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1
De entre las especies, al parecer, solo el humano es un ser temporal, que desarrolló una conciencia que
comprende el futuro evaluando el pasado.
El concepto pacha significa tanto un periodo como un lugar, es el <tiempo-espacio>.
Como tiempo no abarca la eternidad (wiñaya) sino una <época>, como una estación (jallu
pacha <tiempo de lluvia>), o el ‘cuándo’ de un ocurrencia (como en la pregunta kuna
pachkamasa <hasta cuándo>); pero también sus expresiones denotan el <espacio> o hábitat
(como en aka pacha <este mundo>, Pachamama). No obstante, el espacio como tal se
designa con chaqa <lugar (de)> y con sufijos localizadores: -wja (como ch’usawja <lugar
vacío o vacante>), -¨xa (como uksäxa <ese lado>) o -wi (como utjawi <hábitat>). También
refiere al <cielo>, tanto de día (como cuando se constata pachar khununtatawa <está
nevado (todo) el cielo>) como de noche (como cuando se previene pachaw qhayqhiri <la
noche sabe enloquecer>)2. Puede ser <mismo>, por la derivación en pachpa <idéntico> o
consustancial (como en juma pachawa <tú mismo (eres)>).
Por otro lado, ya no como sustantivo sino como sufijo, el -pacha tiene tres sentidos:
1) inclusivo o globalizador (por ejemplo markpacha <todo el pueblo>, o uraqpacha <todo
el territorio>, panpacha <los dos>); 2) identitario, que indica mismidad (como jiwaspacha
<nosotros mismos>, ch’aranpacha <(aunque) mojado y todo>)3; y 3) inferencial o
probabilístico (como jutpachawa <seguramente viene>, khitïpachasa <quién será>).
Etimología. No parece resultar de pä ch’ama <dos fuerzas>, porque así no se explica
cómo desaparecieron la diéresis y el apóstrofe, con los que ambos lexemas muy distintos
(dos y fuerza) tienen significados autónomos4. Tampoco proviene de pachjaña <partir o
segmentar en dos>, que es de otra raíz: pachiña <dividir con las manos>. Pacha es un
monema primigenio quechua que significa <suelo, mundo> —y varias otras acepciones
derivadas—; pero no está en el jaqaru ni en el puquina.
2
El verbo qhayqhiña —que no está en los diccionarios— significa algo como enloquecer o perturbarse por
efecto del cielo nocturno. Está relacionado a la precaución de no estar descubierta la cabeza al atardecer y en
la noche, porque warawaraw ñik’ut jakhuri <la estrella sabe contar el cabello>. Igualmente janiw t’axsitax
anqar ikiyañati <lo lavado no hay que hacer dormir afuera>.
3
En esta acepción muestra otros rasgos semánticos: <tal como está>, <en lugar de> y otros.
4
Por una parte, paya es <dos> o par, que se contrae como pä. Por otra parte, ch’ama <fuerza> tiene dos
sentidos: es <dificultad> o desgano (por la complejidad o pereza) y es <vigor> o energía cinética; pero no es
influencia y aún menos violencia (como diría F. Untoja).
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Por ejemplo se dice makataña <subir al frente>, maqaña <bajar>, makipaña <rodear>, pero no existe
maraña <ir uno tras otro>, ni sararaña <andar uno tras otro>. El estar (ir) es único e indivisible.
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En la actualidad es muy común el préstamo de “pasar” como el timpu: para decir que uno no tiene tiempo
(que no hay que perderlo)
La fenomenología —el cómo le aparece a la conciencia— encuentra que la fuente es el
presente, el tiempo es serie de momentos (horas): el pasado son los ahoras anteriores y el
futuro son los ahoras retrasados; la captación presente incluye lo próximo y lo anterior, el
instante une pasado y futuro, es indivisible, determina la continuidad del tiempo, pero
también los separa (es fin del pasado y comienzo de futuro). El cambio está en lo repentino
y la conciencia es duración (la sucesión de cambios cualitativos).
