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Hodge, R. y Kress, G. (1993) Language as ideology. 2a. Edición.

Routledge. Londres. (1a. ed. 1979)

Traducción y adaptación realizadas por


la cátedra de Análisis de los Lenguajes de los Medios (A)
para uso exclusivo de sus alumnos.

CAPÍTULO 1: EL ALCANCE DE LA LINGÜÍSTICA

El lenguaje es uno de los más notables atributos del hombre. Es una


precondición absoluta para casi toda la vida social y es el medio por el cual se
organizan los procesos del pensamiento y de la comunicación. De tal modo, el
estudio del lenguaje - la lingüística - debe ser una parte reconocida de todo
proyecto que apunte al conocimiento de uno mismo y de uno en el mundo. Para
llevar adelante este desafío, la lingüística necesita tener alcance propio: debe
preocuparse de las relaciones entre lenguaje y mente a partir del momento en que
consideramos al lenguaje como un proceso vital. En los seres humanos, lenguaje
y pensamiento están estrechamente ligados entre sí. Pero la lingüística debe
ocuparse también de las relaciones entre lenguaje y sociedad a partir del hecho de
que el lenguaje es un fenómeno de diferenciación social. El lenguaje es dado a
todo individuo por la sociedad en la que vive. Es un instrumento clave en la
socialización y es el medio por el cual la sociedad forma y atraviesa la conciencia
de los individuos.

Puede resultar útil, ubicar nuestra tarea en la estructura de las teorías y


en las preocupaciones de la lingüística de las dos últimas décadas en EE.UU. y en
Inglaterra. Desde la lingüística misma ha habido una cantidad considerable de
intentos para unificar las teorías del lenguaje y la conducta . Cabe mencionar a
Pike, Halliday y Lamb cuyos trabajos se han extendido a todas las áreas del
significado social de la conducta . Otros lingüistas han contribuido con teorías y
metodologías basadas en otras disciplinas sociales (por ejemplo, Hymes desde la
antropología y Austin desde la filosofía). Sin embargo, a mediados de los
cincuenta, el mayor impacto teórico en la lingüística, ha sido en la teoría de la
sintaxis, sobre todo a través de N. Chomsky quien, a partir de su gramática
generativa transformacional, ha dominado la escena lingüística desde la aparición
de ESTRUCTURAS SINTÁCTICAS en 1957.La “revolución chomskyana”
atravesó la teoría e influyó en la tarea de todos los lingüistas . Sin embargo, la
verdadera fuerza de las ideas y la precisión de esta teoría ha tenido algunos
efectos desafortundos: La teoría lingüística se ha convertido en teoría sintáctica y,
para muchos, sintaxis equivale a teoría transformacional. Es inevitable que esto
lleve a un drástico estrechamiento de los alcances de la lingüística.
Recientemente han aparecido algunas reacciones (especialmente a fines de los

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setenta y principios de los ochenta). Algunos lingüistas, en este momento, le
prestan mayor atención al estudio del discurso y al lenguaje en la interacción
social. La sociolingüística observa de cerca las relaciones entre el lenguaje y las
clases sociales. Existe en ella una preocupación creciente por el estudio del uso
real del lenguaje en contextos reales: el habla, la conversación y diversos tipos de
discursos escritos.A partir de la hipótesis chomskyana de que la lingüística es una
rama de la psicología cognitiva, los estudios en psicolingüística tuvieron gran
ímpetu, y dieron como resultado buenos trabajos sobre producción,
memoria,decodificación y percepción de frases.

Ahora se hace necesario darles unidad y coherencia a estos nuevos


desarrollos a través de una estructura teórica . Sin embargo, la tradición
chomskyana ortodoxa dejó sus marcas en los conceptos de la disciplina: Los
lingüistas miran, en general, a la sociolingüística o al análisis del discurso como
algo marginal, ya que consideran estos fenómenos como alejados del alcance de
la teoría (la cual, en estado”puro” queda restringida a la sintaxis). De esta forma,
muchos trabajos realizados fuera del área de la sintaxis, tomaron nombres
distintos para ubicarse fuera del campo de la teoría lingüística. La teoría
requerida para esta nueva situación debe redefinir su alcance, abandonando la
ecuación “Teoría lingüística = Teoría sintáctica” que además retarda el desarrollo
de ambas disciplinas. Esta nueva teoría debe abarcar el estudio, no sólo de la
sintaxis sino también el sistema básico de reglas del lenguaje a través del cual el
uso social (relaciones entre lenguaje y sociedad y entre lenguaje y mente)
constituya una empresa integrada y única.

