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Guía para la elaboración de textos académicos Parte 1: Los textos académicos

(Texto UCES)
Los textos académicos son aquellos que tratan un tema científico y comunican un
conocimiento que sea claro. Sus funciones son: Transmitir información.; Apelar a la
comprensión del lector; Construir una simetría de saberes entre el escritor y el lector.

Los tipos de textos académicos:


● Monografía: Es un texto en el que se recopilan, seleccionan, comparan, analizan y
sintetizan los componentes de un tema restringido y delimitado, con un nivel de
investigación rigurosa. A la hora de escribir una monografía, podemos adoptar
distintos enfoques: Recopilar información y analizar el tema elegido, reflejando
diversos puntos de vista; Abordar un tema novedoso; Contar alguna experiencia.
● Ensayo: implica un desarrollo libre sobre un tema, hecho o acontecimiento. Permite
establecer opiniones a través de la argumentación. A través del ensayo, analizamos,
interpretamos y evaluamos un tema, transmitiendo en todo momento nuestras
opiniones.
● Informe: A diferencia del ensayo, un informe comunica de forma descriptiva algo
ocurrido, y lo hace con la mayor objetividad posible. En este caso, debemos
mencionar detalles relevantes, expresándolos de manera sistematizada.
● Tesis: Se refiere a un tema específico cuya hipótesis debe ser original. Implica un
estudio científico o académico realizado con métodos apropiados a la naturaleza del
tema.

Existen distintos tipos de textos académicos. Sin embargo, todos tienen una estructura
en común. Conocer dicha estructura es importante, ya que se deberá tenerla en cuenta a la
hora de presentar textos en su carrera universitaria.
● Carátula: - Nombre de la materia - Nombre del tutor - Nombre de la actividad -
Nombre de el o los alumnos y número o nombre del grupo, si lo tuviera - Fecha de
entrega.
● Índice: Deberán figurar todos los componentes que integran el texto.
● Introducción: Presentación del tema. Permitirá que el lector pueda conocer los
temas que se desarrollarán con mayor extensión y detalle. La finalidad central de la
introducción consiste en atrapar el interés del lector.
● Desarrollo: En esta parte del texto figura la explicación detallada de los temas.
● Conclusión: Se deberá escribir un breve resumen de lo abordado en el mismo,
sintetizando cuál es la postura del autor de dicho texto.
● Bibliografía: Se deberá mencionar todas las fuentes bibliográficas utilizadas a lo
largo del texto, teniendo en cuenta las normas APA.
¿Cómo escribir textos académicos?
● Delimitar el tema, definir cómo se tratará la información y seleccionarla: Es
recomendable evitar escribir un texto sobre muchos temas. Para definir un tema, les
recomendamos hacer una lluvia de ideas y luego seleccionar algunas de ellas.
Después, debemos ordenarlas y jerarquizarlas. Elegir cuál será el enfoque que
utilizaremos a lo largo del texto: si nuestra intención es argumentar en defensa o en
contra de una idea, si queremos simplemente informar al lector sobre el tema y por
último, deberemos buscar y seleccionar información utilizando diversas fuentes.
● Organizar la información obtenida.
● Redactar la primera versión del texto.
● Redactar la versión final del texto: Controlar que se haya respetado la estructura
de los textos académicos.
● Revisar el texto: En este paso, deberemos estar muy atentos a los posibles errores
que hayamos cometido.

Recuerden que es fundamental: - No tomar las ideas ajenas como propias. -No cometer
faltas de ortografía. - Utilizar conectores, a fin de mantener la cohesión del texto. - Valerse
de las normas APA a la hora de escribir citas textuales.

Guía para la elaboración de textos académicos Parte 2: Normativa (Texto


UCES)
Al escribir textos académicos, debemos cuidar el cumplimiento de las normas gramaticales
y construir textos coherentes y bien estructurados, tal como veremos al final de este
documento.

