o 144,
págs. 563-665, ISSN: 0034-849X
POZUELO YVANCOS, José Mª. Desafíos ría del lenguaje literario (1988) y su mo-
de la Teoría. Literatura y géneros. nografía sobre El canon en la teoría lite-
Mérida (Venezuela): El otro el mismo, raria contemporánea (1995), pronto am-
2007, 288 pp. pliada en su contribución a Teoría del ca-
non y literatura española (2000), escrita en
Cuando la obra teórica y crítica de José colaboración con Rosa Mª Aradra; pero
Mª Pozuelo se ha convertido en una refe- combinaba teoría y práctica Del formalis-
rencia en la universidad española, sería de mo a la neorretórica (1988), donde ya se
lamentar que Desafíos de la Teoría no re- apreciaba su interés por el género narrati-
cibiera la atención que merece. Como otros vo y su técnica, que se matizaba y profun-
de sus libros es una recopilación de artí- dizaba en Poética de la ficción (1993),
culos de variada procedencia, pero no se donde también figuraban excelentes lectu-
trata de un centón sino de una obra muy ras de textos narrativos, y alcanzaba exce-
pensada que sin llegar a constituir un ma- lentes resultados crítico-teóricos en Venta-
nual, podría llegar a ser utilizada como tal, nas de la ficción. Narrativa hispánica, si-
tan completo es su índice (sin pretender glos XX y XXI (2004); recogiendo una
abarcar todos los temas posibles) y tanto primera aproximación a la autobiografía
es su alcance teórico. En esta obra Pozue- expuesta en Poética de la ficción, ofrecía
lo da otra muestra de su capacidad no sólo después un brillante análisis de ese género
de mantenerse al día sino de discriminar fronterizo en De la autobiografía. Teoría
con criterio y acierto, de tomar las opcio- y estilos (2006), acompañando la teoría con
nes teóricas que estima más adecuadas a su sugerentes lecturas de obras de C. Castilla
talante y aplicarlas con sumo rigor, no del pino, J. M. Caballaro Bonald, Ph. Roth
aquí, sino en sus artículos de crítica lite- o R. Barthes, en una clara demostración de
raria. Del vasto panorama de la teoría li- un amplio compás de intereses. Sus obras
teraria contemporánea, Pozuelo sabe selec- más recientes confirman la recurrencia del
cionar las líneas de pensamiento más fe- modelo teórico-práctico, Poética de poetas.
cundas, sabe extraer de ellas los conceptos Teoría, crítica, poesía (2009), resumen de
más representativos y, sobre todo, destaca una reflexión espaciada a lo largo del tiem-
por su capacidad para exponer unas y otros po en una intersante serie de artículos, pero
con precisión y claridad envidiables. también del modelo estrictamente crítico,
En este último sentido es de destacar su 100 narradores españoles de hoy (2010),
opción por las teorías que ponen la lectu- en que se resumen su intensa actividad
ra como su centro de interés. Porque en como crítico de narrativa en la prensa pe-
última instancia, Pozuelo es un lector, un riódica, actividad que ha convertido a Po-
lector atento, minucioso, informadísimo. zuelo en un referente indiscutible de la
No es de extrañar que una buena parte de crítica de la novela española actual.
sus libros consten de una parte dedicada a El libro que me ocupa, Desafíos de la
la teoría y de otra parte de aplicaciones, teoría, es, en efecto, una recopilación de
de lecturas en suma. Como la obra que me artículos publicados entre 1994 y 2005,
ocupa, eran excusivamente teóricas su Teo- cabe decir que todos ellos plenamente vi-
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gentes hoy en lo teórico. Consta el libro bate que se produjo sobre el canon en la
de una primera parte dedicada a las «Teo- universidad americana, debate del que Po-
rías» en la que se halla, en primer lugar, zuelo sabe extraer los problemas teóricos
un panorama de la teoría literaria del si- básicos, que se concretan en la práctica
glo XX (pp. 17-53). Fue publicada su pri- histórica de la selección y jerarquización
mera versión en 1994 (en un muy valioso de las obras literarias, que no se pueden
Curso de teoría de la literatura que reco- resolver con criterios ideológicos sino teó-
piló D. Villanueva), pero lo interesante de ricos, y en este sentido propone Pozuelo el
la versión actual es que Pozuelo ha redu- modelo de las teorías sistémicas de I.
cido a tres los cinco apartados originales, Even-Zohar y, sobre todo, de la sociolo-
prescindiendo de las páginas dedicadas a la gía de la cultura de I. Lotman. El canon
sociología y al psicoanálisis, para centrar- debe ser considerado, en efecto, como una
se en la poética estructuralista y formalis- «estructura histórica», y de ello es mues-
ta, la pragmática y semiótica de la litera- tra tanto el notable estudio de Rosa Mª
tura y la estética de la recepción y la poé- Aradra en Teoría del canon y literatura
tica de la lectura, una elección muy española, como las páginas programáticas
sintomática de sus intereses teóricos y crí- del mismo Pozuelo en ese libro y una se-
ticos. Dichos intereses se precisan en un rie de artículos posteriores dedicados a la
artículo que su autor no ha juzgado opor- historiografía literaria española. La aten-
tuno incorporar a este libro, y para el que ción de Pozuelo a los debates de actuali-
quien esto firma cree que hubiera servido dad se pone de manifiesto otra vez en
de sugerente prólogo (o acaso epílogo), «Posmodernidad y literatura» (pp. 75-104),
«Una crítica descentrada» (1992), agudo artículo de 2001 ya recopilado en Venta-
análisis de la crisis de la crítica y la teo- nas de la ficción, que adquiere aquí un
ría literaria en el final del siglo XX, en el valor más general, pues aunque se propon-
que su autor afirma que «habrá la crítica ga una lista de novelas representativas de
de convertir en su actividad principal la la posmodernidad (p. 88), lo que en ver-
explicación histórica de esa cultura y la dad le interesa al autor es dar los rasgos
explicitación concreta de las convenciones principales de la narrativa finisecular (he-
históricas y sistemáticas que han favoreci- teroglosia y multiplicidad de normas y
do las distintas lecturas posibles». De ahí, modelos estéticos, fungibilidad y mercado
pues, la elección de las corrientes teóricas editorial, predominio de la privacidad, des-
citadas y no otras, prestando gran atención confianza hacia la «literariedad» y carác-
a Lotman y Even-Zohar sin ignorar a ter metaliterario y subrayado de la conven-
Bourdieu. Por ahí se explica también el ción); como tales, pueden ser discutibles,
interés de Pozuelo por el análisis de los pero lo que no se puede negar es el aco-
géneros en tanto que convenciones histó- pio de argumentos y la suma de autorida-
ricas y sistemáticas y por su evolución y des que de manera convincente allega Po-
fronteras, como es el caso de la autobio- zuelo como apoyo para su discurso.
grafía o el ensayo respecto a la narrativa. En la segunda parte del libro, dedica-
Las «Teorías de la Ficción Literaria» da a los géneros, Pozuelo aborda, en pri-
(pp. 55-74) son una muestra representati- mer lugar, la «Teoría de la Narración» (pp.
va del libro Poética de la ficción, cuyas 165-201), artículo de 1994 (publicado tam-
tesis principales se ofrecen aquí en un efi- bién en el citado Curso de teoría de la
caz y preciso resumen, como es también el literatura), que es una síntesis eficaz y
caso de «El canon en la Teoría Literaria completa del legado de la narratología es-
de hoy» (pp. 105-162), que sintetiza con tructuralista, de la que quisiera destacar la
gran acierto y claridad el enmarañado de- rigurosa presentación de la teoría del «pac-
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sis doctorales, monografías y recursos elec- de más de 400 redactores, dirigidos por un
trónicos dedicados a la materia. comité asesor compuesto por veinte reco-
Si bien es cierto que actualmente el nocidos especialistas: una esmerada plani-
conjunto de temas amparados bajo los es- ficación y organización que ha producido
tudios de traducción es complejo y diver- las más de 850 entradas con que cuenta el
so, la atención que han suscitado las inves- diccionario. Quizás no haya sido casuali-
tigaciones de corte histórico en los últimos dad el interés demostrado por Gredos, edi-
años es reveladora. Y es que el reclamo torial ligada a la traducción desde su mis-
que hiciera en su día Antoine Berman so- ma fundación, allá por 1944. Cómo no
bre la importancia del estudio de la histo- recordar que sus cuadros directivos conta-
ria de la traducción para reencauzar la teo- ban, por ejemplo, con figuras pioneras en
ría moderna, en su tantas veces citada este ámbito como Valentín García Yebra.
L’épreuve de l’étranger (París, Gallimard, Este nuevo diccionario, a grandes ras-
1984), no ha sido desatendido en España. gos, se estructura cubriendo dos ejes temá-
Ya el acervo finisecular producido en la ticos, que son a su vez reflejo de los po-
Península fue importante, consistente sobre los clásicos en el mundo de la traducción.
todo en multitud de artículos especializa- Por un lado están las culturas emisoras,
dos y bibliografías. Sin embargo, en esta aquellos ámbitos culturales extranjeros que
nueva centuria han visto la luz dos impor- han tenido presencia y acogida en España
tantes volúmenes a cargo de nuestros in- a través de las obras transvasadas; por el
vestigadores. El primero fue la Aproxima- otro encontramos a las culturas receptoras.
ción a una historia de la traducción en Todo un repertorio que circula desde el
España, de José Francisco Ruiz Casanova mundo de los textos originales hasta el
(Madrid, Cátedra, 2000), que presenta un mundo de los textos meta.
panorama histórico particular en el que El lector del DHTE, en el amplio es-
vincula la historia de la literatura españo- pectro que pretende abarcar el eje de las
la –respetando su periodización académica culturas emisoras, encontrará una distribu-
habitual– con la historia de la traducción. ción de tres tipos de entradas. El primero
En segundo lugar apareció la Historia de atiende a los ámbitos culturales foráneos
la traducción en España (Salamanca, Am- que han tenido más presencia en la cultu-
bos Mundos, 2004), editada por quienes ra hispánica. Son artículos que ofrecen una
han coordinado la obra que aquí reseña- visión panorámica sobre la materia en
mos. Además de combinar referencias a la cuestión y procuran dar voz a aquellos au-
actividad traductora en distintos períodos tores que no cuentan con una entrada pro-
históricos y hacer alusión a las poéticas pia en otros apartados del cuerpo enciclo-
traductoras vigentes, atienden a otros ám- pédico. Nos referimos, por supuesto, a las
bitos lingüísticos y culturales españoles diferentes tradiciones literarias extranjeras
aparte del castellano, tales como el cata- (griega, italiana, latina, francesa, etc.) tra-
lán, el vasco y el gallego. tadas de forma genérica.
El Diccionario histórico de la traduc- El segundo tipo de entrada en este do-
ción en España pretende ser, como decla- minio está dedicado a aquellos grandes
ran sus propios editores, complementario a autores de la literatura y el pensamiento
la Historia de la traducción en España. Se universales, no elegidos siguiendo cánones
trata de un volumen con visos enciclopé- impostados, sino ante la evidencia de tem-
dicos, que procura reunir de forma com- peramentos creativos que han trascendido
pacta informaciones hasta ahora dispersas épocas y fronteras y han repercutido espe-
o fragmentarias. Su elaboración ha supues- cialmente en España. No se trata sólo de
to la laboriosa coordinación de un equipo celebridades literarias, sino de la manera en
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que han hablado en nuestras lenguas penin- ropeas, como la albanesa, búlgara, checa o
sulares a través de sus traductores. Cada rumana, entre otras).
artículo incluye una breve biografía; enfa- El complemento a las fuentes que re-
tiza la importancia del autor en su propio presentan los ámbitos de salida —el otro
sistema literario y examina el impacto de gran eje que estructura el DHTE— está de-
su obra en el contexto receptor, en ocasio- dicado a las culturas receptoras. Y el plu-
nes por el estilo o la temática, o incluso ral no es accidental, puesto que si la in-
por su influencia en otros escritores con- tención es la de abarcar con rigor el en-
temporáneos. Como es de esperar, las tra- torno de acogida, esta obra no puede
ducciones de que han sido objeto en nues- ignorar la realidad de la diversidad lingüís-
tro país son observadas cuidadosamente (en tica y cultural española. Es la misma in-
algunos casos se comenta en detalle algu- tención que prevaleció en la Historia de la
na de ellas que sea de especial significan- traducción en España. Aquí también podrá
cia), y también pueden encontrarse comen- encontrar el lector diferentes tipos de en-
tarios acerca de las posibles críticas que tradas.
tanto obras como traducciones hayan po- Primeramente, intentando respetar la
dido suscitar. exposición diacrónica que justifica el ad-
Finalmente, se han reservado apartados jetivo «histórico» del volumen, y adoptan-
especiales para algunas obras de singular do periodizaciones comunes al campo de
relevancia, por ejemplo la Biblia o el Co- la Historia de la Literatura, se ha encarga-
rán, cuya larga línea de traducciones (o do la tarea de documentar la actividad tra-
adaptaciones, omisiones, manipulaciones y ductora española a un inmejorable grupo
tergiversaciones, según los intereses) resul- de autoridades. Así, para el ámbito caste-
ta como mínimo fascinante desde el punto llano, Carlos Alvar ha coordinado el espa-
de vista del historiador o filólogo. Se glo- cio dedicado a la Edad Media, el cual de-
san las diferentes versiones y se ponen en para sorpresas que van más allá de la
relación con la obra original, mencionan- —incorrectamente— denominada «Escuela
do asimismo críticas y comentarios, o in- de traductores de Toledo»; Josep Maria
cluso la incidencia de dichas obras en di- Micó se encarga de los Siglos de Oro;
ferentes momentos del contexto histórico María Jesús García Garrosa ha organizado
receptor. el siglo XVIII; Luis Federico Díaz Larios el
Todos estos artículos han sido elegidos siglo XIX; y Miguel Gallego Roca el siglo
y supervisados por figuras tan reconocidas XX , con todos sus azares y fluctuaciones.
en su campo de especialización como Ja- Para el ámbito catalán, el consejo asesor
vier Martínez García (literatura griega), ha contado con Enric Gallén; con Camino
José Luis Vidal (literatura latina), Salvador Noia para el espacio dedicado al gallego
Peña (literaturas en lenguas semíticas), y con Karlos del Olmo en el caso del eus-
Albert Galvany (literaturas orientales, con kera.
dedicación especial a China y Japón), Àn- En la obra de Anthony Pym, Method in
gels Santa (literaturas en lengua francesa), Translation History (Manchester, St. Jero-
Mª de las Nieves Muñiz (literatura italia- me, 1998), aparte de defender la necesidad
na), Elena Losada Soler (literaturas en len- de los estudios históricos en traducción, el
gua portuguesa), Julio César Santoyo (li- autor insiste en que parte fundamental del
teraturas en lengua inglesa), Miguel Ángel objeto de dicho estudio deben ser los mis-
Vega (literaturas en lengua alemana), En- mos traductores, la figura humana de car-
rique Bernárdez (literaturas de países es- ne y hueso. A través de ellos podemos
candinavos) y Fernando Presa González entender por qué las traducciones se pro-
(literaturas eslavas y en otras lenguas eu- dujeron en un lugar y momento concretos.
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Por ello, un tipo de artículo obligado en dad: mecenas, editores, editoriales, colec-
este diccionario histórico es el dedicado a ciones o series de traducciones, antologías
los traductores y su labor, remontándose a de traducciones, instituciones relacionadas
figuras tan emblemáticas en nuestro ámbi- con la traducción, teóricos, críticos y es-
to como Alonso de Cartagena o Gerardo tudiosos de la traducción, asociaciones de
de Cremona, pasando por las obligadas traductores profesionales, etc. Cada una de
semblanzas de personalidades como Juan estas instancias ha sido escogida atendien-
Boscán o Juan Luis Vives, y llegando hasta do a su importancia en el espacio de aco-
la última centuria, cargada de notables in- gida, detallando, según el caso, su rol en
telectuales (p. e. Luis Cernuda, León Feli- el fomento de la actividad traductora, la
pe, Juan Ramón Jiménez o Javier Marías), historia de su formación y desarrollo en
cuya labor como traductores ha pasado España, el impulso que han dado a la di-
muchas veces desapercibida, al menos para fusión cultural a través de la traducción, la
el público no especializado. La selección importancia de su labor crítica y de re-
ha sido ardua, y aunque copiosa, necesa- flexión, y su aporte a la construcción de
riamente limitada al espacio disponible y una imagen social acerca de la actividad
realizada en función de varios factores: la que nos ocupa.
importancia histórica de la tarea de cada El carácter multidisciplinar que han
traductor, sus criterios de calidad, su pro- adquirido los Estudios de traducción en los
lífica labor, o incluso por la singularidad últimos años, en sintonía con las crecien-
de su personalidad (relevancia como escri- tes y variadas demandas de la «sociedad de
tores, intelectuales o políticos, o porque la información», apremia a dar cabida en
lograron destacar en facetas a veces insos- el diccionario a entradas que atienden a sus
pechadamente trascendentes en el mundo dimensiones más actuales. Es por ello que
de la traducción). Así, la entrada de cada un último tipo de artículos en el eje de las
traductor contiene una breve biografía; una culturas receptoras se ha dedicado al do-
relación de las formas y contenidos de la minio de la «Traducción en ámbitos no
actividad traductora en el contexto de su literarios» y a la «Interpretación». Coordi-
época; descripciones de su intervención nados por Carmen Valero Garcés, los co-
como autores «originales» (cuando proce- laboradores de esta sección han redactado
de); información bibliográfica sobre sus entradas que versan sobre la traducción
traducciones y referencias a las críticas de audiovisual; la traducción científica y téc-
que pudieron ser objeto. Al final de cada nica; la traducción económica; la traduc-
una de las entradas puede encontrarse, ade- ción jurada; la traducción de textos infor-
más, una bibliografía crítica adecuada y máticos y la localización; la formación de
actualizada. traductores y la enseñanza de lenguas; el
Más recientemente, en los círculos es- pensamiento y la investigación sobre la
pecializados se ha sabido reconocer que la traducción; las ayudas y premios a la tra-
acción comunicativa que supone la traduc- ducción; la traducción en el mercado edi-
ción forma parte de un proceso producti- torial; la profesionalización de la traduc-
vo más abarcador, casi de tipo industrial, ción y la interpretación y sus modalidades.
que incluye otras instancias. Una larga De esta manera, quien trashoje las pá-
cadena que comienza con un autor, un tex- ginas del Diccionario encontrará, en estric-
to original y un iniciador del encargo, y to orden alfabético, no sólo los documen-
acaba con un lector de la traducción. Es tados artículos con antropónimos que con-
por ello que el DHTE dedica varias entra- signan a los traductores, a los principales
das a las entidades y agentes intermedia- autores traducidos y a los intermediarios
rios en el conjunto de fases de esta activi- más relevantes en la actividad traductora
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portugués, pero en extensión van a la par radical». Tomando como punto de partida
los textos en las otras lenguas empleadas Presencias reales y constatando la melan-
(inglés, español y francés). No sólo respe- colía del pathos steineriano, Gil Soeiro tra-
ta así uno de los rasgos definitorios de la za un paralelismo entre su reflexión y el
obra del autor de After Babel, como es su proyecto del filósofo norteamericano John
permanente reflexión sobre el lenguaje y la D. Caputo. Distinguiendo un posmodernis-
posibilidad de la traducción, reflejo biográ- mo profético, en el que cabría incluir a
fico de su formación trilingüe, sino que Steiner, del dionisiaco, de raíces nietzs-
además se aparta de la práctica habitual en cheanas, Gil Soeiro, a la luz de Pasión
los volúmenes colectivos sobre un autor de intacta, que no cita pero que late bajo su
traducir las aportaciones escritas en otras discurso, sostiene que la experiencia de la
lenguas diferentes de la de la nación en inhumanidad manifestada en la Shoah, que
que se publica. Con ello, esta colección es una herida irreparable en el ser occiden-
añade la conciencia del esencial plurilin- tal, impulsa a nuestro crítico a afirmar un
güismo europeo a esa perspectiva peninsu- Dios abstracto que garantice el sentido del
lar a las que nos referíamos hace un mo- sentido, pues lo que desea es «trazer Deus
mento y que ha tenido escaso eco en la de volta â cena filosófica e, com Ele, res-
obra steineriana, como lo prueba simbóli- suscitar o desolado Orfeu, insuflando vida
camente el hecho de que su obra más co- à sua lira apagada» (p. 43). Este gesto
nocida, Real Presences, se desarrolló a hermenéutico ayudaría a comprender la
partir de una conferencia publicada por matriz judía de la mirada teológica de Stei-
primera vez simultáneamente en francés, ner que encuentra en la tragedia el espa-
inglés y alemán (Le Sens du sens, 1988). cio propicio de su acontecer. En «Steiner
En este sentido, resulta interesante ob- e a Incandescência da Tragédia» José Pe-
servar el equilibrio entre las lenguas em- dro Serra cartografía los hilos con que el
pleadas y la evolución de los temas plan- autor de La muerte de la tragedia, al de-
teados. Los ocho primeros capítulos, en sarrollar el significado de este concepto
portugués, se acercan a las principales literario desde Grecia hasta Auschwitz, teje
cuestiones tratadas por Steiner. Tras un un esbozo de teología política de raíz es-
doble escorzo de su personalidad y del tética por su carácter apocalíptico. Los orí-
lugar que ocupa su reflexión en la cultura genes modernos de esta discusión sobre los
europea contemporánea, en forma ficcional fundamentos políticos de la moral que
una («O medo de George Steiner», de implica tanto una ontología como una an-
Gonçalo M. Tavares) y la otra en clave de tropología son presentados por Irene Bor-
divulgación («Apresentação de George ges-Duarte en «O Homem com fim em sí?
Steiner», de Vasco Graça Moura), João De Kant a Heidegger e Jonas». Pese a su
Lobo Antunes divaga en «Llições de Geor- interés, tanto en esta contribución como,
ge Steiner» sobre los valores del libro Lec- sobre todo, en la siguiente («Estará o Di-
ciones de los maestros como síntesis de vino nos Recortes e nos Pormenores? A
toda una trayectoria intelectual: el sentido Questão da Mobilidade en George Steiner
de la paideia, las relaciones del maestro y e Aby M. Warburg» de Anabela Mendes)
del discípulo y los cambios en el concep- Steiner es más la excusa que el motivo de
to de libertad en una sociedad que ha sus- los respectivos ensayos. En el caso de
tituido la palabra por la imagen. A conti- Mendes se traza un paralelismo con War-
nuación, Gil Soeiro se interroga por el burg a partir de la figura de la biblioteca,
ambiguo trasfondo teológico de la obra de cuya función alegórica adquiere una con-
nuestro crítico en «Quase a nossa morada sistencia real, arquitectónica, en la que
incerta»: George Steiner e a hermenêutica fundó el propio Warburg en Hamburgo.
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Por último Rui Magalhães plantea un jue- La parte final de este volumen incluye
go de espejos entre Steiner y Nietzsche tan tres contribuciones en español, de autores
sugerente como opinable, aunque funda- latinoamericanos, entre las que se intercala
mentado en la admiración que por el ale- una en francés. Todas ellas afrontan la obra
mán profesa expresamente el primero. En steineriana desde la perspectiva de la críti-
«Um Steiner nietzscheiano?» se lee Erra- ca literaria que hoy en día ya es inseparable
ta como un reflejo nietzscheano de Steiner de la crítica cultural y que aquí se atreve a
precisamente en su carácter de lectura stei- afrontar la incómoda dimensión teológica y
neriana de Nietzsche: la tristeza de su pen- religiosa de Steiner. En su versión más de-
samiento no sería sólo expresión de su purada, Adolfo Castañón nos ofrece su lec-
resentimiento mesiánico sino también una tura de las dos obras con que aquél ha in-
afirmación irónica de su indeclinable per- tentado exponer el alcance teológico de las
sonalidad. afirmaciones contenidas en Presencias rea-
A estos ensayos en portugués le suce- les («El arte de preguntar: Sobre No Pas-
den dos en inglés que funcionan a la vez sion Spent y Grammars of Creation, de
como interregno y como capítulos centra- George Steiner»). A propósito de la prime-
les de todo el conjunto, pues presentan ra, Castañón deja una definición precisa del
sendos aspectos capitales del pensamiento entendimiento steineriano de la crítica lite-
steineriano que han abierto y cerrado la raria «como un ejercicio singular de autoco-
primera parte que acabamos de ver: la in- nocimiento […], como un noviciado de la
humanidad totalitaria en el corazón de la comunión artística y como una empresa ini-
cultura y su dimensión pedagógica en una cial de la filosofía de la cultura» (p. 159).
época posmoderna. En «We Come After: Alejandro Bayer Tamayo, autor de la tesis
The Holocaust in Steinerian Thought, doctoral más completa en español sobre el
1952-1971», Catherine D. Chatterley pre- crítico norteamericano, lamentablemente
senta una síntesis de la evolución de la inédita, entrega la conclusión de aquella ti-
reflexión de Steiner sobre el significado del tulada «La Obra de George Steiner: la Lec-
Holocausto y su impacto en la cultura oc- tura del hombre», en que se plantea de un
cidental a través de calas en algunos ensa- modo riguroso pero matizable la tensión
yos significativos, especialmente el prime- entre el componente cristiano y judío del
ro de su carrera, «Malice» (1952), que humanismo de Steiner frente al nihilismo
escribió con tan sólo veintidós años. La deconstructivo. De Juan Asensio leemos la
autora concluye que nuestro autor situó en introducción de su libro-ensayo «La Parole
el centro de sus análisis el genocidio ju- Souffle sur notre Poussière: Essai sur
dío a manos del nazismo mucho antes de l’oeuvre de George Steiner», en que combi-
que se le reconociese su significatividad na los temas y los estilos steinerianos en
actual, por lo que «he can be interpreted una reflexión teórica que está movida por la
as one of the key international interlocu- pasión de la escritura, heredera reactiva de
tors involved in the early study of the la época epilogal sobre la que el protagonis-
Holocaust» (p. 113). Por su parte, Saran- ta de todas estas páginas ha reflexionado
ne Magennis discute la aplicabilidad peda- una y otra vez. En «George Steiner: Frag-
gógica de algunas de las intuiciones que mentos sobre un pensador de (la) excep-
Steiner desarrolló en sus primeras obras: su ción», Marcelo Pelegrini nos presenta una
interpretación de la Sprachphilosophie; el recapitulación de toda su obra donde vuel-
concepto cambiante de alfabetismo; lengua- ve a surgir ese nombre ocultado en la críti-
je, género y educación; y las implicacio- ca literaria del siglo XX: Dios; un Dios cuya
nes que el papel del crítico tiene para el imagen a través del lenguaje es «una pre-
maestro. sencia de muchos nombres» (p. 196).
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damental de la novela escrita por mujeres. do que permite situar a una serie de escri-
Y no solo en relación a la novela será re- toras, sobre todo las anteriores al siglo XIX,
levante el elemento autobiográfico, la au- en su lugar en la historia literaria. Cues-
tobiografía como género —explica la au- tiones tales como el cultivo de la poesía
tora— recibirá mucha atención desde los por parte de las escritoras hispanoárabes,
años noventa. la no escritura de las hebreas o la impor-
Dentro del primer capítulo, quiero re- tancia y atención que han recibido en los
saltar la atención que presta la autora al últimos años a las autoras de cartas priva-
pensamiento sobre «la escritura femenina» das nos permiten adentrarnos en espacios
en Hispanoamérica: la colaboración que se habitualmente silenciados en las historias
produce entre el postcolonialismo y el fe- de la literatura. Encontramos el rescate de
minismo ha producido muchos frutos; para nombres como el de la «primera gran es-
las feministas hispanoamericanas es obvio critora» de la lengua catalana» Isabel de
el paralelismo entre los pueblos coloniza- Villena o la importancia de la literatura
dos y «la mujer colonizada». Elena Ponia- femenina en otras lenguas peninsulares: las
towska va más allá al referirse a la situa- canciones de amigo, las jarchas mozárabes
ción marginal de la escritora en Hispano- y algunas poesías en castellano. Isabel
américa con respecto a sus colegas Navas señala los aspectos concretos que se
masculinos. Finaliza esta primera parte se- han estudiado de esta literatura y resalta
ñalando la importancia de las historiadoras —algo que se mantendrá hasta nuestros
a la hora de llevar a cabo el proceso de días— la importancia de la figura de la
«acercamiento de la llamada ‘historia de madre. Quiero destacar la distancia crítica
las mujeres’ a la historia de la literatura» que mantiene Navas Ocaña cuando plantea
(p.66), con Cristina Segura Graíño a la también los casos en los que la crítica fe-
cabeza. Isabel Navas destaca la Breve his- minista puede caer en «argucias interpre-
toria feminista de la literatura española tativas tradicionales para encumbrar a una
(en lengua castellana) de la crítica puer- escritora» (p.106).
torriqueña Iris M. Zavala, apuntando los La primera escritora que habla del de-
elementos fundamentales de dicha historia: recho femenino a la escritura —y así lo
Bajtín, la crítica poscolonial y la revisión señala Margarita Nelken— es Teresa de
del concepto de diferencia. Y, por último, Cartagena, a quien también le prestará una
analiza las aportaciones de tres críticas: la espacial atención Juan Marichal o Alan D.
chilena Myriam Díaz-Diocartez que parte Deyermon para quien Teresa de Cartagena
de las teorías de Bajtín, y consigue una es, sin duda, una escritora feminista. La
«definición más o menos coherente de la crítica la sitúa, asimismo, como anteceso-
escritura femenina» (p.75); en esta línea se ra de Santa Teresa. Se suceden los nom-
sitúa Antonia Cabanilles al aplicar las re- bres de escritoras y quiero hacer hincapié
flexiones de Lotman y la escuela de Tartu en un dato que aporta la autora y que me
sobre la cultura, también de Bajtin parte parece muy relevante, me refiero al hecho
Alicia Redondo Goicoechea para habar de de que la vida de Luisa Sigea, será nove-
«feminismo polifónico». lada más tarde por Carolina Coronado, tal
El segundo capítulo —Las escritoras es- como hará Fernán Caballero en su relato
pañolas y la crítica feminista—, núcleo «La Hija del Sol» con la de María Gertru-
fundamental, a mi entender, de este estu- dis Hore, es decir, las escritoras románti-
dio, abarca la historia de la literatura es- cas convierten en heroínas a sus anteceso-
pañola femenina: así, desde el período ras en un momento en el que la literatura
medieval hasta nuestros días, hace Isabel no se explica sin el concepto de historia.
