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Sinopsis

Mi libertino Regelence

Antes de encontrar a tu príncipe, tienes que besar tu cuota


de libertinos.

Con sus días ocupados con los deberes como Capitán


de la Guardia, y las noches consumidas con la defensa de
su reputación como libertino, el horario de Lord Sebastian
Hastings está lleno. No hay tiempo extra para ser
1 guardaespaldas de nadie, pero la seguridad de la familia
real es una tarea de la que se encarga personalmente.

El príncipe Colton Townsend ha querido a Sebastian


durante tanto tiempo como puede recordar, pero ha estado
suspirando por un hombre que ha jurado nunca casarse.
Así que se consuela con el segundo amor de su vida, los
caballos. El edificio de los establos y las carreras de
caballos consumen todo su pensamiento, al menos hasta
que esté pegado a Sebastian siguiendo cada uno de sus
pasos.

Mientras examina las perspectivas en una subasta,


Colton está tratando de ignorar a su sexy, molesto
guardaespaldas, cuando se siente obligado a contratar a un
matón para proteger a un caballo maltratado. Sebastian es
arrastrado a la pelea, y su buena acción desencadena una
serie de desagradables rumores.

Sólo hay una manera de calmar la tormenta política:


casarse. Pero en lugar de resolverlo todo, Colton se da
cuenta de que su nuevo marido es un conjunto de secretos,
ninguno de los cuales se va a dar por vencido fácilmente. A
menos que Colton haga un esfuerzo desesperado que
podría romper su corazón para siempre.

Advertencia: Contiene una potra desagradable, un


príncipe cegado por el amor, un rey entrometido, un duque
casamentero, rumores viciosos y macizos exsoldados de las
Fuerzas Especiales.

2
Capítulo Uno
Enero 12, 4831: Planeta Regelence: Casa Dinmore,
residencia del Marqués de Crestview, en Classige,
Pruluce.

Su hermano pequeño tenía razón. La vida era como un


libro. Pero en lugar de una novela de romance como decía
Tarren, se parecía más a una tragedia Griega.
3 Para ser justos, probablemente no era tan malo como
eso, pero a Colton le estaba costando ver lo bueno por
ahora. Echó una mirada al ajetreado salón de baile y se
centró en el amor de su vida bailando con esos... esos...
pantalones. ¿Qué podía ver Wentworth en el segundo hijo
de Lord Baltimore? Eugene Collins podría tener su edad,
pero era un libidinoso. Un libidinoso y un bufón. Nadie
había pillado a Eugene in fragante delicto, pero había
rumores, muchos rumores, incluso antes de que cumpliera
los veinticinco. Quizá ese era el problema. Wentworth tenía
una reputación por su atracción por los hombres fáciles, y
Colton no era fácil.

Colton suspiró y ausentemente alzó la taza de cristal a


sus labios. ¡Galaxias! El Vizconde Wentworth hacía que le
doliera el corazón.

El cabello de marta cibelina de Wentworth se veía


revuelto y elegante al mismo tiempo. No era algo raro, su
cabello siempre se veía como si acabara de venir de montar
a caballo. Su mandíbula perfecta tenía una sombra de
barba. Cualquier otro habría estado escandalosamente
descuidado, pero no Wentworth. En él representaba un aire
de misterio y se añadía a su atractivo. Sus pantalones de
montar deberían estar prohibidos por el modo en que
enfatizaban su culo musculoso y sus muslos. Realmente
solo sus piernas ya que sus faldones cubrían su trasero,
pero Colton sabía que el hombre tenía un espléndido culo.
Sebastian Hastings pasaba casi tanto tiempo en su montura
como el propio Colton. Era una de las muchas razones por
4 la que Colton lo adoraba.

—¿Realmente te vas a beber eso o solo finges?

Colton bajó su vaso y contempló al hijastro de su


hermano. — ¿Qué?

Problema movió sus manos y se giró para mirar a los


bailarines. —Te has llevado esa taza a los labios al menos
tres veces en los últimos cinco minutos sin darle un sorbo.

Ambos fueron a la izquierda para dejar que una pareja


saliera por las puertas abiertas del patio. ¿No podía la
gente ir a una de las otras puertas abiertas? Parecía que
esta noche estaba de los nervios.

Colton bebió de su limonada y la dejó en la pequeña


mesa junto a la puerta. —No me gusta la limonada en
particular.

Problema rió. —¿Te costó tanto decidirlo? —Estudió su


vaso, hizo una mueca y se la bebió de un trago—. A mi
realmente tampoco, pero Hawk se llevó el vaso de
champagne que birlé. —Se acercó a la mesa más allá de
Colton, dejó el vaso vacío en la mesa y se colocó delante de
la salida que llevaba al porche—. ¿Por qué te estás
escondiendo en la esquina del salón del baile? Pensé que te
gustaban estas fiestas.

Colton se encogió. El hombre más joven no lo


entendería. Problema estaba colado por su prometido. Todo
lo que tenía que hacer era esperar, y un día Raxley sería
suyo. Aunque, por qué alguien querría al tenso hermano
mayor de Colton todavía era un misterio. —Me gustan, pero
5 estoy cansado de bailar. —Y cansado de ser adulado por
todos excepto el hombre que quería que lo adorara. Si
solamente Wentworth lo notara...

—Oh, hablando de bailar... —Problema sacó su carnet


de baile del bolsillo de su chaleco y empezó a mirar
alrededor.

Colton no tenía ni idea de lo que buscaba, por lo que


siguió intentando localizar a Wentworth. ¿Dónde estaba?
Había estado aquí hacía solo unos momentos. Normalmente
resaltaba en su traje de noche todo negro que tanto le
favorecía.

»Estás muy pillado. —Problema sacudió la cabeza y le


dio la espalda al salón de baile para mirar por las puertas
francesas—. Vamos, tenemos que salir.

—No podemos salir. No tenemos un chaperón1.

Problema gruñó y siseó. —Bien. —Inclinó su brazo y


tiró su carnet de baile.

—¡Oh mis estrellas! —Colton se giró a tiempo para ver


el carnet negro salir por encima del porche, pasando a una
pareja en dirección a la fuente.

Una risa vino desde su derecha mientras Bannon


Thompson se deslizaba junto a Problema. —Definitivamente
has ganado por originalidad, Winstol.

—También gané primero en deshacerme de esa


espantosa cosa. —Problema le arrancó a Bannon el carnet
6 de baile de la mano y lo tiró por la puerta también.
También aterrizó en la fuente.

Bannon rió. —Gracias, Mi Lord.

—De nada. —Problema se restregó las manos—.


¡Adiós y buen viaje! Odio bailar. —Exageró un
estremecimiento—. Uhg, debería haber un límite de edad
de los hombres que te pidan un baile.

—Estoy de acuerdo. —Bannon se inclinó hacia


Problema, haciendo que un mechón de cabello caoba
cayera sobre sus ojos—. ¿Colton? ¿Tú no bailas
normalmente? —Escudriñando su rostro y haciendo rodar
sus ojos, Bannon soltó un resoplido.

1
N de C: En otros países acompañante.
Colton se encogió. —No me apetece.

—Languidece por Wentworth. —Problema se giró,


encarando la pista de baile de nuevo.

Discretamente, Colton le dio un codazo a Problema en


las costillas.

—Oof. ¿Qué? Solo digo...

—Deberías unirte a GDCB, —dijo Bannon—. Llevará tu


tristeza a otro nivel. Quizá eso hará que Wentworth se fije
en ti y haga algo.

—¿Qué es GDCB? —Colton estudió a la multitud.


Wentworth casi siempre venía a eventos tarde y se retiraba
pronto.

7 —El Grupo de Destrucción de Carnets de Baile. —


Sonrió Problema, mostrando sus encantadores hoyuelos de
sus mejillas. Sonrisas como esa hacían que fuera difícil
recordar porqué se llamaba Problema.

—Perdimos a Aiden y Payton, pero todavía somos


fuertes. Winstol es nuestro miembro más reciente, —
explicó Bannon.

—¿Quiénes son los otros miembros? —preguntó


Colton. ¿Estaba Wentwo...? No. Los hombros de Colton
bajaron. Aparentemente, el vizconde ya se había ido. ¿Qué
hora era? ¿No deberían irse pronto?

—Solo yo y Winstol. —Bannon se encogió—. Rupert


dice que no puede flirtear bien sin bailar, por lo que todavía
se niega a unirse.

Colton rió. —Claro. ¿Por qué no? —De todos modos no


quería bailar con nadie excepto Wentworth. Sacó su carnet
de baile del bolsillo de su chaleco.

Problema le confiscó la tarjeta. —Bomba va. —La tiró


por la puerta del patio justo con las otras dos.

—Uh-oh. —Bannon tocó el hombro de Colton—. ¿Ese


que viene es el Almirante?

Colton entrecerró los ojos. No se parecía al marido de


su hermano quien se acercaba a ellos.

—¿Qué? —Problema giró tan rápido que prácticamente


saltó—. Nate me estrangulará. Dijo que tenía que bailar
esta noche. Vamos. —Agarró el brazo de Colton y lo
8 arrastró por las puertas del patio con Bannon riendo tras él.

—Problema... —Bajando los escalones hacia el jardín,


Colton casi chocó con Lord Girton—. Discúlpeme, Girton.

—Lo siento, Mi Lord —gritó Bannon y agarró el otro


brazo de Colton para ayudarlo.

Atrapado como estaba entre Problema y Bannon,


Colton no tenía más opción que seguirles. Rodearon
arbustos y altos árboles, otra fuente y varios bancos. El
jardín era un laberinto de huecos, ruinas griegas falsas y
plantas. A la luz del día era probablemente hermoso, pero
por la noche era un poco espeluznante. Demasiados lugares
donde la gente se podía esconder.

Llegaron a una glorieta que parecía una cueva con


parras y luces colgando. Problema y Bannon se sentaron en
un banco, riendo como un par de bobos.

Problema tiró de su corbata. —¿Crees que Hawk nos


vio?

—Ni siquiera estoy seguro de que ese fuera Nate. —


Colton rió y se sentó entre Problema y Bannon. Eso fue
divertido. No podía recordar la última vez que había hecho
algo tan despreocupadamente. Desde que su hermano y
Problema fueron secuestrados el año pasado, él y Tarren
habían sido el epítome de la respetabilidad. Habían sido
unos absolutos ángeles. Nada de escaparse, nada de
ponerse en los límites de la propiedad a solo un paso del
escándalo.

Hablando de propiedad... —Déjalo. —Colton apartó las


9 manos de Problema de su corbata. El chico siempre se
quejaba de que le ahogaban.

Problema gruñó pero dejó su corbata. —Estúpido


artefacto de tortura, —masculló.

El tiempo era agradable con estrellas brillando encima.


Bonito para ser invierno. Frío pero no helador. No había
flores abiertas, pero muchas plantas verdes adornaban el
paisaje. Lo mejor de todo, nadie miraba a Colton.

Cerrando sus ojos, Colton se repantigó en el banco


como Problema y Bannon. El balanceo de las hojas y el
tintineo del agua de la fuente parecían una encantadora
nana. La tensión que se había acumulado en las tres
últimas horas, que casi llegaba al borde, se alejó. Una
suave brisa cosquilleó en su rostro.

Bannon gruñó.

—¿Qué? —Colton frunció el ceño.

—¿Qué? —preguntó Bannon.

Colton abrió un ojo. —¿Por qué estabas gruñendo?

—No fui yo.

—Shh... —Problema se sentó.

Colton y Bannon se inclinaron hacia adelante.

Ladeando la cabeza, Problema alzó una ceja plateada.

El gruñido, o quizá gemido, volvió.

10 Con los ojos ampliados, Problema se mordió su labio


inferior y sonrió.

Bannon se llevó una mano a la boca y apuntó hacia su


derecha. La parte de atrás de la parra, como bajo la que
estaban sentados, estaba más allá de un grupo de
arbustos. El lugar perfecto para una cita de amantes.

Saltando sobre sus pies, Problema se puso un dedo en


los labios.

—Oh no. Vuelve aquí, —Colton susurró y agarró al


bribón, pero Problema lo evitó.

Problema fue de puntillas, lo que era ridículo porque


estaba en la hierba, hacia los gemidos. Desapareció de la
vista durante treinta segundos antes de volver con el rostro
carente de expresión.

Uh-oh. Un nudo se situó en el estómago de Colton.

—¿Quién es? —quería saber Bannon.

Problema se encogió y se sentó en el banco. —Solo


una pareja de lords.

Normalmente Problema estaría sonriendo y haciendo


bromas o diciéndoles que lo comprobaran ellos mismos.
Debía ser alguien a quien conocían el que participaba en la
reunión clandestina. ¿Era uno de sus amigos? ¿O quizá
familia? No, no podía ser. Padre y Cony eran devotos al
cien por cien el uno al otro, como Aiden y Nate. Raxley
nunca haría algo así. Y Tarren...

Colton se levantó. Tarren era un insensato romántico


11 sin remedio.

—¡No! —Levantándose de su asiento, Problema


sacudió la cabeza—. No es nada. Vamos. Deberíamos
volver. Hace frío. ¿No te estás congelando? —Cogiendo a
Colton de un brazo, Problema instó a Bannon a que se
levantara—. Tengo frío. ¿Bannon? ¿Y tú?

Colton se soltó y miró por los arbustos.

Problema se puso delante de Colton, colocando una


mano en su pecho.

—Jeremy, si es Tarren...

Problema suspiró. —Si fuera Tarren, te lo habría dicho.


Volvamos al baile. ¿Por favor? —Le dio a Colton una débil
sonrisa.

Tras él, Problema empezó a susurrarle a Bannon.

Colton pasó por figuras ornamentales de setos. El


hueco parecía completamente hecho desde atrás.
Seguramente Problema no lo habría rodeado o apartado las
parras. Lo habrían visto si lo hubiera hecho.

Ruidos de sorbos más profundos pero gemidos más


calmados llenaron el aire.

Ahí, en la esquina derecha del follaje, a mitad de


camino hacia la parte de abajo, había un espacio libre.
Colton se inclinó y miró a través del agujero de las ramas y
las hojas. No iba a gustarle lo que vería. Los nervios le
cosquillearon por su interior, pero se obligó a mirar.

12 Un hombre reclinado en el banco con su cabeza atrás.


El ángulo de su rostro, y la noche escondía el color de sus
ropas, pero su cabello parecía ser oscuro. La mirada de
Colton bajó por el cuerpo tonificado. El abrigo de noche del
hombre estaba desabrochado y también su camisa. Oh. Sus
pantalones estaban abiertos. Había una mata de pelo
oscuro y... Colton tragó. La polla del hombre estaba en la
boca de... ¡No! No podía ser...

La mirada de Colton volvió a la cabeza del hombre.


Todavía no podía entrever los rasgos del hombre, pero no
era necesario. Girándose con su corazón en la garganta,
cogió una profunda respiración y luego otra. Cuando se
llevó las manos a la cara temblaban, por lo que las bajó.

Bannon alcanzó su muñeca. ¿Cuándo se había


acercado Bannon? Alejó a Colton del arbusto y del camino.

Problema seguía tras ellos.

Colton no podía mirarlos... todavía no. Miró al suelo,


concentrándose en poner un pie delante del otro. Su
compostura estaba yéndose, intentando abandonarlo. Pero
no podía permitirlo. No podía.

Caminaron varios segundos, y Bannon se detuvo. Giró


a Colton y lo sentó en el banco.

Problema se sentó junto a él, agarró su mano y la


apretó. — Intenté evitar que miraras.

—Está bien. —Palmeó la mano de Problema y le dio


una débil sonrisa. Alzar la mirada al rostro preocupado de
Bannon casi deshizo a Colton—. En serio, todo está bien. —
13 Nunca se sacaría de la cabeza la imagen de los labios de
Eugene Collins envueltos alrededor de la gruesa polla de
Wentworth, pero no se desmayaría por ello.

Wentworth no era nada para él, no realmente, y esto


probablemente era lo mejor. Necesitaba que le abrieran los
ojos. Todo el flirteo que había hecho durante años nunca
había llevado a nada. Wentworth no estaba interesado en
él, Colton siempre lo había sabido, pero había esperado que
un día...

»¿Por qué tendría que importarme lo que hace? —De


pie, se secó las manos sudadas en los pantalones—.
Tenemos que volver al salón de baile antes de que alguien
note que nos hemos ido.
Bannon frunció el ceño y miró a Problema, quien le
devolvió el gesto.

Colton los cogió a ambos del brazo y los llevó hacia la


mansión. Si no creían que había acabado con Wentworth,
no podía culparlos. Ni siquiera él estaba seguro de creerlo,
pero estaba determinado a que fuera verdad.

Solo en su cama, Colton alzó la mirada al dosel azul


zafiro. Encajaba con su estado de ánimo. Era divertido
como a veces el azul podía parecer pacífico y otras veces lo
deprimía. No, no estaba melancólico. Estaba desilusionado.
No debería estarlo como les había dicho a Bannon y
Problema, Wentworth no era nada suyo.
14
Se había pasado los últimos años flirteando y haciendo
todo lo que pudo excepto declararle su amor directamente.
Wentworth siempre le había ignorado. En el fondo Colton
había sabido que nunca habría nada entre ellos, pero la
escena en el jardín le había pegado fuerte dentro de su
cabeza. Había construido demasiados sueños alrededor de
Wentworth. Tontos sueños infantiles. Mientras el vizconde
vivía su vida con otros amantes. Colton había escuchado los
rumores, pero de alguna forma ver la prueba lo había
hecho real.

Se metía sin piedad con Tarren por sus novelas


románticas, pero Colton era tan soñador como su hermano
pequeño. Sebastian Hastings no iba a darse cuenta un día
ni iría a por Colton montado en su caballo con algún gesto
romántico. Era el momento de que encarara la verdad.

Saliendo de la cama, Colton fue a la ventana y abrió


las pesadas cortinas brocadas. Miró más allá de la casa, el
pasto y los campos. La luna brillaba esa noche, pero ni así
podía ver Wentworth Park desde aquí. Colton colocó su
frente en el frío panel de la ventana. ¿Cuántas veces había
mirado por esa ventana intentando ver al vizconde
montando? Iba a trabajar cada día por ese campo.

Colton suspiró. Tenía que seguir con su vida. Si su


futuro no incluía a Sebastian Hastings, y obviamente era
así, necesitaba un plan. Había acabado de languidecer por
un hombre que nunca tendría, un hombre que no tenía
ningún interés en él de ningún tipo.

15 Algo se acercó al castillo, llamando la atención de


Colton.

Su nueva potra, Apollonia, retozaba en el pasto. Su


madre a unos buenos tres metros de distancia. Apollonia
era muy bonita. No había querido que concibiese, pero no
habría escogido una yegua mejor para ser su madre, pero
estaba complacido. Tenía el color castaño claro -
técnicamente el Club de Jinetes lo consideraría castaño
rojizo, pero siempre había pensado en el cómo castaño
claro- y el espíritu de Apollo, su padre.

Con un montón de hierba en su boca, Apollonia alzó su


cabeza y fue hacia su madre.

Colton rió. —Qué fanfarrona es.


Soltó la hierba en el aire y la dejó caer antes de correr
en círculos y volver hacía su madre. Sus travesuras no eran
tan diferentes a las de su padre. Sería una buena corredora
un día. La Galaxia sabía que su padre lo había sido. Apollo
era rápido. Y amaba correr.

No había nada como estar en la espalda de Apollo y


sentir el viento golpearte mientras corría por el prado. El
primer par de veces había sido aterrador, pero Apollo era
tan seguro y tenía tanta gracia que no le había costado
mucho a Colton disfrutar de la experiencia. Una pena que
no tuviera la pequeña constitución de su hermano Payton.
A Colton le habría encantado ser un jinete, pero era
demasiado grande. Lo había heredado de sus padres, de
Cony el peso y de Padre la constitución. No era una mala
constitución -estaba más que complacido con como se veía-
16 pero no podía ser jinete.

No era malo en el polo, y ciertamente podría ser mejor


con la práctica, pero su corazón no estaba tanto en el juego
como en correr.

Apollonia hociqueó la pata de su madre y se alejó. Su


mamá alcanzó su cabeza y cuello, riñendo a la potra, pero
Apollonia giró en un ancho círculo.

Colton sonrió. «Mi pequeña marimacho» Aunque su


madre pertenecía a Rexley, no había hecho más que
parpadear cuando Colton reclamó a la potrilla. Había sido
asumido por todos que ella sería de Colton. Incluso había
ayudado al jefe de cuadra, Cecilia Brooks, a traerla. Y
Colton la entrenaría y la montaría cuando estuviera lista.
Sonrió. La sensación de perdida que llevaba desde que
había visto a Wentworth y Eugine Collins se desvaneció. Su
vida iba a tomar una nueva dirección. Ahora todo parecía
tan claro. Siempre había tenido buen ojo con los caballos. Y
era bueno con ellos. Criar a caballos de competición era lo
que le llamaba. Era algo que amaría y sería bueno en ello.

Mirando una última vez en dirección a Wentworth


Park, Colton dejó caer la cortina. —Hasta siempre
Wentworth.

Volvió a la cama y cerró los ojos. Iba a estar bien.

17
Capítulo Dos
Enero 13, 4831: Planeta Regelence: Castillo
Townsend en Lassige, Pruluce.

—Buenos días, Mi Lord.

Sebastian pasó una pierna sobre Maximilian y sonrió al


chico del establo. —Buenos días Denny. ¿Cómo estás en
este buen día? —Saltando al suelo, Sebastian le pasó las
18 riendas.

—Bien, Mi Lord. La cocinera hizo panecillos de canela


esta mañana. —Sosteniendo las riendas en una mano,
Denny acarició el cuello de Max con la otra.

El gran semental hociqueó a Denny en saludo.

Sebastian había estado vacilante de dejar a una


montura con tanto espíritu como Max en las manos del
chico cuando empezó a trabajar en los establos, pero
Denny rápidamente se había demostrado ser capaz.

—¿Sí? Bueno entonces, creo que voy a pasar por la


cocina hoy. —Sebastian palmeó a su caballo en el lomo,
maravillándose de como la luz del día hacía que su pelaje
negro brillara.

Denny rió. —Mejor vigila, Mi Lord. La Sra. Studdlefield


estaba allí cuando salí.

—Gracias por la información. —Sebastian desordenó el


cabello del chico y fue hacia la entrada lateral. Con suerte,
la ama de llaves estaría fuera de las cocinas y todavía
habría muchos panecillos de canela.

—Mi Lord, ¡Capitán Wentworth!

Con su mano, Sebastian escondió sus ojos del sol.

Smithe, uno de los guardias uniformados, había


venido por el lado del castillo y se dirigía a Sebastian. No
gruñó, pero estaba cerca. Jeffers debía haber alertado a los
guardias de su llegada.
19 Smithe se detuvo ante él. —Capitán, Johnson y Blake
no se sienten bien, y todos los príncipes tienen salidas
planeadas. No tenemos suficientes hombres para cubrir los
turnos. Hendricks acompañó a Lord Rexley, Lady Muffin y a
su enfermera a la modista esta mañana. Su Alteza Lord
Raleigh tiene una cita en la mercería esta tarde, y Lord
Aiden se va en quince minutos a comer en el centro con el
Almirante y...

Cortando al hombre con la mano alzada, Sebastian


cambió de dirección hacia la entrada principal. Una pena
para los panecillos de canela para el desayuno. —Lo
arreglaré cuando llegue a mi oficina. Nadie se va hasta que
vuelva a ti. —Supuso que al menos debería estar contento
de que los príncipes relacionaran sus horarios con la
guardia. Eso le había costado a Sebastian meses
conseguirlo.

—¿Quieres que retenga a la familia real? —Smithe


sonaba indignado.

Con todo lo que había pasado últimamente, Sebastian


no confiaba en cualquier guardia para los detalles. —Sí,
Smithe. ¿Queda claro?

Se detuvieron, y Smithe reasumió su posición. —Sí,


Señor.

Sebastian abrió la puerta. —¿El Almirante Hawkins por


casualidad a tomado a algún escolta con él cuando se fue a
la base esta mañana?

—No lo creo.
20 «Infiernos sangrientos» Sebastian asintió, entró en el
vestíbulo y cerró la puerta tras él. ¿Qué tenía que hacer
para conseguir que Nate se llevara a un guardia con él? Era
una discusión que seguía. —Jeffers, ¿el Rey está
disponible?

—Sí, Mi Lord. Está esperándote en su estudio, —


contestó el mayordomo del castillo.

—Infórmale que iré allí directamente. —Sebastian se


dirigió a la sala de desayuno. Necesitaba una taza de té.
Había estado esperando este problema. Hasta ahora, con la
nueva seguridad incrementada, se las habían arreglado
para tener suficiente personal para cubrir las salidas, pero
hoy su suerte se había ido. Ya estaba pensando en
contratar a más guardias reales, pero quería acelerar el
proceso—. Jeffers, pregúntale a Su Majestad si le apetece
una taza de té.

Sebastian giró en la esquina y atisbó brevemente


cabello negro mientras chocaba con un muro de ladrillos. —
Off.

Hubo un gruñido y el sonido de papel arrugándose.

Lágrimas salieron de los ojos de Sebastian mientras su


cabeza se golpeaba contra una dura cabeza. Tropezando
hacia atrás, se agarró la nariz.

—Perdón, Mi Lord. —Dando un paso atrás, Colton se


restregó la frente. En su mano, tenía un lector de libros y el
periódico diario. Sacudió su arrugado papel y empezó a leer
de nuevo.
21
Sebastian apartó la mano de su nariz. Sin sangre. —
No pasa...

Sin hacer contacto visual, Colton pasó a Sebastian y


siguió por el pasillo.

«Pero qué...» Sebastian se giró para ver a Colton irse.

Colton nunca se giró. ¿Por qué no le había dicho


buenos días y le había preguntado como estaba Sebastian?
Polvos, ni siquiera había dejado que Sebastian se
disculpara.

Frunciendo el ceño, Sebastian continuó hacia la sala


de desayuno. ¿Qué había en el lector de libros y el
periódico? Colton no leía. A diferencia de sus hermanos,
parecía tener una verdadera aversión por ello. Trama algo.
Gracias a las galaxias era un problema de Steven y Raleigh.

Sebastian tenía suficientes dolores de cabeza propios.

Fue al aparador y se sirvió una taza de té, añadiendo


leche y seis terrones de azúcar. Si acompañaba a Aiden a la
base, eso les dejaría con un guardia menos. Ahora, ¿a
quién podría llamar que estuviera libre?

—Lord Wentworth, a Su Majestad le encantaría una


taza de té, —anunció Jeffers.

Cogiendo otra taza, Sebastian puso más té. Espera un


momento. Dejó la tetera. ¿Qué pasaba con Colton
llamándole “Mi Lord”? Colton siempre le había llamado
Wentworth. Sebastian sacudió la cabeza, puso dos terrones
de azúcar en la taza del Rey y agarró dos cucharas.
22
Cuando alcanzó el estudio, Steven estaba sentado
detrás del escritorio mirando algo en el ordenador. —Traje
té, Su Majestad.

Sebastian dejó la taza, el platillo y la cuchara delante


de Steven. Sebastian se sentó en una de las dos sillas. —
Eres bienvenido. Quería hablar contigo sobre algunas
cosas, y Jeffers dijo que me estabas esperando.

Con la boca fruncida, Steven removió su té. —Sí.

Sebastian bebió té y estudió a su Rey. Conocía al


hombre lo suficiente para decir cuando Steven tomaba
precauciones.
—Tú primero.

Sebastian rió. —¿Necesita más tiempo para la


conspiración?

Parpadeando, Steven sonrió. —Para nada.

Sebastian arqueó una ceja, inseguro de si creer la


inocencia profesada. —Vale, en ese caso, tenemos que
contratar a más guardias. No tengo suficientes hombres
para cubrir a la familia en sus salidas diarias sin
comprometer la seguridad del castillo. Y hablando de
detalles de seguridad... De nuevo Nate se fue sin escolta.

Steven sonrió. —Sí, lo sé. Nate cree que se vería


sospechoso si tuviera a un guardia real escoltándolo a la
base. Pero me preocupo por él. ¿Conoces a algún soldado
de la IN aquí en Classige en quien confíes?
23
«¿Lo había?» Sebastian bebió. Se mantenía en
contacto con los hombres con los que había servido. Por
desgracia, estaban en el Regimiento Especial de Regelence,
no en el IN. Sin embargo, en los seis años que Sebastian
había estado en el servicio habían estado aquí en Classige,
por lo que todavía podría conocer a algunos soldados de la
In nativos de Regelens. —Déjame preguntar por ahí.

Steven asintió. —Bien. Quizá podrías darle a Nate


algunos nombres de hombres en los que confiar, que sean
leales a Regelence, los usará. Heredó los ayudantes del
Almirante Jenkins. Confío en el juicio del Almirante Jenkins
normalmente, pero con nuestros recientes... digamos,
preguntas sobre la lealtad del IN, preferiría que Nate
tuviera a sus propios hombres. Dice que todos los soldados
en los que confía están en el Lady Anna, y no quiere
pedirles que vengan.

El Almirante Jenkins era uno de los hombres más


excepcionales que Sebastian hubiera conocido. Si no
hubiera sido por él, Sebastian no estaría aquí ahora, pero
no respondería por los ayudantes del hombre mayor, solo
en el hombre en sí mismo. — Sabes que es una buena
idea. Necesito más guardias. Voy a llamar a algunos de mi
antiguo regimiento que están retirados y ver si estarían
interesados en trabajar para mí de nuevo.

Las cejas de Steven se alzaron. —¿Esto significa que


vas a contratar a macizos ex-RSR2 como guardaespaldas?

Escupiendo, Sebastian casi se atraganta con su té.


24 Colocó la taza en el platillo en la mesa junto a él y le dio a
Steven una mirada burlona. —No si dejas que Su Alteza
escuche que los llamaste macizos, me estrangularía. Te
encontraré a los más mayores y gordos que pueda y que
todavía sean capaces.

Steven le sacó la lengua en un gesto atípico de un


Rey. —No estaba hablando de mí. Aunque un escolta sería
apreciado. Pensaba en los chicos. Y si consigo a un viejo
gordo, Raleigh también. Es lo justo.

Sebastian rió. —Galaxias, ayudadme. —¿En qué se


había metido? Podía verlo ahora. Raleigh y Steven lo iban a
volver loco intentando conseguir que el guardaespaldas
menos en forma fuera asignado al otro. Era desconcertante
como los dos podían entrar en el juego. Y por los chicos...

2 N de T: Regelence Special Regiment: Regimiento Especial de Regelence.


— ¿Por qué importa como se vean? ¿Intentas hacer de
celestino?

—¿Yo haría eso? —Cuando Sebastian solo se lo quedó


mirando, Steven continuó—. En realidad me preguntaba si
era buena idea. Tú de todas las personas sabes lo que es
ser el objeto de la atención de mis chicos. No quiero que se
metan en el camino de hombres intentando protegerlos.

—Un buen punto. Debería encontrar hombres poco


apropiados. Quizá heterosexuales o...

—¿Rollizos?

Ambos rieron.

—Lo intentaré. Y si fallo, me alistaré en los servicios


de cocina para ayudarlos a engordar.
25 —Excepto con el que me asignes a mí, por supuesto.
—Steven sonrió—. Ofréceles el triple de lo que ganan en la
RSR.

—Capital. —Sebastian se levantó y alcanzó su taza.

—No tan rápido. Tengo un favor que pedirte.

—Sabía que estabas tramando algo. —Volviendo a su


silla, Sebastian mantuvo su taza en la mano.

Steven sonrió y le dio un sorbo a su té. —No estoy


tramando nada. Solo tengo una misión para ti.

—Oh —Sebastian haría lo que fuera por su Rey y su


Rey lo sabía, ¿entonces, por qué vacilaba? Debía ser algo
que a Sebastian no le iba a gustar.

—¿Has visto a Colton esta mañana?

—Sí. —Sebastian frunció el ceño. Su nariz todavía le


dolía por el impacto con la dura cabeza de Colton—. Estaba
actuando extraño.

Las cejas de Steven se juntaron. —¿Cómo es eso?

—Me ignoró.

Steven se movió hacia delante en su asiento, sus ojos


ampliados y una sonrisita en el rostro. —Te molestó, ¿no?

—¿Qué? No. —Sebastian hizo una mueca. Había


hablado demasiado rápido—. No me estoy quejando. Solo
digo que es extraño.

26 —Sí, lo es. Lo que significa que es peor de lo que


pensaba. Está determinado a hacer esto.

—¿Hacer qué?

—Nos acorraló a Raleigh y a mí mientras todavía


estábamos en la cama esta mañana con planes para un
nuevo establo. Ha decidido entrenar a caballos de carreras.
Y dado que no te ha prestado atención, significa que se ha
metido de lleno en eso.

Eso explicaba la preocupación de Colton esa mañana.


Una cosa que Sebastian había aprendido durante los años
era que fuera lo que fuera lo que Colton hacía, lo daba
todo. —Steven, uno no puede levantarse y decidir empezar
con sementales. Hay licencias y regulaciones. El Club de
Jinetes tiene que aprobar los establos. Los caballos de
carreras tienen que ser licenciados y añadidos al Registro
de Reproducción. Se necesita un linaje respetable. No
serviría cualquier caballo. No solo con la licencia del Club de
Jinetes, sino que ¿quién va a comprar una cría de un
caballo sin pedigrí?

Steven ya estaba asintiendo y ondeó su mano. —Lo


sé, lo sé. Y también Colton. Primero va a hacer el establo,
luego la petición de aprobación.

—No es apropiado para él mezclarse en la


reproducción de caballos. —Los jóvenes Lords no se metían
en cosas tan vulgares. Se suponía que fingían que no
tenían conocimiento de donde venían los potros o bebés.
Incluso aunque el potro o el bebé en cuestión fuera
procreado artificialmente.
27
—Brooks ayudará manejando los establos. Ya está de
acuerdo. Colton tendrá que trabajar tras la escena hasta
que tenga la edad o se case.

Aparentemente, Colton había pensado en todo cuando


les presentó su plan a sus padres. —Sí, pero ¿qué pasa con
los caballos? Tendrá que comprar a algunos buenos
corredores.

—Lo hará, pero por ahora tiene a Apollo. Y planea


entrenar a su nueva potra.

Ah sí, Apollo. Era hermoso y muy rápido, pero... —


Apollo no es un caballo de carreras.

—Desciende de Beaumont's Beauty. Fue registrado en


el registro de Reproducción al nacer.

Sebastian parpadeó. ¿Había escuchado bien? No era


de carreras, pero sabía lo suficiente sobre ello para
reconocer el nombre. —¿Beaumont's Beauty? ¿El caballo
que ganó el Clásico Roseglen cuatro años seguidos? ¿Ese
Beaumont's Beauty? — Ningún otro caballo había ganado
esa carrera en particular más de dos veces excepto el
caballo del Conde de Beaumont. Ahora muerto, el caballo
era una leyenda.

Steven se tocó la cabeza. —Ese es.

—Infiernos Sangrientos. ¿Por qué nunca le has hecho


correr?

Encogiéndose de hombros, Steven dijo: —es de


Colton, — como si eso lo explicara todo.
28
—¿Compraste a la cría de Beaumont's Beauty para que
fuera montado por el pueblo como una montura diaria?

—Colton lo quería. No debería sorprenderte. El chico


montaba desde antes de poder caminar y siempre ha
tenido un ojo excepcional con los caballos.

—A pesar del parentesco de Apollo, todos van a querer


verlo correr.

—Eso no debería ser un problema. Sin embargo, para


lo que necesito tu ayuda es con Colton. Está determinado a
encontrar hoy una propiedad en Townsend para sus
establos. Tú sabes bastante de caballos, y sabrás de los
mejores lugares desde el punto de vista de la seguridad.
Me gustaría que lo ayudaras.

Sebastian gruñó. —Ya estoy corto de guardias hoy.


¿Esto no puede esperar hasta mañana?

—Por mí sí. —Doblando sus manos en el estómago,


Steven sonrió. La sonrisa era diabólica—. Alguno de
nosotros tiene que decírselo. Y por uno de nosotros...
quiero decir tú.

—¿Por qué yo?

—Porqué le gustas.

Sebastian salió del estudio al ajetreado pasillo. ¿Por


29 qué Steven no podía decirle al chico que no? Sebastian no
tenía ni el tiempo ni la paciencia para consentir a Colton
hoy. Era imposible hacer cambiar de idea a ninguno de los
príncipes cuando se les metía algo en la cabeza.

Dirigiéndose a la oficina en el sótano, Sebastian


suspiró. Necesitaba su auricular para conectarse en privado
con Jeffers. Luego llamaría a algunos guardias que no
estaban de servicio. Colton y su proyecto de mascotas
tendrían que esperar hasta después de que se ocupara de
las cosas en el castillo, o más, si Sebastian conseguía
arreglárselas. Pasar tiempo con Colton, incluso por
negocios, sería como animarlo a incrementar su flirteo
hacia Sebastian. Y eso era lo último que Sebastian
necesitaba. Ya tenía suficientes problemas con Eugene.
Sebastian gruñó. El berrinche de Eugene cuando
Sebastian estuvo listo para irse anoche fue un lío. Eugene
se estaba volviendo demasiado pegajoso, y Sebastian no se
comprometería. Una vez había sido suficiente para él.

Sebastian sacudió la cabeza. Qué día. Solo había


empezado y ya estaba melancólico.

Un criado corría con una mesa seguido por otro criado


llevando un mantel verde. Colocaron la mesa para los
regalos en el vestíbulo, empujándola casi contra la pared de
camino afuera.

Maldición, Sebastian se había olvidado del incremento


de visitantes. Los príncipes siempre tenían toneladas de
visitas después de un baile, lo que requería más seguridad.
Iba a necesitar al menos a cuatro hombres más y cubrir a
30 los dos enfermos.

Continuando hacia la escalera de servicio, el único


acceso al sótano, pensó en un regalo de despedida para
Eugene. Quizá un reloj de oro o...

—¿Mi Lord?

Oh, por favor no dejes que ese milord sea por mí.
Sebastian siguió caminando.

—Capitán Wentworth. Una palabra, por favor.

Explosiones. A solo un pie de la libertad, Sebastian le


frunció el ceño a la puerta y se giró. —¿Sí?

Smithe, el guardia de la entrada, estaba retorciendo


sus manos. —Hay un problema. —Se mordió el labio
inferior y miró por el pasillo.

Buenas galaxias. Uno pensaría que Sebastian pegaba


a sus guardias por la forma en que el hombre estaba
actuando. Sebastian rezó para conseguir paciencia. —
Venga, Smithe. ¿Cuál es el problema?

—Es el Príncipe Colton.

—¿Qué pasa con él? —Un nudo se le formó en la


garganta a Sebastian, y su estómago estaba atado con
nudos. Si algo le pasaba a Colton...

—Él, esto... le dije lo que me dijiste que nadie podía


salir sin un escolta. —El guardia tragó duro.

—¿Y? —La irritación remplazó al miedo. La cabeza de


Sebastian empezó a latir. No tenía tiempo para los críos
31 Townsend. Especialmente Colton.

—Dijo que no necesitaba ningún escolta para montar


en la propiedad Townsend y se fue.

«¡Joder!» Sebastian apretó sus dientes hasta que le


dolió la mandíbula. Colton pensaba que estaba por encima
de las reglas, ¿no?

Los ojos de Smithe se ampliaron, y había un rubor en


sus mejillas.

Oops. Había gritado la obscenidad en lugar de


pensarla. — Ruego tu perdón, Smithe. Por favor sigue.
Localizaré a Lord Colton. —Y lo estrangularé. Sebastian
cambió de dirección—. Jeffers, ten mi caballo listo para
montar y tráelo.

—Ahora mismo, Lord Wentworth, —Jeffers contestó


rápidamente—. ¿Algo más?

—Sí. ¿Están Hingham y Alcock de servicio hoy?

—No, Mi Lord, no lo están.

—Llámalos. ¿Qué más guardias están libres hoy?

—Loring, Delafield, Clarke y McGregor.

—Llama a Loring y a Clarke también. Ofréceles a los


cuatro el doble por sus horas de hoy.

—Muy bien, Mi Lord.

—Una cosa más, Jeffers. ¿En qué dirección se ha ido

32 Lord Colton? —La puerta de delante se abrió mientras


Sebastian la apartaba.

—Al norte.

Nunca perdió el ritmo mientras salía por la puerta y se


dirigía a los establos.

Denny estaba sacando a Max cuando Sebastian lo


alcanzó. Subiendo a la montura, masculló un gracias y giró
a Max hacia Wentworth Park. Su auricular habría ido bien,
pero no iba a arriesgar la seguridad de Colton para tomarse
el tiempo de volver a por él.

Casi diez minutos después, Sebastian llegó a la colina


más grande, a casi dos km y medio tras el castillo, y
encontró al niño desobediente. —Infiernos Sangrientos. —
Sebastian cerró sus ojos por un segundo e intentó calmar
su acelerado corazón. Colton estaba casi en Wentworth
Park. Cualquier cosa podría pasarle al joven hombre tan
lejos.

En la parte más plana de tierra que bordeaba el


bosque a la izquierda, Colton amartilló una estaca en el
suelo ató una pieza blanca de tela a su alrededor. Alzó la
mirada, notando a Sebastian. Completamente ignorándolo
y sin siquiera vacilar, Colton montó a Apollo, quien había
estado comiendo cerca.

Esta era la segunda vez en una hora que Colton había


pasado de él, y Sebastian estaba empezando a pensar que
33 el incidente fuera de la sala del desayuno no era
casualidad. —¡Su Alteza!

Mientras Sebastian se detenía, Colton se giró hacia él


con una mirada de irritación en su hermoso rostro.

»¿Qué crees que estás haciendo?


—Nada que te importe. No estoy dejando las tierras.
—Colton le dio un taconazo a Apollo y empezó a alejarse.
Algo por encima de su oreja brillaba en el sol.

—Tu seguridad es mi... —Sebastian frunció el ceño.


¿Qué era eso?—. ¿Es ese mi auricular? —Urgió a Max a
alcanzar a Colton.

Una de las cejas de color ébano de Colton se alzó en


una perfecta imitación de su Sire. —No tienes que gritar.
Estoy justo a tu lado.

La expresión de superioridad irritó a Sebastian incluso


más. No solo Colton estaba planeando aventuras
arriesgadas y desobedeciendo órdenes directas cuando se
trataba de su seguridad, ¿sino qué estaba robando? ¿Quién
coño era este hombre hostil, y que había hecho con el chico
encantador y sonriente que seguía cada palabra de
Sebastian?

Cogiendo aire profundamente, Sebastian bajó la voz.


— Contéstame.

—Lo necesito para hablar con Jeffers. Estamos


tomando medidas. Ahora, ¿qué quieres, Mi Lord?

Sebastian apretó los dientes, se inclinó en su montura


34 y agarró las riendas de Apollo, haciendo que Colton tirara
de las riendas. —Estoy aquí fuera porque tú me
desobedeciste. —Cuando Apollo se detuvo, Sebastian paró
a Max—. ¿El guardia de la puerta principal, te dijo o no te
dijo que dije que nadie podía salir sin escolta? ¿Y por qué
crees que es aceptable birlarme mi auricular de mi oficina?

Colton suspiró e hizo rodar sus ojos. —Lo hizo, pero ya


que Jeffers puede verme... —apuntó al castillo— ... y
escucharme, no es significativo. Y no robé tú auricular. No
podía encontrar el de mi padre o el de Cony, y pensé que
no ibas a usar el tuyo ya que llevabas una hora en el
castillo sin él. —Colton apartó la mano de Sebastian,
haciendo que soltara las riendas—. Ahora si has acabado...
—No he acabado. ¿Tienes alguna idea de lo peligroso
que es para ti estar aquí fuera solo?

Colton abrió su boca para hablar, pero Sebastian no le


dejó.

»No me digas sin sentidos de que Jeffers sabe donde


estás. Nadie llegaría a tiempo hasta aquí si estuvieras en
peligro. Girarás ese caballo ahora e irás al castillo.

—No soy un crío, y no necesito...

—¡Ahora! —el estómago de Sebastian rodó, y sus


orejas pitaban. No se sentía así desde que Aiden había sido
secuestrado hacía dos años. Si la sensación era más
intensa esta vez, podía solo ser porque ahora era
consciente de sus enemigos.
35 Colton se quedó boquiabierto durante dos segundos
antes de mirarlo. —¿Con quién crees que estás hablando?

—No juegues conmigo. Estoy a cargo de tu seguridad,


y tus padres estarán detrás de mí por esto. Lleva tu cul...
vuelve al castillo de inmediato.

Con su rostro lleno de enfado, Colton giró a Apollo, se


mordió la lengua y se inclinó sobre el cuello del caballo.

El semental se fue en dirección a casa.

Sebastian lo siguió al galope hasta que alcanzó a


Colton. Podía estar tan enfadado como quisiera mientras
escuchara.

Cuando los caballos estuvieron juntos, Sebastian


disminuyó el ritmo de Max para ir al mismo que Apollo. El
aire le golpeaba el cabello y el rostro. A pesar de su humor,
realmente se sentía bien. El tiempo era bueno para montar,
y si no tuviera cosas que hacer, le encantaría quedarse aquí
fuera todo el día.

En lugar de ir a la puerta, Colton hizo que Apollo fuera


más rápido hacia la valla. El modo en que sus pantalones
se apretaron sobre su culo mientras se alzaba para hacer el
salto era bastante atractivo. Como uno, caballo y jinete
superaron el obstáculo con una gracia que hizo que
pareciera que lo habían hecho sin esfuerzo.

Saliendo de sus reflexiones, Sebastian apresuró a Max y


saltó tras Colton unos segundos después.

Colton podía perderlo si quería, Sebastian no se


36 engañaba sobre quien era mejor jinete, pero Colton
mantuvo el ritmo. Era un placer ver a Colton montar. Tenía
una magnifica postura y sería un increíble jinete si no fuera
tan grande. Entonces, de nuevo sus anchos hombros y
estrechas caderas eran tan encantadoras. Más bonitas que
las de cualquier jinete.

Esa definitivamente no era la forma de un niño. Y el


modo en que controlaba su montura con tanta confianza...
la polla de Sebastian se animó. Quería gemir. Esa atracción
con la que había estado luchando tanto desde que Colton
cumplió dieciséis podría quedar en nada. Era claramente el
momento de encontrar un nuevo amante. Y ese hombre no
podía ser Colton Townsend.

Mientras disminuían el ritmo, Sebastian mantuvo su


libido bajo control. Todavía necesitaba hablar con Colton
sobre la localización de sus establos, pero Sebastian
encontraría algo de tiempo mañana.

Denny salió de los establos.

Colton pasó su pierna y aterrizó en el suelo, pasándole


al chico sus riendas. —Gracias, Denny.

—Encantado, Su Alteza.

Desmontando, Sebastian le dio sus riendas a Denny.


— Gracias, Denny. —Sin esperar respuesta, siguió—.
Colton.

Colton se detuvo pero no se giró.

»Quiero tu palabra de que no irás a montar sin un


37 guardia.

Con un asentimiento de cabeza, Colton siguió


caminando hacia el castillo.

Un tic empezó en la esquina del ojo derecho de


Sebastian. »Date la vuelta, —dijo entre los dientes
apretados. Estaba harto de ese rechazo y casi hostilidad.

Con sus manos en puños, Colton se giró para


encararlo. El rojo teñía sus mejillas. Se acercó a Sebastian,
deteniéndose a menos de un pie de distancia hasta que
estuvieron cara a cara.

«¿Cuándo había crecido tanto?»

—¿Qué? —demandó Colton.


Nadie había retado a Sebastian en mucho, mucho
tiempo. La acción debería inspirarle desdén, pero no lo
hizo. La erección de Sebastian volvió con toda su fuerza a
pesar de su furia. Antes de pensarlo, tenía a Colton justo
ante su cara.

El Príncipe Dolor-en-el-Culo se estremeció pero no


retrocedió. Sus ojos de color jerez ardían mientras sus
manos se alzaban entre ellos, agarrando las solapas de
Sebastian.

«Galaxias ayudadme» Golpeando su boca en los


apretados labios de Colton, Sebastian barrió el interior de
su lengua.

El dulce sabor de panecillos de canela y te competían


con el sabor único de Colton. Mmm... Era tan... no
38 respondió. Gritaba inexperiencia e hizo que Sebastian
volviera a sus cabales, haciendo que se diera cuenta de a
quien estaba atacando. Apartó sus manos del rostro de
Colton y empezó a retroceder.

Agarrando más fuerte su abrigo de mañana, Colton


tiró de Sebastian hacia delante y estampó sus labios juntos
de nuevo.

Sebastian se congeló.

Colton tentativamente tocó los labios de Sebastian con


la punta de su lengua. Sus manos envueltas en la tela y
deslizándose por los hombros de Sebastian, luego volviendo
al pecho de Sebastian.

La incertidumbre hizo sonreír a Sebastian. Abrió su


boca y le devolvió el beso, dejando que su lengua jugara
con la de Colton. El pulso de Sebastian sonaba en sus
orejas, apartándolo todo excepto al sensual hombre en sus
brazos. Tomando las manos de Colton, las colocó en su
cuello. Deslizó sus brazos por la delgada cintura,
acercándose más hasta que la gruesa y dura polla se
presionó contra su cadera.

Empujándolo, Colton se apartó tan rápido que tropezó


y casi aterriza sobre su culo. ¡Joder! Sebastian bajó su
cabeza a sus manos, intentando recomponerse. Había
perdido la cabeza.

—Aquí. —Colton se sacó el auricular de la oreja, se lo


tiró a Sebastian y se alejó corriendo hacia la parte
delantera del castillo.

39 Sebastian miró el auricular varios segundos antes de


cogerlo. —Colton, espera.

Colton desapareció en la esquina de la mansión gótica.

«Infiernos sangrientos e implosión de planetas» ¿Qué


había hecho? Mirando atrás asegurándose de que nadie
había visto el abrazo, Sebastian se puso el comunicador en
la oreja. Por suerte Jeffers estaba en silencio. ¿No había
visto el beso? Seguramente, pero Sebastian podía tener
esperanza.

Realmente la había jodido. Galaxias, su estómago


dolía. La vergüenza lo envolvía. Una cosa era certera,
tendría que asignar a otra persona para vigilar a Colton.
Colton y su nuevo guardia podrían encontrar varias
localizaciones para los establos de Colton, y Sebastian iría
él mismo y los aprobaría. Sí, eso funcionaría.

40
Capítulo Tres
—Su Majestad, Lord Wentworth está...

—Ya veo, Jeffers. ¿No es maravilloso? —Steven miró el


monitor que mostraba la parte de delante del castillo.
Wentworth estaba besando a Colton. Eran perfectos el uno
para el otro, pero Steven nunca había soñado que
Sebastian se diera cuenta de lo que sentía todavía, pero
cuando Sebastian se había quejado de que Colton lo
41 ignoraba, Steven lo había sabido. Iba a ser difícil para él
empujarlos juntos y hacer que Sebastian abriera sus ojos.
Besarse era un buen comienzo. Solo había que mirar cuan
tiernamente sostenía Sebastian el rostro de Colton ahora.
Descansando su mandíbula en su mano, Steven suspiró.

—Disculpe, Su Majestad. ¿Está diciendo que no quiere


que nadie los detenga?

—No. Por ahora dejadlos. Tratadlos como a Aiden y


Nate o Raleigh y yo. Oh, y este debe ser nuestro secreto.
¿Dónde está Raleigh?

—Todavía en su reunión, Su Majestad.

—Bien, bien. Déjalo, Jeffers. Eso será todo.


Oh no, Wentworth se apartó antes de que realmente
empezara el beso. Steven se echó hacia atrás en su silla.

Colton agarró a Sebastian de las solapas y lo atrajo


hacia él, plantando un beso justo en sus labios.

¡Sí! Steven fue hacia delante de nuevo.

Todo el anhelo de Colton se mostró en ese abrazo. Era


salvaje y apasionado. Wentworth envolvió sus brazos
alrededor de la cintura de Colton.

Steven sonrió tanto que sus mejillas dolieron y tiró su


puño en el aire. No podría haberlo planeado mejor.
Sebastian se ocuparía de Colton y lo animaría. Manejaría la
cabezonería de Colton sin romper su espíritu. Y Colton
había estado enamorado de Sebastian desde el día en que
había empezado a trabajar como Jefe de Seguridad. Era
42 algo inaudito que un caballero trabajara, pero con los
informes militares de Wentworth y la recomendación del
Almirante Jenkins, Steven lo había contratado. Nunca se
lamentó de la decisión. El joven hombre había necesitado
algo que hacer después de la muerte de su marido. Durante
años, había quedado claro que el matrimonio no había sido
feliz. Y Wentworth merecía ser feliz. Steven no dudaba que
su hijo traería gozo a la vida del Vizconde.

Colton apartó a Sebastian y corrió hacia el castillo. La


impetuosidad del chico parecía haber disminuido en los
últimos años. Era más responsable. «¡Maldición!»

—No temas, hijo. Voy a ayudarte. —Si alguien


entendía el enamoramiento de Colton, era Steven. Había
sido de la misma forma cuando notó a Raleigh por primera
vez y no paró ante nada hasta que Raleigh fue suyo. El
enamoramiento no había acabado todavía. Raleigh era más
atractivo aún con la edad y familiaridad.

Pensando, Steven observó la cámara de la oficina de


Wentworth. Sebastian todavía no estaba allí, pero Steven
podría juzgar mejor la respuesta de Wentworth a ese beso
cuando apareciera.

Alguien se aclaró la garganta, sacando a Steven de


sus pensamientos y haciendo que su corazón se saltara un
latido.

La voz de Raleigh procedía del estudio. —Ya está,


Jeffers, lo he encontrado.

Steven intentó fulminarlo con la mirada pero dudaba


43 que tuviera éxito. No había nadie más a quien quisiera ver
más en ese momento. —No te escabullas, Raleigh. ¿Qué
haces escabulléndote por las esquinas?

Ladeando la cabeza, Raleigh cerró la puerta tras él. —


Intentando descubrir que tramas. —Arqueando una ceja,
rodeó el escritorio.

Steven se reclinó en la silla y cruzó sus manos sobre


su estómago. A veces parecía que Raleigh pudiera leerle la
mente. Steven sonrió a su consorte. —Solo pensaba en ti.

—No me lo creo. Estabas tarareando. Solo tarareas


cuando tramas algo o cuando estás complacido contigo
mismo. Ya que no creo que pase nada en la Casa de los
Lords, debe ser algo personal.

—Lo era. Te dije que pensaba en ti y la noche que nos


conocimos. A parte de eso solo miraba mi correspondencia.
—Volvió a mirar el monitor un segundo y casi se estremece.
Iba a ser pillado espiando a la pareja—. Cierra la pantalla,
Jeffers, y aleja el teclado.

—Ah-ha. —Raleigh se apresuró a rodear el escritorio.


Infiernos sangrientos—. Nunca puedes mantener el
contacto visual cuando mientes.

«¿No podía?» Steven frunció el ceño. Entonces tendría


que trabajar en ello. Miró la pantalla de nuevo. En la
cámara, Sebastian se acababa de sentar en la silla de su
escritorio. «Corre, Jeffers»

A tiempo, Raleigh fue por el otro lado donde no había


44 nada en la pantalla. Se dobló en el escritorio, y el teclado
se desvaneció. —Steven...

Steven sonrió. —Sí, ¿cariño?

—¿Qué has hecho?

—Te lo dije, no he hecho nada.

—Jeffers, devuelve la pantalla de inmediato.

—Raleigh, estás paranoico. —Steven se echó para


atrás y atrajo a Raleigh a su regazo. Raleigh encajaba
perfectamente contra la ingle de Steven. Era suficiente para
traer de vuelta los recuerdos de esa mañana. Su encuentro
con Raleigh había sido bueno antes de que Colton hubiera
entrado con sus planes de llevar el establo. A veces tener
niños era una molestia. Y más de una razón para verlos
felices con alguien.

La pantalla volvió y Steven envolvió sus brazos


alrededor de la cintura de Raleigh. El olor a chocolate y
menta inundó los sentidos de Steven. La piel de Raleigh
parecía tan suave y mordisqueable bajo su oreja. Pasó su
lengua por el cuello de Raleigh y encontró el lóbulo de
Raleigh con sus labios.

Raleigh se estremeció pero no detuvo el estudio de la


pantalla. El hombre era como un perro con un hueso
cuando se le metía algo en la cabeza. Tenía razón en esa
ocasión. Steven estaba haciendo de celestino, pero su
legendaria persistencia era molesta. Finalmente, la afición
de Raleigh de siempre tener razón era irritante. No es que
quisiera que Raleigh estuviera en otro sitio, sino que
45 Steven no podía escaparse cuando estaba alrededor.

El monitor mostró a Sebastian inclinado en su silla con


las manos en su rostro. La vista cambió abruptamente al
pasillo de los chicos. Problema y Tarren estaban corriendo
por el pasillo. ¿Qué estaban haciendo? Patinaron en la
puerta de Colton... La siguiente cámara mostraba a Colton
subiendo las escaleras hacia el pasillo que Problema y
Tarren acababan de pasar.

Raleigh apuntó a la pantalla. —¿Qué es esto? No es


correspondencia.

—Estaba “correspondiendo” con Jeffers sobre los


ángulos de las cámaras.
Girando su cabeza, Raleigh entrecerró sus ojos. —
¿Qué? ¿Me estás diciendo que estabas escribiéndole cartas
a Jeffers?

Si le decía a Raleigh lo que hacía, Raleigh pondría


objeciones y luego le prohibiría continuar. —Quiero decir
que conversaba con él.

Raleigh hizo rodar sus ojos. —Si hay algo de justicia


en el mundo, te verías como un científico loco más que
como un ángel caído.

«¿Raleigh pensaba que se veía como un ángel?» La


polla de Steven empezó a endurecerse. —No estoy
haciendo nada. Me aseguraba de que el sistema de
seguridad va bien.

—Uno no se refiere a eso como correspondencia. —


46 Raleigh alzó una ceja.

Galaxias, la piel de Steven picaba bajo su escrutinio.


—Uno lo hace cuando...

La otra ceja de Raleigh se unió a la primera.

»Para. Soy inocente, te lo digo. Estaba aquí soñando


despierto contigo. —Steven lo atrajo más cerca hasta que
la espalda de Raleigh estuvo contra su pecho. Respirando
suavemente en la oreja de Raleigh, Steven susurró: —se
bueno conmigo, Cony.

Raleigh se movió en el abrazo, y su peso se presionó


contra la polla de Steven.
Eso se sentía bien. Un hormigueo pasó por Steven,
viajando desde su cuello hasta la punta de los pies. —
¿Cómo ha ido tu reunión?

—Se extendió.

—Ya veo. ¿Qué tienes planeado ahora? No tendrás


tiempo suficiente para tu cita en la mercería. —Besó el
cuello de Raleigh.

—Me gusta que sepas mis citas tan bien como las
tuyas. —Raleigh cerró los ojos y dejó caer su cabeza en el
hombro de Steven.

Una risa escapó de Steven. Había aprendido hacía


mucho tiempo que Raleigh era un romántico quisiera
creerlo o no. Besó la mejilla de Raleigh. —¿No sabes
siempre donde estoy?
47
—Sí. O al menos donde deberías estar y lo que
deberías estar haciendo.

Steven hizo rodar sus ojos, agradecido de que su


consorte no pudiera verlo. Esa no era una línea de
pensamiento que quería que Raleigh siguiera. Llevaría a por
qué estaba observando a Colton y Sebastian. —Ya que
sabes donde estoy, y yo sé donde estás, ¿qué tienes
planeado ahora?

—No tengo nada hasta las lecciones de esgrima de


Jeremy por la tarde.

—Me pregunto cual será el argumento de Problema


para escaparse de la lección esta vez.
—Mmmm... —Raleigh sonrió y ladeó la cabeza,
dándole a su marido mejor acceso—. No lo sé. La última
vez me dijo que prefería el cuchillo a la espada, y que era
mucho mejor porque nadie se lo esperaba.

El diablillo también se había escabullido y le había


puesto la hoja en la garganta a Raleigh para demostrar su
punto. Raleigh había dejado a Jeremy de culo y lo había
golpeado en la mejilla con la espalda antes de que Steven
pudiera gritarle al chico. Jeremy definitivamente tenía la
falta de piedad de Marcus, su padre biológico.

—Vamos a empezar con las armas hoy. Esperemos


que no me dispare. —Raleigh pasó sus palmas por los
muslos de Steven.

Sus piernas musculosas saltaron, y un sonido de


48 apreciación salió. —Será mejor que no. —Deslizando sus
manos por el pecho de Raleigh, Steven acarició su
estómago unos momentos antes de bajar más—. Haz que
Rexley te sustituya hoy. Problema no se atrevería a
dispararle a Rexley. Entonces puedes pasar el resto del día
conmigo. Podemos acabar lo que Colton interrumpió esta
mañana.

—¿Qué estabas haciendo realmente cuando vine? —


Raleigh intentó sentarse bien, pero Steven lo atrapó.

Gimiendo, Steven dejó un brazo alrededor de Raleigh


y bajó el otro por la espalda. Jugó con los botones de
Raleigh mientras besaba la corbata de Raleigh. —¿Vuelves
a eso?
—Sí.

Steven dejó su mano dentro de los pantalones de


Raleigh. —Colton fue a montar esta mañana sin un guardia.

Después de varios segundos Raleigh se levantó, se


giró y se sentó en el borde del escritorio encarando a
Steven. —¿Y? Deja de darle vueltas. Colton sale a montar
cada día sin un guardia. Jeffers le observa. ¿Por qué hoy es
diferente?

—Wentworth dijo que nadie podía salir sin un guardia.

—Como dije, Colton sale cada día. Esto no son noticias


nuevas para Wentworth ni para nadie más.

—Exactamente. —Steven se removió en la silla y


colocó sus manos en las rodillas de Raleigh. Su mirada fue
49 a la ingle de Raleigh antes de hacer contacto visual. Por
desgracia, no conseguiría esa polla hasta que le diera
respuestas a Raleigh—. No es seguro. Además, Colton
estaba casi en Wentworth Park, según Jeffers.

—Eso no es bueno, pero eso no explica tu humor.


¿Estás haciendo de celestino de nuevo?

¡Joder! —¿Moi? —Steven apretó una mano contra su


pecho—. No seas ridículo, Co...

—No me digas Cony ahora. Para en este instante. Esos


dos harían una pareja terrible, y Colton no necesita que le
animen en esa dirección. Galaxias, sabes que ya acosa a
Wentworth suficiente.

—Estoy en desacuerdo. Creo que estarían perfectos


juntos. Y creo...

—Steven Rexley Phillipe Edward Townsend.

—¿Has usado mi nombre entero?

Raleigh hizo una mueca. —Sí. Lo que sea que planees


hacer, será mejor que lo deshagas.

Dejando caer su mano tras el respaldo de su silla,


Steven cruzó sus dedos. —No he planeado nada.

—Entonces no lo hagas. Wentworth tiene sus manos


llenas con los guardias. No puede ser la escolta personal de
Colton. Además, tirarlo a la compañía de Colton es una
receta al desastre. Me gusta Wentworth tanto como a ti,
pero sabes como es su reputación. Porque la semana
pasada lo pillaron en una posición comprometedora con
50 Lord Madison en la ópera. Y con el consorte de Madison.

—Madison es un libidinoso. Se folla lo que sea que


lleve pantalones.

—¡Steven!

—Bueno... es verdad. Y además, Wentworth es el


único capaz de seguir a Colton a caballo. —La mirada de
Steven bajó, y su mano volvió a los botones de Raleigh.
Necesitaba acabar esta conversación.

Raleigh alzó la mandíbula de su esposo con un dedo.


—Nadie puede entrar en nuestra propiedad sin que Jeffers
lo sepa.

Un botón se desabrochó. —¿Qué pasa cuando deje


nuestra propiedad? —otro botón.

—Entonces alguien más a parte de Wentworth lo


observará. Y estoy seguro de que Wentworth lo preferirá
así. —Raleigh apartó la mano de Steven, intentando marcar
su punto—. ¿Me estás escuchando?

Levantándose, Steven deslizó su mano dentro de los


pantalones de Raleigh y apartó la tela del camino. —
Siempre te escucho, amor. —Acarició a Raleigh en los
labios mientras su mano se envolvía firmemente en la polla
de Raleigh.

—Steven...

Steven cerró la boca de su consorte. Con una mano


apretando a Raleigh y la otra firmemente en la nuca de
Raleigh, Steven lo puso sobre el escritorio.
51
—Umf. —Raleigh lo tocó en el brazo, pero Steven lo
ignoró. Raleigh realmente infravaloraba su tenacidad.
«Gracias galaxias»

Poniendo una rodilla en el escritorio, Steven se puso


junto a Raleigh y se inclinó sobre él. Su pulgar acariciaba la
cabeza de la polla de Raleigh mientras el calor del cuerpo
de Raleigh se filtraba a través de la ropa de Steven. ¿Había
algo más maravilloso que sentir a este hombre contra él? Si
lo había, Steven nunca lo había sentido.

—Ahh...

Steven tomó el interior de la boca de Raleigh y mordió


su labio inferior hasta que finalmente Raleigh envolvió sus
brazos alrededor del cuello de Steven.

Raleigh mordió también. Empujando sus caderas hacia


la mano de Steven, Raleigh pasó sus labios por la
mandíbula de Steven y bajó por su cuello. Aflojando la
corbata, Raleigh la apartó y mordió la piel de Steven. Hurgó
con las solapas en los pantalones de Steven y agarró la
polla de Steven a través de la ropa interior.

—Ssss... —gimió Steven pero nunca dejó de acariciar a


Raleigh.

La mirada nublada de Raleigh era algo hermoso para


ser mantenido. Si su completo abandono no llevaba a
Steven sobre el borde del deseo, su cálida mano lo haría.
Tenía a Steven casi muerto de placer, y Raleigh no le había
tocado la piel.
52 —Steven, —masculló Raleigh contra su cuello. Vamos
al baño y acabemos esto allí. —Se las arregló para entrar
en la ropa interior de Steven y agarró su polla.

Cerrando los ojos intentó pensar en lo que fuera


excepto lo que le hacía su consorte, Steven arqueó su
cuello. —En un momento. Deberíamos acabar aquí y
empezar de nuevo arriba. —Oh sí, eso sonaba bien. Sería
más que lo que habían interrumpido esa mañana. Apretó la
polla de su Cony y...

Una risa sonó en la puerta.

Steven se congeló.

Raleigh apartó sus labios del cuello de Steven. —


¿Qué...?

Dalton Fairfax, su único sobrino, en la entrada de la


oficina. Llevaba su uniforme de la In y una sonrisita en su
hermoso rostro. Aparentemente había recibido su invitación
de quedarse en el castillo en su permiso de quince días.
Todavía sonriendo, se quitó el sombrero, revelando un
cabello rubio arena, y dejó el sombrero a un lado.

Raleigh giró la cabeza, intentando ver. »Infiernos


sangrientos. Dime que eso no es Ashbourne. Todo lo que
puedo ver es una insignia de teniente en su abrigo.

—Es Lord Damon, y llega en el momento menos


oportuno. —Si Steven no adorara al chico tanto como
Raleigh, lo estrangularía.

53 Dalton rió. —Y dicen que yo soy insaciable.

Steven suspiró. Al menos había detenido el


interrogatorio de Raleigh.

Inclinándose contra la puerta cerrada del dormitorio,


Colton se pasó los dedos por el cabello y soltó el aliento
que había estado aguantando. ¿Qué acababa de pasar? Se
tocó los labios. Su boca le cosquilleaba y estaba hinchada.
Por no mencionar que estaba caliente y sensible. Polvos.
Finalmente había besado a Wentworth. No, Wentworth lo
había besado a él.

El estómago de Colton se giró. Quería ese tipo de


atención de Wentworth desde hacía tanto tiempo que no
podía recordarlo, y ahora que había pasado no tenía ni idea
de como se sentía.

Puso su temblorosa mano contra su pecho, y su


corazón saltaba bajo su mano. «¿Por qué ahora?» «¿Por qué
después de que se hubiera rendido a su esperanza de estar
con el hombre algún día?»

Soltando la respiración, se apartó de la puerta y fue a


la ventana de su dormitorio.

—¿Estás bien?

—Ack. —Colton saltó y se giró para encarar al intruso.

Problema estaba en la puerta que conectaba el


dormitorio de Colton con su salita. Tras él, el hermano
54 menor de Colton, Tarren, estaba sentado en el sofá con sus
antebrazos en sus rodillas. Ambos miraron a Colton
expectantes.

Suspirando, Colton fue a la salita. —Estoy bien. ¿Por


qué no lo estaría? ¿Qué estáis haciendo vosotros dos aquí?

Problema se movió a un lado para dejar pasar a Colton


luego se puso en el sofá junto a Tarren. —Escuché a Jeffers
decirle a Steven que besaste a Wentworth.

«Espléndido»Colton se dejó caer en la silla de


damasco delante de ellos, aterrizando con una mueca.
Estaba muerto.

—¿Cómo fue? —preguntó Tarren con una sonrisa—.


¿Se movió la tierra? ¿Sentiste como si tu mundo ahora
estuviera completo? ¿Como si fuera el momento en que
naciste?

Gruñendo, Problema empujó a Tarren y miró a Colton.


— Steven le dijo a Jeffers que mantuviera el secreto y que
fingiera que no había pasado. Supongo que significa que no
está enfadado.

—¿Hizo qué? —¿Por qué haría eso Padre? ¿Por qué no


confrontaría a Colton? Oh no—. Debe estar esperando a
contárselo a Cony. —La cabeza de Colton giró y su pecho se
constriñó. Ahí va la apertura de los sementales de
carreras—. Padre y Cony me van a encerrar y tirarán la
llave. Estaré confinado en mi dormitorio el resto de mi vida
por un asqueroso beso.

—¿Fue asqueroso? —Tarren frunció el ceño—. Gilbert


55 Montrose dijo que tener la lengua de alguien en tu boca es
un poco desagradable. Besó a Lord Fielding, pero Lord
Fielding está solo en su primera temporada. Probablemente
no sabe besar mejor de que Gilbert. Pero Wentworth es un
experto. Lord Tristian dijo que Percy Edmonstone dijo que
cuando Wentworth te besa es como estar pegado y flotando
al mismo tiempo. —Con una sonrisa soñadora, Tarren
suspiró, se movió hacia atrás y rodó su cabeza hacia el
techo.

Problema miró a Tarren. —¿Vas a parar?

—¿Queeé? —Alzando sus manos, Tarren se encogió de


hombros.

Con una dura mirada, Problema gruñó luego devolvió


su atención a Colton. —Olvida lo de ser prisionero y
olvida... —Miró a Tarren— el aparente talento de
Wentworth. Creí que te habías dado por vencido con
Wentworth. ¿Qué pasó?

—Me rendí. —¿Podía ser más confusa la vida de


Colton?

Tarren jadeó. —Pero eso es terrible. Es el amor de tu


vida.

Colocando sus codos en los muslos, Problema alzó los


dedos. —¿Entonces por qué lo besaste?

—Él me besó. —Y eso había sorprendido a Colton tanto


que se había quedado congelado. Había hecho el ridículo.
Wentworth probablemente pensó que nunca había sido
besado antes. Lo que no podría estar más lejos de la
56 verdad. Colton había sido besado al menos tres veces en la
última temporada.

«Nunca te habían besado así, idiota»

Tarren se inclinó hacia delante de nuevo. —¿Te


envolvió en sus brazos y te echó para atrás? ¿Usó su
lengua? ¿Fue repulsivo? ¿Cómo...?

Colton y Problema lo fulminaron con la mirada. La


perspectiva soleada de cuentos de hada de Tarren no
estaba ayudando.

Tarren alzó las manos y las dejó caer. »Muy bien.


Estaré callado.
Devolviendo su atención a Colton, Problema ladeó su
cabeza. —¿Realmente lo inició él? ¿Por qué?

—Desearía saberlo. —Incapaz de soportar el


escrutinio, Colton se levantó. Todavía no podía creer que
había besado a Sebastian Hastings. Alcanzó sus labios de
nuevo pero la mirada de Problema hizo que bajara la mano.
Se había alejado de Wentworth. Y entonces lo había
empeorado, inmediatamente se había arrepentido y se
había lanzado contra Wentworth, devolviéndole el beso.

Colton paseó por la sala. ¿Oh, a quién engañaba? No


había pensado mucho, solo había reaccionado. Había
esperado una eternidad para tener cualquier intimidad con
el vizconde, y había perdido la cabeza. Maldición. No quería
estar todavía enamorado del maldito hombre.

57 —¿Qué pasó antes de que te besara?

—Me soltó la charla por dejar el castillo. —Colton abrió


las cortinas y se apoyó contra la pared junto a ellas. Sus
estúpidas manos todavía temblaban—. Estaba intentando
castigarme. —Miró por la ventana, sin ver realmente nada,
pasó sus manos por el cristal—. Quería asustarme y llamar
mi atención.

—¿Estás seguro? —Problema se inclinó contra la pared


del lado opuesto a la ventana.

«¿Cuándo se había movido?»

Colton bajó sus manos, girando para encarar a


Problema. ¿Por qué más Wentworth de repente mostraría
interés en Colton? —Es lo único que tiene sentido. —Eso no
ayudaba a su ego, pero...— Solo era una forma de
mostrarme los peligros que me esperaban si bajaba la
guardia. —Resopló y sacudió la cabeza. La lección había
sido un éxito esplendoroso porque no desobedecería a
Wentworth de nuevo. El beso le había mostrado demasiado
bien que estaba fuera de la liga de Wentworth. ¿Cómo
besar usando su lengua? Ciertamente no había sido
horroroso, ¿pero era la manera adecuada?

Frunciendo el ceño, Problema colocó su cabeza contra


el panel de la ventana. Sus pálidas cejas juntas mientras
miraba algo abajo.

»De todas formas no importa. No quiero tener que ver


nada con el Vizconde Wentworth. —Wentworth no había
actuado llevado por la pasión, y Colton se había expuesto a

58 que le rompieran el corazón. Y eso es lo que le dolía más.


No debería estar tan afectado después del incidente. Había
sacudido su resolución—. Si Padre no me pincha con una
espada, me sentiré con suerte de dejar escapar al rey de
los calaveras ileso y seguir con mi vida.

Los ojos de Problema se ampliaron.

Colton lo miró, desafiando a Problema a contradecirlo.


Por suerte no lo hizo. »¿No se supone que tienes que estar
con Cony en esgrima o algo?

Gruñendo, Problema rodó su frente por el cristal,


dejando una mancha. —Me estoy escondiendo. No quiero
enfrentarme a él. Me vuelve loco. Juro que el hombre es
perfecto en todo lo que hace y está seguro de ello. —Giró
su cabeza, mirando a Colton a los ojos—. Es más guapo, es
más rápido, es más fuerte, es...

—Molesto. —Colton asintió. Problema temía quedar en


ridículo delante de Cony. Quedó claro casi de inmediato
cuanto respetaba Problema a Cony—. Sí, los sé. Mi Sire no
sabe como fallar. No es fácil estar en su posición, pero...

Problema palideció.

Colton se encogió de hombros. »Mira el lado bueno.


Cuando entres al servicio militar de Regelence, tendrás más
experiencia de la que tuvo Cony la primera vez.

Arrugando su nariz, Problema parpadeó. —¿Huh?

—Es uno de los deberes de Cony como Consorte Real,


¿no lo sabías? —Tarren se unió a ellos en la ventana.
59 Problema sacudió la cabeza. —Pensé que no
trabajaba.

—No lo hace. Ser Asesor Militar es más un deber que


un trabajo, —dijo Tarren.

La puerta del saloncito se abrió. —Toc, toc.

Colton, Problema y Tarren se giraron al mismo tiempo.

Hablando de militares... Una rubia cabeza rodeó la


puerta y fue seguido por el resto del cuerpo de Dalton
Fairfax en su uniforme del In. —¿Puedo entrar?

—¡Demon! —Tarren cruzó la sala, tirándose hacia su


primo.
Dalton lo cogió, palmeándole la espalda. —Hola,
Terror.

—¿Quién es ese? —susurró Problema.

Sonriendo, Colton agarró el brazo de Problema y tiró


de él. —Nuestro primo favorito.

—Soy vuestro único primo. —Dalton abrazó a Colton y


le dio su atención a Problema—. Debes ser el hijo del
esposo de Aiden. — Dalton sacudió la cabeza y sonrió.

—Jeremy Hawkins. —Problema extendió la mano para


estrechársela, pero Dalton giró la palma de su mano y la
besó.

—Lord Winstol.

60 Problema gruñó. —¿Cómo sabes el maldito título?

Soltando la mano de Problema, Dalton rió. —Oh, eres


un travieso. Lo sé por qué Rexley me escribe cada semana
desde que estoy en el In.

—¿Rexley escribe sobre mí?

—Sí. Entre otras cosas, y estoy muy contento de


conocerte al fin. —Los ojos de Dalton brillaron con buen
humor.

Sentándose en el borde de la mesa de nuevo, Colton


explicó: —Rexley ha manejado Ashbourne desde hace dos
años, se mantiene en contacto constante con Dalton.

La boca de Dalton cayó abierta. —¿Sabes eso?


—Todos lo saben. —Tarren se sentó en el sofá.

Problema se apretó la corbata. —¿Tienes un título y un


estado también?

—Sí. A parte de ser el heredero de Ravensburg, soy el


Conde de Ashbourne. —Dalton tiró su sombrero junto a
Colton en la mesa—. Y Rexley se mantendría en contacto
conmigo aunque no manejara Ashbourne.

Los ojos de Problema se ampliaban cada vez que


alguien mencionaba a su prometido. Hacia sentir a Colton
cálido en su interior. No entendía la relación porque Rexley
era todo lo contrario a Problema, pero era adorable. Rexley
merecía tener a alguien que le adorara.

Todo oídos, Problema se sentó junto a Tarren y se


inclinó hacia delante.
61
Colton rió. —Rexley y Dalton siempre han sido muy
cercanos. Probablemente porque tienen la misma edad. —
Era una alianza aún más extraña que la de Problema y
Rexley. Dalton prosperaba para ser un escándalo.

—Espera. —Parpadeó Problema—. Pensé que los Lords


no servían en la milicia.

—Algunos sí. Pero Dalton lo hizo para irritar a su


padre. El hermano de Cony es un verdadero estirado, —dijo
Tarren.

