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Cien notas de Agustín

Agustín Gordillo

Cien notas de Agustín


Notas asistemáticas de un lustro de jurisprudencia
de derecho administrativo

www.gordillo.com

FUNDACIÓN DE DERECHO ADMINISTRATIVO

Buenos Aires
1999
1° edición, 1999

El cuidado de esta edición estuvo a cargo de SELVA DIPASQUALE

I.S.B.N.: 950-9502-21-9

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Dedicado

En elogio a la Justicia

Con admiración y agradecimiento,


a los amigos y colegas del Poder Judicial
que liberal y democráticamente,
haciendo honor al Estado de Derecho,
me soportan con estoicismo
estas notas de
Agustín

7
8
ÍNDICE
Caveat emptor................................................25
1. La creciente internacionalización del
derecho y sus efectos
Cafés La Virginia, CSJN, LL, 1995-D, 277...............................31

2. ¿Una excepción a la ley 24.447?


Birt, CSJN, LL, 1995-D, 292......................................................33

3. Privación sistemática de justicia en la


Provincia de Buenos Aires
Cores Ponte, CSJN, LL, 1995-D, 1299......................................36

4. El caso de los bonos “duplicados” y “apócri-


fos”
Caja de Valores S.A.,CSJN, LL, 1995- D, 300..........................38

9
5. Consejo para amparistas. Medio ambiente
Schroder, CNFed CA, sala III, LL, 1995-D, 304......................39

6. Amparo por mora y derecho a una decisión


fundada
Donati,CNCiv., sala B, LL, 1995-D, 306..................................42

7. La sentencia en el amparo por mora:


alcances, recursos
Bustos, CNFed CA, sala III, LL, 1995-D, 311..........................44

8. ¿No al informalismo y desregulación


aduanera?
Glaxo,CNFed CA, sala III, LL, 1995-D, 316............................47

9. ¿Pedir la suspensión en sede administra-


tiva antes que judicial?
EDESUR S.A., CNFed CA, sala II, LL, 1995-D, 316...............49

10. La culpa en la infracción administrativa


Giocattoli, CNFed CA, sala IV, LL, 1995-D, 319.....................50

11. Ninguna clase de hombres...


Horvath, CSJN, LL, 1995-D, 718..............................................51
1. Las múltiples discrepancias.......................51
2. El devenir del tiempo.................................52
3. El “ojo del cazador”.....................................54
4. El imposible nuevo juicio...........................55

10
12. ¿El decreto como fuente en materia de
ahorro obligatorio?
Rodhel, CNFed CA, sala II, LL, 1995-D, 768.......................57

13. Un viejo voto en disidencia en materia


de ahorro obligatorio
Argal, CNFed CA, sala II, LL,1995-D, 770.........................58

14. Intrusos y ex concesionarios en in-


muebles del Estado
FE.ME.SA., CNFed CA, sala III, LL, 1995-E, 491.................59

15. La corporación de las paradas de diarios


Vázquez, CNFed CA, sala III, LL, 1995-E, 498.......................61

16. La implacable tasa de justicia


Rinaudo, CNFed CA, sala III, LL, 1995-E, 503.....................63

17. Automóviles para discapacitados


Bähr, CNFed CA, sala I, LL, 1995-E, 505...........................66

18. La legitimación en el amparo: asocia-


ciones, cooperativas, derechos de incidencia
colectiva.
Consumidores Libres Coop. Ltda Prev. Serv. de Acc. Com.
c/ Estado Nacional -Dto. 702/95- s/ amparo ley16.986,
Juzg. Fed. CA n° 9, LL, 1995-E, 516.....................................67

19. Cómo NO cobrar honorarios profesiona-


les de un Banco
Arrizabalaga, CNFed CA, sala IV, LL, 1996-A, 619...............72

11
20. La prescripción penal de una multa
administrativa
Hirschen, CNFed CA, sala IV, LL, 1996-A, 625......................73

21. La tasa de justicia de otras entidades de-


scentralizadas que las autárquicas stricto
sensu
Incidente de Tasa Ferrocarriles Argentinos S.A. c/ Sol
Minera S.A., CNFed CA, sala II, LL, 1996-A, 629...................77

22. Nuevos argumentos para la innecesarie-


dad del reclamo administrativo previo
Calzar, CNFed CA, sala II, LL, 1996-A, 633............................79

23. El interés legítimo en el amparo por


mora
Luis y Gómez, CNFed CA, sala II, LL, 1996-A, 637.................80

24. Las suspensiones de juicios


Rosso, CNFed CA, sala II, LL,1996-A, 643..............................83

25. No es necesario pedir la suspensión en


sede administrativa antes que judicial
Aguas Argentinas S.A. c/ Ente Tripartito de Obras y
Servicios Sanitarios s/ proceso de conocimiento,
CNFed CA, sala I, LL, 1996-A, 646...........................................85

26. A la fecha de la sentencia


Chocolate Modas, CNFed CA, sala I, LL, 1996-A, 646...........86

12
27. Veinte mil boletos mínimos
Empresa de Transportes Pedro de Mendoza C.I.S.A.
(L 29) c/ Comisión Nac. de Trans. Aut. - Resol.
C.N.T.A. N° 499/94, CNFed CA, sala II, LL, 1996-B, 505......87

28. Sorteando el artículo 43


Confederación Unificada Bioquímica de la R. Arg.,
CNFed CA, sala II, LL, 1996-B, 517.........................................88

29. El usuario y la estrategia judicial


telefónica
Garrido, CNFed CA, sala II, LL, 1996-B, 520..........................92

30. Validez y eficacia del acto administra-


tivo
Frávega, CNFed CA, sala I, LL, 1996-C, 30.............................93

31. Enargas: interpretación restrictiva de su


“jurisdicción”
Y.P.F. c. Enargas, CNFed CA, sala I, LL, 1996-C, 36.............95

32. Privación sistemática de justicia 2 (dos)


en la provincia de Buenos Aires
Transporte del Oeste S.A.c. Municipalidad de Merlo,
CS, LL, 1996-C, 39......................................................................96

33. Rechazo in limine litis del amparo


Toscano, CNFed CA, sala I, LL, 1996-C, 41.............................96

34. Por un formulario


War Car., CSJN, LL, 1996-C, 436.............................................99

13
35. In memorian
Tarnopolsky, CNFed CA, sala III, LL, 1996-C, 438..............100

36. Facultades reglamentarias de los entes


reguladores
Edenor S.A. c. Estado nacional (Secretaría de Energía),
CNFed CA, sala I, LL, 1996-C, 445........................................100

37. No procede excepción de espera por


recurso pendiente
Banco Central c. Rota, Pedro C.,
CNFed CA, sala III, LL, 1996-C, 454.....................................103

38. La práctica administrativa


Rava, Marta I. c. Estado nacional
(Fiscalía de Investigaciones Administrativas),
CNFed CA, sala I, LL, 1996-C, 457........................................104

39. El sorteo de causas y otros dilemas


forenses de hoy
Acordadas de la CNFed CA, LL, 1996-D, 96.........................106
1. Turno y sorteo de causas adminis-
trativas..........................................................106
2. El sorteo y la recusación sin causa
por el Estado................................................107
3. Hacia la delegación legislativa al Poder
Judicial........................................................110
4. El peligro del exceso en la legítima
defensa...........................................................111
4.1 La poquísima cantidad de jueces.....111
4.2 ¿Peligrosidad de la propuesta?........112

14
4.3 La cantidad de causas........................114
4.4 La variante justiciera.......................114
5. Hacia la Justicia computada.................115
6. Al final: el comienzo...............................116
7. Flashback: 1997.......................................117
40. Derecho adquirido y derecho ejercido
Caja de Crédito Impulsora Soc. Coop. Ltda. c. Talleres
Navales y Terrestres Magallanes y otros, CNFed CS,
sala I, LL, 1996-D, 120............................................................117

41. Los hechos del caso y los contratos


administrativos
Sideco Americana S.A. y otro c. Comisión Nac.
de Energía Atómica, CNFed CA, sala I,
LL, 1996-D, 122......................................................................120

42. Cautelar autónoma


Tienda León, Manuel S.A. c. Estado nacional
—Fuerza Aérea Argentina—, CNFed CA, sala III,
LL, 1996-D, 127....................................................................122

43. Los límites del mérito o conveniencia


Pérez de Aonzo, Alicia I. c. Instituto de Serv. Soc.
Bancarios, CNFed CA, sala I, LL, 1996-D, 128....................123

44. Inconstitucionalidad en el amparo


Pérez, Ana c. Ministerio de Cultura y Educación,
CNFed CA, sala III, LL, 1996-E, 97.......................................124

15
45. Excepción de defecto legal y rechazo de
amparo in limine litis
Peralta, Domingo O. c. Secretaría de Seguridad Social,
CNFed CA, sala II, LL, 1996-E, 106.............................125

46. El amparo como cautelar autónoma


innovativa
Ybáñez, CNCiv, sala C, LL, 1996-E, 109............................125

47. Dos filosofías y dos percepciones fácticas


en materia previsional
Bourlot, R.A. c. Estado Mayor del Ejército,
CNFed CA, sala I, LL, 1996-E, 111........................................126

48. El control judicial de la actividad admi-


nistrativa del Poder Judicial y la intangibi-
lidad de las remuneraciones de los jueces
Costa, CNFed CA, sala V, LL, 1996-E, 115..........................127

49. Informalismo y amparo por mora


Rodríguez Fuchs, CNFed CA, sala II, LL, 1997-A, 81..........129

50. Amparo: nunca, jamás


Deutz Argentina, CNFed CA, sala V, LL, 1997-A, 82...........130

51. ¿Cuánto vale un amparo por mora ?


Garín, CNFed CA, sala III, LL, 1997-A, 84...........................131

52. El costo de ser expropiado


DNV, CNFed CA, sala III, LL, 1997-A, 88.............................132

16
53. La interpretación a favor del consumidor
en el contencioso administrativo
Confiable, CNFed CA, sala II, LL, 1997-A, 92......................132

54. La regla de la competencia y la excepción


de la conexidad
Grisolía, CNCivil, LL, 1997-A, 95......................................133

55. El recurso de alzada no interrumpe el


plazo para la acción judicial
Pereyra de Ferreyra, CFApel Resistencia, LL, 1997-A, 99...133

56. No procede el reclamo administrativo


previo cuando se cuestiona la constitucio-
nalidad de la ley.
Esso, CNFed CA, sala III, LL, 1997-A, 105..........................134

57. Antedatar sin costas


Bonfiglio, CNFed CA, sala III, LL, 1997-B, 405...................135

58. Otro trámite inútil


Vicente Robles, CNFed CA, sala I, LL, 1997-B, 406..............135

59. El plazo de gracia es solo para escritos


Pentamar, CNFed CA, sala I, LL, 1997-B, 418.....................137

60. Las ganancias sin límite objetivo alguno


Telintar, CSJN, LL, 1997-C, 320...........................................138

17
61. Las asociaciones de usuarios y la defensa
de los derechos de incidencia colectiva en
una acción declarativa de inconstituciona-
lidad
AGUEERA, CSJN, LL, 1997-C, 322......................................140

62. Control judicial de la función adminis-


trativa del poder judicial
Ballatore, CNFed CA, sala II, LL, 1997-C, 331.....................141

63. Hasta tanto una docente jubilada mejore


su fortuna
Bursztyn, CNFed CA, sala I, Doctrina Judicial, 1997-2,
211.....................................................................................143

64. La inconstitucionalidad es imprescripti-


ble, pero no los daños
Nóbile, CNFed CA, sala V, LL, 1997-C, 830..........................144

65. El moribundo amparo


Méndez, CNFed CA, sala I, LL, 1997-C, 843.........................145

66. Ley de defensa del consumidor


Hilu, CNFed CA, sala V, LL, 1997-C, 845.............................149

67. Demanda contra nadie


Copani, CNFed CA, sala III, LL, 1997-D, 693......................150

18
68. La acción declarativa de certeza como
proceso sumarísimo
Craviotto, CNFed CA, sala V, LL, 1997-D, 719.................151

69. La habilitación de feria no se da en la


instancia a quo
Marriott, CNFed CA, sala V, LL, 1997-D, 719..................152
1. El principio y sus consecuencias..............152
2. El origen del problema.............................154
3. Buscando soluciones................................154
70. La mora administrativa es materia
procesal administrativa
Fernández, CNFed CA, sala II, Doctrina
Judicial, 1997-2, 938..............................................................154

71. Responsabilidad administrativa para los


ex conscriptos
Centurión, CNFed CA, sala V, LL, 1997-E, 547..................155

72. La denegación del reclamo administra-


tivo previo no hace nacer el plazo de cadu-
cidad del artículo 25
Pesaresi, CNFed CA, sala V, LL, 1997-E, 560......................157

73. La revisión judicial de las tarifas y la


acción de defensa del consumidor
Incidente de apelación —Consumidores Libres Coop.
Ltda. y otro c/E.N.— Presidencia de la Nación y otro
s/sumarísimo, CNFed CA, sala V, LL, 1997-F, 265.........157

19
1. El antiguo vigente derecho y el
novísimo derecho.........................................157
2. El derecho a la revisión de las tarifas
es tanto de los concesionarios como de
los usuarios..................................................158
3. Las tarifas se pueden discutir por la
ley de defensa del consumidor....................159
4. El derecho a audiencia pública en
materia de tarifas telefónicas......................159
4.1 ¿La autolimitación administrativa?...160
4.2 La audiencia pública como princi-
pio constitucional...................................161
5. La amplitud en el otorgamiento de
medidas cautelares: una cuestión de
“honor de la justicia” (Juez ESTOUP), que
debe aplicarse “sin vacilaciones ni mur-
mullos” (BRAIBANT).......................................161
74. El órgano institución y no la persona
Estado como parte demandada en el amparo
por mora
Fernández Vidal, CNFed CA, sala V, LL, 1997-F, 288.........163

75. La administración pública como doble


agente de privación de justicia
Ojea Quintana, CNFed CA, sala IV, LL, 1997-F, 289..........164

76. Los derechos humanos no son para sino


contra el Estado
Arce, CSJN, LL, 1997-F, 696...................................................165

20
1. Primera conclusión. No los pueden
invocar los Estados, solo los individuos.....165
2. Segunda conclusión. Nos obligan en el
contexto de los demás tratados, y de lo
que dicen nuestros representantes.............166
3. Tercera conclusión. Nos obligan en
cuanto al tiempo razonable de un proceso...167
4. Esa reprobable constumbre de “confun-
dir” ley con decreto-ley.................................168
77. ¿Existe futuro después de la convertibi-
lidad?
TIM, CNFed CA, sala I, LL, 1997-F, 708...............................171

78. El dédalo administrativo en el amparo


por mora de la administración
Niers, CNFed CA, sala I, LL, 1998-A, 295...........................172

79. Morir de viejo esperando justicia


Martínez Alcorta, CNFed CA, sala I, LL, 1998-A, 296........173

80. La sustitución de la voluntad del órgano


controlado en una sanción disciplinaria
Cochlar Oscar Osvaldo c/ C.P.A.C.F.
CNFedCA, sala III, LL, 1998-A, 298..................................174

81. Los ápices frustratorios de las garantías


constitucionales de una sociedad demo-
crática
Adecua, CNFed CA, sala I, LL, 1998-B, 537..........................175

21
82. Ninguna justificación racional
El Ateneo, CNFed CA, sala II, LL, 1998-B, 554.....................178

83. Cuatro muertes: trescientos pesos


Dujovne Mario Abel c/ Prefectura Naval Argentina,
CNFed CA, sala III, LL, 1998-B, 559..................................180

84. Hábeas data


Díaz Cisneros, CNFed CA, sala I, LL, 1998-C, 372..............180

85. El principio de la audiencia pública


Defensor del Pueblo de la Nación c. Secretaría de Comu-
nicaciones, Juzg.Fed. CA n° 4, LL, 1998-C, 395...................183

86. La ley 24.283 no admite preclusión ni


límite temporal
Podestá, CNFed CA, sala I, LL, 1998-D, 200........................184

87. El Estado y sus órganos como demanda-


dos en los juicios en general y en el amparo
por mora
Masily, CNFed CA, sala V, LL, 1998-D, 207.......................184

88. Rechazo in limine de la acción de


amparo: que sea excepcional, no normal
Muñoz Ricardo, CNFed CA, sala V, LL, 1997-E, 561..........185

89. El incumplimiento del plazo del artículo


25 no puede resolverse de oficio
Chanapa, CNFed CA, sala V, LL, 1997-E, 550..................187

22
90. Acción declarativa de certeza para pedir
la inconstitucionalidad de un Decreto
Muñoz, Guillermo Andrés, CNFed CA, sala V,
LL, 1998-D, 210.....................................................................188

91. Una historia que no cierra: reparación


histórica vs. última ratio
Ceballos, CNFed CA, sala V, LL, 1998-D, 215......................191

92. La relación usuario-concesionario es de


derecho público pues no hay libre elección
del co-contratante
Becciu, CNFed CA, sala V, LL, 1998-D, 720.........................191

93. Los hechos del caso


Gamas, CNFed CA, sala V, LL, 1998-D, 721.......................193

94. La falta de “habilitación de instancia” se


precluye
Ulloa, CNFed CA, sala V, LL, 1998-D, 722...........................194

95. La competencia procesal administrativa


en los litigios contra los prestadores de
servicios públicos privatizados
Ferreyra, CNFed CA, sala V, LL, 1998-D, 725......................195

96. Problemas filosóficos de la responsabili-


dad del Estado, hoy y mañana
Janeiro de Giorgi, CNFed CA, sala I, LL, 1998-E, 523.........197

23
97. Amparo por mora contra el Poder
Ejecutivo nacional
Wolcken, CNFed CA, sala V, LL, 1998-E,539.......................198

98. La falta de audiencia por el concesionario


o licenciatario
Frade c. Metrogas, CNFed CA, sala III, LL, 1998-F, 337.....200

99. Un mínimo de actividad probatoria


ADECUA C. ENARGAS, CFed CA, sala IV,

LL, 1998-F, 338.....................................................................201

100. Control de razonabilidad


Cipriano, CFed. Mar del Plata, LL, 1998-F, 355................202

Notas a fallo, por diversos autores, apare-


cidas en el mismo período en el diario
LA LEY............................................................203
Colofón. Principales fallos citados.................221
Otras obras del autor..................................223

24
1. La creciente internacionalización del
derecho y sus efectos
Cafés La Virginia, CSJN,
LL, 1995-D, 277.

El fallo recuerda que por el principio de la


buena fe en la interpretación de los tratados
no es coherente sostener que un tratado “sólo
consagra un compromiso ético pero no jurídi-
co”, sino que crea auténticos “derechos y obli-
gaciones” (consid. 6º), con lo cual “La aplica-
ción por los órganos del estado argentino de
una norma interna que transgrede un tratado
—además de constituir el incumplimiento de
una obligación internacional— vulnera el prin-
cipio de la supremacía de los tratados interna-
cionales sobre las leyes internas” (consid. 8º);
“una ley que prescribiese disposiciones contra-
rias a un tratado o que hiciese imposible su
G ORDILLO

cumplimiento... sería un acto constitucional-


mente inválido” (cons. 10). El voto de BOGGIA-
NO avanza en recordar a JOHN JAY en cuanto a
que un tratado no puede ser alterado o cance-
lado unilateralmente, sino que debe serlo de
común acuerdo (consid. 21 y 22) y niega a
fortiori competencia al Congreso a derogarlo
por ley (cons. 23); por lo demás “los pactos se
hacen para ser cumplidos; pacta sunt servanda,
con lo cual carece de sentido postular, como
principio general, la posibilidad de su revoca-
ción unilateral. Ésta entraña incumplimiento
del acuerdo” (cons. 26); también invoca la ju-
risprudencia del Tribunal de Justicia de las Co-
munidades Europeas (cons. 29).
En su conjunto, el fallo sigue la inevitable
tendencia de aplicar el nuevo orden jurídico y
económico mundial, y el voto comentado avan-
za un paso más; aunque la terminología cues-
te, hay un orden jurídico supranacional.1 Poco
a poco deberemos acostumbrarnos a consultar
las colecciones de jurisprudencia supranacio-
nal, y no debemos tampoco olvidar que las opi-
niones consultivas de la Corte de San José son

1.1
En tal sentido, GORDILLO, Tratado de derecho adminis-
trativo, t. 1, Parte general, 5° ed., 1998, capítulos VI, VII,
XVI; t. 2, La defensa del usuario y del administrado, 3° ed.,
1998, caps. XVI y XVII; Después de la reforma del Estado,
2° ed., 1998, cap. IV; Derechos Humanos, 4a ed., 1999, caps.
II y III.

32
Cien notas de Agustín

igualmente obligatorias en el plano interno.2


Este fallo y otros previos 3 y posteriores 4 son
todavía el prolegómeno de crecientes tenden-
cias de internacionalización del derecho y la
economía.

2. ¿Una excepción a la ley 24.447?


Birt, CSJN, LL, 1995-D, 292.

La mayoría de cinco votos y la minoría de


tres votos, referidos al cómputo escalafonario,
SINAPA, etc., parecieran referirse a un tema
de función pública. El tercer voto coincidente
en la solución expone, en cambio, el contexto
del problema —in textu et contextu
consideratam—, 1 que no es un cálculo escala-
fonario en la función pública. Este tercer voto
es el que explica, en su cons. 9°, que las nor-
mas aplicadas en la especie “procuraron repa-
rar económicamente los daños sufridos por
quienes —en un período difícil de nuestra his-

1.2
CSJN, Giroldi, «RAP», n° 215, Buenos Aires, 1996, ps.
151 y ss., con nuestra nota; LL, 1995-D, 462; Bramajo, DJ,
1996-196; Arce, LL, 1997-F, 696, con nota Los derechos hu-
manos no son para, sino contra el Estado, infra, n° 76, p.
165; BUERGENTHAL, THOMAS, International Human Rights,
West Publishing Company, St. Paul, Minnesota, 1988, p. 166.
1.3
Ver también Ekmekdjian, CSJN, Fallos, 308: 647; LL,
1992-C, 543; ED, 148: 338.
1.4
Fibraca, ( 316:1669, año 1983), Dotti ( DJ, 1998-3,233),
etc.

33
G ORDILLO

toria— fueron privados de su libertad, sin im-


portar que las acciones por responsabilidad ex-
tracontractual estuvieran prescriptas”, para
“superar situaciones” en que “se había produ-
cido la prescripcion de dicha acción”, pues “aun-
que las soluciones dadas al respecto en el ám-
bito judicial se ajustaban al derecho positivo,
no alcanzaban, empero, a dar equitativa solu-
ción, ello, en orden a lograr la plenitud del de-
recho y la justicia”.2
“Al mismo tiempo se intentó... dar cumpli-
miento a la promesa dada por el Gobierno Ar-
gentino a la Comisión Interamericana de De-

Codici Iuris Canonici, art. 17.


2.1

Lo adelantamos en 1979: «Al considerar un acto parti-


2.2

cular de violencia o intimidación dentro de un contexto po-


lítico general, se torna también menos nítido el problema
de la prescripción de la acción o en su caso de la caducidad:
pensamos que la prescripcion o la caducidad no pueden co-
menzar a computarse sino a partir del momento en que la
intimidación o violencia han cesado. Ahora bien, puede ocu-
rrir que cese el acto particular de intimidación pero subsis-
ta el clima general de inseguridad: en ese caso entendemos
que debe adoptarse un criterio amplio, y aceptar la acción o
el recurso cualquiera sea el tiempo transcurrido desde el
acto concreto de intimidación o violencia» (GORDILLO, Trata-
do de derecho administrativo, t. 3, El acto administrativo,
4° ed., 1999, cap. IX-55/6). La solución final, con la condena
internacional en Birt, fue dictar leyes prorrogando la pres-
cripción de estas acciones, como las 24.043 y 24.096. Ver
también, sobre el mismo tipo de casos, El método en un caso
de derecho: hechos, valoración, normas, comentario al fallo
Pereyra, «RAP», n° 234, Buenos Aires, 1998, ps. 91 y ss.,
reproducido en el Compendio de casos y problemas de dere-
cho, en preparación.

34
Cien notas de Agustín

rechos Humanos, referentes al dictado de una


norma que reconociera dichos beneficios a las
víctimas, cuestión ésta que importaba no sólo
hacer honor a un compromiso asumido, sino
también una forma de evitar las sanciones in-
ternacionales que podría haber sufrido la Na-
ción”.3
Si ello es así, cabe preguntarse si la ley
24.447, 4 en caso que se la interpretara como
que también estableció la caducidad y pres-
cripción, al 30 de junio de 1995, de los dere-
chos establecidos por la ley 24.043, estaría
incumpliendo dicho compromiso internacio-
nal dado en el marco de la Convención Ame-
ricana de Derechos Humanos. Si se comple-
menta lo aclarado en este voto con el fallo de
la Corte in re Giroldi 5 y la tendencia inter-
nacionalista o universalista6 que la Corte está

2.3
Este originariamente solitario voto hizo luego mayo-
ría, como se advierte en CSJN, Noro, LL, 1997-F,700.
2.4
GORDILLO, AGUSTÍN, Emergencia residual en la deuda
pública interna (La ley 24.447 sobre caducidad de créditos
contra el Estado previos a 1991), LL, 1995-C, 839, reproduci-
do en Después de la reforma del Estado, 2° ed., 1998, cap. V;
BIANCHI, ALBERTO B, Caducidad y prescripción de créditos
contra el Estado nacional en la ley 24.447, LL, 1995-C,1055.
2.5
LL, 1995-D, 462 y “RAP”, n° 215, con nuestra nota La
obligatoria aplicación interna de los fallos y opiniones con-
sultivas supranacionales.
2.6
OYHANARTE, JULIO, La visión universalista de la Corte
Suprema, La Nación, 25 de junio de 1995, secc. 7, p. 3.

35
G ORDILLO

correctamente adoptando en los últimos tiem-


pos (Ekmekdjian,7 Fibraca,8 Hagelin,9 Cafés
La Virginia),10 quizás quepa pensar que la
Corte exceptuará los derechos emergentes de
la ley 24.043 de los rigores de la 24.447.

3. Privación sistemática de justicia en la


Provincia de Buenos Aires
Cores Ponte, CSJN, LL, 1995-D, 1299

La Corte Suprema de Justicia de la Nación


ha debido nuevamente anular un fallo provin-
cial que “so pretexto de examinar la concurren-
cia de las condiciones formales de admisibili-
dad de la acción procesal administrativa” se
pronuncia sobre la cuestión de fondo, “decla-
rando por anticipado la inexistencia del dere-
cho sustancial”, lo cual significa “cercenarle
toda instancia judicial”.
Ha de notarse que la Corte emplea el térmi-
no “acción procesal administrativa”, en lugar
de la antigua “contencioso administrativa”, lo
cual ya indica un criterio más moderno de aná-
lisis.
En verdad los justiciables de la Provincia,
donde los litigantes contra sus 120 municipa-

2.7
Fallos: 308:647; LL, 1992-C, 543; ED, 148:338.
2.8
Fallos, 316:1669, año1983.
2.9
Fallos, 316:3176, año 1983.
2.10
Supra, nota 1, p. 31; LL, 1995-D, 277.

36
Cien notas de Agustín

lidades y la administración provincial deben ir


únicamente a la Suprema Corte de la Provin-
cia, se encuentran en una situación estructu-
ral y permanente de indefensión ante las ad-
ministraciones provinciales y municipales. El
presente fallo sienta la doctrina correcta, pero
el tribunal provincial no se encuentra en con-
diciones materiales de administrar justicia en
materia administrativa.
El artículo 215 de la Constitución provincial
de 1994 fijó plazo a la Legislatura hasta el 1°
de octubre de 1997 para establecer un fuero
específico en la materia (en concordancia con
su artículo 166) y dictar el Código Procesal res-
pectivo. La ley se dictó y promulgó,1 pero re-
cién a fines de 1999 se empieza a implemen-
tar. La SCJBA ha comenzado, mientras tanto,
a remozar su antigua jurisprudencia, aunque
aplicando todavía el viejo código y no el vigen-
te. 2 Ojalá la Provincia establezca juzgados en
materia administrativa en cantidad y ubica-
ción adecuadas a la cantidad de pleitos nece-
sarios a la defensa de los derechos de los indi-

3.1
Las primeras evaluaciones sobre el Código son exce-
lentes, p. ej. PERRINO , PABLO ESTEBAN, Las pretensiones pro-
cesales en el nuevo Código Contencioso Administrativo bo-
naerense, ED, 178:984.
3.2
Rusconi, LL, 1996-C, 20, con nota de BOTASSI, CARLOS
A., El proceso administrativo bonaerense con base en el in-
terés legítimo.

37
G ORDILLO

viduos frente a la administración provincial y


municipal. 3
De lo contrario fallos como este se repetirán
pero no alterarán la realidad de privación sis-
temática de acceso a una instancia judicial en
la Provincia de Buenos Aires.

4. El caso de los bonos “duplicados” y


“apócrifos”
Caja de Valores S.A., CSJN
LL, 1995- D, 300

Todos sabemos que hay que cuidarse de los


dólares falsos y los billetes falsos.
Este fallo por lo menos nos da la tranquili-
dad de que los bonos “duplicados” y “apócrifos”
emitidos por el mismo Estado al menos com-
prometen su responsabilidad, si son material-
mente auténticos. En el caso, de acuerdo al fallo
los corresponsables de la miniemisión “dupli-
cada” son la Provincia de Buenos Aires y la
Sociedad de Estado Casa de Moneda, contra-
tista a su vez de la Dirección de Energía de la

3.3
Así como las Provincias tienen delegaciones en la Ca-
pital Federal donde se pueden hacer trámites administra-
trivos, pagar impuestos, etc., de tales jurisdicciones, tal vez
no sería mala idea que instalaran también en esta Ciudad
tribunales para asuntos provinciales de carácter procesal
administrativo, a elección voluntaria del litigante. Evitaría
andar litigando forzadamente por toda la Provincia.

38
Cien notas de Agustín

Provincia; los “termobonos”, pues de ellos se


trata, fueron suscriptos por el entonces admi-
nistrador general de la Empresa Social de
Energía de Buenos Aires y el Ministro de Eco-
nomía de dicha Provincia.
Buen susto se debe haber llevado la Caja de
Valores S.A., depositaria de los títulos, cuando
el Banco de la Provincia de Buenos Aires le
dijo en 1989 que no los abonaba porque había
títulos “duplicados” y “apócrifos”. En realidad
eran “materialmente auténticos”, sólo que ha-
bían sido emitidos... de más. La causa penal
todavía no halló a los responsables y sólo un
fallo de la Corte ha podido dar fin al entredi-
cho sobre el pago.

5. Consejo para amparistas. Medio


ambiente
Schroder, CNFed CA, sala III,
LL, 1995-D, 304

Todo el que inicia un amparo tiene que te-


ner presente que no pueden coincidir el objeto
del amparo con el de la cautelar. Esa es la ju-
risprudencia. Se trata entonces de demandar
más en el amparo que lo que se va a pedir en
la cautelar, porque de otro modo la eficacia del
amparo resulta notoriamente disminuida. A
eso lleva esta jurisprudencia y quien no lo hace,
pierde la cautelar. Esta es la regla, que reco-
noce muy pocas excepciones, por ejemplo a tí-
tulo de anticipación urgente del derecho, en el

39
G ORDILLO

caso de la marca Freddo en la Internet, o en


materia de salud.1
Distinta cuestión es determinar si la jurispru-
dencia mayoritaria es buena. Creemos que no,
particularmente en materia de medio ambiente,
donde la Constitución ha querido dar especial én-
fasis al derecho a un medio ambiente sano.
El pedido de cautelar —y de amparo, en el
caso— de que no se ponga en funcionamiento la
planta sin el previo estudio de impacto ambien-
tal es impecable.
Sabemos que los hechos consumados dificul-
tan la obtención de un cierre ulterior de la plan-
ta, que por lo demás nadie quiere, si no afecta al
medio ambiente.
Se crea así un círculo vicioso, y hay dos ma-
neras de romperlo.
a) Que cambie la jurisprudencia y haga lu-
gar a la cautelar ordenando que no se ponga
en funcionamiento una planta sin cumplir an-
tes con la necesidad de hacer un estudio de im-
pacto ambiental.
b) Que el abogado pida más en el objeto del
amparo para que el prurito procesal de no con-
fundir la cautelar con el amparo no impida el
reconocimiento oportuno del derecho a un me-
dio ambiente sano.

5.1
Nos remitimos a “Los grandes fallos de la actualidad”,
capítulo XI del libro Después de la reforma del Estado, 2° ed.,
1998.

40
Cien notas de Agustín

Esto último es, en definitiva, a lo que obliga


la jurisprudencia que no lo exige derechamen-
te.
No es tan exagerado que se pida y se orde-
ne, sin más, que dicho estudio de impacto am-
biental exista siempre antes 2 de poner en mar-
cha un emprendimiento industrial.
Debe pues cambiar la jurisprudencia, y
mientras ello no ocurra, la redacción de los
amparos habrá de adecuarse, pidiendo más
cosas que las necesarias, en un verdadero mer-
cadeo jurídico.
Es una lástima, porque es un rigorismo pro-
cesal inútil e inconducente.

5.2
Es el requisito general del derecho administrativo, de
que exista dictamen previo de los organismos naturales de
asesoramiento letrado, previo a la adopción de una decisión
que pueda afectar derechos o intereses de los particulares (art.
7°, inc. d) in fine del decreto-ley 19.549), lo mismo que la pre-
via audiencia del interesado que igualmente exige el art. 1°
del mismo cuerpo; igual criterio cabe aplicar cuando se trata
de un estudio e informe técnico decisivo, pues el trámite omi-
tido “pudo haber ejercido influencia en el conocimiento o en la
voluntad que ha formulado la declaración final. Si se dejó de
oír el parecer del órgano consultivo, puede suponerse que en
caso de haberlo oído, el acto no hubiera sido dictado” (LARES
MARTÍNEZ, ELOY, Manual de derecho administrativo, 3° edición,
Caracas, 1975, p. 199), o no hubiera sido dictado de la misma
manera (GORDILLO, Tratado de derecho administrativo, t. 3, El
acto administrativo, 4° ed., Buenos Aires, 1999, cap. IX). La
aplicación normal de las normas y principios del decreto-ley
de procedimiento administrativo en el contexto de la regula-
ción ambiental y del artículo 41 de la Constitución debieran
haber podido llevar a esta solución.

41
G ORDILLO

6. Amparo por mora y derecho a una


decisión fundada
Donati, CNCiv.,sala B,
LL, 1995-D, 306

Reconforta y asombra, al mismo tiempo, leer


sentencias haciendo lugar a amparos por mora
de la administración.
Reconforta leer sentencias como la presen-
te: lúcidas. De esas que recuerdan y aplican el
derecho básico del individuo a que resuelvan
fundadamente sus peticiones, y que el pedido
de pronto despacho no produce de pleno dere-
cho una denegación tácita, sino que es una
opción a favor del individuo que éste puede to-
mar si quiere, o en cambio insistir en que le
resuelvan su pedido. O sea, que puede primero
pedir pronto despacho conforme al artículo 10
del decreto-ley 19.549/72 y luego, en caso de
continuado silencio administrativo, iniciar el
amparo por mora de la administración y obli-
garla a resolver por un acto expreso y funda-
do, previo dictamen legal e informe técnico. Es
nada más que lo que corresponde en derecho,
pero los jueces no suelen ser tan categóricos
en su correcta aplicación, como aquí bien lo han
sido.
En el presente se resuelve además, enhora-
buena, aplicar las costas, invocando que la Mu-
nicipalidad demandada pidió el rechazo del am-

42
Cien notas de Agustín

paro. Reconforta que se haya resuelto en otra


causa, correctamente, que no procede el recur-
so de inaplicabilidad de la ley contra la sen-
tencia en el amparo por mora. 1
Asombra y desazona, en cambio, que una y
otra vez deban los particulares recurrir a la
justicia para que se les haga efectivo este mí-
nimo y fundamental derecho.
Por ello tal vez los tribunales deban empe-
zar a aplicar mayor rigor en los amparos por
mora de la administración.
En la mayoría de los casos, hasta ahora, bas-
ta que la administración acompañe el acto
resolutorio, antedatado, junto con el informe,
para que la justicia la libere de las costas...2
Hay demasiados pronunciamientos en tal sen-
tido, con lo cual el actor resulta obligado a so-
portar sus propias costas, como si algo de cul-
pa tuviera en que la administración, por no
querer resolverle, le haya obligado a litigar.
Esto es no comprender cabalmente la forma
de funcionar de la administración. Por más que
las costas en el amparo por mora sean insigni-
ficantes como (injustamente) lo son, debe con-
denarse en costas a la administración que no
resolvió luego del pedido de pronto despacho y
notificó el acto antes de la iniciación del ampa-
ro por mora.

