Apreciadxs estudiantes, espero todo marche bien en sus hogares.
En medio de tanto oscuridad, de tanto desamparo, violencia y muerte, lo único que nos queda es aferrarnos a la educación, una educación crítica y reflexiva, conectada con la realidad de nuestro país, de nuestros jóvenes que son ustedes, con la realidad de nuestras familias que padecen todo tipo de violencias por parte de este estado, porque la violencia no solo se mide en muertes (aunque esta sea la peor de todas) también se mide en las pocas oportunidades a las que los dirigentes de este país nos condenan, a la falta de empleo, de acceso a educación, a condenarnos a muerte por no tener acceso a un sistema de salud digno, en medio de todas esas formas de violencia, ustedes son la generación del cambio, y cuando supe que en ustedes se estaba configurando la transformación que necesita este país, decidí volcarme a la docencia desde un instrumento tan poderoso y emancipador como lo es la educación desde las artes.
Cuando los veo en las calles, cuando los escucho en sus
publicaciones y comentarios, se me infla el corazón de alegría, pero también de miedo, porque soy consciente de lo vulnerables que son sus cuerpos sin otra arma más que la de sus palabras, obras y pensamientos.
Al escucharlos, a ustedes, estudiantes míos, de grado sexto
pasando por grado once y quienes ya están a punto de salir de la Universidad, o empezando a caminar en ella, me lleno de esperanza, y les agradezco por hacer frente de la manera tan honorable que lo hacen, de cara a esta realidad tan compleja que nos tocó vivir, desde lucha pacífica popular contra un régimen que completa dos décadas de violencia larvada, en medio de uno de los momentos históricos más complejos para la humanidad en los últimos cien años, una pandemia.
Les abrazo, les admiro, les respeto y les reitero mi
agradecimiento por llevar este momento histórico con tanta gallardía y grandeza.