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y la sexualidad en Centroamérica
Prepared for delivery at the 2017 Congress of the Latin American Studies
Association, Lima, Perú, Abril 29 – May 1, 2017
Subjetividades en disputa: geopolítica del género y la sexualidad en Centroamérica
A manera de introducción
1
Doctor en Estudios Internacionales en Paz, Conflictos y Desarrollo; Especialista en Género y Sexualidad y
Licenciado en Ciencias de la Educación. Sus líneas de investigación son Estudios de Paz, Violencia y Estudios LGBT en
Centroamérica. Cuenta con experiencia en la gestión de proyectos para el desarrollo comunitario y docencia. Email:
amaral.palevi@gmail.com
El territorio comúnmente llamado como Centroamérica, América Central e Istmo
Centroamericano no tienen sentido histórico o territorial, sino se tiene en cuenta el factor
geopolítico en el análisis de esos conceptos (Granados, 1985). Este pequeño territorio que
une continentes y separa mares ha estado al centro de diversos intereses geopolíticos de las
mayores potencias del hemisferio occidental durante más de 500 años. Veámoslo
realizando un rápido recuento desde la invasión española hasta la injerencia de Estados
Unidos en el contexto de la Guerra Fría.
En su momento, lo que fue llamado como la Capitanía General de Guatemala o
también denominado como Reyno de Guatemala, tuvo una gran importancia para los
intereses coloniales españoles, no por la riqueza encontradas en su territorio, si no por su
posición geográfica de Istmo. Al percatarse de la existencia del Océano Pacífico, la mar del
sur, se emprendió la tarea de encontrar un paso que conectará los dos mares. Este paso
natural no existe, pero se encontraron dos posibles rutas: la angostura de Panamá-la
principal y el Lago de Nicaragua con el Río San Juan-la secundaria. Aunque la ruta de
Nicaragua presentaba la facilidad de conectar por vía fluvial utilizando el Lago de
Nicaragua y el Río San Juan; resultaba ser más práctico realizar la conexión entre los dos
océanos por medio de una travesía a pie por la angostura de Panamá. Así tenemos que por
Panamá llegaron, atravesaron y se embarcaron las riquezas saqueadas de los territorios que
colindaban con el Océano Pacífico. Panamá fue un punto de vital importancia para el
proceso de exfoliación emprendido por España, y como tal debía de ser protegido; ya que
existió la amenaza constante inglesa y francesa de interrumpir el paso de los productos del
nuevo continente para el territorio Español que después pasaban hacia los demás países de
Europa.
En toda la época colonial española, tanto Inglaterra como Francia realizaron
diferentes maniobras para perjudicar el flujo comercial que se realizaba desde Panamá para 2
la península Ibérica. Los piratas (Inglaterra) y los corsarios (Francia) fueron las principales
acciones que se ejecutaron para capturar cargamentos de materias primas y minerales que
salían de Panamá. La segunda acción, más estratégica, fue la colonización de los territorios
que los españoles no consideraban de importancia para su proceso de exfoliación. Estos
territorios, principalmente, fueron las islas menores del Caribe y en el caso de
Centroamérica las costas del Mar Atlántico desde Guatemala hasta Costa Rica. Este
proceso tendrá repercusiones en los siglos venideros.
Con la obtención de la independencia y la constitución de la breve unidad política
federal de las Provincias Unidas del Centro de América, Inglaterra entra de lleno a
concretizar sus intereses geopolíticos en la región: conectar los dos océanos. España ya no
representaba una amenaza para los intereses expansionistas e imperialista de Inglaterra en el
siglo XIX, ahora el interés de Inglaterra ya no era realizar piratería en la región, sino que
concretizar la construcción de un Canal que uniera los dos océanos y permitiera el tráfico
de la flota inglesa y sus mercancías en un tiempo menor. Para tal acción, Inglaterra había
tomado en forma de protectorado un amplio territorio de Nicaragua: la Misquita. La
dominación de este territorio permitía tener control de cualquier acción que se realizara en
contra de los intereses ingleses de poseer el paso entre los dos océanos. Éste en ese
momento se vislumbraba ser construido en Nicaragua. En ese mismo siglo se observa el
ascenso de una potencia que encara al territorio centroamericano como su área natural de
influencia: Estados Unidos.