Navas un exhaustivo e iluminador recorri- Se detiene Isabel Navas en los estudios de-
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dicados a escritoras más consagradas como tener en cuenta, esto es, cómo ha sido si-
Santa Teresa o Sor Juana. Respecto a esta lenciada la aportación de las escritoras de
última la relaciona de manera muy perti- estas dos generaciones y, cuando se las ha
nente con la cubana Gómez de Avellane- mencionado en las historias de la literatu-
da: ambas en su autobiografía utilizarán el ra, ha sido etiquetándolas en relación a
modelo epistolar. Como vemos, la autora, algún escritor, adjetivándolas como, por
a la vez que rescatar del olvido a una se- ejemplo, «lorquiana» o «juanramoniana»
rie de escritoras, las enmarca desde el pun- (p.157). En la narrativa contemporánea si-
to de vista del género literario que culti- guen siendo elementos característicos de
van y las diferentes posibilidades que les las novelas escritas por mujeres el autobio-
ofrece cada uno de los géneros elegidos. grafismo, la relación con mujeres mayores
A la hora de estudiar el siglo XIX, Na- o la relación con la madre.
vas Ocaña da una serie de claves que ayu- Ya en el tercer capítulo, señala la au-
dan a entender y clarificar el lugar y la im- tora la cualidad anticipadora de los ensa-
portancia de muchas escritoras decimonó- yos de María del Pilar Oñate y de Marga-
nicas: por ejemplo, el hecho de que la rita Nelken, y las apunta como precurso-
crítica presente a Bécquer como un genio ras de la crítica feminista norteamericana.
aislado y haya obviado hasta hace poco el A lo largo de este capítulo, y desde un
«boom de las románticas de los años cua- punto de vista diacrónico, nos encontramos
renta y cincuenta» (p.151). Señala también un análisis de la imagen de la mujer en la
la atención que, en los últimos tiempos, le literatura escrita por hombres. Resulta in-
ha dedicado la crítica a la cubana Gertru- teresante comparar el modelo de la viuda
dis Gómez de Avellaneda ya que se trata en la época medieval, modelo que requie-
de una autora que creará un «yo femeni- re fidelidad al marido muerto, frente a al
no» desde la novela, las cartas, el teatro, modelo de viuda del teatro decimonónico,
la poesía e «incluso como traductora» donde la viudez será —para la mujer— un
(p. 151). La segunda generación de escri- status deseado por la libertad que implica.
toras decimonónicas es la que hace posi- La fragmentación petrarquista y el silencia-
ble que el modelo femenino del ángel de miento que esto supone para la voz feme-
hogar se asuma y perdure tanto en la lite- nina contrastan con la actitud de Cervan-
ratura como en la vida cotidiana. Son las tes ante la mujer.
propias autoras las que perpetúan este Así, y como pretende Isabel Navas
modelo. Es conocida la importancia de las Ocaña, este estudio nos ofrece un panora-
publicaciones periódicas en la época ro- ma crítico de la literatura española y la
mántica —en realidad, a lo largo de todo crítica feminista desde la Edad Media has-
el XIX—, pues bien, son varias las escrito- ta nuestros días, que permite tanto la de-
ras que dirigirán y alentarán revistas lite- nuncia de las actitudes misóginas como la
rarias, lo que supone la profesionalización «recuperación para el feminismo de algu-
de la escritora. En esta generación desta- nos autores canónicos como Cervantes, San
ca, claro está, la figura de Rosalía de Cas- Juan de la Cruz o Miguel de Unamuno»
tro que, precisamente, se alejará del mo- (p.180). Este panorama se completa, como
delo de ángel de hogar. Y con la tercera hemos dicho, con una exhaustiva aporta-
generación decimonónica nos encontramos ción bibliográfica. Nos encontramos, pues,
con las críticas y eruditas cuyo máximo ex- ante un libro ya imprescindible a la hora
ponente sería Emilia Pardo Bazán. de afrontar cualquier estudio acerca de la
A la hora de referirse la autora a las literatura española y la crítica feminista.
escritoras de las generaciones del 98 y del
27, hace Isabel Navas una apreciación a ISABEL GIMÉNEZ CARO
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MARTÍ MONTERDE, Antoni. Poética del sayo), donde se lee la prensa, se debate de
café. Un espacio de la modernidad li- literatura, cultura y política, donde el in-
teraria europea. Barcelona: Anagrama, dividuo está a la vez solo y acompañado,
2007, 491 pp. donde vive y exhibe su crisis, donde se
exalta y se padece con la historia. Si hi-
Este es un libro que desde su mismo ciera falta justificar esa elección, baste in-
título suscita dudas respecto a su conteni- vocar a G. Steiner, para quien «Europa está
do, Poética del Café, ¿qué querrá decir? compuesta de cafés» (La idea de Europa.
¿Quizá se trata de un examen de la litera- Madrid: Siruela, 2008, p. 38), o a C. Ma-
tura escrita sobre los Cafés? ¿Incluso en gris, de quien se citan a menudo páginas
los Cafés? El subtítulo parecería corrobo- de indudable relevancia y brillantez. A
rar tal expectativa, Un espacio de la mo- todo ello se suma la impagable antología
dernidad literaria europea. Pero no se trata de citas que el libro colecciona sobre los
de eso, aunque mucho hay de ello. Este Cafés, de las que destacarían pasajes me-
libro, que su autor, profesor de Literatura morables de R. Gómez de la Serna o J.
Comparada de la Universidad de Barcelo- Camba, pero también de K. Kraus, S.
na, propone como un ensayo, es una vasta Márai-o S. Zweig.
exploración de la relación entre la litera- Para situarse con mayor precisión Poé-
tura y el Café, vasta en su arco histórico, tica del Café podría ser considerado un
pues cubre la entera modernidad, y en su notable ejemplo de historia literaria, de
amplitud geográfica, adopta una perspecti- análisis de las ocasiones, medios y figuras
va europea, comparatista. Pocos libros de la vida literaria, o, en términos de P.
como éste se publican por aquí, pocos que Bourdieu, del campo literario; en otro sen-
exhiban tanta ambición, tanta audacia y tido, es un sugerente estudio de la forma-
que se arriesguen tanto en su misma escri- ción, evolución y crisis de la esfera públi-
tura, en la documentación manejada (esco- ca según propuso J. Habermas, concretada
gida con tanta decisión como acierto), en en la formación y expresión de las opinio-
las síntesis y generalizaciones, alguna qui- nes, literarias o políticas, en los Cafés y
zá discutible para quien piense de manera su pronta comunicación mediante la pren-
más tradicional. Es un reto acotar un tema sa, que surge de ellos y a ellos vuelve.
sin tradición académica, lo que le confiere Pero no presenta el libro la disposición
innegable originalidad, determinar sus va- previsible, narrativa y acumulativa, de una
gos perfiles, y perseguirlo desde el siglo historia, sino que se organiza alrededor de
XVIII hasta mediados del siglo XX fijándo- momentos, casi de estampas, que se pre-
se tanto en Londres como en París, Madrid tenden significativos, representativos, de
o Viena. los avatares de la modernidad. Por otra
Conviene explicar, como lo hace el parte, al lado del componente temporal se
autor al inaugurar su libro, que en éste se pone de manifiesto una preocupación sos-
distingue el Café como espacio del café tenida por lo espacial, no sólo por el Café
como bebida. Y el Café es explorado no mismo, sino por la ciudad que lo puede
tanto en sí mismo cuanto «lugar fundamen- albergar, de la que aquél se convierte en
tal, central y marginal al mismo tiempo» una representación.
donde se origina, desarrolla y vive su cri- Así «El primer Café» (pp. 23-42) rea-
sis la modernidad (pp. 13-14), como esce- liza una exposición de orden sociocultural
nario de la vida literaria, donde se lee y de la aparición de los primeros Cafés con-
se escribe, donde se definen las profesio- dicionados por el modelo de los salones
nes de las letras, donde toman cuerpo cier- aristocráticos (respecto a los que eran cla-
tas formas literarias (el periodismo, el en- ramente democratizadores), el comercio
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(era necesario abonar la consumición) y los ce europeo (y con algo de bibliofilia), cabe
medios de transporte (que determinaron la destacar de este capítulo tanto el sugeren-
disposición de las mesas). El segundo ca- te y sólido examen de la transformación de
pítulo, «Lectura de Café» (pp. 43-76), se París, como la de las figuras del flâneur,
centra en las coffeehouses inglesas que el chroniqueur y sobre todo el bohemio,
proliferan a lo largo del siglo XVIII (para habitual de Cafés y tabernas, cuya vertiente
desaparecer poco después), y en las que patética se ilustra con Verlaine visto por
nace el periodismo y con él la opinión dos admiradores hispanoamericanos (pp.
pública política (p. 58), —como se puede 175-177). «El Café como Academia» (pp.
seguir a través de acertados ejemplos ex- 189-231) examina un aspecto fundamental
traídos de las revistas The Tatler (1709) y de la vida cultural del Café, su contribu-
The Spectator (1711), que sirven también ción a la formación de los parroquianos y
como índice de nuevas formas de escritu- a la difusión del saber; oponiendo la rigi-
ra (p. 56) o de una incipiente crítica lite- dez de la universidad o la Academia a la
raria profesional (p. 59). El siguiente ca- fluidez y accesibilidad del Café, Martí
pítulo, «La vida interior de la ciudad» (pp. pone una fina lupa sobre el discurso de
77-137), es casi una monografía que arran- ingreso de P. Baroja en la Real Academia
ca de la idea del Café como «cruce de y la respuesta de G. Marañón (1935), que
voces»; en él se teje una densa descripción polemiza por un lado con Unamuno y por
de la formación del espacio literario fran- el otro con Ramón y Cajal, a cuyas Char-
cés centrado en París, como no podía ser las de Café (1922) dedica una demorada
de otra manera, y un extenso y minucioso y matizada atención como síntoma. El si-
análisis de Larra (y del Madrid en que le guiente capítulo, «Desaparición de los Ca-
tocó vivir) desde el punto de vista del fés» (pp. 233-25), examina otro aspecto de
Café, lo que permite establecer la relación la bohemia, el decadentismo, cuyos rastros
de Larra con sus modelos franceses ade- en París, Berlín y Viena descubre Martí,
más de una descripción del precario espa- que afirma que «el cierre de un Café con-
cio literario español que tan difícil hacía creto permitió reescribir completamente la
la práctica del periodismo crítico;-unas relación literaria con la idea misma del
breves páginas sobre Galdós (a propósito cierre de los Cafés, en términos generales;
de La Fontana de Oro) y el Café propi- la demolición del Greinsteidl implica la
cian tanto un sugerente examen de la no- clausura de la bohemia», pero, cambiando
ción de realismo como una consideración de plano, subraya la crisis finisecular al
de la vida política del momento. fijarse en el individuo, que «puede conti-
«El Café y la bohemia» (pp. 139-188) nuar sentado en una mesa tomando un
prosigue el examen del espacio literario café, con la mirada perdida y las manos
francés a lo largo del siglo XIX y de la extendidas sobre unos papeles; pero en esa
evolución de la figura del hombre de le- mirada ya debe haber una interrogación
tras (recurriendo a Bourdieu) tomando por exigente, implacable, sobre el derecho a
un lado al Balzac de Les illusions perdues hacerlo y sus consecuencias, sobre las res-
y por otro a Baudelaire como muestras sig- ponsabilidades ficticias que se asumen,
nificativas del proceso (en este caso con el escribiéndolas» (p. 255).
apoyo de Benjamin); sostiene Martí en una Cabe considerar los tres capítulos que
precisa síntesis que el café es «el gabinete siguen como el núcleo el libro, donde sus
de trabajo del nuevo hombre de letras, análisis alcanzan la excelencia crítica. En
entendiendo que la calle es su hábitat y el «La mancha manuscrita» (pp. 257-301) se
pasaje su salón» (p. 158). Exhibiendo un ocupa Martí con atención de fino lector de
gran dominio de una bibliografía de alcan- dos imágenes relacionadas con el Café: la
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toria de la depuración política por el régi- gunos excursos sobre las apostillas de Fer-
men franquista del entonces catedrático de nando González a la Historia de la poesía
la Universidad de Barcelona bajo el título canaria»); por mi parte, he advertido la
La historiografía literaria española y la existencia del original manuscrito del tex-
represión franquista. Ángel Valbuena Prat to sobre Saulo Torón (que se integra en la
en la encrucijada (Universidad de Málaga, edición que comento entre las pp. 121-
2007). En este primer libro sobre Valbue- 124), hallado en el archivo del poeta, y
na se nos muestran las fintas hechas a la que puede servir a González Ramírez para
censura en el texto ya editado de la His- enriquecer su obra en una futura edición.
toria de la literatura española (1937), La atención de Valbuena Prat al estu-
adaptado, a marchas forzadas en 1939, a dio de la lírica canaria, en la segunda mi-
los nuevos aires sociopolíticos impuestos tad de los años veinte, mientras tuvo a su
férreamente por la dictadura. Estos tres li- cargo la cátedra de Literatura Española de
bros en los que se presta atención a la Universidad de La Laguna, coincidía,
Valbuena Prat vienen precedidos y conti- además, con su cercanía a este modo de
nuados por artículos en revistas especiali- expresarse, ya que él mismo cultivaba esta
zadas donde el autor aborda aspectos de parcela de la creación literaria, de la que
esta investigación. se muestra al final del libro una sorpresi-
Ya señala David González en su con- va manifestación, incluso para los que
cisa Introducción, ajustado esbozo de la creíamos conocer la obra de Valbuena.
densa monografía Historia y vanguardia…, Esta atención tiene sus raíces en el desbro-
los avatares de los textos reunidos, las ce del joven catedrático de un tema que
mutilaciones que en publicaciones de dis- bullía en los centros de cultura donde es-
tinto tipo han sufrido, e incluso las incon- tudió: la abundancia de poemas de autores
gruencias de algunos datos que Valbuena nacidos en las Islas Canarias en diversas
presenta, como pueden ser los bailes de publicaciones nacionales y extranjeras de la
fechas para el nacimiento de un autor, o época (léanse, entre otras, La Nación y
el cambio de nombre de otro. También nos Nosotros de Buenos Aires; Intentions, de
cuenta los arreglos que ha tenido que ha- París, o la alemana Berliner Tageblatt), y
cer para que estos textos aparezcan ahora de libros de poesía que no pasaron des-
lo más limpios posible, justificando siem- apercibidos para la crítica literaria de en-
pre las versiones que elige para su edición. tonces (en especial, de Tomás Morales y
Como afirma el editor en un momento de Alonso Quesada).
de su Introducción (p. 17), «futuros ras- Hoy sabemos que el material para su
treos por la prensa local» (y por archivos, lección inaugural del curso de la Univer-
habría que añadir) pueden «deparar nuevos sidad de La Laguna se lo proporcionó un
hallazgos», que completarán lo que cono- amigo canario que conoció en la Univer-
cemos de estos textos de Valbuena. Así ha sidad de Madrid y en los entornos litera-
ocurrido desde que se publicó el libro, rios de la época, en los primeros años vein-
pues se ha encontrado el artículo sobre te (durante los años de su formación). Fue
Domingo Rivero, integrado en la Historia el teldense Fernando González, que com-
de la poesía canaria, gracias a la genero- paginó la creación poética con la labor
sidad de Manuel González Sosa, y que ha profesoral, crítica, y de animador de em-
llevado al autor del libro y a quien firma presas editoriales. Esto lo conocemos por-
esta reseña a publicarlo en el número 14 que F. González lo dejó por escrito.
de la revista de la Universidad de Murcia Valbuena se lo agradece en la lección de
Monteagudo («El responso de Valbuena comienzo de curso, a la vez que a Domin-
Prat dedicado a Domingo Rivero (con al- go Cabrera (p. 89). Habría que investigar
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si este último dejó consignada por escrito otros, en difundir la personalidad de Cai-
su aportación al trabajo del novel profesor. rasco de Figueroa, y publicar algunas de
El estudio que no fue capaz de elaborar F. sus poesías, y en especial su Templo Mili-
González, quizás por estar dentro del pro- tante en folletín de periódico en el último
pio movimiento literario más importante tercio del siglo XIX, ni otras iniciativas de
que habían visto las Islas hasta entonces, aquellos momentos, encontraron al hombre
se lo endosa a su amigo Valbuena Prat preparado para elaborar una historia de la
(que acababa de obtener la cátedra de Li- literatura canaria.
teratura Española de la Universidad de La Los intelectuales de las Islas occiden-
Laguna), tal vez con el legítimo prurito de tales estaban muy orgullosos de que la
que su valor poético subiera enteros ante generación neovianista de carácter regiona-
la opinión pública. lista (finales del XIX y principios del XX)
Es una pena que no se hayan podido era lo mejor que había dado nuestra lite-
ver aún las cartas cruzadas entre ambos ratura, y no perdían ocasión de ensalzar los
con este motivo. Nos aclararían quizás el escritos demodados de Crosita y de Ma-
camino que F. González señalaría a nuel Verdugo, incluso algunos de Rodrí-
Valbuena, y cómo éste sabe esquivarlo y guez Figueroa. El empuje y modernidad de
hablar con libertad de los autores y textos Tomás Morales y Alonso Quesada puso las
que aquél le ha proporcionado. Años más cosas en su sitio, con las naturales reticen-
tarde, F. González se dolía de que Valbue- cias; pero no hubo quien se atreviera a
na no hubiera incluido en su estudio a un elaborar un cuerpo de interpretación como
amigo de su juventud, imitador de Tomás lo hace Valbuena, a pesar de que desde
Morales, pero al que le faltaba rigor en su hace tiempo se considere el armazón fun-
escritura. ¿Estarán en esas cartas aún no damental de su propuesta (los cuatro ras-
leídas la reticencia del canario a dejarse gos definitorios de la poesía canaria) como
encasillar como seguidor de Domingo Ri- poco elaborado y falto de mayor rigor.
vero, hecho que luego explicitaría en un Quizás lo pudo hacer Fernando Gonzá-
arranque de elevadísima autoestima al ano- lez, pero con frecuencia fue hombre de
tar los márgenes de su ejemplar de la His- acomodos. Me da la sensación de que no
toria de la poesía canaria (1937) de quería molestar a unos para ensalzar a
Valbuena, secuestrada por la censura? El otros. Una antología de la poesía canaria
caso es que Valbuena, después de haber que tenía en proyecto, y para la cual ha-
escrito un «Responso a D. Domingo Rive- bía pedido textos y datos biográficos a
ro», que por derecho propio debe incluir- muchísimos escritores, y a los amigos de
se en una posible reedición del libro que éstos, nunca vio la luz. Incluso una míni-
comento en estas páginas, y después tam- ma antología de autores de Gran Canaria
bién de haber incluido a Rivero en su obra que había iniciado Claudio de la Torre
sobre la lírica canaria, lo olvida en la His- para publicarla en la madrileña revista
toria de la literatura española. España, idea retomada algo más tarde por
Entre los críticos canarios maduros por Fernando González, con textos ya recogi-
los años 20, ninguno se encontraba con dos, dejó de aparecer, por lo visto, debido
arrestos para elaborar el trabajo que hará a la negativa de Alonso Quesada a cola-
Valbuena. Ni los intentos de elaborar una borar en ella. Algún periódico madrileño
antología de la poesía canaria de la revis- tomó a chacota el anuncio de La Gaceta
ta Castalia de Tenerife (1917), ni los es- Literaria de las obras que Fernando Gon-
tudios sobre Viera y Clavijo que se hicie- zález tenía en preparación («Lo que pre-
ron en su centenario (1913), ni los ante- paran los escritores. Fernando González»,
riores empeños de Millares Torres, entre 15-VIII-1928). «Y esto es sólo el Sr. Gon-
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zález, con que imagínense nuestros lecto- aunque haya muchos estudios entre 1926-
res el resto…», decía El Imparcial, después 1930, después Valbuena se olvidó comple-
de citar los 10 títulos que había anuncia- tamente del tema. La falta de estímulos
do la revista de Giménez Caballero. Agus- posteriores, la atención a su gran Historia
tín Espinosa, reseñando en la misma revista de la literatura, los estudios calderonianos,
(15-XII-1930) la monografía de Valbuena el portazo de la dictadura de Franco con
La poesía española contemporánea, del su depuración, etc., alejaron a Valbuena de
que alaba, entre otras cosas, su capacidad completar el proceso iniciado (el capítulo
panoramista, da noticias de otras obras por sexto de Historia y vanguardia, «Un pro-
salir en la colección «Las cien obras edu- yecto fallido y truncado: la Historia de la
cadoras» de la CIAP, entre las cuales se poesía canaria», abunda en estas notas
encuentra el título jamás publicado «Poe- esbozadas). Su empeño ha servido para que
sía hispanoamericana, por Fernando Gon- otros tomaran conciencia de que había
zález». El mismo Valbuena lo afirma en la materia de estudio en la producción litera-
primera nota a pie de página que coloca ria de unas Islas Canarias alejadas de la
en su volumen de la CIAP: «Sólo estudia- curiosidad de muchos estudiosos peninsu-
mos a los poetas españoles; de los hispa- lares, pero también olvidadas por la desi-
noamericanos (que serán estudiados en otro dia de quienes debieron empeñarse en ha-
volumen por F. González) sólo hago la cer ese trabajo desde su misma tierra.
absolutamente necesaria excepción para Los que podían de la generación vieja
Rubén Darío». entonces (Franchy y Roca, Ángel Guerra,
Durante este período estaba elaborando etc.) se dedicaron a la política; de los jó-
Agustín Millares Carlo su Ensayo de una venes que se formaban en la Universidad
Bio-bibliografía de Escritores Naturales de en los primeros años de 1900, el único que
las Islas Canarias (Siglos XVI, XVII y XVIII) trabajó en el empeño fue Millares Carlo,
(Madrid, Tipografía de Archivos, 1932), como he indicado, arrancando de las notas
premio de la Biblioteca Nacional. Su deri- bibliográficas de Viera y Clavijo. De los
va hacia otros estudios, además de la con- más jóvenes que empezaban por los años
tienda española, le impidieron culminar una 20, no se atrevió Fernando González, qui-
obra básica de amplísimos horizontes, con- zás por las razones aducidas. Los que si-
vencido de que primero había que saber guieron: Agustín Espinosa, Juan Manuel
quién es quién, para pasar luego a la ela- Trujillo, etc., posiblemente hubieran hecho
boración de la ansiada historia. algo interesante si no se encuentran con los
El compromiso del discurso de apertu- problemas de la dictadura. Posteriormente
ra de curso de la Universidad de La La- ya sabemos la historia de nuestra crítica.
guna de 1926, donde Valbuena estudió Aún hoy, hay que leer a tirios y troyanos
«algunos aspectos de la moderna poesía para tener una idea cabal de nuestra pro-
canaria», y los posteriores asedios en artí- ducción literaria.
culos a autores y obras de otros tiempos, De los ensayos presentados, el más li-
como Cairasco y Viana, o a autores y terario, y lleno de guiños a los lectores, es
obras del presente (Domingo Rivero, Sau- el prólogo a la tesis doctoral de Agustín
lo Torón, Unamuno, etc.), que son los tex- Espinosa. Cronológicamente este bellísimo
tos que se presentan en este libro prepara- texto está fuera del aura de estudioso de
do por David González, conforman un pri- los demás. A momentos, nos da la sensa-
mer gran intento de sistematizar una ción de estar leyendo poesía. En los otros
materia que había resistido a la crítica has- ensayos podemos gozar del clásico, nove-
ta entonces. Entre los textos recogidos hay doso entonces en España, acercamiento de
un lapso de tiempo de más de 20 años; y, Valbuena a los temas que trata, acudiendo
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a toda clase de apoyos (ya sean estos Guide littéraire de France (Paris, Hachet-
musicales, de cultura ambiental, de histo- te, 1963). Pocas veces se han realizado
ria, de filosofía, de mitología, de pintura, estudios sistemáticos dedicados a este fin,
de música…, o de otros ámbitos literarios, como la emprendedora Geografía literaria
como la novela y el teatro) para explicar de la provincia de Madrid, que publicó
tal obra o tal autor. Cuando le viene bien, hace muchos años José Fradejas (Madrid,
no duda en tomar prestada de otro autor Instituto de Estudios Madrileños, CSIC,
una larguísima cita que ilumina lo que 1958) o la meritoria Guía literaria de So-
quiere decir (tal ocurre con la glosa de ria (Madrid, CSIC, 1972), que escribió
Eugenio d’Ors que se puede leer en las José Antonio Pérez Rioja. Las Rutas lite-
pp. 72-77), o transcribe entero un poema rarias de España (Madrid, Aguilar, 1990),
o parte amplia de él (en la mayoría de los que realizaron numerosos escritores espa-
textos presentados). ñoles, abrió un nuevo camino, que fue se-
Ya que la misma editorial que nos ofre- guido en algunas regiones, como en la de
ce este libro realizó también la edición de Murcia, con sus Rutas literarias de la Re-
la Historia de la poesía canaria de gión de Murcia (Murcia, Comunidad Au-
Valbuena en 2003 y ésta presenta ciertos tónoma de la Región de Murcia, 1992).
descuidos, sería conveniente que González Pero es muy cierto que, con frecuencia,
Ramírez se plantease en un futuro ofrecer surgen estudios que podríamos enmarcar en
a Ediciones Idea una reedición de este la inexistente disciplina de la geografía li-
hermoso librito, Paisaje, mar, reinos inte- teraria, como el que ocupa estas reflexio-
riores. Ensayos sobre la poesía canaria, nes, Ínsulas forasteras. Canarias desde
con la adición de esa Historia, y con los miradas ajenas. Parte este volumen colec-
nuevos hallazgos que vayan apareciendo en tivo de un proyecto de investigación finan-
la investigación sobre las aportaciones que ciado por el Cabildo Insular de Gran Ca-
Valbuena Prat dedicó a la lírica insular, naria a través de la Casa de Colón, que
parcela a veces olvidada en las historias de pretendía, en principio, dejar constancia de
la literatura nacionales. todos aquellos autores foráneos que a lo
largo de la historia hubieran acogido las
ANTONIO HENRÍQUEZ JIMÉNEZ Islas Canarias en sus escritos, empresa sin
duda demasiado ambiciosa, ya que la rela-
ción de escritores y obras de diversas épo-
cas y geografías es inmensa. Pero una vez
GALVÁN GONZÁLEZ, Victoria; GUTIÉ- acotados los límites, el volumen se ocupa
RREZ, José Ismael; MATEO DEL no sólo de escritores de creación, sino tam-
PINO Ángeles; QUEVEDO GARCÍA bién de marineros, eclesiásticos, historiado-
Francisco J. y RODRÍGUEZ PÉREZ, res, hombres de acción, viajeros, botánicos,
Osvaldo. Ínsulas forasteras Canarias científicos..., que han tenido al Archipié-
desde miradas ajenas. Madrid: Verbum, lago presente en sus obras, y no sólo des-
2009, 309 pp. de la perspectiva de los que han visitado
las islas, sino también de otros varios que
La geografía literaria es materia que no nunca han viajado allí, pero que el espa-
ha llegado a cuajar en el campo de los cio insular ha formado parte de sus escri-
estudios literarios, a pesar de que algunos tos. Se analizan así diversas formas litera-
lo intentaron en el pasado, siguiendo me- rias como la novela, el relato y la poesía,
todologías que procedían de la cultura fran- pero también crónicas, diarios y ensayos.
