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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION
UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
NÚCLEO CIUDAD BOLÍVAR
ESTUDIOS JURIDICOS
U.C ESTADO ÈTICA Y SERVICIO PÚBLICO

TEMA 1
LA ADMINISTRACIÓN
PÚBLICA
Profesora: Alumna:

MSc. Abg. María Infante Roxana Maita CI:


13.798.198

Ciudad Bolívar Agosto del 2021


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Administración pública es un término de límites imprecisos que define al conjunto


de organizaciones estatales que realizan la función administrativa del Estado.

La administración pública pone en contacto directo a la ciudadanía con el poder


político, satisfaciendo los intereses públicos de forma inmediata, por contraste con los
poderes legislativo y judicial, que lo hacen de forma mediata. Está integrada
principalmente por el poder ejecutivo y los organismos que dependen de éste. La
administración pública como factor involucrado en el cambio social, debe partir del
lugar que ocupa ella misma en el modo de producción capitalista; más precisamente,
de su ubicación con relación al Estado y la sociedad civil.

La administración pública del Estado capitalista moderno consiste en una relación


institucional, es decir, en una relación establecida por medio de instituciones que pone
al Estado en contacto con la sociedad civil, y le permite estar presente en la vida social
realizando en ella su función de dirección y dominio.

La Administración pública socialista es la teoría, doctrina o practica social que


propugna (o ejercita) la posesión publica de los medios de producción y su
administración también publica en pro del interés de la sociedad en general, y no a
favor de clases o grupos particulares.

La Democracia y el Capitalismo son incompatibles porque este último es una manera


no democrática de organizar la economía.

La Constitución de 1999 contiene un extenso Título IV relativo al “Poder Público”,


cuyas normas se aplican a todos los órganos que ejercen el Poder Público tal como lo
indica el artículo 136: en su distribución vertical o territorial (Poder Municipal, Poder
Estadal y Poder Nacional); y, en el nivel Nacional, en su distribución horizontal
(Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral). En dicho Título se incorporó una
sección relativa a “la Administración Pública”, cuyas normas se aplican a todos los
órganos y entes que ejercen esos Poderes Públicos.

De allí que lo primero que debe determinarse es cuáles son los órganos estatales que
ejercen el Poder Público y que pueden considerarse como tal “Administración Pública”.
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Ante todo, por supuesto, están los órganos de los diversos niveles del Poder Público
(Nacional, Estadal y Municipal) que ejercen el Poder Ejecutivo.

En consecuencia, las normas que contiene la sección se aplican a todas las


“Administraciones Públicas” ejecutivas de la República (administración pública
nacional), de los Estados (administración pública estadal), de los Municipios
(administración pública municipal) y de las otras entidades políticas territoriales que
establece el artículo 16 de la Constitución, entre las cuales se destacan los Distritos
Metropolitanos cuyos órganos ejercen el Poder Municipal. Pero la Administración
Pública del Estado venezolano, en los tres niveles territoriales de distribución vertical
del Poder Público, no se agota en los órganos y entes de la Administración Pública
ejecutiva (que ejercen el Poder Ejecutivo), pues también comprende los otros órganos
de los Poderes Públicos que desarrollan las funciones del Estado de carácter sublegal.

En tal sentido, en el nivel nacional, los órganos que ejercen el Poder Ciudadano
(Fiscalía General de la República, Contraloría General de la República y Defensoría del
Pueblo) y el Poder Electoral (Consejo Nacional Electoral), sin la menor duda, son
órganos que integran la Administración Pública del Estado, organizados con autonomía
funcional respecto de los órganos que ejercen otros poderes del Estado. En cuanto a
los órganos que ejercen el Poder Judicial, los que conforman la Dirección Ejecutiva de
la Magistratura mediante la cual el Tribunal Supremo de Justicia ejerce la dirección,
gobierno y administración del Poder Judicial, también son parte de la Administración
Pública del Estado.