Algunos lectores podrían inquietarse sobre el alcance propuesto.


Podría parecer de un “ imperialismo académico” esta lingüística que busca
“invadir” otras disciplinas como la sociología o la psicología. Pero estas
disciplinas existen por el interés de sus temas y no por sus límites. Si la frontera
trazada para una disciplina se vuelve un obstáculo para el estudio de sus temas,
esa frontera debe ser cambiada. Si el lenguaje es intrínsecamente un fenómeno
social y psicológico, los estudios del lenguaje deben tomar explicaciones de la
sociología y de la psicología. Recíprocamente, los sociólogos y los psicólogos
necesitan conocer el fenómeno del lenguaje como parte integrante de sus propios
campos.

Algunos teóricos objetarán que la extensión propuesta sólo podría


conseguirse con la consecuente pérdida de rigor y precisión. Tal objeción surge a
partir de una serie de creencias sobre la lingüística y sobre la investigación
científica. Estas creencias han sido objeto de análisis del mismo Chomsky quien
les efectúa una serie de críticas en LENGUAJE Y MENTE de 1968. La historia
de la física muestra el valor que posee un enfoque delimitado y una concentración
implacable sobre fenómenos particulares. Chomsky insiste en que esta estrategia
es un medio para alcanzar un fin, es decir, para investigaciones de verdadero
significado intelectual: resultados significativos y profundos. Este es el criterio

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por el cual se juzga una disciplina. Chomsky, en 1968, establece las deficiencias
de la lingüística moderna a través de este criterio. La lingüística, desde esta
perspectiva, no está conectada con la psicología gracias a una subdisciplina
intermedia (la psicolingüística) sino que la lingüística es parte de la psicología y
la psicolingüística no tiene existencia al margen de la lingüística misma.

Chomsky defiende el retorno al momento en el que prevalecía una


concepción más amplia de los temas y en el cual surgieron importantes
resultados. Uno de estos casos es el de Whorf quien escribió en 1936 más allá de
la lingüística tradicional.

Whorf no considera a la lingüística como una disciplina autónoma


pero sí como una ayuda indispensable para llevar adelante un proyecto de enorme
importancia: la investigación de las culturas y el descubrimiento de niveles del
pensamiento profundos e inaccesibles. Esta meta lejana pero emocionante podría
brindar resultados profundos y significativos (para usar palabras de Chomsky).
Esta lingüística será una rama de la antropología, de la sociología o de la
psicología, o bien, pensando en otro sentido, el análisis lingüístico marchará a la
par del conocimiento de los procesos mentales y sociales.

LENGUAJE ,CIENCIA E IDEOLOGÍA

El trabajo de Whorf estableció en forma sutil la relación entre lenguaje


y pensamiento y entre lenguaje y percepción. Los psicólogos de la percepción han
demostrado que no hay actos de percepción “pura” (no vemos sin pensar).
Interpretamos el flujo de la experiencia a través de esquemas interpretativos,
expectativas sobre el mundo, intereses y prioridades. Lo que verdaderamente
vemos está limitado por “dónde focalizamos”. Esto es sólo una pequeña
proporción de lo que nosotros podríamos ver. Cada fase de la interpretación se
hace más y más lejana. El cerebro sólo recibe una pequeña fracción de lo que
inicialmente fue percibido y lo que se almacena es aún menos. El lenguaje entra
en el proceso en la última etapa, en el vínculo entre percepción y pensamiento.
Cualquier cosa con nombre puede volverse familiar, fácilmente clasificable y
recordable. Sólo lo que ha sido nombrado puede ser compartido. La percepción
comunicable ha sido codificada en el lenguaje. El lenguaje, entonces, determina
cuáles son las percepciones potencialmente sociales. Estas percepciones, fijadas
en la lengua, se transforman en una especie de segunda naturaleza.
Inevitablemente imponemos nuestras clasificaciones a los otros y a nosotros
mismos. La lengua juega un papel vital en lo que se conoce como “la
construcción social de la realidad” (Berger y Luckmann, 1967). Fija un mundo
que es mucho más estable y coherente que el que verdaderamente vemos; este
mundo ocupa un lugar en nuestra conciencia y llega a ser lo que nosotros
pensamos que hemos visto. La percepción normal trabaja por constante
retroalimentación: la brecha entre el mundo auténtico y el mundo socialmente

