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Que es un trabajo

de campo
Jorge Pilone

Una respuesta simple, habitual y sin duda correcta


indicaría que el trabajo de campo es una de las etapas de un
proceso de investigación social. Sin embargo, como en todas las
respuestas verdaderas pero simples, se cae en la tentación de
repetirlas como obvias sin reflexionar en lo que implican, y así
terminan por quedar demasiadas cosas tácitas que conviene
poner a la luz y desplegarlas, aunque sea para volver luego a ellas sin riesgo de engaño.

La expresión suscita la idea de un lugar -el campo- donde se hallan las cosas con las que queremos
hacer algo. Ese algo tiene como resultado un conocimiento. Algo es entonces "campo" en la medida en
que esté la realidad que aspiramos a conocer, con lo cual en principio el campo es un fragmento de lo
real que individualizamos para ir a él ya sea porque no sabemos que hay o porque no sabemos todo lo
que hay o porque de lo que hay sabemos menos de lo que quisiéramos.

Pero como el conocer no es nada pasivo sino supone siempre alguna forma más o menos sofisticada
y compleja de iniciativa personal, aunque más no fuera que la del deber y la del oír, habrá que agregar
que en esa realidad hay que efectuar un gasto de energía que llamamos trabajo para obtener el saber
que deseamos extraer, ya que no se nos da sólo. Pero también habrá que agregar que esa realidad
diferirá según el recorte que de ella hagamos, más ancho o más angosto (el campo puede ser un aula de
escuela pero también los sistemas educativos de todo un continente) y según la mirada que le dirijamos.
Recorte y mirada son metáforas para señalar nuestro peculiar interés por esto o por aquello, interés que
nos está dado por nuestra disciplina particular.

Así es claro que el trabajo de campo se realiza en nuestro campo de trabajo, que puede ser cosas
tan disímiles como el habla para el lingüista (donde su campo de trabajo serán los hablantes) o los
mensajes para el comunicólogo (cuyo campo de trabajo serán los medios de comunicación) o los signos
para el semiólogo (enfrentado a las múltiples manifestaciones de la significaciones) o los límites de
adaptación de diferentes especies en un ambiente de proceso de cambio para un botánico (para quien el
campo adecuado para su trabajo será algún tipo de ambiente natural). Y no se piense que esta
heterogeneidad es debida sólo al hecho de haber elegido ejemplos referidos a disciplinas distantes entre
sí como la lingüística, la botánica y la ciencia de las comunicaciones. Otro tanto hallaríamos si
pensáramos en los campos posibles de trabajo de un egresado de la carrera de ciencias de la educación
donde sería posible encontrarse con cosas diferentes como una escuela junto a una asociación
profesional de docentes, una escuela productora de material didáctico, una agrupación sindical de
personal de maestranza empleado en escuelas, un organismo público ligado a la administración de la
educación o pilas de informes de supervisores clasificados por años en el sótano mal ventilado de algún
organismo público o privado.

En síntesis por lo dicho hasta aquí podríamos decir que "campo" en lo que nos importa conocer y el
lugar donde lo encontramos, no sólo en tanto ‘topos’ sino también por la calidad con figurante de

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nuestra mirada. En efecto para el ingeniero agrónomo, para el agrimensor, para el cientista natural,
para el sociólogo rural o para el economista agrario quizás el campo como lugar físico sea el mismo pero
el campo de trabajo diferente porque cada uno contempla cosas diferentes y una realidad sensible,
macroscópicamente igual. El campo es entonces una realidad concreta pero también una manera de
"trabajarlo".

