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ANT ON PEREZ
Y
JUANITA SOUSA
Prólogo
de
FRANCISCO J. SANTAMARÍA
EDITORIAL PORRÚA, S. A.
AV. REPÜBLICA ARGENTINA, 15
MEXICO, 1974
Red Nacional de Bibliotecas Públicas
COLECCIÓN DE ESCRITORES MEXICANOS
— 90 —
MANUEL SÁNCHEZ MÁRMOL
ANTÓN PÉREZ
y
JUANITA SOUSA
COLECCIÓN DE ESCRITORES MEXICANOS
A N T O N PEREZ
JUANITA SOUSA
Prólogo
de
FRANCISCO J. SANTAMARIA
Edición
de
ANTONIO CASTRO LEAL
EDITORIAL PORRÚA, S. A.
AV. REPUBLICA ARGENTINA, 15
MEXICO, 1974
Primera edición en esta colección, 1974.
5 2J¿>
N¡8
Copyright © 1974
Esta edición y sus características son propiedad de la
EDITORIAL PORRÜA, S. A.
Av. República Argentina, 15, México 1. D. F.
Derechos reservados
Queda hecho el depósito que marca la ley
IMPRESO EN MÉXICO
PRINTED IN MEXICO
BIBLIOTECA JOSE MA. PINO SUAREZ
0OL. “ALFONSO TAIì ACEN’A"
PRÓLOGO*
N ovelas
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DOS CARTAS SOBRE “ANTÓN PÉREZ”
XIX
CARTA DE JOAQUÍN BARANDA *
—Y mucho.
Doña Socorro, mientras Antón callaba, se puso a
pensar en el acertijo, y al cabo de unos instantes de
claró :
—Pues no caigo, niño. A ver, dame alguna seña más
clara.
—Es sangre de usted.
La señora repasó en el magín a quién pudiera Antón
aludir, y no atinaba de luego qué persona de su sangre
podía ser esa a quien se atrevía el oscuro y desvalido
muchacho. De súbito, como un relámpago, vínole el
recuerdo de las palabras que había pronunciado cuando
lo invitaba a que se quedara en la reunión; pero era la
cosa tan descomunal, tan descabellada, que no osó desce
rrajar el nombre, sino que por medio indirecto quiso
asegurarse de que no iba despistada.
—¿Estuvo en la reunión de anoche? —preguntó.
Antón asintió con un movimiento de cabeza. La se
ñora se quedó Morada; la cara se le alargó, se le redon
dearon los ojos, entreabriósele la boca, y exclamó:
—¡Rosalba!.. . Pero ¿estás loco?
Antón se sintió aturdido. Parecióle que el suelo le
faltaba y que era levantado en vilo. ¡ Conque estaba
loco!.. .
Doña Socorro vio esta emoción del muchacho, algo
semejante a la compasión movió su alma, y segura de
que aquel delirio insensato se desvanecería, le dijo:
—¡ Pobrecito! Ya te curarás. Conque ya sabes, cuan
do quieras aceptar lo que te he propuesto, aquí estoy.
Piénsalo bien. Deseo tu bien, y nada más.
Antón, todo corrido, apenas pudo murmurar un
“gracias, señora”, se levantó medio tembloroso y se fue
muy cabizbajo.
Doña Socorro se quedó pensando: “Habráse visto. . .
pues... cuidado que el chico pica alto... Aspirar a
Rosalba... ¡Tiene gracia! ¿Qué se ha figurado?...
Decididamente está loco”.
En aquel punto desconocía la filosofía de que el co
razón no razona.
C apítulo V II
EL “REGALO”
Nadie contestó.
En aquella sazón, las muchas personas que había en
el interior de la casa, ocupadas en contener al coronel
Méndez que en el paroxismo de su furor había inten
tado traspasarse con la espada, y que al serle arrancada
de la diestra, había caído en un convulsivo vértigo de
rabia, rodearon al capitán, y a viva fuerza, arrancán
dolo en peso, lo metieron adentro; en tanto que el amo
de la casa, ayudado por algunos más de los que creían
gozar de mayor ascendiente en el ánimo de Antón, se
acercaron a parlamentar con él.
Rápida fue la plática y debió de ser persuasiva,
como que el teniente, volviéndose a poco a sus soldados,
mandó echar armas al hombro, y a la cabeza de la pe
queña columna, se encaminó al cuartel.
Doña Socorro, que bañada en un mar de contento
estaba pendiente de lo que ocurría, se quedó sorpren
dida al ver desfilar la tropa sin traer entre filas a los
prisioneros, volvió a echarse el rebozo encima, y fuése
en busca de Antón, quien parecía estar en espera de
ella, pues salió a encontrarla.
—¿Qué ha pasado, chico? —inquirió la dama con
viva ansiedad.
—Nada; que no pude sobreponerme a los sentimien
tos de cariño y respeto que profeso al coronel.
—Pues buena la has hecho. ¿No ves que dentro de
algunas horas volverá con sus fieles de la costa, y caerá
sobre tí, y lo sufrirá la población?
—No vendrá, señora. Tengo seguridades.
—¿Te ha empeñado su palabra de honor?
