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Derecho ambiental y economía

Contenido
Derecho ambiental y economía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

Derecho ambiental y participación ciudadana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Derecho a la participación y actividades mineras y energéticas . . . . . . . . . 7

Las sanciones ambientales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12

Los delitos ambientales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Las infracciones ambientales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Herramientas éticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
ÍNDICE
Uno de los novedosos instrumentos de bonos de carbono que se logran a partir
gestión ambiental, consiste en combinar la de incentivar la siembra y conservación de
ecología y la economía, para tratar de di- bosques para que operen como sumideros
suadir la vieja tesis que las muestra como de CO2.
antagónicas, y buscar una conservación de
la naturaleza sobre la base de los incen- A nivel local, viene haciendo escala
tivos monetarios que reciba la ciudadanía también el diseño de un marco jurídico que
por dichas acciones de cuidado. Muestra permita el pago por servicios ambientales.
de eso es el Protocolo de Kyoto, que regula Por esto se entienden toda clase de servi-
todo un mercado de emisiones a nivel glo- cios que obtengan los seres humanos, del
bal, donde los países pueden hacer tran- funcionamiento y la dinámica de los eco-
sacciones con su cuota de contaminación sistemas. Según Andaluz (2006), se en-

””
atmosférica asignada. O los mercados de tiende por estos, por ejemplo:

... la protección del recurso hídrico, la protección de la biodiversidad,


la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero y la belleza
escénica, entre otros. Asimismo, los recursos naturales y demás
componentes del ambiente cumplen funciones que permiten mantener
las condiciones de los ecosistemas y del ambiente, generando beneficios
que se aprovechan sin que medie retribución o compensación, por lo que
el Estado establece mecanismos para valorizar, retribuir y mantener la
provisión de dichos servicios ambientales; procurando lograr la conservación
de los ecosistemas, la diversidad biológica y los demás recursos naturales.

En nuestro país sobre el tema se han promulgado el Decreto 953 de 2013 y, más re-
cientemente, el Decreto 870 de 2017. El Decreto 953 definió así el pago por servicios

””
ambientales asociados al recurso hídrico:

Es el incentivo, en dinero o en especie, que las entidades territoriales podrán


reconocer contractualmente a los propietarios y poseedores regulares de predios
ubicados en las áreas de importancia estratégica, en forma transitoria, por un
uso del suelo que permita la conservación o recuperación de los ecosistemas
naturales y en consecuencia la provisión y/o mejoramiento de los servicios
ambientales asociados al recurso hídrico (art. 3°).

Esta norma impuso, al tiempo, a los municipios el deber de priorizar y seleccionar, con
la asesoría de la autoridad ambiental, a los predios susceptibles de recibir este pago.
No obstante, recuérdese que ya se dijo en módulo anterior
que los municipios tienen el deber de apropiarse de esta cla-
se de predios, por tanto: “el incentivo de pago por servicios Servicios ambientales
Cualquier clase de beneficio natural
ambientales aplicará transitoriamente mientras la entidad que se obtiene de un ecosistema
territorial adquiere el respectivo predio localizado en dichas para la vida humana, en razón de su
dinámica y funcionamiento.
áreas” (Decreto 953 de 2013, art. 8°).

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Dicho Decreto consagra, a su vez, la forma de optar al incentivo que se pagará, y su
fuente de financiación, que proviene de los ingresos corrientes de la Nación. A su vez, el
Decreto 870 de 2017, establece las directrices generales para el desarrollo del esquema
de pago por servicios ambientales. Allí se consagra que los elementos mínimos para es-
tructurar un pago por servicios ambientales deben ser:

1. Interesados en Servicios Ambientales: personas naturales o jurídicas, públicas,


privadas o mixtas, que reconocen el incentivo económico de pago por servicios ambien-
tales de forma voluntaria o en el marco del cumplimiento de las obligaciones derivadas
de autorizaciones ambientales.

2. Beneficiarios del incentivo: propietarios, poseedores u ocupantes de buena fe


exenta de culpa de predios ubicados en las áreas y ecosistemas estratégicos, que reci-
ben el incentivo condicionado al cumplimiento de las acciones de preservación y restau-
ración suscritas a través de un acuerdo voluntario.