6.1
Bustos, LL, 1995-D, 311; infra, n° 7, p. 44, La senten-
cia en el amparo por mora: alcances, recursos.
6.2
Ver infra, nota n° 57, Antedatar sin costas, p. 135, nota
al fallo Bonfiglio, LL, 1997-B, 405.

43
G ORDILLO

Las costas, insignificantes como sean, son el


peor castigo, el de nuevamente tener que resol-
ver algo: requieren de un procedimiento admi-
nistrativo que autorice el pago, y así la propia
administración debe recorrer los andariveles y
pasillos de su propio tortuoso castillo, pedir
dictámenes, informes, pasarlo a contaduría,
etc., hasta por fin emitir el cheque y efectivi-
zar el pago.
Deben aplicarse astreintes cuando exista
mora en resolver más allá del plazo fijado; de-
ben remitirse las actuaciones al fuero penal
cuando la administración, luego de resolver, se
alza contra la sentencia suspendiendo los efec-
tos del acto dictado por orden judicial. No es
esto vindicta: es evitar dispendio jurisdiccio-
nal lesivo al servicio de Justicia.

7. La sentencia en el amparo por mora:


alcances, recursos
Bustos, CNFed CA, sala III,
LL, 1995-D, 311

La Sala resuelve, correctamente, que no pro-


cede el recurso de inaplicabilidad de ley contra
el fallo de la sala que resuelve un amparo por
mora de la administración, por referirse el pri-
mero a cuestiones de derecho y el segundo a
cuestiones de hecho.
También parece imposible que prospere un
recurso extraordinario contra una sentencia
que ordene a la administración resolver en for-

44
Cien notas de Agustín

ma expresa. Se ha dicho igualmente que aún


el pedido de pronto despacho y el transcurso
del término para la denegación ficta no libera
a la administración del deber de decidir, pues
el silencio como denegatoria es solo una opción
que la ley da al particular, no un derecho de la
administración al silencio. En cualquier caso,
la forma denodada en que la administración a
veces cuestiona las sentencias en los amparos
por mora, o deja pasar los plazos, o pide am-
pliación, o como en la especie interpone impro-
cedentes recursos contra la sentencia, no hace
sino demostrar el acierto que tuvo el artículo
28 del decreto-ley 19.549/72.
Va de suyo que la obligación de resolver es
obligación de resolver conforme a las normas de
procedimiento: previo dictamen legal del servi-
cio de asesoramiento jurídico permanente, y pre-
vio informe en su caso; con una adecuada expre-
sión de motivos, o sea con adecuada motivación,
etc. El juez no debe tener por cumplida la sen-
tencia si el acto que se emite no reúne tales
recaudos de validez —independientemente de
la validez del objeto del acto, que en general
no se considera materia del amparo por mora;
aunque hay precedentes promisorios en cuan-
to a una ampliación del alcance de la preten-
sión procesal.1

7.1
GAMBIER, BELTRÁN, discrepa con esta solución: Audacia
si, pero no tanta, LL, 1997-F, 224, citado completo infra, p.
215.

45
G ORDILLO

El amparo por mora no es, entonces, el dere-


cho a que la administración manifieste cualquier
cosa (por vía del absurdo, hable por teléfono al
juez comunicándole su decisión), sino a la emi-
sión de un acto administrativo formal, con las
formalidades extrínsecas previstas y exigidas por
la ley, como las que hemos mencionado.
Otra cuestión, que a nuestro juicio también
cae dentro de la competencia del juez del am-
paro por mora, es el caso, no poco frecuente, en
que la administración, pocos días después de
la sentencia y su cumplimiento, dicta otro acto,
ahora suspendiendo el que recién dictó como
consecuencia del amparo por mora. Si enton-
ces el juez del primer amparo se declarara in-
competente en lo que hace al acto suspensivo y
mandara al particular a hacer otro amparo, a-
hora independiente y no por mora sino por vio-
lación a la estabilidad de su derecho, para de-
clarar la nulidad absoluta de la suspensión del
acto expreso dictado a resultas del amparo por
mora, se permitiría que se hiciera burla a la
justicia. Es decir que cuando eso ocurre se au-
toriza a privar de sus efectos a una sentencia
firme condenando a resolver. No debe la justi-
cia admitirlo.
En el amparo por mora los jueces están tute-
lando casi lo mínimo que un ciudadano puede
pedir, una decisión expresa y fundada de la ad-
ministración. Por ello el juez no debe admitir bur-
la alguna a su sentencia, pues declina lo más
elemental de su función:la jurisdicción misma.

46
Cien notas de Agustín

Cabe pues celebrar una sentencia como la


anotada, que elimina uno de los artilugios in-
tentados para frustrar la sentencia del ampa-
ro por mora de la administración.

8. ¿No al informalismo y desregulación


aduanera?
Glaxo, CNFed CA, sala III,
LL, 1995-D, 316

Surge del fallo la persistencia de las distin-


tas administraciones públicas, en el caso la
Aduana, en desconocer tanto los principios del
informalismo en el procedimiento administra-
tivo 1 como también la política nacional de des-
regulación.
Si importar una máquina industrial lleva
tanto trámite y da tanto problema y obliga a
tanto juicio como aquí se advierte, ciertamen-
te no se promociona la llegada de capitales ni
la inversión en el país, y ni siquiera las mayo-
res inversiones de las empresas ya radicadas
en él.
Se violan también el espíritu y las normas
sobre inversión de capitales que el Ministerio
de Economía y Obras y Servicios Públicos
promociona en vistosos folletos redactados en

8.1
Lo hemos explicado en el cap. XII, “La contratación
pública”, del t. 2, La defensa del usuario y del administra-
do, 3° ed., 1998.

47
G ORDILLO

inglés para inversores del exterior,2 y al me-


nos el espíritu de los numerosos tratados bila-
terales de protección de inversiones extranje-
ras. 3
Bueno sería que alguien instruyera a la
aduana en aggiornar sus procedimientos a la
nueva política nacional y a las ya viejas pero
todavía modernas normas y principios del pro-
cedimiento administrativo: informalismo, ce-
leridad, eficacia, etc.
También sería del caso revisar la eficacia de
los mecanismos internos de tutela de los dere-
chos, 4 a lo cual nos obligan los pactos de dere-
chos humanos y la propia Convención Intera-
mericana Contra la Corrupción.

8.2
Argentine Foreign Investment Act, artículo 1° según el
texto ordenado por “Executive Order 1853” del 8 de setiem-
bre de 1993, en Argentine Investment Update, Buenos Ai-
res, julio de 1995: “Foreign investors who invest capital in
the country... will have the same rights and duties that the
Constitution and the laws accord to domestic investors”.
Ése es el problema, que se les dé el mismo trato que nos
damos nosotros mismos, si estamos a las tribulaciones que
debió soportar el inversor en el caso comentado.
8.3
Conviene también recordar que hay más de cuarenta
tratados bilaterales de inversiones extranjeras que autori-
zan el arbitraje internacional, protegen contra el rescate,
etc.: GORDILLO, Tratado de derecho administrativo, t. 2, La
defensa del usuario y del administrado, 3° ed., 1998, cap.
XVII. Pero por motivos que allí se trata de explicar, no cons-
tituye un mecanismo habitualmente utilizado por los inver-
sores extranjeros.
8.4
Ver t. 2, La defensa del usuario y del administrado,
op. cit., caps. XIII a XV.

48
Cien notas de Agustín

9. ¿Pedir la suspensión en sede


administrativa antes que judicial?
EDESUR S.A., CNFed CA, sala II,
LL, 1995-D, 316.

En uno de los considerandos, no el único que


sustenta la decisión, se recuerda que para pe-
dir la suspensión del acto en sede judicial hace
falta, entre otros requisitos, que tal suspensión
haya sido antes requerida a la administración
y denegada por ésta.
Dicho requisito, pensamos, no tiene susten-
to legal, y de ser generalizado impodría un ri-
tualismo inútil: ninguna administración sus-
pende de iure sus actos ante el pedido del pro-
pio interesado, aunque pueda sin embargo de
hecho abstenerse de continuar con su ejecución
si se encuentra con un recurso del particular
que le alega fundadamente la nulidad absolu-
ta, como menta el art. 12 del decreto-ley.
Muy difícilmente la administración dictará
un acto expreso suspendiendo su propio acto,
pues importaría tanto como confesar que ni si-
quiera pensó bien su propio acto antes de emi-
tirlo.
De todas maneras tampoco se cumple con
este recaudo si un particular solicita la sus-
pensión del acto en sede administrativa y al
día siguiente lo hace en sede judicial: ello es
una violación a la doctrina de los propios actos

49
G ORDILLO

y a la buena fe que debe regir en las relaciones


jurídicas, razón por la cual también existe un
precedente de la Sala I en un caso como el in-
dicado.

10. La culpa en la infracción


administrativa
Giocattoli, CNFed CA, sala IV,
LL, 1995-D, 319

Aunque hemos visto pronunciamientos di-


versos, o quizás por ello, debemos alegrarnos
de cada fallo que retoma los criterios más acor-
des a los derechos del individuo.
En lugar de supuestas “culpas objetivas” por
una falta administrativa, el fallo anotado toma
el precedente de Fallos: 271: 297 y 303:1548
con “el principio fundamental de que sólo pue-
de ser reprimido quien es culpable, es decir,
aquél a quien la acción punible le puede ser
atribuida tanto objetiva como subjetivamen-
te”.
En otras palabras, no basta la comprobación
de un hecho y su imputación, debe también
existir el elemento subjetivo de la culpa, por-
que “le son aplicables las disposiciones gene-
rales del Código Penal, salvo disposición ex-
presa o implícita en contrario” (Fallos: 287:74).
Esto es aplicado en la especie a las infrac-
ciones tributarias, pero debiera ser un princi-
pio general de derecho penal administrativo y
disciplinario.

50
Cien notas de Agustín

11. Ninguna clase de hombres...


Horvath, CSJN, LL, 1995-D, 718.

11.1. Las múltiples discrepancias

Una brillante frase de WADE dice que proba-


blemente ninguna clase de hombres discrepa
ni discute tanto una cuestión como un tribu-
nal colegiado de justicia.1 En estos votos se ven
las discrepancias finales, pero no las indispen-
sables discusiones in camera que son la razón
de ser de un cuerpo colegiado: es más fácil ima-
ginar proyectos, cortos o largos, que van circu-
lando por los despachos, acumulando firmas
en el camino, para llegar a un climax en que se
cuentan todos los votos finales y todos ellos tie-
nen el mismo comienzo y siguen igual, y hay
que andar escudriñando en cada uno el mo-
mento de BORGES en que los senderos se bifur-
can. Para colmo, no es fácil distinguir las lí-
neas permanentes de razonamiento en los vo-

11.1
“Ninguna clase de hombres, supongo, discrepa entre
sí tan fácilmente como los jueces. Pero estamos satisfechos
con sus decisiones porque advertimos que todo cuanto era
posible ha sido hecho bajo la ley del procedimiento para guiar
la mente judicial hacia la solución justa”: WADE, H. W. R.,
Towards Administrative Justice, The University of Michigan
Press, Ann Arbor, 1963, ps. 2 y 3.

51
G ORDILLO

tos de cada magistrado. No decimos que no se


pueda, sólo que no es fácil y ello no contribuye
al conocimiento del derecho, ni siquiera por los
profesionales.

11.2. El devenir del tiempo

Esa tarea de penetrar las nuances de largos


votos o grupos de votos aislados, cada uno com-
pleto, no es la más productiva para la socie-
dad, y siempre alimenta dudas sobre el desti-
no de una cuestión similar en algún futuro tri-
bunal, en otra época, con circunstancias nue-
vas, tiempos nuevos, tal vez valoraciones nue-
vas. 2 El fugit irreparabili tempus de VIRGILIO
se transforma en lo opuesto, en un tiempo
esperanzadamente lento, a la espera del múl-
tiple cambio que tal vez nunca se de.
Otros tribunales colegiados, cuando sus
miembros tienen que discrepar, no repiten todo
el fallo sino que lisa y llanamente introducen
en sus votos, desde un vamos, sus diferencias

11.2
Tal como lo expresa GENARO CARRIÓ en su pequeño y
simple pero más que magistral libro Cómo estudiar y cómo
argumentar un caso.Consejos elementales para abogados jó-
venes, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1989 y antes en su ar-
tículo Cómo argumentar un caso frente a un Tribunal, JUS,
n° 5, La Plata, ps. 43 y ss., p. 45, puntos 4, 6, 10, 12 y concor-
dantes: “la solución de todo caso jurídico tiene que insertar-
se en el tiempo y hacerse cargo de su transcurso”; a quien
recordamos en El método en derecho, Civitas, Madrid, 1995,
reimpresión, ps. 79/80, 89/90.

52
Cien notas de Agustín

de fundamentación y decisión, sin repetir el re-


lato compartido del expediente. Ello ahorra ár-
boles, fatiga de la vista y tiempo de lectura,
evita la demora en la publicación y produce
otros beneficios,3 pero no resolvería en el pre-
sente caso el problema central de la intuición
acerca de la perdurabilidad de la solución ma-
yoritaria del fallo en el mediano y largo plazo.
Es otra variante del tema evolutivo-involutivo
de la responsabilidad del Estado, que tantos
debates ha provocado y provocará en nuestro
país. 4
Ha cambiado de criterio muchas veces la
Corte, siempre para bien en temas cruciales
en los últimos años, abandonando antiguos cri-
terios que se deslizaron en algunos fallos del
pasado en cuya lectura ya se advertían visi-
bles criterios injustos o irreales. Ha cometido
sin duda errores, aunque tal vez no tan tre-
mendos como a veces se perciben.5

11.3
En años posteriores la CSJN ha morigerado sustan-
cialmente esta particularidad, y hay joyas de concisión y
acierto como Giroldi, Arce, Priebke y tantos más (infra., p.
225). Lo cual muestra que hasta la crítica de Agustín ha
podido en algún caso ser útil.
11.4
Esa evolución es hacia la creciente responsabilidad
internacional pero decreciente responsabilidad interna, como
explicamos en el cap. XIX del t. 2, 3° ed., 1998, n° 2, ps. 5 a
11.
11.5
A veces la solución en sí es opinable, pero irrazona-
bles son los fundamentos, como fue el caso de los aeropuer-
tos: BIELSA, RAFAEL ANTONIO, y GARBER, CARLOS ABELARDO, Ae-
ropuertos: algo más que un caso difícil, LL, 1999-A,110.

53
G ORDILLO

Estos fallos de ahorro obligatorio, tal como


están escritos, pueden integrar la historia de
las dificultades de las finanzas públicas argen-
tinas pero no de la interpretación objetiva de
la mecánica de devolución justa y equitativa
de los empréstitos forzosos una vez pasada la
emergencia que los hizo nacer.
Que, al parecer, no es ahora. 6 El enigma
sigue en pie, los juicios también, la sensación
de cosa no resuelta lo mismo. Habrá que espe-
rar unos años más, con el consiguiente dispen-
dio jurisdiccional que produce la poca fuerza
de convicción de lo resuelto.

11.3. El “ojo del cazador”

BACON DE VERULAMIO, citado por BALMES, com-


paraba la intuición de juicio al instinto del ca-
zador: había que estimar en un instante dón-
de estaba el ave, cuáles eran su trayectoria y
velocidad probables y también la de la flecha,
para ver a qué lugar más adelante en el cami-
no del ave se disparaba el arco.
Para recuperar el ahorro obligatorio hace
falta mucha más intuición que el cazador, o
quizás lisa y llanamente suerte. A los que de-
mandaron antes de vencer el plazo para la de-

11.6
Sobre esto puede verse el capítulo IV, “Condicionan-
tes económicos y financieros del derecho administrativo.
Crisis y cambio”, en nuestro tomo 1°, 5° ed., 1998.

54
Cien notas de Agustín

volución les dijeron, tal vez con razón, que ha-


bían errado por madrugadores.

11.4. El imposible nuevo juicio

A la tanda de juicios que llega ahora, les di-


cen cosas nuevas, como que debieron probar
múltiples cosas que ellos no sabían ni podían
imaginar que debían probar. Ya que el tribu-
nal crea derecho nuevo, más que rechazar las
pretensiones pudiera haber mandado las cau-
sas a una instancia inferior para que se produ-
jera la prueba que sólo él podía saber que iba a
decir que era necesario producir. En otro caso
reciente 7 el mismo Tribunal, ahora por unani-
midad, considera violatorio del derecho de de-
fensa una solución que “implique volver a tra-
mitar un juicio”, “desbaratar este juicio y sus-
tituirlo por otro, con grave desmedro de la se-
guridad jurídica”: ¿quid de ésta en que ya no
puede siquiera hacerse otro juicio, por la ley
24.447?
Cuando caía la fecha límite para demandar
también por estas materias según la ley 24.447,
la Corte no orienta a la tercera ola de juicios;

11.7
SADE S.A.C.C.I.F.I.M. c/ Estado Nacional -Ministe-
rio de Obras y Servicios Públicos - Dirección Nacional de
Construcciones Portuarias y Vías Navegables - s/ contrato
de obra pública, 24 de agosto de 1995, cons. 12, LL, 1995-D,
798.

55
G ORDILLO

estos pronunciamientos ven la luz cuando su


publicación es tardía y no pudo tenérselos pre-
sente al momento de demandar en junio de este
año.
¿Se aplicará el poema de POPE, Be not the
first by whom the new is tried/nor yet the last
to lay the old aside? Los primeros que lo inten-
taron perdieron, ¿es hora de abandonar los vie-
jos intentos de recuperar el ahorro obligatorio?
¿Qué experto cazador apostará ahora a cuál
será el criterio de la Corte, y cuál su composi-
ción, cuando lleguen otra vez a sentencia, de
aquí a varios años, estos nuevos demorados
juicios, despaciosamente llevados?
¿Estarán las arcas públicas tan destruidas
como hoy, de modo que no quepan sino pro-
nunciamientos denegatorios, y la percepción de
justicia del hombre común se vea nuevamente
frustrada en técnicas de impuesto liso y llano,
no de empréstito forzoso?
Nacieron mientras tanto, morosas y costo-
sas, por imperio de la ley 24.447, las deman-
das de quienes todavía tenían fe en recordar lo
que pudo razonablemente interpretarse que el
Estado habría de devolverles: apuntan ahora
a que al momento de la sentencia final quizás
la Corte, en otra composición u otro criterio, y/
o frente a otras finanzas públicas, esté con
mejor ánimo y posibilidad de devolverlo.
Algunos piensan que cobrarán, pero en una
nueva tanda de bonos: esos son los optimistas,
no los pesimistas.

56
Cien notas de Agustín

12. ¿El decreto como fuente en materia


de ahorro obligatorio?
Rodhel, CNFed CA, sala II
LL, 1995-D, 768.

Nos encontramos ante otro fallo que aplica


un decreto del Poder Ejecutivo como si se tra-
tara de la ley misma, olvidando que la inter-
pretación de las leyes es función del Poder Ju-
dicial, no del Poder Ejecutivo, y no haciéndose
cargo del necesario impacto de la reforma cons-
titucional de 1994 que niega al Poder Ejecuti-
vo, como principio, otra potestad reglamenta-
ria que no sea la de ejecución. 1 Y un decreto de
ejecución no puede limitar o perfilar los dere-
chos y deberes de los particulares, materia de
reserva exclusivamente legislativa.
En el caso, el razonamiento de la actora era
eminentemente razonable, y la mera invoca-
ción desnuda de una norma del Poder Ejecuti-
vo carece de fuerza de convicción. La disiden-
cia, referida a la inconstitucionalidad de la ley
de ahorro obligatorio —luego del fallo Horvath
declarando por ajustada mayoría su constitu-

12.1
Un desarrollo del tema en el actual sistema constitu-
cional puede verse en el capítulo VII de la 5° ed., 1998, del
tomo 1° del Tratado de derecho administrativo. Parte gene-
ral.

57
G ORDILLO

cionalidad—, no hace sino mostrar el incierto


estado de la cuestión aún después de ese y otros
fallos de Corte y tribunales de segunda instan-
cia. 2

13. Un viejo voto en disencia en materia


de ahorro obligatorio
Argal, CNFed CA, sala II
LL, 1995-D, 770.

Dictado ya el primer fallo de la Corte decla-


rando la constitucionalidad del ahorro obliga-
torio, puede ser útil recordar un voto minori-
tario desarrollando anteriormente la tesis con-
traria: de hecho, se trató de un impuesto, en
esto la mayoría de la Corte coincide con este
voto en disidencia en segunda instancia.
Ahora bien, si era un impuesto, según el voto
era retroactivo y no satisfacía otros requeri-
mientos de la potestad tributaria del Estado.
De nada sirvieron los argumentos constitu-
cionales frente a las necesidades e imposibili-
dades económico-financieras del Estado: pero
faltó la consideración del contexto, que no es
otro que un Estado que no quiere reducir sus
gastos a la medida de sus recursos normales, y
mantiene su nivel de erogaciones a costa de

12.2
Ver supra, nota n° 11, p. 51, Ninguna clase de hom-
bres....

58
Cien notas de Agustín

empréstitos externos e impuestos internos, en


el caso disfrazados a la postre de empréstitos
internos.
En esa medida, bien puede postularse que
la presión tributaria extraordinaria sin el co-
rrelato de una reducción pari pasu extraordi-
naria del gasto público constituye una hipóte-
sis de falta de sustento fáctico suficiente, falta
de adecuación de medio a fin y sobre todo de
falta de proporcionalidad y por ende equidad y
justicia. 1 La controversia no está terminada.

14. Intrusos y ex concesionarios en


inmuebles del Estado
FE.ME.SA., CNFed CA, sala III,
LL, 1995-E, 491.

El fallo se ajusta a la ley y a la jurispruden-


cia; son estas últimas las que no se ajustan a
los tiempos y han devenido irrazonables. De la
época de un sector público sobreexpandido vie-
nen normas como la 17.091: quien tiene un
contrato con el Estado para la ocupación de un
inmueble de su dominio privado está despro-

13.1
Sobre el tema de la resistencia del Estado a reducir su
gasto público y pretender mantenerlo con creciente endeuda-
miento y mayor presión fiscal, ver el capítulo IV “Condicio-
nantes económicos y financieros del derecho administrativo.
Crisis y cambio”, en la 5° ed. del t. 1 de GORDILLO, Tratado de
derecho administrativo, 1998.

59
G ORDILLO

tegido si la administración se lo revoca unila-


teralmente sin causa suficiente, porque no con-
seguirá la medida cautelar en sede judicial y
el Estado puede desalojarlo sin audiencia pre-
via por la llamada ley 17.091, muchas veces
declarada constitucional a pesar de no serlo, a
ojos vista.1
Lo curioso es que si el mismo inmueble lo
ocupa un intruso entonces la administración
debe ocurrir al interdicto de recobrar y actuar
en la Justicia Civil y Comercial Federal, se-
gún este fallo, no pudiendo usar el medio más
expeditivo de la ley 17.091.
Al intruso no se le aplica la ley 17.091. Son
sólo los ex-contratistas del Estado los que reci-

14.1
El argumento de la precariedad del derecho del con-
tratista fue para la Corte Suprema suficiente para soslayar
la de otro modo visible inconstitucionalidad de la llamada
ley 17.091. Fallos: 295:1005, Ferrocarriles Argentinos c/
Arenera Sarateña y otros, 1976; 271: 229, Empresa Ferroca-
rriles del Estado Argentino c/ Pedro Albino Rossi s/desalo-
jo, 1968; 283: 231, Administración General de Puertos c
S.R.L. La Fragata, s/lanzamiento, 1972; 301: 1028, Ferro-
carriles Argentinos c/ S.R.L. Copetín San Martín, 1979; 307:
1173, Establecimientos Metalúrgicos Cavanna SACIFIC c/
Empresa Nacional de Telecomunicaciones, 1985; 305: 932,
Ferrocarriles Argentinos c/ Rocalóm S.R.L., 1983; 302: 998,
E.F.A. c/ S.R.L. Retiro y/u otros, 1980, y especialmente p.
1282, apartado 7°. En la doctrina el tema ha sido expuesto,
en sentido concordante a esta tradición legislativa y juris-
prudencial, por GRECCO, CARLOS M., y MUÑOZ, GUILLERMO A.,
La precariedad en los permisos, autorizaciones, licencias y
concesiones, Depalma, 1992.

60
Cien notas de Agustín

ben todo el rigor de la ley: después podrán ga-


nar el juicio de daños y perjuicios, si tienen su-
ficiente sobrevida la empresa y sus letrados.
Algún día, tal vez, se declare su inconstitu-
cionalidad.
Mientras tanto, esperemos que el Estado se
termine de deshacer de sus inmuebles ociosos,
por ejemplo dándoselos a la Justicia que tanto
los necesita. En épocas de austeridad pública
sería una alternativa más barata que una ciu-
dad judicial, y además puede implementarse
de inmediato.

15. La corporación de las paradas de


diarios
Vázquez, CNFed CA, sala III,
LL, 1995-E, 498

El fallo aplica en 1995 lo que venía pacífica-


mente de mucho tiempo atrás: el Estado había
delegado de antaño al Sindicato de Vendedo-
res de Diarios y Revistas la facultad de autori-
zar la instalación de paradas de diarios. El fun-
damento lejano vendría del art. 3° del decreto
24.095/45, ratificado por ley 12.991, y estaba
concebido sobre la base algo ingenua de que se
tutelaba a los “canillitas”, cuando la mera ob-
servación de cualquier puesto demuestra su
carácter comercial. El sistema es, sin uso pe-
yorativo del término, propio de la época de las
corporaciones profesionales que limitaban la
libertad de comercio. Es cierto que hay otras

61
G ORDILLO

corporaciones regladas por ley que ejercen un


poder delegado por el Estado, entre ellas las
corporaciones profesionales como la de los mis-
mos abogados, contadores, etc. Pero la agili-
dad del mercado de puestos de diarios de re-
vistas, con frecuentes ventas y reventas, im-
portantes sumas en juego, negativa a la crea-
ción de nuevos puestos que los ya existentes,
horarios amplios o limitados y posibilidad o no
de venta a domicilio, todo según los términos
de la autorización, etc., ostenta características
bien diversas.
Dijimos en esta nota de 1995 que tal vez en
épocas de desregulación, desmonopolización, pro-
moción de la libre competencia, etc., debiera pen-
sarse un sistema progresivo que en un plazo re-
lativamente largo proceda a desmantelar, poco
a poco, el sistema, y abrirlo a la libre competen-
cia bajo mera autorización municipal para ocu-
par el dominio público. Otra forma de ver la cues-
tión es que después de todo no incide demasiado
en la economía general, ni reducirá los costos na-
cionales, ni bajará los precios. Y que entonces
fuera de aplicación el axioma del slang america-
no: si no está roto, no lo arregle.
Una última reflexión es propia de la época que
vivimos, en la cual han quedado irresueltas múl-
tiples cuestiones relativas a las respectivas ju-
risdicciones de la Nación y del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires: la presente sería una
de las cuestiones a resolver si queda en manos
nacionales o pasa a competencia local. Ello se

62
Cien notas de Agustín

aplica no solamente a la corporación del sindica-


to de vendedores de diarios y revistas, se aplica
a la corporación de martilleros públicos, a las cor-
poraciones de abogados, ingenieros, contadores,
veterinarios, agrónomos, etc.
La lucha gubernamental por la desregulación
y la competitividad de profesiones y oficios avan-
za con dificultad. Todavía hay provincias, como
La Pampa, en que los abogados de otra jurisdic-
ción deben inscribirse en el Colegio local —y tri-
butar tres años adelantados— para poder firmar
un escrito ante ellas.
Las otras corporaciones están también bastan-
te indemnes, aunque prosiguen a veces los es-
fuerzos del Ministerio de Economía. Una mues-
tra es la resolución 416/99, B.O. 13-IV-99, que
invocando el decreto de desregulación 2284/91,1
ratificado por ley 24.037, procura desregular la
comercialización de diarios y revistas. Invoca al
efecto una suerte de subdelegación interpretati-
va, por cierto bastante desprolija.

16. La implacable tasa de justicia


Rinaudo, CNFed CA, sala III,
LL, 1995-E, 503.

La jurisprudencia está conteste en algo: no


perdonar la tasa de justicia a nadie. Es acorde

15.1
Ver nuestro artículo “La validez constitucional del de-
creto 2284/91”, reproducido como capítulo IX de la 2° ed. del
libro Después de la reforma del Estado, 1998.

63
G ORDILLO

con los tiempos de severidad fiscal que corren.


El que no inicia el beneficio de litigar sin gas-
tos junto con la demanda ha perfeccionado el
hecho imponible con la interposición de la de-
manda y debe por lo tanto abonarla.
Hasta ahí, lo conocido. Pero cuando quien se
presenta es un ex detenido político del Proceso, 1
para más discapacitado, invocando la ley 23.043
que dice que los gastos que su cumplimiento de-
mande se atenderán con cargo a rentas genera-
les, ¿no había lugar para una excepción? El fallo
invoca la ley 23.898 cuyo art. 9 dice que “la tasa
será abonada por el actor”.
Con la inteligencia que dan los hechos pos-
teriores, se puede ver ahora que el fallo podía
haber razonado como posteriormente lo hace
la Corte in re Birt, 2 en uno de los votos —el

16.1
Para mayor dramatismo, el Ministerio del Interior re-
conoció al actor 57 días, en lugar de los 772 que pidió. No
parece un caso para manejar con las frías pautas de cual-
quier juicio ordinario. Como dijo alguna vez un juez de la
Corte Suprema de Estados Unidos, “un Juez debe poder ha-
cer justicia aún a pesar de la ley”, y no es un comienzo
auspicioso el que se advierte en la acción que relata la sen-
tencia. Más detalles en GORDILLO, El método en derecho, Ci-
vitas, Madrid, 1988 y reimpresión 1995, p. 72. Casos de pa-
reja dificultad son Pereyra, comentado bajo el título El mé-
todo en un caso de derecho: hechos, valoración, normas,
“RAP”, n° 234, Buenos Aires, 1998, ps. 91 y ss., reproducido
en Compendio de casos y problemas de derecho, en prepara-
ción.
16.2
CSJN, LL, 1995-D, 292, con nota ¿Una excepción a la
ley 24,447?, supra, nota 2, p. 33.

64
Cien notas de Agustín

único, es cierto—, que recoge de los conside-


randos del decreto 70/91, modificado por la ci-
tada ley 24.043, que estas obligaciones —para
más, incumplidas en la especie por el Estado—
fueron asumidas por el Estado argentino ante
la Comisión Interamericana de Derechos Hu-
manos, con lo cual integran el plexo normativo
supranacional.
En otro fallo posterior al aquí anotado,
Giroldi, 3 la Corte interpreta la Constitución
en el sentido que cuando ella da “jerarquía
constitucional” a los tratados “en las condicio-
nes de su vigencia”, ello significa que es “tal
como la Convención citada efectivamente rige
en el ámbito internacional y considerando par-
ticularmente su efectiva aplicación jurispruden-
cial por los tribunales internacionales compe-
tentes para su interpretación y aplicación” (cons.
11, primer párr.). De ello resulta que nuestra
Corte debe aplicar los tratados “en los térmi-
nos anteriormente expuestos, ya que lo con-
trario podría implicar responsabilidad de la
Nación frente a la comunidad internacional”.
Sumando los ulteriores fallos Birt y Giroldi
de la Corte, pensamos que la solución dada por

16.3
LL, 1995-D, 462 y “RAP”, n° 215, con nuestra nota La
obligatoria aplicación interna de los fallos y opiniones con-
sultivas supranacionales. La solución se reitera en Bramajo,
DJ, 1997-2-195 y Arce, LL, 1997-F, 696, con nuestra nota
Los derechos humanos no son para, sino contra el Estado,
infra, nota 76, p. 165.

65
G ORDILLO

la Sala al caso Rinaudo no es justa. Claro está,


también lo es la crítica, efectuada con la pers-
pectiva enriquecedora de la ulterior jurispru-
dencia. Pero quedarán seguramente más ca-
sos en los cuales flexibilizar la solución que se
de a las acciones amparadas en la ley 24.043,
de modo de no desvirtuar en los vericuetos del
procedimiento los compromisos y las respon-
sabilidades internacionales asumidas por el
Estado.

17. Automóviles para discapacitados


Bähr, CNFed CA, Sala I, LL, 1995-E, 505.

El fallo comentado tiene un excelente desa-


rrollo a partir de los presupuestos legales que
rigen la materia. El presente no es un comenta-
rio al fallo sino a los segundos: su lectura sugiere
entrar en el túnel del tiempo, en la época de los
años ´50 en que se necesitaban permisos de im-
portación, por cierto sin impuestos.
Al presente, con una industria automovilís-
tica local desarrollada, una cosa es que se au-
torice la importación de vehículos para promo-
ver la libre competencia y el acercamiento de
los precios nacionales a los internacionales, y
otra que se lo utilice como un instrumento de
política social, por más bien intencionada que
sea, excluyendo la competencia nacional.

66
Cien notas de Agustín

No podemos creer que la industria local no


esté en condiciones de fabricar automóviles
adaptados, y en tanto subsista este sistema de
importación sin impuestos internos se desalien-
ta precisamente la fabricación local.
Una variante, de quererse insistir con una
política social sectorial y puntual como ésta,
es también eximir de impuestos internos a los
automóviles de tales características produci-
dos en el país.
De todas maneras, es claramente un subsi-
dio sólo al alcance de la clase media muy alta,
al cual los menesterosos no pueden acceder por
más discapacitados que estén, y que ha dado
lugar a sonados casos penales precisamente por
esta circunstancia.
No se protege entonces al discapacitado ne-
cesitado, se mantiene simplemente una reli-
quia de otras épocas económicas y políticas.

18. La legitimación en el amparo:


asociaciones, cooperativas, derechos de
incidencia colectiva.
Consumidores Libres Coop. Ltda Prev. Serv. de
ACC. Com. c/ Estado Nacional -Dto. 702/95- s/
amparo ley 16.986, Juzg. Fed 1° Inst. CA n° 9,
LL, 1995-E, 516.

