la verdadera capacidad del sistema de salud por
departamentos son de 2008, publicados en el anuario del Institu-
to de Desarrollo Humano; en los años subsiguientes se han mane-
jado discursos políticos, pero no cifras desagregadas que reflejen
que la inversión en salud ha propiciado una mejor calidad en la
atención de la población26.
Es alarmante que, según una investigación en 201127, del 35
al 40 por ciento de la población no tenía acceso a ningún servicio
de salud pública, particularmente quienes habitan en la Región
Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN), la Región Autónoma
de la Costa Caribe Sur (RACCS), Río San Juan, Jinotega y Matagal-
pa28. La deficiencia en el acceso a la salud de esta región fue reto-
mada por el Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas,
en 201529. Por otro lado, las condiciones sanitarias en el país son
catalogadas como regulares30. En 2019, la tasa de mortalidad fue
de 35.6 por 10,000 habitantes.
El financiamiento del régimen gratuito de salud deviene de
los impuestos (el gasto de salud se establece anualmente en el
Presupuesto General de la República), o bien de la cooperación

26. “¿Qué hay detrás de los 18 hospitales que el gobierno de Orte-


ga dice que ha construido en Nicaragua?”. La Prensa, 30 de septiem-
bre de 2020. Disponible en: https://www.laprensa.com.ni/2020/09/30/
economia/2726201-lo - que -hay- detras - de -lo -18-hospitales - que -
el-gobierno-de-ortega-asegura-haber-construido
27. Mapa Nacional de la Salud. Ministerio del Poder Ciudadano para
la Salud, 2020. Disponible en: http://mapasalud.minsa.gob.ni/mapa-de-
padecimientos-de-salud-de-nicaragua/
28. MUISER, Jorine, SÁENZ, María del Rocío y BERMÚDEZ, Juan Luis.
Sistema de Salud de Nicaragua. Centro Centroamericano de Población,
Universidad de Costa Rica. San José, 18 de mayo de 2011. Disponible
en: https://www.scielosp.org/pdf/spm/2011.v53suppl2/s233-s242, p. 237.
29. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas. Biblioteca
Médica Nacional, Nicaragua. Indicadores de Salud. Factográfico de Salud.
Vol. 1, No. 13. Cuba, diciembre de 2015. Disponible en: http://files.sld.cu/
bmn/files/2015/12/factografico-de-salud-diciembre-20151.pdf. p. 2.
30. Viajarseguro.org. Nicaragua. Información sanitaria. 2013. Dispo-
nible en: http://fundacionio.org/viajar/paises/america/nicaragua%20condi-
ciones.html

196
internacional. A finales de 2019 se aprobó el Presupuesto para el
año 2020, en el cual se destinaron 15,257 millones de córdobas
al gasto del sector salud (de los cuales 578.9 millones se desti-
naron al programa promoción de la salud y prevención de enfer-
medades, 3.6% del gasto total del Minsa y 0.7% del PIB)31. Con el
estallido de la pandemia de covid-19, durante 2020, el Gobierno
no realizó reforma presupuestaria alguna, pese a la escasez de
insumos para prevenir y atender los contagios.
En este contexto, la atención estatal a la pandemia, desde
el punto de vista presupuestario, ha sido negligente, sobre todo
cuando más del 67% de la población no tiene capacidad de pago
de servicios de salud privada o no está asegurada. Cabe destacar
que de conformidad con la LGS (Art. 8.2), estas personas son con-
sideradas como población vulnerable32.

5. Marco jurídico nacional e internacional


sobre el derecho a la salud vigente en Nicaragua

5.1. Instrumentos internacionales que protegen


el derecho a la salud ratificados por Nicaragua
El Estado de Nicaragua ha ratificado los dos tratados interna-
cionales más relevantes sobre el derecho a la salud; el 8 de enero
de 1980 ratificó el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (PIDESC), y el 15 de diciembre de 2009 rati-
ficó el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre De-
rechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (Protocolo de San Salvador); ambos tratados estatuyen
la obligación de proteger y garantizar el derecho a la salud en las

31. “Nicaragua desarmada ante el Covid-19”. En Expediente Público,


18 de marzo de 2020. En: https://expedientepublico.org/nicaragua-desar-
mada-ante-el-covid-19/
32. “Para efectos de la presente Ley, son vulnerables todas aquellas
personas que no disponen de recursos para satisfacer las necesidades
mínimas para su desarrollo humano”. Ley General de Salud, Ley N° 423,
aprobada el 14 de marzo de 2002 y publicada en La Gaceta, Diario Ofi-
cial N° 91 del 17 de mayo de 2002. Disponible en: https://www.leybook.
com/doc/802

197
esferas físicas y mentales, y el Protocolo de San Salvador agrega
la esfera social. Además, ha ratificado la Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre (Declaración Americana) y
la Declaración Universal de Derechos Humanos (Declaración Uni-
versal), instrumentos que protegen el derecho a la salud en sus
artículos 11 y 25, respectivamente.
Nicaragua también ha suscrito otros instrumentos que man-
datan proteger el derecho a la salud en situaciones puntuales;
estos son: la Convención Internacional sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación Racial, Art. 5 apartado e); la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
Art. 25; la Convención sobre los Derechos del Niño, Art. 24.1; la
Convención sobre la Protección de los Trabajadores Migratorios y
sus Familiares, Art. 28, y la Convención sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, Art. 12.1.
Asimismo, es firmante de la Constitución de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) de 1946, y del Código Sanitario Pana-
mericano de 1924. Según los artículos 21 y 22 de la Constitución,
la OMS, a través de la Asamblea Mundial de la Salud, tiene la fa-
cultad para adoptar convenciones o reglamentaciones; en el mar-
co de esta competencia, en 2005, adoptó el Reglamento Sanitario
Internacional, sobre el cual Nicaragua no realizó ninguna reserva
en el plazo convenido, por lo que entró en vigencia para el país el
15 de junio de 2007.
A la fecha, el Estado de Nicaragua no ha ratificado el Protoco-
lo Facultativo del PIDESC; por ende, la competencia contenciosa
del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales está
limitada, puesto que no es posible tramitar un proceso de co-
municaciones (proceso contencioso) o de investigación (forma no
contenciosa) ante este organismo por la violación al PIDESC. Sin
embargo, sí es parte del Examen Periódico Universal (EPU); en
2019 se realizó el último de Nicaragua. En este, diversos países
reconocieron el importante avance que ha tenido el país en los
últimos años en la protección a la salud, como la construcción
de más hospitales y la atención médica gratuita, entre otros; no
obstante, algunos países instaron a que se siguiera avanzado en

198
una atención médica sin discriminación y a despenalizar el abor-
to, como mínimo, en los casos que la vida de la madre peligrara33,
pero esta recomendación no fue aceptada por el Estado.
El Protocolo de San Salvador no otorga competencia mate-
rial a los órganos del Sistema Interamericano para declarar una
violación del derecho a la salud; sin embargo, dentro del Sistema
se puede declarar la violación a este derecho a través de otros
instrumentos; en específico, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH) había declarado la violación al derecho a
la salud a través del artículo 26 de la Convención Americana so-
bre Derechos Humanos (CADH), cuando este tuviera conexión con
la violación a un derecho civil y/o político señalado en la propia
CADH; pero este criterio cambió en la Sentencia Lagos del Campos
Vs. Perú de 2017, declarando una violación autónoma del artículo
26. Por su parte, la CIDH siempre ha tenido competencia para de-
clarar una violación autónoma a tal derecho, al desprenderse este
del artículo 11 de la Declaración Americana.
En el desarrollo jurisprudencial del derecho a la salud, la Cor-
te IDH ha entendido que este obliga a los Estados a prevenir y tra-
tar enfermedades endémicas, satisfacer las necesidades de salud
de los grupos en más alto riesgo y pobres, así como de inmunizar
a la población contra las principales enfermedades infecciosas34;
por su parte, la CIDH ha declarado como violado este derecho por
la omisión de adoptar medidas oportunas y eficaces para prevenir
el contagio y muerte a causa de diferentes enfermedades virales35.
Nicaragua no cuenta con antecedentes casuísticos que, en ju-
risdicción contenciosa internacional, hayan declarado la violación
del derecho a la salud. Sin embargo, en los últimos dos años, la

33. Consejo de Derechos Humanos. Informe del Grupo de Trabajo


sobre el Examen Periódico Universal-Nicaragua. A/HRC/42/16. Ginebra,
2019. Partes conducentes: 125.206, 125.216, 125.217, 125.218, 125.219.
34. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Hernández
Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 22 de noviembre de 2019. Serie C, N° 395, párr. 71.
35. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Yanomami.
Resolución Nº 12/85. Caso Nº 7615 (Brasil), 5 de mayo de 1985, conside-
rando número 10, y punto resolutivo 1.

199
CIDH ha otorgado tres medidas cautelares para proteger el dere-
cho a la salud de 43 personas presas políticas, mientras que la
Corte IDH otorgó, en mayo de 2019, medidas provisionales en
favor de 17 reas y reos políticos; en estas resoluciones se solicitó
al Estado que brindara atención médica de calidad a las personas
privadas de libertad. La última resolución emitida al respecto por
la CIDH fue la Resolución 82/20, mediante la cual orientaba al Es-
tado de Nicaragua para que adoptara las medidas necesarias para
proteger la salud de personas presas políticas ante la pandemia
de covid-19.

6. Normas nacionales sobre el derecho a la salud

El derecho a la salud está reconocido en el artículo 59 de la


Constitución Política de la República de Nicaragua (en adelante
Cn. o Constitución), que literalmente dice:

Los nicaragüenses tienen derecho, por igual, a la salud. El Esta-


do establecerá las condiciones básicas para su promoción, pro-
tección, recuperación y rehabilitación. Corresponde al Estado
dirigir y organizar los programas, servicios y acciones de salud y
promover la participación popular en defensa de la misma. Los
ciudadanos tienen la obligación de acatar las medidas sanitarias
que se determinen.

Asimismo, el Art. 82.4 reconoce el derecho a la salud en el tra-


bajo, y el 105 establece la gratuidad de la salud para los sectores
vulnerables de la población y consagra el servicio de salud como
un deber indeclinable del Estado; como se mencionó en el aparta-
do contextual, más del sesenta por ciento de la población no tiene
capacidad de pago o no está asegurada, por lo que necesita los
servicios de salud pública, como derecho fundamental.
A la vez, este artículo determina el derecho a establecer ser-
vicios privados en el área de salud. También estipula el deber de
ampliar y fortalecer los servicios estatales de salud, y establece el

200
parámetro de prioridad dirigido a los programas materno-infan-
tiles, el cual es ampliado por la LGS (Art. 5)36, extendiéndolo a las
personas de la tercera edad y discapacitadas.
El sistema de salud nicaragüense está regulado esencialmente
por dos instrumentos normativos: la Ley N° 423, Ley General de
Salud, de 2002; y el Reglamento de la Ley General de Salud, de-
creto ejecutivo N° 001-2003 (en adelante el Reglamento). El Minsa
es el órgano competente para aplicar la Ley. Adicionalmente, y
como parte de sus facultades, este ha emitido un conjunto de nor-
mas, protocolos y manuales en materia de salud que forman parte
de este marco jurídico37.
En primer lugar se destaca el objeto de la Ley (Art. 1 LGS), que
es tutelar el derecho que tiene toda persona a disfrutar, conservar
y recuperar su salud. La LGS regula los principios, derechos y
obligaciones con relación a la salud, las acciones de promoción,
prevención, recuperación y rehabilitación de la salud, el control
sanitario que se ejercerá sobre los productos y servicios destina-
dos a la salud, las medidas administrativas, de seguridad y de
emergencias que aplicará el Ministerio de Salud, y establece in-
fracciones y sanciones en relación con estos temas38.
Esta Ley reconoce el derecho a ser informado y a la protección
de datos personales, a recurrir, a ser tratado sin discriminación
y a la integridad corporal, entre otros. En el Art. 21 establece el
deber del Minsa de declarar, en caso de epidemia, la emergencia
sanitaria que corresponda, determinando las medidas necesarias
para proteger a la población39. Particularmente, el Art. 391 del
Reglamento establece que se considera que hay peligro de epide-
mia (como parámetro para declarar emergencia sanitaria) cuando

36. Ley General de Salud. Ley Nº 423. Aprobada el 14 de marzo de


2002 y publicado en La Gaceta, Diario Oficial N°. 91 del 17 de mayo de
2002. Disponible en: https://www.leybook.com/doc/802
37. Disponibles en: http://www.minsa.gob.ni/index.php/repository/
Descargas-MINSA/Direcci%C3%B3n-General-de-Regulaci%C3%B3n-Sani-
taria/Normas-Protocolos-y-Manuales/
38. Ley General de Salud, op. cit.
39. Este punto es regulado en detalle por el Capítulo I del Título XVII
del Reglamento.

201
ocurran desastres naturales, brotes epidémicos40; ambas situa-
ciones ocurrieron en Nicaragua durante 2020, pero no se han to-
mado las medidas idóneas para proteger la salud de las personas.
Además, en su Art. 23, la Ley manda a las personas a cumplir
con las disposiciones legales dictadas de conformidad con conve-
nios internacionales, a fin de prevenir la difusión internacional de
enfermedades transmisibles. En el mismo sentido, los artículos
29 y 30 ordenan desarrollar un programa nacional de recupera-
ción de la salud, cuyas acciones se dirijan a efectuar un diagnósti-
co temprano y a proporcionar tratamiento oportuno al individuo,
a la sociedad y al medio.
Finalmente, el artículo 79 literal h) de la Ley establece como
medida de seguridad de aplicación inmediata, la clausura tempo-
ral o definitiva de establecimiento industrial, educativo, comercial
de prestación de servicios, de espectáculos públicos o de cual-
quier naturaleza que ponga en riesgo la salud pública.
La protección y vigilancia contra epidemias es un deber que
reafirma el Reglamento, que se lo atribuye al modelo de atención
integral de salud41. Los pilares de este modelo son la prestación
de servicios integrales de salud y la gestión descentralizada y des-
concentrada a través de los Sistemas Locales de Atención Integral
en Salud (SILAIS).
El Reglamento, en sus artículos 49.21 y 51.4, establece rea-
lizar la vigilancia epidemiológica como deber, función y servicio
del primer nivel de atención de los establecimientos pertenecien-
tes al sistema, así como determinar un sistema de vigilancia epi-
demiológica para los funcionarios del segundo nivel (Art. 56.4).
Además, establece como criterio para la asignación de recursos a
las entidades territoriales, el perfil epidemiológico del lugar (Art.
356)42.

40. Reglamento de la Ley General de Salud, decreto ejecutivo N° 001-


2003. Aprobado el 09 de enero de 2003. Publicado en Las Gacetas núms.
7 y 8 del 10 y 13 de enero de 2003. Disponible en: https://www.leybook.
com/doc/16474
41. Ídem.
42. Ibíd.

202
Así pues, en Nicaragua existe un sistema de salud que se puede
catalogar como muy proteccionista, dada su gratuidad y apertura
a toda la población. Sin embargo, este sistema aún no alcanza
los estándares óptimos en cuanto a número de unidades para la
atención de la salud y de personal médico capacitado, de equipos
médicos e insumos farmacológicos necesarios, sobre todo cuando
gran parte de la población no tiene acceso a los regímenes contri-
butivo y voluntario, lo que reviste mayor gravedad en el contexto
de la pandemia. También hay disposiciones internas que mandan
al Estado a tomar medidas frente a epidemias o riesgos de enfer-
medades contagiosas, las cuales han sido violadas, como veremos
en el apartado sobre acciones y omisiones durante la covid-19.

7. Garantías sobre el derecho a la salud


y acceso a la justicia

Fundamentalmente, hablaremos de tres vías de acceso a la


justicia como garantía de protección del derecho a la salud en Ni-
caragua: la vía administrativa, la justicia penal y la justicia consti-
tucional, a través del amparo.
La Ley General de Salud no establece expresamente un recur-
so ni procedimiento por el que los usuarios del sistema puedan
exigir el cumplimiento de las prerrogativas que la Ley y la Cons-
titución les conceden. En el marco del derecho a la salud de los
usuarios, si bien menciona en su artículo 8.13 que estos tienen
derecho “a efectuar reclamos y hacer sugerencias en los plazos
previstos en la presente Ley y su Reglamento”, finalmente, ni la
Ley ni el Reglamento establecen dicho recurso ni su procedimien-
to; por tanto, dado que se trata de una entidad parte del Poder
Ejecutivo, en materia de Derecho Administrativo se aplica suple-
toriamente la Ley No. 290, Ley de Organización, Competencia y
Procedimientos del Poder Ejecutivo.
Cabe destacar que en 2020, finalmente, el Minsa emitió “el
Mecanismo de participación, reclamos, sugerencias y felicitacio-
nes en el Modelo de Salud Familiar y Comunitario”, el cual pre-

203
vé la presentación de reclamos verbales ante la dirección de las
unidades de salud o ante el SILAIS, según se trate de una petición
de menor o mayor gravedad; sin embargo, aún no se implementa
y, aunque así fuera, el Mecanismo establece que los recursos de
reclamos establecidos por éste no son excluyentes de la interposi-
ción de otros recursos en vía administrativa y judicial.
En la práctica, cuando hay una situación de negligencia mé-
dica, mala praxis, negativa de atención médica, o cualquier otro
acto u omisión ilícita por parte de personas que trabajen en el sec-
tor público o privado de salud, con base en los artículos 53 y 54
de la LGS referidos al “Sistema de Garantía de Calidad del Sector
Salud”, la persona puede interponer un escrito ante la Dirección
del SILAIS respectivo, a fin de que este realice una auditoría o
inspección de conformidad, y emita informe donde puede tomar
medidas preventivas o correctivas; este informe funge como base
para acudir a otras instancias legales, como la justicia penal.
No obstante, en aplicación supletoria de la Ley No. 290, la vía
administrativa, en suma, abarca el recurso de revisión, que se
presenta ante la autoridad administrativa que emite el acto im-
pugnado; una vez resuelto este, procede el recurso de apelación
que se presenta ante el superior jerárquico de la autoridad que
emitió el acto.
Agotada la vía administrativa, o bien, habiendo silencio admi-
nistrativo (el cual es de carácter positivo, por así determinarlo la
misma Ley 290 en su Art. 2.19)43, si se trata de cuestiones de mera

43. El silencio administrativo no es más que un concepto jurídico


por el cual se suple el sentido de la resolución administrativa final de un
procedimiento administrativo, cuando esta no se emite en el plazo esta-
blecido por la Ley, o si este no está establecido en el plazo de 30 días. La
regla general es que el sentido del silencio administrativo es positivo, es
decir, que se tiene por aceptada por la administración pública la petición
del interesado; sin embargo, esta debe ser confirmada por la jurisdicción
de lo contencioso-administrativo. Ley de Regulación de la Jurisdicción de
lo Contencioso-Administrativo, Ley No. 350. Aprobada el 18 de mayo de
2000 y publicada en La Gaceta, Diario Oficial núms. 140 y 141 del 25 y
26 de julio de 2000. https://www.leybook.com/doc/695. Ley de Organiza-
ción, Competencias y Procedimientos del Poder Ejecutivo, Ley 290. Apro-

204
legalidad, como irregularidades en la tramitación de recursos en
vía administrativa o la violación de disposiciones legales, que no
necesariamente violen derechos fundamentales, o en el que esté
implicada la responsabilidad patrimonial del Estado, procede el
recurso contencioso-administrativo, siendo competente para co-
nocer de este y resolver, la Sala de lo Contencioso-Administrativo
de la Corte Suprema de Justicia, de conformidad con la Ley No.
350, Ley de Regulación de la Jurisdicción Contencioso-Adminis-
trativa.
Asimismo, previo agotamiento de la vía administrativa —o
bien sin haberla agotado en casos excepcionales44—, si se ha vio-
lado el derecho a la salud, incluso la integridad personal o la vida,
como producto de acciones u omisiones contrarias a derechos
humanos, por el Estado o el concesionario del servicio de salud, o
hay una violación a procedimientos administrativos como la nega-
tiva de revisar el caso, o específicamente la acción u omisión viola
el contenido del derecho a la salud, reconocido por las normas
nacionales e instrumentos internacionales y por la Constitución,
procede el recurso de amparo.
El amparo se debe presentar ante la Sala Civil del Tribunal de
Apelaciones del domicilio de la persona recurrente, la cual conoce
de las primeras actuaciones, hasta la suspensión del acto, de ser
el caso, y traslada el expediente a la Sala de lo Constitucional de la
Corte Suprema de Justicia, que decide sobre el fondo del amparo
hasta su resolución definitiva, de conformidad con la Ley No. 983,
Ley de Justicia Constitucional.
Las irregularidades en los regímenes contributivo y voluntario
del sector salud, en lo referente al financiamiento de los servi-

bada el 27 de marzo de 1998 y publicada en La Gaceta, Diario Oficial N°


102 del 3 de junio de 1998. https://www.leybook.com/doc/599
44. La Ley de Justicia Constitucional establece que están exceptuadas
del agotamiento de la vía administrativa, las situaciones de hecho que
impliquen inminente peligro a la violación de derechos. Ley de Justicia
Constitucional. Aprobada el 11 de diciembre de 2018 y publicada en La
Gaceta, Diario Oficial N° 247 de 20 de diciembre de 2018, Art. 49.7. Dis-
ponible en: https://www.leybook.com/doc/22582