cesa, al establecer ensayos recopiladores, Se ocupan también de algunos conceptos
cuyo origen podemos situar en la popular cruciales como el de «imagen» o el de
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«isla» y sus múltiples implicaciones, míti- sos, recuperar imágenes dispersas influidas
cas, psicológicas o literarias. por los conocimientos previos y determi-
El volumen se compone de cinco estu- nadas en ocasiones por los lugares comu-
dios distintos en su enfoque y perspectiva, nes atesorados a lo largo del tiempo en las
pero es muy cierto que los cinco trabajos diferentes representaciones imaginarias tó-
aúnan una visión muy completa de lo que picas. La relación entre la realidad y la
Canarias, en sus diferentes islas, ha supues- representación, entre lo verdadero y lo
to para un selecto grupo de escritores de imaginado, producto de la observación y
diversa índole. de la experimentación de estos escritores
Se inicia el libro con la investigación revela la pervivencia de apreciaciones su-
de José Ismael Gutiérrez, «Canarias en la jetas a ideas preconcebidas. Los autores
historiografía indiana: un archipiélago por analizados en estas calas son el alemán
inventar», realizada sobre las crónicas de Alexander von Humboldt, los franceses
Indias y en otros escritos procedentes de Figaro y Sabin Berthelot y la inglesa Oli-
hombres de mar, misioneros, historiadores via Stone.
y soldados, que captan en sus textos sig- El capítulo de fuentes más enjundiosas
nos peculiares de las islas, desde el Gaoré le corresponde a Francisco J. Quevedo
de la isla de El Hierro, el Teide en Teneri- García, que se ocupa de «Canarias desde
fe, la leyenda de San Borondón, el carác- los escritores españoles contemporáneos en
ter de los guanches, etc. Los cronistas de los siglos XX y XXI». Son numerosos los
Indias, los historiadores de la conquista de escritores españoles modernos han elegido
América, revelan múltiples inquietudes, el Archipiélago para situar los argumentos
destacables por su interés documental e de sus ficciones, no tanto como un mero
imaginario, además de histórico. Tras el telón de fondo de sus creaciones sino como
descubrimiento de América, Canarias se un entorno esencial que adquiere intensa
convierte en un atractivo destino comercial entidad e importancia literaria en las obras.
o campo fértil para la evangelización cris- Pero hay una circunstancia peculiar que
tiana, además de objetivo para todo tipo de distingue este presencia de Canarias en la
exploraciones militares y científicas, tal literatura española contemporánea o actual,
como se refiere detalladamente en este y es que estamos ante un conjunto de
capítulo, en el que queda dilucidado el manifestaciones literarias caracterizada por
planteamiento articulado por el cronista y sus visiones diferentes de las que disfruta
el historiador de la época renacentista. habitualmente el escritor y sus propios los
El segundo capítulo del libro, «Imáge- lectores inmediatos, que son los destinata-
nes de Canarias en la literatura europea rios lógicos de sus creaciones literarias.
hasta el siglo XIX», está a cargo Victoria Merecen recordarse algunos ejemplos
Galván González, quien se sirve de los valiosos: De Fuerteventura a París, de
diarios de viajes y las misceláneas, perte- Miguel de Unamuno; Parte de una histo-
necientes a viajeros que visitaron las Islas ria y Cuaderno de godo, de Ignacio Alde-
en esos siglos, a los que se añade un caso coa; La isla y los demonios, de Carmen
específico, el de Jean Marie Jéróme Fleu- Laforet; Los buscadores de agua, de Juan
riot de Lange (más conocido por el seu- Farias; En Canarias se ha puesto el sol,
dónimo de Figaro), que escribió un diario de Jordi Sierra i Fabra; Picadura mortal,
a partir de la lectura de otras obras, ya que de Lourdes Ortiz; La regla de tres, de
no se tiene seguridad de que en algún Antonio Gala; La niebla y la doncella, de
momento viajase a Canarias. Logra la au- Lorenzo Silva; La sombra del drago, de
tora de este capítulo, a través de las expe- José Luis Sampedro, y Sona Mona de Es-
riencias de ilustrados y románticos curio- pido Freire, aunque Francisco J. Quevedo
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concreta su estudio en tres de estos auto- raísos encontrados: Manuel Díaz Martínez,
res: Unamuno (1925), Laforet (1952) y otro escritor cubano, cuya conciencia de lo
Silva (2002), por ser equidistantes en el insular analiza, a pesar de las pocas las
tiempo, por la diversidad de motivos de su referencias explícitas a su insularidad y
elección de las Canarias como fondo de escasas las imágenes que tienen que ver
sus libros, por el diferente interés perso- con el componente isleño, y a pesar tam-
nal del autor por este territorio, su atrac- bién de que el destino lo transfirió de una
ción por el paisaje de las Islas y la identi- isla —Cuba— a otra —Gran Canaria—.
dad de sus gentes y su trato de favor ha- Los afectos y los amigos, una temperatura
cia el nativo, hacia el isleño, huella estacional y sentimental, más que otros de-
indeleble de la idea ilustrada del buen sal- talles evidentes y concretos se hacen pre-
vaje. Las diferentes miradas captan una sentes en Memorias para el invierno
imagen distinta de las Canarias con un (1995), en el que aromas, sabores, histo-
gran enriquecimiento de puntos de vista: rias y acentos, ámbitos del recuerdo, de lo
simbólica y trascendente, en Unamuno; ganado y lo perdido, revelan el «paraíso
maternal y telúrica, en Laforet; paradisía- encontrado», su isla poética.
ca, ecologista y crítica, en Silva. Osvaldo Rodríguez Pérez se ocupa en
El estudio de Ángeles Mateo del Pino, el quinto y último trabajo del libro de «La
titulado «Entre el mundo del deseo. Escri- recreación imaginaria de Lanzarote en tres
turas del ámbito insular», se componen de escritores foráneos», que no son otros que
tres partes diferentes: la primera está de- José Saramago, Carlos Fuentes y Michel
dicada al estudio de la isla como símbolo: Houellebecq. Con referencia al escritor
Paraíso, Infierno y Purgatorio, y, en él, portugués, premio Nobel en 1998, habitan-
analiza el concepto de isla a través de sus te desde 1993 en la isla, y contribuyente
múltiples implicaciones míticas, psicológi- de excepción a su fama universal, se re-
cas, literarias, etc., que, desde la noche de fiere Rodríguez a la imagen de este espa-
los tiempos, han desarrollado los compo- cio canario a través de sus Cuadernos de
nentes del imaginario insular. La segunda Lanzarote I y II (1993-1995 y 1996-1997)
parte la constituye un estudio de la isla o y de su relato El cuento de la isla desco-
el espacio de la muerte con referencia al nocida (1998), de intenso contenido auto-
escritor cubano Severo Sarduy y a su obra biográfico, por una parte, y, por otra,
Pájaros de la playa (1993), con Lanzaro- abiertos a un renovado imaginario insular,
te como escenario, aun cuando nunca cite metáfora en forma de espejo que refleja su
su nombre, una especie de «ínsula maldi- propia existencia. Respecto al mejicano
ta», en la que se concilian la idea del pa- Carlos Fuentes, que hace de Lanzarote el
raíso y la del castigo, dolor, sufrimiento, refugio de su personaje Jorge Maura en su
fatiga y muerte. Ínsula siempre innomina- novela Los años con Laura Díaz (1999),
da que se inmortaliza como el «reflejo la isla es un espacio clave para el desarro-
puntual de la otra en el azogue del océa- llo del argumento novelesco porque se
no», identificable, además, porque la rela- configura como lugar de reencuentro, pero
ción y predilección de Sarduy por la isla al mismo tiempo como lugar del definiti-
es evidente: la arena seca, las piedras po- vo desencuentro entre los personajes prin-
rosas y azuladas «como vestigios lunares», cipales de la narración. Mientras la prota-
los jameos o cráteres de volcanes apaga- gonista, Laura Díaz, resuelve salir de la
dos y sobre todo la alusión al arquitecto, isla, su antagonista, Jorge Maura decide
tan vinculado a la isla, César Manrique. permanecer en ella para experimentar su
La tercera parte del estudio de Ánge- singular pasión en busca de sí mismo. La
les Mateo del Pino está referida a los pa- isla volverá a adquirir una formulación
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circulación de los textos y con la rara vir- analizados, salvo en contadas excepciones
tud de presentar de una manera simple y (como las de Cervantes y Góngora) en las
con todo detalle el complejo estudio del que el estudioso ha decidido llevar a cabo
fenómeno literario. un comentario detenido de determinados
poemas. Esta decisión le permite a La rú-
MAXIMILIANO SOLER BISTUÉ brica del poeta alcanzar la extensión men-
cionada, pues Ruiz Pérez nos ofrece pro-
fundas lecturas y teorías sobre muy diver-
sos poetas áureos, algo que no sería
RUIZ PÉREZ, Pedro. La rúbrica del poe- factible si el autor hubiera optado por el
ta. La expresión de la autoconciencia modelo de cita y comentario de texto. Sin
poética de Boscán a Góngora. Vallado- embargo, la escasez de textos hace que La
lid: Universidad de Valladolid, 2009, rúbrica del poeta sea un libro difícil para
305 pp. legos. Se trata de un estudio para especia-
listas en poesía áurea, a los que la capaci-
La rúbrica del poeta es la metáfora que dad de síntesis y la originalidad de Ruiz
Pedro Ruiz Pérez ha escogido para repre- Pérez permite remontarse a alturas no vis-
sentar la singularidad —o voluntad de sin- tas en el hispanismo actual.
gularidad— del escritor en la sociedad En segundo lugar, La rúbrica del poe-
áurea, la conciencia de esa situación, y ta destaca por su mareante dominio de la
cómo podemos percibirla en los textos de crítica española y extranjera, que va desde
la época. La rúbrica del poeta es también los estudios sobre elegía latina y lírica tro-
el oportuno título de un libro realmente vadoresca hasta los trabajos sobre la Ita-
singular, que sólo un estudioso con el im- lia, Inglaterra o Francia de los siglos XVI
presionante bagaje y capacidad de análisis y XVII. Ruiz Pérez sintetiza, asimila y apli-
de Ruiz Pérez podría haber escrito. ca de modo original ideas procedentes de
Concretamente, la excepcionalidad de diversos campos, y escritas en un desplie-
La rúbrica del poeta estriba en la combi- gue de idiomas infrecuente en el hispanis-
nación de diversas cualidades que rara vez mo, aparte de en los trabajos de Ignacio
se encuentran juntas en estudios sobre li- García Aguilar, no en vano discípulo de
teratura del Siglo de Oro. Para empezar, Ruiz Pérez. El libro es, además de una
Ruiz Pérez ostenta un dominio del enorme construcción lógica formidable y un suge-
corpus de la poesía áurea sin par entre rente teatro de ideas, un repertorio biblio-
nuestros contemporáneos. Así, La rúbrica gráfico comentado de lo mejor que se ha
del poeta abarca consideraciones y análi- escrito sobre lírica e imprenta en los últi-
sis que van desde Juan de Mena hasta Luis mos cincuenta años. Al igual que ocurría
de Góngora, con una extensión digna de un con los textos de los poetas, Ruiz Pérez
manual de poesía del Siglo de Oro, pero condensa sus análisis de estas ideas de
con una profundidad y originalidad propia modo eficaz, y a veces solamente alusivo.
del género de la monografía: tal es el caso, Por ejemplo, a la hora de explicar las im-
en particular, de las reflexiones sobre Bos- plicaciones de la recusatio de Garcilaso a
cán, Herrera, Cervantes y Góngora, que la épica, Ruiz Pérez la relaciona con re-
deberán hacernos leer a estos poetas de cientes ideas sobre los poetas elegíacos
modo diferente. Ruiz Pérez maneja este romanos, que resume y luego aplica (136).
corpus con soltura y libertad casi propias De modo semejante, el autor utiliza las
de un ensayo, puesto que en la mayoría de ideas y recientes teorías sobre el trobar
los casos los textos de estos autores apa- clus provenzal con la voluntad de origina-
recen más bien mencionados que citados y lidad estilística en la España áurea, y las
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disputas canónicas con las reflexiones de concepto decimonónico que Ruiz Pérez
Vélez Sainz sobre el Parnaso. encuentra esbozado en la propuesta estéti-
La estructura de La rúbrica del poeta ca de algunos poetas áureos, que culmina
también es singular, pues parte de una pro- en la de Góngora.
funda base teórica (los apartados «Premi- Ruiz Pérez considera que este gran cam-
sa» y «Fuertes y Fronteras») que luego se bio en la visión de las letras (el estudioso
aplica a diversos hitos en la evolución de analiza también la evolución de estos con-
la poesía áurea (el apartado «Hacedores del ceptos, desde «letras humanas» y «poesía»
Parnaso»): Boscán, Herrera, Cervantes, a nuestro «literatura») fue provocado, o por
Lope, Quevedo, Góngora, y la poesía post- lo menos permitido y fomentado, por el
gongorina. La primera parte, lo que hemos paso de la oralidad a la textualidad, en pri-
denominado la base teórica, es lo mejor mer lugar, y de la textualidad a la impren-
que se ha escrito sobre poesía del Siglo de ta, en segundo lugar. Gracias a este cambio
Oro en los últimos años. Se trata de una los textos comenzaron a fijarse, y ello per-
justificación del tema del libro —la apari- mitió que fueran tratados de modo artístico,
ción de una conciencia especial en los enfatizando el estilo y la originalidad (dis-
poetas— y de una explicación de las ideas tinción), y con ello su identificación con
centrales del mismo, acompañadas de una una determinada personalidad y su concien-
revisión del estado de la cuestión, una cia o rúbrica. De este modo, para Ruiz Pé-
cuestión tan compleja y tan estudiada como rez la conciencia de la novedad (luego estu-
es la identidad, autoconciencia y autorre- diada en Cervantes y Góngora) es una con-
presentación. Estas fecundas 131 páginas dición sine qua non de la moderna
resultan modélicas, alcanzando —y supe- conciencia del poeta. Y es que el énfasis en
rando— los mejores estudios sobre el el trabajo original sobre el texto hace que la
campo literario áureo y las estrategias de nueva escritura se libere de la tradicional
nuestros grandes poetas, estudios, por otra sumisión a la retórica, alejándose de la in-
parte, que Ruiz Pérez aprovecha juiciosa- tención de conmover o enseñar y acercán-
mente: los de Ignacio Navarrete (1996), dose a una pura intención estética, de delei-
Elizabeth R. Wright (2001), Carlos Gutié- te no justificado. Se trata de una dinámica
rrez (2005) y Julio Vélez Sainz (2006). del paso de la retórica a la libertad poética
Como estos estudiosos, Ruiz Pérez identi- que Xavier Tubau ha estudiado en la polé-
fica una serie de fenómenos —sobre todo mica entre Lope y Colmenares, y que Ruiz
la aparición de la imprenta y el mercado Pérez contextualiza, analiza a fondo y ejem-
literario— que influyen en los hábitos de plifica con el caso, también, de Góngora.
lectura y, consecuentemente, en las ideas Además, Ruiz Pérez explica cómo el énfasis
sobre la poesía y en la identidad y con- en la originalidad está ligado al surgimien-
ciencia de los poetas. Muy brevemente to de una nueva idea del escritor, una con-
expuesto, Ruiz Pérez considera que existe ciencia del autor —colectiva e individual—
una serie de características aparentemente que va acompañada de reclamaciones sobre
románticas y decimonónicas que ya apare- la posición social del poeta. El estudioso
cen apuntadas en el Siglo de Oro: se tra- analiza estas exigencias con la sugerente
ta, especialmente, del énfasis en la singu- analogía de la polémica contemporánea so-
laridad («rúbrica», según la apta metáfora bre el paso del pintor desde el estatus de
que vertebra el libro) y en el genio del artesano al de artista, y también con la ima-
creador, en oposición a las reglas codifi- ginería del Parnaso y las luchas en el cam-
cadas de la retórica. Estas ideas abren el po literario. Son páginas preñadas de ideas,
camino a la concepción del arte literario y sorprendentemente clarificadoras, que el
del mundo estético como campo autónomo, lector llenará de anotaciones. En suma, esta
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difícil explicar algo tan profundo y denso duda alguna, uno de los tópicos más difun-
de modo tan perspicuo, hasta el punto que didos en la poesía del periodo conocido
una de las cosas que se pueden achacar al como el Siglo de Oro español. A pesar de
libro sea la disposición textual a doble co- esta difusión o quizá debido a ella, es un
lumna, que deja en los márgenes muy poco tema que apenas ha sido tocado por los
espacio para las innumerables anotaciones estudiosos de la literatura áurea. Se han
que sugiere el texto. El libro también podría publicado varios artículos dedicados sobre
mejorar si se aprovechara de algunas ideas todo al análisis de obras específicas, como
procedentes de otros campos que sustentan por ejemplo el Viaje del Parnaso de Cer-
las ideas de Ruiz Pérez. Así, por ejemplo, vantes. Sin embargo, hasta hace muy poco
las reflexiones sobre el trobar clus, que no teníamos a nuestra disposición una se-
Ruiz Pérez relaciona con la posibilidad del ria monografía sobre el tópico parnasiano.
trabajo sobre el texto y la originalidad esti- Podríamos especular que las referencias al
lística, han sido desarrolladas por Amelia Parnaso resultan tan convencionales en la
van Vleck (1991; 1995), mientras que la literatura del Siglo de Oro que no mere-
analogía entre la posición social del pintor cen mucha atención de la crítica. En efec-
y el poeta ha sido analizada a fondo por to, ¿qué puede representar la desgastada
Javier Portús Pérez (1992; 1999; 2008; invocación a las Musas o la habitual ima-
2009). Sin embargo, es de notar que Ruiz gen del poeta laureado, excepto un simple
Pérez no pretende citar exhaustivamente recurso retórico más? El brillante estudio
todos los estudios escritos sobre los temas de Julio Vélez-Sainz, responde a esta pre-
que toca, pues de hacerlo no podría jamás gunta al ofrecer un análisis metodológico
regalarnos un trabajo tan extenso y profun- de la enorme complejidad del tema del
do. Ruiz Pérez ha decidido, sabiamente, Parnaso en la poesía áurea española.
ofrecernos un conjunto de ideas vertebradas La monografía consta de una introduc-
con apuntes bibliográficos, y no una simple ción, que delinea varios significados cla-
reseña bibliográfica. Por ello, y por el ame- ves de la imagen del Parnaso en la tradi-
no y profundo desarrollo de las ideas aquí ción occidental, cuatro capítulos y unas
esbozadas, y de otras que no tenemos espa- breves «Reflexiones finales». El primer ca-
cio para reseñar, La rúbrica del poeta se pítulo, «Peregrinación al Parnaso español
revela como una joya. Algunos libros nos (historia cultural del Parnaso)», nos presen-
proporcionan datos útiles, otros, ideas reve- ta, tal y como lo indica el título, con un
ladoras; La rúbrica del poeta hace todo esto recorrido de la historia del tópico parna-
magistralmente, y además nos ofrece mucho siano desde la Antigüedad griega hasta el
más: simplemente, nos enseña a leer la poe- siglo XVI español. Tomando como punto de
sía áurea. partida la cordillera situada en el centro de
Grecia, el autor discute sus múltiples me-
ANTONIO SÁNCHEZ JIMÉNEZ tamorfosis en el imaginario literario. El
capítulo hace una sinopsis del desarrollo
temprano del topos en los escritores grie-
gos y romanos y examina el proceso me-
VÉLEZ-SAINZ, Julio. El parnaso español: diante el cual se le siguen añadiendo nue-
canon, mecenazgo y propaganda en la vos motivos, significados y usos. Una bre-
poesía del Siglo de Oro. Madrid: Vi- ve pero interesantísima discusión de las
sor, 2006, 237 pp. funciones adscritas a las Musas en la tra-
tadística medieval sirve como un paso in-
Los múltiples motivos relacionados con termedio entre los antiguos y el inicio de
la imagen del Parnaso constituyen, sin Parnaso vernáculo con Dante y sus segui-
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dores. Aquí, además de discutir el proceso mas de la obra poética de Góngora (el
de la consolidación del canon moderno, Manuscrito Chacón) y Quevedo (El Par-
Vélez-Sainz examina el desarrollo del mo- nasso español).
delo de poesía erótico-parnasiana en las El tercer capítulo, «’El circo de Heli-
obras de Petrarca y Boccaccio que sirve de cona’: certámenes y academias literarias
inspiración a los poetas castellanos de la (Cervantes, Quevedo, Góngora y otros in-
Baja Edad Media. En el siguiente aparta- genios)» trata las funciones del tópico par-
do el autor analiza la producción parnasia- nasiano en la producción artística relativa
na castellano-medieval, centrándose en el a las academias literarias y a las luchas
intercambio poético entre Juan de Mena y entre los poetas por el poder poético y
el Marqués de Santillana, y concluye que político en el siglo XVII. La primera mitad
«el discurso parnasiano medieval con res- del capítulo establece importantes conexio-
pecto a Castilla mencionaba una serie de nes entre las obras de Jacinto Malvenda,
autores hispano-latinos, que se reunían al- Alfonso de Castillo Solórzano, Alonso Sa-
rededor del Guadalquivir y de Córdoba las Barbadillo y Jerónimo de Cáncer y Ve-
como centro de producción cultural» (58). lasco, quienes combinan el discurso parna-
Las últimas páginas, dedicadas a Garcila- siano con el uso de la burla, la sátira y la
so de la Vega y su inauguración del ‘Par- fiesta en el proceso de «la negociación del
naso español’, sirven al mismo tiempo de poder y prestigio dentro de la estructura
introducción al segundo capítulo, que ofre- del mecenazgo» (111). El siguiente apar-
ce una admirable exploración del papel que tado explora el juego con el tópico parna-
la poesía garcilasiana desempeña en el pro- siano en las sátiras entre Quevedo y Gón-
ceso de la formación del canon poético del gora (aunque con más énfasis en el prime-
siglo XVII. ro), presentadas como un certamen
El capítulo, titulado «’La cumbre difí- académico. Cierra el capítulo un brillante
cil’: las exequias textuales (Garcilaso, Gón- estudio del Viaje del Parnaso de Cervan-
gora, Quevedo y sus editores)», comienza tes en relación con el ambiente literario y
con un análisis perspicaz de dos sonetos político de la época. Según el autor, la
garcilasianos: XXIV y XXXIII. Vélez- obra cervantina constituye «una verdadera
Sainz examina ante todo la función del poética de la desautorización . . . que des-
motivo del peregrinaje al Parnaso (cursus) acredita tanto las Letras como las Armas
en los dos textos y muestra cómo, median- de su momento» (156).
te el uso del tópico, Garcilaso dialoga con La última sección del libro es consagra-
la poesía de Virgilio y Petrarca y al mis- da enteramente a «Lope de Vega como
mo tiempo presenta su propia carrera lite- poeta laureado», puesto que, «de todos los
raria como modelo para el futuro. El resto escritores del Siglo de Oro es ... el más
del capítulo se organiza alrededor de la continuamente alabado dentro del contex-
idea de las exequias textuales o «textos que to propagandístico del Parnaso» (162). Para
intentan rescatar a una persona, en este empezar, el autor regresa a la idea de las
caso un poeta, para la posteridad de ma- exequias textuales y examina el proceso de
nera que lo inscriben en la Historia» (63). canonización del Fénix mediante la crea-
El autor examina el proceso de la canoni- ción de su propio Parnaso en la Fama
zación de Garcilaso como el primer poeta póstuma de Pérez de Montalban, las Es-
en el Parnaso español por sus comentaris- sechie poetiche de Marino y la introduc-
tas y sucesores. Son de especial interés los ción a La Vega del Parnaso de Ortiz de
apartados sobre el discurso parnasiano (li- Villena. La segunda parte del capítulo ex-
terario y visual) y su relación con la tra- plora la obra poética del propio Lope en
dición garcilasiana en las ediciones póstu- relación con su búsqueda constante del
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mecenazgo real. Centrándose en los poe- tica, social y política del sistema literario
mas escritos para las fiestas de Toledo de de la poesía del Siglo de Oro» (27).
1605, las Rimas y el Laurel de Apolo, el
autor establece un vínculo incuestionable VERÓNICA RYJIK
entre el uso de la imaginería parnasiana
por parte del Fénix y sus pretensiones
(frustradas) al puesto del poeta nacional. Es
dentro de este contexto que Vélez-Sainz MIDDLEBROOK, Leah. Imperial Lyric.
estudia convincentemente el tema del des- New Poetry and New Subjects in Early
engaño en dos obras del ‘ciclo de morte’ Modern Spain. University Park: The
(según su propia denominación): «El Siglo Pennsylvania State University Press,
de Oro» y el soneto que lo acompaña. La 2009, 197 pp.
parte final del capítulo incluye un magní-
fico análisis del juego burlesco creado por Ya hace tiempo que quedaron de ma-
Lope con los elementos establecidos de su nifiesto las limitaciones del formalismo
propio Parnaso en los poemas de Tomé de aplicado a la labor de historiar la literatu-
Burguillos y en La gatomaquia, con el ra del pasado (también la del presente),
objetivo de parodiar su propia imagen de inserta en una compleja red de relaciones
poeta laureado. proyectadas en las instancias de autor y
En resumen, El parnaso español cons- lector, pero también en unos cauces y
tituye un estudio extraordinario, original y modelizaciones sin una explicación convin-
de suma utilidad para los estudiantes y cente desde una mera historia de las for-
aficionados a la literatura áurea. Desde el mas. En el camino de una verdadera his-
punto de vista formal, se debe destacar la toriografía crítica no es lo mismo descri-
formidable claridad de presentación. Cada bir que analizar y, desde luego, mucha más
capítulo comienza con una exposición de distancia es la que separa la mera consta-
los temas que serán investigados en los tación de la interpretación de los hechos.
apartados que siguen y termina con una Sin embargo, constatación y descripción
recapitulación de las conclusiones principa- son los elementos que han predominado,
les del análisis efectuado. De ese modo, el hasta la tradición más reciente, en la cró-
libro resulta muy fácil de seguir tanto para nica (más que una verdadera historia) de
un especialista como para los lectores poco las letras hispánicas, incluso en lo tocante
familiarizados con el campo de los estudios a los episodios más trascendentales, origen
sobre las letras áureas. En lo que respecta de giros radicales en el orden literario. Es
al contenido, el trabajo de Vélez-Sainz al- lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la
canza, al menos, un doble objetivo. Por introducción o, mejor dicho, la aclimata-
una parte, los lectores pueden emplear el ción de los metros italianos en la lírica
libro como introducción general a la his- hispana en el segundo tercio del siglo XVI,
toria del conjunto de topoi relacionados cuya explicación no puede sostenerse en
con el Parnaso, pues encontrarán en el exclusiva en razones de índole formal.
mismo amplia información sobre el desa- Mientras las repercusiones del cambio pro-
rrollo histórico-cultural de esta imagen. Por sódico derivado del paso del octosílabo al
otra parte, mediante un análisis magistral endecasílabo han recibido brillantes ilumi-
de varias representaciones literarias y vi- naciones en el escenario de la estilística,
suales del Parnaso en la España de los si- no se ha reflexionado sobre las razones de
glos XVI y XVII, el autor ofrece «una llave dicho cambio ni sus repercusiones más
privilegiada para la descodificación en un profundas, como las que afectan a la na-
tapete plástico, visual de la situación poé- turaleza misma del poema y su lugar (au-
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var que si sus devotos disponen de un alu- ahora nos presenta este libro, que valoro a
vión de trabajos que se aproximan a su la luz de los anteriores, fue Antonio Ca-
mágica palabra, los impugnadores podrán rreira: Luis de Góngora, Antología poéti-
recrearse en un caladero de asedios tan ca, Madrid, Castalia, 1986. La que pare-
prolífico como heterogéneo. Baste un ejem- cía una edición humilde —dado que se ins-
plo: a la zaga del esfuerzo que viene rea- cribe en la colección «Didáctica»— pronto
lizando el Grupo de Investigación Góngo- se destapó como un volumen revoluciona-
ra y el Gongorismo (HUM-562), cuyos rio. En sus páginas, Carreira sepultaba para
frutos han visto la luz en diez volúmenes siempre la oposición entre culteranismo y
incluidos en la colección del mismo nom- conceptismo, probando en tres epígrafes
bre (Córdoba, Diputación, 2002-2009), la tan breves como lúcidos («Conceptismo
Junta de Andalucía –que lo designó autor simple», «La poesía de la sal», «El con-
del 2007– y otros organismos han finan- ceptismo sacro») que ambos pertenecen a
ciado las siguientes publicaciones: Una un tronco común. Lo mismo cabría decir
densa polimorfía de belleza: Góngora y el de sus lazos con las tesis desarrolladas por
grupo del 27, ed. Andrés Soria, Sevilla, Gracián («El conceptismo complejo»,
Junta de Andalucía, 2007; La hidra barro- «Teoría de la agudeza»). Finalmente, de
ca. Varia lección de Góngora, ed. Rafael modo sugestivo —por más que sonara y
Bonilla y Giuseppe Mazzocchi, Granada, suene a sordina en más de un oído—, de-
Junta de Andalucía, 2008; el Seminario nunciaba la necesidad de brindar notas
Internacional organizado por el Grupo derivadas del cotejo de los numerosos
PASO (Universidad de Sevilla, 2009); y la manuscritos que no habían sido manejados.
edición crítica de sus textos que, liderados Con inapelable honradez, Carreira admitía
por José María Micó (Universidad Pompeu que «excepto para los sonetos, romances y
Fabra), acometen en la actualidad gongo- letrillas, el texto de los otros poemas aquí
ristas de las prendas de Mercedes Blanco, incluidos dista mucho de poder llamarse
Laura Dolfi, Juan Matas, Antonio Pérez crítico; pero tampoco es el resultado de
Lasheras y Jesús Ponce. picotear aquí y allá en busca de la varian-
Tamaño excurso viene a ratificar una te que más acomode, sino de un conoci-
evidencia: no hemos disfrutado de una miento razonable de la transmisión textual
edición completa y rigurosa de sus Obras de Góngora y del grado de fiabilidad de
hasta hace dos lustros. Es cierto que se cada uno de sus componentes» (p. 79).
sucedieron las de sus romances (Carreño, Varios años después alumbró su colectánea
2000), letrillas (Jammes, 1963; 1991), so- Gongoremas (Barcelona, Península, 1998),
netos (Ciplijauskaite, 1981), canciones y brújula para quien se adentre en cuestio-
poemas de arte mayor (Micó, 1990), el nes tan espinosas como la preeminencia del
Polifemo (Parker, 1996 (6); Micó, 2001), manuscrito Chacón, el «yo» del poeta, la
las Soledades (Beverley, 1980; Jammes, maurofilia y loci critici de sus romances o
1994) y el teatro (Dolfi, 1983; Jammes, un detalle sobre el que volveré enseguida:
1984). Pero unos empeños y otros arrojan los registros musicales. Encabezaba el li-
lauros dispares: los hay magistrales, dignos, bro un horizonte del gongorismo después
medianos, contradictorios e incluso pobres. de Dámaso Alonso que pone los puntos
No es el momento de glosar aquí sus mé- sobre las «íes» surgidas a uno y otro lado
ritos y lagunas. del Atlántico.