En consecuencia, en los términos de la sección segunda del Título IV de la Constitución,


la Administración Pública del Estado no sólo está conformada por órganos que ejercen
el Poder Ejecutivo, sino por los órganos que ejercen el Poder Ciudadano y el Poder
Electoral, y por la Dirección Ejecutiva de la Magistratura que en ejercicio del Poder
Judicial tiene a su cargo la dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial.
Para desarrollar los principios constitucionales relativos a la Administración Pública, se
ha dictado la Ley Orgánica de la Administración Pública (en lo adelante LOAP) (G.O. Nº
37.305 de 17-10-2001), la cual, como lo indica su artículo 1º, tiene por objeto general:
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1º) Establecer los principios y bases que rigen la organización y el funcionamiento de la


Administración Pública; 2º) Establecer los principios y lineamientos de la organización
y funcionamiento de la Administración Pública Nacional y de la administración
descentralizada funcionalmente; 3º) Regular los compromisos de gestión; 4º) Crear
mecanismos para promover la participación y el control sobre las políticas y resultados
públicos; y 5) Establecer las normas básicas sobre los archivos y registros públicos.
Siendo una ley nacional, por supuesto, sus disposiciones son básicamente “aplicables a
la Administración Pública Nacional” (art. 2). La Ley, sin embargo, no define qué ha de
entenderse por ello; pero de su normativa se deduce que abarca la Administración
Pública que conforman los órganos que ejercen el Poder Ejecutivo Nacional y aquéllos
que conforman la Administración Pública nacional descentralizada sometida al control
de aquél, con forma de derecho público.

En cuanto a la Administración Pública que conforman los demás órganos del Poder
Público Nacional, es decir, los que a nivel nacional ejercen el Poder Judicial, el Poder
Ciudadano y el Poder Electoral, las disposiciones de la Ley Orgánica sólo se les aplican
“supletoriamente” (art. 2). En cuanto a los órganos que ejercen el Poder Legislativo,
respecto de las funciones administrativas que realicen, conforme al artículo 2 de la Ley
Orgánica, también se les podrán aplicar sus disposiciones supletoriamente. En relación
con los órganos de los Poderes Públicos que derivan de la distribución territorial del
Poder Público, conforme al artículo 2 de la LOAP “los principios y normas (de la Ley
Orgánica) que se refieran en general a la Administración Pública, o expresamente a los
Estados, Distritos metropolitanos y Municipios, serán de obligatoria observancia por
éstos, quienes desarrollarán los mismos dentro del ámbito de sus respectivas
competencias”. En cuanto a las demás regulaciones de la Ley Orgánica, rige el mismo
principio de su posible aplicación supletoria a las Administraciones Públicas de los
Estados y Municipios (art. 2). En todo caso, la LOAP trae la siguiente definición de
órganos y entes de la Administración Pública, lo que contribuye a precisar el ámbito
orgánico de sus regulaciones. De acuerdo con el artículo 15 de la ley, se considera
“ente” toda organización administrativa descentralizada funcionalmente con
personalidad jurídica propia distinta de la República, de los Estados, de los Distritos
metropolitanos y de los Municipios. El artículo 15 de la ley LOAP define como
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“órganos”, las unidades administrativas “de la República, los Estados, los Distritos
metropolitanos y entes públicos a las que se les atribuyan funciones que tengan
efectos jurídicos frente a terceros, o cuya actuación tenga carácter preceptivo”.
Curiosamente, en esta enumeración se omitió a los Municipios, lo que sin duda fue
una inadvertencia involuntaria.

El análisis de la administración pública como factor involucrado en el cambio social,


debe partir del lugar que ocupa ella misma en el modo de producción capitalista; más
precisamente, de su ubicación con relación al Estado y la sociedad civil. Tal ubicación
nos permite comprenderla como un vínculo que conecta el Estado y la sociedad, que
les permite contraer determinados compromisos dentro de los que se comprenden los
ajustes y modificaciones correspondientes a sus propias relaciones.

Administración pública capitalista: La administración pública del Estado capitalista


moderno consiste en una relación institucional, es decir, en una relación establecida
por medio de instituciones que pone al Estado en contacto con la sociedad civil, y le
permite estar presente en la vida social realizando en ella su función
de dirección y dominio.

La administración pública asume, como actividad básica, la armonización del


funcionamiento de la sociedad civil como una atribución que se desprende
del carácter que guarda, como unidad política de la propia sociedad dividida en clases;
al mismo tiempo, sin embargo, la administración pública realiza el dominio político que
traduce el imperio del capital sobre el trabajo, dominio que se desprende como una
consecuencia del conflicto de clases. La administración pública, entonces, puede ser
identificada como la acción del Estado en la sociedad, acción que lo hace presente por
medio de múltiples y variadas actividades que pueden entrar en contradicción con la
vida civil, que están sujetas a la lucha de clases y al movimiento constante
del capitalismo universal, esto es, actividades políticas y administrativas que están de
sí implicadas en el cambio social.