Pero detengámonos un momento en un biólogo trabajando en un laboratorio interesado en


experimentar sobre el metabolismo vegetal y en un astrofísico estudiando la mecánica de los cuerpos
celestes. ¿Cuál es el trabajo de campo de todos especialistas? Sé poco de astrofísica -y no mucho del
biólogo- pero no pareciera que quepa hablar aquí de un trabajo de campo en estos campos de trabajo, o
quizás para el biólogo el trabajo de campo vino antes, en la recolección de variedades que ahora se
someten a procedimientos de laboratorio. Entonces no todo campo de trabajo admite un trabajo de
campo, o sea que en el campo se hacen ciertas cosas que cierto campo de trabajo no requiere (el de la
astrofísica donde no se recolectan estrellas como especies en un parque natural) o que otros presuponen
en momentos diferentes de su azar (como el caso del laboratorista) con lo cual, como se dijo al
principio, trabajo de campo es, en estos casos, un momento dentro una secuencia mayor; un momento
para el que se reservan ciertos "a seres" más bien que otros.

Pero además ante tanta diversidad de campos es normal que no se obtengan las mismas cosas no
sólo porque son otros objetos que cada mirada disciplinaria construye, sino porque no es posible operar
de la misma forma con datos estadísticos de matriculaciones, con una asamblea de docentes reunida
para formular reclamos, con pruebas de rendimiento escolar o con informes de supervisores, aun cuando
se busquen quizás cosas parecidas.

Si sintetizamos lo observado hasta aquí, veríamos que se destacan dos cosas: la gran
heterogeneidad de los campos propios de un trabajo de campo y las diferentes cosas que quieren y
pueden hacerse dentro de él. Por lo que hace al primer rango, recapitulando, atribuimos a que esa
diversidad:

a. a la disparidad de lugares concretos (una sala donde van desfilando los ausentes que aceptaron
entrevistarse con el investigador, un archivo, el patio/ del recreo escolar, etc.) Donde se efectúa
el trabajo;
b. a la perspectiva teórico disciplinaria que destaca y privilegia cosas diferentes dentro un mismo
lugar/situación;
c. a lo que tiene/contiene/constituye ese continente que llamamos "campo";
d. a las características (algunas en un caso, otras en otro) de lo que está allí;
e. a las circunstancias por las que estamos así y finalmente, quizás no como algo distinto a lo
anterior sino como aquello en todo lo anterior se concreta y se hace real;
f. al propósito siempre en última instancia personal, que no vivía a él (a veces sólo una sentimiento
algo que nos impone desde afuera, otras una decisión interior).

Ya aludí a los tres primeros determinantes de la diversidad (lugar, mirada y extrema


heterogeneidad). Agregaré todavía, en referencia a ello, que la relación entre lugar y enfoque
disciplinario dista mucho de ser obvia y unidireccional en términos de influencia. Puesto que el
investigador se ha formado en una disciplina determinada quien, en función de sus intereses teórico-
profesionales, elige el lugar para encontrar su objeto de investigación, es fácil dejarse tentar por la idea
que es él el que tiene en sus manos las riendas y que el lugar que el elige agota su significado en la
oportunidad que le brinda de acceder al conocimiento buscado. Acaso una mirada más atenta, capaz de
trasponer el hecho visto como decisión individual, advirtiera que algunas prácticas profesionales depende
de sus rezagos en sus estilos de los lugares en que se ejercen dadas las connotaciones e implicancias que
aquéllos tienen y fueron adquiriendo por circunstancias de las que la propia práctica profesional es en
ocasiones tributaria. Podríamos decir que en alguna medida el lugar y todo cuanto él conlleva, nos elige
y que la decisión del investigador es el último eslabón de la cadena de la que es fácil perder el rastro. En
este aspecto quizá la antropología es la disciplina social más sensible a esta temática dada la
importancia que en su tradición tuvo y tiene el viaje a algún otro lugar como condición para hallar su
objeto, hasta no hace mucho tiempo, obligado de estudio y dada la crisis que en esa visión suscitó la
descolonización de posguerra y todo los fenómenos con ella asociados.

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Dejando sólo esbozado este tema vinculado a las tres primeras formas en que se manifiesta la
heterogeneidad del campo, agregaré algunas precisiones sobre las restantes. Quizás la característica más
saliente y teóricamente más importante, es la de las universidades que separan determinadas
modalidades o manifestaciones de las poblaciones presentes en el campo respecto a las que el
investigador trae consigo para ir al encuentro de lo diverso. Ésas diversidades pueden ser de diferente
carácter; todos ésa sin embargo importan a la vez desde una perspectiva metodológica y desde una
perspectiva teórico-substantiva. Si bien la primera entra más específicamente el objetivo de este texto,
no es posible ni conveniente omitir la segunda en razón de la firme convicción de que no hay ninguna
metodología posible en el vacío teórico.