Conviene remontarse a 1986 para datar Faltaban aún los que por el momento
la primera muestra de lo que tendría que son sus capolavori: 1) la primera edición
haber sido la edición crítica de los versos de las Obras completas (Biblioteca Castro,
de don Luis. Su firmante, el mismo que 2000) con un texto fiable, asentado en el
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guió— Mozart, que sí inauguró una nueva Para Carreira hay un aspecto esencial:
época, aquella en que las formas arcaicas «Góngora es un enamorado de la vida, un
dejan paso a la forma sonata, correlato vividor. Las gallinas, las cabras, los cone-
exacto de la forma novela, las cuales van a jos, como los róbalos, las aceitunas, el
señorear sus respectivos dominios desde fi- queso, las nueces, el vino que aparecen en
nes del siglo XVIII hasta bien entrado el XX» las Soledades, como el requesón o la em-
(1994: 171). En la misma órbita se sitúan panada que agradece en unas décimas, le
varios párrafos de «La maurofilia en el ro- gustaban, se regodeaba con sus formas,
mancero de Góngora» (Gongoremas, pp. colores y sabores» (p. 21). Y donde Ca-
345-349) donde, a propósito de «Triste pisa rreira escribe «vividor» yo añadiría que se
y afligido» (1586), hablaba de un ritmo de trata de uno de las plumas más lucrecia-
barcarola. De ahí que no sorprenda esta nas –en cuanto a la percepción de las for-
conclusión: «Góngora usa las palabras mas de la Naturaleza– del Siglo de Oro.
como un compositor las notas: con entera Recomiendo además el cotejo de uno de
libertad, dentro del sistema de leyes que él los escasos trabajos que no figuran en su
mismo establece» (2009, p. 16). Y me atre- apabullante bibliografía: el artículo de Olga
vería a decir que como Picasso usará sus Perotti, «Un formaggio barocco: Soledades
visionarios pinceles. (I, vv. 852-882)», La torre di Babele, I,
No faltan algunas apostillas sobre las 2003, pp. 49-57.
huellas musicales que puedan suscitar dos Y junto a la música siempre la pintu-
de los elementos constitutivos del lengua- ra. Cuando observa que en las Soledades
je gongorino —el hipérbaton y el neolo- «supo apreciar, como algunos bodegonis-
gismo— ni la ratificación de los presupues- tas o paisajistas del XVII, la belleza ence-
tos conceptistas enunciados en la Antolo- rrada en las cosas humildes, incluido el tra-
gía de 1986: «es preciso dejar claro que bajo manual, y al cantarlas con fastuoso
no existe la menor oposición entre concep- lenguaje, reservado hasta entonces a los
tismo y culteranismo, sino que el segundo asuntos heroicos, provocó la admiración o
es, por lo general, un subconjunto del pri- la repulsa de sus contemporáneos» (p. 13),
mero, aunque en principio son perfecta- pensamos de inmediato en los vínculos que
mente imaginables un estilo culto no con- estableció con Hobbema, Van Ostade o los
ceptista y un conceptismo de raíz popular» dos Van Ruysdael en «La novedad de las
(p. 25). Se permite, en cambio, un par de Soledades» (Gongoremas, pp. 225-237).
pinceladas deliciosamente iconoclastas: 1) No en balde –permítase la licencia–, gra-
el lenguaje gongorino, con menos vocabu- cias a este tipo de hallazgos gongorinos
lario que el de Quevedo, es normalmente puede entenderse con pureza la relección
mucho más eficaz, porque no se deja arras- de Neruda tanto en las Odas elementales
trar por la ebriedad verbal (p. 19); 2) a como en el Canto General. Una última
pesar de su devoción por Garcilaso, nunca glosa: tal como indica Carreira, «difícil-
se sintió tentado por escribir una lira, ni mente se encontrará un texto donde la
sextinas ni ovillejos. Desde un punto de humilde gallina clueca aparezca tan enno-
vista métrico casi parece un poeta conser- blecida como en las Soledades» (2009, p.
vador (p. 14). Sobre este punto me adhie- 21), pasaje que tal vez nos llega influido
ro parcialmente a su tesis, en la medida en por la Cinegética de Opiano.
que si la métrica no resulta innovadora sí Si atendemos al punto de vista filoló-
lo son los efectos que consigue con el ri- gico, la Antología es la más completa de
mario, tal como prueba la reciente mono- las impresas hasta la fecha. El gongorista
grafía de Monique Güell en la Colección avezado y el lector que tenga la suerte de
de Estudios Gongorinos. adentrarse por vez primera en el laberinto
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del andaluz gozarán con joyas como el valor crítico —Vicuña (1627) y Hozes
romancillo «Hermana Marica»; letrillas (1633)— como de los exégetas (Salcedo
como «Ándeme yo caliente», «Que se nos Coronel, Pellicer, Salazar Mardones...) y un
va la pascua, mozas» o «Buena orina y rico elenco de códices integri hospedados
buen color»; sonetos petrarquistas («De en bibliotecas nacionales y extranjeras
pura honestidad templo sagrado», «Mien- (Universidades de Estados Unidos, Argen-
tras por competir con tu cabello», «La tina, Hispanic Society...); sin obviar los
dulce boca que a gustar convida»); roman- mutili significativos: Poesías de autores
ces paródicos de caballerías («Diez años andaluces (Real Academia Española) o el
vivió Belerma»); romances de cautivos Cancionero antequerano (Caja de Ahorros
(«Amarrado al duro banco» o «Ya que de Ronda). El lector hallará dos tipos de
rompí las cadenas») y moriscos («Triste anotación: 1) la relativa a las cuestiones
pisa y afligido»); el célebre soneto a Cór- léxicas esenciales para la recta compren-
doba («¡Oh excelso muro, oh torres coro- sión de los versos; 2) una serie de apreta-
nadas»!); o aquel que comienza «Descami- dos y utilísimos apuntes acerca de las
nado, enfermo, peregrino», preludio de las mejores páginas críticas sobre cada com-
Soledades; los dirigidos contra diversas posición. No hay duda de que ha asimila-
sedes de Madrid («Téngoos, señora Tela, do, cribado y digerido todo lo escrito so-
gran mancilla»); el cómico y dialogado bre el autor del Polifemo hasta el año
sobre la jornada de Larache («¿De dónde 2009; sin obviar los más recónditos libros
bueno Juan con pedorreras?»), reverso en de actas, las publicaciones de gongoristas
miniatura de la canción «En roscas de cris- europeos, norteamericanos y asiáticos; e
tal serpiente breve»; los romances jocose- incluso las traducciones al castellano de
rios sobre Hero y Leandro («Arrojose el volúmenes que apenas han circulado por la
mancebito», «Aunque entiendo poco grie- piel de toro. Con esta Antología, Carreira
go»); el de Angélica y Medoro («En un vuelve a demostrar su fulgor en la —a
pastoral albergue»), de corte ariostesco; la veces— «mal distinta lumbre» del gongo-
espléndida canción «Qué de invidiosos rismo.
montes levantados»; las décimas con estri-
billo «De un monte en los senos donde»; RAFAEL BONILLA CEREZO
los tercetos morales «Mal haya el que en
señores idolatra»; el Polifemo, las Soleda-
des, la Fábula de Píramo y Tisbe («La
ciudad de Babilonia»), con la que acuñó el FARRÉ, Judith (ed.). Dramaturgia y espec-
estilo «heroicómico»; y los sonetos del lla- táculo teatral en la época de los Aus-
mado ciclo de senectute. trias. Madrid / Frankfurt am Main: Ibe-
El etcétera sería tan largo como seduc- roamericana / Vervuert, 2009, 390 pp.
tor, pues Carreira justiprecia el mérito de Biblioteca Áurea Hispánica, 59.
piezas menos conocidas: las tandas de vi-
llancicos, los romances dedicados a la bea- El volumen aquí reseñado recoge las
tificación de Santa Teresa o al hidalgo intervenciones presentadas en el congreso
pobretón que se dispone a acompañar a la Dramaturgia y espectáculo teatral en la
corte en su viaje a Behobia con motivo de época de los Austrias. España y América,
las bodas reales... celebrado en el mes de octubre de 2007 en
Si algo caracteriza los trabajos de este el Instituto Tecnológico de Monterrey.
hispanista es su rigor ecdótico y la finura Tras unas palabras preliminares de la
para separar el trigo de la paja. De ello dan editora, abre el libro un primer apartado
fe tanto su consulta de las ediciones con integrado por las tres conferencias plena-
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co de desengaño que pretende transmitir la Príncipe don Iuan de Austria tuvo con el
comedia estudiada. Turco de Fernán González de Eslava, com-
El bloque final se inaugura con un ar- puesto muy probablemente en 1572 como
tículo de Serafín González G. («El tema de parte de las celebraciones del Corpus en la
la nobleza en La crueldad por el honor de ciudad de México.
Ruiz de Alarcón»), quien analiza, a través Cierra el volumen el estudio de Lilian
de la pieza de Ruiz de Alarcón, temas von der Walde Moheno «De la apariencia
como la lealtad, el honor o la virtud me- horrible en El burlador de Sevilla», en el
diante el estudio del personaje protagonis- que, a partir del tópico del engaño a los
ta, Sancho Aulaga, en las dos vertientes ojos, analiza la oposición que se establece
que configuran las tramas de la comedia: en el personaje de don Juan, perteneciente
la política y la amorosa. a un estamento social privilegiado, entre su
En el siguiente trabajo, a cargo de bella apariencia y un alma horrible, produc-
Dalia Hernández Reyes («Festín de las to de la vida pecaminosa que frecuenta.
morenas criollas: danza y emblemática en En vista de lo leído, se confirma que
el recibimiento del virrey Marqués de Vi- nos encontramos ante un volumen de ines-
llena (México, 1640)»), se estudian las timable calidad, tanto por el interés que sus-
fiestas celebradas en honor de la entrada citan los variados temas en él tratados,
de un nuevo virrey, Diego López Pache- como por el rigor académico con que se
co, marqués de Villena. La autora se de- estudian. En el libro se encuentran trabajos
tiene, concretamente, en el análisis de una relativos a celebraciones hispanas y, sobre
atractiva fiesta de música y danza ejecuta- todo, novohispanas, con sus manifestacio-
da en este contexto por mujeres de origen nes espectaculares correspondientes, teatra-
africano, lo que supuso que se entendiera les o parateatrales; análisis de conjunto de
como imagen idealizada de una sociedad la dramaturgia de determinados autores, al
unida que celebra a su nuevo gobernante. lado de trabajos centrados en piezas con-
El tercer estudio, de Blanca López de cretas mediante las cuales se estudian te-
Mariscal («A propósito del teatro doctrinal mas, tópicos, personajes... y, en fin, artícu-
en la América hispánica. Una comedia a la los que prestan atención a la escenografía
Virgen de Guadalupe (1601-1602)»), está y otros signos escénicos propios de los au-
dedicado a las fiestas que se realizaron para tos sacramentales y las comedias palacie-
la entronización de la imagen de la Virgen gas. Se trata, en definitiva, de una publica-
de Guadalupe en las ciudades de La Plata, ción que, a través de novedosos trabajos,
Los Charcas y Guaraní, en cuyo contexto aporta nueva luz tanto al texto dramático
se representó una comedia dedicada a esta como al espectáculo, inscrito en su contex-
Virgen, la primera de una serie de piezas to festivo, a ambos lados del Atlántico.
creadas posteriormente en España.
El tratamiento teatral de la batalla na- ALEJANDRA ULLA LORENZO
val de Lepanto es objeto de análisis por
parte de Beatriz Mariscal Hay en su traba-
jo «La batalla naval de Lepanto en el tea-
tro de Fernán González Eslava». Tal y ARMAS, Frederick A. de; GARCÍA LO-
como explica la autora, el triunfo de Le- RENZO, Luciano y GARCÍA SANTO-
panto se convirtió en fuente de producción TOMÁS, Enrique (eds.). Hacia la trage-
literaria que exaltaba la victoria en el mun- dia áurea. Lecturas para un nuevo mile-
do cristiano; un ejemplo es el estudiado en nio, Frankfurt-Madrid: Universidad de
este interesante trabajo, el Coloquio Doze. Navarra-Iberoamericana-Vervuert, 2008,
De la Batalla Naval que el serenísimo 448 pp. Biblioteca Áurea Hispánica, 55.
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606 RESEÑAS DE LIBROS
Como en otras ocasiones, la Biblioteca funciona muy bien cuando se trata del
Áurea Hispánica de Iberoamericana-Ver- examen de textos concretos, que represen-
vuert ha publicado, bajo la coordinación de tan una aplastante mayoría dentro de los
Frederick A. de Armas (University of Chi- artículos recogidos. Aun así, no sólo po-
cago), Luciano García Lorenzo (CSIC) y demos encontrar análisis monográficos de
Enrique García Santo-Tomás (University of obras teatrales entre los trabajos presenta-
Michigan), un volumen en que se recogen dos al congreso organizado por el Institu-
las ponencias y comunicaciones que se le- to Cervantes de Chicago; es fácil distinguir
yeron dentro del marco del congreso titu- también entre las ponencias y comunicacio-
lado Teatro español clásico: hacia la tra- nes planteamientos más teóricos en que se
gedia que tuvo lugar en Chicago en el mes persigue establecer la pertenencia o no de
de noviembre de 2007. Para la ocasión se los textos áureos a la categoría trágica
han reunido un número significativo de —entendida bien desde un punto de vista
estudiosos del teatro de nuestro Siglo de aristotélico o bien desde una consideración
Oro provenientes de los ámbitos europeo menos normativa— así como cuestiones re-
y americano. Estos profesores e investiga- lativas a la recepción escénica y la lectura
dores, cuyos nombres a ninguna persona personal de las obras.
familiarizada con nuestro teatro clásico le En función de esta división, dentro del
resultarán extraños, pasan revista en las primero de estos apartados, el relativo al
páginas del libro a algunos de los temas y análisis de los textos, son numerosos los
de las obras principales de las considera- trabajos dignos de mención: Alfredo Her-
das como tragedias (explícitamente o no) menegildo abre las ponencias con un pa-
desde su momento de composición en los norama general de la tragedia finisecular
siglos XVI y XVII. en que distingue de entre las corrientes
El enfoque plural de esta aproximación dramáticas del siglo XVI varios estadios
«hacia la tragedia áurea» pretende desde un —la tragedia clasicista, la tragedia de fi-
principio poner al día los estudios sobre el nalidad didáctica, la tragedia de tradición
tema y, a la vez, desentrañar las posibles cortesana y el «teatro de horror» de Juan
«lecturas para un nuevo milenio», como de la Cueva o de Andrés Rey de Artieda,
dice el subtítulo, y la recepción actual que, entre otros— que se completa con los tra-
en diferentes ámbitos geográficos y cultura- bajos más específicos sobre el teatro de
les, se hace de estas tragedias nacidas de un Cristóbal de Virués de Enrique García San-
régimen imperante de comedias. Todo ello to-Tomás, entendido este como reflexión
permite además una mejor comprensión de bélica del que fuera capitán de la milicia
uno de los géneros dramáticos del Siglo de española, y sobre la Numancia cervantina,
Oro que ha resultado más conflictivo para «tragedia pathética» y alegórica con mucho
la crítica especializada del siglo XX. de autobiográfico, de Margarita Peña.
El volumen presenta una clara estruc- Los estudios lopescos del volumen, por
tura externa que responde a la configura- su parte, proponen como objeto de estudio
ción del congreso en cuyo seno se enmar- no solo las obras mayores del Monstruo de
can los diversos estudios, conteniéndose las Naturaleza: El castigo sin venganza o El
ponencias en la primera parte y las comu- caballero de Olmedo nos vienen de la
nicaciones en la segunda. Sin embargo, hay mano de Edward H. Friedman, que desta-
una unidad mayor más allá de esta impo- ca las peculiaridades de las tragedias de
sición en la ordenación de los textos; tan- Lope de Vega estructural y temáticamen-
to en la primera como en la segunda par- te, carentes de una catarsis en su sentido
tes se sigue un criterio cronológico a la clásico en virtud de la ironía presente en
hora de presentar los estudios, pauta que los textos; sino también tragedias mitoló-
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gicas como el Adonis y Venus en que Fre- comunicaciones contenidas en el libro in-
derick A. de Armas, en paralelo con la ciden en el estudio de la tragedia áurea
pintura del Tiziano basada en el mismo desde otras perspectivas teóricas: las nocio-
motivo ovidiano, destaca los elementos nes de orden y desorden sirven como prin-
eróticos y bucólicos en detrimento de los cipio hermenéutico para el análisis de La
más puramente trágicos. destrucción de la Numancia en el estudio
Por su parte, Margaret R. Greer plan- de Martha García; para Benjamín Torrico
tea la posible compatibilidad de una trage- se puede entender alguna de las comedias
dia en el Siglo de Oro con la presencia de bélicas de Lope como El asalto de Mas-
la fe cristiana, centrándose para el desarro- trique dentro de la línea de renovación de
llo de su tesis en la historia de la Casa de la comedia nueva por medio de argumen-
David y sus reescrituras dramáticas: La tos trágicos; las nociones en torno a la
venganza de Tamar de Tirso y Los cabe- autoría de Roland Barthes le sirven de guía
llos de Absalón de Calderón. De sus coor- para el análisis de las dos versiones de La
denadas históricas y culturales dentro de la estrella de Sevilla a John C. Parrack; el
España católica de los siglos XVI y XVII na- concepto de «chivo expiatorio» de René
cen las peculiaridades de estas tragedias o Girard funciona para el análisis de la co-
de otras como las que Rojas Zorrilla adapta media lopesca Las paces de los reyes y
a partir de dramas de la antigüedad en una judía de Toledo que hace Javier Lorenzo;
búsqueda de renovación de la comedia, nos la idea del role-play presente en La ven-
dice Melchora Romanos. ganza de Tamar tirsiana le permite a Es-
Por su parte, Santiago Fernández Mos- ther Fernández plantear un estudio de los
quera, encargado del análisis de las come- personajes y de la técnica metateatral de la
dias mitológicas de Calderón, es el prime- comedia; la filosofía estoica y moral se
ro que lanza una teoría literaria en diso- plantea también como hermeneusis aplica-
nancia con los estudios anteriores. El caso ble a La gran Cenobia calderoniana en el
calderoniano de Los tres mayores prodi- artículo de Jonathan Ellis; las nociones «on
gios, cuando menos, muestra para el pro- the mimetic faculty» de Walter Benjamín,
fesor de la Universidad de Santiago de en función de la correlación renacentista
Compostela el reflejo de un ambiente fes- entre macrocosmos y microcosmos, hacen
tivo cortesano en que se alterna la presen- posible que Nicolás M. Vivalda entienda al
cia de lo cómico con la recurrencia al mito rey Basilio de La vida es sueño como per-
y a un aspecto externamente serio que sin sonaje ridículo, etc.
duda haría las delicias de sus espectadores La multiplicidad de teorías literarias es
durante las representaciones palaciegas que probablemente uno de los principales atrac-
tuvieron lugar en la noche de San Juan de tivos de este panorama en torno a la tra-
1636. gedia de los dramaturgos del Siglo de Oro,
Pero si Fernández Mosquera plantea la «nuestros contemporáneos», en palabras de
comicidad y el divertimento en las supues- García Santo-Tomás. La aplicación de las
tas tragedias calderonianas, no es el único diferentes teorías hermenéuticas, con ma-
que entiende el análisis de este tipo de yor o menor fortuna según los casos, per-
teatro desde cánones diferentes a la teoría mite ampliar el punto de vista con respec-
aristotélica o a la preceptiva áurea de tra- to a los textos trágicos de los siglos XVI y
tadistas como Alonso López Pinciano y XVII y completa, además, el corpus de tra-
González de Salas que reflejan los textos gedias analizadas en el congreso. Si mu-
dramáticos de Cervantes, Lope o Calderón, chos son los textos ofrecidos como objeto
como queda bien expuesto en la ponencia de estudio, muchos son también los textos
de Evangelina Rodríguez Cuadros. Las que caen fuera de los artículos recogidos.
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608 RESEÑAS DE LIBROS
Se agradece por eso mismo la idoneidad de J. Hilner, por su parte, dirige su atención
algunas de las comunicaciones en la elec- hacia la traducción que Voltaire hiciera de
ción del tema por su complementariedad la pieza calderoniana En la vida todo es
con respecto a las ponencias de la primera verdad y todo es mentira concebida tan
parte del volumen. Autores como Rojas solo como botón de muestra de su inferio-
Zorrilla o Alarcón, estudiados por María ridad con respecto al Héraclius de Pierre
Reyna Ruiz y por Daniel Lorca respecti- Corneille.
vamente, vienen a llenar algunos de los Los resultados de estos tres últimos tra-
huecos que más se echan de ver en la pri- bajos parecen estar incidiendo en la nece-
mera parte, mientras que otras de las co- sidad de un público consciente de lo que
municaciones vienen a incidir en la drama- la tragedia de los Siglos de Oro significa:
turgia trágica de Cervantes, Lope o Calde- desde las obras de Cristóbal de Virués
rón. hasta las grandes tragedias calderonianas
La última de las líneas de investigación pasando inexcusablemente por la Numan-
en torno a la tragedia del Siglo de Oro que cia y el ciclo de Argel de Miguel de Cer-
se deja entrever en las páginas del libro es vantes o por las controvertidas «tragedias»
una de las más interesantes y menos ex- y «tragicomedias» del Fénix de los Inge-
ploradas en el panorama crítico y escéni- nios. Sin embargo, si ni siquiera por parte
co actual: la recepción de los textos trági- de la crítica se tiene aún una visión clara
cos. Acompañan a la ponencia de Luciano y uniforme de cómo entenderse, desde cá-
García Lorenzo principalmente las comu- nones de la época o desde otros puntos de
nicaciones de Kerry Wilks y de David J. vista más contemporáneos, el teatro trági-
Hildner en este tipo de consideraciones. co de nuestros clásicos, mucho más difícil
García Lorenzo recupera en su artículo las será conseguir que el ciudadano de a pie
versiones para ballet de los dramas calde- se interese y comprenda la complejidad
ronianos La vida es sueño, La hija del aire trágica y humana de estos textos.
y A secreto agravio, secreta venganza de En la labor nada sencilla de avanzar
José Ruibal y se lamenta del desconoci- «hacia la tragedia áurea» encaminan sus
miento general y el silencio escénico que pasos Frederick A. de Armas, Luciano
se ha creado en torno a este dramaturgo García Lorenzo y Enrique García Santo-
vinculado a las corrientes simbolistas de Tomás llevando a sus espaldas un bagaje
mediados del siglo XX. Pero si poca es la complicado de asimilar y unos compañe-
repercusión que ha tenido el teatro de José ros de camino inmejorables: investigadores
Ruibal, poca parece ser también la impor- del Consejo Superior de Investigaciones
tancia escénica —en algunos casos desde Científicas, de la Université de Montreal,
el mismo momento de su creación— de al- de la University of Michigan, de la Uni-
gunas de las tragedias que se traen a cola- versity of Chicago, de la Universidad Na-
ción. Kerry Wilks analiza las puestas en cional Autónoma de México, de la Univer-
escena de El caballero de Olmedo que se sidad de Buenos Aires, de la Universidad
pusieron en pie en el centro de arte de la de Santiago de Compostela o de la Uni-
Universidad Virginia Commonwealth en versitat de València, por citar apenas unas
1989, en la Universidad de Nuevo México cuantas instituciones y nacionalidades de
en 1991 y en la Universidad de Brigham todas las que se pueden apreciar en el
Young en 2005. Con desilusión, Wilks volumen. Entre todos se arman de valor
concluye que ninguno de los tres monta- para marcar en el mapa de la tragedia del
jes, más o menos acertados escénicamen- Siglo de Oro los pasos seguros e insegu-
te, supo trasmitir correctamente el texto ros por los que deberá discurrir en este
lopesco a sus respectivos públicos. David recién estrenado milenio el teatro de un
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y útil repaso bibliográfico a los avances he- intertextualidad empleados por dos poetas
chos en el estudio del género por la crítica novohispanos en sendos poemas mitológi-
desde los años 80 del siglo pasado, mientras cos (de matiz serio y burlesco respectiva-
que María José Casado Santos estudia un mente), en los que se encuentran ecos de
caso concreto, fijándose en la caracteriza- composiciones peninsulares anteriores de
ción burlesca y paródica que se hace de los Zárate y Góngora. Javier Vargas de Luna
personajes (poderosos, galanas y damas) en sugiere una lectura de la estructura de la
la mencionada comedia de Carrillo. Por su comedia alarconiana según la cual la obra
parte, Francisco Sáez Raposo muestra cómo se mostraría como un proceso de aprendi-
el dramaturgo madrileño, en las primeras zaje de la ciencia nigromántica abierta a
doce comedias que publicó, utilizó el com- todos. Según el autor, ésta sería una pos-
ponente auditivo como un elemento imbri- tura demasiado aperturista para España y
cado con la acción representada y como un respondería al origen novohispano del dra-
efecto evocador de ciertos momentos de la maturgo mexicano.
trama, y no como mero ornato espectacular. Posiblemente una de las secciones más
Irina Maciue reivindica los usos didácticos atractivas del volumen es la dedicada al
que se pueden dar al teatro en las aulas de estudio de la recepción del Siglo de Oro
educación secundaria y su función como español en Rumanía, un fenómeno apenas
vehículo para el aprendizaje de valores, de esbozado por la crítica y, por consiguien-
habilidades interpersonales y del aprecio es- te, poco conocido por los investigadores
tético. del período. Especialmente interesante es el
Sugestivos son los dos artículos que se trabajo de la coordinadora del volumen,
acercan al Siglo de Oro desde una perspec- donde analiza una serie de referencias a
tiva artística. Begoña Fernández Cabaleiro España presentes en obras de autores ru-
ofrece un análisis de varias obras de artistas manos —especialmente historiadores— du-
contemporáneos inspiradas en episodios y rante los siglos XVI al XVIII. Particularmente
personajes de la novela cervantina, compa- relevante fue el papel desempeñado por los
rando la realización formal y los sentidos de nobles moldavos Miron Costin y su hijo
estas obras con los pasajes literarios que sir- Nicolae, quienes aparentemente entraron en
vieron de inspiración. En este sentido, es contacto con la cultura española coetánea
una lástima que el estudio no pudiera estar durante una estancia en Polonia a finales
acompañado por imágenes de algunas de del siglo XVII (y sobre la presencia de la
estas obras, aunque el ejercicio de ecfrasis cultura española en tierras polacas durante
que lleva a cabo la investigadora solventa este período hay todavía mucho que inves-
en parte esta limitación. Maria Portmann tigar). Si Miron Costin dio cuenta en las
dedica su artículo a estudiar cómo el orfebre obras que escribió de diversos hechos his-
Juan de Arfe describió para los artistas la tóricos relativos a España, a su hijo Nico-
manera de representar la proporción del lae le cupo el honor de ser el autor de la
cuerpo humano en su De Varia Commensu- primera traducción al rumano de una obra
racion para la arquitectura y la escultura, literaria española, el Relox de príncipes de
atendiendo tanto al lenguaje empleado (téc- Antonio de Guevara, hecha a principios del
nico en ocasiones, literario en otras) como a siglo XVIII y que circuló manuscrita durante
los modelos teóricos e ideológicos que sir- su época entre círculos cortesanos rumanos.
ven de fundamento para su exposición. En el estudio de Ileana Scipione, la autora
El apartado dedicado a la España colo- reflexiona sobre las diversas metodologías
nial cuenta con dos trabajos con un enfo- que ha empleado al abordar la traducción
que muy distinto. En primer lugar, Juan M. al rumano de obras de Antonio Gala, Luis
Escudero estudia algunos mecanismos de García Jambrina, Arturo Pérez-Reverte,
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Torrente Ballester y Federico Andahazi. realizada por el director inglés Peter Yates,
Marin Sâmbrian-Toma dedica su trabajo a trabajo en el que muestra algunos de los re-
la primera traducción rumana del Quijote, cursos empleados para dotar de significado
de carácter parcial y aparecida en 1840, la artístico las relaciones temporales y espacia-
cual se compara con la traducción france- les de la película. Jorge González Garrido
sa que le sirvió de fuente. Por último, hace un alegato a favor del empleo de sen-
Constantin Ittu estudia los fondos de la tencias clásicas y de un registro formal en el
biblioteca Brukenthal de Sibiu y da cuen- lenguaje literario, arguyendo cómo el uso de
ta de la existencia en ella de cuatro volú- ciertos sociolectos, sobre todo el coloquial,
menes dieciochescos relacionados con Cer- suelen condenar las obras al olvido y desco-
vantes y su Don Quijote. nocimiento pasado el tiempo, como ha suce-
Tres trabajos componen el apartado de- dido en el caso de los poemas de germanía
dicado al enfoque histórico. En el primero de Quevedo. El trabajo de Adrian Damses-
de ellos, Cezar Avram e Ileana Cioarec re- cu complementa los otros estudios del volu-
pasan varios proyectos políticos en la Euro- men sobre las conexiones literarias y cultu-
pa altomoderna —especialmente en Ruma- rales entre España y Rumanía, fijándose en
nía— que pretendían lograr una coordina- la presencia de elementos culturales hispá-
ción política europea inspirada en el ideal nicos y temas propios de la literatura áurea
del imperio romano. Un trabajo complemen- en textos de escritores rumanos del siglo
tario es el de Mãdãlina Strechie y Roxana XIX. Cierra el volumen un artículo de Lavi-
Vigaru, quienes observan puntos de seme- nia Similaru en el que muestra cómo el per-
janza entre el desarrollo del imperio español sonaje de don Juan en El burlador de Sevi-
y el modelo del gobierno y crecimiento mi- lla no responde al modelo del seductor, sino
litar romanos en su época de esplendor. al del antihéroe cuyas conquistas amorosas
Anca Parmena Olimid, por su parte, analiza se fundamentan en el engaño y la lisonja.
algunos de los rasgos de la vida religiosa en Sin duda, la pluralidad de perspectivas
España durante el período altomoderno y la es uno de los mayores atractivos de este
vinculación de la estructura eclesiástica con libro. Esta variedad de enfoques invita al
el poder político, centrada especialmente en lector a pensar en la producción literaria
la institucionalización de una educación y cultural del Siglo de Oro español desde
controlada por los religiosos. múltiples disciplinas, un ejercicio estimu-
Por último, el apartado misceláneo final lante para todo investigador, que puede
acoge siete estudios de variada índole. conducir a que nos hagamos preguntas más
Gheorghe Constantinescu hace un somero allá de nuestras áreas habituales de traba-
repaso a la presencia de elementos autobio- jo. Damos por ello la bienvenida a la apa-
gráficos en los grandes
§ poemarios de Lope. rición de este libro.