205
cios de salud, se pueden reclamar en la vía civil, laboral y de la
seguridad social, según sea el caso. La misma vía civil procede
para demandar el resarcimiento de daños a personal médico par-
ticular, responsable de una acción u omisión negligente.
Por otro lado, cuando hay una actuación u omisión negligente
de un miembro del personal de salud, puede proceder la vía pe-
nal por los delitos establecidos en la Ley No. 641, Código Penal,
a saber, los más relacionados con el tema en cuestión: Homicidio
imprudente (Art. 141); Lesiones imprudentes (Art. 154); Contagio
provocado (Art. 156)45; Omisión de Auxilio (Art. 160)46 y Seguri-
dad en el trabajo (Art. 317).
En Nicaragua se han procesado y sentenciado casos de negli-
gencia médica47; sin embargo, son pocos los casos en que el per-
sonal médico es declarado culpable48. Uno de los más mediáticos
es el de David Páramo, que fue condenado por el delito de homi-

45. “Quien a sabiendas de que padece una enfermedad de transmi-


sión sexual o cualquier otra enfermedad infecciosa grave, ejecutare sobre
otra persona actos que importen peligro de transmisión o contagio de tal
enfermedad, poniendo con ello en peligro su salud, integridad física o su
vida, será sancionado con pena de prisión de seis meses a tres años. Si el
contagio ocurre, la pena será de uno a cuatro años de prisión. Si el conta-
gio produce la muerte, se aplicará el tipo penal que corresponde”. Código
Penal, Ley 641, aprobada el 13 de noviembre de 2007 y publicada en La
Gaceta, Diario Oficial núms. 83, 84, 85, 86 y 87 del 5, 6, 7, 8 y 9 de mayo
de 2008. Disponible en: https://www.leybook.com/doc/17926
46. “El que niegue atención sanitaria o abandonare los servicios sa-
nitarios, cuando de la denegación o abandono se derive riesgo grave para
la salud de las personas, será castigado con prisión de dos a cuatro años
e inhabilitación especial de tres a cinco años”. Código Penal, Ley 641,
aprobada el 13 de noviembre de 2007 y publicada en La Gaceta, Diario
Oficial, núms. 83, 84, 85, 86 y 87 del 5, 6, 7, 8 y 9 de mayo de 2008. Dis-
ponible en: https://www.leybook.com/doc/17926
47. Ver, por ejemplo: Juzgado Octavo Local de lo Penal de Managua.
Expediente Judicial N° 038-0208-06PN.
48. Ver, por ejemplo: Juzgado Tercero Local Penal de la Circunscrip-
ción Managua. Sentencia N° 243-201 por el delito de Homicidio impru-
dente. Ver también: La Prensa. “Denuncian negligencias en los hospitales
de Nicaragua”, 16 de septiembre de 2017. Disponible en: https://www.la-
prensa.com.ni/2017/09/16/nacionales/2298095-denuncias-la-poblacion-
negligencias-hospitales-del-pais

206
cidio imprudente y lesiones imprudentes en 2016. Pero no hay
jurisprudencia que abarque intereses difusos sobre el derecho a
la salud, o bien casos de responsabilidad patrimonial estatal en
materia de salud, ni casos de amparos a particulares.
En 2018 se cometieron muchos delitos en el sector salud, por
la Omisión de Auxilio en que incurrieron muchos médicos; inclu-
so se cometieron malas prácticas intencionales, que causaron le-
siones y muertes. Además, desde la dirección de los hospitales se
emitieron órdenes de no recibir a personas opositoras heridas en
las protestas contra el Gobierno. No obstante, muchos médicos
decidieron atender estos casos, pero fueron despedidos, y varios
están exiliados.
Uno de los casos más graves fue el de Álvaro Conrado, joven
de 15 años que fue herido de bala en el cuello, cuando distribuía
agua a los estudiantes atrincherados en la Universidad Nacional
de Ingeniería (UNI), y a quien le negaron la atención en el hospital.
Al día de hoy estos hechos permanecen en la impunidad. Estas
circunstancias son la causa de que se haya perdido la confianza
en un sistema de salud pública, gravemente politizado.

8. Medidas adoptadas por el Estado de Nicaragua


para enfrentar la crisis sanitaria provocada
por la pandemia de COVID-19

Desde el inicio de la pandemia, el Estado de Nicaragua ha


ocultado información sobre las cifras reales, orientando a los cen-
tros públicos de salud y al Seguro Social a calificar con otras en-
fermedades y causas de defunciones a quienes han sido víctimas
de covid-19.
Esta falta de información y mal manejo de las cifras ha pro-
vocado zozobra e incertidumbre en la población, por lo que se
creó el Observatorio Ciudadano Covid-19 Nicaragua —como par-
te del esfuerzo de la sociedad civil por implementar campañas
de concientización y brindar información más detallada y veraz,
obtenida de fuentes locales alrededor el país—, que ha aportado

207
cifras diferenciadas, principalmente sobre el número de personas
fallecidas.
Desde el primer caso reportado el 18 de marzo de 2020 al 02
de diciembre, el Ministerio de Salud reportó un acumulado de
5838 casos y 161 personas muertas por covid-19, mientras que el
Observatorio, en el mismo plazo, reportó 11,439 casos sospecho-
sos y 2813 muertes sospechosas de covid-1949.

8.1. Acciones y omisiones en las operaciones y procedimientos


en centros de salud y hospitales durante la pandemia
En términos de infraestructura sanitaria, la covid-19 encontró
un país deficiente. Primero, porque no existen suficientes hospi-
tales equipados para atender los casos (32), y segundo, por la
ineficiencia de las unidades de salud en su ruta crítica; es decir,
emergencia, laboratorios, rayos x, salas de operaciones y unidad
de cuidados intensivos, recursos con que no cuentan los hospita-
les primarios50 aun cuando son unidades de salud que tienen el
deber de hacer vigilancia epidemiológica, de conformidad con la
LGS.
En julio de 2020, el Observatorio Ciudadano señaló que 2220
personas estaban requiriendo “ventilación mecánica” y, por ende,
camas en UCI. Los 449 ventiladores y las 562 camas de UCI que
hay en los hospitales públicos han sido insuficientes para atender
a las personas que lo requerían. También recordemos que los
recursos con que cuenta el Minsa no son solo para enfermos de
coronavirus51. Así, la falta de capacidad hospitalaria, la desinfor-

49. Observatorio Ciudadano Covid-19 Nicaragua. Estadísticas de CO-


VID-19 en Nicaragua. Disponible en: https://observatorioni.org/estadisti-
cas-covid-19-nicaragua/
50. “¿Qué hay detrás de los 18 hospitales que el gobierno de Ortega
dice que ha construido en Nicaragua?”. En La Prensa, 30 de septiem-
bre de 2020. Disponible en: https://www.laprensa.com.ni/2020/09/30/
economia/2726201-lo - que -hay- detras - de -lo -18-hospitales - que -
el-gobierno-de-ortega-asegura-haber-construido
51. “La precariedad del sistema de salud público de Nicaragua y Cen-
troamérica”. Confidencial, 12 de julio de 2020. En: https://confidencial.
com.ni/la-precariedad-del-sistema-de-salud-publico-de-nicaragua-y-cen-
troamerica/

208
mación y la mala calidad en la atención de la salud en el contexto
de covid-19, han sido factores principales en el aumento de con-
tagios y muertes por esta enfermedad.
El Minsa dio a conocer el 9 de febrero un “Protocolo de Prepa-
ración y Respuesta ante el Riesgo de Virus Coronavirus (COVID-19)
en Nicaragua”. Sin embargo, el Estado no cumplió con su publica-
ción en el portal web del Minsa, como debió hacer de conformidad
con la Ley y la Constitución por el principio de seguridad jurídica.
Este protocolo fue conocido de manera extraoficial, y el Estado
no cumplió con su contenido52. Aparte de este protocolo, al cual
no se tuvo acceso, el Gobierno no declaró emergencia sanitaria
en violación de la LGS, por la cual el Estado se obliga a tomar
medidas concretas, sujetas a monitoreo permanente, así como a
cooperar con todas las instituciones de salud públicas, privadas o
mixtas, para su cumplimiento.
El primer caso de covid-19 se conoció oficialmente el 18 de
marzo de 2020. No obstante, las cifras oficiales de contagios han
sido bajísimas en comparación con otros países (donde sí se to-
maron medidas preventivas), y con las reportadas por el Obser-
vatorio Ciudadano. Rápidamente, los hospitales colapsaron pues,
como ya se dijo, solo 32 estaban aptos para atender casos de
covid-19; sin embargo, el Gobierno únicamente destinó 19 hospi-
tales para tal finalidad53.
El 25 de mayo el Gobierno emitió un “Libro blanco” que con-
tiene el modelo de políticas utilizado por el Minsa para responder
a la emergencia sanitaria, en el cual no se toman en cuenta los

52. “Las mentiras del Gobierno en el ‘Libro blanco’ sobre la Covid-19”.


Confidencial, 25 de mayo de 2020. Disponible en: https://confidencial.
com.ni/los-vacios-del-gobierno-en-el-libro-blanco-sobre-la-covid-19-en-
nicaragua/
53. Secretaría Privada para Políticas Nacionales, Presidencia de la
República. “Al pueblo de Nicaragua y el mundo. Informe sobre el Covid-19
y una estrategia singular. Libro Blanco”, mayo de 2020. Publicado en
portal web del Minsa. Disponible en: https://www.el19digital.com/app/we-
broot/tinymce/source/2020/00Mayo/25%20MAYO/AL%20PUEBLO%20DE%20
NICARAGUA%20Y%20AL%20MUNDO-%20INFORME%20SOBRE%20EL%20CO-
VID-19.pdf

209
criterios de efectividad y racionalidad de las medidas asumidas;
simplemente se transmite un discurso político sobre el avance del
sistema de salud pública en general con el gobierno actual (desde
2006). Se afirma que han realizado campañas y sanitización de
espacios públicos, pero no se refieren a la falta de capacidad de
la infraestructura hospitalaria en relación con el número de con-
tagios, y tampoco a la falta de datos sobre las pruebas realizadas.
Justamente el mismo día, el Observatorio Ciudadano reportó un
acumulado de 620 muertes por covid-19, contabilizadas desde la
aparición del primer caso54.
El virus se propagó agresivamente. Pese a que se hicieron
campañas para informar a la población sobre la sintomatología,
en realidad, no se aplicó ninguna medida de distanciamiento so-
cial y las autoridades se han negado a realizar pruebas masivas
para conocer el comportamiento de la pandemia, aun cuando lo
recomendó la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Por
el contrario, la realización de pruebas PCR se monopolizó y cen-
tralizó en el Centro Nacional de Diagnóstico y Referencia (CNDR),
único lugar autorizado para realizarlas55; arbitrariamente y sin
justificación legítima, se le negó la aplicación de estas al sector
privado de salud. Además, a Nicaragua le donaron 30,000 prue-
bas PCR, pero el Gobierno no ha informado sobre los resultados
de estas56.
Por otra parte y lamentablemente, en los hospitales no se han
aplicado las necesarias medidas de protección para el personal

54. Para analizar las estadísticas de COVID-19 en Nicaragua, desde el


momento en que se conoció el primer caso, puede consultarse los infor-
mes del Observatorio Ciudadano COVID-19 Nicaragua en el siguiente enla-
ce: https://observatorioni.org/estadisticas-covid-19-nicaragua/
55. “Las pruebas, junto al aislamiento y el rastreo de contactos, han
sido la piedra angular de la estrategia para enfrentar la pandemia”, ase-
guró el científico Jorge Huete, doctor en biología molecular. En Confiden-
cial, “Minsa cobrará 150 dólares por realizar prueba de Covid-19”, 17 de
julio de 2020. Disponible en: https://confidencial.com.ni/minsa-cobrara-
150-dolares-por-realizar-pruebas-para-covid-19/
56. “Nicaragua ha recibido más de 30 000 pruebas para covid-19,
¿dónde están?”. En Confidencial, 7 de julio de 2020. Disponible en:
https://confidencial.com.ni/nicaragua-ha-recibido-mas-de-30-000-prue-
bas-para-covid-19-donde-estan/

210
sanitario; pese a que el Estado ha recibido donaciones de equi-
po de protección personal, muchos trabajadores han tenido que
comprarlo, debido a la falta de suministro57. Al 2 de diciembre,
se habían reportado 832 personas trabajadoras de salud con sin-
tomatología de covid-19, y 111 muertes de personal de salud58.
Además, el Gobierno despidió a 23 médicos que se opusieron a la
desinformación y al actuar negligente respecto de la pandemia59.
En definitiva, el Estado ha violado el derecho a la salud, a la
vida y a la integridad personal en el ámbito preventivo e informa-
tivo, y también de manera directa, por no aplicar medidas racio-
nales y efectivas para manejar la crisis sanitaria generada por la
covid-19.

8.2. Acciones y omisiones en las medidas asumidas


ante el brote de covid-19

El Estado de Nicaragua aplicó pocas medidas en espacios


públicos y privados para prevenir el contagio comunitario e indi-
vidual; no hubo cierre de espacios y actividades públicas, control
migratorio adecuado ni control sobre el distanciamiento social,
entre otras. Por el contrario, el 14 de marzo de 2020, el Gobierno
convocó a una manifestación multitudinaria denominada “amor
en tiempos de Covid”, a la cual fueron obligados a asistir miles
de trabajadores del Estado y personas adeptas al partido de Go-
bierno. Además, siguió promoviendo actividades turísticas como
el “Plan Verano”, consistente en alentar visitas a playas durante la
Semana Santa, así como la realización de más de 400 actividades

57. “Minsa recibe más donaciones de EPP pero el personal de sa-


lud sigue desprotegido”. La Prensa, 23 de octubre de 2020. Disponible
en: https://www.laprensa.com.ni/2020/10/23/nacionales/2737182-minsa-
recibe-mas-donaciones-de-epp-pero-el-personal-de-salud-sigue-despro-
tegido
58. Observatorio Ciudadano Covid-19 Nicaragua. Estadísticas de
COVID-19 en Nicaragua. 2 de diciembre de 2020. Disponible en: https://
observatorioni.org/estadisticas-covid-19-nicaragua/
59. “Minsa recibe más donaciones de EPP pero el personal de salud
sigue desprotegido”, op. cit.

211
multitudinarias promovidas por el Instituto de Turismo (Intur);
tampoco suspendió actividades escolares y deportivas60.
Nicaragua fue el único país latinoamericano que no suspendió
la circulación y movilización dentro del país; no ordenó la sus-
pensión de actividades públicas, laborales y de recreación como
el cierre temporal de bares, casinos y restaurantes; tampoco exi-
gió el cumplimiento de protocolos de bioseguridad, como el uso
de mascarillas. Sin embargo, las empresas, entidades privadas
y mixtas, y población en general, por iniciativa propia, aplicaron
algunas medidas para evitar la propagación del virus. Las oficinas
estatales han solicitado, opcionalmente, el uso de tapabocas a la
población y a sus trabajadores y trabajadoras, para ingresar a sus
instalaciones.
Estas omisiones son contrarias a las recomendaciones de la
OMS, que ha insistido en que los Estados suspendan activida-
des públicas y de concentración masiva de personas, como una
medida que reducirá potencialmente la pandemia61. La omisión
de estas medidas acarrea incumplimiento estatal de la obligación
convencional de prevenir contagios en la población y de tomar
medidas oportunas y eficaces para contrarrestar estas enferme-
dades.
En tal sentido, el “Libro Blanco Nicaragua ante la pandemia
del Covid-19: una estrategia singular”, dice que se tomaron las
medidas de: 4.7 millones de visitas que hicieron casa a casa,
trabajadores del sector salud a la población informando sobre
el Covid-19 y cómo prevenirlo; capacitación de 9 mil servidores
públicos de entrada al país; habilitación de la línea 132 para la
atención telefónica de casos relacionados con la pandemia; desin-
fectación de miles de escuelas y unidades de transporte, así como
130 mercados en todo el país. El documento menciona seguir el

60. “5 insólitas cosas que ocurren en Nicaragua mientras los expertos


advierten de la ‘grave’ falta de medidas ante la pandemia”. En British Bro-
adcasting Corporation News, 4 de mayo de 2020. Disponible a través del
enlace https://www.bbc.com/mundo/52530594
61. Organización Mundial de la Salud. Actualización de la Estrategia
frente a la Covid‑19. Ginebra. 14 de abril de 2020, página 12.

212
modelo sueco de combinar el funcionamiento de la sociedad y la
convivencia con el virus, ya que la economía no iba a ser parali-
zada, pues apenas se estaba recuperando del “intento fallido de
golpe de estado”62. Además de este discurso de estigmatización
política contra la oposición y personas no partidarias, el presi-
dente de la República habría declarado en marzo de 2020 que la
covid-19 “es una enfermedad de ricos y burgueses”63.
El modelo sueco, conocido como “inmunidad de rebaño”, con-
siste en que un número elevado de la población contraiga la en-
fermedad para que esta, al superarla, genere anticuerpos y así
se corte el contagio masivo. Sin embargo, esta política fue am-
pliamente criticada porque en Nicaragua no se cuenta con una
estructura de salud sólida ni condiciones sociales y hospitalarias
adecuadas; la OMS expresó que este método es científica y ética-
mente problemático, ya que la inmunidad se debe generar a través
de la vacuna y no exponiendo a la población64. La exposición de la
población es, en sí misma, un contrasentido con el buen manejo
de la pandemia y, contrario a su obligación de establecer medidas
efectivas, el Gobierno aumentó la posibilidad de contagios al rea-
lizar visitas casa a casa, e incluso alentar actividades públicas.
Estas medidas no son acordes a la práctica internacional de
los Estados para contener el contagio; incluso la ONU ha recomen-
dado que, para levantar o reajustar las medidas que limiten la cir-
culación, actividades económicas y demás que impliquen aglome-
raciones de personas, se debe tener en cuenta que existe un bajo
nivel de contagio, el cual se desconoce por la falta de información;

62. Presidencia de la República. Secretaría Privada para Políticas Na-


cionales. Al pueblo de Nicaragua y al mundo informe sobre el covid-19 y
una estrategia singular -Libro Blanco-. Nicaragua, mayo 2020, pp. 13, 29,
30, 31.
63. “Nicaragua: COVID-19 es «un virus de ricos y burgueses”. El País,
6 de abril de 2020. Disponible en: https://www.elpais.com.uy/mundo/nica-
ragua-covid-virus-ricos-burgueses.html
64. “OMS: Perseguir la ‘inmunidad de rebaño’ no es ético”. En Voa
Noticias. 13 de octubre de 2020, disponible en: https://www.voanoticias.
com/coronavirus/oms-no-se-puede-combatir-el-coronavirus-punto-de-
inmunidad-de-rebano

213
que existen medidas de prevención en centros públicos, lo cual no
se ha realizado en Nicaragua, y que los brotes se reduzcan al mí-
nimo en lugares vulnerables65. Estos criterios no son cumplidos
por Nicaragua y, por ende, es irrisorio cualquier método alterno a
la restricción de la circulación.
A pesar de que no se realizó un cierre de fronteras, a miles
de nicaragüenses se les impidió regresar al país, sin justificación
alguna, desde mayo de 2020; esta medida fue criticada por ser
inconstitucional y desproporcionada, ya que mientras se negaba
el ingreso a nacionales, se siguió promoviendo el turismo. La me-
dida se materializó a través de Resolución del Ministerio de Salud
Nº 346-2020, emitida el 13 de julio de 2020, difundida días des-
pués de que centenares de nicaragüenses se encontraban varados
en la frontera sur de Nicaragua; mediante esta resolución se exige
a cualquier persona, para ingresar al país, presentar una prueba
de PCR en tiempo real con resultado negativo y vigencia máxima
de 72 horas, desde el momento de la realización.
Al respecto, la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, Michelle Bachelet, expresó: “En virtud del
derecho internacional, toda persona tiene derecho a regresar a su
país de origen, incluso durante una pandemia”66; aunado a ello,
el artículo 31 de la Constitución Política de Nicaragua consagra el
derecho de entrar y salir libremente del país, derecho que es re-
forzado por el artículo 12.4. del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, que estatuye que nadie puede ser privado arbi-
trariamente de entrar a su propio país.
Durante la pandemia tampoco se aplicaron medidas de pre-
vención a las personas privadas de libertad, restricciones que
tuvieron mayor énfasis en las personas presas políticas; durante

65. Organización de Naciones Unidas. Respuesta integral de las Na-


ciones Unidas a la COVID-19: salvar vidas, proteger a las sociedades,
recuperarse mejor. Ginebra, junio 2020, p. 12.
66. “Cientos de nicaragüenses no han podido regresar a su país pese a
su política ‘de puertas abiertas’”. En AA, 22 de abril de 2020. https://www.
aa.com.tr/es/mundo/cientos-de-nicaraguenses-no-han-podido-regresar-a-
su-pa%C3%ADs-pese-a-su-pol%C3%ADtica-de-puertas-abiertas-/1815014

214
los primeros cuatro meses y medio se les negó de forma rotun-
da el acceso de mascarillas, alcohol gel o líquido y guantes. Los
presos políticos del Centro Penitenciario Jorge Navarro, denun-
ciaron el 16 de abril de 2020 que se encontraban en condiciones
de insalubridad; entre otras, denunciaron que los baños estaban
obstruidos y que caminaban sobre el excremento; debido a ello
la CIDH, en el comunicado de prensa 146/2020 reiteró su preocu-
pación por las condiciones de estas personas y recomendó su li-
beración, ya que se encuentran expuestas a la pandemia67. Estas
condiciones constituyen una flagrante violación a la dignidad de
los reclusos, pues atentan contra su vida e integridad y contra el
sentido humanitario del Sistema Penal, consignado en el artículo
39 de la Constitución Política.