El presente fallo es novedoso y ejemplariza-


dor por muchos motivos. En primer lugar, hace
aplicación del nuevo artículo 43 de la Consti-
tución nacional, reconociendo legitimación ac-

67
G ORDILLO

tiva no solamente a las asociaciones de usua-


rios cuyo único objeto es ese, sino también a
las cooperativas entre cuyos fines se encuen-
tre expresamente la defensa de los derechos
de sus asociados.
El fallo hace una distinción entre las dos coo-
perativas presentadas en autos, pues una tie-
ne y la otra no, entre sus objetivos estatutarios,
todo lo concerniente a la defensa del consumi-
dor.
Pensamos que si bien peca allí de exceso de
rigor formal, en todo caso harán bien todas las
cooperativas del país de usuarios de servicios
públicos concedidos, en modificar con toda ur-
gencia sus estatutos incluyendo dicho objeto
específico.
Esto no implica desmerecimiento para las
asociaciones específicas de usuarios, pero lo
cierto es que ellas han estado ausentes de la
presente acción y su omisión debió ser suplida
por las cooperativas afectadas, en defensa de
sus propios usuarios.
En segundo lugar y con toda corrección, el fa-
llo declara el carácter inmediatamente operati-
vo de dicha cláusula constitucional, sin perjuicio
de la ulterior reglamentación legislativa del Con-
greso. Es también la buena doctrina.
En tercer lugar, vemos la legitimación acti-
va del Defensor del Pueblo en defensa de los
derechos de los usuarios, lo que demuestra su
funcionamiento eficaz en materia de usuarios
y consumidores frente al poder concedido en

68
Cien notas de Agustín

forma exclusiva o monopólica por el Estado a


sus concesionarios y licenciatarios. 1 Last but
not least, el fallo declara la “nulidad” (absoluta y
manifiesta) de la incausada e ilegítima interven-
ción a un ente de control de servicios públicos
prestados en monopolio o exclusividad, interpre-
tando con ello correctamente el artículo 42 de la
Constitución en el sentido de que tales entes no
pueden así como así ser intervenidos, y menos
por el Poder Ejecutivo. 2 No entra el fallo, ni ne-
cesita hacerlo, a la cuestión de si el Poder Ejecu-
tivo tenía facultades para intervenir el ente del
artículo 42, o debía hacerlo el Congreso por el
principio de que quien concede no debe ser quien
controle, pues al hallar en la especie que el acto
es nulo de nulidad absoluta por ausencia de cau-
sa y ser “un claro ejemplo de arbitrariedad”, no
hacían falta en verdad más consideraciones para
anular el acto, y menos en una acción de ampa-
ro.
Sin embargo la Cámara y la CSJN negaron
hasta la legitimación de los actores, y de paso
también el derecho de fondo a tener un ente
independiente de contralor. Es difícil que esa
decisión se pueda sostener en futuros casos, sea

18.1
GORDILLO, La interpretación restrictiva de concesiones
y privilegios, LL, 1995-A, 217, nota al caso Telintar que la
CSJN confirmara; reproducido en Después de la reforma del
Estado, 2a ed., 1998, cap. III.
18.2
Nuestro Tratado de derecho administrativo, t. 1, 5°
ed., 1998, cap. XV, n° 2 a 5.

69
G ORDILLO

para negar la legitimación de las las asociacio-


nes o del Defensor del Pueblo. 3 No es lo que
dicen la Constitución,4 los pactos internacio-
nales, 5 ni el artículo 55 de la ley 24.240.6 Es
ésta la etapa en que nos encontrábamos en ma-
teria de lucha contra poder, al momento —
1996— de este balance retrospectivo. 7

18.3
Que a pesar de tenerla constitucionalmente dos veces
por el artículo 86 y el segundo párrafo del artículo 43, se la
hace ceder frente al primer párrafo del artículo 43.
18.4
Pues el segundo párrafo del artículo 43 específicamen-
te reconoce legitimación para la defensa de lo que denomi-
na “derechos de incidencia colectiva”, a “las asociaciones que
propendan a esos fines”.
18.5
Ver Derechos Humanos, 4a ed., 1999, cap. XII, “Los
amparos de los arts. 43 y 75 inc. 22 de la Constitución”.
18.6
“Legitimación. Las asociaciones de consumidores cons-
tituidas como personas jurídicas están legitimadas para ac-
cionar cuando resulten objetivamente afectados o amenaza-
dos intereses de los consumidores, sin perjuicio de la inter-
vención del usuario o consumidor prevista en el segundo
párrafo del artículo 58.”
18.7
ALEJANDRO NIETO ya lo vió en España hace una década:
“los organismos autónomos escapan del Estado y de su con-
trol, pero, por pretender ir demasiado lejos, el Ministerio de
Hacienda los ha atrapado de nuevo... Lo que no es un hecho
casual sino que responde a la estrategia de doblegar sistemá-
ticamente a los organismos autónomos que habían pretendido
una cierta independencia frente a su ministerio... Ahora bien,
con esta tendencia nada se arregla de los problemas capita-
les”: La organización del desgobierno, Ariel, Barcelona, 1984,
ps. 183 a 190. Concluye su libro con una reflexión de HERODOTO:
“No es posible evitar lo que los dioses han decretado, mas la
peor de las desdichas humanas es, seguramente, poseer el co-
nocimiento y, sin embargo, carecer de la fuerza necesaria para
realizarlo” (op. cit., pág. 190).

70
Cien notas de Agustín

Ahora, este año de 1999 se presenta de to-


dos modos lleno de posibilidades de cambio, que
podrán darse para bien o para mal. Quizás la
más llamativa sea la oportunidad que brindan
el artículo 76 de la Constitución, el artículo 42
y la cláusula transitoria octava: a nuestro jui-
cio, la prohibición de delegar que contiene el
artículo 76 se aplica al Poder Ejecutivo y sus
órganos dependientes, pero no a los entes re-
gulatorios independientes como los previstos
en el artículo 42.
En tal sentido hicimos un proyecto de ley en
el cap. VII de la 3° ed. de nuestro tomo 2. Pen-
samos que la ley 25.148, que prorroga el plazo
de caducidad de la cláusula transitoria octa-
va, lee a ésta como si no estuviera vigente el
artículo 76, que impone una limitación tanto
en el tiempo como en el contenido. Una prórro-
ga lisa y llana de legislación delegante y dele-
gada, en frontal transgresión al artículo 76, es
un traspaso tan instantáneo como masivo de
atribuciones legislativas al Ejecutivo, como
para justificar las más fuertes condenas pre-
vistas en la Constitución.
Por otra parte, el Ministerio de Justicia de
la Nación, a través de una Comisión integrada
por distintas entidades y asociaciones, aceptó
la idea de que los entes reguladores deben ser
independientes y con participación decisoria de
los usuarios en su directorio. Así quedó plas-
mado en un proyecto de ley general de conce-
siones, licencias y permisos de 1998. Pero que-

71
G ORDILLO

dará en los misterios insondables de la política


práctica saber si se tomarán decisiones pen-
sando a largo plazo, o en la estimación del re-
sultado de las próximas elecciones presiden-
ciales, legislativas, etc.

19. Cómo NO cobrar honorarios


profesionales de un Banco
Arrizabalaga, CNFed CA, sala IV,
LL, 1996-A, 619

El fallo muestra cómo no hay que percibir


honorarios profesionales: si Ud. es asesor del
directorio y en lugar de pagarle sus honorarios
le anotan un depósito a plazo fijo, no demande
después que se lo pague el B.C.R.A. si la enti-
dad debe ser liquidada. Como asesor del Di-
rectorio, pudo “entender la situación [de
iliquidez] de la entidad” e “intentar mantener
la fuente de trabajo”, pero al financiar con su
sueldo impago al Banco y tener otras vincula-
ciones con éste, también aceptaba que la ope-
ración de depósito no era genuina.
En la especie no hubo responsabilidad pe-
nal, pero tampoco garantía del B.C.R.A. La
solución parece lógica desde el punto de vista
de la sociedad. ¡Que les temps sont durs...!
¿Quid de los agentes estatales que reciben
sus sueldos por acreditación? Que sea en caja
de ahorros, no plazos fijos...

72
Cien notas de Agustín

20. La prescripción penal de una multa


administrativa
Hirschen, CNFed CA, sala IV,
LL, 1996-A, 625

El fallo hace aplicación de una de las face-


tas del intricado derecho penal administrati-
vo. En el caso se cita a Fallos: 304:849 en cuan-
to a que el carácter represivo de una multa
aduanera y el tratarse de infracción y no deli-
to “no obsta a la aplicación de las normas ge-
nerales del Código Penal”, incluyendo la pres-
cripción (Fallos: 187:76) que es de orden públi-
co y se produce de pleno derecho pudiendo ser
declarada de oficio (Fallos: 301:339).
Es así cierto que hay una común sustancia
penal lato sensu entre el derecho penal sustan-
tivo y el derecho penal administrativo; 1 pero
ello no obsta para que existan algunas dife-
rencias entre ambos, 2 con lo que “hay una

20.1
Procuración del Tesoro de la Nación, Dictámenes,
74:179; 168: 530 y otros; “Revista de la Procuración del Te-
soro de la Nación”, 1991, n° 18, p. 299 y sus citas.
20.2
COMADIRA, El exceso de punición y su incidencia sobre
la validez del acto administrativo, RDA, n° 4, p. 273 y ss.;
BEZZI, El poder disciplinario de la Administración Pública:
naturaleza, procedimiento y control jurisdiccional, Revista
del Colegio de Abogados de La Plata, 1982, p. 33 y sigtes.;
DOCOBO, Potestad disciplinaria de la administración públi-
ca, JA, Doctrina, 1970, p. 248; etc.

73
G ORDILLO

comunicabilidad sólo relativa entre las juris-


dicciones penal sustantiva y administrativo
disciplinaria”. 3
Por ello no es general la aplicación de las re-
glas del derecho penal al derecho penal adminis-
trativo y disciplinario, pues “conviene igualmen-
te reiterar la doctrina de Fallos 303:1776 res-
pecto de que la faz sancionadora del derecho ad-
ministrativo no se encuentra regida por los prin-
cipios que informan estrictamente el derecho
penal” 4 y así por ejemplo “la absolución o el so-
breseimiento dispuestos en sede penal no siem-
pre constituyen título suficiente para impedir la
sanción administrativa, aún cuando ésa se im-
ponga por hechos directamente vinculados con
los que generaron la decisión judicial”. 5 Circuns-
tancias irrelevantes en el ámbito penal pueden
no serlo en el administrativo, 6 aunque el pro-

20.3
“Revista de la Procuración del Tesoro de la Nación”,
op. cit., p. 300.
20.4
Aceitera Chabas S.A.” (25-X-94, cons. 7°); “Vicentín
SAIC c/ Instituto Arg. Sanidad y Calidad Vegetal - Resol
J.N.G. 36423/91 (17 de mayo de 1994), Francisco López S.A.
c/ Instituto Nacional de Semillas (7 de abril de 1994).
20.5
“Revista de la Procuración del Tesoro de la Nación”,
número 18, p. 300, Buenos Aires, 1991.
20.6
Fallos: 307:1282; Procuración del Tesoro de la Na-
ción, Dictámenes, 97:310; 108:34, y otros; “Revista de la Pro-
curación del Tesoro de la Nación”, obra y lugar citados;
MARIENHOFF, Tratado de derecho administrativo, tomo III-
B, p. 427/8; VILLEGAS BASAVILBASO, Derecho administrativo,
t. III, p. 561/3 y otros.

74
Cien notas de Agustín

nunciamiento penal sobre la existencia del he-


cho no puede controvertirse en sede administra-
tiva.7
Existe a veces un doble juzgamiento que no
se reputa violatorio de la regla non bis in idem,
en lo que hace al desempeño y la responsabili-
dad de los abogados por su accionar ante los
estrados judiciales: por los propios tribunales
y por el Tribunal de Disciplina del Colegio Pú-
blico de Abogados de la Capital Federal. En
ocasiones ni siquiera se aplica el principio de
la ley más benigna, no obstante doctrina en
tal sentido. 8
Pensamos que existe un exceso de severidad
en la punición de las faltas disciplinarias de la
administración, cuando los verdaderos delitos
quedan impunes. Por más que se trate de ju-
risdicciones diversas, si no existe estrictez en
el juzgamiento penal, no existe razón suficien-

20.7
BARÓ, DAISY L., La relación de empleo público, ed. Fun-
dación de derecho administrativo, Buenos Aires, 1982, p. 63
y sigtes., y doctrina y jurisprudencia que cita.
20.8
Debe considerarse ley más benigna no solamente aque-
lla que establece una pena o una sanción menor sino tam-
bién la que “en la situación jurídica en que se encuentra el
interesado, lo favorece o lo hace en mayor medida, sea por-
que el hecho imputado ha dejado de ser delictuoso o
contravencional; sea porque se castiga menos severamente
o se ponen mayores exigencias para castigarlo o menores
para reprimirlo más benignamente o para eximirlo de pena
o acordarle un beneficio”: NÚÑEZ, R., Las Disposiciones Ge-
nerales del Código Penal, p. 27, Marcos Lerner Editor, Cór-
doba, 1988.

75
G ORDILLO

te para no aplicar en materia administrativa


los principios del derecho penal que tutelan los
derechos del inculpado, para que no paguen los
menos justos por los más pecadores.
Hay entonces, salvo en este fallo que por ello
celebramos, un fuerte desajuste entre el dere-
cho penal adminisrativo y el derecho penal
stricto sensu, desajuste en el cual resulta más
fuertemente punido, y más duramente trata-
do, el que comete una falta administrativa que
el autor de un delito. No estamos postulando,
por supuesto, la lenidad generalizada, pero al
menos debe haber una justa proporción en la
manera en que la sociedad sanciona las con-
ductas antijurídicas.
Y desde ese punto de vista, parece totalmen-
te injusto que las normas que protegen al pre-
sunto delincuente no resulten de aplicación al
presunto infractor.
Del mismo modo, resulta harto injusto que
se castigue a los funcionarios públicos por sus
pequeñas faltas, pero se les excuse de su res-
ponsabilidad civil conjunta con la del Estado
cuando son ellos los causantes del daño. De ese
modo se les enseña empíricamente la peor de
las lecciones: que pueden actuar impunemen-
te contra el particular aunque ello dé lugar a
una acción de daños y perjuicios, y que así como
el Estado los trata arbitrariamente pueden —
¿o deben?— ellos tratar arbitrariamente al ciu-
dadano.

76
Cien notas de Agustín

Por ello celebramos, en suma, la solución


adoptada en el fallo.

21. La tasa de justicia de otras entidades


descentralizadas que las autárquicas
stricto sensu
Incidente de Tasa Ferrocarriles Argentinos S.A. c/
Sol Minera S.A., CNFed CA, sala II,
LL, 1996-A, 629

El fallo de la Salla II, coincidente con la Sala


IV, interpreta la Acordada de la CSJN en el
sentido que el diferimiento del pago de la tasa
de justicia aplicable a “la Nación, entes autár-
quicos, las provincias y las municipalidades”,
lo es stricto sensu en cuanto a las entidades
autárquicas. Ello significa, a fortiori, que las
empresas del Estado, las sociedades del Esta-
do, las sociedades de economía mixta, las em-
presas públicas con legislación especial, las
corporaciones regionales como YMAD o el
CEAMSE, las sociedades anónimas con parti-
cipación estatal mayoritaria, etc., 1 no quedan
incluidas en la excepción. Ello resulta aplica-
ble a las análogas entidades provinciales.

21.1
Para los distintos tipos ver GORDILLO, El estado actual
de los regímenes jurídicos de empresas públicas en la Ar-
gentina, LL, 141:1030, año 1971. Con la privatización se han
ido extinguiendo las distintas empresas públicas, o trans-
formándose en entes residuales; empero la tipología legal
subsiste, claro que cada vez con menor referente empírico.

77
G ORDILLO

Si bien la doctrina de estos fallos se ajusta a


la letra de la acordada y tiene como fundamento
adicional que toda excepción se interpreta res-
trictivamente, 2 que la acordada trata exclusi-
vamente de entidades públicas estatales regi-
das en consecuencia por el derecho público,
etc.,3 es posible en cambio que no responda al
espíritu de la acordada o no tenga sustento
fáctico suficiente, 4 en el caso de las entidades
totalmente estatales, siempre que aceptemos
la validez y razonabilidad de la Acordada.
De todas maneras es interesante apuntar el
fenómeno de una norma de diferimiento tribu-
tario, y la determinación de la extensión del
tributo en definitiva, resuelta no por la Ley ni
por la AFIP en virtud de su vieja delegación
legislativa o su futura calidad de autoridad re-

21.2
Exceptio firmat regulam in contrarium, o exceptio
firmat regulam in casibus non exceptis (B LACK ’s Law
Dictionary, 5° ed., St. Paul, Minnesota, Estados Unidos, West
Publishing Co., 1989, p. 502).
21.3
Entre los “etcétera” cabe incluir el desfinanciamiento
del sistema judicial, que los tribunales —acordes a los tiem-
pos— palian con mayor estrictez en la tasa de justicia: ver
nuestra nota 16, “La implacable tasa de justicia”, p. 63.
21.4
De similibus ad similia eadem ratione procedendum
est; en otra formulación, in consimili casu, consimile debet
esse remedium (B LACK ’s Law Dictionary, p. 689); o de
similibus ad similia eadem ratione procedendum est (pode-
mos argumentar la analogía de los casos: BLACK’s, p. 403);
de similibus idem est judicandum (en los casos iguales, igual
debe ser la decisión: BLACK’s, pág. 403).

78
Cien notas de Agustín

gulatoria independiente, sino por un órgano ju-


dicial actuando en calidad de ente normativo.

22. Nuevos argumentos para la


innecesariedad del reclamo
administrativo previo
Calzar, CNFed CA, sala II
LL, 1996-A, 633

Sin entrar a quienes afirman que el reclamo


administrativo previo es siempre innecesario e
improcedente como requisito para habilitar la
acción procesal administrativa 1 y sin sobreabun-
dar en la correcta reiteración por el fallo de “el
principio pro actione por el que debe estarse a
favor de tal habilitación con el fin de resguardar
la garantía de la defensa en juicio de los dere-
chos”, 2 el fallo agrega tres hipótesis que llevan
al mismo resultado y que vale la pena destacar.
La primera, que si se está pidiendo la in-
constitucionalidad de la norma contra la que
se demanda, mal podría resolverla la adminis-
tración, con lo cual la improcedencia del recla-
mo administrativo previo tiene un nuevo y adi-
cional fundamento.

22.1
GORDILLO, Tratado de derecho administrativo, tomo 4
(en preparación), capítulo XII, n° 10.
22.2
Y otros argumentos tales como evitar que se poster-
gue innecesariamente la intervención que corresponde al
Poder Judicial (Fallos: 208:183).

79
G ORDILLO

En segundo lugar, el fallo no requiere


drásticamente la “ineficacia cierta”del reclamo,
sino que afirma más latamente y con mayor
corrección que en el caso “no parece probable”
la enervación, por un hipotético reclamo admi-
nistrativo previo, de la “eficacia fáctica” de los
actos impugnados judicialmente en forma di-
recta. Es un progreso interpretativo que de-
biera generalizarse, pues constituye un aserto
con sustento fáctico constante, por ende inelu-
dible.
La tercera cuestión a resaltar es la aplica-
ción en materia judicial del principio del infor-
malismo a favor del administrado como argu-
mento “para abrir la vía judicial”. El informa-
lismo a favor del administrado es así creativa
y acertadamente trasladado de su campo ori-
ginario del procedimiento administrativo al del
proceso judicial, en el caso para permitir al
actor acudir directamente a los estrados judi-
ciales.

23. El interés legítimo en el amparo por


mora
Luis y Gómez, CNFed CA, sala II
LL, 1996-A, 637

Si bien el fallo no invoca la legitimación am-


pliada que surge del artículo 43 de la
Constitucion de 1994, sí recoge la tesis de la
ampliación de la tutela genérica judicial al in-

80
Cien notas de Agustín

terés legítimo 1 y hace aplicación al amparo por


mora del concepto de parte en el procedimien-
to administrativo, que incluye la legitimación

23.1
Con cita de CASSAGNE, JUAN CARLOS, La legitimación
activa de los particulares en el proceso contenciosoadminis-
trativo, E.D., 120:979. Se han pronunciado a favor de la
intepretación amplia del artículo 43 la sala III in re Schroder,
LL, 1995-D, 305, supra, nota 5, p. 39; DE SANTIS, GUSTAVO
JUAN, La protección constitucional del ambiente. La legiti-
mación del artículo 43 de la Constitución Nacional después
de la reforma, LL, 1995-D, 1117; M ENEM, EDUARDO, y DROMI,
ROBERTO, La Constitución reformada, Ed. Ciudad Argenti-
na, Buenos Aires, 1994, ps. 162 y ss.; RIVAS, ADOLFO , El am-
paro y la nueva Constitución de la República Argentina, LL,
1994-E, ps. 1331 y sigtes.; GOZAÍNI, OSVALDO A., El derecho
de amparo, Depalma, Buenos Aires, 1995, cap. V, ps. 75 y
ss. En la tesis restringida BARRA, RODOLFO CARLOS, La ac-
ción de amparo en la Constitución reformada: la legitima-
ción para accionar, LL, 1994-E; TAWIL, GUIDO SANTIAGO,
La cláusula ambiental en la Constitución Nacional”, LL,
1995-B, 1291.
Si ya la tesis anterior a la reforma constitucional propug-
naba la interpretación amplia, luego de ella ya resulta total-
mente inevitable, más allá de las preferencias personales de
cada intérprete. Otra forma de sortear el tema es sostener,
como lo hace ahora el artículo 41, que existe un derecho sub-
jetivo y no ya un interés legítimo a tener un medio ambiente
sano: ello es particularmente claro en el caso de perjuicios a
la salud (fumar, para tomar el más notorio) que por defini-
ción son concretos, directos, específicos y totalmente exclusi-
vos a cada individuo que los sufre: allí se ha pasado de un
derecho “no enumerado” (GORDILLO, Derechos no enumera-
dos: el caso de la salud y el medio ambiente, en MILLER, GELLI,
CAYUSO, Constitución y derechos humanos, tomo 1, Astrea,
1991, ps. 182 y ss.; Derechos Humanos, capítulos VIII y IX),
a uno taxativamente incluido.

81
G ORDILLO

en base a un interés legítimo y no solamente


un derecho subjetivo.
En el caso, quien no interpuso un recurso
jerárquico pero tiene interés legítimo en su
resolución puede pedir judicialmente amparo
por mora de la administración, aún no siendo
el recurrente.
La solución aplica así al caso particular de
un interesado en el recurso de otro, la vieja
doctrina que sostiene que en el amparo por
mora la legitimacion judicial incluye el interés
legítimo. 2
Es de esperar que otras acciones que se es-
tán intentado y algunos pronunciamientos ju-
diciales de primera instancia que van admi-
tiendo los amparos fundados en los derechos
de incidencia colectiva, los de las asociaciones
de usuarios, de los vecinos respecto a su medio
ambiente, de los afectados y usuarios de servi-
cios públicos, administrados, etc., encuentren
igualmente amplia y categórica recepción en
las Salas y en la Corte.

Así BARRA, RODOLFO, El amparo por mora de la ad-


23.2

ministración, E.D., 59: 797, 800; GONZÁLEZ, FLORENCIA, Am-


paro por mora, en DIEZ y otros, Acto y procedimiento ad-
ministrativo, ed. Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, 1975, ps.
190 y ss., 195; HUTCHINSON, TOMÁS, La morosidad admi-
nistrativa y la solución legal del amparo por mora, “Régi-
men de la Administración Pública”, año 2, número 21,
Buenos Aires, 1980, ps. 7 y ss., p. 11; GORDILLO, Tratado
de derecho administrativo, tomo 4.2., Buenos Aires, 1982,
capítulo XIV, número 6, ps. 19 y 20, entre otros.

82
Cien notas de Agustín

24. Las suspensiones de juicios


Rosso, CNFed CA, sala II,
LL, 1996-A, 643

La salus pública clama contra la suspensio-


nes de juicios que distintas administraciones
han dictado reiteradamente. La sentencia ha
perdido la oportunidad de confirmar el fallo de
primera instancia, aunque más no fuera por
doctrina para el futuro. 1 Entonces la práctica

24.1
El Consejo de Estado de Francia suele dictar fallos
tardíos, pero los dicta igual sobre el fondo de la cuestión
aunque sea “abstracta”, para que al menos sirvan como orien-
tación moral y jurídica para futuros casos análogos. Se ha
dicho respecto al control del Consejo de Estado de Francia
en materia de prohibiciones administrativas del derecho de
reunión, por ejemplo, que “El alcance de su intervención no
debe ser despreciado ni exagerado... Sus decisiones pierden
una gran parte de su valor cuando ocurren varios años des-
pués de la medida de prohibición: la situación puede haber
evolucionado profundamente en el ínterin, y el perjuicio po-
lítico y moral sufrido por los organizadores de la reunión no
es nada atenuado por la anulación platónica y tardía de una
prohibición que ha surtido todos sus efectos; sólo una deci-
sión del Juez ordenando la suspensión de la ejecución de la
decisión atacada podría reforzar eficazmente el control en
esta materia. El valor de la jurisprudencia del Consejo de
Estado, relativa a la libertad de reunión, vale entonces me-
nos por sus efectos prácticos en cada caso que por las afir-
maciones de principio que ella importa y recuerda” (LONG.,
M., WEIL, P., y BRAIBANT, G., Les grands arrêts de la juris-
prudence administrative, 7° ed., París, 1978, ps. 221/2).

83
G ORDILLO

persiste, por ley, por decreto, por lentitud del


trámite judicial que torna abstracta la cues-
tión cuando llega el momento del pronuncia-
miento. Habría que dar un paso adelante y
considerar jurídicamente inexistentes todas las
normas que interfieran en el futuro con el fun-
cionamiento normal del proceso. 2 En un Esta-
do de derecho la emergencia no se combate
paralizando juicios.

24.2
Para que no ocurra aquello de que “... el funcionario
autor del acto ilegal, de hecho, no está jamás inquieto per-
sonalmente. Cuando llegue la sanción, él habrá probable-
mente dejado su puesto por uno más elevado. La decisión
del Consejo de Estado no le alcanzará —si aún la llega a
conocer; ella no alcanzará tampoco a su sucesor, extraño a
lo que ha ocurrido antes que él”, como expresa con acierto
CALON, JEAN PAUL, Le Conseil d´Etat et la protection des li-
bertés publiques, París, 1980, p. 17, citado en GORDILLO, Pro-
blemas del control de la administración pública en América
Latina, Civitas, Madrid, 1981, p. 57 del punto 8 “La política
temporal del control jurisdiccional”. El tema es antiguo y ya
fue señalado por HAURIOU, MAURICE, La jurisprudence admi-
nistrative de 1892 à 1929, tomo I, París, 1929, p. 649, trans-
cripto más extensamente en nuestro Tratado de derecho ad-
ministrativo, tomo 2, La defensa del usuario y del adminis-
trado, 3° ed., 1998, cap. XVIII, n° 1, ps. 1/2.
O como dice M. SOUDET comentando el caso del film La
religieuse que fuera prohibido en 1966 y cuya prohibición
fuera anulada en 1975, el fallo “no tiene valor sino como
anécdota”: CONSEIL D´ÉTAT, Études et Documents, París, 1978/
9, p. 66. Sin embargo aún así su valor no puede ser despre-
ciado, pues sirve al menos como orientación moral para el
futuro, como señalan LONG, WEIL, y BRAIBANT, op. loc. cit.

84
Cien notas de Agustín

25. No es necesario pedir la suspensión


en sede administrativa antes que
judicial
Aguas Argentinas S.A. c/ Ente Tripartito de Obras
y Servicios Sanitarios s/ proceso de
conocimiento, CNFed CA, sala I,
LL, 1996-A, 646

Mientras que la Sala III ha argumentado


que quien requiere una medida cautelar con-
tra un ente de contralor de servicios públicos
privatizados debe acreditar haberla pedido en
sede administrativa y serle denegada, antes
de hacerlo en sede judicial, 1 el presente fallo
sienta la doctrina contraria invocando que si
la interposición del propio recurso de alzada es
optativa, se sigue de allí que también ha de
serlo pedir la suspensión del acto, que no es
sino un aspecto del recurso en sede adminis-
trativa. De otra manera y como bien dice este
fallo, se obstacularizaría el derecho del parti-
cular de acudir en forma directa a la vía judi-
cial. Deberíamos evolucionar plenamente ha-
cia la intervención judicial directa contra la ad-
ministración, máxime tratándose de una au-

25.1
Edesur, LL, 1995-D, 318, con nota “¿Pedir la suspen-
sión en sede administrativa antes que judicial?”, supra, n°
9, p. 49.

85
G ORDILLO

toridad regulatoria, que por definición debe ser


independiente.

26. A la fecha de la sentencia


Chocolate Modas S.A., CNFed CA, sala I,
LL, 1996-A, 646

Diversos fallos como el presente aplican la


doctrina de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación que permite resolver la cuestión
con arreglo a la situación fáctica existente a
la fecha de la sentencia (Fallos, 292:140;
300:844; 304:1020).
En algunos casos es para declarar abstrac-
ta la cuestión en lugar de dictar un pronun-
ciamiento orientador para el futuro (Sala II,
Rosso, 4 de julio de 1995).1
En otros es para dictar sentencia sobre he-
chos que no formaron parte de la “litis-
contestatio”.
Hay fallos que prefieren atenerse a la si-
tuación al momento de la demanda (para los
honorarios se prescinde de los hechos poste-
riores a la iniciación de la demanda: Fallos,
208: 416; 295:384; 301:384; 302:782).
Aunque cada fallo individual pueda resul-
tar fundamentado, lo cierto es que el conjunto

26.1
LL, 1996-A, 643, “Las suspensiones de juicios”, supra,
nota n° 24, p. 83.

86
Cien notas de Agustín

crea inseguridad jurídica. Falta la auctoritas


res similiter judicatarum.

27. Veinte mil boletos mínimos


Empresa de Transportes Pedro de Mendoza C.I.S.A.
(L 29) c/ Comisión Nac. de Trans. Aut. - Resol.
C.N.T.A. N° 499/94, CNFed CA, sala II,
LL, 1996-B, 505

La multa aplicada por la C.N.T.A. a una


empresa de colectivos en razón de no tener en
tiempo las máquinas de boletos en 66 unida-
des fue apelada conforme al art. 8° de la ley
21.844, invocando la empresa la inaplicabili-
dad del principio solve et repete y ofreciendo un
bien como garantía de pago.
Si bien hay precedentes que postulan la
lisa y llana inaplicabilidad de dicha regla, el
fallo considera los patrones tradicionales 1 y
expresa que no se ha demostrado que la mul-
ta aparezca desproporcionada con los bienes
de la empresa, habida cuenta “de la magni-
tud de la empresa que surge de las constan-
cias de autos”. A fortiori, está diciendo que
tampoco se justifica no haber colocado opor-
tunamente las máquinas de boletos.
La empresa “reconoció la comisión de la
infraccion imputada” y no demostró “que la

27.1
Azucarera Osvaldo Mora, CNFed. Cont. Administra-
tivo, Sala I, 29 de octubre de 1974.

87
G ORDILLO

multa en cuestión resultase confiscatoria o


que su aplicación restringiera efectivamente
las posibilidades de defensa de la accionan-
te”.
A ello cabe agregar un argumento no expues-
to por el fallo, que es la ola de asaltos y muer-
tes a colectiveros que precedió a la instaura-
ción del sistema incumplido por la recurrente.
Razonamiento éste que, unido a los argumen-
tos, da suficiente sustento a la decisión de re-
chazar el recurso contra la multa.
Como el fallo lo dice aunque en otras pala-
bras, la recurrente pareció agraviarse más del
pago previo que del fondo de la cuestión y sus
propios argumentos le fueron en contra.
Se trata pues de una sanción que la propia
recurrente admite de hecho como justa, por la
doctrina de los actos propios.

28. Sorteando el artículo 43


Confederación Unificada Bioquímica de la R. Arg. y
otros c/ Poder Ejecutivo Nacional -ANSSAL s/
varios, CNFed CA, sala II
LL, 1996-B, 517

Todos estamos pendientes de ver cómo los


tribunales de alzada aplican la norma inme-
diatamente operativa del artículo 43 de la
Constitución nacional, que reconoce legitima-
ción procesal a los derechos de incidencia co-
lectiva, y del art. 42, a las asociaciones de
usuarios, o del art. 41 a los vecinos respecto

88
Cien notas de Agustín

de su medio ambiente. Todos ellos conforman


un plexo normativo que debe interpretarse
armónicamente, lo cual no puede ser de otro
modo que dando amplia legitimación al in-
terés legítimo y difuso y desde luego a las
asociaciones que representan tales tipos de
intereses.
Por otra parte, si tan amplia legitimación
constitucional ha sido establecida en el caso
del art. 43 para el amparo, a fortiori ella es
admisible, con mucha mayor razón, en el jui-
cio ordinario.
Sin embargo y por ahora, parte de la doctri-
na y la judicatura no parecen entusiasmados
al respecto, sensación que comparten con la
parsimonia del Poder Legislativo. Sólo el po-
der constituyente y alguna parte de la ciuda-
danía piensan otra cosa. Estos primeros años,
posteriores a la reforma Constitucional, son de-
cisivos para darle a su vigencia el ímpetu ne-
cesario para que tenga movimiento propio. Por
ahora ello está faltando por doquier, salvo los
pronunciamientos de la Corte Suprema de Jus-
ticia de la Nación en materia de tratados y ju-
risprudencia internacional, 1 doctrina del vo-

28.1
Cafés La Virginia, LL, 1995-D, 277, “La creciente inter-
nacionalización del derecho y sus efectos”, supra, n° 1, p. 31;
Giroldi, LL, 1995-D, 462; “RAP”, n° 215, Buenos Aires, 1996,
ps. 151 y ss., con nuestra nota; Bramajo, DJ, 1996-196; Arce,
LL, 1997-F, 696, “Los derechos humanos no son para, sino
contra el Estado”, infra, n° 76, p. 165..

89
G ORDILLO

luntario acatamiento, 2 transacciones y demás


acuerdos internacionales,3 etc.
En el caso, el fallo de primera instancia re-
conoció la representación natural de la accio-

28.2
Video Club Dreams, LL, 1995-D, 243, con nota de MARÍA
ANGÉLICA GELLI, punto II.3: Una novedad que tiene es no apli-
car y posiblemete abandonar la vieja doctrina jurisprudencial
que tanto daño ha hecho a nuestro país, acerca de que el “vo-
luntario” acatamiento de un particular a un régimen adminis-
trativo general tenía por resultado impedirle cuestionarlo luego
judicialmente. Esa doctrina era errónea porque contrariaba la
presunción de legitimidad y obligatoriedad de las normas ge-
nerales de la administración y sobre todo porque desconocía
un dato manifiesto de la realidad, que el particular no tenía
más remedio que someterse a él para no quedar marginado
del negocio. Caso típico, una licitación pública que contiene
cláusulas ilegales en el pliego de bases y condiciones: quien las
impugna ¿se queda afuera? Quien se presenta sin impugnar-
las, ¿las ha consentido para siempre? Esta solución había sido
criticada por la doctrina nacional, con antecedentes de dere-
cho comparado, sin resultado positivo. Ahora la Corte Supre-
ma desecha su anterior argumento, en el sentido que la inte-
resada se había inscripto en el registro creado por la norma
impugnada y había oblado el tributo ilegal, reconociendo el
hecho manifiesto de que tales hechos no “traducen una clara
voluntad de someterse a las normas impugnadas en el sub lite.
Por el contrario, dichos actos revelan —más bien— la inten-
ción de no quedar marginada del circuito de comercialización
de videos” (cons. 6°). Con justicia poética, ante la invocación
administrativa de la necesidad y urgencia, la CSJN opone la
necesidad del particular que no tuvo más remedio que some-
terse a la norma sin tener por ello voluntario acatamiento al-
guno.
28.3
Giroldi, “RAP”, n° 215, 1996, ps. 151 y ss., con nuestra
nota; LL, 1995-D, 462; consid. 9° del fallo Birt, LL, 1995-D,
294: “¿Una excepción a la ley 24.447?”, supra, n° 2, p. 33;
nuestro Tratado, t. 1, 5° ed., 1998, cap. VI.

90
Cien notas de Agustín

nante por el objeto social de sus estatutos, en


tanto que la Sala preferió privilegiar el hecho
de que la asociación tenía poder, eludiendo
entonces recoger el guante que le tiró la admi-
nistración respecto a “la viabilidad de las lla-
madas acciones colectivas”.
Es como si la administración advirtiera al
tribunal que tal amplia legitimación no goza
de su propio favor, diga lo que dijere la Consti-
tución.
Mientras nuevos fallos no entren a delinear
la imprescindible amplitud de legitimación que
emerge de los citados artículos constituciona-
les, los actores tendrán que seguir utilizando
todos los artilugios procesales de presentar a
las asociaciones y sus miembros, darles poder,
modificar sus estatutos, agregar vecinos, afec-
tados, usuarios, el Defensor del Pueblo de la
Ciudad y el de la Nación, etc., todo para que
no haya excusa para no entrar al fondo de la
cuestión. Es lo que se llama un rigorismo in-
útil y un dispendio de actividad procesal de los
litigantes.
En cuanto a la habilitación de la vía, la sala
mantiene la recta línea de no exigir el reclamo
administrativo previo por la multiplicidad de
razones que existen al respecto. 4

28.4
Ver Calzar, sala II, LL, 1996-A, 634, “Nuevos argu-
mentos para la innecesariedad del reclamo administrativo
previo”, supra, n° 22, p. 79.