3. Acuerdo voluntario: mecanismo a través del cual se formalizan los compromisos


entre los interesados en los servicios ambientales y los beneficiarios del incentivo, para
el desarrollo de acciones de preservación y restauración en áreas y ecosistemas estra-
tégicos.

4. Valor del incentivo a reconocer: para efectos de la estimación del valor del
incentivo a reconocer, en dinero o en especie, se tendrá como referente el costo de
oportunidad de las actividades productivas representativas que se adelanten en las
áreas y ecosistemas estratégicos. Se aplicará este incentivo priorizando a quienes sean
propietarios, poseedores y ocupantes de buena fe exenta de culpa de la pequeña y me-
diana propiedad, basada en el nivel de vulnerabilidad establecido por los indicadores
del SISBEN, el censo nacional agropecuario, y los pueblos indígenas y demás grupos
étnicos identificados como en peligro de exterminio definidos en el auto 004 de 2009 de
la Corte Constitucional o pueblos indígenas que se encuentren en situaciones similares
de vulnerabilidad (art. 5°).

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Derecho ambiental y participación ciudadana
En un país multidiverso como este, con una riqueza étnica y cultural reflejada en la
variedad de sus comunidades, es apenas natural que haya un mandato de participación
ciudadana en todos los ámbitos de lo público. Concretamente con el medioambiente,
existe un mandato constitucional que lo hermana con la participación. La Constitución
de 1991 dice: “Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano. La ley
garantizará la participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectarlo”
(art. 79).

Siguiendo esa línea, nuestra Ley 99 de 1993 consagra una serie de herramientas de
participación de las que puede hacer uso cualquier ciudadano en temas relacionados
con el medioambiente. Esas herramientas pueden condensarse en la siguiente tabla.

El derecho de cualquier persona a intervenir en procesos


Artículo 69 de licenciamiento ambiental, sin tener que acreditar ningún
interés especial para que se le permita esa intervención.

El deber de publicidad de todo inicio y finalización de un


Artículos 70 y 71
trámite de licenciamiento ambiental.

El derecho que tiene cualquier ciudadano a solicitar una


Artículo 72 audiencia pública ambiental, donde se discuta la concesión o
no de una licencia ambiental.

El derecho a demandar en acción de nulidad todo acto


Artículo 73 administrativo que trate sobre un trámite de licenciamiento
ambiental.

El derecho de petición de información, que cualquier per-


Artículo 74 sona puede presentar ante las autoridades sobre asuntos
medioambientales.

La posibilidad de intervención del Ministerio de Ambiente


Artículo 75
en las acciones populares.

El deber de proteger la integridad cultural, social y econó-


mica de las comunidades indígenas y negras tradicionales,
Artículo 76
con la explotación de recursos de naturales, y la obligación de
la consulta previa para con esas comunidades.
Tabla 3. Herramientas de participación ciudadana en relación con el medioambiente.
Fuente: propia

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Adicional a esas herramientas de participación, ejercidas por cualquier ciu-
dadano en cuestiones que involucren problemas medioambientales, también
se encuentra la figura de consulta previa. Entendida esta como una herra-
mienta que respecta la multiculturalidad y la diferencia de visiones cosmogó-
nicas de los distintos grupos humanos.

La consulta previa es además un derecho fundamental para las comuni-


dades étnicas -indígenas, afrocolombianas, raizales, palenqueras y gitanos-
quienes deben primero dar su pleno consentimiento para aceptar determinado
proyecto o actividad que pueda incidir sobre el medioambiente en sus territo-
rios.

La consulta previa para pueblos indígenas y tribales, está tratada en el con-


venio 169 de la OIT, que fue ratificado por Colombia en la Ley 21 de 1991. Y en
cuanto a las comunidades afrocolombianas, la Ley 70 de 1993 organizó sus
consejos comunitarios como ór-
ganos de representación y con-
sulta. A su vez, la sentencia SU
039 de 1997 de la Corte Cons-
titucional, estableció la consulta
previa como u derecho funda-
mental para cualquier comuni-
dad étnica.

Consulta previa
Mecanismo de concertación con las
comunidades étnicas, para el aval
de acciones y proyectos que tendrán
impacto en los territorios donde an-
cestralmente se han asentado.

