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'~
~~~ X. LA MONAR QUÍA CATÓLICA
~
.~~
~ EN UN documento .~ e Estado 9ue defen~ía la preeminencia del Consejo de
' Indias sobre el rec1en establecido ConseJo de Flandes, escrito en 1629, Juan
de Solórzano Pereira declaró que las Indias eran "un imperio, que abraza en
sí tantos reinos y tan ricas y poderosas provincias. O, por mejor decir, de una
~
~
• Monarquía la más extendida y dilatada que se ha conocido en el mundo".
~ Con la unión de las Coronas de Castilla y de Portugal en 1580, era posible que
-, un súbdito de la monarquí a católica diese la vuelta al mundo sin abandona r
~ los dominios de su soberano. Desde su descubrimiento, las Indias habían en-
~, viado más de 1600 millones de pesos en oro y plata a Europa. Mientras que
l~ en F1andes el rey estaba sometido, en teoría, a la jurisdicción del Sacro Roma-
~ no Emperador, en el Nuevo Mundo era ''libre, absoluto y soberano", espe-
~ cialmente porque los reinos de la América española figuraban constitucional-
mente como provincias de la Corona de Castilla en ultramar. La posesión del
Nuevo Mundo, afirmaba Solórzano, había elevado a España muy por encima
de Francia en poder y prestigio. Por esta razón, el monarca católico se llama-
ba a sí mismo Dei gratia, Hispaniarum e Indiarum Rex.1
En 1624, el Consejo de Indias decidió preparar para su publicación una
colección sistemática de las leyes existentes que trataban de América: empre-
sa hercúlea, ya que durante más de un siglo una corriente casi continua de
cédulas había atravesad o el Atlántico. El jurista en quien recayó la mayor
parte de la tarea, Antonio de León Pinelo, se quejaría después de haber sido
obligado a compulsa r más de 600 volúmene s manuscrit os en que se encon-
traban aquellos edictos. Para 1635, había completad o su tarea y presentó una
primera redacción al Consejo, pidiendo que se resolvieran unas 600 "dudas"
que le quedaban. En el caso, se requiriero n siete meses de reuniones casi
diarias entre Pinelo y Solórzano, por entonces consejero de Indias, para llegar
a una redacción final, sólo para encontrar entonces sus esfuerzos anulados
por la crisis financiera y política de la monarquí a. En 1681, finalment e se
publicó la Recopilación de leyes de los reynos de las Indias, y entonces sin un ade-
cuado reconocimiento de sus verdadero s autores.2
El hecho de que la Recopilación fuese una colección sistematizada de decre-
tos, en lu~r de un código legal en el sentido moderno o naJ>?leó_nico d~ 1~
palabra, hizo que el texto conservar a, habitualm ente en sus term1nos ongi-
~ Juan ~e ~l6rzano Pereira, Obras pdsthumas (Zaragoza, 1676), pp. 365,373, 38~,.387. . .
Recopilac16n de leyes de los reynos de las Indias, ed. Juan Manzano Manzano, ecba~n facs~i-
1ar de l681, 4 vals. (Madrid 1973) introducción · véase también Antonio de León Pmelo, Dis-
s
curso5?"re la importancia, fo:.ma y disposición de l~ recopilación de leyes de las Indias Occidentale ,
ed. Aniceto Almeyda (Santiago de Chile, 1956), pp. 72-74, 100-102.