Estados Unidos en el siglo XIX entra a la competencia de creación de un canal en
Centroamérica que le permitiera tener un paso más rápido de las mercancías que se
producían entre ambas costas del país. Para concretizar este fin tuvo que desplazar del
territorio geopolítico de Centroamérica a Inglaterra. Posteriormente, tomó pose en forma
de “protectorado” a toda Nicaragua para evitar cualquier dificultad interna o externa para la
construcción del canal interoceánico en el territorio nicaragüense. En los albores del siglo
XX, con el desarrollo técnico y una mejor perspectiva de éxito en la construcción de un
canal en el territorio de Panamá, Estados Unidos “colabora” con la independencia de
Panamá de Colombia y a cambio recibe el uso de una franja de tierra para la construcción
del canal. El canal de Panamá, después de ser construido aumentó su importancia
geopolítica para Estados Unidos, ya que la mayoría de rutas comerciales estadounidenses
hacen uso de él.
En la década de 1960, con el gane de la revolución cubana, entra en juego otro
actor: El Bloque Soviético. Centroamérica se transforma en un escenario cruel de la Guerra
Fría entre los bloques de superpotencias. La injerencia del bloque comunista promueve un
fortalecimiento de las organizaciones políticas de izquierda. Estas a su vez promueven
demandas para modificar las estructuras políticas, económicas, sociales y culturales de los
diferentes países de Centroamérica. Al no obtener resultados de las demandas por vías
pacíficas y democráticas, se opta por la lucha armada como medio para la toma del poder.
Se declara la guerra en Guatemala (1976), en Nicaragua (1979) y en El Salvador (1980).
Nicaragua fue el único de los tres países en el que se concretizó el triunfo de una
revolución armada promovida por la izquierda política.
Ante esta dinámica que afectaba directamente a los intereses geopolíticos de
Estados Unidos, se inició en la década de 1960 un plan para “ayudar” a salir del
subdesarrollo a los países de Centroamérica, para evitar que fueran influenciados por el
bloque soviético. Cuando la “ayuda” para el desarrollo no fue suficiente para contener el
avance de ideas de izquierda en la región y su evolución, cuasi natural, a frentes guerrilleros
que amenazaban con derrocar a los gobiernos autoritarios; Estados Unidos pasó a apoyar
económicamente y logísticamente a los gobiernos represivos para hacer frente a los
movimiento insurgentes en los países que se había declarado en guerra. Por otra parte,
ejerce un dominio sobre Honduras como pivote para una eventual invasión de ser 3
necesario a los tres países envueltos en enfrentamientos armados; y a Costa Rica se le
construyó como “modelo de paz” para mostrar a sus repúblicas hermanas que con la ayuda
estadounidense se puede alcanzar el desarrollo, y para finalizar en Panamá se reforzó la
militarización de la zona del canal para salvaguardar sus intereses geopolíticos de la región.
La finalización de las guerras y con la puesta en marcha de procesos de democratización en
la década de 1990, se asume el triunfo político de los intereses capitalistas en la región.
Unido a lo anterior, pero invisible sino no se sabe observar adecuadamente,
Centroamérica es también un territorio donde se encuentran en plena disputa nuevas
guerras, en este caso “guerras del sexo” (Rubin, 1989) que son promovidas por discursos
internacionales conservadores y obtienen respuesta por medio de discursos y acciones de
resistencia sobre género y sexualidad. En ambas situaciones obtenemos en primer lugar la
construcción de subjetividades al interior de cada Estado y la eliminación de los cuerpos
más frágiles y débiles que no logran resistir a los embates y contiendas entre estos dos
metarelatos en riña. Para analizar esta situación, se presentaran dos casos paradigmáticos
que visibilizan como los discursos internacionales entran en disputa en los cuerpos-
territorios de la población salvadoreña: aborto y matrimonios entre personas del mismo
sexo.