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construido es reducida de modo tal que tendemos a ver únicamente aquello que
podemos nombrar.

Las lenguas son sistemas de categorías y reglas basadas en principios


fundamentales y en hipótesis acerca del mundo. Estos principios e hipótesis no se
relacionan ni están determinados por el pensamiento: ellos son el pensamiento.
Whorf llama a esta fundamental organización de hipótesis “ciencia” y
“metafísica”: una explicación sistemática de la realidad y una serie de creencias a
priori sobre las que descansan las explicaciones. Tales hipótesis están
“personificadas” en la lengua, las aprendemos a través de ella y con su utilización
las reforzamos. De acuerdo con Whorf, la diferencia fundamental entre estas
hipótesis y la ciencia oficial junto con la metafísica de una comunidad es que las
primeras actúan en su mayoría inconscientemente. La metafísica y la ciencia
institucionalizadas requieren de una clase profesional de metafísicos y de
científicos para articular sus hipótesis básicas. De todos modos, estos
profesionales utilizan la lengua y a través del uso inconsciente de sus categorías y
procesos, las hipótesis “comunes” se filtran en sus pensamientos. Las
interrelaciones entre las dos clases de ciencias y ambas metafísicas conforman un
importante objeto de estudio.

En términos de Whorf “ciencia” y “metafísica” sugieren interesantes


conexiones. Pero la lengua está típicamente inmersa en la vida de una sociedad,
como conciencia práctica de dicha sociedad. Esta conciencia es inevitablemente
una parcial y falsa conciencia. Podemos denominarla “ideología “, definiéndola
como un cuerpo sistemático de ideas organizadas desde un punto de vista
particular. Es una categoría abarcativa que incluye ciencias y metafísicas, como
así también, ideologías políticas de distintos tipos, sin implicar con esto ningún
dato sobre sus estatutos ni sobre su “seguridad” como guía hacia la verdad.

La lengua es un instrumento de control, como también de


comunicación. Las formas lingüísticas permiten llevar y a la vez distorsionar
significados. En este sentido, los oyentes pueden ser a la vez informados y
manipulados, en muchos casos, manipulados cuando ellos suponen estar
informados. La lengua es ideológica en el sentido más político de la palabra:
implica distorsión sistemática al servicio de los intereses de clase. De este modo,
los dos tipos de ideología no son completamente distintos en teoría o en la
práctica. La ciencia es una sistematización desde determinado punto de vista, del
mismo modo que la ideología política. Ésta última es la responsable de proyectar
la fantasía sobre la realidad, mientras que la ciencia realiza construcciones
hipotéticas de posiciones no muy distintas. La afinidad entre los dos tipos de
ideología puede apreciarse en un pasaje de Whorf, en el que compara el inglés
con el hopi:

Por comparación con algunas lenguas americanas, la sistematización


formal del inglés, del alemán, del francés o del italiano parece pobre. Porque,

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por ejemplo, nosotros no usamos, como en el hopi, diferentes formas de expresar
las vías de las sensaciones como en el caso de “veo que es rojo” y “veo que es
nuevo”. Nosotros mezclamos los dos tipos de relaciones mientras que en el hopi
se indica para el primer caso que se está “mirando” lo rojo y para el segundo
que el mirar presenta una evidencia a partir de la cual se infiere lo novedoso.
Whorf,1956 - pág. 85 -

