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UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN SIMON

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACION


CARRERA DE PSICOLOGIA

LA PSICOFARMACOLOGÍA EN LA FORMACIÓN DE PSICÓLOGOS


Victor Hugo Escobar Maturano 07/07/2021
INTRODUCCIÓN
La utilización de sustancias psicoactivas con fines religiosos o para evadirse de la realidad se
puede remontar a las más antiguas civilizaciones como la babilónica o la egipcia (Roca, 2003;
Wautier & Tolman, 2007). Sin embargo, es a mediados del Siglo XX cuando se producen los
principales avances en la utilización terapéutica de los psicofármacos. A finales de la década de
los ’40, el psiquiatra australiano John Cade estudió los efectos del litio en pacientes depresivos y
pacientes maníacos. En 1954, de la mano de Jean Delay y Pierre Denniker, aparece la aplicación
de clorpomazina en el tratamiento de las psicosis. A partir de la Segunda Guerra Mundial, se
presentó un escenario de uso masivo de psicofármacos, lo que conllevó a la inscripción de su uso
terapéutico en la lógica del mercado, planteando interrogantes acerca del lugar de la industria
farmacéutica, los medios de comunicación y el rol regulador del Estado.

En nuestra cultura capitalista y con el descubrimiento de los neurolépticos, los enfermos mentales
“emergen” como un nuevo grupo de consumo, si bien la mayoría no está en condiciones de
asumir costosos tratamientos, la seguridad social interviene, esto resulta posible ya que para
entonces los enfermos mentales se encuentran incluidos en el saber médico. (Polanco, 2007) El
avance de las neurociencias ha llevado, en las últimas décadas, a una mayor consideración por
parte de los psicólogos clínicos del substrato neurobiológico de la conducta. Si bien existen hoy
tratamientos psicológicos sumamente efectivos para la mayoría de las patologías mentales
(Mustaca 2004), el empleo de psicofármacos resulta muy útil en algunos casos, especialmente en
la enfermedad mental severa y en algunas entidades patológicas. La práctica clínica da muestra
también de que muchos pacientes acuden a consulta psicológica ya medicados, bien sea por
prescripción médica o, lo que resulta más peligroso, pero no menos frecuente, por
automedicación. Ante este panorama, el profesional psicólogo en nuestro país se encuentra
legalmente limitado no sólo para prescribir medicación sino también para retirarla en aquellos
casos que se considere innecesaria o incluso nociva.
Si el psiquiatra puede hacer psicoterapia, luego de una determinada formación, ¿por qué no puede
suceder lo mismo a la inversa? ¿Es acaso tan exclusivo un determinado cuerpo de conocimiento?
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Una argumentación de este tipo no se sostiene; más que suposiciones e imposiciones de poder,
necesitamos más debate científico, aquel debate que coloca el conocimiento por sobre el
prestigio. (Polanco,2007:221).

ARGUMENTOS
Desde una perspectiva de la formación del psicólogo en psicofarmacología, daré énfasis en lo que
se refiere al consumo de los psicofármacos y su uso extensivo es decir, no restringido a sujetos
diagnosticados con una patología mental, esto ha venido incrementándose progresivamente a lo
largo de los últimos años; poniendo de este modo en discusión concepciones acerca de la salud y
la enfermedad, sobre la condición del enfermo mental y el tratamiento de los síntomas más
amenazantes para el logro de una acción social adecuada (Álvarez et al., 2007). Al respecto
Ehrenberg (1991) postula que el ingreso de los medicamentos psicotrópicos al especio de la
epidemiología de las drogas pone en escena una toxicomanía a los psicofármacos que, lejos de
caracterizarse por la falta de socialización y la decadencia, se define por la búsqueda de efectos
positivos en la socialización y la acción correspondiente.

Es así como en la contemporaneidad en el marco de un pleno proceso de pérdida de las


instituciones colectivas que anteriormente regulaban la vida social- es el individuo el que se hace
cargo del malestar, llevando a un plano más personal las consecuencias de las crisis originadas en
la esfera de lo social. Todo esto ejerce sobre el individuo nuevas demandas de autocontrol e
iniciativa individual, en virtud de los cual el psicofármaco se integra como herramienta en la
búsqueda de control de sí mismo, en pos de una vida más socializada (Szasz, 1992; Álvarez et
al., 2007).