239
8
CONQUISTA E IMPERIO
240
y
1
reino, colocado sobre el pueblo para mantenerlo en justicia vª ; uno en su
tos temporales". En armonía con esa tradición absolutista de~ ~den asun-
medida del derecho romano, Solórzano afirmaba que "en los va aen &ran
reyes y príncipes soberanos y absolutos está y reside la raíz y fumperadores,
lo jurisdiccional de sus Estados" .3 Hasta en la im¡x>rtantísima ente~~ IOdo
ejercicio del patrocinio eclesiástico por la Corona, la recopilación a~~~on1 del
facultades tanto a los de~h os c~~feridos por desc~brimiento y co~s: ~~
de iglesias como ª. cu:3:lqmer ces1on del pap_ado.,Sólo ~~ el preámbulo u. r~
bro III de la Recopilacion encontramos la tesis mas fanuhar, encamada
edicto emitido por Carlos V en 1519, de que ''Por Donación de la Santa~"
Apostólica, y otros just~s y legítimos tít~los somos Señor de las Indias OCci:
dentales, Islas y Tierra firme del mar Oceano, descubiertas, y por descubri
están incorporadas en nuestra Real Corona de Castilla" .4 Y, de no me~¿
importancia, la Recopilación establecía el principio fundamental de que lo;
indios eran los súbditos libres de la Corona y que no se les podía esclavizar
ni obligar a laborar sin remuneración. De hecho, la tesis de Herrera de que
los Reyes Católicos siempre habían apoyado la campaña de Las Casas en
favor de los pueblos aborígenes de América, quedaba demostrada aquí en el
texto mismo de las leyes que gobernaban las Indias, rescatada finalmente de
la oscuridad de las cámaras del conse jo, los tribunales y los archivos, ya~ re-
cibía vasta circulación pública. Por ello el objeto de la Recopiladón no sólo era
aportar un indispensable instrumento de gobierno a los magistrados yalos
tribunales, sino que también demostraba la justicia en la legitimidad del go-
bierno español en el Nuevo Mundo. .
El propósito ideológico de la Recopilación de leyes de los reynos d~ las Ind~
se vuelve obvio si examinamos los escritos subsidiarios de Antonio de~"¡
Pinelo, quien, en su tratado sobre las encomiendas y otros cargos, salu~a der
título de "Conquistador de un Nuevo Mundo... este n~m~re de 1
es el de que mas se honran en las Indias los que han sido I s~s h JO.~ d car·
~¡~:e~-
dientes". Tales hombres debían gozar de prefer encia en la asignaao~, co\ el
. b d n "contraPinelocn·to .
gos y recompensas, pues sus derechos se denva an e u
rey. A la luz de tales sentimientos, no es ninguna sorpresa ver que
· • . 137, 154; 5olórzarl),
3
&cop1lación, l, f. 1; Angus MacKay, Spain in the Middle Ages, PP· l3.3,
Obras pósthumas, p. 253.
4 &copilacíón. Il, f.1.
-
LA MONARQUÍA CATÓLICA 241
~!
rano" si se quería conservar el imperfecto conocimiento de la fe cristiana que
habían adquirido. Sea como fuere, los indios habían sido culpables de idola-
tría, y eran de naturaleza servil. Para remachar esta ya conocida línea de
rl argumento, Pinelo repetía la frase de Acosta de que, cualesquiera que fuesen
, las dudas concernientes a la justicia original de la conquista, ahora era nece-
1 sario conservar el régimen español para mantener la influencia de la Iglesia
~ entre los indios recién convertidos.6 Después de todo, aunque el Imperio ro-
'l
~j
mano se hubiese originado en la guerra y en la conquista armada, ¿no había el
propio edJesucristo bhonrado yd o~d~ido ª. suds ma gistbradosd? 11Aodas las dedudas
r, que qu aran so re 1a ten enc1a 1mpena1 e 1as o ras e costa qu an
~ pronto disipadas si observamos su cita, por Pinelo, en su ataque a Las Casas.
11
~
5
(M Antonio de León Pinelo, Tratado de confirmaciones reales de encomiendas, oficios i casos
~ ~id~ 16.30>, pp. s1, 68, n, 98.
., pp. 95-96, 101-111.
242 CO NQ UIS TA E IMPERIO
derecho civil y can ón ico en la
Un ive rsi da d de Sa lam a
cat edr áti co. El pu n~ o d ec1· s1v · od \
e_ su y1· da lle gó en nea donde
no mb ram ien to de md or de la
las du ras rea lid ad es de la vid
Aud1cnc1a de Lim a. La 1609 tall\b¡·
~a nd o a etlera
a co lon ial lle gó cu an do :pe r¡e
ción de la gra n mi na de az og nc ta pr~tó ~
ue de Hu an cav eli ca. Sin d 5~f'e
de r me jor la soc ied ad pe rua na rviS
cu an do se cas ó co n la hr u ~, ó la ~d e
do r de Cuzco. Au nq ue So lór zan Pudo cotn "a.