Un ejemplo aclarará lo dicho. Podemos ir a un "campo" totalmente desconocido como el de una


tribu de la Amazonia donde entre observador y observado lo único compartido es la condición de ser
humano, o a otro en que compartimos o queremos compartir casi todo menos aquello que queremos
estudiar como si por ejemplo nos propusiéramos ir a un campo constituido por personas de una misma
ciudad, clase social, grupo de edad y profesión del observador. Se trata de una diferencia fundada en las
culturas de origen de las poblaciones que forman esos campos. Pero también podría tratarse de
diferencias fundadas en aspectos más concretos de lo genéricamente cultural (ideológico, por ejemplo, o
profesionales). En todos los casos las diferencias comportan consideraciones metodológicas importantes y
eluden o revelan -como se verá luego- a cuestiones esenciales para el conocimiento de lo social.

Por fin no siempre nuestro ingreso al campo tiene iguales modalidades y esto circunscribe otro
grupo de heterogeneidades. Podemos llegar de la mano de acuerdos previos entre las instituciones que
decidieron el trabajo, una llegada aparentemente protegida que puede deparar sorpresas cuando la
población real desconfía de los propósitos de investigación y no se siente representada por quienes la
acordaron o simplemente desconoce todo lo decidido a niveles que no son los del "campo". Salvo en
situaciones muy transparentes (pero el mayor peligro está en no advertir siquiera la necesidad de la
transparencia suponiendo que la superficie agota lo posible) pareciera deseable que el investigador sea
el dueño de su propia relación -negociada o no- con los sujetos del trabajo. Es preferente llegar siendo
llamado a estar allí por una voluntad personal a una que decidió imponerse. Ambas cosas son posibles y
bienvenidas cuando resultan finalmente exitosas aunque acallemos por un momento la embarazosa
pregunta de exitosas para qué. Sólo agregaré que una u otra alterarán considerablemente nuestra
relación con el campo y esta variará así nuestro propósito es plantear una investigación participativa o
una evaluación o un diagnóstico, si vamos al campo para tomar un primer contacto con la realidad que
nos importa, para confirmar una sospecha o para registrar una información muy circunscrita o para
probar un instrumento ya construido o si se espera que prescribamos algo.

Antes de sacar conclusiones de esta andanada de cosas diferentes que se dan cita en los campos de
un trabajo de campo, me parece importante decir que no sólo en el campo nos encontramos con lo
diferente sino que -para algo cuya inclusión en la metodología o en la teoría ya resulta opinable- lo
diferente es también una meta del trabajo de campo. En el campo el mundo está así inocultable; en su
inmediatez se nos brinda libre de abstracciones con el encanto o con la inomitible crudeza de lo singular
y de lo diverso, un encanto y un drama que no tendrá luego en el escritorio ni en la biblioteca donde
confrontando teorías, elaborando datos y relatando casos estaremos tentados a volver a la seguridad de
las afirmaciones avaladas por las disciplinas que nos formaron o por el sentido común de la vida de
relación. Lo diferente está así en todos los niveles bajo la permanente amenaza de una mirada
desatenta. Por cierto no pretendo decir que en el campo esta amenaza esté ausente. Mas bien afirmo
que es el lugar de la investigación donde más fácilmente podemos resistirla.

