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18 Eje4 t2 Derecho Ambi. y Economia
18 Eje4 t2 Derecho Ambi. y Economia
Contenido
Derecho ambiental y economía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
Herramientas éticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
ÍNDICE
Uno de los novedosos instrumentos de bonos de carbono que se logran a partir
gestión ambiental, consiste en combinar la de incentivar la siembra y conservación de
ecología y la economía, para tratar de di- bosques para que operen como sumideros
suadir la vieja tesis que las muestra como de CO2.
antagónicas, y buscar una conservación de
la naturaleza sobre la base de los incen- A nivel local, viene haciendo escala
tivos monetarios que reciba la ciudadanía también el diseño de un marco jurídico que
por dichas acciones de cuidado. Muestra permita el pago por servicios ambientales.
de eso es el Protocolo de Kyoto, que regula Por esto se entienden toda clase de servi-
todo un mercado de emisiones a nivel glo- cios que obtengan los seres humanos, del
bal, donde los países pueden hacer tran- funcionamiento y la dinámica de los eco-
sacciones con su cuota de contaminación sistemas. Según Andaluz (2006), se en-
””
atmosférica asignada. O los mercados de tiende por estos, por ejemplo:
En nuestro país sobre el tema se han promulgado el Decreto 953 de 2013 y, más re-
cientemente, el Decreto 870 de 2017. El Decreto 953 definió así el pago por servicios
””
ambientales asociados al recurso hídrico:
Esta norma impuso, al tiempo, a los municipios el deber de priorizar y seleccionar, con
la asesoría de la autoridad ambiental, a los predios susceptibles de recibir este pago.
No obstante, recuérdese que ya se dijo en módulo anterior
que los municipios tienen el deber de apropiarse de esta cla-
se de predios, por tanto: “el incentivo de pago por servicios Servicios ambientales
Cualquier clase de beneficio natural
ambientales aplicará transitoriamente mientras la entidad que se obtiene de un ecosistema
territorial adquiere el respectivo predio localizado en dichas para la vida humana, en razón de su
dinámica y funcionamiento.
áreas” (Decreto 953 de 2013, art. 8°).
4. Valor del incentivo a reconocer: para efectos de la estimación del valor del
incentivo a reconocer, en dinero o en especie, se tendrá como referente el costo de
oportunidad de las actividades productivas representativas que se adelanten en las
áreas y ecosistemas estratégicos. Se aplicará este incentivo priorizando a quienes sean
propietarios, poseedores y ocupantes de buena fe exenta de culpa de la pequeña y me-
diana propiedad, basada en el nivel de vulnerabilidad establecido por los indicadores
del SISBEN, el censo nacional agropecuario, y los pueblos indígenas y demás grupos
étnicos identificados como en peligro de exterminio definidos en el auto 004 de 2009 de
la Corte Constitucional o pueblos indígenas que se encuentren en situaciones similares
de vulnerabilidad (art. 5°).
Siguiendo esa línea, nuestra Ley 99 de 1993 consagra una serie de herramientas de
participación de las que puede hacer uso cualquier ciudadano en temas relacionados
con el medioambiente. Esas herramientas pueden condensarse en la siguiente tabla.
Consulta previa
Mecanismo de concertación con las
comunidades étnicas, para el aval
de acciones y proyectos que tendrán
impacto en los territorios donde an-
cestralmente se han asentado.
Así mismo, se tiene en el país la Ley 143 de 1994, por la cual se establece el régimen
para la generación, interconexión, trasmisión, distribución y comercialización de electri-
cidad en el territorio nacional, la cual establece lo siguiente:
””
Artículo 51. Las empresas públicas, privadas o mixtas, que emprendan proyec-
tos susceptibles de producir deterioro ambiental tendrán la obligación de evi-
tar, mitigar, reparar y compensar los efectos negativos sobre el ambiente na-
tural y social generados en el desarrollo de sus funciones, de conformidad con
las normas vigentes y las especiales que señalen las autoridades competentes.
Figura 6.
Fuente: shutterstock/518309281
””
cución de esta clase de proyectos, la misma Ley señala:
Así, según este fallo, las reglas para asegurar el derecho a la participación de las
comunidades ante los impactos ambientales de los proyectos hidroeléctricos, son las
siguientes:
””
competencias sobre los recursos del subsuelo. Así, por ejemplo, dice su artículo 332:
Artículo 332. El Estado es propietario del subsuelo y de los recursos naturales no renovables, sin
perjuicio de los derechos adquiridos y perfeccionados con arreglo a las leyes preexistentes.
””
Y en el artículo 334:
Artículo 334. La dirección general de la economía estará a cargo del Estado. Este intervendrá, por
mandato de la ley, en la explotación de los recursos naturales, en el uso del suelo, en la produc-
ción, distribución, utilización y consumo de los bienes, y en los servicios públicos y privados, para
racionalizar la economía con el fin de conseguir en el plano nacional y territorial, en un marco de
sostenibilidad fiscal, el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, la distribución equi-
tativa de las oportunidades y los beneficios del desarrollo y la preservación de un ambiente sano.