Suspirando, Dalton sacudió la cabeza. —No lo hice


para arrugar la nariz de Ravensburg. Bueno no por
completo. Siempre he querido ser oficial de la Marina de
Regelence.

—Los uniformes son tan románticos. En mi historia


favorita, uno de los protagonistas es un Capitán en la
Marina de Regelence. El otro protagonista es el hijo de un
Vizconde, y se conocen en una esquina esperando un
coche. Empieza a llover y...

—¿Cuándo vas a ir a la Marina de Regelence? —le


preguntó Colton a Dalton.

Tarren pegó a Colton en la espinilla. —Estaba


hablando.

El dolor subió por la pierna de Colton. —Ow. Estás


mascullando sobre gente que no existe como siempre. —Se
restregó la pantorrilla y devolvió su atención a su primo.
Esperaría a que Tarren no se lo esperara...
62
Dalton sonrió y miró de Tarren a Colton. —Cuando
vuelva. Tengo dos semanas libres luego volveré a la base
de In en Lerdra. Una semana después volveré a la base de
la Marina de Regelence aquí en Classige y oficialmente seré
parte de la Marina de Regelence.

—¿Entonces volverás pronto? —Tarren puso los pies


en la mesa junto a la cadera de Colton y entrelazó los
dedos detrás de su cabeza.

Dalton asintió. —Durante el permiso en el cual visitaré


a mi familia y me esconderé de Ravensburg.

Ravensburg era un verdadero pesado, pero nunca


venía a la ciudad antes de que empezara el parlamento. —
Ah, todavía no tienes una casa aquí. —Colton empujó los
pies de Tarren.

Golpearon el suelo con un fuerte sonido, y Tarren se


sentó recto, mirándolo.

Dalton puso su pie en la mesa junto a Colton y colocó


sus brazos sobre su muslo alzado. —No. Quiero hacer eso
mientras estoy aquí, y buscaré un caballo. Que es por lo
que te estaba buscando, primo.

—Desearía tener una casa en la ciudad. —Problema


soltó y enganchó un dedo en su corbata, apartándola de su
cuello.

Dalton no estaba casado y era menor de edad por la


ley de Regelence, solo tenía veintidós años, pero hacía lo
que quería a pesar de las reglas de propiedad. Ravensburg
63 no podía controlarlo, y Cony y Padre no lo intentaban...
mucho. Nate, sin embargo, podía mantener a Problema en
la línea, por lo que no conseguiría una casa en la ciudad.

Colton se reclinó sobre sus manos y miró a Dalton. —


No puedes tener mi caballo. Lo siento.

La sonrisa de Dalton se ensanchó. —Quiero que me


ayudes a escoger uno. Escuché de Gareth Fareweather que
Lord Rycroft tiene uno castrado particularmente bueno en
una subasta en Tattersalls mañana. Apreciaría tu opinión.

¿Cuán espléndido sería que toda la familia recurriera a


él en cosas de caballos? Reafirmaba que había hecho la
elección adecuada de carrera.
Colton sonrió. —Espera. ¿Conoces a Gareth
Fareweather? —el padre de Fareweather tenía uno de los
mejores establos de caballos de carreras de Moreal.
Fareweather sería una maravillosa fuente de información, y
conocía todo el que fuera alguien en el mundo de las
carreras. Esto podría hacer que Colton entrara. ¿Qué
pasaría si podía ganarse la aceptación antes de realmente
acabar los establos?

—Sí. ¿Por qué?

—Tienes que presentármelo.

Dalton frunció el ceño. —No estoy seguro de que sea


buena idea. No es alguien con quien te relacionarías.

Fantástico. ¿Ahora Dalton decidió tener moral? Unos


meses antes de que Dalton se uniera a la Marina había
64 participado en un duelo por una cita con un hombre casado.

—Me relaciono contigo.

—Eso es diferente. Somos familia. Fareweather es un


jugador, y bebe demasiado. Mi conciencia no me permite
que estés en compañía de un hombre de esa clase.

Una sonrisa apareció en los labios de Tarren. —


Siempre puedes enseñarnos sobre hombres de esa clase.

Problema alzó sus cejas. —Estoy dentro. Me encanta


aprender sobre hombres de ese tipo. El Lady Anna estaba
lleno de ellos.

Dalton gruñó. —No. Los tres necesitáis manteneros


alejados de hombres así. —Apuntó a Problema—. No solo
porque Rexley me ahogaría, sino porque no necesitas
información de ese tipo porque Rexley no es un calavera. —
Les dio a Colton y a Tarren una mirada—. El Tío Raleigh y el
Tío Steven me desheredarían. —Dalton movió su cabeza
con énfasis para aclararlo.

Colton hizo rodar sus ojos por la traición. —Tienes un


sentido de la ética retorcido, primo. Y si quieres tener mi
ayuda para escoger montura, tendrás que presentarme a
Fareweather.

—Bien, —masculló Problema. Tosió en su mano pero


no pudo esconder la risa.

Dalton suspiró. —Admiro a un hombre que chantajea


para conseguir lo que quiere. ¿Por qué esto es tan
importante para ti?
65 —Voy a empezar un establo de caballos de carreras.
Necesito conexiones.

—Muy bien. Haré las presentaciones en el baile de esta


noche. Pero... —Alzó un dedo—. Debes prometerme que no
estarás a solas con Fareweather o cualquiera de sus
amigos.

Colton hizo lo que pudo para controlar su entusiasmo.


—Lo prometo.

—E irás conmigo a Tattersalls mañana, —afirmó


Dalton.

—Lo haré.

—¿Qué pasa si alguno de nosotros necesita saber


cosas de los calaveras? —Tarren sonrió dulcemente.

De pie, Dalton recogió su sombrero y miró de uno a


otro luego a Problema. —¿Cómo es eso?

—Si digo... —Tarren apartó la mirada de Colton y


sonrió más ampliamente— ...que uno de nosotros está
siendo perseguido por un libertino, ¿entonces nos darías
clases?

«Oh genial» Viendo exactamente adonde estaba yendo


esto, Colton miró a su hermano pequeño. «No te atrevas a
decir nada sobre ese estúpido beso» Golpeó a su hermano
en la espinilla. —Oops. Se me fue el pie.

—Polvos por cerebro. —Tarren apartó su pierna,


subiéndola al sofá—. Solo quiero saber por cuestión de
investigación.
66
—¿Para qué? —soltó Tarren—. ¿Planeas ser cortejado
por un granuja?

—Quizá. —Restregándose la pierna, Tarren se mordió


el labio inferior.

Dalton alzó las manos en rendición. —No os diré nada.


—Para Colton dijo: —Iré con todos vosotros al baile de
Hampton esta noche. Fareweather debería estar allí. —
Sacudiendo la cabeza y riendo, Dalton salió de la sala.

Eso había ido espléndidamente, excepto... Colton


apuntó a Tarren. —No digas nada sobre el beso. Se acabó,
y quiero olvidarlo. No significó nada.
—¿O qué? —Tarren bajó sus pies al suelo.

Problema fue en su rescate. —O él dirá que trajiste a


otro cachorro a casa.

—Eso no es justo. No lo iba a decir. —Tarren se cruzó


de brazos—. Además, ¿estás seguro de que solo te besó
para distraerte? No suena como algo que él haría. Leí aquel
romance el mes pasado donde el protagonista había estado
loco por el otro protagonista durante años, y un día, bum,
solo lo besó, como...

Gruñendo, Colton alzó su mano. Había pensado que


estaban más allá de eso. —Sebastian Hastings no está loco
por mí. Y las novelas de romance no son reales.

—Sí. —Tarren alzó un dedo—. ¿Pero qué pasa si..?

67 Problema se acercó al borde del sofá hasta que sus


rodillas tocaron las de Colton. —Odiaría decir esto, pero
¿supongo que Tarren tiene razón? Quizá no deberías
rendirte con Wentworth tan rápido.

Colton resopló y cerró su boca. No importaba. Nada de


ello. Él tenía a sus caballos y sus planes. Si nunca tenía a
Sebastian Hastings, bueno, podría vivir con ello. Tarde o
temprano, si se lo repetía lo suficiente, su corazón también
empezaría a creerlo.
Capítulo Cuatro
Sala de juegos Silver Swan, centro de Classige,
Pruluce.

¡Joder! Llegaba tarde.

Sebastian cerró su reloj de bolsillo y lo metió de vuelta


en el diminuto bolsillo de su chaleco. Con suerte, Rourke
68 todavía lo estaría esperando. Se suponía que se encontraría
con su amigo a las nueve y media. Ya eran las diez y
media. Le habían entretenido en el castillo trabajando en el
horario del día siguiente. Hoy había empezado mal y solo
empeoraba.

Alzó la mirada al cartel de la sala de juegos que se


balanceaba adelante y atrás en sus cadenas mientras
pasaba. El Silver Swan era un nombre inocuo para un lugar
lleno de pecado. Nadie imaginaría el libertinaje que ocurría
en el interior del discreto edificio de ladrillo rojo. El lugar
tenía un poco de todo.

Asintiendo hacia Billy, el portero, Sebastian se


apresuró a la entrada. La puerta se abrió, y el cálido olor
almizclado de cuerpos, whiskey y humo de cigarro salió al
exterior. Un silencioso murmullo de voces se mezclaba con
el sonido de alguna pieza de música clásica. Sonaban
estrepitosas risas. Ah, la esencia y los sonidos de la
decadencia. Sebastian sonrió y entró. Quizá todo el día no
estaría arruinado.

El club era cómodo y elegante con tonos de joyas y


madera oscura, una tonelada de comida, militares de alto
rango y ricos. Había juegos, bebida y sexo. Los jefes
consideraban a hombres y mujeres. Algunos cortesanos del
club se mezclaban con la multitud, y arriba, habitaciones
privadas estaban disponibles. Era un lugar de suerte donde
se ganaba y se perdía, matrimonios se habían disuelto, y
alianzas se formaban bebiendo o chantajeando. Era un
lugar que Sebastian sentía como un hogar.
69 Respirando profundamente, ladeó la cabeza de un lado
a otro y exhaló. Abrió sus manos y relajó los hombros. Miró
hacia a las mesas de cartas y reconoció a algunos
jugadores. Un par de asientos quedaron vacíos en la mesa
de riesgo, pero siempre había preferido el juego tranquilo.

Atrapando a un sirviente, Sebastian pidió una bebida y


se dirigió a la parte de atrás del club donde estaban las
mesas de billar. Si Rourke todavía estaba allí, estaría atrás.
Ahí era donde él y Sebastian iban cuando se trataba de
esta caza particular.

Dejando la zona alfombrada, apartó unas pesadas


cortinas que llevaban a la sección privada solo para
miembros.
Las luces eran más tenues, y el humo se amontonaba
en el aire, dándole un seductor atractivo. Los sonidos de las
salas públicas estaban enmudecidos, remplazados por las
bolas chocando juntas y más voces zumbando.

Mientras se acercaba a la parte de atrás, algo le


golpeó en el muslo y cayó en el suelo de madera tras él.
Realmente no le había hecho daño, pero ciertamente lo
sentía. Girando, Sebastian bajó la mirada.

Una bola blanca rodó hacia las cortinas verde oscuro


por las que acababa de pasar.

Cogió la bola y casi aterriza sobre su culo cuando


alguien lo embistió. —Infiernos sangri... —La maldición de
Sebastian se congeló en su garganta cuando vio al imbécil
que había caído. El Vizconde Leith.
70 Sus caminos no se habían cruzado en veinte años, no
desde el día del funeral de la madre de Sebastian. Incluso
después de todos esos años, el Vizconde se encontró con
Sebastian de mala manera.

—Pido su... —Leith finalmente alzó su mirada,


poniendo sus ojos en Sebastian. Sus ojos de media noche
se ampliaron—. ¿Sebastian? —Se tocó la frente por un
breve momento y bajó la mano.

—Leith. —Sebastian rodeó al vizconde y rodó su


cabeza en sus hombros. No iba a dejar que ese pomposo
estúpido le arruinara la noche. Su historia no se prestaba a
cortesías. O reconocimiento, ya que estaba. Maldición, su
corazón se sentía como si se le fuera a salir del pecho.
Había seis mesas de izquierda a derecha, todas
rodeadas de lujosos sofás de tela y sillas. Y todas
ocupadas. Notaba la mirada de Leith en su espalda o eso
imaginó, pero no se giraría para ver si el hombre todavía
estaba allí.

Barnaby Plume, el heredero de Leith, pasó a Sebastian


hacia la cortina, pero Sebastian no se giró.

Un hombre desgarbado alto y familiar ondeó la mano


en la cuarta mesa. —Oh, siento lo de la bola, Wentworth. —
Lord Eastbrooke alzó su taco y sonrió—. ¿Te gustaría unirte
a nosotros?

Nosotros consistía en el Vizconde Eastbrooke, el Conde


de Ardingley y Lord Thaddeus. Eastbrooke y Ardingley
pertenecían a los mismos clubs, como Sebastian. Lord
71 Thaddeus Deveroux era el hijo menor de Marqués de
Moxborough. Él y Sebastian se habían divertido juntos en
varias ocasiones y boxeado en el ring una o dos veces.
Deveroux era un buen compañero y un buen boxeador. No
habría sido la primera elección de Sebastian de compañía,
pero bajo las circunstancias se apresuró a unirse a ellos.

A la izquierda de Eastbrooke, junto al agujero de la


mesa de billar, dos cortesanos hermosos medio vestidos
intentaban devorarse el uno al otro. Uno era rubio y el otro
moreno. El rubio enganchó la pierna del moreno hacia
arriba en su cadera con la mano llena de cabello. Que
hermosa visión.

Otro cortesano con el cabello oscuro colgaba del


regazo de Deveroux. Su cabello era más oscuro que el del
moreno, y los dos estaban sin camisa.

Sebastian le tiró la bola a Eastbrooke. —Busco a


Knighton. ¿Lo has visto? —Todavía era raro pensar en
Rourke como Knighton. Solo había sido el hijo menor de un
duque cuando estaban en la RSR juntos.

Deveroux pasó una mano por la espalda del hombre


en su regazo. —Estaba aquí antes. Dijo algo sobre derrotar
esta noche.

¡Maldita sea! Lo suponía. Rourke nunca había sido


conocido por su paciencia.

—¿Cómo conoces a Leith? —preguntó Ardingley—. No


creía que fueras al parlamento. Con excepción de esta
noche, la Casa de los Lords es el único lugar en el que he
visto al hombre.
72
Maldición. Sebastian no quería pensar en su pasado,
mucho menos discutirlo. Se encogió de hombros. —No lo
hago. Mi madre solía trabajar para Leith. —Sebastian
apenas contuvo un resoplido. Hasta que el bastardó lo
echó.

—Cierto, cierto. Olvidé que naciste como plebeyo. —


No había censura en el tono de Ardingley, solo hechos. Era
bueno.

Sebastian bajó la cabeza en agradecimiento.

—Te perdiste la diversión. Leith acaba de salir con su


hijo. —Deveroux sonrió—. Fue un espectáculo.

—Siento habérmelo perdido, —masculló Sebastian.


Realmente, deseaba habérselo perdido todo.

Los dos cortesanos empezaron a caer sobre la mesa, y


Ardingley los atrapó. —Nada de eso, ahora. Arruinará la
partida. —Con el taco en una mano y el brazo del moreno
en el otro, Ardingley rió.

—Estamos jugando un juego de distracciones. —Dijo


Eastbrooke—. Únete a nosotros.

Sebastian realmente debería irse, pero que coño.


Necesitaba un respiro después de su encuentro con el
hombre que lo había lanzado a las calles. —¿Distracción?

Deveroux rió. Era un vago sonido sedoso que iba


perfectamente con su apariencia oscura. —Vamos a
mostrárselo, —susurró al hombre en su regazo.

73 El bonito moreno guió un ojo y miró a Deveroux.

Deveroux asintió. —Ve, Peregrine. —Sonrió a


Wentworth—. Ven a sentarte. Te gustará este juego.

Sebastian se sentó en el sofá junto a Deveroux, cruzó


una pierna sobre su muslo y bebió brandy. Solo había fiesta
esta noche, por lo que atraparía a Rourke después.

—Vosotros dos, Hector, Francis, venid aquí, —


Deveroux ordenó a los dos cortesanos.

Como cachorros obedientes, se unieron al sofá. El


moreno se arrodilló junto a Deveroux y hociqueó la parte
exterior de su muslo. El rubio se detuvo delante de
Sebastian. —¿Debería sentarme contigo, Mi Lord?
Sebastian extendió una mano hacia la otra parte del
sofá.

El rubio sonrió y se sentó junto a Sebastian. —Soy


Hector. —Pasó un dedo por la corbata de Sebastian.
Mirando bajo las ridículamente largas pestañas, Hector se
lamió los labios. Era pequeño. Lo que llamarían juvenil,
pero parecía estar por encima de la mitad de los veinte. Su
liso cabello coloreado caía sobre sus ojos. La actuación
tímida encajaba con su tamaño. Gritaba abrázame. Quizá
Sebastian estaba cansado, pero sus últimos tres amantes
tenían esa apariencia.

Sebastian descruzó sus piernas y acercó más a Hector.

Riendo, Hector subió al regazo de Sebastian. Continuó


tocando la corbata de Sebastian y el chaleco. Encajaba bien
74 con su rostro a la altura de Sebastian, pero algo estaba
mal. No había escalofríos de excitación. Ni tampoco lujuria.

—Wentworth, observa esto. —Eastbrooke se inclinó


contra el lado del sofá con su taco a su lado. Movió su
cabeza hacia Ardingley—. Cien libras dicen que fallarás ese
tiro.

Mientras Hector bufaba en la oreja de Sebastian, pasó


la palma suavemente por los testículos de Sebastian.

Los hombros de Sebastian se tensaron, y la misma


irritación que sintió casi todo el día volvió. Atrapó la mano
de Hector y la movió hacia su pecho. —Observa.

—Oh, conozco este juego, Mi Lord. —Dijo Hector. Una


sonrisa tonta hacia Sebastian.

¿Qué estaba mal con él? Tenía a un hermoso hombre


en su regazo, experimentado, que deseaba ser su
compañero, pero no estaba para nada interesado.

Peregrine se escabulló alrededor de Ardingley,


poniendo sus manos por todo el Conde. Peregrine era un
hombre hermoso. Era alto, delgado y musculoso. Estaba
alrededor del Conde como una parra y se inclinó contra la
mesa, junto a Ardingley. Los negros pantalones se
apretaron en su trasero, enfatizando sus piernas
musculosas y sus nalgas. Palmeó su ingle y alzó la mirada
hacia Ardingley.

Sebastian miró, fascinado. «¿Por qué este joven


hombre despertaba su interés cuando el deseoso hombre
75 en su regazo no lo hacía?»

Ardingley se aclaró la garganta, parpadeó y se


concentró. —Vas a perder, Eastbrooke.

Ronroneando, Peregrine se desabrochó los pantalones


y deslizó su mano dentro. Echó su cabeza para atrás y
gimió mientras su mano se movía arriba y abajo sobre su
polla. Cuando giró su cabeza hacia el sofá, su mirada
estaba desenfocada.

Ardingley gimió.

Parpadeando, Peregrine pareció recuperarse de su


mareo. La esquina de su boca se dobló, y sus ojos brillaron.
La expresión era familiar.
Hacía anhelar a Sebastian. Su estómago se revolvió
con los primeros signos de excitación. «¿Dónde había visto
esa expresión?» Ciertamente nunca había conocido al joven
cortesano antes, pero... Sebastian jadeó. Peregrine se
parecía a Colton. Su tamaño, su constitución, el peinado y
los colores eran similares.

Ignorando la mirada inquisitiva de Hector, Sebastian


cerró sus ojos. La imagen de Peregrine fue remplazada por
Colton. Colton de pie ahí acariciándose la polla con esa
misma mirada de triunfo. La había visto en el rostro del
príncipe durante años, tantas veces. Las bolas de Sebastian
se apretaron, y su polla se endureció. Infiernos sangrientos.

Crack.

Sebastian abrió sus ojos.


76 El Conde se irguió después de hacer su tiro. La bola
cayó en el hueco, y apuntó su taco hacia Eastbrooke. —Me
debes cien libras.

—Haz tu siguiente tiro, Ardingley. Si haces este, te


daré también cien libras. —Deveroux se inclinó hacia
delante y susurró algo al cortesano a sus pies—. Si no lo
haces me deberás cien que acabas de ganar de Eastbrooke
y otros cien aparte.

—Trato. —El Conde se apresuró a hacer su tiro


mientras Colton, no, Colton no, Peregrine, continuaba con
su lenta seducción.

—Ah-ah. Nada de eso. Conoces las reglas. Ve, Francis,


dile a Peregrine lo que tengo en mente. —Deveroux apretó
el hombro del hombre moreno.

Francis se escabulló por el suelo y le susurró algo a


Peregrine en el oído.

Una sonrisa tranquila iluminó el rostro de Peregrine.


Su labio superior se curvó por el lado izquierdo. La sonrisa
de Colton era casi... perfecta. Sin alejarse de Francis,
Peregrine se sentó en el borde de la mesa. Se veía como
Colton cuando iba a hacer una travesura. «Galaxias,
¿cuándo había catalogado las expresiones de Colton?»

El sudor se amontonó en el labio superior y la frente


de Sebastian. Ahora que se daba cuenta de las similitudes
entre el Príncipe y Peregrine, no podía olvidarlo. Malditas
galaxias, no podía negar su abrumadora lujuria por Colton.
Se había sentido atraído por él durante algún tiempo, pero
77 ese beso en la tarde había intensificado esos sentimientos.
Sebastian escuchaba su latido en las orejas.

Ardingley tragó, moviendo su nuez de adán.

—Por favor, Mi Lord, ¿puedo abrir tus pantalones? —


masculló Hector contra el cuello de Sebastian.

Sí. Di que sí, Sebastian. Quizá eso ayudaría a sacarse


a Colton de su sistema. No, no lo haría. Imaginaría que era
Colton quien lo hacía. Su pecho se apretó, haciendo que
fuera difícil respirar. Tenía que salir de allí.

—Ahora no. —Sonriendo a Hector, Sebastian agarró la


mano de Hector, la besó y la devolvió a su pecho. Palmeó
la pierna de Hector—. Me tengo que ir.
Con un puchero, Hector salió de su regazo.

Mientras Sebastian se levantaba, Peregrine abrió la


solapa de sus pantalones, mostrando su encantadora polla,
y Francis se arrodilló delante de Peregrine. Arqueando su
espalda, Peregrine empujó su tensa polla hacia Francis. —
Ooohhh...

Francis se lamió los labios, abrió la boca y se inclinó


hacia delante.

La polla de Sebastian se hinchó. Conseguir el culo de


un extraño no iba a curar su encaprichamiento, y
ciertamente no podía seducir a Colton. Pero quizá si se
concentraba en el trabajo... Se ajustó la polla
discretamente. Necesitaba localizar a Rourke y mantenerse
ocupado encontrando nuevos guardias.
78

Casa Burke, Residencia del Conde de Hampton en


Classige, Pruluce.

—Entonces el tipo desapareció en el establo con


Dame, el jinete de Pique. —Lord Francis Rycroft movió sus
cejas marrones—. Para cuando llegué allí tenía al jinete en
su trampa.

Por segunda vez ese día Colton estaba en camino


hacia su meta. No se lo pensaría. Su futuro en las carreras
de caballos dependía de ello. Esos hombres eran la élite
mundial de las carreras. Dalton solo tendría que explicarlo
más tarde. Colton miró a su primo.

Dalton ni siquiera prestaba atención a su historia.


Miraba a la nada con una extraña sonrisita en su rostro.

Colton hizo rodar sus ojos. Quizá había leído una de


las tontas novelas románticas de Tarren. Mejor aún,
acorraló a Aiden y le preguntó sobre relaciones materiales.
¿O incluso hablaban de relaciones maritales? ¿No era un
tipo de carruaje? Quizá trampa era boca. No, no podía ser.
Un carruaje no cabía en la boca de nadie. Quizá era una
trampa como lazo, pero eso tampoco tenía mucho sentido.

—Lo siguiente que supe era que tenía su guante


dentro del amigo de Roby Douglass. —Lord Francis empujó
su puño contra su otra mano.
79 —Nooo... —Jadeó uno de los tipos, Edmund algo—.
¿En serio?

Lord Francis asintió. —Lo vi con mis propios ojos.

Gareth Fareweather formó una O con la boca y sonrió.


—Me habría encantado haberlo visto.

¿Quién en la galaxia era el amigo de Roby Douglass?


¿Era ese el nombre del tipo que Lord Francis había conocido
en la carrera? Colton quería preguntar, pero algo en la
forma en que Lord Francis lo había dicho le hizo pensárselo
mejor. Estrellas. Tenía que encajar con esos tipos.
Copiando las expresiones sobrecogidas de los hombres a su
alrededor, discretamente golpeó a Dalton con su hombro
dos veces en una rápida sucesión.

Dalton nunca apartó la mirada de lo que fuera que


había capturado su atención. Alzando la mandíbula, bajó
su cabeza como si se estuviera comunicando
silenciosamente con alguien. ¿No sabía lo importante que
era esto?

Colton siguió la mirada de su primo.

Al otro lado del salón de baile, varios floreros3 y


chaperones estaban juntos. Todos menos el hermano
mayor de Colton, Aiden, conversaban o parecían aburridos.
Aiden estaba contra un pilar con un cuaderno de dibujo en
su mano. Aparentemente se había cansado de fingir
socializar. Me pregunto si Nate o Cony lo han notado ya.

—¿A quién miras? —susurró Colton.


80
—¿Perdona? —Dalton parpadeó.

—¿Qué es tan interesante? —No era Aiden. Estaba


demasiado enfrascado en sus dibujos para notar los gestos
de Dalton. Podrían ser los floreros. Se aburrían mucho.

Alzando un poco su mandíbula para indicar algo,


Dalton sonrió. —El Almirante está alejando el champagne
de Problema y su amigo.

«¿Problema
estaba cogiendo bebidas de nuevo?»
Colton notó a Problema y Bannon a unas tres metros de
donde estaba Aiden. Todavía dibujando, Aiden no notaba
las travesuras de su hijastro. Al otro lado de la columna de
mármol, Nate sacudía la cabeza a Problema y Bannon.

3
N de C: se denomina así a las personas que no llaman la atención o que nadie presta atención.
Confiscando el champagne de ambos, Nate vació el
contenido en una maceta situada delante de la columna y
se alejó.

A unos metros de Nate, el Vizconde-Consorte Girton


bajaba su cabeza hacia el pasillo repetidamente. Estaba
intentando llamar la atención de alguien.

Colton miró a Dalton.

Asintiendo, Dalton alzó un dedo cerca de su pecho


para indicar el momento justo.

Al otro lado de la sala, Girton sonrió.

Colton suspiró. Girton era casi tan mayor como el


padre de Dalton. Por no mencionar... —Dalton, es un
hombre casado.
81 —Pero yo no. —Dalton avanzó unos cuantos pasos.
Girando, apuntó con su mano hacia el grupo de hombres
alrededor de Colton—. ¿Estás bien aquí?

No. No tenía ni idea de lo que estaban diciendo. Era


como si hablaran un lenguaje diferente, pero Colton asintió
y alejó a su primo. Colton tenía cosas más importantes que
hacer. Dalton había hecho las presentaciones, Colton podría
hacer el resto solo. Nunca había sito introvertido como sus
hermanos Payton y Aiden.

Las primeras notas de un baile empezaron, una


multitud se movió hacia la pista de baile, apartando a
Dalton de la vista.

Edmund algo alzó la voz para ser escuchado por


encima de la música. —Escuché que el Vizconde-Consorte
Leith está intentando comprar el potro de Heavenly Dream.

—¿El Heavenly Dream que ganó el Clásico de


Daremere el año pasado? —preguntó Colton.

Edmund asintió. —Ese. Escuché que el Sr. Inglish no


quiere venderlo, pero que el Vizconde-Consorte Leith no
tomará un no por respuesta. Los rumores dicen que está
intentando adquirir el caballo para su hijo Barnaby Plume.
El último caballo de Plume, Weekday Delight, fue un
completo fracaso. Intenta volver al juego, pero nadie le
venderá, por lo que tiene a su padre haciendo el trabajo.

—Escuché que Plume está en números rojos por todo


el pueblo, y que el Vizconde le ha cortado el grifo, —añadió
Fareweather.
82 —Yo también lo escuché, —dijo Edmund.

—No puedo decir que culpe a Plume por su vagancia.


Igual que el consorte de Leith. —Gareth Fareweather se
encogió de hombros y giró hacia Colton—. Entonces,
¿Ashbourne dice que tienes al potro de Beaumont Beauty?

Colton sonrió. —Sí. Aunque ya no es un potro. Tiene


cuatro veranos. Su nombre es Apollo.

—No me importaría verlo. ¿Lo estás reproduciendo? —


Lord Francis palmeó su pecho luego miró abajo buscando
algo en el bolsillo de su abrigo. Seguro de que lo que
estaba buscando estaba allí, bajó las manos. Era el tercer
hijo del Marqués de Vale, que tenía al último ganador del
Derby de Devonshire, por lo que su interés en Apollo
entusiasmó a Colton.

—Eso planeo. Concerté una cita con el Club de Jinetes


para la semana que viene. Estoy intentando conseguirle
una licencia. Ya está en el registro de Reproducción. Y
estoy buscando un arquitecto para mis nuevos establos. —
Colton incluso sabía donde quería construir sus establos si
Padre y Cony estaban de acuerdo.

Fareweather cogió un vaso de brandy de la bandeja de


un sirviente que pasaba. —El hombre que diseñó los
establos de mi padre se retiró, pero su hija diseñó los
establos de Roth.

Bertram Nevil, el heredero del Conde de Wingate,


también conocido como Vizconde de Roth, asintió en
acuerdo. —E hizo muy buen trabajo. Te enviaré su
83 información si quieres. —Roth se había metido en las
carreras solo en la última temporada, pero uno de sus
caballos ya había ganado tres carreras menores. Sus
establos empezaban a ser reconocidos.

—Sí, gracias, eso sería maravilloso. —Colton sonrió.


Esto iba realmente espléndidamente bien. Gracias, Dalton.

—Si quieres, puedo enseñarte mis establos. ¿Vas


mañana a Tattersalls? Quizá después.

Colton sonrió. —Sí. Voy con Ashbourne. Quizá pueda


persuadirlo pare después de la subasta.

—¿Qué decís todos sobre tomar un descanso de las


festividades? —dijo Fareweather—. Podría fumar, y
podemos discutir de los caballos de mañana en la subasta.
He escuchado varios rumores.

Edmund presionó algo en la mano de Colton. —Di que


vendrás con nosotros afuera, Lord Colton. —Se inclinó más
cerca, cubriendo su boca con su mano—. Voy a necesitar
ayuda con la lista de caballos para vender de Fareweather.

Mirando su mano, Colton sostuvo un gemido cuando


vio el puro en su palma. Cony me matará. Escondiendo el
puro en su bolsillo, notó a los otros haciendo lo mismo. —
¿Crees que sabe algo que nosotros no?

Edmund guiñó un ojo. —Probablemente. Su padre


tiene los mejores cotilleos de caballos importantes. El año
pasado iba a pujar por Karmen, pero Fareweather
descubrió que el Sr. Harper iba a poner en una subasta a
Summer Breeze la siguiente semana. Me salvó. No había
84 forma de que pudiera permitirme ambos caballos.

Eso era genial. Summer Breeze era sin lugar a dudas


el mejor caballo.

—Bueno entonces. Vamos a buscarnos una bebida y


encontrémonos fuera. ¿Qué tal junto a los establos? En,
digamos... —Roth sacó el reloj su reloj de bolsillo, lo
estudió un momento y lo cerró—. ¿Diez minutos?

Los hombres expresaron su acuerdo y se dispersaron,


dejando a Colton a un lado del salón de baile.

¡Vaya! Tenía que salir. Por otro lado, no podía ir.


Necesitaba más que solo a Apollo si iba a meterse en le
mundo de las carreras. Tenía una gran subvención, pero no
era infinita. Loco con Edmund, una buena pieza podría
hacer una enorme diferencia en sus elecciones.

Necesitaba un chaperón. Estudiando la sala, buscó a


alguien adecuado. Su primera opción, Dalton, no estaba a
la vista. Probablemente estaba en una oscura esquina con
Girton.

Aiden bailaba con su consorte. Su brazo estaba


alrededor del cuello de Nate más que apoyado en su
hombro. Un trozo de papel no cabría entre ellos.

Rexley, no, Rexley no. Nunca estaría de acuerdo con


salir. Ni Cony ni Padre.

¿Dónde estaba Tarren? Normalmente estaba a al vista.


Socializar era su fuerte. Le encantaba hablar. Ahí estaba,
metiendo algo en el bolsillo de su abrigo de noche.
Probablemente un carnet de baile. Deslizándose en un
85 grupo de amigos, empezó a hablar con su animado estilo,
con las manos y todo. Apartarlo de allí no sería fácil. Eso
dejaba...

Frunció el ceño, Problema estaba junto a Rexley.

Colton suspiró. ¿Cómo podía llamar la atención de


Problema sin que Rexley lo viera?

Los labios de Rexley se movieron y Problema rió. Una


risa que causó que varias personas se giraran. Sin mirar a
Problema, Rexley sonrió. Cuando la risa de Problema paró,
Rexley le ofreció su brazo. Tomándolo, Problema permitió
que Rexley lo llevara junto a la multitud de parejas
bailando.
Olvidó a Problema. De todas formas tampoco era un
chaperón adecuado. Colton necesitaba una relación de
sangre o a más de un amigo para acompañarlo. Oh bueno,
no había nada de ello.

Colton miró por encima de su hombro para asegurarse


de que ninguno de sus padres miraba. No lo hacían.
Moviéndose por el final del salón de baile, se puso con la
espalda en la pared como si observara el baile. Dio un paso
de lado hacia el porche y luego otro. La brisa de fuera hizo
que el cabello de su nuca se pusiera de punta. Tan cerca...

Lanzó una mirada más a la multitud, todavía no lo


habían visto Padre ni Cony, y salió por las puertas abiertas
del salón de baile.

86
Capítulo Cinco
Sin ser observado, Sebastian se apoyó en la pared
exterior del estudio de Lord Hampton. No solo finalmente
había mantenido su cuerpo bajo control y distraído de
fantasías con el intocable príncipe, había localizado a su
amigo. Sebastian miró a través de las gruesas cortinas y
puertas abiertas, intentando no reír.

El Duque de Knighton estaba en plena seducción.

87 Sentado en el escritorio, Rourke se inclinaba más cerca del


cuello de su presa y soltó su vaso. El movimiento
cautivaba. —Vamos, Bernard, ¿realmente quieres pasar la
noche hablando de ópera? —Colocó el vaso en el escritorio
junto a uno vacío.

«¿Bernard?» Sebastian se acercó para ver mejor al


compañero de Rourke. Cabello moreno oscuro, piel pálida,
1’70 de altura... Lord Bernard Kearsey.

Bernard se apartó de la chimenea mientras los labios


de Rourke aterrizaban en su mandíbula. Los ojos de
Bernard se cerraron, y una mirada de pura dicha cruzó su
rostro. —Su Gracia. —Preguntó sin aliento— ¿qué más
haremos?
—Puedo pensar en varias cosas interesantes que
hacer. —El duque empezó a desabrochar la corbata de
Bernard.

Abriendo sus ojos, Bernard tiró de su corbata pero no


se apartó. —¿Su Gracia? —Su rostro se convirtió en una
encantadora sombra carmesí—. ¿No quieres hablar sobre I
Puritani4?

—No.

—¿No?

Sebastian se mordió el labio. Todos sabían que el


Duque tenía una plaza en el teatro, pero Sebastian no
podía recordar a su amigo viendo realmente una ópera. La
plaza era solo otro lugar de encuentro.

88 Con una risa, Rourke le dio la vuelta y restregó su


barba Van Dyke5 con la desnuda mejilla de Bernard. Maldito
bastardo.

—Pero, pero... ¿qué pasa si alguien entra? —Bernard


lanzó una mirada hacía la puerta cerrada del estudio—. No
debería estar a solas contigo.

—Vamos, Bernard. Nadie lo sabrá. —La blanca corbata


se soltó, y el Duque besó el cuello de Bernard.

—Su Gracia, ¿deberías estar haciendo eso?

—¿El qué?

4
N de C: Los puritanos, es una ópera en tres actos de Vivenzo Bellini.
5
N de C: este estilo de barba debe su nombre al pintor del siglo XVII, combina una barba de chivo
afilada y un tenue bigote.
—¿Besar mi cuello así? No es apropiado. —Bernard se
apartó y puso su espalda contra la chimenea, doblándose
hacia delante torpemente donde la repisa tocaba su cuello.

Oh querido, el debutante estaba poniéndose difícil de


conseguir, lo que no era como la posibilidad de convertirse
en Duque-Consorte si eran atrapados, o muy tímido.
Sebastian decidió ayudar al pobre. El joven estaba fuera de
su liga con un calavera como Rourke.

Apartando las cortinas, Sebastian entró. —Diría,


Rourke, ¿qué tal compartir?

—¿Compartir? —chilló Bernard—. ¿Compartir qué?

Rourke gruñó. —Seb, tu oportunismo es lamentable.

Sebastian rió y se puso detrás del escritorio de roble.


89 —Para ti quizá, pero para Bernard diría que mi oportunismo
es genial.

Suspirando, Rourke sacudió la cabeza y se alejó de


Bernard. Masculló algo que sonó como: demasiado trabajo
de todas formas, —y cruzó hacia el aparador—. Necesito un
trago. ¿Seb?

—Me encantaría. Si recuerdo bien, Hampton tiene un


fino coñac en el armario bajo el decantador de escocés. —
Sebastian le tiró a Bernard su corbata.

—Umm... —Bernard miró de uno a otro. Casi con


retraso se inclinó hacia Sebastian—. Mi Lord.

Sonriendo, Sebastian le devolvió la inclinación. —Lord


Bernard, si fuera tú, escaparía antes de que se notara tu
ausencia en el salón de baile.

La boca del joven Lord cayó abierta, y miró la puerta


del estudio. —Um, por favor disculpadme, ¿Su Gracia? ¿Mi
Lord? —Se dirigió a la puerta, la abrió y salió corriendo.

Rourke le llevó a Sebastian una copa de Brandy y


cerró la puerta antes de sentarse en la silla al otro lado del
escritorio. Puso los pies sobre la otomana. —Infiernos
sangrientos, viejo. No sabría si regañarte o agradecértelo.
—Bebió de su vaso, cerró los ojos, pareciendo saborear el
momento—. ¿Cuándo los diecinueve se convirtieron en tan
jóvenes? No recuerdo haber sido nunca tan... tan... —
movió su mano despectivamente.

Probando su propio coñac, Sebastian se encogió.


Colton tenía diecinueve, y no parecía ni de cerca tan
90 inmaduro como Bernard. Sebastian dio un trago. —
¿Inocente?

—Ingenuo. —Rourke miró su vaso varios momentos—.


¿Dónde estabas antes? Me rendí con nuestra cita en el
Silver Swan.

—Trabajo. No dejé el castillo hasta la diez.

Alzando la mirada de su bebida, Rourke sonrió. —¿No


sabes que los aristócratas se supone que viven una vida de
tiempo libre?

—No soy un aristócrata, y lo sabes. —Sebastian dejó


su vaso—. ¿De todas formas, de que iba todo eso? Pensé
que preferías a tus amantes con más experiencia.
—Así era. Es. Oh infiernos, no lo sé. Estoy sumamente
aburrido. ¿No te cansas siempre de la misma vieja rutina?

Sebastian sonrió. Su vida era de todo menos rutinaria,


pero entendía lo que Rourke quería decir. Jugar y cazar
pantalones estaba empezando a perder su atractivo para
Sebastian también. — A veces.

—Hecho de menos el RSR.

Sebastian solo pretendía preguntarle a Rourke si


conocía a algún viejo compañero que estuviera buscando
trabajo. Rourke ciertamente no necesitaba el dinero, pero
quizá... —¿En serio?

—Sí, en serio. Para ser sinceros, firmaré para volver si


tengo un heredero a parte de mi primo imbécil. Si muriera
en acción, llevaría a los Knighton a la nada. —Rourke había
91 dejado el RSR cuando ambos padres y su hermano mayor
murieron en un accidente de barco mientras estaban de
vacaciones fuera del planeta, para encargarse del Ducado.

—Quizá tenga algo para aliviar tu aburrimiento, no es


tan peligroso como la RSR.

Una ceja obsidiana se alzó mientras Rourke le dio un


trago a su bebida y esperó una respuesta a su pregunta sin
formular.

—Necesito más guardias. Necesito hombres en los que


pueda confiar. Hombres con talentos como los nuestros, y
no dispongo de tanto tiempo para entrenar a mis guardias.

—¿Haciendo qué? ¿Estar alrededor del castillo


aburrido?

—No, protegiendo a la familia real, sobretodo los


príncipes, en sus salidas diarias. Sería un trabajo a tiempo
parcial. Solo durante el día. Y no cada día. Tengo la
intención de que la familia real haga un horario y que me
avisen antes de dejar el castillo. —Finalmente, ya había
hecho el pedido, y hasta ahora solo Raleigh, Steven, Rexley
y Aiden cumplían constantemente.

Rourke se bebió el resto de su coñac y movió el vaso


entre sus dedos. —¿No es como pedirle a un zorro que
vigile un gallinero?

La reputación de Sebastian no era mucho mejor que la


de Rourke, y nadie tenía problema con que él vigilara a los
príncipes. —Circunstancias desesperadas necesitan medidas
92 desesperadas. Además, si miras a uno de la manera
incorrecta, te estrangularé. ¿O quieres que te pongan
grilletes en las piernas?

Rourke se estremeció. —No particularmente. Pero


seguir a los príncipes por la ciudad no suena divertido.
Supongo que sería un cambio en el camino, pero todavía...
suena a poco.

Resoplando, Sebastian se levantó. —Créeme cuando


te digo que nunca es aburrido. Las travesuras siempre les
siguen a todas partes. Solo evita que se dañen a ellos
mismos.

Rourke también se levantó y rellenó su vaso. —No


puede ser tan malo.
Cruzando las abiertas puertas francesas, Sebastian se
apoyó contra el marco y miró las estrellas. —Te
sorprenderías, pero es suficiente decir que es una aventura
diferente con cada salida. —Las cortinas se movieron por el
viento y se envolvieron alrededor de las piernas de
Sebastian. Apartó la tela, desenredándola y poniéndola tras
él.

—Déjame pensar en ello. —Rourke se unió a él,


apoyándose en la parte del marco contraria—. ¿Cuándo
necesitas una respuesta?

—Puedes decírmelo la semana que viene. ¿Sabes


donde acabó el resto del equipo? Lo último que escuché de
Julian, es que estaba ayudando a su padre con los negocios
de embarcaciones de su familia. Eso fue hace seis meses.

93 —Vi a Julian hace unos quince días. Todavía está en el


negocio familiar. —Rourke bajó su vaso y siguió mirando
afuera.

—Ah. —Sebastian siguió su mirada al oscuro cielo.


Podía recordar noches como esa donde solo estaban él y su
equipo en kilómetros a la redonda.

—Me encontré a Benny hace tres meses. Está


trabajando en una sala de juegos como crupier. No estoy
seguro de él. Fui casi engañado en aquel momento. Según
Benny, Seabrook se casó con una encantadora chica de
Hillbourne, y están esperando a su primer hijo para
primavera.

El sonido de un crujido apartó la atención de Sebastian


del cielo llevándolo de vuelta a Regelence. Una oscura
figura al final del porche subía las escaleras. Giró la cabeza
a la izquierda luego a la derecha antes de apoyarse contra
la baranda buscando por los terrenos como si hubiera
perdido algo en los jardines. Probablemente un amante.

—¿Me pregunto quien será y a quien espera? Quizá


podríamos persuadirlo para que se reúna con nosotros en
su lugar.

Sebastian rió. —Y a mí me acusan de solo pensar en


una cosa.

—Fuiste tú quien sugirió lo de compartir.

—Solo intentaba que Bernard se asustara y se fuera.

Rourke gruñó. —Todavía no sé si agradecértelo o


94 estrangularte por ello.

—Deberías enviarme flores y algunas galletas. Bernard


es el hijo del Marqués y el Marqués-Consorte de Halstead.
Sus padres están buscando agresivamente consortes para
tres de sus cinco hijos esta temporada. —Sebastian ladeó
su cabeza, estudiando la silueta, todavía mirando al jardín,
acercándose a ellos por el porche.

Unas escaleras bajaban al suelo a unos tres metros


antes de la puerta del estudio donde estaban Sebastian y
Rourke. El hombre estaba casi en los escalones y no notó
su presencia. En las sombras, siguió mirando el césped.
Sebastian no podía ver sus rasgos, pero tenía amplios
hombros y delgadas caderas. Era bastante alto, al menos
1’80 de altura. Definitivamente estaba en buena forma.
»Bernard es uno de esos hijos a los que desean casar.
—¿Cómo sabes eso?

Sebastian sonrió. —Bernard es uno de los amigos del


Príncipe Tarren. —¿Qué estaba sacando el hombre de su
bolsillo? Ahora se estaba acercando, caminando con
decisión. Sebastian miró hacia la zona que había capturado
la atención del hombre. Había un grupo de Lords al otro
lado de los jardines a unos catorce metros. No los había
notado antes y ahora no lo habría hecho si no fuera por el
brillo de los cigarros.

El hombre en sombras descendió los escalones antes


de alcanzar el estudio. Sacó lo que fuera que buscara en su
bolsillo y lo llevó en su mano. Mientras ponía sus pies en el
césped inmaculado, la luz de la luna iluminó su hermoso y
95 muy familiar perfil.

—¡Maldición! —Sebastian se apartó de la puerta y


corrió hacia los escalones.

¡Implosiones, estrellas y condenación! Colton se tensó.


Si no estuviera tan preocupado sobre la inminente
confrontación, se habría sonrojado por la palabrota. Pero la
voz era inconfundible, y no iba a tener suficiente suerte
como para que Wentworth lo dejara pasar. Colton se giró,
sabiendo ya lo que encontraría.

Con los ojos entrecerrados y la mandíbula apretada,


Wentworth bajó corriendo los escalones.

Colton lanzó una mirada al jardín. Nunca lo hizo.


Wentworth estaba en muy buenas condiciones, y aunque
eran de alta estatura, el Vizconde era más ligero... más
rápido. Y defendía mejor su posición.

—Ni lo pienses. —Agarrando la muñeca de Colton,


Wentworth tiró.

Colton se echó para atrás pero no se puso soltar.


Polvos, Wentworth era fuerte. —Galaxias, ¿qué pasa
contigo últimamente que me maltratas? —Resopló Colton y
plantó sus talones en el suelo.

—Si hicieras lo que se supone que tienes que hacer,


no te maltrataría.

96 Alguien rió. —¿Te mentes en cosas duras estos días,


Seb?

Girando su atención hacia la nueva voz, Colton perdió


su ventaja, y Wentworth le llevó a los escalones.

Un alto hombre con cabello negro y una barba Van


Dyke se inclinaba contra la barandilla, observándolos con
una sonrisa. Era hermoso de una forma siniestra y le
resultaba vagamente familiar, pero Colton no podía
situarlo. Incluso había llamado Seb a Wentworth.

Un dolor floreció en el pecho de Colton. ¿Quién era ese


hombre? Tenía que ser alguien íntimo para llamar a
Wentworth por su nombre. No, no solo su nombre sino por
una versión acortada de él. Un apodo. Colton se tragó el
nudo en su garganta.

Para evitar que tiraran de él, Colton siguió a


Wentworth al porche. —¿Qué se supone exactamente que
crees que estás haciendo? —Dijo a través de los dientes
apretados.

—Se supone que tienes que estar dentro. Con un


chaperón. —Wentworth giró a Colton tan fuerte para
encararlo que el brazo de Colton crujió. Una mueca fue el
único reconocimiento por parte de Wentworth.

El crujido no había dolido, pero Colton se restregó el


hombro de todas formas. Miró al hombre contra la
barandilla. ¿Estaban él y Wentworth teniendo una
aventura? No parecía el tipo de Wentworth, pero de nuevo,
por lo que sabía Colton, cualquier cosa con dos piernas que
97 no se llamara Colton Townsend era el tipo de Wentworth.
Tenía que ser rápido. Debería dejarlo estar y volver dentro,
pero el orgullo le obligó a pelear.

—Tú. No eres. Mi. Guardián. —Puntualizó cada palabra


apuntando a Wentworth.

Wentworth le quitó el puro de la mano.

Oops. Colton no había pensado en lo que estaba


haciendo cuando lo usó para apuntar. No se había dado
cuenta de que era algo que no se le permitía tener.

—¿Qué...? —Todavía con el cigarro alzado, Wentworth


se apretó el puente de la nariz. Alzando su cabeza, bajó su
mano. Su mandíbula se relajó, y cuando habló de nuevo, su
voz fue normal. Casi... resignada—. Colton...

El alto hombre con la barba Van Dyke le quitó a Wentworth


el puro de los dedos.

Solo los modales impidieron que Colton preguntara


quien era el hombre y más importante, como conocía a
Wentworth. Devolviendo su atención a Wentworth, Colton
suspiró. —No necesito un chaperón. Estaré en un grupo.

Un brillo naranja iluminó medio rostro de Wentworth.


La luz desapareció tan rápido como había aparecido, y un
dulce olor a humo de vainilla perfumó el aire.

Wentworth miró a su cómplice. —¿Te importa?

El hombre fumó y se sacó el puro de entre los labios.


—Para nada. Continúa. —La sonrisa de diversión en sus
98 ojos demostraba su fingida ignorancia. Le ofreció el puro a
Wentworth.

Gruñendo, Wentworth sacudió la cabeza.

Riendo, Colton decidió que le gustaba ese hombre. —


Era mi puro.

El hombre rió. —De hecho lo era. Suplico tu perdón,


Su Alteza. —Extendió el puro hacia Colton.

No tenía ni idea de como fumárselo, pero... Colton lo


cogió.

—No lo creo. —Wentworth cogió su mano.

La calidez de su agarre envió estremecimientos por el


cuerpo de Colton. Bajó la mirada a sus manos entrelazadas
y de nuevo al rostro de Wentworth.

La esquina del labio de Wentworth se alzó mientras


miraba al ladrón de tabaco. —Eres incorregible, Rourke. —
Girándose hacia Colton, extendió su otra mano hacia su
compañero—. Príncipe Colton Townsend, conozca a Su
Gracia, el Duque de Knighton. Rourke es uno de mis más
queridos amigos.

El humor de Colton se aligeró. ¿Solo eran amigos? No


debería importar, pero ahora Knighton le gustaba más.

Cogiendo la mano libre de Colton, Knighton se inclinó


sobre ella. Presionó un beso en los nudillos de Colton y le
guiñó un ojo. —Un honor, Su Alteza.

Oh. Sonriendo, Colton bajó la cabeza. Que pícaro tan


encantador. Eso explicaba por qué le parecía tan familiar.
99 Desde su primera temporada, Colton había escuchado
cotilleos sobre el Duque de Knighton. El duque tenía peor
reputación como libertino que Wentworth. —Un placer
conocerlo, Su Gracia.

En lugar de soltar su mano, Knighton lo miró más de


cerca, haciendo que Wentworth lo soltara. Extendiendo el
puro de nuevo, preguntó: —¿Quieres esto de vuelta? Es
muy bueno.

Colton rió por el encanto en los ojos de Knighton.

Gruñendo, Wentworth puso una mano en el hombro


de Colton. Tiró de él hacia atrás, y Colton se tropezó hacia
él. —No, no lo quiere. Tíralo.
Colton se estremeció al sentir el pecho de Wentworth
en su espalda y la suave respiración junto a su oreja. No lo
pudo evitar... cerró los ojos y se apoyó en el cálido cuerpo
tras él.

—Hmm...

Abriendo sus ojos, Colton se apartó.

Knighton tenía su cabeza inclinada, mirado sobre el


hombro de Colton. Cuando atrapó la mirada de Colton,
sonrió y le guiñó el ojo.

¡Vaya! «¿En qué había estado pensando?» Colton


necesitaba encontrarse con Edmund, Roth, el Sr.
Fareweather y Lord Francis. Había perdido casi diez
minutos discutiendo con Wentworth. —Fue bueno
conocerte, Su Gracia, pero necesito irme. Tengo que

100 encontrarme...

—No. —La voz de Wentworth era suave pero firme.

El tono no iba bien con los planes de Colton, pero tenía


que intentarlo. Se giró para encarar a su oponente. —
Pero...

Wentworth sacudió la cabeza y miró hacia el granero


donde los hombres estaban reunidos. —No puedes ir allí.
Grupo o no, no es adecuado. Tus padres tendrían mi cabeza
si lo permitiera.

—Entonces ven conmigo. Tú... —miró a Knighton en


busca de ayuda— y Su Gracia podéis acompañarme. —No
es que quisiera que Wentworth observara todos sus
movimientos, pero Colton necesitaba ir.

Knighton sonrió. —Por favor, Su Alteza, llámame


Rourke.

Wentworth gruñó. Sonaba más áspero y amenazador.

Ignorándolo, Colton sonrió. —Entonces deberías


llamarme Colton.

Rourke bajó su cabeza en agradecimiento y se enfocó


en Wentworth. —Vamos, Seb, acompañémoslo con sus
amigos. Seremos sus chaperones. —Fumó de su puro y le
ofreció su brazo a Colton.

Colton extendió la mano hacia el brazo de Colton, pero


Wentworth llegó primero. Apartó la mano de Colton.
Colocándola en su antebrazo, se giró hacia Rourke. —No
101 somos los chaperones adecuados.

La oportunidad de Colton se le iba. Tenía que hacer


entender a Wentworth cuan importante era esto. Quizá si
apelaba al jinete en él... —Gareth Fareweather tiene
cotilleos sobre los caballos de la subasta en Tattersalls de
mañana. Por favor...

Wentworth suspiró. —¿Quieres ir allí porqué quieres


aprender algo de caballos?

—Sí. —¿Por qué más querría ir Colton?—. El año


pasado Roth recibió un buen consejo de Fareweather que le
permitió comprar un caballo mejor del que inicialmente
quería.

—¿Qué tal si envío a Knighton a encantar a tus amigos


y que consiga la información? ¿Eso sería aceptable?

Colton miró al brillo de cigarros. ¿Qué pensaría el


grupo si no iba? ¿Qué parecería si enviara a alguien más?

Un dedo bajó por el centro de la frente de Colton.

Apartado de sus pensamientos, se encontró con la


mirada de Wentworth. Wentworth le sonrió. Era la sonrisa
más genuina que Colton había visto en años. Colton casi
podía hacer el tonto al pensar que realmente le gustaba a
Wentworth.

—Si piensas más, tendrás una apoplejía. —Tocó la


mejilla de Colton antes de apartar sus dedos—. Por favor.
Si alguien puede conseguirte información, es Rourke.
Déjame llevarte de vuelta al salón de baile. —Su mirada
barrió el rostro de Colton, quedándose en sus labios.

102 Estaban allí de pie mirándose el uno al otro, y su


estómago se movió. Casi podía sentir esos duros y firmes
labios en los suyos. La presión de la lengua de Wentworth.
La locura de esa mañana volvió, pero ya no parecía una
broma o un castigo.

Una nube de humo los rodeó, dándoles un momento


de sensaciones surrealistas. Colton quería repetir lo de esa
mañana más de lo que quería su siguiente respiración.

Wentworth se acercó.

—Ejem. —Rourke cogió el otro brazo de Colton—. Mala


idea, Seb. Si él es visto contigo a solas, su reputación
estará hecha jirones. Os acompañaré a ambos al salón de
baile, luego puedes ir a conseguir los cotilleos de los
amigos de Colton. —Devolvió el puro a su boca y fumó—.
Colton y yo te esperaremos mientras bailamos.

Pasándose la mano por el pelo, Wentworth gruñó. —


Claro. Ambos lo escoltaremos, entonces ambos iremos a
hablar con el Sr. Fareweather. No habrá baile. Creo que
Colton dijo que Roth estaba por allí. Ya que conoces a Roth,
puedes manejar las presentaciones. —Wentworth empezó a
caminar—. Colton, me gusta el lugar que marcaste para los
establos hoy. Creo con seguridad que será una buena
localización.

—¿Sí? —preguntó Colton.

—Sí. —Wentworth pensó en como proteger el lugar y


en otras cosas sobre seguridad.

103 Colton escuchó encantado, la sorprendente aprobación


de Wentworth, mientras volvían al porche hacia las puertas
francesas abiertas.

La música se hizo más fuerte. Aunque ambos hombres


caminaban a su lado, Colton solo era consciente de
Wentworth. Como el pantalón del Vizconde se restregaba
con el suyo, como sus pasos encajaban. Los músculos de
sus antebrazos eran rocas sólidas bajo la palma de Colton.
¿Qué significaba este nuevo y gentil Wentworth? ¿Habría
besado a Colton de nuevo si Rourke no hubiera
interrumpido? ¿O Colton solo había apelado al amor de
Wentworth por los caballos?

Su estómago estaba hecho nudos. Estaba perdiendo


de vista su meta. La meta era la subasta de mañana, no la
atención de Wentworth. Quizá iría dentro y le diría a Cony
que tenía dolor de cabeza. Necesitaba pensar.

—Entonces. ¿A qué hora debería ir mañana para mi


turno? —inquirió Rourke.

«¿Turno?» Colton frunció el ceño. «¿De qué hablaban?»

—¿Por qué tengo la sensación de que me voy a


arrepentir de haberte ofrecido trabajar para mí? —preguntó
Wentworth.

Rourke se encogió, y apareció la sonrisita que Colton


estaba empezando a sospechar que era traviesa. —No
tengo la menor idea de lo que hablas, viejo. —A Colton le
dijo: —Seb me contrató para ser un Guardaespaldas Real.
—Apagando el puro en la puerta de la mansión, Rourke

104 soltó el brazo de Colton. Se inclinó y puso el puro en su


bolsillo del chaleco—. Buenas noches, Colton. Quizá te
acompañe a Tattersalls mañana.
Capítulo Sesis
Enero 14, 4831: Castillo Townsend.

—Informe de turno.

Buenas galaxias, ¿podía un hombre hablar más alto?


Sebastian intentó ignorar el martilleo en su cabeza.

Rourke entró al castillo, saludando a Thomas, el


105 asistente del mayordomo, cuando iba a cogerle el abrigo al
Duque, sombrero y tarjeta de visita. El bastardo se veía tan
bien como la lluvia. —¿Qué está mal contigo?

—A parte de la banda de percusión que practica en mi


cabeza, no sé a qué te refieres. —Él y Rourke, ambos,
bebieron demasiado anoche, pero aparentemente Sebastian
era él único que lo estaba pagando esa mañana.

Los labios de Rourke se curvaron. —Son los puros.


Evitan que te des cuenta de lo mucho que has bebido.
Necesitas fumar más.

—No, gracias. —Sebastian nunca había sido


demasiado fumador. Era raro que fumara puros, nunca
pipas o cigarros, y ahora recordaba por qué—. ¿Recuerdas
todo lo de anoche?

Quitándose el abrigo, Rourke lo dejó sobre su brazo y


se quitó el sombrero. —Eso creo. ¿Qué crees que Colton
encontrará más interesante?

—Probablemente lo de que el superior del Sr.


Fareweather vende una de sus yeguas la semana que
viene. Colton tiene un buen semental pero no tiene yeguas
con buen pedigrí que yo sepa. —Pero Sebastian no sabía
que Apollo venía de una línea de sangre impecable hasta
ayer.

Se escucharon pasos en la entrada. —Oh, Sebastian,


ahí estás.

Girándose, Sebastian se encontró con el Rey que

106 bajaba las escaleras con su abrigo puesto, su sombrero


bajo el brazo y sus guantes en su mano. —Buenos días,
Steven.

Steven bajó el último escalón y se unió a ellos en el


vestíbulo. Poniéndose los guantes, se paró delante de
Knighton.

Rourke se inclinó profundamente. —Su Majestad.

Steven alzó su mandíbula. —¿Knighton? ¿Qué te trae


por aquí esta mañana?

—Seb me ha ofrecido un trabajo.

Steven miró a Sebastian luego a Knighton. Sus ojos se


ampliaron, y asintió. —Oh sí. Eso está bien. Estabas en el
RSR con Sebastian antes de que heredaras el título. Es
bueno tenerte con nosotros, Su Gracia. —Poniéndose el
otro guante negro, Steven sonrió a Knighton—. Sabes que
no es algo normal que trabaje alguien de tu rango, ¿no?

Rourke le sonrió al Rey. —Ah, pero prefiero crear mis


propias tendencias a seguirlas.

—En otras palabras, haces lo que quieres. Un hombre


como yo. —Steven miró alrededor del vestíbulo—. Es bueno
tenerte con nosotros, Knighton.

Thomas entró corriendo con el bastón de Steven. Era


el de caoba que Sebastian le había comprado para Navidad
con una espada en el interior.

Poniéndose el sombrero, Steven cogió el bastón del


asistente y devolvió su atención al Duque. »Creo que estás
107 bien. No eres viejo ni gordo.

—Steven. —Sebastian rió y deseó no haberlo hecho.


Oh mi cabeza. Se apretó las sienes con el pulgar y el dedo
corazón de la mano derecha.

—¿Qué? —Steven preguntó con una cara seria—. No lo


es. Es agradable a la vista. —Ajustándose el sombrero, le
dio a Sebastian una de esas miradas que decían que Steven
sabía exactamente la respuesta, pero preguntaba de todas
formas—. ¿Qué está mal con tu cabeza?

—Se excedió en el baile de los Hampton.

Sebastian gruñó. —Gracias, Lord Soplón. —Devolvió


su atención a Steven a tiempo de verle sonreír—. Pensaba
que eran puros.

La sonrisa de Steven creció. —Colton olía como a


humo de puro cuando entró diciendo que tenía dolor de
cabeza anoche. No sabrás nada de eso, ¿no? —Su sonrisa
había desaparecido, pero las líneas de la risa de sus ojos
permanecieron.

—Salió afuera a hablar de algo de los caballos, y lo


intercepté en el porche. —Sebastian alzó la mano,
esperando que estallara la explosión—. Pero solo intentaba
conocer los cotilleos de la subasta de hoy. Rourke y yo lo
enviamos de vuelta a dentro y fuimos en su lugar. Nunca
estuvo en peligro. —Eso era cuestión de opiniones. Había
sido una suerte que Sebastian se hubiera encontrado con
Colton y lo hubiera llevado de vuelta a salvo. Pero
Sebastian no quería meterlo en problemas.

108 —Muy bien. Mientras esté contigo sé que está en


buenas manos. ¿Conseguiste los cotilleos? —preguntó
Steven.

—¿Lo dudas? Somos del RSR. —Resoplando, Rourke


se las arregló para verse aburrido—. Por desgracia, no
llegamos a la tortura. Pero hay un hoy, sin embargo. Quien
sabe lo que se tendrá que hacer cuando finalmente yo
escolte al Príncipe Colton a Tattersalls.

Sebastian apretó sus dientes, y un dolor apareció en


su rostro. Maldita resaca. No iba a dejar a Rourke cerca de
Colton. El flirteo entre ambos anoche había puesto a
Sebastian en su límite. Duque o no, Rourke no era lo
bastante bueno para Colton. —Hablaré con Colton hoy
antes de enviar...

—Tonterías. —Steven agarró el brazo de Knighton y


tiró de él hacia la puerta—. Puedes venir conmigo a la
mercería, y Sebastian escoltará a Colton y Dalton. Puedes
contármelo todo sobre como tú y Sebastian conseguisteis
los cotilleos de esos aficionados a las carreras. —Mientras la
puerta principal se abría para ellos, el sonido de más pasos
llenó el vestíbulo.

—Eso no es necesario. Puedo... —Sebastian lo dejó


cuando se hizo notorio que nadie le escuchaba. No quería ir
a la subasta.

Poniéndose el sombrero, Rourke se apresuró con su


abrigo. —Dirige el camino, Su Majestad. —Se detuvieron
fuera de la entrada una silueta de pie contra la mañana
gris.
109 Inclinándose para susurrarle algo a Rourke, Steven se
despidió con la mano.

Alzando su mano, Sebastian se tensó al escuchar un


sonido de botas en el mármol tras él.

Steven y Rourke lo miraron y continuaron hablando


bajito.

La puerta se cerró, bloqueándolos de la vista. Si


Sebastian no lo supiera mejor, juraría que estaban
hablando de él. Girándose hacia la escalera, se restregó la
frente. Había deseado mantenerse ocupado, pero de alguna
forma nunca imaginó que estar ocupado incluiría ser el
guardaespaldas personal de Colton.

Anoche en el baile de los Hampton Colton le había


mostrado a Sebastian un lado suyo que lo hizo incluso más
atractivo. El completo abandono con lo que buscaba ganar
introduciéndose en el mundo de las carreras era tentador.
Estaba encontrando su camino en el mundo, haciendo sus
propias elecciones a pesar de las consecuencias. No
muchos hombres eran tan valientes. La mayoría seguía a
otros, dejando que la opinión popular dictara sus acciones.
De alguna forma, Colton siempre había forjado su propio
camino, pero anoche algo cambió. Mostró una madurez que
no había mostrado antes. No había habido pataletas
infantiles cuando no consiguió lo que quería. Pensando en
ello, Colton había conseguido lo que quería, más o menos.
La información que buscaba había sido obtenida.
110 Uno junto al otro, Colton y Ashbourne bajaron las
escaleras. Ambos estaban vestidos con abrigos negros y
sombreros. Los dos hombres superaban el 1’80 de altura
por unos cuantos centímetros y poseían encantadores
físicos atléticos. Pero ahí era donde acababan las
similitudes. No solo los hombros de Colton eran más
anchos, sino que eran como la noche para el día respecto a
los de Ashbourne. El cabello oscuro de Colton y su
complexión eran acechadores e intocables allí donde la
imparcialidad de Ashbourne era genial. Los ojos de Colton
estaban diferentes esta mañana, dándole una apariencia de
indolencia. Se veía... camable6.

—Buenos días, Wentworth. —Colocando su bastón en

6 N de T: La autora inventa una palabra, para decir que está como para meterlo en la cama.
el suelo delante de él, Ashbourne inclinó su cabeza.

La fresca esencia de fuera se aferraba a la esencia de


Colton en la nariz de Sebastian mientras Colton se ponía al
otro lado de Sebastian. —Buenos días, Wentworth.

Sebastian suspiró. Demasiado para su plan de enviar a


Colton y Ashbourne hacía su camino con dos guardias. —
Thomas, por favor dame mi abrigo, guantes y sombrero.
Acompañaré a Lord Colton y Lord Ashbourne a Tattersalls.

Steven se sentó en el deslizador y consideró a Rourke,


que estaba sentado delante de él. Steven estaba bastante
seguro de que se había encontrado con un co-conspirador,
111 pero no estaba preparado todavía para confiarse al hombre.

—Entonces... ¿Sebastian es uno de tus mejores


amigos? —Steven puso el bastón entre sus pies y colocó
sus manos en el mango.

Colocando su sombrero en el asiento junto a él,


Knighton sonrió. —Lo es. Conseguimos nuestras comisiones
al mismo tiempo y nos entrenamos en la RSR juntos.

La puerta del deslizador se cerró, y empezaron a


moverse.

Eso no había sido muy revelador, y el tiempo era


esencial. Steven verdaderamente había planeado visitar la
mercería, pero las cosas habían resultado demasiado bien.
Había sido capaz de juntar a Sebastian y Colton. Ahora
quería ver si sus esfuerzos se verían recompensados.
¿Cómo podía conseguir más del Duque sin revelar más?
Sus esfuerzos no servirían para nada si Knighton se lo
contaba a Wentworth—. Gracias por ayudar a Sebastian
con Colton anoche. Me temo que el chico puede ser difícil
de tratar.

Una esquina de la boca de Knighton se curvó, y sus


ojos se entrecerraron. Era una sonrisa siniestra pero al
mismo tiempo llena de diversión. —No fue difícil. Al
contrario, lo disfruté.

¿Quién habría pensado que un hombre tan joven


tendría líneas de risa en sus ojos? Solo estaba al final de
sus veinte.

—¿Oh? —Steven se inclinó hacia delante.


112 —Mmm... —Knighton se inclinó hacia atrás. El otro
lado de su labio se alzó. Miró por la ventana y empezó a
reajustarse su abrigo.

«Oh, el granuja. Está jugando conmigo» Steven casi


ríe. En su lugar golpeó al hombre en la espinilla con su
bastón. —Ya basta, Knighton.

La sonrisa de Knighton permaneció en su lugar. Sus


oscuros ojos brillaban con buen humor mientras encontraba
la mirada de Steven. —Buen trabajo allí. Sabía que mi
oferta de llevar a Colton a la subasta le haría caer en la
trampa, pero jugaste bastante bien. Bien hecho, Su
Majestad.

—Oh, bah. Llámame Steven. Si vas a acompañarme


ahora y de nuevo. —Steven sonrió—. Ahora habla.

Knighton rió. —Entonces, por favor llámame Rourke.

Rourke era el apellido familiar de Knighton. —¿No tú


nombre? —Su nombre era Hugh si Steven no estaba
equivocado.

—Odio mi nombre.

Hugh no era un mal nombre, pero lo que fuera.


Cuando Steven se tocó el mentón aceptándolo, Rourke
continuó.

»Anoche noté la obvia aunque reluctante atracción de


Seb por tu hijo. No quiere sentirse atraído por Colton.
Lucha contra ello. Y Colton, un joven encantador tu hijo,
está bastante loco por Seb. Creo que son perfectos el uno
113 para el otro, si no te importa que lo diga.

Steven se puso muy feliz. Sonrió tanto que le dolieron


las mejillas. —¿Puedes mantener un secreto?

—Por supuesto. Era parte de mi descripción de trabajo


en la RSR. —Rourke alzó las cejas—. ¿Hablamos de
Seguridad Nacional?

—No. Vida o muerte. Si Raleigh lo descubre me


matará.

—Entonces mis labios están sellados. Después de todo


he jurado proteger a mi Rey.

Steven se aguantó la risa. —Bien. —Alzando su


bastón, Steven tocó el techo y mantuvo sus ojos pegados al
hombre frente a él—. A Tattersalls. Aparca a una manzana7
de distancia.

Los labios de Rourke se curvaron, pero no dijo nada.

—Vamos a una misión de espionaje. Porque estoy de


acuerdo contigo. Wentworth y Colton están hechos para
estar juntos se den cuenta o no. ¿Quizá pueda contar con
tu ayuda para que se den cuenta?

—Absolutamente. —Rourke extendió su mano. Cuando


Steven la estrechó, continuó—. Le debo una a Seb. Merece
ser feliz, y me culpo a mí mismo por no haber intentado
más duro el convencerlo de que no se casara con el
Vizconde.

Habiendo conocido a Sebastian durante diez años,


Steven ya había supuesto que Sebastian y su esposo no
114 habían sido del todo compatibles.

Steven y Rourke siguieron hablando hasta que el


deslizador se detuvo y se abrieron las puertas. —Estamos
en tu destino, Su Majestad. La casa de la subasta está
aproximadamente a ciento veintidós punto cinco metros a
la derecha.

—Gracias. Espéranos aquí, y si alguien pregunta, no


estábamos aquí, —dijo Steven.

—Muy bien, Su Majestad.

Agarrando su sombrero, Rourke salió primero del


deslizador. Se levantó, bloqueando el camino de Steven,
miró alrededor luego se giró y extendió una mano. —

7
N de C: en otros países se denominan cuadras.
Steven. —De alguna forma parecía más alto que antes. O
quizá Steven no lo había notado. Rourke era un hombre
grande, fácilmente del tamaño de Nate.

—Gracias. —Steven bajó los escalones—. ¿Hechas de


menos el servicio? ¿Qué eras? ¿Teniente?

—Sí y sí. Seb era nuestro Comandante de equipo. —


Rourke se mantuvo tras Steven, escaneando la zona sin ser
obvio—. Las misiones de la RSR eran el puro infierno en
ocasiones, pero era ajetreado. Dale a un hombre un
verdadero sentido del orgullo para saber que sobrevivirá a
ello. —Había un brillo en los ojos del Duque—. Fui
ascendido de Teniente a Comandante y estuve a cargo del
equipo de Seb cuando se fue.

—Te gustaba servir a tu planeta. —Steven había visto


115 el orgullo en muchos militares de Regelence. Le
enorgullecía y le daba humildad al mismo tiempo. Era una
sensación increíble ser parte de Regelence, ser capaz de
llevar bien alto el planeta y su patrimonio vivo y floreciente.

Rourke asintió. —No me habría retirado de la Marina


de Regelence si mi familia no hubiera muerto.

—Siento lo que pasó. Tu padre era un buen hombre.


Siempre podía contar con él. —Knighton era un viejo título
con una orgullosa historia. La familia Rourke siempre había
apoyado a la Corona.

Sonó un trueno, y el frío viento silbó a través del


callejón por el que pasaron.

Atrapando su sombrero para que no saliera volando,


Steven echó su cabeza atrás para ver las nubes.
Definitivamente estaban más oscuras que cuando había
salido del castillo. ¡Vaya! —No pensé en traer un paraguas.
—Estaba tan preocupado con su sombrero que se le escapó
el bastón de los dedos y aterrizó en el suelo. Antes de
poder girarse, Rourke se había inclinado para coger el
bastón.

Steven esperó, observando al Duque. Dioses, tenía


una buena espalda. Sebastian se lo había tomado en serio
cuando Steve le dijo que quería a un macizo.

Por el rabillo del ojo Steven vio algo moverse. Giró su


cabeza.

Un hombre vestido con un abrigo marrón y un sombrero


estaba detrás de ellos. El hombre se encontró con la mirada
116 de Steven e inmediatamente se detuvo en el callejón. El
hombre debía estar esperando a un amante. O a una
prostituta.

—Aquí tienes. —Rourke le pasó el bastón. Un poco


más bajito dijo: —Está detrás nuestro desde que dejamos
el deslizador. Puede ser solo coincidencia.

Steven parpadeó. «¿Rourke ya sabía del hombre?» —


Estoy impresionado. Eres muy bueno.

Rourke sonrió. —Es mi trabajo. Además, no dejas la


RSR sin una buena dosis de precaución y una pizca de
paranoia.

Steven rió. Raleigh, Nate y Sebastian también eran


así. Los tres hombres siempre parecían conscientes de sus
alrededores sin siquiera mirar. Al menos Steven no los veía
mirar. —Me siento como si conociera al hombre, pero no
puedo situarlo. —Steven cogió su bastón y apuntó hacia la
casa de la subasta—. ¿Vamos?

—Después de ti. Debe de ser alguien a quien hayas


visto en un baile o algo. Ahora no está detrás nuestro. —
Caminaron unos pocos metros más, y Rourke se detuvo en
la esquina—. ¿Cómo quieres hacer esto? No podemos dejar
que nos vean. Si Seb descubre lo que tramamos, me
estrangulará. Y la galaxia sabe que ya tiene demasiada
mierda contra mí para... Ahem. Suplico tu perdón.

Steven rió. —Está bien. Estoy seguro que también


conmigo, y no quiero que se enfade y se chive a Raleigh.
¿Qué cotilleos conseguisteis tú y Seb anoche?

117 —No mucho. Sebastian parecía pensar que Colton


querría guardar su dinero hasta la semana que viene
cuando el superior del Sr. Fareweather ponga a la venta a
algunas buenas yeguas.

—En ese caso, vamos atrás. Conociendo a Colton, si


no está comprando, estará vagando por los establos. Ese
chico siempre ha preferido a los caballos antes que a las
personas.

Se acercaron a Tattersalls, y las primeras gotas de


lluvia empezaron a caer. Para cuando alcanzaron los
establos estaba empezando a caer una llovizna firme.

Justo como predijo Steven, Colton y Wentworth


estaban fuera bajo ella, cerca de los establos con los
animales. Colton caminaba mirando los caballos mientras
Sebastian mantenía su paso a unos metros de distancia.
Ashbourne no estaba a la vista.

Rourke metió a Steven en una cuadra vacía y puso un


dedo en sus labios. —Tenemos que tener mucho cuidado o
Seb nos notará. Sígueme. —Antes de que Steven pudiera
asentir, Rourke bajó el sombrero de Steven sobre sus ojos,
hizo lo mismo con el suyo y se giró. Agachándose, miró por
la puerta de la cuadra y señaló a Steven que lo siguiera.

Steven salió de allí tras Rourke.

Continuaron mientras Colton exploraba y Sebastian


miraba la lluvia, pellizcándose el puente de su nariz.

Infiernos sangrientos, no podían hacer nada con tanta


distancia entre ellos. Ni siquiera estaban hablando. Steven
118 frunció el ceño. Estaban casi solos. ¿Entonces por qué
Sebastian tenía que ser tan honorable? Se suponía que era
un calavera. ¡Maldición!

La espalda de Rourke se tensó, y giró en la esquina.


Cuando estuvo allí, se llevó el dedo a los labios de nuevo y
le indicó a Steven que le siguiera.

Steven asintió y siguió a Rourke por otra esquina.


¿Adónde iban? Iban en dirección contraria a Colton y
Sebastian. El vello de los brazos de Steven estaba de punta
a pesar del pesado abrigo. Algo no estaba bien.

Mientras rodeaban el siguiente compartimento, Rourke


se detuvo. Extendió una mano tras él.
Steven se congeló. Ahora estaban al otro lado del
compartimento del que habían empezado, mirando la
dirección opuesta.

Rourke ondeó su mano hacia delante y se escabulló al


fondo del pasillo.

Steven lo siguió de cerca. A la señal de la mano del


Duque, Steven siguió a Rourke y miró por entre la madera
con él.

El mismo hombre que estaba en el callejón estaba en


mitad de los establos mirando alrededor como si buscara
algo, o mejor dicho a alguien.

Estaba acechando a Steven y Rourke.

119
Capítulo Siete
Casa de Subastas Tattersalls, centro de Classige,
Pruluce.

Tan pronto como Sebastian y Colton salieron del


deslizador y bajo la cubierta zona junto al edificio de la
subasta que se dirigieron a los establos, la lluvia había
empezado con fuerza. El lugar olía a heno húmedo. Pero
120 por suerte, la tormenta significaba menos clientes, y los
que iban a ir hoy, incluyendo a Ashbourne, ya estaban
dentro en el edificio de la subasta.

