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Cuando se vive en carne propia la crueldad y dureza de la

pandemia creada por los amos del mundo, seguro para mejorar
sus propios intereses, se puede hablar con plena seguridad.
Ojalá, a muchos de mis contactos que creen en la estúpida ficción
de la nueva presencialidad, montada para aplacar a los medios
-que no paran porque son CRIMINALES de la peor calaña-, se les
caiga esa fachada y puedan ver la realidad.
Si tus hijos van a escuelas privadas, pensá que los que vamos a las
públicas... Algunas, sin siquiera aulas ventiladas según el
protocolo.

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