8.3. Otras violaciones a derechos humanos


en el contexto de covid-19

Durante la pandemia, el Estado ha cometido múltiples viola-


ciones a derechos humanos relacionadas con el derecho a la sa-
lud; entre estas, el despido masivo de personal médico. A inicios
de mayo, al menos 543 médicos suscribieron una carta abierta en
la que solicitaron al Gobierno una liberación de pruebas masivas
de covid-19, emitir cifras públicas confiables y creíbles con res-
pecto a la realidad, que se estableciera un plan nacional de con-
tingencia y se abasteciera de los insumos y materiales necesarios
a los hospitales68.
La respuesta del Estado fue despedir a al menos veinte
médicos y dos más fueron obligados a renunciar; este patrón de

67. Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más. Primer


Informe del Observatorio contra la Tortura, Tratos Crueles Inhumanos y
Degradantes. Costa Rica, julio 2020, pp. 16, 18 y 19.
68. “Más de 500 médicos en Nicaragua piden al Gobierno estrategia
frente al covid-19 y protección del personal sanitario”. En Cable News
Network. 7 de mayo de 2020. Disponible a través del enlace https://cn-
nespanol.cnn.com/2020/05/07/alerta-nicaragua-mas-de-500-medicos-
piden-al-gobierno-estrategia-frente-al-covid-19-y-proteccion-del-personal-
sanitario/

215
renuncias fue identificado desde abril de 2018, en el contexto an-
tes mencionado, sumando a enero de 2020 al menos 87 renuncias
forzadas69. De los veinte médicos, doce interpusieron una deman-
da laboral de reintegro; el proceso judicial se llevó a cabo en un
clima de represión, y en cada audiencia a la que asistían las y
los médicos eran rodeados y asediados por efectivos policiales;
en la primera semana de octubre se les notificó sentencia en la
que rechazaban el reintegro70. Esta violación al derecho al trabajo
impactó significativamente en la calidad de la atención médica, ya
que la mayoría son especialistas; además, ha alargado los tiem-
pos de espera a la población.
Como ya se mencionó, a partir de mayo de 2020 el gobierno
bloqueó el ingreso de nacionales al país, obligando a miles de per-
sonas a estar varadas en alta mar, aeropuertos y países extranje-
ros, o incluso en las fronteras norte y sur de Nicaragua. El 18 de
julio de 2020, centenas de nicaragüenses se fueron acumulando
en la frontera de “Peñas Blancas” de Nicaragua-Costa Rica, ya que
las autoridades nicaragüenses les negaron el ingreso.
Durante tres semanas, estas personas fueron forzadas a per-
manecer en la frontera sin alimentos, sin acceso a agua potable,
expuestas al sol y a la lluvia, sin poder bañarse y con acceso a un
único servicio sanitario. El 29 de julio una mujer embarazada
empezó a tener contracciones, y otra persona presentó problemas
de salud por la falta de agua71; en horas de la madrugada del mis-

69. “Despidos, asedios, amenazas y cárcel para los trabajadores de la


salud en los últimos dos años”. La Prensa, 8 de agosto de 2020. Dispo-
nible en: https://www.laprensa.com.ni/2020/08/08/nacionales/2705972-
despidos-asedio-amenazas-y-carcel-para-los-trabajadores-de-la-salud-
en-los-ultimos-dos-anos
70. “Niegan reintegro laboral a médicos despedidos en el contexto de
la pandemia”. Información Puntual, 6 de octubre de 2020. Disponible en:
https://ipnicaragua.com/niegan-reintegro-laboral-a-medicos-despedidos-
en-el-contexto-de-la-pandemia/
71. “Peligra situación de salud de embarazadas varadas en Peñas
Blancas”. Nicaragua Actual, 29 de julio de 2020. En: https://nicaragua-
actual.tv/peligra-situacion-de-salud-de-embarazadas-varadas-en-penas-
blancas/

216
mo día se escucharon detonaciones cerca de “puntos ciegos”, por
donde muchas personas pretendían cruzar hacia su país. Según
testimonios, “estábamos en territorio nicaragüense, pero la mis-
ma guardia de Ortega nos tiraron balazos… pasamos tres días en
el monte… veníamos con un hambre terrible teníamos días de no
comer”72.
Una de las mujeres varadas desarrolló una fuerte infección
vaginal y múltiples complicaciones médicas. La motivación prin-
cipal de los migrantes era económica, pues en Costa Rica habían
perdido sus empleos y no tenían ningún medio de subsistencia;
aun así, agentes policiales nicaragüenses les agredieron y amena-
zaban de muerte. Estas personas lograron ingresar al país el 2 de
agosto, luego de que oenegés donaran la prueba de covid-19 que
permitió el ingreso de 148 nicaragüenses73. Esta prohibición de
movilización ha sido criticada por la comunidad internacional, ya
que existió una violación múltiple a derechos humanos; se atentó
contra la vida, salud e integridad de centenares de nicaragüenses,
desatendiendo las obligaciones internacionales de protección y
garantía de derechos humanos.
El hecho generó múltiples coberturas periodísticas, que acre-
centaron la represión contra el gremio. El 27 de julio, familiares
del periodista Gerall Chávez, exiliado en Costa Rica, fueron ame-
nazados de muerte por agentes paraestatales debido a su cober-
tura periodística. Estas agresiones a periodistas ya habían recru-
decido con la covid-19, al centralizar la información en medios
afines al Gobierno, e iniciar campañas mediáticas contra perio-
distas independientes, señalándoles de generar “noticias falsas”;
además, en el período de la pandemia, se reportaron más de 350

72. “Yonarqui Martínez: Ejército en Nicaragua dispara a nicas que


entraron por puntos ciegos”. 100% Noticias, 29 de julio de 2020. En:
https://100noticias.com.ni/nacionales/102198-yonarqui-martinez-ejerci-
to-en-nicaragua-dispara-a-/
73. “Volver a Nicaragua en medio de la pandemia: las razones de los
migrantes”. En Confidencial, 6 de agosto de 2020. Disponible en: https://
confidencial.com.ni/volver-a-nicaragua-en-medio-de-la-pandemia-las-ra-
zones-de-los-migrantes/

217
ataques contra el gremio periodístico, destacando las amenazas a
muerte y encarcelación, entre otros74. Según la Corte IDH:

El acceso a la información tiene una trascendental importancia


toda vez que: El actuar del Estado debe encontrarse regido por
los principios de publicidad y transparencia en la gestión públi-
ca, lo que hace posible que las personas que se encuentran bajo
su jurisdicción ejerzan el control democrático de las gestiones
estatales, de forma tal que puedan cuestionar, indagar y conside-
rar si se está dando un adecuado cumplimiento de las funciones
públicas75.

Al respecto, la CIDH llamó a los Estados a abstenerse de im-


pedir el trabajo y movilización del gremio periodístico, así como
de personas defensoras de derechos humanos quienes, en su con-
junto, “cumplen una función central durante la emergencia de sa-
lud pública, con el objeto de informar y monitorear las acciones
del Estado”76. Estos ataques al gremio periodístico aumentan la
vulnerabilidad de la población, que no cuenta con cifras e infor-
mación clara de la situación de covid-19, generando una situación
de confusión colectiva y una percepción irreal de la pandemia,
además de limitar y coartar la libertad de expresión de la pobla-
ción.

74. “Periodistas en Nicaragua denuncian agresiones durante cober-


tura de la pandemia”. En Voa Noticias. 5 de agosto de 2020. Disponible
en: https://www.voanoticias.com/centroamerica/periodistas-denuncian-
agresiones-durante-cobertura-de-pandemia-en-nicaragua
75. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Claude Reyes
Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 19 de septiembre
de 2006. Serie C, núm. 151, párr. 86.
76. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pandemia y
Derechos Humanos en las Américas. Resolución 01/2020, Washington,
10 de abril de 2020, numeral 30.

218
Conclusiones

La pandemia de covid-19 se presentó en un contexto socioe-


conómico y ambiental crítico que, en conexión con la crisis de
derechos humanos y la insuficiencia de recursos integrales en el
Sistema de Salud, ubica a toda la población nicaragüense, espe-
cialmente al 67% que no cuenta con seguro social y capacidad de
pago de servicios de salud privada, en una posición de vulnerabi-
lidad reforzada y sistemática.
Nicaragua tiene un sistema de salud proteccionista, por su
gratuidad, y cuenta con un marco normativo bastante completo,
tanto en normas internacionales como en disposiciones de dere-
cho interno; incluso normativamente, hay garantías para la pro-
tección del derecho a la salud.
Sin embargo, la falta de real acceso a la justicia es evidente,
frente a la escasez de jurisprudencia que confirme la salud como
derecho fundamental, no solo en el ámbito administrativo y cons-
titucional, sino en los casos penales por negligencia médica. Esto
denota la falta de promoción y protección de este derecho por
parte del Estado, cuyas garantías se resumen en simples enun-
ciados sin eficacia en la realidad jurídica; este es un elemento
particularmente grave frente a una pandemia, cuando la violación
del derecho a la salud, traducida en las medidas tomadas por el
Estado, puede resultar en la privación de la vida de cientos o mi-
les de personas.
El Estado incumplió disposiciones internacionales y de de-
recho interno, al no aplicar ninguna medida de distanciamiento
social ni de seguridad, como el uso obligatorio de mascarillas; al
no realizar cuarentenas masivas, ni ordenar el cierre temporal de
lugares de concentración social, o la suspensión de actividades
masivas por parte de las entidades públicas.
Las medidas que aplicó el Estado en el Sistema de Salud fue-
ron insuficientes y negligentes en el manejo de la crisis sanitaria,
principalmente por la monopolización y prohibición de realizar
las pruebas de covid-19 en cualquier hospital, sino en el CNDR

219
ubicado en Managua; por la falta de suministro adecuado de EPP
al personal de salud; por la desinformación y falta de acceso a
datos contundentes, todo lo cual generó desconfianza en la pobla-
ción sobre el manejo de la crisis en las entidades de salud.
La implementación del modelo sueco, referido a la inmuni-
dad de rebaño, provocó el colapso del sistema de salud e influyó
en la toma de decisiones clave para la salud individual; tomando
en cuenta el contexto país descrito en la primera conclusión, lo
anterior ubica al Estado de Nicaragua como responsable de la
privación arbitraria de la vida de muchas personas contagiadas
de covid-19.

220
VIII

DERECHO A LA SALUD EN COSTA RICA


EN EL MARCO DE LA COVID-19

Soraya Long Saborío y Nancy Marín Espinoza

1. Introducción

Este capítulo brinda un panorama general sobre la acción del


Estado costarricense para garantizar el derecho a la salud, identi-
ficando principalmente la gestión del Ejecutivo y la protección de
la Sala Constitucional. Además, se profundiza en las intervencio-
nes sanitarias que ha llevado a cabo Costa Rica para enfrentar la
pandemia, a la luz de los estándares internacionales de Derechos
Humanos y, a partir de un estudio de caso, se expone el abordaje
de la pandemia en relación con los Pueblos Indígenas que habitan
el país. El estudio de caso nos permitirá una mirada más profun-
da para identificar factores que contribuyeron, o no, al éxito de
las gestiones en favor de los Pueblos Indígenas.

2. Estado de la cuestión del sistema de salud


en Costa Rica

2.1. La población costarricense

En 2018 la población de Costa Rica fue de 5.003.402 habitan-


tes (2.480.330 mujeres y 2.523.072 hombres)1. En ese año hubo

1. Ver Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Estimaciones


y proyecciones de población por sexo y edad, 1950-2050. Costa Rica.

221
68.098 nacimientos, la cifra más baja en los últimos veinte años2;
paralelamente, la esperanza de vida ascendió a 80,3, la mayor
de Latinoamérica3. En otras palabras, la tendencia poblacional
para los próximos años se basa en una reducción constante de la
fecundidad y en el aumento de la esperanza de vida al nacer; esta
combinación hace prever que, para el año 2025, habrá mayores
concentraciones de personas en edades mayores a 30 años4, lo
cual, como veremos más adelante, podría tener un impacto nega-
tivo en la protección estatal del derecho a la salud.

2.2. Descripción del sistema de salud en Costa Rica

La Constitución Política de Costa Rica no establece textual-


mente el derecho a la salud como derecho humano, pero este se
puede derivar de los artículos 21, 46 y 505, que protegen la vida,
la salud de consumidores y usuarios, y el bienestar de todos los
habitantes. La Ley General de Salud, del 30 de octubre de 1973,
sí señala que la salud es un derecho humano esencial que debe
ser tutelado ampliamente por el Estado, siendo competencia del
Poder Ejecutivo, por medio del Ministerio de Salud, velar por la
salud de la población.
Para tal fin, le corresponde a esta entidad definir la política
nacional de salud, la normalización, planificación y coordinación
de todas las actividades públicas y privadas relativas a salud, así
como la ejecución de aquellas actividades que le competen confor-
me a la ley. Tendrá, asimismo, potestades para dictar reglamentos
autónomos en estas materias. Por otra parte, en 1941 se creó la
Caja Costarricense del Seguro Social (en adelante la Caja o CCSS),

2. Ministerio de Salud de Costa Rica. Análisis de la Situación de Sa-


lud. 2018. Memoria Institucional. 2019, p. 9.
3. Ibíd., p. 10.
4. Ibíd., p. 5.
5. Artículo 21: La vida humana es inviolable; artículo 46: Los consu-
midores y usuarios tienen derecho a la protección de su salud, ambiente,
seguridad e intereses económicos; y artículo 50: El Estado procurará el
mayor bienestar a todos los habitantes del país y toda persona tiene dere-
cho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.

222
como ente autónomo y el principal proveedor público de servicios
de salud. Desde su creación, la Caja ha crecido consistentemente,
financiándose con cotizaciones tripartitas (empleadores, trabaja-
dores y Estado).
Si bien el derecho a la salud conlleva que las personas pue-
dan acceder a los servicios de salud sin discriminación, no es
suficiente. El derecho está directamente relacionado con otros,
como el acceso a agua potable y saneamiento, a alimentos nutri-
tivos, a educación y a condiciones de trabajo seguras, a derechos
sexuales y reproductivos, a no ser víctima de violencia y al acceso
a información. En general, el derecho a la salud implica una vida
digna. Empero, en Costa Rica, pareciera que este derecho ha sido
fragmentado al orientarlo, primariamente, hacia el acceso a los
servicios de salud; de ahí que sean el Ministerio de Salud y la
CCSS los garantes del mismo.
Al efecto, la Caja ha establecido un seguro de salud universal.
Actualmente, “[…] las contribuciones del seguro social contabili-
zan el 8% del PIB y alrededor del 34% del ingreso total del gobier-
no, sustancialmente más alto que el promedio regional de 18% en
Latinoamérica”6. Este seguro se administra bajo tres regímenes:
Seguro de Enfermedad y Maternidad (SEM), Seguro de Invalidez,
Vejez y Muerte (SIVM) y régimen no contributivo. Los grupos des-
tinatarios están subdivididos en asalariados y sus familias, tra-
bajadores independientes y sus familias, más pensionados y sus
dependientes, y beneficiarios totalmente subsidiados. El régimen
no contributivo es financiado por el Estado, y cubre a personas
y sus familiares que no cotizaron al sistema por su condición de
pobreza o discapacidad.
En 2014, el seguro de salud alcanzó al 95% de la población.
El 5% descubierto incluyó a algunos empleados informales o tem-
porales, a refugiados no aceptados a cargo del Estado (cubiertos
a través del ACNUR), a inmigrantes indocumentados, a algunos

6. OCDE. Estudios de la OCDE sobre los sistemas de salud: Costa


Rica. Evaluación y recomendaciones. Costa Rica, febrero 2017, p. 48.
Disponible en https://www.oecd.org/els/health-systems/Estudios-OCDE-
sobre-los-Sistemas-de-Salud_Costa-Rica_Evaluaci%C3%B3n-y-Recomen-
daciones.pdf

223
grupos indígenas que no se encuentran registrados ante el Regis-
tro Civil, y a individuos pobres que, aunque podrían gozar de un
subsidio estatal, la institucionalidad pública no los ha identifica-
do como tales7. No obstante, en caso de emergencia, y aun care-
ciendo de seguro, todas las personas tienen acceso a los servicios
de salud de la CCSS; eventualmente se les cobrará, con posteriori-
dad, por el servicio brindado según las capacidades de pago.
La CCSS se ha organizado en tres niveles de atención médica.
En el primero están los denominados Equipos Básicos de Aten-
ción Integral de Salud (EBAIS)8, presentes en prácticamente todo
el territorio nacional. El segundo comprende los servicios de con-
sulta especializada, internamiento y tratamiento quirúrgico de las
especialidades básicas de la medicina. Para su operatividad se
cuenta con 10 clínicas mayores, 13 hospitales periféricos y 7 hos-
pitales regionales. Este nivel tiene por objeto apoyar a los EBAIS,
mediante la prestación de servicios preventivos, curativos y de re-
habilitación, con un grado variable de complejidad y especialidad.
Su cobertura se extiende a una porción importante del territorio
nacional.
El tercer nivel proporciona atención especializada a través de
tres hospitales nacionales generales (Hospital Calderón Guardia,
Hospital San Juan de Dios y Hospital México), y cinco hospitales
nacionales especializados en las siguientes áreas: niñez, geronto-
logía, mujeres, rehabilitación y psiquiatría. Estos hospitales cons-
tituyen el punto más alto de la pirámide de servicios de salud y se
localizan en el Área Metropolitana de San José9.

7. Ibíd., p. 20.
8. Hay 1045 EBAIS en todo el país. Cada EBAIS presta servicio a alre-
dedor de 1 000 hogares, y en cada uno participa al menos un médico, un
enfermero/a y un asistente de servicios de salud. También puede haber
personal de nivel más alto, como trabajadores sociales, dentistas, perso-
nal técnico de laboratorio, farmacéuticos y nutricionistas dando apoyo a
la clínica. Los servicios de consulta externa, planificación familiar y servi-
cios médicos comunitarios, y las intervenciones de promoción de la salud
y prevención de enfermedades, se brindan por medio de los EBAIS.
9. Ministerio de Salud de Costa Rica. Diálogo nacional para el forta-
lecimiento del seguro de salud costarricense en el contexto de la salud
pública, Costa Rica, 2014.

