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Poder Judicial

La organización judicial francesa se caracteriza por su carácter piramidal y su estricta


separación de los órdenes judicial y administrativo. Dentro del poder judicial, los casos
civiles son juzgados en primera instancia por los tribunales de distrito o de alto nivel,
mientras que los casos penales, a los que se aplica un procedimiento de tipo
inquisitivo, son juzgados por tribunales penales separados, según la gravedad de los
hechos.

En la cúspide del orden judicial, el Tribunal de Casación, que es el juez de las


decisiones de los jueces y también puede emitir opiniones a solicitud de los tribunales,
contribuye al desarrollo de la jurisprudencia y es el garante de la aplicación de la ley
por los tribunales.

La concepción francesa de la separación de poderes convierte al poder judicial en una


autoridad real, distinta tanto del poder legislativo como del poder ejecutivo. Los
tribunales, que resuelven los litigios aplicando las leyes, constituyen en este sentido
una de las garantías esenciales de un estado de derecho.

El poder judicial está consagrado en el Título VIII de la Constitución de 4 de octubre de


1958, que establece al Presidente de la República como garante de su independencia y
prevé la inamovilidad de los jueces (artículo 64 ). Además, la Constitución establece a
la autoridad judicial como guardiana de la libertad individual (artículo 66 ).

Independiente, el poder judicial está, no obstante, sujeto a una forma de control. La


organización judicial francesa es jerárquica y, en la mayoría de los casos, garantiza un
doble grado de jurisdicción. El Tribunal de Casación, el máximo tribunal del orden
judicial francés, garantiza la unidad de este orden y su jurisprudencia.

Organización Judicial:

La actual organización judicial francesa es, en su arquitectura general, el resultado del


período revolucionario. Sus principios son la jerarquía (existencia de varios niveles de
jurisdicción), la abolición de las jurisdicciones más excepcionales y la separación del
orden judicial y el orden administrativo.
Los dos grados de jurisdicción civil son la primera instancia y la apelación. En primera
instancia, el tribunal competente es, según la importancia de los litigios, el tribunal de
distrito o el tribunal de distrito. En ciertos casos, sin embargo, puede haber tribunales
de atribución, compuestos en parte por jueces legos: tribunales comerciales, en materia
de derecho comercial; tribunales laborales, en materia de derecho laboral; tribunales
paritarios para arrendamientos rurales, en materia de derecho rural; tribunales de
seguridad social, tribunales de seguridad social, etc. Hasta 1958, los jueces de paz
eran los encargados de juzgar las disputas más pequeñas. La creación de
jurisdicciones locales en 2002 demostró el deseo de restablecer un nivel jurisdiccional
local para ciertas pequeñas disputas, tanto en materia civil como penal.

Las decisiones de los tribunales de primera instancia son, según la importancia de la


controversia, dictadas en última instancia o dictadas en primera instancia. En este
último caso, están sujetos a apelación ante un tribunal de apelación.

En materia penal, existen tres tipos de tribunales: los tribunales de policía, competentes
en materia de contravenciones; tribunales correccionales, competentes en materia de
faltas; Tribunales de lo Penal, competentes en materia de delitos. La competencia de
una u otra de estas jurisdicciones viene determinada, por tanto, por la gravedad de los
hechos que se juzguen y por las consecuencias penales que conlleven (por las
infracciones, multa simple; por las faltas, multa y hasta '' diez años de prisión; por
delitos, multa y penas de prisión de hasta cadena perpetua, eventualmente
acompañadas de un período de seguridad durante el cual el detenido no puede en
ningún caso ser puesto en libertad, aunque goce de condonación).

Por último, el poder judicial no tiene jurisdicción sobre los litigios administrativos, que se
encuentran bajo la jurisdicción administrativa. Esta separación, justificada por el
principio según el cual el único juez legítimo de la administración es la propia
administración, puede ocasionar en ocasiones conflictos de competencia, es decir,
cuando cada uno de los órdenes de jurisdicción remite la solución de una controversia
al otro orden. de jurisdicción (conflicto de jurisdicción negativo), o cuando el juez judicial
se considere competente mientras la administración juzga lo contrario (conflicto de
jurisdicción positivo). Para la resolución de estos conflictos jurisdiccionales, un Tribunal
de Conflictos, integrado por cuatro representantes del Poder Judicial y cuatro
representantes del orden administrativo y presidido por el Guardián de los Sellos, se
encarga de resolver.

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