La reflexión anterior nos introduce de lleno en el segundo aspecto ya aludido al comienzo y


reiterado. Decía así que respecto al trabajo de campo valía detenerse en la extrema heterogeneidad de
situaciones y realidades presentes y las diferentes cosas que quieren y pueden hacerse en él. Lo dicho el
párrafo anterior señala no tanto lo que se hace, cuanto la intención necesaria en ese hacer en base o
fundamento teórico-epistemológico con consecuencias que seguirán desgranando sucesivamente en
cuanto al método. Demos a un paso atrás y recordando el caso de la astrofísica y de algunos momentos
de la investigación de laboratorio (dos campos de trabajo donde no cabe hablar de trabajo de campo,
por lo menos en la acepción corriente en ciencias naturales), reparemos en que lo común a este
momento peculiar de un proceso de investigación es el entrar en algún tipo de relación con los sujetos
(personas)/objetos (materiales) de estudio. Puede sin duda entrarse en relación con esos sujetos de
maneras diferentes pero todas tienen en común la obtención de conocimientos a ser trabajados fuera de
sí. Es el lugar donde se ve y se aprende pero donde no se elabora ni se redacta. Es el lugar por el que el

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investigador, tradicional o no, transita pero no reside. Ésos conocimientos pueden tener diferente
entidad: llamando "datos" a los valores y correspondientes casos que componen una categoría o variable,
pueden ser datos que se obtienen de una fuente secundaria, pueden ser informaciones que nos
suministra un informante clave, pueden ser respuestas a un cuestionario, puede ser un conocimiento
visual y global, desde un vínculo, de un espacio natural casi despoblado donde los límites contienen el
tipo de explotación y las habitaciones dispersas permitan al ojo entrenado imaginar el tipo de relaciones
sociales vigentes, que pueden ser notas de campo de reuniones laborales. Todos estos casos, tomados al
azar entre otras situaciones probables, son formas diferentes de recolección de conocimientos donde
difiere el lugar en que se acumulan. En un caso puede ser la base de datos de una computadora, en otro
una hoja de cálculo o de cuestionario, una grabadora o un cuaderno de apuntes o tan sólo la memoria de
un investigador que irá sedimentando así un saber global del área de trabajo, pero en todo se trata de un
registro que servirá de base para sucesivas elaboraciones.

En ese momento las cosas que se hacen, en algunos casos (que luego identifica de cómo el trabajo
de campo necesario para la aplicación de instrumentos se ha construido), presuponen y contienen y en
otros anticipan y preparan la investigación total. O sea que en un trabajo de campo de una u otra
manera está presente toda la investigación. Finalmente la moraleja de esta larga secuencia de
heterogeneidades de múltiple origen contenidas en los "campos" es que en ellos está todo y que ese todo
solo puede ser enfrentado sabiendo muy bien qué queremos, qué preguntas tenemos que plantearnos
para que realidades tan diferente nos den respuesta y cómo tenemos que traducir esas preguntas en la
situación de campo que tenemos delante.

En cambio la imagen que se desprende de algunas concepciones reductivas del trabajo de campo y
que amenazaba transparentar, tomada sin recaudos, la que califique como verdadera pero simples en las
primeras líneas de este texto, es que esos momentos de selección y registro son eminentemente técnicos
y neutrales y a la vez de total apertura, libre de su puesto, a la realidad. Si fuera así, capacitar en un
trabajo de campo se reduciría a formar en un saber parcial limitando la capacidad de respuesta del
profesional frente a las demandas a las que se verá enfrentado y del científico frente a los intereses de
su disciplina. No siendo así en cambio el trabajo de campo es una ancha puerta de acceso a la
investigación social de la que es un momento clave.

Sucesivamente se irá viendo de cuáles supuestos será conveniente (pero difícil) desprenderse y
cuáles deben ser introducido como condición aunque para ser más precisos llamaremos de diferente
manera a unos y a otros. Pero antes se distinguirá en lo que sigue, algunas cosas diferentes en el interior
de los varios momentos de vinculación con la realidad que genéricamente se califican como trabajo de
campo pero que con más propiedad deberíamos quizás acostumbrarnos a designar en plural "trabajos en
el campo".

Las modalidades de las salidas al campo

Después de haber caracterizado la expresión trabajo de campo, vamos a seguir desplegando su contenido
para mostrar cuántos y cuáles trabajos en campo pueden incluir los diferentes tipos de investigación
social y cuáles son sus modalidades dominantes.