o lle ga ría a considerailo~o~la
en el Nu ev o Mu nd o co rno un ~el g ~
exilio for zos o, ép oc a en qu e s
so qu e en cam bio se die ra a co
nte mp orá ne os me no s tal e: 1e s que P¾í
élño
apr ov ech ó la op ort un ida d de negó el ~
do mi na r las con ten cio sas leye~s
Ind ias . En pa rti cu lar , fue inf lui o~.ob
do po r las op ini on es y la po~ 1st0 ~~ te
To ~~ o r_por_ los esc rito s d~ Ac 'ti nadeJas
ost a y de He rre ra. En 1627 reto
alh s1rv1O pn me ro cor no fiscal ~~ªadel vi~
y
ed ad y la sor de ra le ob lig aro n lue go co rno consejero de India AMadridy
a ret ira rse en 1644, recompensad
de caballero de Sa nti ag o, se pre ;~ u~q~e~
ca indiana (1648), vo lum ino so co me pa ró en ton ces pa ra la pu bli cac ión J;t
nta rio sob re las leyes de las Ind :~
tra du jo, en pa rte ab rev iad a y ias\ oifi-
en pa rte ex ten did a, su anterior
rumlure.7 obra, Óe ~~~
El esp íri tu im pe ria l qu e an im
ara a los ser vid ore s de la monar
nu nc a fue má s cla ram en te ex quía católica
pre sad o qu e en las pri me ras
Política indiana, en qu e So lór zan o páginas de la
en el Nu ev o Mu nd o no bro tó au da z1 ne nte afi rm ó que el Imp
de los sim ple s esf uer zos humano erio esparol
res de l de scu bri mi en to y la co
nq uis ta; má s bie n, se derivó del s o de los aza-
de nc ial de Di os To do po de ros design
o, Se ño r ab so lut o de l Universo io provi-
esc og ido a Es pa ña en tre las na , que había
cio ne s de la cri sti an da d para llev
fe católica a los na tur ale s de l arel~o~_dela
Nu
las de cla rac ion es mi len ari as de ev o Mu nd o. En un a notable aprop1aoo~de
Me nd ict a, rec ord ó qu e en el mo 15
en qu e Lu ter o ha bía lle va do la me
her ejí a a los pu eb los del norte nto m 11'íl
fue rza s esp añ ola s, ay ud ad as de Euro~,las
Ma ría , ha bía n co nq uis tad o las
ha bía en est a av en tur a, ya qu
po r las ap ari cio ne s de Santi~g
o Yde
nu ev as tie rra s pa ra la Igles1~. N~ la I J~t
da ar ñoles
e los Re ye s Católicos ~ ~us su
y lim pio s en la fe catohca Y O U :Cta de \a
era n los "m ás fir me s, pu ros ~s
Sa nta Iglesia Ro ma na y sin me
zcl
~ tan man·
ch ad as otr as na cio ne s". Po r est a de he rej ía co n la c1;1al se ~a ªba Solórzano,
e arg um en to se segma, co~ esa
qu e la me jor y má s seg ura ces la donación
ión de de rec ho s de l Im ~n ~e e~
pa pa l de 1493, cu yo tex to rep ~o , coll\O lo
rod uc ía ínt eg ro. Desp1;1es. de
ha bía de cla rad o el ca rde na l Os Cristo era.el
tie nse , el pa pa co mo Vica~~~
mo na rca de tod o el mu nd o y
ten ía ple no de rec ho P~~ del
jar a reyes; 1
el
'niera la ocios idad y se asegu rara la mano de obra neces aria para
, se reque ría la comp ulsión
pre~ nimiento del reino. En el caso de los indios
:e
¡nan rara vez se dejab an atraer ~r la perspe ctiva de altos salario
~:1so n flojos en gran ~~er a y amigo s d_el ocio y_de en~g arse a sussaldrá n
s, "por~
borra-
q s luxurias y otros v1c10s, que la ocas10nan la idolat ría, y salen y
' de mala gana d e sus temp1es y natur a1es y mas
ch. erapre • para ocupa rse en
stem erios tan labo .
