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Deuteronomio, Lección 4

Parashá Ree
1. La cuarta parashá de Deuteronomio es “Ree”, Deuteronomio 11:26-16:17. “Mira (toma una
decisión, considera cuidadosamente, decide) que pongo delante de vosotros hoy…” Lee esta
porción en tu Biblia.

Esta parashá cubre los siguientes temas:

La bendición y la maldición
Jerusalén es el lugar donde el Eterno ha puesto su Nombre
Advertencia en contra de la idolatría
Animales limpios e inmundos
Leyes acerca del diezmo
Año de remisión (Jubileo)
Las Fiestas del Eterno

2. Esta parashá nos exhorta a considerar cuidadosamente y a tomar una decisión acerca de las
verdades puestas delante de nosotros. Hace particular énfasis en advertirnos acerca de la
idolatría. El que escoge la idolatría está escogiendo la muerte y la maldición.

Al entrar en la Tierra Prometida, los hijos de Israel enfrentarían las costumbres paganas de los
habitantes. Debían seguir cuidadosamente las instrucciones del Eterno y destruir completamente
todos los altares paganos. Así quedarían borrados los nombres de todos los dioses falsos de la
Tierra Prometida.

Edificando altares sobre los montes más altos y debajo de todo árbol frondoso, los paganos
adoran a sus dioses según su propio criterio, como bien les parece. Pero no así el pueblo que
pertenece al único Dios verdadero, al Dios de Israel. La nación santa debe elegir subir al lugar
donde el Eterno ha puesto su Nombre y adorarle según sus instrucciones precisas.

¡Los dioses de las naciones eran más amenaza para los hijos de Israel que sus espadas! Eso es
porque la idolatría es un enemigo espiritual, sutil y peligroso que nos contamina profundamente,
condenando a muerte nuestras generaciones. La idolatría está ligada con la inmoralidad, la
hechicería y toda clase de abominación y engaño (Romanos 1:21-32). La tolerancia de la
idolatría en nuestras vidas nos envuelve en el sincretismo (la mezcla de la idolatría con la
adoración del Eterno). Esa confusión maligna pertenece al espíritu de Babilonia y nos arroja a la
dispersión. Nos aleja del Eterno, de las raíces de nuestra fe, y de nuestra herencia en Jerusalén.

Confinándonos con hierros al exilio y cegándonos a la realidad de nuestra condición, el


sincretismo oscurece nuestra visión y tapa nuestros oídos, nos vuelve insensibles e indiferentes
a la voluntad divina (II Reyes 17:32-34,41). El espíritu de estupor que acompaña el sincretismo
nos incapacita para discernir entre lo limpio y lo profano, y nuestras vidas acumulan ruina,
confusión, desorden y caos. Por eso, el que escoge la idolatría está escogiendo la muerte y la
maldición.

a. ¿Que ordena el Eterno? Deuteronomio 12:2-6.

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Octubre, 2007
b. “Destruiréis completamente todos los lugares donde las naciones que desposeeréis sirven a
sus dioses: sobre los montes altos, sobre las colinas y debajo de todo árbol frondoso. Y
demoleréis sus altares, quebraréis las imágenes talladas de sus dioses y borraréis su nombre de
aquel lugar. No procederéis así con el Eterno vuestro Dios, sino que buscaréis al Eterno en el
lugar que el Eterno vuestro Dios escoja de todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para
su morada, y allí vendréis. Y allí traeréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros
diezmos, la contribución de vuestra mano, vuestras ofrendas votivas, vuestras ofrendas
voluntarias, y el primogénito de vuestras vacas y de vuestras ovejas” Deuteronomio 12:2-6.

El Eterno hace énfasis en que el único lugar para ofrecerle holocaustos es donde El ha puesto su
Nombre. Llevar los sacrificios y ofrendas a cualquier otro lugar sería un acto idólatra.

Esta parashá establece un fundamento básico y clave en toda la Escritura, el cual no debemos
ignorar. ¿Cuál es? Deuteronomio 12:5,11, 21,26; 14:24; 16:2, 6,11, 16.

c. ¡Jerusalén es el lugar que el Eterno ha escogido para poner allí su Nombre!

Jerusalén es un lugar geográfico literal con gran significado espiritual. Es el lugar donde el
Eterno quiere habitar y reposar, en medio de su pueblo redimido.