Las etapas de una investigación típica pueden científicamente subsumirse en cuatro momentos:

1. el planteo del trabajo

2. la elaboración del mismo incluyendo su diseño, la enunciación de su variables, el esquema de


análisis y la construcción de sus instrumentos

3. el análisis de los resultados obtenidos, y, finalmente

4. la redacción de un informe final.

La columna central del cuadro de la página siguiente enumera esos cuatro momentos sucesivos. En
esta enumeración está omitida toda referencia a la población y al campo y no es infrecuente que ciertos
diseños de investigación adhieran a un esquema de este carácter. En estos casos el trabajo de campo es
el momento en el que un grupo de personas, entrenadas por algún miembro del equipo de investigación y

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unidas de cuestionarios, se desperdigan por un determinado espacio habitado para recoger la
información que prevén estos instrumentos.

ETAPAS DE LA INVESTIGACIÓN Y FUNCIÓN DEL CAMPO

Salidas al campo Momentos del trabajo de Salidas al campo


(condicionadas) escritorio

Conocimiento previo a la
investigación.
0.2. Contactos específicos de
orientación/negociación

Planteo 1’. Trabajo conjunto con la


población o con el
demandante.
Elaboración 2’. Permanencias
2.1. Prueba de los prolongadas con
instrumentos. observaciones y/o recolección
2.2. Aplicación de los de información.
instrumentos y
registro/recolección de datos
Análisis
3.1. Discusión de los
resultados con la población

4.1. Devolución de los Redacción informe 4.2. Aplicación de los


resultados a los resultados (cuando es el
demandantes caso)

Este tipo de trabajo de campo va precedido de la elección de una población conforme a


procedimientos muestrales adecuados a las intenciones del análisis. Cuando el trabajo de campo es de
este tipo, en el cuadro adjunto se incluye en la columna de la izquierda: 2.1. Prueba de instrumentos y
2.2. Aplicación de los mismos. En ella enumero las salidas al terreno-a las que titulo "condicionadas"-que
suponen un contacto quizás hasta profundo pero siempre circunscripto con la población, ya sea por qué,
como en este caso, se cuenta con un instrumento estructurado que se aplica de manera estandarizada o
porque la relación está predeterminada en cuanto al alcance de lo que se busca, fuera y antes del
campo. En este caso al investigador le interesan algunas incógnitas bien determinadas pero no ve el
campo, ni todo él ni en parte, como una pregunta abierta y por consiguiente no accede con la
expectativa de encontrar novedades inesperadas. Se va a él más bien para obtener lo que ya se sabe o se
cree saber que puede obtenerse.

Es interesante observar que este tipo de salidas al campo reúnen en una misma modalidad,
investigaciones extremadamente diferentes. Requieren estas salidas al campo aquellas investigaciones
dotadas de un denso y sofisticado marco teórico en las que, en busca de avances perfectamente
delimitados a las necesidades de aquellas teorías hubo confirmaciones rigurosas, se formulan al campo
preguntas circunscriptas y precisas. Es posible que las respuestas aporten también en este caso
novedades inesperadas que obligarán a replanteos teóricos pero aún así "la actitud hacia" y "la respuesta
de" se ubican en espacios acotados. Sin embargo también se satisface con estas salidas al campo esa
vasta región de investigaciones aplicadas, horas de marcos teóricos aunque llenas de supuestos implícitos
no discutidos que inquieren acerca, por ejemplo, de las preferencias de voto, los tipos de consumo o las
opiniones más variadas.

Estoy aquí ejemplificando no con cualquier investigación sino con algunos tipos especiales de
investigaciones que, por variadas razones, se han convertido en la forma más habitual de investigar en
ciencias sociales pero obviamente no es la única. Ahora bien, me importa destacar que aún en este caso,
en el que pareciera que las salidas al campo son mínimas, esta aplicación de instrumentos no es de

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hecho el único trabajo en campo. Quizás por una suerte de mal entendida actitud vergonzante en el
planteo de estas investigaciones se omite que necesariamente éste estuvo acompañado y precedido por
un conjunto de situaciones de campo, algunas de las cuales no son siquiera percibidas como tales, y otras
que lo son pero parecieran carecer, para investigaciones de este tipo, de estatus científico suficiente
para considerarse las significativas y mencionables.