Oana-Adriana Duţa atiende a las variaciones
de la concordancia del verbo con sujetos ALEJANDRO GARCÍA REIDY
coordinados que presentan cuatro textos ca-
nónicos de la literatura áurea española (La
Celestina, Don Quijote, El caballero de Ol-
medo y La vida es sueño). Florina-Adriana VEGA, Lope de. El caballero de Olmedo.
Andreca reflexiona acerca de la cordura del Arellano, I. (ed.). Madrid: Editex, 2009,
personaje cervantino y su vinculación con 157 pp.
un ideal basado en las ilusiones del protago-
nista. Carmina-Irina Leu ofrece un intere- La presente edición inicia la colección
sante análisis cronotópico de la adaptación «El caldero de oro» desarrollada por Edi-
cinematográfica de la novela de Cervantes torial Editex S. A. y el GRISO (Grupo de
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Investigación Siglo de Oro) de la Univer- aspectos de esta obra maestra. En «El tema
sidad de Navarra, colaboración que se pre- del caballero de Olmedo» (pp. 10-17) se
sume muy fructífera. Este proyecto preten- analiza primeramente la cuestionada data-
de publicar una selección de grandes obras ción: publicada en 1641, se discute la fecha
de la historia de la literatura española, en de redacción, decantándose Arellano por los
ediciones divulgativas y didácticas prepa- años 1621 y 1623. Las fuentes del drama
radas por destacados especialistas coordi- son históricas y literarias: la raíz real de la
nados por Ignacio Arellano. Todos los tí- leyenda es la muerte de don Juan de Vive-
tulos ofrecen un texto depurado y anotado ro, caballero de Olmedo, a manos de Mi-
con sencillez. Asimismo, en aras de facili- guel Ruiz en 1521, en el camino entre Me-
tar la lectura y comprensión de las obras, dina y Olmedo, por razones en las que di-
se incluyen apartados adicionales acerca fieren los testimonios. Sin embargo, no se
del contexto histórico y cultural, el autor estudian los detalles históricos, sino sus re-
y su obra y el análisis de ciertos aspectos creaciones literarias, que ya estudiara Rico
del texto. Igualmente, la bibliografía y los en su edición: un romance perdido debió
recursos electrónicos son de gran utilidad versar sobre la muerte del caballero aunan-
para la aprehensión de los textos clásicos. do el detallismo cercano al suceso y la li-
El honor inaugural corresponde a El bertad poética, siendo aludido en ocasiones.
caballero de Olmedo de Lope, obra cuya En 1604 se recupera el tema, siendo un
maestría justifica a todas luces su preemi- Baile del caballero de Olmedo el punto de
nencia. Y es Ignacio Arellano, coordinador partida para las recreaciones restantes del
de la serie y buen conocedor de la obra, siglo XVII : la comedia El caballero de Ol-
quien se estrena en ella. El estudio intro- medo o la viuda por casar de autor incier-
ductorio se articula en dos secciones, so- to, varios entremeses y poemas, la obra de
bre la vida y obra de Lope de Vega y Lope y una parodia burlesca de Monteser,
acerca de la tragicomedia que se edita, además de la famosa seguidilla «Que de
respectivamente. noche le mataron / al caballero…», conside-
Al mismo tiempo, en una síntesis muy rada el germen del drama lopiano y emplea-
del gusto de Lope, enlaza sus obras con sus da por el propio Lope en otras ocasiones.
peripecias biográficas, relatando cuándo se Tras exponer el argumento, en «Los
componen y publican La Dorotea, La Dra- protagonistas y los temas» (pp. 17-23) se
gontea, las Rimas sacras, El castigo sin parte analizando uno de los temas principa-
venganza… Por lo que respecta a sus come- les de El caballero, a saber: el amor, que
dias, él asegura haber escrito más de mil combina elementos de distinta procedencia
quinientas, de las cuales se conservan unas y que es crucial, ya que mueve la acción, y
cuatrocientas. Se explica que sus comedias la pasión no correspondida, junto con la
se publicaron en veinticinco partes entre humillación y los celos, provocará el fatal
1604 y 1647, tras haber agotado su atracti- desenlace (p. 19). Don Alonso y doña Inés
vo sobre las tablas y sin excesivo cuidado. son situados dentro de las convenciones de
El editor discute con acierto y brevedad la la Comedia Nueva y analizados con rigor,
difícil ordenación de las comedias lopescas, descartando ciertas interpretaciones erróneas
repasando los criterios planteados: el crono- o parciales que buscan fallas morales o de
lógico, el genérico, el genético–argumental conducta en los protagonistas para justificar
y el temático, propuestos por Menéndez el trágico final, pues carecen de defectos
Pelayo, Oleza y Rozas. conformes a la catástrofe que sufren. El
En el segundo y más extenso capítulo, criado Tello es uno de los ayudantes de las
«La tragicomedia de El caballero de Olme- primeras figuras, con rasgos de gracioso.
do» (pp. 10-33), se estudian los principales De singular valor es la exégesis de Fabia.
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cida en el dramaturgo. Arellano establece sallos vuelven pues a Jerusalén con el leño
los paralelos y repeticiones de pasajes en- y con Sabá. Esta le propone a Salomón
teros y las similitudes y diferencias entre una serie de acertijos con los que preten-
La sibila del Oriente y este auto, a la vez de probar su conocimiento, los cuales a su
que advierte problemas textuales todavía vez permiten el desarrollo de doctrinas
sin resolver en la comedia. escolásticas. Para cruzar el arroyo Cedrón
La segunda parte de la «Introducción», utilizan como puente el leño traído por
titulada «Glosas a El árbol del mejor fru- Cadances; al verlo, Sabá entra en trance y
to», delimita la estructura de la pieza según revela que es el árbol salvático, cuya le-
la métrica, los espacios dramáticos y escéni- yenda relata, y profetiza la crucifixión de
cos y los motivos temáticos: el auto está Cristo. La reina se convierte a la ley de
dividido en dos partes principales bastante Dios y aparta de su lado a la Idolatría,
equilibradas en su extensión, unos mil ver- mientras que Salomón anuncia la construc-
sos cada una. Se establecen a su vez las dis- ción de la probática piscina, en la que
tintas subpartes con sus formas estróficas colocará el tronco prodigioso.
correspondientes. El editor desarrolla el ar- Las notas a pie, algunas bastante exten-
gumento para aclarar el significado de mu- sas, aclaran aspectos de diverso tipo: los
chos pasajes de la pieza, la técnica teatral, problemas lingüísticos que puede plantear
el escenario, la música o la simbología. el texto son solventados con frecuencia
Sigue a este epígrafe una sinopsis métri- mediante definiciones extraídas de diccio-
ca y un estudio textual en el que Arellano narios de la época; cuando la retórica o la
justifica el texto editado. Ofrece una infor- sintaxis del texto resultan especialmente
mación completa de cada uno de los nueve difíciles, el editor ofrece la paráfrasis ne-
testimonios (ocho manuscritos y una edi- cesaria. La reproducción de pasajes para-
ción impresa), cuya compulsa «muestra una lelos (tanto del propio Calderón como de
situación bastante habitual en la transmisión sus fuentes, especialmente de la Biblia)
de los autos calderonianos, es decir, la cer- facilita la comprensión de los vocablos,
canía estrecha entre los textos» (p. 72). evidencia lugares comunes en el dramatur-
Después aduce las lecturas pertinentes para go y descubre su modo de reescribir ma-
la elaboración del estema y defiende el ma- teriales previos. También explica el editor
nuscrito elegido como principal referencia cuestiones teológicas y simbólicas, reque-
para su edición. Tras la bibliografía y un ridas para el entendimiento del texto, ade-
listado de abreviaturas de los autos sacra- más de aspectos estilísticos, como el em-
mentales de Calderón se presenta ya el tex- pleo de tópicos. A veces indica las solu-
to de El árbol de mejor fruto. ciones que ha tomado para problemas
La obra comienza cuando Salomón re- textuales concretos, que el lector puede
cibe en sueños el encargo divino de cons- comprobar si acude al exhaustivo aparato
truir un templo para albergar el arca de la crítico, situado inmediatamente después del
alianza y envía a dos vasallos suyos, Irán texto. Las últimas páginas las ocupa un
y Cadances, a buscar materiales. Irán va a «Índice de notas» que incluye las mencio-
pedirle perfumes a Sabá, quien desea co- nes y alusiones bíblicas en la entrada co-
nocer a Salomón después de que aquel le rrespondiente.
hable de su saber proverbial; esto inquieta Para comprender este auto resulta va-
al personaje alegórico de la Idolatría, quien lioso conocer el mosaico de historias y
teme que la reina tenga noticia del Dios de leyendas de las que parte y su importan-
Israel. Cadances, por su parte, encuentra un cia en el teatro del Siglo de Oro, especial-
árbol extraordinario en el Líbano, en cuya mente en Calderón, así como las peculia-
tala suceden hechos asombrosos. Los va- res condiciones de su representación, la
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simbología y las cuestiones teológicas que años dedicado al estudio de las circunstan-
en él se desarrollan. A todo ello atiende cias excepcionales que rodearon su repre-
Arellano en la introducción y en las notas sentación en mayo de 1640.
a pie, y aclara así con pertinencia cualquier Como sostiene el editor, resulta sor-
aspecto que pueda obstaculizar el entendi- prendente que este auto se desconociera o
miento de la obra. Se suma a esto la ga- fuera dado por perdido en catálogos y en
rantía de estar leyendo un texto fijado con prestigiosas obras modernas de referencia
rigor, tarea que se propone la colección de bibliográfica (Cotarelo, Valbuena, Profeti-
autos sacramentales de la que forma parte. Zancanari), pues ya en 1860 Cayetano A.
Esta edición, en resumen, presenta el tex- de la Barrera había recogido noticia fide-
to en su contexto, lo comenta con buen digna del auto de El hereje, identificándo-
criterio y esclarece interesantes detalles que lo con la pieza publicada, con el título
podrían pasar inadvertidos, de manera que original de Auto en alegoría del sacrílego
facilita la lectura más apropiada y precisa y detestable cartel que se puso en la ciu-
de Él árbol de mejor fruto, al tiempo que dad de Granada contra la Ley de Dios y
refleja el profundo conocimiento del dra- su Madre Santísima, en el libro de Luis de
maturgo y su obra por parte del editor y Paracuellos Cabeza de Vaca Triunfales
la ejemplaridad de su labor filológica. celebraciones que en aparatos magestuo-
sos consagró religiosa la ciudad de Gra-
ISABEL HERNANDO MORATA nada a honor de la Pureza Virginal de
María Santísima en sus desagravios, a
quien devota las dedica esta ciudad, en
todo Ilustre, en todo grande, el mismo año
CUBILLO DE ARAGÓN, Álvaro. El he- de 1640. Tanto el título original del auto
reje. (Auto en alegoría del sacrílego y como el del libro de Paracuellos orientan
detestable cartel que se puso en la ciu- ya al lector sobre las circunstancia de la
dad de Granada contra la Ley de Dios composición y de la representación de esta
y su Madre Santísima). Domínguez pieza dramático-religiosa: forma parte de
Matito, F. (ed., int. y notas). Vigo: Edi- los actos de desagravio en honor de la Vir-
torial Academia del Hispanismo, 2008. gen que se llevaron a cabo en Granada tras
142 pp. la colocación, durante la noche de Jueves
Santo en una de la puertas del Ayunta-
La Editorial Academia del Hispanismo miento, de una cartel ofensivo contra la
sigue enriqueciendo el catálogo de su co- pureza de María. Nada menos que de
lección «Biblioteca de Theatralia» con nue- «suçia» y de «publyca puta de mansebia»
vos títulos de gran interés. A finales de se calificaba a la Virgen en este libelo que
2008, publicó la edición, cuidadosamente contenía otras afirmaciones de carácter
anotada por Francisco Domínguez Matito, herético. La ciudad granadina viviría una
de uno de los tres autos de los que es autor auténtica conmoción desde esa Semana
seguro el dramaturgo granadino Álvaro Santa hasta el mes de diciembre en que se
Cubillo de Aragón. Aunque el auto de El hizo un Auto de Fe que puso fin a las
hereje no brille por su valor estrictamente celebraciones para reparar el buen nombre
literario, su interés para la historia del tea- de María. Falsas acusaciones, juicios pre-
tro español es muy alto por la dimensión cipitados, agitación social, manifestaciones
socio-política que se suma a su carácter extremas de religiosidad… de todos los
alegórico religioso, como nos recuerda hechos, muy complicados y hasta rocam-
Domínguez Matito, quien ha decidido muy bolescos, sucedidos durante esos meses
oportunamente su recuperación, tras varios quedó buena constancia, ya que el cronis-
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ta local de la época los siguió muy de ficado: el primero [el de Cubillo] actuali-
cerca, se conserva el proceso oficial del zaba los acontecimientos y animaba a los
Inquisidor que tuvo que intervenir en el devotos espectadores a continuar con aque-
asunto y, además, el padre Paracuellos re- lla exhibición de histeria colectiva; el se-
cogió muy detalladamente la relación de gundo daba consistencia teológica a una
los episodios más importantes en el libro creencia compartida que había sido injus-
ya indicado. Domínguez Matito se ha ba- tamente atacada» (p. 50).
sado en toda esa documentación para ela- Tras una breve introducción a la obra
borar, con gran pulso narrativo, el relato dramática de Cubillo de Aragón, comedió-
de una investigación casi de carácter poli- grafo sobre el que Domínguez Matito viene
ciaco en la que el lector se sorprenderá al trabajando en los últimos años, el estudio
saber quién resultó ser finalmente el que preliminar de esta edición de El hereje se
escribió y colgó el sacrílego cartel, y qué centra en dar cuenta concisamente tanto del
retorcidos motivos le condujeron a hacer- contexto histórico-social de 1640 (pp. 27-
lo. No desvelaré aquí tales informaciones, 31) como del contexto teológico-religioso
pero este extraño acontecimiento, digno de (pp. 31-36), mediante un breve panorama
haber sido recogido por Borges en la His- que retrata con agudeza la España conflicti-
toria universal de la infamia, contiene toda va en la que tuvieron lugar los hechos que
una lección de historia social que pone propiciaron la representación del auto, los
bien a las claras las formas complejas de sucesos granadinos que se relatan con más
la vida religiosa en España durante el si- detenimiento (pp. 36-48). Particularmente
glo xvii y quizás un aviso para los tiem- Granada, y no sólo de modo simbólico, era
pos que corren. centro de una tensión irresuelta entre cris-
Parece que el 13 de mayo de 1640 se tianos viejos, conversos, moriscos y judíos
llevaron a cabo las celebraciones más apo- que se manifestará claramente en los acon-
teósicas y aparatosas, «la gran fiesta a los tecimientos de 1640, sin olvidar que dentro
desagravios de Nuestra Señora», durante la del seno del propio catolicismo las luchas
cual la compañía de Antonio del Prado entre dominicos, franciscanos y jesuitas
representó dos autos. Uno, La hidalga del contribuían a enconados debates que no se
valle, había sido compuesto por Calderón ventilaban solamente en el mundo de la
de la Barca para otra ocasión y trasladaba ideas sino que tenían consecuencias muy
al teatro cuestiones doctrinales sobre el concretas y materiales. El posicionamiento
pecado original y en torno a la controver- de las diferentes órdenes en torno al dogma
sia sobre la Inmaculada Concepción, que de la Inmaculada Concepción de María tie-
se relacionaban con la cuestión de la pu- ne particular relevancia y Domínguez Mati-
reza virginal de María. El otro, El hereje, to recuerda la polémica que enfrentó duran-
lo compuso Cubillo de Aragón para este te siglos a franciscanos y dominicos sobre
momento preciso, pues son inequívocas las esta cuestión, con la que a veces se confun-
referencias al contexto granadino (ya des- día, como ya hemos dicho, la de la virgini-
de la «Loa en diálogo entre la Fuente la dad de María.
Teja y el río Darro») y las alusiones al La edición del auto de El hereje, de
impío cartel y al «hereje» que compuso las 1061 versos, es muy pulcra. La puntuación,
«nefandas letras», probablemente un «judi- uno de lo aspectos más controvertidos al
güelo» inducido por el dragón de siete editar textos clásicos, resulta siempre ade-
cabezas. Como bien resume Domínguez cuada. La anotación es tan pertinente como
Matito, los dos autos sacramentales, con equilibrada, bien atenta a explicar, a veces
sus respectivas loas, «constituían, pues, dos extensamente, conceptos o referencias (al
actos de un programa perfectamente plani- medio granadino, por ejemplo) y a aclarar
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te, quien publicó diversas gacetas de con- éditos o bien los analizan a partir de un
tenido científico, además de ser un estudio- enfoque novedoso, de manera que se ma-
so de disciplinas como la botánica y la tizan, cuestionan o refutan afirmaciones
cartografía (José Ruiz de Esparza). Pero el que se habían vuelto «lugares comunes» en
suyo no fue un caso aislado: el auge de los la historiografía. Todos los autores compar-
colegios y los seminarios permitió que al- ten el rigor científico. En síntesis puede
gunos indígenas pudieran forjar una sólida afirmarse que la obra ofrece un extenso
carrera eclesiástica y académica (Margari- panorama de la situación social, política,
ta Menegus). Además, la preocupación por económica y cultural en los albores de los
la instrucción de los niños dio como resul- movimientos de independencia latinoame-
tado el establecimiento de numerosas es- ricanos, lo cual permite una mejor com-
cuelas gratuitas, así como el uso de mate- prensión del pensamiento que animaba tan-
riales novedosos creados especialmente to a los que permanecieron leales a la
para la alfabetización; o bien, de fábulas, monarquía, como a aquellos que a la larga
a través de las cuales se transmitían ense- emprendieron la lucha por la emancipación.
ñanzas morales e incluso datos de la his- Por tanto cabe felicitar el esfuerzo de di-
toria natural de su región de origen (Do- fusión de los contenidos del Congreso In-
rothy Tanck). Como parte de esas iniciati- ternacional, pues el resultado es una autén-
vas ilustradas también se encuentra la tica muestra de que en el ámbito hispano
erección del Hospital de San Andrés, don- las luces de la Ilustración irradiaron res-
de varias generaciones de médicos conocie- plandores propios de Manila a Madrid y de
ron y pusieron en práctica los tratamien- la Nueva España al Río de la Plata.
tos más avanzados de la época (María del
Carmen Barbabosa). ODETTE MARÍA ROJAS SOSA
Destaca la presencia del texto de Mi-
guel Corréa, relativo a la ilustración en
Portugal, ya que a pesar de la proximidad
entre el mundo hispánico y el lusitano HERRERA NAVARRO, Jerónimo. Petime-
poco sabemos —al menos en México— de tres y majos. Saineteros madrileños del
los procesos históricos en los dominios siglo XVIII. Madrid: Ediciones del Orto,
portugueses. 2009, 158 pp.
La lectura de estos textos devela la
gran cantidad de proyectos que surgieron El siglo XVIII es una época bien cono-
a partir de la segunda mitad del siglo XVIII; cida y ejemplarmente estudiada en lo que
muchos se quedaron en la esfera de las se refiere al teatro español. Y esto se debe
ideas, mientras que otros se llevaron a la a la labor de estudiosos como Jerónimo
práctica con resultados variados, pues su Herrera Navarro, autor de numerosos estu-
aplicación no estuvo exenta de resistencia dios sobre esta centuria, entre los que hay
por parte de amplios sectores de la socie- que destacar su imprescindible Catálogo de
dad. La Ilustración suele asociarse con el autores teatrales del siglo XVIII, publicado
cambio y la ruptura total respecto al orden en 1993 por la Fundación Universitaria Es-
anterior, no obstante, en el mundo hispá- pañola.
nico frecuentemente se intentó conjuntar la Sin embargo, aún quedan lagunas, a
innovación con las tradiciones propias. veces muy extensas, en el dilatado territo-
Los contenidos del libro, apenas esbo- rio del teatro dieciochesco. Una de ellas es
zados en estas líneas, resultan por demás el teatro breve, que en general ha queda-
sugerentes. En muchos casos, los investi- do reducido a Ramón de la Cruz y José
gadores exploran temas prácticamente in- Ignacio González del Castillo, objeto de la
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Con este libro y con Don Juan llega a Iriarte, nacido en Tenerife en 1750, no
Italia, de Laura Dolfi, comienza su anda- vio ese fracaso. Había comenzado a con-
dura la nueva colección del Instituto del feccionar la obra en 1783, «año clave»
Teatro de Madrid «Breviarios de Talía», para él (según su editor moderno) porque
dirigida por Javier Huerta Calvo y Anto- inicia una importante etapa en su produc-
nio López Fonseca, y publicada por Edi- ción literaria. Es a partir de ese año cuan-
ciones del Orto. El propósito de esta nue- do se entrega a la creación de las tres
va colección es publicar ensayos de todos obras que le han ganado reconocimiento y
los aspectos de la literatura dramática y del respeto en el mundo teatral: El señorito
mundo del teatro, así como ediciones de mimado, La señorita malcriada y El don
textos poco conocidos, raros y curiosos. Se de gentes.
trata de libros de pequeño formato, muy Saca del cajón donde los tendría guarda-
manejables, que parecen seguir el ideal de dos los «preludios» o primeras versiones de
Rafael Alberti en el Madrigal al billete del todas sus comedias, para repasarlas y reanu-
tranvía, cuando hablaba de «la violeta / dar poco a poco el trabajo en las tres come-
contemporánea, viva, / del libro que viaja dias que hemos llamado «maduras» (28).
en la chaqueta». Con estas obras, Iriarte inaugura el
«moderno teatro de costumbres» (57). El
FERNANDO DOMÉNECH RICO cuidadoso análisis que hace Sebold de las
tres obras, cada una con su historia, contex-
to, personajes, temas, lenguaje y elementos
realistas/costumbristas, nos invita a volver a
IRIARTE, Tomás de. Teatro original com- leer las comedias con ojos frescos; con la
pleto. Sebold, Russell P. (ed.). Madrid: ayuda del gran crítico, vemos cosas que
Cátedra, 2010, 708 pp. antes o no queríamos ver o no podíamos
ver por falta de tiempo o interés. El mismo
Cuando El señorito mimado volvió a Sebold ve estas obras como precursoras del
estrenarse en el Teatro del Príncipe duran- tipo de comedia natural de Moratín hijo,
te el reinado de José Bonaparte, decepcio- Gorostiza, Bretón, López de Ayala y otros
nó al público. ¿Por qué? Siendo una de las costumbristas/realistas decimonónicos. Si el
mejores comedias escritas según las normas romanticismo es una evolución, no una re-
neoclásicas, tenía muchas posibilidades de volución (concepto que ha defendido Se-
esperar una recepción exitosa en el Madrid bold a través de los años), también lo son el
del rey intruso. Pero según el informe pu- costumbrismo y el realismo.
blicado en la Gaceta de Madrid el 23 de Sebold insiste una y otra vez en el «no-
marzo de 1811, la representación, que se table realismo» de estas obras y, como es
hizo sin las distracciones normales de «en- habitual en los trabajos que ha publicado
tremeses, tonadillas y sainetes en los inter- desde hace ya casi cincuenta años, defien-
medios de los actos. Cosa inaudita hasta de la integridad de la literatura diecioche-
entonces», aburrió a un público acostum- sca española en términos contundentes:
brado a ir al teatro dispuesto a «hacer ges- «Ha pasado el tiempo de esa tan absurda
tos a las cómicas y a tirarlas dulces a la como fácil seudocrítica que no encontraba
silla». Vaya: una representación teatral dig- nada humanamente admirable sino en la
na, que se centraba en la obra (no en esas angustia de los escritories barrocos o en los
«distracciones» tan deseadas por un públi- tormentos de los románticos» (48). Y na-
co mal educado y poco respetuoso del tex- die como Sebold para iluminar, defender,
to literario), pero, quizá por eso, condena- escribir, elaborar, publicar y encontrar esas
da al fracaso. cosas «humanamente admirable[s]» en di-
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RESEÑAS DE LIBROS 623
cha literatura (de hecho, de las 81 notas a de todas las obras dedicadas al tema del
pie de página de la introducción, 22 se héroe nacional.
refieren a estudios que él mismo ha escri- Esta edición es lo que esperamos de su
to). Y entre los admiradores se incluían editor: es obra de convicción, excelente do-
individuos del circuito internacional. Cuan- cumentación, amena lectura, originalidad y
do salieron a la luz las Obras en verso y utilidad. Le hubiera encantado a don Tomás.
prosa, que se vendieron por suscripción en
1787, llegaron a las manos de muchos in- DAVID T. GIES
telectuales de la época, entre ellos Benja-
min Franklin y Thomas Jefferson.