En la actualidad, los psicofármacos constituyen experiencias que producen y revelan


simultáneamente los estilos de relaciones que el sujeto mantiene consigo mismo y con los demás.
Este núcleo antropológico de los usos de psicofármacos está atravesado por dos dimensiones que
caracterizan la vida contemporánea. En primer lugar son respuestas técnicas, incluso industriales,
al proceso que impulsa a los sujetos a inventar permanentemente su historia, a encontrar para sí
mismo su lugar en la sociedad y su identidad. En segundo término, los psicofármacos son un
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artificio que permite, de alguna manera, aliviar el peso que la vida en las sociedades actuales hace
surgir, a saber: que cada sujeto se funde y se controle a sí mismo. De esta manera, el contexto se
torna propicio para que los sujetos consideren a los psicofármacos como un medio adecuado y
eficaz para dominar tensiones internas y lograr adaptarse a las exigencias sociales impuestas
(Ehrenberg, 1991; Szasz, 1992).

La literatura sobre el tema coincide en que este contexto de autorregulación empuja al sujeto a
acentuar los controles sobre sí mismo, a fin de ser competente en términos profesionales, sociales
y afectivos. El autocontrol coloca al sujeto en situaciones de inhibición, vulnerabilidad,
excitación, depresión y ansiedad que tienden a ser resueltas químicamente a través de productos
tranquilizantes y/o estimulantes. Esta batería de medicamentos cumple la función de luchar con
los síntomas que resultan más invalidantes en la sociedad actual (Álvarez 2007).

Es así como comienza a surgir una oferta cada vez más diversificada de sustancias reguladoras
del estilo vida, que desde un menú de opciones prometen una actitud más proactiva o serena
según la demanda; se trata de productos ansiolíticos sedativos y productos con virtudes
estimulantes y proactivas que conforman dos polos, dentro de los cuales se juega la "prescripción
del confort", proporcionando la adaptación y la integración social.

De este modo puede observarse como el escenario se torna propicio para el surgimiento de
prácticas y conductas irracionales relacionadas con el uso indebido de psicofármacos que, dada
su peligrosidad y la actual naturalización de su consumo, merecen y urge ser atendidas. Es ante la
escasa información sobre psicofármacos (acciones, usos, aplicaciones, etc.) que se brinda durante
la formación de grado en psicología en las diversas universidades de nuestro país y la ausencia de
estudios en esta línea que se puede observar en diferentes documentos citados, el principal
objetivo es indagar acerca del lugar que la psicofarmacología ocupa en la formación académica y
la práctica profesional de los licenciados en psicología, así como la actitud que los mismos tienen
frente a ella. Al respecto, se tuvo en consideración la formación e información, las diferentes
estrategias de abordaje, las herramientas y las limitaciones con las que cuentan los psicólogos
para encarar la temática de los psicofármacos.
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Es así que los retos del psicólogo en el abordaje que se brinda es más biopsicosocial
(multidisciplinario) aun quedando mucho por construir y de esta manera debe saber utilizar en
pro del bienestar de la sociedad, tomando aquí relevo los aportes y fundamentos de la
farmacología para la búsqueda de aquello que mejor actúe y ofrezca resultados positivos ante los
tratamientos la administración de un fármaco, este entendido como cualquier sustancia
químicamente definida que produce una respuesta objetivable, que se convierte en medicamento
al ser convenientemente elaborado y dosificado (Betés de Toro, s.f.), llevando consigo una forma
farmacéutica que le permitirá la administración sea en forma sólida, liquida o gaseosa (desde vías
internas o externas) del principio activo quien tiene el principal efecto sobre la sintomatología a
tratar quien va acompañado del excipiente como aquel conjunto de sustancias que favorecerán la
administración, liberación y absorción de dicho principio activo.

Cabe destacar que todo esto se logra a partir de los procesos de la farmacocinética procesos
LADME, Liberación, Absorción, Distribución, Metabolismo y Eliminación del medicamento
correspondiendo a los pasos que sufre el medicamento desde que se pone en contacto con el
organismo hasta que se elimina, y la farmacodinamia iniciando en el momento que el principio
activo del medicamento llega al cerebro desde aquella molécula que va al sistema Nervioso
Central, por tanto impacta en las funciones de la sinapsis para realizar el efecto deseado sobre el
organismo.