224
No obstante esta importante inversión en salud a nivel nacio-
nal, existe preocupación por debilidades organizativas internas y
por la prestación de servicios. Respecto de las primeras, se apun-
ta a la poca coordinación entre el Ministerio de Salud y la CCSS,
a la insuficiencia de auditorías de desempeño de la CCSS, a la
falta de una real integración de la red de servicios y a la situación
financiera de la Caja. Respecto de las otras, las preocupaciones
se relacionan con las largas listas de espera para atención médica
especializada y la insatisfacción acerca de la calidad de las presta-
ciones de servicios de salud10.
Igual preocupación genera el proceso de envejecimiento de
la población, que tendrá efectos sobre los costos del sistema de
salud. Según especialistas11, los mayores costos de la atención
sanitaria se concentran en los primeros y en los últimos años de
vida, con un peso extraordinariamente mayor de estos últimos.
El hecho de que el grueso de la población se encuentre en eda-
des avanzadas, implicará que la CCSS enfrente una demanda cre-
ciente por servicios del segundo y tercer niveles de atención, que
obligará a repensar el programa de inversiones en esos niveles, a
todas luces más onerosos.

3. Contenido del derecho a la salud según la


jurisprudencia de la Sala de lo Constitucional

La Sala Constitucional (en adelante la Sala) ha planteado rei-


teradamente que el Estado costarricense debe garantizar y prote-
ger el derecho fundamental a la salud de todas las personas. Tam-
bién ha señalado que el resguardo de la salud pública y la preven-
ción de las enfermedades, constituye un fin constitucionalmente
legítimo12. Para la Sala, la salud es un factor fundamental para
la realización personal y social de la persona, siendo un derecho

10. Ibíd., y OCDE, op. cit., p. 29.


11. RODRÍGUEZ HERRERA, Adolfo. La reforma de salud en Costa
Rica. CEPAL, Documento de Proyecto, 2005, pp. 6 y 7.
12. Ver Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Senten-
cia N° 2019-017343 de 10 de septiembre de 2019.

225
humano cuyo reconocimiento está fuera de discusión. Se trata de
un derecho fundamental autónomo, tal como se desprende de la
normativa internacional de derechos humanos, que establece “el
derecho de toda persona a disfrutar del más alto nivel posible
de salud física y mental, por lo que el Estado y sus instituciones
tienen el deber de asegurar la plena efectividad de ese derecho a
través de una serie de acciones positivas y del ejercicio de las po-
testades de regulación, fiscalización y de policía sanitaria”13.
El contenido que reconoce la Sala al derecho a la salud com-
prende:

[…] la disponibilidad de servicios y programas de salud en can-


tidad suficiente para los usuarios de estos servicios y destina-
tarios de estos programas. Por otra parte, el derecho a la salud
también conlleva la accesibilidad a estos servicios y programas,
cuyas cuatro dimensiones son la no discriminación en el acceso
a los servicios de salud, la accesibilidad física —particularmente
por parte de los más vulnerables—, la accesibilidad económi-
ca —que conlleva la equidad y el carácter asequible de los bienes
y servicios sanitarios— y la accesibilidad a la información. Por
último, y no por ello de menor relevancia, el derecho a la salud
implica servicios y programas de calidad, lo que significa que
tales servicios deben ser científica y médicamente apropiados14.

En esta línea, la Sala ha hecho suyas las resoluciones de ór-


ganos internacionales de protección de derechos humanos como
la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Sala, parafra-
seando la sentencia del caso Cuscul Pivaral vs. Guatemala (2018),
la cual retoma la Observación General No. 14 del Comité DESC
sobre el derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud,
destaca como contenidos del derecho a la salud la disponibilidad,
accesibilidad, aceptabilidad y calidad, cuya aplicación dependerá
de las condiciones prevalecientes en el país. Así, en materia de

13. Íd. Resolución Nº 05560-2019, de 29 de marzo del 2019.


14. Ibíd.

226
disponibilidad, se deberá contar con un número suficiente de es-
tablecimientos, bienes y servicios públicos de salud, de centros de
atención de la salud y de los programas respectivos.
Esos servicios incluirán los factores determinantes básicos
de la salud, como agua limpia potable y condiciones sanitarias
adecuadas, hospitales, clínicas y demás establecimientos relacio-
nados con la salud, personal médico y profesional capacitado y
bien remunerado, habida cuenta de las condiciones que existen
en el país, así como los medicamentos esenciales definidos en el
Programa de Acción sobre medicamentos esenciales de la OMS.
Sobre accesibilidad, los establecimientos, bienes y servicios de
salud deben ser accesibles a todos, sin discriminación alguna15.
Igualmente, los servicios y programas de salud deben ser acep-
tables; es decir, respetuosos de la ética médica, culturalmente
apropiados, dirigidos a la mejora de la salud de los pacientes, y
confidenciales, entre otros16.
Para lograr estos contenidos, la Sala ha determinado que el
derecho a la salud no puede estar supeditado a las posibilidades
económicas del Estado, pues reiteradamente ha señalado:

[…] el derecho a la salud no puede ceder ante ningún criterio de


naturaleza económica […] si el derecho a la vida se encuentra
especialmente protegido en todo Estado de Derecho Moderno
y en consecuencia el derecho a la salud, cualquier criterio eco-
nómico que pretendiera hacer nugatorio el ejercicio de tales de-
rechos, debe ceder en importancia pues como ya se indicó sin el
derecho a la vida los demás derechos resultarían inútiles17.

Por otra parte, considerando que la Ley General de Salud de-


fine la salud de la población como un bien de interés público y
estipula que es una función esencial del Estado velar por la salud

15. Íd. Resolución No. 05560-2019, de 29 de marzo de 2019.


16. Íd. Resolución No. 2011003576, de 18 de marzo del 2011.
17. Íd. Sentencia No. 2019-017343 de 10 de septiembre de 2019 y
No. 2009-08694 de 26 de mayo de 2009.

227
de los costarricenses garantizando el derecho a las prestaciones
de salud a todos los habitantes del país, la Sala estima que corres-
ponde a la Caja Costarricense de Seguro Social —por imperativo
constitucional y legal— brindar todo servicio público vinculado a
salud, teniendo la obligación de garantizar tal derecho.
En esta línea, por varios años, la Sala Constitucional ha rei-
terado a la CCSS18 que tiene la obligación imperativa e imposter-
gable de adaptar sus servicios a las necesidades particulares y
específicas de sus usuarios o pacientes y, sobre todo, de aquellos
que demandan una atención médica inmediata y urgente, sin que
la carencia de recursos humanos y materiales sean argumentos
jurídicamente válidos para eximirlos del cumplimiento de tal obli-
gación. En razón de ello, la falta de personal médico y auxiliar, de
materiales y equipo, así como la lista de espera, no podrán ser
excusa para una atención deficiente y precaria de las y los usua-
rios. Consecuentemente, los servicios de salud pública deben ser
prestados de forma eficiente, eficaz, continua, regular y célere.

Desde esta perspectiva, la CCSS está en el deber de adoptar e


implementar los cambios organizacionales, de contratar el per-
sonal médico o auxiliar y de adquirir los materiales y equipo
técnico que sean requeridos para brindar prestaciones eficien-
tes, eficaces, continuas, regulares y rápidas… Los jerarcas de la
Caja Costarricense de Seguro Social, los encargados del abaste-
cimiento de recursos materiales a la institución y los directores
de hospitales y clínicas que les pertenecen están en el deber y,
por consiguiente son los personalmente responsables —en los
términos del artículo 199 y siguientes de la Ley General de la
Administración Pública—, de adoptar e implementar todas las
providencias y medidas administrativas y organizacionales para
poner coto definitivo a la prestación tardía —la cual, en ocasio-
nes, deviene en omisa por sus consecuencias— de los servicios
de salud, situación que constituye, a todas luces, una inequívoca
falta de servicio que puede dar lugar a la responsabilidad admi-

18. Íd. Sentencia No. 2017-5977 de 26 de abril de 2017.

228
nistrativa patrimonial de esa entidad por las lesiones antijurídi-
cas provocadas a los administrados o usuarios (artículos 190 y
siguientes de la Ley General de la Administración Pública)19.

Resulta evidente que la Sala no solo ha definido el contenido


del derecho a la salud, sino que además ha dado pautas a la CCSS
para que este derecho sea efectivo, enfatizando en el principio de
celeridad.
Pese a las bondades que puedan reconocerse al sistema de
salud costarricense y a la acción de la CCSS, resulta preocupante
que, en el período 2012-2018, los Recursos de Amparo presen-
tados por la ciudadanía contra esta institución por violación del
derecho a la salud han ido creciendo considerablemente. En 2012
ingresaron 1745 amparos a la Sala Constitucional, mientras que
en 2018 fueron 6932, el 33,78% del total de recursos presentados
a la Sala. De esos recursos, la Sala verificó violación del derecho
en un 75% de los asuntos votados, la mayoría por “listas de es-
pera”. Por otra parte, en 2018, de las materias conocidas por la
Sala en amparo, el derecho a la salud estuvo muy por encima de
otros derechos: 7037 casos; el derecho al trabajo fue el segundo
en relevancia, con 1759 casos20.
Siendo las “listas de espera”, contrarias a la atención célere y
oportuna, la mayor vulneración del derecho a la salud en Costa
Rica, en 2019 la Sala Constitucional dio un paso sustancial para
buscar remedios a una situación de ineficiencia estructural en la
prestación de servicios de salud por parte de la CCSS. Emitió una
“sentencia estructural” (la número 5560-2019), yendo más allá
del caso concreto, señalando que la causa del amparo obedecía a
problemas estructurales, y no a hechos aislados. Para determinar
el carácter estructural, la Sala señaló que se trataba de una vul-
neración reiterada y continua que violenta los mismos derechos
a un número indeterminado de personas. El objetivo último de
la Sala fue que las autoridades vinculadas al derecho a la salud

19. Íd. Resolución No. 05560-2019, de 29 de marzo de 2019.


20. Ídem.

229
pusieran fin a las violaciones estructurales, generalizadas y siste-
máticas a dicho derecho, concretamente de las personas usuarios
de la CCSS. Según la Sala:

[…] después de analizados los hechos, esta Sala comprueba que


la Caja Costarricense de Seguro Social en su funcionamiento tie-
ne problemas estructurales que violentan el derecho a la salud
de los amparados y la prestación eficaz de los servicios de salud.
Por lo anterior y en atención a la gran cantidad de procesos de
amparo en el que se alega la vulneración al derecho a la salud de
los pacientes de la CCSS, esta Sala se ve obligada a valorar de for-
ma integral la problemática de las listas de espera en los centros
de salud de la institución recurrida. Este Tribunal es del crite-
rio que en los diversos nosocomios existe una saturación en las
listas de espera, donde dichos plazos superan todo margen de
razonabilidad y proporcionalidad. Como consecuencia de lo an-
terior, esta Sala verifica que la prestación del servicio de la salud
en la Caja Costarricense de Seguro Social presenta problemas
estructurales tanto en la organización y funcionamiento, que lle-
van consigo una vulneración reiterada y constante del derecho a
la salud de miles de pacientes que acuden ante esta Sala21.

La Sala emitió una serie de órdenes en aras de superar la vul-


neración estructural, sistemática y reiterada del derecho a la sa-
lud de los pacientes de la Caja, para que la institución, de manera
inmediata y de forma seria, tomara las actuaciones sugeridas por
el Tribunal: elaborar en un plazo de seis meses (a partir de la
notificación de la sentencia) un sistema de gestión integrado para
solventar los problemas de lista de espera que incorpore solucio-
nes a las causas estructurales.
El sistema de gestión integrado será una herramienta que
guiará el día a día de la actividad productiva buscando optimizar
los recursos disponibles, mejorar la organización, una reducción
de costos y mejorar el rendimiento institucional. Asimismo, el sis-

21. Íd. Resolución No. 05560-2019, de 29 de marzo de 2019.

230
tema de gestión integrado deberá tomar en cuenta las particulari-
dades de las poblaciones en estado de vulnerabilidad y orientarse
bajo los principios constitucionales del servicio público: eficien-
cia, eficacia, razonabilidad, disponibilidad, accesibilidad y uni-
versalidad22.
El recuento jurisprudencial de la Sala Constitucional en mate-
ria de protección del derecho a la salud deja ver que este tribunal,
en forma reiterada, le ha recordado a las instituciones y al perso-
nal vinculado a la salud que la acción y prácticas institucionales
deben guiarse por la promoción y defensa del derecho, destacan-
do la necesidad indispensable de atender las particularidades y
especificidades de la diversidad, desde un enfoque de salud inte-
gral, traducido en el respeto a la dignidad de las personas usua-
rias del sistema de salud. La Sala Constitucional, entonces, ha
promovido la adopción de medidas bajo la obligación general del
Estado de garantizar los derechos humanos y, particularmente, el
derecho a la salud desde sus diversas dimensiones.

4. El derecho humano a la salud en el marco de la COVID

4.1. Reacción de Costa Rica ante la COVID

Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó,


a finales de enero de 2020, sobre un nuevo tipo de coronavirus
que había provocado fallecimientos en diferentes países, el Go-
bierno de Costa Rica, a través de sus autoridades de salud, activó
protocolos de emergencia epidemiológica, y en marzo emitió una
directriz23 dirigida a la Administración Pública para establecer
medidas de coordinación interinstitucional que garantizaran el
cumplimiento de los protocolos que formulara el Ministerio de
Salud.

22. Esta sentencia no fue unánime. Hubo dos magistrados que salva-
ron su voto, total o parcialmente: uno por las consecuencias económicas
derivadas de declarar con lugar el recurso, y otro en relación con la no
condenatoria en costas, daños y perjuicios a la parte recurrida, esto es,
la CCSS.
23. Directriz núm. 073-S-MTSS del 9 de marzo de 2020.

231
El 6 de marzo se confirmó el primer caso de COVID-19 en el
país, y a partir de ahí empezó a crecer el número de personas
contagiadas. El Ministerio de Salud y la Comisión Nacional de
Prevención de Riegos y Atención de Emergencias decretaron el
estado de alerta amarilla en todo el territorio nacional. Inmediata-
mente, el Gobierno dispuso la suspensión de todo evento masivo
de personas y reuniones públicas, y la suspensión temporal de
lecciones escolares. El 16 de marzo declaró estado de emergen-
cia nacional24, con el fin de salvaguardar la salud y la vida de los
habitantes, para preservar el orden público y proteger el medio
ambiente.
En el decreto de emergencia, el Presidente estableció que sería
el Ministerio de Salud, junto con la Comisión Nacional de Pre-
vención de Riegos y Atención de Emergencias, el encargado del
planeamiento, dirección, control y coordinación de los programas
y actividades de protección, salvamento, atención y rehabilitación
de las zonas declaradas en estado de emergencia. Además, que
junto con la CCSS se establecerían las medidas de contingencia
necesarias para mantener operativos los servicios de salud en
todo el país, para garantizar la preservación de la salud y la vida
de la población, entre estos, un centro especializado para perso-
nas con COVID-19.
La declaratoria de estado de emergencia concedió al gobier-
no la posibilidad de obtener en forma ágil recursos económicos,
materiales y de otro tipo para atender a las personas, los bienes y
los servicios en peligro, debiendo posteriormente rendir cuentas
sobre las decisiones y acciones tomadas. En esta línea, el Gobier-
no accionó el Plan Proteger25 para atender las consecuencias de la
COVID-19, mediante el cual se buscó resguardar las personas, los
trabajos y las empresas.
Expertos internacionales estiman que el contar con un siste-
ma de salud universal robusto aportó significativamente para que

24. Decreto Ejecutivo 42227-MP-S del 16 de marzo de 2020.


25. El Plan Proteger consistió en una ayuda económica temporal de
tres meses que se brindó a personas afectadas laboralmente por la emer-
gencia sanitaria. El monto del Bono Proteger dependió de cada situación
particular y osciló entre 62.500 y 125.000 colones.

232
Costa Rica enfrentara con relativo éxito los primeros meses de
la pandemia. Para mayo de 2020 el país registraba una tasa de
letalidad bastante baja, tenía más casos recuperados que activos,
no registraba transmisión comunitaria y los contagios diarios ha-
bían caído significativamente26. Entre las medidas en materia de
salud destacan: a pacientes quienes dieron positivo se les emitió
una orden para guardar aislamiento en sus casas por 14 días
con seguimiento telefónico y/o presencial diario por parte de un
equipo médico especializado; a costarricenses y residentes que in-
gresaran al país se les obligó a realizar un aislamiento preventivo
obligatorio; el testeo continuo; la trazabilidad de los contactos, y
el desarrollo de pruebas propias de diagnóstico (con el apoyo de
la cooperación internacional).
Particularmente, destaca como clave que todas las decisiones
médicas se tomaran sobre la evidencia científica, que el Presiden-
te hubiese posicionado al Ministerio de Salud como el ente rector
del manejo de la epidemia con la participación activa de la CCSS,
y que el país contara desde mucho antes con planes de atención
y preparación ante posibles pandemias, por las experiencias
previas de la gripe aviar, la influenza AH1N1 y el SARS27.
A pesar de estos esfuerzos, y a que constantemente el Minis-
terio de Salud y la CCSS emiten y/o actualizan lineamientos que
establecen el proceso para la vigilancia epidemiológica nacional
de la infección en el marco de la alerta por COVID-1928, el 30 de oc-
tubre de 2020 Costa Rica presentaba 108.866 casos confirmados,

26. “Cinco razones por las que Costa Rica afronta con éxito la pan-
demia de coronavirus”. Noticias ONU, 11 de junio 2020. En: https://news.
un.org/es/story/2020/06/1475862, visto el 9 de octubre 2020.
27. Ibíd.
28. Estos lineamientos son de carácter obligatorio, y mediante ellos
se establecen funciones de atención directa e indirecta de personas, en
los servicios de salud públicos y privados, así como en los tres niveles de
gestión del Ministerio de Salud. Debido a que los conocimientos generales
y la situación epidemiológica de este nuevo coronavirus se encuentran en
una condición evolutiva y dinámica, tanto en el contexto local como inter-
nacional, estos lineamientos se revisan de forma periódica y se publica la
versión vigente en la página web del Ministerio de Salud.

233
66.202 personas recuperadas, 1.371 fallecidas por el virus, 452
personas hospitalizadas y, de ellas, 186 en unidades de cuidados
intensivos.

4.2. Protección a la salud en el marco de la COVID-19


Haremos una revisión del comportamiento de Costa Rica en
materia de protección del derecho a la salud en el contexto de la
pandemia, a la luz de los estándares desarrollados por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, contenidos en su Declara-
ción 1-20, del 9 de abril de 2020. Al respecto, Costa Rica activó
protocolos de emergencia epidemiológica desde que tuvo conoci-
miento de la COVID-19, estableciendo un plan de acción nacional
de salud pública liderado por el Ministerio de Salud.
Como parte de ello, se instituyeron lineamientos técnico-
médicos29 dirigidos a todos los hospitales, clínicas, servicios de
urgencias y servicios de emergencias, tanto públicos, como priva-
dos, que operan en el territorio nacional, como parte de las accio-
nes preventivas y de mitigación para la atención de la alerta por
COVID-19. Estos lineamientos se actualizan periódicamente con
el objeto de que respondan en todo momento a las necesidades
y exigencias emergentes. En línea con ello, y con el propósito de
prevenir y contener la aparición de casos de COVID-19 entre per-
sonal sanitario y pacientes en los establecimientos de prestación
de servicios salud, el Ministerio de Salud aprobó lineamientos es-
pecíficos para el manejo de los casos30. Sin embargo, en repetidas
ocasiones, tanto la Unión Médica Costarricense como el Colegio
de Médicos denunciaron carencia de insumos de protección mé-
dica para el personal de salud.
Otra medida del Estado costarricense para enfrentar la crisis
fue convertir el Centro Nacional de Rehabilitación en el Centro Es-

29. Ver Ministerio de Salud de Costa Rica. LS-SS-007. Lineamien-


tos generales para hospitales, consultorios médicos, clínicas, servicios de
emergencias y servicios de urgencias, públicos y privados por Enferme-
dad por Coronavirus 2019 (COVID-19).
30. Ministerio de Salud de Costa Rica. LS-VS-001. Lineamientos técni-
cos para la prevención y contención de brotes de COVID-19 en los estable-
cimientos de salud públicos y privados, mayo 2020.