La gracia de El señorito mimado, La
señorita malcriada y El don de gentes fue SAMANIEGO, Félix María de. Medicina
producto de un concentrado esfuerzo por fantástica del espíritu y espejo teórico-
parte del autor, porque, aunque poseía, práctico en que se miran las enferme-
según su editor moderno, ese «don de gen- dades reinantes desde la niñez hasta la
tes» (Sebold habla de su «encantador per- decrepitud, con recetas y aforismos que
fil humano» [35] y de una «extraordinaria suministra la moral. Escrita en metro
entereza de ánimo» [44]), padecía de la joco-serio y prosa por el Dr. D. Da-
gota, que le producía dolores impensables, mián de Cosme. Dedícase a los santos
especialmente hacia el fin de su vida en médicos san Cosme y san Damián. Pa-
1791. Una de las revelaciones más sorpren- lacios Fernández, E. (ed.). Madrid: Bi-
dentes del estudio de El don de gentes es blioteca Nueva, con la colaboración
la sugerencia de que Forner copió el figu- de la Real Sociedad Bascongada de
rón que domina su obra El filósofo ena- Amigos del País, Delegación en Corte,
morado (1792) de la versión inédita de la 2010, 239 pp. (Clásicos de Biblioteca
comedia de Iriarte (aunque inédita en su Nueva, 64).
versión original de 1780, fue representada
en el teatro particular de la Condesa-Du- Si la solvencia del profesor Emilio Pa-
quesa de Benavente, donde la pudo ver el lacios Fernández como investigador, editor,
escritor extremeño). crítico e historiador de la literatura, y en
El viejo y la niña, de Moratín hijo (a especial en las letras del setecientos, se ha-
quien, por un lapsus, Sebold confunde con lla más que contrastada luego de una tra-
su padre, Flumisbo [51], al hablar de La yectoria que abarca ya cuatro decenios de
petimetra), no supera a El don de gentes sólida y fecunda labor, cuando de Sama-
en cuanto a su costumbrismo moderno, niego se trata, llega a alcanzar el rango de
idea que defiende el editor con ameno lo incuestionable. Desde que en los prime-
detalle y convicción. Habla de las acota- ros años setenta iniciara el hoy catedrático
ciones «realistas» y los detalles que «re- de la Universidad Complutense las inves-
velan la acción creativa del moderno rea- tigaciones que poco más tarde darían lu-
lista» (103); señala cómo, en La señorita gar a su tesis doctoral (1974) y a su fun-
malcriada, es la primera vez que un per- damental Vida y obra de Samaniego
sonaje «se dedica a una actividad tan vul- (1975), se cuentan por decenas sus apor-
gar y por tanto ran realista y tan moderna taciones sobre el escritor alavés, tanto en
como la lectura de la prensa diaria» (104). el ámbito de la edición de sus obras como
Pero el editor no se olvida de otras dos en el del estudio de las mil facetas de for-
obras menos conocidas: La librería («tea- mas, temas, ideas, fuentes, influencias, con-
tro de costumbres») y Guzmán el Bueno, textos, polémicas, relaciones..., hasta aven-
que califica como la «más artística» (125) turarse en fechas recientes (2003 y ulterio-
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res actualizaciones) a surcar los procelosos rales abre el volumen: «1. Introducción: la
mares de la red al timón de la espléndida formación, la Bascongada, la educación, el
página de autor dedicada al fabulista de literato ilustrado» (pp. 9-38); «2. Medici-
Laguardia en la Biblioteca Virtual Miguel na fantástica del espíritu (1786)» (pp. 38-
de Cervantes (<http://www.cervantesvirtual. 82); «3. Conclusión: una evaluación de
com/bib_autor/samaniego/>). Samaniego» (pp. 82-88), y «4. Imágenes
Procelosos, decíamos; porque en los sobre Samaniego a comienzos del XIX» (pp.
mares —de ayer y de hoy, de lo real y de lo 88-107). Expone el primero el perfil ilus-
virtual— no falta el espécimen del saquea- trado del autor: su formación, su tarea
dor: bibliopirata ayer, ciberpirata hoy, pi- educativa en el seno de la Real Sociedad
rata al fin y al cabo. Es precisamente lo que Bascongada de los Amigos del País, y su
le había caído encima a esta Medicina fan- producción escrita en las fábulas y en los
tástica del espíritu, un opúsculo de conteni- cuentos verdes de El jardín de Venus.
do e impulso educativo que, atribuido antes Considera Palacios a continuación la Me-
a diversos ingenios (Forner, García de la dicina partiendo de sus posibles fuentes y
Huerta, el propio Samaniego), la autoridad subrayando la originalidad de su plantea-
de Palacios Fernández adscribió al alavés en miento satírico y de su «perfecta estructu-
la mencionada página web (2003, con edi- ra ternaria» (p. 52), con el examen al de-
ción digital incluida del texto) y en dos co- talle del contenido y con el estudio del
municaciones a sendos congresos de 2005 y estilo, que hacen de la obrita «una pieza
2007, donde, apoyándose en el testimonio [...] compleja y original que la aleja de
de Jovellanos, acertaba a situar la Medicina otros modelos de sátira al uso entre los
(1786) en una onda que procedía directa de poetas ilustrados» (p. 80), en la medida en
sus por entonces recién impresas Fábulas en que trasciende los estrechos límites estable-
verso castellano (1781 y 1784). cidos por Luzán en su Poética («Del esti-
Pues bien, si en los últimos tiempos los lo jocoso», libro II, cap. XX), recordados
piratas tendían a transitar del libro a la red, por Palacios, quien recalca también la va-
he aquí que a nuestra obrita le salió un riedad de su versificación (en un útil cua-
corsario que invirtió la singladura: ello dro, pp. 81-82). Finalmente, a la revisión
explica la aparición en 2008 de una pri- comprensiva de Samaniego abordada en la
mera edición moderna en libro, extraña- tercera parte suceden tres interesantes imá-
mente titulada Espejo teórico-práctico en genes de nuestro literato proyectadas por
que se miran las enfermedades reinantes sendos autores de la generación posterior:
desde la niñez hasta la decrepitud..., esto Martín Fernández de Navarrete (1765-
es, con marbete mutilado... por la pantalla 1844), José Marchena (1768-1821) y Ma-
del ordenador, ya que todo conduce a pen- nuel José Quintana (1772-1857). Los cri-
sar que ésta constituye la fuente textual terios de edición (p. 109), la excelente y
única del susodicho viajero, de cuyo nom- nutrida Bibliografía (pp. 111-133) y una
bre más valdrá no querer acordarse. El Cronología (pp. 135-145, debida a Coro-
lector intrigado puede alimentar su curio- nada Pichardo) cierran las piezas prelimi-
sidad, claro está, acudiendo a la convincen- nares del libro.
te argumentación de Palacios Fernández, Preceden asimismo a la Medicina es-
que en un pasaje de su estudio introducto- tricta, de entrada, una dedicatoria («A los
rio (pp. 24-27) nos descubre la pata de santos médicos san Cosme y san Damián»,
palo del mentiroso. pp. 149-153) que muestra ya, al hilo de los
Supercherías aparte, es esta Introduc- prejuicios al uso ante los médicos, el fino
ción, tan amplia como documentada (pp. 7- ingenio satírico que el autor irá vertiendo
107), la que en sus cuatro apartados gene- en la obra toda, y, a continuación, un «Pró-
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logo» (pp. 156-159) que, con suma clari- rismo» en prosa, al que sigue la «Descrip-
dad y orden lógico, anticipa y justifica su ción de la enfermedad», más extensa y en
recorrido posterior, marcado por su natu- verso, para incluir otro «Aforismo» en pro-
raleza didáctica («Le pintaré tal el vicio,/ sa que antecede a la «Receta», de nuevo
que al querer abandonarse,/ de temor a la versificada y de nuevo generalmente corta
pintura,/ huya de las realidades», vv. 25- (con excepción del segundo del segundo
28) y por un tono menos serio que jocoso libro, II, 2, en el que falta por razones en
(«Será el estilo agridulce,/ y el dulce pre- las que no cabe detenerse). Destacan en
dominante», vv. 29-30), explicando porme- estos capítulos, según se indicó, la extraor-
norizadamente el título (vv. 36ss.) y razo- dinaria variedad y riqueza de los versos y
nando el porqué de la variedad métrica estrofas, que combinan desde el pentasíla-
(«Los metros también alternan,/ procuran- bo al endecasílabo (pasando por los metros
do que se adapten,/ pues son el modo y de 6, 7, 8 y 10 sílabas), y de la silva a la
sustancia/ hermanos de padre y madre», quintilla (con sonetos, décimas, octavas,
vv. 73-76). romances y romancillos, pareados, octavi-
El núcleo de la obrita se divide en tres llas, sextillas y seguidillas), y que, como
partes o libros, de cuatro, ocho y cuatro apunta Palacios, «se van acomodando a los
capítulos, respectivamente, en una cuidada dos tonos [serio y jocoso] que emplea el
disposición correlativa, paralela y simétri- autor» (p. 82).
ca que primero recoge las enfermedades de En este sentido, cabe subrayar la curio-
la niñez (pp. 163-170), a saber: la mala sa musicalidad de las octavillas de III, 3,
crianza, la mala inclinación, la falta de donde los pentasílabos esdrújulos van re-
respeto desde niños a los padres, y el cibiendo el contrapunto de los agudos a
aprender lo malo antes que lo bueno (re- mitad y final de estrofa en el discurrir de
cuerde el lector que son del espíritu). En- casi cien versos como estos: «Si fuiste tór-
cabeza las de la juventud, en el libro se- tola,/ si fuiste águila,/ hoy por tarántula/ te
gundo (pp. 171-210), el amor profano, al has de juzgar;/ que seas crítica,/ seas en-
que acompañan otros males que particula- fática,/ seas irónica,/ no pegarás» (p. 225,
riza en los hijos e hijas (la violencia de los vv. 25-32). No es el único caso, por otra
padres para que se casen contra su gusto parte, de enfoque grotesco, que más de una
y para que entren en religión), en las her- vez (III, 4, por ejemplo) remite al Queve-
mosas (ser desgraciadas), en las mujeres do desengañado, aunque no al desvergon-
(ser feas), en los petimetres (ser presumi- zado. A don Francisco recuerdan también
dos y afectados), en los mayorazgos (pa- varios capítulos en su expresividad léxica
sar plaza de tontos), y de nuevo en los coloquial (II, 2) e incluso vulgar (III, 2),
jóvenes en general (ser poco devotos). con voces como morlaco, giba, estantigua,
También se presentan parcialmente focali- espantajo, escupen, gorro, calva, mamalu-
zados tres de los capítulos del libro terce- ca, peluca, embustera, marrullero, maulón
ro, que trae las enfermedades de la vejez o cecina. Pero si de aciertos se trata, des-
(pp. 211-233): ser codiciosos, ser cortejan- cuella la nota costumbrista de época en
tes (ambas de los viejos), querer parecer torno a la figura del petimetre (II, 6), don-
jóvenes (de las viejas), y que se remata en de el estilo enumerativo confiere al texto
el cuarto y último con la «enfermedad de singular viveza: «¡Qué terso!, ¡qué lim-
la decrepitud, las cenizas o sombras del pio!,/ ¡qué rizos!, ¡qué olores!,/ ¡qué gus-
amor y codicia». to en vestidos!,/ ¡qué puesto en las mo-
Igualmente minuciosa e igualmente pa- das!,/ ¡qué arte!, ¡qué brío!/ Las damas le
ralela resulta la estructura externa de cada aclaman/ por parisién fino./ [...] Ninguno
capítulo, que se inicia con un breve «Afo- le gana/ de cuantos se han visto,/ a coger
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pañuelos,/ alzar abanicos,/ saber dar el bra- San José de Pignatelli, etc. Actualmente
zo,/ dulces exquisitos,/ llevando dos cajas/ está preparando la edición de la segunda
de rapé y palillos/, a doblar mantillas,/ parte de la Biblioteca jesuítico-española.
componer un rizo,/ mondar una pera,/ trin- Apéndices de Catálogos de manuscritos
char de lo lindo» (pp. 192-193, vv. 10ss.). hispano-portugueses existentes en las Bi-
Valga todo ello como muestra del in- bliotecas de Roma, y una biografía de
terés del texto recuperado y estudiado por Hervás.
el profesor Palacios Fernández. Habrá tal El libro-discurso que comentamos, con
vez quien estime que la puntuación moder- el que Astorgano ingresó como socio de
nizada permanece por momentos apegada número en la R.S. Bascongada de Amigos
en exceso al original. O quien lamente que del País, está dedicado a la memoria del
la anotación se oriente en ocasiones hacia inolvidable José Ignacio Tellechea, recien-
un lector escasamente avezado. Pero no temente fallecido, quien dio una admirable
hay matices que puedan rebajar la deuda panorámica de la producción literaria de
contraída —una más— por los que ama- los jesuitas vascos antes de ser desterrados,
mos las letras con quien ha librado del estudiando las figuras señeras de Agustín
olvido esta pequeña joya, trasladándola y de Cardaveraz, Sebastián Mendiburu y,
analizándola con la honradez, dedicación, sobre todo, de Manuel Larramendi.
penetración y sabiduría que le son propias. La importancia del estudio de los jesui-
tas vascos del siglo XVIII reside en que sus
ESTEBAN GUTIÉRREZ DÍAZ-BERNARDO tesis, como ha apuntado recientemente
Martín Almagro Gorbea, «mantenidas de
manera más o menos consciente pero siem-
pre con contumacia, han constituido las
ASTORGANO ABAJO, Antonio. La lite- bases para los modelos interpretativos de
ratura de los jesuitas vascos expulsos la Prehistoria del País Vasco desde sus
(1767-1815). Madrid: Delegación en inicios, en el siglo XIX, hasta la actualidad.
Corte de la Real Sociedad Bascongada Ade-más, dicha visión fue asimilada al
de los Amigos del País, 2009, 501 pp. ideario político del tradiciona-lismo carlis-
ta, del que pasó al nacionalista vasco».
El catedrático Antonio Astorgano Aba- Justificado el posible interés que toda-
jo, leonés (1950), miembro de numerosas vía mantiene el mundillo del jesuitismo
asociaciones culturales, es un investigador vasco dieciochesco, Astorgano se centra es-
reconocido en la literatura y la historia del pecíficamente en la producción literaria de
siglo XVIII. Dentro de su abundante produc- los jesuitas vascos que fueron extrañados
ción bibliográfica se pueden destacar sus de su patria en la primera de las cinco
ediciones y estudios sobre Godoy y Melén- expulsiones que han sufrido los jesuitas
dez Valdés. Pero también por sus numero- españoles desde entonces.
sas investigaciones sobre los jesuitas expul- Pero el libro es algo más que un ba-
sos, que lleva trabajando durante cerca de lance de la producción literaria en el exi-
veinte años, como los Padres Vicente Re- lio de los jesuitas vascos, a la que califi-
queno y Lorenzo Hervás y Panduro, de los ca, de una manera conscientemente provo-
que ha publicado, en dos voluminosos to- cadora, de «pobre». Poco a poco nos va
mos, los Escritos filosóficos y la Bibliote- mostrando lo que pasó con el prometedor
ca jesuítico-española (1759-1799) respec- movimiento literario euskaldún, liderado
tivamente, aparte de diferentes artículos por el P. Manuel de Larramendi, después
sobre ellos, y también sobre los Padres Te- de abril de 1767, cuando el decreto de
rreros, Clavigero, Arévalo, Cardiel, Isla, expulsión arrancó de cuajo a estos hombres
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de sus nativos e idílicos valles y monta- quez», «amigos entre sí, destacados escri-
ñas. En su estudio Astorgano no sólo nos tores y líderes respetados no sólo en Eus-
descubre las huellas de los jesuitas nacidos kadi, sino también dentro de la Provincia
en Euskadi sino también de muchos de jesuítica de Castilla», los cuales redactaron
Navarra y algunos riojanos, pues las inte- estudios sobre la religión y la moral, la
rrelaciones entre los colegios y los jesui- cultura, el euskera y las letras, antes del
tas de esas regiones así lo exigen. exilio. Basta recordar la relevancia del gran
Dos aspectos relevantes quedan claros misionero popular Pedro Antonio de Cala-
desde la introducción: el sentido en el que tayud y la del P. Agustín de Cardaveraz,
se utiliza el término literatura y el de la insigne pionero y místico de la devoción
escasa producción literaria de los jesuitas al Corazón de Jesús en España. El autor
vascos en el exilio. Sobre el primero, afir- dedica unas acertadas páginas a la impor-
ma el autor que entiende por «literatura», tancia del culto al Sagrado Corazón entre
en su acepción más amplia, cualquier tipo los jesuitas vascos expulsos, consideración
de escrito y de cualquier materia, como se que se puede extender a toda la Compañía
interpretaba en el siglo XVIII, a saber, «todo de Jesús durante su supresión, de tal modo
lo que pertenece a las letras, ciencias o que los jesuitas de entonces atribuyeron a
estudios», como se recoge en el Dicciona- ese culto el don de la restauración.
rio académico de 1780. Sobre el segundo, Fueron al destierro, igualmente, algunos
mantiene que la productividad de los jesui- jesuitas vascos que eran profesores en la
tas vascos en el exilio fue escasa. universidad, como los bilbaínos Miguel
Centrándonos en el amplio y esclarece- Ignacio de Ordeñana y Gabriel del Barco,
dor panorama de Astorgano sobre La Li- o en el colegio de Salamanca, donde im-
teratura de los jesuitas vascos expulsos partían diversas cátedras, entre otros, el
(1767-1815), diremos que es un laborioso famoso P. Francisco Xavier de Idiáquez, o
trabajo de investigación, estructurado en Antonio Eusebio Samaniego, hermano del
once capítulos, seguidos de unas conclusio- fabulista.
nes y de un muy valioso y erudito apén- En el capítulo siguiente ordena las no-
dice con una treintena de semblanzas de ticias sobre los provinciales vascos expul-
escritores jesuitas expulsos vascos. sos, que fueron las personas de mayor re-
En el capítulo 2 «Fuentes para conocer lieve dentro de la Orden, pero también
la literatura del exilio de los jesuitas vas- socialmente. El citado pamplonés Francis-
cos», se nos da un perfecto retrato de las co Javier de Idiáquez, «humanista, provin-
fuentes actuales de su trabajo. En el capí- cial y líder de los jesuitas de la Provincia
tulo 3, «El jesuitismo vasco inmediatamen- de Castilla», cuyas Prácticas de Villagar-
te anterior a la expulsión», pone número a cía hemos conocido y usado como manual
los jesuitas desterrados y aclara que entre los jesuitas españoles hasta el siglo XX. El
España y América hubo unos 6.000, de los vizcaíno P. Lorenzo de Uriarte, profesor en
que unos 600, eran literatos, y que de la varios colegios y rector, también fue pro-
Provincia de Castilla, a la que pertenecía vincial de Castilla. El guipuzcoano P.
el País Vasco y Navarra, procedían unos Manuel Balzátegui era provincial en el
80, entendiendo el concepto de literatura Nuevo Reino de Granada (actuales Colom-
según la aludida acepción amplia que se bia y Venezuela) y autor de varias obras
tenía en el XVIII de lo literario. Destaca en filosóficas y científicas para la Universidad
particular «el liderazgo de los «cinco mag- Javeriana de Bogotá, y luego redactó otras
níficos» del jesuitismo vasco-navarro ante- en italiano durante el exilio; o el guerni-
rior al exilio: la amistad de Larramendi, qués Bernardo Pazuengos, quien fue pro-
Calatayud, Cardaveraz, Mendiburu e Idiá- vincial en las Islas Filipinas.
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RESEÑAS DE LIBROS 629
bre este tema, de si se debe hacer por gé- dos a emprender un segundo destierro en
neros o por etapas cronológicas. Astorga- Italia y se reintegraron a la Compañía»,
no es partidario de esto último, siguiendo como Joaquín Solano y Roque Menchaca,
el modelo que ya adelantaba él mismo en o vivieron libres y aislados en Italia.
el «Estudio Introductorio» de su edición a En el capítulo 9 hace un recuento de
Hervás en su Biblioteca jesuítico-españo- los jesuitas vascos por provincias, aclaran-
la, añadiendo ahora también los nombres do que la extensión de la Compañía de
de los vascos. Distingue cuatro etapas: Jesús en ellas era muy desigual, teniendo
Período 1: los jesuitas escritores vascos en cuenta la diferencia de los colegios que
que murieron antes de 1777. Es la litera- atendían en cada una: seis en Guipúzcoa,
tura de la expatriación y extinción de los tres en Vizcaya y uno en Álava. Con todo,
jesuitas, en una época caracterizada por la de esta provincia eran oriundos algunos
mayor persecución por parte del regalismo literatos notables como José Cardiel,
madrileño, pero en la que aparecen obras Adrián Antonio de Croce, Roque Mencha-
importantes de expulsos vascos, como José ca y Manuel Joaquín Uriarte Rodríguez de
Cardiel o Manuel Uriarte, Esteban Terre- Baquedano. Guipúzcoa tenía más colegios
ros, Miguel Ignacio de Ordeñana, Patricio y mayor número de jesuitas, pero, a pesar
Meagher...; período 2: los jesuitas escrito- de que la labor de algunos de ellos en
res vascos que murieron entre 1778 y defensa del euskera fue destacada en épo-
1789, que Astorgano denomina «período ca temprana y anterior al exilio con la obra
de esplendor», con las principales trabajos de Larramendi, Cardaveraz y Mendiburu,
de Llampillas, Hervás, Juan Andrés, Vicen- después no aparecieron literatos tan rele-
te Requeno, Juan Francisco Masdeu, An- vantes, porque apenas si hallamos alguno
tonio Eximeno, Juan Ignacio Molina, Es- que escribiera algo interesante o su litera-
teban de Arteaga, segoviano de origen vas- tura se ha perdido casi enteramente, certi-
co, y entre los euscaldunes José Cardiel, fica Astorgano. Si bien los jesuitas vizcaí-
Manuel Uriarte, Lorenzo Echave, Sebastián nos tuvieron gran predicamento en los es-
Mendiburu, Juan Hermenegildo Aguirre, pacios directivos de la Orden, Vizcaya
Blas Miner...; 3: los jesuitas vascos que producirá escritores de menor relevancia
fructificaron entre 1789 y 1798, que es un literaria, como Miguel Ignacio Ordeñana,
«período de contracción en la producción Joaquín Láriz y Martín Xarabeitia, aunque
literaria», que coincide con la Revolución «el príncipe de los escritores jesuitas viz-
Francesa y el mayor control por el Estado caínos expulsos fue el lexicógrafo Esteban
de la producción literaria en general, in- Terreros que estuvo toda su vida adscrito
cluida la de los jesuitas, y sólo se pueden a la Provincia de Toledo», en cuyo espa-
recordar algunos autores vasco-navarros, cio geográfico se estudia. También pasa
como Roque Menchaca y Domingo de Astorgano revista a los jesuitas de origen
Zuloaga, organizados en torno a una aca- vasco que estaban destinados en las colo-
demia de Historia eclesiástica en Bolonia; nias, como las provincias de Nueva Gra-
período 4: los jesuitas vascos que murie- nada, Nueva España y Filipinas, donde
ron después de 1798, que Astorgano lla- agrupa noticias desconocidas de los igna-
ma acertadamente «período de descontrol cianos de tales lugares.
y de decadencia de la producción literaria Finaliza el discurso con dos nuevos
de los ex jesuitas», durante el cual algu- capítulos sobre «La producción literaria de
nos jesuitas vascos retornaron a España y los coadjutores vascos expulsos», muchos
fallecieron en Euskadi, como Francisco de de los cuales posteriormente adquirieron el
Bazterrica, Manuel Uriarte o José de Be- orden sacerdotal o se casaron, de los que
obide, mientras que otros «fueron obliga- recuerda Astorgano que hubo pocos que
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grafía, para el conocimiento del lector vas- que completaría todavía más y mejor su
co y del español, en el que el coraje in- monografía Ensayo biográfico y bibliográ-
vestigador del autor no ha escatimado una fico de D. Ramón de la Cruz.
buena dosis de ingente esfuerzo personal, No son las únicas obras del controver-
lo cual no extraña nada al que haya segui- tido erudito que han merecido ser reedita-
do las publicaciones anteriores de este das en los últimos años. Algo tendrá el
nuevo «caballerito de Azkoitia». agua cuando la bendicen. Algo tendrán
estos voluminosos libros para que hayan
GABRIEL MARÍA VERD CONRADI resistido el paso del tiempo y se acuda a
ellos, aunque sea para criticar sus limita-
ciones —René Andioc las ha mostrado con
singular maestría en sus estudios—, pero
COTARELO Y MORI, Emilio. Isidoro reconociendo siempre la ingente y valiosa
Máiquez y el teatro de su tiempo. Ál- información que contienen. Como poco,
varez Barrientos, J. (est. prel.). Madrid: demuestran que una investigación históri-
Publicaciones de la Asociación de Di- ca bien documentada resiste mejor los
rectores de Escena de España, 2009, embates del paso del tiempo que el más
795 pp. brillante estudio confeccionado al amparo
de la última teoría crítica de moda. Es cier-
Existen libros que ocupan en la histo- to que Cotarelo comete errores y tiene des-
riografía literaria un lugar señero. Uno de cuidos, pero si se tiene en cuenta de dón-
ellos indiscutiblemente es Isidoro Máiquez de partía su labor es más que meritoria.
y el teatro de su tiempo, de don Emilio El paso del tiempo no solo pone las
Cotarelo y Mori. Ha pasado un siglo des- obras literarias en su lugar, sino también a
de su publicación pero continúa siendo una las de historia literaria y de aquí la labor
obra de referencia, tan necesaria como dis- fundamental que cumple una disciplina que
cutida, sobre uno de los actores míticos de por fortuna va encontrando entre nosotros
la historia del teatro español cuya sombra el lugar que le corresponde: la historiogra-
gravitó indeleble sobre el teatro decimonó- fía literaria y en nuestro caso, específica-
nico y aun después. mente, la historiografía teatral. Importa co-
Valía la pena, por tanto, hacer el gran nocer cómo fue el teatro en un tiempo de-
esfuerzo editorial que supone reeditar esta terminado, pero importa igualmente conocer
obra, que roza en la edición que comenta- y saber cómo ha sido historiado después
mos las 800 páginas, tanto por su temáti- porque, a la postre, nunca conoceremos el
ca como por la manera en que fue abor- objeto de estudio –pertenece inevitablemen-
dada por el estudioso. Y le llega al lector, te al pasado– sino a través de las imágenes
además, presentada por quien sin duda que las distintas mediaciones posteriores
conoce actualmente mejor la problemática van estableciendo. El pasado es un país ex-
de los actores españoles en aquel periodo, traño, hay que decirlo una vez más, toman-
Joaquín Álvarez Barrientos, que ya puso su do prestado el título del jugoso libro de
pluma al servicio de la recuperación de Lowenthal, donde el sabio geógrafo realizó
otros dos libros de Emilio Cotarelo sobre una sagaz indagación acerca de qué lleva a
las actrices María Ladvenant y La Tirana los hombres a interesarse por el estudio del
no hace mucho, publicados por la ADE en pasado y los usos que se hacen de este, en
2007. Su libro sobre Máiquez, en realidad, ningún caso inocentes.
lo concibió como la tercera parte de una Trasladado su método al asunto que
serie de las que las biografías de las actri- aquí importa cabe preguntarse, qué llevó a
ces citadas serían la primera y segunda., Cotarelo a interesarse tanto por el teatro
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español y por el actor cartagenero, reunien- nada mejor que volver los ojos al pasado
do cuanto escrito o imagen al respecto para buscar energía regeneradora en el tea-
estuvo a su alcance y realizando un impor- tro español.
tante esfuerzo para categorizarlo y cons- Esta vez lo hacía, sin embargo, refirién-
truir un relato coherente sobre lo sucedido dose a un periodo en que se resintió lo
en el teatro español desde finales del siglo español por influencias foráneas, sobre
XVIII al romanticismo. Y cabe preguntarse, todo francesas. Y lo hacía desde la pecu-
también, qué interés tiene hoy volver, liar perspectiva que supone la escritura de
cuando el presentismo es la única ideolo- la biografía de un cómico, como no hacía
gía predicada por tantos, a remover aque- mucho había hecho con dos cómicas.
llos amarillentos papeles. Como bien señala Álvarez Barrientos, sin
Son las preguntas que ha intentado res- embargo, no se trataba de indagar en la
ponder Joaquín Álvarez Barrientos en su psicología de Máiquez, sino en la literatu-
excelente estudio y para llevarlo a cabo ha ra dramática de su tiempo y el arte de su
trazado una ponderada biografía de Emi- representación, supuestamente sin dejarse
lio Cotarelo, las líneas maestras de su llevar por las opiniones apresuradas, sino
método historiográfico, las posibles razo- fijando unos repertorios minuciosos como
nes por las que abordó el estudio del ac- hacían los estudiosos alemanes con un con-
tor y el resultado alcanzado en su estudio tundente positivismo documental. Elabora-
que hoy es un clásico de la historia del ba así otro de «sus frisos histórico - bio-
teatro español. gráficos», que ofrecía a la contemplación
El atrabiliario personaje que don Emi- de los lectores como una lección de histo-
lio Cotarelo acabó siendo fue antes un ria nacional. Y esta es la clave: la presen-
apasionado y erudito estudioso que dirigi- tación de los documentos no es aséptica
do en buena parte por Marcelino Menén- sino regida por una concepción romántica
dez Pelayo se sumó a su programa de tra- conservadora de la historia propensa a
tar de poner orden en el pasado literario exaltar lo nacional como signo distintivo.
español para que fuera operativo en la so- Como para tantos otros, la cultura era la
ciedad española como un elemento más de expresión de la nación. Y viceversa.
afirmación de la nación que estaba pasan- El centro del libro era un actor que lle-
do malos años y como un reservorio al que gaba a sus manos de historiador precedido
se podía acudir para encontrar alimento por casi un siglo de mitificación romántica,
regenerador apropiado para el alma espa- que había hecho de él un símbolo de la de-
ñola. Y es ahí, no ya en el simple cambio clamación española. Había estudiado los
de siglo, sino de cruce de siglos y mode- métodos franceses, pero después había sabi-
los ideológicos que subyacen en este estu- do adecuarlos a la realidad española, hallan-
dio, donde reside el meollo de la cuestión. do un justo medio entre la tradición españo-
Cotarelo, católico a machamartillo, indaga la y la naturalidad europea propugnada por
en el pasado español para confirmar sus los ilustrados. Habría ofrecido así un mode-
ideas más que para dilucidar las que se lo declamatorio moderno sin dejar de ser
debatieron en los momentos historiados. español a los cómicos españoles, que se
Español y católico eran para él, mucho transmitió a través de las enseñanzas de sus
más todavía que para su maestro, una mis- seguidores desde los escenarios y en los
ma cosa. Y la historia del teatro español conservatorios que reglaron cada vez más
era uno de los campos privilegiados don- las artes escénicas. Y además, Cotarelo tuvo
de se había manifestado esta identidad his- un especial interés en poner énfasis en las
tóricamente. Por lo tanto, si la raza y el actitudes políticas del actor supuestamente
espíritu de la nación andaban alicaídos, antifrancesas con lo que también se ofrecía
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a toda la colectividad» (p. 97). Verbos, concreción contextual, es una balanza que
sintagmas, vocabulario, estructura de las posibilita distinguir actitudes y concepcio-
oraciones, sustantivos, adjetivos, propieda- nes literarias bien diferentes. Particular-
des discursivas o deícticos son algunas de mente para la fábula, este uno de los as-
las unidades de análisis con las cuáles se pectos que ha influido en su evolución
pueden descubrir los niveles connotativos histórica, consintiendo nuevas modalidades
en el discurso de una época en la cual la o líneas evolutivas diferentes. No obstan-
palabra expresada y la escrita eran armas te, sus distintas tendencias no han restado
de guerra. el carácter político que la fábula siempre
Finalmente las Conclusiones son perti- ha poseído, y que en ciertos momentos se
nentes. No son exhaustivas; porque en una ha considerado un postizo a ella misma.
gran proporción serán deducidas por el Esta idea es la que el autor de este libro
lector en el transcurso del texto. Por otra asienta y fundamenta, y de la que parte
parte, son los puntos suspensivos de un para el inédito estudio que lleva a cabo
trabajo que motiva a profundizar en el bajo este título.
período de los sitios. Son las rendijas para Esta obra, que como libro-objeto se
la investigación en otras cuestiones sutil- presenta escueto y ligero en formato, res-
mente señaladas por los autores. Las carac- ponde a un notable trabajo de recuperación
terísticas de la publicación no permitían y unificación de un extenso fabulario, y
profundizar en ellas; pero, hay esbozos: sobre todo, a una justa reconsideración li-
Los conceptos de pueblo (p. 41, 67), el teraria de la obra de un fabulista olvida-
papel de la mujer en el conflicto (pp. 42- do. Previamente a la publicación del título
43, 74-75), la prensa como medio de difu- aquí reseñado, Durán López ya había ini-
sión literaria (p. 63), el «mundillo cultural ciado años atrás un acercamiento a la pro-
de la capital aragonesa a principios de ducción de F. P. U. publicada en el perió-
XIX» alrededor de las imprentas (p. 71) o dico Diario Mercantil de Cádiz en los años
el uso de los recursos gráficos existentes de las Cortes gaditanas, y del que resulta-
(p. 80). En definitiva, una sensación que- ron dos artículos de los que, como él mis-
da de la lectura que puede sintetizarse en mo indica, se sirve en esta ocasión para el
la siguiente frase: «En esta guerra de las estudio preliminar y el catálogo final, aun-
letras, como en la de las armas, el fin jus- que unificados, actualizados y ampliados
tificaba los medios…» (p. 138). en este trabajo monográfico.