En los 7 casos brevemente narrados, existen algunos patrones importantes para ser
mencionados. Llama la atención que los embarazos en algunos casos fueron productos de
violencia sexual y que varias que las mujeres habían sido víctimas de violencia sexual en
forma reiterada. El perfil de las mujeres encarceladas por parto extra-hospitalario son de
escasos recursos económicos, del área rural o urbano marginal, con una escolaridad baja, y
con una situación laboral precaria o inexistente. Por la ausencia de las figuras masculinas en
los procesos judiciales, se puede observar la persistencia de patrones de género
tradicionales o machistas, en estos casos los hombres se alejan de lo que se supone ser de
responsabilidad natural de la mujer: el embarazo, el cual es colocado exclusivamente en la
esfera de lo femenino (Martín-Baró, 1983 [2012]).
En todos los casos se muestra poca autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos y
su sexualidad, los que están supeditados, vigilados y controlados por normas familiares y
sociales. Respecto a la familia se observa la existencia de amenazas de retirar su apoyo si
existe un embarazo, esta situación conlleva a que se oculte el embarazo por ese temor
infundado de perder el apoyo de la familia. Entre las normas sociales, la pena y el qué dirán
de la sociedad, está presente intertextualmente en el silencio de las mujeres respecto a su
embarazo no deseado y parto extra-hospitalario
Los embarazos descritos en los casos anteriores se pudieron evitar si existieran
procesos educativos integrales de la sexualidad. Pero estos han sido sistemáticamente
atacados y prohibidos por parte de los mismos poderes conservadores y sus discursos
contra todo mecanismo que conlleve a procesos de conciencia y autonomía de las mujeres
para decidir libremente sobre sus cuerpos, sus placeres y deseos.
Con las reformas al Código Penal y la Reforma a la Constitución, desde los sectores
conservadores consideraban no el fin de su cruzada sino el inicio de ella. En 2001, la
alianza entre los grupos de Sí a la Vida y la Iglesia Católica promueven la censura y no
publicación de manuales de Educación Sexual elaborados por el Ministerio de Educación y
apoyados por la Organización Panamericana de la Salud, el Fondo de las Naciones Unidas 13
para la Infancia (UNICEF) y la Agencia de Cooperación Alemana; por considerarlos
demasiado explícitos (Serrato, 2013). Después de esta acción, el tema del aborto entra en
cierto olvido en los discursos políticos. No obstante, entra en escena una nueva guerra del
sexo que pondrá su foco en la población de lesbianas, gay, bisexuales y personas trans
(LGBT) a través de los procesos de reforma constitucional para restringir
discriminatoriamente el acceso a las instituciones civiles de matrimonio, uniones no
matrimoniales y la adopción por parte de personas del mismo sexo.
Hablar sobre matrimonio entre personas del mismo sexo al interior de El Salvador
se puede datar un posible inicio en el año 1998. En junio de 1998 se presenta una nota
como tema de actualidad donde se reflexiona sobre el matrimonio entre homosexuales
(Buckley, 1998). Esta nota es una reproducción al español de su original publicado en
Estados Unidos posiblemente. La nota en cuestión habla sobre las mudanzas sociales y los
dilemas que conlleva que una pareja del mismo sexo no pueda acceder a la institución civil
del matrimonio y todos los derechos que ella conlleva. Se manifiesta que el candidato a
alcalde de la ciudad de Nueva York Rudy Giuliani afirmó que apoyaría leyes municipales de
matrimonio para homosexuales en su futura gestión. También se presenta las palabras del
Cardenal John O’Connor que se posiciona en contra de esa medida. Al finalizar la nota se
deja de manifiesto que la inclusión de homosexuales para que puedan casarse, es una
cuestión de Derechos para que estén en igualdad de condiciones con los demás ciudadanos
y no sean tratados como de segunda clase.
En el año 2000, se presenta un caso mediático sobre una boda entre hombres
(Ortiz, 2000). El 13 de mayo de 2000, Perla Lins y Cristian Vladimir Chirino realizaron un
acto que le denominaron como matrimonio al interior del municipio de San Juan
Nonualco. Este acto llamó la atención, no sólo de los habitantes de ese municipio costero,
sino también de las autoridades judiciales, ya que se presentó un requerimiento de
investigación por el delito de contraer matrimonio ilegalmente asumiendo el uso de
documentos falsos de identidad y la ilegalidad de la ceremonia civil. Al no tener ninguna
prueba que validara la denuncia hecha por el fiscal del caso, esta fue desestimada afirmando
que los inculpados no habían cometido ningún tipo de delito. Este caso no promovió
ningún cuestionamiento del orden jurídico en el país, a lo mucho pudo ser catalogado
como algo exótico, carnavalesco o ridículo. Las alarmas de los sectores conservadores se
activan, no por este caso, sino por proceso que iniciaría el siguiente año en los Estados
Unidos, en específico en Massachusetts.
