“No hay que apagar la luz del otro para lograr que brille la nuestra”. Gandhi
Estamos en una sociedad en la que nos han educado en la competitividad, en
conseguir ser mejor que el otro, en ganar, en conseguir llegar a ser alguien con un buen estatus social. Y eso nos lleva muchas veces a actuar de forma poco ética, engañando, criticando a los demás, ocultando información, siendo arrogantes e incluso a veces sin respetarnos a nosotros mismos por llegar a convertirnos en esa persona que creemos que nos dará la felicidad.
El caso es que nos comportamos de forma egoísta, y cuando conseguimos
alcanzar nuestros objetivos no nos sentimos más felices.
Ensayo de la Moral social
El comportamiento de una sociedad muestra de manera muy clara de qué está hecha. Quiero decir que las prácticas de la gente, tanto las externas como las familiares y las íntimas, son el equivalente de la verdadera moral de las personas que conforman una sociedad. Un ejemplo muy sencillo: en centros comerciales y estacionamientos diversos se ha reservado un lugar para que puedan estacionarse vehículos en los que, ya sea el chofer o uno de sus viajantes, tenga un impedimento físico (desde parálisis hasta avanzada vejez). Para que se respeten, la Dirección de Tránsito concede a esos carros una placa especial. Es una buena disposición de las autoridades en favor de una minoría con problemas específicos. Sin embargo, cualquiera puede observar coches que ocupan esos espacios de los que descienden jóvenes fuertes. ¿Cómo justifican su actuación?, con la placa.
La moral social es la conciencia de lo que es bueno y de lo que es malo, lo que
puede hacerse y lo que no. Pero no necesariamente se refleja en declaraciones sino en conductas. Digámoslo de otro modo: el 95 % de los mexicanos se declara cristiano; el cristianismo tiene una propuesta ética sumamente clara que no se presta a dudas (dudas las habrá sobre el dogma, demostraciones del orden de lo sagrado, etcétera, pero no sobre la moralidad).