234
pecializado para la Atención de Pacientes con COVID-19 (CEACO),
con 88 camas para pacientes en cuidados intensivos. Además,
ante la demanda de atención especializada a pacientes del virus,
otros hospitales públicos adecuaron salas para la atención espe-
cífica de COVID-19, lo cual ha permitido que la CCSS asuma todos
los casos de pacientes con COVID-19. Más aún, mediante decreto
ejecutivo31 se dio potestad a la Caja de utilizar, en caso necesario,
camas de internamiento y los recursos asociados a este servicio,
de forma total o parcial, de los hospitales privados para la aten-
ción de pacientes con COVID-19, a efecto de ampliar la cobertura
de atención médica y resguardar la vida y la salud de la población.
Como parte de su estrategia médica nacional, la CCSS emitió
directrices internas para garantizar cobertura universal, lo que
implicó que se dispusiera que personas aseguradas y no asegura-
das, así como extranjeras, con sospecha o portadoras de COVID-19
fueran atendidas32. De la misma manera, se buscó expresamente
que no fueron excluidas personas pertenecientes a poblaciones en
riesgo. Para el caso de personas refugiadas o solicitantes de refu-
gio, la CCSS ordenó que aun sin la documentación que les acredi-
tara como tales, ellas y sus familias, si bien debían ser orientadas
a comunicarse con el ACNUR, no serían rechazadas para recibir
servicios de salud en caso de presentar una emergencia33. Igual-

31. Decreto Ejecutivo N° 42607-S del 11 de septiembre de 2020.


32. Ver lineamientos emitidos mediante oficios GG-0733-2020 de Ge-
rencia General de la CCSS y ACE-081-03-2020 del Área Coberturas del Es-
tado. Sin embargo, el 29 de mayo, el Área de Salud de Los Chiles (frontera
con Nicaragua) dispuso que ante la llegada de un paciente indocumentado
se deberá llamar de inmediato al 911 para el despacho de unidad de
migración y fuerza pública, y que no se deberá atender al paciente hasta
tanto no se apersone al EBAIS. Además, expuso que todo paciente indo-
cumentado que llegue al EBAIS a ser atendido, sin importar su condición,
deberá ser tratado como posible paciente positivo por COVID-19 y que el
tamizaje se realizará solamente a personas costarricenses, residentes con
documentación probatoria de su estado en Costa Rica. Dicha medida fue
criticada nacional e internacionalmente. Días después, la Caja dejó sin
efecto estas directrices y se solicitó al área de salud ajustar lo correspon-
diente en apego a las directrices existentes de la Gerencia Médica y Geren-
cia General de la CCSS.
33. Ver CCSS. Lineamientos GM-MDD-6838-2020/ GF-3447-2020 de fe-
cha 28 de mayo de 2020.

235
mente, tratándose de personas en situación de calle, la Caja or-
denó a todos los establecimientos de salud públicos que debían
girar las instrucciones pertinentes para atender, de manera dife-
renciada, a esta población vulnerable34.
Para garantizar acceso a la salud de otras poblaciones en si-
tuación de vulnerabilidad, la CCSS emitió el “Protocolo de Pre-
parativos y Respuesta ante el Coronavirus (COVID-19) en Asenta-
mientos Informales”, dirigido a instituciones públicas y gobiernos
locales, cuyo objetivo es “prevenir, contener y atender el contagio
de personas con Coronavirus COVID-19 en asentamientos infor-
males, priorizando a la población de mayor vulnerabilidad, me-
diante la implementación del plan de acción interinstitucional y
multinivel, así como los planes locales de preparativos y respues-
ta ante COVID-19 en asentamientos informales”.
También se dictaron lineamientos específicos para definir ac-
ciones en prevención, preparación y abordaje oportuno, que per-
mitan mitigar las consecuencias de un brote de COVID-19 en los
centros penitenciarios a nivel nacional35, y para el abordaje de
poblaciones indígenas desde un enfoque intercultural (ver estudio
de caso). Respecto de los primeros, los lineamientos médicos se
complementaron con “medidas correctivas” dictadas por juzga-
dos de Ejecución de la Pena para los diferentes centros peniten-
ciarios, a fin de que se tomaran procesos de desinstitucionaliza-
ción transitoria o provisional por riesgo a la vida de toda la po-
blación penal sentenciada. Según algunos jueces de Ejecución de
la Pena, se debía considerar la llegada de la pandemia junto con
“las limitaciones de la infraestructura carcelaria, las limitaciones
de ventilación adecuada, la dinámica y convivencia carcelaria, la
ocupación y sobrepoblación carcelaria, donde la propagación del

34. Ver CCSS. Lineamiento para la atención de las personas en si-


tuación de calle en el marco de la emergencia por COVID-19 en la Red de
Servicios de la CCSS, del 7 de mayo de 2020.
35. Ver CCSS, LS-SI-006. Lineamientos generales para el manejo del
COVID-19 en Centros Penitenciarios en el marco de la alerta sanitaria por
Coronavirus, del 22 de julio de 2020.

236
COVID-19 generaría sin duda un contagio masivo catastrófico para
toda la población penal”36.
En el contexto de la crisis, el país enfrentó, al inicio de la pan-
demia, una gran problemática de acceso a agua potable ya que,
debido a la sequía de los meses de verano, el Instituto Costarri-
cense de Acueductos y Alcantarillados estableció racionamientos
mayores a las doce horas diarias en algunas comunidades. Esto
provocó que la Sala Constitucional declarara parcialmente con
lugar un recurso de amparo para que se garantizara el suministro
de agua potable a la población37.
En materia de información y transparencia, Costa Rica cen-
tralizó en un sitio web (www.covid19.go.cr) la información oficial
sobre COVID-19, donde constan las medidas del sector público
para atender la emergencia nacional, en aras de asegurar la trans-
parencia y el acceso a la información. Además, información ac-
tualizada al respecto está disponible en las páginas web oficiales y
Facebook del Ministerio de Salud (www.ministeriodesalud.go.cr)
y de la CCSS (www.ccss.sa.cr/web/coronavirus). Por otro lado, jun-
to a la línea de emergencia 911, se habilitó la línea telefónica 1322
para consultas sobre la COVID-19.
También es importante destacar que todos los días el Minis-
terio de Salud brinda información a la ciudadanía sobre el esta-
do del país en relación con la pandemia. Aunque son esfuerzos
importantes vinculados a la transparencia, ha habido quejas de
periodistas porque información específica relevante no siempre
está disponible. Por ejemplo, se solicitó al Ministerio de Salud
información sobre todos los pacientes confirmados con la enfer-
medad, con indicación precisa sobre factores de riesgo, días de
hospitalización y nexos de contagio, pero la entidad no respondió,
argumentando que no podía satisfacer la solicitud por “la deman-

36. Semanario Universidad. “Jueces ordenan reubicar o sacar a pre-


sos con enfermedades de riesgo ante COVID-19, 6 de abril de 2020”. Dispo-
nible en https://semanariouniversidad.com/ultima-hora/jueces-ordenan-
reubicar-o-sacar-a-presos-con-enfermedades-de-riesgo-ante-covid-19/
37. Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Resolución
No. 2020-007754, del 24 de abril del 2020.

237
da de trabajo que implica la atención de la pandemia”38. Tuvo que
intervenir la Sala Constitucional, mediante un recurso de amparo,
para ordenar al Ministerio la entrega de la información solicitada.
En términos generales, se puede afirmar que Costa Rica ha
asumido su obligación de respetar y garantizar, sin discrimina-
ción, el derecho a la salud como derecho inalienable de la digni-
dad humana en el contexto de la COVID-19, adoptando medidas
a tal efecto, que tienden al acceso real a la atención médica, al
cuidado de la salud de las personas y al tratamiento oportuno
y efectivo. Por supuesto que a nivel micro se han presentado si-
tuaciones que, aunque excepcionales, dejan entrever que es nece-
sario un continuo monitoreo del cumplimento de las políticas y
directrices gubernamentales.

5. Estudio de caso: Reacción de Costa Rica frente al


derecho a la salud de los pueblos indígenas en el
marco de la COVID

5.1. Los Pueblos Indígenas en Costa Rica


En Costa Rica habitan ocho pueblos indígenas: bribris, cabé-
cares, térrabas, bruncas, ngöbes, malécu, chorotegas y huetares,
en 24 territorios, equivalentes a 307 mil hectáreas39. De acuerdo
con el Censo de Población de 2011, más de 104 mil personas se
reconocen como indígenas40. Los pueblos bribri y cabécar son los
dos más grandes; el primero con 17 mil habitantes, en cuatro te-
rritorios ubicados en la Cordillera de Talamanca y el segundo con
casi 14 mil habitantes, repartidos en ocho territorios41.

38. MIRANDA PICADO, Hulda. “Sala IV ordena a ministro de Salud en-


tregar datos de pandemia que negó a periodistas”. En UCR. Radioemi-
soras. Disponible en https://radios.ucr.ac.cr/2020/08/interferencia/sala-
iv-condena-a-ministro-de-salud-por-negar-informacion-a-periodistas-de-
interferencia/
39. Universidad de Costa Rica. Atlas de los Pueblos Indígenas. Dis-
ponible en http://www.pueblosindigenas.odd.ucr.ac.cr/index.php/etnias/
etnias-descripcion-general?view=archive
40. Instituto Nacional de Estadística y Censos. X Censo Nacional de
Población y VI de Vivienda: Territorios Indígenas. Instituto Nacional de
Estadística y Censos. San José, Costa Rica, 2013.
41. Ver https://www.consultaindigena.go.cr/pueblos/

238
En 1977 se aprobó la Ley Indígena 6172, que establece que las
tierras de los territorios indígenas “son inalienables e imprescrip-
tibles, no transferibles y exclusivas para las comunidades indíge-
nas que las habitan” y que “los no indígenas no podrán alquilar,
arrendar, comprar o de cualquier otra manera adquirir terrenos
o fincas comprendidas dentro de estas reservas”. En 2015 se rea-
lizó una modificación al artículo 1 de la Constitución Política para
señalar que “Costa Rica es una República democrática, libre, in-
dependiente, multiétnica y pluricultural”, a efecto de reconocer la
herencia histórica de las diferentes poblaciones que han confor-
mado el país, especialmente los pueblos indígenas.
Actualmente está en elaboración, en conjunto con pueblos
indígenas, la Política Pública para los Pueblos Indígenas 2020-
2024, que tendrá como objetivo general promover las condiciones
necesarias para la realización de los derechos individuales y co-
lectivos de los pueblos indígenas. Al efecto, se firmó la directriz
dirigida al sector público para dar inicio al “Proceso de construc-
ción participativa e intercultural de la Política Pública para los
Pueblos Indígenas 2010-2024”.
Sin embargo, la población indígena enfrenta un gravísimo
problema: la reivindicación de sus tierras, toda vez que durante
años estas han estado ocupadas por personas no indígenas. El
proceso de recuperación de tierras no ha sido fácil; al contrario,
ha ido escalando hacia la violencia por la resistencia de los ac-
tuales ocupantes, especialmente en la zona de Salitre. De hecho,
desde 2015, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
ordenó medidas cautelares a favor del pueblo Bribri de Salitre42.
Aun así, en 2019, fue asesinado el líder indígena Sergio Rojas Or-
tíz y, en el 2020, Jerhy Rivera.
En 2017 el Instituto Nacional de Desarrollo Rural (INDER) ini-
ció el Plan de Recuperación de Tierras de los Territorios Indíge-

42. CIDH. Resolución 16/15. Medida Cautelar N° 321-12. Pueblo In-


dígena Teribe y Bribri de Salitre respecto de Costa Rica. 30 de abril de
2020. Disponible en http://d1qqtien6gys07.cloudfront.net/wp-content/
uploads/2019/03/MC321-12-ES.pdf

239
nas, con el propósito de resolver la problemática, pero el camino
ha sido largo y difícil y, hasta ahora, inconcluso. En marzo de
2018, el Estado presentó el mecanismo de consulta indígena que
deberá utilizarse de acuerdo a lo que establece el Convenio 169
de la OIT. Este mecanismo fue construido participativamente y
cocreado con los Pueblos Indígenas, involucrándose el Sistema de
Naciones Unidas y la Defensoría de los Habitantes como observa-
dores43.
El mecanismo instituye una Unidad Técnica de Consulta Indí-
gena, adscrita al Ministerio de Justicia y Paz, a cargo de la gestión
técnica y financiera de los procesos de consulta; también las Ins-
tancias Territoriales de Consulta Indígena, que deben ser elegidas
a lo interno de cada uno de los territorios indígenas44. A pesar de
que son iniciativas importantes, la problemática se mantiene, más
cuando en días recientes el Tribunal Agrario del Segundo Circuito
Judicial otorgó una medida cautelar que ordena el desalojo de va-
rias personas indígenas de la finca Kono Jú, dentro del territorio
indígena Cabécar de China Kichá, en Pérez Zeledón45.

5.2. Derecho a la salud de los Pueblos Indígenas

Sobre el derecho a la salud de los Pueblos Indígenas, el autor


Lenin Mondol señala que,

el primer Diagnóstico de Salud de los Pueblos Indígenas de Cos-


ta Rica realizado en el año de 1996 por el Ministerio de Salud
Pública, es claro en señalar que la institucionalidad en salud no

43. “Costa Rica firma mecanismo general de consulta a pueblos indíge-


nas”. Disponible en https://www.presidencia.go.cr/comunicados/2018/03/
costa-rica-firma-mecanismo-general-de-consulta-a-pueblos-indigenas/
44. Ver https://www.iwgia.org/es/costa-rica/3378-mi2019-costa-rica.
html
45. MARTÍNEZ, Alonso. “¿Qué sucede en el Territorio de China Kichá
y por qué se ordena el desalojo de habitantes indígenas?”. En Delfino,
24 de septiembre, 2020. Disponible en: https://delfino.cr/2020/09/que-
sucede-en-el-territorio-de-china-kicha-y-por-que-se-ordena-el-desalojo-
de-habitantes-indigenas

240
cumple los principios de equidad, solidaridad y universalidad
para la población indígena46.

De ahí que, en 2009, se creó el Plan de Atención Integral en


Salud dirigido a pueblos indígenas. Asimismo, desde 2009 y has-
ta 2014, ha habido un crecimiento importante en la cobertura de
salud en territorio indígena47. En 2011, el 33.7% de la población
estaba asegurada por el Estado, el 22.9% contaba con seguro fa-
miliar, el 14.3% era asalariada, mientras que el 15.5% de la po-
blación indígena no tenía seguro social con la Caja Costarricense
de Seguro Social48.
Para 2014, la CCSS reportó que cerca del 17% del total de
Áreas de Salud y un 4% del total de los EBAIS atendieron a pobla-
ción indígena, es decir, 18 áreas de salud y 42 EBAIS. Posterior-
mente, además de la elaboración de una política de salud para
Pueblos Indígenas, se intentó conformar una Comisión Nacional
de Salud de Pueblos Indígenas (CONASPI), instancia que no llegó
a cobrar efectividad, por inacción del mismo Ministerio de Salud.
Es innegable que los indígenas en Costa Rica continúan en-
frentando en las instituciones públicas la falta de conocimientos
sobre su cultura, cosmovisión, o bien la falta de voluntad de sus
jerarcas y personal para la atención diferenciada e inclusión de
la visión indígena en sus planes de trabajo. Sin embargo, existen
algunos esfuerzos específicos en materia de salud y biodiversidad,
donde los propios indígenas han incidido49.

46. MONDOL, Lenin. “Políticas de Salud Pública para los Pueblos Indí-
genas costarricenses”. UNED, s.f. En https://www.uned.ac.cr/images/ami/
documentos/politicassalud.pdf
47. Ídem.
48. Ministerio de Salud de Costa Rica. Análisis de la Situación de
Salud 2018. Memoria Institucional, mayo 2019, p. 16.
49. Mesa Nacional Indígena de Costa Rica. Informe Indígena: Situa-
ción de los Derechos Humanos Relativos a los Pueblos Indígenas, en
Referencia a los Compromisos Asumidos por Costa Rica con motivo del
Examen Periódico Universal. Mayo 2012–mayo 2014. Para: Examen Pe-
riódico Universal, Comité para la Eliminación de la Discriminación Ra-
cial, 2015.

241
5.3. La salud de los Pueblos Indígenas en el marco de la COVID

Desde inicios de la pandemia en el país, algunos pueblos in-


dígenas tomaron la medida de impedir el ingreso de turistas o de
personas ajenas a su comunidad, con el fin de prevenir la llegada
del virus a la población50. Empero, la Sala Constitucional resolvió
un recurso de habeas corpus indicando que:

[…] resulta razonable que esas comunidades adopten ciertas me-


didas de seguridad temporales en resguardo de su población.
Sin embargo, en el sub iudice no se constata que se trate de un
aislamiento colectivo y voluntario en aras de preservar la identi-
dad cultural de una población indígena, sino de la adopción de
medidas que, si bien se motivan en cuestiones de salud, lo cierto
es que lesionan el contenido esencial del derecho humano a la
libertad de tránsito […]51.

Por su parte, el Ministerio de Salud emitió lineamientos espe-


cíficos, de carácter obligatorio, para afrontar la crisis sanitaria en
territorios indígenas. Se elaboraron “Lineamientos Técnicos para
la Prevención de COVID-19 en Territorios Indígenas”, así como un
“Plan de Acción para el Abordaje del COVID-19 en Territorios In-
dígenas”. El objetivo de los lineamientos es implementar accio-
nes estratégicas para la contención, prevención y atención de la
emergencia del COVID-19, en los 24 territorios indígenas de Costa
Rica52.
El Plan contiene cuatro líneas de acción: 1. Equipos confor-
mados entre las comunidades indígenas y profesionales en salud

50. CORDERO, Monserrat. “Un portón ‘protege’ al territorio indígena


Bribri del COVID-19”. En Semanario Universidad. 15 de julio 2020. Dis-
ponible en https://semanariouniversidad.com/pais/un-porton-protege-al-
territorio-indigena-bribri-del-covid-19/
51. Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Resolución
No. 10034 - 2020, de 2 de junio del 2020.
52. Ministerio de Salud. Disponible en https://www.presidencia.go.cr/
bicentenario/wp-content/uploads/2020/03/Lineamientos_Comunidades-
Indigenas.pdf

242
y de otras instituciones, para la capacitación sobre prácticas de
prevención. 2. Prevención en el territorio indígena sobre COVID-19,
realizándose visitas domiciliarias para generar educación respec-
to al virus del COVID-19, acompañadas de material audiovisual
en idiomas indígenas. 3. Abordaje de un caso sospechoso y caso
confirmado por COVID-19 en territorio indígena, con la valoración
de sintomatología respectiva, incluyendo traslado aéreo para zo-
nas de difícil acceso geográfico. 4. Atención de paciente indígena
positivo por COVID-19 en el centro de salud, con traducción en
idioma indígena para el abordaje del paciente si fuera necesario53.
En la elaboración de dicho instrumento participó la Caja Cos-
tarricense del Seguro Social, la Comisión Nacional de Asuntos
Indígenas (CONAI), el Ministerio de Salud y el Vice Ministerio de
la Presidencia.
En este marco, el Ministerio de Salud se enfocó en el trabajo
de participación comunitaria, acciones de comunicación, abor-
daje de casos sospechosos y potencial atención a pacientes. Las
medidas emitidas incluyen, entre otras, canales de comunicación
cercanos a la población, reconocimiento a figuras tradicionales,
y potenciales traslados debido a las complejidades geográficas y
logísticas que presenta la mayoría de las comunidades en los te-
rritorios indígenas54. Igualmente, se emprendieron acciones di-
rigidas a cubrir necesidades básicas derivadas del avance de la
COVID-19 en el país, como la distribución de kits con alimentos e
insumos de limpieza y aseo personal a más de 11.000 familias en
los 24 territorios indígenas. 
En línea con lo anterior, la Caja aprobó un reglamento para
regular las relaciones de empleo con condiciones especiales para

53. MAIRENA, José. “CCSS ejecuta acciones de contención, prevención


y atención durante la pandemia de la mano con poblaciones indígenas”.
En CCSS. Noticias. 26 de junio de 2020. Disponible en https://www.ccss.
sa.cr/noticias/servicios_noticia?pueblos-indigenas-del-sur-reciben-aten-
cion-especial-durante-pandemia
54. Presidencia de la República. https://www.presidencia.go.cr/co-
municados/2020/03/gobierno-ejecuta-medidas-preventivas-contra-covid-
19-en-territorios-indigenas/