Habiéndose encontrado con algunos amigos de la


Marina, el joven Conde había abandonado a Sebastian y
Colton tan pronto como Colton le dio el asentimiento de
aprobación al caballo castrado por el que quería pujar. Se
suponía que sería un tipo de chaperón para Colton, y Colton
para él, pero en una reunión pública, Sebastian no estaba
demasiado preocupado por ello. La reputación de Ashbourn
de todas formas era dudosa. A un caballero soltero se le
permitía ir sin chaperón con sus amigos, mientras
estuvieran a la vista pública. Algunos padres lo permitían,
pero era perfectamente aceptable. Y aunque no había
mucha gente, él y Colton estaban en público.

Pasaban el tiempo mirando lo que estaba a la venta.


Hasta ahora el único caballo excepcional que habían visto
era el caballo por el que Ashbourne tenía intención de
pujar. La paz y la tranquilidad le hacían maravillas al dolor
de cabeza de Sebastian, pero estaba engañando a la
mente. Había tenido ya dos veces esa sensación en la nuca,
la sensación de alguien-está-observándome, y no había
nadie cuando investigó.

—¿Wentworth?

Esta vez cuando un estremecimiento le recorrió la


espalda y la ansiedad se asentó en su estómago, fue por
Colton. —¿Sí? —Casi temeroso de lo que encontraría, se
121 giró y apartó la mirada de la lluvia del exterior.

Colton miró un corral y se sacó el sombrero. —


Aguántalo por favor. —Le ofreció el negro sombrero sin
apartar la vista del compartimento del establo.

Cogiendo el sombrero, Sebastian se unió a él en la


puerta. — ¿Por qué?

—Porque no me gusta el modo en que brinca. —


Todavía, Colton no se giró.

«¡Joder!»Se suponía que no podían tocar la mercancía


sin un entrenador o el propietario presente. —Colton...

Antes de que Sebastian pudiera detenerlo, Colton


abrió la puerta y entró. Extendiendo la mano, se acercó al
semental y le habló con una inflexión mucho más suave y
profunda que su habitual tono de voz. Eso calentó a
Sebastian de dentro a fuera. «¿Cómo sería escuchar esa
voz susurrando en el oído?» «¿La suave y cálida respiración
en su mejilla?» Era la voz de un amante.

«Maldición»Ahí iba de nuevo, pensando en cosas que


no podía. Sacudió la cabeza para aclarársela y deseó no
haberlo hecho. El dolor empeoró con el movimiento. »¿Qué
estás haciendo?

El hermoso caballo negro salió del compartimento,


pero sus orejas estaban hacia delante. Según Colton, el
caballo llevaba su pata delantera cerca de su parta de
atrás. Su postura era torpe, y la mayoría del peso estaba
en las patas de atrás. Había unos envoltorios azules que
cubrían sus espolones delanteros, y botas negras cubrían
122 sus pezuñas delanteras. La mayoría de los entrenadores
envolvían las cuatro piernas para viajar. Quizá este caballo
tenía una herida en sus patas delanteras.

—No permanecerá recto. ¿No lo encuentras extraño?


—Colton se detuvo a un pie del semental—. Vamos, cariño.
No te haré daño. Solo quiero echar una mirada.

Sebastian miró el cartel temporal junto al


compartimento. Razzle Dazzle un Paseador de Plantaciones
de cinco años. Su forma de andar incluye: Paseo, Galope,
Medio Galope y Paso lento. Propiedad del Sr. Barnaby
Plume.

Fantástico. Barnaby Plume era el heredero del


Vizconde de Leith. Sebastian se restregó la frente. Su dolor
de cabeza había vuelto con más fuerza.

El semental hociqueó la mano de Colton.

—Vamos, Colton, sal de ahí. Sus patas no son


problema nuestro. Es un paseador. Eso probablemente sea
normal. Es para paseos tranquilos. Probablemente está
tenso por su entrenamiento. —Si alguien los veía...
Sebastian miró alrededor. Estaban en el centro de un
pasillo que formaba una intersección. Había un caballero al
final del mismo y el chico del establo en la otra esquina.

—No deberías brincar así cuando estás en el establo,


¿verdad, chico? Eres un buen chico.

Le bajó un hormigueo a Sebastian por la espalda.


Maldición, ese murmullo de Colton era suficiente para hacer
123 que un hombre se volviera líquido por dentro. Parecía estar
funcionando también con el caballo. A pesar de la agitación,
aceptó las atenciones de Colton. Parecía que le dolía
mantener su peso en una pata por demasiado tiempo. Dejó
a Colton notar algo como eso.

El semental exhaló con dificultad cuando Colton


ahuecó su espolón y alzó su pata para inspeccionarla.
Desabrochó la bota de cuero y la tiró. —Shhh... Está bien,
bonito. —Su boca se movió y se le arrugó la frente.
Entrecerró los ojos—. Hay un clavo en la pared de la
pezuña. No tiene herradura.

—¿Qué? —Sebastian se inclinó sobre la puerta,


intentando ver mejor—. ¿Por qué haría alguien eso? Sería
como si alguien le metiera un clavo entre la uña y el pulgar.
Ouch.

Colton puso de nuevo la pata del caballo en el suelo y


lo acarició una vez más. —Para hacer que alce más las
piernas delanteras. Normalmente tienen más cuidado para
ocultarlo. —Agachándose, bajó el envoltorio del espolón del
caballo—. No veo ningún producto químico, pero no soy un
experto. Para ser honesto, nunca había visto a un Paseador
de Plantaciones. Solo he leído sobre ellos. —Los Paseadores
no eran comunes en Regelence.

Este era el caballo de Plume. «Aparentemente de tal


padre, tal hijo» ¿Quién sabía que la brutalidad era un rasgo
genético? —Vi uno hace unos diez años. Wentworth me
llevó a una exhibición de caballos pequeños después de que
nos casáramos. —Había una yegua marrón que había

124 impresionado a Sebastian. Su trote no había sido tan


pronunciado como el de los otros caballos. Se veía natural y
elegante. Los otros solo parecían raros—. Pero me temo
que no sé mucho sobre ellos. ¿Por qué alguien usaría
químicos con ellos?

—Por la misma razón. Les hace daño, y alzan sus


patas, intentando mantener el peso fuera de sus patas en
un periodo más largo de tiempo. —Alzándose, Colton
acarició al semental y miró a Sebastian. Los ojos de Colton
tenían lágrimas en las esquinas. Su boca apretada en una
fina línea.

Sebastian entendió su enfado. Lo compartía. Hizo que


sus entrañas se apretaran, pero no era su caballo.
«Maldición, ¿cuándo mantener a Colton feliz se había
vuelto tan importante?» Anoche, Sebastian quería borrar el
dolor de Colton, y hoy no era diferente. Lo único que ambos
compartían eran los caballos. Sebastian entendía el deseo
de Colton de trabajar con caballos. Era algo que también él
había amado.

—Encuentra al chico de los establos.

Un trueno se escuchó en los establos, la lluvia se había


convertido en un aguacero.

Con un resoplido profundo, el caballo caminó hacia un


lado. Golpeó a Colton y le hizo perder el equilibrio.

Las heces pequeñas crujieron bajo el suelo, y el


125 semental relinchó.

—Tranquilo, chico. —Colton se agarró a la pared.

Jadeando, Sebastian abrió la puerta. —Sal de ahí. —Ya


vería que haría con el caballo cuando se pusiera a salvo del
peligro. Mientras abría la puerta, ofreció su mano.

Colton se puso derecho y fue a cogerla pero se enfocó


en algo más allá de Sebastian. —Hey. Chico. —Movió su
dedo—. Ven.

Sebastian miró tras él.

El rubio chico de los establos que había estado en la


otra esquina se acercó balanceando un cubo. —¿Sí, Mi
Lord?
—Me gustaría que encontraras unos alicates o algo
para sacar clavos. —El tono regio de Colton no permitía
discusiones, pero el chico no reaccionó de inmediato.

Cambió su peso de un lado a otro y se puso el cubo


delante, agarrándolo con ambas manos. Se mordió el labio
inferior y lanzó una mirada a Sebastian. —¿Mi Lord? Ese es
el caballo del Sr. Plume.

—Escuchaste a Su Alteza. Ve. Y localiza también a un


veterinario.

Con los ojos ampliados, el chico se inclinó hacia


Colton. —Ahora, Su Alteza. —El cubo cayó al cemento con
un ruido, y se fue. Se detuvo, se giró y se inclinó hacia
Sebastian—. Mi Lord. —Luego giró la esquina corriendo.

Sonriendo, Sebastian cogió el brazo de Colton cuando

126 volvió al semental. —Supongo que no te reconoció al


principio.

Colton apretó sus labios de nuevo. —Quiero este


caballo.

Sebastian tiró de él. —Vamos.

Perdiendo el paso, Colton tropezó hacia Sebastian.

Sebastian rodeó con sus brazos al joven para evitar


que cayera y casi aplasta el sombrero en su mano. El
sonido de la tormenta escondió el jadeo de Colton, pero su
boca con forma de corazón formó una O. Sebastian quería
reclamar la boca una vez más. Para saborear la inocencia y
el entusiasmo de Colton. «¿Por qué últimamente no podía
sacarse a este hombre de la cabeza?»

Mientras el cálido y duro pecho se presionaba contra el


suyo, un trueno retumbó y pasos se hicieron más fuertes.
«Gracias galaxias» Apartó a Colton de él.

—Mi Lord. —El chico del establo se inclinó y le tendió


un par de alicates—. ¿Esto servirá?

—Sí, gracias. ¿Cómo te llamas, chico? —preguntó


Sebastian.

—Jimmy, Mi Lord. —Mirando entre Sebastian y Colton,


el chico se inclinó.

—Gracias, Jimmy. —Sebastian cogió la herramienta—.


Ahora, ve a buscar un veterinario.

127 —Sí, Mi Lord. —Jimmy salió disparado.

Colton se hizo con los alicates. —También


necesitaremos mirar la otra pezuña. Sospecho que
encontraremos lo mismo.

Sin duda. Sebastian siguió a Colton dentro y colocó


sus sombreros en los ganchos. Movió sus dedos. —Déjame
sacarlos. Habla con él. Le gustas. El cartel dice que se
llama Razzle Dazzle.

—¿En serio? —El rostro de Colton se alzó en disgusto


mientras le pasaba los alicates—. ¿Por qué la gente no
puede darles a los caballos nombres normales? —Pasó la
mano por la nariz del caballo—. ¿Algo único sin ser
estúpido?
—¿Me preguntas a mí? Según Tarren, mi caballo
comparte nombre con muchos caballos del género
romántico.

Colton resopló. —Ignora a Tarren. Maximilian es un


buen nombre. —Se detuvo lo bastante para que Sebastian
quitara la bota de la pata—. Te llamaré Razz. ¿O te gusta
más Dazz, bebé? —Puso de nuevo esa voz sensual—. Vale,
será Dazz.

Si Colton seguía, tendría más que un caballo alrededor


de su dedo. No, no, no lo haría. Sebastian no le permitiría
llevar la delantera. Juró proteger a Colton, no seducirlo.
Maldito Colton, ¿por qué tenía que crecer?

Sebastian alzó la pata de Dazz entre sus piernas y se


inclinó por lo cintura mientras le limpiaba la pezuña. Sus
pantalones iban a ensuciarse. —Las cosas que hago para
128 mantenerte feliz.

Colton rió. Fue un sonido bajo en el que un hombre


podría revolcarse. —Yo iba a hacer el trabajo sucio.

—Yo limpiaré. —El clavo estaba lo bastante fuera de la


pezuña para que los alicates encajaran alrededor de la
cabeza. ¿Quitarle el clavo haciendo palanca heriría a Dazz?
Una gota de transpiración bajó por el puente de la nariz de
Sebastian. ¿Dónde estaba Jimmy con el veterinario?
Siempre tenían a alguien durante una subasta.

Un fuerte trueno sonó mientras Sebastian tiraba hacía


arriba. Dazz relinchó y bajó la cabeza. Intentaba apartarse.

Sebastian sostuvo su pata firmemente pero perdió el


agarre del clavo. No estaba seguro de si hacía más daño al
caballo o si fue el trueno lo que lo sobresaltó.

—Shhh... Está bien, Dazz. Wentworth va a curarte.


Sabe lo que está haciendo. Luego podremos darte algo para
el dolor.

El caballo se tensó.

Posicionando los alicates de nuevo, Sebastian tiró


hacia arriba. El clavo salió y la sangre salió por la superficie
de la pezuña. «Maldición» —Necesitamos a un veterinario
para que limpie el pinchazo y aplique algo. —Soltó la pata
de Dazz.

El caballo alejó su cabeza de Colton y se lamió la


pezuña. Después de unos momentos, devolvió su atención
a Sebastian y relinchó.

129 Colton rió. —Creo que te lo agradece.

—Creo que sí. —Acariciando la frente de Dazz,


Sebastian sonrió—. De nada, compañero. Con suerte
podremos llevarte pronto al veterinario y darte algo para el
dolor. —Moviéndose al otro lado, fue a quitarle la otra bota.
Más esfuerzos se necesitaron para poner los alicates bajo la
cabeza del clavo, pero cuando lo hizo, el clavo salió
fácilmente. Soltó la pata de Dazz y le acarició el lomo—. Ya
está. Ahora si podemos conseguir a un veterinario para que
te eche un vistazo, estarás bien enseguida.

—Gracias. —Colton siguió tirando del cabestro y pasó


la parte de atrás de su mano sobre el rostro de Dazz. Sus
largos dedos acariciando y suavizando. La gentil caricia era
suave y constante. La acción era hipnotizante. Sebastian
apostaría a que el toque se sentía bien.

—No tienes que agradecérmelo. —Odiaba admitirlo,


pero se lo estaba pasando bien. Los caballos nunca lo
juzgaban ni pensaban que le faltaba algo. Siempre le
encantaron los caballos, y en ese aspecto, Colton era como
él. Trabajaban bien juntos—. Sabes que nunca aprobaría
algo como esto. —Su mano tocó la de Colton donde
descansaba en la mejilla de Dazz. Sebastian cogió los
dedos de Colton en los suyos y apretó. Había algo tan
tranquilo y seductor en observar a Colton. Quizá era la
simplicidad del momento. La satisfacción inundó a
Sebastian, haciéndolo sonreír.

La mirada de Colton se conectó con la suya. Estaban


allí mirándose el uno al otro, entendiendo al otro mejor que

130 nunca.

—¿Qué infiernos sangrientos creéis que estáis


haciendo? Salid de mi compartimento.

Sebastian, Colton y Dazz miraron en dirección al grito


enfadado.

Debería haber sabido que no tendría la suficiente


suerte como para escapar de un enfrentamiento con Plume.
Sebastian rodó sus hombros y se giró para encarar al
hombre. No conocía a Plume, pero lo había visto antes.
Frecuentaban algunos lugares en ocasiones. —Sr. Plume.

—Wentworth. —Barnaby Plume miró por debajo de su


aristócrata nariz a Sebastian—. ¿A qué debo el honor de
que estés en mi compartimento?

—Le aseguro que no es un honor. Tendré que poner


cargos. —El dolor de cabeza de Sebastian se insinuó tras su
ojo derecho, y el dolor hizo que cogiera aire. Apretó su
puño y se acercó a Plume—. El trato a este caballo es
deplorable e inexcusable.

Con desdén, Plume abrió la puerta. —No pelearé


contigo. Sal de mi compartimento.

Apareció un tic en la mejilla de Sebastian. Apretó sus


dientes para evitar gritar. —Oh, pero yo si lo haré contigo.
—Se encontró con Plume en medio del pasillo. Cuando
Sebastian se quedó pecho con pecho con el hombre,
Sebastian lo agarró por la corbata.

Plume jadeó y giró.


131
Tirando, Sebastian apretó su agarre en la corbata del
otro hombre y tiró de él. Sebastian sonrió por el sonido.

—Sebastian. Suéltalo. —Pidió Colton tan suavemente


que apenas se escuchó. Su mano enguantaba acariciaba la
manga de Sebastian—. Por favor.

Apartando a Plume, Sebastian abrió su puño.

Plume se chocó con la pared, pero Sebastian lo ignoró.


Colton lo había llamado Sebastian en lugar de Wentworth.
Era algo estúpido en lo que pensar en ese momento, pero
se quedó dentro de la cabeza de Sebastian y no se alejaría.
Sus miradas se encontraron. De nuevo se encontraron en
comunión entre ellos. Ese caballo los necesitaba.
Un trueno rompió el hechizo. El viento golpeando, la
lluvia golpeando el cemento.

—Quiero este caballo. —Poniéndose al lado de


Sebastian, Colton enfrentó a Plume.

Plume frunció el ceño y estudió a Colton de arriba a


abajo. Resopló y gruñó. —Su Alteza. Si desea comprarlo,
puede pujar como todos los demás.

El insulto no desconcertó a Colton. Siguió intentando


mirar a Plume en el suelo.

Sebastian, sin embargo, se tensó, y el calor invadió su


cuello. Nadie tenía permitido ser irrespetuoso con Colton. O
nadie a parte de otro Townsend. —Muestra respeto, —siseó
Sebastian a través de los dientes apretados.

132 Por suerte para Plume, entendió la amenaza y se


inclinó.

—Quizá no oyes bien. Compraré este caballo. Dime tu


precio o toma lo que te dé. —Dijo Colton.

—No puedes... —Plume soltó y miró a Sebastian.

Sebastian le devolvió la mirada con una expresión en


blanco en su rostro.

—Siete mil quinientas libras. —Colton alzó una ceja,


Sebastian nunca lo había visto así, pareciendo más de
realeza que nunca.

—Yo lo aceptaría si fuera tú, —sugirió Sebastian.


Mientras no se dirigiera a él, disfrutaba de la faceta altiva
de Colton.

—¿Me estás amenazando?

Sebastian solo sonrió. Dejaría que Plume entendiera lo


que quisiera.

—Pero la puja inicial iba a ser de veinte mil libras. No


puedes hacerme esto. —Plume miró y avanzó.

Poniéndose delante de Colton, Sebastian alzó sus


manos enguantadas. —Retrocede.

—Tú, Señor, eres un matón. —Plume movió su cabeza


apartando el cabello marrón de su frente—. No debería
haber esperado más de un mal nacido...

En un movimiento, Colton avanzó y le dio un puñetazo

133 a Plume en la boca. La cabeza de Plume voló hacia atrás.


Tropezó y cayó sobre su culo fuera del compartimento
abierto en el mojado suelo. Sangre manaba de su labio
herido.

Maldición, eso fue rápido. Sebastian parpadeó.

Colton sacudió su mano derecha. —Disculpa.

—Está bien. —Una cálida sensación atravesó a


Sebastian, y lo que quedaba de enfado desapareció.

—No, no está bien. Te debe una disculpa. —Colton


respiraba profundamente.

Estaba equivocado. Estaba más que bien. Nadie nunca


había defendido a Sebastian de esa forma. No es que lo
necesitara, pero aun así... Alzando el mentón de Colton,
Sebastian asintió. —Está bien.

Dazz relinchó tras ellos, y sus pezuñas descubiertas


golpearon el suelo.

Colton no solo había rescatado a un caballo


maltratado, un caballo que no sería un caballo de carreras
que era lo que Colton buscaba, había defendido a
Sebastian. El hombre era simplemente fantástico.

Plume se levantó con ayuda de la pared, sacó un


pañuelo y se tocó el labio.

—Diez mil libras serán enviadas para ti por el caballo


esta noche, —dijo Sebastian.

—Que sean dieciocho y tendremos un trato.

Los hombros de Colton cayeron.


134 Sebastian no dejó que se notara que había visto la
reacción de Colton. —Trato. Envíalo al castillo.

Mientras Plume se escabullía, Colton cogió el brazo de


Sebastian. —No puedo permitirme tanto dinero. Mi
asignación es de solo cinco mil libras cada cuatrimestre.

—Yo puedo pagarlo. Puedes pagarme las siete mil


libras que originalmente ofreciste si te hace sentir mejor, y
yo pagaré el resto. —Dazz no podía estar en custodia de
Plume y Sebastian no dejaría que un nuevo dueño le hiciera
cosas así al semental.

Sacudiendo la cabeza, Colton alzó las manos y se


apartó. —Eso no está bien. Deberías tener tú a Dazz si
puedes pagar la mayor parte.

—Si te hace sentir mejor, puedes considerarme un


socio. Te ayudaré con el semental. Pero tú mantendrás a
Dazz, puede ser parte de mi inversión.

Colton giró. Pálido. —No sé si será buena idea.

Tampoco Sebastian, pero era demasiado tarde para


retractarse ahora, y parte de él no quería echarse atrás.

Las letras y palabras se mezclaban mientras Sebastian


miraba el horario de guardia que se mostraba en la pantalla
de su ordenador. La mañana con Colton no había ido como
había esperado. Planeaba distanciarse del príncipe. De una
135 forma u otra había dejado que sus emociones se mezclaran
con la lujuria, y se había convertido en socio de Colton.
Odiaba admitirlo, pero no parecía tan malo. La idea de
trabajar con caballos con regularidad suavizaba algo en el
interior de Sebastian, y su intuición le decía que era una
buena inversión. Creía en Colton. Con su tenacidad, y unos
cuantos años, Colton sería uno de los mejores nombres del
deporte.

Recostándose en la silla, Sebastian cerró los ojos.


Estaba empezando a ver más que solo una forma atractiva.
Colton era tan encantador en el interior como en el
exterior. ¿Oh, a quién engañaba Sebastian? Había visto al
hombre por su maravillosa personalidad mucho antes de
notar lo hermoso que era su rostro y su cuerpo. Sebastian
alzó sus piernas en el escritorio y las cruzó por los tobillos.
Todavía deseaba a Colton hoy, pero había sido capaz de
controlar la lujuria que lo consumía y concentrarse en su
amistad. ¿Amistad? Sí, eso era exactamente lo que era.
Sebastian sonrió. Podía hacer que funcionara.

—Me alegra que estés cómodo. Tengo algo de lo que


hablar contigo. —Raleigh estaba contra el marco de la
puerta con una sonrisa.

Sebastian bajó sus pies y se levantó. —Su Alteza.

Señalando a Sebastian que se sentara, Raleigh entró


en la oficina y se puso en la esquina del escritorio. —
Mientras estaba en el pueblo esta mañana, un pajarito me
dijo que habías llevado a Colton y que retaste a un hombre
a duelo por él. Otra versión te tiene apuñalando a un par
del reino con una espada por besar a Colton en un establo
136 abandonado y proclamando tu eterno amor. Luego está mi
favorita en la que ambos robáis un caballo y os fugáis. —
Los ojos de Raleigh prácticamente bailaban con alegría.

Sebastian jadeó. No sabía si sentirse paralizado o


divertido.

Raleigh obviamente estaba divertido. »Ya que tú y


Colton estáis aquí, no os fugasteis.

—Buenas galaxias, las cosas que la gente hace por


aburrimiento. No le compré un caballo a Colton. Compré el
caballo con él. Y no hubo ningún reto a duelo o cualquier
violencia. A menos que cuentes a Colton dándole un
puñetazo a Plume. —Sebastian sonrió a pesar de la
situación.

Ambas cejas del Rey-Consorte se alzaron, pero la


diversión nunca abandonó sus ojos. —¿Colton golpeó a
alguien?

—A Barnaby Plume, heredero del Vizconde de Leith. El


hombre se lo merecía. Estaba maltratando a un caballo.
Colton y yo no podíamos permitir que el caballo siguiera en
custodia de Plume, y Colton no podía permitirse pagar por
el semental.

Riendo, Raleigh se levantó. —No dudo que el hombre


probablemente se lo merecía. Colton normalmente no es
propenso a la violencia. Habrá especulaciones de por qué
Colton hirió al hombre. Sin duda las especulaciones tendrán
que ver con el honor de alguien, el suyo o el tuyo, y él lo
137 defendió. Los rumores que circulan ya os tienen
prometidos. Pensé que deberías ser consciente, pero sabes
como son esas cosas. Dada la fantástica y salvaje historia,
sospecho que las cosas se calmarán para esta noche ya que
claramente los dos estáis todavía en la ciudad y no habéis
huido para casaros.

«Polvos» Sebastian no había considerado que el


incidente de esa tarde pudiera haber sido observado, pero
Raleigh tenía razón. Debió llamar la atención, y
seguramente nadie creería tales historias. —No pude
evitarlo. Como dije, la situación era grave, por lo que
Colton estuvo de acuerdo en coger el dinero como inversión
por su establo de caballos de carreras. Vamos a ser socios
de negocios. Nada más.
—¿Es esa una buena idea? —Raleigh volvió a sentarse
en el borde del escritorio.

Sebastian se había hecho la misma pregunta al menos


media docena de veces desde que había hecho la
proposición. —No lo sé, pero voy a darle una oportunidad.

—¿Un hombre soltero en un negocio con otro mayor


viudo? La gente asumirá que Colton es tu amante.

—No tengo intención de anunciar nuestro acuerdo de


negocios. Planeo ser un socio silencioso.

Raleigh lo observó varios segundos.

Sebastian luchó contra el deseo de estremecerse bajo


el escrutinio.

Finalmente, Raleigh se levantó de nuevo y asintió. —


138 Muy bien, veamos si permanece en secreto. Confío en tu
juicio.

Sebastian miró la puerta hasta que el sonido de los


pasos de Raleigh desapareció. Sonrió. Él y Colton robando
un caballo y fugándose... Riendo, Sebastian sacudió la
cabeza y devolvió su atención a la pantalla de su
ordenador. Todavía estaba corto de personal y tenía que
arreglarlo. La idiotez del chisme tendría que esperar.

—Jeffers, ¿tienes la dirección de Julian Towers? Su


familia posee Towers Interplanetary, Inc. —Era una apuesta
arriesgada. Julian estaba trabajando con su padre, ¿pero
quién sabe? Quizá como Rourke, Julian necesitaba cambiar
de aires.
—Sí, Mi Lord. Tengo una lista. ¿Quieres que la imprima
por ti, o prefieres verla en la pantalla?

—Solo imprímela, Jeffers. —Esta noche iba a hacerle


una visita a un viejo amigo. Sebastian volvería mañana con
el horario. Parecía que mañana habría mucha gente para
cubrir turnos.

—Seb, no te creerás la fantástica mañana aventurera


que tuve.

«Santa lluvia de meteoritos» La interrupción tuvo el


mismo efecto que un petardo siendo tirado a las barracas
después de que se vaya la luz. Sebastian saltó de su
asiento y miró a Rourke, que se paseó y se dejó caer en la
silla delante del escritorio de Sebastian. Cuando su corazón
volvió a un ritmo normal, Sebastian preguntó: —¿Cómo fue
tu mañana aventurera?
139 Rourke miró alrededor. —¿Conseguiré una oficina?

—No.

—Este sitio es bastante soso. Podría arreglarse.

La oficina era funcional. Blancas paredes, escritorio de


metal, sin ventanas y con un ordenador. —No paso mucho
tiempo aquí. ¿Cómo fue tu salida?

Poniendo sus pies sobre el escritorio de Sebastian,


Rourke entrelazó sus manos detrás de su cabeza y se
recostó. —Estaba llegando a eso, pero primero... —Una
esquina de su boca se alzó y sus ojos brillaban con
diversión—. Escuché que tú y Colton estabais prometidos.
Gruñendo, Sebastian se inclinó en su silla. —No lo
estamos. Dios, los cotillas están trabajando a tiempo
completo hoy.

Rourke rió. —Oh bueno. Fue divertido de todas


formas.

—Déjalo. ¿Por qué tuviste una mañana excitante?

Aclarándose la garganta, Rourke se puso serio. —


Steven y yo fuimos seguidos.

—¿Perdona?

Rourke asintió. —Nos seguían. No para preocuparse.


No era un profesional. Claramente no tenía experiencia
siguiendo a alguien porque era descaradamente obvio.

—Quizá quería que supieras que estaba allí.


140 —No lo creo. Steven y yo lo despistamos con bastante
facilidad. El pobre hombre no podía descubrir que pasaba.
Definitivamente era un principiante. Probablemente solo
alguien que quería ver al Rey más de cerca.

—¿Lo sabe Steven?

Rourke bajó sus pies del escritorio y colocó sus manos


en la silla. —Sí, y no quiere que se le mencione a Raleigh
todavía.

—No creo que eso sea posible. A parte del hecho de


que Raleigh tiene una molesta tendencia a saberlo todo,
también podría estar en peligro, como los príncipes. Y
Raleigh es más que capaz de ayudar a cuidar de nuestro
Rey. No podemos ser demasiado cautelosos. Hay razón
para alarmarse. Quizá debería habértelo dicho antes,
pero...

Rourke extendió la mano. —Lo sé todo con el lío con la


IN. Steven me lo dijo. Y te aseguro que no me lo estoy
tomando a la ligera, pero mis instintos me dicen que esto
no era la IN. Además, Steven estuvo de acuerdo en
permitirme acompañarlo a él, Raleigh y a los príncipes al
baile de esta noche. También iré a un musical mañana por
la noche al que irán.

Sebastian no se había dado cuenta de que se había


tensado por las noticias hasta que empezó a dolerle la
mandíbula. Se forzó a relajarse. Confiaba en Rourke. El
Duque tenía una intuición excelente. Pero Sebastian se
sentiría mucho mejor si Raleigh sabía de esto. —Debería
141 enviar más guardias contigo esta noche.

—No. Puedo manejar esto. Confía en mí.

Iba en contra de todo lo creía Sebastian, pero confiaba


en el hombre con su vida y por lo visto su querido Rey
también. —Muy bien, pero si ves algo, lo que sea,
sospechoso esta noche, no solo avisaré a Raleigh, asignaré
cuatro guardias a Steven y una escolta armada cada vez
que mire por la ventana.

—Bastante justo. —Rourke se levantó—. Steven no


tiene ninguna salida más hoy, por lo que si está bien
contigo, voy a prepararme para esta noche.

—Bien. Todos han vuelto, y nadie me ha informado de


ninguna salida. Ve a prepararte. Voy a buscar a Julian esta
noche. Si me necesitas, contacta con Christian McGregor
aquí en el castillo. Está al cargo cuando yo no estoy.
Siempre sabe donde estoy, pero me aseguraré de hablar
con él cada hora esta noche. Pasaré por aquí después de mi
misión.

—Deseo que tengas suerte. —Rourke se giró para irse.

—Rourke.

—¿Sí?

—Hay pistolas de fase y fundas de hombro en el


armario de suministros justo a la salida de mi oficina. Coge
una. —Para Jeffers añadió: —Jeffers, permite a Su Gracia
acceder a cualquier arma que elija.

—Sí, Mi Lord, —dijo Jeffers.


142 Rourke sonrió. —Estás exagerando, pero cogeré una
pistola.

Sebastian esperaba que estuviera exagerando. Tenía


que tener fe en Rourke. Su compañero de equipo nunca se
equivocaba cuando era importante.

Sebastian se apartó de su escritorio y siguió a Rourke.


Vaya día. Una siesta le iría realmente bien, pero no había
descanso para el agotamiento.
Capítulo Ocho
Colton tiró el palo a la tarde lluviosa y entró más en
los establos para alejarse del frío. Al menos había parado la
tormenta. Se restregó las mangas para alejar los temblores
de estar tan cerca de la puerta abierta. Menos mal que los
establos estaban calientes.

—Entonces, Dazz. ¿Te gustan tus nuevas comodidades?

Las orejas de semental se movieron hacia delante por


la mención de su nombre.
143
Sonriendo, Colton se restregó la nariz. Colton había
estado aquí desde que había llegado a casa, y era reacio a
dejarlo hasta que Dazz pareciera encajar bien. El
veterinario le había dado una inyección para quitarle el
dolor, algunos nano-ácaros para luchar contra la infección y
curar el daño, y con eso dijo que estaba bien. Con la
excepción de montar. Lo que Colton no habría hecho de
todas formas. El Doctor Jones quería que esperara un par
de días para ver como avanzaba Dazz.

El suave ruido sordo de las pezuñas de un caballo


sonaron fuera, haciéndose más fuertes hasta que Apollonia
entró galopando en el establo y se dirigió a él con un largo
palo en la boca. Si no la conociera, lo habría sobresaltado.
Era enorme para tener solo nueve meses. No era algo que
quisieras que se acercara a tanta velocidad. La potra soltó
la rama de platanero a sus pies y lo miró expectante.

Colton recogió el palo, se acercó a la puerta y lanzó el


palo fuera de los establos.

Apollonia se giró lentamente luego se fue a todo


galope tras el juguete casero.

Cuando Colton volvió con Dazz, Rexley estaba en el


compartimento con una gran sonrisa en su rostro. Debía
haber entrado por la puerta lateral. —¿Cuándo empezó a
jugar a buscar cosas?

—El otro día cuando estaba cepillando a Apollo. Vino y


soltó una rama sobre la puerta del compartimento. Cuando

144 la tiré, la trajo de vuelta, por lo que empecé a jugar con


ella. —Se detuvo delante de su hermano mayor y extendió
la mano hacia Dazz.

—¿Te das cuenta de que es un caballo y no un perro,


verdad?

—Claro. No creo que ella lo crea. —Colton rió. Cuando


tenía unos tres meses y se alejó más de su madre, y se
pegaba a él. Si no la dejaba salir del compartimento o
donde estuviera cuando él estaba fuera, se irritaba y él
temía que se hiciera daño intentando llegar a él. Por lo que
empezó a dejarla salir. Hasta ahora, lo seguía como...
bueno, como un cachorrito—. ¿Qué estás haciendo aquí
fuera?
—Vine a verte. —La esquina del labio de Rexley se
alzó ligeramente. Para Rexley eso era una sonrisa. Un
saludo.

Colton le devolvió la sonrisa. —Me encontraste.

—Sí. ¿Cómo estás? ¿Has hecho más planes para tu


establo de caballos de carreras?

—Estoy bien. Y hablé con una arquitecta hace poco


más de una hora. Intentara ser capaz de hacer los planos
preliminares para el fin de semana. —La anticipación iba a
matarlo—. Si los apruebo, tendré los planos finales para la
semana siguiente y debería ser capaz de empezar con el
nuevo establo y las pistas de entrenamiento en quince días.
—Colton se balanceó en sus pies.

—Bien. ¿Has decidido la localización?

145 —El pasto oeste. A mitad de camino entre el castillo y


Wentworth Park. —Era el lugar perfecto. Lo bastante lejos
de ambas casas para no sentirse abarrotado de gente—.
Wentworth aprueba la localización desde el punto de vista
de la seguridad.

—Ah. Hablando de Wentworth... Acabo de volver de la


ciudad y escuché un interesante rumor.

Dazz puso su cabeza en el hombro de Rexley,


empujándolo hasta que se vio forzado a recuperar el
equilibrio.

—¿Oh?

—Sí. Y creo que debe de haber algo para que lo digan.


—Rexley se giró hacia Dazz, lo acarició en el cuello y lo
contempló—. Escuché que tú y Wentworth asaltasteis a un
hombre y robasteis su caballo.

Colton gruñó. ¿Cómo habían empezado los rumores?


Nadie había visto nada. —¿Dicen que robamos a Dazz? —
soltó Colton.

—Eso es lo que escuché.

—Eso es ridículo.

El sonido de las pezuñas de caballo sonó en el suelo de


cemento, y la esencia de animal mojado los rodeó. Colton
arrugó la nariz. Debía estar lloviendo fuera de nuevo. »Eso
no es lo que pasó. Dazz estaba siendo maltratado.
Wentworth y yo lo rescatamos. La única conexión entre
Wentworth y yo es que tuve que tomarlo como socio en mi
146 establo porque no tenía suficiente dinero para comprar a
Dazz. Si lo hubiera hecho, no tendría suficiente para el
pago por mis establos.

Los ojos de Rexley se entrecerraron brevemente, y su


boca se apretó ligeramente.

Cambiando el peso de pierna, Colton apartó la mirada


e intentó no temblar.

—¿Estás seguro de que es buena idea?

—No lo sé, pero no podía dejar a Dazz con un


maltratador. Parecía la única manera en aquel momento. —
Había estado pensando toda larde. Aunque sabía que nunca
podría haber una relación romántica entre él y el Vizconde,
las acciones de hoy de Wentworth le recordaron a Colton
por qué siempre había adorado al hombre. Iba a ser una
absoluta tortura tener que tratar con Wentworth
diariamente, pero Wentworth era maravilloso con los
caballos. Y Colton había disfrutado. Encontró que realmente
le gustaba Wentworth. Podrían ser amigos.

—Jeremy dijo que viste a Wentworth en una posición


comprometida y que decidiste que ya no lo querías. No es
verdad, ¿no?

«Maldición»¿Por qué había dicho eso Problema? Colton


apretó sus dientes. No quería lástima. Y eso era
exactamente lo que estaba consiguiendo. «Pobre pequeño
Colton finalmente se despierta y se da cuenta de lo idiota
que fue»

Rexley le tocó el brazo. »Está preocupado por ti,


147 Colton. No es como si estuviera cotilleando. Vino a mí
enfadado la noche en que viste a Wentworth con Eugine
Collis. Jeremy estaba listo para correr hacia Wentworth por
herirte, aunque fuera sin querer. —Su mano bajó por el
brazo de Colton, y abrió el puño de Colton. Sostuvo la
mano de Colton un momento—. También estoy preocupado.
¿Me dejas ser tu socio? Tengo el dinero para pagarle a
Wentworth. Y raramente gasto mi asignación en nada más
que juguetes para Muffin, y ahorro más de lo que gasto.

Rexley no era un hombre que mostrara afecto


fácilmente, y para él hacer ese tipo de oferta significaba el
mundo. Era como decir, te amo hermanito. El calor floreció
en el pecho de Colton, y se adelantó y abrazó a su
hermano.
Rexley se tensó, y Colton pensó que no le devolvería
el gesto, pero entonces los brazos de Rexley lo envolvieron.
Acarició la espalda de Colton y se alejó lo suficiente para
que hubiera contacto visual. »Déjame ayudar. Por favor.

—Lo que ofreces lo significa todo para mí, pero no


puede aprovecharme de ti así. Ni siquiera te gustan las
carreras. ¿Por qué querrías ser co-propietario de un
establo? —Además... él podía hacer esto. Podía ser socio de
Wentworth y ser amigos sin alejarse del amor del hombre.

—No me desagradan las carreras. —Rexley le alzó el


mentón—. Y creo en ti. Esto es algo que amas.

Colton parpadeó. ¿Cómo podía negarse? ¿Y cómo


podía aceptar? No era justo hacer algo sin hablar primero
148 con Wentworth, aunque solo era un acuerdo verbal entre
ellos. Por no mencionar, que no quería usar a su hermano
para escapar de la situación en la que se había metido.

»Solo di que sí, hermanito.


—Pero...

—Di que sí. ¿Harías o no lo mismo por mí?

—Por supuesto, pero... —¿Era justo obligar a


Wentworth a estar conectado a él?—. No puedo. No es
justo que destituya a Wentworth sin siquiera hablar con él.
—Aunque hiciera las cosas más... cómodas.

—Entonces tómame también como socio. —Rexley


extendió la mano.

Se lo pensó unos segundos más, Colton miró la mano


elegante. ¿Cómo podía negarse? Cuanto más capital
tuviera, más oportunidades de éxito.

—Te haré ganar montones de dinero. —Extendió la


mano.

—Cuento con ello. Ahora háblame de la situación de


Dazz. ¿Cómo lo maltrataron?

Colton se relajó, sintiéndose mejor que en mucho


tiempo. —El Sr. Plume, o quien sea que trabaja para él, le
había puesto clavos en las paredes de las pezuñas a Dazz.
Wentworth y yo más o menos lo coaccionamos a que me
vendiera a Dazz. Después de que le diera un puñetazo.

—¿Le diste un puñetazo? —Rexley acarició la nariz de


149 Dazz.

—Fue maravilloso.

—Seguro. No tolero la crueldad. —Con una mano en el


puente de la nariz de Dazz, Rexley acarició los lados de los
ojos de Dazz con la otra— ¿dónde he escuchado antes el
nombre de Plume?

Colton acarició el cuello de su nuevo animal. —Es el


heredero del Vizconde de Leith.

Una cabeza marrón rojiza apareció por debajo del


brazo de Colton y lo apartó de Dazz. Satisfecha con que su
humano le prestara atención, Apollonia soltó el palo de su
boca.

Colton tiró el palo por la puerta y rió.

Ella apartó la cabeza de debajo de su brazo y fue a por


el palo.

Sonriendo, Rexley siguió acariciando a Dazz. —Ah, sí. Sabía


que el nombre me resultaba familiar. —Se giró para mirar a
Colton con esas seria mirada en su rostro—. Plume tiene
una reputación por no cuidar a sus animales.

—¿Cómo lo sabes? —Colton estudió a su hermano.


Rexley no seguía las carreras ni ningún otro deporte.

—La gente habla. Yo escucho. —Rexley se encogió de


hombros—. Lord Freeson tuvo un problema con Plume el
año pasado. Plume está fuera de los círculos de las
carreras, pero quiere hacerse un nombre. Por lo que
150 escuché, me sorprende que no esté en la lista negra
todavía. Es vengativo y hará lo que sea para devolvérsela a
alguien que crea que le ha perjudicado. Freeson tenía un
problema con cómo Plume manejaba a los caballos, y la
yegua ganadora de Freeson se hirió la semana pasada. Hay
evidencias de que el caballo fue herido a propósito, pero no
las suficientes como para culpar a Plume.

No había forma de que Plume pudiera entrar en la


propiedad Townsend sin ser pillado, pero la idea de que
Plume fuera conocido por el maltrato que hacía dolió a
Colton. Al menos había salvado a Dazz. —¿Aprendiste todo
eso solo escuchando?

Rexley asintió. —Más o menos. Plume le pidió bailar a


Jeremy la última temporada, y Jeremy se negó. Freeson
escuchó a Jeremy decirme que Plume le ponía nervioso, y
Freeson se ofreció a contarnos su historia. Parecía
verdadera, por lo que ten cuidado y vigila tus espaldas.

Apollonia volvió y se detuvo frente a ellos.

Rexley extendió la mano. »Eres problemática. Lo que


me recuerda... es la hora del baño de Muffin. —Apollonia
hociqueó la mano de Rexley y le dio su juguete. Lo tiró y
devolvió su atención a Colton—. Te conseguiré la cuenta del
banco mañana por la mañana. Necesito entrar y encontrar
a Muffin o Christy. —Palmeó el brazo de Colton y empezó a
alejarse—. ¿Estás bien?

—Ahora sí.

151 —Bien.

Apollonia pasó a Rexley en su camino a fuera.

Riendo, Colton agarró su cabestro. —Vamos, pequeña


demonio. Vamos a cepillarte. Tengo un baile para el que
prepararme. —Quizá Wentworth estaría allí esa noche. La
gran pregunta era, ¿quería que Wentworth estuviera allí? Y
si era así, ¿qué esperaba? Él y Wentworth definitivamente
habían cruzado una línea hoy que antes no habían cruzado.
Solo el tiempo diría lo que eso significaba.

Las cosas no podían ir bien en el negocio familiar si


Julian estaba viviendo en ese vecindario. Sebastian pasó
una papelera de metal, varias cajas y basura. Una solitaria
farola al final de la manzana daba sombras más que
iluminar la esquina. Las otras farolas se habían apagado o
habían sido rotas por los niños. El lugar apestaba a
desesperación.

No le extrañaba que los deslizadores no llegaran a


esta parte de la ciudad. Sebastian había cogido un
deslizador en la calle Picket y había caminado el resto del
camino. Y no era una caminata agradable. La lluvia de hoy
había dejado un viento frío y la suciedad de la nieve. Se
estremeció, inseguro de si era un estremecimiento o la
depresión de los alrededores.

Mientras bajaba por la calle, sintió una mezcla de


disgusto y lástima. Vivir en un vecindario como ese era
duro. Le hacía apreciar las comodidades de su casa. No
152 muchos hombres de sus círculos se aventurarían allí, pero
Sebastian no era un hipócrita. Tampoco era un objetivo
fácil para los ladrones, carteristas o matones.

Incluso a esta hora de la noche, con este frío, había


signos de vida. Un gato o una rata grande, cruzó la calle
hasta un agujero en la pared de un edificio de ladrillos. Un
borracho se chocó contra el mismo edificio, hablando solo.
Al menos Sebastian asumía que estaba mascullando algo
para sí mismo, ya que no había nadie cerca del hombre.
Varios metros por delante del hombre una puerta se abrió,
y un brillo amarillo salió a la calle en un patrón triangular.
Un número cuatro colgaba fuera de la puerta.

Una mujer mayor salió. Movía su pelo de atrás a


delante en la entrada. —Te tengo, sucio bastardo. Aparta
de mi porche.

Hasta ese momento Sebastian no había visto la


pequeña figura acurrucada en una bola. Sus entrañas se
apretaron mientras el niño se levantaba y salía corriendo.

Sebastian nunca entendería como la gente


abandonaba a sus hijos. Todos los niños deberían tener una
cama cálida y comida en sus estómagos. Pasar hambre era
uno de los peores castigos. Incluso pero que estar sin casa.
Uno nunca se acostumbraba a la incomodidad del hambre.
Comías lo que podías para sobrevivir, pero nunca era
suficiente. El hambre nunca parecía desvanecerse por
completo. A veces la vida apestaba.

Con una pequeña sacudida de la cabeza, apartó los


153 recuerdos intentando seguir por la calle.

Suaves gemidos se escucharon tras él, junto con los


pies del niño. «Infiernos sangrientos»

Sebastian siguió caminando. Casi estaba allí. Diez era


la dirección que Jeffers le dio esa tarde. Vería si Julian
estaba allí primero, y si el chico todavía estaba allí cuando
volviera, él...

Gimoteos se unieron a los gemidos.

Sebastian paró. Cerró sus ojos un momento y se giró.

El pequeño niño en la calle, nieve y vapor girando por


sus gemidos. Como si sintiera la atención de Sebastian,
giró su cabeza. Su sucio rostro parecía una vieja escoba de
chimenea. Sin guantes en sus dedos, y su raído abrigo con
agujeros era dos tallas más pequeño, demasiado pequeño.

Resoplando, Sebastian caminó hacia el niño.

Los ojos del chico se agrandaron. —No he hecho nada.


—Retrocediendo, sacudió la cabeza.

—Para.

El chico se congeló. Lágrimas bajando por su rostro,


limpiando su rostro y llevándose la suciedad.

—Juro que no fui yo, lo que fuera.

—No estás en problemas. —Sebastian empezó a


quitarse los guantes—. ¿Cuántos años tienes?

—Siete y diez veranos.

154 «Claro»

Sebastian le pasó los guantes al niño. —Inténtalo de


nuevo. ¿Cuántos años tienes?

Mirando los guantes, el niño retrocedió. Después de


unos segundos contestó suavemente: —Diez.

—¿Cómo te llamas? —Sebastian sacudió el cuero ante


él—. Cógelos. —Cuando el chico los cogió Sebastian
añadió: —y póntelos.

—Mi nombre es Digby. —Digby metió sus dedos en los


guantes. Se saltó un agujero de un dedo y tuvo que
intentarlo de nuevo antes de ponérselos correctamente.
—¿Dónde están tus padres?

Su frente se arrugó, y miró a Sebastian con cautela. —


Mi mamá murió.

—¿Dónde está tu padre?

—No tengo. Mi mamá no sabe quien es.

Lo que explicaba la reacción de la mujer en la entrada.


El chico realmente era un bastardo. El corazón de Sebastian
estaba con él. Su sociedad no simpatizaba con los niños
nacidos en el lado equivocado de las sábanas. Los
bastardos eran alejados. Era mejor ser huérfano que
bastardo. Ser abandonado sin saber quien eran tus padres,
como Lady Muffin, era preferible a nacer fuera del
matrimonio. Nunca había tenido sentido para Sebastian. —
¿Quieres una cama caliente, comida caliente y un trabajo?
155
Digby retrocedió unos pasos más. —No soy una puta.

El hecho de que el chico supiera que existían esas


cosas le rompió el corazón a Sebastian. —No estoy
buscando putas. Te lo aseguro, eres demasiado joven para
mis gustos.

—¿Entonces porqué me querrías? —Digby miró


alrededor, mirando sus alrededores. Iba a escapar.

Suspirando, Sebastian buscó en el bolsillo de su


abrigo. Sacó unas cuantas libras y su tarjeta de visita. —Si
cambias de idea, ve a Wentworth Park y pregunta por
Berkley. Dile que Sebastian te ha enviado. Podría necesitar
algo de ayuda en las cocinas. —Había suficiente personal en
Wentworth Park, pero quizá eso ayudaría a persuadir al
chico para que trabajara para él. Lo sacaría del frío.

—¿Por qué harías esto por mi? —Digby bajó la mirada


a las manos de Sebastian helándose sin los guantes.

—Alguien me ayudó una vez, y quiero devolver el


favor.

Digby se quitó un guante y empezó con el otro. —No


te ofendas. Pero no confío en ti. No soy una puta.

—Quédate los guantes y coge esto. Si cambias de


idea...

Digby cogió el dinero y la tarjeta. —No lo haré.

—Tú mismo. —Sebastian se quitó la bufanda y se la


tiró a Digby—. Quédate esto también. Haz lo que quieras
156 con el dinero. —Supuso que podía alertar a las autoridades
y que enviaran al niño a una casa, pero por la experiencia
de Sebastian el niño estaría mejor en las calles. Incluso los
huérfanos eran duros con los bastardos. Las casas de
acogida echarían a un bastardo para hacer sitio a un
huérfano si lo necesitaban.

Con una sensación en sus entrañas, Sebastian se giró


y se alejó. Al menos lo había intentado. No podía obligar al
niño.

Cuando encontró la casa de Julian, iba a llamar. ¿Qué


estaba haciendo viviendo en un lugar como este? La
tensión se apoderó de los hombros de Sebastian y subió
hacia su mandíbula. Como se atrevía el idiota a no ir a
pedirle ayuda. Julian siempre había sido demasiado
orgulloso.

En el callejón que dejó Sebastian, cuatro adolescentes


se reunieron alrededor de una papelera en llamas. Un
quinto niño más pequeño sentado en una caja
restregándose las manos. En segundos unos pasos
siguieron a Sebastian. «Polvos»

—Hey para. Vamos a tener unas palabras contigo.

«Infiernos sangrientos» Se giró. Quería golpear a


alguien, pero no a un grupo de críos.

Cinco chicos de no más de dieciséis años lo habían


medio rodeado. Se veían duros, y todos menos uno eran
tan grandes como Sebastian. El del medio era más bajo
pero mucho más ancho que el resto. Todos parecían querer
157 una buena pelea. La esencia de humo que venía de ellos se
mezclaba con la de sus cuerpos sucios. Un chico tenía una
tubería a un lado. Otro tenía un mazo de croquet
maltratado.

—No quiero problemas. Estoy buscando a un hombre


llamado Julian Towers. ¿Alguno sabe donde puedo
encontrarlo?

Lentos pies de algo gris pasaron a Sebastian. Digby.


Eso probablemente no era bueno para las oportunidades de
salir de esa sin herir a algunos de esos adolescentes.

El grupo de cuatro ni siquiera miró al chico. Sus


miradas permanecieron en Sebastian. El chico del medio,
contando hacia la izquierda extendió su mano y sonrió,
mostrando los dientes rotos. —¿Qué es para ti? —Su
cabeza parecía marrón oscuro. Probablemente rubio bajo
toda la suciedad.

—¿Sabes dónde puedo encontrarlo o no? —el cabreo


por el destino de Digby y la pobreza en general se
desvaneció, y la calma tomó su lugar. Sebastian catalogó
sus alrededores.

El chico de la tubería, claramente era el líder del


grupo, estaba delante y sonreía. —Puedes vaciar tus
bolsillos de la forma fácil o podemos hacerlo de la forma
difícil si quieres. Tú decides.

Así sería. Sebastian no renunciaría a su bolsa por un


grupo de matones. Carteristas era una cosa, era una forma
de vida de los niños abandonados, pero asalto y robo era
otra cosa completamente distinta. —Realmente no quiero
158 hacer esto.

—Creo que nosotros sí.

Fueron hacia él todos juntos.

Sebastian desvió el primer golpe y siguió con un golpe


a los labios del líder. Sebastián cogió la tubería y le propinó
al agresor un rodillazo en la ingle. Tirando del mazo, barrió
las piernas del chico de debajo de él.

Para cuando tuvo al tercer chico en el suelo, el


primero se estaba volviendo a levantar. Y cada uno iba a
por Sebastian, fácilmente los despachó de nuevo. Tenía que
reconocérselo, a pesar de su inefectividad, eran
persistentes. Si seguían así, podrían agotarlo lo suficiente
como para golpearlo.

El chico con los dientes rotos soltó un silbido, y cuatro


matones más aparecieron de los callejones a cada lado de
Sebastian. Fantástico. El chico con el mazo de madera giró
hacia Sebastian de nuevo. Agarrando el final del mazo, se
giró, usando al matón para que soltara el arma. Golpeó al
chico en el trasero con el mango y alejó el mazo. Pegó al
siguiente rufián en la mandíbula, la sangre salió de su boca.

Los otros cinco intentaron acorralarlo, pero se movió


con ellos, manteniéndolos delante. Dos de ellos se
acercaron, pero pateó a uno en las costillas y a otro en las
entrañas.

Un dolor afilado explotó en su espalda, y la tubería


cayó al suelo a varios pies de él. «Maldición, eso dolía»
Sebastian hizo una mueca. Podría incluso haber gruñido,
159 pero no bajó su guardia. ¿Cómo podían unos pequeños con
él? Golpeó espaldas mientras la cañería se acercaba a él.

Crack.

Un gemido sonó en el aire.

Sebastian no había querido hacer daño permanente a


ninguno de ellos, solo enseñarles una lección. Pero no podía
mantener el ritmo. Golpeó a uno en la mandíbula y lo
observó golpear el suelo.

—¡Hey! —Unos rápidos pasos se acercaron por detrás.

«Maldición»
Sebastian agarró al chico más cercano y lo
atrapó con los brazos en el cuello, ejerciendo la justa
presión para que entrara en pánico. Retrocedió hasta el
edificio más cercano, con su espalda hacia el edificio y
abriendo su campo de visión.

Un hombre grande vino corriendo por la calle hacia


ellos seguido de un chico pequeño. «Digby»

Los otros matones huyeron, dejando a Sebastian con


el niño que tenía agarrado.

¿Qué..? Sebastian bizqueó hacia la calle poco


iluminada.

Ese hombre no estaba mugriento como los otros.


Llevaba botas de arpillera, pantalones de gamuza, una
camisa blanca y un chaleco oscuro, sin prenda exterior. Su
cabello marrón era un poco largo para la moda, y tenía un
sable en la mano derecha. También era mucho más grande

160 que los otros.

«Maravilloso» Sebastian tiró al granuja contra su pecho


y buscó su cuchillo en su bota derecha. Mientras Sebastian
agarraba la empuñadura de su arma, una sombra se
acercó.

—¿Necesitas ayuda, Comandante?


Capítulo Nurve
Baile del Conde de Baxter en Classige, Pruluce.
Sebastian fue a la casa de Baxter y se detuvo. No
estaba vestido del todo para ir a un baile. Debería haber ido
a refrescarse cuando dejó a Digby en Wentworth Park, pero
no había querido perder más tiempo. Necesitaba comprobar
a los Townsend para asegurarse de que Rourke estaba en
lo correcto y que realmente no había nada de la situación
161 del acechador que él y Steven habían encontrado en al
subasta.

«Infiernos sangrientos e implosiones de planetas» El


cuerpo le dolía. Al menos había encontrado a Julian.
Necesitaba desesperadamente Guardias de Élite. Algunos
hombres que pudieran librarlo de su carga porque no podía
estar en todos lados a la vez. Sus Guardias eran buenos.
Entrenó a la mayoría personalmente, con ayuda, tendría
tiempo para seguir el entrenamiento, pero no estaban al
nivel de las Fuerzas Especiales todavía, y con las cosas que
encontraran con el IN como enemigo... Polvos, no quería
pensar en ello.

Salió del transporte y subió los escalones, ignorando


los ampliados ojos del portero. Hmm... Debía verse peor de
lo que pensaba. Se aseguró de no estar sucio o que su ropa
estuviera rota. Por lo tanto debía ser su cara. La piel bajo el
ojo izquierdo se sentía hinchada y tierna. Oh bueno, nada
por ahora. No era como si se sorprendiera de verlo menos
que apropiado. Llamaba la atención por sus aventuras y
escapadas sexuales.

La mansión estaba iluminada y viva con actividad,


aunque el vestíbulo estaba vacío a excepción de un
sirviente. Una nube de humo salía de la habitación de la
derecha. Sebastian frunció la nariz ante el olor azucarado
de tabaco de pipa. Debía ser donde estaban jugando a las
cartas. La música alta y el zumbido de las voces resonaban
desde la izquierda. Sebastian entregó su abrigo y su
sombrero al sirviente y se dirigió hacia el salón de baile.

Al pasar bajo el arco de entrada al salón de baile, el

162 mayordomo dijo: —Señor Wentworth.

Maldición. Baxter era uno de esos molestos caballeros que


creía en anunciar a todos los invitados, incluso después de
que el baile hubiera empezado. Como Sebastian esperaba,
la mayor parte de la multitud se volvió como uno para
mirarlo boquiabierto. Nunca se acostumbraría a eso.

Enseguida vio a Rourke entre el mar de rostros. No


era una hazaña difícil. Rourke estaba estratégicamente en
la mejor posición para ver todo el salón de baile. Notó a
Sebastian de inmediato y asintió con la cabeza sobre el
hombro de un hombre más bajo con el que charlaba.

Pasando entre la multitud, Sebastian se dirigió al


Duque. Mientras lo hacía, Rourke se apartó del grupo en el
que estaba. Sebastian estaba a dos pasos de él antes de
que el Duque sonriera ampliamente.

—Déjame adivinar, en lugar de Julian ¿has encontrado


un marido cornudo furioso?

—Muy divertido, listillo. No. He encontrado un grupo


de matones callejeros y Julian me encontró.

—¿Eso fue antes o después de que los matones


decidieran utilizarte como un saco de boxeo?

—Durante, en realidad. —Sebastian se puso junto a


Rourke y se giró para mirar hacia el salón de baile.

Los labios de Rourke se curvaron. —Me temo que no


puedo decir que ya tenido la emoción que tú has tenido
esta noche. Estoy celoso.
163 Sebastian resopló. —No. De alguna forma no recuerdo
haber sido apaleado tanto.

—Nada que un poco de brandy no pueda curar. Tal vez


un par de cigarros también.

—Muérdete la lengua.

Rourke se rió entre dientes. —No he visto a nuestro


pequeño amigo. Nada inconveniente ha sucedido en
absoluto, a menos que cuentes a Winstol lanzando su
carnet de baile en el candelabro de aquella pared. —Asintió
con la cabeza hacia la derecha.

La pared de delante del salón era de color amarillo


pálido y estaba llena de ventanas en arco intercaladas con
apliques de pared, con forma de abanico de cristal
esmerilado. Había una silueta oscura rectangular en el
tercero desde la derecha.

Sebastian sonrió. Ahora que Aiden y Payton estaban


casados, parecía que Lord Problema lo estaba tomando
donde lo habían dejado ellos.

—Ah, y ¿he mencionado los rumores?

—¿Todavía hay rumores, aunque Colton está aquí y


obviamente, no ha huido?

—Han evolucionado a Colton robando ese caballo.

—¿Me han dejado fuera de los rumores?

—No exactamente. Tú ayudaste e instigaste. Oh, mira


164 por allí. —Rourke movió su barbilla a su izquierda—. Parece
que Lord Bannon está intentando deshacerse de su carnet
de baile.

De pie junto a Problema, Lord Bannon tenía su carnet


de baile en la mano, mirando a derecha e izquierda.

—Increíble. No puedo imaginar a nadie tan estúpido


como para creer que Colton haría algo tan insensato.

—No estoy seguro de que realmente lo crean, pero, no


obstante, están hablando de ello. —Rourke le golpeó con el
codo—. Aquí va. ¿Has visto cómo Winstol le dio un codazo?

Efectivamente, Bannon lanzó su carnet de baile a


través de la pista de baile como uno podría tirar piedras en
un estanque. Pasó por el suelo de madera, golpeó el pie de
alguien y rebotó, girando en la dirección contraria.

—¿Crees que acabará pisoteado o alguien lo


encontrará y devolverá..?

El Sr. Potts, el corpulento hijo mayor de mediana edad


del Barón Henderson, pisó el carnet. Sus brazos se agitaron
durante al menos cinco segundos. Agarró el hombre que
estaba junto a él, y ambos cayeron con un rebote. Hubo un
fuerte “Umph”, y una cacofonía de gritos de asombro y
gemidos. Los próximos dos hombres en línea tropezaron
con ellos, y los cuatro terminaron en una pila.

Rourke ni siquiera intentó de ocultar su risa.

Lord Bannon y Problema se escondieron fuera de la


habitación cuando la música se detuvo y el resto de los

165 bailarines ayudaron a sus compañeros caídos en el suelo.

Sebastian negó con la cabeza y tosió en su mano.


Tuvo que apartar la mirada para no delatarse.

—Tenías razón. Este trabajo no es para nada aburrido.

Finalmente, la pista de baile se vació, y la orquesta


comenzó a tocar un vals. Steven y Raleigh se encontraban
entre las primeras parejas que iniciaron el baile. Sebastian
buscó al resto de la familia real, pero no había nadie más
que Colton. Estaba en pie delante de un jarrón,
contemplándolo como si fuera una obra de arte. ¿Cuándo
Colton se interesó por el arte? Estaba solo. ¿Fue por
chismes tontos? Por lo general, había varias personas
compitiendo por su atención.

El pecho de Sebastian se tensó al ver a Colton. Colton


nunca debería estar solo, pero tal vez era la oportunidad de
Sebastian. Echó a andar hacia el príncipe.

—¿Dónde vas?

—A ver si Colton quiere bailar.

Menos mal que el robo de caballos no era un delito


de ahorcamiento en Regelence. Mientras otro grupo de
pares pasaban a Colton, el nivel de ruido se redujo
ligeramente. Era como si todo el mundo contuviera la
respiración. Se mordió el labio para evitar reírse y estudió a
la multitud. Un hombre en particular seguía mirándolo y
girándose hacia sus amigos. Qué ridícula idea pensar que
Colton en realidad podría hacer una cosa así. Príncipe o no,

166 las leyes eran las leyes.

Dalton se acercó a él. —Así que…

—No he robado ningún caballo.

—Está bien, está bien. —Riendo, Dalton levantó las


manos—. Yo no iba a preguntar por eso. Quería ver si
podías identificar a alguien por mí.

—Puedo intentarlo.

Alzando la barbilla un poco para indicar algo a través


de la sala de baile, Dalton le preguntó: —¿Quién es ese que
habla con un amigo de Problema?

Colton vio a Bannon, viéndose muy petulante. Lord


Redding, el hermano mayor de Bannon, le estaba echando
la bronca. Redding negó con la cabeza y se puso las manos
en las caderas. —Ese es el Vizconde Redding, el futuro
Duque de Eversleigh. ¿Por qué?

—¿Cómo se llama? Es impresionante.

Uh-oh. Colton devolvió su atención a Dalton. Su


mirada no se apartaba de Redding. —Deberías olvidarlo. Es
casi tan estirado como Rexley, y es muy tímido. Él nunca se
sale de la línea. Su reputación es impecable. Bannon se
refiere a él como Lord Perfecto. —Colton entendió la
preocupación de Dalton. Redding era hermoso. De casi
1’80, era de estatura promedio para un Regelen. Su
complexión era atlética y de músculos tonificados, sus
rasgos refinados, con los ojos grandes, la nariz
perfectamente recta y la mandíbula ligeramente cuadrada.

167 Bannon y Redding compartían esos increíbles y vibrantes,


ojos verde hierba. Bannon se refirió a ellos como verde
Thompson, porque solo estaban en la familia. Su padre
también los tenía. Pero a diferencia de su hermano más
joven pelirrojo, Redding tenía el pelo castaño.

—¿Cuál es su nombre?

Colton suspiró. —Blaise Thompson. Pero te lo digo, no


tienes oportunidad. Aunque pudieras superar la timidez de
Redding para conseguir que hablara contigo, no pasarás a
Eversleigh. Su padre lo observa como un halcón. Incluso
aprueba el carnet de baile de Blaise.

—Hmm... —Dalton se adelantó y se detuvo—. Er... ¿te


gustaría bailar conmigo más tarde?

Colton cogió su carnet de baile del bolsillo interior de


la chaqueta y lo levantó. —Claro.

Algo le tocó la espalda. Una mano. Un escalofrío


recorrió su columna. Alguien se puso detrás de él. Era
íntimo.

Dalton arqueó una ceja, y una sonrisa aliviada


apareció en su rostro.

Una risa suave cosquilleó la oreja de Colton y se


apartó el pelo en la sien. Wentworth. Conocía esa risa como
la suya. O tal vez era sólo el sexto sentido que parecía
tener cuando se trataba de Wentworth.

Wentworth cogió el carnet de baile de los dedos de


Colton y lo arrojó a una urna fea de color morado a la
168 derecha de Colton. Clink. Clink. Plunk. —Esto debería
dejarte libre para bailar conmigo.

Al girar la cabeza, Colton se quedó cara a cara con


Wentworth. Un aleteo nervioso cosquilleó en su estómago.
Wentworth estaba tan cerca que no le costaría nada darle
un beso. Y Colton quería.

Como si leyera su mente, la mirada de Wentworth


bajó a la boca de Colton.

Los labios Colton hormigueaban. Tragando el nudo en


la garganta, se pasó la lengua por los labios. Las mariposas
en su estómago aumentaron, y el calor lo cubría de la
cabeza a los pies. La conexión entre ellos de esta tarde
todavía estaba presente. Tal vez esta tarde no había sido
una casualidad.

—Buenas noches, Mi Lord. —Galaxias, ¿esa era su


voz? Sonaba mucho más profunda y suave de lo normal.

—Ahora lo es, —susurró Wentworth.

Colton lo estudió, intentando ver de qué humor


estaba. Pero Wentworth parecía como siempre. Leer al
hombre nunca había sido fácil. Colton se giró para mirarlo
mejor. Polvos, tenía un ojo azul oscuro y largas... —¿Qué le
ha pasado a tu ojo? —Un moratón aparecía en su
encantador rostro bajo su ojo izquierdo. Tenía una sombra
de barba, un arañazo desde el lóbulo de su oreja a su nariz,
y su cabello estaba más revuelto de lo normal.

Colton tocó la mejilla de Wentworth bajo el ojo negro.

169 La idea de que alguien le hiriera hacía que a Colton se le


revolviera el estómago. «Debería haber estado allí» Si
hubiera estado con Wentworth... ¿Qué estaba pensando?
No podía seguir a Wentworth. Pero la culpa todavía lo
acechaba. Tenía el loco impulso de besar sus heridas para
que mejoraran.

Dalton se aclaró la garganta. —Buenas noches,


Wentworth.

Colton apartó su mano de la mejilla de Wentworth y


retrocedió. Estaban en un salón de baile lleno de gente que
ya pensaba que eran ladrones. La falta de decoro se estaba
convirtiendo en un hábito... de nuevo.

—Es bueno verte, Ashbourne. —Wentworth se inclinó


en la mano de Dalton, llevándola a sus labios. Las manos
de Wentworth estaban sin guantes y sus nudillos estaban
heridos. ¿Qué le había pasado?

—¿Confío en que puedo dejar a mi primo en buenas


manos, Mi Lord?

—Por supuesto, Ashbourne. —Levantándose,


Wentworth soltó a Dalton.

Sonriendo, Dalton se alejó.

Colton esperaba que se mantuviera alejado de Blaise


Thompson.

—¿Qué pasa con el baile que me prometiste? —


Wentworth le guiñó un ojo a Colton.

—Yo... —No le había prometido un baile a


170 Wentworth—. Claro. —¿Cuántas veces había querido hacer
esto? ¿Bailar con Wentworth?

Wentworth colocó su mano en la espalda de Colton de


nuevo y lo llevó a la pista de baile.

Parejas giraban en la pista. Las luces brillando desde


los candelabros de cristal, lanzando chispas por la
habitación. Era mágico. Colton avanzó su mano bajo la
manga y apretó su brazo. Ow.

Wentworth los llevó con la multitud de bailarines.

Pillado por sorpresa, Colton tropezó y apretó el


hombro de Wentworth. un... dos... tres... un... dos... tres.
Pisó el pie de Wentworth. —Lo siento, —masculló.
—Está bien. Espero no haber interrumpido nada
importante. Necesitaba hablar contigo y pensé que sería
mejor si no hablábamos delante de otros.

El estómago de Colton se hundió un poco. ¿Wentworth


quería hablar con él? Suponía que eso explicaba por qué
Wentworth lo buscaba. Colton se encontró con la mirada de
Wentworth. —No interrumpiste. ¿Qué le pasó a tu rostro?

—Fui confundido con una pelota de croquet.

Colton estalló en risas. —¿Qué?

Wentworth sonrió. Las líneas aparecieron en las


esquinas de sus ojos. —Tienes una risa maravillosa.

—Y tú tienes un extraño sentido del humor. ¿Qué pasó


realmente?
171 —Me topé con unos rufianes que pensaron en
quitarme el dinero. Ellos se ven mucho peor que yo.

Colton jadeó. «¿Una banda?» Señor, podría haber sido


asesinado. La bilis se alzó por su garganta. La imagen de
Wentworth tirado en la calle apareció en su cabeza. —
Deberías haberles dado tu dinero. Tu vida vale mucho más
que unos cientos de libras.

—Relájate. Soy capaz de defenderme. Además, tuve


algo de ayuda. Uno de mis antiguos compañeros de equipo
estaba allí.

Era difícil pensar en Wentworth con un comando.


Parecía demasiado elegante y refinado para haber estado
envuelto en la RSR. ¿Cómo se vería Wentworth con
uniforme? Estaría elegante, pero probablemente podría no
llevar nada y las cabezas se girarían para mirarlo. Era el
hombre, no la ropa. Su porte. Su seguridad al caminar.

Mientras giraban, Colton vio a algunos hombres fuera


de la pista de baile apuntándolos.

Wentworth debió verlos también porque preguntó: —


¿Los cotilleos son demasiado malos?

Colton se encontró con la mirada de Wentworth. —


¿Los has escuchado?

—Solo de segunda mano.

—Tonterías, ¿no? —Colton sonrió dulcemente. Estaba


pasándoselo demasiado bien para dejar que las idioteces le
molestaran.
172 —Sí. Pero ¿es por eso por lo que no estabas bailando?
—Wentworth le dio una suave sonrisa que hizo cosas
maravillosas con sus labios.

Colton sacudió la cabeza.

Durante varios segundos solo se miraron. Estaban


sincronizados. Moviéndose como uno. El placer inundó a
Colton, y su cuerpo se llenó de excitación. La sala y todos
los cotillas esperaban su siguiente movimiento. No podía
apartar la mirada. No quería hacerlo.

Los ojos de Wentworth brillaban. Había algo en su


mirada que Colton había visto antes, pero nunca dirigido a
él. Era a la vez gratificante y atemorizante. Había deseado
tanto esa admiración, ¿pero ahora? No estaba seguro.

—¿Por qué nunca hemos bailado antes?

—Nunca me lo pediste.

—Qué estúpido era. Bailas divinamente.

—Gracias. Tú también. —Colton sonrió. Pillado en el


momento, no notó la proximidad al final de la pista de baile
hasta que Wentworth giró y los sacó al aire de la noche.

»Wentworth, ¿a dónde vamos?


Wentworth apretó la cintura de Colton y bajó las
manos, exagerando los movimientos. —Sebastian. Y vamos
a por algo de aire fresco.

—Sebastian. —Colton amplió su sonrisa y siguió a


173 Sebastian. No podía creer que esto estuviera pasando. El
frío aire le electrificaba y enfriaba al mismo tiempo.

Sus pasos eran suaves en el porche de madera. La


música y la tranquilidad de la noche se filtraban fuera de la
charla del salón de baile. Juntos bailaron, dando pasos más
grandes de lo permitido dentro. La luna brillaba, y el
dorado brillo de los candelabros en las farolas iluminaban
su camino. Era excitante... divertido.

Sebastian parecía sentirlo también. Echó atrás su


cabeza y rió, mientras bailaban.

Cuando la música se fue apagando fue seguido del


sonido de los aplausos. Pero siguieron bailando. Sebastian
lo acercó más hasta que el calor de su cuerpo calentó a
Colton y apenas había espacio entre ellos.

Alzando su cabeza, Colton rozó la mejilla de Sebastian


con la suya, sus labios a solo una respiración de distancia
de los de Sebastian. El corazón de Colton latía rápido
mientras Sebastian giraba su cabeza y sus labios se
encontraron. Colton y Sebastian dejaron de moverse.

Los dedos de los pies de Colton se curvaron en sus


zapatos, y su polla empezó a llenarse. ¿Había deseado este
beso tanto?

Apretando su mano, Sebastian profundizó el beso y se


inclinó hacia Colton hasta que sus cuerpos se tocaron.
Encajaban perfectamente juntos, como si estuvieran
destinados a estar juntos. Era mejor que cualquier fantasía.

Colton abrió sus labios, deseando más. Y lo consiguió.

174 Sebastian mordió el labio inferior de Colton y le apretó el


culo.

Colton se tensó. ¿Debería parar esto? No quería


hacerlo, pero tenía que hacerlo.

Jadeando, Sebastian parpadeó como si estuviera


mareado. —Lo siento. —Se apartó tan rápido que el frío
golpeó a Colton donde el cálido cuerpo de Sebastian había
estado y le hizo temblar.

»Vamos, volvamos al salón de baile. Nunca debería


haberte traído fuera. No sé en que estaba pensando. —
Sebastian cogió su brazo y lo llevó dentro.

Colton seguía mareado. ¿Qué acababa de pasar?


¿Cómo se habían vuelto las cosas tan frías de repente?
¿Había hecho algo? ¿Algo a parte de besar al hombre?
Maldición. ¿De alguna forma había obligado a Sebastian a
besarlo? Nunca debió aceptar ese baile.

Si una persona más insinuaba que Colton había robado


ese maldito caballo, Steven iba a dejarse llevar. De todos
los estúpidos rumores de los que enterarse, ¿por qué tenían
que seguir con el cotilleo de la fuga?

Miró fuera de la pista de baile. Parejas bailaban


creando intrincados patrones. La multitud parecía ondular
juntos, formando una gran masa que giraba. Quizá debería
encontrar a Raleigh e ir a bailar de nuevo. Eso mejoraría su
175 humor. O quizá una copa. Sí, eso sonaba bien.

Buscó en la multitud a un sirviente. Notó uno, lo llamó


y le pidió una bebida. Esperando la bebida, buscó a sus
hijos. También tenía que ser un chaperón responsable,
Aiden normalmente estaba con los floreros y actuaba como
chaperón, pero no podría decir lo que hacían sus hermanos
o su hijastro en cualquier momento aunque lo apuntaran
con una espada. Si no estuviera bailando con Nate, estaría
haciendo un boceto.

Nate, sin embargo, normalmente sabía donde estaban


todos y qué estaban haciendo. Pero por el momento, Nate
estaba con su cabeza junto a la de Aiden, mirando en lo
que estuviera trabajando Aiden.
Rexley estaba en un grupo de pares en la mesa de
ponche.

Problema y Bannon Thompson se inclinaban en el pilar


de mármol mirando algo boquiabiertos en la pista de baile.
Steven siguió sus miradas. Raleigh estaba bailando con
Tarren. ¿Por qué se sorprendían tanto? Raleigh
normalmente bailaba con todos los chicos en una noche.

Raleigh y Tarren giraron a la derecha, y en el lugar


que dejaron, vio Colton y Sebastian caminando del brazo
por la puerta abierta de la terraza. ¿Habían estado fuera?
¿Solos?

Steven sonrió. Quizá esa noche no iba a ser una total


pérdida de tiempo. Aparentemente, juntarlos esa tarde
había sido una idea espléndida. ¿Cómo podía seguir
manteniéndolos juntos? Seguramente habría algunos
176 recados que podía hacer que hiciera Colton. Y, por
supuesto, necesitaba a alguien que acompañara a Colton
por su seguridad.

—Su bebida, Su Majestad. —El sirviente le pasó una


copa.

—Gracias. —Steven cogió el vaso. Cuando volvió a


mirar a la pista de baile, Colton estaba solo.

—Steven, ¿cómo estás esta noche? —El Duque de


Eversleigh se cercó a él. También miraba la pista de baile—.
¿Wentworth está cortejando a Colton? Noté que bailaban
juntos antes.

—Solo puedo tener esperanza. Espera. ¿Bailaron


juntos?

—Sí. Cuando tú y Raleigh bailabais.

—¡Vaya! Me lo perdí.

Eversleigh rió. —¿Raleigh sabe que estás haciendo de


celestino de nuevo?

—No tengo ni idea de lo que hablas, Eversleigh.

La risa de Eversleigh se convirtió en una risa fuerte. —


Tu secreto está a salvo conmigo. —Estuvo unos momentos
en silencio luego preguntó: —Steven, ¿tienes unos
momentos? Necesito discutir algo contigo. —Su rostro no
mostraba nada de lo que quería discutir, pero Steven sintió
que lo que fuera tenía que ser dicho en privado.

177 Girándose hacia la entrada del salón de baile, Steven


extendió su brazo, indicando a Eversleigh que dirigiera el
camino. —Vamos a tomar prestada la biblioteca de Baxter.

Pasaron por la masa de cuerpos. En algún momento,


Steven perdió de vista a Eversleigh pero lo vio en el
vestíbulo.

Cuando llegaron a la biblioteca, Eversleigh cerró la


puerta y pidió al mayordomo computarizado que saliera de
la sala. Abrió el bar en la esquina de la sala y se sirvió una
bebida.

Steven se sentó junto a la chimenea y contempló a su


amigo. Warren Thompson era un hombre solemne en los
principios de los sesenta. El Duque de Eversleigh había
servido en el parlamento como miembro de la IN de
Regelence desde que se creó la posición. Incluso ahora el
heredero de Eversleigh estaba siendo criado para ser el
siguiente representante de Regelence. Era una gran
responsabilidad, y actualmente Eversleigh era excelente en
el trabajo.

Se sentó junto a Steven. —Te ofrecería un puro, pero


sé que Raleigh nos estrangularía a ambos.

—No es tan malo como solía. Mientras fume los de


sabores, no le importa. Es el humo lo que le desagrada, y
esos huelen bien. O eso dicen.

Eversleigh asintió. —Sí, Pierce prefiere esos.