En 2001, la abogada Mary Bonauto acepta llevar el caso de siete parejas de
homosexuales a quienes se les había violado el principio constitucional de Igualdad al negar
el derecho al matrimonio en el Estado de Massachusetts. Al mismo tiempo se desarrollan
una serie de acciones y un activismo beligerante para incidir en la opinión pública sobre la
igualdad de derechos que personas homosexuales deben de tener y a que no se solicita
derechos especiales o particulares, sino que las mismas condiciones de derechos al igual que
cualquier otro ciudadano o ciudadana. El 4 de marzo de 2003, Mary Bonauto presenta sus
alegatos a favor del matrimonio para todos ante los siete jueces del Tribunal Supremo de 14
Massachusetts. El 18 de noviembre de 2003, Margaret Marshall, hace pública la votación, 4
contra 3, a favor de los demandantes. Esta decisión histórica obligó al Estado de
Massachusetts a reconocer el derecho al matrimonio a todas las parejas que desearan
ejecutar ese acto jurídico, independientemente del sexo de los conyugues (Martel, 2014, p.
77-92)
Esta decisión marca un hito histórico en la lucha por el reconocimiento de
derechos de las personas homosexuales al interior de Estados Unidos. Los conservadores
reaccionaron con una onda en los Estados del Sur y el Medio Oeste de Estados Unidos
para realizar referéndums para limitar el matrimonio a un hombre y una mujer (Martel,
2014, p. 97-98). Estos hechos tuvieron su eco en diferentes lugares del mundo, incluyendo
El Salvador donde se manifestó que:
Esta semana dio la vuelta al mundo la noticia de que el Estado de Massachussets aprobaba el
matrimonio entre personas del mismo sexo, para complacer las quejas de varias parejas que decían
sentirse marginadas.
Si no fuera tan grave, daría risa lo absurdo del argumento, ya que igual puede sentirse marginado
el feo, chato, peludo, musungo, trompudo y prieto, en un país en que el patrón de belleza es el
rubio, ojos azules, boca fina, pelo liso y nariz respingada (Guevara, 2003).
Estas palabras promueven, en primer lugar homogenizar la idea que el acceso al
matrimonio era la principal apuesta política de las personas LGBT en todos los países
culturalmente occidentales, sin tomar en consideración las condiciones particulares de vida
de toda la población de lesbianas, gay, bisexuales y trans en contextos nacionales
específicos. Por ejemplo en El Salvador de 2003, William Hernández, Director Ejecutivo
de la Asociación Entre Amigos primer colectivo organizado de personas salvadoreñas
LGBT manifestó que como organización salvadoreña no respondían “[…] ante la
globalización del mundo gay sobre el derecho de la pareja, al matrimonio, a la adopción...