—No he hablado, ni hubiera podido hablar con él
de vergüenza.
' —¿ De vergüenza?
—Sí, señora; vergüenza tengo de la felonía que le
he jugado. Ah, señora, Dios sabe que a no estar de por
medio esta desesperación mía que se llama Rosalba, no
habría quebrantado mis juramentos ni la ley de respeto
y estimación que me obliga para con el coronel Méndez.
116 ANTÓN PÉREZ
¡ Ojalá y en el curso de los acontecimientos se me
proporcione ocasión de darle testimonio de mi gratitud!
•—Ya está hecho, y a lo hecho pecho. Quiera Dios
que no te arrepientas. De pronto tus méritos para con
Arévalo no van a tener la misma magnitud que si le
hubieras de presentar la buena presa de los hermanos
Méndez.
—¿Y qué iba a hacer el general con ellos? Tal vez
lo liberte yo de una carga.
—No hablemos más de esto. Ahora, al avío. Levan
tas tu acta de proclamación del Imperio y sin pérdida
de tiempo la comunicas de oficio. Yo también voy a
escribir y a ponerte por las nubes.
Aquella misma tarde fue despachado el expreso
conductor de los papeles oficiales en que Antón Pérez
daba parte del espontáneo sometimiento de la Villa a
la causa imperialista, y de la carta de doña Socorro,
en la que sin regatear elogios al bravo joven que había
encabezado ostensiblemente el movimiento, sacrificaba
su modestia declarándose el alma del atrevido golpe.
No cupo el regocijo en el pecho de Arévalo, que con
la adhesión de Cunduacán, el imperialismo quedaba
adueñado de toda la Chontalpa, y se apresuró a con
testar en la forma más encomiástica al joven Antón
Pérez, a quien, prometiendo un porvenir deslumbrador,
le enviaba el despacho de capitán, con el ofrecimiento
de ir en breve a estrecharlo entre sus brazos.
Doña Socorro iba a sufrir mareos con el incienso que
la prodigaba, y ya tenía para contarse entre las grandes
damas que en las intrigas de Corte han decidido del
destino de las naciones.
Con efecto, dos días después, Arévalo, con ruidoso
cortejo de numeroso Estado Mayor y de amigos, se
presentó en Cunduacán, donoso, arrogante e irresisüble.
Joven, bien personado, resuelto, y con la viveza propia
de su raza, fue acogido con agasajadora simpatía. Lo
más principal de la villa acudió a presentarle sus home
najes, y no faltó de los primeros don Rafael del Riego,
antípoda de su homónimo asturiano el héroe de Cabezas
XIII — LA TRAICIÓN 117
* Histórico.
C a pítulo XV
FIRMEZA INQUEBRANTABLE
ANTON PEREZ
I. Antón Pérez ........................................ 3
II. El Padre Reyes.................................... 9
III. Rosalba del R iego................................ 15
IV. La vieja Cunduacán ............................ 21
V. Fogueo................................................. 29
VI. El corazón no razona .......... 37
VIL El “Regalo” ......................................... 51
VIII. Tormento............................................. 59
IX. Crueldad sobre crueldad .................. 71
X. El general don Pedro Baranda ........ 79
XI. El gobernador Dueñas ...................... 89
XII. Conato de rebelión............................ 99
XIII. La traición ........................................... 107
XIV. Sánchez Magallanes y el capitán Gre
gorio Méndez....................................... 121
XV. Firmeza inquebrantable .................... 133
XVI. Impaciencias de Arévalo.................... 149
XVII. Madrugadores madrugados .............. 165
325
326 INDICE
Página
XVIII. Castigo del traidor.............................. 177
XIX. El f in .................................................... 183
XX. Epílogo trágico .................................. 193
JUANITA SOUSA
Prólogo, de Antonio Castro L eal...................... 207
I. El doctor Nolasco................................ 211
II. Jorge O livo.......................................... 219
III. El hospital de U rbela.......................... 227
IV. Juanita enfermera ................................ 235
V. Lupita la administradora .................. 243
VI. La muerte del doctor Nolasco ........ 251
VII. Pablo de V illalar................................ 261
VIII. Nuevos amores.................................... 273
IX. El compromiso.................................... 281
X. La última tarde .................................. 313
Se acabó de imprimir esta obra
EL DÍA 30 DE ABRIL DE 1974, EN LOS TALLERES DE
UNIÓN GRAFICA, S. A.
A'V. División del Norte, 1521-A
México 13, D. F.
E sta edición consta de 3,000 ejemplares y
100 en papel especial numerados .
N2 2073
COLECCION DE ESCRITORES MEXICANOS
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22- 23 R eyes, Simpatías y diferencias. 2 vols...............
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28-20 L uis G. U rdina, Poesías completas. 2 vols............................ 40.00
30-32 Antonio de R odles, Diario de sucesos notables. (1665
1703), 3 vols........................................................................................ 60.00
33-34 V icente R iva P alacio, Memorias de un impostor.
2 vols.......................................................................................................... 30.00
33 L u is G. U rbina, Cuentos vividos y crónicas soñadas .. 18.00
56 J usto S ierra,Cuentosrománticos . . . . ......................................... 2U.Ü0
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