. nosos ,,.. eorno bes ti'as, 1o~ ~atur a es~ ~ontcntaban con la
1
minist
de con-
. le subsisteneta, careciendo de todo espm tu de avane ta o deseo
incas y
sir:r más que lo que diaria mente neces itaban . Sea como fuere,
o. Reco-
s~tecas habían obliga do a sus súbdi tos a trabaj ar en obras del Estad
Coron a había
~ociendo la insuficiencia de otras fuente s de mano de obra, la
decretado que~ por medio d~I sistema de ~epartimientos .Y de la mita,
po~ía n
y los obraJe so
reclutarse indios para trabaJ ar en la agncu ltura, las mmas
indios a
talleres de textiles. En cambio, en Perú estaba prohi bido envia r a los
Ade-
los viñedos, las planta ciones de caña de azúcar, o al cultiv o de la coca.
en los tallere s textile s,
más, en México sólo se permi tía trabaj ar a volun tarios
-
y en Perú la licencia otorga da para este propó sito por Toledo se había10limita
do a los obrajes que fueran propi edad de las comu nidad es indíge nas.
Pese a que defen diera la neces idad de las levas de trabajos forzosos,
So-
de la
lórzano tenía plena conciencia de sus nocivas consecuencias. El poder
católic a y la unión mism a de
monarquía española, la protección de la Iglesia
de oro y
España y de las Indias depen dían de la contin uada produ cción
stad
de plata. Con este gran fin en vista, la Coron a podía emple ar su "pote
rlos a trabaj ar en las minas . Para
coerciva sobre sus vasall os", para obliga
en la
entonces, había en realid ad toda una oferta de mano de obra libre, tanto
salari os,
Nueva España como en Perú, atraíd a por la persp ectiva de altos
Potosí.
pero era insuficiente para mante ner la produ cción , espec ialme nte en
las provin cias somet i-
Pese al declinar de la población aborig en, los indios de
a Potos í
das a la mita aún tenían que despa char contin gente s de trabaj adore s
ocu-
Ya Huancavelica . Y sin embargo, Solórzano atestig uó que la miner ía era
roman os
p~ción ardua y peligrosa, tan dura que en el mund o antigu o los
nal,
a~1~b an a criminales conde nados a esta tarea. Por obser vació n perso
les que los
afirmó que en Huancavelica los humo s del azogu e eran tan morta
cuatro
h~mbr~ salían grave mente debili tados y a menu do moría n al cabo de
vo de un buen prínci pe era
anos. Esta era, pues, la situac ión moral : el objeti
o en las minas ,
promover ~l bienestar de sus súbdi tos, y sin emba rgo el trabaj
ción
tan ~ecesano para la super viven cia de la mona rquía, destru ía a la pobla
ciado la moral idad de la
a~nge n. Ya el jesuita Francisco Coe11o había denun
los indios que se pone en sus
~ a.bEl propio Solórzano lo reconocía: "Vien do
1
, sin
q~m r~s todo este peso del que decim os consis te el susten to del Reyno
ayuda r con un dedo ... siquie ra a la carga, siend o los que se
ne:rer os d_~
Solór-
zanan 1ª utihdad." La conclusión era peren toria. Las Indias, opina ba de
o, eran como el cuarto imper io del profet a Daniel, con pies y cimie ntos
10 !bid ¡
., ' 137-160, 156, 176-184, 2W, 233-234.
246 CONQ UISTA E IMPER IO
~te,,;;~tar
ha·
tener la defen sa del reino. Al recibir sus concesio~es, los encomen
bían de jurar "fidel idad, espec ial servicio y vasalla:ie por esta
presto y pront o con arma s y caballo, para milita r y _pele~~ por e .... tarea
La
ra recaía
de defen der a las India s de toda rebeli ón intern a o mvasmn ex~an~mo
feu·
así en los encom ender os, "no sólo corno vasallos ordinarios, sino
datar ios al servicio del Rey y defen sa del Reyno. ••" iudades cabe-
Adem ás, se esper aba de ellos "tene r casas pobl~das en 1ti5;Ó que la
zas de sus encom ienda s". Tanto corno Toledo, Solor ~no ª na clase
co::
serva ción de todos los reino s depen día de la existencia de ~a en el d~" ,
· · tenc1 caracte
sallos ricos y nobles. Sin emba rgo, a pesar de esta ms•~ diferencias esen·
feudal de las encom ienda s, Solór zano asimi smo observo 1as
11
lbid., I, 2~310 , cita p. 285; invoca ción de Daniel , p . 283-2 84, 166·
12
Ibid., I, 316-321, 372-376, 384-390, 398, 418-422.