La observación de Whorf es muy aguda pero su problema puede


responderse de varios modos. Él asume que el hablante de inglés puede no ser
capaz de hacer esta distinción entre percepción directa e inferencia, sin tener en
cuenta que esa distinción pudo haber sido borroneada. Se desprende de esto que
resulta más seguro comprarle un auto usado a un hopi que a un inglés. En
realidad, los hablantes del inglés reconocen estos juicios como diferentes, aunque
la diferencia no se manifieste en la gramática. Por otra parte, podemos decir “Un
nuevo auto rojo” pero no “Un rojo nuevo auto” . Whorf notó que el orden en
estos casos está determinado por una subcategorización de adjetivos en tanto
“internos” o “externos” . Siendo “rojo” un rasgo interno, resulta un principio
más seguro de clasificación que “nuevo”. Los hablantes del inglés conocen esta
diferencia aunque no sean concientes de ello.

La ausencia de distinciones gramaticales de este tipo, también puede


ser tratada en términos de ideología: El filósofo John Locke, por ejemplo,
sostiene que la idea de lo “rojo” no es diferente de otras ideas como, por
ejemplo,”justicia”. Una es simple y la otra es compleja, pero ésta es sólo una
diferencia de grado. Los juicios sensoriales son juicios, materia de opinión como
los demás juicios. El inglés, en este caso, reflejaría dos teorías epistemológicas,
ambas usadas como “verdaderas” y ambas inextricablemente entrelazadas. Este
tipo de confusiones son la norma para el lenguaje, no la excepción. De esta
forma, el análisis de las lenguas usadas a lo largo de la historia de un país no
revelará una metafísica coherente, como pensaba Whorf, sino todo lo contrario:
confusiones, contradicciones, incoherencias, marcas del universo esquizofrénico
de la sociedad de clases.

MODELOS Y TRANSFORMACIONES

La gramática de una lengua es su teoría sobre la realidad. La mejor


teoría del lenguaje será aquella que siga la forma de la gramática . Tomaremos el
lenguaje como un conjunto relacionado de categorías y procesos. Las categorías
fundamentales son una serie de “modelos” lo cuales describen la interrelación
entre objetos y eventos. Estos modelos son un esquema básico que se deriva del
proceso de percepción visual del ser humano. Este esquema sirve para clasificar
los eventos en el mundo de un modo simple pero crucial. En su forma más simple
involucra uno o dos objetos relacionados por un proceso verbal. Uno de los dos
objetos aparece como el causante de la acción y el otro como el afectado. Es el

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caso de “El jugador patea la pelota” en donde la acción pasa de un actor a un
afectado. Llamaremos a este caso MODELO TRANSACTIVO. En un segundo
modelo, al que denominaremos NO TRANSACTIVO aparece una sola entidad
relacionada con el proceso . En este caso, muchas veces se hace imprecisa la
distinción entre actor o afectado para esa única entidad involucrada (“El jugador
corre”). Un tercer tipo de modelo abarca relaciones diferentes. No se trata de
actores y afectados, sino de una simple relación. Pueden aparecer dos entidades
(“El entrenador es un ex jugador internacional”) o bien una sola calificada ( “Su
juego es magnífico”). Llamaremos a este tercer modelo MODELO
RELACIONAL.

Debe quedar en claro que los modelos transactivo y no transactivo se


definen sobre la acción y son, por lo tanto, MODELOS ACCIONALES, a
diferencia de los relacionales. Puede surgir alguna confusión en cuanto a la
distinción transitivo-intransitivo. Los dos pares de términos son distintos:
aparecen muchos ejemplos de frases transitivas pero no transactivas (“Juan juega
tenis”). Básicamente, la relación entre los dos pares consiste en que, mientras que
la relación transactivo\no transactivo es de tipo semántico, la relación
transitivo\intransitivo se da sobre la forma superficial.

A continuación resumimos en un esquema los modelos básicos ya


descriptos:

TRANSACTIVO

ACCIONALES

NO TRANSACTIVO

MODELOS SINTAGMÁTICOS

ECUATIVO

RELACIONALES

ATRIBUTIVO

Más allá de la clasificación planteada, existe un conjunto de


submodelos. La sintaxis de muchas lenguas, por ejemplo, distingue procesos
físicos y mentales, sin embargo, el esquema muestra un modelo básico. Lo
accional representa las relaciones percibidas en el mundo físico y, por analogía,
en el mundo mental de pensamiento y percepción.