¡El plan divino no ha cambiado ni cambiará jamás! Jerusalén sigue siendo la santa ciudad donde
el Eterno ha puesto su Nombre, adonde El volverá para morar. Por lo tanto, la restauración de
Jerusalén es el tema eje de la profecía bíblica.

El profeta Zacarías declara que YHVH Sabaot se levantará para restaurar a Sión. Pondrá fin al
largo exilio, reunirá a los desterrados desde los cuatro puntos cardinales, reedificará su Templo,
derramará su juicio sobre las naciones y establecerá su trono en medio de Jerusalén. El Eterno
limpiará su santa ciudad de toda idolatría, expulsará a sus enemigos y vendrá a morar allí. Ese
es precisamente el momento que vislumbraba el Mesías Yeshua cuando nos enseñó a orar:
“Venga tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.”

Como resultado de haber sido cortados de las raíces hebreas de nuestra fe, perdimos nuestra
relación con la ciudad del Dios vivo. Cegados, endurecidos y anestesiados por el sincretismo,
permitimos que Roma reemplazara a Jerusalén. Fuimos separados de Sión e ignoramos el plan
del Eterno para su santa ciudad; no tenemos concepto alguno de la herencia maravillosa que nos
espera allí. Muchos tienen una noción alegórica del futuro, un cielo hermoso en un reino
celestial, espiritual, lejano e indefinido…quizás tocando arpa en las nubes en un "bello lugar
más allá del sol".  

Algunos enseñan equivocadamente que hay dos Israel: uno físico (los judíos) y otro espiritual
(la Iglesia). Basándose en que Dios no podría interesarse en una nación física como Israel, se
enseña que Israel fue reemplazada por un reino espiritual de creyentes. Se considera que el trato
de Dios con los hebreos fue precursor de una realidad mucho más importante: su trato con un
pueblo espiritual y mejor, la Iglesia. Estas ideas erróneas tienen su raíz en una manera griega de
ver el mundo que, elevando el área no física de las ideas,  deprecia el mundo físico. Esos
conceptos equivocados nos alejan de Sión y nos mantienen en el exilio.
 
¡Cuan hermoso es conocer nuestra identidad como parte de Israel y abrazar nuestra relación con
Jerusalén! Es maravilloso comprender que hoy tenemos el hermoso privilegio de participar
activamente en la obra divina de su restauración. Nuestra obediencia a la Torá es una prefigura
del reino de los cielos aquí en la tierra. No cabe duda de que cada día experimentamos una
muestra de la eternidad con el Mesías Yeshua cuando santificamos el Nombre del Eterno en
nuestro diario vivir, guardamos Shabat y celebramos las fiestas del Eterno.

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Octubre, 2007
 
“Y despertó el Eterno el espíritu de todo el remanente del pueblo… comenzaron la obra de la
casa de YHVH de los ejércitos, su Dios…” (Hageo 1:14) El espíritu del Eterno nos llama al
arrepentimiento, a abandonar la idolatría y volver a la Torá. Recibiendo la luz de la aurora, nos
sacudimos del largo sueño. Desechando el sincretismo y el espíritu idólatra de Grecia, nos
levantamos y, a pesar de la oposición fuerte de todas partes que nos impide y estorba,
indagamos acerca del camino a Sión.

Los que amamos y enseñamos la Torá estamos en ese espíritu de restauración, construimos la
casa del Eterno en Jerusalén. “Y los tuyos reedificarán las ruinas antiguas; levantarás los
cimientos de generaciones pasadas, y te llamarán reparador de brechas, restaurador de sendas
donde habitar…” (Isaías 58:12).

Consulta estas Escrituras y anota lo que dicen acerca de Jerusalén, de su ruina y de su


restauración. Miqueas 3:9-12, Jeremías 9:11-14; Salmo 102:13-16; 147:2-3; Isaías 52:1-3, 8-10;
Zacarías 8:3.

JERUSALEN

La primera mención de Jerusalén y su Rey se encuentra en Génesis 14:18-20: el Rey de Salem,


sacerdote del Altísimo (Malqui-Tsédek, Yeshua, el Rey de Justicia) se le apareció a Abraham y
recibió sus diezmos.