91
G ORDILLO

29. El usuario y la estrategia judicial


telefónica
Garrido, CNFed CA, sala II,
LL, 1996-B, 520

Es fácil comprender la frustación del ciuda-


dano a quién su teléfono “ocasionalmente” no
le funciona o que “ocasionalmente” le facturan
por servicios que no recibió. Una estrategia de
usuarios, reservada para abogados, amigos y
clientes enojados o desesperados, es hacer un
amparo. Hoy como antes en la época de ENTel,
sirve al menos para mover a la empresa a res-
tituir el servicio. Con ello se arregla el teléfono
por vía judicial pues la empresa trata de man-
tener bajo el nivel de litigiosidad de los usua-
rios.
Ahora bien, el frustrado accionante de esta
causa, ante la reiteración del corte del servi-
cio, intentó que se conmine a la demanda a
mantenerle en funcionamiento el servicio
bajo apercibimiento de sanciones progresivas
en caso de negativa, renuencia o cumplimien-
to deficiente de la prestación.
La Sala lamentablemente no concuerda con
la razonabilidad de su pedido, y concluye que
su agravio “aparece como meramente hipoté-
tico y conjetural restando virtualidad a su plan-
teo”, que no hay una “concreta necesidad de
tutela jurídica”, que puede pedirlo “en la eta-

92
Cien notas de Agustín

pa procesal oportuna”, que “es prematuro fijar


medidas compulsorias” pues “serían meras
amenazas adelantadas”.
El fallo es una muestra más de la total inde-
fensión en que se encuentra el usuario telefóni-
co, para más no existiendo el ente constitucional
requerido por el artículo 42 y encima estando la
CNT intervenida. 1 Los memoriosos recordarán
un ciudadano polaco que hace ya muchas déca-
das fue llevado a la desesperación y terminó en
la página de policiales. Convendría evitarlo pro-
veyendo de tutela judicial al usuario telefónico.
No era para nada irrazonable la pretensión de la
actora, que además se salvó de las costas sola-
mente porque la demandada no contestó los agra-
vios.
Y uno se pregunta, si la demandada no con-
testó los agravios, en el fondo no veía tampoco
irrazonable la pretensión. El fallo, en verdad, no
tiene sustento fáctico suficiente.

30. Validez y eficacia del acto


administrativo
Frávega S.A., CNFed CA, sala I,
LL, 1996-C, 30

Es la vieja distinción entre validez y efica-


cia del acto administrativo, que como bien
señala el fallo en el punto 6 b) ha sido resuel-
29.1
Ver nota n° 18, p. 67 de esta obra. Después fue disuel-
ta.

93
G ORDILLO

ta —mayoritariamente— en el sentido de que


el acto nace y tiene validez desde su firma,
pero sólo adquiere eficacia con su notificación.
La tesis —minoritaria—, que ahora suma
un categórico voto 1 es que una norma no nace
al mundo jurídico antes de su conocimiento
por los interesados, sea por publicación 2 o
notificación. Es la tesis correcta y evita los
artilujios de antedatar actos y notificarlos
luego que la competencia para dictarlos ha
desaparecido, contestar amparos por mora
diciendo que ya se había resuelto antes, cuan-
do en verdad el acto recién entonces se
suscreibe, y al mismo tiempo se notifica,3 et-
cétera. Una hipótesis diversa es el acto que
se suscribe con fecha real, pero con expresos
efectos retroactivos, como designaciones y
contrataciones de personas con efecto a la fe-
cha de su inicio. En este caso no existe simu-
lación en la fecha (pues se consigna la real);
ni pretendida distinción entre existencia y
eficacia. Simplemente se trata de un acto vá-
lidamente retroactivo.

30.1
La disidencia de COVIELLO; GORDILLO, El acto admi-
nistrativo, 4° ed., cap. X, n° 10, p. 43 y ss.; COMADIRA, Acto
administrativo municipal, op.cit., p. 53 y nota 108; CASSAG-
NE, op.cit., p. 154; BUJ MONTERO, “El acto administrativo:
Elementos”, en FARRANDO (H.) y MARTÍNEZ, Directores, Ma-
nual de Derecho Administrativo, p. 199.
30.2
GORDILLO, La promulgación y publicación de las leyes,
revista DT, ps. 595 y ss., año XXIX, n° 10, 1969.
30.3
Bonfiglio, nota “Antedatar sin costas”, n° 57, p. 135.

94
Cien notas de Agustín

31. Enargas: interpretación restrictiva


de su “jurisdicción”
Y.P.F. c. Enargas, CNFed CA, sala I,
LL, 1996-C, 36

Si bien la redacción algo lata del fallo per-


mite inferir un dictum que admite la existen-
cia y constitucionalidad del otorgamiento de
facultades jurisdiccionales a los entes regula-
dores,1 en el caso Enargas, lo cierto es que lo
resuelto es que tal atribución ha de interpre-
tarse restrictivamente y no cabe extenderla a
otros supuestos que los expresamente contem-
plados en la ley.
Queda pues para otros casos determinar la
interpretación y el régimen jurídico concreto
de las supuestas facultades jurisdiccionales en
los casos normativamente encuadrados en
ellas.
Pero es importante al menos que se haya
aclarado su carácter restrictivo, pues es obvio
que plantea una grave disyuntiva respecto a
la división de los poderes y el acceso pleno a
una distancia judicial suficiente y adecuada.

31.1
Materia opinable a partir de Fernández Arias, como
explicamos en Tratado, t. 1°, cap. IX, números 8 a 19; capí-
tulo XV, punto 8, ps. 13 a 15, específicamente referido a los
entes reguladores, en tanto no posean absoluta independen-
cia del Poder Ejecutivo.

95
G ORDILLO

32. Privación sistemática de justicia 2


(dos) en la provincia de Buenos Aires
Transporte del Oeste S.A. c. Municipalidad de
Merlo, CSJN, LL, 1996-C, 39

“Ya anteriormente señalamos la sistemáti-


ca privación de justicia administrativa en la
provincia de Buenos Aires, comprobada ahora
una vez más, en este caso, por la Corte Supre-
ma de Justicia de la Nación.1 Los plazos de la
Constitución provincial se aproximan, la fla-
grante inconstitucionalidad prosigue, ninguna
solución se avizora.”
Eso dijimos en 1996. Promediando 1999 to-
davía no están integrados los tribunales que
habrán de aplicar el nuevo código.

33. Rechazo in limine litis del amparo


Toscano S.A.,CNFed CA, sala I
LL, 1996-C, 41

La ampliación constitucional del amparo en


los arts. 43 y 75 inc. 22 de la Constitución Na-
cional está encontrando suerte dispar en la
jurisprudencia, usualmente más mala que bue-
na, para los que piensan que los tratados in-

Privación sistemática de justicia en la provincia de


32.1

Buenos Aires, supra, nota n° 3, p. 36; LL, 1995-D, 298.

96
Cien notas de Agustín

ternacionales de derechos humanos exigen mu-


cho más 1 que lo que algunos tribunales loca-
les interpretan a partir del artículo 43 de la
Constitución y la impertérrita continuada apli-
cación del decreto-ley 16.986.
El Juzgado a quo, que en un trabajado fallo
admitió la acción de amparo contra la inter-
vención en la Comisión Nacional de Telecomu-
nicaciones 2 para ver luego su sentencia am-
pliamente revocada,3 ha aprendido la lección
y parece haber perdido ese primer élan vital y
ha comenzado a rechazar in limine litis los
amparos. El presente caso es un ejemplo de ello,
en dicha primera instancia.
A su vez la sala, que anteriormente había
revocado rechazos liminares de los amparos en

33.1
Desde luego, las voces no son uniformes. La del texto
corresponde al artículo Un día en la justicia. Los amparos
de los artículos 43 y 75 inciso 22 de la Constitución Nacio-
nal, LL, 1995-E, 988; lo hemos reproducido, con correccio-
nes, en Derechos Humanos, 4° ed., 1999, cap. XII y en ABREGÚ,
MARTÍN, y COURTIS, CHRISTIAN (Compiladores), La aplicación
de los tratados sobre derechos humanos por los tribunales
locales, CELS, Editores del Puerto S.R.L., Buenos Aires,
1997, ps. 201 y ss.
33.2
Consumidores Libres Coop. Ltda. Prev. Serv. de ACC.
Com. c. Estado nacional —dto. 702/95— s/ amparo Ley
16.986, LL, 1995-E. 516, con nota La legitimación en el am-
paro: Asociaciones cooperativas. Derechos de incidencia co-
lectiva, supra, nota n° 18, ps. 67 y ss.
33.3
Mismo caso, sala V, LL, 1995-E, 469, con nota de CAS-
SAGNE, JUAN C ARLOS, De nuevo sobre la legitimación para
accionar en el amparo.

97
G ORDILLO

sonados casos (v. gr. la ley universitaria), tam-


bién ahora modifica in pejus su criterio y con-
firma la sentencia de aquella primera instan-
cia que rechaza liminarmente un amparo, sin
siquiera pedir el informe de ley ni el envío de
los expedientes ni tampoco dar traslado (pero
sí se da en cambio traslado de la apelación).
Con lo cual la administración no tiene que con-
testar el amparo, ni acompañar los expedien-
tes, y se puede dar el lujo de apoyar el rechazo
liminar de la demanda.
La Sala I dice en este fallo que en líneas ge-
nerales nada ha cambiado con la Constitución
de 1994. Opinión que, si bien harto comparti-
da por doctrina y fallos, al menos parece ser
contraria al espíritu del texto constitucional,
además de su texto. Llevaría a sostener que la
Constitución en definitiva no se reformó en este
punto, lo que no parece una interpretación
teleológicamente adecuada del texto constitu-
cional, más allá de que tampoco se ajusta a su
texto ni a las remisiones del art. 75 inc. 22,
como se explica en la nota 1 de este comenta-
rio.
Antes los amparos salían al menos por la
fenestra, ahora algunos no pasan del limen.
¿Llegaremos por este camino al viejo sistema
de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires, en cuya mesa de entradas no se reci-
bían escritos dirigidos al intendente que con-
tuvieran expresiones inapropiadas como “ar-
bitrariedad”, porque así lo marcaba la norma

98
Cien notas de Agustín

municipal? ¿Los próximos amparos los recha-


zará —con todo respeto— el empleado de la
Mesa de Entradas de cada Juzgado? ¿La “plan-
cha” de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación para rechazar recursos de queja por
recurso extraordinario denegado, nacerá aho-
ra para rechazar amparos in limine litis?
El sistema judicial de control de la adminis-
tración pública, aquejado de crónica insuficien-
cia de medios y tribunales,4 haría entonces
implosión terminal. Mal augurio.

34. Por un formulario


War Car S.A., CSJN, LL, 1996-C, 436

No hay duda de que existe todavía una


apreciable evasión impositiva, y que se re-
quiere un gran celo de la autoridad tributa-
ría para corregirlo; pero también es obvio que
en un estado de derecho ello debe hacerse
conforme al ordenamiento legal. En la espe-
cie tenemos otra clausura dispuesta por la
autoridad impositiva sin fundamento jurídi-
co. Lo que es peor, sin sentido alguno de sus-
tento fáctico ni mínima proporcionalidad: clau-
surar un establecimiento comercial por la omi-
sión de presentar un mero formulario es sim-

33.4
Ver GORDILLO, t. 2, La defensa del usuario y del admi-
nistrado, 3° ed., 1998, caps. XIII y XIV; Derechos Humanos,
cap. VII, 4a ed., 1999.

99
G ORDILLO

plemente un absurdo. Más grave es que un juez


haya apañado la decisión y recién la Corte haya
resuelto el entuerto.

35. In memorian
Tarnopolsky, D. c. Estado nacional y otros, CNFed
CA, sala III, LL, 1996-C, 438

Es éste un fallo que aprecia elocuentemen-


te la prueba, el derecho y los valores en jue-
go; que además traza con la fuerza y el mag-
netismo de la lisa y llana aplicación del
derecho,un pedazo de tragedia en la histo-
ria. Sean los hechos, sea el derecho, sea la
fuerza moral de la sentencia, es imposible
leerla fríamente, ha de haber sido un esfuer-
zo titánico escribirla. Con ese respeto debe
ser leída, paso a paso, con la cadencia dra-
mática de su argumentación. 1

36. Facultades reglamentarias de los


entes reguladores
Edenor S.A. c. Estado nacional (Secretaría de
Energía), CNFed CA, sala I
LL, 1996-C, 445

El fallo señala acertadamente que la exis-


tencia de un contrato de concesión para la pres-

35.1
Ver T., D., CSJN, 31-VIII-99, LL, SAdm., 29-X-99.

100
Cien notas de Agustín

tación de un servicio público monopólico no es


óbice a las facultades reglamentarias de la au-
toridad estatal, que en el caso reconoce como
otorgadas en cabeza del ente regulador, el Ente
Nacional Regulador de la Electricidad.
Señala al respecto “que la concesionaria se
encuentra frente a la administración en una
situación de especial sujeción, en virtud de
las potestades que en materia de organiza-
ción y funcionamiento del servicio público,
competen a ésta. De allí que la reglamenta-
ción del servicio no está ceñida sólo por lo que
contemple el respectivo contrato, sino tam-
bién por las propias prerrogativas que por
naturaleza corresponde a la autoridad esta-
tal, ello siempre, claro está, bajo la observan-
cia estricta del principio cardinal de legali-
dad administrativa”. 1
Sostiene además que tal reglamento pudo
dictarse sin audiencia previa “participada” del
concesionario,aunque el concesionario no se
quejó de que no hubiera existido audiencia
pública, que hoy en día es de raigambre cons-
titucional.2

36.1
Además de la doctrina que cita el fallo en el sentido
indicado ver GORDILLO, Tratado, t. l°, 5° ed., cap. XV, Los
entes reguladores, n° 6, ps. 8 y sigts.; Las facultades norma-
tivas de los entes reguladores, “RAP”, n° 212, Buenos Aires,
1996, ps. 120 y ss.
36.2
Ver el cap. XI, “El procedimiento de audiencia públi-
ca” en nuestro Tratado, t. 2, La defensa del usuario y del
administrado, 3° ed., 1998.

101
G ORDILLO

No ha sido parte del fallo, pues, si cabe cons-


titucionalmente exigir la necesidad de hacer
una audiencia pública, con participación de in-
teresados y contrainteresados y asociaciones de
usuarios, previa a la emisión de normas
generales.La respuesta afirmativa parece ob-
via tal como va surgiendo también de los pro-
nunciamientos que se han ido dictando en ma-
teria de reestructuración tarifaria telefónica.3
Desde otro ángulo, adviértase que no se tra-
ta aquí de las llamadas facultades exorbitan-
tes implícitas, que ha dividido a nuestra doc-
trina en torno a la noción misma de contrato
administrativo. 4 Pues, en el caso, la ley
preexiste al contrato y es explícita en otorgar
estas facultades reglamentarias, que hacen por
lo demás a la propia denominación constitu-
cional en el artículo 42: entes “reguladores”. 5

36.3
Ver GALLARDO , ROBERTO ANDRÉS , Teléfonos: novedosas
herramientas y peligrosas tendencias de la administración,
LL, 1997-E, 56.
36.4
CASSAGNE, La sustantividad del contrato administra-
tivo y sus principales consecuencias jurídicas, R.D.A., n°
15/16, p. 165; MAIRAL, De la peligrosidad o inutilidad de una
teoría general del contrato administrativo, ED, 179: 655;
CASSAGNE, Un intento doctrinario infructuoso: el rechazo
de la figura del contrato administrativo, ED, 180: 773;
MAIRAL, El aporte de la crítica a la eventual evolución del
derecho administrativo, ED, 180: 848; CASSAGNE, La delimi-
tación de la categoría del contrato administrativo. (Réplica
a un ensayo crítico), ED, 23-III-99; BARRA, La sustantividad
del contrato administrativo, ED, 23-IV-99.
36.5
Ver t. 2, cap. VII; t. 1, cap. XV; t. 2, cap. VI.

102
Cien notas de Agustín

37. No procede excepción de espera por


recurso pendiente
Banco Central c. Rota, Pedro C.,
CNFed CA, sala III,
LL, 1996-C, 454

Es claro, como dice el fallo de la Sala III,


que no cabe excepción de espera en un juicio
de ejecución fiscal por estar pendiente de deci-
sión judicial, en la sala IV, la impugnación de
la multa que origina la ejecución.
Pero también es cierto que no pareciera exis-
tir demasiada diferencia temporal entre el pro-
ceso de ejecución que llega a una sala por esta
excepción y la acción que se encuentra en otra
sala para decidir la eventual inconstitucionali-
dad de la multa: lo ideal, prescindiendo de las
competencias de cada sala, sería juntar ambas
apelaciones y resolver las dos cuestiones al mis-
mo tiempo. Pues si la multa fuera válida, bueno
es que siga adelante la ejecución como aquí se
resuelve, en tanto que si fuera inconstitucional
mejor sería que no se hiciera la ejecución.
Crea igualmente un problema que en la eje-
cución fiscal la Sala III no pueda, en verdad,
considerar el agravio respecto al monto de la
multa, que ha de ser tratado por la Sala IV. Es
cierto, asimismo, que no resulta del fallo que
se haya alegado que la ejecución importa la
quiebra de la empresa y por lo tanto mayor

103
G ORDILLO

daño al deudor, y eventual responsabilidad del


Estado acreedor si llegara a perder la apela-
ción en curso ante la sala IV.
Pareciera prudente, en todo caso, que el
Banco Central de la República Argentina es-
perara la sentencia de la sala IV antes de eje-
cutar la de la sala III. Pues es siempre terreno
resbaladizo el que transita esta parte actora.

38. La práctica administrativa


Rava, Marta I. c. Estado nacional (Fiscalía de
Investigaciones Administrativas), CNFed CA,
sala I, LL, 1996-C, 457

Este fallo tiene múltiple interés. El princi-


pal es que retoma una idea que está también
en otros pronunciamientos del fuero, en el sen-
tido de otorgar a la costumbre, o a la práctica
administrativa como se la llama en el primer
voto del fallo comentado, el valor de fuente de
derecho en favor del administrado “que
autovincula al órgano administrativo respec-
tivo”, desde luego a favor del administrado y
no en su perjuicio.1

38.1
Igual opinión de la misma sala en Asociación de
Balanceadores. Corredores y Martilleros Públicos u otro c.
Estado Nacional (Ministerio de Justicia de la Nación Direc-
ción Nacional del Registro Oficial s/ juicios de conocimientos,
sentencia del 2 de agosto de 1994; había sido expuesta de an-
taño, y reiterada posteriormente, en GORDILLO, Tratado, t. l°,
5° ed., cap.VII, n° 19, ps. 72/4.

104
Cien notas de Agustín

Un segundo aspecto de interés es histórico:


recordar el comienzo del fin de la Fiscalía Na-
cional de Investigaciones Administrativas, que
si bien era pasible de críticas en su primera
etapa,2 terminó con el mismo primer Fiscal co-
metiendo toda clase de actos que la Justicia
está ahora anulando sistemáticamente y pasó
luego a la virtual desaparición empírica como
órgano visible de contralor administrativo.
Otros fallos como éste están anulando otros
actos sancionatorios de la misma época y cir-
cunstancias.3 Pero el agravio público es ya irre-
parable porque la sociedad ha estado privada
de un órgano de control durante casi una déca-
da.
Una tercera cuestión, referida al daño moral,
lleva nuevamente a pensar que debiéramos te-
ner juicio por jurados para determinar cuestio-
nes de hecho. El fallo fija el daño moral en
$10.000, suma que al menos no es insultante
como otras que hace muchos años se fijaron, de
quinientos o seiscientos pesos para quienes se
les había puesto en peligro la misma vida.Pero
es evidente que la escala de valores moneta-

38.2
Ver GORDILLO, Problemas del control de la adminis-
tración pública en América Latina, cap.V, Civitas, Madrid,
1981.
38.3
CSJN, Solá, 1997, DJ, 1998-2, 232; ED, 178:687, con
nota de CASSAGNE: Una sentencia trascendente de la Corte
Suprema que declara la nulidad de un decreto del Poder
Ejecutivo. También CSJN, Cedale, 1998, ED, 179:373.

105
G ORDILLO

rias de un tribunal no suele coincidir plena-


mente con la de la comunidad.4

39. El sorteo de causas y otros dilemas


forenses de hoy
Acordadas, CNFed CA,
LL, 1996-D, 96

39.1 Turno y sorteo de causas


administrativas

Atento que se encuentra en público debate


la cuestión de la legislación procesal adminis-
trativa, 1 nos ha parecido oportuno publicar una
recopilación de acordadas de la Excma.Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal que muestra el estado
actual de la evolución de la práctica jurisdic-
cional, en la especie en cuanto al sorteo de cau-
sas. Pues de allí se pueden inferir otras conje-
turas.
El sistema del sorteo de causas suplantó efi-
cazmente al viejo sistema del “turno”, que lle-

38.4
Distintos son los casos en que el tribunal obviamente
no está premiando sino a la inversa castigando. Así ocurre
en la novela de LEÓN URIS, QBVII, en que la sentencia repa-
ra el “agravio moral” con la moneda más pequeña del reino:
un penique. Aquí, un juez federal fijó los honorarios profe-
sionales de un letrado por su actuación profesional en $1.
39.1
En la misma vena de Ridendo dicere verum ver GOR-
DILLO, Para la patria pleitera nada; a los demás, algo, p. 16,
Ámbito Financiero, 10 de julio de 1996.

106
Cien notas de Agustín

vaba a que los letrados esperaran el número


de orden en los juzgados a que por alguna ra-
zón preferían llegar, o especialmente evitaran
a los que por algún motivo deseaban eludir,
sin tener que recusar sin expresión de causa.
También ha eliminado la divertida práctica
—que no hemos utilizado— de hacer inútiles
amparos contra ENTel para agotar el turno de
amparos de un juzgado “malo” a fin de entrar
al de un juzgado “bueno”.

39.2 El sorteo y la recusación sin causa por el


Estado

La misma Cámara, pero en otra composi-


ción y en un plenario no vigente, había admiti-
do la recusación sistemática sin causa de de-
terminado magistrado por parte del Estado.
Eran las épocas en que el Banco Central de la
República Argentina se lamentaba de las cau-
telares del juez OBARRIO 2 y no encontró mejor
solución que recusarlo siempre, “sin causa”. El
plenario Inversai S.A. c. B.C.R.A., de 1984,
privó así a la justicia nacional de un digno
magistrado, forzándolo a renunciar: pero al

39.2
Que otorgaba medidas cautelares contra sus arbitrarie-
dades. Algunos jueces de entonces se negaban, ahora lo paga-
mos todos con las sucesivas condenas de daños y perjuicios al
Banco Central de la República Argentina por su ilegal accio-
nar. ¿Quién tenía razón, el juez OBARRIO al tratar de impedir-
lo, o el plenario Inversai S.A. al alijar la nave judicial?

107
G ORDILLO

menos nos permitió que éste legara su libro De


cómo fui juez (F.D.A., Buenos Aires, 1988) y
conocer otro mecanismo folklórico de destitu-
ción de jueces.3
Hoy en día ya estamos viendo que cuando
algún juez nuevo dicta dos o tres medidas cau-
telares contra la administración, el poder ad-
ministrador empieza a recusarlo: es otra vez
la intromisión de la política en la justicia.
Pensamos que al no existir ya el turno, sino el
sorteo, no existe razón alguna para admitir que
el mismo Estado recuse a sus propios jueces, por
él designados. Es aplicable lo que alguna vez dijo
la Corte Suprema de Justicia de la Nación: “El
actuar contradictorio que trasunta deslealtad

39.3
Séanos permitido exagerar recordando la remoción del
Juez federal de Córdoba, doctor BARRACO MÁRMOL, por decreto
del Poder Ejecutivo nacional. La intangibilidad de los magis-
trados judiciales no es materia para tomar a la ligera ni menos
“sin causa”. Nos remitimos a la acordada de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación del 5 de octubre de 1945. recordada
por RIVAS, ADOLFO ARMANDO, Recusación sin causa (ensayo axio-
lógico), Primer Congreso Centroamericano de Derecho Proce-
sal, ps. 109 y sigts., Revista de Estudios Procesales, n° 7, Ro-
sario, 1971, p. 122. Interpretar un Código Procesal a contra-
mano del derecho contemporáneo, en el sentido que faculta al
Estado a llegar por esta vía a la remoción de sus propios jue-
ces, como ocurrió con el doctor OBARRIO a raíz del plenario
Inversai S.A. de 1984, es materia demasiado grave como para
considerarla razonable derivación de norma procesal alguna.
Es lisa y llana lesión al sistema de división de poderes, como
con el Juez federal doctor BARRACO MÁRMOL en 1945. Bueno
sería que se declarara la inconstitucionalidad de tal interpre-
tación extensiva.

108
Cien notas de Agustín

resulta descalificado por el derecho, lo que ha


quedado plasmado en brocardos como el que ex-
presa venire contrafactum propium non valet que
sintetizan aspectos de densa dimensión ética del
principio de buena fe”.4
Si la justicia repitiera hoy el trágico error de
Inversai, permitiendo al poder administrador
por esta vía de hecho forzar la renuncia de un
miembro del Poder Judicial, se violaría la divi-
sión de poderes. Es en suma y en palabras de
PODETTI, una práctica “por cierto vituperable”.5
Todo ello, al margen de otras críticas que la
doctrina ha efectuado al instituto: su uso no
“conforme a los principios éticos que inspiran
a la organización judicial” es entonces al re-
vés, “por razones que prestigian la conducta
del juez”, pues presupone “la severidad, la ho-
nestidad, la rectitud” del juez recusado sin cau-
sa.6 Ahora que tenemos sorteo, atengámonos
a los dictados de la diosa Fortuna que sortea el
juzgado y aceptemos sus dictados; no tentemos
al destino en forma tan pagana y según PODETTI
“vituperable”.

39.4
Corte Suprema de Justicia de la Nación, Cía. Azucarera
Tucumana S.A. c. Gobierno Nacional, J.A., 1989-IV, p. 429.
39.5
PODETTI, RAMIRO, Tratado de la competencia, p. 499,
Ed. Ediar, Buenos Aires, 1954.
39.6
DROMI, JOSÉ ROBERTO, El Poder Judicial, p. 222, Ed.
de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, Tucu-
mán, 1982, donde igualmente recuerda las palabras de DÍAZ,
CLEMENTE, Instituciones de Derecho Procesal, t. II, p. 310,
Abeledo—Perrot, Buenos Aires, 1972.

109
G ORDILLO

El aislado artículo del Código Procesal Civil


y Comercial de la Nación que permite la recu-
sación sin causa, sin aclarar que ello no inclu-
ye al poder administrador, es en tal medida y
con tal alcance una pieza arqueológica que ha
devenido inconstitucional, y así deberá algún
día resolverlo la justicia como con una norma
del Código Civil hizo la Corte Suprema in re
Sejean. Permitirlo es reservar al administra-
dor una cuota de poder inadmisible sobre todo
el sistema judicial.

39.3 Hacia la delegación legislativa al Poder


Judicial

Pero, sea que resucite el viejo plenario o que


la jurisprudencia se adecue al mecanismo ac-
tual, procurando evitar el dispendio de activi-
dad jurisdiccional cuando la justicia en mate-
ria administrativa está tan sobrecargada de
causas, lo cierto es que este sistema de plena-
rios y acordadas muestra también una faceta
poco trabajada en nuestro sistema jurídico: el
dictado por los propios jueces de las normas que
habrán de regir el proceso.
En los tribunales internacionales en mate-
ria administrativa el criterio es distinguir en-
tre el estatuto del tribunal, que fija sus reglas
básicas de existencia y funcionamiento (una
veintena de artículos), y las normas del proce-
dimiento, que las dicta el propio tribunal. Ello
lleva a la existencia de procesos que se ade-

110
Cien notas de Agustín

cuan a través del tiempo a las cambiantes cir-


cunstancias que le toca vivir a la justicia, a las
peculiaridades de los magistrados, etcétera.7
Algo así debiera hacerse en nuestro medio,
en materia procesal administrativa.8

39.4 El peligro del exceso en la legítima


defensa

39.4.1 La poquísima cantidad de jueces.

Ahora bien, en nuestro país el problema más


serio en materia procesal administrativa es la
virtual inexistencia de jueces en cantidad ade-
cuada, lo que comporta manifiesta denegación
objetiva de Justicia: apenas doce jueces para
atender los asuntos de una población mínima
de tres millones de habitantes y mucho más si
tomamos en cuenta los organismos estatales
nacionales con domicilio en la Capital Federal
(para empezar, todos los entes reguladores y
los servicios públicos de control), que desde allí

39.7
Ver t. 2, 3° ed., 1998, cap. XVI, n° 10, ps. 19 y 20.
39.8
Va de suyo que no creemos que sea óbice a esta cues-
tión el que la Constitución le encargue al Congreso de la
Nación el dictado de los códigos sustantivos (art. 75, inc.
12), pues entonces el o los códigos adjetivos los dicta en cuan-
to legislatura local y tampoco se le aplican las restricciones
a la delegación al Poder Ejecutivo, que explicamos en el t. 2,
cap. VII.

111
G ORDILLO

atienden a 34 millones de habitantes del país.


Doce jueces para más de treinta millones de
justiciables frente a la administración nacio-
nal. No hacen falta dotes de DEMÓSTENES para
clamar por la inexistencia de la justicia: lo
cuantitativo deviene en tales casos cualitati-
vo. Por ello es que se requiere considerar todas
las variantes imaginables, ya que la normal
de crear juzgados en cantidad suficiente no la
toma el Estado nunca. Veamos pues en este
contexto el sistema de la delegación a la justi-
cia de establecer su procedimiento.

39.4.2 ¿Peligrosidad de la propuesta?

La reacción instintiva sería pensar que, en


ese contexto, dejar a los jueces reglar el proce-
dimiento y las acciones sería muy peligroso.
Los memoriosos de aquellos viejos plenarios re-
cordarán el exabrupto dirigido in camera —en
otro plenario— al distinguido jurista, hace
tiempo fallecido, JOSÉ HECTOR MEEHAN. Hasta
su muerte lo siguió contando, aún perplejo del
ajeno desparpajo.9 Advertimos el peligro, pero
no nos arredramos.
Decir esto —un litigante que viene de verse
repelido por las fuerzas del orden en dos am-

39.9
Le preguntaron si era o se hacía (complete el lector lo
que estime podrán haberle dicho). Ni una cosa ni la otra,
era un hombre de derecho.

112
Cien notas de Agustín

paros in limine litis 10 en apenas un semes-


tre— es como asomarse desde la cornisa de un
rascacielos y sacar una pierna al vacío. Pues si
dejamos a los jueces reglamentar el proceso,
cabe el peligro de que —hoy por hoy— resuel-
van que todos los amparos se rechazarán siem-
pre in limine litis, que el Estado puede recusar
sin causa al juez que haya concedido una cau-
telar, y así sucesivamente. Pero conviene re-

39.10
La segunda, no pudo como JOAQUÍN V. GONZÁLEZ “no
darse por vencido, ni aún vencido”. Vencido en la puerta del
juzgado, in limine litis, su propio cliente resolvió consentir
el acto: ya no le quedó fe en la justicia. Esto es lo que no
todos los jueces comprenden, que son los letrados litigantes
quienes tienen que dar la cara y explicar a la ciudadanía
cómo o por qué la justicia funciona o no funciona. Cada sen-
tencia o acto procesal que declina jurisdicción es denega-
ción de acceso a la justicia, una de la peores violaciones al
sistema democrático para los ciudadanos, lo que lamenta-
blemente no es percibido así por los propios titulares del
Poder Judicial. Si el propio Poder Judicial no defiende, je-
rarquiza y dignifica su propia función, ejerciéndola y asu-
miéndola con plenitud, ¿quién podrá hacerlo por él?
Así, jamás puede admitirse una sentencia que omite dar
traslado de una acción, salvo casos verdaderamente extre-
mos de más que manifiesta improcedencia.
No puede ser una costumbre de todos los días, el “Bue-
nos Días” con que el juzgado saluda al litigante, el “Buenas
Tardes” con que la Cámara confirma cuando algún iluso ape-
la, el “Buenas Noches” de la Corte si alguien intenta el re-
curso extraordinario o la queja. Por esa vía seguramente se
reducirá el número de causas y de jueces: en el camino que-
dará, olvidada, la justicia.

113
G ORDILLO

cordar los versos de BERTOLD BRECHT, hoy vi-


nieron por mí, mañana vendrán por ti.

39.4.3 La cantidad de causas

Claro está, la justicia se ve desbordada sin


cesar. Hay juzgados con 20.000 causas en trá-
mite, sin contar las de previsión judicial que
acaban de quitarse de encima. Hay dignísimos
y esforzados jueces que casi ven con aprensión
ponerse al día en su despacho, pues ello les
reportará una nueva redistribución de causas:
al que trabaja, se lo castiga con más causas,
impidiéndole seguir al día. ¿Para qué esforzar-
se? Todo se arregla en casa, nada se reclama
al poder político. Ecuación casi perfecta para
un país subdesarrollado.

39.4.4 La variante justiciera

Ahí empieza una versión judicial del “Justi-


ciero”. Puesto que el H. Congreso de la Nación
no crea Juzgados en cantidad mínimanente
adecuada, la docena de magistrados existen-
tes y sus respectivas salas ya casi parecen no
lamentarse en rechazar cualquier cosa in
limine litis: por ahora solamente los amparos,
por ese camino alarmista dentro de poco todos
los juicios de conocimiento. Antes por decreto
se suspendían los juicios o se removía un juez,
ahora por la praxis se rechazan los amparos
en la puerta del juzgado. ¿Vamos bien?

114
Cien notas de Agustín

Si, al fin de cuentas, la vida humana cede


frente a la legítima defensa, ¿por qué no ha-
brán también de ceder el debido proceso y el
acceso a una instancia judicial? Es posible que
haya exceso en la legítima defensa, tal vez, pero
no mucho más. Un quiosquero persiguiendo a
tiros a su asaltante no será muy distinto —
pero ciertamente menos gravoso— que un juez
repeliendo ad portam, a papelazos, a un abo-
gado pidiendo amparo o una medida cautelar.
Esperemos que no corran a tiros a los abo-
gados, 11 aunque juez ya hay que ni siquiera
los recibe. El principio ex parte, ¿vio?
CHARLES BRONSON, C LINT EASTWOOD , ¿cuál
será el modelo de justiciero a elegir?

39.5. Hacia la Justicia computada.

En esa vena, en vez de sortear los amparos


por computadora (en rigor el empleado de Cá-
mara va detrás de una mampara y dice que la

39.11
Hace décadas un interventor federal en la provincia
de Jujuy nos contaba una anécdota —por ende, no sabemos
si real o no— de todavía muchos años más en el pasado: al
interventor militar de los años cuarenta supuestamente le
habían solicitado audiencia los empleados del sindicato de
la función pública, para pedirle aumento de sueldos. Al cru-
zar la puerta de entrada del despacho, un dirigente comien-
za a decir: “Señor Gobernador, nosotros veníamos...”, a lo
que el general, con gran sentido histriónico, respondió —
mientras, desenvainando la espada, cargaba hacia ellos—:
“¡Ustedes no venían, Ustedes se iban!” lo que lógicamente
provocó la inmediata retirada de los reclamantes.

115
G ORDILLO

computadora dijo...), deberían directamente re-


chazarlos por computadora.
Sería más eficaz y evitaría el dispendio de
actividad jurisdiccional de firmar una senten-
cia rechazando in limine litis un amparo. Jus-
ticia informática, digamos. Pero aún así, pre-
ferimos una clara acordada que diga que los
amparos deberán todos ser rechazados in
limine litis, a un oscuro legislador que omite
cumplir la Constitución no creando los juzga-
dos necesarios para aplicarla. Es que el poder
teme siempre a la justicia, y a veces con
razón.Un gobierno que se precie de honesto,
fiel cumplidor de las leyes, incorrupto, etc.,
debiera tener la frente alta y crear tantos tri-
bunales —200 contenciosoadministrativos,
como mínimo en el orden capitalino federal—
como hagan falta para que sus virtudes se con-
trasten y demuestren judicialmente.