Figura 5. Niños Embera Katío


Fuente: bit.ly/2jiKyC7

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Derecho a la participación y actividades mineras y
energéticas
Uno de los temas más álgidos, que involucran el medioambiente y la participación, es
el de las actividades minero energéticas y sus impactos ambientales. En la actualidad no
cesa la discusión sobre la potestad que tienen las comunidades para decidir o no, sobre
la viabilidad de esa clase de proyectos en sus territorios.

En primer lugar, en cuanto a las actividades energéticas, como la generación de em-


balses y centrales eléctricas, existe una vasta jurisprudencia de la Corte Constitucional,
que establece las condiciones y los espacios de participación que se le deben dar a la
comunidad, para que sea ella quien evalúe los impactos al medioambiente que dicha
actividad puede generar en su territorio.

Así mismo, se tiene en el país la Ley 143 de 1994, por la cual se establece el régimen
para la generación, interconexión, trasmisión, distribución y comercialización de electri-
cidad en el territorio nacional, la cual establece lo siguiente:

””
Artículo 51. Las empresas públicas, privadas o mixtas, que emprendan proyec-
tos susceptibles de producir deterioro ambiental tendrán la obligación de evi-
tar, mitigar, reparar y compensar los efectos negativos sobre el ambiente na-
tural y social generados en el desarrollo de sus funciones, de conformidad con
las normas vigentes y las especiales que señalen las autoridades competentes.

Figura 6.
Fuente: shutterstock/518309281

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Y, así mismo, en cuanto al derecho a la participación de las comunidades ante la eje-

””
cución de esta clase de proyectos, la misma Ley señala:

Artículo 53.  Durante la fase de estudio y como condición para ejecutar


proyectos de generación e interconexión, las empresas propietarias de los
proyectos deben informar a las comunidades afectadas, consultando con
ellas primero, los impactos ambientales, segundo, las medidas previstas
en el plan de acción ambiental y tercero, los mecanismos necesarios
para involucrarlas en la implantación del plan de acción ambiental.

Finalmente, la Corte Constitucional, estableció también unas reglas, para garantizar


el derecho a la participación de las comunidades en los proyectos hidroeléctricos, y en
la Sentencia T 080 de 2015, compiló todas las garantías que se deben asegurar para
la comunidad por parte de quien pretende ejecutar ese proyecto, basada en todas las
decisiones anteriores que había tomado en sentencias pasadas.

Así, según este fallo, las reglas para asegurar el derecho a la participación de las
comunidades ante los impactos ambientales de los proyectos hidroeléctricos, son las
siguientes:

1. La apertura de espacios de participación, información y concertación, y


no de mera información o socialización, que impliquen el consentimiento libre
e informado, en el momento de la evaluación de los impactos y del diseño de
medidas de prevención, mitigación y compensación, de modo tal que en ellas
se incorpore el conocimiento local y la voz de los afectados (Sentencia T-348 de
2012);

2. La participación en el proceso de elaboración de los censos de afectados y


a todo lo largo de la realización del proyecto (Sentencia T-135 de 2013);

3. El cumplimiento de los compromisos acordados en los espacios de concer-


tación (Sentencia T-194 de 1999);

4. La financiación de la asesoría que requieran las comunidades afectadas


por el proyecto, a fin de que estas puedan ejercer su derecho a la participación
efectiva (Sentencia T-194 de 1999);

5. La participación de las comunidades afectadas por daños ambientales en


las actividades de monitoreo y control (Sentencia T-574 de 1996). 

De otro lado, en cuanto a la participación en proyectos mineros, existe una mayor


ambigüedad, pues las reglas sobre el nivel de participación de la comunidad no están
tan diáfanamente establecidas, por lo cual se vive una discusión en la actualidad sobre
la competencia que puedan tener o no las comunidades para permitir proyectos mineros
de interés y autorización nacional.

Derecho ambiental y ética - eje 4 Evaluémonos 8


Aquí se encuentran básicamente dos posturas: los que se inclinan porque solo el gobierno
central puede regular el tema de la minería en el país y restringir la misma de algunos territo-
rios, y quienes, en cambio, consideran que la ciudadanía y los entes locales también tienen la
competencia para restringir la actividad minera dentro de sus territorios. Ambas concepciones
surgen de normas que se pueden contraponer.