243
facilitar el reclutamiento de personas indígenas que trabajen en
su propio territorio. El propósito es fortalecer la relación como
ente asegurador y prestador de servicios de pensiones y presta-
ciones sociales con estos pueblos, respetando su identidad social
y cultural, así como sus instituciones, costumbres y tradiciones
en apego a los convenios internacionales ratificados por el país.
El reglamento ha permitido la conexión entre la institución y los
pueblos indígenas cuando están en autoaislamiento por la pande-
mia55.
Las direcciones regionales de la Caja trabajan complementa-
riamente, con la difusión de mensajes, en idiomas cabécar, bribri,
ngäbere y maleku, sobre protocolos de higiene, y de materiales
didácticos, bajo el lema “Escudo COVID-19”56. En los territorios
indígenas Bribri y Cabécar se encuentran los EBAIS de Bambú,
Suretka, Amubri, Katsi, Sepecue y China Kichá, con instrucciones
de tomar muestras a cualquier paciente indígena sospechoso. Por
semana, se realizan entre 3 y 5 muestras en territorios indígenas
de Talamanca57. En septiembre de 2020 se había tamizado 397
personas de etnia indígena, de las cuales 86, entre 0 y 72 años
de edad, resultaron positivas. Los pueblos que reportan la mayor
cantidad de casos positivos son los Ngöbes con 35 contagios, se-
guidos de los Bribris con 2958.
Para enfrentar la pandemia entre Pueblos Indígenas, la Caja
preparó albergues municipales para recibir a población indígena
que requiriese atención y permanecer en aislamiento. Lamenta-
blemente, en ejercicio de esta iniciativa, en julio se registró un

55. “Caja contratará indígenas mediante reglamento especial para que


trabajen en su territorio”. En CCSS. Noticias. 21 agosto 2020. Disponible
en https://www.ccss.sa.cr/noticias/servicios_noticia?caja-contratara-indi-
genas-mediante-reglamento-especial-para-que-trabajen-en-su-territorio
56. Ibíd.
57. Ibíd.
58. “Indígenas preocupados de que imposiciones de las autoridades
de Salud puedan aumentar contagios”. En Semanario Universidad, sep-
tiembre 2020. Disponible en https://semanariouniversidad.com/pais/in-
digenas-preocupados-de-que-imposiciones-de-las-autoridades-de-salud-
puedan-aumentar-contagios/

244
incidente en un albergue en Turrialba, donde se encontraban va-
rias personas indígenas. Vecinos quemaron objetos en las afueras
del albergue, alegando que no querían a personas sospechosas
de COVID albergadas en la comunidad59. El hecho fue repudiado
por las autoridades y las personas indígenas trasladadas para su
seguridad.
Previendo los efectos de la crisis a largo plazo, el Gobierno de
Costa Rica, junto con el Sistema de Naciones Unidas (SNU), está
diseñando el Plan Nacional de Recuperación Económica de los
Territorios Indígenas afectados por la pandemia, a cargo de per-
sonas indígenas, quienes formularán el plan en los próximos me-
ses. La meta es recuperar las dinámicas económicas propias de
los territorios indígenas como el turismo, la venta de artesanías
y la producción agrícola. Se basará en propuestas comunitarias
urgentes, de mediano y largo plazo, y en la recopilación y sistema-
tización de información de los territorios indígenas, con aportes
de organizaciones de los territorios, autoridades tradicionales y
grupos de mujeres indígenas. Con un marco conceptual y meto-
dológico desde la visión indígena, este trabajo será la base para
formular iniciativas de Recuperación Económica post COVID-19
de los Pueblos Indígenas de Costa Rica60.
Lo expuesto permite entrever que la acción del Estado costa-
rricense hacia los Pueblos Indígenas, en el marco de la COVID-19,
ha sido pertinente y oportuna desde una lógica no indígena; estos
Pueblos señalan como omisión que no tuvieron suficiente partici-
pación en la preparación de las medidas, y tampoco se les ha in-

59. HERRERA, Kimberly. “La amedrentaron mientras su bebé luchaba


contra Covid 19”. En La Nación. 14 de agosto. Disponible en https://www.
nacion.com/revista-dominical/la-amedrentaron-mientras-su-bebe-lucha-
ba-contra-la/SVGVDVQMZVB2HMK3BRVERD4VJM/story/
60. Costa Rica. Gobierno del Bicentenario. Expertos indígenas di-
señarán ruta para la recuperación de sus territorios post COVID 19, 22
de junio 2020. Disponible en: https://www.presidencia.go.cr/comunica-
dos/2020/06/expertos-indigenas-disenaran-ruta-para-recuperacion-de-
sus-territorios-post-covid-19/

245
volucrado plenamente en la implementación de las mismas61. De
esta manera, algunos protocolos sanitarios son de nulo cumpli-
miento en las comunidades porque sus contenidos están fuera del
alcance de la población. Por tanto, se ha recomendado que, para
mejorar el abordaje sanitario en estos territorios es trascendental,
por un lado, considerar los conocimientos médicos ancestrales de
los Pueblos Indígenas, y por otro, lograr una comunicación efec-
tiva que “favorezca el proceso de construcción de conocimientos
compartidos y la reformulación de la interpretación de conceptos
médicos en territorios pluriétnicos o pluriculturales”62.

Conclusiones

Aunque constitucionalmente no está tutelado el derecho a la


salud como un derecho humano, el Estado costarricense ha toma-
do medidas de diferente naturaleza para protegerlo y garantizar-
lo, entre las que destaca un sistema de salud vigoroso y de cober-
tura universal. No obstante, una queja permanente son las listas
de espera para atención médica especializada, lo que ha obligado
a la Sala Constitucional a incidir con medidas estructurales, en
proceso de implementación, que tendrán como efecto cambios
organizacionales y de funcionamiento, a partir de un sistema de
gestión integrado.
Contar con una estructura sanitaria robusta y amplia expe-
riencia previa en la atención de pandemias, permitió a Costa Rica
reaccionar rápida y efectivamente a la COVID 19. Además, un ele-
mento clave fue la decisión gubernamental de posicionar al Minis-
terio de Salud como ente rector para el manejo de esta pandemia,
con la participación directa de la Caja Costarricense del Seguro
Social. No obstante, estos elementos no han evitado que el núme-
ro de personas contagiadas siga creciendo rápidamente, como ha

61. FILAC. Plataforma Indígena Regional Frente al Covid 19, 2020.


Disponible en: https://indigenascovid19.red/wp-content/uploads/2020/05/
FILAC_FIAY_primer-informe-PI_COVID19.pdf
62. Semanario Universidad, op. cit.

246
ocurrido en el resto del mundo, con la salvedad de que el número
de fallecidos no ha seguido el mismo ritmo.
Se puede afirmar, en términos generales, que la respuesta es-
tatal a la COVID 19 es acorde con los estándares internacionales
en materia de derechos humanos. Entre otros, ha prevalecido la
prevención y la atención sanitaria sin discriminación, el acceso
universal a salud de poblaciones en situación de vulnerabilidad,
se ha dispuesto de recursos adicionales para la atención médica
y para atender necesidades de familias afectadas, especialmente
por las consecuencias económicas de la pandemia, y se ha procu-
rado mantener a la ciudadanía informada, en forma constante y
permanente, sobre los avances en relación con el coronavirus. Sin
embargo, se han presentado situaciones que evidencian la necesi-
dad de un monitoreo más cercano para el cumplimiento efectivo
de las políticas y medidas gubernamentales, y no se ha contado
con datos desagregados que permitan analizar la proporcionali-
dad y racionalidad de las medidas tomadas.
En relación con la situación particular de los Pueblos Indí-
genas, a pesar de que se tomaron iniciativas importantes y es-
pecíficas para su protección en el contexto pandémico, ha sido
una omisión la consideración de la cosmovisión indígena en los
planes estatales. Actualmente, se procura reencauzar las políticas
públicas en favor de estos pueblos afectados por la COVID-19, con
una comunicación más asertiva y con la participación real de las
comunidades indígenas para recuperar dinámicas comunitarias
y económicas propias, que les permitan superar los efectos de la
pandemia.

247
IX

BUENAS Y MALAS PRÁCTICAS ESTATALES


FRENTE A LA COVID-19 EN MÉXICO

María Victoria Fernández Molina

1. Introducción

A unos días de acabar el año 2020, la Ciudad de México y


otros Estados de la República regresaron al semáforo rojo lo que,
en términos de la política epidemiológica implementada por el
país, significa el retorno al confinamiento de las familias y la de-
tención de las actividades no esenciales en plena época navideña.
Esta vuelta atrás ha generado frustración, tanto en las personas
como en el sector económico, y los medios de comunicación la
han planteado como un fracaso de las medidas epidemiológicas
adoptadas en los últimos meses por la Secretaría de Salud1.
Las epidemias son fenómenos que han acompañado a la his-
toria de la humanidad, trayendo cambios en las estructuras sani-
tarias, higiénicas y sociales. En este sentido, la actual pandemia
global no solo está suponiendo un reto para los actuales sistemas

1. Múltiples medios de comunicación mexicanos de amplia tirada ca-


lificaron como fracaso la política llevada a cabo por el Gobierno Federal
ante el retorno a semáforo rojo, es decir: el regreso del confinamiento, la
detención de las actividades económicas no esenciales, además del au-
mento de contagios, muertes y el colapso de los hospitales. Esta informa-
ción puede revisarse en: https://www.eleconomista.com.mx/politica/Mexi-
co-llega-a-117876-decesos-por-Covid-19-en-primer-dia-de-semaforo-
rojo-en-CDMX--20201219-0027.html; https://www.milenio.com/opinion/
oscar-cedillo/contrasena/semaforo-rojo-igual-a-fracaso.

249
de salud, sino que representará un punto de inflexión en las po-
líticas públicas sanitarias a futuro. Sin embargo, la evidente e in-
evitable crisis lleva unido el juicio sobre si las acciones del Estado
están siendo las adecuadas para garantizar el derecho a la salud
de todas las personas que radican en territorio mexicano o, por lo
menos, las menos malas.
El incremento exponencial del número de muertes, el débil
sistema sanitario público, el cansancio social, el estado de nece-
sidad de las familias más vulnerables, la violencia (incrementada
en estas fechas, sobre todo en cuanto a violencia intrafamiliar y
feminicidios se refiere2) y el cansancio extremo del personal de
salud han exacerbado los problemas que se arrastran desde hace
años. Ante una realidad en la cual el sistema público mexicano
ya estaba en proceso de colapso, la llegada de una emergencia
sanitaria puso de relieve la ineficacia (e incluso indiferencia) del
Estado en el logro de una garantía mínima de derecho al nivel más
alto de salud posible.
A lo largo del presente escrito se realizará un análisis de las
obligaciones y vulneraciones del derecho a la salud de todas las
personas que se encuentran en territorio mexicano, poniendo
atención especial en las diferencias entre el período previo a la
pandemia en contraposición a las violaciones durante la misma,
las cuales se encuentran en su máxima expresión.

2. El derecho al nivel más alto de salud en México

El derecho al nivel máximo de salud posible es uno de los valo-


res más importantes para el desarrollo de la personalidad, puesto
que se considera como el presupuesto para el ejercicio y disfrute

2. De acuerdo con el Informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema


Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), solo en marzo de 2020, “La vio-
lencia familiar y la violencia de género en todas sus modalidades distintas
a la violencia familiar, registraron incrementos de 23.4% y de 100.7% res-
pectivamente”. Estas cifras han ido en aumento a medida que avanzaba
la pandemia. Puede revisarse en: https://ovigem.org/subio-la-violencia-de-
genero-en-mexico-durante-la-pandemia-de-covid-19/05/2020/.

250
de los demás derechos, condiciones todas indispensables para
una vida digna. La salud, definida en su vertiente más amplia por
la Organización Mundial de la Salud (OMS), involucra todos los
aspectos de la vida de las personas. Como define este organismo:
“[…] es un estado de completo bienestar físico, mental y social,
y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”3. Por
tanto, el derecho a la salud incluye aspectos como la seguridad
y tranquilidad que aporta a una persona saber que, en caso de
enfermedad, se tendrá acceso a un sistema de salud que le pueda
ofrecer, bien atención de calidad y los medios adecuados para su
tratamiento, o bien los cuidados paliativos necesarios en sus últi-
mos momentos de vida. Además, en esa visión integral, acceder a
una alimentación adecuada, al agua limpia y potable, vivir en un
medio ambiente sano y no violento y disfrutar de condiciones de
trabajo seguras, son derechos que irían intrínsecamente relacio-
nados con aquel. Así, en la garantía del derecho a la salud estarían
involucradas múltiples decisiones y políticas públicas dirigidas a
todos los ámbitos del bienestar de la persona: el físico, el mental
y el social4, aunque también es común hablar del espiritual.
En este mismo sentido, el artículo primero de la Ley General
de Salud de México define el derecho a la salud como “[…] un es-
tado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente
la ausencia de afecciones o enfermedades”. Siguiendo este mar-
co jurídico, el cual incluye el artículo primero constitucional que
iguala las normas de derechos humanos procedentes de tratados
ratificados por México a normas constitucionales, el abordaje del
derecho en cuestión en el país debería ser acorde a la visión am-
plia y holística antes expuesta, basada en la interdependencia de
todos los derechos humanos.

3. OMS. Quiénes somos. Puede revisarse en: https://www.who.int/es/


about/who-we-are/frequently-asked-questions.
4. Estos derechos son desarrollados en la Observación General Nº 14
que hace referencia al derecho al disfrute del más alto nivel posible de sa-
lud, el cual parte del artículo 12 del Protocolo Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC).

251
A pesar de la interrelación, interdependencia e indivisibilidad
con el resto de los derechos humanos, que exige la garantía del
derecho al nivel máximo de salud posible de acuerdo a la OMS,
durante el período de pandemia, las políticas públicas se foca-
lizan únicamente en derechos como a la atención de la salud, a
la prevención y tratamiento de enfermedades y a la lucha contra
ellas; además del derecho a establecimientos y servicios de salud
adecuados, pues estos servicios cobran mayor relevancia debido
al gran volumen de personas (y se entiende que a la gravedad) que
demandan estos servicios a consecuencia de una nueva enferme-
dad, en este caso: el SAR CoV 2 o COVID-195.
En este contexto, el derecho al tratamiento contenido en la
Observación General número 14, el cual consiste en la obliga-
ción que tiene el Estado de construir y organizar un sistema de
atención médica urgente adecuado para hacer frente a cualquier
eventualidad como accidentes naturales o, como el caso que nos
ocupa, epidemias. La finalidad de crear este sistema de salud con-
siste en la prestación de socorro y asistencia a la población; in-
cluso debe estar preparado un protocolo destinado al reparto de
ayuda humanitaria en momentos de emergencia. En conclusión,
los Estados deben dirigir sus esfuerzos a

La creación de condiciones que aseguren a todos asistencia y


servicios médicos en caso de enfermedad6. Esto quiere decir que
“se debe garantizar el acceso igual y oportuno a los servicios de
salud básicos preventivos, curativos y de rehabilitación, así como
a la educación en materia de salud; programas de reconocimien-
tos periódicos; tratamiento apropiado de enfermedades, afeccio-
nes, lesiones y discapacidades frecuentes, preferiblemente en la
propia comunidad; el suministro de medicamentos esenciales, y
el tratamiento y atención apropiados de la salud mental7.

5. Apartado c) del párrafo 2 del artículo 12 PIDESC.


6. Apartado d) del párrafo 2 del artículo 12.
7. Ídem.

252
Esta obligación en condiciones de igualdad del Estado res-
pecto de la población sobre el acceso a la asistencia y servicios
médicos se reafirma en el artículo 4 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, que afirma lo siguiente: “Toda
persona tiene derecho a la protección de la salud. La Ley definirá
las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y
establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades fe-
derativas en materia de salubridad general […]”. Así mismo, en
cuanto a epidemias se refiere, el artículo 73.2ª. establece que:

En caso de epidemias de carácter grave o peligro de invasión de


enfermedades exóticas en el país, la Secretaría de Salud tendrá
obligación de dictar inmediatamente las medidas preventivas in-
dispensables, a reserva de ser después sancionadas por el Presi-
dente de la República.

Este artículo se completa con: “3ª. La autoridad sanitaria será


ejecutiva y sus disposiciones serán obedecidas por las autorida-
des administrativas del País”. Esto quiere decir que, en cuanto
se decreta la existencia de una epidemia, la Secretaría de Salud
Federal es el organismo con la máxima potestad para decidir so-
bre las medidas urgentes a tomar en la lucha contra dicha enfer-
medad. Además, la Ley General de Salud establece en su artículo
148:

Quedan facultadas las autoridades sanitarias competentes para


utilizar como elementos auxiliares en la lucha contra las epide-
mias, todos los recursos médicos y de asistencia social de los
sectores público, social y privado existentes en las regiones afec-
tadas y en las colindantes […].

Esto es, durante las crisis epidemiológicas como la actual, la


autoridad competente puede hacer uso de los recursos necesa-
rios, tanto públicos como privados, para la atención de los enfer-
mos en aras de poner todos los recursos disponibles para acabar
con la epidemia.

253
Sin embargo, cuando la mayor parte de los recursos econó-
micos, materiales y humanos se destinan a paliar los efectos de
una nueva enfermedad epidémica, surge la duda del estado en
que queda el acceso a la salud de las personas cuya vida depende
de tratamientos diferentes a la epidemia como, por ejemplo, la
diabetes, el VIH-SIDA o el cáncer, más aún cuando la crisis gene-
rada por la epidemia se ha extendido hasta casi un año. En este
sentido, cabe la pregunta de si detener estos tratamientos, de los
cuales depende la vida de un gran número de personas, generaría
una vulneración del principio de progresividad del derecho a la
salud.
El principio de progresividad se recogió en el artículo 2.1. del
PIDESC, donde explicita el compromiso de los Estados parte de
adoptar medidas tanto por separado como mediante la asistencia
y la cooperación internacional, especialmente económicas y técni-
cas, hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr
progresivamente la garantía de los DESC. Por lo tanto, el artículo
describe la progresividad como un avance constante de los Esta-
dos para el logro de la plena efectividad de los DESC, utilizando el
máximo de los recursos disponibles y sin dar pasos regresivos en
la garantía del derecho al nivel más alto de salud posible de todas
las personas, en su sentido más amplio8.
Esto quiere decir que el Estado no puede dejar de cumplir
sus obligaciones respecto del derecho al nivel más alto de salud
posible de sus gobernados, ni retroceder en sus garantías, aunque
se encuentre en un estado de alarma por epidemia, pues estos
dos principios, el de progresividad y no regresividad, unidos al
derecho al mayor nivel de salud posible de todas las personas,
exigen de este el cumplimiento cabal de sus deberes. En este mis-
mo sentido, el Comité hace hincapié en el párrafo 12 de la O.G.
Nº 3, en la “índole de las obligaciones de los Estados Parte”, que

8. CALDERÓN GARCÍA, Jessica. El principio de progresividad y su


aplicación en los programas de salud. Derecho en Acción. CIDE, mayo
de 2016. http://derechoenaccion.cide.edu/el-principio-de-progresividad-y-
su-aplicacion-en-los-programas-de-salud/.

254
incluso en situaciones de limitaciones graves de recursos, como
es la actual, es preciso proteger a los miembros vulnerables de
la sociedad mediante la aprobación de programas especiales de
relativo bajo costo.
Para analizar las buenas y malas prácticas estatales frente a
la COVID-19 en México, se realizará un breve análisis del grado de
garantía del derecho al nivel más alto de salud posible en el pe-
ríodo pre-pandemia, comparándolo con el que se está llevando a
cabo en la actualidad durante la pandemia, para concluir con un
breve estudio sobre el efecto de los condicionamientos sociales de
la enfermedad.