Uso del gerundio: Se denomina gerundio a las formas verbales invariables cuyas
terminaciones son ando – iendo (andando, solicitando, cumpliendo) y sus compuestos
(habiendo andado, solicitado, cumplido).
Expresa simultaneidad • Leía escuchando música. (Mientras leía escuchaba música).
Anterioridad: • Yendo en auto, sufrió un accidente. (Iba en auto antes de sufrir el
accidente).
En cambio, es incorrecto emplearlo para expresar posterioridad: • El agresor huyó, siendo
detenido por la policía horas después.
La función del gerundio es adverbial. Por lo tanto, no es correcto su uso como modificador
del sustantivo, ya que esa función la cumple el adjetivo. Ejemplo: • Acaba de llegar un
decreto nombrando al director del área; Debe decirse: • Acaba de llegar un decreto
que nombra al director del área.
Uso del condicional: En este sentido, consideramos las distintas posibilidades de
expresión que varían según respondan a una condición real, posible o imposible.
Ejemplificamos:
● Si lo presenta antes del viernes, se iniciará el trámite. Es condición real.
● Si lo presentara antes del viernes, se iniciaría el trámite. Es condición posible.
● Si lo hubiera presentado antes del viernes, se habría iniciado el trámite (o se
hubiera iniciado). Es condición imposible.

Dequeísmo: Es un vicio muy generalizado que consiste en el empleo de la preposición de


frente a la forma que cuando no corresponde.
Ejemplo: Le anunció de que la semana siguiente habría reunión de directores.
En este caso la forma correcta es: Le anunció que la semana siguiente habría reunión
de directores.

Los adverbios de lugar, de tiempo y de modo se correlacionan con pronombres relativos


del mismo tipo. Corresponde: Fue allí donde lo dejé. (No corresponde: Fue allí que lo
dejé).

Para realizar un uso correcto de las preposiciones es necesario estudiar cada uno de los
casos, y sin duda, fijarlo con la práctica. (Ej.: Diferente de; Detrás de mí; Doctor en;
Sentarse a la mesa; Cocina de gas).

Uso de signos de puntuación: Los mayores problemas en este sentido se refieren al uso
de la coma.
● Para separar los elementos de enumeraciones o series de palabras y oraciones: El
ceibo, el sauce, el aromo y el fresno son árboles frondosos // José lee, Luis
estudia y Hernán juega.
● Para encerrar cláusulas explicativas: El miedo, piensan muchos, es mal
consejero.
● Para marcar las subordinaciones del principio de la oración: Si consigo pasaje,
viajaré el martes // Aunque estoy muy ocupado, terminaré el informe.
● Después de conectores o expresiones de la actitud del hablante: Por lo tanto, será
necesario modificar la reglamentación correspondiente // Lamentablemente,
no es posible acceder a su pedido.
● Antes de “pero” si le sigue una proposición: Quería presentar el escrito por la
mañana, pero la oficina estaba cerrada.
Errores:
● No va coma entre el sujeto y el verbo de la oración: El empleado de la empresa de
servicios técnicos, declaró que ese día había estado enfermo. (INCORRECTO)
● No va coma entre el verbo y cualquier otra parte del predicado si mantiene el orden
básico de la oración: El director de la oficina de prensa ha informado, que no
hubo cambios en el cronograma de actividades. (INCORRECTO)
● No va coma delante de y, salvo que sea necesario distinguir cláusulas de diferente
signo: Se presentó, declaró, y quedó detenido. (INCORRECTO)
Se presentó, declaró y quedó detenido, y fue necesario iniciar las acciones.
(CORRECTO)

¿Cómo escribir textos coherentes?: La coherencia implica que podemos percibir el texto
como un todo. Un texto es coherente cuando no se contradicen las ideas que se están
expresando. También es coherente cuando se selecciona información pertinente al tema
tratado y se distingue entre los datos relevantes (apropiados al texto) y los irrelevantes
(superfluos). Por ejemplo, para producir un ensayo académico deberemos buscar
bibliografía, estadísticas, noticias y demás antecedentes que apoyen la idea central que
estamos defendiendo. Implica que un texto no presenta repeticiones innecesarias y es
claro para el lector (es decir que no le resulta confuso). Según Daniel Cassany (1995), uno
de estos mecanismos es la repetición sistemática de un elemento a lo largo del discurso. El
trabajo del escritor consiste en “camuflar” las constantes repeticiones ya que la reiteración
sistemática de las mismas palabras carga la narración y le quita valor.

El proceso de escritura académica: cuatro dificultades de la enseñanza


universitaria (Paula Carlino).
Poco se han divulgado los aspectos contextuales estudiados que inciden en la escritura y
menos los dispositivos pedagógicos que favorecen u obstaculizan el proceso. En este
artículo analizo cuatro dificultades que se han hallado en los escritores universitarios
“inexpertos”.