Jerusalén también se conoce en las Escrituras como “Sión” (pilar que guía), “la santa ciudad”,
“la ciudad del Gran Rey” (Salmo 48:1-3), “Ariel” (León de Dios, Isaías 29), “el santo monte del
Eterno” (Daniel 9:16), “la ciudad de paz” (Hebreos 7:2), “la ciudad de nuestras fiestas
señaladas” (Isaías 33:20), “el monte de la casa del Eterno” (Isaías 2:1-2), “la ciudad de David”.

Aunque claramente escogida y apartada por el Eterno como la ciudad del gran Rey desde
Génesis, Jerusalén no fue conquistada por Israel hasta 440 años después de que habían entrado
en la Tierra Prometida. Era una fortaleza de los jebuseos cuando el rey David la conquistó.
David construyó allí su palacio e hizo de Jerusalén el capital de Israel. Jerusalén está
inseparablemente ligada con el rey David.

Por medio de su pacto con David, el Eterno estableció la línea de consanguinidad real y la
promesa del reino eterno del Mesías sobre toda la humanidad (Jeremías 33:14-26; Isaías 11:1-
10; 9:6-7). “Nunca le faltará a David quien se siente sobre el trono de la casa de Israel…”
(Jeremías 33:17-22) Del linaje de David descenderían todos los futuros reyes de Judá y,
finalmente, el Rey Mesías.

En el pacto que hizo el Eterno con David, el Eterno juró que su misericordia nunca se apartaría
de David y que su casa y su reino permanecerían para siempre. ¡Yeshua, el Rey Mesías,
gobernará a toda la humanidad desde su trono en Jerusalén! El pacto del Eterno con David nos
revela al Mesías victorioso, el Rey de reyes, el Rey más excelso sobre toda la tierra, a quien
pertenece el trono de David (Salmo 89:3-4; Apocalipsis 1:5; Zacarías 9:9). Yeshua siempre ha
sido y siempre será el gran Rey de Jerusalén. Yeshua es la raíz (es antes) y la descendencia (es
después) de David. (Salmo 2:6; 110:2; 149:2; Isaías 24:23; Mateo 5:35)

El rey David vivía en un hermoso palacio de cedro y se preocupaba porque el trono del Eterno
estaba en la tienda provisional que él le había hecho (II Crónicas 1:4). El deseo de su corazón
fue construir una casa para el Eterno, un lugar apropiado para el Arca del Pacto.
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Octubre, 2007
David amaba la Torá y sabía que Jerusalén era el lugar donde el Eterno había puesto su Nombre
(Salmo 132:11-18). La pieza más importante del mobiliario del Tabernáculo es el Arca del
Pacto porque representa el trono de Dios (Jeremías 3:16-17). David entendía que el Arca debía
estar en Jerusalén, él sabía que pertenecía al mismo Monte Moriah donde Abraham había atado
a su hijo Isaac sobre el altar. Sin embargo, construir el Templo no le fue concedido a David.
Salomón, su hijo, lo construyó. Salomón terminó de construir el Templo en el año 957 a.e.c.

Es importante entender que la destrucción de Jerusalén es algo físico y es también espiritual.


Muchas veces Jerusalén ha sido atacada y destruida por sus enemigos. Isaías 5:13-14: “Por eso
va cautivo mi pueblo por falta de discernimiento; sus notables están muertos de hambre y su
multitud reseca de sed. Por tanto el Seol ha ensanchado su garganta y ha abierto sin medida su
boca; y a él desciende el esplendor de Jerusalén.…” Lamentaciones 5:15-22: “Ha cesado el
gozo de nuestro corazón, se ha convertido en duelo nuestra danza. Ha caído la corona de nuestra
cabeza. ¡Ay de nosotros, pues hemos pecado! Por esto está abatido nuestro corazón, por estas
cosas se nublan nuestros ojos, por el monte Sión que está asolado… Mas tú, oh Eterno, reinas
para siempre, tu trono permanece de generación en generación… Restáuranos a ti, oh Eterno, y
seremos restaurados; renueva nuestros días como antaño…”

Hoy la santa ciudad se encuentra llena de idolatría, humillada, amenazada, discutida y repartida
por las naciones. El dios del Islam (Bel de Babilonia) ha usurpado lo que pertenece al Dios de
Israel y su intención es devorar completamente la ciudad. Sin embargo, a pesar del presente
cuadro tan oscuro y humanamente imposible, las Escrituras nos prometen que el futuro de
Jerusalén es verdaderamente brillante. Se acerca el día en que será la alabanza de la tierra y
todas las naciones andarán en su luz.