Personalmente, no tengo preferencias. —Cruzó sus tobillos
delante de él y se echó para atrás—. La razón por la que
quería hablar contigo es que me he encontrado con algo
que me preocupa. Podría no ser nada, pero... —Sacudió la
178 cabeza—. No lo sé. Solo me parece raro con todas las cosas
que he aprendido últimamente de la IN. —Bajó la mirada a
su bebida y la alzó de nuevo hacia Steven—. Esto requiere
un poco de explicación, ¿si no te importa?

Bebiendo, Steven le señaló al Duque que siguiera.

»Como debes saber, la mujer del Almirante Jenkins es


Regelen. Tiene una residencia aquí en Classige y en el
planeta Delcorte. Desde que está retirado, creo que sería
un buen aporte a nuestro equipo. Por no mencionar, que
me gustaría tener su cerebro para descubrir si puede
iluminarnos más sobre esta situación en la que nos
encontramos con el IN.
—Creo que es una idea excelente. Nate tiene la
impresión de que el Almirante sabe más de lo que nos dice,
pero Nate no ha sido capaz de acercarse a él desde que se
retiró.

Eversleigh asintió. —Ese es el problema. He estado


intentando alcanzarlo durante dos meses sin suerte. Es
como si él y su familia se hubieran ido y desaparecido. No
están en Delcorte ni aquí en Regelence. Su hijo Robert, que
es un teniente en la IN, está ASP8. Creo que algo les ha
pasado.

Una sensación de hundimiento agarró a Steven. Se


bebió el resto de su bebida.

»Nadie parece saber donde están. —Warren se sentó


hacia adelante, sosteniendo su bebida entre sus rodillas
abiertas—. ¿No es Wentworth pariente del Almirante?
179 ¿Sabe algo?

—No, Wentworth realmente no es pariente del


Almirante. El Almirante compró la comisión de Wentworth
en la Marina de Regelence, pero creo que Sebastian todavía
se envía cartas con Jenkins. Le preguntaré esta noche, pero
estoy seguro de que si supiera algo me lo diría. —Steven se
levantó y estiró su espalda. Necesitaba visitar el baño. Ese
escocés le había sentado bien—. Me pregunto que
información tenía Jenkins. Quizá debamos encontrar a la
última persona con la que tuvo contacto antes de
desaparecer. —Se giró hacia el fuego y colocó su brazo en
la pared.

8 N de t: Ausente Sin Permiso.


Uniéndose a él en la chimenea, Eversleigh colocó su
vaso vacío en la repisa. —Ya tengo a mi personal
intentando descubrir la última vez que se le vio. Hace que
me haga preguntas. Si estaba en peligro, ¿por qué no vino
a nosotros en busca de protección?

Esa era una buena pregunta. Nate estaba convencido


de que había más detrás del hombre retirado de lo que se
veía. —No lo sé, amigo mío. No lo sé. —La felicidad de ver
a Colton con Wentworth había sido remplazada por una
inquietante sensación de inminente fatalidad. Se
estremeció y el pelo de sus brazos se puso de punta. ¿Qué
planeaba al IN? ¿Cómo encajaban las piezas del puzzle?

Steven y Warren dejaron juntos la biblioteca,


prometiendo verse al día siguiente cuando Steven hablara
con Sebastian y Nate.

180 Dirigiéndose al baño, Steven dejó que su mente vagara. No


tenía dudas de que el viejo Almirante era leal a Regelence,
entonces ¿por qué no se había puesto en contacto? ¿Qué
sabía? Hasta el momento habían robado las armas, los
planes para un arma de rayos de partículas e intentado
robar la tecnología de Regelence de la procreación. ¿Cómo
se sumaban esas cosas?

Steven rodeó la esquina en el pasillo de los baños y


buscó una puerta abierta. «Ah, ahí al final»

—¿Qué estás haciendo?

Jadeando, Steven se llevó una mano al pecho. Su


corazón latía tan fuerte bajo su palma que casi se le sale
del pecho. —Maldición, Raleigh. —Miró a su consorte—. Me
has asustado.

Raleigh frunció el ceño. —Te has ido por más de


quince minutos. Estaba preocupado. ¿Dónde has estado?

«¿Decirlo o no decirlo?» La vejiga de Steven eligió por


él. Realmente tenía que ir. Agarrando a Raleigh de la mano,
Steven lo metió dentro del baño y cerró la puerta. —Creo
que el In ha asesinado al Almirante Jenkins y su familia.

181
Capítulo Diez
Sebastian estaba empezando a pensar que era un
candidato ideal para la casa de locos. Su cerebro estaba
revuelto. Confusión no se acercaba a describir lo que
sentía. ¿Había sido sólo hace un día que había decidido que
mantenerse alejado de Colton era su mejor curso de
acción? Ahora, quería pasar todo su tiempo en presencia de
Colton.

Había ido al baile de esta noche para contactar con


Rourke y asegurarse de que nada malo le hubiera ocurrido.
182 Debería haberse ido inmediatamente después de que
hubiera comprobado que todo estaba bien, pero había visto
a Colton de pie en la orilla de la sala de baile. Incluso
antes de que hubiera tomado la decisión consciente, estaba
al otro lado de la habitación, atraído como un imán al
acero. Había querido bailar con Colton. Era tan simple como
eso. Había querido retenerlo cerca.

«Galaxias, dame fuerzas» Colton se estaba


convirtiendo rápidamente en una adicción.

Colocando la cabeza en el respaldo de la silla,


Sebastian estiró las piernas frente a él y cerró los ojos. Se
pasó las manos por la cara, y un músculo se apretó en su
espalda. Era como estar inclinado con fragmentos de vidrio.
Se había olvidado por completo de la lucha en la maldita
calle en la que se había metido por buscar a Julian. Maldita
sea, había sido un día largo.

Nate entró en el estudio y fue hasta el aparador. —


¿Qué te ha pasado? —Escogió dos vasos y sirvió whisky en
ellos.

—Me encontré con una banda de matones en la


búsqueda de un amigo mío.

Haciendo una pausa, Nate volvió la cabeza. Sus cejas


se alzaron mientras estudiaba a Sebastian. Negó con la
cabeza y volvió a verter. Después de tapar la licorera, cogió
los vasos y cruzó la habitación. —Parece que podrías querer
uno. —Le dio un vaso a Sebastian y se sentó en la silla
junto a él.

183 —Gracias. —El whisky no era su bebida preferida, pero


se obligó para ayudar con el dolor. Tomó un sorbo. —
¿Alguna idea de por qué estamos aquí?

—No tengo idea. En el coche de camino a casa, Steven


me dijo que iba a llamar a una reunión y me quería
presente.

Aiden entró en la habitación, trazando una línea recta


hacia su consorte. Besó a Nate en la mejilla, y se miraron el
uno al otro durante unos segundos. La mano de Aiden se
quedó en el hombro de su consorte. El Almirante puso su
mano libre en la parte superior de Aiden y se la apretó. Era
íntimo e impropio, pero también era hermoso. Hacían una
pareja llamativa. Aiden era elegante y encantador mientras
que Nate era grande y hermoso de una manera masculina.

Sebastian no podía apartar la mirada. ¿Cómo sería


tener una relación así? Giles nunca había mostrado tanto
cariño delante de los demás. Todos los Townsends, hasta
ahora, habían encontrado parejas de amor.

Robando la bebida de su consorte, Aiden se sentó en


el sofá de dos plazas frente a ellos. Bebió mientras miraba
a Sebastian. Sus ojos se abrieron, y le quitó el vaso de sus
labios. —¿Qué te ha pasado?

—Se metió en una pelea de bandas. —Después de


sacar un puro y el cortador del bolsillo de su abrigo, Nate
recortó el final.

—¿Una pelea de bandas? —Parpadeó Aiden—. No creo


que le cortaras la cabeza a alguien ahí fuera, ¿verdad?

184 Gimiendo, Nate dejó caer su cabeza en su mano, pero


sonreía.

La boca de Sebastian se quedó abierta. Sólo un


Townsend hacía tal pregunta. —No. ¿Por qué lo preguntas?

—Está pintando una escena de guerra. —Levantando


la cabeza, Deverell fue al aparador y sacó un encendedor
del cajón. Encendiendo su puro, se sentó junto a Aiden. Le
palmeó la pierna a Aiden, dejando su mano allí, y reclamó
su bebida.

—Ser salpicado por la sangre justo es darme un mal


rato. ¿Dónde están Padre y Cony? Pensé que esta era una
reunión importante. ¿Alguna idea de qué se trata? —Aiden
se quitó su zapato derecho y metió el pie debajo de la
pierna, inclinando su cuerpo hacia Nate. Descansando su
brazo derecho sobre el respaldo del sofá, distraídamente
jugaba con el cuello del Almirante.

—Sólo estábamos discutiendo eso cuando entraste. —


Deslizando su mano más arriba del muslo de Aiden, Nate
tomó un trago de whisky. Sosteniendo el puro en la misma
mano, le dio el vaso de vuelta a Aiden, quien bebió de él—.
Seguramente si fuera muy importante, estarían aquí ya.

—Uno podría pensarlo. —Sebastian sonrió. La multitud


estaba llena de parejas que apenas se toleraban unos a
otros. Era tan refrescante ver a una pareja tan enamorada.
Los hombres no compartían sus bebidas entre sí.
Simplemente no se hacía. Eso hablaba de la devoción y la
intimidad entre los dos hombres. ¿Sería Colton tan cariñoso

185 con su consorte? Un nudo se formó en el estómago de


Sebastian. La idea de Colton casado y compartiendo cosas
con otro hombre no le cayó nada bien. No tenía ningún
derecho sobre Colton, sin embargo, algo dentro de él
gritaba que Colton era suyo.

—Ah bueno, estáis todos aquí. —Steven entró a la sala


con Raleigh sobre sus talones.

—Jeffers, detén todas las grabaciones y sal de la


habitación. —Raleigh cerró la puerta tras él y se sentó junto
a Steven en el escritorio.

—Sí, Su Alteza —respondió el mayordomo.

Poniendo su mano en el muslo de Raleigh, Steven


ladeó la cabeza y observó a su hijo. —Aiden, ¿qué estás
haciendo aquí? No es que me importe, pero...

—Salvando a Nate de la molestia de tener que repetir


todo.

Deslizando su mano en la parte superior de donde


Steven la tenía en su muslo, Raleigh enlazó sus dedos con
los de Steven. ¿Se daba cuenta de lo que hacía? También
ellos siempre parecían estar en contacto entre sí de
pequeñas maneras. Sebastian estaba seguro de que lo
hacían la mayor parte de forma inconsciente.

Raleigh sonrió. —Aiden, Nate no te lo dice todo.

El Almirante pensó por un segundo. —En realidad, lo


hago. Cualquier cosa de importancia de todos modos.

Aiden le sonrió.
186 Sebastian se echó a reír. Si se casara con Colton,
¿iban a compartir todos sus secretos?

¿De dónde había salido eso? Había jurado dejar el


matrimonio después de que Giles murió. No tenía necesidad
de casarse de nuevo. No le importaba si el título Wentworth
era aprobado o no. No era su apellido familiar. El título y la
propiedad podrían volver de nuevo a la corona por todo lo
que le importaba.

—Está bien, es justo. Podemos usar el cerebro


adicional del prisionero de guerra. Bueno galaxias. ¿Qué te
pasó en la cara? —Raleigh estaba boquiabierto—.
¿Necesitas una bolsa de hielo?
—Estoy bien. —Sebastian esquivó las preguntas.
Estaba cansado de explicarlo, pero le calentaba el corazón
que les importara—. Corrí tras algunos delincuentes cuando
fui a buscar a uno de mis viejos compañeros de equipo.
Decidieron que necesitaban mi dinero y mis pertenencias
más que yo. No estuve de acuerdo.

—¿Encontraste a tu compañero de equipo? —quiso


saber Aiden.

—Lo hice. Empieza a trabajar mañana. Su nombre es


Julian Towers. Ese es uno más de la Guardia que puede
acompañaros a todos en vuestras salidas. Prefiero que
tomes a Knighton, Julian o a mí mismo en lugar de otros
guardias. —Miró a Nate—. Me gustaría que reconsideraras
tener una escolta armada todas las mañanas.

Nate dio una calada a su cigarro. —Es sólo un


187 kilómetro y medio de distancia.

Sebastian suspiró, pero no dijo nada. No serviría de


nada. El hombre estaba decidido, y era terco como el resto
de la familia.

Se hizo el silencio durante varios segundos y luego


Steven se aclaró la garganta. —Eversleigh, como sabéis, es
nuestro permanente miembro de la IN en el consejo. Ha
estado tratando de localizar al Almirante Jenkins durante
los últimos dos meses sin suerte. No está en Delcorte o
aquí en Regelence. Por lo que sabemos esas son sus únicas
dos residencias.

Deverell quedó sin aliento.


Aiden susurró: —Oh no.

Sebastian estaba sentado demasiado aturdido para


hacer cualquier cosa.

En cuanto a Sebastian, Steven le preguntó: —


¿Conoces cualquier otro lugar donde él y su familia podrían
estar?

Sebastian negó con la cabeza. —La última vez que


hablé con él fue en la ceremonia donde se retiró y nombró
a Nate su sucesor. —Seguramente Carl estaba bien. Tenía
que estarlo.

—¿Por qué Wentworth sabría dónde el Almirante vivía?


—El ceño de Nate se frunció.

—Jenkins fue mi mentor. —En realidad, fue más como


un salvador. Si no fuera por Carl, Sebastian probablemente
188 estaría muerto ahora—. Es el que me metió en la Marina de
Regelence. Su esposa es de Regelence. Lo conocí cuando
yo tenía dieciséis años, y él estaba de permiso. —Nadie
necesitaba saber que se encontró con el Almirante, -un
Capitán entonces- porque Sebastian trató de robarle el
bolsillo. Era su secreto y de Carl, y Sebastian tenía la
intención de que siguiera siéndolo. «Por favor, que estés
bien, Carl» A Steven le preguntó: —¿Debo entender que no
has localizado a Betty tampoco?

—Yo no sabía que su esposa era de aquí. —Aiden se


inclinó ligeramente hacia adelante.

—Sí, su hijo nació aquí. Creo que Robert tiene


veinticinco o veintiséis años, debe andar por ahí.

—¿Por qué no sabía esto? —Poniendo sus pies en el


suelo, Aiden se inclinó más hacia adelante.

—No lo sé. —Sebastian tragó un poco de su bebida.

—Yo no lo sabía tampoco, —dijo Nate a Aiden.

—Hmm... ahora que pienso en ello... Lo he visto en los


bailes antes —dijo Aiden.

—Aiden, ¿te importa? —Raleigh arqueó una ceja.

Los hombros de Aiden cayeron. —Lo siento, Cony.

Con una sonrisa a su hijo, Steven continuó. —También


he oído que el hijo de Carl, Robert se ausentó sin permiso.
Nate, ¿puedes comprobar eso?

189 —Voy a echarle un vistazo a primera hora de la


mañana. —Nate dejó su cigarro en el cenicero a su lado y
recuperó su bebida de Aiden. Mirando hacia abajo en el
líquido, negó con la cabeza—. Sentía que algo andaba mal.
Debí haberle confrontado al respecto. Debí haberle ofrecido
protección.

Eran exactamente los pensamientos de Sebastian.


Tenía el estómago revuelto.

—No tiene sentido martirizarnos por ello. Vamos a


encontrarles. —Raleigh se levantó y estiró los brazos por
encima de su cabeza—. Obviamente, él sabe algo. Cuando
lo encontremos, veremos que él y su familia están
protegidos. Ahora, a menos que alguien más tenga algo
que añadir, me voy a la cama.

—Yo también. —Nate se levantó y le tendió la mano a


Aiden.

Después de ponerse el zapato de nuevo, Aiden aceptó


la ayuda y se levantó. —Buenas noches a todos. —Todavía
mano con mano, Aiden y Nate salieron del estudio.

Raleigh subió entre las piernas de Steven. Le tocó la


mejilla a Steven y dejó caer la mano. —¿Vas a venir?

Steven levantó la mano de Raleigh a sus labios y la


besó. —En un momento. —El gesto romántico hizo que la
mente de Sebastian vagara otra vez a Colton. Era tan
apasionado y vibrante. No hay duda de que se lanzaría a
una relación con tanto ardor como sus padres lo hacían.

—No te quedes hasta muy tarde. No vas a encontrarle


190 esta noche. —Raleigh inclinó la cabeza a Sebastian—.
Buenas noches, Wentworth. Ve a ponerte un poco de hielo
en la cara. —Cerró la puerta al salir.

Steven se quedó mirando la puerta cerrada con una


suave sonrisa en su rostro, pero parecía a un millón de
kilómetros de distancia.

Sebastian se bebió el resto de su bebida y la dejó a


un lado. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en
las rodillas. —¿Crees que está muerto?

—Espero que no. Pero sí, ese es mi temor.

El pulso de Sebastian le dio un vuelco y una ola de


mareo le inundó. La tristeza casi le ahogaba. Le debía a
Carl tanto.

—No te rindas con ello. Como Raleigh dijo, no lo vas a


encontrar esta noche. —Steven le dio una sonrisa triste—.
Mientras, como estás aquí... quería preguntarte otra cosa.

—Cualquier cosa.

—Te he visto esta noche con Colton. Los dos os veis


bien juntos.

Sebastian luchó para no mostrar ningún signo externo


de sorpresa. —Parecía solitario cuando fui a comprobar con
Rourke y no estaba bailando, así que le pedí bailar.

—Entonces, ¿Supongo que has oído los rumores


acerca de ti y de Colton?

191 —No personalmente, pero sé que la gente está


especulando que Colton y yo robamos el caballo.

—Eso no es todo.

—Sí, sí, el rumor de la fuga. He oído hablar de eso


también.

—¿Y qué hay del que afirma que los dos sois amantes?

Una sensación de hundimiento se instaló en el


intestino de Sebastian. —No, yo no había oído ese.

—¿Cuál es tu intención?

Sebastian se sentó y apoyó las manos en sus muslos.


¿Qué podía hacer? —Los rumores morirán. —Tal vez su
baile esta noche con Colton ayudaría. Sin duda, nadie
pensaría que haría alarde de su relación frente a los padres
de Colton. O dada la reputación de Sebastian, tal vez se
podría pensar eso. Sebastian se encogió.

—¿Y qué si no pueden ser sofocados?

Tomando una respiración profunda, Sebastian cerró


los ojos. Haría cualquier cosa para proteger a Colton. —
Entonces Colton y yo nos casaremos. —Esperó a que el
pánico viniera, pero no fue así.

El viento atrapó la puerta, lanzándo a Colton contra el


lado del establo con un golpe. —Maldita sea. —La brisa
helada golpeó su cara mientras luchaba contra la
intemperie. Brrr... Hacía mucho frío aquí afuera. Tal vez
192 debería haber traído su abrigo. Sus manos estaban
congeladas. Era increíble que no se hubieran agrietado y
caído. El frío cortaba a través de la ropa.

Luchando con la puerta, Colton estaba decidido a


ganar. Hundió los talones y se arrastró. En ese preciso
momento la corriente de aire se desvaneció, y la puerta se
cerró con un estruendo resonante. Aterrizó en su culo en el
interior del establo.

Los caballos arrastraban sus pies y bufaban. Uno de


ellos golpeó una pared. Apollonia relinchó, ya quejándose
para que la sacaran. El viento silbaba afuera, pero el olor
fresco y limpio del heno y avena le rodeaba. Le gustaba ese
olor.

Castañeteando los dientes, Colton estaba en su


espalda en el pasillo central con sus pulmones ardiendo.
Había planeado verificar los caballos, pero no había sabido
que iba a conseguir una sesión de ejercicio físico. Qué
imagen probablemente hacía. Ahora, su apariencia se agitó
como sus emociones.

Esta noche, no sólo había bailado con Wentworth, sino


que le había besado. Obviamente, Wentworth no había
estado tan emocionado por el beso como Colton, así que
¿por qué lo había hecho Wentworth? ¿Por qué había incluso
bailado con Colton? Colton gimió. Puesto que el hombre era
ahora su socio de negocios, no podía ignorarlo -no como si
estuviera haciendo un buen trabajo en eso de todos modos-
pero tenía que mantener las cosas profesionales entre ellos.

193 Y por el amor de la galaxia, tenía que dejar de besar al


maldito hombre.

Tratando de recuperar el aliento, levantó la vista hacia


los pajares en cada lado del techo de dos aguas y gimió.
¿Qué iba a hacer con Wentworth?

Apollonia relinchó de nuevo, esta vez más fuerte.

—Calla, Apollonia. —Sentándose, Colton se frotó los


brazos y se impulsó a sus pies.

Apollonia relinchó en su lugar dentro de su cubículo.

Su labio tembló. »Está bien ya. —En el camino acarició


a su madre, que había sacado su cabeza fuera de su
compartimento—. Buenas noches, Belle. —Moviéndose al
establo de al lado, desbloqueó la puerta de Apollonia y
señaló con el dedo—. Puedes estar fuera de tu recinto, pero
no vamos fuera.

Ella se apresuró a entrar en el pasillo central y se


volvió hacia él, empujando el brazo y moviendo de un tirón
hacia arriba con el hocico.

Su mano se posó en su cabeza, haciéndole reír. »Muy


bien, chica guapa. —Frotó su cuello. El pelaje castaño rojizo
parecía aún más oscuro con las tenues luces del techo.
Descansando su cabeza en su hombro, puso su brazo
alrededor de su cuello y el otro en su lomo. Estaba todavía
helado, pero su calor y el calor del granero se filtraron
dentro de él—. Tal vez la libido de Wentworth se dejó
llevar, y yo estaba en el lugar adecuado en el momento
194 equivocado. ¿O es el lugar equivocado en el momento
adecuado? —Nada de eso se había sentido equivocado.
Incluso ahora, sus labios hormigueaban, y le pareció que
podía sentir los labios de Wentworth presionando los suyos.
O tal vez estaban simplemente fríos.

Apollonia se apoyó contra él.

»Ya, vale —Colton arrastró los pies para evitar ser


derribado y la empujó contra su costado—. Ponte de pie,
tú, boba.

Ella giró la cabeza para mirarlo como si dijera: tú lo


empezaste, yo sólo estaba acurrucándome.

Colton le dio unas palmaditas a su lomo una vez más


por si acaso. »No has desarrollado el arte de escuchar
como tu padre.

Apollo, que estaba al lado de Apollonia, levantó la


cabeza. Algo de heno colgaba de su boca mientras
masticaba. Sacudiendo la cola, miraba a Colton. ¿Cuántas
veces había salido en medio de la noche para cepillar y
hablar a Apollo con los años? Demasiadas para contarlas.
»Hola, muchacho. ¿Cómo estás esta noche? Déjame
comprobar a Dazz y ver cómo se establece y entonces
vendré a cepillarte. —Colton frotó la nariz aterciopelada y
comenzó a bajar por el pasillo.

A medio camino, la puerta del establo se abrió y un


escalofrío azotó la espalda de Colton. Envolviendo sus
brazos a su alrededor, se volvió para mirar a su intruso.

Con su levita ondeando al viento, Wentworth luchó por


195 cerrar la puerta.

Ese familiar hormigueo llegó cuando Wentworth estaba


cerca de molestar a Colton. No había pensado ver a
Wentworth de nuevo tan pronto. Tal vez era demasiado
pronto. Colton no tenía idea de dónde estaban las cosas
entre ellos.

La puerta finalmente se cerró de golpe, y el rugido del


aire al entrar en el interior se convirtió en un aullido fuera.
Wentworth miró a su alrededor. Cuando su mirada se posó
en Colton, sonrió. —Me preguntaba si estarías aquí. —Los
hombros de Wentworth se hundieron más de lo normal, y
sus ojos negros eran más oscuros de lo que habían sido en
el baile.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Max está aquí. —Wentworth hizo un gesto hacia la


parte de atrás del establo.

Colton miró por encima del hombro. Efectivamente,


Max estaba en un compartimento en la parte posterior. —
Oh. Estaba revisando a Dazz.

—¿Cómo está..? —Algo tintineó cuando Wentworth se


adelantó. Se detuvo delante de un recinto abierto—. Dame
eso. —El profundo tono dulce era como envolverse en una
manta.

Mirando a su alrededor, Colton se dio cuenta que


Apollonia no estaba en el pasillo central. Oh no.

196 Wentworth desapareció en el establo vacío. —No.


Nada mal.

El tintineo sonó de nuevo, y Apollonia resopló. Sus


pezuñas resonaron varias veces en sucesión rápida sobre
el piso de cemento. ¿En que estaba ahora?

Divertido, Colton se acercó a investigar.

Sostenía el final de un arnés de cuero viejo apretado


entre sus dientes. Wentworth agarraba el otro extremo. —
Dame esto. No lo necesitas. —Un juego de tira y afloja
sobrevino, y las botas de Wentworth se deslizaron sobre el
suelo de cemento. Poco a poco ella le tiró justo dentro del
redil con ella.
Reprimiendo una sonrisa, Colton agarró el arnés y
sumó su fuerza al lado de Wentworth. —Apollonia. —
Chasqueó la lengua—. Déjala caer.

Volvió un poco la cabeza y lo miró.

—¿Por qué estaba fuera de su redil? —Wentworth


sacudió los extremos de la soga, tratando de aflojar su
agarre.

—Porque quería salir. —Colton se tocó la mejilla—.


¿Qué es lo que crees que vas a hacer con esto, señorita?

Wentworth se quejó. —Ese es el problema. Intentas


razonar con ella, y crees que todo lo que hace es gracioso.
Entrenarla va a ser un verdadero infierno, porque te pasa
justo por encima y… Ahh!

Apollonia soltó.
197 Colton y Wentworth se hundieron en una maraña de
brazos, piernas y abrigos. La espalda de Colton golpeó el
cemento y el aire silbó de sus pulmones. Su cabeza golpeó
algo blando. Jadeando y no consiguiendo nada, Colton trató
de agarrar su pecho, pero el peso de Wentworth encima de
él hizo eso imposible.

—Ow. Mi espalda. ¿Estás bien? —Con su abrigo sobre


su rostro, Wentworth se quitó de Colton y cayó a su lado,
dejando su brazo debajo de la cabeza de Colton. Tiró de la
tela pesada abajo con una sonrisa—. ¿Colton? —La sonrisa
se desvaneció.

Colton sacudió la cabeza, todavía incapaz de respirar


por no tener aire. Necesitaba aire. Ahora. Tenía que
respirar. No podía... Aire.

—Shh... Relájate. Cálmate. Escúchame. —Un toque


ligero como una pluma rozaba la mejilla de Colton—.
Cálmate y toma una respiración profunda y lenta.

Mirando fijamente en las profundidades azules de los


ojos medianoche de Wentworth, Colton se obligó a
relajarse. El dolor en su pecho disminuyó poco a poco, y
aire se filtraba de nuevo en sus pulmones. Cerró los ojos y
aspiró varias veces antes de que el ardor desistiera por
completo. Polvos, odio eso. No lo he hecho desde que era
un niño cuando Aiden me empujó de un columpio y aterricé
sobre mi espalda.

Ahora que sus pulmones estaban funcionando


correctamente, tenía frío. ¿Por qué no podía haber
198 aterrizado en uno de los rediles ocupados donde había
heno? Abrió los ojos y fue atrapado por la mirada de
Wentworth. Su respiración cesó la actividad normal por una
razón completamente diferente.

La mano de Wentworth todavía descansaba en la


mejilla de Colton. Su cabello oscuro caía sobre su frente en
desorden, y su cara estaba sonrojada con el esfuerzo. Los
ojos azules de Sebastian aparecían más profundos de lo
normal. Un hombre podía perderse en esos ojos. Ojos
dormitorio, Colton había oído una vez que los llamaban. Era
conveniente. Los párpados ligeramente rebajados
insinuaban secretos traviesos. Le daban un brillo malvado a
Wentworth.
Wentworth trazó los labios de Colton, y su mirada
siguió su movimiento.

«Oh galaxias, va a besarme» Colton quería probar esos


labios otra vez. Durante años, había fantaseado con esa
boca sobre él... Ahora sabía que la realidad era incluso
mejor que la fantasía.

—Wentworth. —La susurrada palabra sonaba


necesitada.

—Sebastian. —Sebastian bajó al labio inferior de


Colton con su dedo.

—Sebastián —susurró Colton y cerró los ojos.

La suave presión de los labios contra los suyos retorció


un gemido de Colton. ¿O era un sollozo? La lengua de
Sebastian se facilitó en su interior, trazando los labios de
199 Colton. La dulce caricia calentó a Colton por dentro y por
fuera. Era como estar rodeado por el resplandor de un
fuego en una noche ventosa. Ya no tenía frío. La alegría y
el entusiasmo luchaban en su interior. Su polla empezó a
moverse. Su abdomen y sus piernas se tensaron.
Desconfiaba de la atención, sin embargo, la ansiaba.

Sebastian se acercó más, colocando la pierna por


encima del cuerpo de Colton hasta que se tocaron de la
cabeza a los pies. Se tomó su tiempo, acariciando la boca
de Colton. Era como si estuviera tratando de aprender cada
grieta y cada hueco.

Su respiración, el arrastrar de las patas del caballo y el


silbido del viento pasaron a ser secundarios con el sonido
de la sangre apresurándose a través de los oídos de Colton.
El aroma de cedro y un sabor picante terroso que siempre
había asociado con este hombre le provocaban. La tierna
caricia de los labios de Sebastian en los suyos desplazó
cualquier otra sensación.

Envolviendo sus brazos alrededor de la espalda de


Sebastian, Colton le devolvió el beso. Su erección bajo el
peso del muslo de Sebastian le hubiera avergonzado de no
haber sido consciente de la polla igualmente dura contra su
cadera.

Rompiendo el beso, Sebastian miró abajo a Colton. —


Dilo de nuevo.

Los labios de Colton eran tan sensibles que juró que


podía sentir el aire golpeando. —¿Decir qué? —Tocó el
rostro amado, sintiendo el rastro de barba bajo sus dedos.
200 No quiero que esto termine... nunca. Si eso le hacía una
tonto, bueno, entonces era un tonto desesperado.

Sebastian atrapó la mano de Colton, la arrastró a los


labios y le dio un beso en el centro de la palma. —Mi
nombre.

—Sebastian.

—Mmm... —Sebastian liberó la mano de Colton y tiró


del lazo del cuello de Colton—. No me gusta que me llames
Wentworth y Mi Lord todo el tiempo. —Liberó los extremos
del pañuelo y pasó un dedo por el cuello de Colton. Cuando
Colton tragó duro, Sebastian sonrió.

Desabrochó el chaleco de Colton y lo extendió


abriéndolo para revelar su camisa. —No deberíamos hacer
esto. —Sebastian puso la mano en el pecho de Colton—.
Que me condenen, pero yo mismo no puedo evitarlo. —
Ahuecando la mejilla de Colton, rozó un toque rápido de
sus labios contra los de Colton.

—¿Por qué estás haciendo esto? —Colton tragó, y fue


como el cristal bajando por su garganta—. Te di por
perdido. ¿Por qué ahora? —La mano de Sebastian acarició
su estómago, pero Colton no apartó los ojos del rostro de
Sebastian.

—No puedo sacarte de mi cabeza. Yo… —Sebastian


cerró los ojos brevemente y sacudió la cabeza antes de
reunirse con la mirada de Colton otra vez—. Dime que pare.

El pecho de Colton dolía. Se negó a levantar sus


esperanzas, pero quería esto. Quería a Sebastian... Colton
201 no tenía ningún interés en el matrimonio en estos días,
pero tenía interés en esto. Tal vez esto incluso sacaría a
Wentworth de su sistema de una vez por todas. Levantó la
cabeza fuera del brazo de Sebastian y bebió cada onza de
anhelo en el beso.

Gimiendo, Sebastian volvió a la pasión. Enredó su


lengua con la de Colton mientras su mano desnuda tocaba
el pecho de Colton.

El sonido de su beso húmedo golpeando, hizo que la


polla de Colton tirara y sus testículos subieran. Se elevó
contra el muslo de Sebastian, y el placer se disparó a
través de él, haciéndole picar con la necesidad. Quería
mucho más, pero no sabía cómo pedir por ello o si debería
hacerlo.

Sebastian chupaba el labio inferior de Colton.


Mordisqueó su mandíbula y dejaba un rastro de besos
abajo por la garganta de Colton, enviando escalofríos por
su cuello. Los brazos de Colton estallaron en piel de gallina.
Le hacía cosquillas y se sentía divino a la vez. Enredó sus
dedos en el grueso cabello de Sebastian, dispuesto a
renunciar a él. Durante años, había deseado tocar a este
hombre, sentirlo.

Moviendo su pierna, Sebastian apretó su palma contra


la polla de Colton y lamió una línea hasta su cuello.

«Oh mi galaxia» Jadeando, Colton agarró con más


fuerza el cabello de Sebastian. Miró arriba hacia el techo,
sin saber qué hacer. Vaciló entre la conmoción y derretirse
en el suelo. Siempre había despreciado a los hombres con
202 los que Sebastian había tenido relaciones por ser
promiscuos, y él no era mejor.

Sebastian chupó el lóbulo de la oreja de Colton y


empezó a frotar su mano arriba y abajo de la rígida
longitud de la polla de Colton. Colton quería sus pantalones
fuera... ahora. Apretando los dientes, se arqueó en el tacto.

—Si me tiras del pelo más duro, es posible que me lo


arranques. —Se rió Sebastian, en el oído y mordió el lóbulo
de su oreja.

—Oh. —Al volver la cabeza, Colton se encontró con la


mirada de Sebastian. Deslizó las manos por la espalda de
Sebastian, que estaba cubierta por el abrigo—. Lo siento.
En respuesta, Sebastian le dio un suave beso en los
labios y volvió a su cuello.

La fricción contra la polla de Colton era demasiada y


no lo suficiente. Tendría que parar esto, no quería que
Sebastian pensara que era fácil, pero... Colton contrajo los
músculos de su abdomen, tratando de no venirse. ¿Se
suponía que se iba a venir? ¿No se suponía que debía
hacerlo? ¿Había una etiqueta adecuada? Oh polvos. Un
escalofrío lo atravesó, y cerró los ojos.

Sebastian chupaba en el cuello con tanta fuerza que


casi dolía, pero no hizo nada para apagar el placer de
Colton. Todavía frotando, Sebastian presionó con más
fuerza con su mano. —Déjate ir, cariño.

El ruido sordo que entrecortaba en el oído de Colton


era demasiado. Cada músculo de su cuerpo se tensó, el
203 placer explotó dentro de él, y se vino. Colton juró que vio
estrellas. Su cabeza daba vueltas, pero ya no podía sentir
sus otras partes del cuerpo. Fue una catarsis que había
estado construyendo durante años. Abrazó a Sebastián, a
él, no quería que el momento terminara.

Un gemido rompió el hechizo. —Ya basta. —Sebastian


levantó la cabeza, dejando un lugar frío donde había
estado.

Colton abrió los ojos.

Apollonia estaba sobre ellos, mordisqueando el pelo de


Sebastian.

La mirada de Sebastian se bloqueó con la suya, sus


labios retorciéndose, y la alegría brilló en sus ojos.

Tratando de contener la risa, Colton apretó los labios


juntos.

Sebastian no fue tan exitoso. Sus hombros empezaron


a temblar. Besó a Colton en los labios. —Tu caballo está
comiendo mi pelo.

Colton entró a hurtadillas de nuevo al castillo cuando


Sebastian estaba ensillando a Max. Hizo todo el camino a
su habitación antes de que se le ocurriera a él que Jeffers
había estado callado durante el encuentro con Sebastian. —
¿Jeffers?

—¿Sí, Mi Lord?

Colton hizo una mueca. En cualquier momento alguien


iba a reventar a través de la puerta y castigarle por el resto
204 de su vida. No podía creer que nadie lo hubiera hecho ya.
¿Cómo se había olvidado del espía? No sólo él, sino que
también Sebastian se había olvidado de Jeffers. —¿Jeffers?
¿Crees que podemos mantener este incidente entre
nosotros?

—¿De qué incidente habla, Lord Colton?

Haciendo una pausa en el acto de quitarse los


pantalones empapados, Colton se quedó mirando el techo.
No era como si pudiera ver a Jeffers, pero... Tal vez sólo
debería mantener la boca cerrada. Jeffers no tenía video en
los establos. Sólo tenía sensores de audio y de calor fuera
del castillo. ¿Había Sebastian apagado a Jeffers? No,
Sebastian era más maniático por la seguridad que incluso
Cony. ¿Tal vez Sebastian anuló a Jeffers en los establos? —
¿Jeffers? ¿Habrá alguien viniendo a mi habitación?

—No que yo sepa, Mi Lord. ¿Quiere que llame a


alguien?

—¡No! —Si salía de esto, nunca iba a hacer nada así


otra vez. No tenía idea de lo que había estado pensando. Es
más, no había estado pensando.

Este camino sólo daba lugar a dolores de cabeza.


Darse cuenta de que él y Sebastian nunca serían nada el
uno para el otro, lo había herido por primera vez. Sería
mucho peor ahora. Tenía que poner fin a esta locura. No
sería amante de ningún hombre. Ni siquiera de Sebastian
Hastings.

Colton dejó los pantalones a un lado. —Ducha a

205 cuarenta grados centígrados. —Hablaría con Sebastian


sobre la ausencia de Jeffers en el granero mañana.
Seguramente podría pensar en una razón para ir a la
oficina de Sebastian por la mañana. Eran socios de
negocios, después de todo. Colton se metió en la ducha. Y
socios de negocios era todo lo que alguna vez podrían ser.
Capítulo Once
15 de enero de 4831: Velada musical en
Thompson House de la familia Thompson, casa en la
ciudad del duque de Eversleigh, en Classige, Pruluce.

Tal vez había desarrollado la lepra y no se había dado


cuenta. Explicaría la manera en que el día de Colton iba a
ir. Lo de anoche fue un error, y hoy era una farsa.

Colton suspiró. Wentworth había estado corriendo en


206 misiones en lugar de supervisar el día a día de las
operaciones de seguridad en el castillo, y Colton no había
sido capaz de preguntarle sobre Jeffers. Oh, ¿a quién
quería engañar? Quería ver a Wentworth. Quería saber si
Wentworth le iba a tratar de manera diferente después de
la noche pasada, y eso lo puso furioso consigo mismo. No
quería preocuparse porque no cambiara nada.

Un par de hombres caminaron por su camino fuera de


la sala de baile, y ambos se volvieron atrás a mirarle.

¿Cuándo iba a empezar el entretenimiento? No


envidiaba a Bannon teniendo que tocar su arpa delante de
la gente, pero al menos sacaría algo de la atención de
Colton un poco. Los rumores deberían haber muerto por
ahora, pero al parecer habían empeorado.

Sólo había estado aquí durante media hora y nada


menos que seis personas habían cuchicheado detrás de sus
manos mientras lo miraban. Lord Vale incluso le dio el corte
directo. Nadie más lo había visto, pero aún así... Le llevó
hasta la última gota de contención a Colton que tuvo que
resistirse a aceptar la cara del hombre y obligarle
reconocimiento. Lo peor de todo fue la completa huida, la
gente quería que él supiera que estaban hablando de él.

Otros dos hombres le pasaron, estirando sus cuellos.

Si Colton no se equivocaba, uno de esos hombres era


el Señor Potts que había estado involucrado en un
escándalo justo en la última temporada. Potts había sido
supuestamente descubierto tomando la caja favorita de
rapé enjoyada de Lord Higginbotton. Hipócritas, hasta el
207 último de ellos.

—¿Divirtiéndose, Su Alteza? Espero que esté


satisfecho con su compra. ¿Razzle Dazzle valió lo que pagó?
—El tono despectivo se deslizó por la columna vertebral de
Colton como uñas en una pizarra.

Girando alrededor, se encontró cara a cara con el ex


propietario de Dazz. Con tanto desprecio como pudo reunir,
dijo: —Plume. —Se moría de ganas de envolver los dedos
alrededor del cuello de Plume, pero se conformó con una
advertencia—. Si siquiera tocaras mi caballo…

Una imagen borrosa de tela azul oscuro y el cabello


castaño se interpuso entre ellos.
Parpadeando, Colton se tambaleó hacia atrás. ¿De
dónde había venido Bannon?

Plume se rió y se fue. Dioses, aunque su risa sonaba


vil.

Colton apretó los dientes y miró a Plume sobre la


cabeza de Bannon. No recordaba tener esta fuerte aversión
por otra persona antes.

Bannon suspiró. —Por mucho que me encantaría


ayudarte a golpear a ese mequetrefe, sólo hará que los
rumores empeoren.

Riéndose, Aiden se acercó junto a ellos. —Deberías


haberle dado una buena paliza. Aunque si lo hicieras de
alguna manera u otra, sería mi culpa. Así que tal vez sea lo
mejor porque prácticamente puedo escuchar la conferencia.

208 —Yo no iba a golpearle... otra vez. Dame un poco de


crédito. —Seguro que sería bueno retenerlo y dejar que
Dazz le pateara sin embargo.

Durante la cacofonía de voces, las teclas del pianoforte


y el violín gemían. La velada musical se llevaría a cabo en
la sala de música a través de la sala. Colton buscó la
mirada de Bannon. —¿No se supone que sea para
animarte?

Gimiendo, Bannon gruñó. Sus hombros se hundieron,


y resopló una respiración, haciendo que su flequillo castaño
aleteara. —Mis padres me odian. Saben que no soy músico,
pero cada año me obligan a tocar con mi hermano y mis
primos. Soy un escultor, maldita sea.

Los ojos de Aiden brillaron de alegría. —Le dije que le


sacaría furtivamente de aquí.

Un hombre al otro lado de la habitación apuntaba a


ellos, y su amigo derrumbó el brazo. Colton apretó los
dientes y trató de ignorarles.

—No va a funcionar. Mis padres están esperándolo, a


causa del año pasado. —El labio inferior de Bannon
sobresalía—. Nosotros nos hubiéramos salido con la nuestra
si tú… —Bannon dirigió una mirada a Aiden— no hubieras
pisado el dobladillo de mi vestido, me tropecé y reducimos
la velocidad.

—¿Tu vestido? —Los ojos de Colton se ampliaron.

—Rupert y yo nos disfrazamos de criada.


209 Colton sonrió. Recordaba vagamente a Cony quejarse
de ello en el momento y acusando a Nate de dejar que
Aiden hiciera lo que quisiera.

¿Era ese Lord Dunsford mirándole desde detrás de esa


planta de la maceta?

Bannon rodó los ojos y empujó el hombro de Colton.


—Deja fuera a Colton. Era un buen plan.

—¿Una criada de la cocina? ¿No creíste que la gente se


preguntaría por qué Aiden y Rupert estaban merodeando a
una criada? —Colton frunció el ceño. Ese era Dunsford
definitivamente—. ¿Por qué no un mayordomo o un lacayo?
—No lo sé. Una criada parecía una buena idea en ese
momento. Oh bueno. Por lo menos no voy a estar solo
completamente en mi miseria este año. Mi padre está
pensando en pedir a Tarren que cante un par de canciones.

Aiden sonrió. —Me gustaría decir que siento pena por


el mocoso, pero cualquier persona con una voz como la de
Tarren está en deuda con la galaxia por no usarla. Yo no
puedo creer que odie tanto cantar.

—No voy a discutir si tiene una voz preciosa, pero al


menos es normal. A mi hermano y primos en realidad les
gusta actuar. —Bannon se burló—. ¿Puedes creer eso?

Dos hombres más andaban por ahí, viendo a Colton no


tan discretamente. Los dos hombres, en realidad volvieron
la cabeza para mirar por encima del hombro de él mientras
pasaban. Increíble.
210 Colton explotó. No podía soportarlo más. ¿Por qué tan
estúpido rumor seguía haciendo de las suyas? Si querían
algo de qué hablar, había que darles algo de qué hablar.
Apoyándose en torno a Aiden, Colton fulminó con la mirada
a los Lores y levantó su dedo medio.

—Deja de hacer eso. —Aiden le dio una palmada en la


mano hacia abajo—. ¿Estás loco? Vas a conseguir meternos
en un apuro. No puedo creer que Problema te enseñara
eso.

Colton se encogió de hombros. —No sabrán lo que


significa de todos modos, es una cosa de la IN. Además, se
lo merecen. Están alimentando el fuego. Estoy cansado de
que todos me miren y cuchicheen. Ni siquiera tienen las
pelotas para acusarme de robo en mi cara.

—¿Qué quiere decir esa señal con la mano? —Susurró


Bannon.

Ignorando a Bannon, Aiden dijo: —No creo que


todavía estén hablando de tu caballo. Creo que Plume está
extendiendo nuevos rumores, pero nadie es tan estúpido
como para repetirlos en mi oído.

—Tenía que ser la fuente de los chismes primero


también. Por lo que yo sé, él era el único de alrededor
cuando Wentworth y yo ayudamos a Dazz. Está tratando de
vengarse de mí por darle un puñetazo y hacerle que me lo
vendiera a mí.

Bannon gruñó y pisó fuerte con el pie. —Me tengo que


211 ir, pero quiero saber lo que significaba la señal con la mano
cuando termine con este estúpido concierto.

Diciéndole adiós con la mano, Aiden escudriñó el salón


de baile. —Te lo diré más tarde.

Colton agitó sus dedos a Bannon. —Rómpete una


pierna o lo que sea que digan.

¿Qué cuentos podría estar propagando Plume por ahí?


Colton buscó en la multitud a Plume. ¿Estaba el hombre
ruin incluso ahora diciendo falsedades de las personas?
Maldita sea, no podía ver por encima de las cabezas de los
hombres frente a ellos. —Maldición, no soy lo
suficientemente alto.
Aiden soltó un bufido. —Al menos no eres el hombre
más pequeño de la familia.

—Tú tampoco. Payton lo es. —Técnicamente, su


sobrino Garret lo era ahora.

—¿Estás seguro? —Aiden se balanceaba de puntillas,


tratando de ver por encima de la multitud.

—Sí.

Aiden le sonrió. —¿Yo no soy el más bajo?

Colton negó con la cabeza. No estaba seguro de por


qué Aiden estaba tan contento. No era más que un par de
centímetros más alto que Payton. Lo que aún le hacía
bastante bajo. En verdad, Aiden en realidad parecía más
bajo a menos que él y Pay fueran uno al lado del otro,
porque los hombros de Aiden eran más anchos. Payton
212 tenía un aspecto más estilizado y elegante, pero de ninguna
manera Colton iba a desbaratar la felicidad de Aiden y
decirle eso.

Dalton se acercó a ellos con un vaso lleno de un


líquido de color ámbar. Sin duda algo que no debería
beberse. —¿A quién estáis buscando los dos?

—Plume —respondió Aiden al mismo tiempo que


Colton. Se miraron el uno al otro y compartieron una
sonrisa.

Dalton arremolinó su bebida antes de tomar un sorbo.


También comenzó a buscar entre la multitud. —¿Barnaby
Plume? Es un idiota. ¿Por qué lo quieres?
—No lo quiero. Estamos tratando de ver lo que está
haciendo. ¿Significa esto que tú no has oído los rumores?
—Preguntó Colton.

—¿Qué rumores?

—¿Dónde has estado? Odio la sociedad, y he oído los


rumores. —Aiden paró a un lacayo que pasaba y tomó una
bebida de su bandeja.

Dalton se encogió de hombros. —No todos nosotros


tenemos un magnífico marido para, er... entretenernos.
Algunos de nosotros tenemos que buscar realmente
nuestras diversiones, si sabes lo que quiero decir.

Aiden ofreció su copa a Colton. —Aquí, toma esto. Te


lo has ganado.

213 —En otras palabras, ha estado pasando el tiempo en


burdeles y garitos de juego en lugar de veladas. —Colton
tomó el vaso y lo olió. Alcohol de algún tipo. ¿Qué diablos?
Se lo había ganado. ¿Qué era lo peor que podría pasar?
Sería convocado a la alfombra por Cony. Había sido
convocado a la alfombra antes.

Bebió de nuevo la bebida. Polvos. Chupó el aire


directamente de él y se metió por dentro hasta el fondo de
su estómago. Una ronda de tos incontrolable atormentó su
cuerpo y lágrimas se derramaban de sus ojos. Bueno
galaxias, iba a morir.

Dalton comenzó a golpearlo en la espalda.

Aiden agarró el vaso. —Caramba. No se suponía que


trataras de bajarlo de un solo trago.

«Ahora me lo dice» Colton trató de inhalar


profundamente. Pasaron varios momentos, pero su tos seca
se hundió en un silbido. Cuando fue capaz de respirar
normalmente, miró a su hermano.

Ignorando la mirada, Aiden se apoderó del brazo de


Colton y empezó a caminar. —Vamos, todo el mundo va a
la sala de música para encontrar asientos.

Dalton agarró el otro brazo de Colton y se inclinó a su


alrededor para hablar con Aiden. —Todavía no puedo creer
que te casaras con el Capitán Hawk.

—Almirante —corrigió Aiden.

Dalton continuó como si Aiden no hubiera hablado. —


El hombre es una leyenda. La mitad de los soldados que
214 conozco están enamorados de Hawk.

—Es una lástima. —Sonrió Aiden a Dalton y bebió del


vaso—. Ellos no pueden tenerlo. —Desenganchándose de su
brazo, Aiden entregó a Colton el vaso de nuevo—. Aquí
toma otra bebida. Un sorbo esta vez, no de un trago.

Colton tragó otro sorbo, y Aiden explicó los


acontecimientos que rodeaban el chismorreo a Dalton. En el
momento en que Aiden llegó a la parte sobre Plume
buscando con empeño a Colton esta noche, Colton estaba
viendo figuras borrosas en lugar de personas reales. Whoa,
¿Estaba el cuarto en movimiento?

El brazo de Dalton se tensó bajo la mano de Colton. —


Voy a ver si puedo averiguar qué rumores andan
circulando. Tengo muchas ganas de gritar a Plume.

Bla, bla, bla. Colton desconectó de la conversación y


ahogó una risita. No debería pensar, bla, bla, bla, cuando
su familia estaba tratando de acudir en su ayuda, pero no
parecía poder evitarlo. Colton hipó y golpeó una mano
sobre su boca. Por alguna razón eso era divertidísimo. Su
mano no hizo nada para detener la risa. Hipando otra vez,
hizo que las risas aumentaran. Sus extremidades estaban
sueltas y pesadas... flojas.

Necesitaba otra de esas bebidas de la tos. Un trago


más, y no importaría nada. No es de extrañar que Problema
siempre estuviera tratando de hurtar licores fuertes.

—Dame un poco más de la bebida de la tos. —Colton


215 arrebató la copa de la mano de Aiden y bebió a grandes
tragos. Robó su aliento, pero no tosía esta vez.

¿Por qué estaban Aiden y Dalton mirándole? Miró hacia


atrás. Sólo una planta. Hmm... ¿Cuando habían llegado a la
sala de música?

—¿Qué? —Hipó de nuevo y sonrió.

Dalton frunció el ceño y arrebató la bebida lejos de


Colton y se la devolvió a Aiden. —Mira lo que empezaste.
No puedo creer que le dieras eso. Podrías haber esperado al
menos hasta la cena, así tendría algo en el estómago.

—Fue sólo un poco de whisky. No tenía ni idea de que


iba a afectarle así —dijo Aiden.
Un lord, tenía que ser un lord porque tenía un aire
pomposo, boquiabierto hacia él. Oh, así que era el hombre
a su lado. Y el de más allá de la columna de mármol.

¿Debería Colton volver a mirarle airadamente o


saludar? Hipo. Tenía demasiado buen humor para ceder a
la grosería, por lo que saludó.

Aiden sacudió la mano de Colton hacia abajo. —Ya


basta.

Colton le tiró del pañuelo de corbata. La habitación


estaba cada vez más caliente.

—Tal vez deberíamos ir a buscar un poco de café —


sugirió Dalton.

Frente a ellos, Lord Roth, Lord Francis y el Señor


Fareweather entraron en la sala de música.
216 Saludando con la mano, Colton sonrió. Su cabeza le
daba vueltas, haciéndole marearse un poco.

Lord Roth miró en su dirección y se dio la vuelta,


dándole el corte directo. Lord Francis hizo lo mismo. El
Señor Fareweather levantó la mano, pero antes de que la
llevara más allá de su cintura su sonrisa desapareció, y
volvió a mirar a sus amigos. Siguió a los otros dos
hombres, pero regaló a Colton una mirada hacia atrás.

El estómago de Colton se dejó caer y se dio la vuelta


como sus otros miembros. Esto era lluvia de meteoros.

—Vamos a conseguir un asiento. Tal vez sentarte un


poco despeje tu cabeza. Sólo ayúdame a esconderte de
Padre y Cony. La cena es justo después de la actuación. Le
llevaremos algo de café después. —Aiden guió a Colton
hacia una fila de asientos a unos pasillos atrás donde el
pianoforte, un arpa y algunas sillas con instrumentos más
pequeños en ellos se establecían.

Hipo. La cabeza seguía girando, Colton se deslizó


lateralmente a través de la estrecha línea de sillas con
Aiden delante de él y Dalton detrás de él. Dalton sólo tuvo
que sostenerlo una vez.

A medida que se sentaron en el medio de la fila,


alguien detrás de ellos hablaba el nombre de Colton.
Escuchó atentamente, pero sólo distinguió susurros
después de su nombre, no palabras reales. Tal vez la falta
de claridad fuera porque su cabeza estaba tan brumosa.
Mientras se sentaban, miró a Dalton para preguntarle si
217 había oído.

Dalton miró al frente con una sonrisa tonta en la cara.


Era dudoso que él hubiera oído nada de la forma en que
parecía hipnotizado.

Siguiendo su mirada, Colton encontró a Blaise


Thompson estableciendo su partitura en el piano.

Colton se acercó a Aiden y perdió el equilibrio. —Vaya.

Aiden le empujó hacia atrás en su asiento.

Hipo. —¿Puedes averiguar lo que los hombres detrás


de nosotros están diciendo?

—No. Sólo capté tu nombre. —Aiden arrastró su


atención lejos de donde los músicos se estaban
organizando—. Pero me di cuenta del borrico. —Inclinó la
cabeza de manera desigual hacia la parte delantera de la
sala.

Plume estaba en la primera fila. Con una sonrisa,


levantó una copa de champán en un brindis burlón.
Devorando de un trago el líquido en el vaso, le dio la
espalda a Colton y se sentó.

Un escalofrío pasó por Colton.

Nate se sentó en el sillón junto a Aiden. Descansando


su mano en el muslo de Aiden, Nate se inclinó hacia
adelante para atrapar la mirada de Colton. Su mandíbula
estaba tensa y sus cejas bajaron. —Al parecer te has vuelto
amante de Wentworth.

218

Tan pronto como Sebastian entró por la puerta


principal del Castillo Townsend, Thomas le entregó una
nota. —Lord Wentworth, esto acaba de llegar para usted.

El sello perforado de lacre negro del escudo de armas


del Duque de Knighton.

Sebastian rompió el sello. El miedo arañaba sus


entrañas mientras leía las palabras. Su presencia es requerida
en breve plazo en Thompson House. Hay un problema con
Colton. Te necesita.
¿Un problema con Colton? Cada escenario posible
cruzó por la mente de Sebastian, y todos eran malos.
¿Colton había sido herido? ¿Secuestrado? ¿Asesinado? Oh
galaxias no.

El dolor se retorcía en el estómago cuando se volvió y


se dirigió hacia la puerta delantera. —Jeffers, toma el
transporte de regreso de inmediato.

Una ráfaga de aire frío le golpeó en la cara mientras


caminaba por las escaleras. Dioses, no sólo estaba todavía
sosteniendo la nota, le temblaban las manos. Metió la carta
en el bolsillo de su abrigo de noche, pero no había nada
que pudiera hacer respecto del temblor. ¿Y si nunca veía a
Colton otra vez? ¿Y si..?

El coche se detuvo, y Sebastian saltó dentro. —¡A la


casa en la ciudad del Duque de Eversleigh! —El carruaje
219 estaba iluminado tenuemente, pero Sebastian sacó su reloj
de bolsillo. Con la esperanza de tomar prestado un poco de
luz de las farolas, lo levantó hacia la ventana. ¿Qué hora
era? ¿Cuánto tiempo había estado esperando la nota por
él? Sebastian metió el reloj en el bolsillo del chaleco. No
tenía la menor idea de cuándo Rourke había enviado la nota
y no podía ver el maldito reloj de todos modos. Su piel se
arrastró con energía nerviosa. Si este maldito coche no se
daba prisa... —Más rápido. Esto es una emergencia.

El coche aceleró ligeramente.

—Joder. —Sebastian cerró los ojos, empuñó sus


manos y apretó la mandíbula. Abrió los ojos. Esto era aún
más rápido que caminar. Si sólo hubiera montado a Max
esta noche. Había tomado un transporte para investigar la
casa de la ciudad del Almirante Jenkins y no había
conseguido nada. Ahora tenía aún más preguntas y ninguna
respuesta.

Después de lo que pareció una eternidad, el coche se


ralentizó. Fuera de la ventana, la casa del Duque de
Eversleigh brillaba de vida.

Sebastian se puso de pie y se tambaleó cuando el


coche se detuvo de repente. La puerta se abrió, y la
sensación de calma que siempre había tenido antes de
entrar en batalla lo reclamó.

La calle estaba desierta, sin embargo, la casa


mantenía calor. El ambiente era tranquilo. Normal. La
noche era fría, pero refrescante. Un agradable zumbido
vino desde el interior de la mansión. Muerte y perjuicio
220 tenían una manera de filtrarse en el aire, y no había
evidencia de ello aquí. No había gritos, ni ritmo frenético, ni
coches de emergencia, nada.

Sintiéndose mucho más controlado, Sebastian subió


los escalones. Sería bueno saber en lo que se estaba
metiendo. Cuando viera a Rourke, iba a darle instrucciones
sobre cómo escribir una nota adecuadamente.

El vestíbulo estaba vacío salvo por un portero. La


música flotaba desde las puertas abiertas de la habitación
musical. El lugar estaba lleno. Todo el mundo estaba
disfrutando del espectáculo.

Explorando a través de la multitud, Sebastian buscó a


Colton. Encontró a Knighton primero. El Duque sentado
sobresalía varios centímetros por encima de todos los
demás. El Almirante era fácil de encontrar ya que era
también más alto que la mayoría. Aiden estaba sentado
junto a él. En el otro lado de Aiden había un hombre
moreno y luego Ashbourne. Colton debía estar en alguna
parte.

En su segunda inspección de la sala de música, la


inquietud de Sebastian estaba empezando a volver. Había
localizado toda la descendencia Townsend excepto a Colton.
Volvió su atención al hombre entre Aiden y Ashbourne. Ese
tenía que ser Colton.

La música llegó a su fin, y el público estalló en


aplausos. Cuando él aplaudió, el hombre de pelo negro
volvió un poco la cabeza. Era justo lo suficiente para

221 mostrar los altos pómulos y el mentón obstinado. Colton.

Sebastian frunció el ceño. ¿Por qué había descartado a


Colton al principio? Los hombros de Colton no se veían tan
amplios como normalmente aparecían. Tampoco parecía
tan alto. Colton estaba agachado. Algo estaba
definitivamente mal. Tal vez era por las horas a caballo o
por su educación, pero Colton siempre se mantenía en
posición vertical. Algunos llamarían a la postura arrogante,
pero no era así. Tenía una innata confianza en sí mismo.

Con cuidado de no llamar la atención sobre sí mismo,


Sebastian se apartó de la puerta y buscó al portero. Ofreció
al hombre cien libras por su silencio sobre la presencia de
Sebastian y pidió papel y pluma. Cuando el hombre
regresó, había escrito una nota rápida y tenía al hombre
entregándosela a Colton.

—¿Sebastian?

Volviéndose, Sebastian se encontró cara a cara con


Steven. —Su Alteza.

—Me alegro de que estés aquí. Ven conmigo. —Dando


media vuelta, Steven se fue.

Combinado con los hombros caídos de Colton, el ritmo


de Steven no dio a Sebastian una sensación cálida y difusa.
Sebastian se apresuró a ponerse a su nivel. —Recibí una
nota de Knighton diciendo que Colton me necesitaba. ¿Qué
está pasando? —Corrió para mantener el ritmo. La
inquietud que había tenido en el coche volvió con toda su
fuerza.

222 Steven entró en el salón Eversleigh y cerró la puerta


tan pronto como Sebastian lo despejó. La habitación estaba
vacía y silenciosa en su mayoría. La música todavía se
podía oír, pero fue silenciada. Steven se acercó a la
chimenea y se enfrentó a él. —Los rumores han ido a peor.
Ahora, el predominante es que tú y Colton sois amantes, en
lugar de que los dos robasteis el caballo.

—Maldición. —Calor impregnó el rostro de Sebastian y


el cuello. Sus músculos se agruparon. Ese mismo
proteccionismo feroz que experimentó antes subió en él—.
¿La gente está rechazándole?

—Sí. —Steven no se sentó como Sebastian esperaba,


pero caminaba de un lado a otro delante de la chimenea—.
Oh, no me malinterpretes, no son tan estúpidos como para
hablar de él en mí presencia y la de Raleigh. Pero he visto a
varios nobles que miraban a Colton y susurraban cuando no
se daban cuenta de que yo estaba mirando.

La idea de Colton siendo tratado tan injustamente hizo


a Sebastian enfermar del estómago. ¿Cómo habían ido las
cosas fuera de control tan rápidamente? Es cierto que no
había hecho mucho por sofocar los chismes, pero aún así
no había hecho nada para alentarlos. Sólo podía pensar en
una manera de salir de esto. Una forma de proteger a
Colton.

Los músculos de la garganta de Sebastian se


restringieron, y sus manos empezaron a sudar. No sabía si
podría hacerlo. Antiguas dudas propias lo corroían. Colton
¿Podría vivir con él? ¿El verdadero él? ¿Podía Colton lidiar

223 con el pasado de Sebastian? Giles no pudo.

Sebastian tendría que guardar a Colton de conocer la


verdad. Lo que importaba era proteger a Colton. Una
pequeña voz molestaba en la parte posterior de su mente
diciéndole que no se burlara de sí mismo, quería a Colton,
pero la ignoró. No tenía importancia. Sus deseos y
necesidades no jugaban en esto. Si lo hicieran, no estaría a
punto de hacer lo que estaba a punto de hacer.

Sebastian mismo se compuso. —No creo que haya


nada que detenga este rumor ahora. Steven, con tu
permiso, me gustaría pedirle a Colton que se casara
conmigo. «No hay vuelta atrás ahora»

Sonriendo, Steven se adelantó con la mano extendida.


—Mi muchacho... —Cuando Sebastian le cogió la mano,
Steven le detuvo en un abrazo y lo golpeó en la espalda—.
No sólo tienes mi permiso y gratitud, sino que me has
hecho muy feliz. Me gustaría darte la bienvenida a la
familia, pero ya has sido parte de nuestra familia desde
hace años.

Una sensación de ardor en el pecho comenzó en


Sebastian. Devolvió el abrazo a Steven, sintiéndose como
un fraude. —Yo me encargaré de él y lo protegeré con mi
vida.

—Siempre lo haces. —Steven lo soltó, pero siguió


sonriendo. Inclinó la cabeza hacia un lado, como si
estuviera escuchando algo.

Los sonidos de pasos y la gente hablando habían


reemplazado a la música.
224 —Parece que es hora de la cena. —Steven palmeó de
nuevo a Sebastian y se dirigió hacia la puerta. Su paso
parecía un poco más vital de lo habitual—. ¿Por qué no vas
a buscar a Colton y te unes a nosotros en el comedor?
Eversleigh no tendrá ningún problema con que te nos unas.
—Abrió la puerta y le tendió su brazo como si dijera detrás
de ti. Sí, definitivamente era feliz con este acuerdo.

Sebastian sonrió a pesar de que se sentía como si un


gran peso se hubiera dejado caer sobre su pecho. Todavía
tenía que pedir Colton su mano en matrimonio. ¿Qué pasa
si Colton decía que no? Los pulmones de Sebastian se
contrajeron.
Ajeno a la inquietud de Sebastian, Steven le dio una
palmada en la espalda de nuevo y se dirigió hacia la
multitud que salía de la sala de música.

Sebastian se volvió al revés, nadando contra corriente


contra la muchedumbre por un momento antes de que la
gente comenzara a salir de su camino. Llegó a ser
consciente de las miradas y los susurros. Los pelos de la
nuca se levantaron. El olor a sudor, colonia y licores le picó
la nariz, y la presión de los cuerpos se cerraban sobre él. A
pesar de que no podía verlo y sabía que era su
imaginación, el peso de las miradas presionaba contra su
espalda, lanzándolo hacia adelante a un ritmo por encima
de su paso normal. ¿Era esto con lo que Colton había
tratado toda la noche?

—Seb. —Rourke estaba justo fuera de la puerta del

225 salón de música—. ¿Tienes mi nota?

—Sí. Y acabo de hablar con Steven. ¿Dónde está


Colton? —Sebastian avanzó junto a Rourke.

Varias cabezas se movieron rápidamente cuando su


mirada cayó sobre ellos. —Bien, galaxias. ¿No tienen nada
mejor que hacer con su tiempo?

Una de las esquinas de los labios de Rourke subió


hacia arriba. —No. Viven para este tipo de cosas. Y para
responder a tu pregunta, Colton salió por la otra puerta. —
Enganchó su pulgar por encima del hombro en dirección a
la sala de música—. Hacia los baños con Aiden y el
Almirante.
Dentro de la sala de música, más allá de las filas de
sillas, otra puerta estaba abierta. La gente, más alla, se
arremolinaba como un rebaño de ovejas en el pasillo.

—Gracias. —Sebastian comenzó a entrar en la


habitación, pero se detuvo—. Tenemos que hablar de tu
misiva escrita.

Rourke se rió. —No hay nada malo con la escritura de


la misiva. Has llegado hasta aquí, ¿no es cierto?

Supuso que sí lo hizo. Gruñendo, Sebastian continuó a


través de la habitación y al pasillo. Sólo unas pocas puertas
del baño se cerraron. Todos parecían estar saliendo y
yendo hasta el otro extremo del pasaje, Colton incluido.
Con los hombros ligeramente caídos, caminaba entre Aiden
y Nate.

226 Sebastian frunció el ceño y se apresuró a alcanzarles.


—Su Alteza.

Aiden y Colton se volvieron.

Tan pronto como la mirada de Colton se encontró con


la de Sebastian, Colton sonrió. La verdadera respuesta fue
directamente a la cabeza de Sebastian. Devolvió la sonrisa,
sintiéndose mucho más controlado.

—Buenas noches, Mi Lord, —dijo Colton cuando


Sebastian se acercó.

—Hola para ti también. —Tomó la mano Colton y la


llevó a los labios, haciendo caso omiso del gruñido de
Aiden. Sebastian encontró que a pesar de su reticencia al
matrimonio, quería besar a Colton. Si hubieran estado
solos, habría hecho lo mismo. ¿Tenía Colton todavía una
marca en el cuello de la noche anterior? Polvos, tenía que
dejar de pensar de esa manera o iba a tener una erección.

Nate se acercó a su consorte y apoyó la mano en la


mitad de la espalda de Aiden. —¿Confío en que le
escoltarás a cenar?

Sebastian asintió. —Lo haré.

Mirando a su alrededor, Aiden se llevó la mano a un


lado de la boca y casi entre dientes dijo: —Ya hay rumores.

Sebastian había respetado siempre a los Townsend y


su lealtad del uno al otro, pero todavía le atrapaba con la
guardia baja de vez en cuando. Tomando la mano de Aiden,
se inclinó sobre ella. —Lo sé. He venido para ayudar a

227 disipar esos rumores.

—Os guardaremos a ambos un asiento. —Nate desvió


a su consorte.

—Pero... —Aiden miró a su marido con el ceño


fruncido.

Nate no cedió. Siguió moviendo hacia adelante a


Aiden. —Niño, pórtate bien.

Colton negó con la cabeza. —Nate siempre trata de


decirle que se comporte. Uno pensaría que a estas alturas
hubiera aprendido que es un esfuerzo inútil.

—Algo me dice que no le importan las rebeliones de


Aiden.

—Creo que tienes razón. —Colton se tambaleó un poco


y levantó las manos a sus costados.

Sebastian agarró su brazo. —¿Estás bien?

—Sí, un poco flojo. —Sus ojos eran más oscuros de lo


normal. No, espera... no eran más oscuros, estaban
dilatados.

Sebastian se inclinó y olisqueó. —¿Estás ebrio?

—Yo no diría exactamente ebrio. Sólo tomé dos. —


Colton levantó dos dedos y sonrió—. Y creo que está
desapareciendo.

—¿Por qué galaxias has estado bebiendo?

Colton se encogió de hombros y se tambaleó hacia un


228 lado.

Sebastian lo atrapó de nuevo, puso la mano de Colton


en el brazo y empezaron a caminar. ¿Qué más podría salir
mal esta noche? Definitivamente era una noche de
sorpresas.

—Gracias.

—De nada.

Pasaron junto a un grupo de cuatro Lores merodeando


fuera del comedor, y Sebastian inclinó su cabeza hacia
ellos. Que dijeran algo con él aquí. No tenía reparos en
batirse en duelo.
Todos ellos le devolvieron el gesto y reanudaron su
conversación.

—Plume está extendiendo el rumor de que yo soy tu


último amante. —Un rubor se apoderó de la cara de
Colton—. Supongo que es una especie de realidad después
de la pasada noche.

—Sí, bueno, sobre eso. Quiero preguntarte algo.


«Aquí va, nada» —Abrió la boca, pero antes de que pudiera
hablar otra voz interrumpió.

—Y aquí está ya la pareja feliz.

A su derecha estaba el comedor. ¿Cómo habían


llegado hasta aquí tan rápido? Había por lo menos treinta
mesas llenas de gente, y todos les estaban mirando. Una
ronda de aplausos y buenos deseos se vertieron desde la

229 habitación.

Steven levantó la copa desde donde se encontraba al


lado del Duque de Eversleigh a la cabeza de la mesa
principal. —Por Colton y Wentworth.

Maldición. El estómago de Sebastian se desplomó a


sus pies. Seguramente Steven no había anunciado su
compromiso antes de que Sebastian pudiera incluso
pedírselo a Colton.

—La boda se celebrará mañana en el castillo de


Townsend. Es un asunto privado, pero tengan por seguro
que habrá un baile para celebrar.

Colton apretó la mano de Sebastian hasta el punto del


dolor.

Maldita sea.

Sin lugar a dudas, esta noche estaría durmiendo en el


sofá del salón de su suite. Steven se pellizcó el puente de la
nariz. Sintió un dolor de cabeza por venir. Uno podría
argumentar que fue de su propia creación, pero no por ello
es menos irritante... lo hizo más. Había hecho lo correcto,
estaba seguro de ello. Colton y Sebastian estaban tan
obviamente hechos el uno para otro, pero ¿cómo iba a
convencer a Raleigh de eso?

—Maldita sea, Steven. ¿Estás escuchándome?

230 «No. Así que estate quieto» Steven no se atrevió a


decirlo en voz alta. Una noche en el sofá lo podía manejar.
¿Una semana entera? No tanto. Dejó caer la mano y miró a
su consorte. ¿Era su imaginación o las sillas de la biblioteca
de Eversleigh parecían más cerca del suelo que la mayoría
de las sillas? Raleigh parecía increíblemente imponente. No
había crecido desde que tenía diecinueve años, así que
tenía que ser su mirada airada.

Steven suspiró. Por un penique... por una libra. —Hice


lo correcto, Raleigh. Sebastian me pidió permiso para
casarse con Colton cuando se enteró de los rumores.

—¿Viste la cara de tu hijo? A menos que me equivoque


y completamente malinterprete sus acciones, Sebastian no
tuvo ni siquiera tiempo para preguntar a Colton antes de
que anunciaras su compromiso. —Raleigh hizo un sonido a
medio camino entre un gruñido y un siseo, levantó las
manos y caminó hacia el otro extremo de la biblioteca.

Steven no pasó por alto el énfasis en la palabra tú en


la pregunta de Raleigh. El énfasis tuvo el efecto deseado.
La sonrisa de Colton había sido forzada, y la mano de
Sebastian se había vuelto blanca donde Colton la estaba
apretando. Un peso se instaló en el estómago de Steven.
Bajó la mirada hacia sus botas y el azul de la alfombra
persa. Tendría que haberlo manejado de manera diferente,
pero todavía estaba convencido de que era lo mejor.

Una puerta se abrió, llamando su atención.

Raleigh se paró frente a la puerta de vidrio abierta que


231 conducía fuera a un jardín de rosas en el lateral de la casa.
Se quedó mirando fuera hacia la noche. La suave brisa le
alborotó el cabello negro, pero su mandíbula estaba
apretada. Su espalda se movía con una respiración
profunda, y cuando habló, su voz era suave. Resignada. —
Te dije que no te metieras.

—Me dijiste que estarían horrible juntos.

Raleigh se dio la vuelta, y sus manos volaron a sus


caderas. —Porque yo no quiero que te entrometas. Son
perfectos el uno para el otro, y cualquiera con un par de
ojos lo puede ver. Pero no se suponía que interfirieras. Y no
creas que no sé sobre ti diciendo a Jeffers que mantenga
sus reuniones en secreto para mí.
Los ojos de Steven se abrieron como platos. Abrió la
boca para hablar y la volvió a cerrar de nuevo. ¿Raleigh
sabía eso? Espera. ¿Raleigh pensaba que Colton y
Sebastian eran el uno para el otro? —¿Estabas tratando de
manejarme?

Cruzando para estar delante de Steven, Raleigh


suspiró y se pasó una mano por el pelo. —No te hagas el
ofendido. He hecho que hagas lo que yo quiero durante
años. Sólo que esta vez estropeaste las cosas porque no
me escuchaste. Así que deja de quejarte y ayúdame a
encontrar la manera de arreglar este lío que hemos hecho.
Porque Colton no se casará si realmente no quiere, y no
voy a tratar de hacerle que lo haga. —Agazapándose,
Raleigh puso las manos sobre las rodillas de Steven y se
encontró con su mirada—. Sabes cómo me siento acerca de
los matrimonios forzados. ¿Condenarías a nuestros hijos a
232 matrimonios como ambos de nuestros padres tenían? Pensé
que rompimos ese ciclo.

Lo hicieron. Steven ahuecó la mejilla de Raleigh.


Galaxias, amaba a este hombre. Él quería que sus hijos
tuvieran lo que ellos tenían... tienen. ¿No podía Raleigh
entender eso? Este era el partido para Colton, Steven
apostaría su mano derecha en ello. Y esa era su mano
preferida. Maldición, incluso lanzaría una pierna.

Inclinado en el toque, Raleigh cerró los ojos. —Tus


padres estaban muy ocupados llevando a cabo su pequeño
y acogedor cuarteto con los padres de Marcus para hacerte
demasiado miserable, pero los míos... —Raleigh abrió los
ojos. Su mirada perforó la de Steven—. Mis padres pasaron
su matrimonio entero tratando de destruirse el uno al otro
y a mí y a mis hermanos en el proceso.

—Tu hermano es un asno. —En lo que a Steven se


refería, la única cosa buena que Barclay Fairfax había hecho
en toda su vida era ser padre de Dalton. Ashbourne era un
buen chico, salvaje y escandaloso como largo era el día,
pero un joven decente.

Raleigh asintió. —¿Cómo crees que lo consiguió de esa


manera? Aprendió de nuestro Sire. —Barclay siempre fue el
favorito del Sire de Raleigh.

Steven envolvió sus brazos alrededor de su consorte,


lo que le obligó a abandonar su postura agachada y dejar
caerse de rodillas. Cuando Raleigh apoyó la barbilla en el
hombro de Steven y lo abrazó de nuevo, Steven le besó la
oreja. —La razón que has dado es exactamente por la que
233 quiero a Colton y Sebastian juntos. Ellos se harán felices el
uno al otro. ¿Por qué es esto tan malo?

—Esto es algo que tienen que descubrir por sí mismos.


¿No aprendiste nada de ver a Aiden y a Nate
arreglándoselas? Es nuestro trabajo darles un empujón de
vez en cuando, pero no tomar la decisión por ellos.

Frotando su espalda, Steven sonrió. —Wentworth está


empezando a darse cuenta de lo que siente por Colton.
Estoy seguro de ello.

—Exactamente. Ellos estaban llegando allí por sí solos.

—Entonces, ¿cómo damos a Colton el tiempo que


necesita? ¿Cómo hacerle entender que esto es lo apropiado
para él?

Raleigh se echó hacia atrás y besó en los labios de


Steven en un golpe rápido. No estaba cerca el tiempo
suficiente. —Lo dejamos que penetre esta noche en su dura
cabeza y le llevamos a un lado antes de la boda mañana
por la mañana. Entonces le diremos que no tiene por qué
casarse.

Él rozó sus labios con los de Raleigh. Raleigh dio en el


clavo sobre Colton. Era terco, pero Raleigh había pasado
algo por alto. Colton era tan orgulloso como testarudo. Y
eso, más que la obstinación, concernía a Steven.

Raleigh arqueó una ceja. ¿Había algo más sensual que


esa maldita ceja? —¿Crees que funcionará?

—Sé que tiene que hacerlo. —Si no fuera así, sería

234 culpa suya.

Con una mano en la parte posterior de su cuello,


Raleigh tiró de él hacia abajo hasta que sus frentes se
tocaron. —Te amo. Quiero ahogarte en su sueño con tu
almohada a veces, pero te quiero.

Steven se rió y mordió el lleno labio inferior de


Raleigh. —Te amo demasiado, Cony. —Pasando sus dedos
por la parte posterior del pelo negro y espeso, Steven instó
a Raleigh hacia adelante—. Por favor no me mates mientras
duermo. —Sus labios se encontraron.

Los brazos de Raleigh se deslizaron hacia la espalda de


Steven, rozando, cuando Raleigh deslizó su lengua en la
boca de Steven. Steven inclinó la cabeza, profundizando el
beso.

Moviéndose para atraer a Raleigh en su regazo, algo


distrajo a Steven fuera de su abrazo. No podía poner el
dedo en lo que era. Una extraña sensación de... ser
observado. O tal vez eran las hojas soplando en la
biblioteca a través de la puerta. Echó un vistazo a dichas
hojas.

Una sombra pasó por encima de ellos. Su mirada se


disparó hacia arriba. Algo se movió en la oscuridad del
jardín. Steven se puso en pie y sonó un gemido, seguido
por un murmullo.

Raleigh cayó de culo en el suelo.