1. No tener en cuenta al lector: Compararon qué hacían al redactar escritores muy


experimentados con respecto a estudiantes de universidad. Los escritores experimentados
(periodistas, editores y académicos) imaginan un lector (leyendo su producto), cuya
existencia y expectativas influyen en su proceso de revisión. La anticipación del juicio de
un lector produce un sentimiento de disonancia cuando el escritor reconoce incongruencias
entre intención y ejecución, y le exige hacer revisiones en todos los niveles.
Caracterizó las diferencias entre textos producidos por estudiantes universitarios y por
profesionales, denominando a los primeros “prosa basada en el autor” y a los segundos,
“prosa basada en el lector” (la prosa basada en el autor “refleja su proceso de
pensamiento”; en cambio, la prosa basada en el lector “refleja su propósito”).
Años después, estudian los textos de buenos ingresantes universitarios y encuentran que
sus escritos siguen la estructura de los temas tal como aparecen en la bibliografía leída,
son sumarios más que síntesis analíticas, y no resaltan los puntos importantes. Los
escritos estudiantiles expresan la narrativa del pensamiento de sus autores y no se
anticipan a las necesidades informativas de sus destinatarios.

2. Desaprovechar el potencial epistémico de la escritura: Se relaciona con lo anterior


anterior, de no tener en cuenta al lector. Hay dos formas de redactar: “decir el
conocimiento” y “transformar el conocimiento”. El primero, el que escribe recupera de su
memoria lo que sabe sobre un tema y lo expresa en el papel. En el segundo, quien redacta
anticipa los rasgos de su destinatario y analiza qué quiere lograr con su texto.
Los escritores experimentados tienen presente al lector y también tienen en cuenta lo que
quieren lograr en él con sus textos. Es decir, prestan atención no sólo al tema sobre el que
trabajan sino que lo acomodan a las necesidades informativas de su audiencia. En cambio
los universitarios no intentan adecuar el tema al lector, escriben centrados en sus puntos
de vista sin adoptar la perspectiva del destinatario.

3. Revisar solo la superficie del texto: Cuando revisan sus textos, tienden a conservar
las ideas volcadas en ellos y, aunque los revisen, sólo modifican aspectos de superficie.
Los estudiantes encaran la revisión como un mero proceso de corrección pero no como un
instrumento para volver a pensar un tema, descubrir lo que es posible decir acerca de él y
desarrollar su conocimiento.
A diferencia de los escritores profesionales, que cuando revisan buscan descubrir el
significado de lo escrito, reconsideran y revisan a fondo su trabajo antes de dar por
terminado un primer borrador completo.

4. Postergar el momento de empezar a escribir: Cuando enfrentan la tarea de producir


un texto de envergadura a lo largo de un tiempo (una monografía, una síntesis crítica de
varios textos leídos) muchos universitarios recopilan bibliografía y leen hasta casi último
momento, sin empezar a poner por escrito los pensamientos emergentes, los esbozos de
ideas, las perspectivas posibles desde las cuales producir su texto. Luego, a falta de un
enfoque propio, escriben ciñéndose al punto de vista de las fuentes consultadas.
Finalmente, se topan con la fecha de entrega cuando ya no hay tiempo de repensar lo
escrito para independizarse de lo leído.
Lo que tienen en común estas tendencias: En primer lugar, estas tendencias suelen
aparecer en la mayoría de los universitarios de los primeros años pero en nuestro entorno
no sorprendería encontrarlas también en estudiantes más avanzados o incluso en
profesionales que cursan posgrados. La condición de experto o de principiante no son
categorías absolutas, no son atributos que caracterizan a los sujetos en sí mismos; son
conceptos relacionales que sólo tienen sentido respecto de los contextos y de las prácticas
de escritura en los que participan (o todavía no lo hacen) los que escriben.
Nuestros alumnos no suelen realizar: escribir con conciencia del lector, revisar
sustantivamente lo escrito, darse tiempo para armar y desarmar textos y pensamientos,
tolerando la angustia de la indefinición, empezar temprano a ensayar y a descartar ideas
con ayuda de la escritura.