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Comprendemos el mundo a través de la lengua, pero al ser utilizada
por los hablantes, la lengua es más que eso: es una versión del mundo que ofrece
e impone algo más. El modelo sintagmático ofrece la primera clasificación de los
eventos pero ningún modelo puede ser ofrecido directamente del hablante al
oyente. Todo sintagma (forma estructural y lineal en la que el modelo se
actualiza) es clasificado mucho tiempo después como un todo y parte por parte.
Algunos de estos procesos clasificatorios son obligatorios (la indicación de
tiempo, por ejemplo). Estas clasificaciones son relativas, realizadas por los
hablantes en un contexto y para una audiencia determinada. Aunque el proceso de
clasificación está prescripto por convención es el hablante el que lo realiza y el
que elige qué clasificación aplicar.

Existe otro tipo de operaciones que el hablante puede realizar en el


lenguaje: las transformaciones. La teoría de las transformaciones es la mayor
contribución de Chomsky a la teoría lingüística, aunque nosotros usemos el
término en un sentido parcialmente diferente. Para nosotros, las transformaciones
son una serie de operaciones sobre la forma básica (borrar, sustituir, combinar o
reordenar sintagmas o partes de los mismos). Así en “ El auto fue destruido “ hay
una transformación de “(Alguien o algo) destruyó el auto “ . El actor ha sido
borrado y el sintagma ha sido reordenado en pasiva. La teoría transformacional
considera las transformaciones como algo siempre inocente, es decir, que no
altera el significado de la forma básica. En los discursos reales éste no es siempre
el caso. Las transformaciones cumplen dos funciones: economía y distorsión, las
que a menudo están tan complejamente mezcladas que ni los hablantes pueden
separarlas.

Tanto Whorf como Chomsky utilizan la metáfora de “lo profundo”


para describir un nivel de organización por debajo de la superficie de la lengua.
Resulta una metáfora extremadamente útil para representar la estructura total de
una emisión. Por debajo de la superficie de una emisión, desde este punto de
vista, aparecen sucesivos niveles de estructuras diversamente transformadas y
clasificadas.

LENGUAJE HABLADO Y ESCRITO

El lingüista suizo F. de Saussure, reconocido como el padre de la


lingüística moderna, reconoció a la lingüística como parte de una disciplina más
amplia: la semiología. Desde esta perspectiva, el lenguaje es el sistema de signos
social más importante y digno de ser estudiado. Muchos lingüistas pueden
argumentar que el lenguaje hablado es primordial, pero la metodología de su
disciplina los fuerza a ignorar todos los recursos específicos de la comunicación
oral. La ciencia lingüística ha desarrollado modos precisos para trasladar las
señales del sistema de sonidos a formas visuales las cuales deben ser estudiadas
en sí mismas. La precisión es gestual en la forma oral, por lo que debe ser tratada

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como forma visual. Los recursos distintivos de la comunicación oral que no son
transcribibles, han sido eliminados siempre de la teoría lingüística. Como la
oralidad posee recursos que no aparecen en la representación escrita, siempre
parece empobrecida frente a la escritura. Una comunidad que se define por su
maestría sobre el medio escrito, desvaloriza los recursos del lenguaje gestual y
oral y, por lo tanto, la cultura de sus usuarios.

Algunos de estos recursos como la postura, los gestos, las expresiones


han empezado a estudiarse ahora con el nombre de “paralingüísticos”. Surge un
sistema rico y complicado de modalidad. Quizás el rasgo más importante de la
lengua oral sea la entonación . Existen trabajos con lenguas como el chino, el
vietnamita y algunas lenguas del oeste de África que diferencian con la
entonación efectos decisivos sobre el significado de las palabras y de la sintaxis.
También Whorf fue conciente de la realización de las funciones sintácticas por la
entonación, pero en la actualidad, sólo Halliday ha desarrollado de un modo
sistemático este tema en relación con el inglés. La entonación del hablante puede
transformar una afirmación en una pregunta o una orden, invirtiendo el
significado de una parte o del todo y uniendo partes en una variedad de relaciones
sutiles. La forma escrita de la lengua ha desarrollado otros recursos para igualarse
a la lengua oral. La descripción de la sintaxis de una lengua debe ser capaz de
registrar este componente importante de la gramática. De otro modo, la
dimensión oral de una cultura será simplemente desvalorizada . La distancia entre
un texto dramático y la representación de la obra teatral ilustra cómo la
lingüística debe comprometerse con este tema.