39.6. Al final: el comienzo.

El tema de fondo no es la ley de amparo ni


la ley procesal administrativa. No es el sorteo,
la recusación, ni la delegación procesal al Po-
der Judicial. Es la cantidad de jueces,que está
por debajo del umbral cualitativo. Es una ver-
dadera tragedia de la democracia argentina,
tanto hoy en día como la inseguridad física. Ese
y no otro es el drama de la inexistencia de jus-
ticia en materia administrativa. No lo arregla
un Código.

116
Cien notas de Agustín

39.7. Flashback: 1997

Con todo, la jurisprudencia ha efectuado


desde 1997 un heroico esfuerzo para superar
estas limitaciones tan fuertes, lo que nos llevó
a publicar primero Jurisprudencia de 1997:
Elogio a la Justicia, y luego Los grandes fallos
de la actualidad, señalando una serie de per-
las o gemas de verdadera justicia que refulge-
cen en el conjunto. Ahora, viendo esa ráfaga
de creatividad e innovación, somos nuevamente
optimistas. 12

40. Derecho adquirido y derecho ejercido


Caja de Crédito Impulsora Soc. Coop. Ltda. c.
Talleres Navales y Terrestres Magallanes y otros,
CNFed CS, sala I, LL, 1996-D, 120

La distinción que el fallo critica proviene de


la primera redacción del artículo 17 del decre-
to-ley 19.549/72, en que para no admitir la re-
vocación administrativa del acto nulo se exi-
gía que existieran “prestaciones en vías de cum-
plimiento”; o, en la redacción hoy vigente, 1 “de-
rechos subjetivos que se estén cumpliendo”. De

39.12
El segundo se publicó en la 2° ed. del libro Después
de la reforma del Estado, 1998, cap. XI; el primero en LL,
1997-F, 1318.
40.1
Decreto-ley 21.686/77.

117
G ORDILLO

allí fue fácil pasar erróneamente a pensar que


el derecho recién nacía con su materialización
concreta en los hechos, lo cual obviamente es
inexacto. Esa afirmación implicaría llevar al
concepto y régimen del derecho subjetivo al
derecho adquirido lo que no es sino una excep-
ción a la revocabilidad del acto nulo en sede
administrativa, que poco o nada tiene que ver
con la cuestión.
Como el fallo lo recuerda, ya MARIENHOFF
tomó distancia de tal idea, nacida a partir de
aquella distinción introducida en el artículo 17
del decreto-ley por sus autores.
Con todo, debe advertirse que el paralelis-
mo de las formas —que también MARIENHOFF
defiende— lleva a considerar que así como los
derechos se adquieren a partir de su nacimiento
al orden jurídico, sin que para ello tenga nada
que ver la concreción material de su ejecución
—contrariamente a lo pretendido en el artícu-
lo 17 del citado decreto-ley— así también un
derecho resulta violado con la sola modifica-
ción del ordenamiento, sin necesidad de que la
violación se materialice en los hechos o en una
norma individual y concreta. Otra vez, no es
la solución del decreto-ley.
La doctrina de que los derechos emergen y
se vulneran desde el ordenamiento jurídico, y
no de su ejecución fáctica, fue expuesta por
nosotros en 1964: “la modificación del régimen
jurídico en que se encuentra ubicado un parti-
cular, si bien no le causa un daño material ac-

118
Cien notas de Agustín

tual e inmediato, implica no obstante una al-


teración de sus derechos; en ese sentido enten-
demos que la infracción a los derechos de un
individuo o grupo de ellos no se produce recién
con el acto que individualmente los afecta en
forma material, sino que surge con la altera-
ción formal de sus facultades y obligaciones.
El orden jurídico y los derechos que de él emer-
gen se caracterizan por ser normas del deber
ser, esto es, formulaciones abstractas; modifi-
car esas formulaciones es plantear concreta-
mente una controversia jurídica: el que la for-
mulación se concrete o no en hechos es, en ver-
dad, ajeno a la naturaleza misma de los dere-
chos invocados” 2
El énfasis que el fallo muy bien critica —que
el acto se esté cumpliendo—, en realidad es pro-
ducto de la confusión entre a) nacimiento o es-
tabilidad de derechos subjetivos y b) desuso o
abandono de ellos, que operan lo mismo que la

40.2
G ORDILLO , AGUSTÍN, Procedimiento y recursos admi-
nistrativos, 1° edición, Ed. Jorge Álvarez, Buenos Aires,
1964, p. 51 (la bastardilla es de la presente obra). Cita-
mos allí en igual sentido a K ORNPROBST , BRUNO , La notion
de partie et le recours pour excès de pouvoir, París, 1959,
ps. 132 y 133; 2° ed. de Procedimiento y recursos adminis-
trativos, ed. Macchi, 1971, p. 109, y luego en el Tratado
de derecho administrativo, t. 2, 3 a ed. 1998, capítulos II y
III, donde se enfatiza la coincidencia del derecho subjeti-
vo —adquirido o estable, si se prefiere— con el juicio ló-
gico de la norma jurídica; y t. 3, El acto administrativo,
4° ed., 1999, cap. VI.

119
G ORDILLO

prescripción: un derecho se puede perder por


el no uso durante un período predeterminado
por la ley, 3 pero nunca puede racionalmente
afirmarse que el derecho conferido por la nor-
ma general o particular no nace sino cuando se
materializa por el uso fáctico, concreto y prác-
tico.
El fallo aplica pues correctamente el dere-
cho y hace bien en reiterar la advertencia con-
tra la confusión que, entre otros, señalara
MARIENHOFF.

41. Los hechos del caso y los contratos


administrativos
Sideco Americana S.A. y otro c. Comisión Nac. de
Energía Atómica, CNFed CA, sala I,
LL, 1996-D, 122

Este fallo tiene mucha importancia teórica


y práctica. En primer lugar porque reitera la
obligación de los jueces de proceder “califican-
do autónomamente la realidad fáctica y
subsumiéndola en las normas jurídicas que la
rigen, con prescindencia de los fundamentos
que enuncien las partes” (punto V). Ese “califi-
car autónomamente la realidad fáctica” es fun-
ción esencial del juez, sin cuyo adecuado con-

Al respecto ver El acto administrativo, op. cit., capí-


40.3

tulo XIII, n° 8.2.

120
Cien notas de Agustín

tralor pueden producirse sentencias gravemen-


te injustas. 1 Claro está que lo que no está in-
corporado al expediente no existe, pero el juez
no puede ignorar no solamente los hechos pú-
blicos y notorios o evidentes, sino que también
debe dictar medidas para mejor proveer cuan-
do las obrantes en autos no son suficientes o
convincentes para una solución justa del caso.2
En segundo lugar, el fallo recoge la tesis de
FAYT en el sentido de que “no puede aceptarse
que el Estado, a través del contrato, se con-
vierta en garante de un determinado nivel de
renta del contratista”, y diversas causas de la
Corte Suprema de Justicia en el sentido que
no se puede transformar al contrato de obra
pública en “un mundo idílico en el cual todo
son ventajas y nadie se perjudica” (salvo la so-
ciedad).
Esperemos que esta tesis, aplicada al con-
trato de obra pública en el cual pagaba la ad-
ministración con dineros de los contribuyen-
tes, sea fortalecida en su aplicación a los con-
tratos a través de los cuales los usuarios de los

41.1
Un caso típico es el clásico Cine Callao, fallo erudito
pero que equivocó los hechos, como se intenta demostrar en
GORDILLO, Derechos Humanos, 4° ed., 1999, Guía de Lectura
para el caso referido, ps. IV-16 y ss. y en el libro Compendio
de casos y problemas de derecho, en preparación.
41.2
Nos remitimos a La prueba en el derecho procesal admi-
nistrativo, LL, 1996-A, 1398, reproducido como cap. I del t. 2,
3° ed., 1998.

121
G ORDILLO

servicios públicos le pagan al contratista en


forma directa en virtud del monopolio que el
Estado les ha conferido. Se trata del principio
del derecho a una ganancia razonable del con-
cesionario o licenciatario monopólico, como la
otra cara necesaria del principio de que las ta-
rifas deben ser justas y razonables.3

42. Cautelar autónoma


Tienda León, CNFed CA, sala III, LL, 1996-D, 127

La jurisprudencia del fuero federal en ma-


teria procesal administrativa ha ido desarro-
llando en los últimos tiempos una interesantí-
sima jurisprudencia, de la cual el presente fa-
llo es otro ejemplo, por la cual mientras está
pendiente de resolución por la administración
el recurso interpuesto ante ella contra un acto
administrativo, puede ser procedente una me-
dida cautelar judicial de suspensión del acto
impugnado en sede administrativa, hasta tanto
se resuelva el recurso administrativo.
Ello, sin existir proceso alguno salvo el de la
misma cautelar autónoma.
Creemos que es un indudable progreso en
materia jurídica, aunque tal vez ahora falte el
paso inmediato siguiente, en que se acepte la
suspensión de pleno derecho del acto adminis-
trativo que causa gravamen, por la mera in-

41.3
Ver nota 73, ps. 157 y ss.

122
Cien notas de Agustín

terposición del recurso administrativo —como


parte de la doctrina propugna—, y sin necesi-
dad de acudir a la vía judicial en una cautelar
autónoma. Con la cautelar autónoma se resuel-
ve algo del problema; con reconocer el efecto
suspensivo del recurso administrativo contra
el acto que causa gravamen se resolvería todo
el problema.

43. Los límites del mérito o conveniencia


Pérez de Aonzo, Alicia I. c. Instituto de Serv. Soc.
Bancarios, CNFed CA, sala I,
LL, 1996-D, 128

La sentencia de primera instancia y un voto


de Cámara señalan que el art. 18 del dec-ley
19.549 en cuanto autoriza la revocación de un
acto administrativo por razones de mérito,
oportunidad o conveniencia no se aplica cuan-
do se trata de la propia libertad personal. Sin
perjuicio de que para algunos la norma entera
es inconstitucional,1 cabe celebrar la elemen-
tal y racional distinción que acertadamente y
como mínimo se formula.
En el caso se pretendía obligar a alguien cuya
relación de empleo público se encontraba ter-
minada, a retomar el cargo por revocación del
acto administrativo fundada en mérito o con-

43.1
GORDILLO, Tratado de Derecho Administrativo, t. 3, El
acto administrativo, 4° ed., 1999, cap. VI, ps. 34 a 42, núme-
ros 10.4.1 al 10.4.4.

123
G ORDILLO

veniencia, cual si fuera una carga pública le-


galmente impuesta, o las antiguas levas o re-
quisas medievales de personas para los ejérci-
tos imperiales. Verdaderamente, el acto en
cuestión era un dislate y ambas instancias sa-
biamente lo han anulado.

44. Inconstitucionalidad en el amparo


Pérez, Ana c. Ministerio de Cultura y Educación,
CNFed CA, sala III,
LL, 1996-E, 97

El fallo admite, conforme a la Constitución


vigente, que se puede declarar la inconstitu-
cionalidad en el amparo. Lástima que de todos
modos reitere el dictum de la interpretación
restrictiva del amparo. Hacen falta más jue-
ces.1

45. Excepción de defecto legal y rechazo


de amparo in limine litis
Peralta, Domingo O. c. Secretaría de Seguridad
Social, CNFed CA, sala II,
LL, 1996-E, 106

Este fallo plantea que la excepción de defec-


to legal sólo procede cuando los vicios de la
demanda sean de tal gravedad que se haga

44.1
Ver El sorteo de causas y otros dilemas forenses de
hoy, supra, nota n° 39, ps. 106 y ss.

124
Cien notas de Agustín

difícil conocer lo que se pretende, creando en


la contraria una perplejidad tal que le impida
ejercer su derecho de defensa.
Cabe entonces preguntarse, ¿con qué funda-
mento de derecho procesal pueden los jueces
rechazar in limine litis las acciones de amparo
que creen que no prosperarán?
Ello es evidente prejuzgamiento y privación
de justicia al actor, además de exceso en la legí-
tima defensa del tribunal atiborrado de juicios.1
Es también un extremo favor a la administra-
ción y perjuicio simultáneo a la sociedad: la ad-
ministración ni siquiera se entera del cuestiona-
miento, por este procedimiento.

46. El amparo como cautelar autónoma


innovativa
Ybáñez, CNCiv, sala C,
LL, 1996-E, 109

Sí, pero no. Tenemos aquí un interesante


ejemplo de cautelar autónoma admitida pro-
cesalmente dentro de la vía del amparo —en
lugar de negarla por el peregrino argumento
de que su objeto se confunde con el amparo— ,
aunque la decisión en cuanto al fondo sea ad-
versa. Sin la causa en la mano es imposible
saber el acierto de la decisión en cuanto al fon-

45.1
Ver El sorteo de causas y otros dilemas forenses de
hoy, op. loc. cit.

125
G ORDILLO

do, pero es claro que es correcta en tratar y


resolver el amparo intentado al solo fin de ob-
tener una medida cautelar autónoma de ca-
rácter innovativo. Ojalá el ejemplo procesal
cunda.

47. Dos filosofías y dos percepciones


fácticas en materia previsional
Bourlot, R.A. c. Estado Mayor del Ejército,
CNFed CA, sala I, LL, 1996-E, 111

He aquí un hermoso fallo en el cual se con-


frontan entre el primer y segundo voto dos
fundamentaciones de filosofía jurídica. El pri-
mer voto, que en las bellas reflexiones de Fa-
llos 310: 558 que evoca en el punto 2 del capí-
tulo III, recuerda que es deber del intérprete
hacer justicia más allá del texto de la norma, a
fin de no desnaturalizarla llevándola a una
solución injusta (Fallos 303 :578 ; 307: 840;
310: 500), valorando en particular, al efecto,
las consecuencias que derivan de cada criterio
para verificar su razonabilidad y coherencia
con el sistema normativo (310 :464). El primer
voto se inclina en el caso por la extensión del
beneficio previsional (siguiendo precedentes de
la Corte Suprema en Vera Barros, 14-12-93,
cons. 8° y sus citas, y Smith, LL, 1995-D, 148).
El segundo voto, que al recibir la adhesión
del tercer magistrado constituye la mayoría,
prefiere optar por aplicar el texto expreso de la

126
Cien notas de Agustín

ley, agregando en su primer punto una consi-


deración fáctica que enuncia de entrada y de-
sarrolla en el punto 5 in fine.
Mientras que coincidimos plenamente con el
enfoque filosófico del primer voto, pensamos
que la solución no tiene más remedio que orien-
tarse hacia la interpretación restrictiva de de-
rechos de esta índole, como lo ha hecho la ma-
yoría en el fallo anotado, en razón de que en
todo el mundo los sistemas previsionales es-
tán yendo o han caído en la absoluta falencia.
Es otro de los postulados del Estado de Bienes-
tar que la realidad del fin de siglo y comienzos
del milenio nos limita. 1

48. El control judicial de la actividad


administrativa del Poder Judicial y la
intangibilidad de las remuneraciones de
los jueces
Costa, CNFed CA, sala V,
LL, 1996-E, 115

Este fallo se inscribe acertadamente en la


línea de los pronunciamientos que admiten,
como es natural y debido, el control judicial de
la actividad administrativa del Poder Judicial,

47.1
Un desarrollo de esto puede verse en el capítulo IV,
Condicionantes económicos y financieros del derecho admi-
nistrativo. Crisis y cambio, del t. 1° del Tratado de derecho
administrativo, de GORDILLO, 5° ed., 1998.

127
G ORDILLO

lo cual es una honrosa tendencia que corres-


ponde saludar en un Estado de derecho. 1
También reafirma, a propósito de un tema
concreto, la indispensable intangibilidad de las
remuneraciones de los señores jueces integran-
tes del Poder Judicial de la Nación. Es bueno
tenerlo presente cuando se oyen propuestas
para gravar impositivamente a dichas remu-
neraciones, cuando existe un sólido cuerpo de
doctrina y jurisprudencia clara y concreta en
la materia.
Una razón más a agregar hace a la digni-
dad misma y decoro esencial de la función, pues
resulta simplemente inconcebible que un juez
de la Nación pueda estar sometiendo un for-
mulario de ganancias a los controles de los fun-
cionarios de la A.F.I.P., y expuesto a ser citado
para dar explicaciones, o sometido a rectifica-
ciones administrativas, etc.
Ello nada tiene que ver con el debido control
judicial de la actividad administrativa de los
jueces, que obviamente apoyamos; resultaría
en cambio un dislate, a la inversa, admitir si-
quiera en parte mínima el “control adminis-
trativo de la actividad de los jueces”...

48.1
Ampliar en HUTCHINSON, TOMÁS, ¿Quién controla a los
controladores?, ED, 115:415; La función administrativa del
Poder Judicial y su revisión jurisdiccional, ED, 84:84 y sus
referencias.

128
Cien notas de Agustín

49. Informalismo y amparo por mora


Rodríguez Fuchs, CNFed CA, sala II,
LL,1997-A, 81

La sentencia es interesante doblemente. El


voto unánime de los tres magistrados es que el
informalismo del procedimiento administrati-
vo hace que sea procedente el amparo por mora
de la administración aunque el escrito presen-
tado en sede administrativa adoleciera de de-
fectos formales, en tanto contuviera en forma
clara la pretensión. Es la doctrina eminente-
mente correcta.
En lo que es materia de mayoría y minoría
en el fallo, sigue vigente la vieja discusión de
si el acto administrativo nace al mundo jurídi-
co con su conocimiento por el interesado (la
minoría), o puede tener existencia jurídica an-
tes de su vigencia por el conocimiento oficial
de los destinatarios (la mayoría).
Con la minoría, pensamos que un acto fir-
mado y no notificado es lo mismo que un acto
no firmado. Puede rompérselo y no hay revo-
cación del acto administrativo. Simplemente
no existe para el mundo jurídico, como tampo-
co existe la ley antes de su publicación —aun-
que hasta para esto hay precedentes en con-

129
G ORDILLO

tra. 1 Por ello, bueno es recordarlo, se trata de


la minoría, también en la doctrina nacional.

50. Amparo: nunca, jamás


Deutz Argentina, CNFed CA, sala V,
LL, 1997-A, 82

No convence el fallo en cuanto dice que no es


materia de amparo determinar si es cierta o
no la afirmación de puro de derecho de que el
cargo de intereses que han sido condonados de
oficio por decreto del Poder Ejecutivo es mani-
fiestamente arbitrario.
El fallo se extiende severamente al respec-
to, criticando duramente a quienes en “grave
error” interpretan en forma amplia la Consti-
tución nacional en sus artículos 43 y 75 inciso
22, pretendiendo “amparizar” el acceso a la
justicia (pareciera inferirse que hay que “des-
amparar” el acceso a la justicia). 1
Agrega que debe haber un “agravio irrepa-
rable” para que proceda el amparo, lo que en
modo alguno puede encontrarse en el texto
constitucional, que ciertamente no lo mencio-
na.
49.1
Para el análisis del tema ver GORDILLO, La promulga-
ción y publicación de las leyes, revista “Derecho del Tra-
bajo”, año XXIX, n° 10, Buenos Aires, 1969, ps. 595 y ss.
50.1
Comparar GORDILLO, Un día en la justicia. Los ampa-
ros de los artículos 43 y 75 inciso 22 de la Constitución Na-
cional, LL, 1995-E, 988, reproducido en Derechos Humanos,
4° ed., 1999, cap. XII.

130
Cien notas de Agustín

Así de convencida como está la Sala en ne-


gar el amparo, lo estamos algunos letrados de
que se equivoca.
La sociedad, los tratados de derechos huma-
nos, el Estado de Derecho, el art. 36 de la Cons-
titución... ¿Será necesario que nos condenen en
San José o transemos en Washington para que
la justicia aplique las normas supranaciona-
les?

51. ¿Cuánto vale un amparo por mora ?


Garín, CNFed CA, sala III,
LL, 1997-A, 84

La Sala III dice con acierto que es “jurispru-


dencia reiterada” de esa —y otras— Salas que
ante la mora administrativa el particular pue-
de optar entre urgir en sede administrativa o
judicial su producción, o tener por producido
el silencio negativo.
¿Por qué entonces impone las modestísimas,
cuasi inexistentes, costas del amparo por mora
por su orden, cuando claramente le correspon-
den a la administración?
Si no hay castigo judicial, seguirá persistien-
do el desconocimiento administrativo a la “ju-
risprudencia reiterada”. Seguirá siendo doctri-
na pero no realidad.
No es suficiente con reiterarla, hay que ha-
cerla valer.

131
G ORDILLO

52. El costo de ser expropiado


DNV, CNFed CA, sala III,
LL, 1997-A, 88

Manifestamos no entender. El Estado tiene


derecho a expropiar, y el expropiado a que le
resarzan del perjuicio. ¿Cómo se puede soste-
ner que corresponden costas por su orden por
vencimientos recíprocos, porque el Estado ganó
el derecho a expropiar, y el expropiado el dere-
cho a la indemnización? No es ello razón sufi-
ciente para detraer del monto indemnizatorio
las costas del juicio.

53. La interpretación a favor del


consumidor en el contencioso
administrativo
Confiable, CNFed CA, sala II,
LL, 1997-A, 92

El fallo es novedoso e impecable al aplicar


al caso la regla de la ley de defensa del consu-
midor, de que debe adoptarse la regla de inter-
pretación más favorable al derecho del consu-
midor. Es de esperar que la aplicación de la
norma se generalice, como en derecho corres-
ponde y aquí se resuelve.

132
Cien notas de Agustín

54. La regla de la competencia y la


excepción de la conexidad
Grisolía, CNCivil,
LL, 1997-A, 95

El fallo destaca, entre otras cuestiones, que


la conexidad no ha de resolverse con tanta fa-
cilidad como a veces se la aplica en la práctica
de los juicios contra el Estado, por constituir
en verdad, como bien lo expresa, una excep-
ción a las reglas de la competencia. Debe por
ello interpretársela restrictivamente.

55. El recurso de alzada no interrumpe el


plazo para la acción judicial
Pereyra de Ferreyra, CFApel Resistencia,
LL, 1997-A, 99

En los regímenes especiales de la electrici-


dad y el gas se presenta alguna incertidumbre
acerca de la previsión de utilizar el recurso de
alzada antes de acudir a la vía judicial. No
analizamos aquí ese punto.
Pero conviene quizás recordar que la regla
general de la llamada ley 19.549/72 es, como este
fallo bien lo recuerda, que el recurso de alzada es
meramente optativo y no obligatorio.
Por lo tanto, que el plazo para acudir a la
instancia judicial —si no se hace la alzada—
se cuenta desde la notificación del acto.

133
G ORDILLO

Hace bien igualmente el fallo en recordar que


no solamente no es obligatorio el recurso de
alzada contra actos de entes descentralizados
sino tampoco el reclamo administrativo previo,
cosa que algunos tribunales de instancia a ve-
ces confunden.

56. No procede el reclamo administrativo


previo cuando se cuestiona la
constitucionalidad de la ley.
Esso, CNFed CA, sala III,
LL, 1997-A, 105

La Sala III, con destacable originalidad,


apunta una excepción al reclamo administra-
tivo previo que no surge del artículo 32 de la
llamada ley 19.549/72 pero sí del principio pre-
vio y genérico de la inadmisibilidad del recau-
do cuando constituye un ritualismo inútil.
En el caso, y en las precisas palabras del tri-
bunal “dicho reclamo no se estimó exigible, por
tratarse de un planteo de inconstitucionalidad
de una ley que la Administración no podía de-
jar de aplicar”. Cabe recordar al respecto el
principio de que la administración no puede
inaplicar la ley reputada inconstitucional. 1

56.1
En 1962 sostuvimos la opinión contraria, luego segui-
da por BIDART CAMPOS y MARIENHOFF, pero hemos vuelto des-
de 1966 al principio primigenio, enunciado hace tiempo por
la Procuración del Tesoro de la Nación. Ver nuestro Trata-
do, t. 1, 5° ed., cap. VII, n°8, ps. 31 y 32, nota 8.2

134
Cien notas de Agustín

Conviene tomar nota de la excepción al re-


clamo previo, pues es impecable su proceden-
cia.
Desde luego, también hay quiénes piensan
que nunca el reclamo administrativo previo
es exigible en nuestro derecho.2

57. Antedatar sin costas


Bonfiglio, CNFed CA, sala III,
LL, 1997-B, 405

Prosigue pacífica, plácida, uniforme,


unruffled, la jurisprudencia del fuero: si uno
hace un amparo por mora de la administra-
ción y le contestan diciéndole que al asunto lo
resolvieron en el ínterin y ahora se lo notifi-
can, todo “OK”: cuestión abstracta, no hay par-
te vencida, costas por su orden.

58. Otro trámite inútil


Vicente Robles, CNFed CA, sala I,
LL, 1997-B, 406

El procedimiento judicial en materia admi-


nistrativa a veces se complica con innecesarios

56.2
Así GORDILLO, Tratado de derecho administrativo, tomo
4.2., Procedimiento y recursos administrativos. Parte Espe-
cial, Ediciones Macchi, Buenos Aires, 1982 y reimpresio-
nes, cap. XII, p. 25, n° 10.

135
G ORDILLO

recaudos que carecen de sustento fáctico sufi-


ciente y alargan los juicios.
En el caso, alguien que demanda obligado
por la denegatoria tácita de la ley 24.447 y pide
en el juicio la remisión de los expedientes ad-
ministrativos antes del traslado de la deman-
da, se le requiere que “debe alegar y aportar
elementos de juicio que autoricen a presumir
la posibilidad de que se adulteren documentos
(conf. Falcón, Enrique, “Código procesal Civil
y Comercial de la Nación”, Anot. Conc. Com.,
T. III, pág. 640)”.
Nos resulta inexplicable que el actor deba
pedir la vista en sede administrativa y obte-
nerla o verla denegada —como se le requirió
en primera instancia—, en lugar de pedirla
directamente en sede judicial a su libre elec-
ción; o más aún, que deba acreditar la posibili-
dad de que la administración adultere docu-
mentos, como dice la Sala siguiendo a FALCÓN.
Del modo expuesto se pierde y hace perder
tiempo, se genera burocracia administrativa y
jurisdiccional, y se reitera el subyacente crite-
rio de que la administración se encuentra en
una situación procesal de privilegio, impropia
del Estado de Derecho contemporáneo.
Simplifiquemos el proceso, que ya bastante
complicado es tanto el trámite administrativo
como el judicial. Demos la vista de las actua-
ciones en sede administrativa o judicial, sin
recaudo alguno. Es lo propio de un Estado de
Derecho.

136
Cien notas de Agustín

59. El plazo de gracia es sólo para


escritos
Pentamar, CNFed CA, sala I,
LL, 1997-B, 418

Dada la frecuencia con que los litigantes


utilizamos el plazo de gracia, no está de más
recordar de tanto en tanto que él se aplica so-
lamente a los escritos, no por ejemplo a la en-
trega de una cédula.
Agrega el pronunciamiento que “el plazo de
gracia es para el cargo del escrito no para el
acto de la parte, que se presume cumplido el
día que debió serlo (conf. Falcón, “Código Pro-
cesal Civil y Comercial de la Nación, Anot.
Conc. y Com., T. I, pág. 682)”.
Sin embargo, es difícil compartir esta últi-
ma presunción: todo litigante sabe que si el
escrito se lleva a las dos primeras horas del
día siguiente, no es precisamente porque se lo
terminó el día anterior... 1
Tal vez debiera uniformarse la solución, y
admitir el plazo de dos horas para todo tipo de
presentación, no solamente los escritos. Sim-
plificaría el procedimiento sin un dispendio de
tiempo jurisdiccional apreciable.

59.1
Dedicamos el capítulo XII al tema “El escrito presen-
tado en las dos horas de gracia” en El método en derecho,
Civitas, Madrid, 1995, reimpresión.

137
G ORDILLO

60. Las ganancias sin límite objetivo


alguno
Telintar, CSJN,LL, 1997-C, 320

El tema central del fallo es casi intrascen-


dente, rechazar una queja por un recurso ex-
traordinario bien denegado.
Sin embargo, dos votos en minoría prefie-
ren dar algunos fundamentos que recuerdan
el derecho vigente que resulta de aplicación a
este y otros casos actualmente en debate judi-
cial, por lo cual su fundamentación, y recuerdo
de la propia jurisprudencia de la misma Corte
Suprema, tiene una proyección coyuntural su-
mamente significativa.
Es reconfortante comprobar cómo el viejo
derecho patrio, tomado del derecho norteame-
ricano y europeo, y sobradamente conocido por
los grandes maestros de la primera mitad del
siglo XIX, vuelve inexorablemente por sus fue-
ros.
Ya desde el siglo pasado sabemos que de
acuerdo a la jurisprudencia nacional y compa-
rada los titulares de concesiones y privilegios
(concesión, permiso) tienen derecho a tarifas
“justas y razonables” (no “injustas e irrazona-
bles”). Es cierto que este bagaje de informa-
ción no era del todo corriente en la década de
las privatizaciones, porque veníamos de una
larga época de prestación estatal de los servi-

138
Cien notas de Agustín

cios públicos; pero su vigencia obviamente ha


quedado inalterada a través del tiempo, como
estos votos lo recuerdan.
Una monografía de BIELSA lo explicaba hace
mucho tiempo, libros y artículos lo recordaron
recientemente. 1 Imposible ignorarlo.
Se sigue de allí, inevitablemente, que existe
al mismo tiempo el derecho de los usuarios a
tarifas de dichas características.
Un tercer corolario, igualmente indiscutible,
es que si ha de haber tarifas justas y razona-
bles en un monopolio, entonces deben serlo

60.1
En tal sentido LINARES, JUAN FRANCISCO, Derecho ad-
ministrativo, Astrea, Buenos Aires, 1986, p. 528: “una tari-
fa es razonable por su monto cuando lo es para quien presta
el servicio y para quien lo recibe. Y ello ocurre cuando es
suficiente y no más que suficiente, para que el prestatario,
con su cobro pueda cubrir el costo del servicio y percibir un
beneficio razonable que le permita mantener y mejorar sus
instalaciones y obtener un provecho”; KAUFMAN, GUSTAVO A.,
Tarifas de servicios públicos, E.D., 127:919, 924 : “...un in-
versor en un servicio público debe reconocer que, en compa-
ración con inversiones en negocios privados, él no puede es-
perar dividendos altos o especulativos, pero sí y solamente
ganancias justas y razonables”. El principio se refuerza desde
el dictado de la Convención Interamericana contra la Co-
rrupción, con el requisito de que las contrataciones públicas
sean “equitativas” (art. III inc. 5°), es decir justas para los
usuarios tanto como para los prestadores del servicio: una
ganancia excesiva, sin límite alguno, irrazonable, no es equi-
tativa ni justa, viola por ende la CICC. Mayores referencias
en GORDILLO, Tratado de derecho administrativo, tomo 1,
Parte general, 5a ed., 1998, cap. XI, “Clasificación de los con-
tratos administrativos” y cap. XVI, “La Convención Intera-
mericana contra la Corrupción”.

139
G ORDILLO

igualmente sus ganancias; es decir y en pala-


bras de la minoría, que prefirió entrar en par-
te al fondo del asunto, que no pueden preten-
derse ganancias sin límite objetivo alguno. Ese
viejo derecho, vigente al retomarse la línea de
prestación privada de servicios públicos mono-
pólicos, no debió estar nunca en duda. En todo
caso, está aclarado nuevamente, por si hacía
falta.
En 1998 la CSJN lo ha vuelto a reiterar in
re Maruba (DJ, 1998-3-12), con el voto unáni-
me de ocho de sus nueve miembros.

61. Las asociaciones de usuarios y la


defensa de los derechos de incidencia
colectiva en una acción declarativa de
inconstitucionalidad
AGUEERA, CSJN, LL, 1997-C, 322

La Corte Suprema resuelve aquí, acertada


y novedosamente, múltiples cuestiones que se
resumen en pocas palabras. En primer lugar,
que los derechos de incidencia colectiva previs-
tos en el artículo 43 de la Constitución nacio-
nal son una institución vigente del derecho
argentino, y dan lugar por ende a acciones de
clase (class actions), las que pueden ser inicia-
das por asociaciones de usuarios en defensa del
universo de usuarios. 1

61.1
Ampliar en nuestro Tratado, t. 2, caps. II y III.

140
Cien notas de Agustín

En segundo lugar la CS, con igual acierto y


novedad, resuelve asimismo que tales derechos
de incidencia colectiva no se ejercitan solamen-
te por la vía del amparo —como algunos auto-
res y fallos interpretaban restrictivamente el
artículo 43—, sino también, por ejemplo, por
la acción declarativa de inconstitucionalidad
aquí intentada por una asociación de usuarios.
En tercer lugar, la Corte Suprema avanza
un paso más y aclara también que dicha ac-
ción y dicha defensa puede también intentar-
se por otros procesos abreviados que permitan
conocer la constitucionalidad del acto impug-
nado. Aunque el fallo no lo dice, cabe sin duda
incluir las acciones sumarias y sumarísimas
en defensa del consumidor previstas en la ley
24.240.
Son pues tres novedades en tres discusiones
actuales del derecho argentino contemporáneo,
que la Corte Suprema viene a resolver adecua-
damente.

62. Control judicial de la función


administrativa del poder judicial
Ballatore, CNFed CA, sala II,
LL, 1997-C, 331

Más allá de algunas consideraciones aisla-


das, verdaderas dicta del fallo (que parecieran,
inadecuadamente, restringir el alcance de la
revisión judicial de la actividad administrati-
va de cualquiera de los tres poderes del Esta-

141
G ORDILLO

do), lo verdaderamente resuelto —y por lo tan-


to holding— en este completo fallo, es que se
ha procedido a la más exhaustiva revisión ju-
dicial.
La conclusión, pues, no es la “restricción” que
se lee en algunas afirmaciones —dicta— sino
la plena amplitud de revisión que se advierte
manifiesta en todo el desarrollo del fallo.
Conviene tenerlo presente al citar la “doc-
trina” del fallo, que no debiera incluir la ex-
cepcionalidad de la revisión (en el punto V se
dice que la revisión no es la regla sino la ex-
cepción, pero en verdad es claramente la re-
gla),1 ni tampoco que las facultades adminis-
trativas no son revisibles si no resultan irrazo-
nables o desproporcionadas, pues para saber
si lo son o no hay que revisarlas, que es lo que
la sentencia correctamente hace. 2
Sí, es doctrina que el vicio del acto depende
de la magnitud del incumplimiento del orden
jurídico que signifique el requisito concreta-
mente violado. Que la discrecionalidad no au-
toriza la arbitrariedad, que la sanción debe gra-
duarse proporcionalmente a los hechos para no
ser irrazonable, etc. Principios conocidos, pero
que nunca está de más recordarlos.

62.1
Ampliar en t. 3, El acto administrativo, 4a ed., 1999,
Introducción.
62.2
Es la misma cuestión que aclaramos a propósito de
los actos no justiciables o de gobierno, t. 2, La defensa del
usuario y del administrado, 3° ed., 1998, cap. VIII.

142
Cien notas de Agustín

63. Hasta tanto una docente jubilada


mejore su fortuna
Bursztyn, CNFed CA, sala I, DJ, 1997-2, 211

Una muestra puntual del drama de los ju-


bilados es que el tribunal exima a la actora del
70% de la tasa de justicia, atendiendo a los si-
guientes hechos. La jubilación docente que po-
see, de $ 990,50, es el único medio económico
de que dispone y además no posee inmuebles.
Como es de público conocimiento, la mayor par-
te de las jubilaciones son inferiores. El agrega-
do de que la eximición es hasta tanto mejore
su fortuna es corriente en el lenguaje forense,
aunque sacada de contexto no suena del todo
bien. Surge así el interrogante: ¿no se podía
liberar totalmente de los gastos de litigar a una
docente jubilada que cobra $ 990,50 por mes,
en lugar de liberarla sólo del 70%?
No es que propugnemos la pura beneficen-
cia desde los estrados judiciales, pero nos pa-
reció que era una ocasión de aplicar las bellas
reflexiones de Fallos 310: 558, que es deber
del intérprete hacer justicia más allá del texto
de la norma, a fin de no desnaturalizarla lle-
vándola a una solución injusta (también Fa-
llos 303: 578; 307: 840; 310: 500), valorando
en particular, al efecto, las consecuencias que
derivan de cada criterio para verificar su razo-
nabilidad y coherencia con el sistema norma-

143
G ORDILLO

tivo (310: 464); también los precedentes de la


Corte Suprema en Vera Barros, 14-12-93, cons.
8° y sus citas, y Smith, del 28-III-95.
De todas maneras, es claro que de uno u otro
modo nada se soluciona del problema
jubilatorio, ni tampoco del creciente drama del
desequilibrio fiscal.