Administración pública socialista: Es la teoría, doctrina o practica social que propugna


(o ejercita) la posesión publica de los medios de producción y su administración
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también publica en pro del interés de la sociedad en general, y no a favor de clases


o grupos particulares.

Una de las más grandes preocupaciones de los países latinoamericanos en los últimos
años, sin duda, ha sido el tratar de salvaguardar las humildes conquistas democráticas
de sus sistemas políticos de aquellas amenazas que pretenden movilizar los centros de
decisiones políticas estatales a espacios sociales ilegítimos e ilegales en detrimento de
sus estructuras constitucionales.

Por ejemplo, el terrorismo, el narcotráfico, la piratería, la mafia, las oligarquías, los


movimientos separatistas, las migraciones, los conflictos fronterizos,
el subdesarrollo económico, la inflación, la deuda pública externa e interna, la
disminución del salario real, el incremento de la economía informal, el incesante
aumento de la pobreza, el gasto público, la inseguridad, la tecnocracia, la burocracia,
entre otros, erosionan la gobernabilidad del Estado; a lo que la democracia, la justicia,
la institucionalidad, entre otros, son llamados a recurrentes y exhaustivos análisis por
parte de los gobiernos que procuran la solución, el mejoramiento o el control de estos
elementos desestabilizadores que afectan también la situación de
los derechos humanos de sus ciudadanos.

No obstante, si bien se han alcanzado algunas opiniones comunes al respecto, cabe


destacar que el mayor acuerdo se concentra en que de alguna u otra forma estos
temas no son en sí mismos causales; al contrario, son consecuencias.

El Socialismo es el único sistema social y económico mediante el cual es posible lograr


la igualdad, la cooperación y el despliegue total de una verdadera Democracia,
mientras que el Capitalismo es la negación de estos ideales aunque, por ahora, vaya
ganando la partida en el mundo actual.

La incompatibilidad entre Capitalismo y Democracia: La Democracia y el Capitalismo


son incompatibles porque este último es una manera no democrática de organizar
la economía. El Capitalismo no organiza la producción y la distribución de la riqueza
sobre la base de los derechos del pueblo sino sobre la base de la acumulación de la
riqueza, la cual una gran proporción es poseída por unos pocos. Los pobres sólo
pueden mejorar sus condiciones de vida siempre que eso haga más ricos a los ricos.
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El Capitalismo siempre tenderá a incrementar las diferencias sociales, las cuales no han
podido ser superadas a pesar de la intervención del Estado, que es el instrumento
mediante el cual la Democracia Burguesa ha intentado cumplir las promesas de justicia
social. Este instrumento funcionó parcialmente mientras la Democracia Burguesa y el
Capitalismo tenía el mismo tamaño, es decir mientras ambos eran de escala nacional.
Sin embargo, mientras que el capitalismo se ha hecho global, las democracias
burguesas siguen siendo nacionales. Esta desproporción ha impedido
contundentemente que el Estado pueda corregir la desigualdad atroz que genera un
único capitalismo global. Por eso, por ahora, el capitalismo y la economía
de mercado le están ganando la partida a la democracia y al socialismo.

El socialismo debe contener valores como la honradez, compromiso


fraternidad, responsabilidad, humanismo para brindar un aprovechamiento
programático. Se requiere disciplina, probidad, y trabajo equitativo:

• Se propone la incorporación del socialismo cristiano como corriente ideológica


mediante la inclusión de las distintas comunidades cristianas.

• Se propone que cada estado formule un órgano divulgativo de valores éticos y


morales en la línea del socialismo bolivariano.

• Se deben activar brigadas contraloras para erradicar el burocratismo y


la corrupción que priva en la administración pública.

• Se debe exigir a los órganos de Justicia el cese a la impunidad, impulsando


instrumentando vocerías de denuncia permanente.

• Impulsar la creación de nuevos Consejos comunales para la activación del poder


popular.

• Creación de una escuela técnica de profesionales y técnicas.

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