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Hannah Arendt :El pensar y las reflexiones morales

El texto trae a colación un tema importante que Hannah Arendt realiza sobre la democracia
participativa y lo más importante la desobediencia civil que desde términos kantianos es llamado
también “la banalidad del mal”, siguiendo a Kant plantea claramente que conocer y pensar, son
dos esferas distintas del ejercicio del intelecto; pensar es un proceso donde se cuestiona las
propias certezas y certidumbres en la búsqueda no de conocimiento de las cosas sino de darle
sentido a las cosas, ya que continuamente estamos, nos movemos y usamos un conjunto de
cánones, de reglas, de estereotipos, de frases, de clichés, de esquemas, que nos ayudan a vivir en
la sociedad pero que deben ser criticadas y cuestionadas.
Es así que en el texto se habla de que en las sociedades no ejerce el pensar, pues siempre
se obedece a las reglas o siempre se aceptan la validez de las mismas, porque según Arendt al
perder la capacidad de pensar se pierde también la capacidad de juzgar dejando siempre su
decisión en manos de otros. Y si bien para Arendt el pensar no es igual a juzgar sin duda están
conectadas ya que reflexionar sobre lo bueno o lo malo, sobre lo bello o lo feo, sobre la
pertinencia o no de un código de conducta siempre acarrea la toma de una posición; así mismo
habla de la existencia que esta siempre excede la esencia donde resalta que el hombre existe
como pluralidad, para Arendt la existencia individual es lo que nos hacer ser humanos
reconociendo las diferencias en la convivencia común o pública.
Por otro lado Arendt usa como ejemplo a Sócrates quien, en el texto propone empezar a
buscar qué son la justicia, la piedad, el conocimiento y la finalidad a través de la invitación al
diálogo que según él invita al ejercicio del pensar; la intención de Sócrates aunque existen roces
con el nihilismo (la negación de todos los valores) o el escepticismo según él son riesgos siempre
presentes pero pues esto no invalida la utilidad del pensar, ya que la perplejidad es el principio y
de ninguna manera el fin del pensar.
El riesgo del pensar es mayor en el caso de la política, ya que la duda, la parálisis en la
misma no es aconsejable ya que sobre todo la política necesita acción. Sin embargo la ausencia del
pensamiento todavía lo es más ya que, dada su propia naturaleza, los líderes políticos actúan con
pleno convencimiento de que sus pautas de conducta y sus valores son los válidos desde siempre y
para siempre sin que el más mínimo asomo de duda ensombrezca sus decisiones, lo que al final, es
impuesto a la propia sociedad, con consignas, con ideologías congeladas, con discursos que no
llevan a ninguna parte. (Características que se viven en cualquier tipo de país donde no sabemos
elegir a los candidatos, cuando simplemente se elige por apariencia)
Finalmente, se  puede concluir que la incapacidad de pensar es la incapacidad de ir más
allá de la adecuación entre el acto que supuestamente es admitido dentro de una sociedad,
incapacidad que hace cuerpo con una falta de lucidez respecto de sí, una falta de espíritu crítico, la
interrupción de la actitud reflexiva: en pocas palabras, la renuncia de la responsabilidad frente al
juicio que recae sobre la intención de sus propios actos.
Esta incapacidad no impide el juicio de las acciones como caso sometido a la ley, sino que
impide precisamente el retorno reflexivo de este juicio sobre sí mismo.

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