64. La inconstitucionalidad es
imprescriptible, pero no los daños
Nóbile, CNFed CA, sala V,LL, 1997-C, 830

La correcta solución del fallo viene envuelta


en afirmaciones complejas: que la acción para
pedir la inconstitucionalidad de un reglamen-
to de necesidad y urgencia es imprescriptible,
por lo que no se le aplica el plazo de caducidad
del artículo 25 del decreto-ley 19.549/72, pero
que ello no obstante está sujeta al plazo de pres-
cripción en lo referente a las consecuencias
patrimoniales. O sea que es imprescriptible
para pedir la anulación, pero prescribe en cuan-
to a la indemnización del daño.
Otra versión sería decir que el plazo llama-
do de caducidad no se aplica a los actos nulos
de nulidad absoluta, los cuales pueden ser im-
pugnados y pedirse su indemnización dentro
del plazo de prescripción. El problema de esta
traducción es que tiene toda la jurisprudencia
en contra. Con lo cual lo único cierto, posible-
mente, es que la solución del fallo se aplique

144
Cien notas de Agustín

solamente, por ahora, a los reglamentos de ne-


cesidad y urgencia —aún ratificados por ley—
que recortan sin causa suficiente los sueldos
de los empleados públicos, materia en la cual,
para más, procede la siempre elusiva acción
de amparo.
El precedente, en suma, ha de ser referido
por ahora exclusivamente a casos de fondo
idénticos al presente.

65. El moribundo amparo


Méndez, CNFed CA, sala I,
LL, 1997-C, 843.

En el año 1997 que se comentó este fallo, la


mayor parte de la justicia solía tener poca sim-
patía por el amparo, quizás por sus abrevia-
dos plazos, pero lo cierto es que ningún justi-
ciable se queja de un amparo que se resuelva
razonablemente en un plazo de hasta dos años.
Lo cual da en verdad tiempo para mayor
reflexión, si ella hace falta, sin tener que en-
viar al actor a la década del juicio ordinario en
sus tres instancias hasta que quede firme por
rechazo de la queja por denegación del recurso
extraordinario contra la sentencia de cámara.
Los amparos que tutelan el derecho de pro-
piedad de los funcionarios públicos contra re-
cortes irrazonables son procedentes, como así
también las acciones meramente declarativas
para tutelar la intangibilidad de las remune-

145
G ORDILLO

raciones judiciales. Pero otros derechos de pro-


piedad ya no tienen ese destino reparatorio
anticipado.
Sin embargo, son —o debieran ser— tan de-
rechos como el que más. Si la administración
anula por sí y ante sí un certificado de impor-
tación ya ejecutado y con el vehículo retenido
en los depósitos fiscales de la aduana, está vio-
lando los artículos 17 y 18 del decreto—ley
19.549/72 y el principio de la estabilidad de los
actos administrativos, vigente en el país desde
Carman de Cantón, de 1936. 1 Y desde luego,
privando a alguien del ejercicio de su derecho
constitucional de propiedad, generando daños
y perjuicios a cargo del Estado que después to-
dos deberemos pagar, con mayor endeudamien-
to, mayor déficit fiscal, menor calidad de vida.
Por cierto, no es materia alimentaria. Pero
si lo expuesto no es una cuestión clara de dere-
cho, si ello requiere debate y prueba, juicio or-
dinario, etc., nunca procedería el amparo. Se
está incumpliendo el artículo 43 de la Consti-
tución y la remisión a los tratados de derechos
humanos que hace el artículo 75 inciso 22. 2

65.1
Ver cap. VI del t. 3, El acto administrativo, 4° ed.,
1999.
65.2
Ver GORDILLO, Un día en la justicia. Los amparos de
los artículos 43 y 75 inciso 22 de la Constitución Nacional,
LL, 1995-E, 988; reproducido, como capítulo XII de la 4° edi-
ción del libro de GORDILLO y otros, Derechos Humanos, F.D.A.,
Buenos Aires, 1999.

146
Cien notas de Agustín

Estamos violando nuestros compromisos ante


la comunidad internacional. 3 El fallo hace
mérito, como muchos otros, de que se trata de
una cuestión “de incidencia estrictamente pa-
trimonial”, como si la Constitución o la ley en
alguna parte dijeran que la propiedad no es
una de las garantías fundamentales de la Cons-
titución nacional.
Es como confundir el amparo con el hábeas
corpus, un arma excepcional para defender
derechos excelsos y no pretensiones ¿pedestres?
como el mero derecho de propiedad de un au-
tomóvil, que para más se arruinará mientras
tanto. Ahora que en Rusia se importan coches,
aquí se retienen en los funestos depósitos fis-
cales porque la aduana anula por sí y ante sí
un certificado de importación que la ley no le
faculta a revocar. Si la aduana cree tener un
crédito fiscal, sígalo por la vía pertinente; si
cree que hay maniobra, aplique penalidades:
pero no se limite a hacer solamente daño in-
demnizable a costa de la sociedad. Nos hubie-
ra gustado más un fallo por estos andariveles.
Lo contrario es aumentar el déficit fiscal y
el gasto público, pues se formularán cargos fis-
cales por tiempo de depósito, el particular de-

65.3
Como se explica en diversos lados, entre otros GORDI-
LLO, Tratado de derecho administrativo, t. 1, 5° ed., cap. VI;
ver también La creciente internacionalización del derecho y
sus efectos, supra, nota n° 1, p. 31; ¿Una excepción a la ley
24.447?, supra, nota n° 2, p. 33.

147
G ORDILLO

berá recurrirlos, obtener la anulación y la con-


denación en costas, y también hacer un juicio
ordinario para recuperar su propiedad. Mien-
tras tanto el auto se arruinará en los depósitos
fiscales y deberá entonces hacer asimismo un
juicio de daños y perjuicios como por la pelícu-
la del director de cine DE LA TORRE que diera
lugar a un fallo condenatorio a la aduana. Tres
pretensiones procesales por no resolver un
amparo manifiestamente procedente. Tres jui-
cios a perder por la aduana con costas.
Pero, si ni DE LA TORRE pudo obtener su pe-
lícula de la aduana, sino la indemnización por
la pérdida del original del film, ¿qué puede es-
perar de la justicia la propietaria del auto y
actora en este ahora inútil amparo?
Lo que la justicia no advierte, es que los da-
ños y perjuicios los pagamos entre todos. No
resolver los amparos contra la administración
es aumentar directamente el déficit fiscal y las
indemnizaciones que luego debe pagar el Es-
tado, es crear trabajo improductivo, minar la
fe en la justicia.
Ya lo dijo el derecho romano, mejor es impe-
dir que el mal se perpetre, antes que llevar los
remedios para paliar el mal que se ha consu-
mado. Melius est intacta iura servare, quam
vulneratœ causœ remedium quœrere.
Realmente no entendíamos esta extrema re-
nuencia jurisdiccional, tan extendida en la
Capital Federal, en esa época, a resolver am-
paros.

148
Cien notas de Agustín

En este diálogo de sordos, la justicia no ad-


vertía que los abogados que intentan amparos
resultaban “beneficiados” con la creación judi-
cial de trabajo mejor remunerado —juicio or-
dinario— en lugar del casi gratuito amparo,
con sus insignificante costas. Y que la socie-
dad pierde y mucho, tanto en términos de pres-
tigio, dinero, imagen de seguridad jurídica para
el inversor, etc.
Es una lástima que una cuestión de inter-
pretación haya costado y todavía cueste tanto
dinero a la sociedad. Dinero de nuestros bolsi-
llos de contribuyente, que se perjudican con la
falta de eficacia plena del contralor judicial
oportuno. Es incomprensible que aún hoy, par-
te de la justicia, y buena parte de la doctrina
compartan estos criterios. Por eso concluímos
esta nota del año 1997, en ese entonces, del
modo que sigue.
Queridos y respetados señores jueces de to-
dos los fueros, amigos de la justicia: respetuo-
sa y afectuosamente, ahorremos todos plata,
resuelvan los amparos contra el Estado en
cuanto al fondo, es más barato para todos.

66. Ley de defensa del consumidor


Hilu, CNFed CA, sala V,
LL, 1997-C, 845.

El fallo trata de un caso pequeño, y opina-


ble, de “defensa del consumidor”.

149
G ORDILLO

Bueno sería ver fallos en materia de defen-


sa del usuario frente a los gigantes de servi-
cios públicos monopólicos, no de los modestos
fabricantes de alfombras artesanales como en
el presente caso. Esos otros fallos ya se están
viendo en 1999.
En este caso de 1997 se confirma una multa
de valor superior a la alfombra, que el com-
prador debió ver antes de comprar: quienes
hemos comprado alfombras artesanales no nos
sorprendemos de sus defectos.
No parece una hipótesis destacable de apli-
cación de la ley 24.240, pero tiene un aspecto
de exemplary damages que sienta un preceden-
te jurídicamente importante, más allá de si los
hechos del caso lo justificaban o no.
Es algo parecido, guardando las debidas dis-
tancias, a la multa que aplicó el ENRE a
EDESUR en 1999 con destino a los usuarios
afectados por el apagón.

67. Demanda contra nadie


Copani, CNFed CA, sala III,
LL, 1997-D, 693

Un viejo Spaghetti Western hacía juegos de


palabras con el nombre Nobody del personaje,
para diversión del público. ¿Aquí el actor quiso
divertirse, o se equivocó y se divirtió la Sala?
Difícil saberlo.

150
Cien notas de Agustín

68. La acción declarativa de certeza


como proceso sumarísimo
Craviotto, CNFed CA, sala V,
LL, 1997-D, 719

Ante las públicas y notorias dificultades del


amparo en nuestra jurisdicción procesal admi-
nistrativa federal luego de la reforma consti-
tucional, se ha agudizado el ingenio de los ac-
tores.
Ahora intentan, algunos con éxito, acciones
de defensa del consumidor contra los presta-
dores de servicios públicos o el propio Estado,
o como en el presente caso acciones declarati-
vas de certeza pidiendo la inconstitucionalidad
de un acto o reglamento administrativo.
La diferencia con el amparo, tal como este
fallo la explica, es que tanto en el proceso su-
mario como en el sumarísimo se trata de un
juicio de conocimiento, más abreviado sin duda,
pero que “en punto al grado de conocimiento
resultan similares”.
Lo importante, además, es que la decisión
del juez de primera instancia disponiendo que
tramite por vía sumaria o sumarísima es
irrecurrible y por lo tanto irrevisable por la
Alzada.
Desde este punto de vista, tiene menos zo-
zobras procesales que el amparo, donde hasta

151
G ORDILLO

en el recurso extraordinario pueden poner en


tela de juicio si la vía elegida fue correcta.

69. “La habilitación de feria no se da en


la instancia a quo”
Marriott, CNFed CA, sala V,
LL, 1997-D, 719

69.1. El principio y sus consecuencias

El Tribunal Fiscal en un amparo por mora


resolvió habilitar la feria en la apelación inter-
puesta ante la Cámara. La Sala de feria deci-
de que la habilitación de la feria la puede re-
solver sólo ella, para lo cual necesita de pedido
de parte, que en esa instancia no se hizo. La
Sala entiende no tener, o decide no ejercer, fa-
cultades instructorias suficientes para ratifi-
car de oficio la habilitación de la feria que un
tribunal a quo acordó.
El criterio parece adolecer de cierto rigor for-
mal, máxime en un amparo por mora que su-
pone celeridad de trámite y economía proce-
sal; y bien puede pensarse que la parte pudo
razonablemente creer, de buena fe, que con un
acto del tribunal inferior bastaba.
Pero resulta ahora no ser así: aún concedi-
da por el a quo, hay que hacer también el pedi-
do al ad quem. Mientras tanto, el perjuicio oca-
sionado a la actora por la mora administrativa
en devolver impuestos es la base de un futuro

152
Cien notas de Agustín

juicio de daños y perjuicios que pagaremos to-


dos. Algún día habrá que establecer el costo
económico final para la sociedad de las deci-
siones judiciales de mero trámite —como los
amparos que no son resueltos— para conde-
narnos a todos a pagar luego daños y perjui-
cios que se podrían haber detenido con una
oportuna resolución de la acción de amparo.
Pero ya sabemos que eso es harina de otro cos-
tal. La “patria pleitera” y las condenas de da-
ños y perjuicios al Estado y a la sociedad en-
cuentran sus orígenes remotos en todos los
amparos y cautelares no concedidas. ¿No será
hora de corregir el problema en sus inicios,
evitando el perjuicio ? ¿No habrá que volver al
viejo Melius est intacta jura servare, quam
vulneratœ causœ remedium quœrere? 1¿No ha-
bría que aplicar el principio jurídico de eficien-
cia que exigen en otro ámbito recientes nor-
mas interamericanas?

69.1
En la tesis amplia ver GORDILLO, Un día en la justicia.
Los amparos de los artículos 43 y 75 inciso 22 de la Consti-
tución Nacional, LL, 1995-E, págs. 988 y ss.; reproducido,
con modificaciones, como capítulo XII de la 4a edición del
libro Derechos Humanos, Buenos Aires, 1999. Entre los fa-
llos adversos a la tesis amplia pueden encontrarse, entre
los aquí comentados, los correspondientes a las notas “Re-
chazo in limine litis del amparo”, nota 33, p. 96; Amparo:
nunca, jamás, nota 50, p. 130. La jurisprudencia no es pací-
fica, de modo que la suerte de un amparo depende con fre-
cuencia de la suerte —o mala suerte— en el “sorteo”.

153
G ORDILLO

69.2. El origen del problema

Sea dicho en defensa de la Sala que el mes


de enero de 1997 registró un inusual aumento
de pedidos de habilitación de feria, lo cual pue-
de haber influido en la decisión.

69.3. Buscando soluciones

Por todo ello cabe preguntarse si no habrá


llegado la hora de empezar a habilitar más tri-
bunales de feria en lo procesal administrativo.
La administración trabaja en enero, los tribu-
nales del fuero debieran acompañar ese traba-
jo con un paralelo control jurisdiccional. De lo
contrario estamos ante una hipótesis de priva-
ción temporal, pero constante, año tras año,
de justicia.

70. La mora administrativa es materia


procesal administrativa
Fernández, CNFed CA, sala II,
DJ, 1997-2, 938

Aunque parezca una petición de principios,


quizás convenga destacarlo: el amparo por
mora de la administración es naturalmente de
la competencia llamada contencioso adminis-
trativa, puesto que si existe o no demora irra-

154
Cien notas de Agustín

zonable de la administración cae inevitable-


mente en el campo del derecho administrati-
vo.
El antecedente invocado por el dictamen fis-
cal, pretendiendo remitir la cuestión a la justi-
cia del trabajo, resulta simplemente irrazona-
ble y destruye la celeridad que es de la esencia
propia del amparo por mora.
Un amparo por mora de la administración
en que el juez contencioso administrativo se
declara incompetente previo dictamen fiscal en
tal sentido, y que requiere apelación y decisión
de cámara, se ha transformado en un amparo
por mora administrativa y también judicial. No
debería repetirse.

71. Responsabilidad administrativa para


los ex conscriptos
Centurión, CNFed CA, sala V,
LL, 1997-E, 547

El fallo mantiene vieja jurisprudencia que


diferencia en algunos casos la responsabilidad
civil de la administrativa del Estado.
Los conscriptos que resultaban lesionados
por el accionar negligente y culposo de las fuer-
zas a las cuales eran incorporados en contra
de su voluntad, no tenían derecho a un resar-
cimiento pleno de derecho civil por daños y per-
juicios derivados de los daños corporales sufri-
dos a manos de las fuerzas armadas del país.

155
G ORDILLO

Más allá de que la solución era injusta y dis-


criminatoria cuando existía el servicio militar
compulsivo, ella tiene menos fuerza de convic-
ción cuando no se trata sino de una rémora de
tiempos superados. El tema requere ser mira-
do con los ojos de hoy, no con los de ayer.
La supresión por ley del servicio militar obli-
gatorio debiera entonces verse como un juicio
de valor que iguala a todos los ciudadanos, jui-
cio de valor éste que podría haberse utilizado,
en la especie, para indemnizar justamente, se-
gún las pautas del derecho común, a quienes
se vieron lesionados sin causa ni racionalidad
alguna del modo expuesto.
El caso presenta así el interés de una cues-
tión renovadamente presente en nuestro me-
dio forense. Cuando la ley cambia, en base a
nuevas valoraciones sociales, y llegan a sen-
tencia causas iniciadas bajo otros valores, no
siempre los jueces aplican los valores legislati-
vos al momento de la sentencia.1

71.1
La falta de sincronía del juicio de valor legislativo con
el juicio de valor jurisdiccional ya se ha visto más de una
vez en nuestro país. Ver entre ellos, el caso E., F.E., cuya
guía de lectura se encuentra en GORDILLO y otros, Derechos
Humanos, 4a ed., Buenos Aires, 1999, ed. Fundación de De-
recho Administrativo, capítulo IV. En cambio el derecho de
propiedad, tan maltratado en los amparos, recibe en la es-
pecie el mejor juicio valorativo ulterior, según se aprecia en
CSJN, Vieytes de Fernández, Fallos, 295: 973, LL, 1976-D,
241.

156
Cien notas de Agustín

72. La denegación del reclamo


administrativo previo no hace nacer el
plazo de caducidad del artículo 25
Pesaresi, CNFed CA, sala V,
LL, 1997-E, 560.

La solución del fallo es eminentemente co-


rrecta, aunque solamente deja la duda de por
qué los tribunales no toman medidas más enér-
gicas y generales contra la inútil madeja de
normas restrictivas del acceso a la justicia que
nos dejó aquel lejano gobierno de facto que dictó
la así llamada ley 19.549/72, aquí todavía lla-
mada ley.

73. La revisión judicial de las tarifas y la


acción de defensa del consumidor
“Incidente de apelación —Consumidores Libres
Coop. Ltda y otro c/ E.N.— Presidencia de la
Nación y otro s/ sumarísimo”,
CNFed CA, sala V, LL, 1997-F, 265.

73.1. El antiguo vigente derecho y el novísimo


derecho

En este fallo confluyen acertadamente dos


vertientes de distinta data en el derecho ar-
gentino, ambas novedosas en el conocimiento
público de hoy.

157
G ORDILLO

73.2. El derecho a la revisión de las tarifas es


tanto de los concesionarios como de los
usuarios

En primer lugar, se resuelve con lógica im-


pecable e imposible de evadir, que si los conce-
sionarios y licenciatarios monopólicos tienen
derecho a la revisión judicial de sus tarifas para
que ellas sean justas y razonables, también han
de tener el mismo derecho los usuarios que las
pagan. Es lo que había adelantado G RECCO
cuando señaló que “si se acepta que el juez
puede revisar... la composición tarifaria en la
hipótesis de beneficio insuficiente del concesio-
nario o licenciatario, nada impediría que el
mismo control fuera verificado cuando quien
articula la impugnación es el usuario. De otra
forma habría que concluir en que la expresión
‘justas y razonables’ importa sólo una aspira-
ción programática, una simple intención de píos
deseos”.1

73.1
GRECCO, CARLOS M., Potestad tarifaria, control estatal
y tutela del usuario (A propósito de la privatización de
ENTel), R.D.A., n° 5, ps. 481 y ss. En igual sentido BOGLIOLI,
DIEGO F., Tarifas, tasa de retorno y su control en la etapa
post-privatizaciones, “Jurisprudencia Santafesina”, n° 32,
1998, p.11. Ver GORDILLO, Tratado de derecho administrati-
vo, t.1, Parte general, 5° ed., 1998, cap. XI, “Clasificación de
los contratos administrativos” y cap. XVI, “La Convención
Interamericana contra la Corrupción”.

158
Cien notas de Agustín

73.3. Las tarifas se pueden discutir por la ley


de defensa del consumidor

En segundo lugar, que la defensa por los


usuarios de su derecho a tener tarifas justas y
razonables puede intentarse por la vía suma-
ria o sumarísima prevista por la ley de defen-
sa del consumidor 24.240.
Esta vía de juicio de conocimiento abrevia-
do resulta así indubitablemente apta para la
defensa de los derechos de incidencia colecti-
va. 2 Esa defensa no queda pues limitada sola-
mente al amparo, y tal opción se ejercita por el
profesional interviniente. 3

73.4. El derecho a audiencia pública en


materia de tarifas telefónicas

Una tercera cuestión está menos terminan-


te, pero no por ello menos vigente, en el fallo: y
es el derecho de los usuarios a que exista au-
diencia pública 4 previa a la emisión de una
norma general de tanta trascendencia como la
reestructuración tarifaria.

73.2
GORDILLO, t. 2, caps. II y III.
73.3
COLAUTTI, CARLOS E., Derechos Humanos, Editorial
Universitaria, Buenos Aires, 1995, p. 245.
73.4
Al respecto ver GORDILLO, “El procedimiento de au-
diencia pública”, en el t. 2, 3° ed., cap. XI.

159
G ORDILLO

73.4.1 ¿La autolimitación administrativa?

En la especie ello es fundando en la autoli-


mitación administrativa, lo que requiere diver-
sas precisiones. En primer lugar, ella fue acor-
dada por el Ministerio de Economía en un
acuerdo transaccional con motivo del amparo
iniciado por ADELCO en 1995 precisamente para
que se hiciera audiencia pública.
NO es entonces una concesión unilateral,
espontánea y graciosa del príncipe, sino el re-
sultado transaccional de una litis en la cual se
cuestionaba precisamente la existencia de ese
derecho a tener audiencia pública. Por eso otros
fallos dicen que hay además fuerza de cosa juz-
gada en la cuestión.
En todo caso, igualmente resulta aplicable
el principio recordado por la Corte Suprema
de Justicia de la Nación: “Una de las deriva-
ciones del principio cardinal de la buena fe es
la que puede formularse como el derecho de
todo ciudadano a la veracidad ajena y al com-
portamiento leal y coherente de los otros, sean
éstos los particulares o el propio Estado”. “El
actuar contradictorio que trasunta deslealtad
resulta descalificado por el derecho, lo que ha
quedado plasmado en brocardos como el que
expresa “venire contra factum propium non

160
Cien notas de Agustín

valet” que sintetizan aspectos de densa dimen-


sión ética del principio de buena fe”. 5

73.4.2 La audiencia pública como principio


constitucional

Un segundo aspecto de este tercer punto es


que resulta claro que la exigencia de partici-
pación y control de los usuarios exigida por el
artículo 42 de la Constitución, requiere como
mínimo el derecho a la audiencia pública.
Es pues un deber constitucional de la admi-
nistración, lo haya transado o no en juicio. En
esto la jurisprudencia y la práctica adminis-
trativa no son siempre categóricas, pero no
parece haber dudas en cuanto a la tendencia.
Un caso de audiencia pública puede consultar-
se en www.gordillo.com.ar.

73.5. La amplitud en el otorgamiento de


medidas cautelares: una cuestión de “honor
de la justicia” (Juez E STOUP), que debe
aplicarse “sin vacilaciones ni murmullos”
(B RAIBANT )

Otra cuestión de sustancial importancia que


el fallo resuelve es que esto requiere una me-
dida cautelar oportuna, sin la cual los dere-

CSJN, Cía. Azucarera Tucumana, S.A. c. Gobierno


73.5

Nacional, J.A., 1989-IV 429.

161
G ORDILLO

chos se tornan abstractos por el transcurso del


tiempo. 6 Como dice GARCÍA DE ENTERRÍA, “El
Derecho Comunitario debe ser interpretado en
el sentido de que la jurisdicción nacional que,
conociendo de un litigio que concierna al Dere-
cho Comunitario, estime que el único obstácu-
lo que se opone a que pueda ordenar medidas
cautelares es una regla de su Derecho Nacio-
nal, debe excluir la aplicación de esta regla”. 7
Han dicho otros juristas de nuestra época
que aplicar medios jurisdiccionales rápidos y
abreviados es una cuestión de “honor de la jus-
ticia” 8 y parafraseando a BRAIBANT, que deben
aceptarse “sin vacilaciones ni murmullos”. 9

73.6
Algunos han argüido que el individuo debe en rigor
iniciar un juicio ordinario y allí pedir una medida cautelar,
olvidando que los requisitos de la cautelar son iguales en el
amparo y en el juicio ordinario, con lo cual su pretensión se
transforma en uno de los clásicos “ápices frustratorios” del
seudo derecho procesal utilizado para la desprotección de
los derechos y la denegación de justicia (ver también
BERIZONCE, ROBERTO O., Efectivo acceso a la Justicia, Libre-
ría Editora Platense S.R.L., La Plata, 1987).
73.7
La batalla por las medidas cautelares, 2° ed., Civitas,
Madrid, 1995, p. 113.
73.8
ESTOUP, citado por GARCÍA DE ENTERRÍA, op. cit., p. 134.
73.9
Lo recuerda GARCÍA DE ENTERRÍA, refiriéndose a la ce-
leridad en la ejecución de la sentencia, Hacia una nueva
justicia administrativa, 2° ed., Civitas, Madrid, 1992, p. 342,
donde recuerda además que en Europa “se está generali-
zando la técnica de habilitar una justicia provisional, inme-
diata y rápida, dejando la justicia definitiva remitida... a los
largos y dilatados procesos”.

162
Cien notas de Agustín

74. El órgano institución y no la persona


Estado como parte demandada en el
amparo por mora
Fernández Vidal, CNFed CA, sala V,
LL, 1997-F, 288

Es conocida y reiterada la jurisprudencia en


el sentido que la persona jurídica Estado es la
demandada cuando se cuestionan actos de cual-
quiera de sus poderes, o de cualquier órgano
centralizado o desconcentrado dentro de éstos.1
Obviamente los entes descentralizados, con
personalidad jurídica propia, son los habilita-
dos para estar en juicio y en tal caso debe de-
mandarse a ellos y no al Estado nacional; ello,
al margen que ahora el Estado se ha declara-
do irresponsable por ellos, contrariando el an-
terior derecho, jurisprudencia y doctrina.2
Ahora bien, en este particular caso de am-
paro por mora, el fallo, no sin justificativo em-
pírico, resuelve que debió notificarse la deman-
da al órgano concretamente responsable de la
demora, no a otro que ha dicho que no debía
intervenir. En el caso, no al Estado Mayor Ge-

74.1
Masily, Sala V, LL, 1998-D, 208, con nota: “El Estado
y sus órganos como demandados en los juicios en general y
en el amparo por mora”, infra, nota 87, p. 184.
74.2
Ver Tratado, t.2, 3° ed., cap. XIX, n° 2.3, p. 9, nota
2.15.

163
G ORDILLO

neral del Ejército que le dijo que debía dirigir-


se al Ministerio de Defensa, sino a éste.
La decisión tiene un claro interés teórico,
pues implicaría que en el amparo por mora el
demandado no es la persona jurídica Estado
sino el órgano institución que concretamente
deba pronunciarse. Tanto que se rechaza con
costas la acción instaurada. Falta saber si ello
tendrá otras implicancias o se aplicará a otros
casos.
Pero por de pronto en el amparo por mora la
regla es clara: la acción sólo procede contra el
órgano institución, no contra la persona jurí-
dica de la cual el órgano es parte sin personali-
dad jurídica propia.

75. La administración pública como


doble agente de privación de justicia
Ojea Quinta, CNFed CA, sala IV,
LL, 1997-F, 289

Debiera ya saber la administración pública


que no es recortando los salarios de los agen-
tes públicos, y mucho menos del Poder Judi-
cial, como remendará sus alicaídas cuentas.
Para eso hacen falta remedios más heroicos. 1

75.1
Así los expuestos en la Convención Interamericanoa
contra la Corrupción, explicada en GORDILLO, Tratado de de-
recho administrativo, 5° ed., 1998, t. 1, Parte general, cap.
XVI, ahora complementada con la ley 25.188 de “Ética en el
ejercicio de la función pública”.

164
Cien notas de Agustín

Con lo cual este dispendio irrazonable de


actividad administrativa se transforma en un
dispendio de actividad jurisdiccional, obligan-
do a cientos y cientos de agentes a demandar
la absurda inconstitucionalidad de tales regla-
mentos de necesidad y urgencia, aún ratifica-
dos por ley. 2
Pero ello pesa más sobre un ya recargado
Poder Judicial, produciendo entonces denega-
ción de justicia para los que esperamos inter-
poner nuestros amparos, por otros derechos que
la administración también conculca.

76. Los derechos humanos no son para,


sino contra el Estado
Arce, CSJN, LL, 1997-F, 696

76.1. Primera conclusión. No los pueden in-


vocar los Estados, sólo los individuos.
El revolucionario fallo Giroldi 1 de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación se ha visto

75.2
Lo cual no significa que todos sean inválidos, sino so-
lamente los irrazonables, los que no tienen sustento legal,
los que no cumplen el procedimiento constitucional, los que
carecen de causa o sustento fáctico suficiente. Los recaudos
pueden verse en GORDILLO, Tratado de derecho administra-
tivo, t.1, 5° ed., 1998, cap. VII y sus referencias
76.1
Fallos, 318: 514, LL, 1995-D, 462 y “RAP”, n° 215, 1996,
ps. 151 y ss., con nota de GORDILLO, La obligatoria aplicación
interna de los fallos y opiniones consultivas supranaciona-
les. La solución se reitera en Bramajo, DJ, 1997-2,195.

165
G ORDILLO

confirmado en Bramajo y ahora en Arce. En


este último la Corte aclara que el concepto de
“persona” de la Convención no incluye al Esta-
do, y lo hace reiterando también lo esencial de
Giroldi, que la aplicación en el derecho inter-
no de las normas supranacionales o interna-
cionales debe hacerse conforme a las interpre-
taciones que de ellas hacen sus órganos natu-
rales.
En el caso se trata de la Opinión Consultiva
2/82 de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, según la cual “los Estados... asumen
varias obligaciones, no en relación con otros
Estados, sino hacia los individuos bajo su ju-
risdicción” (considerando 6°).
76.2 Segunda conclusión. Nos obligan en el
contexto de los demás tratados, y de lo que di-
cen nuestros representantes
También es importante destacar que nues-
tra Corte recurre igualmente a los demás pac-
tos internacionales para interpretar las garan-
tías de este Pacto, entre ellas la garantía del
debido proceso (considerando 7°), y que toma
como punto de referencia obligatorio para nues-
tro país, a mayor abundamiento, también la
opinión de nuestros representantes en los fo-
ros internacionales en que tales tratados se
celebran; en el caso en Naciones Unidas (con-
siderando 10).

166
Cien notas de Agustín

76.3 Tercera conclusión. Nos obligan en


cuanto al tiempo razonable de un proceso
De ello se sigue que la opinión de la Corte
Europea de Derechos Humanos interpretando
una cláusula exactamente igual a la nuestra,
el derecho a tener sentencia en un plazo razo-
nable, se ve vulnerada por ejemplo cuando el
proceso demora casi cuatro años. 2 No lo dice
este fallo, es cierto, pero no podremos tapar
mucho tiempo más el cielo con un harnero.
Nuestra jurisprudencia debiera dar pronta
aplicación a este recaudo supranacional e in-
ternacional con el cual se encuentra en doble
mora, 3 y nuestros legisladores deben hacer lo
propio creando los varios cientos de juzgados
más que son indispensables para que la justi-
cia pueda ser efectiva, oportuna y en tiempo
razonable.

76.2
Ver el fallo en GORDILLO, Derechos Humanos, 4a ed.,
1999, anexo al cap. XI.
76.3
Ver GORDILLO, Los fallos repetitivos como merma de
justicia: cómo evitarlos en el derecho actual, en la “Revista
Argentina del Régimen de la Administración Pública”, RAP,
Editorial Ciencias de la Administración, Buenos Aires, 1997,
n° 227, ps. 5 y ss.; Derechos de incidencia colectiva, en el
libro El Derecho Administrativo Argentino, Hoy, Editorial
Ciencias de la Administración, Buenos Aires, 1996, ps. 274
y ss., actualizado y ampliado en el t. 2, La defensa del usua-
rio y del administrado, 3° ed., 1998, caps. XIII y ss.

167
G ORDILLO

76.4 Esa reprobable costumbre de “confun-


dir” ley con decreto-ley
Y puesto que de citar a nuestros represen-
tantes en órganos supranacionales se trata, de-
biéramos de paso abandonar administrativa,
legislativa y sobre todo jurisdiccionalmente la
costumbre de llamar ley a los decretos-leyes
de los gobiernos de facto, pues en los foros in-
ternacionales hemos sostenido con razón que
no son en modo alguno equiparables (los votos
individuales de nuestro representante en la
Comisión Interamericana de Derechos Huma-
nos en el Informe de 1996).
En todo caso, la Corte Interamericana de De-
rechos Humanos cuyos criterios nos obligan
según Giroldi, Bramajo, Arce, etc., tiene dicho
al respecto que “Por ello, la protección de los
derechos humanos requiere que los actos esta-
tales que los afecten de manera fundamental
no queden al arbitrio del poder público, sino
que estén rodeados de un conjunto de garan-
tías enderezadas a asegurar que no se vulne-
ren los atributos inviolables de la persona, den-
tro de las cuales, acaso la más relevante tenga
que ser que las limitaciones se establezcan por
una ley adoptada por el Poder Legislativo, de
acuerdo con lo establecido por la Constitución”
(párrafo 22 de la OC 6/86; el destacado es nues-
tro).

168
Cien notas de Agustín

En igual sentido se pronuncia la Comisión


Interamericana de Derechos Humanos: “Por lo
tanto, cualquier acción que afecte los derechos
básicos debe ser prescrita por una ley aproba-
da por el Poder Legislativo y debe ser congruen-
te con el orden jurídico interno” (ORGANIZACIÓN
DE LOS ESTADOS AMERICANOS, Comisión Intera-
mericana de Derechos Humanos, Informe
anual de la Comisión Interamericana de Dere-
chos Humanos, 1996, Washington, D.C., 1997,
página 65)..
La CorteIDH define pues como leyes, lo que
estamos internacionalmente obligados a res-
petar, “la norma jurídica de carácter general,
ceñida al bien común, emanada de los órganos
legislativos constitucionalmente previstos y de-
mocráticamente elegidos y elaborada según el
procedimiento establecido por las constitucio-
nes de los Estados partes para la formación de
las leyes” (Opinión Consultiva número 6/86, pá-
rrafos 23 y 32; el destacado es nuestro).
Como también se ha sostenido en estos fo-
ros internacionales que nos obligan interna-
mente, se trata de que “El principio de legali-
dad, las instituciones democráticas y el estado
de derecho son inseparables” (OC 8/87, párrafo
24, el destacado es nuestro); es la legislatura
electa y no otra autoridad constitucional o de
facto la que tiene la potestad legislativa.
Todo ello ha sido reiterado en el voto concu-
rrente del representante argentino ante la
CIDH, FAPPIANO, OSCAR LUJÁN, caso 10.843, in

169
G ORDILLO

re Chile, 15 de octubre de 1996, Informe n° 36/


96, párrafo 31, página 197 del Informe de 1996
de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, op. loc. cit. El principio de la buena
fe nos obliga a cumplir en el plano interno lo
que sostenemos afuera. Nos obliga en el plano
interno e internacional, como también lo reco-
noce la Corte Suprema en Arce al citar lo ex-
presado en nombre de nuestro país por su re-
presentante en Naciones Unidas (LL, 1997-F,
697).
Sólo resta pues cumplir con el principio de
buena fe. Ese del cual nuestra CSJN ha dicho:
“Una de las derivaciones del principio cardinal
de la buena fe es la que puede formularse como
el derecho de todo ciudadano a la veracidad aje-
na y al comportamiento leal y coherente de los
otros, sean éstos los particulares o el propio
Estado”. “El actuar contradictorio que trasun-
ta deslealtad resulta descalificado por el dere-
cho, lo que ha quedado plasmado en brocardos
como el que expresa “venire contra factum
propium non valet” que sintetizan aspectos de
densa dimensión ética del principio de buena
fe” (CSJN, Cía. Azucarera Tucumana S.A. c.
Gobierno Nacional, J.A., 1989-IV, 429).
Dejemos pues, alguna vez, de llamar en el
orden nacional “leyes” a los “decretos—leyes”
de los gobiernos de facto, cuando ni en la Pro-
vincia de Buenos Aires se lo hace, para no ci-
tar sino el primer vecino en el orden interno.