En aymara el presente es jichha <ahora> —diferente de aka pacha <éste tiempo> o el
préstamo akärsa <ésta hora>, para comparaciones imaginarias— que es el lapso de la
vivencia de lo que es y de la acción actuales, la ocasión para hacer (luraña); desde el
uñstaña <aparecer> hasta el chhaqhxaña <desaparecer>. Pero jichha <recién> comprende
lo anterior cercano en progresión (como al decir jichhaw luraski <recién está haciendo>),
así como también lo posterior próximo: añchhita <ahorita> o el instante inmediato
subsiguiente7. Podríamos decir que —para evocar el griego— en aymara, si bien están el
aidion <eternidad> y el kairós <oportunidad>, es diferente el aión <instante> y no hay el
chrónos <sucesión>8.
El jichha es el momento del actuar, de caminar. Y para andar (saraña), hay que mirar
espacialmente khuys aksa <ese lado y éste lado> y temporalmente qhip nayra <atrás y
adelante>. ¿Cuál es el lugar de los tiempos ante el sujeto? Es decir, ¿de qué modos se está
orientado, ubicado e inmerso en el tiempo? a) En el modelo deíctico lo que se ve es lo que
se ha vivido, el pasado está adelante; de ahí que nayra <ojo> sea también lo que pasó
<antes>, el tiempo antiguo y <adelante, primero>. En cambio el futuro está atrás, no se ve;
el qhipa <detrás> es lo que viene <después>, el tiempo por venir que está a la espalda
(como qhipüru <día atrás>, mañana) —e incluso como ch’ina <nalga> o parte inferior (de
una vasija)9. b) En el modelo relativo, el antes o el después se ubica en los intervalos
temporales y el sujeto puede mirar en ambas direcciones; no es que se va siempre de
espaldas al futuro ni se regresa solo al pasado (como viniendo del futuro) —por eso nayrar
sarantaskakma <siga adelante> (al felicitar) no expresa que vaya/vuelva al pasado, y
nayrt’aña es <ir hacia adelante>, no atrás. El tiempo que viene (jutïri) puede estar adelante.
c) En el modelo de movimiento, el tiempo-espacio es envolvente: como recorrido temporal
7
Hay otros conceptos como niya <casi>, que ya va a ser o que falta muy poco para ocurrir, o también mä
akch’ankiwa <está en un instante>, que connota lo repentino en que puede acaecer cualquier desgracia.
8
En la ontología del tiempo griego se pueden distinguir cuatro dimensiones: el movimiento que va
desapareciendo (chrónos) o lo sucesivo que mata el antes para ocupar el después (la cronología física); la
eternidad (aidion) que dura continuamente sin condiciones (lo divino, siempre, simple e indivisible); el
instante eterno (aión) o la eternidad inmanente que irrumpe fugazmente pero desaparece-permanece (p.e. en
una experiencia estética) que media entre los dos anteriores; y el momento oportuno (kairós) cuando es mejor
que se enlacen chrónos y aidion para dar lugar a aión, la gratitud por el tiempo propicio donde se unen la
sucesión y la eternidad, la muerte y la vida plena, la memoria y la esperanza.
9
Pero una cosa es la posición, ya sea delantera (nayräxa) o trasera (qhipäxa), y otra es la mirada (uñtaña) del
sujeto que puede girar y dirigirse a todo lado (tal como sus pasos también).
es retorno cíclico, es el kuti <vuelta> —de ahí que pacha kuti sea <vuelta del mundo>10—,
y como ocupación espacial es rotación, el muyu <giro, circulación>.
TIEMPOS VERBALES
De acuerdo a lo que marcan los sufijos flexivos de tiempo y persona verbal11, el tiempo
en el aymara (como en el quechua también) tiene tres formas básicas:
i) El presente/pasado, el tiempo simple o neutro. Aquí se expresa lo que se está
realizando o se ha realizado, por ejemplo al decir tinkthwa <yo caigo> o tinktawa <caes>,
tinktanwa <caemos>, lo que expresa el hablante es lo que está viendo o ha visto. El
presente y pasado —al estar delante y visible (no como el futuro que está atrás)— es de
conocimiento personal. Que está vinculado —en la validación epistémica del hablante— al
evidencial directo (marcado por el sufijo -wa) con el que se reporta el testimonio personal,
porque se tiene la <información de primera mano>, es el hablante quien constata el hecho
sensorialmente (o tiene relación directa con la fuente y autoridad sobre lo que dice, por lo
que está seguro), p.e. uka waynawa <ese joven es (y no otro)>.
ii) El pasado se dice de dos maneras. Por una parte está lo que se ha experimentado y
—como en el tiempo simple— se tiene conocimiento personal. Éste es el remoto cercano.