De un lado, la Constitución Política (1991) le confiere al Gobierno nacional la propiedad y

””
competencias sobre los recursos del subsuelo. Así, por ejemplo, dice su artículo 332:

Artículo 332. El Estado es propietario del subsuelo y de los recursos naturales no renovables, sin
perjuicio de los derechos adquiridos y perfeccionados con arreglo a las leyes preexistentes.

””
Y en el artículo 334:

Artículo 334. La dirección general de la economía estará a cargo del Estado. Este intervendrá, por
mandato de la ley, en la explotación de los recursos naturales, en el uso del suelo, en la produc-
ción, distribución, utilización y consumo de los bienes, y en los servicios públicos y privados, para
racionalizar la economía con el fin de conseguir en el plano nacional y territorial, en un marco de
sostenibilidad fiscal, el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, la distribución equi-
tativa de las oportunidades y los beneficios del desarrollo y la preservación de un ambiente sano.

Pero, ante estos mandatos claros que le asignan competencias al gobierno central sobre los
hidrocarburos existentes en el subsuelo nacional, al mismo tiempo la misma Constitución Políti-

””
ca (1991), también le confiere algunas otras facultades a los gobiernos locales sobre el uso y la
gestión de su suelo. Así se dice, por ejemplo:

Artículo 311. Al municipio como entidad fundamental de la división político-administrativa del


Estado le corresponde prestar los servicios públicos que determine la ley, construir las obras que
demande el progreso local, ordenar el desarrollo de su territorio, promover la participación comu-
nitaria, el mejoramiento social y cultural de sus habitantes y cumplir las demás funciones que le
asignen la Constitución y las leyes.

Y en esa misma línea, el artículo 313, numeral 7, dice que corresponde a los Concejos muni-

””
cipales:

7. Reglamentar los usos del suelo y, dentro de los límites que fije la ley, vigilar y controlar las
actividades relacionadas con la construcción y enajenación de inmuebles destinados a vivienda
(Constitución Política, 1991).

En síntesis, la discusión se centra en que el Estado es el dueño del subsuelo, pero los munici-
pios son los dueños del suelo. Cómo combinar estas dos competencias ha sido el centro de la
discusión sobre la permisión o no de la actividad minera por parte de las comunidades en los
municipios.

Y por mucho tiempo, la discusión trató de zanjarse desde nuestro Código de Minas, la
Ley 685 de 2001, que decía en su artículo 37:

Artículo 37. Ninguna autoridad regional, seccional o local podrá establecer zonas del te-
rritorio que queden permanente o transitoriamente excluidas de la minería. Esta prohibi-
ción comprende los planes de ordenamiento territorial de que trata el siguiente artículo.
Así, de plano, se excluía Constitucional, la Senten- cada municipio. Estos en-
a los municipios y a su ciu- cia C-273 de 2016, que lo tonces podrían contener
dadanía de poder decidir declaró inconstitucional, y zonas donde no se permita
sobre la viabilidad o no de por tanto, sacó dicho nor- la actividad minera, sin de-
las actividades mineras en ma del ordenamiento y la pender ni consultar al go-
sus territorios, dejando úni- misma dejó de ser obliga- bierno nacional.
camente al Gobierno na- toria.
cional la potestad de poder Esta tesis, fue además
excluir zonas de la minería, De esa manera, al perder ratificada por la Corte
dado que es él quien otorga la vigencia esa norma, se Constitucional que, en una
los títulos mineros, y con- entiende en la actualidad nueva sentencia, la T-445
cede su explotación a los que los municipios sí pue- de 2016, se ocupó a fondo
particulares a través de la den restringir zonas de su de los impactos ambienta-
Agencia Nacional de Mine- territorio para no permitir les causados por la minería
ría. en ellas actividades mine- en el territorio nacional, y
ras. Y esto se hace desde ordenó al gobierno nacional
Sin embargo, en los úl- la competencia que tienen realizar un estudio detalla-
timos años, la discusión sus concejos municipales do y con soporte científico,
de revivió, y esa prohibi- para ordenar el suelo. Y sobre los reales efectos que
ción legal dejó de existir, como se vio ya en módulos la minería le está causado
pues el citado artículo 37 anteriores, la herramienta a los recursos naturales del
del Código de Minas estu- para ordenar el recurso na- país. Además, claramente
vo vigente solo hasta el año tural del suelo, son los pla- dijo que era necesario:
2016, cuando vino una nue- nes de ordenamiento terri-
va sentencia de la Corte torial con que debe contar

””
“PRECISAR que los entes territoriales poseen la competencia
para regular el uso del suelo y garantizar la protección del
medioambiente, incluso si al ejercer dicha prerrogativa termi-
nan prohibiendo la actividad minera” (art. 2°, parte resolutoria).