LA MONARQUÍA CATÓLICA
247
. En primer lugar, las cesiones no entrañ aban derecho de jurisdicción
etal:~ o que los indios seguía~ siendo vasall?s libres de la Corona. De
n~
de r importancia, una encomienda era esencialmente una concesión hecha
meno persona en particular; no entrañaba derecho inherente de herenc
ia, y
ª:men os de transferencia, de modo que _los benefi<:iados no po~~an dere-
\ de propiedad. Aunq ue Carlos V hab1a suspe ndido la operacion de las
N º!vas Leyes, permitiendo la herencia duran te otra generación, en adelan
te
~a sucesiva "vida" debía ser negociada con la Corona, que mantenía
un
irech o general de inversión. Por lo demás, aunqu e Solórzano reconocía
que
1 rempla zo del servicio labora l de los indios por el pago de tributo constituía
~na refonna necesaria y benéfica, criticó a Las Casas por exagerar los abuso
s
del sistema inicial, advirtiendo que el dominico generalizaba a partir de
su
experiencia en el Caribe y en la América Central. Si se hubie sen aplica
do
estrictamente las Nuevas Leyes, el resultado no habría sido más que unive
r-
sal inquietud y motín.13
Al término de su revisión de las leyes que gobernaban las encomiendas
Solór:zano lamentó que a los conquistadores no se les hubiesen concedido ,
tí-
tulos nobiliarios y los medios de sustentar a sus familias, ya que en la actual
i-
dad algunos de sus descendientes vivían "en una total desnu dez y miser
ia y
tan extrema necesidad, que han de mend igar de otros su propi o susten
to".
Señalaba el argumento de que si las encomiendas se hubiesen dado a perpe
-
tuidad y acompañadas por jurisdicción, entonces sus posee dores habrí
an
protegido a los indios contra los abusos de los magistrados locales y párroc
os,
defendiendo a sus vasallos, "por su bien y defensa como por la de sus hijos,
y por su hacienda y caudal propio" . También señaló la contradicció
n que
había entre las leyes que insistían en la libert ad de los indio s y todas
las
propuestas de perpetuo vasallaje. Además, con el crecimiento de la pobla
ción mestiza y la reducción del número de indios, era difícil ver cómo
-
podía
P_Onerse en práctica toda cesión de jurisdicción. A mane ra de resumen,
So-
lorza!'o ~eclaró que de acuerdo con las opiniones de Toledo y de Matie
nzo,
~bna sido prudente y justo duran te el decenio de 1560, haber cread
o un
nun:iero selecto de encomiendas perpe tuas en cada provincia. Pero el tiemp
o
~ 1ª pasado, pu~, en la actualidad much as encomiendas estaban a~ign
adas
ombr~ que V1v1an en España o a personas que no eran descendientes
1 de
os conqmstadores, y la población indíge na se había reduc ido en núme
ro:
r~nes por las cuales no proponía ningú n cambio.14
~~~s grandes cuestiones de los derechos de indios y de encomenderos
1
del g ~~ron a Solórzano mostrar su domin io de la literatura histórica, el
acer; ~erno con_temporáneo no despe rtó su interés. Poco había que decir
no fu e los cabildos y de sus magistrados --eleg idos anual mente -- como
tema
19 Ibid
., III, 295-307, 413-423.