que bueno, son temas que deben de discutirse pero que no son prioridad en este
momento” (Arauz & Guevara, 2003). A pesar de esa posición, las corrientes conservadoras
comenzaron a realizar injerencias para evitar cualquier brecha que permitiera una
posibilidad de reconocimiento legal del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Siguiendo los discursos públicos emitidos en los principales periódicos del país se
observa la creación de un nuevo “pánico moral” sobre la posible realización de
matrimonios de personas del mismo sexo en el país. Este nuevo pánico moral comienza a
ser producido por los grupos fundamentalistas pro-vida, en especial por Julia Regina de
Cardenal. En 2003 emitió una serie de posicionamientos públicos que atacaba a los
procesos internacionales de reconocimiento del Derecho Humano a la orientación sexual al
interior de las Naciones Unidas y por tal motivo menciona la necesidad de utilizar un
lenguaje de tolerancia para no caer en la trampa del “movimiento gay internacional” está
orquestando de crear “derechos especiales” y todo aquel que esté en contra ser catalogado
como discriminador (Cardenal, 2003a). En un segundo escrito relacionó a la
homosexualidad y las pretensiones de matrimonio entre personas del mismo sexo como
una agenda comunista para destruir la familia (Cardenal, 2003b). En un tercero, relaciona a
los grupos homosexuales como “[…] radicales que claramente demuestra quiénes son los
que quieren imponer su conducta desordenada” (Cardenal, 2003c), mencionado fuera de
contexto las palabras irónicas de Michael Swift escritas en 1987 al interior de una revista
gay sobre unas supuestas metas del movimiento gay. Además hace un llamado de alerta 15
ante el avance de los homosexuales al interior de las cumbres mundiales de la ONU
(Cardenal, 2003c). Estos escritos sientan una base de polarización entre lo nacional –
buenas costumbres, moral e identidad cultural- y lo internacional –depravación, perversión
y libertinaje-. Esta dicotomía será accionada constantemente para justificar el rechazo a los
cambios y mudanzas sociales que están ocurriendo en otros países sobre el acceso de
personas LGBT a instituciones civiles como el matrimonio y el pleno respeto de sus
Derechos.
Por el peso cultural que ejercen los Estados Unidos sobre el país, no es extraño que
sea el principal foco donde se dirijan los ataques sobre esos “derechos especiales” que están
surgiendo. En el año 2004 se publica una nota sobre las acciones ejecutadas por los
Estados del Sur y el Medio Oeste de Estados Unidos para impedir la posibilidad del
matrimonio en sus territorios (El Diario de Hoy, 2004). Entre líneas la nota periodística
habla sobre un “rechazo popular y general” a la posibilidad de que personas del mismo
sexo se casaran. Esa percepción es la que se inició a construir al interior del país. En el año
2005, se reproduce un artículo del The New York Times, en él básicamente se reflexiona
sobre las modificaciones culturales que significa aceptar las bodas gay en este momento
histórico (Krauss, 2005). El artículo al ser extraído de su contexto, apoya el proceso de
pánico moral que se está organizando a nivel local, ya que se resaltan los supuestos
impactos que podrían modificar el sistema tradicional vigente de la sociedad conservadora
salvadoreña.
Ahora observemos la concretización de ese pánico a nivel local. En el año 2005 se
presenta una nota titulada “Sáenz llama de “farsa” a matrimonios gay” (Cruz, 2005). En la
nota se muestra la posición del Arzobispo de San Salvador sobre los matrimonios entre
personas del mismo sexo, a los que calificó como una farsa. Porque la esencia del
matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer. La narración de Sáenz, aparte de
articular el discurso tradicional de la Iglesia Católica, se posiciona contra la ratificación de la
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer
(CEDAW), ya que esta abre la puerta para el matrimonio entre personas del mismo sexo y
como tal los Diputados deben de estar atentos ante esta situación. Además expresa que
existe presión por organismos de las Naciones Unidas (ONU) para que no existan reservas
legales para ciertos asuntos, como el matrimonio entre personas del mismo sexo. En esta
nota se presentó una contextualización regional sobre esa temática, ya que se introduce la
reforma constitucional realizada en Honduras que prohíbe las uniones entre personas del
mismo sexo.
Honduras resulta ser un caso paradigmático en la región por ser el primer país que
prohibió las uniones entre personas del mismo sexo, por medio de una reforma
constitucional. El 28 de octubre de 2004, en el Congreso Nacional vota por unanimidad la
reforma constitucional que prohíbe el matrimonio y la adopción por parte de parejas del
mismo sexo. Esta reforma fue ratificada el 29 de marzo de 2005. En el transcurso de 5
meses se ejecutó esta reforma que niega derechos a las personas LGBT en Honduras. El
texto constitucional reformado es el siguiente:
Artículo 112. Se reconoce el derecho del hombre y de la mujer, que tengan la calidad
de tales naturalmente, a contraer matrimonio entre si, así como la igualdad jurídica de
los cónyuges. 16
Sólo es válido el matrimonio civil celebrado ante funcionario competente y con las
condiciones requeridas por la Ley.