Por otro lado, además del mecanismo de prohibir la mi-


nería en los municipios, con la herramienta del POT, tam-
Consulta popular
bién existe la figura de la consulta popular, de la que se Mecanismo de participación ciuda-
viene haciendo uso para los mismos fines. dana. Consiste en la votación que
se realiza para someter a decisión
popular un tema de competencia del
La consulta popular es un modo de conseguir una ma- alcalde, el gobernador o el presidente.
Después de realizada la votación, se
nifestación de la voluntad popular, donde la ciudadanía debe elevar una norma que contenga
decide en una votación, sobre una determinada acción la decisión mayoritaria tomada por
el pueblo.
que el gobierno local o nacional, pueda o no ejecutar.

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En el caso de las consultas populares de origen local, se realizan unas elecciones en
el municipio, donde la ciudadanía vota por un determinado tema de competencia del
alcalde y toma la decisión sobre cómo tratar dicho tema. El resultado es que después
de la votación, la decisión que adopte la mayoría debe ser acatada por las autoridades
y se debe elevar al rango de norma, por lo cual se está obligado a emitir un acuerdo del
consejo municipal que replique y ordene lo que la comunidad hubiera decidido en dicha
consulta.

La figura de la consulta popular, también opera para cuestiones relacionadas con la


actividad minera, cuando esta afecta el recurso del suelo. Ello, dado que la Ley 136 de
1993, afirma en su artículo 33:

””
Artículo 33.- Usos del suelo. Cuando el desarrollo de proyectos de naturaleza tu-
rística, minera o de otro tipo, amenace con crear un cambio significativo en el uso
del suelo, que dé lugar a una transformación en las actividades tradicionales de
un municipio, se deberá realizar una consulta popular de conformidad con la Ley.
La responsabilidad de estas consultas estará a cargo del respectivo municipio.

Y la Corte Constitucional también se pronunció sobre la legalidad de esas consultas


populares. Analizó el caso de municipios donde la comunidad decide prohibir la minería
en su territorio, y concluyó que esas decisiones son viables y de obligatorio cumplimiento.
Así se dijo en la Sentencia T-445 de 2016:

””
Esto quiere decir que las comunidades locales no tienen la potes-
tad legal de decidir qué se hace con el subsuelo, porque ese es del
Estado que, en este caso, es unitario. Pero como sí tienen la facul-
tad constitucional de ordenar el uso del suelo, entonces poseen
el derecho a intervenir en los eventos en los que el Estado toma
la decisión de favorecer una actividad minera en su territorio.

Por tanto, concluye la Corte, que aún en casos donde el Estado ya ha concedido títu-
los mineros en legales términos, si el municipio del territorio donde están dichos títulos
mineros realiza una consulta popular en la forma legal, la comunidad en últimas es la
que decide si acepta o no esas actividades mineras en su suelo. Y si la decisión fuera
prohibir la minería, dicha prohibición es de obligatorio cumplimiento y se debe materia-
lizar a través de un acuerdo emitido por el Concejo Municipal, donde se formalice esa
prescripción.

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Las sanciones ambientales
Finalmente, en nuestro país existen también una serie de sanciones ante las acciones
que deterioren el medioambiente. Esas sanciones se pueden dividir en dos grupos:

1) Las sanciones ambientales de tipo penal. Donde la acción


contra el medioambiente se tiene como un delito y se castiga con
penas de prisión, impuestas por un juez.

2) Las sanciones ambientales de tipo administrativo. Donde


la acción contra el medioambiente se castiga con penas diversas,
distintas a la prisión, y se imponen por las autoridades ambienta-
les (las CAR, el Ministerio de Ambiente).