—Lo siento, Cony, pensé… —Pasó por encima de su


consorte. El malestar persistía. Su piel estaba helada, y

235 segundos antes había estado sofocado.

Al acercarse a la puerta, la pérgola de rosas y el


enrejado de arbustos trepadores aparecieron a la vista. Una
lámpara solitaria en el centro hacía de centinela sobre el
pequeño jardín.

Una figura surgió en el extremo más alejado del


césped.

—Detente. —Steven salió corriendo por la puerta y por


el patio. Esquivando un rosal, corrió bajo los arcos
cubiertos y más allá de la pila para los pájaros.

Raleigh estaba justo detrás de él. Maldición, el hombre


era rápido.
La puerta que daba a la calle Ketterstone se cerró de
golpe.

—Condenación. —Steven se detuvo.

El viento crujía las plantas y la luna iluminaba el


jardín, pero por lo demás estaba tranquilo. Ningún correr
de pasos. ¿Dónde había ido el hombre? De pie en la puerta,
Steven buscó en la calle.

Unas pocas personas se arremolinaban. Era una zona


elegante de la ciudad y frente al Parque Regelence. Los
coches pasaban. Había uno en la esquina. La puerta siseó
cerrándose, y se apartó de la acera. Un hombre con el pelo
marrón asomó la cabeza por la ventana, vio a Steven y se
metió de nuevo en el interior. Era él. Steven estaba seguro
de ello.

236 Raleigh tocó el hombro de Steven. Su respiración se


hizo una niebla visible en el aire fresco de la noche. —¿Qué
está pasando?

—Ese es el hombre.

—¿Qué hombre? ¿De qué estás hablando?

Steven se volvió hacia su marido. —El hombre que nos


siguió a Knighton y a mí en la subasta el otro día. —Tan
pronto como las palabras salieron de su boca, se dio cuenta
de su error.

La mejilla de Raleigh empezó a temblar. —¿Por qué


estoy sólo oyendo hablar de esto, y por qué estabas en la
subasta?
«Malditasea» Steven iba a volver a dormir en el sofá.
«No hay mucho que perder en este momento» Suspiró y le
confesó toda la verdad. —Sabes que si yo pensara que
fuera importante, te lo habría dicho inmediatamente.

—Tu idea y mi idea de lo importante varia


ampliamente. —El tic de Raleigh finalmente cesó, pero
parecía inmóvil—. No vas a salir del castillo sin mí a tu lado
hasta que encontremos a este hombre y averigüemos lo
que quiere. Vamos a buscar a Knighton y le cuentas sobre
esto. Ahora, ¿hay algo más que debas confesar?

¿Lo había? Steven puso los ojos en blanco. Había… No,


Raleigh se había enterado de eso. Tal vez el… No, Raleigh
había descubierto eso. Oooh. No. Raleigh sabía sobre eso
también.

Steven negó con la cabeza. —No. —Siempre se lo


237 contaba a Raleigh al final. La capacidad de Steven de
guardar secretos del hombre era inexistente.

Sonriendo, Raleigh sacudió la cabeza, su brazo se


enlazó al de Steven y los llevó de vuelta a la casa. —¿Qué
voy a hacer contigo?

—Oh, puedo pensar en varias cosas. —Steven se


estremeció de emoción.

Raleigh se rió. —Más tarde, querido. Más tarde.


Capítulo Doce
Debería hacerse examinar la cabeza.

Sebastian levantó la vista hacia la vidriera de colores


del escudo de armas de Regelence por encima de la
entrada al Castillo Townsend. Qué estaba buscando, no
tenía ni idea. ¿Intervención divina, tal vez? No iba a
conseguirla, eso era seguro.

Algo frío y húmedo aterrizó en su mejilla. Lo apartó y


miró su mano. Huh. Estaba nevando otra vez. Flotaba a su
238 alrededor, bailando en el aire antes de caer graciosamente
en el suelo. Cuando era niño, fue uno de sus peores
enemigos y reclamó a varios de sus amigos, pero ahora
parecía casi mágica. Otra cosa que hizo que esta noche se
sintiera como un sueño. ¿Cuándo había cambiado su punto
de vista tanto?

La puerta principal se abrió, destrozando la serenidad.


Frisk, uno de los guardias, asomó la cabeza. Extraño,
teniendo en cuenta que los guardias sólo se quedaban de
pie junto a la puerta durante la luz del día. Durante la
noche, cuando el castillo estaba bajo llave, se quedaban en
el sótano y ayudaban a controlar las zonas de las cámaras.
—¿Mi Lord? ¿Va usted a entrar?

Asintiendo con la cabeza, Sebastian entró a


regañadientes. —¿Dónde está Thomas?

—Tenía que um… Es decir... él está... uh...


indispuesto, Capitán. ¿Puedo tomar su abrigo?

Era extraño pensar en Thomas como, bueno, humano.


Parecía una extensión de Jeffers. Thomas estaba siempre
donde le necesitabas. No es que Sebastian le necesitara
ahora.

—Claro. —Sebastian se quitó sus guantes, sombrero y


abrigo.

—¿Sebastian? —Steven salió del estudio, enderezando


su pañuelo del cuello. Mechones de pelo le caían sobre los
ojos y destacaban en extraños ángulos alrededor de su
239 cabeza.

—Steven, vine a ver a Colton. —Las manos de


Sebastian habían estado frías, pero ahora que estaba
dentro y frente a Steven, sus palmas estaban un poco
sudorosas. Sebastian contuvo el impulso de pasarlas por
sus pantalones y tragó duro. ¿Qué pasa si Steven denegaba
su petición?— «Joder» No fui capaz de ganar el acuerdo de
Colton antes de que hicieras el anuncio esta noche. Y la
cena estuvo tan agitada con todos los admiradores que no
tuve la oportunidad de hablar con él antes de que
abandonáramos la velada musical. No puedo en buena
conciencia seguir adelante con la ceremonia hasta que
hable con él.
—Lo sé. Lo siento mucho, Sebastian. Debería haber
esperado. Raleigh y yo hablamos con él antes de que se
fuera a la cama. Le dije que durmiera y tomara su decisión
final mañana.

El estómago de Sebastian se revolvió. Tenía que


hablar con Colton esta noche. No esperaría hasta mañana.
Abrió la boca para decirselo a Steven, pero fue
interrumpido.

—¿Qué pasa si se niega a casarse contigo? —La


pregunta llegó desde el interior del estudio—. El escándalo
será peor, pero no le obligaremos. —Raleigh avanzó un
paso detrás de Steven. Su pelo también sobresalía de un
lado, la corbata estaba torcida y su chaleco mal abotonado.
Raleigh nunca era tan descuidado. Por lo menos alguien
estuvo pasando un buen rato esta noche.

240 Steven dijo: —No voy a hacerle pasar por ello.

Y allí estaba, todo sobre la mesa. Aunque su estómago


se encogió por la pérdida potencial, la estima de Sebastian
por los dos hombres creció aún más. La mayoría de los
hombres de su ralea no dudarían en forzar la aquiescencia
de sus hijos en esta situación. La verdad era que quería a
Colton, no quería a alguien que no lo quisiera a cambio.
Estaba seguro de que juntos podrían tener una buena vida,
pero si Colton estaba totalmente en contra de la boda, su
vida sería un infierno viviente.

—Ni yo quiero que lo hagas. Si no podemos llegar a un


acuerdo, dejaré que Colton rompa el compromiso. De esta
manera la culpa descansa sobre mí. Pero espero que esté
de acuerdo.

—Ya está en su habitación para la noche. —Raleigh


descansó su mano sobre el hombro de Steven y lo
enfrentó—. Como pareja comprometida, unos minutos a
solas sería aceptable, ¿no te parece?

Steven sonrió a su consorte. —Absolutamente. —


Comenzó a empujar a Raleigh de nuevo dentro del estudio,
pero su sonrisa se desvaneció y se detuvo—. Con toda la
emoción de esta noche y mi precipitación, me olvidé de
preguntarte... ¿Encontraste algo en el lugar de Jenkins?

«Jenkins» Sebastian cerró los ojos por un segundo. Por


todos lo diablos, se había olvidado por completo de Jenkins
y lo que había aprendido esta noche. —El lugar fue
saqueado, y el mayordomo-computadora había sido
tomado. Alguien sin duda fue allí en busca de algo. No hay
241 manera de saber si lo encontraron hasta que localicemos a
alguien familiarizado con la casa. Según chismes de la
vecindad, los Jenkins tenían sólo seis sirvientes. Tengo a
hombres preguntando a los siervientes vecinos, y estoy
tratando de localizar a la familia de Betty. Tiene un par de
hermanas que viven en Regelence.

Steven asintió. —Buena idea. Nate todavía está con el


seguimiento del hijo de Jenkins. Había algo raro en su
ausencia sin permiso.

—Me imaginé lo mismo. Estoy pensando en enviar a


Julian a Delcorte para verificar la residencia allí.

—Buena idea. Hablaremos de esto más tarde. Ahora


mismo... Sabes dónde está la habitación de Colton,
Sebastian. Confío en que pondrás un considerable esfuerzo
en persuadirle. —La puerta se cerró. Un ruido sordo y
alguna risa siguieron.

Las excentricidades de los Townsend nunca dejaban


de sorprenderle. Sebastian se quedó allí de pie aturdido
durante unos segundos. ¿Simplemente le habían dado
permiso para seducir a Colton? No podía ser.

En realidad... estaba bastante seguro de que lo habían


hecho. Sonrió y se dirigió hacia las escaleras.

Debería estar feliz -esto era lo que siempre había


querido- así que ¿por qué no? Colton arrojó su cepillo de
242 dientes de vuelta al cajón del tocador y lo cerró. Se quedó
mirando el agua correr. ¿Casarse o no casarse? Tenía hasta
mañana por la mañana para decidir.

—Agua a doce grados centígrados. —Ahuecando las


manos bajo el grifo, Colton se inclinó y se echó agua en la
cara—. Brrr. —Eso estaba más frío de lo que pensaba que
estaría, pero no le despejó nada la cabeza—. Agua
apagada. —El grifo se cortó, y cogió la toalla que había
preparado. Se secó los hilillos de agua de la cara, el cuello
y el pecho y tiró la toalla en el mostrador.

Apoyando las manos en el tocador, Colton se miró en


el espejo el moretón en el cuello. Lo había notado esta
mañana. Había tardado varios minutos en darse cuenta de
lo que era y cómo había llegado hasta allí. Una marca de
amor, había oído que lo llamaban. Gracias a Dios el pañuelo
del cuello lo cubría. Los rumores de por sí eran bastante
malos. Si alguien veía la evidencia... Pasando los dedos
sobre la mancha oscura, suspiró.

Anoche, cuando Sebastian la puso allí, había sido


increíble. Curioso, tanto como había estado castigándose a
sí mismo por su debilidad, Colton nunca había considerado
que eso significara que estaba comprometido. No había
considerado eso hasta que todo el mundo pensaba que él y
Sebastian eran amantes. Colton gruñó al espejo. ¿Y no era
eso irónico? Porque no había manera de que alguien
pudiera saber lo que pasó en el establo. Sus padres incluso
no lo sabían. Todo era especulación basada en el bocazas
de Plume.

243 Alejándose del mostrador, se dirigió a su dormitorio.


—Luces apagadas. —La luz de la chimenea de su
habitación, brillando a través de la puerta abierta, lo guió
fuera del vestidor.

Tal vez debería haber aceptado a Rexley y a Aiden en


su oferta de hablar en lugar de fingir que todo estaba bien.
Probablemente estaban en la cama ahora. Sería tarde en
Englor. Quizás Payton. —No. —Colton bajó del baldosín del
frío vestidor hasta la alfombra de felpa de color zafiro de su
dormitorio. Sus pies descalzos se hundieron en la alfombra,
y miró hacia abajo a sus dedos de los pies, moviéndolos.
¿Debería ponerse las mallas, botas, camisa y chaqueta de
nuevo e ir a los establos? Podría subirse a Apollo y sólo
seguir cabalgando. «¿Y qué?» «¿Dejar a mi familia?» «¿Dejar
a Apollonia?» «¿Dejar... el futuro que estaba empezando a
construir?»

Bufando, Colton se paseó a la ventana de su


dormitorio. Apartó las cortinas. «Huh, está nevando de
nuevo» Sonrió. Había imaginado casarse con Sebastian
durante años. Y esto no era como había previsto. Nunca
había considerado que podría nevar. En sus fantasías, había
sido siempre cálido y soleado. Nada sería como lo había
imaginado. No habría ropa de novia blanca prístina, ni un
coche landó abierto de cuatro caballos blancos para llevarle
a él y a Padre a la catedral. Y ninguna de esas cosas
parecían importantes. Ahora lo único que realmente
importaba era si Wentworth estaba siendo obligado a
casarse con él.

Padre había jurado a Sebastian que había hablado con

244 él antes de que hiciera el anuncio. Pero ¿por qué? ¿Por qué
Sebastian querría casarse con él? ¿Era a causa de la
especulación sobre su relación? Por supuesto que debía ser.
Sebastian era un hombre honorable. Se sentiría obligado a
ofrecer la mano a Colton.

Alguien llamó a la puerta, sobresaltando a Colton de


sus pensamientos.

Si se trataba de Padre y Cony otra vez, Colton no


estaba seguro de que quisiera ser interrumpido. —
Adelante.

«Por favor, que sea uno de mis hermanos... pero no


Tarren» Tarren era demasiado romántico para ser práctico
acerca de esto, y si Colton tenía visitantes, necesitaba a
alguien que pudiera hablar racionalmente.

La puerta chasqueó para abrirse y entonces se cerró.

Descansando su cabeza en el cristal, Colton miró hacia


Wentworth Park. Gracioso, justo acababa de querer a
alguien con quien hablar, y ahora tenía a alguien, deseaba
que se fueran. Tal vez si no los miraba, lo harían.

No hubo tal suerte. No se oía nada, pero de pronto el


calor de otro cuerpo estuvo cerca, de pie directamente
detrás de él. Miró hacia abajo.

Dos botas negras brillantes agrupaban su pie. Algo, un


dedo, trazó abajo por el medio de su espalda desnuda a lo
largo de su columna vertebral.

Colton se estremeció.

245 —Impresionante.

«Sebastian»

Un par de manos cálidas tocaron la espalda de Colton


y se deslizaron hasta los hombros. »Absolutamente
impresionante.

Colton se dio la vuelta.

La mirada de Sebastian vagaba sobre el torso desnudo


de Colton, abajo en los pantalones a sus pies y vuelta
arriba. Una lenta sonrisa iluminó su rostro. »Eres incluso
más hermoso de lo que había imaginado. —Pasó los dedos
por el músculo pectoral de Colton y al centro de su pecho.
Demasiado sorprendido por la presencia de Sebastian
para reaccionar, Colton vio la caricia todo el camino hasta
llegar a la cintura de sus pantalones. Polvos, estaba casi
desnudo. Cruzó los brazos sobre el pecho. —¿Qué estás
haciendo aquí?

Curvando sus dedos en la cinturilla, Sebastian acercó


a Colton hasta que estuvieron nariz con nariz. Sebastian
rozó un beso sobre los labios de Colton. El cálido aliento se
mezcló con el de Colton cuando Sebastian le susurró: —
Tenía que hablar contigo.

La luz del fuego le proyectaba en una sombra,


haciéndole parecer más grande de alguna manera. Su
amabilidad era fascinante, la forma en que miraba todas las
partes que tocaba. Colton casi podía creer que tenían algún
tipo de relación…

246 Sus padres irrumpirían en cualquier momento. Colton


se inclinó a su alrededor para ver la puerta.

Riéndose, Sebastian le puso derecho y besó la nariz.


—Tengo permiso para estar aquí. —Ahuecó la mejilla de
Colton, deslizando el pulgar por el labio inferior de Colton.

Colton cerró los ojos y se apoyó en el toque. Debería


estar hablando, preguntando por la boda y tratando de
obtener una idea de cómo se sentía Sebastian, pero no
quería moverse. No. Tenía que hacerlo. Su futuro dependía
de ello. Dio un paso fuera de su alcance. —No puedo
pensar contigo tocándome así.

—Está bien. —Sebastian estuvo en silencio durante


varios segundos mientras miraba alrededor de la
habitación. Finalmente, se encontró con la mirada de Colton
de nuevo—. Siento lo de esta noche. Tu padre se adelantó
a mí. Debería haber hablado contigo antes de hablar con él.

—Entonces ¿le preguntaste? ¿No te obligó a ello? —


Colton paseaba alrededor de su cama y de Sebastian,
yendo a estar de pie delante de la chimenea. Debería
ponerse un albornoz. Se frotó los brazos.

—Deberías conocerme lo suficiente para saber que


nadie me obliga a hacer nada. Le pregunté, pero estaba
muy complacido con la idea de que nos casáramos. —
Sebastian habló desde la cercanía, detrás de él y luego tocó
la espalda de Colton otra vez—. ¿Quieres casarte conmigo?

Y ahí estaba. La cuestión. Colton puso su mano sobre


la de Sebastian donde la había posado en su hombro. —No
247 sabía que hubiera una elección en este momento.

—Siempre hay una elección. —Sebastian besó los


nudillos de Colton—. Y te la estoy dando. Si quieres echarte
atrás, tomaré la culpa. Permitiré que tú me dejes plantado.

Sacudiendo la cabeza, Colton se quedó mirando a las


llamas rojo-oro. El calor del fuego calentaba su exterior,
pero por dentro tenía frío. Tenía algo de orgullo, maldita
sea. —Yo no haría eso. Este lío es culpa mía. Debería haber
salido de ese establo cuando me lo dijiste. Todo esto ha
sido sacado de proporción y… —Dejó caer la mano y se
volvió.

—¿Y qué? —Sebastian capturó las manos de Colton,


sosteniéndolas. Le acarició la parte superior de los nudillos
de Colton con su pulgar.

—No quiero que te cases conmigo por lástima o algún


extraño sentido del deber. Puedo manejar el escándalo,
pero no puedo manejar tu resentimiento durante el resto
de mi vida. —Tenía que tener algo, cualquier cosa, un rayo
de esperanza de que algún día podrían ser el uno para el
otro. No podía casarse para salvar su propia reputación. No
lo haría.

—Y mientras tanto tú sufres por ello.

—¿Y?

Sebastian bajó la mano izquierda y la envolvió


alrededor de la parte posterior de la cabeza de Colton.
Presionó su frente contra la de Colton. —Sé de lo que trata

248 esa combativa mirada, pero te equivocas. —Agarró la mano


de Colton y la aplastó contra su erección—. ¿Esto parece
lástima? ¿Se sintió como lástima anoche?

Colton se quedó sin aliento, su mirada se posó en su


mano y sacudió la cabeza. —Anoche fue… —suspiró.

—Cásate conmigo. Podrás abrir los establos sin


escándalo. Tu negocio se verá afectado si no lo haces, y lo
sabes. Finalmente, la gente tendrá que ser un tanto cordial,
porque eres un Príncipe y no quieren correr el riesgo de
tener a nuestro Rey demasiado enojado, pero no tienen que
hacer negocios contigo.

Eso era cierto. Con este escándalo, cualquier


esperanza de tener un exitoso criadero de caballos de
carreras se desvaneció, pero si se casaba con Sebastian...

Quitando la mano de la polla de Sebastian, Colton


parpadeó hacia él. —¿Qué sacarías del matrimonio?

Tocando la marca que había hecho en el cuello de


Colton anoche, Sebastian sonrió y se encontró con la
mirada de Colton. —Tú. —Su voz era suave, sus ojos
brillando a la luz del fuego. Por un breve momento, a
Colton le pareció ver algo en los ojos de Sebastian. Ternura
y... algo.

Sebastian apoyó su mejilla contra la de Colton y


envolvió sus brazos alrededor de Colton. —Piensa en ello.
Tenemos cosas en común. Ya somos socios comerciales.
Nos llevamos bien. Es más de lo que mucha gente tiene.

Ese algo en la mirada de Sebastian hacía cosas

249 extrañas a Colton. ¿Le hacía débil querer ceder? Cerró los
ojos y se abrazó a Sebastian otra vez.

16 de enero de 4831: Castillo Townsend.


Colton levantó la vista de la lectura de los
anteproyectos de los establos en su comunicador y se
encontró con la mirada de su valet9. —¿Has dicho algo,
Everett?

Everett dio al pañuelo de cuello de Colton un último


tirón y señaló al espejo. —Echa una mirada. Presentas una

9
N de T: Valet, ayuda de cámara o criado.
elegante figura.

Se volvió hacia el espejo del tocador, Colton frunció el


ceño. Aparentaba ser el mismo, como siempre. El chaleco
lavanda no era de su gusto -prefería colores más atrevidos-
pero iría bien con su chaqué color carbón y pantalones gris
claro. —Gracias, Everett. Como siempre, has hecho un
trabajo excepcional. Había olvidado por completo que había
ordenado este chaleco.

—Me pareció bastante apropiado para una boda, Mi


Lord. Si no necesita nada más, empezaré a empacar.

—Sí, sí, está bien, Everett. —Colton volvió a sus


planos. Deseaba que Everett no hubiera mencionado la
palabra B. Colton estaba haciendo todo lo posible por no
pensar en la boda. Si lo hacía, iba a ser un manojo de
nervios. Había pensado un poco más ayer por la noche
250 después de que Sebastian se hubiera ido. ¿Qué pasa si
Sebastian no se mostraba esta mañana? ¿Y qué si se dio
cuenta de su locura? ¿Qué pasa si el anillo que Colton
ordenó no llegaba a tiempo? ¿Necesitaban una licencia?

Grrr. Lo estaba haciendo otra vez. Vuelve a los planos.


«Concéntrate en los planos, Colton» Se centró en el
anteproyecto. El redil de cría tenía que ser un poco más
grande en su opinión, pero la adición de una habitación por
encima del establo de partos era brillan… «¿Por qué estaba
Everett haciendo las maletas?» —¿Qué has dicho?

La voz de Everett se hizo más fuerte. —¿Qué fue eso,


Mi Lord?
—¿Empacando? ¿Qué estás empacando? —Colton
levantó la vista.

—Sus cosas, por supuesto.

—¿Para qué?

—Oh querido. —Everett frunció el ceño y salió del


armario. Era sólo cuatro años mayor que Colton, pero en
ese momento parecía mucho mayor. Cruzó las manos
delante de él—. Me pregunto dónde están sus padres. No
han venido a verle esta mañana, ¿verdad? No se preocupe,
Mi Lord. Sólo son los nervios de la pre-boda. Todo el mundo
los tiene. Estoy seguro de que sus padres van a tener una
charla con usted.

Diciendo adiós a su valet, Colton frunció los labios. Ni


siquiera había considerado que estaría viviendo en otro
251 lugar después de esta noche. ¿Cómo se había olvidado de
ese detalle? Colton se levantó y entró en su dormitorio.
Arrojó su comunicador en la cama y se acercó a su lugar de
pensar. Justo cuando apartaba las cortinas, la puerta de su
habitación se abrió.

—Buenos días. —Rexley cerró la puerta detrás de él—.


¿Sigue nevando? —Llevaba pantalones negros a rayas, una
camisa blanca y pañuelo en el cuello. Su chaleco era
burdeos, y estaba sin chaqué. Iba vestido como cada
mañana, pero algo en su porte declaraba que esta mañana
era diferente. O tal vez era sólo la imaginación de Colton
que huía con él de nuevo.

Colton dejó caer la cortina cerrada, tratando de


ignorar las náuseas en su estómago. —Parece que ha
dejado por el momento. ¿Has estado en la planta baja ya?

—Sí, ¿por qué? —Rexley se sentó en el borde de la


cama—. ¿Qué tiene de malo?

—Nada. Sólo me preguntaba si Wentworth ha


aparecido ya. Yo… Oh, no importa.

Rexley se levantó y cruzó la habitación para estar


delante de Colton. Puso su mano sobre el hombro de Colton
y le apretó suavemente. —¿Nervioso?

—No.

Rexley arqueó una ceja.

Colton suspiró. »Sí. Y entonces Everett me recordó


que estaría viviendo en Wentworth Park y lo hizo aún peor.
252 ¿Supones que a Padre y Cony les importará si mantengo mi
habitación? ¿Crees que tengo que cambiar mis nuevos
establos ahora que no viviré aquí?

—Por supuesto que no. Elegiste un buen lugar para el


criadero de caballos. A medio camino entre aquí y
Wentworth Park. Y estoy seguro de que todavía tendrás
una habitación en el castillo. Aunque sospecho que te darán
una más grande ya que vas a estar casado. —Rexley tenía
razón. Payton no vivía aquí, pero aún tenía una habitación
propia. O más bien, él y Simón tenían una habitación.
Estaba pasillo abajo de la suite de Aiden y Nate—. Relájate.

Colton se cubrió la cara con las manos. Estaba


reaccionando de forma exagerada…

»No —Rexley agarró sus muñecas— pases tus dedos


por el pelo. Everett estará devastado si arruinas su obra.

Colton se echó a reír. Era pelo, por amor de Dios.


¿Podría realmente estropearse? La rigidez dejó sus
hombros. Había necesitado eso.

Rexley lo soltó y sonrió. —Tal vez yo esté un poco


nervioso por ti. ¿Estás seguro de que esto es lo que
quieres?

—No es la historia de amor que evocaba en mi mente


todos estos años, pero nos gustamos el uno al otro
bastante, supongo. Vamos a tener un cómodo matrimonio.
—Sabía que Sebastian le deseaba, pero después de la
pasada noche, estaba seguro de que a Sebastian también
253 le gustaba. Mientras que él hubiera esperado más bien para
ver si sus sentimientos crecían, Sebastian parecía muy
firme en que esto era una buena cosa. Colton tenía
esperanza. Podría hacer este trabajo.

Rexley frunció el ceño.

»Ven, deja que te enseñe algo. —Colton enlazó su


brazo alrededor de los hombros de su hermano mayor y lo
llevó a la cama. Tomó su computadora y se la entregó a
Rexley.

—¿Son estos tus establos? —Rexley usó su dedo para


mover los anteproyectos, mirando a todos los lados y
pasando abajo, al frente y de vuelta al alzado.
Colton se inclinó hacia su hermano para que pudiera
ver la pantalla también. —Establos del Olimpo10. ¿Qué te
parece, socio?

—¿Olímpo a causa de que Apollo es el nombre de un


dios griego?

—Lo odias.

—No, en absoluto. Me encanta, y creo que es


apropiado. Apollo ha sido la inspiración de todo esto, así
que creo que es justo honrarlo. Sé que harás buenas cosas
con esto. Tengo muchas ganas de ir contigo a las carreras y
subastas. —Sonrió.

—Me gustaría eso. —Colton le devolvió la sonrisa.

—Puedo ver al maestro en el trabajo. —Sonriendo,


Rexley volvió a mirar a la pantalla—. Esto parece increíble.
254 —¿Maestro? Yo no sé nada de eso. Estoy aprendiendo
el negocio mientras voy con ello.

—Sí, pero conoces y amas los caballos. Vas a hacerlo


muy bien. Y me encargaré de la parte del dinero, si quieres.

—Definitivamente me gusta cómo suena eso.

La puerta se abrió.

Aiden trajinaba dentro, moviendo un gran bloc de


dibujo con él. Sonrió a Colton. —Buenos días. —Cerrando la
puerta, cruzó la habitación y dejó el libro encima de la
cama—. ¿Son estos los establos?

10
N de T: Olympian Stables, con el sentido de soberbios, divinos o altivos. Nada que ver con las
Olimpiadas.
—Sí, —respondieron Colton y Rexley juntos.

—Agradables. ¿Ha venido Cony a verte ya?

«Extraño» Everett había sugerido que sus padres


vendrían a verlo esta mañana también. —No. No era
consciente de que le estuviera esperando. ¿Sabes algo que
yo no sepa?

Aiden se encogió de hombros. —Yo sólo supuse que


había venido para tener la charla.

Rexley resopló. —Sólo puedo imaginar el punto de


vista de Cony sobre las cosas. Apuesto a que en el
momento en que haya terminado, no tendrás ni idea de si
está hablando del tiempo, de la última ópera o una afección
médica peligrosa.

Colton rompió a reír.


255 Aiden sonrió. —Más o menos. ¿Puedes imaginar la
versión de Padre de las cosas?

—No. —Rexley lo pensó por un momento—. Creo que


la contabilidad de Padre sería más confusa que la de Cony.

—Es por eso que estoy aquí. Pensé que necesitabas


más información que vigilar tus dientes y usar lubricante.

Dejando caer la pantalla sobre la cama, Rexley dejó


caer la cabeza en la mano. Sus hombros comenzaron a
temblar. —¿Te dijo Cony eso, en realidad, a ti?

—Oh, sí. Huelga decir que yo no tenía ni idea de lo que


quiso decir.
Colton trataba de no sonrojarse, pero no estaba
seguro de lo efectivo que era. —Um, mientras me
conmueve que hayas decidido ahorrarme a Cony, no
necesito la charla. Voy a abrir un criadero de caballos de
carreras, ¿recuerdas? Conozco lo que es el sexo.

—Sí, pero es diferente. Las personas no son como los


caballos. Así que me traje mi bloc de dibujo para mostrarte
algunas imágenes. —Aiden recogió el bloc que había traído
con él.

—Y esa es mi señal para salir. Que tengan una


agradable charla, caballeros. —Rexley sumergió la cabeza y
se dirigió hacia la puerta.

Poniendo los ojos en blanco, Aiden sonrió. —Dudo


poder mostrar a Colton nada que tú no sepas ya.

256 Deteniéndose, Rexley levantó una ceja en una perfecta


imitación de su Sire.

Una reservada sonrisa curvó los labios de Aiden, y le


hizo un guiño a Colton. »Tiene toda una impresionante
colección de grabados escondidos en un archivo secreto
dentro de Jeffers.

La mirada de Colton saltó a Rexley. «¿Rexley?» «¿En


serio?» Rexley nunca hacía nada malo.

Rexley todavía tenía una ceja levantada, pero no había


ninguna otra reacción externa a la declaración de Aiden. —
Os veré a ambos en la planta baja. —A Colton, dijo: —Los
establos van a ser de primera categoría. —Con eso se fue y
cerró la puerta detrás de él.

—¿Se ruborizó en lo más mínimo? —preguntó Aiden.

—No que yo me diera cuenta. —Su hermano era


imposible de leer cuando no quería ser leído—. ¿Tiene
pornografía en Jeffers?

—Oh, sí. Estoy seguro de que es suya. —Aiden dio la


vuelta a la tapa sobre el bloc de dibujos.

—¿Cómo?

—Porque no es mía, tuya, de Tarren o de Problema. Si


fueran de Nate, me las habría mostrado. Y Cony y Padre no
tienen necesidad de ocultar tales cosas, simplemente las
protegerían con una contraseña. No se nos permite entrar
en sus archivos privados.

257 «Bueno, bueno, Rexley era humano después de todo»


¿Quién hubiera pensado que su estirado hermano mayor
tendría esas cosas? —¿Cómo los encontraste?

—Por accidente. Estaba echando un vistazo a archivos


de arte. —Aiden se sentó en el extremo de la cama y
estableció el bloc de dibujo en su regazo—. Ahora. —Arrugó
la cara hacia arriba—. ¿Cómo hago esto?

Colton se encogió de hombros. —No tengo ni idea,


pero te digo que no tiene sentido. Sé acerca de las
relaciones sexuales. —A menos que, por supuesto, vayan a
tratar sobre torbellinos y trampas. Todavía no tenía ni idea
de cómo esas cosas estaban relacionadas con las relaciones
maritales, pero... No, pensándolo bien, no quería hablar de
la intimidad física con sus padres o sus hermanos. Había
leído todo sobre ello de nuevo cuando tenía alrededor de
trece años, y por primera vez había oído el término
libertino junto con Sebastian. Desde entonces Colton tenía
alguna experiencia gracias a Sebastian. Por supuesto, no
era mucho, pero Sebastian le había enseñado a Colton que
estaba más que dispuesto a probar el resto.

Aiden dio la vuelta a la página, y toda reticencia


escapó.

El dibujo a carboncillo era tan hermoso como toda la


obra de Aiden. Su talento era realmente increíble. Pero, lo
que mantenía tan cautivado a Colton era el tema en
cuestión. Un pene con un anillo a través de la cabeza que
salía de la ranura. No sólo nunca había oído hablar de tal
cosa, la propia anatomía era impresionante.

258 Colton se dejó caer en la cama junto a Aiden. —¿Qué


es eso? —Colton nunca había estado tan agradecido por la
habilidad de Aiden de producir fotorrealismo.

Aiden miró el boceto y el rubor se extendió por su


rostro. —Oh. —Se apresuró y pasó la página—. Olvida que
viste ese.

—¿Por qué? Vuelve. Eso era… —¿Qué? Precioso no


parecía la palabra correcta. Aunque era en efecto una
maravilla—. Oooh... —El siguiente dibujo era aún más
hermoso. Mucho más gráfico, pero de buen gusto. Era
erótico y artístico y...—. Whoa.

La obra de arte representaba una mano de hombre y


«Oh Dios mío» Colton parpadeó. Sí, eso era un dedo en el
ano del hombre. —¿Cuándo empezaste a dibujar arte
erótico?

Aiden se encogió de hombros. —Simplemente tanteo.


Sólo uso papel sin embargo. Porque esto no es algo que
quiera en la memoria de Jeffers.

—Yo diría que eso es una buena idea.

Aiden pasó la página.

El siguiente dibujo contenía dos cuerpos entrelazados.


No había caras. Una figura se inclinaba por la cintura, o tal
vez el hombre estaba a cuatro patas. Sólo el torso con uno
o dos centímetros de muslo se mostraba por debajo del
culo. Era una vista de tres cuartos. El otro cuerpo estaba
inclinado sobre el primero con sólo la cabeza de su pene

259 dentro del culo del otro hombre. Su mano agarraba la


mejilla del culo del otro hombre, manteniéndolo abierto.
Era una gran mano masculina con un anillo de oro
vagamente familiar. Hmmm... Incluso en blanco y negro,
Colton podía imaginar las marcas de color rosa en las
mejillas del pálido culo. Incluso parecía como si hubiera
sido... azotado. Sí, esas eran definitivamente huellas de
manos. El detalle era espectacular. A pesar de la claridad
del dibujo, no podía dejar de apreciar la habilidad artística y
la composición. Pero nunca había visto nada tan gráfico en
su vida.

El calor subió por su cuello y bajó por su espalda.


Había leído sobre hacerlo, ni siquiera oyó por casualidad
conversaciones al respecto, pero verlo era algo totalmente
diferente. Estaría mintiendo si dijera que no estaba
excitándose tampoco. Colton se aclaró la garganta. Quería
ver más, pero al mismo tiempo no quería ponerse duro en
presencia de su hermano. —¿Duele?

Sacudiendo la cabeza, Aiden se preparó para pasar la


página de nuevo. —No, es sólo extraño al principio.
Después te acostumbras a…

—¡Oh mis estrellas!

—¡Ah! —Colton y Aiden ambos saltaron. El bloc se


deslizó del regazo de Aiden y cayó al suelo con un plaf.
Colton y Aiden se dieron la vuelta como para enfrentarse a
su intruso.

Cony se situó de pie en el lado de la cama, con una


mano en el poste, la otra en la base de su cuello.

260 —Umm... —Colton se levantó. Sabía que estaba


ruborizándose hasta la raíz del cabello. Un vistazo a Aiden
confirmó que lo estaba también—. Cony, nosotros... Um...

Aiden recogió el cuaderno, lo cerró y se enfrentó a su


Sire. —Sin ánimo de ofender, Cony, pero tu charla nocturna
pre-nupcial no fue útil, así que pensé que yo... —Se
encogió de hombros.

La necesidad de apuntar a Aiden y culparle era fuerte,


pero Colton resistió. —Los dibujos de Aiden son bastante
bonitos, ¿no te parece? —Oh, maravilloso. «Dispárame
ahora» No podía creer que eso hubiera salido de su boca.

El labio de Cony se retorció.


»Después de mirar esos, creo que tu charla con Aiden
acerca de lubricante parece un buen consejo. —¡Guh! «Que
alguien me encierre, por favor» Colton gimió y dejó caer la
cabeza en su mano.

Aiden dio un paso atrás lejos de Cony, avanzando


poco a poco junto a Colton. —Di algo, ¿Cony?

—Bueno, entonces. Supongo que con esto concluye


nuestra charla. ¿Alguna pregunta? —No esperó una
respuesta. Se volvió hacia la puerta—. Bien. Os veré a
ambos abajo en cinco minutos. —Retorciendo la manija,
dijo: —El dibujo estaba maravillosamente hecho, Aiden. —
Dejó la habitación.

Colton miró a Aiden.

Aiden le miró a él.


261 Rompieron a reír.

La puerta se abrió de nuevo, y cerraron de golpe sus


bocas.

Nate metió la cabeza por la puerta —¿Qué es lo que


vosotros dos hicisteis a Raleigh? Estaba sonrojado y ni
siquiera me miró cuando le dije buenos días.

Aiden cayó contra el poste de la cama y se deslizó


hasta el suelo, riéndose.

Junto a su hermano, Colton pasó por alto el poste y


cayó a la cama.
Capítulo Trece
Joyería Evans, en el centro de Classige,
Pruluce.
—Esto es. —Sebastian levantó el anillo hacia la luz por
última vez. Los zafiros brillaban y el platino resplandecía
tan brillante que cegaba. Era grande y masculino no
obstante, elegante. A Colton le iba a encantar. La forma de
herradura era perfecta, y el azul era su color favorito.
Sebastian había esperado conseguir un anillo de boda
262 simple, pero en su lugar había encontrado este anillo. Era
como si estuviera hecho sólo para Colton—. Envuélvamelo.
Me lo llevo. —Sebastian entregó el anillo de nuevo al
joyero. Hoy iba a ser un buen día.

—Muy bien, Mi Lord. Buena elección —comentó el


joyero.

Rourke se apoyó contra la vitrina de cristal y cruzó los


brazos sobre el pecho. —¿Qué hay de malo con un anillo de
sello como anillo de bodas? La mayoría de los hombres dan
a sus consortes un anillo de sello para celebrar su nuevo
título. —Frunció el ceño y bajó la mirada hacia la mano de
Sebastian—. Hablando de... ¿Por qué no te pones uno? Sé
que una vez tú y Hastings ambos teníais uno. Era vuestro
anillo de bodas.

Sebastian se encogió de hombros. —No tengo ni idea


de dónde está. —Además, no le importaba. Usaba el sello
de la Guardia Real cuando necesitaba uno para sellar la
cera en su correspondencia—. Sabes que no me podría
importar menos el Vizcondado.

—Bien. —Rourke levantó su mano y admiró su sello de


oro, con su blasón cortado en una esmeralda cuadrada. El
blasón del Duque de Knighton, contenía un escudo con el
yelmo de un caballero, la lanza y algunas vides retorcidas
alrededor de la letra R por el apellido Rourke. Pero junto
con el blasón de Knighton, el cual estaba en todos anillos
de los miembros de la familia de Rourke, contenía una daga
en la parte inferior del escudo, emblema único y propio de

263 Rourke que le fue dado al nacer. —Ojalá tuviera los anillos
de mis padres y hermanos. —Se habían perdido en el mar
con los cuerpos.

Sebastian no sabía qué decir. ¿Qué se sentía al tener


una larga y orgullosa herencia? Rourke tenía melancolía
cuando su familia era mencionada. Afortunadamente, el
joyero volvió con la caja del anillo, dándosela a Sebastian.

—Aquí tiene, Mi Lord. —El joyero entregó a Sebastian


la caja abierta—. ¿Se lo cargo a su cuenta?

—Sí, por favor. —Sebastian cerró la caja y se la lanzó


a Rourke—. ¿Supongo que me harás el honor de ser mi
padrino de boda otra vez?
Rourke atrapó la caja y se la metió en el bolsillo de su
abrigo. —No querría de ninguna otra manera.

Sebastian abrió la puerta, sujetándola por Rourke.


Siguió al Duque fuera, y se dirigieron hacia los establos
públicos donde habían dejado sus caballos.

Era un buen día. La nieve había cesado, y aunque el


frío persistía, el sol brillaba y las calles estaban llenas. El
olor de canela fresca y crema de mantequilla derivaba más
allá de ellos, junto con la llamada de un vendedor
ambulante de bollos frescos de canela, bagels11 y tartas.

Hoy era el gran día. Era imposible ser tan


ignorantemente feliz como lo había sido en el día de su
primera boda, pero estaba complacido. Había recorrido un
largo camino desde el idiota de veintidós años de edad, que
había sido entonces y tenía un sentido mucho más
264 saludable de la realidad en lugar de una visión de cuento de
hadas. No estaba buscando amor en este matrimonio, pero
estaba seguro de que sería feliz.

—Pareces sumido en tus pensamientos. —Rourke le


contemplaba—. ¿Nervioso?

—No.

Mirando hacia dónde iba, una vez más, Rourke dijo: —


Me parece recordarte siendo una ruina la última vez.

¿Quién no lo habría sido? —Cásate en Regelence en la


Real Catedral delante de 400 personas y ve si no tienes un
ligero ataque de ansiedad.

11
N de T: Bagel, bollo de pan en forma de rosca.
—No, gracias. Francamente, me pregunto si realmente
sería tan malo permitir que mi primo heredara el título. —
Rourke se estremeció.

Riéndose, Sebastian sacudió la cabeza. —No tienes


ninguna intención de permitir que tu primo herede Knighton
y lo sabes.

Rourke suspiró y agitó la mano. —No importa.


Estamos hablando de ti. ¿Eres feliz?

—Curiosamente, lo soy. No había pensado en casarme


de nuevo, pero me gusta bastante con Colton.

Rourke sonrió. —Si yo no supiera que fueras


completamente en serio, me reiría. Pero dado que lo eres,
sólo voy a decir bien. Estoy bastante seguro de que no te
gustaba Wentworth. Codiciado, admirado, incluso

265 envidiado, pero no te gustaba él. Pero entonces, no era un


tipo agradable en mi opinión.

No, no lo había sido. Lástima que hubiera llevado un


tiempo a Sebastian darse cuenta de eso. —¿Es aquí donde
tú dices traté de decirte..?

—No, aquí es donde yo digo que apruebo tu elección


esta vez. Así que continúa este viaje de bodas, disfruta y
abandona todo ahora para mí.

Si sólo fuera así de simple. —No puedo abandonar


hasta que Jenkins sea encontrado. —Por no hablar, de que
Colton probablemente se mostraría reacio a la idea. Estaba
a punto de tomar la delantera con los establos.
—Me temía que fueras a decir eso. Por lo menos toma
un día o dos de descanso. Puedo manejar las cosas en el
castillo.

Suponía que podría tomar un día. Sí, un día sin nada


que hacer, excepto Colton, sonaba bastante bien.
Entrecerró los ojos contra el resplandor del sol. Una suave
brisa atrapó su pelo, haciéndole cosquillas en la oreja. Tal
vez eso era una buena señal. Había habido tormenta la
última vez que se había casado.

Pasaron tres transportes aparcados y un vendedor


vendiendo naranjas. Mientras caminaban hacia los establos,
Sebastian revisó su opinión sobre qué tipo de día iba a ser.

Barnaby Plume salió del compartimento del establo al


lado de Max. Atrapó la mirada de Sebastian y gruñó. —
Bueno, bueno, ¿no están los réprobos levantados temprano
266 esta mañana? ¿Simplemente en dirección a casa desde la
juerga? —Inclinó su brazo contra el compartimento y se
volvió hacia Sebastian y Rourke.

—Vete a tomar por culo, Plume. —Se burló Rourke


mientras recuperaba su caballo.

Plume sonrió. —Qué grosero, Su Excelencia.


¿Tomando lecciones de Wentworth y su pequeño príncipe?
—Las palabras Wentworth y príncipe podrían también haber
sido sinónimos de charca de escoria de la manera en que
Plume las dijo.

El calor bañó la cara y el cuello de Sebastian, pero se


negó a morder el anzuelo. Desenganchó la cuerda cerrando
el compartimento que había dejado para Max.

Max se encaminó hacia él.

—Sabes que estuve hablando con mi Sire ayer por la


tarde y hmm... —Plume se tocó la barbilla y miró al techo—
. Ahora, ¿dónde iba con eso? Oh, sí... —Uno de los lados de
la boca Plume se alzó—. Mantén apretada la rienda de tu
príncipe o ambos podéis sufrir un escándalo aún mayor.

Un dolor alojado en la garganta de Sebastian, le hizo


imposible tragar. Le evitó de jadear pero a duras penas.
Había algo en el brillo de los ojos de Plume. «Él lo sabe»
¿Por qué si no iba a hablar de su Sire? Leo Plume,
Vizconde-Consorte de Leith, despreciaba a Sebastian. Era
una amenaza. Tenía que ser. Una ola de mareo sobrevino a
Sebastian cuando tomó las riendas de Max y las arrojó
sobre la cabeza de Max.
267 Sebastian se encaramó a la silla, buscando una calma
exterior que no estaba cerca de sentir en el momento.
Dejando a Max que frenara a Plume, Sebastian se sentó en
la alta silla. Con un poco de suerte Max soplaría mocos en
la comadreja.

Cuando Max presionó a Plume contra el


compartimento de al lado, Plume palideció y se puso
tenso.

Sebastian se inclinó para ver alrededor de la cabeza


de Max. —No me amenaces, Plume. Puede que no te guste
lo que obtengas a cambio.
Rourke se subió a su lado y se detuvo.

Sebastian le miró y entonces miró hacia adelante. —


Kch, kch. —Dio un golpe a los flancos de Max.

—Ow. Oh. Ow. Maldita sea. Mi pie. —Plume saltó y


llegó a su pie.

Sonriendo, Sebastian acarició a Max.

A medida que despejaron el establo, Rourke miró


hacia atrás por encima del hombro. —¿Ese gilipollas llorica
sólo te amenazó a ti y a Colton?

—Eso parece. —Y asustó como el infierno a Sebastian.


Un ataque físico podía manejarlo, ¿pero tener al
descubierto su pasado? Le aterraba. Se obligó a relajar su
agarre en las riendas y aflojó la mandíbula. La familia de
Plume tenía tanto que perder como Sebastian por
268 desenterrar el pasado.

—Yo digo que le matemos.

Sobresaltado, Sebastian miró a su amigo.

La expresión de Rourke estaba en blanco, sensata, la


mirada de sus ojos firme y afilada. Estaba completamente
serio.

Era por eso que el hombre era su mejor amigo.


Rourke no le preguntaba de qué se trataba -no importaba-
pero estaba dispuesto a matar para proteger a la gente que
le importaba.

Sebastian sonrió y algo de su tensión se disolvió. —No


creo que a las autoridades les guste eso. No ha hecho otra
cosa que soltar su boca. —Y Sebastian estaba bastante
seguro que Plume no le cortaría la nariz a pesar de su cara.
Plume mantendría su silencio.

—Como Guardia Real de Élite y Capitán de la Guardia


Real, creo que eso nos hace autoridades.

Sebastian se echó a reír. —Así que lo somos. ¿Crees


que es un abuso de poder?

—No, si nadie sabe que lo hicimos.

Y eran lo suficientemente buenos para asegurarse de


que nadie lo hiciera. Lo habían hecho más de una vez en su
tiempo en la RSR. Dentro y fuera como fantasmas.

—Dudo que él tenga las pelotas para intentar cualquier


otra cosa. —Al menos Sebastian esperaba.
269 Cabalgaron durante varios minutos hablando de nada
en particular. En el momento en que llegaron al castillo, la
mayoría del buen humor de Sebastian fue restaurado
incluso si un poco de inquietud persistía.

Unos pocos caballos se arremolinaban junto al castillo.


La muy consentida potra de Colton estaba entre ellos. Los
mozos de cuadra debían estar limpiando establos. Mientras
él y Rourke se acercaban, ella atrapó la visión de Sebastian
y trotaba hacia ellos a través de la nieve. Realmente era
una belleza.

—Tengo que darte las gracias por el camino —dijo


Rourke.
—¿Por qué?

—Prefiero disfrutar a trabajar de nuevo.

Apollonia paró junto a Sebastian y comenzó a resoplar


en su brazo. Max en su mayor parte la ignoró. Sin
embargo, ella no le dio a Sebastian otra opción que
reconocerla.

Sebastian acarició a Apollonia. ¿Qué pasaría si...? Se


rió. Eso era brillante. —Mocoso, sólo me diste la más
excelente idea.

—¿Qué? —Rourke le miraba.

—Estaba hablando con el caballo.

—Um... ¿de acuerdo?

—Sí. Más que de acuerdo. Vamos. —Sebastian se


270 volvió a los costados de Max, y despegaron en una carrera.
Tenía planes que hacer. Los planes que harían feliz a
Colton.

—¿Estás preparado?

Colton se apartó de su intenso estudio del dosel sobre


su cama para encontrar a su padre de pie en la puerta.
Estaba más que preparado. Había estado tumbado aquí con
las piernas colgando de las patas de la cama, ya que Aiden
le dejó hacía unos diez minutos. No pasó mucho tiempo en
realidad, pero sólo sus pensamientos por compañía no eran
una buena cosa. Cada escenario imaginable de desastrosa
boda se había desarrollado en su cabeza.
Colton se levantó de la cama, agarró su chaqué y se
reunió con Padre en la puerta. —Estoy preparado. ¿El
sacerdote está aquí?

—Sí. —Padre ofreció su brazo cuando Colton cerró la


puerta.

—¿Quién más está aquí? —Tomó el brazo de su padre


y siguió pasillo abajo.

—Knighton y El Sr. Towers. Towers es uno de los ex-


compañeros de equipo de la RSR de Sebastian y nuestro
más reciente guardaespaldas. —Padre lo miró con una
expresión extraña en el rostro—. ¿Estás seguro de que
quieres hacer esto? —Él les detuvo y se volvió para mirar a
Colton en su totalidad. Abotonó el chaqué de Colton y
ajustó su pañuelo del cuello.
271 Colton se inclinó hacia adelante y besó a su padre en
la mejilla. De hecho tuvo que agacharse un poco. Era más
alto que su padre ahora, pero sólo por unos centímetros. —
Sí.

Padre envolvió sus brazos alrededor de Colton y lo


abrazó fuerte, apretándolo casi hasta el punto del dolor. —
Nunca querría que te casaras si no estuvieras seguro. Lo
siento si te presioné al hacer ese anuncio. Yo sólo… —
Retrocedió, agarrando los bíceps de Colton y
encontrándose con su mirada—. Pensé que estaba
ayudando. Es lo que siempre quise, y quería hacerte feliz.
Pero tu expresión cuando anuncié la boda… —Sacudió la
cabeza—. ¿Estás seguro, hijo? Si no, bajaré ahora mismo y
cancelaré toda esta cosa. Lidiaremos con las consecuencias.
No quiero que te preocupes por eso. No quiero que ese sea
el motivo por el que estás pasando por esto. Lo que quiero
es saber si esto es realmente lo que quieres y si vas a ser
feliz. Si no es así, tiene que ser detenido.

La visión de Colton era borrosa mientras las lágrimas


brotaban de sus ojos. Miró hacia arriba, tratando de
mantener sus emociones bajo control. —No quiero que se
detenga, Padre. —Respiró hondo y miró hacia abajo a su
padre. Algo en la mirada de Padre, tan llena de amor, puso
a Colton melancólico... triste. Echaba de menos esos días
en que se sentaba en el regazo de Padre mientras
trabajaba, o cuando se acurrucaba con Cony frente al fuego
mientras Padre les leía. «¿Cuántas veces le había su padre
y su Sire llevado a la cama después que se hubiera
quedado dormido en algún lugar del castillo jugando con
sus hermanos?»
272 Colton no había pensado en esas cosas en años, pero
de repente no podía dejar de llorar la pérdida de esos días
mucho más simples. —Nunca pensé en lo duro que sería
dejaros a todos. ¿Sabe que yo estaba bien esta mañana
hasta que Everett me recordó que ya no podía vivir más
tiempo aquí? Después mencionó empacar mis cosas, me
entró dolor de estómago. No lo dejé hasta que Rexley y
Aiden vinieron a verme. Todavía no se ha ido del todo.

—Yo siempre bromeo acerca de vuestro Cony


queriendo todo de vosotros chicos y yo tratando de
disuadirlo de ello, pero sabes que no es verdad, ¿no?
Ambos queríamos todo de vosotros, y eso es algo de lo que
nunca nos hemos arrepentido independientemente de cómo
bromeamos. —Las lágrimas llenaron los ojos de Padre, y
también tuvo que mirar hacia arriba para pararlas de fluir—
. Te quiero, Colton. Tanto como quiero, que seáis felices
muchachos, odio que no estéis aquí conmigo. No puedo
decirte lo feliz que fui ganar a Nate y a Jeremy en lugar de
perder a Aiden. Casi me mata permitir que Payton volviera
a Englor. Por lo menos sé que vas a estar cerca, y te veré a
menudo. Hablar con Payton cada noche en televideo no es
lo mismo. —Una lágrima caía por su mejilla, y él la alejó a
toda prisa con una sonrisa—. Mientras yo viva, siempre
tendrás un lugar aquí. Si alguna vez me necesitas…

—Sé dónde estás. —Colton sonrió y abrazó a su padre


para evitar llorar—. Sabes que si alguna vez me necesitas,
estoy aquí para ti también.

Padre se rió. —De hecho lo hago. Ven, vayamos para

273 que te cases. Me gusta mucho Sebastian.

—A mi me gusta también. —La aceptación de su padre


y el amor le hicieron a Colton sentirse mucho mejor.

Llegaron a la escalera principal y Padre dijo: —Tal vez


incluso te apiades de mí y me des un nieto que pueda ver
todos los días. Galaxias, sé que Aiden y Nate no tienen
ninguna prisa.

Un nudo se formó en el estómago de Colton. Tanto


para que su dolor de estómago desapareciera. —No estás
ayudando a mis nervios. —No había pensado en los niños.
Tenía sus manos llenas con Apollonia. ¿Quería Sebastian
tener hijos? Nunca había tenido ninguno con su primer
marido. Por supuesto, debe quererlos en algún momento.
Necesitaba un heredero—. Haré un trato. Déjame en paz
con los nietos durante un par de años, y te ayudaré a que
Aiden se sienta culpable para tener uno. —En realidad no. A
pesar de que estaba bastante seguro de que Nate estaba
listo e incluso quería otro hijo, Aiden, definitivamente no.
Colton nunca presionaría a su hermano por algo tan serio, y
al parecer su cuñado se sentía de la misma manera porque
siempre ponía fin a cualquier conversación de procrear
donde se refiriera a Aiden. Por lo menos en presencia de
Aiden.

—Trato. Dime... ¿qué hicisteis tú y Aiden a vuestro


Cony?

Colton no estaba seguro de lo que le hizo hacerlo. Tal


vez fue una venganza para su padre haciéndole echar de
menos su infancia y casi reducirle hasta las lágrimas,

274 pero…—Aiden decidió hablarme sobre el sexo. Sólo que no


quería hablar en realidad, por lo que me mostró algunos
bocetos. Eran muy hermosos. Ya sabes lo increíblemente
talentoso que es Aiden. —Se aclaró la garganta, tratando
de no sonreír—. La pieza que Cony vio era de dos hombres.
Uno tenía sólo la cabeza de su…

—¡No importa! Me hago la idea.

—Pero, Padre, no he terminado de contarte sobre el


boceto. El hombre estaba inclinado sobre la espalda del
otro ligeramente y su pe...

—Colton Edward Townsend. —Padre golpeó una mano


sobre la boca de Colton.
Colton trató de contener su risa, realmente lo hizo,
pero lo único que logró fue hacer que sus hombros
temblaran y sus ojos se humedecieran.

—Vergüenza debería darte, a ambos. —Los labios de


Padre se crisparon—. No me extraña que vuestro Cony
pareciera como si hubiera visto un fantasma.

Secándose las lágrimas de la risa, Colton mismo se


compuso. Se preguntó si podía encargar a Aiden que le
pintara una pieza como las que había visto. La sacudida de
los valores morales solo bien valdría la pena el costo. —Oh,
pero esa no fue la mejor parte. Sospecho que la reacción
de Cony se debió a la representación perceptible del anillo
de boda de Nate en la mano agarrando el culo del otro
hombre.

Padre gimió, y sus mejillas ardieron tan brillantes


275 como las de Cony. —Eres un niño muy diabólico. —El
humor en su voz le hizo resquebrajarse un poco—. Será
mejor que estés contento de que vayas a ir a Wentworth
Park esta noche o te castigaría para el resto de tu vida por
poner esa imagen en mi cabeza.

Apoyando su cabeza contra la de su padre, Colton se


rió más fuerte, mientras su padre murmuraba sobre niños
malcriados y tener pesadillas de sus niños haciendo cosas
tan íntimas.

Mientras se abrían camino hacia el vestíbulo,


Sebastian salió de la sala.

La risa se heló en la garganta de Colton.


Sebastian estaba tan guapo que quitaba el aliento a
Colton. Vestía pantalones negros y un negro chaqué. Su
chaleco era plateado. El pelo de marta fue arrastrado por el
viento, como de costumbre, pero estaba recién afeitado. Y
tenía la más hermosa sonrisa en su rostro que Colton había
visto nunca. La sonrisa incluso hizo que sus ojos brillaran.
Sebastian casi nunca mostraba tanta alegría. Su aspecto
normal era uno de aburrimiento. «Está realmente aquí»
«Quiere casarse conmigo»

Sebastian se unió a ellos al pie de la escalera y le


ofreció su brazo a Colton. —¿Qué es tan gracioso?

—No es nada. Te lo diré más tarde. —O tal vez no.


Una conversación con Sebastian sería embarazosa. El calor
subió al cuello de Colton. Esta noche sería de esperar que
hiciera realidad lo que no quería describir. La perspectiva le

276 avergonzaba y le excitaba por igual. Su mano temblaba


cuando la puso en el antebrazo de Sebastian.

Cony salió de la sala y hacia Colton. Cony miró a


Colton de arriba abajo y le besó la frente. No había ni
rastro del rubor que había manchado las mejillas de Cony
antes. —Te ves muy guapo.

—Gracias, Cony.

Sebastian puso su mano sobre la de Colton donde se


apoyaba en su brazo. Se volvió hacia Colton cuando Cony
fue al lado de Padre y comenzó a susurrar. Cony
probablemente estaba preguntando si Colton quería seguir
adelante con la boda.
Sebastian le preguntó: —¿Está todo bien?

—Sí. —Ahora lo estaba. Colton sonrió. Sebastian había


aparecido. Y hasta él se había dado cuenta de los temblores
de Colton, parecía feliz. ¿Qué más podría haber pedido
Colton?

—Pues bien, vamos. Tengo una sorpresa para ti. Todo


el mundo piensa que me he vuelto loco.

¿Pensaban que Sebastian estaba loco por casarse con


Colton? Era como un cuchillo en el corazón. ¿Sebastian
estaba de acuerdo? ¿Estaba teniendo dudas? De mala
gana, Colton permitió a Sebastian llevarlo a la sala.

Colton saludó al sacerdote aturdido. Miró alrededor de


la habitación, localizando a su familia menos a Payton,
Simon y Garrett. Rourke y un hombre que Colton nunca

277 había visto de pie en el salón también. El nuevo hombre era


casi de la altura de Colton de 1,88 metros, con el pelo
castaño y una sonrisa amistosa. Debe ser el Sr. Towers. El
sacerdote era el mismo que había presidido la boda de
Aiden. Era alto y delgado, con nariz aguileña, el cabello
plateado y patillas. Siempre parecía mezquino hasta que
sonreía. Afortunadamente, casi siempre sonreía. Era un
buen hombre.

—¿Tenéis a los dos testigos elegidos? —preguntó el


Padre Adams.

«¿Testigos?» Colton ni siquiera sabía si el anillo de


bodas que había pedido esta mañana estaba aquí. Oh no.
¿Y si era del tamaño equivocado? No tenía la menor idea de
qué tamaño de anillo que Sebastian llevaba.

—Sí. Rourke se pondrá de pie conmigo. —Sebastian


sonrió a Colton—. ¿A quién elegiste?

¿Era Rourke una de las personas que pensaban que


Sebastian estaba loco por casarse con él? Colton no hubiera
pensado así, pero... Colton miró al Duque. Se puso de pie
conversando con el Sr. Towers, Aiden y Nate.

»¿Colton? —Frunció el ceño Sebastian.


—No lo sé. No pensé en preguntar a nadie. —Alzó las
cejas a su familia, esperando que alguno de ellos estuviera
de acuerdo.

—Yo. Yo lo haré. —Muffin corrió hacia adelante, su


lindo vestido con volantes rosa crujía con su movimiento—.
Seré el padrino de Colton.
278
Todo el mundo se echó a reír.

Rexley puso su mano sobre su hombro. —¿Qué tal si


ambos nos ponemos de pie con Colton? Colton, ¿está bien
para ti?

Quería agradecerle y decirle a su hermano y a su


sobrina que sería un honor, pero lo único que pudo hacer
fue asentir.

—Bien. Si todo el mundo me lo permite... por favor


síganme. Y antes de que alguno de ustedes me de esa
mirada otra vez, soy consciente de que todos piensan que
soy un candidato para Bedlam. —Sebastian se volvió y los
guió fuera de la sala.

Nadie había cuestionado el hecho de que pensaban


que Sebastian estaba loco. El corazón de Colton latía tan
rápidamente que sus sienes palpitaban. Miró a Sebastian
para preguntarle si se sentía como sus amigos lo hacían,
pero Thomas estaba entregando abrigos para todos. —¿Qué
está pasando?

Rexley de acercó a su lado, sosteniendo la mano de


Muffin en una de las suyas y la de Problema en la otra. —
Tengo el anillo que ordenaste en el bolsillo. Quería dártelo
arriba, pero se me olvidó.

—Gracias. —Colton se encogió de hombros en su


chaqueta y tomó el brazo de Sebastian otra vez. Debía
haber agarrado el brazo de Sebastian más duro de lo que
pensaba porque Sebastian le miró.
279 —Si no quieres tener la ceremonia en los establos, no
tenemos que hacerlo. Sólo pensé que te gustaría eso. No
me importa si todo el mundo piensa que es extraño, pero si
te molesta, llevaremos a cabo la ceremonia en el salón.

Colton le miró con sorpresa. La presión en el pecho se


aflojó, y una vez más se encontró riendo. Esta iba a ser la
boda perfecta después de todo.

Quien inventara los chaqués debería ser


descuartizado. Sebastian sólo podía vislumbrar el delicioso
culo de Colton mientras subía las escaleras. Las colas
tontas ocultaban enteramente demasiado. ¿Y cuál era el
punto de andar detrás de alguien si no podía ver su culo?
Suponiendo que tuviera un buen culo, por supuesto. No
quería ser atrapado detrás de, digamos... Lord Filibert. Ese
hombre tenía el culo del tamaño de un pequeño... Baste
decir que su culo era bastante grande.

—¿Qué puerta? —Colton preguntó mientras subía al


rellano. La excitación sin aliento era encantadora.

—Tercera a la izquierda. —Sebastian recordaba


vagamente su primera gira de Wentworth Park. Si el
recuerdo servía, él también había estado entusiasmado.
Por desgracia, las demandas de matrimonio habían
dominado rápidamente la emoción de la propiedad.

Debería mostrar a Colton su sala de estar en primer


280 lugar, que era la cuarta puerta, pero Sebastian terminó con
la gira. Había esperado lo suficiente. Se había casado en un
establo, con la molesta potranca de Colton tratando de
mordisquear la manga de su chaqué, y Muffin preguntando
a Rexley cada dos minutos, hasta que se distrajo con los
caballos, si pudo entregarle el anillo a Colton. Incluso
Garrett, el sobrino de Colton, añadió su granito de arena en
forma de parloteo feliz cuando Payton y su consorte Simon
se habían unido a ellos a través del televideo. El ambiente
se había relajado, era divertido, probablemente un poco
impropio y, definitivamente, de mal gusto a los ojos de la
sociedad, pero había sido absolutamente perfecto. ¿Y
ahora? La parte del día por la que había estado esperando.
Colton abrió la puerta y dio un paso dentro.

—Bienvenido a tu nueva habitación. —Sebastian cerró


la puerta tras él.

El fuego ardía en la chimenea por toda la sala. Esto


hizo al lugar acogedor y romántico.

—Me encanta. —Colton pasó por delante de la gran


cama de madera de cerezo, arrastrando la mano por el
edredón azul medianoche, y se detuvo junto a la ventana.
Apartó las pesadas cortinas a un lado, dejando que la luz
del sol inundara el resto de la habitación.

Alzando la mano para protegerse los ojos, Sebastian


parpadeó contra el deslumbramiento. Le tomó varios
minutos que sus ojos se adaptaran.

La puesta de sol irradiaba a través de los altos


281 pómulos de Colton y el fuerte mentón. «Impresionante» La
quietud absoluta gritó su autocontrol y confianza. Tenía tal
orgulloso, majestuoso porte. Tal vez porque se parecía a su
Rey. Allí de pie, pudo haber sido una estatua clásica.
Hermosa, elegante, pero fuerte e inflexible.

Sebastian siempre había pensado en Colton como


intocable, pero ahora hacía a Sebastian doler en todos los
lugares correctos.

Había estado medio duro desde que habían


comenzado su gira de más de una hora. Los pasos de
Sebastian golpearon en el suelo de madera oscura y luego
se ahogaron en la alfombra mientras se movía detrás de
Colton. —La parte de atrás de la casa tiene una vista
mejor.

—Esta es la vista de frente que he tenido la mayor


parte de mi vida.

Sebastian envolvió sus brazos alrededor de la cintura


de Colton y respiró hondo. Olía a aire fresco, limpio y
árboles de hoja perenne. Era de la misma altura que
Sebastian, lo que hizo fácil mirar por encima del hombro.
Su altura también sería muy útil para otras cosas también.
Otras cosas que Sebastian pretendía hacer en breve.

—¿Es eso algo bueno? —Sebastian apoyó la barbilla al


lado de la oreja Colton.

Colton se puso rígido. —Es sólo una observación.

Un escalofrío de inquietud corría a través de


Sebastian. Nunca había seducido a un inocente antes.
282 ¿Debería soltarle? Antes de que pudiera decidir, Colton
suspiró y se encorvó hacia él. «Gracias galaxias» Sebastian
recogió el pañuelo del cuello de Colton, soltándolo. Tenía
una línea de mandíbula fuerte. Un cuello tentador. —¿Estás
nervioso?

Colton negó con la cabeza y la apoyó de nuevo en el


hombro de Sebastian. —Bueno, tal vez un poco.

¿Era eso una peca justo debajo de la oreja? Desatando


el pañuelo, Sebastian cedió a la tentación y cerró la boca
sobre el largo tendón en el cuello de Colton. Rozó la piel
con los dientes mientras tiraba del pañuelo y lo arrojaba al
suelo.
Colton se estremeció contra él y dejó escapar un
suave y gutural gemido.

El sonido vibró a través de Sebastian. Deslizó sus


manos dentro de la chaqueta de Colton y a lo largo de los
músculos tensos del abdomen de Colton cubierto por el
chaleco. Sebastian desabrochó un botón del chaleco y luego
otro.

Inclinando sus caderas hacia atrás, Colton se encontró


contra la ingle de Sebastian, presionando en la erección de
Sebastian. Oh sííí...

Tarareando su aprobación, Sebastian empujó hacia


delante. La presión sobre su polla envió un escalofrío de
emoción a través de él. Parecía como si siempre hubiera
estado esperando por esto. ¿Había sido sólo la otra noche
que había tenido a Colton inquieto en sus brazos y
283 esforzándose por liberarse? Sebastian quitó ambas,
chaqueta y chaleco fuera, moviéndose hacia atrás lo
suficiente como para dejar que la ropa cayera entre ellos.

Colton le tocó el muslo, tímidamente al principio, y


arrastró su mano arriba a la erección de Sebastian.

Sebastian se tragó un gemido de placer. Como si una


fuerza magnética estuviera en el juego, pasó los dedos
hasta los hombros de Colton. Tiró de los lazos que
sostenían la camisa cerrada y se reveló la contusión rojiza,
morada. «Mi marca» La polla de Sebastian saltó contra la
mano de Colton.

Sebastian lamió una línea abajo en el cuello de Colton


y mordió su hombro. Polvos, tenía que conseguir a este
hombre desnudo. Quería ver más de lo que había visto la
noche anterior. Tanteando la camisa de Colton, Sebastian
la sacó de sus pantalones.

Colton agarró los brazos de Sebastian y volvió


ligeramente la cabeza. Su dulce y cálido aliento, abanicó el
rostro de Sebastian. —Todavía es de día.

—Sí, lo es. —Sonriendo, Sebastian besó la mandíbula


de Colton justo por debajo de la oreja, y el pulso acelerado
de Colton vibraba contra sus labios. Sebastian le besó de
nuevo y frotó las manos arriba y debajo de los brazos de
Colton, tratando de calmar y consolar—. ¿Es eso un
problema?

Colton negó con la cabeza, desalojando el intento de


Sebastian en arrimarse. —No. —Se enfrentó a Sebastian y
284 tiró del chaqué de Sebastian, sacándolo de los hombros—.
Tienes demasiada ropa puesta.

—Tú también. —Sebastian consiguió los brazos libres


de su chaqueta y empezó con su pañuelo. Se lo quitó en
nada de tiempo, y rasgó su chaleco. Un botón navegó a
través del cuarto, aterrizando en el suelo de madera y
rodando bajo la cama.

—Sí. —Colton asintió y se desvistió a toda prisa. Tiró


de la camisa por la cabeza. Era aún más hermoso que la
noche anterior. Una vez más, la luz del fuego añadía un
brillo rosado en su piel y ensombrecía sus músculos. Su
cuerpo delgado se flexionaba con cada respiración mientras
estaba allí observando a Sebastian mirarlo. En el centro del
pecho de Colton había la más mínima línea de pelo negro
que crecía más oscuro y más grueso hasta que desaparecía
debajo de la cintura de sus pantalones.

Colton tiró de la camisa de Sebastian por encima de su


cabeza.

Después de eso, las ropas volaron en todas


direcciones. Sebastian se quitó una bota y la lanzó por
encima del hombro. Algo se estrelló detrás de él, pero no le
importaba. Se quitó la otra y le dio el mismo tratamiento.
Una vez que sus medias estaban quitadas, ayudó a Colton
con sus botas. —Siéntate.

Dejándose caer al borde de la cama, Colton agarró


una bota y Sebastian forzó la otra. Las medias vinieron
después, tiradas en algún lugar detrás de él. Se quedaron
paralizados, ambos en sólo sus pantalones, mirándose el
285 uno al otro, Colton en la cama, Sebastian arrodillado
delante de él.

Con una mano temblorosa Colton tocó la mejilla de


Sebastian y se inclinó hacia adelante. La caricia corría a lo
largo de la mandíbula de Sebastian, por la barbilla y vuelta
atrás de nuevo. Con los ojos a media asta, Colton siguió su
mirada con los dedos.

Cerrando los ojos, Sebastian volvió su rostro en la


palma de Colton y besó el centro. Sebastian no podía
recordar ser tocado así alguna vez. Debería moverles
avanzando, que las cosas se encarrilaran, pero no podía
despegarse de la sensación. Dioses, ¿donde se había ido su
auto-control? Era mucho más consumado que esta
seducción. Siempre se hacía cargo y daba a sus
compañeros lo que querían. Así que ¿por qué no lo hacía
ahora? ¿Qué era diferente?

—He querido tocarte durante tanto tiempo. No puedo


creer que finalmente llegara. —La voz de Colton era apenas
un susurro. El tono más que las palabras se dirigían
directamente a la cabeza de Sebastian.

Sebastian no estaba acostumbrado a ser adorado así.


Era incómodo y adictivo todo al mismo tiempo.

Colton inclinó la cabeza. Una suave sonrisa jugaba en


sus labios.

—Puedes tocarme en cualquier momento que desees.


De cualquier forma que quieras. —Sebastian parpadeó y
miró a los ojos color jerez. Ojos en los que con mucho

286 gusto se podría inundar. ¿Era ese él, suspirando como un


adolescente enamorado?—. Pero primero... —Se dejó caer
sobre sus caderas y desabrochó los pantalones de Colton—.
Vamos a quitar estos.

Colton se puso de pie, y Sebastian facilitó sus


pantalones y la pequeña ropa sobre sus caderas. Sebastian
avanzó la tela hacia abajo sobre los pronunciados huesos
de la cadera y un definido abdomen más bajo que hacía
una V perfecta donde se angulaba abajo a su entrepierna. Y
su polla... Era hermosa, con una ligera curva hacia su
vientre. Sus muslos eran puro músculo duro y grueso.
Sebastian arrastró los pantalones abajo hasta que Colton
pudo dar un paso libre de ellos. La analogía de la estatua
había dado justo en el clavo. Colton era una obra de arte.

»Exquisito. —Con una mano Sebastian detuvo la parte


posterior de los nudillos a la cresta aterciopelada de la
erección de Colton y tomó sus testículos con la otra. Las
piernas de Colton temblaban y su polla se flexionaba—.
Absolutamente exquisito.

La mano de Colton se apretó a los lados, y su


estómago se levantó con un estremecido aliento. Sebastian
no quería nada más que tomar la cabeza de su polla dentro
de su boca y ver si sabía tan buena como parecía, pero si lo
hacía, no sabía si sería capaz de parar. En cambio, envolvió
su mano alrededor de la carne dura y se puso de pie.

Colton enrolló sus brazos alrededor del cuello de


Sebastian. —Me alegro de que pienses así. —El coqueto
mordisqueó la barbilla y empujó en la mano de Sebastian.
287 El suave deslizamiento de piel cálida empujó a través de su
agarre—. Tu turno. —Colton deslizó la mano por el hombro
de Sebastian y su brazo, para envolver sus dedos juntos.
Dio marcha atrás a la cama, tomando a Sebastian junto con
él. Colton se arrastró sobre el colchón y se deslizó hacia
atrás sobre sus rodillas, no dando a Sebastian otra opción
que seguir. Cuando las rodillas de Sebastian golpearon el
borde, Colton se detuvo. Alargó la mano hacia la caída en
los pantalones de Sebastian, y un destello de incertidumbre
cruzó el rostro de Colton. Tragó saliva.

La mezcla entre virgen y seductor era muy tentadora.


Sebastian no estaba seguro de lo que había esperado de un
inocente, pero esto no era. Por supuesto que debería tener
que haberlo hecho. Colton nunca hacía nada a medias.
Siempre había tenido una naturaleza apasionada. Iba a ser
un talento natural en esto.

Sebastian rozó las manos de Colton a un lado y se


desabrochó él mismo. —Recuerda lo que dije.

Colton le miró fijamente.

El corazón de Sebastian se aceleró. Oh esos ojos. Le


atraían y lo mantenían cautivo.

Sacudiendo la cabeza lentamente, Colton le susurró:


—No quiero echar a perder esto.

—Posiblemente no puedas echar a perder esto. Haz lo


que sientas correcto. Como he dicho antes, puedes hacer
cualquier cosa que quieras. Estoy a tu merced. —Y
Sebastian no podía pensar en ningún lugar que quisiera
288 estar más en este momento. Se despojó de sus pantalones
y sus prendas menores.

Colton se quedó sin aliento, la mirada de asombro en


su rostro mezclada con el deseo.

Sebastian sonrió. Estaba acostumbrado a la sorpresa.


No era un hombre pequeño, de ninguna manera. Algunos
de sus compañeros en el pasado habían sido renuentes a
seguir después de ver lo bien dotado que realmente estaba.

Colton, sin embargo, no parecía tener ninguna


reserva. Envolvió una mano alrededor de la polla de
Sebastian. Un destello malvado iluminó sus ojos, y tiró,
llevando a Sebastian por su polla. —Ven aquí.
«Con mucho gusto» La paciencia de Sebastian llegó a
su fin. Tenía que hacer algún toque de los suyos. Subiendo
a la cama, se enfrentó a Colton. Sus bocas se encontraron
mientras tomaba a Colton en la mano. Juntos se buscaron y
acariciaron hasta que terminaron con Sebastian sentado en
la cama y Colton a horcajadas entre sus piernas.

Pellizcando su barbilla de nuevo, Colton lo alivió con


un beso. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro, y plantó
sus manos en el centro del pecho de Sebastian y empujó.

Sebastian se echó sobre su espalda con un balanceo.

—Siempre supe que serías tan hermoso. —Colton


exploró el pecho de Sebastian, dirigiéndose hacia abajo
hasta su estómago y retrocediendo.

No sólo la forma en que se frotaba sobre la piel de

289 Sebastian se sentía maravilloso, sino el puro placer en la


cara de Colton era fascinante.

Colton hizo una pausa en sus lentas y adormecidas


caricias, cayó al lado de Sebastian y se apoyó sobre un
codo. —Dime qué te hace sentir bien. No estoy del todo
seguro de que sepa qué hacer, pero tomo la dirección bien.
Quiero complacerte. —Su mirada se desvió hacia los labios
de Sebastian, y jugaba con las puntas del cabello de
Sebastian a lo largo de un lado de su cuello. Le hacía
cosquillas, pero era relajante también. Hizo que Sebastian
quisiera cerrar los ojos y disfrutar del placer.

—¿Tú? ¿Tomas la dirección bien? —se rió Sebastian—.


Ciertamente no lo haces. Odias absolutamente que te
digan qué hacer.

—Voy a hacer una excepción por esta vez.

¿De dónde había venido esa voz ronca profunda?


Sebastian dio las gracias a que estaba acostado en el
momento porque estaba seguro de que se habría fundido
en un charco sin huesos de otro modo. En primer lugar,
Colton lo había defendido en la subasta y ahora esto.

Nadie nunca le preguntó qué quería. En su lugar, le


informaban de lo que les gustaba. —Todo en ti me place.

—Bien. —Colton apretó la mano contra el lado de la


cabeza de Sebastian, trayéndolo hacia adelante, y cubrió la
boca con la suya. Tanteó con la lengua momentáneamente
antes de deslizarse abajo por su cuerpo, besando su
camino más y más abajo.

290 Sebastian siseó al sentir los cálidos labios cosquillear


en su estómago. Sabía exactamente donde ésta se dirigía y
quería lo mismo para él. —Colton, date la vuelta.

Un par de lánguidos ojos miraron hacia él desde lo alto


de su bajo vientre. Los labios de Colton estaban ya rojos e
hinchados. Era la viva imagen del libertinaje. Abrió los ojos
ampliamente cuando cayó en la cuenta de lo que quería
Sebastian. Se dio la vuelta cuando Sebastian rodó a su
lado.