Excluyendo el caso del antropólogo acudiendo a regiones geográficas y culturales distantes, todo
investigador conoce, de las múltiples maneras en que se conoce o se tiene idea de algo, la realidad que
se ha propuesto investigar. La conoce por propia experiencia, por el relato de la referencia ajena, y
antes porque el aprendizaje social temprano los familiarizó con conceptos que transformó en
organizaciones perceptivas unitarias. Esta experiencia sedimentada se moviliza, seguramente se filtra y
quizás se transforma y se critica, no sé si siempre con plena conciencia de que ésta es una auténtica
elaboración. Quizás es hasta posible que una parte de esta actividad transcurra en un nivel de no plena
conciencia aunque seguramente va progresando hacia una explícita consideración de su carácter a
medida que el investigador se aproxima a completar su investigación. Admito que no es habitual y
pudiera calificar de arbitrario hablar de esto como de una salida al campo, pero asumo esta observación
insistiendo en enfatizar en toda las modalidades de la columna de la derecha del cuadro, la misma
cualidad magmática propia de todo lo real (para un observador que quiera declararseles diferentes) a
que presente en diversas proporciones y formas aparentes.

Este conocimiento previo es en rigor una especie de prehistoria de la investigación como tal y sólo
adquiere algunas modalidades de lo que será una salida al campo en el momento en que deja de ser
"previos" para convertirse en un intencional ordenamiento del saber con el propósito de orientarse en lo
que constituirá el campo de la investigación. Se trata del punto que en el cuadro mencionó como
contactos específicos de orientación/negociación.

Aunque en menor grado que con el anterior, también este momento suele ser su traslado o
mencionado sólo al pasar y como algo realmente ajeno a lo metodológico, en los diseños y más aún en
los documentos publicados. Hacen excepción a cuanto digo, en lo relativo a los aspectos negociadores,
los trabajos vinculados a la elaboración de proyectos y en la planificación de actividades de diverso tipo,
en tanto el demandante o el cliente es en ellos un factor no omitible desde la perspectiva de la utilidad
del proyecto o del asesoramiento.

En términos generales-ya que sobre aspectos más específicos se volverá luego-lo incluido en este
momento a quien el anterior guardan con la investigación una relación inevitablemente complicada que
no hay esperanza de simplificar pues hace a lo consustancial del campo y de su vinculación a los
científico social. El campo contiene la vez todo lo que, siendo el objeto propio de las ciencias sociales,
debe ser observado y, por decirlo así, respetado y auscultado atentamente y también contiene aquello
que debe ser apartado y de cuya contaminación el investigador debe cuidarse. Lo que es la realidad está
en el campo pero lo que de ella vemos y lo que ven los actores reúne un saber de sentido común que
encubre y distorsiona no por arbitrio sino de maneras y por razones que están bien función de la ciencia
de escribir y develar. Así la actitud del investigador frente al campo como realidad abierta (y por
consiguiente frente a todo los momentos de la columna de la derecha), es siempre ambivalente y se
mueve entre una entrega y una resistencia, igualmente tenaces y justificadas al servicio un conocimiento
que atentó a la empiria tiene que evitar las prenociones que obstaculizan la mirada.

En cada uno de los momentos señalados aquella ambivalencia tiene diferentes manifestaciones y
plantea problemas diferentes. Los de estos dos primeros momentos son los más encubiertos y por
consiguiente los demás difícil manejo. Son además los más comprometidos, pues, junto con el siguiente,
condicionan el enfoque del trabajo que por lo general queda determinado en sus etapas iníciales. Si bien
una de las virtudes mayores de una investigación debiera ser la de permanecer abierta a las novedades y
rectificaciones que cada etapa, en su vinculación con el objeto, puede originar, de hecho en la mayor
parte de los casos las intuiciones y los encuadres teóricos convenientes se deciden en esta primera salida
al campo y todo lo que sigue sólo desarrolla, sistematiza y aplica lo que así quedó plasmado.

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