Estos dos tipos de sanciones no se excluyen, y por tanto una misma persona puede
recibir las dos, ante un mismo hecho.

Figura 7.
Fuente: shutterstock/521381362

Derecho ambiental y ética - eje 4 Evaluémonos 12


Los delitos ambientales

Las primeras clases de sanciones, son los llamados también delitos ambientales, y es-
tán consagrados en el Código Penal, Ley 599 de 2000. Recomendamos hacer la lectura
al finalizar el eje.

Las infracciones ambientales

En cuanto a la segunda clase de sanciones ambientales, estas son las conocidas como
infracciones ambientales -ya no delitos- y se encuentran contempladas en la Ley 1333
de 2009.

Esas infracciones son variadas y sus sanciones también pueden ser de diversa índole.
Para empezar dicha ley dice sancionar cualquier acción del hombre que pueda causar
daño al medioambiente. La ley no trae una lista de sanciones ambientales, sino una de-
finición en abstracto que es la siguiente:

””
Así mismo, la Ley 1333 de
Artículo 5. Infracciones. Se con-
2009 habla de las llamadas
sidera infracción en materia am- medidas preventivas. Que son
biental toda acción u omisión que acciones que toda autoridad
constituya violación de las normas ambiental puede tomar, cuan-
contenidas en el Código de Recur- do constate la posibilidad de
sos Naturales Renovables, Decre- que se esté cometiendo una in-
to-ley 2811 de 1974, en la Ley 99 de fracción ambiental y, por tanto,
1993, en la Ley 165 de 1994 y en las pueda ejecutar una labor para
demás disposiciones ambientales vi-
evitar preventivamente que se
gentes en que las sustituyan o mo-
genere el daño ambiental y,
difiquen y en los actos administrati-
vos emanados de la autoridad am- después, envíe el caso a la au-
biental competente. Será también toridad competente para que
constitutivo de infracción ambiental investigue y sancione.
la comisión de un daño al medioam-
biente, con las mismas condiciones
que para configurar la responsabili-
dad civil extracontractual establece
el Código Civil y la legislación com- Medidas preventivas
plementaria, a saber: El daño, el he- Acciones que toda autoridad ambien-
tal puede tomar, cuando constate la
cho generador con culpa o dolo y el posibilidad de que se esté cometiendo
vínculo causal entre los dos. Cuando una infracción ambiental y, por tanto,
pueda ejecutar una labor para evitar
estos elementos se configuren darán preventivamente que se genere el
lugar a una sanción administrativa daño ambiental, y después, envié el
ambiental, sin perjuicio de la respon- caso a la autoridad competente para
que investigue y sancione.
sabilidad que para terceros pueda
generar el hecho en materia civil.

Derecho ambiental y ética - eje 4 Evaluémonos 13


Las medidas preventivas que se pueden tomar según la ley son las siguientes:

Amonestación escrita.

Decomiso preventivo de productos, elementos, medios o implementos utilizados


para cometer la infracción.

Aprehensión preventiva de especímenes, productos y subproductos de fauna y flo-


ra silvestres.

Suspensión de obra o actividad cuando pueda derivarse daño o peligro para el


medioambiente, los recursos naturales, el paisaje o la salud humana o cuando el
proyecto, obra o actividad se haya iniciado sin permiso, concesión, autorización o
licencia ambiental o ejecutado incumpliendo los términos de los mismos.
Tabla 5. Clases de medidas preventivas a imponer según el régimen sancionatorio ambiental
Fuente: propia.

Finalmente, después de constatada la infracción ambiental, la autoridad ambiental


puede imponer también varios tipos de sanciones, dependiendo de la gravedad de la fal-
ta. Esas clases de sanciones que pueden proceder son las descritas en la siguiente tabla.

Multas diarias hasta por cinco mil (5.000) salarios mínimos mensuales legales vi-
gentes.

Cierre temporal o definitivo del establecimiento, edificación o servicio.

Revocatoria o caducidad de licencia ambiental, autorización, concesión, permiso


o registro.

Demolición de obra a costa del infractor.

Decomiso definitivo de especímenes, especies silvestres exóticas, productos y sub-


productos, elementos, medios o implementos utilizados para cometer la infrac-
ción.

Restitución de especímenes de especies de fauna y flora silvestres.