Agarrando las estrechas caderas, Sebastian las tiró


hacia adelante hasta que la punta de la polla de Colton tocó
sus labios. Sacó la lengua, y el calor tibio se cerró alrededor
de la cabeza de su polla. Se quedó helado cuando lo único
que quería hacer era agarrar la parte posterior de la cabeza
de Colton y moverse hacia adelante. —Maldita sea.

Colton medio-gimió medio se rió, enviando vibraciones


hasta la longitud de la polla de Sebastian. Liberó a
Sebastian sólo para llevarlo a la boca de nuevo. Varias
veces Colton repitió la acción.

Perdido en una bruma de placer, Sebastian apretó el


culo de Colton y lo arrastró hacia adelante. Chupó a Colton
entre los labios y deslizó la carne caliente todo el camino
hasta la parte posterior de la garganta, mostrando a Colton
un ejemplo de qué hacer. El sabor dulce-salado del
presemen infundió su boca y le hizo querer más.

El lento, provocador beso sobre su propia polla


continuaba. Colton no lograba ir más allá de la mitad, pero
era un estudiante rápido y usó su mano para compensar.
291 Los testículos de Sebastian subieron más, y su polla
palpitaba. Las uñas rastrillaron por encima de sus nalgas,
haciéndole sensible al aire. ¿Había sentido alguna vez algo
tan bueno? Un dedo provocó su pliegue, trabajando
lentamente su camino hacia su ano.

Sebastian cerró los ojos en éxtasis. «Polvos» le


encantaba que un dedo subiera por el culo mientras era
sacudido. «Por favor» le rogó en silencio.

La caricia cosquilleante continuó durante varios


segundos, justo rozando el lugar que más deseaba, y
desapareció por completo. Más presemen revoloteaba en su
lengua y luego el dedo estaba de vuelta, resbaladizo ahora,
empujando en su interior. Sebastian gimió alrededor de la
polla de Colton.

Sebastian retiró el inquisitivo dígito, preguntándose


cuánto más podría tomar. La sola idea de lo que Colton
estaba haciendo le tenía listo para volar. Sebastian liberó la
preciosa polla de su boca y jadeó. Ni siquiera podía hablar,
se sentía tan bien. Esta era su seducción. Se suponía que
debía estar robándole el corazón a su nuevo consorte, y
aquí estaba reducido a jadeos y gruñidos.

Colton le besó la polla, deslizando el extremo de su


lengua por la punta, y se sentó, su dedo todavía en el culo
de Sebastian. También estaba respirando con dificultad. Un
agradable rubor rosado se había arrojado sobre los
hombros y el pecho. Tenía el pelo desordenado, sus
hermosos ojos aturdidos. Se quedó allí sentado durante

292 varios segundos, sus músculos del pecho flexionándose con


cada respiración. Una línea de sudor corría por el centro del
pecho de Colton, y Sebastian quería atraparlo en su lengua.
Se movió para hacerlo cuando Colton empujó a Sebastian
sobre su espalda y apartó sus piernas con la mano libre de
Colton. El dedo de Colton se hundió más profundo sólo para
retirarlo hacia atrás y sumergirse de nuevo, su atención
pegada a sus acciones.

Un gemido forzó su salida de la garganta de Sebastian


mientras apretaba su culo. Tenía que hacerse cargo.
Ponerse de pie y hacer el amor con su consorte. Colton
merecía ser adorado y mimado.

Sebastian se quedó mirando el perfil hipnotizado de


Colton y se deleitaba con la atención que otorgaba. ¿Qué
pasaba con él? Santo cielo, no había tocado fondo en años.
Sólo esperaba hacerse cargo. Su reputación no era una
exageración. Era un amante consumado y bueno en la
seducción. Estaba en su elemento controlando cómo iban
las cosas, y en este momento no quería nada más que a
Colton para joderle sin sentido. ¿Qué le pasaba?

—Dime qué hacer, —Colton susurró y se pasó su mano


libre sobre el bajo vientre de Sebastian. Se inclinó y le dio
un beso debajo del ombligo de Sebastian, rastrillando sus
dedos por el oscuro pelo por encima de la polla de
Sebastian—. No sé lo que esperas de mí. —Inclinando la
cabeza, Colton apoyó su mejilla contra la cadera de
Sebastian, pero su atención nunca se apartó de la cara de
Sebastian.

293 La presión en su culo aumentaba, y se dio cuenta de


que Colton había añadido otro dedo. Sebastian tocó la
mejilla de Colton. No podía no hacerlo. ¿Por qué había
tardado tanto tiempo en darse cuenta de qué joya tenía?
Había trabajado tan duro para escapar de las atenciones de
Colton, y por su vida que no podía ocurrírsele una buena
razón de por qué. —Lo estás haciendo maravillosamente,
cariño. Lo único que quiero es que seas tú. —Porque eso
era suficiente. Era más de lo que jamás había tenido—.
¿Qué quieres tú?

Maldita sea, Colton era tan hermoso que casi le dolía


en los ojos. Debía ser por eso que los ojos de Sebastian
estaban acuosos. Sebastian parpadeó y siguió acariciando
la mejilla de Colton. Era lisa y suave. La imagen de Colton
cuando estaba decidido a salirse con la suya, con su
conjunto de mandíbula y decidida frente, se le mostró
rápidamente en la cabeza de Sebastian, y sonrió. ¿Cómo es
posible que algo duro e inflexible sea suave?

—Yo quiero... —El rubor rosado en el pecho de Colton


se extendió hasta sus mejillas incluso mientras continuaba
con los dedos en el culo de Sebastian.

«¿Ahora se está sonrojando?» Sebastian se rió y


retorció su dedo. —Ven aquí. —Ya era hora de que le
arrebatara el control de nuevo. Es hora de convertirse en
un seductor en lugar del seducido.

Quitando la mano, Colton se arrastró hacia adelante


en un movimiento que envidiaría una experta cortesana.

Sebastian gruñó un poco y mordió abajo en el hombro

294 de Colton cuando entró en su alcance.

Colton se estremeció contra él. El sonido rasgado de él


era la cosa más sexy que Sebastian había oído en su vida.
Tenía que tener a Colton. Ahora. Rodando a su lado y
tomando a Colton con él, Sebastian levantó la mano bajo el
discreto dispensador de lubricante en el lado de la
cabecera. Una vez que tuvo una buena cantidad de la
caliente sustancia en la mano, la envolvió alrededor de la
polla de Colton.

Colton estaba acariciándose las manos y los besos


inocentes en el cuello y en el pecho cesaron. Se arqueó en
la mano de Sebastian y echó la cabeza hacia atrás. Los
tendones del cuello se tensaron, y su nuez de Adán se
balanceaba. Su piel brillaba.

El dulce, inocente y provocativo consorte de


Sebastian, no necesitaba más ayuda. Colton los volvió a
rodar a su posición original y separó las piernas de
Sebastian. Reunió algo del lubricante de la mano de
Sebastian y lo frotó sobre Sebastian. Capturando su polla
de las manos de Sebastian, Colton presionó la cabeza
contra Sebastian y se hundió lentamente en su interior.

Con un grito de asombro y los ojos muy abiertos,


Colton se apoyó con sus manos a cada lado del pecho de
Sebastian. —¿Sebastian? —Su voz salió en un murmullo
ahogado.

Sebastian gemía y luchaba dejando que sus ojos


rodaran atrás en su cabeza. Maldita sea, se sentía mejor de
lo que recordaba. Los juguetes sexuales no podían sustituir
295 a un hombre de carne y hueso. Llevando las rodillas hacia
arriba, Sebastian tomó el rostro hermoso, mirándolo abajo
con asombro, y arrastró a Colton hacia adelante para un
beso. El movimiento envió a la polla de Colton más
profundo dentro de él, y ambos gritaron. —Muévete, cariño.

—¿Te gusta esto? —Colton corcoveó hacia adelante,


sin tocar la parte superior del cuerpo de Sebastian.

Sebastian anhelaba tirar de ese hermoso pecho firme


contra el suyo, pero lamentaba echar a perder el delicioso
ángulo de penetración. —Justo así. —Su estómago se
estremeció y su polla le dolía por la estimulación. Empujaba
dentro de Colton cada golpe, apresurándole un poco.
En muy poco tiempo, Colton tenía un buen ritmo,
conduciendo a ambos hacia el clímax. Los sonidos que
escapaban de su boca eran casi tan emocionantes como el
movimiento de sus caderas.

Sebastian quería ver a Colton. Mirarle. Memorizar el


aspecto que tenía en ese momento exacto.

Los empujes de Colton se aceleraron y se tambaleó. —


Yo-yo-Oh polvos. —Se congeló, su pelvis aplastada en el
culo de Sebastian, gritó y se vino. Los ojos de Colton se
cerraron. Los músculos de sus hombros y el estómago se
tensaron. Incluso con el rostro contraído en éxtasis era
hermoso.

Los músculos de Sebastian se apretaron, y el calor


subió por su cuerpo. La presión y la pasión se
construyeron. Agarró su propia polla y comenzó a acariciar,
296 acelerando su conclusión.

Colton se derrumbó sobre él por un momento,


jadeando, el sudor chorreando por sus sienes en el cuello
de Sebastian. De repente, se deslizó hacia abajo de la
cama. Su polla salió libre con un chorro de semen.

Empujando la mano de Sebastian lejos, Colton agarró


la polla de Sebastian. En vez de acariciar como Sebastian
esperaba, Colton tomó la cabeza en la boca y usó su mano
como lo había hecho antes. Era torpe y ni mucho menos
tan bueno como la propia mano de Sebastian, pero no
parecía importar.

La visión de Sebastian se volvió blanca. Cada


sensación se fusionó en sus testículos y explotaban
sucesivamente. Vagamente registró el sonido de arcadas.
Cuando su mente finalmente volvió con su cuerpo y los
últimos restos de placer salían poco a poco hasta
detenerse, se dio cuenta de que tenía las manos enterradas
en el pelo de Colton. —Maldición. —Abrió sus palmas y las
llevó hacia arriba—. ¿Colton? ¿Estás bien?

Con los ojos llorosos, Colton le dio una sonrisa torcida.


Una mancha de semen manchaba su barbilla. Se aclaró la
garganta, asintió con la cabeza. Se tumbó y apoyó la
cabeza en la cadera de Sebastian, la nariz y el mentón casi
tocando la exhausta polla de Sebastian, y cerró los ojos. La
suave sonrisa nunca abandonó su rostro.

Un dolor extraño en el pecho de Sebastian comenzó


cuando apartó el pelo de la frente de su nuevo consorte con

297 una mano temblorosa. ¿Sólo, qué galaxias ha pasado?


Nunca había experimentado algo así antes. En el fondo
había sabido que Colton sería tan apasionado, pero
Sebastian nunca había imaginado que Colton tomaría el
mando de la situación y lo agarraría con ambas manos. Su
primera vez juntos superaba las nociones preconcebidas de
Sebastian, pero también le confundía.

Sebastian había perdido todo sentido del control. Su


estómago se mareaba. Este matrimonio se suponía que
tenía que haber sido una manera de salvar a Colton, pero
Sebastian de repente sintió como si él fuera el que
necesitara salvarse.
Capítulo Catorce
17 de enero de 4831: Castillo Townsend.
—¿Padre? ¿Querías verme? —Rexley entró por la
puerta del estudio. Ni un cabello fuera de lugar, como de
costumbre. Los pantalones marrones y el chaqué granate
enfatizaban sus anchos hombros y largas piernas.

Steven sonrió. Todo el mundo decía que Rexley se


parecía a él, pero Steven no estaba de acuerdo. Rexley era
una versión mucho mejor parecida de él. Y gracias a la
298 galaxia que había conseguido la altura de su Cony. Colton
era el más alto de los chicos, pero Rexley era sólo unos
centímetros más bajo.

—Sí. Sí. Por favor, entra. ¿Tienes un momento libre?

—¿Para ti? Por supuesto. Estaba a punto de hacer


transferir dinero a la cuenta de Colton para que podamos
tomar la delantera a principios de la próxima semana, pero
puede esperar un par de horas. —Rexley se adelantó,
agarrando una silla en su camino, y situándola en frente de
la mesa. Un frunce arrugó su ceño mientras tomaba
asiento—. ¿Se trata de Ashbourne?

Steven se rió. Había sabido que Rexley se había hecho


cargo de la herencia de su primo desde el principio. Su
pecho se hinchó de orgullo por la habilidad con que Rexley
había tomado la propiedad que era simplemente una ruina
y la hizo prosperar. Su hijo era un hombre brillante. —No.
Pero sé, como todos los demás, que te hiciste cargo de la
gestión de Ashbourne por Dalton. ¿Se ha dado cuenta
Dalton ya de lo rico que lo has hecho?

Rexley encogió un hombro. —Le he enviado informes.


Debe tener alguna idea si se molestara en mirar por
encima. Lo que probablemente no hace. Cuando regrese a
casa permanentemente, haré que tome el control de ello.

Sin duda, lo haría también. Steven se estremeció sólo


de pensarlo. Rexley tenía una mirada intimidante. Nunca
era lo que Rexley decía, sino cómo lo decía y la expresión
de su cara cuando lo hacía también. A Steven le encantaba

299 llevar a Rexley a las reuniones con él y observar incluso a


los más antiguos y más francos Lores retorcerse bajo su
mirada gélida cuando hablaban fuera de turno. Sería un
maravilloso Rey un día.

—¿Cómo avanza el asunto de la propiedad Winstol?


Tengo entendido que te hiciste cargo de la gestión de Aiden
y Nate. —Steven tamborileó con los dedos sobre el
escritorio.

—Progresa.

—Uh-oh. ¿El gerente que nombré no hizo un buen


trabajo?

—El gerente estuvo bien. Se limitó a seguir con lo que


el último Marqués hizo. Marcus era realmente brillante.
Mucho más inteligente que su padre, podría añadir. Hizo un
montón de mejoras, pero en los trece años o así que no ha
estado a su cargo no ha habido grandes mejoras en las
técnicas de cultivo. —Rexley apoyó los codos en los brazos
de la silla, juntó los dedos y suspiró—. Mi mayor problema
en este momento, sin embargo, es comprometer a Jeremy
a que revise las cosas conmigo. Tiene que aprender a
manejar la propiedad, pero cada vez que menciono
trabajar en ello, palidece y se acuerda de algo que tiene
que hacer.

Steven se rió.

Los labios de Rexley se crisparon.

—Hablando de problemas... Jeffers, ¿has informado al


Señor Winstol que le estamos esperando?
300 —Lo he hecho, Su Majestad. Está en camino —
respondió el mayordomo.

—¿Jeremy se va a unir a nosotros? —Rexley le clavó a


Steven con esa condenada mirada suya.

Steven no se abochornaría. —Sí. Lo que tengo que


decir le involucra también.

Un rápido ruido golpeando hizo eco en el vestíbulo.

Ambos se volvieron a mirar a la puerta.

La agitación crecía más fuerte hasta que Problema


apareció en la puerta. Sus mejillas estaban rojas, sus rizos
platino despeinados, el pañuelo en el cuello torcido y en sus
pies había un par de zapatillas de conejo blancas. En una
mano sostenía un estoque y en la otra su chaqué azul.

Steven se mordió el labio para no reírse de la imagen


que daba. Problema había crecido unos siete centímetros
en el último año, y su rostro había adquirido más madurez.
Se estaba convirtiendo en más guapo que lindo, pero
todavía era adorable. Con su personalidad no podía ser
menos.

—¿Quería verme? —Problema resopló un suspiro—.


Vine tan rápido como pude.

—Puedo ver eso. —Steven hizo una seña hacia la


puerta, todavía luchando con su risa—. Cierra la puerta y
entra a tomar asiento.

Problema puso su chaqué sobre el otro brazo y cerró

301 la puerta.

—Jeremy, ¿dónde están tus botas? —preguntó Rexley,


levantándose y encontrándose a la mitad con Problema.

—No pude encontrar las negras y las marrones me


aprietan los dedos.

Rexley enderezó el pañuelo del cuello a Problema,


tomó el chaqué de él y lo abrió.

Problema dio media vuelta y puso un brazo dentro,


cambió su florete en la otra mano y metió el otro brazo por
la manga antes de enfrentar a Rexley.

—¿Cómo diablos estabas haciendo esgrima en estos?


—Señaló Rexley a los pies de Problema y el chaqué
abotonado. Cepilló los hombros, dio un paso atrás y le dio
un gesto de aprobación. Realmente se complementaban
bien el uno al otro.

—No muy bien. Seguía tropezando.

La escena era tan doméstica que hizo que los nervios


de Steven se aliviaran un poco. Sintió la victoria. Había
estado en lo cierto al llamar a esta pequeña conferencia. Se
aclaró la garganta. —Bueno, entonces. Problema, agarra
una silla.

Rexley alivió a Problema de su arma y la puso sobre el


sofá de dos plazas cuando Problema agarró la parte
posterior de la otra silla y comenzó a arrastrarla por el
suelo con un chirrido espantoso.

Steven se encogió.

302 Haciendo una mueca, Rexley recuperó la silla de


Problema, la levantó y la puso al lado de la suya.

Problema se encogió de hombros. —Oops. Lo siento.


—Tomando asiento, anduvo a tientas en su pañuelo.

—Adelante, Padre. ¿Qué deseabas hablar con


nosotros? —Sin mirar, Rexley atrapó la mano de Problema,
la apartó del pañuelo, la colocó sobre el brazo de la silla y
le dio unas palmaditas.

Oh, sí, esto iba a ir justo de la manera que Steven


quería. Raleigh le elogiaría por su noble acción y todo
seguiría como estaba previsto. Steven sonrió. Le encantaba
cuando un plan venía junto. —Chicos, he encontrado una
manera de romper el contrato de esponsales.

—¡No! —Problema saltó de su asiento y sacudió la


cabeza.

Frunciendo el ceño, Rexley se adelantó y tomó la


mano de Problema. Tiró hasta que Problema se sentó de
nuevo, pero Rexley no la soltó. —Aprecio tu esfuerzo,
Padre, pero no es necesario. El compromiso permanece.

La euforia llenó a Steven. Era como si un peso


enorme se hubiera levantado de sus hombros. Cedió a su
sonrisa. —Bien, bien. Si estás segu…

—Sí. —Problema se inclinó y le dio Rexley un rápido


beso en los labios.

Cuando Problema se trasladó para sentarse en su silla,


atrapó su barbilla. Inclinó la cabeza y apretó sus labios
303 contra los de Problema.

Gimiendo, Problema abrió la boca.

Rexley tomó completa ventaja y profundizó el beso.

Steven juró que vio la lengua. Su boca cayó abierta,


pero no podía forzar a salir un solo sonido. «Esto no puede
estar pasando» Con él sentado ahí... mirando... Por todos lo
diablos... Polvos, ese era un gran condenado beso.

Pasando un brazo alrededor de la espalda de


Problema, Rexley tiró de él en su regazo, y Problema hizo
un sonido de queja.

—¡Steven!
Sobresaltado, Steven sacudió su mirada hacia la
puerta.

—Chicos. Dejad de hacer eso en este instante. —


Raleigh se dirigió hacia adelante.

Nate entró justo detrás de él. —Jeremy Hawkins.

Problema se quedó exactamente donde estaba,


mirando a los ojos de Rexley. —¿Queeé...? —Volvió la
cabeza hacia la puerta, localizó a Nate y saltó de vuelta al
regazo de Rexley.

—¿Por qué me gritas? —Devolvió Steven la expresión


atronadora a su consorte.

Rexley se sentó en la silla, con cara de aburrido, como


si nada hubiera pasado.

304 Problema estaba de pie entre Rexley y el escritorio de


Steven. Tenía los brazos cruzados delante de él, con la
espalda antinaturalmente recta.

—¿Por qué estabas sólo allí sentado? —Plantando las


manos sobre el escritorio, Raleigh le fulminó con la mirada.

—Estaba conmocionado.

—Jeremy, —Nate empezó.

—Eso todo lo estaba haciendo Rexley —explicó


Steven. Problema era... bueno, siempre un problema.
Steven no podía evitar querer defender al niño. Era un
buen chico. Sólo un poco en el lado enérgico. No era peor
que Tarren. Está bien, quizás un poco más taimado por su
diablura, pero no mucho. Problema ciertamente no merecía
meterse en problemas por esto. ¿Quién podría culpar al
chico? Al parecer, Rexley sabía exactamente lo que estaba
haciendo. El pobre Problema no había tenido una
oportunidad.

Raleigh se dio la vuelta, con las manos en las caderas


y miró a Rexley.

Rexley le devolvió la mirada. Su ceja subió.

«Oh hermano» Steven se mordió el labio, esperando


la explosión. Raleigh iba a matar al chico, y entonces
tendría que exigir a Payton que viniera a casa y aprendiera
los deberes de Rexley.

Por unos instantes Raleigh y Rexley se enfrentaron el


uno al otro.

305 Problema retrocedió hasta que tropezó con el


escritorio.

Nate, todavía ceñudo con Problema, señaló la puerta.


—Hablaremos de esto más tarde.

Finalmente, Raleigh volvió a Steven. Una lenta sonrisa


se deslizó sobre su cara. —Rexley, hablaremos de esto más
adelante. Muchachos, tenéis permiso para salir.

De pie, Steven se preparó para hacer su escapada con


los chicos.

—No tú. —Señaló Raleigh en la silla—. Siéntate. —


Todavía estaba sonriendo. Eso tenía que ser una buena
señal.

El rápido sonido de golpes que había precedido a la


entrada de Problema, se volvió distante, y Steven echó un
vistazo a su consorte para ver que Rexley lentamente iba
con arrogancia hacia la puerta. Problema no estaba a la
vista.

Raleigh se dejó caer en la silla que Rexley había


dejado vacante y rompió a reír.

—Lo siento. —Los labios de Nate temblaron, y se sentó


en la silla de Problema—. Hablaré con él.

Steven se rió y negó con la cabeza ante su consorte,


que ya estaba con la cara roja. Galaxias, Raleigh era
hermoso cuando se reía. —En serio. Rexley comenzó eso.

Cerrando los ojos, Nate sonrió. Miró por encima del


306 hombro y se estiró sus largas piernas delante de él. —
Aparte de Rexley actuando como no-Rexley y Jeremy
siendo Jeremy, ¿qué nos hemos perdido?

—Les dije que había encontrado una manera de


romper el compromiso matrimonial y me dijeron más bien
enérgicamente que el contrato no iba a ser roto.

—Excelente. —Raleigh miró a Nate.

—Estoy de acuerdo —dijo Nate—. Eso es realmente


excelente. La mejor noticia que he tenido en todo el día.

Hablando de noticias... —¿Has averiguado algo sobre


el hijo de Jenkins? —Steven preguntó a Nate.
Nate suspiró. —Uno de los informes, decía que Robert
acababa de regresar de visitar a sus padres aquí en
Regelence, pero de lo que te enteraste de Eversleigh, el
Almirante ha estado desaparecido durante casi dos meses.
Sé que ha estado por lo menos tanto tiempo desde que he
podido ponerme en contacto con él.

—Sebastian comprobó la residencia de Jenkins hace


dos días. El lugar había sido saqueado como si alguien
estuviera tratando de encontrar algo. Y el mayordomo ha
sido llevado, falta su unidad de disco duro. Sebastian
planea enviar a uno de sus nuevos hombres a Delcorte para
comprobar la otra residencia del Almirante, y está buscando
a los sirvientes y familiares de Betty para ver si saben algo.
—Steven miró de Nate a Raleigh. Ambos tenían una
expresión sombría.

307 De pie, Nate se estiró. —Puedo comprobar esas cosas.


Sebastian y Colton merecen al menos un poco de luna de
miel.

Steven asintió. —Estoy de acuerdo. Habla con


Knighton. Va a reemplazar a Sebastian por un día o dos.
Sabrá dónde Sebastian ha buscado hasta ahora.

—Voy a ir a hacer eso ahora. No voy a trabajar hoy. —


Nate salió de la habitación con un “Buen día” a Raleigh y
Steven.

Después de unos momentos Raleigh se puso de pie y


se inclinó sobre el escritorio. Besó a Steven en los labios y
dijo: —Estoy orgulloso de ti por hablar con Rexley y
Jeremy.

—Tengo una confesión que hacer.

—¿Oh?

—No lo habría hecho si no estuviera bastante seguro


de que les gustaría seguir comprometidos.

Raleigh lo besó de nuevo. —Eso está bien. Todavía les


diste a elegir. Y por si sirve de algo, creo que las cosas
saldrán bien con Colton y Sebastian también.

Sí. Ahora, si tan sólo pudiera encontrar a alguien para


Tarren...

308 Regelence Park en Classige, Pruluce.


Colton se puso de pie sobre los estribos y sacó su
chaqueta de debajo de él. Había pasado una eternidad
desde que había viajado a Regelence Park. Miró a Sebastian
mientras atravesaban la puerta principal.

Sebastian sonrió. —¿Te lo estás pasando bien? —Sus


ojos brillaban, y Colton tuvo que resistir el loco impulso de
reír por el puro placer del momento. Esa mirada, el placer
en ella, iba dirigida a él.

—Lo estoy. ¿Y tú? —Colton se quitó el sombrero al


saludar al señor Bernard y su hermano más mayor Walter,
que estaban a caballo justo dentro de la puerta.
—Me estoy divirtiendo más observándote que en
realidad montando a caballo. —La voz de Sebastian bajó
una octava por debajo de lo normal, y le guiñó un ojo.

La polla de Colton se dio cuenta del sonido sensual y


decidió recordarle la noche anterior. Sólo en caso de que se
hubiera olvidado... que no era así.

»Ah, cariño, qué atractivo sonrojo. —Sebastian llegó


con Max lo más cercano a Apollo como pudo sin aplastar
sus piernas y las de Colton y alcanzó el rostro de Colton.

Colton se inclinó hacia adelante hasta que la mano de


Sebastian hizo contacto. Cerró los ojos y se deleitó en la
cálida caricia en la mejilla fría. Tal vez debería ir a casa.

Sus caballos se separaron, y Colton se irguió para


evitar perder el equilibrio.
309 —¿Estás bien?

—Sí. —La sensación de ser vigilado molestaba en la


parte posterior del cuello de Colton. Vio la fuente. Dentro,
en landós abiertos y faetones se alineaban en el paseo de
carruajes, varias cabezas se asomaban en su dirección. La
cola de carruajes se estiraba fuera de la puerta, a donde los
árboles oscurecían el interior del parque. Incluso los
peatones que paseaban por los jardines cubiertos de nieve.
Como era su costumbre, la sociedad amontonada había
venido a ver y ser vista. Muchos de ellos eran gente
entrometida y vana. Ni siquiera el tiempo podía detenerlos.
Hacía frío, y el cielo se oscurecía por momentos. Nevaría de
nuevo pronto.

—¿Hacia dónde quieres ir? ¿Por el lago o por los


árboles?

Apuntando hacia el lago, Colton instó a Apollo al trote.


El sendero alrededor de los árboles era el lugar para ver y
ser visto. Corría paralelo al paseo de los carruajes, pero
Colton se había más bien cansado de la constante atención
últimamente. Y la ruta del lago era mucho menos
concurrida. Un mejor lugar para dejar a Apollo estirar las
patas.

Sebastian se volvió a Max y chasqueó la lengua. —


Vamos, Max, vamos a hacer que les cueste lo suyo.

Tan pronto como Sebastian y Max pasaron a Colton,


les dio caza.

310 Estaban cuello con cuello hasta que Sebastian tuvo


que frenar para que pasaran unos jinetes más lentos.

Colton le interrumpió. —Creo que no, Mi Lord.

Sebastian sonrió y salió al exterior. Su sombrero lo


atrapó el viento y hubiera salido volando si no lo hubiera
agarrado. Se mantuvo a la altura de Colton, y cabalgaron
uno al lado del otro.

Fue emocionante a pesar del viento helado azotando


sus rostros. La sensación de libertad pulsaba a través las
venas de Colton como una inyección de adrenalina.

Doblaron la esquina juntos sin tratar ninguno de ellos


de tomar la iniciativa.

La sonrisa de Colton se hizo más grande, hasta que


echó la cabeza hacia atrás y se rió. Tiró de las riendas y
frenó el paso. —Me encanta montar a caballo rápido.

Sebastian y Max igualaban el ritmo con Apollo. —A mí


también.

En cuestión de segundos habían dejado a otros jinetes


detrás.

Frenando a una parada, Sebastian le sonrió. —Ven


aquí.

Colton detuvo a Apollo. —¿Aquí?

—Más cerca. —Sebastian se inclinó hacia Colton.

311 Colton hizo lo mismo. Sus labios se encontraron y sus


lenguas chocaron. Colton se estremeció y ladeó la cabeza
para tener un mejor ángulo. Su polla, ya tiesa de la
emoción de su carrera y la cercanía de Sebastian, se puso
aún más dura.

Retirándose, miró a Sebastian, y la sonrisa de Colton


se derritió en una mueca. El frenesí inicial de la jornada se
filtraba a su alrededor, pintando sus mejillas con puntitos
de hielo de nieve. Una mancha blanca quedó atrapada en
sus pestañas, y parpadeó. Los momentos pasaron, los
caballos se movieron debajo de ellos, la nieve danzaba a su
alrededor, pero aún Colton sostuvo la mirada de su marido.
Todo el cuerpo de Colton se calentó desde adentro hacia
afuera. El mordisco en el aire se convirtió en inexistente.
¿Cómo podía algo tan inocente como una sonrisa
satisfacerle tan a fondo? Pero no fue sólo la sonrisa. Nunca
se cansaría de mirar esos ojos azules. Estaban en constante
cambio, pero constante y firme como el hombre mismo.

—Oh, ambos estáis listos para otro escándalo, ya veo


—se burló una voz familiar.

El hechizo se rompió, sustituido por la furia. Colton dio


la vuelta con Apollo hacia Plume. Ya había tenido bastante
de este mequetrefe. —Si tienes algo que decirme, te
sugiero que tengas pelotas y vengas a decírmelo a la cara.
Te aseguro que no tengo ningún escrúpulo en plantarte
otra cara mejor.

Acercándose a su altura, Sebastian agarró el brazo de


Colton. —Déjalo ir. Sólo está tratando de sacarnos de
312 quicio.

«¿Qué?» Seguramente Sebastian no iba a dejar a


Plume sin castigo por hablar con ellos de esa manera.
Colton le miró boquiabierto. «¿Dónde estaba su intrépido
guardaespaldas que cerraba incluso la más mínima
amenaza?»

—Ignórale. —La cabeza de Sebastian bajó, y se


encendieron sus ojos. Un tic empezó en la esquina de su
ojo. Agarró las riendas de Colton y se volvió a Max,
haciendo que Apollo lo siguiera, y se enfrentó a ellos lejos
de Plume.

La ira contra Plume se convirtió en confusión.


Suspirando, Colton asintió. Supuso que Sebastian tenía
razón. No se podía discutir consigo mismo. Si ignoraba a
Plume, finalmente, el gilipollas se largaría.

El clip-clop de los cascos de caballos bailaba, junto con


la risa maníaca de Plume.

—Ho, ahí. —Varios iban al trote detrás de ellos. Por el


rabillo del ojo Colton captó el movimiento relajado del
jinete, le hizo detenerse y sonaron bridas.

—Buenos días, Su Alteza. Lord Wentworth. Espere.

Colton se enderezó y levantó la barbilla una muesca.


La ira y la confusión se mezclaron juntas de nuevo, y
apretó la mandíbula. —¿Qué es lo que quieren?

Lord Frances Rycroft se acercó furtivamente a la


derecha de Colton en su palomino. Tenía las mejillas
313 sonrosadas y agrietadas por el frío. Llevaba una chaqueta
de color marrón claro que armonizaba a la perfección con la
crin de su caballo. —Sólo quería decir que lo lamento por la
otra noche. Había tantos rumores volando alrededor y... —
Miró hacia abajo, y el tono rosado en sus mejillas se
profundizó—. Por favor, diga que aceptará mis disculpas,
Su Alteza.

Sebastian cerró los ojos brevemente. Cuando los


abrió, frunció el ceño y miró a Lord Francis y sus amigos,
luego volvió a Colton. El intrépido, sensato guardaespaldas
estaba de vuelta. Sebastian abrió la boca para decir algo,
pero Colton le dio una sacudida de cabeza. No quería entrar
en cómo el grupo le había rechazado en estos momentos.

La postura de Colton se relajó un poco y bajó la


cabeza. —Todo está perdonado. Tu confusión era
comprensible dadas las circunstancias.

—Colton, eres muy amable. Todos te debemos una


disculpa. —Lord Roth tiró de su caballo para una parada al
lado de Sebastian—. También te debemos felicitaciones por
tu matrimonio.

Lord Francis, el Sr. Gareth Fareweather y Edmund


Smithe ofrecieron sus felicitaciones a coro cuando el Sr.
Fareweather y el Sr. Smithe posicionaron sus monturas
enfrente de Colton y de Sebastian también.

Colton los estudió a todos, tratando de no fruncir el


ceño.

—Gracias. Soy un hombre afortunado. Su Alteza


finalmente me sacó de mi miseria y aceptó. —Sebastian

314 sonrió a su audiencia.

Colton se quedó boquiabierto. Sebastian estaba


haciendo que su matrimonio sonara como una unión por
amor y no una consecuencia del escándalo. Si sólo fuera
cierto.

Colton le sonrió. —Después de todo, un hombre sólo


puede tomar una cierta cantidad de acoso. —Hizo un guiño
a Sebastian—. Aunque me atrevo a decir que lo resististe
bien durante muchos años, Wentworth.

Sebastian estalló en carcajadas junto con Fareweather


y los demás.

Un par de jinetes exprimieron el lado del camino para


pasarlos.

—¿Es este el famoso Apollo? —preguntó el Sr. Smithe,


dirigiendo su caballo bayo para conseguir espacio para los
transeúntes. Era el único de ellos con la cabeza
descubierta.

—Este es él. —Colton se inclinó hacia adelante y dio


unas palmaditas en el cuello de Apollo. El orgullo le llenaba,
haciéndole finalmente relajarse un poco. No había nada
como hablar de uno de sus bebés para hacerle sentirse
cómodo.

—Bonita estructura —dijo Gareth.

Lord Francis volvió su atención a Max mientras los


otros lisonjeaban a Apollo. —Yo digo, Wentworth, que tu
caballo es bastante atractivo también. No ves muchos
315 negros sólidos verdaderos.

—Yo nunca me separaría de él. —Sebastian acarició el


cuello de Max cuando resopló y frotó su nariz contra el
caballo de Lord Francis. Max era una belleza, pero no era
de la misma clase que Apollo. La musculatura de Apollo era
impresionante incluso para los estándares de caballos de
carreras. Se veía tan rápido como era. Y en una carrera a la
desesperada, era incluso más que una vista impresionante.

Los hombres discutieron de negocios durante varios


minutos, preguntando sobre los establos de Colton y las
citas con el comisario de carreras y el Jockey Club. Tal vez
debería darles otra oportunidad.

Colton les dijo cómo había organizado una reunión


para que Apollo obtuviera la licencia y cómo Rexley estaba
manejando a los constructores de los establos y corrales.
Todos parecían genuinamente emocionados por él.

—Colton, sé que es poco tiempo y que acabas de


casarte y todo, pero mi padre ha organizado una carrera
privada para varios de los propietarios mañana. ¿Estarías
interesado en unirte a nosotros? Tal vez puedas mostrarnos
lo que esta belleza... —el Sr. Fareweather inclinó la cabeza
para indicar a Apollo— ...es capaz de hacer. Estaré
montando el más reciente semental de mi padre, Gran
Evasión.

Los otros asintieron su aprobación.

Roth dijo: —Voy a montar a mi Georgie aquí. —Frotó


el hombro de su alazán. Sus orejas giraban, el caballo de
Roth se animó ante la mención de su nombre.
316 Colton abrió los ojos y asintió. Se detuvo a medias y
guiño un ojo, miró a Sebastian y levantó las cejas. —
¿Bueno, Capitán? —preguntó, dejando en claro que estaba
pidiendo una opinión profesional. «Por favor, deja que
Sebastian entienda lo importante que podría ser para mi
carrera»

Sebastian volvió su atención a los otros hombres. —


¿Ha sido publicitado el evento?

Gareth negó con la cabeza. —No, Mi Lord. Es sólo una


invitación.

Sebastian sonrió. —Confío en que el equipo de


seguridad de Su Alteza tenga pleno acceso a las
instalaciones.

Colton se mordió el labio inferior. Sus ojos se


entrecerraron ligeramente en alegría. Sintiendo la victoria,
cedió a una sonrisa. ¿Chillar y gritar sería inapropiado?

—Sí, por supuesto —le aseguró Gareth—. Mi padre


tendrá sirvientes, quienes pueden ayudarle también. Así
que ¿qué dices, Colton? ¿Vendrás?

Sebastian y Colton respondieron juntos. —Sí.

Los hombres dieron sus excusas y se marcharon con


garantías de que verían a Colton mañana.

Colton se movió, sintiéndose bien hasta los dedos de


los pies. Este era el golpe de suerte que necesitaba.

317 Empujando a Max para un paseo, Sebastian le


preguntó: —¿Qué hicieron?

—Me excluyeron en la velada musical Thompson.

Sebastian gruñó y apretó su agarre en las riendas.

»Es comprensible. Sólo me habían conocido dos días


antes.

—Ese no es el punto. Cualquiera puede ver que eres


un hombre honorable. Y ninguno de ellos tiene la
reputación prístina.

—Pero todos ellos son de edad. Yo no lo soy, y ¿cómo


alguien puede posiblemente deducir mi honor con tan poco
tiempo de conocerme? Además, necesito contactos, y creo
que dice mucho de ellos que reconozcan su
comportamiento.

—Eres demasiado afable.

Afable, pero no estúpido. Colton captó su mirada. —


No realmente. Van a tener que ganar mi confianza. Puede
que haya perdonado, pero nunca voy a olvidar.

Sebastian se echó a reír y, accidentalmente, tiró de las


riendas, llevando a Max a paralizarse otra vez. El sonido
alegre lleno a Colton de calor.

La nieve caía en serio ahora. La visibilidad estaba


desvaneciéndose rápidamente. Si no fuera por las voces en
la distancia y el ruido de las ruedas de los carruajes, Colton
hubiera pensado que estaban solos.

Colton detuvo a Apollo. —Gracias.


318 Sebastian se inclinó hacia adelante, envolvió su mano
alrededor de la parte posterior del cuello de Colton y lo
besó. —Vayamos a casa.
Capítulo Quince
Wentworth Park, residencia del Vizconde y
Vizconde-Consorte Wentworth, en Classige,
Pruluce.
—Sí. —La victoria es mía.

Jadeando, Colton se detuvo en la puerta abierta del


dormitorio. Su carrera loca desde los establos a la casa y
arriba de las escaleras le había dejado sin aliento. Odiaba
319 perder en cualquier cosa. Levantó las manos en el aire. —
Yo ga... Uf —Sebastian golpeó la espalda con tanta fuerza
que lo impulsó a través de la habitación. Colton aterrizó de
plano boca abajo en la cama con un rebote y Sebastian
junto a él.

Riendo, Sebastian se apoyó sobre un codo y descansó


la cabeza en la mano. —Es un empate. —La sonrisa de su
alegría se había transformado en puro gozo.

—No lo fue. Claramente gané. —Colton rodó a su lado.


La felicidad brotaba en su interior. El último par de días
había visto un lado de Sebastian que nunca había visto
antes. Cuando Colton hubo arrojado su abrigo, gorro y
guantes a un desconcertado sirviente y se precipitó
escaleras arriba, no había esperado que Sebastian le diera
caza.

—Hiciste trampa. Además, dijiste que el primero en la


cama, no en el dormitorio. Por lo tanto, es un empate. —
Sebastian cepilló atrás el cabello que había caído en los
ojos de Colton. El tacto de los dedos fríos dejó un calor
hormigueante en su estela. A pesar de la despreocupación
del toque, era íntimo.

—No hice trampa.

Sebastian le lanzó una mirada mordaz que carecía de


severidad.

—Improvisé.

—Declarando la carrera después que ya habías


empezado y antes de que me quitara mi abrigo no es
320 improvisar, es hacer trampa. Dime por favor, por
curiosidad, ¿qué consigue el ganador?

—Tú. —Colton arrastró un dedo sobre el nudo de la


corbata Osbaldiston de Sebastian.

—Voy a admitir que quizás hayas podido ganar.

Colton se rió. —Pensé que hice trampa.

Sebastian negó con la cabeza. —Una improvisación


muy ingeniosa. —Torció el dedo—. Ven a recoger el premio.

Colton enganchó su dedo en el nudo y lo soltó.


Desenrollando el pañuelo, Colton se encontró con la mirada
de Sebastian. —Tengo que desenvolver mi premio. —Tiró el
algodón blanco a un lado. Se inclinó y pasó la lengua por la
piel salada.

—Oh no. Tú ganaste. No deberías tener que hacer


nada. Yo desenvolveré tu premio. —Sebastian presionó los
hombros de Colton contra el colchón y se sentó a
horcajadas en sus caderas. Sebastian se quitó la chaqueta
y el chaleco. Levantó la camisa de linón sobre su cabeza y
la dejó caer sobre el borde de la cama. La luz del sol que
venía de las cortinas abiertas destacaba su magnífico
pecho. Lustrosamente tonificado con sólo un poco de pelo.
La parte superior de sus caderas sobresalían y se reducían
en forma de V hacia su ingle.

Colton había oído a Sebastian afirmar que estaba


fuera de forma una vez. Si esto era estar fuera de forma, le
hubiera gustado ver lo que Sebastian parecía cuando
321 estaba en la RSR. No parecía posible lucir algo mejor de lo
que lo hacía ahora. —Tienes tu premio, pero ¿qué más
quieres? —preguntó Sebastian.

—Te quiero a ti dentro de mí. —Colton pasó las manos


por el pecho de Sebastian en su estómago, explorando
cada colina y cada valle. La piel ondulaba bajo sus dedos, y
Sebastian inclinó la cabeza hacia atrás con un suave
zumbido.

—Entonces me tendrás. —Flexionó sus hombros y miró


hacia abajo a Colton a través de su pelo, sus ojos
medianoche entrecerrados. Se estremeció una vez más y
apretó sus manos en la parte superior de las de Colton—.
Déjame hacerlo todo. —Sebastian desvió las inquisitivas
manos de Colton y comenzó a trabajar en la corbata de
Colton. Una vez que la quitó, sostenía cada extremo de la
tela enfrente de él—. ¿Debería atar tus manos juntas?

Un escalofrío recorrió a Colton, pero negó con la


cabeza. Si tuviera las manos atadas, no podía usarlas. Por
supuesto, ese era el propósito. En cierto modo, la idea le
emocionaba, pero en otros no le gustaba la idea de estar a
merced de nadie. Incluso de Sebastian.

Trabajando sobre los botones de la chaqueta de


Colton, Sebastian sonrió. —Otra vez entonces. —Se
desabrochó el chaleco y desató la camisa—. Arriba. —Se
deslizó de nuevo en los muslos de Colton y ayudó a Colton
a sentarse. Las prendas de vestir en la parte superior del
cuerpo de Colton se unieron a las de Sebastian en el suelo.
Una vez que su pecho estaba desnudo, Sebastian le

322 apresuró a su espalda de nuevo—. Eres increíble, cariño. —


Arremolinó su dedo alrededor del pezón de Colton.

Piel de gallina se levantó en Colton, y se movió,


tratando de ignorar el toque.

»Oh ho ho. Alguien tiene cosquillas. —Sebastian


hundió los dedos en las axilas de Colton.

Riendo y dando brincos, Colton intentó desalojar a


Sebastian. —St ... st ... detenlo. —Colton se reía hasta que
sus pulmones quemaban. Se giró hacia un lado y tiró de
sus brazos a su pecho, tratando de bloquear los esfuerzos
de Sebastian, pero Sebastian se quedó con él. Era
enloquecedor pero estimulante. La polla de Colton se
endureció incluso mientras se esforzaba por recuperar su
aliento.

Finalmente, Sebastian desistió. Él también se estaba


riendo. Dejó caer las manos en el colchón junto a la cabeza
de Colton, y desapareció el humor. Sus ojos se dilataron y
cayó hacia abajo, rozando sus labios con los de Colton.

Capturado por la intensidad, Colton le devolvió el


beso. Envolvió sus brazos alrededor de la espalda de
Sebastian y dejó que la pasión le sangrara dentro. Lo único
que se acercaba a este placer hormigueante que nublaba la
mente, era estar encima de un caballo. Era como correr por
un prado con el viento en la cara, azotando el pelo. Colton
frotó la espalda de Sebastian y saboreó sus labios. Nunca
conseguiría lo suficiente de este hombre.

Sebastian se sentó. Se deslizó hacia atrás de Colton,


323 poniendo sus pies en el suelo, pero mantuvo su pecho tan
cerca que el calor de su cuerpo se filtró dentro de Colton.
Besó su camino abajo por el estómago de Colton.

Colton se tensó pero sostuvo la mirada. Fue capturado


a fondo y no podía apartar la vista aun si su vida
dependiera de ello. A su cuerpo le gustaba la proximidad de
la boca de Sebastian. Arqueó la espalda ligeramente.

Hurgando su mentón contra la erección de Colton,


Sebastian desabrochó las caídas de los pantalones de su
consorte.

Colton siseó a la presión. Sus testículos se acercaban,


y apretó los músculos del muslo. La mirada que Sebastian
le otorgó mientras arrastraba la tela de las caderas de
Colton intensificó todo. Los labios de Sebastian acariciaban
cada centímetro de la piel que los pantalones y las prendas
menores revelaban, mientras se las quitaba.

Liberando la polla de Colton, Sebastian dejó un rastro


húmedo todo el camino hasta la punta con la lengua. Bajó
los pantalones hasta los tobillos de Colton. Agarrando el
tacón de la bota de Colton, Sebastian tiró. Salió, y repitió el
proceso con la otra hasta que Colton yacía completamente
desnudo. Sebastian se quitó sus propias botas y se despojó
de sus pantalones antes de regresar a la cama con su
erección flotando libre.

Golpeado otra vez por su tamaño, Colton le alcanzó,


sólo para que Sebastian le golpeara alejando la mano.

Agarrando los tobillos de Colton, Sebastian puso su


324 rodilla sobre la cama. —Retrocede un poco y sube tus
rodillas para mí.

Colton se movió hasta que su cabeza estaba en la


cabecera de la cama y fue recompensado por ello con un
beso en la cara interna del muslo.

Escalando sobre el colchón, Sebastian yacía sobre su


estómago entre las piernas abiertas de Colton. La posición
de Colton le hacía vulnerable, y la auto-conciencia alzó su
cabeza.

Sebastian se echó a reír. —Relájate. —Movía su lengua


a través de los testículos de Colton.
—Oh polvos.

Haciéndolo de nuevo, Sebastian se apoderó de la polla


de Colton. Apretaba y bombeaba mientras su boca se puso
a trabajar abajo. Lamía y chupaba. La sensación era
increíble. Casi cosquilleante, pero no del todo. No lo
suficente para hacer que Colton se riera o se alejara.
Quería acercarse. Para sostener la cabeza de Sebastian allí.
Cerrando sus ojos, Colton se deleitó con las nuevas
sensaciones, pero demasiado pronto la caricia terminó.

Sebastian se arrastró hasta el cuerpo de Colton y


capturó sus labios. El sabor salado de la lengua de
Sebastian y la forma que rodó a Colton a un lado y se
movió contra él, hizo que la respiración de Colton se
acelerara. Sebastian se apoderó de las nalgas de Colton y
se balanceaba. Sus pollas se deslizaron juntas cuando sus

325 lenguas lo hacían, añadiendo sólo la suficiente presión.


Manchas de humedad se aplastaban entre ellos, pero no
hizo nada para que se deslizaran juntos más fácilmente.
Las puntas de los dedos de Sebastian trazaron la arruga del
culo de Colton.

Colton no recordaba a Sebastian conseguir lubricante,


pero la facilidad con la que sus dedos se deslizaban le dijo
que sí. Rozó el agujero de Colton una vez y luego volvió a
empujar en contra de él. Presionó un dígito dentro del culo
de Colton un poco antes de retirarse y hundirse de nuevo.

Rígido, Colton rompió el beso.

—Shh... —Sebastian se deslizó hacia abajo, el nivel del


ojo con la polla de Colton y lo cubrió con su boca.

—Ahh... —La presión del dedo invasor de Sebastian y


el intenso placer de la polla de Colton en su garganta le
sorprendió. Se incrementó la intensidad. Con cada golpe de
su dedo, Sebastian se sumergía abajo en la polla de Colton,
llevándolo a la parte posterior de su garganta. Continuó el
asalto hasta que Colton pensó que su cuerpo reventaría.

Cuando el placer fue demasiado, Sebastian añadió otro


dedo.

Colton se balanceó sobre el duro borde de la


gratificación y no tanto del dolor. No, definitivamente no
dolor, sino presión. Era enloquecedor y estimulante. Cada
vez que pensaba que no podía ir más lejos, Sebastian
añadía otro dedo. Haciendo tijera con ellos, empujándolos
dentro y fuera.
326 Colton empujó hacia adelante en la boca de Sebastian
y atrás con sus dedos. Había perdido la cuenta de cuántos
dedos estaban dentro de él. La intensidad se lo llevó, hasta
que tuvo un gran baile de sensaciones, sus testículos tan
apretados y sus nalgas tan tensas. Galaxias, iba a perder la
cabeza.

Liberándole, Sebastian jadeó.

Un fuerte gemido de frustración escapó de Colton. Él


también comenzó a jadear, tan cerca de liberarse que dolía.
Estaba dispuesto a rogar y suplicar.

Descansando su cara contra la cadera de Colton,


Sebastian siguió con el dedo en su culo. —Voy a follarte,
cariño. ¿Alguna objeción? —Besó la piel hipersensible de
Colton, y su cálido aliento abanicó sobre el área.

Colton negó con la cabeza. No le importaba lo que


hiciera Sebastian, siempre y cuando lo hiciera pronto. Las
piernas le temblaban. La mano que acariciaba la cabeza de
Sebastian con sacudidas.

La cama se hundía y se balanceaba cuando Sebastian


se puso de rodillas.

Colton se quejó por la pérdida de los dedos de


Sebastian. Su cuerpo casi gritó vuelve, ya que su culo
apretaba y aflojaba.

Desde el dispensador de cabecera Sebastian recogió


un pegote de lubricante en su mano y lo envolvió alrededor
de su pene. Mientras se acariciaba, la cabeza se arrullaba

327 hacia atrás y los tendones de su cuello se tensaban. Su


cuerpo temblaba. Era fascinante. Hermoso. Soltó su polla y
consiguió más lubricante. Tocando la cadera de Colton,
Sebastian se situó entre las piernas de Colton.

—Levanta las rodillas para mí de nuevo. —Su voz


retumbó mucho más baja de lo normal.

Colton levantó las rodillas y agarró su polla. Él la


acarició, necesitando la sensación.

Sebastian se inclinó entre las piernas extendidas de


Colton y se apoyó sobre Colton en un brazo. Mirando
fijamente a los ojos de Colton, Sebastian empujó la punta
de su polla lentamente dentro.
La intrusión rayó en la incomodidad, pero alivió un
profundo dolor al mismo tiempo. El aguijón y el placer se
unieron juntos. Cuando Sebastian comenzó a moverse,
Colton no podía recuperar el aliento. Continuó bombeando
su polla. La fricción alejó su mente de la torpeza de la
penetración, y la penetración lo mantuvo en el filo del
cuchillo del clímax. Una y otra vez las sensaciones y subían
y menguaban.

El sudor perlaba la frente de Sebastian y el labio


superior. Dejó caer su cabeza hacia el pecho de Colton y le
besó, impidiendo el movimiento de la mano de Colton. Las
caderas de Sebastian se reunían con el culo de Colton
cuando Sebastian se molía dentro de él. Le susurraba
estímulos, lo bien que se sentía, cuánto tiempo había
esperado por Colton. El éxtasis se construía y construía. No
había dolor ahora. Sólo felicidad.
328 Con sus ojos apretados cerrados, Sebastian se alzó.

Juntos así, Colton casi podía creer que Sebastian le


amaba. Colton valoraría esto siempre, pero le hizo querer
más. Quería ganar el amor de Sebastian. Y él...
simplemente no había otra opción.

Con un empuje final, Sebastian gimió y se congeló. La


tensión de su rostro era horrible y encantadora.

Cuando Colton vio la cara de su consorte retorcerse de


alegría cataclísmica, su propio orgasmo descendió sobre él.
Semen corría por la mano y salpicaba su estómago. Gritó
mientras ola tras ola de placer le bombardeaba, hasta que
no quedó nada sino un pesado y satisfecho rescoldo.

Sebastian se movió para acostarse a su lado. Enredó


sus dedos en los de Colton y apretó. —¿Qué es lo que
tienes que me hace perder cada onza de delicadeza que
alguna vez tuve? —Jadeó.

—Sólo soy irresistible supongo. —Colton sonrió y


volvió la cabeza para encontrarse con la mirada de
Sebastian.

Riendo, Sebastian rodó a su lado. —Tú eres eso,


bribón.

Sebastian se incorporó, besó a Colton y se deslizó


fuera de la cama. La forma en que se movía era tan fluida y
elegante. La vista no estaba mal tampoco.

Espera. ¿Qué ha sido eso? Colton se sentó. Debajo


329 justo de la mejilla del culo de Sebastian cerca de tres
centímetros abajo había una marca.

—¿Tienes algún plan para esta noche? —Comenzó


Sebastian a girar, pero Colton le detuvo.

Ignorando el semen chorreando por su entrepierna,


Colton se inclinó más cerca.

»¿Qué estás haciendo? —Sebastian miró por encima


del hombro, tratando de girar.

Era una marca de nacimiento. No cualquier marca de


nacimiento, sino una marca de nacimiento de Regelence.
En forma de una rosa. Colton soltó a su consorte y levantó
su brazo derecho para comparar. Sí, las marcas eran
idénticas. ¿Por qué estaba en el muslo de Sebastian?

—¿Qué? ¿Por qué estás frunciendo el ceño?

—Yo pensé que fuiste concebido de forma natural.

—¿Qué?

Colton señaló. —Tienes una marca de nacimiento


Regelence.

—No es una marca de nacimiento Regelence. Fui


concebido y nacido de forma natural. Tuve una madre.

—Pero es la misma forma exacta que la mía. Está sólo


en el lugar equivocado.

—Es por eso que no es una marca de nacimiento


Regelence. Es una extraña coincidencia. Ahora entonces...
330 ¿qué planes tienes para esta noche? Recibí un mensaje de
Rourke antes de ir a caballo, y tiene una pista sobre el
paradero de uno de los miembros de nuestro antiguo
equipo.

¿Cómo había llegado Sebastian a tener una marca de


nacimiento en forma de una rosa? Colton se levantó y se
acercó por detrás de Sebastian, o intentó también.
Sebastian le atrapó el brazo.

La mandíbula de Sebastian se tensó, y suspiró. —


Colton, no es una marca de nacimiento Regelence.

Lo era. Pero, ¿cómo? Había sabido que Sebastian tenía


una madre. Su historia era un poco de cuento de hadas.
Era bastardo, pero debido a sus antecedentes en el ejército
se había ganado la atención de Giles Hastings. No era
insólito a causa de que los militares eran bien admirados en
su sociedad. El Sire de Cony había sido un Comandante en
la Armada de la Marina Regelence. Solo el rango de
Sebastian le había hecho elegible para un par del reino.

Sebastian inclinó arriba la barbilla de Colton y lo besó.


—Estás goteando en el suelo.

Colton echó un vistazo a su cuerpo. El semen corría


abajo por sus piernas, dirigiéndose a sus tobillos.

—Maldita sea. —Corrió al baño.

331 Bueno galaxias, el último de sus pensamientos se


asemejaba a un debate parlamentario, en voz alta, aburrido
y sólo un paso por encima de Bedlam. Sebastian se pasó la
mano por la cara y se recostó en el sofá. Entonces, de
nuevo, algo del caos podría atribuirse a su entorno actual.
Un antro de juego no era lugar para ordenar los
pensamientos propios, pero en casa era aún peor en este
momento. Debido a que Colton estaba allí, y Colton -
encantador como quizás fuera- era una distracción.

Algo se asomó en el pecho de Sebastian.

Sebastian miró hacia abajo. Una marca de tiza azul


redonda empañaba su chaleco gris. Frunció el ceño y
levantó la cabeza. Fue como despertar de un sueño.
Cigarro y humo de pipa colgaban pesados en el aire, y el
sonido de las bolas de billar chasqueando juntas mezcladas
con las voces y risas. ¿Cuándo se había acercado Rourke?
¿Le había Rourke preguntado algo?

Rourke se levantó a un par de metros de distancia con


una sonrisa en su rostro y un palo de billar en la mano. —Si
vas a sentarte allí a meditar melancólicamente, también
podrías ir a casa.

—No estoy seguro de por qué estoy aquí de todos


modos. Si tuviera a Colton para jugar, no estaría aquí. —
Julian se inclinó sobre la mesa y lanzó un disparo. Las bolas
resonaron y se dispersaron, pero ninguna se dejó caer en
las troneras—. Maldita sea. Soy horrible esta noche. Creo
que necesito otra pinta de cerveza. —Caminó alrededor de
la mesa, se inclinó sobre ella delante de Sebastian y miró a

332 Rourke—. ¿Una pelea?

—Nah. —Rourke negó con la cabeza—. Está


demostrando una cuestión.

Sebastian gimió y rodó los ojos. —Ambos sois unos


frívolos.

Ellos le ignoraron. —¿Qué sentido tiene? —preguntó


Julian.

—El hecho de que todavía puede hacer lo que quiere y


no rendirle cuentas a nadie, ni siquiera a un consorte. —
Rourke se dio la vuelta hacia la mesa y estudió las bolas—.
Esa es mi suposición, de todos modos.

—Tu suposición es equivocada —murmuró Sebastian.


Caramba, eran unos entrometidos—. Sólo necesitaba un
poco de espacio.

Rourke se inclinó sobre la mesa, pero miró a


Sebastian. —¿Después de sólo un día de la boda? —Tomó
su tiro y la bola seis fue deprisa sobre la tronera derecha y
cayó dentro.

—¡Maldita sea! —Julian empujó su palo a Sebastian—.


—Sostén esta maldita cosa. —Se alejó hacia la parte
delantera del antro del juego.

Rourke se rió. —Tráeme una pinta de cerveza


también. —Sonrió a Sebastian—. En serio, ¿por qué estás
aquí? Podría haber ofrecido a Benny el puesto con la misma
facilidad que a ti. —Y, de hecho, lo hizo. Rourke había visto
a Benny en la puerta -Benny custodiaba la puerta principal
de este particular antro- lo invitó a unirse a ellos en su
333 descanso y le ofreció la tarea que Benny aceptó, todo antes
de que Sebastian hubiera llegado.

Sebastian se encogió de hombros y cogió el taco de


billar con las dos manos, lo puso entre sus pies y descansó
el peso de la parte superior del cuerpo en él. Debía estar en
su camino a casa, pero era un maldito cobarde. No sólo
hizo que Colton preguntara demasiadas cuestiones.
«Maldita estúpida marca de nacimiento de todos modos»
Sino que Sebastian se encontró queriendo pasar todo su
tiempo con Colton, y eso era inaceptable. Suspiró. —
Necesitaba un poco de tiempo a solas para pensar.

—¿Qué hay que pensar? No es como Giles, ya sabes.


Sebastian reprimió una mueca de dolor. Deja que
Rourke retome lo que Sebastian mismo no había querido
expresar, incluso en su cabeza. —Lo sé. —Lo sabía, y lo
asustaba mucho. Colton era todo lo que Giles quería ser,
pero nunca estuvo a la altura. Colton era el verdadero
trato. Lo que veías era lo que tenías. Era honesto, leal,
sofisticado, culto, guapo,... Giles hubiera odiado a Colton.
Sus celos le habrían sacado lo mejor de él. Sebastian
sonrió, luego se puso serio.

Los senos en la frente le atascaban, y sus palmas se


ponían húmedas. Odiaba sentirse fuera de control. No se
había sentido así desde que tenía diez años... cuando toda
su vida se había vuelto del revés.

—¿Seb? —Rourke se agachó delante de él y le sacudió


el hombro—. ¿Estás seguro de que estás bien?

334 —Si. Seguro.

Rourke alzó las cejas como diciendo sí de acuerdo.

—Nosotros no nos peleamos.

Rourke asintió con la cabeza, pero sus ojos


entrecerrados, decían que no lo creía. Se sentó en el sofá
junto a Seb. También él agarró el palo de billar con las dos
manos y lo utilizó para apoyarse en él. —Eres terrible
compañía esta noche.

—Gracias.

—De nada.

Sebastian puso los ojos en blanco y se recostó en su


asiento. Dejó el palo a un lado, balanceándolo contra el
brazo del sofá.

—Contigo en este estado de ánimo, ya veo por qué


Colton te echó de la casa. —Rourke sonrió, aparentemente
al borde de la risa.

Sebastian miró. —No me echó.

—Ah, así que corriste. No me gusta ser el que te lo


diga, pero ya es demasiado tarde para correr.

—¿Sobre qué demonios estás cotorreando?

—Estás tratando de escapar, y no va a hacerte ningún


bien. Tú, mi amigo, estás enamorado. Y... —Rourke hizo un
simulacro de temblor— ...tanto como te compadezco por
ello, me alegro por ti. Ahora vete a casa.

335 Un dolor comenzó detrás del ojo derecho de


Sebastian. ¿Tenía razón Rourke? ¿Era por eso que estaba
aquí? ¿Estaba huyendo? Colton podría llegar a ser su
completa vida si Sebastian se lo permitía. La traición de
Giles le había herido, pero pasar por la misma cosa con
Colton destruiría a Sebastian. Oh, diablos. Ya estaba
enamorado de Colton. ¿Cuándo había ocurrido? El pánico
trató de apoderarse de Sebastian, pero lo mantuvo bajo
control.

Rourke, el bastardo engreído, le sonrió. —Mejor tú que


yo. —Al menos alguien encontraba esta situación divertida.

—Cierra la boca. No puedo esperar a que te enamores.


Espero que sea tan molesto como tú.
Rourke se rió. —Nunca va a suceder. Pienso elegir un
consorte basado en el intelecto y no en la emoción. Pero
eso no viene al caso. Estábamos hablando de tu
matrimonio, y para que conste, creo que lo has hecho bien
esta vez.

—¿Hecho bien en qué? —Julian se detuvo frente a


ellos con dos cervezas.

—El matrimonio —contestó Rourke y tomó uno de los


vasos.

—Oh, sí. Creo que Colton fue una opción mucho mejor
para ti.

—Gracias por traerme una —se quejó Sebastian—. No


quiero hablar más de esto. —Hacía a su estómago
inestable. Sólo porque amaba a Colton no cambiaba nada.

336 Sólo hizo la resolución de Sebastian más fuerte. Sebastian


tenía que mantener su cabeza. Nunca podía revelar las
cosas a Colton que tuvo con Giles. Sebastian no podía
correr el riesgo.

—Yo te conseguí una, sabelotodo. —Julian miró por


encima del hombro—. Conocí a alguien en el bar y lo invité
a unirse a nosotros. —Sonrió, sin dejar dudas en cuanto a
lo que Julian esperaba que fuera el resultado de su
invitación.

Sebastian se inclinó hacia un lado para ver a quién se


refería Julian.

Eugene Collis, ex amante de Sebastian, llegaba


deambulando con dos copas en la mano y una gran sonrisa
alegre en su rostro. Maravilloso. Simplemente maravilloso.

Rourke golpeó a Julian en las piernas con el taco. Le


susurró: —¿Por qué le invitaste a unirse a nosotros?

—Ay. —Julian se frotó la pantorrilla con el talón del


otro pie—. Porque dijo que conocía a Seb. ¿Por qué me
estás asaltando? —Le susurró a su vez.

—Sebastian. —Eugene se deslizó provocativamente


justo arriba delante de Sebastian, le entregó su copa y se
sentó tan cerca de su cuerpo que estaba pegado al lado de
Sebastian.

Sebastian se corrió otra vez. —Buenas noches,


Eugene. ¿Cómo has estado?

—Echándote de menos. —Eugene puso mala cara y


agitó sus pestañas—. ¿Me has echado de menos?
337 «Oh bueno, galaxias» Sebastian bebió su cerveza. No
podía responder a eso. Decir que no, era grosero. Decir que
sí, invitaría la atención de Eugene, lo cual Sebastian no
quería.

—Oh. —Los ojos de Julian se abrieron ampliamente—.


Eugene, ¿conoces a Su Gracia el Duque de Knighton?

—Lo hago. —Eugene se quedó sin aliento y saltó sobre


sus pies, derramando un poco de cerveza en el proceso.
Hizo una reverencia a Rourke—. Es un placer volver a verle,
Excelencia. —Su voz destilaba coquetería. Bueno, deja que
manosee a Rourke.

—El placer es mío, Señor Collis. —Rourke se puso de


pie, levantó la mano de Eugene y la besó—. ¿Te gustaría
unirte a nosotros en un juego?

—Me encantaría.

Rourke acercó a Eugene de la mano que aún sostenía.


Rourke le susurró algo al oído de Eugene, Eugene soltó un
chillido. Rourke le llevó hasta el sofá y le acarició la pierna.
—Ven. Puedes tomar turnos sentado en el mío o en el
regazo de Julian mientras el otro toma su turno en la mesa.

Bendito Rourke. «Espero que consiga un pedazo de


culo esta noche» Es más que probable que él y Julian lo
hagan. En el pasado, Sebastian, Rourke y Julian habían
sido conocidos por compartir. Pero nada más. Esto no
estaba ayudando, y la presencia de Eugene complicaba el
asunto de forma que Sebastian no necesitaba.

338 Sebastian tomó otro trago, lo puso sobre la mesa y se


levantó. Iba a casa de su consorte donde debería haberse
quedado. Allí era donde quería estar. ¿Significaba eso que
estaba condenado? Probablemente. Suspirando, Sebastian
cogió su abrigo de noche de la parte posterior del sofá y se
lo puso. —Caballeros, os deseo buenas noches. Tengo un
magnífico consorte con el que estar en casa.

—¿Te vas? —Eugene miró hacia arriba rastreando


alguna pauta en el vello facial de Rourke con un puchero.

—Me voy. Buenas noches. —Sebastian dio a Julian y a


Rourke una sonrisa—. Os veré mañana a ambos. Tened una
buena noche, y gracias por la búsqueda de Benny.

Cuando Sebastian se arrastró a la cama, Colton estaba


profundamente dormido.

Sebastian besó los labios de Colton y se puso a su


lado. En cucharita detrás de él, Sebastian aspiró el aroma
fresco al aire libre que siempre se aferraba a Colton.

Colton seguía dormido.

La necesidad de despertarlo y decirle que todo era


bueno, estaba ahí. Colton se apoyaría en él. Sebastian
estaba seguro de ello. Pero entonces... había estado seguro
de que Giles también lo haría.

339
Capítulo Dieciseis
18 de enero de 4831: Castillo de Townsend.

—Hola, muchacho. —Colton acarició la nariz de Dazz—


. ¿Cómo estás hoy?

Desde los establos, Apollonia se quejó.

—Silencio, joven dama. No puedes ir esta vez, —


Colton gritó y volvió su atención a Dazz—. ¿Qué dices,
340 muchacho? ¿Tu pie está mejor? ¿Quieres darme una vuelta
a la pista?

Dazz sorbió un poco, metiendo la cabeza contra la


mano de Colton cuando dejó de acariciar.

Colton se rió. —Bien. Vamos a esperar a que


Sebastian y Julian se unan a nosotros, y partiremos.
¿Vamos a cabalgar mientras tanto?

Colton puso el pie en el estribo, agarrado del cuello de


Dazz y giró sobre sí mismo hasta la silla de montar sin
problemas. Inclinándose hacia adelante, chasqueó la
lengua.

Dazz comenzó a caminar, su paso tan suave que casi


se deslizó.

Julian montó junto a Colton en un purasangre de color


marrón. —Estoy muy impresionado.

—Yo también. Te juro que está flotando.

—Entonces, haz que flote de esa manera. —Julian


apuntó a la puerta principal.

Al doblar el final de la cuadra, Sebastian y Max


aparecieron a la vista. Sebastian tenía una gran sonrisa en
su rostro.

El interior de Colton revoloteaba, y le devolvió la


sonrisa. —Mira. —Colton mantenía un brazo hacia el
costado—. ¿No es maravilloso?

—Sí, lo es. —La mirada de Sebastian viajó a lo largo


341 del cuerpo de Colton, no el de Dazz. Su expresión era
descaradamente sexual. Echando un vistazo al caballo por
último, Sebastian se movió donde podía ver a Dazz desde
un lado—. Creo que conseguí una ganga para lo que
pagamos, y estaré eternamente agradecido a Dazz.

El calor subió a las mejillas frías de Colton a medida


que se pusieron a la altura de Sebastian, y cayó en el otro
lado de Colton. —¿Te refieres a Dazz?

Sebastian se limitó a sonreír. Volviéndose a Julian, le


arrojó algo.

Julián atrapó la caja negra y lo miró.

—Eres el encargado de grabar la carrera para que los


otros Townsend la vean más tarde. —Sebastian se reunió
con la mirada de Colton—. Era la única manera que pude
hablar a tu familia para que no vinieran con nosotros,
cariño. En el futuro, lo tendré que tener más en cuenta
antes de las carreras para que pueda preparar los detalles
de seguridad para un grupo más grande.

Julian se aclaró la garganta. —Odio cambiar de tema,


pero ¿por qué te llaman Lord Calamidad? ¿Debería
preocuparme por ti si te caes de tu caballo durante la
carrera?

Colton se mordió el labio para no reírse. —No. Montar


a caballo es la única cosa que hago bien. ¿Conoces
nuestros apodos ya?

—Oh sí, un par de guardias se enorgullecían de


decírmelo ayer por la tarde.
342 Sebastian se inclinó hacia adelante en la silla para
mirar más allá de Colton. —Es Lord Calamidad porque
siempre está rompiendo cosas. Cuando tenía doce años,
creo que se las arregló para destruir cada florero en el
primer piso del castillo.

Cabalgaron por la puerta delantera, y la cerró detrás


de ellos.

—No todo los floreros —protestó Colton. No podía


creer que Sebastian realmente supiera lo que había hecho
tantos años atrás. Acababa de empezar a trabajar en el
castillo—. Trataba tan duro de mantenerme alejado de los
objetos frágiles, pero saltaban delante de mí. No soy tan
torpe ahora. Excepto quizás las ventanas, pero sólo tengo
el promedio de una ventana al año en la actualidad. He
mejorado mucho.

Volviendo a la carretera principal en la ciudad, Julian


se rió tan fuerte que atrajo las miradas de los transeúntes.

—Ahora que pienso en ello... No he roto una ventana


este año. —Debe ser un nuevo récord.

—Oh, bueno. Trata de hacerlo cuando esté de servicio


—dijo Julian.

Colton trató de parecer serio, pero fracasó


miserablemente. —¿Quién dice que voy a romper una? Tal
vez me haya desenganchado yo mismo totalmente de las
ventanas.

Sebastian soltó un bufido. —Y ahora tiene dos hogares


343 con considerables ventanas donde elegir.

—Si lo haces, el personal tendrá que plantear un


nombre nuevo para ti. —Julian no tenía ni siquiera un
atisbo de sonrisa.

—Dices eso como si fuera algo malo. —Los ojos de


Colton rodaron—. Como si vosotros dos no fuérais traviesos
a los doce. Apuesto a que ambos hacíais sudar la gota
gorda a vuestros padres.

—No. —Sebastian se sentó rígido en la silla, mirando a


izquierda y derecha. ¿Estaba esperando problemas, o era
otra cosa?

La inquietud se movía a través de Colton. Sebastian


nunca había mencionado a sus padres, sólo que tenía una
madre. —¿Tu madre no tenía apodos para ti?

Sebastian se encogió de hombros. —Mi madre no


estaba alrededor cuando yo tenía doce años. Murió cuando
tenía diez años.

—Oh. —El aire pasó a toda velocidad justo fuera de los


pulmones de Colton—. Lo siento, no lo sabía. Nunca lo has
dicho. —Frunció el ceño. Se sintió estúpido por no saber
nada acerca de la familia de su marido. Había adivinado
que los padres de Sebastian habían fallecido, pero no se
había dado cuenta de que la madre de Sebastian había
muerto cuando Sebastian era tan joven.

—No habla de su familia. Nunca lo ha hecho —dijo


Julian.

344 —¿Y qué hay de tu padre? —Colton preguntó a


Sebastian.

La mandíbula de Sebastian se endureció. —Yo no… le


perdí al mismo tiempo que perdí a mi madre.

—Lo siento.

Sebastian le acarició la pierna. —Yo no. Ya estamos


aquí. Vayamos a buscar a Apollo y a Brooks.
Circuito Fareweather, en los terrenos de los

establos Fareweather, en Classige, Pruluce.

Cecilia Brooks agarró las manos de Colton en sus


delicados guantes blancos y así le impidió exprimirlas. —
Relájate. Creo que Apollo va a sorprender a todos. Y
también creo que puede que haya encontrado una yegua.

—¿En serio? ¿Dónde? ¿Quién?

Ella se echó a reír y cogió las manos de Colton de


nuevo. —Estás poniendo a Dazz nervioso. —Ella le soltó.
Su pelliza verde cazador se arremolinaba alrededor de las
345 piernas de Colton mientras se volvía ligeramente. Con aire
ausente, acarició la nariz de Dazz enganchado sobre el
poste.

Colton echó un vistazo al semental. Tenía las orejas


hacia atrás, su mirada lanzándose aquí y allá. Colton le
acarició. —Lo siento, muchacho.

Brooks echó la cabeza hacia la derecha, haciendo un


gesto hacia el establo donde un muchacho caminaba con
una hermosa yegua baya oscura con una manta roja de
invierno en su espalda. —Voy a observarla en la carrera,
pero tengo una sensación con ella. —Brooks sonrió,
mostrando los hoyuelos encantadores en sus mejillas—.
Tiene dos años. Se rumorea que su propietario, el Sr.
Clamtin, está tratando de vender. —Una brisa sopló algo
del pelo de rubio-fresa que se había escapado del moño
francés de Brooks.

La yegua empujó suavemente a su mozo de cuadra,


colocando su frente en el medio de su espalda, haciéndole
ir más rápido.

Colton se rió. —Es impaciente.

Brooks asintió. —Va a encajar perfectamente con


Apollo y Apollonia. La yegua tiene actitud, pero parecía
agradable cuando la acaricié. Su nombre es Tormenta de
Tresham, pero el mozo de cuadra la llama Stormy12.

—¿Qué estáis los dos mirando? —Rourke se paseó


arriba, dio unas palmaditas en el cuello de Dazz y miró en
dirección a la yegua—. Seb dijo que te dijera que volvería

346 por aquí antes de que la carrera comenzara. Polvos de


estrellas, es precioso, ¿verdad?

Detrás de Rourke, Max agarró las riendas con los


dientes y trató de tirar de ellas para liberarla del enganche
del poste.

Brooks hizo una reverencia. —Buenos días, Su


Excelencia.

—Buenos días, Rourke. —Colton tiró del cuero de la


boca de Max—. Ese caballo es ella —respondió Colton—.
¿Dónde has estado?

—He estado aquí todo el tiempo. A tres metros de ti


desde que Seb y Julian fueron a examinar las cosas. Yo

12
N de T: Stormy: tormentosa, turbulenta. Dejé Stormy porque el original inglés suena mejor.
estaba mirando a mi alrededor, observando a la gente.
Estás realmente nervioso, ¿verdad? Y estaba hablando
sobre el joven que anda dando órdenes al caballo, no del
caballo.

Brooks ladeó la cabeza ligeramente. —Es un poco


joven para mi gusto, pero es bueno con Stormy.

—Es demasiado... —¿Qué? El pequeño moreno era un


hombre joven de aspecto agradable, lindo, de alguna
manera como una especie de Tarren o Problema -lo que
probablemente significaba que era tan desagradable como
ellos dos también- pero no alguien que Colton normalmente
miraría dos veces—. El jinete es demasiado delgado y
pequeño. Y sí, estoy nervioso.

—Me gusta delgado y pequeño. ¿Por qué querría un


buey grande como yo?
347 —Estoy de acuerdo con Colton. Yo prefiero a mis
hombres más grandes. —Brooks se volvió a Colton—.
Tengo que ir a ensillar a Apollo para ti en breve. Pero
ahora, me voy a ir a mezclarme con los otros entrenadores
y ver si puedo enterarme de cualquier buen chisme. Estaré
de vuelta para ayudarte a prepararte antes de la carrera.
Deja de preocuparte. Los establos del Olimpo van a ser un
nombre antes de que siquiera abramos. —Ella saltó hacia la
pista en una ráfaga de terciopelo verde y muselina rosa.

—Sabes que tiene razón. Ya he oído hablar. La gente


ha tomado nota de Apollo. Y Dazz para el caso. Es posible
que desee considerar vender Plantation Walkers también.
Yo la compraría. La monté una vez en una misión en
Glaudia. Aún cargado con mi mochila y las armas, ese
caballo fue un buen paseo. Tuvo que luchar para
deshacerse del resto de los chicos. Todos ellos acabaron
con la cuarta parte de los caballos. —Rourke se encogió de
hombros—. El guía que nos mandaron fue bastante buen
paseo también.

Colton gimió. «Por favor, no dejes que me sonroje» —


Creo que Sebastian no sabía mucho sobre Plantation
Walkers.

—Fue después que Seb se marchó. —Rourke suspiró—


. Echo de menos los viejos tiempos.

—¿Cómo era? ¿En la RSR, quiero decir? —Colton buscó


en la multitud a Sebastian. El circuito estaba
completamente libre de nieve. Los empleados de
Fareweather eran eficientes.
348 El Duque rozó sus nudillos sobre la nariz de Max. —Era
emocionante. Liberador. Fue toda una experiencia para un
chico criado con cuidado como yo. Un choque cultural al
principio, pero una vez que me acostumbré a ello pasé un
momento duro salir de ello.

—Puedo ver que sería una adaptación. ¿Eras el único


Lord del grupo?