Pero, ante estos mandatos claros que le asignan competencias al gobierno central sobre los
hidrocarburos existentes en el subsuelo nacional, al mismo tiempo la misma Constitución Políti-
””
ca (1991), también le confiere algunas otras facultades a los gobiernos locales sobre el uso y la
gestión de su suelo. Así se dice, por ejemplo:
Y en esa misma línea, el artículo 313, numeral 7, dice que corresponde a los Concejos muni-
””
cipales:
7. Reglamentar los usos del suelo y, dentro de los límites que fije la ley, vigilar y controlar las
actividades relacionadas con la construcción y enajenación de inmuebles destinados a vivienda
(Constitución Política, 1991).
En síntesis, la discusión se centra en que el Estado es el dueño del subsuelo, pero los munici-
pios son los dueños del suelo. Cómo combinar estas dos competencias ha sido el centro de la
discusión sobre la permisión o no de la actividad minera por parte de las comunidades en los
municipios.
Y por mucho tiempo, la discusión trató de zanjarse desde nuestro Código de Minas, la
Ley 685 de 2001, que decía en su artículo 37:
Artículo 37. Ninguna autoridad regional, seccional o local podrá establecer zonas del te-
rritorio que queden permanente o transitoriamente excluidas de la minería. Esta prohibi-
ción comprende los planes de ordenamiento territorial de que trata el siguiente artículo.
Así, de plano, se excluía Constitucional, la Senten- cada municipio. Estos en-
a los municipios y a su ciu- cia C-273 de 2016, que lo tonces podrían contener
dadanía de poder decidir declaró inconstitucional, y zonas donde no se permita
sobre la viabilidad o no de por tanto, sacó dicho nor- la actividad minera, sin de-
las actividades mineras en ma del ordenamiento y la pender ni consultar al go-
sus territorios, dejando úni- misma dejó de ser obliga- bierno nacional.
camente al Gobierno na- toria.
cional la potestad de poder Esta tesis, fue además
excluir zonas de la minería, De esa manera, al perder ratificada por la Corte
dado que es él quien otorga la vigencia esa norma, se Constitucional que, en una
los títulos mineros, y con- entiende en la actualidad nueva sentencia, la T-445
cede su explotación a los que los municipios sí pue- de 2016, se ocupó a fondo
particulares a través de la den restringir zonas de su de los impactos ambienta-
Agencia Nacional de Mine- territorio para no permitir les causados por la minería
ría. en ellas actividades mine- en el territorio nacional, y
ras. Y esto se hace desde ordenó al gobierno nacional
Sin embargo, en los úl- la competencia que tienen realizar un estudio detalla-
timos años, la discusión sus concejos municipales do y con soporte científico,
de revivió, y esa prohibi- para ordenar el suelo. Y sobre los reales efectos que
ción legal dejó de existir, como se vio ya en módulos la minería le está causado
pues el citado artículo 37 anteriores, la herramienta a los recursos naturales del
del Código de Minas estu- para ordenar el recurso na- país. Además, claramente
vo vigente solo hasta el año tural del suelo, son los pla- dijo que era necesario:
2016, cuando vino una nue- nes de ordenamiento terri-
va sentencia de la Corte torial con que debe contar
””
“PRECISAR que los entes territoriales poseen la competencia
para regular el uso del suelo y garantizar la protección del
medioambiente, incluso si al ejercer dicha prerrogativa termi-
nan prohibiendo la actividad minera” (art. 2°, parte resolutoria).
””
Artículo 33.- Usos del suelo. Cuando el desarrollo de proyectos de naturaleza tu-
rística, minera o de otro tipo, amenace con crear un cambio significativo en el uso
del suelo, que dé lugar a una transformación en las actividades tradicionales de
un municipio, se deberá realizar una consulta popular de conformidad con la Ley.
La responsabilidad de estas consultas estará a cargo del respectivo municipio.
””
Esto quiere decir que las comunidades locales no tienen la potes-
tad legal de decidir qué se hace con el subsuelo, porque ese es del
Estado que, en este caso, es unitario. Pero como sí tienen la facul-
tad constitucional de ordenar el uso del suelo, entonces poseen
el derecho a intervenir en los eventos en los que el Estado toma
la decisión de favorecer una actividad minera en su territorio.
Por tanto, concluye la Corte, que aún en casos donde el Estado ya ha concedido títu-
los mineros en legales términos, si el municipio del territorio donde están dichos títulos
mineros realiza una consulta popular en la forma legal, la comunidad en últimas es la
que decide si acepta o no esas actividades mineras en su suelo. Y si la decisión fuera
prohibir la minería, dicha prohibición es de obligatorio cumplimiento y se debe materia-
lizar a través de un acuerdo emitido por el Concejo Municipal, donde se formalice esa
prescripción.