Trabajo comunitario según condiciones establecidas por la autoridad ambiental.

Tabla 6. Clases de sanciones ambientales según la Ley 1333 de 2009


Fuente: propia.

Derecho ambiental y ética - eje 4 Evaluémonos 14


En cuanto a la primera clase de sanción, que suele ser la más usada, y que consiste
en imponer multas de dinero que el infractor deba pagar por el daño ambiental oca-
sionado, la tasación de esa multa puede variar entre 1 y 5.000 salarios mínimos diarios
vigentes. Como se puede apreciar, es un rango bastante amplio en el cual se mueve la
autoridad ambiental a la hora de sancionar. La graduación dependerá, entonces, de
cada caso en particular y de la gravedad del daño. No obstante, también existe un cri-
terio técnico en la norma, que fijó ciertos parámetros que se deben tener en cuenta para
el ejercicio de tasación de esa multa.

Esos criterios para la tasación de multas ambientales están en la Resolución 2086 de


2010 del Ministerio de Ambiente, que ordena, a la hora de tasar una multa ambiental,
que la autoridad tenga en cuenta variables como el beneficio ilícito que el infractor sacó
con su acción, o su capacidad socio económica, y los impactos relevantes generados, los
costos que traerá la reparación del daño, entre otras. Todas estas variables se usarán en
una fórmula que la norma contempla y que, finalmente, arroja el monto de la sanción
a imponer.

Así mismo, se debe decir que la imposición de una sanción ambiental, según la ley, no
libera al infractor de tener que realizar otras acciones adicionales, tendientes ya no a re-
cibir el castigo por su conducta, sino a reparar el bien ambiental que dañó. Así lo afirma
la Ley 1333 de 2009, en el parágrafo 1 de su artículo 40:

””
PARÁGRAFO 1°. La imposición de las sanciones aquí
señaladas no exime al infractor de ejecutar las obras
o acciones ordenadas por la autoridad ambiental
competente, ni de restaurar el medioambiente,
los recursos naturales o el paisaje afectados. Estas
sanciones se aplicarán sin perjuicio de las acciones
civiles, penales y disciplinarias a que hubiere lugar.

Finalmente, La ley 1333 de 2009, también creó una base de datos de acceso público,
que funciona como un registro de todas las personas, naturales o jurídicas, que han sido
sancionadas por una infracción ambiental. Esa base pretende informar a la comunidad
y poner a su acceso los antecedentes ambientales de las personas para fomentar la ve-
eduría ciudadana sobre esta materia. Su nombre es el Registro Único de Infractores
Ambientales, RUIA, y su administración y forma de alimentación de información está
reglamentado en la Resolución 415 de 2010 del Ministerio de Ambiente.

Derecho ambiental y ética - eje 4 Evaluémonos 15


El RUIA es, entonces, una base de datos pública donde figuran nombres e identi-
ficaciones de los infractores, el tipo de la falta, el lugar de los hechos y la autoridad
ambiental que llevó el caso.

Norma Objeto de la norma Importancia de aplicación-intervención

Establece la obligación de los Estados de aplicar el me-


Ratifica el convenio 169 de la OIT, sobre pue- canismo de consulta previa a las comunidades indíge-
Ley 21 de 1991
blos indígenas. nas, a la hora de ejecutar una acción o proyecto en sus
territorios.

Crea los consejos comunitarios como órgano de repre-


Organiza los mecanismos de representa- sentación de las comunidades afrocolombianas, y los
Ley 70 de 1993
ción de las comunidades afrocolombianas. mecanismos de consulta con los mismos para proyec-
tos a ejecutarse en su territorio.

Consagra el mecanismo de la consulta popular como


Crea el régimen de administración política
Ley 136 de 1993 obligatorio, cuando las actividades mineras cambien
de los municipios.
los usos del suelo del municipio.
Establece la conservación de la diversidad
Establece, entre otras cosas, un acceso adecuado a
biológica, la utilización sostenible de sus
los recursos de investigación genética de las especies
Ley 165 de 1994 componentes y la participación justa y equi-
y una transferencia apropiada de las tecnologías perti-
tativa en los beneficios que se deriven de la
nentes.
utilización de los recursos genéticos.
Establece el régimen para la generación,
Establece el deber de las empresas generadoras de
interconexión, trasmisión, distribución y co-
Ley 143 de 1994 energía, de informar, reparar y mitigar todos los daños
mercialización de electricidad en el territorio
ambientales ocasionados a la comunidad.
nacional.

