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Crisis de Globalización
Crisis de Globalización
En este último tiempo se ha estado debatiendo en el área de las relaciones internacionales la idea
de una crisis de globalización. Según diversos analistas nos encontramos actualmente en un
proceso de crisis respecto del orden internacional establecido desde la segunda post-guerra. Es
observable como el camino de la globalización ha despertado sentimientos anti-establishment a lo
largo del globo, los cuales han cristalizado en iniciativas políticas que se proponen mitigar sus
efectos.
Si bien, la crítica al modelo de gobernanza global se viene dando hace ya un tiempo, ciertos
hechos han puesto en perspectiva los cambios latentes en el ámbito internacional y su capacidad
para potenciar negativamente esta crisis.
El modelo liberal imperante y la mirada receptiva hacia la globalización hoy son fuertemente
cuestionadas. Los efectos negativos de este modelo han despertado diversas reacciones y han
debilitado el apoyo de actores determinantes para su funcionamiento. El fundamento ideológico
que subyace tanto al Brexit como al surgimiento de Donald Trump es justamente la aversión a los
efectos de la globalización y el deseo de abandonar los compromisos internacionales establecidos.
Teniendo en cuenta que tanto Reino Unido como Estados Unidos fueron importantes arquitectos
del modelo que hoy rechazan, los indicadores de una potencial crisis se vuelven más que
evidentes.
Movimientos populistas resurgen hoy en los principales países del mundo; la crisis de la Unión
Europea y su necesidad de repensarse en base a las divergencias económicas y políticas que la
atraviesan, parece un desafío que no puede ser postergado.
Incluso las campañas de promoción democrática impulsadas por Estados Unidos tanto en Irak
como en Libia han generado rechazo en gran parte de la sociedad internacional y han contribuido
a engrosar las filas de los militantes que cuestionan las bondades del actual modelo de gobernanza
global.
Tras la crisis financiera de 2008, el idealismo de mercado ha sufrido un revés del que le ha costado
recuperarse y las políticas de libre mercado como garantía de desarrollo han dejado de ser una
estrategia prudente.
El rol de China en este proceso será fundamental. Siendo uno de los mayores beneficiarios de la
globalización podría esperarse que el gigante asiático sea uno de los actores más determinante
para su defensa.
Con un exponencial crecimiento de su clase media, la promoción del modelo Chino parece
prometer un aliciente para la inequidad propagada hasta el momento. En materia política se
buscará comprometer a los países menos desarrollados en la toma de decisiones globales y en
materia económica, la financiación de proyectos de infraestructura será el sello de este nuevo
modelo.
El modelo propuesto desde China pretende integrar tanto economía y finanzas, como sociedad.
Paradójicamente, las fallas encontradas en el sistema capitalista hoy son defendidas por un país
políticamente comunista. Desde el país asiático se considera que no es la globalización la causante
de las diversas crisis que han azotado al mundo sino la excesiva búsqueda de ganancias y la
regulación fallida, como en el caso de la crisis financiera de 2008.
Un temblor pasajero
Es importante comprender que los impulsos de la globalización son también muy difíciles de
resistir. Las medidas proteccionistas adoptadas son muchas veces un intento de tapar el sol con la
mano y el alcance de la globalización ha sido incluso un movimiento superador de aquellas
instituciones que hoy intentan combatirla.
Los límites a la iniciativa de Trump recaerán necesariamente en el senado y los intereses internos
del congreso complicarían la mayor parte de sus expectativas. Las imposiciones económicas que el
nuevo líder pretende hacer a países como China son únicamente aceptadas en tiempos de guerra
y las negociaciones hacia adentro del congreso generaran contradicciones difíciles de sortear.
El compromiso internacional deberá transpolar el enfoque multinivel a todas las áreas de la vida
social; fomentar la cooperación más allá de los intereses económicos y establecer nuevos
mecanismos para garantizar la seguridad colectiva, los derechos humanos, la protección
medioambiental y la disminución de la pobreza.