Aunque sus textos parezcan terminados, debemos tomarlos como borradores: Los
estudiantes necesitan un segundo tiempo, para empezar a elaborar su texto cuando
aparentemente han terminado. Otras investigaciones de estos mismos autores, menos
difundidas entre nosotros, muestran cómo es preciso que los docentes repensemos los
tiempos que damos al escribir, las herramientas que ofrecemos, la retroalimentación que
proveemos y las condiciones que creamos para favorecer la reescritura sustantiva de estos
borradores.

La cocina de la escritura (Daniel Cassany).


Implementar un texto no es tarea fácil, lo que el autor del libro La cocina de la escritura
propone son las pautas que permite escoger palabras adecuadas, como él lo llama es un
plato rico en frases que sugieren la guía perfecta para comprensión del lector.
La regla inicia con (1) “No repetir”, cuando se crea un párrafo que use varias veces la
misma palabra puede originar monotonía y aburrimiento; es indispensable hacer uso de
sinónimos que apoyen la redacción.
También (2) “Evitar las muletillas” que se generan en reiteradas ocasiones, expresiones
para llenar vacíos o articular frases. En general, aportan poco o nulo significado, recargan
la sintaxis y terminan convirtiéndose en tics representativos. (Ej.: Un tema por el cual estoy
interesada es el relacionado con los efectos que provoca la droga a nivel deportivo - Estoy
interesada en los efectos que provoca la droga en el deporte).
(3) “Eliminar comodines”: son aquellos nombres, verbos o adjetivos, de sentido bastante
genérico usados cuando no se conoce otra palabra más específica, si se insiste con
frecuencia pueden empobrecer el texto y formula un vacío en el contenido Nombres:
aspecto, cosa, problema, tema /Verbos: decir, hacer, poner, tener/ Adjetivo: bueno,
interesante).
Es (4) “conveniente elegir palabras concretas a palabras abstractas”, ya que las palabras
concretas sugieren a los objetos y sujetos tangibles caso contrario de las palabras
abstractas que designan conceptos o cualidades más difusas y comprende un número
mayor de significados. El lector necesita más tiempo y esfuerzo para captar su sentido.
Preferir palabras (5) “cortas y sencillas”, a veces la lengua nos permite escoger entre una
palabra usual o una equivalencia culta, más extraña. La palabra corriente es a menudo
más corta y ágil y facilita la lectura del texto. También es preferible evitar arcaísmos como
antaño, ergo, al punto, tengo de, su padre de usted, en verdad, etc., que no se oyen ni se
leen demasiado.
(6) Inclinarse a las formas más populares, la lengua brinda dos formas posibles en algunos
aspectos de la fonética, ortografía, el habitual es más elemental y resulta muy
recomendable (septiembre-setiembre).
Otra norma que plantea el autor es (7) “no recargar los verbos predicativos” como ser,
estar, hacer, parecer;
(8) “Tener cuidado con los adverbios en –mente” ya que son propios de registros
formales. El estilo coloquial prefiere los adverbios más vivos y breves (Actualmente,
modernamente, contemporáneamente: hoy, ahora, hoy en día / Antiguamente,
anteriormente: antes).
Por último, (9) “los marcadores textuales” pueden ser conjunciones, adverbios, locuciones
conjuntivas, y son útiles para ayudar al lector a comprender el texto; Sirven para
establecer orden y relaciones significativas entre frases. (Introducir el tema del texto: El
objetivo principal de; Nos proponemos exponer; Este texto trata; Nos dirigimos a usted
para / Marcar un orden: Primero; Segundo; Tercero; Ante todo; En primer lugar; Por último/
Distinguir: Por un lado; Por otra parte; En cambio; Sin embargo; Por el contrario /Acabar:
En conclusión; Para finalizar; Para concluir/ Hacer hincapié: Es decir; En otras palabras; Lo
más importante; O sea).

CINCO CONSEJOS PARA ESCOGER PALABRAS: 1. Evita las repeticiones, las muletillas,
los clichés y los comodines. Ensucian la prosa y vacían de significado. 2. Prefiere las
palabras cortas a las largas, las sencillas a las complicadas, las populares a las cultas, y
las concretas a las abstractas. Un vocabulario llano y vivo ayuda a comprender el texto. 3.
Sustituye los verbos ser o estar por palabras con más fuerza y significado. 4. ¡Atención a
los adverbios en –mente! ¡Que no invadan tu prosa! 5. Utiliza marcadores textuales para
mostrar la organización de tus ideas.

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