170
Cien notas de Agustín

Y dejemos de tratar como leyes a los regla-


mentos de necesidad y urgencia que el Con-
greso no convalida según el procedimiento y
en los casos y plazos previstos por la Constitu-
ción.
Sintámonos obligados moral y jurídicamen-
te, como la CSJN lo indica en Arce, por lo que
nuestros representantes dicen y firman en los
foros internacionales, por lo que expresan los
órganos de interpretación de los tratados in-
ternacionales.

77. ¿Existe futuro después de la


convertibilidad?
TIM, CNFed CA, sala I,
LL, 1997-F, 708

No por lo menos en derecho si nos atenemos


a esta jurisprudencia, que mantiene la vieja
línea de que no existe derecho subjetivo contra
el Estado, ni responsabilidad de éste, en el caso,
por no mantener la “tablita” a que se había
más o menos comprometido.
Criterio que resulta igualmente aplicable a
la ley de convertibilidad: el día que cambie, no
habrá lugar a reclamos de daños y perjuicios
contra el Estado por las operaciones concerta-
das a su amparo, si nos atenemos a esta juris-
prudencia que es tradicional.

171
G ORDILLO

Cada uno quedará librado a su suerte en el


derecho interno. En el derecho y las finanzas
internacionales la cuestión será distinta. 1

78. El dédalo administrativo en el


amparo por mora de la administración
Niers, CNFed CA, sala I,
LL, 1998-A, 295.

A las figuras literarias de este siglo para


comparar a la administración (El Castillo, El
proceso, kafkiano) 1 se ha agregado reciente-
mente una de vuelo clasicista: el viejo y confia-
ble amparo por mora de la administración
empieza a vérselas con el mítico laberinto de
Creta construido por DÉDALO. 2
Ahora ya no es suficiente con notificar al
Estado nacional, hay que enhebrar la aguja
con la específica soga marina 3 para vencer el

77.1
Nos remitimos a lo explicado en el Tratado, t. 1, 5°
ed., 1998, caps. IV y VII, y Después de la reforma del Esta-
do, 2° ed., 1998, cap. IV.
78.1
“Si KAFKA hubiera sido argentino, sería un autor cos-
tumbrista.”
78.2
BERTI, GIORGIO, Il dedalo amministrativo e il Diritto,
en U NIVERSITÀ DI V ENEZIA ,Studi in onore di Feliciano
Benvenuti, tomo I, Mucchi, Módena, 1996, ps. 283 y ss.
78.3
Camello, en la versión fonética que llegó del arameo,
cuya significación es la del texto. Agregamos así a la refe-
rencia “costumbrista” de la nota 1, y la clasicista de la nota
2, una bíblica, si bien fuera de contexto. Alguna tendría que
encontrar su destino.

172
Cien notas de Agustín

acertijo de qué órgano administrativo sea, a


juicio del futuro tribunal, el que debió ser noti-
ficado. Es entrar al laberinto en busca de jus-
ticia y celeridad administrativa. En los labe-
rintos de espejos de los parques de diversio-
nes, los niños se entretienen. 4 En éste, los adul-
tos no. De todas maneras y como cualquier
acertijo de derecho, se puede intentar resolverlo
multiplicando las cédulas de notificación: al-
guno será el destinatario querido. A menos que
el fiscal nos requiera, previo a prestarnos con-
formidad a la habilitación de instancia, que pre-
cisemos a quién demandamos. Los viejos tru-
cos procesales de “N.N. c. Estado nacional—
Ministerio de Economía y Obras y Servicios
Públicos—Secretaría de Hacienda de la Na-
ción—Administración Federal de Ingresos Pú-
blicos—Dirección General Impositiva” no siem-
pre sirven.

79. Morir de viejo esperando justicia


Martínez Alcorta, CNFed CA, Sala I,
LL, 1998-A, 296.

Rogamos se nos perdone rozar algo tan ínti-


mo y personal. Pero lo cierto es que la solución
se emparenta con aquellas que impiden cobrar
el seguro de vida a los parientes de quien se
suicida. La solución, aquí, es para que ningún
78.4
Esta es la nota que procura enternecer. Llevemos los
niños al parque, a los adultos no.

173
G ORDILLO

jubilado se suicide ni se muera a fin de arre-


glar al menos parte del problema de sus deu-
dos. Ni para el entierro.
El viejo jubilado se murió esperando justi-
cia, sin encontrarla. Es una clara disfunción
injusta del sistema. Como tantas veces ocurre,
no es culpa de la norma, ni del tribunal, ni de
los hados. Por eso hablamos del “sistema”. To-
dos somos parte de él.

80. La sustitución de la voluntad del


órgano controlado en una sanción
disciplinaria
Cochlar Oscar Osvaldo c/ C.P.A.C.F.,
CNFed CA, sala III, LL, 1998-A, 298

Este fallo demuestra una vez más la razo-


nabilidad de que el órgano controlante no se
limite a declarar la eventual nulidad del acto
emitido por el órgano controlado, si es que con-
sidera que existe una solución aplicable que
resulta intermedia. Así por ejemplo si la admi-
nistración dispuso una exoneración y el tribu-
nal juzga que los hechos sólo justifican una
cesantía, transforma aquélla en ésta, como los
viejos pronunciamientos de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación.
En el presente caso, si el tribunal juzga des-
proporcionada la sanción aplicada por el Tri-
bunal de Ética del Colegio Profesional, corres-
ponde que sustituya por ejemplo la suspensión

174
Cien notas de Agustín

aplicada por el término de un año en el ejerci-


cio de la profesión, por la sanción que conside-
re proporcionada: en el caso, advertencia en
presencia del Consejo Directivo del Colegio. Si
el tribunal consideraba que la sanción era ex-
cesiva pero que no por ello la conducta
incriminada dejaba de ser merecedora de san-
ción, ha hecho lo correcto en aplicar judicial-
mente la sanción menor, sustituyendo así la
decisión impugnada por otra a su juicio con-
forme a derecho.
Es lo correcto en aras a una eficiente admi-
nistración de justicia, sin inútiles planteos teó-
ricos acerca de si puede o no la justicia susti-
tuir la voluntad de otros órganos del Estado o,
en el caso, de una persona pública no estatal.
Por supuesto que sí puede, y debe hacerlo cuan-
do a su juicio se dan las circunstancias apun-
tadas.1

81. Los ápices frustratorios de las


garantías constitucionales de una
sociedad democrática
Adecua, CNFed CA, sala I,
LL, 1998-B, 537

Supongamos, arguìndo, que todo lo que afir-


ma el fallo es cierto y correcto. Pero el tribunal

80.1
Ampliar en GORDILLO, El acto administrativo, 4° ed.,
1999, cap. XII, n° 12, e Introducción.

175
G ORDILLO

sigue la vieja jurisprudencia que se niega a


aplicar de oficio el principio iura novit curia en
materia constitucional.1
No quita que se priva a la ciudadanía del
derecho a la información de una cuestión que
afecta los derechos de todos los usuarios de este
servicio público obligatorio y monopólico en vías
de renegociarse, merced al fallo, en la oscuri-
dad. 2 Se priva a la ciudadanía del derecho a la

81.1
El acto administrativo, 4° ed., 1999, Introducción.
81.2
No aplica principios fundamentales de toda democra-
cia, como la información pública y la participación. Permite
al funcionario, como dice W A D E , H. W. R., Towards
Administrative Justice, The University of Michigan Press,
Ann Arbor, 1963, p. 20, “mantenerse a sí mismo y a su per-
sonal fuera de la luz” ; “desde el comienzo hasta el final de
su carrera, respira una atmósfera de trastienda y, como la
modesta violeta, escapa a la luz del día”. Olvida el principio
de BRANDEIS, de que la publicidad es un remedio para mu-
chas enfermedades sociales y es especialmente aplicable para
la mayor parte de los vicios y corrupciones públicas; para
ellos, “La luz del sol... es el mejor de los desinfectantes; la
luz eléctrica el mejor policía”, citado por SCHWARTZ, BERNARD,
Administrative Law, Boston y Toronto, 1976, p. 127. Ver
también R OWAT , DONALD C., Administrative Secrecy in
Developed Countries, Londres y Nueva York, 1979; GORDI-
LLO, Tratado de derecho administrativo, tomo 4.1., Procedi-
miento y recursos administrativos,op. cit., 1981, cap. IV, p.
42; igual capítulo en la 4° ed., en preparación. Así, no “cali-
ficamos” como país desarrollado, pues en todos éstos se ha
generado en los últimos años una fuerte tendencia a la eli-
minación de los reductos de reserva y secreto: GORDILLO, La
administración paralela. El parasistema jurídico adminis-
trativo, Civitas, Madrid, 1995, ps. 54/55.

176
Cien notas de Agustín

información y a la publicidad que, además de


ínsito a nuestro sistema constitucional, reite-
ra el artículo III inciso 5° de la Convención
Interamericana Contra la Corrupción. Tam-
bién se nos priva del derecho fundamental a la
participación, que está en los artículos 42 y 43
de la Constitución, en la Convención America-
na de Derechos Humanos y en la otra Conven-
ción ya citada.
Y tampoco oculta el hecho de que falta justi-
cia natural al caso. 3
El derecho procesal debe ser utilizado por la
justicia para lograr sus propios fines de decir
el derecho y orientar a la sociedad en su cum-
plimiento, no para denegar la palabra oportu-
na que podría haber rectificado un camino
manifiestamente erróneo de la administración,
evitamos mayores daños materiales y morales
a la sociedad, creando falta de fe en el sistema,
etc.
Tampoco tiene en cuenta el argumento de
la jurisprudencia de intereses en el sentido de

81.3
El principio del debido proceso en su faz sustantiva y
adjetiva, la publicidad, la información, el derecho a saber y
participar, todo ello pertenece al ámbito de la justicia natu-
ral. Así lo ve por lo menos WADE, citado en la nota anterior.
Debieran ser principios siempre aplicados por la jurispru-
dencia, no importa cuál sea el principio formal que se le
oponga. Comparar Podestá, CNFed CA, sala I, LL, 1998-D,
200, con nota La ley 24.283 no admite preclusión ni límite
temporal, infra, nota n° 86, p. 184.

177
G ORDILLO

que es más barato detener la ilegalidad en cier-


nes, que luego responsabilizar al Estado o sus
agentes o ex agentes por las infracciones co-
metidas.
Por eso cabe recordar otra vez el viejo prin-
cipio romano Melius est intacta iura servare,
quam vulneratœ causœ remedium quœrere.

82. Ninguna justificación racional


El Ateneo, CNFed CA, sala II,
LL, 1998-B, 554

El fallo comentado tiene el valor de la indig-


nación judicial, que representa también el
malestar ciudadano ante la frecuente irracio-
nalidad normativa y ejecutiva de la adminis-
tración, tanto que el título de esta nota corres-
ponde a la sentencia misma, a tenor de la cual
“esta causa no tiene ninguna justificación ra-
cional”. Palabras fuertes, si las hay, que no
debieran caer en el vacío de la indiferencia
administrativa.
Ninguna otra causa eficiente hay de este
juicio que no sea la racionalidad irracional de
la burocracia: 1 es la creación de formularios
de los que nadie se responsabiliza y que todos
ejecutan sin cuestionarse lo que hacen. Es la

82.1
Según la feliz frase de KLIEKSBERG, citada en GORDI-
LLO, La administración paralela, Civitas, Madrid, 1995.

178
Cien notas de Agustín

clausura de un establecimiento por faltarle un


formulario. 2 Así, con disposiciones y compor-
tamientos absurdos, no se logra sino más re-
acción contra el fisco, no el debido acatamien-
to a las obligaciones fiscales.
Aquí la norma administrativa pedía cinco
formularios, porque sí, y dado que el hecho
generador era uno sólo, el contribuyente pre-
sentó uno sólo. El contribuyente fue sensato,
la administración no. Pues le faltaban cuatro,
según la norma y su ciego ejecutor.
¿Hasta dónde puede llegar el dispendio ad-
ministrativo y jurisdiccional creado por la exi-
gencia irracional de más y más formularios?
No es solamente el funcionario que ciegamen-
te cumplió la norma irracional, es también el
hecho mismo de que las normas administrati-
vas irracionales son dictadas y no siempre lle-
ga la oportuna reacción del derecho con sufi-
ciente contundencia para evitar su repetición.
La justicia no siempre presta el agudo control
que debiera a los reglamentos. Intuitivamen-
te y sin quererlo, les da en la práctica un ran-
go cuasi—legal, lo que por cierto no es admisi-
ble.
Este y otros fallos comienzan a actuar, y a
señalar a la administración por el dispendio
jurisdiccional que su arbitrariedad ocasiona.
Enhorabuena.

Por un formulario, LL, 1996-C, 436, nota al fallo War


82.2

Car S.A., supra, n° 34, p. 99.

179
G ORDILLO

83. Cuatro muertes: trescientos pesos


Dujovne Mario Abel c/ Prefectura Naval Argentina,
CNFed CA, sala III, LL, 1998-B, 559

Sabido es que el exceso de punición configu-


ra un caso de arbitrariedad que torna incons-
titucional la sanción. Ahora bien, ¿qué ocurre
cuando la irrazonabilidad deviene de un exce-
so en menos, como en el presente caso? La so-
lución es justa sólo si se la mira en el microcos-
mos del limitado marco normativo que invoca,
pero deja un cierto sabor amargo que la reac-
ción específica del derecho sea tan escasa, al
punto de configurar una cierta falta de respeto
a la vida humana. No se trata de pedir penas
draconianas, como a veces oímos en el otro ex-
tremo, sino simplemente proporcionadas.

84. Hábeas data


Díaz Cisneros, CNFed CA, sala I,
LL, 1998-C, 372

El fallo reviste múltiple interés, primero


porque es uno de los pocos de estos primeros
tiempos de aplicación del hábeas data consti-
tucional; segundo porque se confronta con la
singular situación de que fueron codemanda-
dos tanto una entidad estatal como una enti-
dad privada, ambas con bases de datos conte-

180
Cien notas de Agustín

niendo un error de información. Una tomó el


dato erróneo de otra, y un tercero se lo copió...
Es también de interés que la justicia, correc-
tamente, no ha considerado que quepa eximir
a las demandadas de las costas por el hecho
por ellas invocado de que es una tercera enti-
dad privada la que produjo la información fal-
sa. El objeto de la presente acción es que la
información errónea se rectifique, y no puede
eximirse de costas quien tiene en sus bases de
datos informaciones de carácter no veraz, por-
que aduzca que el dato no es de su propia cose-
cha sino que proviene de otros (en rigor, casi
es mayor la responsabilidad del que copia, sin
control, información falsa proveniente de ter-
ceros y la hace propia, que el que se equivoca
la primera vez) .
En cualquier caso obviamente le cabe a quien
arma una base de datos sobre terceras perso-
nas, asegurarse de que sus fuentes sean fide-
dignas y sus datos correctos. Si no lo logra le
corresponden como mínimo las costas del jui-
cio que su error en la fuente y su deficiente
control ha hecho necesario, sin perjuicio del de-
recho que le pudiere asistir contra el provee-
dor originario de la información falsa.
En el juicio de daños y perjuicios que inevi-
tablemente habrá de seguir a éste pensamos
que la cuestión procesal es la misma, aunque
el actor puede optar por demandar también al
que primero originó la información falsa. Con
todo, pensamos que no está obligado a ello, pues

181
G ORDILLO

el precepto constitucional le impone al titular


de la base de datos de que se trate asegurarse
que ella no contenga información falsa sobre
los particulares.
El caso invita también a reflexionar sobre
algunas cuestiones conexas. La primera es que
sin perjuicio que la oficina pertinente calificó
al juicio como “amparo ley 16.986”, según el
sistema de caratulación vigente, 1 el tribunal
prefirió en todo momento utilizar esa frase y
sólo dijo que no es éste un proceso de conoci-
miento.
De tal modo, el tribunal correctamente evi-
ta referirse a la múltiplemente impropia frase
“amparo ley 16.986”, que obviamente nada tie-
ne que ver con el hábeas data.
Primero, la Sala, con expreso cuidado, omi-
te en todo momento siquiera llamar “amparo”
a la acción de hábeas data. Esa precisión de-
bería llevarse más lejos, y modificar el régi-
men vigente, por un lado admitiendo como ca-
rátula en la lista de las Acordadas de la Cá-
mara, la prevista constitucionalmente de “ha-
beas data”. Ya que está autorizada la “caute-
lar autónoma”, cuya fuente es pretoriana, bien
estaría que se incluyeran todas las que tienen
sustento constitucional o legal 2 expreso.

84.1
Ver LL, 1996-D, pág. 96. El sorteo de causas y otros
dilemas forenses de hoy, n° 39, supra, ps. 106 y ss.
84.2
También faltan carátulas para las acciones en defen-
sa del usuario y el consumidor.

182
Cien notas de Agustín

Segundo, también es interesante el fallo en


no mentar tampoco a la supuesta “ley 16.986”,
pues corresponde puntualizar varias cosas al
respecto:
1°) No puede seguir llamándose “ley 16.986”
a lo que es un manifiesto decreto-ley —o “así
llamada ley”, en otra terminología— de un go-
bierno de facto. Se oponen a ello no sólo la co-
rrecta terminología y el buen gusto político, sino
también el artículo 36 de la Constitución na-
cional, que hace casi apología del delito al dar
un nombre de jure a un acto de facto.
2°) Como toda norma restrictiva de derechos,
de lo cual el decreto-ley 16.986 se lleva las pal-
mas, jamás puede aplicársela extensivamen-
te. Es una cuestión demasiado clara como para
que puedan caber dudas. Ya hace décadas LI-
NARES aclaró que no existe analogía para apli-
car restricciones procesales de derechos. 3

85. El principio de la audiencia pública


Defensor del Pueblo de la Nación c. Secretaría de
Comunicaciones, JFed. CA, n° 4.
LL, 1998-C, 395.

Un excelente fallo de primera instancia me-


rece ser publicado antes de esperar su confir-
mación en segunda instancia, pues en 1998
cabe estar seguros de ella, después de la juris-

84.3
LINARES, JUAN FRANCISCO, Términos para recurrir a la
justicia administrativa fijados por analogía, LL, 54: 776.

183
G ORDILLO

prudencia de 1997. Tiene saber de buen dere-


cho. Qué sabor nos dejará la Corte, es otra cues-
tión, para la cual no resta sino esperar. Pero
mientras tanto, aunque sea lentamente, se va
generalizando el cumplimiento del recaudo de
la audiencia pública. Para muestra, nos remi-
timos a la que tramitáramos y consta en
www.gordillo.com.ar

86. La ley 24.283 no admite preclusión ni


límite temporal
Podestá, CNFed CA, sala I,
LL, 1998-D, 200

Tomando jurisprudencia civil y comercial, la


Sala establece que la ley 24.283 puede invo-
carse hasta el momento del pago, no siendo
obstáculo la cosa juzgada de la liquidación; la
pretensión fundada en dicha ley es de articu-
lación libre, y “no está sujeta a forma preclusiva
alguna” ni “límite temporal alguno”. Son pala-
bras de fuerte renosancia en el oído forense.

87. El Estado y sus órganos como


demandados en los juicios en general y
en el amparo por mora
Masily, CNFed CA, sala V, LL, 1998-D, 207

Este fallo resuelve, conforme antigua y pa-


cífica jurisprudencia, que la demanda va diri-

184
Cien notas de Agustín

gida contra el Estado nacional, no teniendo


importancia cómo se precisa qué órgano del
Estado es el que debe intervenir. El Estado tie-
ne personalidad jurídica para ser demandado,
sus órganos no.
Esta solución no debe ser confundida con otra
adoptada por la misma Sala en materia de
amparo por mora, en que se resolvió que en el
amparo por mora el demandado es el órgano
institución, no el Estado. 1

88. Rechazo in limine de la acción de


amparo: que sea excepcional, no normal
Muñoz Ricardo, CNFed CA, sala V,
LL, 1997-E, 561.

El fallo revoca correctamente a otro de pri-


mera instancia que no había hecho sino seguir
los últimos precedentes: rechazar in limine la
acción de amparo. Dice que ello debe ser ex-
cepcional, no normal como la práctica lo indica
salvo en materia de empleo público y decretos
que reducen irrazonablemente los sueldos. 1

87.1
Fernández Vidal, CNFed CA, sala V, LL, 1997-F, 288,
con nota: El órgano institución y no la persona Estado como
parte demandada en el amparo por mora, supra, n° 74, p. 163.
88.1
Hay que sumar, es cierto, los amparos contra la rees-
tructuración telefónica, que están tramitando normalmen-
te —no estamos llevando ninguno. Ahora bien, después de
tanto desaguisado telefónico, era casi un prius para no des-
creer de la justicia.

185
G ORDILLO

Pero qué decir los litigantes del fuero, cuan-


do pedimos, rogamos, tan sólo el traslado del
amparo, que no lo rechacen in limine litis por-
que pensamos que la contestación de la admi-
nistración vendrá a confirmar nuestro derecho,
ya que sabemos que no tienen repuesta algu-
na válida.
Ya algunos, cuando hacíamos amparos, de-
dicábamos buena parte del escrito a pedir pre-
cisamente eso, traslado de la acción o pedido
de informes.
Nada. Nos atendieron maravillosamente
bien, miraron el escrito, lo estudiaron, nos es-
cucharon, nos dijeron que tenían 20.000 cau-
sas en trámite y nos lo rechazaron in limine
litis. En uno de los casos, ni apelar quiso nues-
tro cliente.
En otro el cliente pensaba que el asunto era
“pan comido” (un extranjero con poca residen-
cia en el país, obviamente), y aunque el fallo
de Cámara —otra Sala que la que suscribe el
presente fallo— confirmó el rechazo in limine
litis, nos concedió el recurso extraordinario; que
duerme el sueño de los justos en la Corte.
Mientras tanto la licitación ya se hizo —di-
cho sea de paso, la Sala nos dijo que el amparo
no era para proteger el derecho de propiedad
de las personas jurídicas en procedimientos li-
citatorios, que para eso estaba el juicio ordina-
rio con pedido de medida cautelar—, el dinero
se gastó, la dilapidación de fondos públicos se
consumó, perdió la sociedad entera que debe-

186
Cien notas de Agustín

rá soportar otro gasto incausado y excesivo, y


el amparo será abstracto. ¿Es esto justicia?
Por eso el fallo retoma acertadamente la
buena senda, pero hace falta paciencia china
para vivir el adagio de que un camino de diez
mil millas se inicia con el primer paso. Los
impacientes decimos: excelente primer paso,
pero por favor apuremos el ritmo del acceso a
la justicia o nos quedamos todos sin ella. Muy
bueno el fallo, lástima que haya hecho falta
dictarlo.

89. El incumplimiento del plazo del


artículo 25 no puede resolverse de oficio
Chanapa, CNFed CA, sala V,
LL, 1997-E, 550

El fallo resuelve acertadamente que no pue-


de el tribunal introducir de oficio la cuestión
de si se ha excedido o no el plazo previsto por
el artículo 25 del decreto-ley 19.549/72 para
interponer la acción procesal administrativa.
Aclara que ello es así sea que se trate de
una defensa o de una excepción, pues en cual-
quier caso la administración que la opone debe
cumplir con los recaudos generales de los artí-
culos 330 y 356 del CPCCN. Si no lo hace, la
cuestión no puede ser tratada de oficio por el
tribunal. En un retroceso, la CSJN resolvió lo
contrario en Gorordo (nota 89.2, p. 188).
Fue otro pronunciamiento en la buena ten-
dencia de abandonar los criterios de un “con-

187
G ORDILLO

tencioso administrativo” comparado, que nada


tiene que ver con nuestro régimen procesal vi-
gente en el orden nacional. 1 Muestra también
el camino para terminar con reliquias de esas
épocas, como la “habilitación de la instancia”,
que solo sirve para denegar justicia al admi-
nistrado. 2

90. Acción declarativa de certeza para


pedir la inconstitucionalidad de un
Decreto
Muñoz, Guillermo Andrés, CNFed CA, sala V,
LL, 1998-D, 210

Esta y otras causas de magistrados para la


defensa de sus derechos, contra un decreto del
Poder Ejecutivo, muestran cuál es la preferen-
cia procesal de nuestros magistrados: no la ac-
ción de amparo que suelen rechazar, no el jui-

89.1
Como ha sido explicado de antaño en GORDILLO, Tra-
tado de derecho administrativo, t. 2, Parte general, 1° ed.,
1975 y reediciones, capítulo XIX y sus referencias; anterior-
mente, Acerca de la revisión judicial de los actos adminis-
trativos (Confusiones que origina «lo contencioso-adminis-
trativo»), “Revista Jurídica de Buenos Aires”, 1965-III, ps.
111 y ss.
89.2
Como lo hace la CSJN en GORORDO, LL, 1997-D, 714.
Ver TORANZO, ALEJO, Declaración de oficio de la caducidad
de la acción contenciosoadministrativa. La Corte Suprema
se aparta de sus antecedentes menguando su autoridad ver-
tical, LL, SupAdm, 29-X-99, ps. 10 a 30.

188
Cien notas de Agustín

cio ordinario con medida cautelar que a veces


nos recomiendan algunas salas en sus pronun-
ciamientos, sino la acción declarativa de certe-
za, juicio abreviado de conocimiento que per-
mite en estos autos pedir y obtener la declara-
ción de inconstitucionalidad de un decreto del
Poder Ejecutivo nacional. Toca pues seguir el
ejemplo, pero cautelosamente. Procesos de co-
nocimiento abreviado como éste y los de la ley
de defensa del consumidor, que no levantan
tantas ásperas objeciones como el amparo, ni
tampoco llevan a las calendas griegas del jui-
cio ordinario, pueden ser el camino intermedio
que corresponda andar en el futuro, sin prejui-
cio de intentar los amparos y las cautelares
autónomas.

91. Una historia que no cierra:


reparación histórica vs. última ratio
Ceballos, CNFed CA, sala V,
LL,1998-D, 215

La historia argentina progresa lentamente


en los últimos años, pero muchos capítulos no
cierran bien.
El pronunciamiento comentado no es la cau-
sa sino una consecuencia de ello.
Pues no se satisface el cumplimiento de la
“reparación histórica” que comprometimos se-
gún el fallo (ante la instancia internacional de
la CIDH, por solución amistosa de carácter

189
G ORDILLO

transaccional) 1 con la reiteración de que la


declaración de inconstitucionalidad es la últi-
ma ratio del orden jurídico.
En verdad no debiera ser la última ratio
nunca, pues si hay inconstitucionalidad debe
primar el orden de jerarquía de las normas.
Decir que la ley sólo por ultima ratio se decla-
ra inconstitucional no tiene mejor fundamen-
to que decir —lo que nadie afirma— que el re-
glamento sólo como ultima ratio se declara ile-
gal, o el acto administrativo como ultima ratio
antirreglamentario. 2
Pues la novedad, de que estos reiterados
pronunciamientos no toman cuenta, es que la
prima ratio es ahora el orden jurídico supra-
nacional al cual nos sometimos y del cual so-
mos o debemos ser fieles y honestos cumplido-
res, con la buena fe con que se respetan los
pactos internacionales.
Cumplir las normas supra e internacionales
y las transacciones supra e internacionales no

91.1
El tema se encuentra largamente explicado en el ca-
pítulo VI de GORDILLO, Tratado de Derecho administrativo,
t. 1, Parte General, 5° ed., Buenos Aires, 1998. Con menor
detalle, capítulos II y III de GORDILLO y otros, Derechos Hu-
manos, 4a edición, 1999; GORDILLO, La supranacionalidad
operativa de los derechos humanos en el derecho interno,
“La Ley Actualidad”, 17 de abril de 1990, reproducido en
Derechos Humanos, cap. III.
91.2
Estas dos últimas afirmaciones bien podrían pasar
como disparate en cualquier examen de derecho, ¿por qué
entonces sigue circulando la primera ?

190
Cien notas de Agustín

es la pues la última, sino la primera, ratio del


orden jurídico.
Pero esto no es una crítica al fallo, sino a la
falta de actualización de nuestra jurisprudencia
al nuevo orden jurídico internacional y suprana-
cional. Mientras tanto, el orden supranacional
avanza, con la Convención Interamericana con-
tra la Corrupción y en el orden interno con la ley
25.188 de ética en la función pública. Si no apu-
ramos el paso, seremos el país con más resulta-
dos adversos en la CIDH, ¿queremos seguir el
camino de la reprobación internacional? En el
“nuevo orden internacional” las violaciones a los
derechos humanos acarrean sanciones financie-
ras. No es un tema baladí.

92. La relación usuario-concesionario es


de derecho público pues no hay libre
elección del co-contratante
Becciu, CNFed CA, sala V,
LL,1998-D, 720

Este fallo es fundamental en cuanto desta-


ca, como ya lo ha hecho la Sala en otros pro-
nunciamientos, por ejemplo del 29-IV-97, 1 que

92.1
Ferreyra, CNFed. CA, sala V, LL, 1998-D, 725, con
nota La competencia procesal administrativa en los litigios
contra los prestadores de servicios públicos privatizados,
infra, nota n° 95, p. 195.

191
G ORDILLO

es la falta de libre competencia, por ende el


monopolio legal, lo que da la nota distintiva
del régimen jurídico de derecho público aplica-
ble a la relaciones entre concesionario y usua-
rio. Lo cual es como decir que la nota distinti-
va del servicio público en nuestro ordenamien-
to jurídico es el monopolio. 2
Se trata de una distinción fundamental a
tener en cuenta ahora que se acerca la libre
competencia en materia de telecomunicaciones.
Como el dominio público, que no es tal por su
naturaleza o por su esencia, 3 sino por expresa

92.2
GORDILLO, Reestructuración del concepto y régimen ju-
rídico de los servicios públicos, en LL, 106:1187, año 1962,
reproducido en Estudios de derecho administrativo, Ed.
Perrot, Buenos Aires, 1963; abandonado en Derecho admi-
nistrativo de la economía, Macchi, Buenos Aires, 1996 y
obras posteriores; retomado en Tratado de derecho admi-
nistrativo, t. 1, Parte general, 3° ed., Prólogo y t. 2, 3a ed.,
1998, cap. VI.
92.3
Una infantil divagación de la mente nos hacía creer
de chicos que las montañas eran como los mares, las playas,
los bosques, los cursos de agua. Debimos estudiar dominio
publico para aprender que las aguas son públicas, los mares
también, las playas igualmente, pero no todos los bosques,
ni nunca las montañas: caso por caso, había que consultar
la ley y no la “esencia” percibida por el niño, el adulto o el
maestro. Por eso JOAQUÍN V. GONZÁLEZ podía hablar no sólo
con poesía sino también con propiedad de “Mis montañas”.
Lo mismo ocurre con los servicios públicos: inútil desgañi-
tarse con sus fines, su esencia, o lo que fuere: lo es por de-
terminación de la ley, que no se trata de la mera “califica-
ción legal” como en el dominio público, sino que requiere
todo un régimen de derecho público que solamente tiene sus-
tento fáctico cuando hay monopolio legal. Cuando existe li-

192
Cien notas de Agustín

disposición de la ley (MARIENHOFF), así también


el servicio público lo es cuando tiene un régi-
men legal propio de un monopolio, o sea no
cuando se presta en libre competencia, caso en
el cual un régimen totalmente de derecho pú-
blico no tendría más razón de ser que con una
panadería, librería, carnicería, etc.

93. Los hechos del caso


Gamas, CNFed CA, sala V,
LL, 1998-D, 721

Quienes practicamos o enseñamos derecho


tratamos de explicarles a los que expresan con
su inscripción en algún curso que quieren
aprender derecho, 1 que lo más importante es
el minucioso trabajo con los hechos y la prueba
del caso. Sin una adecuada percepción de ellos
todo lo demás viene mal por añadidura. 2 La

bre competencia, la regulación de derecho público tiene me-


nos sustento. Fundamental el fallo al destacarlo, y no por
primera vez en la jurisprudencia de la sala.
93.1
No ignoramos que esta es, a su vez, una errónea per-
cepción de los hechos: quien se inscribe en un curso de dere-
cho normalmente quiere recibir un diploma, no realmente
aprender. Pues aprender se logra sólo trabajando, hacien-
do, creando.
93.2
Al respecto puede verse GORDILLO, Tratado de dere-
cho administrativo, t. 1, Parte general, 5a ed., 1998; Dere-
chos Humanos, 4a ed., 1999, guías de lectura a los casos “Ex-
ploradores de Cavernas” y “Cine Callao”, en particular.

193
G ORDILLO

inversa no es cierta, sin duda, pero quien no


percibe bien los hechos del caso no puede ja-
más resolverlo bien.
En tal sentido, el presente caso es clarísimo
y hasta dramático en señalar que no debe con-
fundirse la hipoacusia de un piloto profesional
con la amputación de una pierna a un menor
de 16 de años mediante disparos de ametralla-
dora. De allí en más, el derecho fluye clara y
nítidamente. Debiera leer el fallo, pues, todo
el que quiere aprender derecho. Categoría que
incluye necesariamente al que ya lo conoce,
pues el conocimiento y la formación son infini-
tos y siempre cambiantes. 3

94. La falta de “habilitación de


instancia” se precluye
Ulloa, CNFed CA, sala V,
LL, 1998-D, 722

Entre otros temas el fallo destaca que no


puede plantearse la improcedencia de la habi-
litación de instancia luego de contestada la de-
manda. Está bien resuelto, pero quizás la cues-
tión mayor sea que la habilitación de instan-
cia es una institución de los códigos llamados
contencioso administrativos provinciales que

93.3
Ello, si se quiere evitar la obsolescencia personal con
que amenazan estos tiempos: GORDILLO, Parte general, t. 1,
op. cit., cap. IV in fine.

194
Cien notas de Agustín

no existe en el CPCCN. Por eso la práctica


jurisdiccional más reciente, abandonando cada
vez más aquella vieja asimilación de derecho
público comparado provincial, 1 no suele men-
tar ya esta institución ajena a nuestro Código.
De todos modos, la reciente tendencia bonae-
rense y capitalina a dictar códigos, más el cam-
bio de gobierno, tal vez arrastre... ¡El Nuevo
Código Contencioso Administrativo de la Na-
ción!

95. La competencia procesal


administrativa en los litigios contra los
prestadores de servicios públicos
privatizados
Ferreyra, CNFed CA, sala V,
LL, 1998-D, 725

En los comienzos de la aplicación del régi-


men jurídico de los servicios privatizados en
condiciones de monopolio, algunos juicios de los
usuarios contra los prestadores tramitaron sin
óbice por ante los tribunales civil y comercial
federales. Existen diversos pronunciamientos
en los cuales dichos tribunales asumieron tal
competencia.

94.1
GORDILLO, Acerca de la revisión judicial de los actos
administrativos (Confusiones que origina «lo contencioso-
administrativo»), “Revista Jurídica de Buenos Aires”, 1965-
III, ps. 111 y ss., reproducido en Tratado de derecho admi-
nistrativo, t. 2, 3a ed., 1998, caps. XIII y ss.

195
G ORDILLO

Sin embargo, era obvio para quienes se de-


dican al derecho administrativo que la compe-
tencia era la procesal administrativa y no la
civil y comercial, y es así como progresivamen-
te es ante este fuero que se van tramitando
causas de esta naturaleza.
Este pronunciamiento de la Sala V se en-
carga de ponerlo adecuadamente en negro so-
bre blanco y corresponde su cuidadosa lectura
para no repetir equívocos del pasado reciente.