La obra que aquí nos ocupa, ofrece una
VÍCTOR MANUEL PÉREZ MARTÍNEZ estructura que se resuelve en tres grandes
apartados: un estudio preliminar que se
expone a lo largo de seis apartados en 53
sustanciales páginas; la edición de las cin-
DURÁN LÓPEZ, Fernando. Cincuenta cuentas fábulas políticas que F. P. U. pu-
Fábulas Políticas de las Cortes de blicó en la cabecera periodística ya men-
Cádiz. El Fabulario de F. P. U. en el cionada en los años de 1812 y 1813; y un
Diario Mercantil de Cádiz (1812-1813). último apartado en el que Durán cataloga,
Vigo: Academia del Hispanismo, 2010, comenta y da notas a las mismas junto al
190 pp. resto de aportaciones del periodista en la
misma cabecera.
En la literatura comprometida, la elec- «Uno de los errores comunes sobre la
ción por someter y adecuar la moral a la fábula consiste en tenerla por una modali-
realidad circunstante o anteponerla a ésta dad literaria ingenua, infantil, carente de
como un código abstracto, alejado de toda profundidad o de malicia. No es así» (p.
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13). Estas palabras, que son las que inician ras periodísticas del momento, advirtiendo
el estudio de la compilación bajo el epí- que la producción estudiada de esta moda-
grafe «De la fábula a la fábula política», lidad literaria, resulta ser insignificante en
permiten intuir el tono de probidad que se relación a la ingente cantidad de fábulas
imprime en el estudio. El editor de la obra que se publicaron en los años de la Gue-
examina el camino que la fábula como gé- rra de la Independencia. Esto encuentra su
nero —en su significado, función, ideolo- razón en que ésta se consolidó como ins-
gía y forma— recorre desde sus arcaicos trumento literario idóneo para la defensa de
orígenes esópicos hasta principios del XIX, los principios liberales. Efectivamente, el
cuando un «sutil cambio de prioridades» discurso reformista halló en ella la clave
genera «la creación de nuevos subtipos de para su legitimación: le permitía infundir
fábula con especialización de sus temas, «a sus ideas de cambio el prestigio de lo
pretensiones de originalidad y un mayor antiguo, de la continuidad con el pasado y
componente satírico» (p. 18), concretando el respeto al orden» (p. 31).
en el caso español. Es en este momento En el tercer punto de este estudio pre-
cuando la fábula en su renovación, aun liminar, «Un periodista llamado F. P. U.»,
rompiendo con la tradición por su ansia de se trata un aspecto clave para el desarro-
originalidad, paradójicamente retoma un llo de esta fábula política. Hablamos del
tono más crítico, satírico e irreverente, que formato que la soportará de manera desta-
es propio de la fábula griega y del que se cada en los seis años que dura el conflic-
había alejado durante siglos. Por consi- to bélico: la prensa. Tras presentar un es-
guiente, es en el siglo XIX cuando en Euro- tado de la cuestión de los estudios sobre
pa se pueda ubicar el nacimiento de la fá- la producción literaria que en los periódi-
bula política de circunstancias; que como cos de la época se soporta y, acercarnos
insiste en repetidas ocasiones el doctor Du- brevemente a la historia de la cabecera pe-
rán López, es una forma específica de ella, riodística que insertó la producción de F.
puesto que «la fábula nunca ha sido apolí- P. U. —el Diario Mercantil de Cádiz—, el
tica» (p. 18). Ésta, a la moral abstracta y apartado se adentra en los datos deducibles
al carácter didáctico acostumbrados, agre- que a través de sus escritos y otros como
gaba un código de lectura político especí- los del entonces editor del Diario Mercan-
fico y perteneciente a su realidad más in- til, permiten dibujar, aunque de forma su-
mediata, que se propiciaría a favor del im- perficial y difusa, un perfil del escritor.
pulso de la prensa, la cual vivía uno de sus Para cumplir su objetivo con mayor
momentos más florecientes ante la recién rigor, Durán López ofrece los indicios y
estrenada opinión pública. El perfil com- notas contrastadas que le revelan el carác-
bativo que toda la literatura adquiere por ter cerrado, esto es, la consistencia del fa-
entonces, confiere a la fábula un carácter bulario que estudia. Por consiguiente, en
satírico, que no sólo señala lo incorrecto, los apartados «El fabulista y sus fábulas»
sino que incita a una reacción de pensa- y «Un liberal a la defensiva», vehicula un
miento y/o conducta. Es por ello que, Du- detenido análisis de la teoría de la fábula
rán López nos alega que no hay lugar para en este autor, así como del modo en que
el prejuicio que la estanca en una «lectura éste aplica su poética a la coyuntura polí-
simple» y «excluyente» (p. 19). tica y del objeto ideológico de sus textos.
Dando asiento a lo político como cua- Entre los diversos resultados obtenidos,
lidad inherente a la fábula, en el epígrafe Durán López muestra que estas fábulas, en
«La fábula política en la prensa doceañis- contra de las convenciones del género, no
ta», el doctor Durán López realiza un su- arremeten contra sucesos o personajes con-
cinto muestreo de ésta en distintas cabece- cretos. F. P. U. —y esto en palabras del
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doctor Durán López dota de una peculiar dad y «letrillas satíricas» de mayor interés
calidad al autor— desarrolla un didactismo por su más incisiva crítica y menor abs-
y una sátira fabulística de un modo más tracción con respecto a la impresa en las
abstracto y ligero, con el que logra parale- fábulas, y por último, algunos artículos co-
lamente un código de lectura en clave que municados. Aquí encontraremos todas las
acentúa, asimismo, la nota incisiva de su indicaciones oportunas sobre el contenido
sátira. de las composiciones, su interpretación, sus
Se desarrolla además el estudio del fuentes, al igual que los problemas textua-
concepto de la sátira en F. P. U., el exa- les que puedan ocasionar.
men de los personajes y brutos que com- En conclusión, el trabajo de Fernando
ponen sus composiciones y las innovacio- Durán López sobre la producción principal-
nes técnicas del autor con respecto a la mente fabulística de F. P. U. constituye un
idea de fábula política correspondiente a trabajo analítico e interpretativo de inteli-
principios del XIX. Todo ello no quedará en gente proceder que nutre los muy escasos
un análisis desvinculado del elemento con- trabajos sobre la materia, y responde las
textual que, en este caso, dota al fabulario equivocadas convenciones y generalizados
de su verdadero significado, sino que el prejuicios literarios sobre esta modalidad
estudio somete la poética del autor a un que es la fábula política. Lejos de asentar-
valioso examen que cabalmente conecta a se en una adusta y árida presentación de
la misma en un elevado grado de afección una colección de fábulas comentada, pre-
con la esencia política y literaria del Cá- senta un estudio completo y bien documen-
diz doceañista. Esto permitirá vislumbrar tado que da luz a la obra y perfil de un
las singulares aportaciones con las que este reseñable periodista gaditano.
fabulista, buen conocedor de su poesía
coetánea, proporciona de forma versátil a MARÍA ROMÁN
cada una de sus fábulas a través de sus
múltiples recursos técnicos.
El estudio preliminar se cierra con el
examen del objeto ideológico del autor, el RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, Borja. El
que aun siguiendo un «ideario liberal cuento romántico español: Estudio y
usual», adecua a sus personales inquietu- Antología. Santander: Real Sociedad
des y desoladas sensaciones sobre el refor- Menéndez Pelayo, 2008, 952 pp.
mismo. A lo que podremos acceder, gra-
cias a una revisión contrastada y minucio- El romanticismo español se ha caracteri-
sa de cada uno de sus escritos. zado desde sus orígenes por la controversia
Tras la cuidada edición de las 50 fá- y la contradicción, facetas que han conver-
bulas que ocupa las páginas centrales de la tido su estudio en una sucesión de teorías y
obra, se presenta finalmente el catálogo debates que aún hoy en día levantan acalo-
comentado de todas las aportaciones que radas polémicas entre los estudiosos del si-
en orden cronológico F. P. U. publicará en glo XIX. La inherente complejidad del movi-
el Diario Mercantil de Cádiz hasta princi- miento romántico, fenómeno que abarcó di-
pios de 1813. Esto es un total de 73 pie- ferentes niveles del contexto histórico,
zas compuesto por las 50 fábulas, 11 artí- social y literario de la primera mitad del si-
culos numerados «sobre la opinión popu- glo, está en la base de estos debates y ha
lar», el resto de composiciones poéticas hecho necesario, especialmente desde hace
que pueden dividirse —según Durán Ló- algunas décadas, el estudio pormenorizado
pez—, en «poemas celebrativos con moti- de las fuentes primarias que nacieron de la
vos políticos o religiosos» de escasa cali- actividad de los escritores románticos espa-
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A los tratados de Andrés Prieto (2001) y puesto de relieve no solo la Iglesia, sino
Vicente Joaquín Bastús (2008), se suma también los diferentes grupos políticos que
ahora este de Julián Romea. se enfrentaron en la Guerra de la Indepen-
Dignificar el teatro ha sido objetivo lar- dencia.
gamente perseguido por los políticos y los En la primera parte, Romea ofrece in-
intelectuales españoles desde tiempos remo- formación sobre los géneros de la poesía
tos. Una de las soluciones más reiteradas dramática. Para ello se apoya en los ma-
para conseguir ese objetivo fue la creación nuales de la época, en especial en el Ma-
de escuelas de declamación. A pesar de los nual de literatura, o arte de hablar en
distintos intentos, el proyecto solo prosperó prosa y verso, de 1842, de Gil de Zárate,
en 1831, cuando se creó la Cátedra de De- cuya continuación, histórica, aprovecha
clamación dentro del Real Conservatorio de también en su segundo capítulo, que es una
María Cristina. Guadalupe Soria Tomás ha «rápida ojeada sobre la historia del teatro,
hecho la historia de esta institución, que particularmente en España». El libro de
desembocó en la actual Real Escuela Supe- texto se completa con otras secciones des-
rior de Arte Dramático. tinadas a glosar y explicar las condiciones
Desde muy pronto, prácticamente desde y dotes que debe reunir el actor y a as-
su fundación, se pensó que algunos actores, pectos técnicos como el manejo de la voz
los mejores, podían dar clase en la cátedra, y el aliento, y el desempeño de la acción.
y Julián Romea fue uno de esos profesores. Los héroes en el teatro acogen sus re-
Para su docencia escribió el Manual de flexiones sobre cómo se debe representar
declamación, aparecido en 1865, y Los hé- la tragedia, y son en parte la respuesta a
roes en el teatro, al año siguiente. Hay que la polémica que ocasionó su manera rea-
recordar que Romea murió en 1868, por lo lista de interpretar La muerte de César de
que esos textos son como su testamento ar- Ventura de la Vega; polémica espléndida-
tístico, pues, aunque parte de lo que inclu- mente bien reconstruida por el editor, Je-
ye es común a otros, hay un hilo personal, sús Rubio Jiménez. Un rasgo de estos tex-
basado en su experiencia de actor, que ava- tos es que mezcla su experiencia como
la cuanto dice. En el primero de ellos, no actor consagrado con las informaciones que
demasiado largo, mediante el sistema del proporciona. De hecho, una de las carac-
catecismo, es decir, mediante la pregunta y terísticas, y de los defectos, que arrastró la
la respuesta, presenta la información que cátedra de declamación durante bastante
considera necesaria para sus aprendices. Es tiempo, mientras estos actores famosos la
evidente que ese método supone que no hay desempeñaron, fue que, más que enseñar
alteración en las respuestas y que, por tan- técnicas, enseñaban su propia manera de
to, el conocimiento necesario para ser actor hacer. En el caso de Romea, su libro re-
se encierra en ellas, por lo que cuanto que- frenda su manera de trabajar, que había
da fuera de las mismas, o no existe, o no sido aprobada por el público durante más
tiene importancia. La redacción de esas de veinte años sobre la escena.
contestaciones y el uso de las formas verba- Estos textos aparecen ahora editados
les ponen de manifiesto la unilateralidad de por un gran conocedor del siglo XIX y de
la enseñanza que se ofrece y del método su teatro, a los que ha dedicado importan-
empleado. Es la «verdad» en forma de ins- tes trabajos, Jesús Rubio Jiménez, que en
trumento necesario para ofrecer al público su introducción sitúa al actor y a su obra,
la correcta interpretación. Esta recurrencia así como los conceptos de que se vale éste
al catecismo, además de dar mayor autori- para ordenar su teoría y práctica actoral.
dad al profesor y a la materia, se hacía por Entre otras cosas, debate la idea, compar-
su efectividad memorística, que ya había tida no solo por Romea, de que el teatro
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debía reflejar las costumbres de la socie- loraba como ciudadano, pues, a diferencia
dad. Es cuestión que venía de atrás, que de lo ocurrido en tiempos anteriores, aho-
los ilustraron enfatizaron, y que había te- ra tenía una función central y respetable.
nido cierta crisis en los años treinta, cuan- Es necesario sacar del olvido textos
do proliferaron las traducciones y los pe- como éste, que no solo informan de cues-
riodistas y escritores castizos como Meso- tiones teatrales y de la conquista de un
nero Romanos se preguntaban si el teatro lugar en la sociedad por parte de los acto-
realmente reflejaba la sociedad alrededor. res, pues el teatro ha contribuido como
Como pensaban que no lo hacía, tampoco pocos instrumentos a conformar un punto
los actores cumplían la misión de represen- de vista sobre la sociedad y la nación, que
tar las costumbres sociales. Esta misión, la encontraba su representación en los acto-
de dar imagen a la sociedad, se trasladaba res, guardas, a menudo sin saberlo, del
al alumno, al que también se dotaba, me- patrimonio inmaterial que configura las
diante el bagaje académico, del modelo identidades. Jesús Rubio ha rescatado este
clásico de valoración de nuestra historia manual de interpretación –las instrucciones
literaria y cultural, en la que parte de la necesarias para dar vida a ese patrimonio–
producción del XVII y el XVIII quedaba de- y, con él, el ambiente que se vivía en la
fenestrada por su condición inepta y dege- Cátedra de Declamación y sobre los esce-
nerada. No hace falta desarrollar el com- narios de la época.
ponente político de esta interpretación.
Pero más interés tienen sus ideas sobre JOAQUÍN ÁLVAREZ BARRIENTOS
la práctica de la declamación, sobre el
modo de componer personajes –que expli-
ca y contextualiza Rubio Jiménez–, en lo
que valora mucho la capacidad de obser- GUTIÉRREZ SEBASTIÁN, Raquel y RO-
vación, como modo de reflejar esa socie- DRÍGUEZ GUTIÉRREZ, Borja (eds.).
dad y esas costumbres que mediatiza el Menéndez Pelayo y la novela del siglo
teatro. Hay cierto experimentalismo en sus XIX. Santander: Real Sociedad Menén-
palabras, bastante valoración de la expe- dez Pelayo, 2009, 240 pp.
riencia en tanto que instrumento útil para
mostrar «la verdad», es decir, para educar Este libro colectivo se inscribe en la
a los públicos en un modo de ser y de etapa de intensa actividad que actualmente
entender. Por lo que respecta a los apren- atraviesa la Real Sociedad Menéndez Pe-
dices de actores, eso se enseñaba con el layo, editora del volumen. Reúne un con-
manual, pero además tenían una gran res- junto de conferencias que fueron pronun-
ponsabilidad, pues sobre sus cabezas caía ciadas en el Centro Cultural de la Obra
el trabajo de enseñar el verdadero camino Social de Caja Cantabria en la segunda
y las tradiciones nacionales. quincena de Octubre de 2007, dentro de un
En muchos sentidos, los tratados de ciclo también titulado «Menéndez Pelayo y
Romea repiten las ideas de otros textos la novela del siglo XIX». Con este ciclo y
anteriores, con los que se relaciona, y el libro de él derivado, se trata de desta-
muestra que aún había muchas cuestiones car la intervención personal e intelectual de
que resolver relativas a la condición del Don Marcelino en la marcha de la novela
actor, a la manera de interpretar y al pa- de su tiempo: muchos de los creadores de
pel del teatro en la sociedad. Por otro lado, ese momento mantenían relaciones de
considerar que el intérprete es responsable amistad con el polígrafo santanderino cu-
de mostrar la «verdad» a la sociedad sig- yos consejos y opiniones tuvieron en oca-
nificaba dotarle de una misión que le va- siones muy en cuenta.
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fía tomaba temas y clichés propios de la señalar la actitud hipócrita que, frente a las
ilustración, ésta tomaba la misma sensación cuestiones raciales, sostenía la cultura nor-
de inmediatez y triple dimensionalidad de teamericana; al mismo tiempo, sirven a la
la fotografía. Del mismo modo, la interven- autora para el análisis pormenorizado de
ción del ilustrador en la fotografía fue una las imágenes que suscitaban las nacionali-
constante para mostrar una mayor precisión dades implicadas en el conflicto.
en los contenidos. No obstante, con el Por último, las conclusiones ahondan en
avance del siglo se fueron incorporando las circunstancias contextuales que afecta-
nuevos progresos tales como la captura de ban directamente a la prensa española, la
imágenes en movimiento aplicadas, sobre cual, a pesar de su intensa proliferación en
todo, a los reportajes de guerra y de acon- el último cuarto del XIX y en las primeras
tecimientos de actualidad. décadas del XX, no alcanzó, ni mucho me-
El siguiente capítulo, dedicado especí- nos, los niveles de producción de los prin-
ficamente al Blanco y Negro dirigido por cipales países europeos; en ello tuvo mu-
Torcuato Luca de Tena, se adentra en la cho que decir la variable legislación que a
reproducción masificada de las imágenes a través de distintos gobiernos y regímenes
través de la aplicación de nuevas técnicas políticos limitó tanto las tiradas de las di-
durante las últimas décadas del XIX. El aba- versas publicaciones como la libertad de
ratamiento de los costes de la producción expresión.
de la prensa fue uno de los motivos del
meteórico éxito del semanal Blanco y Ne- EVA SOLER SASERA
gro así como la creación de temas y fic-
ciones que conectaron inmediatamente con
la emergente clase media española; en este
sentido, las ilustraciones centraron su aten- ACUÑA Y VILLANUEVA, Rosario de.
ción en una representación idealizada de la Obras Reunidas. Bolado, J. (ed.). KKK
sociedad: desde las clases trabajadoras que Ediciones, Ayuntamiento de Gijón –
son mostradas ajenas a cualquier concien- Instituto Asturiano de la Mujer – Ca-
cia de clase o problematización de conflic- jastur, t. I y t. II, 2007, t. III, 2008, t.
tos laborales hasta los distintos tipos po- IV y t.V, 2009.
pulares y rurales en los que aparecían re-
presentadas las diferentes regiones La incansable labor de José Bolado bus-
españolas. Del mismo modo, el continente cando pacientemente por los rincones más
americano se erigió en un motivo para el escondidos y reuniendo los dispersos testi-
acercamiento al exotismo que su diversidad monios de Rosario de Acuña ha constituido
étnica podía sugerir al lector. En esta lí- un meritorio y prolífico esfuerzo que ha
nea, la guerra de Cuba fue el verdadero quedado consolidado en cinco tomos para la
detonante para la representación de la otre- posteridad. Estas «Obras Reunidas» cuyo
dad; a ello se dedica íntegramente el últi- acogedor concepto encierra en sí la invita-
mo capítulo: el nacionalismo español flo- ción a la aproximación, al diálogo, están
reció en las caricaturas políticas que proli- formadas por multitud de artículos, cartas,
feraron tanto en publicaciones liberales cuentos, obras de teatro….etc., a los que de
como conservadoras y que recurrían a tó- otra manera sería difícil, en algunos casos
picos nacionales que enfatizaban la supe- imposible, acceder. Esta obra así reunida
rioridad militar e histórica. De este modo, tiene la virtud de haber inmortalizado en su
los ataques contra los Estados Unidos así entidad y conjunto la extensa proyección
como contra los insurgentes cubanos apo- escrita de una mujer reflexiva, activa y lu-
yaban una propaganda que se sustentaba en chadora incansable. El temperamento fuer-
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locales, regionales, hasta el país al comple- te parece tuviese el don de levantar las
to —«¡España!»— y continúa rompiendo pasiones por donde ella pasaba.
fronteras llevando la atención a escenarios El tomo quinto bajo el sugestivo título
más lejanos —«El hambre en Rusia» o «Lírica y otras prosas» deja puesto el bro-
«Un saludo a América»—. che final. Este tomo lejos de terminar de
El pensamiento militante de Rosario de manera brusca o cerrada deja libre y esti-
Acuña no descansaba jamás. La panorámi- mulada a la voluntad para seguir buscando,
ca sobre sus inquietudes, obsesiones y si es posible, y sobre todo para volver sobre
compromisos sociopolíticos queda recogi- los tomos precedentes en una especie de
da de una manera integral y completa: la bucle sin fin. Pues, esta obra concluye con
búsqueda de la sintonía con la naturaleza nuevas aportaciones a la biografía personal,
que sólo se encuentra desde el corazón testimonio documental y consiguientes
como en El secreto de la abuela justa; sus agradecimientos a personas que mientras
insistentes preocupaciones por los obreros; esta edición estaba abierta han respondido a
por las educación como en su discurso: «El la insistente búsqueda de detalles y puntos
ateismo en las escuelas neutras» … etc. Y aún no desvelados que continuaban preocu-
sobre todo, repitamos, es destacable su pando a José Bolado. Una manera elegante,
capacidad de sintonizar con la naturaleza generosa y sincera con que su comprometi-
en multiplicidad de registros, dejando siem- do editor ha tratado de poner ese punto fi-
pre interesantes sugerencias morales y so- nal técnicamente requerido. Aunque, la ver-
ciales a desprender entre la metáfora y la dad, particularmente yo más que un «adiós»
personificación, como en «la abeja deste- veo un «hasta siempre».
rrada» o «desde el nido del águila» o ¡Ilu- Una obra que, en efecto, da voz y pa-
sión! … (recuerdos de una alondra)» o «El labra a tan singular mujer cuyos pensa-
primer día de libertad (memorias de un mientos y sentimientos ella siempre nece-
canario)» y el largo etc., que cualquiera sitó ver reflejados sobre el papel propician-
que lea con interés podrá descubrir por sí do así la resonancia sobre otras mentes,
mismo. Otras veces va directa, sin rodeos corazones y sensibilidades. Gracias a ello
«Al público» o a terrenos más explícitos también nosotros podemos ahora compar-
como «La higiene en la familia obrera», o tir aquellas sutiles dimensiones. Todo ello
con claras connotaciones sociales como desde un profundo compromiso con la
«La vuelta de los reservistas». existencia y buscando las posibles armonías
El cuarto tomo está dedicado a los a entablar desde la naturaleza y con la
«Cuentos, cartas y teatro». Comienza con sociedad.
tres cuentos de agradable lectura: Melchor,
Gaspar y Baltasar; la sugerente y precio- M.ª JOSÉ LACALZADA DE MATEO
sa alegoría Certamen de insectos y La casa
de muñecas donde entra a fondo en la
cuestión de la educación de las mujeres.
Queda aquí recogida también su «Valiosí- MADARIAGA DE LA CAMPA, Benito.
sima adhesión» a Las Dominicales del Li- Aventuras y desventuras de un trota-
bre Pensamiento que, además de propiciar mundos de la poesía. Recuerdo y ho-
su ingreso en la masonería meses después, menaje a Pío Fernández Muriedas.
atrajo un sinfín de nuevas adhesiones. En- Santander: Gobierno de Cantabria,
tre las piezas de teatro recogidas en este 2009, 90 pp.
tomo, destacaremos Rienzi el tribuno y El
padre Juan que despertaron no menos re- Benito Madariaga de la Campa, ese gran
vuelo a su alrededor. Y es que ciertamen- conocedor de las cosas de Cantabria, de
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Benito Pérez Galdós, de Marcelino Menén- gran parte de la actividad cultural españo-
dez Pelayo, de José M.ª de Pereda, de Mar- la en los años del franquismo: institutos,
celino Sanz de Sautuola, de José Gutiérrez casinos, cajas de ahorro, universidades. Al
Solana, retrata en este libro la figura del mismo tiempo, el libro ofrece información
poeta, actor y recitador Pío Fernández Mu- para iniciar estudios acerca del modo de
riedas, que inició su trayectoria como actor representar la poesía, sobre cómo la poe-
en la compañía de Margarita Xirgu en la sía culta llegaba a diferentes capas socia-
temporada de 1921-22. Pero Fernández les, y sobre cómo era recibida por éstas.