¡Se cumplirá la voluntad del Eterno en su santa ciudad! De hecho, la restauración de Sión es el
tema principal de la profecía bíblica. Los profetas escriben que el Eterno traerá a los desterrados
de regreso a Sión. Es un retorno físico a Jerusalén y también un retorno espiritual, a la Torá. Se
ilustra perfectamente en la parábola que contó Yeshua, del hijo pródigo que por fin despierta y
comprende su lamentable condición espiritual. “Vuelve en sí”, se arrepiente y se levanta para
regresar a la casa de su padre (Lucas 15:17). En los postreros días, muchos “volverán en sí” y se
levantarán para indagar acerca del camino a Sión. (Jeremías 50:5) Buscando las raíces hebreas
de su fe, preguntarán cómo retornar a la casa de nuestro Padre.

“Sión será redimida con juicio y sus arrepentidos (los que regresan) con justicia” (Isaías 1:27).
En la restauración de Sión, está implícito el cumplimiento del Pacto del Eterno con David, el
retorno y el reino del Rey Mesías.

3. a. ¿Qué decisión pone el Eterno delante de nosotros? ¿Qué implicaciones tiene?


Deuteronomio 11:26-32

b. “He aquí, hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición: la bendición, si
escucháis los mandamientos del Eterno vuestro Dios que os ordeno hoy; y la maldición, si no
escucháis los mandamientos del Eterno vuestro Dios, sino que os apartáis del camino que os
ordeno hoy, para seguir a otros dioses que no habéis conocido. Y acontecerá, que cuando el
Eterno tu Dios te lleve a la tierra donde entras para poseerla, pondrás la bendición sobre el
monte Gerizim y la maldición sobre el monte Ebal…” (Deuteronomio 11:29)

Los estudiosos observan que ésta es una ceremonia de pacto, que debía realizarse en el
momento en que entraban a la Tierra Prometida. Durante esa ceremonia, el pueblo debía asumir
la responsabilidad de guardar la Torá. Algunos piensan que el hecho de asignar bendición a un
monte y maldición al otro, ubicando la mitad del pueblo frente al monte Gerizim y la otra mitad
frente al monte Ebal, era en memorial del pacto del Eterno con Abraham. En Génesis 15 vimos
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que Abraham colocó los sacrificios así como Dios le ordenó. Dejando en medio un espacio,
ordenó dos filas de animales sacrificados y partidos a la mitad. Los pactantes debían caminar el
uno hacia el otro, por el “camino” entre los sacrificios partidos a la mitad. El hecho de caminar
entre las piezas era aceptar que asumían las responsabilidades del pacto.

Consulta Josué 8:30-35. ¿Cómo cumplió Josué las instrucciones de Deuteronomio 11:29?

c. Cuando estudiamos Levítico Capítulo 26, Parashá Bejucotay (Lección 9), vimos las
consecuencias serias de la desobediencia. “Y si aun con todas estas cosas no me obedecéis,
entonces os castigaré siete veces más por vuestros pecados (Levítico 26:18). La palabra
“castigar” es disciplina, corrección. Vimos que “siete veces” denota que el Eterno aplicará su
disciplina en la máxima medida. La disciplina tiene un propósito educacional, intenta lograr un
cambio en el comportamiento del hijo. Cuando un niño desobedece, no deja de ser hijo. Más
bien, es disciplinado por su padre con el fin de restaurarlo y se espera que aprenda y crezca y
reconozca cuál es el comportamiento que le corresponde.

El Eterno se refiere a nuestra desobediencia como “proceder con hostilidad”, es caminar en


oposición, tomar el camino opuesto. Según las Escrituras, todos somos culpables, todos hemos
tomado el camino opuesto (Isaías 53:6; Romanos 3:10-18). Levítico 26 nos enseña que hay una
escala de severidad en la disciplina que el Eterno aplica. Su objetivo no es la venganza, más
bien es nuestra restauración, el Eterno quiere obrar arrepentimiento en el corazón endurecido y
desviado.

Números (Parashá Balac) Lección 7 nos enseñó que cuando el Eterno “maldice”, simplemente
entrega al ser humano a cosechar las terribles consecuencias de la maldad que ya gobierna su
corazón (Romanos 1:17-32). La conciencia cauterizada, endurece y hunde al ser humano cada
vez más profundamente en el pecado, le aleja cada día más de la posibilidad de arrepentirse, de
“volver en sí y regresar a casa”.