—Sí. Julian viene de una familia adinerada, pero no


fue criado con las restricciones que tú y que yo. De todos
los chicos, probablemente tuve el momento más difícil para
adaptarme. Diablos, sólo dormir en una habitación con
otros hombres era un escándalo en extremo, por no hablar
de ducharse y vestirse delante de ellos. —Apretó la mano
contra su pecho y sonrió—. Espantoso. —Dejando caer su
mano, se echó a reír—. Solían burlarse de mí.

Colton sonrió, comenzando a relajarse un poco. —


¿Incluso Sebastian?

—Dios mío, sí. Seb pensaba que era hilarante tratar de


hacerme sonrojar. Incluso me arrastró a un burdel en mi
vigésimo cumpleaños. Después de eso... —Rourke
consiguió una de esas sonrisas extrañas y una mirada
lejana. Sacudió la cabeza y miró a Colton—. Después de
eso, abracé la vida de un soldado y aprendí bastante
rápido, con toneladas de veladas, que eran los mejores
lugares para recoger hombres. —Se pasó la mano por la
barba—. O tal vez Seb sea el único que comprendió eso. De
permiso, yo solía arrastrarle a los bailes conmigo. Él y

349 Julian eran los únicos que hablaban como nosotros y nos
sentíamos cómodos mezclándonos con nuestra gente.
Probablemente porque ambos habíamos tenido tutores en
nuestro crecimiento.

¿Sebastian había tenido un tutor? Todavía algo más


que Colton no había sabido de su marido. Tenía sentido,
Colton lo suponía, porque Sebastian había hablado siempre
como un hombre educado. Colton no podía recordarle
alguna vez estando incómodo en torno a la sociedad.
Colton nunca había pensado en ponerlo en duda. Pero había
tenido la impresión de que Sebastian había sido de una
familia más pobre. Había dado a entender que el viejo
Almirante le había comprado una comisión. Polvos de
estrellas, ¿es que Sebastian nunca iba a abrirse a él?
¿Cómo Colton podría ganar el amor del hombre si no se
conocían entre sí?

Fareweather estaba de pie cerca comprobando los


cascos de su caballo. Localizó a Colton y saludó.

Colton le devolvió el gesto y se volvió hacia Rourke.


Quizá pudiera conseguir algo de información del Duque.
Rourke parecía conocer a Sebastian mejor que nadie. —
Entonces ¿Sebastian había estado en toneladas de eventos
antes de entrar en la RSR?

—No lo sé. Entre tú y yo, a veces con los años deseé


no haberlo llevado conmigo. Conoció a Wentworth en un
baile al que lo llevé. —Rourke negó con la cabeza—. Me
arrepentí de presentarles durante mucho tiempo.

—¿Por qué? Pensé que su matrimonio con Hastings

350 fue un matrimonio por amor. —El misterio en torno a


Sebastian seguía creciendo. Por supuesto, Colton había sido
joven entonces, pero había tenido la impresión de que
Sebastian había salido de la Armada para casarse con
Hastings.

—Creo que Seb se preocupaba por él al principio. Pero


no tardó mucho en descubrir que no era nada más que un
juguete para Giles.

—Colton. —Gareth Fareweather se paseó hasta él—.


La carrera está a punto de comenzar. Ven a echar un
vistazo al más reciente semental de mi padre.

Maldita inoportunidad de Gareth. Colton quería


enterarse más sobre su marido. Sonrió a Fareweather y
dijo: —Me encantaría. Voy a reunirme con mi entrenador en
los establos en breve. —Miró de nuevo a Rourke—. ¿Su
Excelencia?

—Adelante. Quédate al alcance de mi vista. Y si no


hablo contigo antes de la carrera... buena suerte.

—Gracias. ¿Le dirás a Sebastian donde estoy?

Rourke bajó la cabeza.

Cuando Colton caminaba con Fareweather, un grupo


de altos hombres sonrientes les pasaron. Normalmente,
Colton los hubiera ignorado, pero oyó el nombre de
Sebastian. Colton alargó su zancada para seguir el ritmo
del grupo, pero no importa cuanto lo intentara, no podía oír
su conversación.

351 —¿Hay alguna carrera de jockeys? —preguntó Colton.

—No. No se permiten jockeys en esta carrera. Esto es


para diversión y para que los propietarios y entrenadores
pongan a prueba el nuevo ganado. Lo hacemos cada dos
meses más o menos.

Bueno, esa era una cosa menos de la que


preocuparse. No quería estar montando contra jockeys
profesionales. Colton oyó el nombre de Sebastian otra vez.
Quería saber lo que esos hombres estaban hablando.

El grupo se detuvo y se apiñaron juntos, todavía


hablando.

Fareweather señaló algo enfrente de ellos. —Esa es la


más reciente yegua de Helford. Es una belleza, ¿verdad?

Al pasar junto al grupo de hombres, uno de ellos dijo:


—Wentworth y sus compañeros le hicieron pasar un
espléndido rato, por lo que he oído.

«¿Le hicieron pasar a quién un buen rato?» Una


náusea cosquilleó el estómago de Colton y trató de trepar
por su garganta. Sebastian había estado fuera la noche
anterior. No mucho, por supuesto, pero entonces Colton
había aprendido de primera mano que una caída no
necesariamente tenía que llevar tanto tiempo. ¿Quién había
estado con Sebastian? Había dicho que era para localizar a
otro de sus ex compañeros de equipo.

—¿Colton? —Fareweather se volvió hacia él, y Colton


se dio cuenta de que se había parado.

352 —Oh, lo siento. Sí, es hermosa.

Los juerguistas susurraron mientras Colton comenzó a


caminar de nuevo. Ni siquiera lo miraron. Uno de ellos
señaló algo. —Mira. Está hablando con Wentworth ahora.

El pulso de Colton empezó a acelerarse. Su garganta


se obstruyó, y siguió el dedo del hombre.

En los establos, Sebastian estaba hablando con nada


menos que el hombre que Colton había visto en el baile del
Marqués Crestview, Eugene Collis.
—Tengo verdadera prisa, Eugene. —Sebastian
encabezó a los establos. Colton probablemente debería
estar allí con Apollo por ahora.

Eugene corrió para alcanzarle. Vestía con elegancia en


arpillera negra, pantalón color beige y un chaqué verde
oscuro. Su cabello rubio ondulado estaba domesticado por
un sombrero de copa negro. El aire frío añadía rosa a sus
pecosas mejillas. —Muy bien. No voy a perder tiempo. Te
seguiré. —Eugene alcanzó el brazo de Sebastian.

Sebastian eludió, fuera del alcance.

Eugene palideció. —Lo siento. Es un hábito. No quise


faltarle el respeto al Príncipe Colton o a ti.

Si Sebastian no hubiera sabido lo espectacular actor


que era Eugene, Sebastian podría haber creído el

353 desconcierto.

—Mi Lord, quería disculparme por lo de anoche. Te


eché los tejos descarada y terriblemente. Y... Knighton dice
que te casaste con el Príncipe Colton por afecto, no para
salvar su reputación. —Los grandes ojos verdes de Eugene
se abrieron, pidiendo que Sebastian contradijera la
información.

Sebastian se limitó a asentir.

—Supongo que estaba celoso. ¿Crees que me puedes


perdonar? Realmente te deseo todo lo mejor y espero que
seas feliz.

Aturdido, Sebastian se dirigió hacia el establo donde


Apollo esperaba. No estaba seguro de qué decir. Nunca
había esperado esto. Ni siquiera estaba seguro de que fuera
real. Eugene podría muy bien ser algo intrigante.

—Gracias. —Sebastian se detuvo en la puerta, sin


querer que Eugene le siguiera en su interior.

Sacando la mano, Eugene le dio una sonrisa tímida. —


¿Sin resentimientos?

—Sin resentimientos. —Sebastian sacudió la mano.

Eugene miró hacia la puerta y, a sus pies antes de


mirar a Sebastian. —Bueno, entonces, supongo que voy a
seguir adelante. Tengo que volver con mis amigos, y no
quiero que tu consorte me vea hablando contigo. —Empezó
a salir, pero vaciló—. ¿Sebastian?

—¿Sí?
354 —Si alguna vez te aburres con tu príncipe... —Eugene
encogió un hombro—. Sabes dónde encontrarme, ¿no?

Así que eso es de lo que se trataba. —Sí, Eugene, sé


dónde encontrarte, pero no me aburriré.

Agitando los dedos, Eugene desapareció entre la


multitud, se dirigió a la tribuna.

Qué extraño encuentro. Sacudiendo la cabeza,


Sebastian entró en los establos.

—Hola, Apollo. —Sebastian desenganchó la puerta del


establo y entró.

Apollo volteó la cabeza en señal de saludo y empujó el


pecho de Sebastian con su nariz.

Sebastian sacó el reloj y lo abrió. Quince minutos


hasta que empiece. ¿Dónde estaba Colton?

Apollo le arrebató el reloj de su mano y lo dejó caer.

—¿No es lo que esperabas? —Riendo, Sebastian se


inclinó para recoger su reloj de bolsillo—. Quédate quieto,
viejo amigo. No pises mi mano con esos pies monstruosos
tuyos, ¿de acuerdo? —Agarró el reloj con una mano y usó
su otra para mantener el equilibrio en la pata delantera de
Apollo.

Apollo nunca reconoció que estaba siendo utilizado


como apoyo.

—Buen chico, aunque trataras de comer mi reloj. —


Sebastian se balanceó sobre sus talones y se puso en pie.
355 Espera. ¿Qué ha sido eso? Metiendo su reloj de bolsillo en
el chaleco, se trasladó al lado de Apollo y se agachó de
nuevo.

Sebastian se inclinó más cerca y pasó un dedo bajo la


cincha de la silla de Apollo. La correa estaba deshilachada
en los bordes. Había un canal delgado en la parte inferior
del cuero. El interior había sido cortado casi todo el camino.
Desabrochó la cincha y la apartó de Apollo para
inspeccionarla. La incisión quirúrgica sólo podría haber sido
hecha por la mano del hombre.

Sebastian apretó los dientes. La menor presión


rompería la cincha. Si el culpable se hubiera tomado tiempo
para limpiar los bordes mejor en lugar de dejar virutas de
cuero aferrándose a él, Sebastian lo habría pasado por alto.
Sensación de zarcillos helados serpentearon por su espalda.
Alguien estaba tratando de dañar a Colton.

Si Sebastian no hubiera visto esto, se habría roto


durante la carrera. Galaxias, no podía respirar.

¿Por qué no había colocado a alguien con Apollo? Se


había asegurado que no hubiera escondites fáciles para
francotiradores, se había asegurado que Colton fuera
vigilado siempre, pero ni siquiera había considerado a
alguien manipulando la silla y tratando de herir a Colton de
esa manera. El mareo hizo que la cabeza de Sebastian
diera vueltas. Apoyó la frente contra la silla.

—¿Lord Wentworth?

Sebastian volvió la cabeza pero dejó su cara contra la

356 fría silla de montar de cuero. Esta carrera significaba


mucho para Colton. La imagen de su expresión cuando
Fareweather lo había invitado a esta carrera le vino a la
cabeza de Sebastian. Sebastian debería llevar a Colton a
casa en este mismo instante.

—¿Mi Lord? —Brooks abrió la puerta y ladeó la cabeza.


Tenía la frente arrugada—. ¿Está todo bien?

—Brooks, ve por la cincha de la silla de Max y tráela


aquí. —Debería hacerse examinar la cabeza. Cada instinto
protector en él gritaba que esto era una mala idea, pero
estaría condenado si decepcionara a Colton ya que la lógica
de Sebastian decía que el daño ya había sido encontrado.
Ya había determinado los motivos, seguro.
Sebastian desenganchó la cincha desde el otro lado de
la silla y se la lanzó a ella.

—Sólo le ensillé hace unos diez minutos. ¿Qué tiene de


malo? —Brooks tocó la vieja cincha. Su frente se arrugó, y
ella jadeó—. Esta fue cortada.

Sebastian estaba seguro de que ella no tenía nada que


ver con el corte. La había conocido desde que era una
adolescente y empezara a trabajar en el Castillo Townsend
como moza de cuadras. —Sí. Cuando llegues a mi cincha,
asegúrate de que Colton no te vea hacerlo. Dile a Knighton
y a Julian que guarden silencio al respecto. También, trae al
Duque contigo y dile a Julian que vea a los caballos y a
Colton cuidadosamente.

Ella asintió, puso la cincha dañada sobre la puerta y


corrió fuera del edificio.
357 Cuando Sebastian caminaba alrededor de Apollo, el
caballo volvió la cabeza para seguir el progreso de
Sebastian.

Sebastian pasó los dedos por encima de la estrella


blanca en la frente de Apollo. —Es una lástima que no
puedas hablar. —Tirando de la mantilla y la silla fuera,
revisó ambas para más manipulaciones o cualquier cosa
que pudiese dañar a Apollo. Satisfecho que ningún punto
hubiera sido dañado, Sebastian las colocó sobre la pared.

—Aquí está la cincha. —Sin aliento, Brooks se detuvo


en la puerta.

—Bueno, compruébalo bien y ponlo en la pared con la


silla de montar. —Sebastian agarró la pezuña delantera
derecha de Apollo y la apoyó sobre su rodilla.

Rourke se detuvo junto a Brooks, pareciendo un


gigante en comparación. —¿Qué está pasando?

—Encontré eso. —Sebastian asintió con la cabeza


hacia la cincha que se encontraba sobre la puerta.

Rourke cogió la correa y la examinó. —Voy a ir a


hablar con Fareweather y ver si hay cámaras en esta área.
Incluso una huella de calor podría darnos una pista sobre el
tamaño y la forma del responsable. —Se alejó, llevando la
cincha con él. Dándose la vuelta, volvió con el ceño
fruncido en su rostro—. ¿Vas a dejarle competir?

—¿Qué te parece? —Sebastian valoraba la opinión de


su amigo en materia de seguridad sobre cualquier otro.

358 El Duque no dijo nada durante unos instantes y luego


asintió como si hubiera llegado a una conclusión. —Creo
que es seguro. Sospecho que quien quiera que hiciera esto
pensaba que funcionaría. Aún así, creo que deberíamos
mantenerlo alejado de la gente.

»Ya le dije a Julian que le trajera de vuelta a donde


estamos acampando y así vigilarle de cerca.

—No creo que debamos dejar que Colton corra. —La


preocupación en la voz de Brooks se escuchó fuerte y clara.

—Le capturaremos. Sólo ayuda a mantener los ojos


abiertos. Estoy de acuerdo con Knighton, no parece que
alguna otra cosa vaya a suceder hoy —dijo Sebastian.

Ella suspiró, pero no discutió. Cuando Rourke se fue,


abrió la puerta. —¿Ves algo? ¿Necesitas una ganzúa?
¿Quién haría esto? —Sus faldas se agitaban sobre las
piernas de Sebastian mientras miraba por encima del
hombro.

—No veo nada. Esta pezuña está limpia.

—Las limpié antes de irnos. —Ella se inclinó cerca—.


No vi eso cortado cuando lo ensillé. Tenía que haber sido
hecho después de que la pusiera encima de él. Alguien vino
aquí y lo manipuló.

—Sí. —Dejó caer la pata de Apollo y le palmeó el


hombro a Brooks—. La próxima vez vamos a traer un mozo
de cuadras para que esté con los caballos en todo

359 momento. —Tal vez podría haber entrenado a Digby para


trabajar en los establos. Dado que el muchacho comenzó a
trabajar en Wentworth Park por la mañana después de que
Sebastian se había encontrado con él y le ofreció un
puesto de trabajo, y había mostrado interés en los caballos.

Ella asintió con la cabeza. —Estoy de acuerdo.


Necesitamos contratar mozos de cuadra que hagan un
chequeo muy exhaustivo en ellos. Debería haber pensado
en algo como esto. La carrera es un gran negocio, y se
puede llegar a asesinar. Nunca imaginé que alguien quisiera
lastimar a Colton. —Ella acarició el cuello de Apollo y
caminó al otro lado de él—. Tengo esta pezuña. —Levantó
el pie delante de Apollo, metida en ello durante un minuto y
lo dejó caer—. Comprueba el de atrás.

Sebastian comprobó su última pezuña y lo bajó. —


¿Brooks?

—¿Sí, Mi Lord? —Pasó sus manos sobre el estómago


de Apollo, mirándole más que a Sebastian.

—¿Estás segura de que Colton no te vio tomar la


cincha de mi silla?

—Estoy segura. Estaba hablando con el joven Señor


Fareweather y algunos de sus amigos.

—Bien. Necesito que esto quede entre nosotros por


ahora. Sólo yo, tú, Julian y Knighton.

—Estoy de acuerdo. Sólo preocuparía a Colton, y ya


está nervioso. —Sacó la mantilla de la pared y la colocó
360 sobre la espalda de Apollo.

Sebastian hizo lo mismo con la silla de montar, y


juntos ensillaron el caballo.

—No me gusta sin embargo. Esto es algo


espeluznante. —Ella se mordió el labio inferior y
distraídamente lo torció y retorció sus dedos en la melena
de Apollo.

—Vamos a llegar al fondo de ello. Te prometo que


nunca dejaría Colton pasar por esto si pensara que estaba
en peligro. —Le palmeó el hombro—. Trata de no
preocuparte.

—Lo intentaré. ¿Me darás un impulso? Lo voy a


montar para Colton y asegurarme que no perdimos nada.
De esta manera puedo ver si está actuando como él mismo.
—Sacó a Apollo del establo.

—Buena idea. Tú lo conoces mejor que yo. —


Sebastian agarró su cintura y la levantó sobre el lomo del
caballo. No pesaba casi nada.

—Gracias. —Enganchó un pequeño tacón de la bota en


el estribo y se sentó a un lado en la silla de montar.

Sebastian le entregó las riendas de Apollo y dirigió a


Apollo fuera de los establos.

Incluso montada de lado en una silla no significaba


que montara de lado, Brooks tenía un buen trasero.
Fácilmente tan buen jinete como Colton, tal vez mejor
teniendo en cuenta que viajaba en una posición incómoda.

361 Sería un diablo de jinete y su tamaño era una ventaja.


Probablemente no pesaba mucho más de seis piedras13.

Guió a Apollo en un paseo por el granero, y Sebastian


fue en busca de su esposo.

Colton esperaba en el poste de enganchar donde Max,


Dazz y Julian y los caballos de Rourke estaban atados.
Rourke y Julian estaban de pie alrededor de Colton. Colton
se rió de algo que uno de los hombres dijo. Sus ojos
prácticamente desaparecieron. Era una risa profunda del
vientre que sacudió el corazón de Sebastian.

Sebastian sabía que había tomado la decisión correcta.


De ninguna manera iba a arruinar el día de Colton, no
cuando estaba bastante seguro de que el ataque había

13
N de T: Stone, unidad de peso equivalente a 14 libras o lo que es lo mismo 6,35 kgs, luego Brooks
¡pesa 38 kgs!
terminado. Quien cortara esa correa había dado a entender
con ello que salía durante la carrera. El miedo cortaba a
Sebastian más afilado que el frío viento. Mantuvo los ojos
abiertos mientras caminaba hacia Colton. La silla de Max,
menos la cincha, se colocó desabrochada en la parte
trasera de Max. Ninguno de los hombres parecía haberse
dado cuenta.

Colton lo vio por primera vez y saludó.

Rourke y Julian miraban por encima de sus hombros.

Cuando Sebastian le devolvió el saludo, Brooks se


acercó a su lado. —Él está actuando bien. Incluso tuve que
evitar que se marchara. Tiene muchas ganas de ir.

—Bien.

362
Sebastian tenía el mejor lugar privilegiado en los
pequeños puestos, tenía dos ex soldados entrenados por
las Fuerzas Especiales haciendo de vigías junto con él, pero
todavía estaba nervioso.

Con las manos remilgadamente en su regazo, Brooks


se sentó enfrente de ellos. Ella también parecía estar
estudiando la multitud.

—Splash of Spirit no va a correr —dijo por encima del


hombro.

—¿Eso es una buena cosa? —preguntó Julian.


Ella se encogió de hombros. —No lo sé. Hará que
Colton se sienta mejor, pero para ser sincera, creo que
Apollo le vencería. No tengo ninguna duda de que va a
ganar esta carrera. Apollo hace doce furlongs14 en menos
de 1:25 consistentemente. Hemos cronometrado a Apollo
en ochenta punto cuatro kilómetros por hora. Por supuesto,
que es conmigo en su espalda, y Colton pesa unas buenas
seis piedras más que yo, pero espero que entre en
alrededor de un minuto treinta y cinco segundos, incluso
con peso extra.

Rourke dejó escapar un largo silbido.

Los ojos de Julian se abrieron como platos. —Maldita


sea. —Golpeó la mano en su boca—. Ruego me disculpe,
señora.

Atónito, Sebastian no podía decir nada. No tenía ni


363 idea de que Apollo fuera tan rápido. «Santos Polvos de
meteoritos» ¿Por qué no había Colton corrido con él antes?
La mayoría de los caballos de carreras empezaban a correr
alrededor de los dos años de edad, Apollo ya tenía cuatro.

Brooks se rió. —No te disculpes. Maldita sea, es muy


apropiado. La velocidad de Apollo es impresionante. No
hará ocho kilómetros durante toda la carrera, pero estoy
bastante segura de que lo haría abajo en la recta final con
un jinete ligero en la espalda.

Antes de que Sebastian siquiera pudiera digerir esa


información, el disparo sonó. Por reflejo, cogió su arma.
Joder. Era sólo una pistola de fogueo. Dado que Rourke
había visto a alguien tras él y Steven, Sebastian había

14
N de T: Furlong, medida de 201 metros en carreras de caballos.
llevado una fragger en una pistolera de hombro cada vez
que estaba en cualquier lugar con la familia real, incluyendo
a su consorte. ¿Podría el incidente de la silla estar
relacionado con el tipo espiando a Steven?

Los caballos estaban en sus puestos. Colton y Apollo


estaban en el tercer lugar.

Brooks se puso de pie.

Rourke aplaudía con las manos enguantadas. —


Vamos.

Sebastian se mordió la parte interna de las mejillas.


Alternaba entre mirar a la multitud, al otro lado de la pista
y a Colton.

—¿Por qué no está ganando? ¿Pensé que habías dicho


que era rápido? —Julian sostenía la cámara delante de él—.
364 Vamos, Colton.

—Está bien. Colton le está reteniendo. —Brooks


ahuecaba las manos en la barbilla. Apretó los labios, y
rebotaba en los pies—. Si fuera por Apollo, trataría de
agotarse completamente. De esta manera no se cansará
antes de la recta final.

Sebastian sacó los ojos de Colton y de nuevo a la


multitud. Él estaba aquí como guardaespaldas primero,
como marido en segundo lugar y como socio silencioso de
los Establos del Olimpo en tercer lugar.

La pequeña multitud estaba de pie, aplaudiendo y


gritando. Había unas pocas mujeres, pero hombres en su
mayoría. Varias de las caras eran familiares. Sebastian
miraba a cualquier persona que actuara fuera de lugar.

Rourke, Julian y Brooks gritaban más fuerte,


devolviendo la atención de Sebastian a la carrera. Colton y
Apollo estaban a la cabeza por un buen medio cuerpo de
longitud para ganar. El viento azotaba el pelo de Colton y la
crin de Apollo. Las mejillas de Colton se pusieron rojas en el
aire frío, y sonrió. Incluso desde aquí Sebastian podía
distinguirlo. El pecho de Sebastian se hinchó de orgullo.

—¡Sí! —Brooks saltaba arriba y abajo.

Los espectadores vibraron bajo sus pies con todos los


pisotones.

Apollo cruzó la línea de meta por un completo caballo


de longitud frente al ganador del segundo lugar. La

365 multitud se ondulaba con el movimiento, todo el mundo


gritando y aplaudiendo.

Sebastian sonreía tanto que sus mejillas dolían.


Cuando Colton desaceleró a Apollo se dirigió hacia la puerta
lateral de la pista, algo llamó la atención de Sebastian.

A un lado, junto a los niños que jugaban, había un


hombre con su espalda más tiesa que un palo. Había
atraído la mirada de Sebastian porque no estaba vitoreando
como todos los demás.

«¿Quién eres?» Sebastian miró a su alrededor para ver


si alguien más había notado al hombre.

Rourke capturó la mirada de Sebastian y bajó la


barbilla. Empezó a bajar las gradas hacia el hombre.

Como si el hombre sintiera su atención, se volvió y


miró hacia arriba. El lado de su boca se elevó en una
sonrisa burlona.

—Maldita sea.

Era Barnaby Plume.

366
Capítulo Diecisiete
Lo habían hecho. Realmente lo habían hecho. Él y
Apollo habían ganado. Ya la gente estaba pidiendo crías de
Apollo. Pero algo de la emoción de Colton fue atenuada por
la posibilidad de que Sebastian todavía pudiera mantener a
ese ligero de pantalones Eugene Collis como su amante.

Si Colton no hubiera sabido que habían sido amantes


en el pasado y no los hubiera visto hablando hoy, podría
haberlo descartado. Pero no podía borrar la incertidumbre
367 de su mente. Le roía su corazón y su ego. A veces podía
casi pensar que Sebastian se preocupaba por él, y otras
veces, como ahora, ganarse el amor de Sebastian parecía
desesperado. En primer lugar, estaba la marca de
nacimiento Regelence en su muslo, y luego su educación y
ahora esto. ¿Cuántas otras cosas estaba Sebastian
escondiéndole? ¿Cómo podría conseguir Colton que
Sebastian se abriera?

—Pensé que celebraríamos tu victoria.

Colton se volvió.

Sebastian entró en el estudio con una botella, dos


vasos y un sacacorchos. —Necesitábamos algo especial
para brindar por tu victoria. —Levantó la botella—. Un
Burdeos de treinta y seis años de edad, con reputación de
ser el mejor. —Sonrió—. Y es mejor que lo sea por el
precio.

Así que ahí es donde había ido, a comprar vino. Colton


dejó escapar un suspiro de alivio, pero lo que salió de su
boca fue: —¿Sigue siendo Eugene Collis tu amante?

Sebastian se quedó helado.

Mordiendo su labio, Colton se sentó en la silla frente a


la chimenea. No estaba seguro de que quisiera la respuesta
a su pregunta, pero no retiraría las palabras. Nunca había
sido de los que evitaban decir lo que pensaba, y no lo haría
ahora. El hecho de que una gran cantidad de maridos
mantuvieran amantes, y él y Sebastian no tuvieran un
acuerdo previo de que no sería así, no le daba comodidad.
368 Colton quería un matrimonio como el de sus padres. Tal vez
quería demasiado.

—Me viste hablando con él.

Colton asintió.

—Lo siento, Colton. Traté de evitarle, pero él me


siguió. —Sebastian cruzó la repisa de la chimenea y dejó la
botella, el sacacorchos y las copas en ella. Dio un paso
delante de Colton y extendió una mano. El anillo de bodas
en su dedo brillaba a la luz del fuego. Su mano era firme,
como si no tuviera nada que ocultar.

Al principio Colton se quedó mirando a los ojos azul


oscuro de Sebastian. —Os vi a los dos juntos en el jardín
Crestview la noche del baile. —De mala gana, Colton tomó
la mano de Sebastian y esperó a que las malas noticias
vinieran.

Gimiendo, Sebastian levantó a Colton. Sebastian


ahuecó la mandíbula de Colton, pasó el pulgar por la mejilla
de Colton y sonrió suavemente. —Eugene no ha sido mi
amante desde esa noche. Rompí las cosas con él al día
siguiente. —La mirada de Sebastian derivó hacia los labios
de Colton—. El día que te besé por primera vez. No he sido
capaz de sacarte de mi cabeza desde entonces. —Dejó un
beso ligero en los labios de Colton—. Anoche, cuando fui a
buscar a Benny con Rourke y Julian, Eugene estaba allí y
me abordó bastante descaradamente. Yo lo rechacé. Esta
mañana, Eugene me buscó para disculparse. Eso fue todo
lo que hubo en ello. No tengo ningún interés en Eugene
Collis o cualquier otro amante. Tengo algo mucho mejor
369 aquí. —La mirada fija de Sebastian no dejó ninguna duda
de qué era ese algo.

Colton envolvió sus manos alrededor de la parte


posterior del cuello de Sebastian y tiró de él para darle un
beso. Rozando la lengua dentro de la boca de su consorte,
Colton vertió hasta la última gota de sentimiento en el
beso.

El fuego crepitaba y pintaba la habitación en un cálido


resplandor. Las cortinas oscuras bloqueaban cualquier otra
luz. No había nada más que ellos dos. Ninguna carrera, ni
amante, ni la seguridad del castillo, ningún Almirante
desaparecido... sólo ellos.
—Puedes confiar en mí, amor —le susurró Sebastian
contra sus labios—. No quiero a nadie más. No habrá más
amantes.

Colton se derritió. Esto era más de lo que había


esperado. Estaba haciendo progresos. Un secreto a la vez.
Puede que Sebastian no estuviera dispuesto a abrirse sobre
su infancia y su educación todavía, pero al menos estaba
dispuesto a comprometerse con su relación. Era un
comienzo.

La mente de Colton rápidamente se fue a la lujuria.


Tal vez era la idea de que finalmente ganaría el amor de
Sebastian. Fuera lo que fuese, la necesidad quemaba
dentro de Colton. Su polla se llenó. Quería a Sebastian
ahora. Colton tanteó las caídas de los pantalones de
Sebastian, hasta que los tuvo abiertos y hacia abajo, el

370 linón bloqueando su vista.

Sebastian se echó a reír. —¿En un apuro, cariño? —


Ahuecó a Colton a través de sus pantalones.

Ah. Saltando en la mano de Sebastian, Colton agarró


la hermosa polla delante de él. No fue difícil, pero bueno a
su manera. Lo quería en su boca. Casi podía imaginar la
suavidad aterciopelada contra sus labios. Arrancando el
pañuelo de su cuello, se puso de rodillas. Quería explorar.
Estar dentro de Sebastian de nuevo. Colton quería... todo.
—Túmbate.

—Oh. Sintiéndote bien dominante hoy, ¿verdad? —


Hundiéndose de rodillas delante de la chimenea, Sebastian
sonrió a Colton.

Supuso que así era. Tenía este deseo abrumador de


reclamar y conquistar. Debía ser la adrenalina sobrante de
la carrera y sus sospechas sobre Eugene Collis corriendo
por sus venas.

—¿Te molesta? —preguntó.

—Ni un poco. —Sebastian se tendió a un lado y apoyó


la cabeza en su mano. Su pene estaba duro ahora. La
forma en que yacía allí tan a la ligera con todo cubierto,
excepto sus partes privadas era emocionante. Envió la
adrenalina de Colton a apresurarse un poco más alta y la
polla de Colton más dura. Colton tenía que tocar un poco
más. Apuntalar su reclamación.

Agarrando la polla de Sebastian, Colton la acarició


371 cómo a él mismo le gustaba. Le encantaba la sensación de
Sebastian en la mano. Tan gruesa. Era extraño sentir las
sensaciones en su mano en lugar de en su polla. Colton
prácticamente podía sentir lo que Sebastian estaba
sintiendo.

Sebastian gimió y cerró los ojos. A Colton le encantaba


cómo Sebastian no sólo permitía a Colton hacer lo que
quisiera, sino que se deleitaba en ello.

Se acercó a su lado con los pies hacia la cabeza de


Sebastian y cerró los labios sobre la punta de la polla de
Sebastian.

Un estremecimiento ondulaba a través del cuerpo de


Sebastian. —Oh galaxias, se sentía maravilloso.

Usando su mano como lo había hecho la primera vez


que había hecho esto, Colton complació a su consorte.
Quería que Sebastian se viniera antes de que Colton lo
tomara. Colton quería que se retorciera de deseo, como
siempre parecía hacer que Colton hiciera.

Una caricia rozó la entrepierna. Sólo un mínimo toque.


Sus pantalones cortaron contra su erección un par de veces
y luego el aire frío le tocó. Colton miró cuando Sebastian
sacó la polla de Colton a través del hueco de sus prendas
menores. «Oh galaxias, sí. Por favor»

A pesar de que Colton lo quería, lo esperaba incluso,


no había palabras para el éxtasis que se deslizó a través de
él cuando Sebastian chupó la polla de Colton. La
anticipación de la siguiente caricia chisporroteaba en el
372 vientre de Colton. Si Colton no se concentrara en otra cosa
nunca más, habría hecho lo último hasta que estuviera
dentro del increíble culo de su consorte.

Centrándose en satisfacer a su marido, Colton agarró


con más fuerza en cada caricia ascendente, cuando su boca
se mantuvo sólo en la cabeza. Reunió más y más saliva,
facilitando así el camino de su mano. Excepto... «estúpida
camisa» La ondulada manga se mantenía en el camino,
absorbiendo la humedad cuando la tocaba. Se incorporó,
despachando su chaleco y la camisa. Reanudando su
posición, tomó a Sebastian en la mano. Una pequeña gota
de presemen se filtraba desde la rendija, haciendo señas a
que Colton continuara.
Deslizando la lengua por la punta, suavemente apretó
los testículos de Sebastian.

Sebastian gemía alrededor de la polla de Colton,


agarró la cadera de Colton y lo mantuvo firme. Sebastian
se puso a trabajar al mismo tiempo que Colton lo hacía.
Juntos lamían, chupaban y se acariciaban el uno al otro.

No pasó mucho tiempo hasta que Colton tuvo a


Sebastian pulsando sus caderas hacia atrás y hacia
adelante. Colton ya había aprendido las señales de
Sebastian. Estaba cerca. Colton sintió el hilo de tensión fluir
a través del cuerpo de Sebastian. Sus embestidas se
hicieron más pequeñas, agitadas. Sebastian trabajó la boca
y la mano más fuerte, más rápido, con más presión.

Colton golpeó a Sebastian en la cadera, pero no liberó


su polla. «Espera. Para. Por favor. No quiero…» Semen llenó
373 su boca y su propio clímax se acercaba. Tiró de sus caderas
hacia atrás, tratando de alejarse del placer intenso, pero ya
era demasiado tarde. Había pasado el punto de no retorno.
Cuando las piernas de Sebastian se relajaron y sus
movimientos se hicieron menos contundentes, agarró la
polla de Colton.

Colton se vino, gimiendo alrededor de la polla de su


marido.

La mano de Sebastian se deslizó sobre él y le ordeñó


secándole.

Colton se derrumbó, saliendo de Sebastian. Colton


envolvió su brazo alrededor del muslo de Sebastian y apoyó
la cabeza contra la cadera cubierta con los pantalones de
Sebastian. Aplastando su mejilla contra la cálida y húmeda
columna de carne que acababa de liberar, Colton suspiró.

Una lengua barría sobre la cabeza de su polla y una


risa flotaba hacia él. Sebastian dio unas palmaditas al culo
de Colton y se incorporó.

Parpadeando los ojos para abrirlos, Colton bostezó. —


Eso no era exactamente lo que había planeado, pero estaba
más que… —Se echó a reír.

El chaleco azul oscuro de Sebastian ya no era prístino.


Un pegote de semen corría por el lado derecho. Había una
mancha de humedad en la camisa también.

»Oh. Lo siento mucho. Traté de advertirte.


Sebastian se echó a reír y se impulsó a sus pies. —No
374 pienses en nada de eso. ¿Por qué no te vistes mientras voy
a limpiar, y descorchamos el vino? Todavía tenemos que
celebrar.

Rodando sobre su espalda, Colton estiró los brazos por


encima de su cabeza.

—Mmm... Vamos a intentarlo de nuevo después de


que hayamos tomado un poco de vino. —La mirada de
Sebastian se extendió al pecho de Colton mientras
Sebastian volvía a ponerse sus pantalones. Se quedó allí
unos segundos sólo mirando su saciedad, con un brillo en
sus ojos y una sonrisa en su rostro.

Colton sonrió y se impulsó sobre los codos. Todo su


cuerpo se ruborizó, y su polla trató de animarse de nuevo,
pero no podía manejar todo. Mentalmente, sin embargo,
estaba con muchas ganas de ir a otra ronda. Se estaba
convirtiendo rápidamente en adicto a este tipo de atención.
Tal vez era fácil después de todo. ¿Quién sabía?

—Tan tentador como eres, tendrás que esperar un


poco. —Sebastian extendió la mano.

Tomando la asistencia, Colton se puso de pie. Acarició


su rostro en el hueco del cuello de Sebastian, maldiciendo
el pañuelo pero disfrutando del aroma de todos modos.

Sebastian levantó la barbilla de Colton y lo miró


fijamente durante varios largos segundos. Su mirada
tocaba por todas partes. Sebastian besó a Colton en los
labios. —Estaré de vuelta.

375 —Estaré aquí. Esperando.

Mientras Sebastian utilizaba el diminuto baño pegado


a su estudio, Colton se pusó la camisa por la cabeza y se
ató los lazos en el cuello. No había esperanza para el
pañuelo, así que lo arrojó sobre la silla junto con su chaqué
y chaleco. No era desconocido para los hombres el caminar
en mangas de camisa en su propia casa, sobre todo cuando
no había hombres solteros o mujeres presentes. Se metió
en su camisa y se sujetó las caídas de los pantalones. Justo
cuando metió el pie en la bota, Berkley habló.

—Su Alteza, uno de los guardias reales está aquí con


un mensaje para Lord Wentworth. ¿Quiere que le envíe
dentro?
—Sí, Berkley, envíale —Colton se apresuró a entrar en
su otra bota. Cielos, estaba demasiado saciado para
moverse tan rápido. Hizo que su cabeza girara.

La puerta se abrió y uno de los guardias, Peterson,


caminó dentro. Vestía de paisano en lugar de su uniforme.
Hizo una reverencia a Colton. —Su Alteza.

—Hola, Peterson.

Peterson sonrió y echó un vistazo alrededor de la


habitación. —Tengo un mensaje para el Capitán. ¿Está
disponible? —En su mano sostenía una nota de pergamino
doblada con un sello de cera de color púrpura.

Colton le tendió la mano. —Voy a ver que contiene.

Peterson vaciló y arrugó la frente.

376 Dando un paso adelante, Colton se rió. —Realmente,


Peterson, soy muy digno de confianza. No tengo la menor
intención de hacer daño a la familia real. Puedes confiar en
mí. Me encargaré de que esto llegue a Wentworth
inmediatamente.

—Tiene razón, Su Alteza. —Sonrió Peterson y le


entregó la tarjeta a Colton—. El Capitán lo esperaba. —Hizo
una reverencia y se marchó.

La puerta se cerró y Colton negó con la cabeza,


cediendo a otra risita. ¿De verdad, Peterson pensaba que
no podía confiar a Colton los secretos reales? Dando la
vuelta de un tirón la tarjeta, se dirigió a la mesa. No
reconoció el sello. Hmm... Removió la tarjeta para formar
un óvalo sin romper el sello. La sostuvo contra la luz. Sólo
había una frase corta escrita en una caligrafía elegante.

Nos vemos en el callejón al lado de Gunter´s en Dublín


Lane mañana a las once por la tarde.

No había ninguna firma.

Colton dejó la tarjeta volver a su forma normal y


estudió el sello púrpura de nuevo. Sólo tenía un pavo real.
Sin escudo de armas. Sin iniciales.

Arrojando la tarjeta en el escritorio de Sebastian,


Colton se volvió hacia la chimenea. ¿De quién era eso? ¿De
Eugene? Colton gimió, se dirigió a la chimenea y recuperó
el vino y los vasos. Estaba haciendo el tonto. Sebastian le
había dicho que no existía nada entre él y Eugene, y Colton
le creyó.
377
Sin embargo, una pequeña semilla de duda trató de
mover su camino en la cabeza. Volvió a mirar a la mesa. La
nota se quedó allí como un elefante en la habitación.
¿Debería preguntar a Sebastian de qué se trataba?

Colton se sacudió su malestar y quitó la lámina de la


tapa de corcho del vino. Usando el sacacorchos, Colton
estalló la tapa del vino.

Tenía dos victorias que celebrar. Una, como ganador


de la carrera. Dos, que había dado un paso en la dirección
correcta con su esposo. Estaban cada vez más cerca,
estaba seguro de ello.
Brazos rodearon su cintura mientras se servía la
primera copa.

Sebastian mordisqueó su oreja. —Sírveme una


también, cariño.

—Mmmm... —Colton se acurrucó en el abrazo. Sí,


definitivamente había avanzado con Sebastian hoy. La nota
era probablemente con respecto al Almirante Jenkins.
Colton iba a confiar en su marido, y tal vez su marido
confiaría en él a cambio.

Dogwood House, residencia del Vizconde de


Leith, en Classige, Pruluce.
378 El viento helado azotaba el callejón próximo a
Dogwood House, la casa de la ciudad del Vizconde de Leith,
atajó derecho a través del negro uniforme que Sebastian
llevaba. Se levantó por encima del muro de piedra y hacia
el césped del Vizconde. Retrocediendo en la hiedra inglesa
a lo largo de la pared, inspeccionó el lugar de su escondite.

Habían pasado años desde que había visto el lugar, y


había una extraña nostalgia al verlo ahora. Cuando era un
niño, siempre había amado los cerezos silvestres que
rodeaban la casa de la que recibía su nombre. En la
primavera sus flores blancas parecían penachos de algodón
de azúcar. Ahora, en pleno invierno, estaban desnudos,
dando al patio un siniestro atractivo y un montón de
sombras misteriosas para ocultarse. Aún olía a polen y
tierra fresca, aunque estaba seguro de que era su
imaginación. ¿Quién podría oler las cosas bajo un manto de
nieve?

Sebastian acarició el dispositivo en su bolsillo que le


hacía invisible para la computadora de la casa. Tenía una
misión que cumplir y no tenía mucho tiempo. No quería
arriesgarse a que Colton despertara y encontrara que se
había ido.

La información que Rourke había recogido esta tarde


colocaba el dormitorio de Plume como el tercer balcón a la
derecha en la parte trasera de la casa.

Usando el canal de lluvia, Sebastian subió a la terraza


y se arrastró hacia arriba y sobre la barandilla. Después de
tomar la ganzúa informatizada de su cinturón, abrió la
379 puerta y entró en la habitación de Plume.

Estaba oscuro, pero siempre había tenido una buena


visión nocturna. Cerró la puerta tras de sí y estudió la
habitación. Parecía como la de la mayoría de otros varones
jóvenes. Cama grande con dosel, con cortinas, un par de
sillas, un tocador y un escritorio con una pantalla en la
parte superior.

Situándose al lado de la puerta, Sebastian esperó.


Habían sido las tres cuando había dejado a Colton en la
cama dormido, agotado por exceso de vino y haciendo el
amor duramente. Plume debería estar de vuelta en
cualquier momento ahora de acuerdo a la información que
Rourke y Julian habían recogido esta tarde. Plume no
utilizaba un valet para desnudarse, ninguna preocupación
por ahí, y nunca se llevaba a casa a los hombres. Tenía un
amante en una casa poco agradable en la calle Broad que
visitaba los martes, jueves y sábados. Hoy era lunes.

Sebastian no quería estar aquí, pero Plume no le había


dejado otra opción. Había intentado hacer daño a Colton, lo
que puso a Sebastian entre la espada y la pared. Las
amenazas eran una cosa, pero el corte de la cincha había
sido otra completamente diferente. Sebastian no quería dar
la oportunidad de revelar a Plume lo que sabía acerca de
Sebastian, pero la amenaza a la vida de Colton no podía ser
ignorada. Si Sebastian tenía que perder a Colton, sería
porque Colton no quisiera estar con él, no porque Colton
estuviera muerto.

Sebastian usaría cualquier medio para garantizar la

380 seguridad de Colton. Incluyendo borrar la amenaza


permanentemente. No sería la primera vez que había
matado a alguien, y probablemente no sería la última.

Fuera, el viento soplaba, haciendo vibrar las ventanas.


Un crujido resonó en el pasillo. Sebastian sacó su cuchillo
de su vaina y lo bajó a su lado. La vieja casa tenía la
misma sensación que tenía cuando había vivido aquí.
Arriba, en las dependencias del servicio se podía oír todo.
Sonidos y olores que parecían filtrarse a través de las
paredes y los suelos desnudos.

En misiones nunca se preocupaba de la espera, pero


ahora quería volver a casa con Colton, acurrucado en la
cama. Rourke se había ofrecido a hacer esto, pero
Sebastian tenía que hacerlo él mismo. Quería que Plume le
temiera.

El pomo de la puerta traqueteó y se retorció. La puerta


se abrió y se cerró. Plume se detuvo en la puerta y empezó
a despojarse de su abrigo de noche. Lo lanzó en el extremo
de la cama y se quitó el chaleco. También aterrizó en la
cama junto con su corbata. Buscó sus puños, y Sebastian
hizo su movimiento.

Golpeando una mano sobre la boca de Plume,


Sebastian tocó la punta del cuchillo en la garganta de
Plume y le susurró al oído: —Ni un sonido o te cortaré la
garganta antes de que lo saques todo. ¿Entiendes?

Plume se tensó y apretó el antebrazo de Sebastian. La


cabeza de Plume se balanceaba frenéticamente, y tragó
duro.
381 —Oye y escucha con atención porque no voy a decir
esto de nuevo. La próxima vez simplemente te mataré. Y
creo que he demostrado adecuadamente que puedo hacerlo
fácilmente, y nunca se sabrá lo que pasó.

Un ligero temblor sacudió a Plume.

—Mantente alejado de Colton. Ni siquiera pronuncies


su nombre. Si pasa por la misma acera que tú, mejor que
cruces la calle. Si asiste a un baile en el que estés, te irás.
Si los rumores circulan sobre él, o sobre mí -cualquier cosa
que le pueda hacer daño- nunca lo verás venir. ¿Está claro?

Plume asintió.
—Bien.

19 de enero de 4811: Downtown Classige,

pruluce.

—¿Estás emocionado?

Colton no pudo contener su sonrisa. Mirando por


encima de Rexley, Colton levantó su dedo pulgar. Habían
autorizado a Apollo y Apollonia a figurar en una lista en el
registro de cría. Por supuesto, estaba emocionado.
Apollonia ni siquiera trató de comerse el algodón cuando
382 hicieron su prueba de ADN.

Lástima que Sebastian hubiera tenido una cita esta


mañana. No le había dicho a Colton lo que era como había
esperado que Sebastian hiciera, pero no había actuado
como si fuera una gran cosa.

Se volvieron a Griff Street hacia el centro de la ciudad.


La tienda de juguetes a la que Muffin quería ir estaba a
varias calles de la sede del Jockey Club donde se habían
reunido con el comisario de la carrera.

Rexley se rió. —¿Ahora vas a encontrar un jockey para


él?

—Lo necesito, sí. Realmente debería estar montando a


Dazz en lugar de él, pero no puedo renunciar a competir
por completo. Me haría miserable. —Y así estaría Colton—.
He estado pensando. Anoche a Wentworth se le ocurrió una
idea. Sugirió llevar a Brooks como jockey. Lo había
considerado brevemente ayer mismo al pensar en su peso
en comparación con el mío. ¿Qué te parece?

—Quiero ser el jockey de Apollo. Soy pequeña. —


Muffin, que estaba sentada a horcajadas sobre Belle
delante de Rexley, sonrió a Colton.

Rexley la ignoró. —Creo que la idea tiene mérito. ¿Has


hablado con Brooks al respecto?

Muffin se inclinó hacia un lado, haciendo que Rexley


tuviera que agarrar su cintura, y miró de nuevo a donde
Apollonia estaba atada a la silla de Apollo por su correa. —
¿Por qué no puedo montar a Nia ahora? —Había estado
383 inquieta por tener que andar con Rexley desde que salieron
de la oficina del comisario hacía unos quince minutos.

—A Apollonia no se le ha enseñado a usar una silla de


montar todavía. Todavía es un poco demasiado joven, —
Colton trató de razonar. A Rexley le dijo: —Todavía no.
Tengo la intención de hablar con Brooks cuando
regresemos.

Muffin gimió. —Yo puedo montar sin silla. Tú montas a


Apollo así a veces.

—Colton es un jinete experimentado. Tú eres una


principiante.

—Gilipolleces. —Muffin cruzó los brazos sobre el pecho


y resopló un suspiro.

Colton se mordió el labio para no reírse.

—Melanie Pricilla Townsend. —Rexley cogió la barbilla


y la obligó a mirarlo—. ¿Dónde has oído eso?

—Jeremy.

El labio de Rexley se torció. —No digas eso de nuevo.


Voy a hablar con Jeremy cuando regresemos. —Soltó la
cara de Muffin y rodó los ojos después que ella se volvió
hacia el frente.

—No voy a decir nada más, pero ¿puedo ser un


jockey? —Ella se retorció las manos y agitaba sus
pestañas—. Me gustaría ser realmente buena en eso.

Hmmm...
384 Rexley levantó ambas cejas, bajó la barbilla y miró
hacia Colton. —No.

—Es una buena pequeña jockey y con un poco de


trabajo…

Muffin aplaudió y saltó sobre la silla. —¡ay!

Rexley suspiró. —Yo no voy a ganar esto, ¿verdad?

—No hay razón por la que no podamos entrenarla para


ser jockey si lo desea. No hay nada que diga que tengamos
que ponerla en las carreras. Puede incluso que no sea lo
suficientemente pequeña cuando en realidad es lo
suficientemente mayor para correr. —Colton se encogió de
hombros. Sospechaba que sería suficientemente pequeña.
Era pequeña para su edad. En cualquier caso, sería una
ventaja si se apegaba a ello. Ella podría ayudar con el
entrenamiento—. Si realmente quiere aprender, yo estoy
dispuesto a enseñarle. Sólo imagina si Padre y Cony se
hubieran negado a permitirme aprender a montar la
primera vez que mostré interés. Yo era mucho más joven
que el resto de vosotros y más joven de lo que ella es
ahora.

—Está bien. Puedes enseñarle, pero sólo después de


que sus estudios terminen.

—Sí. —Ella aplaudió de nuevo e hizo un poco la cosa


de la cabeza de lado a lado, haciendo que sus rizos rojos se
balancearan—. ¿Podemos ir a casa y practicar ahora?

—¿Pensé que querías ir a la tienda de juguetes? —


sonrió Rexley.
385 —Oh, sí.

Rexley miró a Colton. —¿Estás seguro de que no te


importa ir a la tienda con nosotros?

—No, en absoluto. —Había necesitado la presencia de


Belle para la prueba de ADN de Apollonia. Junto con su
hermano y su sobrina en un viaje inesperado a conseguir
juguetes después de la prueba, fue un pequeño precio a
pagar, incluso si se trataba de caminar por la ciudad. Oh,
¿a quién quería engañar? Había saltado a la oportunidad de
venir a esta parte de la ciudad, a sabiendas de que
Sebastian estaría teniendo su encuentro cerca.

Pasaron Dublín Lane, y Colton estiró el cuello para ver


por ella. ¿Estaba Sebastian ahí ahora? ¿Esperando? Maldito
todo. Se había prometido a sí mismo que no iba a
preocuparse por lo que su esposo estuviera haciendo, pero
casi le dolía el estómago con la duda. ¿Qué pasa si
Sebastian se reunía con Eugene?

—Así que dime, ¿cómo te sentiste al ganar la carrera


de ayer? El video fue espléndido. Ojalá hubiera podido
haber estado allí en persona. —Rexley dirigió a Belle por la
calle de al lado de Dublín Lane, Dyson Street, hacia la
tienda de juguetes.

—Fue fantástico. —Hizo que Colton deseara ser mucho


más pequeño para poder competir profesionalmente.

Llegaron a la tienda de juguetes y tiraron de los


caballos para una parada. Estaba tan cerca de Gunter´s.
Era sólo una manzana y una calle más. Tal vez sólo echaría
386 un vistazo y se tranquilizara. Colton volvió a mirar a su
nuevo guardia, Benny, y uno de los guardias antiguos.
Parecía bastante agradable, pero no era tan simpático como
Knighton o Julian. Sin embargo, era amigo de Sebastian. —
Creo que me voy a quedar aquí y esperarlos.

Benny frunció el ceño. —Ruego su perdón, Su Alteza,


pero preferiría que entrara. Les acompañaré a todos, y
Loring aquí puede ver los caballos. —Él y Loring bajaron de
sus caballos y tiraron de las riendas hacia adelante.

—No, gracias. Vaya por delante con Rexley y Muffin.


Yo me quedaré aquí con Loring a ayudarle con los caballos.
—Apollonia ya estaba cada vez más inquieta. Tiró de la
cuerda de remolque hasta que se acercó furtivamente al
lado de su padre. Colton frotó sus orejas y le sonrió al viejo
compañero de equipo de Sebastian.

La expresión del pobre Benny era afligida, pero antes


de que pudiera discutir, Rexley vino al rescate. —Está bien.
No pasará mucho tiempo. Puedes esperar dentro de la
puerta para poder mantener un ojo sobre nosotros y
Colton. Estoy seguro de a Wentworth no le importaría. —
Rexley hizo un guiño de Muffin a Loring y desmontó. Rexley
guiñó un ojo a Colton y tomó la mano de Muffin—. Vamos
—le dijo a Benny y se dirigieron a la puerta de la tienda.

Benny hizo una mueca y miró al guardia uniformado.


Hicieron alguna cosa silenciosa de comunicación con sus
ojos, y Benny siguió a Rexley y a Muffin.

Colton se habría reído si no creyera que volvería a


Sebastian. Nadie discutía con Rexley. Bueno, nadie se
387 relacionaba con él de todos modos. Aunque Colton
sospechaba que Rourke les habría vetado. Julian hubiera
estado encantado de que ellos hicieran su voluntad, pero el
pobre Benny fue más hábil. Enterarse de que los
combatientes enemigos no eran rivales para la familia real
no debía ser fácil de digerir debido a que el hombre se veía
como si estuviera enfermo de indigestión.

Loring, que había estado en el personal durante varios


años, se echó a reír. —Sabe, Mi Lord, que va a informar a
su consorte, ¿no?

Apollonia mordisqueó el muslo de Colton.

Colton le dio un golpecito en la nariz. —Muy bien,


Loring. Tú también me gustas, así que déjame aquí solo
con mi pequeña muchacha traviesa aquí.

—Gracias. —Palideció Loring—. Yo no había pensado


en eso.

Colton echó la pierna por encima de la cabeza de


Apollo y se deslizó fuera de la silla de montar. Aterrizó
entre padre e hija, le entregó las riendas de Apollo a Loring
y desenganchó la cuerda de Apollonia de la silla de montar
de Apollo. —Voy a pasear a Apollonia hasta el final del
bloque a ese callejón hasta allí... —Colton señaló con el
dedo: —... y de regreso.

Guiando a Apollonia detrás de él, Colton comenzó a


caminar.

—¿Su Alteza? —Loring se aclaró la garganta—. ¿Es

388 una buena idea?

—No estaré fuera de tu vista, Loring. —Colton


caminaba por la calle junto a la acera. Gunter´s retrocedía
hasta el edificio de la esquina.

Un hombre y una mujer pasaron en un carruaje.


Parejas paseaban cogidos del brazo por la acera en la calle
Dyson. Colton bajó su sombrero más sobre los ojos para
bloquear el sol. Era un brillante día hoy y sólo 15º C. Un día
maravilloso para pasear. Sí bien. Realmente no creía que
Sebastian estuviera participando en un encuentro ilícito,
por lo que no estaba espiando, ¿verdad? Probablemente
tenía algo que ver con el Almirante. Y si fuera peligroso,
Sebastian habría tomado refuerzos, ¿no?
Un transporte se volvió hacia el callejón delante de
Colton. Apollonia dio un paso en la parte posterior de las
botas de Colton, haciéndole tropezar.

—Ya basta, plasta. No vamos a ir más rápido de lo que


ya vamos.

Ella resopló su boca hacia él.

Llevó a Apollonia hasta la acera. —Ruego su perdón —


Colton hizo una seña a una niñera empujando un carrito.
Un grupo de hombres esquivó la cola balanceándose de
Apollonia—. Disculpe.

Alguien gritó un comentario grosero sobre los caballos


en las aceras, pero Colton lo ignoró. Llegó a la esquina y
miró a su alrededor.

Apollonia se asomó por encima de su hombro.


389 Sebastian no estaba en el callejón, pero había un
hombre de pie en el pasillo con una mano en la cadera.
Hizo un gesto salvajemente con la otra, obviamente
hablando con alguien, pero la otra persona estaba detrás
del edificio.

El hombre que Colton podía ver estaba de perfil. Tenía


un hermoso rostro clásico. Incluso le resultaba familiar,
pero Colton no podía ubicarle. Definitivamente no era
Eugene Collis. Pero su caro abrigo muy encapuchado y
sombrero de castor gris gritaba que era un noble.

Colton resopló escapando un suspiro de alivio. Sabía


que no era Eugene, y ciertamente no parecía ser de
naturaleza romántica.

Sebastian salió a la vista. Incluso desde aquí, Colton


podía ver la ira en su expresión.

Apollonia relinchó.

—Shh... —Colton se volvió y la empujó a su pecho,


haciéndola retroceder. Interesante. El transporte tenía un
blasón con un pavo real en ella. La cola del pavo real se
dispersaba, y tenía agarrada una serpiente en sus garras.
Así que el sello de la carta había sido una variación del
blasón de este hombre.

Apollonia relinchó de nuevo, y la baba del caballo cayó


sobre la acera por los pies de Colton. Guh. La empujó hacia
atrás.

Desde el otro extremo del callejón llegó un relincho en


390 respuesta.

Colton congeló sus manos en el pecho de Apollonia. Se


volvió de nuevo al callejón. Un caballo negro estaba cerca
de la puerta de entrada en el otro extremo. Maldición. Max
se había dado cuenta.

Colton se quedó sin aliento y se agachó de nuevo en


torno a la pared. Dio otro rápido vistazo. Sebastian no lo
había visto. No importa, cuando Colton llegara a su casa,
iba a confesar y pedir perdón a su consorte. También iba a
descubrir de lo que todo eso se trataba.

—¿Colton?

Colton se encontró con la mirada de Rexley. —¿Todo


hecho?

—Sí. Compró otro caballo de juguete. —Sonrió—. Va a


volverte loco sobre su entrenamiento. —Comenzó a
caminar de vuelta a los caballos, sus guardias y Muffin, ya
sentada en Belle con su caballo de juguete en la mano.

Colton llevó a Apollonia de nuevo con los otros. —


Rexley, ¿qué blasón tiene un pavo real con una serpiente
colgada de su pie derecho sobre él?

Rexley frunció los labios.

Ambos montaron en sus caballos y se volvieron en


silencio de vuelta a casa. Colton volvió a enganchar a
Apollonia a la silla de Apollo, y Rexley y Muffin se situaron
enfrente de él.

—Mira, Colton. —Muffin levantó su juguete—. Se


391 parece a Nia. Así es como la voy a llamar.

Frunciendo el ceño, Rexley dijo: —Creo que el blasón


pertenece al Vizconde Leith, padre de Barnaby Plume.
Capítulo Dieciocho
Sebastian odiaba tener que admitirlo, pero Aaron
Plume era un hombre guapo. Era alto y estaba en forma.
Su cabello parecía ser todavía en su mayoría negro bajo su
sombrero de copa de color marrón. El Vizconde era sólo un
poco mayor que el Rey Steven y el Consorte del Rey,
Raleigh.

La cara de Leith era característicamente blanca


mientras se acercaba a Sebastian. Siempre había sido difícil
392 leerle. Si hubiera estado en el juego, habría hecho una
fortuna con una cara de póquer como la suya.

Dioses, estaba demasiado cerca. Sebastian retrocedió


y se apoyó en la pared del edificio. —Qué amable de tu
parte llegar a tiempo.

El labio de Leith se torció. —Todavía irascible, ya veo.


Te ruego que me disculpes, Sebastian. Mi tardanza no se
pudo evitar, tuve una cita. Te diría que es un placer verte y
felicitaciones por tu matrimonio, pero sé que te importa un
carajo lo que piense, así que ¿a qué debo este honor?

Sebastian soltó un bufido. No creía ni por un minuto


que Leith quisiera ver su cara otra vez. —Te he llamado
aquí para decirte que sería mejor que manejaras a tu hijo,
o yo lo haré por ti. Y tengo serias dudas de que te guste
eso. Tu querido consorte Leo tendría una apoplejía. Y no
podemos tener eso ahora, ¿verdad?

Ante la mención de Leo, Leith gruñó, y consiguió un tic


en su mejilla derecha. —¿Qué está haciendo ahora
Barnaby? ¿Te debe dinero también?

Sebastian entrecerró los ojos. Había esperado que


Leith contrarrestara culpando a Sebastian. —No puedes
estar hablando en serio. Para un hombre tan preocupado
por las apariencias, pensaría que tendrías una mejor idea
de lo que tu heredero está haciendo.

—Barnaby es un hombre adulto. Me niego a limpiar


sus líos por más tiempo. Lo que quiera que haya hecho…

—Tal vez debería continuar esto con tu consorte. Estoy

393 seguro de que a él le importa. No querría que yo tratara


con Barnaby.

Una vez más, un músculo de la mejilla de Leith dio un


vuelco cuando Sebastian mencionó al Vizconde-Consorte.
Interesante. Por otra parte, tal vez no. Leith y Leo peleaban
constantemente, incluso llegaron a las manos una vez o
dos, o al menos lo hacían.

Leith suspiró. —¿Qué pasa, Sebastian? Basta ya de


mierda críptica.

Increíble. Realmente no sabía lo que estaba haciendo


su hijo. Al parecer, los rumores de que dedicaba todo su
tiempo al Parlamento y a sacar nuevas leyes eran ciertos.
—Él es la razón de mi matrimonio apresurado, para
empezar.

—¿Te refieres a esa tontería sobre el caballo? —Leith


negó con la cabeza—. Solamente tú te quejarías por
casarte con un príncipe. Barnaby te hizo un favor. El
Príncipe Colton es un partido mucho mejor para ti que el
pomposo petimetre con el que te casaste primero. —Leith
era tan grande, sino más grande, que el culo pomposo de
Giles.

Sebastian cerró los ojos y contó hasta tres. No quería


plantar al Vizconde de culo arrogante y presuntuoso.
Sebastian abrió los ojos y miró hacia la calle. No podía
soportar ver esa cara presumida y desaprobatoria. —Mi
matrimonio no es asunto tuyo. Pero sería mejor que
hicieras que tu hijo fuera tu asunto. Está atormentando a
mi consorte. Ayer en las carreras cortó la cincha de la silla

394 de Colton. Afortunadamente lo vi antes de que Colton


montara. Y el día antes de mi boda, amenazó con hacer mi
pasado de conocimiento público.

Leith se quedó sin aliento. —¿Estás seguro? ¿Cómo


podría? No sabe nada de ti. Era un niño cuando te fuiste de
Dogwood House.

—¿Irme de Dogwood House? ¿Irme? —Hizo contacto


visual con Sebastian de nuevo. Había sido expulsado en
pleno invierno, con sólo una capa. No se le había permitido
tomar ninguna de sus pertenencias e incluso el dinero que
había ganado trabajando en los establos después de la
muerte de su madre, pero no iba a discutir la semántica.
Estaba allí para obtener resultados y no un refrito del
pasado. —Lo que sucedió en el pasado está en el pasado.
Quiero que siga siendo así. He pagado a tu hijo con una
visita anoche, pero permíteme transmitirte el mismo
mensaje a ti sólo para asegurarme que nos entendemos
mutuamente. Si incluso piensa en hacer daño a Colton otra
vez, no tendrás que preocuparte de que te sacuda a través
de su asignación y deshonre el nombre de la familia. Y,
además, tendré que hacer que te enfrentes a los cargos de
traición a sabiendas por permitir que esto suceda. ¿Está
entendido?

Leith se acercó más, metiéndose en la cara de


Sebastian. Los ojos azul oscuro de Leith se encendieron. —
No me amenaces, muchacho. —Señaló a Sebastian con el
dedo en su pecho—. Te olvidas con quién estás hablando.

Sebastian tomó la mano de Leith y la retorció. —No es

395 una amenaza. Es una promesa.

Alguien jadeó.

Un hombre dijo: —Oh Dios mío.

Habían ganado la atención de varios transeúntes en


Dublín Lane. Una señora con un sombrero azul
abiertamente los miró cuando el hombre junto a ella la
guiaba. «Maldición»

Liberando a Leith, Sebastian dio un paso atrás. —Ve a


manejar a tu heredero y no habrá ningún problema. —
Maldita sea, estaba tan sobrecalentado que una gota de
sudor goteaba de la frente. ¿Por qué todavía permitía que
este hombre llegara a él después de todos estos años?—.
No creo que quieras que nuestros nombres se vinculen ya
más de lo que yo lo hago, y puede muy bien suceder si tu
hijo sigue empujando.

—Yo me encargo de Barnaby. Y sospecho que Leo está


involucrado en esto también. —La mandíbula de Leith se
endureció—. Ahora explícame qué quisiste decir. ¿Te
escapaste o no te escapaste de Dogwood House?

—¿Por qué no le preguntas a Leo sobre eso también


mientras estás en ello?

—No hemos terminado con esta discusión, Sebastian.


—Leith dio a Sebastian una dura mirada, se volvió y
regresó a su coche como si no tuviera ninguna
preocupación en el mundo.

Sebastian se pasó la mano por el pelo. —Maldición. —

396 Eso no había ido bien. Había querido mantener la calma y


no dejar que su pasado se interpusiera entre ellos. Lo peor
de todo, odiaba dejar a Leith tener suficiente poder sobre él
para provocarle ira después de todos estos años. Oh,
bueno, si mantenía a Colton a salvo... Colton era mucho
más importante que el orgullo de Sebastian.

Colton desabrochó el último cierre de la cincha en el


lado izquierdo y se dio la vuelta a la derecha de Apollo. No
podía quitarse de la cabeza lo que había visto. Le había
atormentado durante todo el camino a casa.
Quizás la reunión de Seb con Leith tenía algo que ver
con la desaparición del Almirante. Oh polvo de estrellas, no
lo sabía, y su cerebro le dolía al tratar de averiguarlo. Al
menos Sebastian no se había reunido con un amante, ¿no?

Colton suspiró y volvió su atención a Apollo. Supuso


que debería parar de darle vueltas por ahora.

Frunciendo el ceño a la correa de cuero marrón,


desabrochó la última hebilla alojada. Esta no era su correa
de cincha. Esta cincha tenía elástico sólo en un extremo, la
suya la tenía en ambos. Además, la costura en el cuero era
negra, no blanca. Le dio la vuelta. Hmm... El mozo de
cuadras debe haber agarrado la equivocada cuando había
ensillado a Apollo esta mañana.

Colton se encogió de hombros y puso la correa sobre


su hombro mientras quitaba la silla y la mantilla. Le dio una
397 palmadita atrás a Apollo. —¿Qué se siente estar censado en
el Jockey Club?

Apollo giró sus orejas hacia atrás, pero siguió


masticando el heno que había sacado del almiar en la pared
del establo.

Colton sonrió. —Me lo tomaré como que no te podría


importar menos. —Reunió la silla, la mantilla y la cincha.
Tropezó con Apollonia justo fuera del establo—. Hola, chica.
—Empujando suavemente para salir del camino, se dirigió
al cuarto trastero.

Casi medio esperaba que lo siguiera, pero ella no lo


hizo. Estaba demasiado ocupada explorando su entorno. La
habría devuelto al Castillo Townsend para estar con su
mamá, pero había levantado tanto escándalo por haberla
dejado que la había traído de vuelta aquí. Ya no estaba
amamantándose, pero Colton era reacio a sacarla de su
madre durante la noche. Esta tarde fue una prueba. Si lo
hacía bien, la dejaría pasar la noche. Él y Sebastian
viajaban hacia el castillo para ir en un coche con su familia
al baile de esta noche, así que si lo necesitaba, podría
devolverla entonces.

Empujó la puerta de la habitación de guarnición para


abrirla con el pie y guardar la silla de Apollo y la mantita.

Su cincha no estaba en ninguna de las clavijas.


Hmmm... Estaba tropezando con un misterio tras otro hoy.

Una sombra se cernió sobre él, y el poco brillo en el


cuarto trastero se atenuó.
398 —Apollonia, sal de la luz. —Colgó la cincha en el
gancho encima de su silla de montar.

—No soy tan grande. Y ciertamente, espero que no tan


plasta.

Colton se congeló. La emoción vacilaba con el temor,


pero la emoción se impuso. Paciencia. Tenía que tener
paciencia. —Sebastian. —Sonriendo, se volvió hacia su
consorte.

Sebastian entró en la habitación y abrió los brazos. —


¿Cómo te fue? ¿Es oficialmente un caballo de carreras?

—Lo es. Y mi bebé ya está inscrita en el registro de


cría, así que cuando llegue el momento ella también puede
ser registrada. —Colton apoyó los antebrazos sobre los
hombros de Sebastian y le dio un beso rápido—. ¿Y tú?
¿Atendiste tu recado? —Posiblemmente no podría poner
ninguna sugerencia más en su tono de voz sin sonar
sospechosa. Con la esperanza de que Sebastian pudiera
darse por aludido y confesara por qué se había reunido con
el Vizconde Leith. Incluso si lo hiciera sin que Colton tuviera
que preguntar, una confesión estaba justificada. La
vergüenza por haber espiado a su consorte trató de
ponerse de manifiesto.

—Sí —susurró contra los labios de Colton. Hundiendo


su lengua en la boca de Colton, Sebastian palmeó la polla
de Colton.

Polvo de estrellas, la presión sobre su polla se sentía

399 bien. Tan bueno, de hecho, que Colton se endureció bajo la


mano de Sebastian. Envolviendo sus brazos alrededor del
cuello de su consorte, Colton le atrajo más de cerca.
Empujó sus caderas hacia adelante un poco por aliento.

Riéndose, Sebastian apartó la mano y se echó hacia


atrás. —¿No has tenido suficiente con la pasada anoche y
esta mañana?

—Bueno, al parecer no, y no soy el único que decidió


acariciar, por lo que tal vez deberías hacerte esa pregunta.
—Colton le sacó la lengua.

—Haz eso otra vez —gruñó Sebastian a sólo unos


centímetros de la cara de Colton.
Un chisporroteo pasó por Colton. —¿Qué? ¿Esto? —
Sacó su lengua otra vez.

Poniendo sus manos sobre los hombros de Colton y


frotando sus pulgares a lo largo del cuello de Colton,
Sebastian cerró los labios alrededor de la lengua de Colton.

Un escalofrío atravesó a Colton. «Bueno galaxias,


¿Quién iba a saber que las caricias en el cuello podían ser
tan eróticas?»

—Mmm... —Abrió su boca.

Sebastian lo violó con un asalto lento, sensual. No es


de extrañar que fuera tristemente célebre por sus
aventuras sexuales. Lo que podía hacer con un solo beso,
devastaba los sentidos.

Los dedos del pie de Colton se curvaron. El suave


400 deslizamiento a lo largo de los labios de Colton y la lengua
enviaron a su mente a tambalearse. Sus testículos subieron
tensos. Estaban solos en el cuarto trastero. Los establos
también para el caso. ¿Sería de mala educación empujar
abajo en los hombros de Sebastian? Esa boca había hecho
cosas muy malas para Colton esta mañana. O tal vez
debería ser el que cayera de rodillas. Eso sonaba bien
también.

Con un suspiro, Sebastian se retiró. Cuando Colton no


lo soltó de inmediato, Sebastian agarró las muñecas de
Colton y las desenrolló de su cuello. Sebastian las retuvo,
pasando sus pulgares sobre los nudillos de Colton. —
Entremos dentro. No podemos hacer esto aquí, cariño.
—¿Por qué no podemos? —Cielos, la voz de Colton
había chirriado—. ¿Tiene Berkley funciones de cámara aquí?

Sebastian sonrió. —Por un lado, esta sala es


demasiado pequeña. Y los mozos de cuadra son
susceptibles de entrar en cualquier momento. Y no, Berkley
no tiene cámaras aquí. Sólo audio. Tiene la mayoría de las
mismas capacidades que Jeffers, excepto su alcance. Su
rango en el recinto no es tan grande como el de Jeffers. —
Besó cada uno de los nudillos de las manos de Colton—.
¿Ya terminaste aquí?

—Tengo que sacar las riendas de Apollo.

Sebastian retrocedió a la puerta, sin soltar las manos


de Colton. —Vamos a hacer eso para que podamos ir
arriba. Uf. —Sebastian tropezó con Apollonia.

401 Colton se rió. —Hablando de la guarnición de Apollo...


No puedo encontrar mi cincha. —¿Había Sebastian hecho
una mueca?—. ¿Qué?

—Yo no quise decirte ayer, pero... —Sebastian se


volvió y empujó a un lado de Apollonia—. Ve a acomodar a
Apollo, y hablaremos. —La voz de Sebastian era cortante.

Uh-oh. Una sensación de picazón comenzó a lo largo


de los hombros de Colton. Algo estaba pasando. Algo que a
Colton probablemente no le iba a gustar, aunque no podía
imaginar qué. ¿Alguien había robado la cincha? Las cinchas
no eran caras, pero el resentimiento... ¿Pensaban que eso
le impediría correr?

Apollonia salió de su camino, pero se volvió para


mirarlos. Cuando Sebastian pasó a su lado, ella giró las
orejas hacia su grupa y retrocedió.

Colton extendió la mano para tranquilizarla. —Shh...

Ella levantó la cabeza, con los ojos muy abiertos, y


finalmente suspiró y acarició en su mano.

—Esa es mi chica. Shhh... —Colton le dio una última


palmadita tranquilizadora y se fue al compartimento de su
padre.

Esperando a Colton, Sebastian se había apoyado


contra la pared fuera del recinto de Apollo. Sus cejas
bajaron y apretó su boca, pero estaba encorvado más que
rígido.

—Vamos, dime lo que está pasando. —La erección de


Colton se había tomado una caminata, y en su lugar su ira
402 iba en aumento.

—Ayer antes de la carrera fui al corral de Apollo para


ver si estabas allí. —Había sido un poco extraño que
hubiera salido con Brooks.

—¿Y? —Colton desabrochó la correa de la mejilla y tiró


de las riendas sobre las orejas de Apollo.

—Mientras estaba allí con Apollo me di cuenta que tu


cincha había sido cortada.

Dejando caer las riendas a su lado, Colton se volvió


hacia su consorte. —¿Alguien cortó la cincha de la silla de
Apollo? —¿Por qué alguien haría eso?
La mandíbula tensa, Sebastian asintió una vez. —Fue
cortada de modo que un poco de presión, probablemente
durante la carrera, se hubiera roto por la mitad.

Whoa. La brida golpeó contra la pared mientras Colton


se apoyaba en ella. Alguien quería hacerle daño. ¿Por qué?

Sebastian le tocó la mejilla. ¿Cuándo había entrado al


interior del establo? —Está bien, yo tenía todo bajo control.
Si hubiera pensado que había la más mínima posibilidad de
que algo más podría suceder, que estabas en más peligro,
nunca te habría dejado correr.

Colton negó con la cabeza. —Yo no sé por qué alguien


haría eso. ¿Crees que está relacionado con Aiden y
Problema siendo secuestrados? ¿O la desaparición del
Almirante? ¿Podría estar la IN detrás de esto?

403 —Fue Plume. Estaba allí y parecía irritado cuando


ganaste la carrera sin incidentes.

«Ese hijo de un putero» Apretando los dientes, Colton


irrumpió más allá de Sebastian en el cuarto trastero. Colgó
el cabezal en la clavija de la cincha y cerró de golpe la
puerta. Iba a vengarse de Plume si fuera la última cosa que
hacía. Colton debería haber golpeado a Plume el otro día en
el parque. Si él…

«Maldición» Es por eso que Sebastian se había reunido


con Leith.

Mariposas pululaban en el estómago de Colton.


Debería estar avergonzado de sí mismo. Había espiado a su
marido, y toda vez que Sebastian había estado tratando de
protegerlo. Su consorte había estado cuidando de él. «Guh.
Soy un tonto» Un bobo estúpido desconfiado que necesitaba
pedir perdón a su consorte.

—¿Colton?

—¿Qué? —Le espetó. Genial. Ahora, estaba sacando


su frustración por sí mismo a Sebastian—. ¿Por qué no me
dijiste esto cuando sucedió?

—No quiero que te preocupes. —Sebastian cerró la


puerta de Apollo.

Es mejor sacar la verdad a la luz. —¿Es por eso que te


reuniste con Leith hoy?

Sebastian se dio la vuelta y entrecerró los ojos en


rendijas. Oh galaxias. Colton sabía. La puerta se abrió de
golpe y le golpeó en el trasero porque no la había
404 bloqueado. —¿Qué has dicho? —Seguramente había oído
mal. Colton no podía posiblemente saber. Sebastian apretó
los puños mientras su estómago se apretó dolorosamente.

—Te pregunté si es por eso que te reuniste con Leith.


—Colton dudó un segundo y siguió adelante—. Lo siento.
Sé que no debería haberlo hecho, pero fui a la tienda de
juguetes con Muffin y Rexley después de mi reunión con el
comisario, ya que estaba cerca de donde la nota pedía que
te reunieras... —Se encogió de hombros—. No es una
buena excusa. No hay una sola por lo que hice.

—Estabas espiando. —La acusación en la voz de


Sebastian salió en voz alta y clara. Su rostro era frío y
estremecedor. Colton le había visto con Leith. ¿Qué pasa si
Colton ponía las piezas juntas? ¿Y si se enterara?

Colton asintió.

¿Cómo demonios se había enterado de la reunión? A


menos que… —Leíste la nota ayer —acusó Sebastian.
Colton no confiaba en él.

Deteniéndose a medio camino de Sebastian, Colton


estudió sus pies. —Pensé que podría ser un amante con el
que te reunías.

Ya estaba empezando. Justo como lo había hecho con


Giles. —¿Después de que te dije que no tenía amante? —la
voz de Sebastian subió, y luchó por controlar su
temperamento.

Colton asintió. —Lo siento, pero eres tan reservado a


veces. No quieres hablar de tu familia o tu vida antes de la
405 Marina. Y tu marca de nacimiento... Tiene que haber una
explicación para la marca en la pierna que no sea una
coincidencia.

Los peores temores de Sebastian se fueron haciendo


realidad. Joder, ¿qué iba a hacer? Colton estaba demasiado
cerca. Galaxias, estaba enamorado de Colton y era
demasiado egoísta como para dejarlo ir. —Sólo porque me
casé contigo, no significa que tenga que contarte todo. Tú
no eres mi dueño.

Colton dio un paso atrás, con los ojos muy abiertos.