96. Problemas filosóficos de la


responsabilidad del Estado, hoy y
mañana
Janeiro de Giorgi, CNFed CA, sala I,
LL, 1998-E, 523

En este interesante fallo confluyen la dog-


mática jurídica y el iusnaturalismo 1 emplea-
dos por el juzgador, frente a la ausencia del

96.1
Un fundamento de justicia natural no expuesto en el
fallo es que el Estado, al no remunerar adecuadamente a
sus agentes de seguridad, les obliga a completar sus ingre-
sos con trabajos en empresas privadas, las cuales a su vez
no les ofrecen niveles de remuneración del mercado para
seguridad privada porque computan y descuentan ex ante el
sueldo público. Pareciera que es hora de resolver esta ma-
deja administrativa, y la solución no ha de ser otra que es-
tablecer tasas diferenciales de seguridad para quienes re-
quieran mayor tutela defensiva de parte del Estado, y re-
munerar más adecuadamente a dichas fuerzas de seguri-
dad interior.

196
Cien notas de Agustín

análisis de la jurisprudencia de intereses en


materia de responsabilidad del Estado. 2 Pues
cabe preguntarse si el hecho de que el agente
estuviera trabajando particularmente para
una empresa privada en tareas de custodio y
pagador, sin autorización de sus superiores,
genera responsabilidad del Estado o en su lu-
gar del comitente. Dicho en otras palabras, si
bien es justo que los derechohabientes del po-
licía alevosamente muerto tengan una repa-
ración pecuniaria, es dubitable si al estar tra-
bajando en funciones privadas esa reparación
debe caer en cabeza de la sociedad entera o de
la empresa en la cual prestaba servicios. El pro-
blema no reside en que deba indemnizarse, sino
en quién debe hacerlo en primer lugar. El tema
es muy complejo. La solución es justa para la
parte actora, e invoca un argumento de dog-
mática jurídica cual es que el policía está per-
manentemente en servicio. 3 Pero no tiene en

96.2
Tres corrientes de interpretación del derecho que pue-
den estar presentes en la resolución de cualquier caso jurí-
dico, y cuya utilización modifica el resultado de la senten-
cia, como se demuestra en El caso de los exploradores de
cavernas, en GORDILLO y otros, Derechos Humanos, 4a ed.
96.3
Invocando la “especial sujeción”. Ha sido analizada,
por PAREJO ALFONSO, LUCIANO , La categoría de las relaciones
especiales de sujeción, y SALOMONI, JORGE LUIS, La cuestión
de las relaciones de sujeción especial en el Derecho público
argentino, en GUILLERMO A. MUÑOZ y JORGE L. SALOMONI,
directores, Problemática de la administración contemporá-
nea, editorial Ad-Hoc y Universidad Notarial Argentina,
Buenos Aires, 1997, respectivamente ps. 131 y ss., 151 y ss.

197
G ORDILLO

cuenta aquel razonamiento que hizo una jue-


za de primera instancia al fijar una sanción
conminatoria baja al Estado. Al fin de cuentas
la vamos a pagar entre todos. La pregunta fi-
nal, entonces, es si el nexo causal de responsa-
bilidad termina con esta imputación a la Poli-
cía Federal o debe trasladarse al empleador
privado.
Ya que el fallo al condenar al Estado no en-
tra en esta cuestión de la responsabilidad del
comitente directo, nos parece que la Policía
Federal Argentina, que se opuso al reclamo,
debiera ahora ejercer la acción de in rem verso
contra la empresa privada.

97. Amparo por mora contra el Poder


Ejecutivo nacional
Wolcken, CNFed CA, sala V,
LL, 1998-E, 539

En este fallo se trata del plazo para que el


Poder Ejecutivo resuelva un recurso de recon-
sideración, dictando el pertinente decreto.
El plazo de diez días fijado en 1ra instancia,
es elevado por la Sala a treinta días en aten-
ción al destinatario.
Merece destacarse la interlínea: el amparo por
mora procede contra cualquiera de los poderes
del Estado, inclusive en su máxima jerarquía, y
en el caso de los Poderes Judicial y Legislativo
solamente cuando actúan en ejercicio de función
administrativa. Queda también dicho, con ello,

198
Cien notas de Agustín

que es viable también contra los actos de autori-


dades independientes, como la Auditoría Gene-
ral de la Nación o el Defensor del Pueblo de la
Nación.
Queda así sin efecto aquel temible preceden-
te de cuando un Juez Federal de 1° instancia
dio traslado a la Corte Suprema de un amparo
por mora iniciado por un agente de aquélla.
Por toda respuesta, la Corte Suprema ¡aperci-
bió al Juez!
Después vinieron tiempos peores, con lo cual
es bueno recordar aquellas famosas palabras
según las cuales la tiranía debe ser ahogada
en ciernes, antes de que sea demasiado tar-
de.1 No es que estemos ante una situación lí-
mite, pero es bueno de cualquier manera dejar
siempre bien en claro que no existen inmuni-
dades del poder. 2

97.1
MANNHEIM, KARL, Libertad, poder y planificación de-
mocrática, FCE, México, 1960, p. 137, p. 168: “...una vez que
la tiranía se ha adueñado firmemente del poder, la resis-
tencia cívica dispone de bien escasos recursos. El momento
mejor para la acción de la resistencia es la etapa formativa
de la dictadura; hay que ahogarla en ciernes, lo cual requie-
re un nivel nuevo, hasta ahora desconocido, de atención aler-
ta por parte del pueblo, que habrá de estar en guardia ante
los peligros que amenazan a la sociedad por parte del perso-
nal, las técnicas y las estratagemas de los grupos
usurpadores”. En igual sentido WADE, H. W. R., Towards
Administrative Justice, Ann Arbor, 1963, ps. 85 a 86.
97.2
GARCÍA DE ENTERRÍA, EDUARDO, La lucha contra las in-
munidades del Poder en el derecho administrativo, Civitas,
Madrid, 1979, y sus conclusiones de ps. 97/99.

199
G ORDILLO

98. La falta de audiencia por el


concesionario o licenciatario
Frade c. Metrogas, CNFed CA, sala III
LL, SJDA, 27-XI-98, p. 41.

Es ésta una variante de otro supuesto en que


la jurisprudencia resuelve con entera correc-
ción que las prerrogativas del poder público no
alcanzan ni son extensibles a los concesiona-
rios y licenciatarios.
Ya había declarando la inaplicación a los con-
cesionarios y licenciatarios de los privile-
gios administrativos como condición para de-
mandarlos. Ese fue un paso tan obvio como
trascendental. En el presente caso, se resolvió
también muy correctamente que no se sanea
la indefensión —que el concesionario o licen-
ciatario infligió a terceros sometidos a él— con
la ulterior intervención judicial. Es una correc-
tísima solución, que demuestra de paso la in-
justicia de la solución opuesta en el caso de la
administración.
No compartimos la solución “saneadora”
cuando se trata de la administración pública.
Creemos que la forma de resolver este caso de-
biera también aplicarse a ella. Ambos son si-
tuaciones análogas de abuso de poder y nece-
saria limitación al poder, como explicamos en
el cap. IX del t. 1, que hemos no casualmente
denominado “Las funciones del poder” en sus-

200
Cien notas de Agustín

titución del antiguo título “Las funciones del


Estado”.

99. Un mínimo de actividad probatoria


ADECUA C. ENARGAS, CFed. Mar del Plata, LL,
sala IV, SJDA, 27-XI-98, p. 42.

Este fallo tiene consideraciones muy impor-


tantes, por ejemplo, al no exigir la inscripción
en un registro especial para reconocer la legi-
timación de las asociaciones en los derechos de
incidencia colectiva. 1 Es también una adver-
tencia para que los “recursos directos” inter-
puestos para impugnar judicialmente una ta-
rifa de servicios públicos tengan “un mínimo”
de actividad probatoria para permitir su revi-
sión. 2 Es fundamental la reiteración de que
los derechos de incidencia colectiva pueden
defenderse por el amparo y las demás vías pro-
cesales. 3
Insistimos hasta el hartazgo, en la Facul-
tad, en la necesidad de producir prueba sufi-
ciente y adecuada. Este fallo lo vuelve a de-
mostrar, casi con enojo, pues sus nobles y rec-

99.1
GORDILLO, Tratado de Derecho Administrativo, t. 2, 3°
ed., 1998, cap. III, El derecho subjetivo en el derecho de inci-
dencia colectiva.
99.2
Ver el cap. I, La prueba de los derechos, en la obra
citada en la nota anterior.
99.3
Sumarísimo; sumario; ordinario; recursos directos;
acción de la ley 24.240.

201
G ORDILLO

tos principios no pueden, claro está, sustituir


in totum la actividad probatoria de las partes.

100. Control de razonabilidad


Cipriano, CFed. Mar del Plata
LL, SJDA, 27-XI-98, p. 59.

Es éste un excelente fallo de control de la


razonabilidad administrativa, que no utiliza los
errores obiter dicta de algunos fallos que pare-
cieran no querer controlar sino la arbitrarie-
dad “manifiesta”; además ordena a la Admi-
nistración dictar el único acto posible justo y
razonable; estamos allí en el campo de lo que
la doctrina española denomina “discrecionali-
dad cero”. 1 Es una pieza clave de todo lo mu-
cho que debe cambiarse en materia de control
judicial de la administración pública, que he-
mos resumido en los diez puntos contrales del
cap. Introducción, en la 4° ed. de nuestro libro
El acto administrativo, t. 3 del Tratado de de-
recho administrativo. El fallo nos parece un
adecuado cierre a estas notas de AGUSTÍN, co-
incidiendo por lo demás con un quinquenio de
notas y el fin del año 1998.
Esperemos que sea un buen augurio.

100.1
FERNÁNDEZ, TOMÁS R., De la arbitrariedad de la Ad-
ministración, segunda ed., Civitas, Madrid, 1998. Conviene
ver también, del mismo autor, De la arbitrariedad del legis-
lador, Civitas, Madrid, 1998.

202
Notas a fallo aparecidas en el mismo
período en el diario La Ley

BUSTAMANTE ALSINA, JORGE, El Estado es responsable del


daño que cause a terceros en el ejercicio lícito del poder de
policía de seguridad, nota al fallo Toscano, Gustavo C. c.
Provincia de Buenos Aires, CS, LL, 1995-D, 88.
MOSSET ITURRASPE, JORGE, Nulidad por lesión con base en
la regla “iura novit curia”, nota al fallo Hernández, Elba del
Carmen y otro c. Empresa El Rápido, CS, LL, 1995-D, 236.
GELLI, MARÍA ANGÉLICA, Amparo, Legalidad tributaria y
decretos de necesidad y urgencia, nota al fallo Video Club
Dreams c. Instituto Nacional de Cinematografía, CS, LL,
1995-D, 243.
VÁZQUEZ VIALARD, ANTONIO, Efecto de los convenios colec-
tivos de trabajo en el ámbito de las relaciones de la Admi-
nistración Pública, nota al fallo Redondo, Eduardo y otros
c. Estado Nacional —A.N.A.—, CNFed. Contenciosoadmi-
nistrativo, sala IV, LL, 1995-D, 271.

203
POCLAVA LAFUENTE, JUAN C., Accidentes causados por ani-
males en rutas otorgadas en concesión, nota al fallo Carnelli,
Juan O. c. Nuevas Rutas S.A., CNCiv, sala G, LL, 1995-D,
336.
COLAUTTI, CARLOS E., Acerca de la promulgación parcial
de las leyes, nota al fallo Estado nacional c. Coop. Poligráfica
Editora Mariano Moreno Ltda, CNFed. Contenciosoadmi-
nistrativo, sala II, LL, 1995-D, 394.
CIFUENTES, SANTOS, Teoría de las obligaciones de medios
y resultados y la responsabilidad de los establecimientos mé-
dicos asistenciales, nota al fallo O.,G.R. c. Estado Nacional
—Armada Argentina—, CNFed. Civil y Com., sala II, LL,
1995-D, 437.
SALERNO, MARCELO URBANO, Conocimiento de la norma
ante el recaudo de su publicidad, nota al fallo Díaz, Rocendo
A. c. Estado Nacional —Ministerio de defensa—, CNFed.
Contenciosoadministrativo, sala II, LL, 1995-D, 448.
MAFFIA, OSVALDO J., ¿Cómo se prueba una imposibilidad?,
nota al fallo Ostrimet S.A. c. Royo, M. S.A., CNCom, sala C,
LL, 1995-D, 569.
WEINGARTEN, CECILIA, Efectos jurídicos de las sucesivas
renovaciones de un contrato de concesión de plazo cierto y
determinado, nota al fallo Marquínez y Perotta c. Esso
S.A.P.A., CNCom., sala B, LL, 1995-D, 632.
TAU ANZOÁTEGUI, CARLOS A., Una forma de acceso a las
licencias de radiodifusión, nota al fallo Quimelen S.A. c.
Guiser, Benjamín y otro, CNCom, sala D, LL, 1995-D, 650.
MÉNDEZ, HUGO ALBERTO, La prueba de la cesión de crédi-
tos, nota al fallo Ghiggeri Hnos. S.A. c. Estado Nacional —
Ministerio de Educación y Justicia—, CNFed. Contencio-
soadministrativo, sala IV, LL, 1995-D, 701.
CIFUENTES, SANTOS, Protección inmediata de los datos pri-
vados de la persona. Hábeas data operativo, nota al fallo
Rossetti c. Dun y Bradstreet S.R.L., CNCiv., sala H, LL, 1995-
E, 293.

204
CUIÑAS RODRÍGUEZ, MANUEL, Responsabilidad del Estado,
nota al fallo Canteli, Luis E. y otro c. González, Enrique y
otro, CNFed. Civil y Com., sala II, LL, 1995-E, 326.
SAGARNA, FERNANDO ALFREDO, Restricción Administrativa
al dominio por clausura de negocio y responsabilidad del
Estado, nota al fallo Armal S.A. c. Municipalidad de Bue-
nos Aires, CNCiv., sala D, LL, 1995-E, 390.
CASSAGNE, JUAN CARLOS, De nuevo sobre la legitimación
para accionar en el amparo, nota al fallo Consumidores Li-
bres Coop. Ltda c. Estado nacional, CNFed. Contenciosoad-
ministrativo, sala I, LL, 1995-E, 469.
TAWIL, GUIDO SANTIAGO, El artículo 25 de la ley 19.549 en
la reciente jurisprudencia de nuestra Corte Suprema, nota
al fallo Gypobras S.A. c. Estado Nacional —Ministerio de
Educación y Justicia—, CS, LL, 1995-E, 473.
REJTMAN FARAH, MARIO, Suspensión de oficio del acto ad-
ministrativo y revocación tácita, nota al fallo Vizcarra, En-
rique A. y otros c. Estado nacional, CNFed. Contenciosoad-
ministrativo, sala I, LL, 1995-E, 485.
B ALESTRA , R ICARDO R., ¿Facultades discrecionales del
Banco Central?, nota al fallo Saiegh Rafael H. y Conj. S.A.
c. Banco Central, CNFed. Contenciosoadministrativo, sala
II, LL, 1995-E, 511.
PADILLA, MIGUEL M., Los jueces pueden y deben declarar
el fin de las emergencias, nota al fallo Merga, Fernando y
otra c. Municipalidad de Las Heras, SC Mendoza, sala I,
LL, 1996-A, 228.
GUAHNON, SILVIA, Excepción de falta de motivación para
obrar, nota al fallo Gopp Héctor c. Caja de retiros, jubilacio-
nes y pensiones de la Policía Federal y otro, CNFed. Con-
tenciosoadministrativo, sala II, LL, 1996-A, 312.
OTAMENDI, JORGE, El primer fallo sobre el “TRIPS”, nota
al fallo Dupont de Nemours, E. I. & Company c. Estado na-
cional — Ministerio de Economía—, CNFed, Civil y Com.,
sala I, LL, 1996-A, 318.

205
BUSTAMANTE ALSINA, JORGE, Responsabilidad civil por irre-
gular prestación del servicio público de telecomunicaciones,
nota al fallo Martínez Montes, Enrique A. c. Telecom Argen-
tina, Stet France Telecom S.A. y otro, CNFed., Civil y Com.,
sala II, LL, 1996-A, 355.
TESSONE, ALBERTO, Inexistencia manifiesta de la deuda
como causa de la oposición a la pretensión de ejecución fis-
cal, nota al fallo Municipalidad de Daireaux c. Pequeña Obra
de la Divina Providencia, CS, LL, 1996-A, 529.
SPISSO, RODOLFO R., Antitéticos problemas de la Corte Su-
prema de la Nación y del Superior Tribunal de Río Negro
en torno de las leyes de consolidación de deudas del Estado,
nota al fallo Moraga, Jaime B. c. Provincia de Río Negro,
ST Río Negro, LL, 1996-A, 544.
QUIROGA LAVIÉ, H UMBERTO, La regulación del comercio in-
terior dentro de cada provincia nunca es materia del poder
de policía federal, nota al fallo Baliarda S.A. y otros c. Pro-
vincia de Mendoza, CS, LL, 1996-A, 557.
SALVATORI REVIRIEGO , GUSTAVO J., Base regulatoria en
los supuestos de demanda rechazada: prescindencia del
monto reclamado, nota al fallo A., A.M. c. Comando en
Jefe de la Fuerza Aérea Argentina — Hospital Aeronáutico
Central—, CNFed. Civil y Com., sala I, LL, 1996-A, 577.
COMADIRA, JULIO RODOLFO y CANDA, F ABIÁN OMAR, Respon-
sabilidad del Estado por omisión, nota al fallo Wellcome
Argentina Limited c. Estado Nacional, CNFed. Contencio-
soadministrativo, sala I, LL, 1996-A, 600.
SOLÁ, ROBERTO CARLOS, Bienes del Dominio Público. Los
cementerios y las bóvedas. Universalidad jurídica del ce-
menterio, nota al fallo Nacarato, María de las Mercedes,
TNFiscal, sala B, LL, 1996-A, 611.
BALESTRA, RICARDO R., Un fallo más razonable: adecuada
restitución de los depósitos, nota al fallo Chechi, Gerardo E.
y otros c. Banco Central, CNFed. Contenciosoadministrati-
vo, sala II, LL, 1996-A, 656.

206
PODESTÁ, ANDREA INÉS Y SÁENZ, MARÍA JULIETA, Reflexio-
nes sobre el artículo 3747 inciso 3º del Código Civil, nota al
fallo J., M., suc., CNCiv., sala C, LL, 1996-A, 702.
VÁZQUEZ VIALARD, ANTONIO, Consolidación de las deudas
del Estado y de los organismos administrativos provenien-
tes de la reparación de un accidente de trabajo, frente a la
equidad, nota al fallo Cacace, Josefa E. c. Municipalidad de
Buenos Aires, CS, LL, 1996-B, 18.
MELLID DE ELBEY, SUSANA M., Prueba anticipada. La in-
formativa, nota al fallo Porfiri, Gerardo R. c. Jefe del Esta-
do Mayor General del Ejército, CNFed. Contenciosoadmi-
nistrativo, sala II, LL, 1996-B, 107.
BUSTAMANTE ALSINA, JORGE, Responsabilidad del Estado
por “error judicial”, nota al fallo Balda, Miguel A. c. Provin-
cia de Buenos Aires, CS, LL, 1996-B, 311.
ALBRECHT, PAULINA G., Competencia en los delitos que afec-
tan las comunicaciones telefónicas, nota al fallo Bringas,
Carlos A., CS, LL, 1996-B, 328.
MERTEHIKIAN, EDUARDO, Compre nacional y regulación de
los servicios públicos, nota al fallo Servotron S.A. c.
Metrovías S.A. y otros, CNFed. Contenciosoadministrativo,
sala III, LL, 1996-B, 471.
ABOSO, GUSTAVO E. y ABRALDES, SANDRO F., Sobre el con-
cepto de “funcionario público” en el Código Penal, nota al
fallo Ferreyra, Sofía E., TOral Criminal Federal Nº 28, LL,
1996-B, 650.
SARCIAT, ALBERTO DIEGO, Aplicación de la doctrina de los
conceptos jurídicos indeterminados, nota al fallo Caamaño,
Guillermo c. Lotería Nacional Sociedad del Estado, CNFed.
Contenciosoadministrativo, sala I, LL, 1996-C, 14.
BOTASSI, CARLOS A., El proceso administrativo bonaeren-
se con base en el interés legítimo, nota al fallo Rusconi, Oscar
c. Municipalidad de La Plata, SC Buenos Aires, LL, 1996-
C, 20.

207
ACQUARONE, MARÍA T., Examen de la legalidad de las for-
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la Propiedad Inmueble 68/95, CNCiv, sala F, LL, 1996-C,
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la víctima como eximente en la responsabilidad objetiva, nota
al fallo Mendieta, Santiago y otra c. Empresa Provincial de
Energía de Entre Ríos, CApel. Concepción del Uruguay, sala
civil y com., LL, 1996- C, 148.
ALBRECHT, PAULINA, Exclusión del fuero federal en los ac-
cidentes de tránsito en que interviene un automotor del Es-
tado nacional, nota al fallo Willhuber, Luis A. y otro, CS,
LL, 1996-C, 194.
CAIVANO, ROQUE J., Silencio, doctrina de los actos propios
y renuncia tácita, nota al fallo El Arriero S.A. c. Tandanor
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sumidor, nota al fallo Freue, José c. Fiorito, Alfredo D. J.,
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del servicio en los consorcios de propietarios, nota al fallo
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Fallos recientes del Fuero Federal de Córdoba, nota al fallo
Pavón, Elsa E. c. Universidad Nac. de Córdoba, CFed. Cór-
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el plazo de apelación en la acción de amparo, nota al fallo
Talami S.A. c. Estado nacional (A.N.A.), CNFed. Conten-
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1996-C, 420.
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vo de los derechos constitucionales y la operatividad del ar-
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por la muerte de internos en una cárcel al incendiarse ésta,
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Aires, CS, LL, 1996-C, 584.
CIPRIANO, NÉSTOR AMÍLCAR, Ruidos molestos. Daño. Medi-
das de solución, nota al fallo Pérez, Eduardo V. c. Lavadero
Los Vascos, CNCiv., sala H, LL, 1996-C, 718.
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la antijuridicidad en la responsabilidad extracontractual,
nota al fallo T., C. J. c. Municipalidad de Buenos Aires,
CNCiv., sala D, LL, 1996-D, 23.
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defensor del pueblo, nota al fallo Edesur S.A. c. Defensor del
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209
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omisión judicial: una tendencia que se expande, nota al fa-
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activa del Ministerio de Cultura y Educación en el marco de
la Ley de Enseñanza Superior, nota al fallo Estado nacional
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1996-D, 89.
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cho a la propia imagen y su reparación, nota al fallo R., S.
H. y otro c. CICA S.A. Industrias alimenticias y otros,
CNCiv., sala I, LL, 1996-D, 136.
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ciales desde la Constitución, nota al fallo Techint Cía. Téc-
nica Internacional S.A. c. Instituto de Servicios Sociales para
el personal de la industria de la construcción y otro, CS, LL,
1996-D, 208.
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ro, nota al fallo Mamuh, Juzg. Civil y Com. Nº 3, Corrien-
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cautela resguardada, nota al fallo Universidad Nac. de Mar
del Plata c. Estado nacional, CFed. Mar del Plata, LL, 1996-
D, 221.
SPINOSA, LUIS ALBERTO, Acción declarativa de inconstitu-
cionalidad, nota al fallo Clínica y Maternidad Los Hornos
S.R.L., SC Buenos Aires, LL, 1996-D, 229.
ALBANESE, SUSANA, Procesados y condenados y el princi-
pio de igualdad (La aplicación extensiva del artículo 495
del Código Procesal penal de la Nación), nota al fallo R. E.;
R. R., C.Fed. San Martín, sala I, LL, 1996-D, 240.
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tencia originaria, nota al fallo Cappa, Amílcar R. c. Caja
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210
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social, nota al fallo G. D. J. c. Caja Nac. de Prev. de la In-
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c. Estado nacional —Ministerio de Trabajo y Seguridad So-
cial—, CS, LL, 1996-D, 250.
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un caso límite, nota al fallo Steckler, Carlos O. c. Sudamérica
Cía. de seguros, CNTrab., sala I, LL, 1996-D, 370.
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CS Tucumán, sala civil y penal, LL, 1996-D, 567.
LONIGRO, FÉLIX VICENTE , Consolidación de deudas públi-
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Social Caja de Industria y Comercio, CS, LL, 1996-D, 699.
GELLI, MARÍA ANGÉLICA, Sentencia definitiva y gravamen
irreparable en una revisación psiquiátrica, nota al fallo A.,
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RAMAYO, RAÚL ALBERTO, La extradición y el principio “iura
novit curia”, nota al fallo Liendo Arriaga, Edgardo, CS, LL,
1996-D, 775.
BIDART CAMPOS, GERMÁN J., La revisión judicial de las de-
cisiones destitutorias en el enjuiciamiento de magistrados,
nota al fallo Nellar, Juan C., CS, LL, 1996-D, 785.
CARNOTA, WALTER F., Los tiempos procesales y constitu-
cionales de la declaración de incompetencia, nota al fallo
Garugatti, Pedro O. c. Instituto Nac. de Previsión Social Caja
Nac. de Prev. para el personal de la Ind. Com. y Actividades
Civiles, CS, LL, 1996-D, 793.
GOZAÍNI, OSVALDO ALFREDO, La suspensión del plazo de
caducidad de la instancia en la doctrina de la Corte Supre-

211
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c. Provincia de Buenos Aires y otro, CS, LL, 1996-D, 799.
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omisión procesal, nota al fallo Verón, José L. c. Dirección
Nac. de Vialidad, CS, LL, 1996-D, 803.
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a la discrecionalidad del magistrado, nota al fallo La
Holando Sudamericana Cía. de seguros c. Servicios de
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de información de las empresas telefónicas, nota al fallo Ro-
dríguez, Jesús y otro c. Ministerio de Economía y Obras y
Servicios Públicos, CNFed. Contenciosoadministrativo, sala
V, LL, 1996-E, 79.
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mora de la administración y la obligación de resolver, nota
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Ejército, CNFed. Contenciosoadministrativo, sala I, LL,
1996-E, 85.
CAIVANO, ROQUE J., Un nuevo respaldo de la Corte en el
arbitraje, nota al fallo Energomachexport S.A. c. Estableci-
mientos Mirón S.A., CS, LL, 1997-A, 6.
ALBRECHT, PAULINA G., La manifiesta inexistencia de la
deuda y la ejecución fiscal, nota al fallo Estado Nacional,
DGI c. Silberman S.A., CS, LL, 1997-A, 13.
BIDART CAMPOS, GERMÁN J., La tasa de justicia y el dere-
cho a la tutela judicial (una solitaria disidencia en la Corte
Suprema), nota al fallo Urdides, Susana M. c. Cassarini,
Franco y otro, CS, LL, 1997-A, 41.
CASSAGNE, JUAN CARLOS, El amparo ambiental y la legiti-
mación para accionar, nota al fallo Moro, Carlos E. y otros
c. Municipalidad de Paraná, ST Entre Ríos, sala penal, LL,
1997-A, 56.

212
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el Defensor del Pueblo en la Corte Suprema, nota al fallo
Frías Molina, Nélida N. c. Caja Nac. de Prev. para el Perso-
nal del Estado y Servicios Públicos, CS, LL, 1997-A, 67.
GAMBIER, BELTRÁN , El peligro en la demora en la medida
cautelar en el juicio de amparo, nota al fallo A.P.E.
Enterprises Inc. c. Comisión Nac. de Telecomunicaciones,
CNFed Contenciosoadministrativo, sala III, LL, 1997-A, 69.
SACRISTÁN, ESTELA B., y CAPUTI, MARÍA CLAUDIA, La cadu-
cidad del art. 25 de la ley 19.549, la presunción de legitimi-
dad de los actos administrativos y la seguridad jurídica,
nota al fallo Alcántara Díaz Colodrero, Pedro c. Banco de la
Nación Argentina, CS, LL, 1997-A, 70.
GORDILLO, AGUSTÍN, Facultades reglamentarias de la Corte
Suprema y remuneración e independencia de los magistra-
dos, nota al fallo Velasco, Luis E. y otros c. Estado Nacio-
nal, CNFed. Contenciosoadministrativo, sala V, LL, 1997-
A, 90.
BUSTAMANTE ALSINA, JORGE, Responsabilidad del Estado
Provincial por la falta de servicio en que incurrió su Regis-
tro de la Propiedad Inmueble, nota al fallo Menkab S.A. c.
Provincia de Buenos Aires y otros, CS, LL, 1997-A, 138.
LORENZETTI, RICARDO, La acción de amparo para la parti-
cipación de las asociaciones en el control de los servicios
públicos, nota al fallo Liga Santafesina en Defensa del Usua-
rio y del Consumidor c. Poder Ejecutivo, CCivil y Com. Ro-
sario, sala III, LL, 1997-A, 188.
CAFFERATA NORES, JOSÉ I., Impedir que el tribunal de jui-
cio condene al imputado si el fiscal pidió su absolución ¿im-
plica consagrar la disponibilidad de la acción penal públi-
ca?, nota al fallo Olivares Cusin, Oscar G., Cn Casación
Penal, sala III, LL, 1997-A, 283.
CAFFERATA NORES, JOSÉ I., La denuncia anónima o las “ta-
reas de inteligencia”: ¿pueden ser fuente de la persecución

213
penal?, nota al fallo Aguilar, Gonzalo, Juz. Nac. Penal Eco-
nómico N° 7, LL, 1997-A, 313.
D’ALBORA, FRANCISCO J., ¿Es posible condenar ante el solo
requerimiento del querellante?, nota al fallo Santillán, Fran-
cisco A., CNCasación Penal, sala IV, LL, 1997-A, 315.
BARRANCOS Y VEDIA, FERNANDO N., La libertad de expre-
sión y el debate de los temas de interés público, nota al fallo
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ponsabilidad del Estado, nota al fallo Fiakosky, Julio C. c.
Gobierno Nacional-Ministerio de Defensa y otros, CS, LL,
1997-A, 418.
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contravencionales por autoridades policiales en la jurispru-
dencia reciente de nuestra Corte Suprema, nota al fallo Cas-
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MERTEHIKIAN, EDUARDO, Las leyes de presupuesto del Es-
tado y la modificación del orden jurídico en un auspicioso
fallo, nota al fallo Osses, Miguel A. y otros c. Ministerio de
Defensa, CNFed. Contenciosoadministrativo, sala I, LL,
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discrecionalidad administrativa, nota al fallo Gaubeca, Es-
teban T. c. Ejército Argentino, CNFed. Contenciosoadminis-
trativo, sala III, LL, 1997-B, 384.
CICERO, NIDIA KARINA, Dos años de decretos de necesidad
y urgencia, nota al fallo Huarriz Juan C. c. Secretaría de
Hacienda y otros, CNFed. Contenciosoadministrativo, sala
V, LL, 1997-B, 388.
REJTMAN FARAH, MARIO, Los contratos administrativos su-
jetos a aprobación: un supuesto de escisión competencial,
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tenciosoadministrativo, sala II, LL, 1997-C, 801.
CASSAGNE, JUAN CARLOS, La apertura a prueba en los lla-
mados recursos judiciales directos, nota al fallo Banco Re-
gional del Norte Argentino c. Banco Central de la República
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1997-D, 667.
PADULO, ADRIANA MARÍA y PERRINO, PABLO ESTEBAN, La apli-
cación del título IV de la ley 19.549 al ámbito de los organis-
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Héctor M. c. Estado Mayor General del Ejército, CNFed. Con-
tenciosoadministrativo, sala I, LL, 1997-D, 674.
GALLARDO, ROBERTO ANDRÉS, Teléfonos: novedosas herra-
mientas y peligrosas tendencias de la administración, nota
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confirma una medida cautelar dictada en una acción de
amparo por mora, nota al fallo Kreutzer c. Municipalidad
de Buenos Aires, CNCiv, sala M, LL, 1997-F, 244.
SCHAFRICK, FABIANA HAYDEÉ y BARRAZA, JAVIER INDALECIO,
El amparo: estudio de su naturaleza, acción ordinaria o de
excepción. Condiciones de admisibilidad. Reflexiones en tor-
no de un pronunciamiento judicial, nota al fallo Metrogas
S.A. c. Ente Nacional Regulador del Gas, CNFed. Conten-
ciosoadministrativo, sala I, LL, 1997-F, 247.
BIDART CAMPOS, GERMÁN J., La legitimación procesal ac-
tiva de los legisladores, nota al fallo Terragno, Rodolfo y

215
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ministrativo, sala II, LL, 1997-F, 564.
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cepto de ritualismo inútil como excepción al reclamo admi-
nistrativo previo, nota al fallo Contrera, Lía del Valle c. Mi-
nisterio del interior - Registro Nacional de las Personas,
CNFed. Contenciosoadministrativo, sala III, LL, 1997-F, 682.
AGUIAR, HENOCH D., Monopolio telefónico y servicios en
competencia, nota al fallo Impsat S. A. Ministerio de Econo-
mía, Obras y Servicios Públicos, CNFed. Contenciosoadmi-
nistrativo, sala IV, LL, 1998-A, 239.
BARRAZA, JAVIER INDALECIO y SCHAFRIK, FABIANA HAYDÉE,
Un profundo dilema que ocasiona una sentencia que denie-
ga un haber de retiro militar. Reflexiones en torno a la inca-
pacidad que sufre un militar como consecuencia de actos de
servicio, nota al fallo Rochi, CNFed. Contenciosoadminis-
trativo, sala I, LL, 1998-A, 271.
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tación judicial, nota al fallo C., O. O., CNFed. Contencio-
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PARDO, JUAN ÁNGEL, Ética profesional. Errónea interpre-
tación judicial, nota al fallo D., J.A. c. Colegio Público de
Abogados de la Capital Federal, CNFed. Contenciosoadmi-
nistrativo, sala III, LL, 1998-C, 337.
PARDO, JUAN ÁNGEL, Ética profesional. Errónea interpre-
tación judicial, nota al fallo Grittini, CNFed. Contenciosoad-
ministrativo, sala III, LL, 1998-C, 337.
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garantía de defensa en juicio: ¿por el artículo 230 del código
procesal o por el artículo 12 de la ley 19.549?, nota al fallo

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marcha hacia el debido proceso, nota al fallo I., M., CS San-
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C UIÑAS R ODRÍGUEZ , M ANUEL y D ÍAZ P ALACIO , E UGENIA,
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1998-E, 393.
CAPUTI, MARÍA CLAUDIA, El revalúo inmobiliario y los al-
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1998-E, 478.
PÉREZ SOLLA, MARÍA FERNANDA, ¿Es la inseguridad jurídi-
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PRIERI BELMONTE, DANIEL A., Inconstitucionalidad de los
artículos 10 y 11 de la ley 24.765 (clausuras), nota al fallo

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trativo, sala V, LL, 1998-F, 346.
BIDART CAMPOS, GERMÁN J., La mediación prejudicial obli-
gatoria en la órbita del Poder Ejecutivo, nota al fallo Bate-
rías Sil-Dar S.R.L. c. Barbeito Walter, CNCom., sala B, LL,
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BARRANCOS Y VEDIA, FERNANDO N., Arbitrariedad o recha-
zo discrecional del recurso extraordino, nota al fallo Toll,
Enrique y otros c. Asociación de Obras Sociales y otra,CS,
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diaria?, nota al fallo Subils, Hugo D. c. Escuela Técnica N°
3 Ingeniero Santiago Maradona, ST Santiago del Estero,
sala crim. laboral y minas, LL, 1998-F, 812

219
220
COLOFÓN
Principales fallos citados *

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Arce, p. 167, LL, 1997-F, 696.
Bramajo, p. 33, DJ, 1996-196.
Cafés La Virginia, p. 31, LL, 1995-D, 277.
Cipriano, p. 205, LL, 1998-F, 338.
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Fibraca, ps. 33 y 36; CSJN, Fallos, 316:3176
(1983).
Giroldi, p. 33; RAP, 215:151; LL 1995-D,
462.
Priebke, p. 53, CSJN, Fallos 318:2308.
Telintar, p. 139, LL, 1997-C, 320.

* Ver también “los grandes fallos de la actualidad”, en


Después de la reforma del Estado, 2° ed., 1998, cap. XI.

221

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