3. La garantía del derecho a la salud en el México


pre-pandemia

El acceso universal a la salud, recogido en el artículo cuar-


to de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
implica, en términos de la OMS, que todas las personas y las co-
munidades tengan acceso, sin discriminación alguna, a servicios
integrales de salud, adecuados, oportunos, de calidad, determi-
nados a nivel nacional, de acuerdo con las necesidades; así como
a medicamentos de calidad, seguros, eficaces y asequibles, a la
vez que se asegura que el uso de esos servicios no expone a los
usuarios a dificultades financieras, en particular los grupos en
situación de vulnerabilidad.
En México, el acceso a la atención sanitaria de las personas
que no contaban con algún otro seguro de salud, corría a cargo
del llamado Seguro popular, el cual fue modificado y convertido
en el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) a inicios de
2020; su apertura coincidió con el inicio de la pandemia y con
una gran polémica, debido a las denuncias por mala atención y
cobro de servicios9, cuando el Gobierno aseguró que las personas

9. Periódico digital El Informador.mx. Pese a INSABI reciben tres mil


denuncias por cobro de servicios y mala atención. 29/02/2020 https://
www.informador.mx/Pese-a-Insabi-reciben-tres-mil-denuncias-por-cobro-
de-servicios-y-mala-atencion-l202001290001.html

255
“recibirán atención médica y medicamentos gratuitos sin restric-
ciones, pues ya no necesitarán afiliarse ni pagar cuotas”10.
De acuerdo con las cifras sobre México de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para
201911, el gasto sanitario representaba el 5,5% del PIB (un 89.3%),
índice que se encuentra entre los más bajos de los países OCDE.
Sin embargo, la cobertura de seguro de salud para las poblacio-
nes vulnerables ha mejorado, aunque persisten brechas.
Los indicadores destacan fallas en el acceso a servicios públi-
cos de salud adecuados. Por ejemplo, los gastos por diabetes son
casi el doble del promedio de la OCDE y la mortalidad a los 30
días después de un ataque cardíaco es casi cuatro veces el prome-
dio de la OCDE (27,5%). Además, la mala alimentación y estilos
de vida sedentarios contribuyen en gran medida a que una gran
proporción (72,5%) de la población tenga sobrepeso u obesidad,
siendo ya estas consideradas como epidemia12.
Un dato preocupante es la proporción de los costos de aten-
ción médica que los hogares pagan directamente, la segunda
más alta en la OCDE. Como consecuencia de la baja cobertura de
servicios de salud básicos, los gastos de bolsillo de las familias
continúan siendo altos, pues representan el 41% del gasto total
en salud. Por tanto, los recursos necesarios para una adecuada
asistencia sanitaria no son otorgados por el Estado, sino que de-
ben salir de la canasta básica no alimentaria de las familias, en
un país cuyo salario mínimo en 2019 era de 102.68 pesos al día
(aproximadamente 5.09 dólares estadounidenses).

10. Gobierno de México. Secretaría de Salud. https://www.gob.mx/


salud/prensa/a-partir-del-1-de-enero-insabi-ofrece-atencion-medica-
gratuita-y-sin-restricciones#:~:text=Con%20la%20entrada%20en%20
funciones,necesitar%C3%A1n%20afiliarse%20ni%20pagar%20cuotas.
11. IMCO. Centro de Investigación en Política Pública. Pequeños pasos
para transformar al Sistema de Salud. 21/05/2018. https://imco.org.mx/
pequenos-pasos-transformar-al-sistemasalud/?gclid=Cj0KCQiA7qP9BRC
LARIsABDaZzhI7lSp0zkLE2QOeER16DtS7wRdN7XLtiFmqeNyjlEUhIynkrc-
cAeMaApxiEALw_wcB
12. Health at a Glance 2019: OECD Indicators, en: https://www.oecd.
org/mexico/health-at-a-glance-mexico-ES.pdf

256
El Centro de Investigación en Política Pública pone de mani-
fiesto que el gasto de bolsillo en enfermedades crónicas puede
condenar a una familia a la pobreza13, mientras que el presupues-
to de la Secretaría de Salud ha decrecido más del 20% en térmi-
nos reales durante el sexenio.

3.1. El desabasto de medicamentos

Una de las principales violaciones al derecho a la salud en


México durante 2020 consistió en el desabasto de medicamentos.
De acuerdo con el segundo reporte cuatrimestral de 2020 “Ma-
peando el desabasto en México”, de la plataforma en línea cero-
desabasto.org, “desde el 18 de febrero de 2019 al 31 de agosto de
2020, registraron en la plataforma 3,309 reportes que denuncian
la falta de suministro de medicinas e insumos médicos en dife-
rentes centros de salud del país”, haciendo notar que “el desabas-
to y no surtimiento de medicamentos es más común en quienes
sufren las enfermedades crónicas y de mayor prevalencia en el
país —diabetes (23%), hipertensión (15%) y artritis (3%)—, así
como para quienes enfrentan enfermedades de alto costo como
cáncer (31%), VIH (15%), epilepsia (4%), Parkinson (3%), fallo o
insuficiencia renal (3%)”14.
Es importante poner de manifiesto dos cuestiones: en primer
lugar, que el desabasto de medicamentos comenzó meses antes
de la llegada de la pandemia, por lo que no fue causado por el
estado de necesidad que pudo provocar hacer frente a la misma;

13. Si una familia promedio tuviera que pagar el total del tratamiento
de diabetes, tendría que endeudarse y/o vender su patrimonio. En el esce-
nario menos dramático, los hogares afectados por una enfermedad cróni-
ca podrían tener un gasto de bolsillo del 20%. En este caso, las pérdidas
de ingreso podrían alcanzar el 1% del PIB. El ingreso perdido por los ho-
gares afectados por enfermedades crónicas, proyectado a 2030, equivale a
7.3 veces el presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM). Centro de Investigación en Política Pública, op. cit., 12.
14. Colectivo #CeroDesabasto. Desabasto de medicamentos en Mé-
xico: 2do reporte cuatrimestral 2020. Ciudad de México octubre 2020, p.
11. https://cdn yeeko.s3.amazonaws.com/assets/2do_informe_cuatrimes-
tral_CD_2020_-_VF.pdf

257
y en segundo lugar que, de acuerdo con el reporte citado, “3 de
cada 10 personas consideran que hubo actos de corrupción invo-
lucrados en su caso, ya fuera por personal directo de la institu-
ción o por autoridades gubernamentales”15.
Sin embargo, el caso que más indignación produjo en la po-
blación fue el desabasto de medicamentos oncológicos pediátri-
cos. Como consecuencia de las irregularidades que se habían pre-
sentado desde hacía meses en el abasto de fármacos oncológicos
en toda la República, el pasado 3 de marzo, 150 oncólogos, hema-
tólogos y pediatras enviaron una carta a las autoridades de Salud,
a la Cámara de Diputados y a la Cámara de Senadores pidiendo
su apoyo para acabar con la situación, ya que ponía en grave ries-
go la vida de los niños y las niñas. Posteriormente, el 23 de mayo,
el Colegio Mexicano de Oncología Médica denunció el desabasto
de fármacos oncológicos, tanto en hospitales públicos como pri-
vados, haciendo hincapié en el peligro que corría la vida de niños
y niñas, que habían visto interrumpido su tratamiento16.
Las denuncias que han presentado padres, médicos y asocia-
ciones fueron minimizadas por las autoridades de la Secretaría
de Salud, al aducir que los pacientes oncológicos representan
solo un 10% del total de los enfermos de cáncer. En otras oca-
siones se ha justificado el desabasto, considerándolo un efecto
del “combate contra la corrupción”. Igualmente, el Secretario de
Salud indicó que el desabasto de metotrexato no representa nin-
gún problema, y que puede sustituirse por otros fármacos, ante
la indignación del colectivo de oncólogos y pediatras. Finalmente,
el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, justificó el hecho
diciendo que esto responde a un tema de carácter internacional y
no es responsabilidad total del gobierno en turno17. Todas estas
posturas podrían ser causa de una vulneración grave al derecho
al nivel máximo de salud posible de estos niños y niñas (y sus
familias), incurriendo el Estado en responsabilidad.

15. Ibíd., p. 12.


16. TOCHE, Nelly. “Estado actual del desabasto de fármacos oncoló-
gicos para niños en México”. MedScape, 29 de septiembre de 2020. En:
https://espanol.medscape.com/verarticulo/5905996.
17. Ídem.

258
Analizados estos hechos del estado del derecho al nivel más
alto de salud posible en el México pre-pandemia, cabe concluir
que, aunque se ha avanzado en algunos rubros, aún queda mucho
por construir; pero, sobre todo, se detecta una tendencia preocu-
pante hacia la regresividad en la cantidad y calidad de los servi-
cios de salud prestados, sobre todo a los pacientes con enferme-
dades crónicas y cáncer.

4. La garantía del derecho a la salud


durante la pandemia

Como ya se dijo, las epidemias son fenómenos que han acom-


pañado a la historia de la humanidad trayendo cambios en las
estructuras sanitarias, higiénicas y sociales. En este sentido, la
actual pandemia no solo está suponiendo un reto para los actua-
les sistemas de salud, sino que marcará un punto de inflexión en
las políticas públicas sanitarias a futuro.
La pandemia SARS-CoV-2 que surgió en China, se fue exten-
diendo rápidamente a Europa, poniendo de manifiesto la inde-
fensión de la población global y la incapacidad de la comunidad
internacional en su conjunto para frenar el avance del virus. La
epidemia está afectando a diversos sistemas de salud, mostrando
que aquellos países con los sistemas de salud públicos y universa-
les más fuertes pueden hacer frente de forma eficiente a una alerta
epidemiológica (China, Portugal, Francia) mientras que aquellos
que han sufrido un proceso de desmantelamiento del sistema pú-
blico de salud, o que nunca lo tuvieron (Estados Unidos y algunos
países de América Latina) los efectos han sido mucho más graves
para la salud de la población.
En este marco internacional, México recibió el primer caso de
COVID-19 el 27 de febrero de 2020 entre la presión de las organi-
zaciones internacionales de salud y el miedo que provocó la cru-
deza de las imágenes de los estragos producidos por este nuevo y
complejo virus. Así, pasados 64 días, se registraron 19,224 casos

259
confirmados con 1,859 fallecidos18, cifras que, aunque altas, no
suponían un número llamativo en un país de 126. 2 millones de
personas. El único Estado de la República donde no se tenían
casos registrados era Campeche19 y, para aquel entonces, se em-
pezaba a conocer casos de personas que se habían recuperado
guardando su cuarentena sin verse en la necesidad de ingresar a
un hospital.
Sin embargo, saltó una alarma sobre el número de respira-
dores existentes en el país y los protocolos a seguir en cuanto a
los criterios sobre la priorización del uso de los mismos. Para la
solución de este conflicto, de amplios matices bioéticos, se con-
frontaron posturas e ideologías. Mientras los pragmáticos prio-
rizaban el acceso a los respiradores de las personas más jóvenes
y sanas, en detrimento de las mayores o enfermas (aquellas que
sufrieran una enfermedad previa como diabetes y cáncer, entre
otras), en oposición a aquellos, se posicionaban los grupos per-
sonalistas que defendían el igual valor de la vida de todas las
personas, proponiendo como criterio el tiempo de la llegada del
paciente al hospital. Sea como fuere, se plantearon decisiones
complejas y transcendentales a tener en cuenta por el personal
sanitario, en momentos de máximo estrés.
En cuanto a la población, se impusieron medidas de aisla-
miento social, caracterizado por las campañas de “Susana Dis-
tancia”, “Quédate en Casa” y el uso obligatorio del cubreboca,
pese a las cuales se seguían incrementando los casos paulatina-
mente, encontrándose el patrón de que los primeros que sufrie-
ron el contagio pertenecían a los grupos sociales de mayor nivel
económico, mientras que en las colonias populares apenas había
casos, salvo las y los empleados domésticos.

18. CDMX, 2020. TRANSPARENCIA COVID 19. Disponible en: <https://


datos.cdmx.gob.mx/pages/covid19/> [Consultado el 4 de noviembre
2020].
19. Gobierno de México, 2020. Conferencia 12 de marzo. Disponible
en: <https://www.citethisforme.com/es/cite/sources/websiteautocitecon-
firm> [Consultado el 11 de noviembre 2020].

260
Para la mitad del año 2020, ya pasados cuatro meses del pri-
mer contagio, se tenían registrados 220,657 casos con 27,121
defunciones20. En contraposición, a medida que avanzaba la epi-
demia, los más perjudicados en cuanto a contagios y efectos de la
enfermedad comenzaron a ser las personas pertenecientes a los
niveles económicos y sociales más precarizados.
En respuesta al incremento de contagios, el subsecretario de
Salud decretó medidas como: respetar la sana distancia en luga-
res públicos, suspender eventos masivos, realizar el cierre tem-
poral de centros comerciales y escuelas, así como de oficinas y
empleos que no fuesen de primera necesidad, entre otras. Todo
ello ante las quejas de comerciantes y empresarios que verían ce-
rradas sus fuentes de sustento.
En estos momentos, se puso de manifiesto en grado máximo
la indefensión en que se encuentran los millones de personas con
contratos precarios o trabajadores del sector informal. Sin acceso
a ayudas ni seguro de salud, vieron cerradas sus fuentes de sus-
tento, lo que las ha obligado a no cumplir con las normas dictadas
por el subsecretario, lanzándose a la calle en busca de alguna
forma de supervivencia.

4.1. Medidas tomadas


Con la llegada de la COVID-19 el Gobierno emitió un comu-
nicado en el cual afirmó que mantenían controlados los casos,
debido a que se conocía dónde y/o quién los había contagiado,
manteniendo así una fase 1 de contagio21. Conforme avanzó la
pandemia el país entró en fase 2, registrándose un aumento en
los casos que ya no eran rastreables, por lo que empezó a promo-

20. Omron, 2020. COVID-19 En México: Situación y Cronología del


Coronavirus. Disponible en: <https://omronhealthcare.la/Blog/contenido/
covid-19-en-mexico-situacion-y-cronologia-del-coronavirus> [Consultado
el 4 de noviembre 2020].
21. Elhospital.com. 2020. México entra en fase 2 de Coronavirus au-
mentando capacidad de atención de Sedena. Disponible en: <https://www.
elhospital.com/temas/Mexico-entra-en-Fase-2-de-coronavirus-aumentan-
do-capacidad-de-atencion-de-Sedena+133745?pagina=1> [Consultado
el 11 de noviembre 2020].

261
verse el uso del cubreboca, la sanitización de áreas comunes y el
cierre de las escuelas.
Una vez llegada la fase 3, en la cual los contagios comienzan
a contarse por miles, el Gobierno emprendió las siguientes accio-
nes22:

1. Medidas de prevención sanitarias.


2. Suspensión total de actividades no esenciales.
3. Suspensión y reprogramación de cualquier evento masivo.
4. Medidas para un máximo cuidado de las personas más vulne-
rables.

A partir del 29 de junio, la Secretaría de Salud presentó una


planificación para el retorno a las actividades normales, bajo la
condicionante de la disminución de los contagios, utilizando los
colores de un semáforo. En ese momento, ciudades como la capi-
tal entraron en semáforo naranja23, el cual nunca se superó por-
que, a pesar de las medidas tomadas, pocos días antes de finali-
zar el año se volvió a decretar el semáforo rojo, suspendiendo de
nuevo todas las actividades consideradas “no esenciales”, ante la
alerta por saturación hospitalaria.
En los análisis más comunes del desarrollo de la pandemia,
los dos únicos frentes que suelen ser analizados consisten en la
dualidad entre economía y seguridad; sin embargo, expertos que
trabajan el tema epidemiológico desde perspectivas interdiscipli-
narias y transdisciplinarias, han puesto de relevancia la necesi-
dad de abordar el afrontamiento de la COVID-19 desde una pers-
pectiva mucho más amplia: la sindemia.

22. Datos macro, 2020. México - COVID-19. Disponible en: <https://


datosmacro.expansion.com/otros/coronavirus/mexico> [Consultado el 4
de noviembre 2020].
23. MARCA Claro y Unidad Editorial Informaci&oacute;n Deportiva,
S., 2020. Semáforo Coronavirus México: ¿Qué significa estar en rojo y
naranja? Disponible en: <https://www.marca.com/claro-x/trending/coron
avirus/2020/06/13/5ee51f7146163faeb78b4574.html> [Consultado el 5
de noviembre 2020].

262
Cuadro 1. Semáforo para la nueva normalidad en México.

Cuadro 2. COVID-19 a 20 de diciembre de 2020. Gobierno de la Ciudad de México.

263
5. La sindemia: un abordaje integral del derecho a la
salud en tiempos de pandemia

De acuerdo con la OMS, una pandemia se produce cuando


existe la propagación mundial de una nueva enfermedad, la cual
suele provenir de virus que, previamente, han infectado a anima-
les. Hasta la llegada de la COVID-19, la gripe y las variaciones del
virus gripal era la preocupación de las autoridades sanitarias24;
sin embargo, la rápida propagación, el desconocimiento sobre el
virus SARS-CoV-2 y la nueva variación que se está propagando en
Reino Unido, están suponiendo un reto para la ciencia, además
de una oportunidad de negocio para las empresas farmacéuticas.
La aparición de las vacunas, además de abrir la esperanza de
la sociedad de recuperar la libertad de socializar sin miedo, ha
expandido la duda de la población sobre su impacto real en la
salud a mediano y largo plazo, así como el desconcierto sobre el
método de la aplicación y las consecuencias, en caso de negativa
a recibirla, en grupos poblacionales.
La composición y efectos del virus, la atención médica y los
recursos existentes, unidos a las dudas anteriores, son los temas
que tanto la Secretaría de Salud, como las universidades en gene-
ral, entre otros actores sociales, se están preocupando por resol-
ver. La pregunta en cierne de los investigadores sociales consiste
en si el abordaje es el correcto o, por el contrario, se está rea-
lizando desde una perspectiva demasiado reducida que impide
considerar las verdaderas causas de la alta mortalidad que está
causando el virus, sobre todo en los grupos poblacionales de me-
nos recursos.
En este sentido, el editor jefe de la revista The Lancet25 ar-
gumenta que el fenómeno que se está sufriendo no es tanto una

24. OMS. ¿Qué es una pandemia?, 24 de febrero de 2010. Disponible


en: https://www.who.int/csr/disease/swineflu/frequently_asked_questions/
pandemic/es/
25. Redacción Médica. «El coronavirus no es una pandemia. Es una
‹sindemia›”. 13 de octubre 2020. https://www.redaccionmedica.com/sec-
ciones/sanidad-hoy/sindemia-coronavirus-pandemia-significado--8888

264
pandemia como una sindemia, definiendo este concepto como la
agrupación de dos o más enfermedades, características de un gru-
po de población, que agravan la clínica común de una enfermedad
epidémica. Estas enfermedades previas son producto de desigual-
dades sociales y económicas persistentes, es decir, son más co-
munes en grupos poblacionales sometidos a estrés por violencia,
exclusión y/o pobreza.
Por tanto, el concepto de sindemia ya no analiza los efectos de
la epidemia excluyéndola de las particularidades de la población
sino que, muy al contrario, parte de los condicionantes sociales
para entender sus efectos y extraer pautas para diseñar estrate-
gias adecuadas para hacer frente a los alcances de la epidemia.
Esto quiere decir que, desde la visión sindémica, en una epide-
mia como la que nos azota, se identifican múltiples problemas de
salud, los cuales interactúan biológicamente entre sí y, a la vez,
con el entorno sociocultural, económico y físico.
Merril Singer, antropólogo y profesor de la Universidad de
Connecticut, fue quien utilizó por primera vez el concepto de sin-
demia, surgido a partir de sus estudios sobre el VIH-SIDA como
pandemia, pero incardinado en un ambiente de abuso de sustan-
cias y violencia en la población de los centros urbanos de Estados
Unidos. Singer estudió las condicionantes biológicas y médicas
del VIH-SIDA desde la perspectiva epidémica, incluyendo los con-
dicionantes sociales y económicos además de los biológicos tradi-
cionales, metodología que le permitió establecer guías más certe-
ras y adecuadas para la lucha contra dicha enfermedad.
Con este enfoque, las investigaciones y la toma de decisiones
para erradicar la COVID-19 deberían tomar en cuenta no solamen-
te los datos procedentes del ámbito biomédico, sino también los
condicionantes sociales y de salud de los grupos poblacionales
más vulnerables. Estos condicionantes son llamados Enfermeda-
des Crónicas No Transmisibles (ECNT) como la diabetes, la hiper-
tensión, la depresión, la obesidad y las enfermedades cardiovas-
culares y respiratorias crónicas, las cuales tienen como factores
de riesgo el tabaquismo, el sedentarismo, la mala alimentación y

265
el consumo de alcohol26. Estos factores de riesgo son comunes en
contextos de desigualdad, pobreza y violencia; en consecuencia,
los grupos sociales que viven en estas circunstancias son más
susceptibles de un agravamiento de los síntomas de la enferme-
dad por coronavirus, incluso más proclives a morir. Esto, unido
al deficiente acceso al sistema de salud público, puede explicar
la alta mortalidad que se está presentando en este y otros países.
Por ello, a partir de la perspectiva sindémica, se considera
que los factores preexistentes interactúan con la nueva enferme-
dad, promoviendo resultados adversos para la salud y extendien-
do el síndrome más allá de los modelos específicos de enferme-
dad o multimorbilidad. Ante este complejo campo de estudio, es
necesario incluir en la evaluación la pregunta de cómo los condi-
cionantes sociales y económicos fomentan y exacerban los efectos
negativos de la enfermedad.