Estos dos tipos de sanciones no se excluyen, y por tanto una misma persona puede
recibir las dos, ante un mismo hecho.
Figura 7.
Fuente: shutterstock/521381362
Las primeras clases de sanciones, son los llamados también delitos ambientales, y es-
tán consagrados en el Código Penal, Ley 599 de 2000. Recomendamos hacer la lectura
al finalizar el eje.
En cuanto a la segunda clase de sanciones ambientales, estas son las conocidas como
infracciones ambientales -ya no delitos- y se encuentran contempladas en la Ley 1333
de 2009.
Esas infracciones son variadas y sus sanciones también pueden ser de diversa índole.
Para empezar dicha ley dice sancionar cualquier acción del hombre que pueda causar
daño al medioambiente. La ley no trae una lista de sanciones ambientales, sino una de-
finición en abstracto que es la siguiente:
””
Así mismo, la Ley 1333 de
Artículo 5. Infracciones. Se con-
2009 habla de las llamadas
sidera infracción en materia am- medidas preventivas. Que son
biental toda acción u omisión que acciones que toda autoridad
constituya violación de las normas ambiental puede tomar, cuan-
contenidas en el Código de Recur- do constate la posibilidad de
sos Naturales Renovables, Decre- que se esté cometiendo una in-
to-ley 2811 de 1974, en la Ley 99 de fracción ambiental y, por tanto,
1993, en la Ley 165 de 1994 y en las pueda ejecutar una labor para
demás disposiciones ambientales vi-
evitar preventivamente que se
gentes en que las sustituyan o mo-
genere el daño ambiental y,
difiquen y en los actos administrati-
vos emanados de la autoridad am- después, envíe el caso a la au-
biental competente. Será también toridad competente para que
constitutivo de infracción ambiental investigue y sancione.
la comisión de un daño al medioam-
biente, con las mismas condiciones
que para configurar la responsabili-
dad civil extracontractual establece
el Código Civil y la legislación com- Medidas preventivas
plementaria, a saber: El daño, el he- Acciones que toda autoridad ambien-
tal puede tomar, cuando constate la
cho generador con culpa o dolo y el posibilidad de que se esté cometiendo
vínculo causal entre los dos. Cuando una infracción ambiental y, por tanto,
pueda ejecutar una labor para evitar
estos elementos se configuren darán preventivamente que se genere el
lugar a una sanción administrativa daño ambiental, y después, envié el
ambiental, sin perjuicio de la respon- caso a la autoridad competente para
que investigue y sancione.
sabilidad que para terceros pueda
generar el hecho en materia civil.
Amonestación escrita.
Multas diarias hasta por cinco mil (5.000) salarios mínimos mensuales legales vi-
gentes.
Así mismo, se debe decir que la imposición de una sanción ambiental, según la ley, no
libera al infractor de tener que realizar otras acciones adicionales, tendientes ya no a re-
cibir el castigo por su conducta, sino a reparar el bien ambiental que dañó. Así lo afirma
la Ley 1333 de 2009, en el parágrafo 1 de su artículo 40:
””
PARÁGRAFO 1°. La imposición de las sanciones aquí
señaladas no exime al infractor de ejecutar las obras
o acciones ordenadas por la autoridad ambiental
competente, ni de restaurar el medioambiente,
los recursos naturales o el paisaje afectados. Estas
sanciones se aplicarán sin perjuicio de las acciones
civiles, penales y disciplinarias a que hubiere lugar.
Finalmente, La ley 1333 de 2009, también creó una base de datos de acceso público,
que funciona como un registro de todas las personas, naturales o jurídicas, que han sido
sancionadas por una infracción ambiental. Esa base pretende informar a la comunidad
y poner a su acceso los antecedentes ambientales de las personas para fomentar la ve-
eduría ciudadana sobre esta materia. Su nombre es el Registro Único de Infractores
Ambientales, RUIA, y su administración y forma de alimentación de información está
reglamentado en la Resolución 415 de 2010 del Ministerio de Ambiente.
Ley 599 de 2000 Contiene el Código Penal colombiano. Establece los llamados delitos ambientales.
Con este módulo entonces se pretendía que el estudiante lograra dimensionar el va-
lor de los bienes naturales que se poseen; valor expresado en términos materiales e
inmateriales, así como los principios que deben regir la administración de esos bienes
naturales, atravesados por la participación activa de las comunidades que conviven con
ellos. El ejercicio de la participación, alude al cuarto de los verbos rectores que se vienen
planteando a lo largo de estos ejes. Y es que, al ser, el conocer, y el actuar, finalmente el
convivir. Y el convivir implica manejar una carga de valores para saber gestionar los di-
sensos y el ejercicio de la discusión. Entendida no como una actitud rivalizante que haga
adoptar posturas adversariales, sino como una necesidad mínima para el buen vivir en
las modernas sociedades plurales.
Para profundizar en los aspectos abordados en este eje lo invitamos a realizar las si-
guientes lecturas complementarias.
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