Los recursos sintácticos de entonación consisten en variaciones del


tono sutiles y variadas. Tales variaciones combinadas, producen una cantidad de
modelos de entonación significativos, definiendo campos semánticos con una
precisión que va más allá de las formas escritas. El fluir de sonidos que va entre
hablante y oyente está organizado por la voz en campos que a su vez, están
ordenados en torno a un foco. El foco de un campo se indica por un movimiento
tonal prominente y su límite, por el final de la línea tonal. La línea tonal da una
indicación precisa de la forma de un campo: El descenso del tono al final de la
unidad indica un campo cerrado y el tono ascendente, la apertura de otro. Si el
hablante termina con entonación ascendente, es un signo de que el campo está
incompleto, comúnmente se trata de una pregunta, y queda en el oyente la
posibilidad de completarlo. Un campo firmemente cerrado usualmente indica
certeza, reforzando o neutralizando otras indicaciones modales. En este sentido,
el hablante puede indicar relaciones complejas entre los campos.

Por otra parte, los hablantes habitualmente no son concientes de estos


matices tonales ya que la información se le presenta ordenada en modelos que
resultan formas naturales para los mecanismos de la percepción. Las formas
orales, además, son las más fáciles de recordar.

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Esto puede tomarse como una debilidad o como un potencial del modo
oral de transmitir una cultura: los saberes comunicados de este modo pueden ser
contradictorios sin parecer por esto, inaceptables. Esta es otra de las cualidades
del discurso oral: es necesariamente tolerante a las contradicciones internas. La
ventaja de las formas escritas de la lengua está en que estas contradicciones
pueden ser controladas en una proporción mucho más alta. Dentro de la esfera del
discurso escrito, la escritura da tiempo y libertad para manejar las contradicciones
entre sus propios términos, puede informar pero a la vez, censurar las
incoherencias. Gracias a ella, se pueden eliminar, en la versión definitiva, errores
o signos que hayan quedado momentáneamente fuera de control. Las
contradicciones podrán aparecer, pero desplazadas y menos accesibles. La
escritura da este tipo de poder. La lingüística, entendida como herramienta para el
estudio de una cultura, debe ser capaz de analizar estos dos modos de la lengua.

LINGÜÍSTICA Y SOCIEDAD

Volvamos a la concepción de Whorf sobre la dirección de la


lingüística como instrumento heurístico para el estudio de la cultura. Él concibe
la “cultura” como una entidad homogénea, acorde a una sociedad armoniosa.
Contrariamente, nuestra concepción acerca de la realidad social incluye
antagonismos y conflictos dentro de y entre los grupos de la sociedad de clases.
De esta forma, la lengua es sobre todo un medio de conciencia para una sociedad,
su forma de conciencia externalizada. La lingüística, entonces, es un instrumento
excepcionalmente sutil para el análisis de la conciencia y de sus bases
ideológicas. Sin sus relaciones inmediatas y directas con el contexto social, las
formas y las funciones del lenguaje no son completamente explicables. El
conocimiento más completo de la realidad social y psicológica, es el verdadero
objeto de la lingüística como una de las ciencias sociales preocupadas por el
estudio del hombre. De esta forma, la lingüística tiene mucho para dar a sus
disciplinas hermanas y mucho por aprender de ellas.

Debe seguir entonces, dos caminos: exponer una teoría y explicar


parcialmente una cultura. Las aproximaciones comparativas le han servido en el
pasado, siguiendo a Whorf, entre otros, para destacar la arbitrariedad y las
creencias culturales de cada lengua, permitiendo un distanciamiento que nos hace
ver a nuestra propia cultura con ojos nuevos. Sin embargo, en los capítulos
siguientes, trabajaremos con una sola lengua para intentar establecer los nexos
entre lengua y cultura.

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