252 CONQUISTA E IMPERIO
III
.erra". Todo esto era como una clara renúni scenci a del panegí rico
1
l)iOS en ~ tí de cesare a a Consta ntino el Grande, a quien describ ió como
el
10
de euseb , tico filósofo que ejercía un perfec to domin io de sus pasion es, mo-
úniCO autén munión con su divino origina l y actuan do como virtual intenn e-
ra~0 en:; cielos y tierra. En Españ a, la sucesi ón de Carlos V a Felipe
rr
diat,1° en cado la transic ión de un rey guerre ro a un monar ca sedent ario,
~bta .:~on un aura sacr~ por su residei:ici~ ~n El ~scorial, .pala~o que tam-
~yesttra monasterio, iglesia y sepulc ro dmasti c~. S1 e! pr?p10 Dios Todopo-
bien e era el arquite cto del Templ o de Salom on, as1, afirma ba Caram uel,
de~o~ de era la visión de Felipe 11, que había constr uido un edificio que
cuan,10 marcaba el punto culmin ante de la arquite ctura europe a desde su
no ~mien to en Italia por Brama nte sino que, único entre todos los22edificios
re:emo s podía rivalizar con el Templ o en grande za y concepción. Si Car-
ros y fue ;clamado como un nuevo David cons~ nteme nte requer ido en com-y
bate, Felipe II sólo podía figurar como otro Salom ón, ejempl o de sabidu ría
de justicia.
Era esta percepción casi bizant ina del reino la que sosten ía y corrob oraba
la visión de Solórzano de la monar quía católica como ámbito univer sal com-
puesto por muchos reinos, en que todo poder descen día del sobera no, cuyo
Estado era mantenido por las dos grande s órdene s del gobier no, la secula r y
la eclesiástica, dotada cada una con sus propia s leyes, tribuna les, funcio na-
rios e ingresos, encabe zadas ambas por jerarcas nombr ados por el rey. Tanto
para Solórz.ano, como según Herrer a, la histori a de las Indias sólo comen za-
ba con su descubrimiento, conqui sta e incorp oració n al Estado de los Habs-
burgo; su pasado indíge na no era más que una triste histori a de barbar ie, su-
perstición y tiranía. Los resulta dos positiv os de la campa ña de Las Casas en
favor de los indios eran silenci osame nte apropi ados, como prueba de la pre-
ocupa~ón de los reyes de Españ a por sus súbdit os natura les. En cuanto a las
enconuendas, no eran sino un vestigio del pasado , y su carácte r feudal era
Preocupante h~ella de los fundam entos medie vales de la conqui sta. Asimis-
mo, la influencia desord enada de los mendi cantes en su minist erio entre los
:turale s tenía cierto dejo de expect ativas mision eras que entonc es ya esta-
an fuera de contexto. Y sin embar go, por mucho que Solórz ano se esforza ra
~i~n tar a las .Indias como reinos plenam ente formad os, simila res en
lidad ;¡a ª sus eqwva lentes europe os, se hundió en el pantan o de
ver por la perspe ctiva de
la debi-
obtene r
in~ e los naturales. Sin dejarse conmo
esta:O s en la eco~onúa españo la, había que forzar a los indios, por decreto
latriu;J que ofrecieran su trabajo en las minas del Perú. Y allí, perecía n. Toda
da a de~~i :onarq uía católi?3 tenía pies de barro y por ello e~taba ~e~ti.na-
Ylas conse rse: Toledo habta creado delibe radam ente un régune nlatiran!~ ,
~iat a cuencias ya eran eviden tes. No obstan te, tal no era lecaon
En carnbi q~e l~s españo les nacido s en Améri ca sacaro n de este comen tario.
o, os impres ionó la defens a de los derech os de los criollo s a los
52 22Juan Car l..obkowitz, Architectura cit1il reclll y obliqllll (Vegeren, 1678), pp. 19-26, 49-
; EUsebius 0 ~
ea, The Church History and other writings (Nueva York, 1890), pp. 58&-587.
PERIO
CONQUISTA E IM
254
a y el Estado. Éste era el lado 51.. o de st¡
Igles! P<> tiv
altos cargos e~ la
s In dias form aban verdaderos rei n~s, entonces ~
va imperial: s1 la igos debían gobernar sus respe
llos, juristas y cl
ér
ona. No había conf
licto en tre el e t?S 110
_países c hles C!io..
tislllo J~rno 1~
tad a la monarquía errera y Toledo, sin embargo 1 a figurar / 0 ,
H
heredero de Acosta,iotismo crioJlo como gran defensa e~
o
ra~
súbditos de la Cor católica. Aunque suele consideª flO ~1órZ1 yla ka}.
a