6. Condicionamientos biológicos y sociales


de la COVID-19

México está en el lugar cuarto en muertes por COVID-19 en el


mundo. Según reportes oficiales, más del 40% de los fallecidos
por este virus padecía diabetes o alguna ECNT. De acuerdo con los
estudios de la Secretaría de Salud, las ECTN son causa de los pro-
blemas de salud más graves en México y, por tanto, son las más
costosas de sostener por el sistema público de salud, debido a
las altas tasas existentes en mexicanos y mexicanas. La Encuesta
Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT, 2018) realizada por el
Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), reveló que 96 millones
de mexicanos padecen sobrepeso u obesidad, 8.6 millones sufren
diabetes y 15.2 millones presentan hipertensión27.

26. Intramed. “Estrategia nacional contra las Enfermedades No


Transmisibles”, abril 2017. https://www.intramed.net/contenidover.
asp?contenidoid=90794
27. Farmacéutica Pisa. “Personas con comorbilidades, los más vul-
nerables ante el COVID-19”. 7 de abril de 2020. https://www.pisa.com.mx/
personas-con-comorbilidades-los-mas-vulnerables-ante-el-covid-19/

266
La diabetes mata a más personas en el mundo que el VIH/
SIDA, la tuberculosis y la malaria combinados, y la mayoría de es-
tas muertes ocurre en países de bajos o medianos ingresos. Pero
esta ECNT no está relacionada, en la mayoría de los casos, con
elecciones voluntarias del estilo de vida, sino que es consecuencia
de crisis sociales, migraciones y pobreza. Para muchos pacientes
en estas circunstancias, la resistencia a la insulina puede enten-
derse mejor como consecuencia de la crisis, el desplazamiento y
el trauma, que por la toma de malas elecciones dietéticas28.
Las formas crónicas de estrés y las experiencias de trauma o
violencia exacerban y ayudan a explicar las tasas notablemente al-
tas de diabetes tipo 2 entre los pueblos indígenas en comparación
con la población general en muchos países; estos pueblos fue-
ron (y son) desplazados a la fuerza, reasentados, despojados de
las explotaciones ganaderas y de las tierras agrícolas o de pasto-
reo, sedentarizados por la fuerza, y se sustituyeron los alimentos
tradicionales por raciones de azúcar, harinas refinadas, leche en
polvo y manteca de cerdo29. Este cambio en las formas de subsis-
tencia, alimentación y patrones culturales es la clave para enten-
der la epidemia de sobrepeso y obesidad, con las enfermedades
coadyuvantes, que padece, sobre todo, la población de ascenden-
cia indígena de bajos recursos económicos, que sufre violencia y
exclusión social.
Siguiendo las evidencias recabadas hasta la fecha por los ex-
pertos, se concluyó que el riesgo de agravar los efectos de la CO-
VID 19 es mayor en la población de edad avanzada y en aquella
con condiciones de salud subyacentes. Partir en las decisiones
de política pública del cuidado a las personas con mayor riesgo
de complicación por COVID-19, mejoraría las estrategias de pro-
tección, manejo y cuidado de las condiciones crónicas, y orienta-
ría la distribución de vacunas para aquellas con mayor riesgo30.

28. Intramed. “Sindemia: una nueva categoría que reúne lo social y lo bio-
lógico”. https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=92448
29. Intramed. “La etiología social de la diabetes”. 8 de mayo 2018.
https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=92448
30. Organización Panamericana de la Salud (OPS). “COVID 19 y Comor-
bilidades - Américas”. file:///C:/Users/victo/Downloads/Underlying-condi-
tions-tool-covid-19-background-information-spa.pdf

267
Esto quiere decir que, aplicando la perspectiva de la sindemia,
el Estado no debería únicamente haber tomado las medidas de
sana distancia, uso constante del cubrebocas y, en los períodos
de mayor riesgo de contagio, el aislamiento social; sino que debió
atender las necesidades económicas, sanitarias, alimentarias y de
seguridad de las poblaciones más vulnerables, en aras de mitigar
el agravamiento de las comorbilidades, además de contribuir a
evitar los contagios masivos. Aunque esta medida es meramente
paliativa, ya que lo verdaderamente efectivo sería el diseño de una
política adecuada en la lucha contra la pobreza, la violencia y la
exclusión social, asignatura pendiente de muchos gobiernos.

Conclusiones

Desde hace casi un año, el virus SARS CoV 2 y la lucha contra


sus efectos, han sido el centro de la política, la investigación y las
discusiones al interior de los Estados y en su dimensión inter-
nacional, poniendo de manifiesto las necesidades sanitarias de
cada población y las carencias existentes en los sistemas públi-
cos de salud. En este sentido, la población de México ha sufrido
los efectos del desmantelamiento que el sistema de salud experi-
menta desde hace años, viendo gravemente vulnerados sus dere-
chos a una atención sanitaria pública, adecuada y de calidad, y
al acceso a medicamentos en un momento crítico de pandemia, e
incluso desde antes.
Sin embargo, desde la perspectiva amplia del derecho al máxi-
mo nivel de salud posible desarrollado por la OMS, las vulneracio-
nes al derecho a la salud son aún mayores, debido a que la violen-
cia, la pobreza y la desigualdad ya existentes en el país se han in-
crementado considerablemente en los últimos meses. Unir estas
consecuencias sociales con los terribles efectos de la pandemia en
una metodología sindémica, puede explicar los altos índices de
mortalidad del virus en México, pero, lo más importante, puede
dar las pautas para desarrollar políticas públicas más eficientes
tanto en el presente como para el futuro.

268
En conclusión, de acuerdo a los extremos analizados, para
hacer frente a la actual pandemia, pero, sobre todo, en aras de es-
tar preparados para las que vienen, los Estados deberían separar
las políticas sanitarias de los intereses partidistas y económicos,
para poder tomar decisiones sobre la salud de la población de
una manera sindémica, holística y estructural.
Desde hace años, la academia ha invitado a realizar un replan-
teamiento de los sistemas alimentarios, desde la producción de
alimentos hasta su consumo; de las condicionantes sociales de las
poblaciones vulnerables; de las situaciones de violencia directa y
estructural, así como del estilo de vida actual. Estas serían estra-
tegias adecuadas para superar la actual pandemia y las que po-
drían llegar, mediante la garantía de los derechos humanos como
un todo necesario para la protección de la dignidad de la persona
y la colectividad.

269
RESEÑAS CURRICULARES

Joaquín A. Mejía Rivera


(Coordinador)

Hispano-hondureño. Abogado por la Universidad Nacional


Autónoma de Honduras. Doctor y maestro en Estudios Avanza-
dos en Derechos Humanos por la Universidad Carlos III de Ma-
drid. Candidato a doctor en Derechos Humanos, Democracia y
Justicia Internacional por la Universidad de Valencia. Diploma
en Estudios Avanzados en Derecho Internacional y Relaciones In-
ternacionales por la Universidad Complutense de Madrid. En ca-
lidad de autor y coordinador ha publicado 22 libros, más de una
veintena de capítulos en libros colectivos y más de 40 artículos
en revistas especializadas y de análisis sobre temas relacionados
con los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho.
Tiene 18 años de experiencia litigando casos de impacto ante la
Comisión y Corte Interamericanas de Derechos Humanos. Es in-
vestigador del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación
de la Compañía de Jesús en Honduras (ERIC-SJ); coordinador
adjunto del Equipo Jurídico por los Derechos Humanos (EJDH);
miembro del Consejo Directivo de la Fundación para la Investi-
gación del Derecho Público en Honduras; profesor visitante en
la Academia Interamericana de Derechos Humanos en México, y
miembro de la red de colaboradores y expertos de Checks & Ba-
lances de Ecuador.

María Luisa Gómez Comi


Española. Abogada y antropóloga social por la Universidad
Complutense de Madrid (UCM), especializada en Derecho Inter-

271
nacional de los Derechos Humanos. Actualmente se desempeña
como abogada para Honduras en el Programa para Centroaméri-
ca y México del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional
(CEJIL). Además de su trayectoria como litigante ante el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos, tiene una gran vocación
docente e investigadora. Entre otros, se desempeñó como profe-
sora de Antropología Jurídica y Criminología y Política Criminal
en la Universidad Austral de Chile, y trabajó como asesora so-
ciojurídica en múltiples proyectos en Chile desde el Centro de
Estudios Ambientales y Desarrollo Humano Sostenible de la mis-
ma casa de Estudios (CEAM-UACh). Sus principales intereses do-
centes y de investigación incluyen el desarrollo de los derechos
económicos, sociales, culturales y ambientales, los derechos de
los pueblos indígenas y afrodescendientes frente al extractivismo
y los derechos de las mujeres.

Mara González Souto


Argentina. Es candidata a jurisdoctora (J.D.—previsto 2022)
en el Programa de Derecho y Políticas de Interés Público David
Epstein y el Programa de Derecho Internacional y Comparado de
la Facultad de Derecho de la Universidad de California Los Ánge-
les (UCLA). Tiene licenciaturas en Ciencias Políticas, Psicología y
Francés de la Universidad de Indiana, y una maestría en Relacio-
nes Internacionales y Políticas de la Universidad de Cambridge.
Su investigación y abogacía incluyen la defensa criminal y los liti-
gios de derechos humanos, particularmente reformas de la justi-
cia penal y litigios transnacionales de América Latina.

Grace Carson
Estadunidense. Diné y chicana de Choctaw, Oklahoma. Es
candidata a jurisdoctora (J.D.—previsto 2022) en el Programa de
Estudios Raciales Críticos y el Programa de Derecho y Políticas
de Interés Público David Epstein de la Facultad de Derecho de la
UCLA. Tiene una licenciatura en Periodismo y Ciencias Políticas
de la Universidad de Denver. Sus intereses de investigación y abo-

272
gacía incluyen la justicia racial, la reforma legal penal, la reforma
carcelaria, la teoría crítica de la raza, la teoría de la descoloniza-
ción y la teoría de la abolición.

Joseph Berra
Estadunidense. Es director de Proyectos de Derechos Huma-
nos en las Américas del Instituto de la Promesa de los Derechos
Humanos de la Facultad de Derecho de la UCLA. Sus intereses
docentes y de investigación incluyen los derechos de los inmigran-
tes, los derechos humanos internacionales y los derechos de los
pueblos indígenas y afrodescendientes en Centroamérica. Coordi-
na proyectos con socios organizacionales en los Estados Unidos y
América Latina para involucrar a los estudiantes en la defensa de
los derechos humanos y el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos. Antes de iniciar su trabajo académico, fue un exitoso li-
tigante de derechos civiles y humanos. Es ex director ejecutivo del
Consejo de Investigaciones del Caribe Centroamericano (CCARC,
por sus siglas en inglés) y continúa sirviendo en su junta direc-
tiva. Además del título de abogado (J.D.), posee una maestría en
Antropología Social de la Universidad de Texas en Austin y una
maestría en Teología de la Universidad Centroamericana (UCA) en
San Salvador.

Yessica Esquivel Alonso


Mexicana. Doctora en Derecho por la Universidad Complu-
tense de Madrid. Master en Derecho Parlamentario, Elecciones y
Estudios Legislativos. Master en Estudios Hispánicos en la Uni-
versidad de Cádiz. Diplomado en Ciencia Política y Derecho Cons-
titucional en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales
(España). Es licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma
de Coahuila. Ha sido analista en el Tribunal Constitucional es-
pañol, asesora en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y
secretaria de Estudio y Cuenta de la Sala Superior del Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación. Profesora de pos-
grado en derechos humanos, constitucional y electoral. Integrante

273
del Sistema Nacional de Investigadores. Actualmente es directora
del Centro de Derechos Civiles y Políticos de la Academia Intera-
mericana de Derechos Humanos.

José Antonio Estrada Marún


Mexicano. Doctor y maestro en Derecho Público por la Uni-
versidad Carlos III de Madrid y diplomado en Ciencia Política y
Derecho Constitucional en el Centro de Estudios Políticos y Cons-
titucionales (España). Es licenciado en Derecho por la Universi-
dad de Guanajuato. Ha sido analista en el Tribunal Constitucional
español, asesor en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y
secretario técnico del Instituto de la Judicatura Federal. Profe-
sor de posgrado en derechos humanos, constitucional y judicial
Nivel 1 del Sistema Nacional de Investigadores. Actualmente es
Secretario Académico y director del Centro de Estudios para los
Derechos Humanos de la Academia Interamericana de Derechos
Humanos.

Alfredo Ortega Franco


Guatemalteco. Abogado. Cuenta con una maestría en Derecho
Internacional de los Derechos Humanos por la Universidad de
Notre Dame. También posee una maestría en Políticas Públicas
por la Universidad de Oxford. Ha trabajado para la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos y como abogado litigante en el
Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL).

Heidy Waleska Barahona Alachán


Hondureña. Abogada, egresada de la Universidad Nacional
Autónoma de Honduras en el Valle de Sula, magíster en Derechos
Humanos y Democracia en América Latina y el Caribe, egresada
del Centro Internacional de Estudios Políticos del Global Campus
of Human Rights de la Universidad Nacional de San Martín de
Buenos Aires, Argentina. Coordinadora para Honduras del Cen-
tre for Civil and Political Rights (CCPR Centre), encargada de la
Secretaría Ejecutiva de la Coalición contra la Impunidad (CCI) e
integrante del equipo legal de la Causa Berta Cáceres.

274
Edy Alexander Tábora
Hondureño. Abogado con orientación en Derecho Penal por
la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Máster en Pro-
tección Internacional de los Derechos Humanos por la Universi-
dad de Alcalá (España). Especialista en Justicia Constitucional,
Interpretación y Aplicación de la Constitución por la Universidad
Castilla La Mancha (España). Ha sido fiscal del Ministerio Pú-
blico para los casos de homicidios en el Bajo Aguán, la Fiscalía
Especial de Derechos Humanos, la Fiscalía contra el Crimen Or-
ganizado y la Fiscalía de Delitos Comunes. Tiene amplia experien-
cia litigando como abogado, particularmente en materia penal y
constitucional, y realizando trabajo de incidencia ante el Consejo
de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en el marco del
Examen Periódico Universal. Ha sido consultor para organizacio-
nes nacionales e internacionales, juez en el Tribunal Permanente
de los Pueblos, capítulo México. Ha ocupado el cargo de abogado
en el Centro de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de las
Víctimas de la Tortura (CPTRT) y director ejecutivo en el Comité
por la Libre Expresión (C-Libre). Actualmente es coordinador del
Bufete Jurídico de los Pueblos.

José Benjamín Cuéllar Martínez


Salvadoreño. Con estudios de Jurisprudencia y Ciencias So-
ciales en la Universidad de El Salvador, y de Ciencias Políticas y
Administración Pública en la Universidad Nacional Autónoma de
México. Cofundador en 1984 del Centro de Derechos Humanos
“Fray Francisco de Vitoria” (México D.F.), del cual fue secretario
ejecutivo hasta finales de 1991. En enero de 1992 asumió, en El
Salvador, la dirección del Instituto de Derechos Humanos de la
Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (IDHUCA), car-
go que ocupó hasta el 31 de enero de 2014. Desde 1992 pertenece
al Consejo de Directores del Centro por la Justicia y el Derecho
Internacional (CEJIL, por sus siglas en inglés); asimismo, es parte
del Consejo Asesor Global del Center for Justice & Accuontabi-
lity (CJA). De 2003 a la fecha funge como presidente de la Junta
Directiva del Grupo de Monitoreo Independiente de El Salvador

275
(GMIES); desde 2012 es miembro de la Junta Directiva de TECHO
El Salvador y, a partir de 2016, es vicepresidente de la Asocia-
ción “La tercera palabra”. Actualmente es investigador y consultor
independiente en derechos humanos, justicia, democracia y se-
guridad. Además, es cofundador e integrante del Laboratorio de
Investigación y Acción Social contra la Impunidad (LIASCI) y de la
agrupación Víctimas Demandantes (VIDAS).

Salvador Lulio Marenco Contreras


Nicaragüense. Defensor de derechos humanos y miembro
fundador del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca
Más. Especialista en Amparo y Procesal Constitucional y maes-
trando en Derecho Público por la Universidad Iberoamericana
de Puebla. Exrepresentante de la Universidad Centroamericana
(UCA) de Nicaragua y coach en dos ocasiones del equipo de esta
Universidad en concursos de derechos humanos a nivel interna-
cional.

Arlette Waleska Serrano Rodríguez


Nicaragüense. Licenciada en Derecho (máxima cum laude)
por la Universidad Centroamericana (UCA). Especialista en Dere-
cho Administrativo por la Universidad Iberoamericana de Puebla,
México (IBERO Puebla). Especialista en Derechos Humanos por el
Instituto Interamericano de Derechos Humanos y diplomada en
Derechos Sexuales y Reproductivos por la UCA. Maestranda en
Derecho Público por la IBERO Puebla. Asesora, Abogada y Notaria
Pública en el ámbito de Derechos Humanos, Derecho Adminis-
trativo, Derecho Laboral y Derecho Comunitario. Participó en el
concurso interamericano de Derechos Humanos y otros concur-
sos internacionales en la materia, ganadora del primer lugar en
la VI competencia regional realizada en Honduras. También fue
asistente de la Secretaria General de la Corte Centroamericana
de Justicia del Sistema de Integración Centroamericana. Actual-
mente es investigadora para el área de posgrados en Derecho de la
IBERO Puebla, y consultora voluntaria para el Colectivo de Dere-
chos Humanos Nicaragua Nunca +, con sede en San José, Costa
Rica.

276
Soraya Long Saborío
Costarricense. Abogada, especialista en derechos humanos.
Con 30 años de trabajo, continuo y permanente, en temas de de-
rechos humanos en la región mesoamericana. Trabajó en la Co-
misión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamé-
rica (CODEHUCA) y luego en el Centro por la Justicia y el Derecho
Internacional (CEJIL). De este fue directora por cinco años. Desde
2009 es consultora internacional en derechos humanos, enfocada
especialmente en evaluación de programas y proyectos regionales,
investigación y educación en derechos humanos.

Nancy Marín Espinoza


Costarricense. Periodista y licenciada en Derecho por la Uni-
versidad de Costa Rica (UCR), y máster en Derechos Humanos por
la Universidad Estatal a Distancia (UNED). Ha trabajado en ONG
de derechos humanos y en la UNESCO. Además, ha sido vicemi-
nistra de Trabajo y ministra de Comunicación, y consultora para
el Banco Mundial y para el Programa Estado de la Nación.

María Victoria Fernández Molina


Española. Doctora en Derechos Humanos por la Universidad
de Deusto y Research Fellow del Sylff Program en la Tokyo Foun-
dation. Maestra en Bioética y Biojurídica por la Cátedra UNESCO
y Licenciada en Derecho por la Universidad de León, España, con
especialización en Relaciones Internacionales y Derecho Interna-
cional por la Universidad Complutense de Madrid. Cuenta con
diversas publicaciones y varios años de experiencia en el dise-
ño, implementación y evaluación de proyectos de investigación,
programas educativos y estrategias de intervención en derechos
humanos. Ha sido profesora y disertante en diversas universida-
des de América Latina y España. Ha sido miembro de la Secre-
taría Técnica del Observatorio del Derecho a la Alimentación en
el marco de la Iniciativa América Latina y Caribe sin Hambre,
auspiciada por la FAO, y colaboradora del Frente Parlamentario
contra el Hambre, capítulo México. Se ha desempeñado como di-

277
rectora del Observatorio Mexicano del Derecho a la Alimentación
en la Universidad Autónoma de Coahuila, como asesora experta
en Seguridad Alimentaria para la Oficina del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. En la actuali-
dad es profesora y coordinadora del Centro Interdisciplinario de
Bioética Global Aplicada (CIBIGA) de la Facultad de Bioética de la
Universidad Anáhuac Norte, además de profesora investigadora
de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Puebla
(UPAEP).

278
El derecho a la salud en Estados Unidos, México y Centroamérica
en el contexto de la COVID-19
se terminó de imprimir en los talleres de
Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, Honduras,
en el mes de abril de 2021.
Su tiraje es de 500 ejemplares.

También podría gustarte