Llegaron a la Argentina sin saber una palabra de español, pero decididas a ser pioneras
en la educación de un país recién fundado. Dejaron de lado un mundo previsible para
trasladarse a la aventura. Algunas quedaron contentas con ello, mientras otras lo
vivieron como una mala experiencia; algunas se casaron y otras se hicieron amigas.
Algunas vivieron en el país hasta el día de su muerte y otras lo abandonaron a penas
finalizado el contrato. Pero todas marcaron el diseño del sistema educativo que, a
principios del siglo XX, permitió el funcionamiento del gran dispositivo integrador que
fue la Argentina con la llegada masiva de inmigrantes.
En un intento por recuperar su historia, y evitar que la misma quede en el olvido, Luis
acudió al cementerio junto a un grupo de personas que él mismo invitó por Facebook y
ofició de guía turístico, contando a los presentes, lo que considera “la historia de un
vacío”. En una entrevista exclusiva con Conclusión, Blotta Stengel brindó detalles de
una etapa casi oculta para los argentinos y describió aquellos años perdidos.
HACIENDO MEMORIA
La historia debe remontarse a la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, e
incluso antes, cuando el educador fue representante diplomático de Estados Unidos. La
historia comienza en 1845. Ese año Sarmiento, exiliado en Chile, viajó a Europa y a
Estados Unidos para indagar sobre los últimos métodos de enseñanza. Pero fue en
el país del norte donde Sarmiento encontró lo que quería: un sistema con fuerte hincapié
en la formación docente para educar a toda la población, poniendo como máximo
objetivo que nadie fuera analfabeto.
Asimismo, se encontró allí por pura casualidad con Horace Mann -reconocido
posteriormente como padre de la educación estadounidense- y con su mujer, Mary
Peabody, quien hizo de intérprete entre ambos, ya que ella, al igual que Sarmiento,
hablaba muy bien el francés.
Sin embargo, fue recién a partir de 1868, con Sarmiento como presidente, cuando las
ideas comenzaron a concretarse.
PRIMEROS PASOS
Entre 1869 y 1898 llegaron en barco a la Argentina 65 docentes: de ellos 61 eran
mujeres y sólo cuatro eran hombres. Todos tenían contratos por tres años, pero la
historia indica que sólo 16 regresaron a su país cuando concluyó el mismo. En tierra
adoptiva cinco murieron en los primeros años, principalmente de fiebre amarilla y
cólera. Se sabe que 36 enseñaron durante 13 años en Argentina, y 20 se radicaron y
murieron en el país. Al menos cinco se casaron en Argentina, aunque no con
argentinos.
El mismo Sarmiento realizó algunas entrevistas a las maestras. El sueldo que les ofrecía
funcionó como un gran atractivo: en Seattle era de 50 pesos oro mensuales, mientras
que él ofrecía el doble y aún el triple. Debían provenir de buenas familias, ser jóvenes,
solteras y bien parecidas. Tales requisitos apuntaban a que actuaran como un atractivo
hacia la profesión docente en las niñas argentinas.
Así, el 13 de junio de 1870 se crea la Escuela Normal de Paraná -escuela
madre de las demás escuelas normales y la primera creada con base científica- a los
fines de formar maestros competentes para las escuelas comunes. Terminado el
ciclo, los egresados se comprometían a dedicarse, durante seis años, a la enseñanza
pública en las escuelas comunes.
“El normalismo sería la maestra descalza, a quien parangono con el médico descalzo de
China: la fabricación de un paramédico, que acá sería una para maestra, realizada en
tiempo récord, lo que significa una mujer de 15 o 16 años que alfabetiza”, agrega Luis
al relato.
“Fueron enterradas allí porque estaba totalmente prohibido enterrar a quien no fuese
católico en determinados cementerios”, explicó Luis. “Era escandaloso -continuó- el
trato de muchas autoridades sobre las maestras estadounidenses. Cuando empezó el
ferrocarril, las empezaron a traer a Rosario o a Capital Federal, por eso a lo mejor no
hay muertos en otros lugares”.
SARMIENTO EN LA MIRA
Una de las cosas que más le cuestionaron de esta política fue su “afán extranjerizante y
antinacional”. En palabras de Arturo Jauretche: “Para Sarmiento, la cultura que tenía en
la raíz (la propia del país) fue incultura en cuanto no coincidía con lo nuevo (las ideas
importadas). Ocurrió aquí lo inverso que, entre los griegos, para los cuales lo bárbaro
era lo exótico a la Hélade, y lo culto lo propio. Esta es la raíz del dilema sarmientino de
‘civilización’ o ‘barbarie’ que sigue rigiendo a la ‘intelligentzia’. Se confundió
civilización con cultura, como en la escuela se sigue confundiendo instrucción con
educación. La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los
elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo
asimilado, como quien abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en
América trasplantando el árbol y destruyendo al indígena que podía ser obstáculo al
mismo para su crecimiento según Europa, y no según América.” (“Los profetas del
odio”).
APENAS UN REGISTRO
“Los Estados Unidos han mantenido más historia, y una producción latente sobre
las maestras yanquis en Argentina que nosotros, que no hemos hecho
prácticamente nada. Desde Argentina hay muy poco trabajo”, admitió Luis
indignado.
“Sacando al historiador argentino, Ernesto Ciunne, el esfuerzo que se ha hecho por
recopilar información es muy pobre”, se lamentó y siguió: “Estas docentes forjaron las
bases del sistema educativo argentino y casi no hay registro de ello”.
La única de todas las docentes emigradas que relató la experiencia fue Jennie
Howard, quien publicó un libro relatando su llegada a la Argentina y sus primeras
andanzas. Allí puede leerse: “Algunas de estas mujeres -docentes estadounidenses-
aceptaron el ofrecimiento inducidas por un espíritu de aventura o por el deseo de
cambiar de escenario; otras por las perspectivas de llevar a cabo un trabajo mejor en
tierras menos cultivadas, donde los resultados podrían ser reconocidos más
rápidamente; otras quisieron ampliar horizontes, en un impulso de ayudar a aquellos
menos favorecidos en los adelantos educativos”.
Luis Blotta Stengel, oriundo de San Nicolás, en su infancia, con 11 años, fue
designado para hablar de las cuatro maestras yanquis que ejercieron en su ciudad. “Me
puse en contacto con el historiador José Emiliano de la Torre, quien había escrito la
biografía de estas cuatro docentes, y él mismo había hablado con Howard, por lo que
conocí detalles que no estaban en ningún otro lado”, cuenta fascinado.Tal vez por su
infancia, tal vez por pura casualidad, o por simple interés, Luis Blotta Stengel, ingeniero
agrónomo especializado en suelo, siente que el país está en deuda con estas docentes y
en su memoria, hará todo lo posible para que la historia de ellas no se la “historia de un
vacío”.
https://www.argentina.gob.ar/noticias/12-de-octubre-dia-del-respeto-la-diversidad-cultural-0