Ley 599 de 2000 Contiene el Código Penal colombiano. Establece los llamados delitos ambientales.

Contiene los requisitos para la expedición de un título


Ley 685 de 2001 Contiene el Código Minero colombiano. minero, y los mecanismos de control y regulación para
la actividad minera.
Crea el régimen sancionatorio ambiental co- Contiene las infracciones ambientales, las sanciones y
Ley 1333 de 2009
lombiano. las medidas preventivas a imponer.
Estableció que los animales son seres sintientes y no
Ley 1774 de 2016 Penalizó las conductas de maltrato animal.
meras cosas, en su tratamiento jurídico.
Diferencia fauna doméstica y fauna silvestre.
Decreto 1608 de Regula el tratamiento de la fauna en Colom-
1978 bia. Establece los mecanismos para la explotación contro-
lada de la fauna.
Decreto 1791 de Establece el régimen de protección a la flora
Regula el aprovechamiento forestal de los bosques.
2006 silvestre.
Decreto 953 de
2013 Establecen las condiciones las partes involucradas, la
Crean el sistema de pago por servicios am-
fuente de financiación, y los casos en que opera el pago
bientales.
Decreto 870 de por servicios ambientales.
2017.
Tabla 7. Normativa sobre biodiversidad, participación y sanciones ambientales
Fuente: propia

Derecho ambiental y ética - eje 4 Evaluémonos 16


Herramientas éticas

Con este módulo entonces se pretendía que el estudiante lograra dimensionar el va-
lor de los bienes naturales que se poseen; valor expresado en términos materiales e
inmateriales, así como los principios que deben regir la administración de esos bienes
naturales, atravesados por la participación activa de las comunidades que conviven con
ellos. El ejercicio de la participación, alude al cuarto de los verbos rectores que se vienen
planteando a lo largo de estos ejes. Y es que, al ser, el conocer, y el actuar, finalmente el
convivir. Y el convivir implica manejar una carga de valores para saber gestionar los di-
sensos y el ejercicio de la discusión. Entendida no como una actitud rivalizante que haga
adoptar posturas adversariales, sino como una necesidad mínima para el buen vivir en
las modernas sociedades plurales.

Es la tolerancia entonces, el valor que se impone para la convivencia en las sociedades


de hoy. Esta nos ayuda a entender que, ante problemas basados en la discrepancia, no
solo está la opción de enfrentarlos buscando su exterminio, sino que también está la
opción de lidiarlos, buscando un mínimo de acuerdos que permitan espacio para ambas
posturas. Los acuerdos, no se hicieron para dejar contentas a ambas partes, como co-
múnmente se nos presentan, sino para que ambas partes queden igual de descontentas
y sacrifiquen la misma medida de sus preferencias, en aras del bien común.

Para profundizar en los aspectos abordados en este eje lo invitamos a realizar las si-
guientes lecturas complementarias.

Visitar página

Sentencia SU-039 de 1997 de la Corte Constitucional.


http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1997/su039-97.htm

Sentencia T-445 de 2016 de la Corte Constitucional.


http://www.corteconstitucional.gov.co/?b3B

Derecho ambiental y ética - eje 4 Evaluémonos 17


Bibliografía
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Ley 232 de 1995. Congreso de Colombia, 26 de diciembre de 1995.

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Ley 99 de 1993. Congreso de Colombia, 22 de diciembre de 1993.

Resolución 1433 de 2004. Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, 13 de


diciembre de 2004.

Resolución 1541 de 2013. Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2 de


noviembre de 2013.

Resolución 2145 de 2005. Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, 23 de


diciembre de 2005.

Resolución 509 de 2013. Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, 27 de


mayo de 2013.

Resolución 601 de 2006. Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, 4 de


abril de 2006.

Resolución 610 de 2010. Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, 24 de


marzo de 2010.

Resolución 627 de 2006. Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, 7 de


abril de 2006.

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marzo de 2014.
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Andaluz, W., Carlos (2006).
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de Colombia, 9 de junio de 2015.

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