Según Deuteronomio 28:15-26 ¿Cuáles son las decisiones que traen maldición a nuestras vidas?
¿Cómo podemos escoger bendición?

Bendición Maldición
vida, regalo, reserva de agua muerte, despreciar, encoger por fuego

Escuchar mandamientos No escuchar mandamientos


Serle fiel a YHWH Servir a otros dioses
Senda recta, no agregar ni quitar Desviarse del camino recto, agregar y quitar
Glorificar el Nombre Blasfemar el Nombre
Jerusalén exaltada Jerusalén humillada
Morar en la Tierra de Israel, Shabat Exilio, sin reposo

d. ¿Qué comisión y exhortación recibió Josué del Eterno? Josué 1:2-9. Antes de morir Josué
¿cómo exhortó al pueblo? ¿Qué declaró y que decisión puso delante del pueblo? Josué 24:14-
15.

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e. Aunque el pueblo respondió: “Lejos esté de nosotros abandonar al Eterno para servir a otros
dioses…”, no perduró su fidelidad. ¿Qué hicieron con los dioses de Canaán y qué sucedió por
su desobediencia? Jueces 2:11-19.

f. ¿Hasta qué extremo había llegado la idolatría de los moradores de Canaán? Deuteronomio
12:31. ¿Hasta qué extremo llegó la idolatría de los hijos de Israel y por qué? ¿Cuáles fueron las
consecuencias? Salmo 106:34-43; Jeremías 32:30-35.

“No procederás así para con el Eterno tu Dios; porque toda acción abominable que el Eterno
odia ellos la han hecho en honor a sus dioses; porque aun a sus hijos y a sus hijas queman en
el fuego en honor a sus dioses…” La cremación (reducir a cenizas los restos humanos) que
hoy se practica tiene sus raíces en el horrendo acto idólatra de lanzar a personas vivas en
el fuego de los dioses, algo común para los habitantes de la tierra de Canaán.

Enterrar es una práctica bíblica (Deuteronomio 21:23, I Reyes 13:26-34; Marcos 14:8; Juan
19:40). Honra al Creador, dándole el respeto que merece por su creación (Salmo
139:14).Testifica esperanza acerca de la resurrección. Recuerda al ser querido y dice que
algún día lo volveremos a ver. El cuerpo reposa, regresa al polvo (estado original) en espera
del glorioso retorno del Mesías Yeshua (Génesis 3:19; Romanos 8:11)

Cremar es una práctica pagana, deshonra al Creador, muestra desprecio por su obra de
creación. Dice que todo ha terminado, no hay esperanza de resurrección. Borra toda
memoria del ser querido. Es juicio que pertenece a los enemigos de Israel (2 Reyes 9:10,
30-37).

4. Esta parashá hace un resumen de los sacrificios y ofrendas que habia que traer al Tabernáculo
en Jerusalén. El sacrificio de animales para el consumo de su carne era permitido en cualquier
lugar, pero no así el sacrificio que era para las ofrendas, que estaba estrictamente restringido al
Tabernáculo.

Habia que derramar la sangre de los animales sobre el polvo de la tierra, simbólicamente
devolviendo su vida al Creador. Como habíamos visto en estudios anteriores, el hecho de comer
la sangre desprecia la vida y está vinculado con la idolatría. Los paganos consumían sangre
cuando hacían sacrificios a sus dioses. Además de advertir al pueblo redimido que no debían
comer la sangre ¿en qué más hace énfasis? Deuteronomio 12:7.

“Allí también (en Jerusalén) vosotros y vuestras familias comeréis en presencia del Eterno
vuestro Dios, y os alegrareis en todas vuestras empresas en las cuales el Eterno vuestro
Dios os ha bendecido.” Es hermoso ver que la Torá hace énfasis en que la familia completa
debía estar reunida en Jerusalén, llena de gran gozo, en el momento de presentar los
sacrificios.

La idolatría no sólo destruye la unidad familiar, también carece de gozo. Las religiones que
nacen en las tinieblas del corazón humano están ligadas a la influencia satánica del duro
trato del cuerpo, mutilación, dolor, pérdida, tristeza y muerte.