Luego de esta explicación, la diferencia que existe con las drogas es más comprensible, a esta
tratarse de una muestra bruta de compuestos en donde se desconoce la mezcla, tipo y
composición de la misma, y al menos una de las sustancias tiene efectos farmacológicos que
activan o disminuyen sin ningún control médico la actividad del Sistema Nervioso Central.
Además, en compañía del psicofármaco se encuentra la terapéutica como conjunto de remedios
usados para curar, aliviar, prevenir o diagnosticar enfermedades, donde desde cada rama de la
salud se utilizan diferentes técnicas, como por ejemplo las basadas en la palabra y la
comunicación desde la psicología, como un elemento que es preferible esté de la mano en todo
tratamiento farmacológico de la enfermedad mental, teniendo en cuenta que todos los factores
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que rodean a un sujeto influyen en el mantenimiento o mejoramiento en cuanto la enfermedad


mental, siendo por esto que los aspectos psicosociales causan o mantienen las enfermedades
físicas; y por esto la invitación actual hacia un enfoque de lo Biopsicosocial que estimula a
pensar la salud como algo más allá de lo fisiológico, pensar en el comportamiento, dando lugar a
la psicología desde lo individual y lo colectivo social, donde en lo biológico se manifiesta algo en
el sujeto que no se está manejando adecuadamente, algo que desde lo psicofarmacológico debe
ser tratado para su mejora, sin embargo, en lo individual el tipo de personalidad ofrece una
tendencia a ciertas enfermedades y también lo cognitivo desde los mecanismos de afrontamiento,
aunado a lo hereditario y lo social con factores de riesgo desde lo económico, laboral, familiar,
entre otros, que influyen en la configuración de los síntomas más allá de los signos que presente
un individuo, y es por esto que en la adherencia al tratamiento no se gana nada si solo se adhieren
al fármaco, puesto que, el paciente debe cambiar su estilo de vida, compartir con grupos de apoyo
familiar y/o externo, tener una empatía con los profesionales de la salud que lo tratan y para todo
esto conviene transformar las creencias sobre la enfermedad, sobre la forma de vida y las
relaciones, proceso que se lleva a la par con lo psicofármaco y de forma global reflejara un mejor
resultado en el tratamiento a si solo se trata desde la dimensión biológica o psicológica en caso de
necesitarse medicamentos.

CONCLUSIÓN
No se trata de competir como profesionales por la ciencia o mirada sobre la salud enfermedad
que se tenga por la ciencia de la salud a la cual se pertenece, sino comprender la integralidad que
es el sujeto y la sociedad como red de seres humanos biológicos, psicológicos y sociales; para
finalizar, y mirar la otra cara de la moneda en cuanto a los usos indebidos o en contra de la
sociedad que se manejan día a día de ciencias como la psicología y la psicofarmacología, se debe
evidenciar la realidad de que con la mente y la capacidad creadora se puede construir un arma o
escribir una canción, y este es el caso donde profesionales tales como médicos, psiquíatras,
psicólogos, empresarios y demás estudiosos debemos utilizar la investigación y el conocimiento
para inmiscuirnos en el verdadero foco de las ciencias de la salud pensadas y cimentadas para
beneficio de la humanidad, pero que son usadas por sinnúmero de sujetos con títulos para buscar
el control social desde la alienación y la instauración, de control externo en los individuos, desde
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sus pensamientos, acciones y en especial todo aquello que consuman que alteren o su mental y
bienestar sociocultural.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 

Álvarez, D.; (2007): La Medicalización de la Vida Cotidiana. El Consumo Indebido de


Medicamentos Psicotrópicos en Adultos. Disponible en http://www.observatorio.gov.ar [31 de
Agosto de 2008]

Betés de Toro, M. (s.f).: Introducción a la farmacología. Conceptos generales.

Ehrenberg, A. (1991): "Un Mundo de Funambulos". En Eherenbarg, A. (dir.) Individuos Bajo


Influencia -Drogas, Alcoholes, Medicamentos Psicotrópicos-. Buenos Aires, Argentina:
Ediciones Nueva Visión SAIC.

Mustaca, A. (2004): Tratamientos psicológicos eficaces y ciencia básica. Revista


Latinoamericana de Psicología, 36, 11-20.

Polanco-Carrasco, R. (2007): Prescripción o no prescripción de psicofármacos en Psicología:


cuestionamientos preliminares para una discusión inevitable en Latinoamérica y en Chile ligado a
la formación universitaria de la disciplina. Cuadernos de Neuropsicología 1(3).

Polanco-Carrasco, R. (2007): Psicoterapia v/s farmacoterapia; Aproximación inicial a las


fronteras disciplinarias e ideológicas frente a una praxis compartida. Cuadernos de
Neuropsicología 1(1)

Roca, A. (2003): Historia de los medicamentos. Bogotá: Academia Nacional del Medicina

Szasz, T. (1992): Nuestro Derecho a las Drogas. Barcelona, España: Editorial Anagrama
Wautier, G. & Tolman, A. (2007): Psicología y Psicofarmacología: compañeros naturales en la
atención sanitaria holística. Papeles del Psicólogo 28 (2).

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