Se reconoce la unión de hecho entre las personas igualmente capaces para contraer
matrimonio. La Ley señalará las condiciones para que surta los efectos del
matrimonio.
Se prohíbe el matrimonio y la unión de hecho entre personas del mismo sexo.
Los matrimonios o uniones de hecho entre personas del mismo sexo celebrados o
reconocidos bajo las leyes de otros países no tendrán valides en Honduras.
Artículo 116. Se reconoce el derecho de adopción a las personas unidas por el
matrimonio o la unión de hecho.
Se prohíbe dar en adopción niños o niñas a matrimonios o uniones de hecho
conformados por personas del mismo sexo. La Ley regulará esta institución.
(Asamblea Nacional Constituyente, 1982 [2014]).
En el año 2016, María Teresa recupera su libertad tras realizar una revisión de la
sentencia por parte del Tribunal Tercero de Sentencia de San Salvador a petición de la Sala
de lo Penal, la anterior determinó debilidades en la autopsia al cadáver y no se establecieron
elementos probatorios que determinaran que María Teresa había matado a su hijo (BBC 31
Mundo, 2016). Como tal, las acciones de la campaña se centran en dar a conocer y
humanizar las historias de cada una de las 17 condenas por partos extra-hospitalarios que
son catalogados como abortos y procesadas por homicidios agravados. Esta acción trata de
retirar el estigma de “abortista” que conjunta categorías como criminal y pecadora las
mujeres encarceladas.
En contra partida los sectores conservadores en julio de 2016 presentaron una
petición de reforma al Código Penal para que aumente la pena de cárcel de 30 a 50 años,
cuando se compruebe que es un aborto. En la práctica esta pena se aplicará a todas aquellas
mujeres pobres que hacen uso del sistema público de salud y en este se detecta cualquier
síntoma que indique una anomalía en el proceso de gestación. Esta propuesta intenta
reforzar el estigma de criminal contra aquellas mujeres que hayan experimentado un parto
extra-hospitalario causado por una emergencia obstétrica que no tengan las condiciones
económicas para ser tratadas en el sistema privado de salud. El ir o no a la cárcel depende si
se recibe asistencia médica en una institución privada o pública, y esto depende de la clase
social y los ingresos económicos de las mujeres principalmente.
En medio del Caso Beatriz, en mayo de 2013 aparece nuevamente un intento de
ratificación de la reforma para prohibir matrimonios entre personas del mismo sexo. Esta
vez, y como fue anunciado por el Diputado Parker, contra puso su interés para ratificar la
reforma sobre el interés del FMLN de promover el Derecho al Agua y la Alimentación a
nivel constitucional. Como se afirma en la novela Heterocity, los partidos conservadores
aguardan coyunturas políticas adecuadas para convertirlas en una piezas de trueque,
utilizando “los derechos civiles de grupos marginados y discriminados como estrategia para
negociar “combos” y otras burlas burlescas similares” (Orellana, 2011, p. 61). Este intento
no fructificó.
Posteriormente, entre diciembre de 2013 y enero de 2014 se realizaron diferentes
marchas para demandar la ratificación de la reforma, entregando una solicitud al partido
ARENA para que sea el punto de partida para la nueva arremetida de intento de
ratificación. El 7 de enero de 2014, el grupo parlamentario de ARENA presenta la petición
a la Asamblea Legislativa para ratificar la reforma. En febrero de 2014 se llevó a votación
nuevamente la ratificación de la reforma, obteniendo únicamente 19 votos, por lo cual fue
envía al archivo por seis meses más (Choto, 2014). Esta votación muestra claramente que el
tema sólo tiene interés al finalizar cada periodo legislativo, ya que al fragor de las campañas
electorales los diputados conservadores hacen uso de la ratificación de la reforma para
llamar al electorado fundamentalista religioso y conservador para que les den sus votos. Y
siguiendo el modus operandi de las anteriores aprobaciones de la reforma, el 16 de abril de
2015 se aprueba por cuarta vez la reforma, sin cambios respecto a las anteriores propuestas
votadas (2009 y 2012), para que sea ratificada en la próxima legislatura (Asamblea
Legislativa de la República de El Salvador, 2015).
Reflexiones finales
Bibliografía