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5. a. ¿Cuál es la advertencia en Deuteronomio 13:1-5?

b. Aunque hable en el nombre del Dios único y verdadero, el falso profeta es idólatra. Consulta
II Pedro 2:14-18 y anota lo que nos enseña al respecto.

c. ¿Qué nos enseña II Pedro 2:21-22 acerca de la naturaleza del falso profeta? Consulta también
Ezequiel 13:1-9 y anota lo que dice acerca de sus visiones y declaraciones.

Deuteronomio 13:1-5: “Si se levanta en medio de ti un profeta o soñador de sueños, y te


anuncia una señal o un prodigio, y la señal o el prodigio se cumple acerca del cual él te había
hablado, diciendo: Vamos en pos de otros dioses (a los cuales no has conocido) y
sirvámosles, no darás oído a las palabras de ese profeta o de ese soñador de sueños, a
quien se le dará muerte, por cuanto ha aconsejado rebelión contra el Eterno vuestro Dios
que te sacó de la tierra de Egipto y te redimió de casa de servidumbre, para apararte del
camino en el cual el Eterno tu Dios te mandó andar. Así quitaréis el mal de en medio de ti.”

Algunos dicen que esta Escritura advierte acerca de Yeshua, dicen que Yeshua es un dios no
conocido por los patriarcas de Israel. Sin embargo, todo lo contrario es cierto. Yeshua es
el Eterno, El que era, que es y que ha de venir. Moisés conocía a Yeshua. Abraham, Isaac y
Jacob lo conocían también. Muchas Escrituras confirman esto, entre las cuales están éstas.
Moisés: Juan 5:46; Hebreos 11:24-29. Abraham: Génesis 15:6; Romanos 4:1-5; Gálatas 3:6-
9, 29; Juan 8:51-56. Isaac: Gálatas 3:8; Génesis 26:4; Hebreos 11:8-19, 20. Jacob: Gálatas
3:8; Génesis 28:10-22; Hebreos 11:21.

6. Consulta Deuteronomio 18:15-18. ¿Qué promete el Eterno y a quien se refiere? ¿Quién sería
el profeta como Moisés? Consulta también Hechos 3:22-26 y anota lo que aprendas acerca del
profeta prometido.

Yeshua es el Profeta prometido. El declaró la Palabra de Dios con autoridad, es la Torá


viviente enviado al mundo, habló sólo las palabras del Padre e hizo las obras del Padre quien
le envió. Requiere una respuesta de nuestra parte: Juan 5:24; 6:68; 8:31; 14:24; 12:48;
17:14.

7. ¿Cuáles son las influencias en nuestras vidas que nos pueden conducir a la idolatría?

Deuteronomio 12:29-30:
Deuteronomio 13:1-5:
Deuteronomio 13:6-11:
Deuteronomio 13:12-18:

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8 a. Los falsos profetas violan la Torá, tuercen las Escrituras para su propia perdición (II Pedro
3:16). No enseñan la Torá ya que prefieren perder el tiempo hablando de sus propios sueños y
visiones. Prohíben y anulan la Torá. Consulta Jeremías 23:28-32.

b. Los falsos profetas aconsejan rebelión y apartan al pueblo de la Torá, la senda eterna. Son
malos pastores, no cuidan a las ovejas ni vigilan su bienestar. En vez de conducir al rebaño a los
pastos verdes de la Palabra de Dios, utilizan a las ovejas para satisfacer su agenda personal. Las
despojan, se aprovechan de ellas, las dispersan y las pierden en el exilio.

¿Qué nos revela al respecto Mateo 7:15-23? Consulta también Jeremías 23:1-2; Ezequiel 34:1-6.

c. Refiriéndose a los falsos profetas Yeshua dijo: “Apartaos de mí, violadores de la Torá.”
(Mateo 7:23). Yeshua no violó la Torá, más bien la cumplió, la vivió y la interpretó
correctamente. Consulta Mateo 5:17; Juan 1:45; Lucas 24:27, 44-45.

9. El llamado divino sobre la nación de Israel es santidad. Esta parashá nos instruye acerca de
la santidad requerida por el Eterno. ¿Qué instruye Deuteronomio 14:1-2?

“No os sajaréis ni os rasuraréis la frente a causa de un muerto.” El tatuaje moderno es una


práctica idólatra que pertenece a la cultura de muerte de los paganos de la tierra de
Canaán.