Por ejemplo al decir tinkuyäthwa <yo caía> o tinkünwa <él caía>, el hablante tiene
evidencia directa de su caída; incluso puede enfatizarlo y corroborarlo12. Pero por otra
parte, también está lo que no se ha experimentado personalmente, que es un rumor. Es el
remoto lejano. Por ejemplo alguien diría tinkutäthwa <yo había caído> o tinkutaynawa
<él/ella había caído>, porque no es capaz de testimoniarlo. Aquí podría usarse algunos
evidenciales indirectos, como el marcado por -mna, que reporta (o hace suyo) la certeza de
otro, con el cual el hablante muestra que tiene <información de segunda mano>, ha sabido
por un aviso (su fuente es de oídas) u otro medio, por lo que es incierto (no atestiguado),
p.e. jutimna <(dice que) ha venido>; o el evidencial citativo (sasa) cuando la información
ha sido transmitido por otra persona (o proviene del saber popular, folclore), p.e.
qallpachatäxtawa siriwa <‘abarbechado ya estás’ sabe decir>.
iii) El futuro. Es lo que viene después, por detrás, pero igualmente es de conocimiento
personal, está atestiguado por el hablante, por ejemplo al decir qarïwa <yo cansaré> o
qariñäniwa <nos vamos a cansar> está dando por hecho la vivencia posterior. Esto parece
indicar que la memoria no solo trae lo anterior sino anticipa lo ulterior (es intencional).
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Con los variados sufijos (derivativos y aspectuales) es claro que kuti no es solo <repetir invertidamente>
sino que hay múltiples formas de retorno: kutxataña <regresar sobre lo venido>, kutjaña <doblar (a otro
lado)>, kutitataña <recuperar>, kuttaña <tornar arriba>, kutkataña <contestar>, kutt’aña <apegarse al
regreso>, kutiyaña <devolver>, kutiniña <volver (después de haber ido)>, etc.
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Los sufijos flexivos de tiempo y persona verbal (a los que se une el sufijo -wa) son los siguientes. En
tiempo presente/pasado: -tha (por ejemplo amuyth-wa <yo comprendo>), -ta (amuyta <tú comprendes>), -i
(amuyi <él comprende>), -tan (amuytan <nosotros comprendemos>). En pasado experimentado: -yä-tha
(yatiyätha <yo sabía>), -yä-ta (yatiyäta <sabías>), -¨na (yatïna <él/ella sabía>), -yä-tan (yatiyätan
<sabíamos>). En pasado no experimentado: -tä-tha (yatitätha <yo había sabido>), -tä-ta (yatitäta <habías
sabido>), -tayna (yatitayna <él había sabido>), -tä-tan (yatitätan <habíamos sabido>). En futuro: -¨ (uñjä
<veré>), -¨ta (uñjäta <verás>), -ni (uñjani <verá>), -ñäni (uñjañäni <veremos>).
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El evidencial enfático (marcado por el sufijo -ya) subraya y acentúa la validez de lo enunciado (resaltando
su autoridad) o insiste ante lo inusitado, p.e. jutiya <viene pues> o jumaya <tú pues>. El corroborativo (-pï)
ratifica (nuevamente) ante el pedido de confirmación, p.e. jutipï <viene (te aseguro)>.
Aparte, podrían formarse otros tiempos compuestos a partir de los tiempos básicos
combinándose con algunos flexivos de aspecto, como los sufijos inferencial -pacha (como
churpachawa <él/ella ha debido dar>), el dubitativo -chi (como el no-involucrador o de
resignación jaqichxakchiñäniya <tendremos que casarlos nomás>) o los sufijos de modo
potencial (que da lugar al desiderativo o deseo contra los hechos). Entonces puede haber
otras modalidades del presente, de los pasados y del futuro.