Cuando habló, su voz era suave, herida. —Yo no quiero ser
tu dueño. Quiero honestidad.
Oh diablos, no sólo Colton le había espiado, sino que
Colton se había puesto en peligro al hacerlo. El corazón de
Sebastian golpeó tan fuerte que su pecho le dolía. La boca
del estómago se revolvió. Si levantaba las manos, no había
duda que temblarían. —¿Dónde estaban tus guardas
cuando estabas ocupado jugando a ser detective? No, no
importa. Puedo adivinar. Tienen mucho por lo que
responder. —Sebastian giró sobre sus talones y se dirigió
hacia la puerta del establo. Tenía que escapar. Necesitaba
tiempo. Necesitaba espacio.

—¡Espera! ¿Adónde vas?

Debería responder. No quería preocupar a su


consorte, pero Sebastian no miró hacia atrás. Tal vez si se
fuera, aunque no permanentemente, haría pensar a Colton.
Por otra parte tal vez era Sebastian quien necesitaba

406 pensar. Al menos Colton le había dicho lo que había hecho,


y parecía verdaderamente arrepentido. ¡Qué gran canalla le
hacía eso ser a Sebastián! ¿quería que su consorte fuera
tan miserable como él en este momento?

Estaba enojado y asustado y... tal vez debería ser


honesto con su esposo.
Capítulo Diecinueve
Blackwell House, residencia del conde de

Tarnwell en Classige, Pruluce.

Colton se quedó mirando la cornisa alrededor de salón


de baile del Conde Tarnwell sin realmente verla. La había
fastidiado de forma épica. El plan era que Sebastian cayera
perdidamente enamorado de él, pero en vez de eso, Colton
407 había enajenado a su consorte y había destruído su
confianza. Contra todos sus deseos, parecía como si fuera a
tener que conformarse con un típico matrimonio del
montón. Simplemente no veía ninguna otra opción.
Sebastian no quería abrirse a él. ¿Cómo iban posiblemente
a tener un matrimonio real, un matrimonio como el de sus
padres, bajo esas circunstancias? No podían. Polvos, el
pensamiento hizo que su corazón doliera, pero ¿qué otra
cosa podía hacer?

—¿Es particularmente interesante la pared esta noche?


—Aiden ladeó un poco la cabeza y miró hacia la cornisa.

—No empieces. —Colton no estaba de ánimo y las


declaraciones de listillo de su hermano no iban a mejorar su
disposición. Aiden no podía entender. Tenía un marido que
lo adoraba.

—Nada menos que tres personas han tratado de


llamar tu atención en los últimos treinta minutos. —Aiden
enganchó su brazo alrededor del de Colton y empezó a
caminar—. Ven conmigo. Puedes ser antisocial ahí fuera,
así como puedes serlo aquí. —Rodearon la pista de baile, se
dirigieron a la puerta del jardín junto a la orquesta. Sin
perder el paso, Aiden hizo señas a alguien a su izquierda.

—¿Y qué si no quiero salir fuera? —preguntó Colton,


aunque no le importaba adónde fuera. Un lugar era tan
bueno como cualquier otro.

Footfalls se apresuró detrás de ellos, y el otro brazo


de Colton fue enganchado. —¿Encontraste lo que le está
comiendo? —preguntó Nate a Aiden sobre la cabeza de
408 Colton.

Aiden negó con la cabeza. —Todavía no.

Colton gimió. —No sólo estás obligándome a ser


social, sino que ahora los dos tenéis la intención de
interrogarme sin piedad, ¿no?

—Hablar con tu familia no es ser social —se quejó


Aiden—. Nosotros no contamos, porque se supone que
debes hablar con nosotros tanto si lo deseas como si no.

Nate se encogió de hombros. —¿Cuáles son tus


intenciones, muchacho? ¿Necesitamos interrogarlo?

—Por supuesto. —Aiden tiraba a la derecha.


Nate tiraba a la izquierda. —De esta manera. Para
Colton, Nate dijo: —Para responder a tu pregunta, sí.
Tenemos la intención de obtener respuestas de ti.

Aiden se quejó. —¿Por qué ese camino? Quiero ir a la


fuente.

—Hace mucho frío aquí fuera para tener exceso de


humedad. —Nate les condujo hacia el pequeño jardín.

—¿Qué pasa si no quiero ir a ninguna parte con


vosotros dos? —preguntó Colton.

—Es una lástima —respondieron al unísono.

Pasaron bajo un emparrado de rosas y fuera sobre el


césped, más allá del alcance de las antorchas de la terraza,
antes de que el hermano de Colton, y el cuñado le soltaran.

409 El jardín era pequeño y sencillo, en realidad más que


un césped, pero hermoso y sereno. Eran los únicos que
estaban aquí fuera en este momento. Probablemente
porque a diferencia de muchos de los otros jardines, éste
no tenía lugares apartados de citas amorosas. O tal vez fue
porque hacía más frío de lo que había hecho en los últimos
días. La fuente fluía a su derecha. A lo largo de la pared de
piedra que ocultaba el callejón detrás de la casa urbana, las
plantas perennes brillaban con una pequeña capa de hielo.
La hierba estaba completamente cubierta de nieve.
También brillaban a luz de la luna.

La nevada, una vez más parecía inminente. Las cosas


parecían tan desoladas y... solo aquí fuera. Se ajustaba
perfectamente al estado de ánimo de Colton.

Aiden se estremeció y se abrazó contra su pecho. —


¿Qué pasa? Has estado inusualmente tranquilo toda la
noche. Ni siquiera recogiste a Tarren en el transporte de
camino hacia aquí. Y estaba realmente preguntando
demasiado con su comentario acerca de que los perros son
más inteligentes que los caballos.

Colton frunció el ceño. —¿Él dijo eso?

Aiden miró a su consorte, como diciendo: ¿Estás


oyendo esto?

Nate dio un paso detrás de Aiden y empezó a frotar los


brazos de Aiden. —Creo que es la manera de Tarren de
tratar de averiguar si estás bien. Cuando no reaccionaste,
nos dimos cuenta que no lo estabas. Estamos preocupados

410 por ti. —Bajó su boca a la oreja de Aiden—. ¿Todavía tienes


frío?

Una punzada de celos atravesó a Colton. Los dos


juntos eran tan perfectos. Tenían un matrimonio como
Padre y Cony.

Sacudiendo la cabeza, Aiden se relajó en Nate y se


apoyó en él. —De acuerdo a los chismes de los sirvientes,
Wentworth vino por el castillo antes. Llamó a uno de los
guardias y al nuevo guardaespaldas, Benny, a su despacho.
Se quedó por unos quince minutos y se fue. ¿No te
acompañaron Benny, Rexley y Muffin esta mañana? ¿Qué
está pasando?

Bueno galaxias, ¿había algo que fuera un secreto? Al


parecer, no en el hogar Townsend. Colton gimió. Supuso
que bien podría contarles. El estado de su matrimonio iba a
ser evidente con el tiempo. —Después de mi reunión con el
comisario de carrera, fui a… —Colton hizo una mueca.
Ponerlo en palabras, sonaba muy mal—. Espié a Sebastian.

Nate levantó las cejas.

—¿Haciendo qué, exactamente? ¿Y por qué creías que


era necesario hacer eso? —La nariz de Aiden se arrugó.

—Pensé que podría tener un amante, y leí una misiva


que recibió en Wentworth Park ayer. No podría decir quién
era, pero más o menos manipulé las cosas donde Rexley,
Muffin y yo estaríamos en esa zona en el momento de la
reunión, por sugerir la tienda de juguetes favorita de
Muffin. No fue un encuentro romántico. —No se sentía bien
411 diciéndoles con quién fue la reunión. Sebastian parecía
realmente agitado, ni incluso Colton sabía el porque, así
que Colton, se apresuró, con la esperanza de que dejaran
pasar esa pieza de información—. Le pedí disculpas. Estaba
equivocado, y me siento terrible.

—Te lo juro. Cada uno de vosotros los Townsends


tiene suficiente curiosidad y sigilo por tres hombres —se
quejó Nate y pasó un dedo por el borde del pañuelo del
cuello de Aiden.

Aiden sonrió y volvió la cara hacia Nate. —No tengo la


menor idea de lo que quieres decir, Señor.

—Por supuesto que no, muchacho. —Los hombros de


Nate se sacudieron, pero su risa era silenciosa.
Mirando hacia atrás a Colton, Aiden frunció el ceño. —
¿Cuál es el problema si te disculpaste?

—No aceptó mis disculpas. Salió furioso. —La garganta


de Colton subió. ¿Y si Sebastian nunca lo perdonaba? Había
intentado convencerse a sí mismo una vez que no amaba a
Sebastian. Tal vez podría hacerlo de nuevo.

Nate le dio una sonrisa triste a Colton. —Entrará en


razón. No va a estar enojado para siempre. El hecho de que
esté enojado no significa que no le importe.

Ese era el quid del problema. Colton no estaba seguro


de que a Sebastian le importara. Ah, claro, le importaba un
poco o no se habría casado con Colton, pero Sebastian no
tenía ningún amor duradero profundo. No como Colton lo
tenía.

412 —¿Qué acabas


Parecías tan triste.
de pensar? —preguntó Aiden—.

Colton miró a su hermano mayor. —Estaba pensando


en que Sebastian no se preocupa por mí. Creo que soy
tonto. Siempre supuse que tendría una relación como Padre
y Cony. Al igual que vosotros dos. —Se encogió de
hombros—. Está bien. Voy a estar tan ocupado con los
establos que realmente no tengo tiempo para todo eso de
todos modos. —¿Cierto? Oh demonios, iba a tener que
llegar a un acuerdo con su futuro.

—Tonterías y nada más —protestó Aiden—. Y no


suenas convincente lo más mínimo.

—Creo que te equivocas, Colton. —Nate deslizó su


brazo alrededor de la cintura de Aiden y lo atrajo más
cerca—. Y si a Sebastian no le importa, no sabe lo que se
pierde.

—Voy a hablar con él, —gruñó Aiden.

—Retírate, asesino. Vencer al hombre con literatura


sangrienta no va a ayudar nada a esta situación. —Nate se
reunió con la mirada de Colton—. Tienes que ir a hablar con
él. Dale tiempo para calmarse y contarle por qué hiciste lo
que hiciste. Y no me refiero al completo asunto de los celos.
Deriva de algo mucho más profundo que eso. A veces
tienes que hacerte vulnerable para conseguir lo que
quieres.

¿Pero qué si Sebastian no lo amaba? ¿Qué pasa si


Sebastian no quería seguir casado? Una punzada de miedo
golpeó a Colton. Un entumecimiento se apoderó de él. —
413 Haces que parezca tan fácil. No lo es. —¿Podría ser?
Quería... Colton sacudió la cabeza—. Eres un romántico
Nate.

—Nunca he manifestado lo contrario. —Nate soltó una


risita—. Y es tan fácil. Hablo por experiencia cuando te digo
que vale la pena el riesgo.

Aiden miró a su esposo con una expresión de


adoración. —¿Ahí tienes el orgullo?

Nate asintió. —Exactamente.

¿Tal vez…? Algo frío tocó la muñeca de Colton. Miró


hacia abajo y vio la gota de agua. Levantó la cabeza. Los
copos de nieve revoloteaban a su alrededor. Era místico.
Vio los copos durante unos momentos, y se le ocurrió a
Colton lo que tenía que hacer.

—Gracias. —Colton les abrazó a ambos y se fue


corriendo a la casa. Tenía que volver a Wentworth Park y
esperar a Sebastian.

—¿Era ese Colton? —Steven miró por encima del


hombro. Sus hijos habían perdido la cabeza. Colton le pasó
como si no estuviera allí, incluso después de que había
tratado de seguirle y ahora… Se enfrentó a Aiden y a Nate
de nuevo—. ¿Qué estáis haciendo aquí en la nieve?

Subieron a la terraza, y Nate se sacudió el polvo


blanco de sus brazos. —Sí, ese era Colton. Y estábamos…

—Espera. —Steven levantó una mano—. ¿Tiene algo


que ver con la razón por la que Colton tenía prisa para

414 escapar de los dos? No importa. No estoy seguro de querer


saberlo. —Ayudó a Steven a sacudir la parte de atrás del
abrigo de noche de Aiden. La nieve estaba realmente
cayendo.

Estirando el cuello por encima del hombro, Aiden


quedó asombrado con Steven. —Exactamente, ¿qué te
parece que estábamos haciendo, Padre?

—Pensé que ya establecí que no quiero saber. ¿Alguno


de vosotros sabe lo que le pasa a Colton? ¿Dio alguna
explicación de por qué Wentworth no nos acompañó según
lo planeado?

Nate se apoyó en la barandilla. —Sólo una diferencia


de opinión. Sospecho que lo solucionarán. A menos que me
equivoque, Colton se dirigió de nuevo a Wentworth Park
ahora.

—Rourke le llevará. Rourke ha sido la sombra de


Colton toda la noche. Por desgracia, no creo que Colton
siquiera lo haya notado. —Aiden agarró la barandilla y saltó
hacia arriba, sentado en ella al lado de donde Nate se
levantó.

Steven miró hacia el jardín. Más bien claro en


comparación con la mayoría, pero bastante bonito. La nieve
también era un espectáculo para la vista. Le traía recuerdos
felices. Él y Raleigh solían tener peleas con bolas de nieve
cada invierno al principio de casarse. Oh, cuánto quería esa
clase de diversión, esa relación amorosa para sus hijos.
Esperaba que Aiden y Nate tuvieran razón sobre que Colton
y Sebastian resolverían las cosas. —Odio verlos pelear ya.

415 Ni siquiera llevan casados una semana. Tal vez deberíamos


enviarles en un viaje de bodas. —Eso podría ser justo lo
que les empujaría más cerca.

—Wentworth no irá. No en este momento, mientras


las cosas estén así... —Aiden hizo un gesto con la mano,
intentando encontrar la palabra—. Sabes lo seriamente que
ha estado cuidando de todos nosotros.

—Habría un problema con que nosotros estemos aquí,


sin duda —coincidió Nate—. Aunque me atrevo a decir que
yo soy muy capaz de cuidar de nosotros —se quejó.

La música resonó por un momento y luego se silenció.


Pasos resonaban a través del porche, cada vez más cerca.
Nate sonrió y puso los ojos en blanco.

Aiden suspiró y le dijo: —Tenemos problemas.

Darse la vuelta no fue necesario. Steven sabía sin


lugar a dudas quién se les había unido. Y Aiden tenía razón,
estaban a punto de conseguir un sermón.

—¿Te gustaría explicarme por qué los tres estáis aquí


en el frío? Sin un guardia, debo añadir. —Raleigh puso su
mano sobre el hombro de Steven para llamar su atención.
Lo cual era ridículo ya que tenía toda la atención de Steven
en el momento en que había abierto la puerta.

—Estábamos hablando de Colton. —Nate se sentó en


la barandilla contra la que había estado apoyado.

—Sí, bueno, Colton se ha ido a casa, y Knighton le ha


acompañado. —Raleigh deslizó la mano por la espalda de
416 Steven de forma casual, levantando la piel de gallina, antes
de que la instalara en la cintura de Steven.

—Ah, entonces Su Excelencia se ha chivado de


nosotros —se quejó Steven. Iba a tener que hablar con
Rourke sobre eso.

Raleigh frotó suaves y sensuales círculos en la parte


posterior de Steven, contradiciendo el tono molesto en sus
palabras. —Sí, lo hizo. Es un excelente guardaespaldas, y
además...

Steven sonrió y se desconectó del sermón. Era


bastante fácil de hacer con Raleigh tan cerca. Steven puede
que incluso se acercara más. El ligero indicio de cedro,
bergamota y menta en el jabón de Raleigh provocó los
sentidos de Steven. Mmmm... Tal vez deberíamos todos
tomar la delantera de Colton y retirarse de vuelta al
castillo.

Los dulces tonos bajos de la voz de Raleigh hicieron


que el corazón de Steven se acelerara. Cerró los ojos por
un momento y luego miró hacia el jardín. Era tan tranquilo.
Como si fueran las únicas personas en la ciudad esta
noche. Pero no estaban...

Una extraña sensación asaltó a Steven. Ya no estaban


solos aquí en el jardín. Miró a su alrededor, preguntándose
de dónde procedía la extraña sensación. Desconectó de
Raleigh completamente y cerró los ojos. Oyó un chasquido,
como la rotura de un palo, y un crujido en la nieve. Steven
abrió los ojos bruscamente.

417 En el rincón más alejado del jardín, un hombre


caminaba hacia la casa. Parecía ajeno a ellos. ¿Por qué no
iba vestido de noche de gala? ¡Oh! Era él. El hombre que
había estado espiándole.

En su periferia, Steven atrapó a Nate que miraba


fijamente.

De repente, Nate se volvió y buscó en el área,


localizando al hombre también.

—Ho ¡ahí!— Levantando el brazo para señalar al


hombre, Steven corrió a las escaleras.

Aiden y Raleigh, que había estado conversando,


callaron.

Nate se levantó, alcanzando dentro su abrigo de


noche.

El hombre, ahora lo suficientemente cerca que la luz


del porche se tocó la cara, se quedó helado. Sus ojos se
abrieron, y despegó hacia la parte trasera del jardín y la
pared de ladrillo con su levita aleteando detrás de él.

—Maldita sea. —Steven saltó por las escaleras y lo


persiguió. Sus botas se hundían en la nieve con un crujido.

El hombre saltó la pared de un suave y elegante


brinco. Sus pies tocaron el suelo al otro lado con un sonido
del golpe, y siguió el staccato de pisadas.

—¡Steven! —gritó Raleigh.

418 De ninguna manera Steven iba a parar. Ya era hora de


obtener algunas respuestas, maldita sea.

Sólo unos segundos detrás del hombre, Steven saltó y


se agarró a la parte superior de la pared. Se levantó y cogió
un ladrillo con la punta de su bota izquierda. Lo utilizó
como punto de apoyo para impulsarse a través de la pared
y golpear el suelo para correr.

La furtiva sombra del mirón se extendía a través de


los edificios que respaldaban al callejón. Dio la vuelta a la
esquina, y Steven se empujó más rápido.

El ruido estridente de metal resonó e hizo eco en el


callejón.
Un bote de basura rodó delante de Steven. Un par de
ratas se dispersaron por todo el camino. El olor rancio de
alimentos podridos impregnaba el aire.

El hombre miró hacia atrás por encima del hombro.

Gritos venían de detrás de Steven, pero los ignoró. No


podía perder al hombre esta vez. Steven saltó el bote de
basura rodado pero resbaló en algo de la basura y tuvo que
sacar los brazos y reducir la velocidad para recuperar el
equilibrio. ¡Maldita sea! Atrapando su apoyo, dobló la
esquina en persecución.

El callejón estaba vacío. Polvos, navegar alrededor de


ese bote de basura le había costado un tiempo precioso.
¿Dónde demonios se había ido el hombre? Steven se
desaceleró de nuevo y escuchó.

419 El golpeteo de los pies sobre el pavimento venía de


detrás de él y... a su izquierda.

Ignorando la quemazón en sus pulmones, despegó


otra vez abajo a la izquierda por el callejón. Corrió hacia el
final de la calle donde se abría a Grosvenor Street y miró a
ambos lados.

A la derecha, la calle estaba prácticamente vacía, sólo


un transporte solitario al final. A la izquierda, farolas
iluminaban la nieve revoloteando. En el borde de la luz de
las farolas, una silueta desapareció.

—Para. —Raleigh agarró el brazo de Steven—. Steven,


no podemos atraparlo ahora. Para. —Respiró pesadamente
Raleigh.

De mala gana, Steven cedió al ver la figura emerger


en el resplandor de la lámpara al lado a unas veinte metros
de distancia. Aspiró profundamente, empañando el aire
alrededor de ellos.

Footfalls golpeó detrás de ellos, y Aiden cerró por


delante.

Nate se paró al lado. Dejó caer las manos sobre las


rodillas. Con una mano sostenía una fragger.

—¡Aiden! —gritó Raleigh.

Aiden continuó siguiendo al hombre a una velocidad


vertiginosa. Había ganado terreno y se acercaba a él. En
otros momentos, probablemente podría atraparlo. ¿Y luego
qué?
420 Un escalofrío recorrió el cuerpo de Steven, y no tenía
nada que ver con el clima. ¿Y si el hombre hería a Aiden?
Oh no. El hombre era mucho más grande que Aiden.
»¡Aiden, para!
Raleigh se apresuró detrás de su hijo sólo una fracción
de segundo antes que Steven.

Nate estaba de acuerdo con ellos.

—Aiden —gritó Steven, pero le salió un grito ronco. No


tenía la capacidad pulmonar suficiente para gritar y correr
al mismo tiempo. Se detuvo y se llevó las manos a la
boca—. Aiden.
Aiden todavía corría. Estaba cerca del hombre ahora.

Raleigh estaba demasiado lejos para ser de ayuda si


Aiden atrapaba al hombre.

—¡Muchacho! ¡Congélate! —Nate resonó junto a


Steven.

Aiden patinó hasta detenerse, dando la vuelta para


hacerles frente. Puso las manos en las caderas.

Steven se adelantó. El terror que se había apoderado


de él poco a poco comenzó a retroceder. Su pecho dolía,
pero su hijo ya no estaba en peligro. Gracias galaxias.

Raleigh se detuvo junto a Aiden. Algo brillante


resplandeció en la mano que tenía a su lado. Su cuchillo de
la bota.

421 La postura de Aiden gritaba irritación, pero Raleigh lo


agarró por los hombros y lo sacudió, y luego lo abrazó. Sin
duda, el sermón comenzaría en un momento. Y si Raleigh
no se lo daba, Steven lo haría. El muchacho le había sacado
diez años de su vida con ese truco.

Poniendo una mano en su pecho ardiente, Steven


intentó frenar su respiración. Para Nate que caminaba a su
lado, Steven dijo: —Ese es el hombre que me ha estado
siguiendo. Ahora que sabe que no voy a permitir ser
espiado, puede que nunca sepamos quién es ni lo que
quiere.

—Yo lo conozco —graznó Nate—. Ese era el Teniente


Robert Jenkins. El hijo del Almirante Jenkins.
Capítulo Veinte
Establos de Wentworth Park.

Había pensado mucho en las últimas horas, y había


tomado algunas decisiones. Desafortunadamente, ponerlas
en práctica era más fácil de decir que de hacer. Iba a dejar
las cosas para más tarde. Sebastian estaba pasando el
tiempo en el establo con los caballos en vez de ir dentro y
ver a su consorte.

«Cobardía, tu nombre es Sebastian»


422 Suspiró y acarició el hocico de Apollonia, donde se
apoyaba en su hombro. Amaba el hocico de los caballos.
Tan suave y aterciopelado.

En los últimos cuarenta y cinco minutos había ganado


una nueva apreciación por el dolor en el culo del bebé de
Colton. Ella se había puesto tan emocionada cuando vio a
Sebastian, que no pudo evitar ir a verla. Una cosa llevó a la
otra, y lo había engatusado para que la sacara fuera como
Colton siempre hacía. —Vamos, plaga. Vamos a ponerte de
nuevo en tu puesto. Tengo que ir a postrarme a tu papá
humano. ¿Tal vez puedas decir una buena palabra para mí
mañana?
Le dio a Max una última palmadita y se encogió de
hombros, la cabeza de Apollonia fuera del hombro. Se dio
la vuelta, cogió su dogal y lo llevó hasta el espacio vacío al
lado de Apollo. Ella parecía estar bien lejos de su madre. A
diferencia de muchos potros, realmente estaba unida con
su padre y él con ella. Sebastian abrió el compartimento
para ella.

Entró, se dio la vuelta y le lamió la mano cuando


estaba cerrando la puerta.

—No puedo creer que hicieras eso. Al menos no


trataste de comer mi pelo hoy, supongo. —Sebastian salió
de los establos y entró en el aire frío de la noche. La nieve
azotaba alrededor, soplando con furia. La tierra estaría
cubierta por la mañana. Brrr... Acurrucado en su abrigo, se
apresuró a la mansión.

423 La puerta se abrió para él, y Berkley lo saludó. —


Buenas noches, Mi Lord.

—Buenas noches, Berkley. No me molestes si no se


trata de un incendio o una muerte.

—Muy bien, Mi Lord. Que tenga una buena noche.

Sebastian guardó el abrigo y los guantes y se dirigió


hacia las escaleras. Hay que reconocer, que tomó cada
paso un poco más lento de lo normal. No tenía idea de qué
decir a Colton. Una disculpa era sin duda adecuada. Nunca
se debería haber enfurecido como lo había hecho. Pero,
¿cómo iba a impartir información que podría arruinarte a ti
y a la persona a la que se lo estaba diciendo?
Llegando a la puerta, vaciló. ¿Colton estaría dormido?
¿Se pondría furioso si estaba despierto? Sebastian
entreabrió la puerta, sin saber lo que se iba a encontrar.

Colton estaba sentado en el borde de la cama mirando


por la ventana a la tormenta de nieve. —Hola —dijo sin
mirar a Sebastian.

Sebastian se relajó un poco. —Hola. ¿Cómo fue tu


noche?

—Hubiera sido mejor si hubieras venido conmigo. Te


extrañé.

Oh, gracias galaxias, Colton no estaba asustado.


Sebastian cerró la puerta y cruzó la habitación. —Lamento
haberme ido.

—Sobre eso... —Colton no se apartó de la ventana—


424 .Yo también lo siento. No debí leer tu correspondencia. No
era asunto mío.

Sebastian dejó escapar un suspiro de alivio. Podía


hacer esto. —Estoy de acuerdo. No deberías haberlo hecho,
pero no eres el único culpable. Debería haberte dicho mis
sospechas acerca de Plume y de mi encuentro con Leith.
Queriendo -no, necesitando- contacto físico con Colton,
Sebastian se quitó sus botas, se quitó el abrigo y se metió
en la cama.

La postura de Colton era relajada. Miró por encima del


hombro. Una lenta y vacilante sonrisa alivió su rostro. —
Gracias.
Sentado en la cama, Sebastian puso sus piernas a
cada lado de Colton y envolvió sus brazos alrededor de él.
El calor de Colton sangraba por dentro, disipando los
temores de Sebastian aún más. —¿Por qué? —Cerró los
ojos y aspiró el aroma de su consorte. Apoyando su barbilla
en el hombro de Colton, Sebastian disfrutó del cuerpo
caliente duro en sus brazos. Quería mantener esto para la
eternidad.

—Por ser comprensivo. Por perdonarme. No quiero un


típico matrimonio del montón, Sebastian. —Colton se puso
de pie y se volvió hacia él, la distancia entre ellos como un
abismo al momento.

Colton le había dado la perfecta oportunidad. Todo lo


que tenía que hacer era llegar y tomarla. Se lanzó con
ambos pies. —Yo tampoco.

425 Sin indicación alguna de que escuchara, Colton se


paseaba frente a la cama. —Si eso es todo lo que te
interesa, entonces deberíamos dejarlo todo ahora porque
no puedo… ¿Qué has dicho?

—Dije que yo tampoco. He tenido eso, y no hizo más


que hacerme miserable. —Sebastian no podía pasar por ello
de nuevo. Lo que significaba que tenía que sacar sus
secretos a la luz y tratar con ellos. No era justo para
Colton, especialmente cuando se trataba de algo que
Sebastian mismo no iba a tolerar. No podía soportar los
secretos en su relación. No los significativos que podrían
afectar a ambos de todos modos.

Deteniéndose a unos metros de distancia, fuera de su


alcance, Colton sonrió y empujó a Sebastian.

Jadeando, Sebastian cayó sobre la cama. —¿Qué…?

Colton cayó encima de él y sus labios se aplastaron en


Sebastian. Estaba salvaje, con las manos en todas partes,
despojando a Sebastian de la ropa.

Oh, sí. Oh no. Tenían que hablar, no joder.

Chupando la lengua de Sebastian, Colton pasó una


mano por el pecho de Sebastian hasta la ingle. Sus labios
rojos y húmedos, Colton se levantó y miró abajo a
Sebastian. La mirada envió el corazón de Sebastian a latir
con fuerza y la sangre corría a todos los lugares correctos.

Sebastian era hombre muerto. Hizo algunos tirones en


las suyas propias. Subió la camisa de Colton sobre su
cabeza mientras Colton quitaba la suya. Llevó un poco de
426 esfuerzo, pero se ayudaron el uno al otro hasta que los dos
estaban desnudos hasta abajo en la cintura. Estaban en
llamas. Cuando Colton agarró las caídas de los pantalones
de Sebastian, Sebastian le atrapó las manos. —Más
despacio. —Sebastian jadeó. Tenía que parar esto y contar
a Colton su pasado.

—Sí. —Colton no se detuvo en lo más mínimo. En su


prisa por abrir los pantalones de Sebastian, un botón salió
volando.

Sebastian los rodó hasta que se quedó en la parte


superior. —Colton, tengo que decirte…

Colton mordió su cuello.


—Ahhh... —Una corriente de placer arqueó a través de
Sebastian. Podían hablar después. Apretó su polla dura en
la cadera de Colton. Sebastian se sentía como un novato
con su primer amante cada vez que estaba con Colton,
buscando a tientas, gruñendo y descoordinado. No era del
todo malo, pero era un poco desconcertante.

Se dio la vuelta al lado de Colton. Ambas piernas


encerradas en sus pantalones colgaban a un lado de la
cama. Colton todavía tenía las botas puestas.

Sebastian abrió los pantalones de Colton. Colton llegó


a ellos también. Cuando Sebastian se echó a reír y alejó las
manos de Colton fuera del camino, Colton trató de ayudar
por levantarse en el toque. Gimiendo, Sebastian se rindió y
rasgó la tela. La polla de Colton quedó libre ya húmeda en
la punta.

427 ¿Había algo más emocionante que quisiera tan


desesperadamente? Era poderoso e inspirador. La polla de
Sebastian estaba tan dura que dolía, y su corazón se
aceleraba. Sus manos temblaban y su respiración era
irregular. Bajó los pantalones de Colton de sus caderas.
Colton era tan hermoso, sus músculos casi tan firmes como
su polla.

Sebastian se levantó de la cama y salió de los


pantalones. Desnudo, se subió de nuevo en el colchón y
consiguió un poco de lubricante del dispensador. No podía
esperar.

—Rueda sobre tu estómago. —Recubriendo su polla


con la mancha de líquido caliente, se quedó mirando el
delicioso trasero que Colton presentaba. Sebastian no pudo
evitarlo. Se inclinó y hundió sus dientes en una mejilla
redonda.

Colton comenzó a gemir. Se deslizó hacia atrás hasta


que sus botas cayeron al suelo, y se acostó en la cama con
los pantalones alrededor de sus rodillas.

Acariciando la base de su espina dorsal y acariciando


su polla, Sebastian deslizó dos dedos en el estrecho agujero
de Colton.

Los músculos de Colton se ondulaban mientras


empujaba hacia atrás, empalándose a sí mismo aún más.
—Sí.

Sebastian trabajó sus dedos dentro, mirándolos


deslizarse dentro y fuera de Colton. Sebastian tuvo que

428 apretar su polla para no venirse. Echando la cabeza hacia


atrás y mirando al techo, él mismo se compuso. Contó
hasta diez hasta que la necesidad de llegar al orgasmo
disminuyó. Cuando consiguió estar bajo control, apretó la
punta de su polla en ese minúsculo agujero rosado, usando
sus dedos para estirar cuando entró.

Colton se puso rígido y se cerró sobre su polla y


dedos.

—Shh... Tranquilo, cariño.

Colton asintió con la cabeza y empujó hacia atrás.

»Ah joder. —El agarrón alrededor de la polla de


Sebastian envió escalofríos por su espina dorsal. Apretó la
ingle hasta el culo de su consorte y cubrió su cuerpo sobre
el de Colton. Apoyando sus manos junto a los costados de
Colton, Sebastian besó los hombros de Colton mientras
tomaba pequeñas puñaladas con sus caderas.

Sebastian se balanceó, serrando dentro y fuera hasta


que Colton gruñía y saltaba debajo de Sebastian. Era
demasiado. Sebastian trató de contenerse, pero no sirvió
de nada. Se levantó y se metió en el cuerpo dispuesto de
Colton lo más rápido que pudo y salió con tanta fuerza que
se mareó.

Se preparó para no caer encima de Colton. —Lo


siento. No quise…

Colton se levantó y se dio la vuelta. Al presionar sus


labios contra los de Sebastian, Colton instó a Sebastian a la
cama. Se besaron durante un largo momento.
429 Rompiendo el beso, Colton echó la cabeza hacia el
lubricante. —Dame un poco.

Con los huesos como gelatina Sebastian intentó


alcanzar el dispensador. Maldita cosa, estaba demasiado
lejos. Las manos de Colton aterrizaron sobre los muslos de
Sebastian y se empujó arriba a la cama hasta que consiguió
varias cucharadas de lubricante sobre su palma.

Colton apartó a Sebastian de él y se apresuró al


lubricante de la mano de Sebastian. Sebastian debería
ayudar, pero era como si la energía hubiera sido absorbida
directamente de él.

Afortunadamente, a Colton no parecía importarle.


Manchó hasta arriba su polla. Y galaxias, qué espectáculo.
La cabeza hinchada de su polla sobresalía de su puño en
cada golpe. Sebastian sacó los pies sobre la cama. Ah
joder, todavía tenía sus mallas.

Colton no necesitaba otro tipo de cooperación. Se


hundió en el culo de Sebastian con un golpe suave. Agarró
las caderas de Sebastian y echó la cabeza hacia atrás. Los
músculos venosos del cuello de Colton se tensaron cuando
jodía a Sebastian, corriendo hacia su propio orgasmo.

La caliente marca en el culo de Sebastian era a la vez


emocionante y abrumadora. Si no hubiera llegado al clímax
ya, habría conseguido ponerse duro otra vez. El placer
adormeció su mente de todos modos. Y viendo la cara de
placer de Colton, fue aún más gratificante. —Eso es.

Bajando la barbilla, Colton es encontró con la mirada


430 de Sebastian. Los ojos de Colton se abrieron una fracción
de segundo antes de que los cerrara de nuevo. Su cuerpo
se tensó, pero siguió empujando. Un bajo gruñido escapó
de su garganta, y se quedó paralizado.

Finalmente, Colton salió de él y se dejó caer sobre su


espalda junto a Sebastian. Caliente chorro de fluído se
deslizaba por el culo de Sebastian.

Los dedos le cosquilleaban en la mano, entonces


Colton la agarró.

Sebastian apretaba y acariciaba con el pulgar.


Rodando la cabeza hacia un lado, sonrió a Colton.
Colton le devolvió la sonrisa.

Sebastian estaba tan en paz en este momento que


dudaba que cualquier cosa pudiera molestarlo. Rodando a
su lado, tocó la afeitada mejilla de Colton. —Tengo que
decirte algo.

—Está bien. —Colton se arrimó al tacto, frotándose


contra la mano de Sebastian como un gato.

—Colton, yo…

—¿Mi Lord? —Interrumpió Berkley.

Sebastian gruñó. ¿No había dicho que no quería ser


molestado? —Berkley, será mejor que algo esté en llamas.

—Lo está, Mi Lord. Los establos están en llamas.

El pánico golpeó a Colton duro, si hubiera estado de


431 pie, habría sido derribado. Saltando de la cama, tropezó y
su visión se quedó en blanco por un momento. Sin esperar
a que todo clareara, sacudió sus pantalones y agarró su
camisa.

—Colton, espera. —Saltó Sebastian alrededor tratando


de ponerse sus pantalones. Algo se estrelló contra el suelo,
pero Colton no esperó a ver qué.

Los caballos. Colton tenía que llegar a los caballos.

«Maldita sea. Apollonia se encuentra en esos establos»


No era más que un bebé. Colton corrió como un cañón a la
puerta y bajó las escaleras. Daba cuatro pasos a la vez
hasta llegar a la parte inferior.
Los sirvientes corrían por el vestíbulo como un
enjambre de abejas locas. Los gritos hicieron eco junto con
un rugido sordo. Un resplandor anaranjado provenía de la
puerta principal abierta. Nieve -¿o era ceniza?- Explotó
interiormente, dando vueltas alrededor del nudo ondulado
de gente que chillaba y armaba escándalo.

—¡Salid fuera! Coged mangueras, baldes y todo lo que


pueda contener agua. —Temía lo que se iba a encontrar,
Colton se abrió paso entre la multitud y fuera en la puerta.
«Por favor, que no sea un gran incendio»

Era enorme. Los caballos se precipitaron delante por el


césped con las cabezas y las colas altas. Max evitaba a un
mozo de cuadra tratando de atraparlo. Dazz había corrido
hasta el prado y relinchaba para meterse en su interior.
Otros pocos caballos corrían lejos del fuego y del personal,

432 pero no Apollonia y no Apollo.

Colton corrió hacia el granero. La ventisca de viento le


dio una bofetada en la cara.

Alguien lo agarró del brazo. —No. Mi Lord, es


demasiado peligroso —declaró uno de los mozos de cuadra.

Quitándole de su hombro, Colton gritó por encima: —


Reúne a los caballos. Cálmalos y comprueba sus lesiones.
—La puerta del establo estaba abierta y despejada de
llamas. El rugido del fuego ahogaba los gritos de los
sirvientes y los sonidos agitados de los caballos. Diez
metros de llamas, el calor era tan intenso que Colton se
tambaleó hacia atrás. Se secó los ojos y atacó a sus
mejillas. Lanzó su brazo delante de la cara—. ¡Apollo!
¡Apollonia!

Un relincho angustiado le respondió. Hubo movimiento


dentro de las columnas de humo negro.

—Colton —gritó Sebastian.

Conteniendo la respiración, Colton corrió hacia el


establo tan rápido como pudo. En el interior el calor era
casi insoportable. El sudor corría por su rostro, y el humo
picaba los ojos. Era tan doloroso que no podía dejar de
gritar.

Apollo caminaba de un lado a otro en el pasillo frente


al compartimento de Apollonia. Sus orejas se aplastaban
contra su cabeza y sus ojos eran salvajes. Relinchaba y
chillaba a Apollonia, que todavía estaba en el establo, y
golpeaba el suelo. Su puerta colgaba en la pared por una

433 bisagra, la madera rota en varios lugares. Se había


quedado por Apollonia.

El corazón de Colton se hundió. Tenía que sacar a los


tres de aquí. —Está bien. Estoy aquí. Vamos a sacarla. —El
humo y el hollín invadió la garganta de Colton, quemando
sus pulmones. Tosió, y sus ojos se humedecieron. Apenas
podía ver a través de las lágrimas. El calor bombardeaba su
cuerpo, empapándole en sudor.

Apollo se volvió hacia la puerta, bufando y lanzando la


cabeza violentamente.

Ignorándole, por el momento, Colton corrió hacia el


establo de Apollonia.
Sus ojos se movían erráticamente alrededor, y sus
oídos se agudizaron. Ella gemía, y sonaba como un grito.
Corriendo a la puerta, trató de salir.

—Shhh... —Abrió la puerta y saltó fuera del camino,


esperando que saliera disparada de los establos, pero no lo
hizo. Se estrelló contra él, casi lo derribó en el suelo y
resoplaba. Ella le embestía con la cabeza en un intento de
enterrar su cara bajo el brazo. Pobre bebé. —Va a estar
todo bien, tunantuela.

Apolo comenzó a encabritarse y relinchar más fuerte.

Tosiendo, Colton agarró su pecho, pero los espasmos


persistían. Oh, dolía.

Las llamas arrasaron a través de la puerta abierta,


creando un muro de fuego. Un fuerte crujido resonó por

434 encima del rugido, y las chispas cayeron sobre ellos. Las
vigas del techo crujieron y empezaron a doblarse.

Tirando de su camiseta arriba por encima de su nariz y


boca, Colton se apresuró a regresar al establo de Apollonia,
cogió su cuerda delantera y la clavó a su dogal. —Por favor,
sígueme. —No tenía ninguna duda de que Apollo pasaría
por el fuego por él, ¿pero Apollonia? Nunca había estado
tan asustada en su vida.

El humo presionaba sobre él, y las olas de calor


distorsionaban su visión. Colton tosía continuamente a
pesar de haber cubierto su rostro. Sus miembros pesaban
una tonelada. El letargo golpeaba sobre él. El tiempo se
está acabando. El calor era muy intenso. Sosteniendo la
cuerda, se dirigió a Apollo.

Apollonia tiró de la cuerda, tratando de alejarse del


fuego. Oh galaxias, no.

—Vamos, nena. Tienes que confiar en mí. —Tosió tan


fuerte que apenas podía hablar.

Apollo estornudó y golpeó su cabeza. Sus músculos se


estremecieron, pareciendo como si se movieran
independientemente de su piel.

Sin soltar la cuerda, Colton se dirigió al lado de Apollo.


Trató de susurrar aliento, pero no pudo hacerlo con su
sequedad de garganta. Con la esperanza de que Apollo
entendiera, Colton le tendió la mano. Si no los sacaba de
aquí ahora, él no iba a estar despierto para sacarlos. La
falta de oxígeno le estaba pasando factura, y no pudo

435 recobrar el aliento con suficiente profundidad. Debería estar


arrastrándose para evitar gran parte del humo, pero no
podía llevarles a todos fuera, si estuviese sobre el suelo. —
Shhh...Chico. Calma. —Se atragantó.

Apollo se asentó, poniendo su hocico en la mano de


Colton. «Eso es. Tienes que confiar en mí, viejo amigo»
Agarrando un puñado de crines, Colton intentó arrastrarse
a lomos de Apollo y no acertó. La tarea normalmente fácil
se vio obstaculizada por el caballo haciendo cabriolas
alrededor y el letargo de Colton.

Le tomó tres intentos, pero cuando finalmente Colton


se subió en el caballo, Apollo parecía estar esperando
instrucciones.
Chasquido, explosión. Una viga explotó y se estrelló
contra el suelo, detrás de ellos.

Apollo se encabritó de nuevo, y Colton luchó por


aferrarse. Se deslizó hacia un lado. Se esforzó para pescar
en Apollonia por la cuerda delantera, pero ella se mantuvo
en sus trece. «Oh, por favor... Por favor» Colton no podía
esperar más. Volviéndose a Apollo, llevándolo lo más atrás
en el granero como pudo, colocó la cuerda para que
Apollonia no se enredase en ella.

Los había seguido cuando se movieron y se puso a su


lado. Extendió la mano y acarició su rostro. —Vamos, nena.
—Por favor. No tenía la menor duda de que Apollo haría lo
que se le instruyera, incluso a través de su miedo, pero… —
¡Ja! —Golpeó a Apollo en los flancos y se inclinó sobre su
lomo—. ¡Ja!

436 Hubo un tirón suave en la cuerda cuando Apollo salió


disparado hacia la puerta y la pared de llamas enfrente.

—Ja —Colton gritó de nuevo y se mantuvo así.

Apollo ni siquiera se detuvo. Corrió hacia el fuego.

Colton, con los nudillos blancos de la cuerda en la


mano, bajó la cabeza, cerró los ojos y rezó.

El rugir del fuego, las explosiones y las grietas,


sonaron a su alrededor. Sus pulmones ardientes dejaron de
doler, y agudizó sus sentidos. La temperatura abrasadora
quemaba su cuerpo, y el dolor le atravesó la mano que
sostenía la cuerda. El aire frío se apoderó de Colton como
un balde de agua helada y le robó el aliento. Su corazón
latía, y el paso de Apollo se igualaba al golpear su zancada.
Era como volar.

Colton empezó a toser y no podía parar. Una cacofonía


de ruidos los rodeaba. Gritos. Voces. Sebastian gritando su
nombre. Apollo seguía galopando.

—Whoa, bo… —tosiendo, Colton tomó su mano y la


miró cuando Apollo desaceleró. Él abrió el puño.

La cuerda se había ido, y en su lugar había sangre,


piel serrada. Carmesí corría por la palma de la mano y cayó
sobre su muslo. Plaf. Plaf. Plaf. Se extendía en el tiznado
curtido tejido en círculos dentados. Su mano estaba vacía,
su conexión con Apollonia se había ido. Noooo... Se quedó
mirando la mano hasta que las lágrimas le ocultaban la
vista.

437 Apollo finalmente se detuvo, y Colton se inclinó y


vomitó.

En el momento siguiente, Colton fue arrancado del


lomo de Apollo.Cayendo.

—¡Colton! ¿Cariño? Di algo.

Colton se aferró a Sebastian. Se clavó a él realmente.


Tenía que hacer que el dolor en su corazón desapareciera.
Otra serie de toses atormentaron su cuerpo. A salvo.
Estaba a salvo. Apollo estaba seguro, pero… Esta es mi
culpa. Debería haberla dejado con su madre.

Sebastian se apartó, mirándolo de nuevo.

Colton se zambulló en los brazos de Sebastian. Estaba


más seguro allí. Necesitaba apoyo, amor y seguridad.

Frotando la espalda de Colton, Sebastian le besó en la


sien. —Aún no hemos terminado con esto, pero tenemos
cosas que hacer. Ir a calmar a Apollonia para que pueda
comprobarla, y voy a echar un vistazo a Apollo. El resto de
los caballos parecían estar bien. Todo el personal está muy
bien. Galaxias, nunca he estado tan contento de que no
haya habitaciones en los establos.

—¿Qué? —Colton se echó hacia atrás y observó el


rostro de Sebastian—. ¿Qué has dicho?

—Dije…

Colton se volvió y buscó los jardines.

Apollonia corría en círculos a varios metros del fuego,


con su cuerda arrastrando en el suelo y tres mozos de
438 cuadra la perseguían. Ella estornudó, sacudiendo la cabeza.
Manchas negras estropeaban su hermoso pelaje alazán.

Un sollozo escapó de la garganta de Colton y se


convirtió en otro ataque de tos. El peso en el pecho se
disolvió, y sus rodillas se doblaron. ¡Oh galaxias, gracias!
Su bebé estaba bien.

Unos brazos fuertes rodeaban su cintura. —¿Estás


bien?

Colton se volvió hacia su consorte, lo agarró por la


cara y lo besó. —Nunca he estado mejor.
Capítulo Veintiuno
Sebastian arrastró a Colton de vuelta a sus brazos.
Susurró contra el oído de Colton: —Te amo. —Ahora que lo
había dicho, se sentía casi como un alivio. Como algo que
había necesitado bajar de su pecho.

Durante el tiempo que viviera Sebastian nunca se


sacaría la visión de la cabeza de Colton saliendo disparado
de la muralla de fuego en el lomo de Apollo. Tampoco
Sebastian superaría el terror que se apoderó de él cuando
439 Colton corrió hacia el granero y las llamas se cerraron
detrás de él. Sebastian había estado demasiado lejos para
detenerlo. Sebastian ahora tenía úlceras, estaba seguro de
ello. Su estómago se retorció y revolvió. Por el hormigueo
en su cabeza no había duda de una repentina explosión de
cabello gris. Apretó a Colton con más fuerza, tratando de
calmar su pulso acelerado. La ceniza y el hollín que se
aferraban a Colton atragantó a Sebastian, haciéndole toser
tan fuerte como Colton.

—Pequeño tonto loco. —Sebastian sacudió los


hombros de Colton—. Si alguna vez haces algo tan tonto
otra vez, no me importa cuánto te ame, voy a llenarte de
moratones y luego encerrarte en la torre más alta del
castillo Townsend y tirar la llave. ¿Me escuchas?

—¿Tú me amas? —La voz de Colton era baja y áspera.

«¿Dónde está el maldito médico?» —Sí, más de lo que


puedas posiblemente saber. —Sebastian se movió de
nuevo, pero no soltó a su consorte. No pudo. Casi había
perdido a este. El caos a su alrededor apenas se registró
mientras frotaba los brazos de Colton.

Bueno galaxias, con manchas negras por todo el


rostro, Colton parecía una persona sin hogar. Incluso el
pelo de Colton estaba chamuscado. Sebastian manoseó los
mechones, y un dolor desgarrador se retorció en sus
entrañas. »Te he amado durante tanto tiempo, pero me
negué a admitirlo a mí mismo. Creo que me di cuenta
cuando trataste de ignorarme. Realmente no me gusta que
me ignores. —La piel alrededor de los oídos de Colton
440 estaba roja, hinchada y caliente al tacto.

—Prometo no ignorarte ya más. Bueno, tal vez si me


haces enojar, ya que acabas de revelar el que sería un
castigo efectivo... —Colton sonrió—. Te amo también, pero
entonces tú ya sabías eso, ¿verdad?

Era demasiado esperar. ¿Podría Colton realmente


amarlo? Colton había tenido un enamoramiento con él
durante mucho tiempo, pero las cosas eran diferentes
ahora. Si podía sentir amor después de haber vivido con
Sebastian en los últimos días... —Yo no estaba seguro. —
Agarró la mano de Colton, reacio a romper el contacto. El
antebrazo derecho de Colton era de color rojo brillante y
con ampollas. Su manga estaba parcialmente
desaparecida—. Estás quemado.

Colton echó un vistazo a su brazo. —Puedo estar


quemado después. No tengo tiempo ahora. Tenemos que
conseguir que los caballos se establezcan y ayudar con el
fuego.

Al gentil recordatorio, la formación de Sebastian se


puso en marcha. La vida y la muerte. Colton no estaba
herido mortalmente por el momento, pero el fuego seguía
planteando una gran amenaza. Tenían trabajo que hacer.

A pesar de que la nieve cubría totalmente el suelo y


empezaba a formar surcos, el viento era alto. Los sirvientes
volcaban y rociaban agua sobre el área circundante.

—Hace demasiado frío para que los caballos se queden

441 fuera en el prado. Tenemos que llevarlos a los establos del


castillo. —Lo que debería ser interesante teniendo en
cuenta que toda su guarnición había desaparecido. Al
menos Apollonia tenía una cuerda atada a ella. Seguiría a
Colton, así podían utilizar la cuerda en algunos de los otros
caballos.

—Los traeré. —Colton se llevó los dedos a la boca y


dejó escapar un silbido ensordecedor. De inmediato
comenzó a toser.

Sebastian frunció el ceño y miró hacia la calle. ¿Qué le


estaba llevando al médico tanto tiempo?

Apollo, Apollonia, Max, Dazz y Lisette, uno de los otros


caballos que Sebastian guardó, trotaron hacia Colton. Los
otros tres caballos, Hockley, Dancer e Yvonne, continuaron
corriendo alrededor. Bajo las circunstancias, cinco de ocho
era impresionante. Colton era como el flautista de Hamelín
de los caballos.

Sebastian saludó el personal fuera. —Adelante. —A


Colton, le preguntó: —¿Qué sugieres? ¿Vas sólo a caminar
y dejar que te sigan? —Se burló Sebastian.

—No, listillo. Voy a ir a ponerme mi abrigo, montar a


Apollo y llevar en manada al resto de ellos. —Colton sonrió,
soltó su mano y envolvió sus brazos alrededor del cuello de
Apollonia, que se había acercado y cabeceó a Colton—.
Entonces voy a conseguir que los mozos de cuadra los
revisen a todos y se aseguren que están bien.

La yegua relinchó y resopló, todavía ansiosa.

442 Sebastian sacudió la cabeza. Después de lo cerca que


había estado de perder esta noche a Colton, Sebastian
odiaba admitirlo, pero sospechaba que los dos caballos
habrían perecido en el incendio si Colton no los hubiera
rescatado. Se alegró de que ambos estuvieran bien
también. —Tomó un gran riesgo.

—Tuve que hacerlo. Valían la pena.

—No a tu costa. —Sebastian tocó su mejilla y le dio


unas palmaditas a Apollonia. Agarró la mano de Colton otra
vez para conseguir que se moviera.

—Ah. —Colton hizo una mueca.

Su mano estaba húmeda y crujiente. Sebastian


levantó la mano de Colton a la luz. Estaba ensangrentada y
desgarrada en pedazos. Joder. ¿Cómo se había olvidado
Sebastian que Colton sostenía la cuerda y Apollonia se
separó cuando habían salido de los establos?

—Vamos. Vamos a ir a curar tu mano. Maldición.


¿Doctor? —La voz de Sebastian subió en cada palabra.
Deslizando su mano en la muñeca de Colton, Sebastian tiró
de él hacia la casa.

Los caballos siguieron.

—¿Sebastian?

—¿Qué?

—¿Quiénes son esas personas? —Colton apuntó hacia


el extremo más alejado del césped.

443 Dos hombres se acercaron a pie. Estaban demasiado


lejos, a unos cien metros de distancia, y la nieve era
demasiado pesada para que Sebastian distinguiera
cualquier cosa que no fueran siluetas, pero uno de ellos
seguía tropezando.

—¿Qué demonios? —Sebastian agarró el brazo de


Colton y tiró de él por las escaleras al interior de la casa.
Necesitaba su fragger de la oficina. Tenía una extraña
sensación acerca de sus potenciales visitantes.

El clip-clop de los cascos de los caballos resonaba en


el mármol.

Sin volverse, Sebastian gruñó y soltó a Colton.


Sebastian sabía exactamente quién los había seguido a su
interior. —Sácala de la casa.

Colton se rió y empezó a hablar con Apollonia.

Sebastian fue a la caja fuerte de la pared detrás de su


escritorio y trasladó el cuadro de en medio. —Berkley, ¿qué
puedes decirme acerca de los hombres en el borde del
césped?

—Uno de ellos parece ser el hombre que inició el


fuego, Mi Lord.

—¿Qué? —Sebastian se congeló en el proceso de


presionar el pulgar al escáner—. ¿Me estás diciendo que el
fuego no fue un accidente? Como un mozo de cuadra
fumando o algo así.

—No, Mi Lord. Un hombre provocó el incendio.

444 «Maldición, implosión de planetas» In-jodidamente-


creíble. —¿Por qué no me enteré de que alguien estaba en
la propiedad antes de que se acercara lo suficiente para
iniciar un maldito fuego? —La caja fuerte se abrió. Quitó la
fragger, cerró la caja fuerte y colocó el cuadro sobre la caja
fuerte.

—Usted dijo que no le molestara a menos que hubiera


un incendio o alguien hubiera muerto, Mi Lord.

Sebastian apretó los dientes. —Maldita sea, Berk. No


importa. Hablaremos de esto más tarde. —Corrió fuera de
la oficina.

—Mi Lord, Jeffers ha preguntado por el fuego. ¿Qué le


digo? —Preguntó Berkley.

—Dile que todo está bajo control y a Sus Altezas que


se queden allí. Diles que Colton y yo estaremos en el
castillo de un momento a otro. —Después que Sebastian
averiguara lo que estos hombres querían.

Colton estaba en la puerta con los caballos reunidos


alrededor de él.

El incendiario y el otro hombre estaban más cerca


ahora, casi sobre ellos. El hombre al frente a punto de caer.
El otro, el más grande le estaba empujando.

Sebastian se alejó de los pasos y los esperaba con su


fragger a su lado. —Colton, entra.

—No por tu vida.

445 Algunos de los sirvientes se reunieron alrededor,


colocándose entre los hombres y Sebastian y Colton. Digby
realmente retrocedió en Sebastian. —Lo siento, Mi Lord.

Sebastian acarició al chico en la espalda y caminó


alrededor de él, sin apartar los ojos de los hombres que se
acercaban.

Un hombre estaba vestido como un caballero con un


abrigo gris y bonitas botas negras pulidas. El otro era rudo,
desaliñado. También tenía puesto un abrigo, pero era una
lana andrajosa que había visto días mejores. Su cabello era
demasiado largo y desgreñado. Su rostro resplandecía de
rojo donde el viento le había cuarteado.

—¿Durant? —El caballero gritó. Estaba usando la


fuerza bruta en el otro hombre—. Quiero decir Hastings.
¿Eres tú?

Un escalofrío se deslizó por la espina dorsal de


Sebastian. No había sido llamado por su nombre de
nacimiento hacía siglos. —¿Sí? —Dio un paso más cerca de
Sebastian. Había algo familiar en el hombre. Parecía...—
¿Robert? ¿El teniente Robert Jenkins?

—Sí. —Robert Jenkins, hijo del desaparecido Almirante


Carl Jenkins, avanzó a la luz y empujó al hombre delante
de él hacia los sirvientes que les habían rodeado—. Atadle.
Él es el responsable del incendio.

El temperamento de Colton cobró vida más caliente


que el fuego ahora quemándose fuera. Quería respuestas, y
las quería ahora. Empujando a través de Sebastian y
Robert Jenkins, Colton ignoró sus protestas y cerró la
446 mirada con el incendiario sentado en el suelo contra la
pared de Wentworth Park. —¿Cómo era el tipo que te
contrató?

—Era un caballero. Aire oscuro, bien vestido. Me pagó


cien libras. ¿Significa esto que puedo irme? Les he dicho
quién me contrató —declaró el hombre desaliñado.

—Por supuesto que no —medio gritó Sebastian—. Tu


lamentable culo se va a la cárcel. —A su mayordomo
asistente, dijo: —Ve a buscar al alguacil.

Robert Jenkins se metió las manos en los bolsillos. —


Diles lo que dijo. —Pateó el pie del hombre.

—Ay —se quejó el pirómano—. Dijo que era tu


hermano más joven y que estaba cansado de que tu padre
lo vomitara en su cara.

—¡Mierda! —Colton se salió de sus casillas. Agarró al


hombre por el cuello—. Mientes. Tarren nunca haría…

Dos brazos alrededor de Colton desde atrás, lo


arrastraron fuera del hombre. Colton luchó. Nadie acusaba
a su hermano pequeño de algo así y se salía con la suya.

—Colton, cálmate —le susurró al oído Sebastian.

Colton se volvió hacia su marido. Colton estaba


cansado, herido, él y sus caballos habían sido casi
asesinados y este gilipollas acusaba a su familia de mala
conducta. —No me digas que…

—Él hablaba conmigo.

447 —… me calme.

—No fue Tarren quien le envió. Fue Plume.

—¿Qué? —Colton gritó. ¿Plume? Eso no tenía ningún


sentido.

Sebastian agarró la mano sana de Colton. —Vamos.


Tenemos que hablar. —Miró por encima de la cabeza de
Colton—. Robert, no vayas a ninguna parte. Tengo un
montón de preguntas para ti.

—Yo no voy a ninguna parte.

—¿Te encargarás de esto?

Robert asintió.
Sebastian metió a Colton en la casa y hacia el estudio.

—¿No te parece todo esto un poco extraño? —Colton


sacó la mano de la de Sebastian. No estaba de humor para
ser apaciguado.

—Maldita sea, Colton. Estoy tratando de decirte algo.


Traté de decirte esto antes. —Sebastian tomó su mano otra
vez, tiró de él al estudio y cerró la puerta—. El Vizconde
Leith es mi padre.

Colton se congeló. No podía haber estado más


sorprendido si alguien le hubiera dicho que era adoptado.
Pero Sebastian tenía una madre, ¿no? ¿Por qué el Vizconde
y el Vizconde-Consorte no reconocían a Sebastian como su
hijo? —No comprendo.

Sebastian se encorvó contra la puerta y pasó las

448 manos por la cara. —Mi madre era su amante.

Un nudo se formó en la garganta de Colton. Su ira se


evaporó, y retrocedió hasta que sus piernas golpearon la
silla frente a la chimenea. Se dejó caer en el asiento y miró
a su consorte. «Bueno, eso explica su marca de nacimiento»
Su padre nació con tecnología Regelence de procreación y
pasó la marca a Sebastian a pesar de que fue concebido de
forma natural.

Sebastian se trasladó al aparador y se sirvió una copa.


La bebió y siguió sin volverse. —Había trabajado para sus
padres, el Conde y Conde-Consorte de Vale, desde que
tenía quince años. Cuando Leith se mudó de su casa
familiar, la llevó con él a la casa de Dogwood. Todo fue
genial entonces. Ella compartía un cuarto con él y actuaba
como señora de la casa. Me quedé en el cuarto de los niños
con mi institutriz, pero conseguía salir fuera a jugar cuando
mis estudios terminaban. Era maravilloso. No había nada
como la vida en Plume House había sido.

»Entonces los padres de Leith amenazaron con


cortarle los fondos si no se casaba. Eligieron su marido y
todo. Yo tenía sólo seis años, pero no puedo recordarle
quejándose de ello. Cuando se casó, mi madre y yo nos
mudamos a nuestra propia casa en la calle Hamilton. No
cambió mucho. Continuamos viviendo la vida que
estábamos acostumbrados. Mamá todavía tenía vestidos
bonitos, yo todavía tenía una institutriz y un montón de
juguetes. Mi Pa-Leith se quedaba con nosotros más a
menudo que no, volviendo sólo a Dogwood House para
hacer las cosas que necesitaba. Eramos felices.
449
»Cuando ella murió de gripe, cuando yo tenía diez
años, Leith me trasladó a la Casa de Dogwood con él. No lo
vi durante días. Después de una semana, me pusieron a
trabajar en los establos durante unos días y, finalmente,
me echaron a la calle. Viví en las calles durante años,
robando en los bolsillos de la gente para sobrevivir. La
suerte quiso que un día robara el bolsillo del Almirante
Jenkins -que era un capitán entonces- y me acogió. Todavía
no sé por qué lo hizo, pero me llevó a su casa, me dio de
comer y se ofreció a comprarme una comisión en la Marina
Regelence. El resto de ello ya lo sabes. —Sebastian se
volvió y se encontró con la mirada de Colton. Los hombros
de Sebastian estaban bien altos, pero su rostro... Sus
párpados caídos. Su rostro estaba pálido.

Desgarró el corazón de Colton. Se puso de pie,


queriendo ir a su consorte, pero Sebastian alzó una mano.

»Si quieres irte, lo entiendo. Debería haberte dicho


todo esto antes de casarme contigo. Lo siento. —Inhaló y
exhaló—. Giles estaba disgustado después que se lo dije.
Me echó de su cama y de su vida. Una semana más tarde
murió de un ataque al corazón.

No es de extrañar que Sebastian no quisiera decírselo


a Colton. Empezó a avanzar de nuevo.

Sebastian se volvió de espaldas. »Declara una


anulación.

—¿Qué? —Colton se quedó inmóvil, su ira en aumento.

450 —Te dije que declares una anulación. No impugnaré.

—De todos los…

Hubo un estrépito desde el vestíbulo y un grito.


Sonaba como Robert.

—Sebastián —Sí, definitivamente Robert.

—Colton —una voz familiar llamó.

Colton frunció el ceño. —¿Cony?


Capítulo Veintidós
Sebastian entró en el vestíbulo y se congeló. El Rey
consorte Raleigh se colocó en el medio de la espalda de
Robert, y Deverell se puso de pie sobre ellos con una
fragger que apuntaba a la cabeza de Robert.

Steven, Rexley, Aiden, Tarren, Winstol y Ashbourne


estaban junto a la puerta delantera con tres guardias
armados a sus espaldas.

Robert volvió la cabeza y se encontró con la mirada de


451 Sebastian. —¿Ayuda?

«Genial» Todo esto era lo que necesitaba Sebastian.


Un final perfecto para un día perfectamente horrible. —Su
Alteza, este es Robert Jenkins.

—Sabemos quién es. Le perseguimos esta noche —


gruñó Nate—. Lo que quiero saber es por qué está
siguiendo a nuestro Rey.

¿Qué? Sebastian miró a Robert. —¿De qué están


hablando?

Robert lanzó un gruñido. —Puedo explicar.

—Todo el mundo que entre en el estudio y vamos a


arreglar esto. No estoy de humor para más drama. —La voz
ronca apenas sonaba como Colton.

Sebastian hizo una mueca. Colton tenía que estar en


la cama, curándose.
—Bien, galaxias. —La cara de Steven palideció—.
Berkley dijo que todo estaba bien. Colton no está
obviamente muy bien.

Raleigh sorbió un agudo respiro. La lucha por


quedarse donde estaba o ir a Colton se dibujó en su rostro,
pero se quedó donde estaba.

Nate finalmente bajó la fragger y la metió en su


sobaquera. La Guardia Real que les había acompañado aún
mantenía sus rifles apuntando a Robert sin embargo.

Colton levantó la mano. —Estoy bien.

452 —Te ves terrible. —Apresuró Steven alrededor de


Raleigh y Nate.

Colton le abrazó. —Estoy bien. Robert atrapó al


hombre que puso al granero en llamas.

Acariciando la espalda de Colton, Steven asintió a


regañadientes y liberó a Colton. Steven miró a Robert
Jenkins y arriba a Sebastian.

Sebastian asintió. —Confío en él. —En cuanto a los


guardias, dijo: —Tenéis permiso. Volved a vuestras
funciones. Acompañaré a casa a todos.

Raleigh, le soltó. —Todo el mundo a la oficina. —


Steven hizo entrar a Colton al estudio.

Todo el mundo se alineó detrás de ellos, mientras se


apretujaban a través de la puerta del estudio, se
desplegaron y comenzaron a hablar entre ellos.

Steven llevó a Colton al sofá de dos plazas y lo empujó


en él. —¿Estabas en los establos?

—Entré detrás de Apollo y Apollonia, pero todos salió


bien.

Una vez más, Sebastian hizo una mueca. Debería


haber abordado a Colton antes de que saliera de su
dormitorio, y Sebastian lo habría hecho si hubiera tenido
alguna idea de lo que Colton iba a hacer.

Raleigh, que sólo se había detenido junto a ellos,


contuvo el aliento.
453 Sebastian no necesitaba que nadie le dijera que había
fallado en sus deberes como esposo. Era el responsable de
esta debacle general. Lo mejor que podía hacer era dejar ir
a Colton. Galaxias, el pecho de Sebastian dolía.

Se deslizó en el asiento junto a Colton, pero no lo


miró. Sebastian no quería hacerlo. Sabía que Colton estaría
a su lado, pero no era justo esperarlo.

—Muy bien, entonces. ¿Qué diablos está pasando? —


Raleigh fue a sentarse en el escritorio de Sebastian y se
dirigió a la habitación en general.

Nate y Aiden estaban de pie junto a la chimenea.


Rexley y Problema se sentaron en las sillas frente al sofá de
dos plazas. Tarren y Ashbourne arrastraron asientos de un
lado de la habitación y se unieron a Rexley y a Problema.
Steven se inclinó sobre la mesa al lado de su consorte.
Todo el mundo estaba mirando a Robert, que estaba de pie
en la puerta.

—Lo siento, Alteza. —Robert se aclaró la garganta—.


Yo no quise preocuparle. Sólo necesitaba saber si podía
confiar en usted. Con el Almirante uniéndose a su familia
no estaba seguro de si podía. —Miró a Nate, y un rubor se
deslizó a través de los pómulos de Robert—. Sin ánimo de
ofender, Hawk. Mi padre te contaba como amigo, pero
también eres una gran parte de la IN.

Nate asintió. Había guardado la fragger, pero la culata


era visible desde el abrigo de noche desabrochado. —
Entiendo. —Agitó su mano en un movimiento circular—.

454 Continúa.

Tragando tan fuerte que su garganta se balanceaba,


Robert volvió su atención a Steven y Raleigh, una vez más.
—Yo sabía que podía confiar en el teniente Dur... Quiero
decir Wentworth. —Se centró en Sebastian—. Disculpas.
Antiguo hábito.

Sebastian bajó la cabeza.

Colton deslizó su mano dentro de la de Sebastian. Era


cálida y sólida. Sebastian apretó suavemente. ¿Quería
abandonar esto? No. Pero le daría la opción a Colton.
Sebastian le debía mucho.

—Entonces, ¿por qué no fuiste a Sebastian la primera


vez en vez de espiar a Steven? —preguntó Raleigh.

—No me di cuenta de quién era. Yo lo conocí como el


Teniente Sebastian Durant. He estado fuera del planeta
durante los últimos diez años en una misión tras otra. Mi
padre nunca mencionó que el Teniente se casara. Nunca
hubiera imaginado que trabajara como Jefe de Seguridad
del castillo.

—Entonces, ¿qué te hizo ir con él? —preguntó Nate.

—Después que todos me persiguieran esta noche, me


encontré con un viejo conocido del Tenie-er, de Wentworth.
Hablamos y me dijo dónde encontrar a Wentworth. Tienen
que entender, tenía que estar seguro. Soy un hombre
buscado. Si el IN me encuentra, me matarán como lo
hicieron con mis padres.

455 Toda la sala se quedó sin aliento y empezaron a hablar


a la vez.

—Shhh... calma. —Raleigh cortaba con su mano el


aire—. Robert, ¿cómo sabes que mataron a tu familia?

—Es sólo una sensación. Recibí un mensaje de mi


padre hace tres meses, mientras yo estaba en una misión
de entrenamiento. La nota decía algo acerca de recordar mi
infancia y cómo solía esconderme debajo de las escaleras
cuando jugábamos al escondite. Era una extraña nota.
Porque nunca me escondía debajo de la escalera. Ese fue
siempre su escondite. —Robert negó con la cabeza—. Él y
mi mamá siempre me escribían, pero nunca así. Sus cartas
anteriores trataban de sus idas y venidas, de lo que
estaban haciendo, de los nuevos cachorros de mi tía Mary,
de la gota de mi primo Henry, preguntando por mi salud y
ese tipo de cosas. Los recuerdos y reminiscencias
inexactas, no eran correctos. Era tan extraño que tomé un
permiso de emergencia y regresé a casa. Cuando llegué
aquí, la casa había sido saqueada, y no había ni rastro de
mis padres o de mi tía Mary. Localicé a mi primo, y me
sugirió que mirara más de cerca la casa.

Robert pasó las manos por la cara y suspiró. Tenía


bolsas debajo de los ojos. »Entonces me acordé de la nota.
Pensé que podría ser una pista sobre su paradero, por lo
que empecé a buscar. Intenté debajo de la escalera y no
encontré nada, pero luego me di cuenta de que no
mencionó mi escondite favorito en la nota, así que fui allí.
—Sonrió—. La despensa del mayordomo. Pegado a la parte
superior del montaplatos había una carta y esto. —Metió la
456 mano en su chaqueta y sacó una pequeña caja de metal del
tamaño de una uña humana. Una unidad de disco duro.

De nuevo la sala estalló en el caos con todos hablando


a la vez.

—Callar —ordenó Steven.

Robert arrojó el disco duro a Steven. —La nota decía


que si yo estaba leyendo esto, mis padres probablemente
ya estaban muertos. Era bastante críptico. Decía que
pusiera esto en manos del Rey Steven, pero que tuviera
cuidado en quién confiar. Dejaba en claro que añadiera que
debería asumir que la EN vigilaba al Rey Steven, y no debía
confiar en el IN o cualquier persona afiliada a ellos sin
averiguar sus lealtades. —Volvió a mirar a Nate—. Tomé
eso como que se refería a ti, Hawk. Creo que quería que
me asegurara de que tu lealtad fuera con tu nueva familia
en lugar de la IN.

—¿Qué es esto? —preguntó Steven.

—Hugo, el mayordomo de mis padres. Cualquier cosa


que mi padre supiera, estará en la memoria de Hugo.

Castillo Townsend.

Recién duchado y vendado, Colton se sentó en el


borde de su cama, en sólo un camisón y vio al médico
457 colocar un vial en el inyector bioquímico. Padre y Cony
habían insistido en que permaneciera esta noche en el
castillo. La habitación era el más grande dormitorio en la
suite recién nombrada. El personal había trasladado todos
los antiguos muebles de Colton, incluyendo las obras de
arte en sus paredes.

—¿Eso hará que me duerma?

—Debería. A menos que seas como tu hermano. —


Sonrió el doctor—. En ese caso, me marcharé tan pronto
como te lo dé a ti.

Colton se rió. Tarren era famoso por tener reacciones


muy particulares a medicamentos. Los analgésicos que
ponían a la mayoría de la gente a dormir, hacían que
Tarren se subiera por las paredes. Dado que Tarren ya
tendía a estar en el lado hiperactivo, los resultados no eran
propicios para la armonía en el hogar... sobre todo entre los
residentes mayores. —¿Puedo tomarlo yo mismo dentro de
un rato? Quiero comprobar algunas cosas antes de irme a
dormir.

El doctor Tebaldi levantó una espesa ceja roja. Era un


hombre agradable, cerca de la edad de Padre y Cony, con
el pelo de color rojo brillante, patillas y un montón de
pecas. Había sido su médico desde que estaba fuera de la
escuela de medicina. —Está bien, pero no más de media
hora. Necesitas tu sueño para que las nanomitas puedan
hacer su trabajo y curar la piel quemada y el corte de la
cuerda en la mano.

458 —Lo prometo. —Colton levantó la mano vendada y


trató de no estremecerse. La maldita cosa estaba
empezando a doler ahora que su adrenalina había
desaparecido.

La puerta se abrió cuando el médico introdujo el


inyector en la mesita de noche. Sebastian entró y miró
alrededor. Se encontró con la mirada de Colton y sonrió.

Colton le devolvió la sonrisa. Iban a estar bien.

El Dr. Tebaldi cerró la bolsa, miró hacia la puerta y de


nuevo a Colton. —Treinta minutos, Su Alteza. No más.
Vendré a comprobarle mañana.

Colton apretó la mano sana a su pecho. —Treinta


minutos, se lo juro. —Dejando caer su mano, la colocó en
su regazo—. Gracias, Dr. Tebaldi.

—Eres más que bienvenido. —Hizo una reverencia, se


volvió hacia la puerta y se inclinó de nuevo a Sebastian—.
Mi Lord.

Sebastian bajó la cabeza. —Gracias por venir, doctor.

—No hay problema en absoluto. Llámeme si me


necesita antes de mañana, y asegúrese de que toma las
medicinas para el dolor.

—Lo haré. —Sebastian cerró la puerta detrás del


médico y se apoyó en ella. Dejó escapar un profundo
suspiro y le entregó a Colton una suave sonrisa. Tenía el
pelo mojado y llevaba una camisa limpia blanca y pantalón
negro. Bostezó.

459 Colton podía identificarse. También estaba agotado.


Había sido una larga noche. Habían encerrado a los
caballos, Robert se había instalado en una habitación y fue
oficialmente recibido al santuario de los Townsend. Colton
había visto a un médico, Apollonia y Apollo habían visto al
veterinario, y sólo diez minutos antes habían recibido
noticias de que el fuego fue apagado.

—¿Cómo está tu brazo? —preguntó Sebastian.

—Me duele un poco. ¿Qué había en el disco?

—No lo sé. Está encriptado y nadie tiene acceso. Tu


Sire y Winstol ambos se están poniendo manos a la obra,
pero es posible que tengamos que llamar a Payton para
sacar la información. —Se alejó de la puerta y avanzó para
estar delante de Colton—. Deberías tomar tus
medicamentos contra el dolor.

—Lo haré en unos minutos. ¿Qué pasa con el


incendiario?

—En la cárcel, y la policía está deteniendo a Plume


mientras hablamos.

—Bien. —Colton palmeó la cama—. Vamos. Parece que


estás a punto de caerte.

—Sí, bueno, eso... —Sebastian se sentó y agarró la


mano buena de Colton—. Tenemos que hablar.

Colton le dio un beso en los labios. —Podemos hablar


en la cama. Desnúdate.

460 Sebastian se echó a reír. —Déjame hablar primero. Es


posible que no me quieras en tu cama después de decir lo
que tengo que decir.

Colton se burló. —Es nuestra cama. —Notó la mirada


sobria sobre el rostro de su marido—. ¿Hablas en serio?

—Sí.

—Puedo asegurarte, que lo que quiera que sea, te


quiero en mi cama, así que podrías también desnudarte y
meterte debajo de las sábanas conmigo. —No había nada
que Sebastian pudiera decir que hiciera que Colton lo
echara de la cama. No después de esta noche. No después
de que Sebastian le hubiera dicho que amaba a Colton.
Colton sonrió y besó la dura y cansada boca de Sebastian—
. Te amo. ¿Recuerdas?

—Lo hago. Y te amo.

—Entonces métete en la cama.

Sebastian negó con la cabeza. —Todavía no.

Colton suspiró, pero conocía esa mirada. La había


visto en años. No iba a ganar, por lo que podría obedecer
también. Hizo un gesto con la mano buena. —Muy bien.
Habla.

Sebastian se levantó de la cama y se puso delante de


Colton. —Antes de nuestra boda Plume amenazó con hacer
público mi pasado. Hablé con Leith, pero no creo que pueda
controlar a Plume. ¿Entiendes lo que significa todo esto?
Soy peor que un bastardo. Soy una abominación. Mi padre
se supone que prefiere a los hombres a las mujeres. No
461 sólo soy un bicho raro, sino que soy el hijo de un monstruo.
Puede haber otro escándalo.

Colton se levantó y rodeó con sus brazos el cuello de


Sebastian. El tonto hombre no lo había descubierto todavía,
pero lo haría. —Entonces vamos a superarlo juntos, como
lo hicimos la última vez. Sabes que Giles nunca te amó,
¿no? Si lo hubiera hecho, te habría apoyado. Yo, por mi
parte, te he amado desde que tenía trece años.

Abrazándolo con más fuerza, Sebastian hundió la cara


en el cuello de Colton. —Te he amado aproximadamente el
mismo tiempo.

—No, no es así. —Colton se hecho hacia atrás,


frunciendo el ceño a su consorte.

Sebastian se rió y pasó el dedo por el puente de la


nariz de Colton. —Sí, así es. Yo era demasiado estúpido
para darme cuenta de ello. —Besó a Colton y se echó hacia
atrás, mirándolo a los ojos—. No más secretos, cariño.
Durante el tiempo que yo viva, voy a compartir todo
contigo. Y todo lo demás que tengo que dar.

Oh, sí, Sebastian estaba finalmente comenzando a


entender. Colton cerró los ojos y apoyó la cabeza sobre el
hombro de su consorte. Tal vez las novelas románticas de
Tarren no fueran tan descabelladas después de todo.

462
Fin
Aacerca de la

Autora
J. L. Langley nació y se crió en Texas. Lo cual es
bueno teniendo en cuenta que Texas está lleno de vaqueros
y no hay nada mejor que un hombre con un par de
ajustados Wranglers y un sombrero de vaquero. Tiene la
suerte de vivir con cuatro de los hombres más bellos que
463 caminan por la tierra... de acuerdo, sí que uno de esos
hombres es canino, pero es muy bonito para ser un pastor
alemán. Cuando no está escribiendo, por lo general puedes
encontrarla con un libro en la mano y chocolate en la otra.

Para obtener más información acerca de JL Langley,


visita www.jllangley.com. Envia un correo electrónico a JL
en 10star@jllangley.com o unirte a su grupo Yahoo! para
unirte a la diversión con otros lectores así como a JL

http://groups.yahoo.com/group/the yellow rose.


Créditos

Coordinación de Proyectos

Pervy

Traducción

Paqui - Vero
464
Corrección

Isolde

Portada, Edición de Formato e Interior

Pervy
465

Desde este blog les pedimos que no dejen de comprar


los libros de los autores que con tanto cariño y tiempo
nos deleitan con sus historias.

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