10. ¿Qué instruye Deuteronomio 14:3-21?

Cuando estudiamos Levítico Lección 3 (Parashá Shemini) vimos que las leyes de comida
kasher (apto para el uso) nos enseñan y nos encausan a escoger vida para nosotros y
nuestras familias. El animal permitido para comer tiene las pezuñas partidas por completo y
es rumiante. Los animales rumiantes son herbívoros.

11. ¿Qué instruye Deuteronomio 14:22-29?

El que trabaja la tierra debe apartar un diezmo de lo que produce cada año y usarlo en una
de las dos siguientes maneras. En la mayoría de los años, debe llevarlo a Jerusalén y, junto
con los miembros de su casa y levitas invitados, consumirlo allí en comidas festivas. Pero,
los años tercero y sexto de cada ciclo sabático, él deberá depositarlo en su comunidad,
donde será distribuido entre los levitas y los pobres. Cada tercer año, el diezmo se cambia
del santuario central (Jerusalén) para dedicarlo a satisfacer las necesidades de los que se
encuentran en situaciones desventajosas y los marginados en la comunidad local para
asegurar que ellos también coman hasta saciarse.

El ciclo del diezmo refleja la relación de pacto que Israel tiene con el Padre. Los primeros
dos años, la gente diezma y come los primeros frutos en presencia del Eterno en el punto
central (Jerusalén). En el tercer año, la gente permanece en su localidad e instala

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asambleas locales. Dedican su diezmo del tercer año para darles de comer a los miembros
indefensos de la sociedad. El ciclo se repite durante los años cuarto y quinto, pero el sexto
de nuevo es dedicado a la localidad (Deuteronomio 14:28). En el año sabático, no se
cosecha; de manera que no hay que diezmar, el pueblo celebra el hecho de que Dios posee la
tierra y la Torá proclama el desbloqueo de todos los deudores hebreos (sh’mitá).

Las provisiones para proteger a los pobres incluyen: el diezmo de cada tres años
(Deuteronomio 14:22-29); la remisión o cancelación de las deudas cada siete años
(Deuteronomio 15:1-6); la exhortación de prestarles a los pobres Deut. 15:7-11); y
otorgarles libertad a los siervos hebreos (Deuteronomio 15:12-18). Dios manda que se les
perdonen las deudas a quienes no pueden pagar dentro del período de siete años. Al
momento en que son liberados, los siervos salen con las manos repletas de riqueza (Deut.
15:13-15; Gen. 15:13-14; Ex. 12:35-36). (Pagina 141, The JPS Torah Commentary, Deuteronomy,
Jeffrey H. Tigay, The Jewish Publication Society, Philadelphia)

12. ¿Qué instruye Deuteronomio 15:1-18? ¿Qué nos revela acerca del corazón del Eterno para
todo su pueblo? (Consulta la Parashá Behar Sinay, Levítico Lección 8, para repasar las bellas
verdades del año de Jubileo.)

En el Capítulo 15:1-18, encontramos tres provisiones que son parte del programa de la Torá
para aliviar el sufrimiento de los pobres. Lo que se enfoca son las extremas dificultades
que pueden azotar a los pobres: imposibilidad de pagar deudas, incapacidad para obtener
préstamos, y el servicio obligado. La primera provisión requiere que cada siete años los
acreedores perdonen lo que se les debe (vrs. 1-6). La segunda, que es consecuencia de la
primera, exhorta que no se les nieguen préstamos a los pobres, a sabiendas que en el
séptimo año quedará perdonada la deuda (vrs. 7-11). La tercera limita el periodo de
servidumbre a seis años solamente (12-18). (Pagina 145, The JPS Torah Commentary,
Deuteronomy, Jeffrey H. Tigay, The Jewish Publication Society, Philadelphia)

13. a. ¿Qué nos instruye Deuteronomio 16:1-17?

b. Las fiestas celebran la redención de Egipto y el agradecimiento del pueblo al Eterno por las
cosechas, su bondadosa provisión. En el contexto de esta parashá, el énfasis es está sobre el
hecho de que se deben celebrar en Jerusalén. Por esa razón, solamente menciona las tres
festividades en que  el pueblo tiene la obligación de presentarse en la santa ciudad.

Consulta Isaías 33:20 y anota como describe a Jerusalén.

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Octubre, 2007
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