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Novena en honor

a Nuestra Señora
de la Caridad del Cobre.
Orden de la Novena:

1. Oración para todos los días a la Virgen de la Caridad

Santa María de la Caridad,


que viniste como mensajera de paz flotando sobre el mar.
Tú eres la Madre de todos los cubanos.
A ti acudimos, Santa Madre de Dios, para rogarte por nuestras familias,
por nuestra patria y por nuestra Iglesia. Alcánzanos de tu Hijo
la perseverancia en la fe y el fervor en la vida cristiana; la concordia
y la unidad. Que los enfermos, los presos y todos los que viven angustiados,
encuentren en Él consuelo y fortaleza. Bendita tu entre todas las mujeres
y bendito Jesús, el fruto de tu vientre. A Él la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos. Amén.

2. Se pide la gracia que se desea conseguir


(Especialmente por el fortalecimiento de la fe y de la esperanza de nuestro pueblo
cubano.
Por el fin de la pandemia.
Por los profesionales y trabajadores de la salud. Por los enfermos y todas las familias
que sufren. Por nuestros difuntos)

3. Oración para cada uno de los días.

4. Rezo del Santo Rosario.

Día Primero, 30 de agosto: ¡Dios te salve!!Cuánto se alegra mi alma, Virgen


de la Caridad, con los dulces recuerdos que en mí despierta este saludo! Llénese
de júbilo mi corazón al pronunciar el Ave María, para acompañar el gozo que
llenó tu espíritu al escucharlo de la boca del ángel, congratulándose así de la
elección que de ti hizo Dios Omnipotente para darnos a su Hijo, el Señor.
Día Segundo, 31 de agosto: ¡María, nombre santo! Dígnate, querida Madre,
darnos el consuelo de Jesús, y que por Él, podamos perseverar en una vida
cristiana sólida, en la práctica de las virtudes cristianas y en deseos continuos
de nuestra eterna salvación.

Día Tercero, 1º de setiembre: Llena de gracia. ¡Oh dulce Madre!, sagrario en


que descansó corporalmente la plenitud de Divinidad: a tus pies nos
presentamos hoy para que la gracia de Dios se difunda con abundancia en
nuestra vida, la purifique y cada día aumente en nosotros el verdadero amor a
Dios y a nuestros hermanos.

Día Cuarto, 2º de setiembre: “El Señor es contigo” ¡Oh santísima Virgen!


Dios está en ti. Que Él venga por ti a nosotros. Pero ¿cómo va a venir a un
corazón lleno de miserias y pecados? Ayúdanos, Madre, a morir a toda suciedad
con que podamos manchar nuestros corazones y así, Jesús, pueda habitar en
nosotros.

Día Quinto, 3º de setiembre: Bendita tú eres entre todas las mujeres. Tú


eres la gloria de Jerusalén, tú eres la alegría de Israel, tú eres el honor de
nuestro pueblo. Si por una mujer, Eva, tantas lágrimas se derramaron en el
mundo, por ti nos llegó la redención. Por esto, tú serás siempre bendita.
Alcánzanos una fe viva y operante para imitar las grandes obras que en ti obró
Dios.

Día Sexto, 4º de setiembre: Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Madre,


nos apena descubrir que muchas veces no nos hemos comportado de acuerdo
con los mandamientos de Dios. Te pedimos una constante voluntad para
rechazar todo aquello que a Dios le desagrada y poder vivir en estado de gracia,
con el corazón henchido de paz.
Día Séptimo, 5º de setiembre: Santa María, Madre de Dios. Tu mayor título
de grandeza, tu dignidad, oh María, es haber sido elegida para ser la Madre de
Jesús, Hijo de Dios. De esta elección divina proceden todas tus gracias. No
olvides nunca que también fuiste designada por tu Divino Hijo, al pie de la cruz,
como Madre nuestra. Que nunca nos falten fuerzas para mostrarnos como hijos
tuyos.

Día Octavo, 6º de setiembre: Ruega por nosotros, pecadores. En tu regazo


maternal, Virgen María, buscamos protección. Aunque muchas veces el agobio,
ocasionado por tantas preocupaciones, nos aleje de ti, queremos permanecer
siempre en tu amor. Danos constancia en la súplica y confianza en la petición a
tu amado Hijo.

Día Noveno, 7º de setiembre: Ahora y en la hora de nuestra muerte. Virgen


María de la Caridad, te pedimos que por tu maternal intercesión nunca
perdamos el favor de Dios; que en todos los momentos de nuestra vida
encontremos en ti la protección que tanto necesitamos y una Abogada en la
hora de nuestra muerte.

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