Muriedas, republicano y secretario de la Hay también testimonios acerca de su
Unión de Escritores y Artistas al servicio de modo de interpretar y usar la voz, que
la República, que tras la Guerra, la conde- interesan para conocer los recursos del
na y el indulto, se llamó Fernández Cueto, «actor». El libro, aunque se centra sobre
fue conocido sobre todo como recitador. el recitador, tiene suficiente información
Madariaga se vale de un volumen de para tratar aspectos relacionados con «lo
información importante, aportada por la popular», en una época cercana en el tiem-
familia, para hacer el retrato del que fue po, y así poder establecer puentes para
su amigo. Gracias a este material se pue- hacer el estudio de las continuidades. Gra-
den conocer sus exiguas ganancias, las cias a esa información (cartas, programas,
actuaciones que llevó a cabo, los circuitos libros de cuentas, recortes periodísticos,
del teatro popular, sus amistades y el re- fotos, caricaturas –mucha de ella reprodu-
pertorio de autores que ofrecía en sus re- cida en el libro–) se puede estudiar la per-
citaciones. Fernández Cueto, en la tradición vivencia de formas de transmisión oral de
del juglar medieval, del ciego y de sus conocimientos cultos y el modo en que lo
descendientes, aquellos actores que reco- popular y lo «sabio» se relacionan. Él se
rrían el territorio improvisando unas veces, mantuvo fiel a una tradición que desapa-
recordando otras escenas teatrales y versos rece (quizá por eso dio un recital en casa
de autores clásicos, incorporó a sus actua- de Menéndez Pidal) y que poco tiene que
ciones las obras de poetas como Miguel ver con el trabajo de otros, como Paco
Hernández, Blas de Otero, Lorca, Alberti, Ibáñez, que también difunden la poesía. A
además de las de Gerardo Diego, Unamu- Fernández Muriedas no le gustaba que los
no, Antonio Machado, Dámaso Alonso y cantantes pusieran música a poemas aje-
otros. Aleixandre, Pemán, Buero Vallejo, nos. Su caso es prácticamente único en la
Gabriel Celaya, Pío Baroja, entre otros, le época, pues aunque existieran otros recita-
ayudaron económicamente, e incluso en dores, casi todos eran actores o cantantes
1963, cuando vuelve a Santander y está (recuérdese a Paco Valladares y al ya ci-
enfermo, ofrece su colaboración en tareas tado Paco Ibáñez). En este sentido, el li-
culturales al Ministerio de Información y bro testimonia un tipo de arte en proceso
Turismo, que el ministro, entonces Fraga acelerado de desaparición: el de los espec-
Iribarne, acepta. No parece, sin embargo, táculos itinerantes sin apoyo institucional
que la relación fuera más allá. que difunden cultura. En cierto modo, Pío
Este libro de Benito Madariaga permi- Fernández Muriedas es el último represen-
te conocer el modo de trabajar de los me- tante de la bohemia ideológica de Max
diadores culturales, los espacios en los que Estrella, que, al apostar por la palabra,
desarrollan su trabajo, en este caso, desde daba la espalda a la época que se aveci-
el escenario de un cine o un teatro a una naba: de efectos visuales y digitales en los
taberna o unas cuadras, pasando por el que el ruido sustituye al verso.
pórtico de una iglesia y demás locales se-
mialternativos en los que se desarrolló JOAQUÍN ÁLVAREZ BARRIENTOS
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a España, pero no de cinco meses, sino de gente! Este es el verdadero país de la li-
cinco años. Anécdotas aparte, merece men- bertad personal. Todos me ayudan, nadie
cionarse la correspondencia mantenida en- me molesta. Aquí en esta misma fonda
tre Espinosa y Pidal a lo largo del periplo hablé con el señor de la fonda y anoche
de aquél, hoy depositada en el Archivo me envió al cuarto dos criados que sabían
Menéndez Pidal-Goyri, según he podido romances y cuentos»; y convertido ya en
saber gracias a José Manuel Fraile Gil. sistemático recolector de romances avisa
Cartas de navegante que van trazando el así de sus descubrimientos en una epístola
derrotero del profesor americano y que van enviada desde Calatañazor (Soria), el día
describiendo el deslumbramiento ante la 18 de septiembre: «Aquí van 6 Bodas es-
tradición peninsular que hará expreso en la torbadas, 2 de Burgos, una de Santander,
introducción que pone al frente de la edi- una de Aragón, una de Valladolid y otra
ción de 1923: «Los cuentos populares se de Valencia del Cid; y 2 Gerineldos soria-
encuentran en España en todas partes. Lo nos, muy buenos y con sus respectivas
único que importa es conocer el material Bodas estorbadas y uno sin la Boda».
tradicional y escoger los buenos (…). Los Puede que la comunión establecida con
cuentos y los romances abundan donde- Menéndez Pidal (esa impresión tenemos)
quiera. España es un país viejo, sanamen- generara en Espinosa un interés singular
te viejo, y la tradición oral está todavía en por los cuentos que iba recolectando. De
pleno vigor». hecho, parece que las cuestiones que a él
Ignoramos si, antes de su viaje a Es- le parecen trascendentales a la hora de
paña, Espinosa conocía la médula del ro- afrontar el estudio de la cuentística hispá-
mancero hispánico, ésa que llega a com- nica están íntimamente vinculadas a la
prender emocional e intelectualmente cuan- perspectiva que por aquel tiempo prevale-
do —a instancias de Don Ramón— incluye cía en los estudios del romancero por par-
en sus pesquisas la búsqueda de baladas te del matrimonio Pidal-Goyri. En tal sen-
romancísticas. Lo cierto es que hechizado tido, Espinosa declara en su introducción
—como tantos otros— por la fe pidaliana a la primera edición de Stanford que la
en la vitalidad del romancero, Espinosa re- problemática que afronta en los cuentos
coge con igual entusiasmo tanto los anhe- populares es triple: su origen, su razón de
lados cuentos españoles como los roman- ser (correctamente interpretada por Díaz
ces que le van saliendo al paso. En esas Viana y Asensio Llamas como su «funcio-
cartas que citamos hay innumerables testi- nalidad»), y la transmisión y evolución de
monios de ello. Así, en una fechada el 19 los temas literarios.
de julio de 1920 dice: «Después de moles- Más allá de sus declaraciones explíci-
tarle y hablar con Vd., se aumentó al 100% tas, da la impresión de que el contacto de
el grande interés que siempre tengo por el Espinosa con el mundo del romancero le
Romance Tradicional. Me decido a ayudar- reportó una comprensión esencial de la
le activamente recogiendo cuantos podré dinámica de lo tradicional, de esa «noción
recoger romances. Dígame Vd. qué roman- de apertura» que María Goyri había siste-
ces le hacen falta, como ya convenimos, de matizado casi sin saberlo en su estudio de
qué regiones, etc. y también sería bueno, La difunta pleiteada / de 1909; y, si va-
ya que yo todo lo he de escribir a máqui- mos a sus Notas (a esos comentarios tan
na (me acompaña una máquina Corona), iluminadores que ahora se publican junto
que se sirviese indicarme la forma en que a cada grupo de cuentos), da la impresión
Vd. los pone a máquina»; en otra del 14 incluso de que la obra de Espinosa se ade-
de agosto escrita en la Fonda Ávila excla- lanta a su tiempo percibiendo la vecindad
ma: «¡Qué bella es España, qué buena su entre los géneros tradicionales, cuento y
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Mayhew es un proceso de ‘metapoetic re- país, operan como iconos a través de los
flection’ sobre el acto de escribir (p. 117). cuales se auto-define una cultura (p. 35).
Como observa en el ‘After Lorca’ de Cre- Para Mayhew, Lorca no goza de una iden-
eley, el poeta español se convierte en ‘a tidad estable. ‘Who, or what, is Lorca?’ se
blank slate onto which any cultural meme pregunta al comienzo del primer capítulo
associated with the Spanish-speaking world’ del libro (p. 1). Al final no hay respuestas
puede ser escrito (p. 106). concretas, pero el viaje original y erudito
La influencia de Lorca sobre Frank que Mayhew crea basándose en la recrea-
O’Hara y Kenneth Koch se retrata en los ción de Lorca por parte de estos poetas
capítulos sexto y séptimo respectivamente. americanos, a través de la traducción y la
O’Hara forja el adjetivo Lorcaesque para configuración literaria, ofrece un tratamien-
describir un rol ‘performed ironically’ (p. to cautivador del duradero legado del mo-
129) y Mayhew describe los puntos de co- delo lorquiano basado en ‘romantic genius
nexión entre ellos sin obviar todo lo que les and cultural essence’ (p. 180).
diferencia. Asimismo en el caso de Koch, su
‘devotion’ a Lorca está contextualizada den- MARÍA M. DELGADO
tro de un conocimiento más amplio de la
cultura francesa que enmarcó su producción
literaria. El arma de Koch es la parodia al
crear una crítica del estereotipo cultural que ATERO BURGOS, Virtudes. Cancionero
ha propuesto una visión altamente selectiva gaditano. Patrimonio oral de la provin-
de la poesía española (p. 154). El análisis de cia de Cádiz. Cádiz: Universidad de
las traducciones que Jerome Rothenberg Cádiz/Diputación de Cádiz, 2009, 828
hizo de Suites, en el capítulo octavo, y sus pp.
divagaciones creativas acerca de las poesías
en The Lorca Variations va más allá de una Recoge el presente volumen una edición
discusión del ‘Lorquian pastiche’ (p. 161) que podríamos considerar monumental ya
para así examinar la idea de ‘versioning’: que en sus más de ochocientas páginas se
múltiples versiones del mismo texto que recopila un extensísimo y nutrido cancione-
proponen un comentario sobre el proceso y ro de la provincia de Cádiz, labor a la que
la historia de la traducción de Lorca al in- su autora, la catedrática de Literatura Espa-
glés además de la espinosa relación entre ñola de la Universidad de Cádiz, Virtudes
traducción y pastiche. Atero Burgos, ha dedicado casi treinta años
Apocryphal Lorca, sin embargo, es de incansable actividad investigadora. Co-
mucho más que un estudio de las vidas menzó hace tres décadas, en efecto, la bús-
posteriores de Lorca en la poesía america- queda y recuperación de la literatura oral de
na entre principios de los años 50 y 70. la provincia de Cádiz, en la que implicó por
También ofrece un acercamiento histórico medio de entrevistas a centenares de muje-
a la traducción de su obra, descubriendo res y hombres de este rincón del sur. Gra-
reseñas de prensa significativas y discu- cias a ellos, la labor iniciada un día de sep-
rriendo acerca de reconocimientos críticos. tiembre de 1979 cuando comenzaba su tesis
El texto es elegante y fresco; el análisis doctoral, se habría de convertir en actividad
amplio e históricamente específico. Músi- permanente en la que ha conseguido un re-
cos afro-americanos enviados al extranjero conocimiento unánime en el hispanismo es-
como embajadores de buena voluntad, des- pecializado.
cribiendo los valores americanos de liber- Virtudes Atero Burgos, licenciada en la
tad y democracia siendo al mismo tiempo Complutense y doctora por la Universidad
víctimas de la discriminación en su propio de Sevilla, es pionera en la investigación de
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cuestas llevadas a cabo, entre los años 1975 cio y en su momento todos los textos reco-
y 2007, por distintos colectores en un prin- gidos y se identifican los informantes y sus
cipio y luego por equipos de investigación circunstancias en todos los casos. En marzo
desde las universidades andaluzas y en par- de 1985 se crea en Sevilla la Fundación
ticular desde la Universidad de Cádiz. Algo Machado con el objetivo primordial de la
más de la mitad de los textos fueron sur- recolección, estudio y promoción de la cul-
giendo en trabajos de campo orientados tura tradicional andaluza y su relación con
fundamentalmente a la búsqueda y rescate otras áreas culturales. Desde su nacimiento
de romances, por lo que la historia de la el rescate y estudio de la literatura de tradi-
recolección de estos materiales líricos coin- ción oral moderna de la Andalucía Occiden-
cide en parte con la del romancero. A par- tal se constituyó en una de sus metas prefe-
tir de los años setenta del siglo pasado se rentes. En tal Fundación se integra plena-
inicia en Cádiz una etapa radicalmente nue- mente y allí se depositan los archivos
va en la historia de las recolecciones litera- textuales y sonoros del equipo de la Docto-
rias orales. Desde ese momento, todos los ra Atero, que comienza a recibir ayudas de
trabajos de campo se realizan de forma sis- investigación de la Junta de Andalucía y de
temática, planificados geográfica y cronoló- la propia Fundación, para así continuar con
gicamente, con métodos científicos y, en el ambicioso proyecto que constata que a
muchos casos, con una clara orientación finales de 1986 había visitado ya todos los
académica. En 1979 se incorpora la profe- pueblos de la provincia de Cádiz.
sora Atero, orientada por el Prof. Pedro Pi- Detalla Virtudes Artero la sucesión de
ñero, de la Universidad de Sevilla, a los tra- trabajos hasta el presente por los distintos
bajos de recolección romancística de los equipos de investigación y por los diferen-
catorce pueblos de la Sierra, lo que consti- tes investigadores hasta llegar al fruto ma-
tuiría el corpus de su futura tesis doctoral. duro conseguido con este cancionero com-
El trabajo, que se extendió desde septiem- puesto por más de mil textos diferentes y
bre de 1979 hasta finales de 1982, le permi- originales, agrupados por géneros y por te-
tió comprobar la extraordinaria vitalidad de mas. Previamente, un estudio preliminar de
que gozaba la literatura oral en la zona, y los textos analiza el entorno humano y cul-
no sólo del romancero, que era su primer tural de la lírica oral gaditana con detenida
objetivo, sino también de las canciones líri- referencia a los espacios y la función y a
cas que inevitablemente fueron surgiendo los informantes. Se estudia también el trata-
en las encuestas. A partir de tales experien- miento de los materiales y se descubren los
cias, se plantea la posibilidad de completar criterios de ordenación del corpus, la pre-
la recolección referida a la provincia de sentación de los temas y los procedimientos
Cádiz, en una primera fase, para continuar de ejecución de apéndice e índices. Tablas
después con la de toda Andalucía Occiden- estadísticas y una extensa, precisa y detalla-
tal. Se comienzan los trabajos en equipo da bibliografía completan la parte analítica
para consolidar las técnicas de recolección previa a la parte documental. Se halla esta
y, después, completar el mapa provincial última ordenada, como hemos señalado, por
con encuestas individuales, dadas las mu- géneros y temas, partiendo de las coplas
chas ocupaciones de todos y pensando en (nanas, amor, sabiduría popular, burlas,
posibles trabajos académicos para los jóve- fiestas, juegos, oficios, etc.) y las canciones
nes investigadores. con diferentes conformaciones (monoestró-
Se planifican los trabajos de campo y se ficas con estribillo, seriadas, encadenadas,
respeta la diversidad comarcal, dadas las dialogadas, etc.) y especies (profanas, reli-
particularidades geográficas y culturales que giosas y navideñas, etc.).
ofrece la provincia. Se localizan en su espa- En definitiva, este Cancionero gaditano
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rescata del olvido y de su extravío irreme- abundante bibliografía crítica tanto de Es-
diable, un total de 1166 textos, en gran par- paña como de Europa y de los Estados
te inéditos, que se fijan o establecen debida- Unidos. Asimismo, pretende ser un examen
mente documentados con indicación de lu- más detenido de la relación entre los pa-
gar de procedencia y referencia documental limpsestos de William Faulkner, Euclides
y bibliográfica a sus antecedentes en can- da Cunha y Sir James George Frazer y sus
cioneros de la lírica popular antiguos o con- dos primeros ensayos, La inspiración y el
temporáneos pertenecientes a otros lugares estilo y Puerta de tierra, además de las
del ámbito hispánico, con lo que queda así tres primeras novelas escenificadas en el
muy clara y patente la vinculación de este «atrezzo» mítico de Región, a saber, Vol-
cancionero al universo cultural al que perte- verás a Región, Una meditación y Un viaje
nece. Con labores como ésta, realizadas a lo de invierno. Se examina la retroalimenta-
largo de tantos años, la cultura española y ción entre todos estos elementos para la
el patrimonio nacional están hoy, sin duda, deliberada articulación y desarrollo de un
algo más seguros que antes, cuando estas programa literario de carácter autorreferen-
canciones pervivían ¯milagrosamente en los cial ya germinado en sus ensayos.
últimos tiempos¯ gracias a la tradición oral En la primera parte de este libro se
en un mundo contemporáneo amenazado sostiene que la literatura de Juan Benet es
por la globalización cultural y por la pérdi- esencialmente una defensa del estilo sobre
da y extinción de las propias señas de iden- el argumento y esto se puede apreciar ya
tidad, autóctonas y singulares de cada lugar, en sus ensayos. En su primer libro, La
de cada comarca, aunque conectadas entre inspiración y el estilo, ya se hace mención
sí en el amplio y rico legado de la tradición del gran estilo que, según el madrileño, fue
popular hispánica. desapareciendo de la literatura española
desde la muerte de Cervantes y encontró
FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA su certificado de defunción en la aparición
y apogeo de los movimientos realista, na-
turalista y costumbrista en el siglo XIX. A
este proceso de descomposición lo denomi-
MACHÍN LUCAS, Jorge. El primer Juan nó irónicamente como «La entrada en la
Benet (1965-1972): La forja de un es- taberna». En pocas palabras, aquel suponía
tilo novelístico. Saarbrucken: VDM una vulgarización del estilo y de los con-
Verlag, 2009. 304 pp. tenidos literarios y artísticos para acercar-
se a unas mayorías literarias. En contrapo-
Este libro de Jorge Machín Lucas, pro- sición, la apuesta de Benet, tanto en los
fesor de la University of Winnipeg, supo- ensayos como en la novela, es la de una
ne una nueva, más extensa y exhaustiva literatura de minorías que dé opción al lec-
aportación al estudio de la primeriza obra tor para elevar su nivel cultural y para
novelística del narrador y ensayista madri- participar activamente en la decodificación
leño (1927-1993), creador del magistral de una obra literaria caracterizada por la
cronotopo de Región en alguna zona ini- incertidumbre y las «zonas de sombras».
dentificable del Bierzo leonés. Las líneas Estas últimas zonas son aquellas partes
medulares de esta monografía pretenden marginales o que están más allá del cono-
constituir un avance en el examen de los cimiento convencional o pretendidamente
primeros ensayos, palimpsestos y novelas racional que va a examinar. Para ello, la
de Juan Benet, así como una definición apuesta es la de construir un estilo auto-
más ajustada y con nuevos materiales que rreferencial, plagado de tecnicismos (recor-
llegan a incluir las entrevistas al autor y demos que Benet era ingeniero de obras
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RESEÑAS DE LIBROS 659
públicas) y arcaísmos que ayuden a escar- mediocridad. Por eso, la gran mayoría de
bar y a producir nuevos significados y re- ellas proceden de la novela o del pensa-
ferentes. Ello, por supuesto, desde una ins- miento anglosajones, de un novelista y
piración que se entiende como producto del periodista como el brasileño da Cunha, de
esfuerzo, marcada por la técnica de una la filosofía nietzscheana o de la historio-
corriente de conciencia más artificial que grafía latina, entre otras fuentes.
pura. Una de las ideas más interesantes del
También es tema predilecto de las re- profesor Machín es que Benet usó el mo-
flexiones de Benet la épica (un tema que delo de da Cunha, deudor del método po-
le permitirá adentrarse en el de la Guerra sitivo que él tanto detestaba, para mostrar
Civil y en el de la estrategia militar, que irónicamente cómo debía ser el distancia-
tanto le obsesionaron y con los que nos miento de la literatura española del realis-
legó su magnífico «Ciclo de Región») y el mo hacia la novela experimental que él
análisis del valor y de las posibilidades de llevó a su cúspide entre finales de los años
la metáfora que ayudará a desentrañar y a 60 y mediados de los 90 cuando se lo lle-
crear esos nuevos significados intangibles vó un tumor cerebral. Eso se produjo ya
que abran la conciencia de la oscura con- que da Cunha narró la rebelión del «Con-
dición humana. Ellos van a presidir, entre selheiro» de finales del XIX primero en la
otros temas de variada cosecha, sus re- prensa y luego en la novela, en su obra Os
flexiones en Puerta de tierra. Las opinio- sertoes. Ese trasvase entre dos estilos, uno
nes de Benet, escritas en una prosa a ve- más referencial y el otro menos, sólo se
ces inextricable pero altamente sugerente, pudo hacer con un estilo más lírico y con
oscilan entre el cientifismo más exagerado la figura estilística de la metáfora. Por su
y la improvisación a vuelapluma, aunque parte, los influjos de la novela lírica y
manteniendo la coherencia temática y la monologal de Faulkner en, por ejemplo,
frescura léxica y conceptual que le convier- The Sound and the Fury y de la erudición
ten en un ensayista de gran interés en mítica de Frazer en La rama dorada ya
nuestras letras, aspecto que tal vez debiera llevaban el elemento autorreferencial en su
ser más estudiado por futuros investigado- seno y sirvieron para sentar las bases de
res de su obra. una tradición ficticia a su obra.
En la segunda parte, se reexaminan y En la tercera parte, en la que se anali-
amplifican los tres intertextos anteriormente zan sus tres primeras novelas, Machín uti-
aludidos, tanto en la confección de su es- liza los elementos ya extraídos de los dos
pacio imaginario regionato como en cues- primeros capítulos en sus tres primeras
tiones relacionadas con el diseño formal, novelas. El resultado es un estudio muy
estilístico, filosófico y de los personajes de detallado, preciso y bien hilvanado que
su obra, centrados estos en la figura capi- combina lo formal y lo temático. Tras la
tal del Numa o guardián del bosque de lectura de estas interpretaciones, se clari-
Mantua. Benet fue un autor heredero de la fican muchos aspectos de una obra tildada
tradición, que despreció la literatura y so- de oscura y de críptica. El reordenamiento
ciedad españolas dada la que él considera- de la trama y la explicación de ciertos te-
ba como mediocridad del «realismo social» mas y símbolos recurrentes arrojan más luz
imperante en la época de la posguerra. En a los estudios benetianos, una «ciencia» de
pocas palabras, estas influencias pretenden notable dificultad. Por otro lado, el texto
propiciar una subversión de los cánones del dialoga in extenso con la abundante biblio-
positivismo que él tanto detestaba y que grafía benetiana, lo que da a esta obra su
consideraba que eran una columna verte- alto calado profesional.
bral perniciosa de nuestra cultura y de su En conclusión, al hilo de lo que se ar-
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gumenta en esta densa y bien organizada Letras arrebatadas parte de dos con-
monografía, la literatura de Benet no es tan ceptos metodológicos interesantes: el de
improvisada como se pudiera haber creído. literatura menor en el sentido desterritoria-
Hay todo un rico entramado de alusiones lizado (y no cualitativo) al que apuntan
directas e indirectas a la propia historia de Deleuze y Guattari en Kafka: por una li-
la literatura, una voluntad de estilo articu- teratura menor (1975), y el de literatura
lada directamente desde los ensayos que si drogada, entendiendo por tal aquella que
bien nunca hablan de programa alguno lo tiene una relación directa con el consumo
dejan entrever de manera dispersa pero de drogas, y diversificado el concepto en
categórica en sus comentarios acerca de una detallada tipología de efectos literarios
ciertos autores hispanos, como su denosta- según la sustancia ingerida (pues cada tipo
do Galdós, y de otros extranjeros, como busca producir efectos distintos, sea de
George Eliot. El excelente trabajo de nues- ampliación o de reducción de conciencia).
tro profesor canadiense así nos lo ha deja- Con la primera metodología desea Labra-
do para uso y disfrute intelectual de nue- dor presentar la conflictiva y marginal si-
vos lectores y críticos del creador de esta tuación en que muchos poetas españoles
obra novelística tan enigmática como inte- desempeñaron el trabajo poético; con la
resante. segunda, se intenta explicar hasta qué pun-
to esa situación tenía unas coordenadas li-
RICARDO DE LA FUENTE BALLESTEROS gadas a la explosión de las nuevas costum-
bres y la libertad a estrenar que llegaba
con la transición a la democracia.
El autor documenta, dentro de lo posi-
LABRADOR MÉNDEZ, Germán. Letras ble, la amplia difusión que la droga tuvo
arrebatadas. Poesía y química en la en la transición española y en los poetas
transición española. Devenir: Madrid, del momento. En efecto, la experimenta-
2009, 504 pp. ción narcótica del momento es rastreable
en algunas escrituras autobiográficas, como
En el año 2009 han aparecido algunos la de Antonio Martínez Sarrión, donde se
libros que han contribuido a perfilar y apuntan los viajes de algunos poetas a
cuestionar, sea directa u oblicuamente, la Londres en los años sesenta y setenta para
historiografía de la poesía española de la probar nuevas sensaciones. Los títulos de
posguerra hacia nuestros días. Títulos como los poemas de muchos autores, las descrip-
Las palabras gastadas (Renacimiento) de ciones sinestésicas en los textos, e incluso
Juan José Lanz, o No todo es superficie. algunas veces la explícita temática de las
Poesía española y posmodernidad (Univer- drogas, duras o blandas, aparecen de con-
sidad de Valladolid), de Alfredo Saldaña, tinuo en la poesía publicada entre 1972 y
presentan como uno de sus objetivos mos- 1985. No en vano este imaginario tiene
trar con ojos nuevos los mecanismos críti- notable importancia en los textos, desde la
cos de conformación, desarrollo y canoni- visión onírica o traspasada de la realidad
zación de diversas promociones poéticas. A hasta en sus efectos sobre el lenguaje em-
ellos se une ahora el denso trabajo de pleado, puesto que la terminología alquí-
Germán Labrador, que a pesar de partir de mica, los campos semánticos de los vene-
una tesis doctoral ha sabido evitar el aca- nos, «la belladona, el láudano o la man-
demicismo y convertirse en un ensayo tan drágora (…) entran de nuevo en el léxico
sugestivo como necesario, por aclarar un de lo poético» (p. 239). En este sentido,
espacio socio-poético hasta ahora carente recupera Labrador el discurso derridiano
de un examen profundo. del pharmakon, remedio y veneno a la vez,
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gas en la transición española, Letras arre- dernidad, algo de lo que se habla mucho
batadas: «avanzando hacia el cierre de este en las páginas de Saldaña. Una categoría,
discurso, cabe participar una contradicción esta de posmodernidad, sobre la cual si-
sustancial: el mismo discurso que preten- guen siendo más abundantes las visiones
de hallar su motor de búsqueda en una negativas que las positivas. Para Roger
movilidad y proximidad esenciales de los Bartra, Culturas líquidas, poniéndolo como
textos en los que se fundamenta ha seña- ejemplo de la primera visión, The Waste
lado, en su articulación, el cierre y la le- Land de Eliot es una metáfora «para des-
janía de los mismos» ( G. Labrador, Letras cribir la crisis que va fracturando la mo-
arrebatadas. Poesía y química en la tran- dernidad durante el siglo XX hasta alcan-
sición española). En suma, si el análisis zar la tierra baldía de la posmodernidad».
del estado de cosas quiere hablar, como No Sin embargo, Saldaña muestra una actitud
todo es superficie, de las relaciones de un favorable ante cierto entendimiento de lo
entorno textual con la posmodernidad, la posmoderno. Apunta, con mucha razón,
presencia constante de la idea de autocons- que «la posmodernidad ha sido menos be-
ciencia tiene que ser nuclear en la cons- ligerante con su pasado inmediato que la
trucción del estudio, y este debe correr los modernidad con el suyo» (p. 85), y que
riesgos de esa over-selfconsciousness. Sal- pueden encontrarse varias líneas argumen-
daña lo sabe y por eso selecciona para tales y numerosas líneas prácticas que da-
abrir el libro una de las citas más auto- rían una imagen de la posmodernidad
conscientes de la literatura mundial: los como un discurso capaz de ser crítico, ri-
versos del Autorretrato en un espejo con- gurosamente estético y poéticamente feraz.
vexo de Ashbery en que Vasari describe el Lo único reprochable a esta larga introduc-
momento en que el Parmigianino toma el ción es que parece construida como un
pincel y la esfera de cristal para retratar- patchwork de textos diferentes, lo que ex-
se, gesto que Ashbery utiliza para enfocar plicaría algunas repeticiones innecesarias
su propio autorretrato y los límites de la (vgr., el debate sobre la posmodernidad
poesía como representación. como continuación de la modernidad, la
Puede sorprender al lector que se en- idea de Historia según Benjamin, el poten-
frente a un libro sobre poesía española que cial crítico de las vanguardias), que se
No todo es superficie no comience a ha- deslizan a lo largo de la exposición.
blar de este tema hasta la página 103. La Uno de los propósitos centrales del li-
primera parte se dedica por completo a bro es analizar la presencia de lo que lla-
ahondar en el concepto de posmodernidad, ma Saldaña «sensibilidad crítica posmoder-
intentando hacer por un lado una descrip- na» en una serie de textos representativos,
ción y por otro un diagnóstico. La intro- en su opinión, de la poesía española pos-
ducción es larga pero quizá sea necesaria terior a 1960. El concepto de lo que sería
para situar el concepto antes de lanzarse a una «poesía española posmoderna» es, des-
estudiar sus matices y su repercusión en la de luego, complejo y polémico; en reali-
poesía actual. Tanto cuidado se debe a que dad, casi cada autor que lo ha estudiado
la posmodernidad es una categoría muy tiene sus propias ideas al respecto, que van
discutida, donde todo está en cuestión, y desde las visiones amplias y generalistas
donde laten fuerzas contradictorias; no en hasta las más estrechas. En este último
vano dice Eagleton en The Illusions of flanco, el poeta Agustín Fernández Mallo,
Posmodernism (1996) que «posmodernism Postpoesía. Hacia un nuevo paradigma,
[…] is both radical and conservative toge- 2009, ha dado su propia respuesta, algo
ther», por poner un simple ejemplo en radical: «la poesía que en este país se dio
cuanto al enfoque ideológico de la posmo- en llamar, y aún se da entre la crítica es-
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