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Buenas noches hermanos y hermanas: sean todos bienvenidos a la celebración de esta Santa Misa, en la
vigésimo séptimo semana del Tiempo Ordinario. Estamos iniciando el mes de octubre y con el celebramos el
mes de las misiones y el mes del Rosario en el cual seguiremos orando por las misiones en el mundo y por
nuestro país en este año dedicado a la Virgen de la Altagracia por los 100 Años de su Coronación Canónica
en República Dominicana.
La liturgia de hoy nos hace caer en la cuenta de que el reino de Dios tiene mucho que ver con las realidades
temporales: con la vida familiar, las relaciones con los demás, el comportamiento con los débiles y
necesitados. Jesús se posiciona ante el divorcio, nos recuerda que el hombre no debe separar lo que Dios ha
unido.
Necesitamos el acompañamiento de la gracia de Dios, por eso, comencemos la celebración de esta misa,
cantando juntos con alegría. De pie.
2. Por los gobernantes y los que tienen en sus manos el poder de dar leyes a los
pueblos, para que le den al tema del matrimonio y la familia la santidad y dignidad
que tienen y que el mismo Dios les ha dado. Oremos.
3. Por las familias divididas, para que el amor que les unió se reavive en sus
corazones, vuelva a florecer la conciencia del “Sí” pronunciado en el sacramento
del matrimonio y logren entenderse a través del perdón, el diálogo honesto y el
amor sincero. Oremos.
4. Por los hijos que sufren la separación de sus padres, por los niños sin hogar, los que
sufren maltrato y todos aquellos que son explotados y se les niega el derecho al
estudio, para que Dios sane sus heridas y restablezca la armonía familiar. Oremos.
5. Por nosotros y por todos los cristianos: para que sepamos responder a las
necesidades de los enfermos, de los marginados, de los desempleados y
abandonados y que nuestras vidas se vayan transformando en testimonio
transparente del amor de Dios. Oremos.