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COLABORAN Literatura Acuia Busignani Calverti Castilla Diaz Fidalgo Galin Garzon fOPpe Ciatbo Kramer Infante Miranda Pereira Pereyra Sanchez de Bustamante Saravi Arce Tizéo Villar Viola Plastica Alonso separate Gaspar pags. 277-297 Gnecco pag. 293 Lesfio. pig. 284 Onofrio pag. 289 Palacios pég. 307 Pantoja pags. 261-68-82-301 Pellegrini pégs, 264-80 Pons Dags. 255-73 Soldi Dorteda Gréfica linotipisea Ovando tipégrafo Valda Maquinista Villalba fotograbador De le Torre juyuy (sobre el origen del nombre) imologias que se han propuesto para esta ‘lal las espe, la deriva de Huy, fronts" hue era, El nte Fide! (“Pua frontera de abajo —hueu-buy”—, No frontera do, do, Fue al parecer iba hasta Tucumén, sino seria frontene de Ia an de la Puna, de donde empiezan los valles y Hanos bajos, * foracio Carrillo, ademds de una derivaciéa det castellano —-\° ee Bow fa jujuyl— también propuso otra derivada de xuruyoc 6 le one de una circunscripcién. como un comisariato. Esto. pe Gee en quichua es region, circunscripcién. Yoe, significa luge, ‘ambién ha propuesto, que Sive-sive, por transposiciin frecwes: de la p por la v, podria provenir de Sipi-sipi, que en ese idioms allete, horqueta, lo que estaria de acuerdo con la topografia del jecionario Quechua-Espaiiol del Sr. Jorge Lira, impreso en Tucu- S pemas Ia Orie SIUH, que significa liso, ano, paren EE IH expesa: “Dicese de las cosas que tienen una recta 9 igualdad en su conjunc. Liso, parejo, muy igual, pul do. Siuhlla- 1 palo es perfectamente rectilineo. Véase p'akk”. (pag. 993). pak, mo sinénimo significa (pég. 781): “Dicese de toda superficie pa. igual”. He entonces dno seria una referencia a esta lanura larga, lisa, en ntada Jujuy, extensa y plana, sin drboles, con sélo pasto na mo muy llamativa en nuestra regién, tan quebrada y montafiosa, fe, o boscosa por otra? Porque llanos grandes hay mAs al Sud, pe- tuosos. camino a las Termas de Reyes, luego de pasar el puente sobre el ‘os, a los lados del camino, hay dos llanos parecidos, altos y exten- de los cuales se est4 construyendo la ciudad residencial, que se ‘ablones. Como un tablén entre las sierras, es esta regién en que ciudad. jeticidn de un nombre en quichua, significa reiteracién del concep- de la idea que expresa la palabra. — enerse en cuenta al examinar este problema, que en espaiiol anti- s veces se reemplazaba la letra V, por la U. EI Rio ico, Sive- Pronunciarse en realidad, siue-siue, lo que produce un sonido muy antiguo modo de escribir XUXUY. libro de Roberto Levillier —“Gobernacién del Tucumén — Pape- ‘obernadores en el siglo XVI — 1553 — 1600’— Tomo 1, 2a. par- » Se publica un testimonio del acta de fundacién de Jujpy, tomada de Indias, en que se dice: “estando en el asiento y valle de Jujuy, que llaman SIUU-SIUE y el Rio Grande...” que confirma esta le que los espafioles reemplazaban a veces la V por la U 0 vice- Siuu-siue, est escrito con varias u, y ninguna v. ‘amina atentamente la copia fotogrifica de ese documento, que do en el libro “Origenes de Jujuy”, por monseiior Miguel 1 6 136, se ve claramente que el nombre est4 escrito SIUIS-SIU! notan cuatro puntos encima de otras tantas i, y las otras letras fon eh Muchas personas, el nombre de Jujuy, proviene del nombre > podria ser entonces qua el XUXUY, antigo, fuese uaa I SIU-SIUY quichua, y que éste significase o designase la et sin arboles, que quedaba a la vera de ese rio. TEOFILO SANCHEZ DB BUSTAMANTE - Jujuy 1958 254 JUJUY (sobre el origen del nombre) Varias son las etimologias que se han propuest De eit Fidel Lopes, la deriva de’ Huy, frontere y ‘hee gees, El Dr, 0 hondo. Es decir seria frontera de abajo —hueu-huy—, No fi de “abajo 2 ee Ie incaico, que al parecer iba hasta Tucumén, sino seria fronters ay ol imperio igs, o sea de la Puna, de donde empiezan los valles y Manse hae, #5 +t On ‘Horacio Carsillo, ademés de una derivacién del costal, Coe clam ti ae tiogtia iujuy!— también propuso otra derfvade deen? 18 ex SGjelatura o centro de una circunscripcién. como un comisariato, Bere oo Wee so ife cuyu, que en quichua es regién, circunscripcién. Yoe, signthea eee Be fein tarnbida ha propuesto, quo Sive-sive, ‘hor tensroare es, ex. gn quichua, de la p por la v, podria provenir de Sipi-sipi, que er eae neue sigottica caballete, horqueta, lo que estaria de acuerdo ‘con' ls topeaegi ome grafia de] lugar. En el Diccionario Quechua-Espasiol del Sr. ira, i kn, iD, tenemos la palabra, STOEL, que spaihee Has meres en Tuou- palabra SIUH expe: “Dicese de las costs que tenen ‘una reob tele, En la muy, perfects en su conjuntto. Liso, parejo, muy igual, pulimentade igualdad a El pals perectamentesetlines Vine pal pag ou) qu como. 0 significa (pag. 781): “Dicese de tode yey P kk reja y muy igual”. ‘a superficie pa- El nombre entonces no seri: ii que esté asentada Jujuy, Gatensa y plana, ar aa 5 eate Uamura larga, lisa, std as > ex , Sin Arboles, con sé] Pena, Bor exo mismo muy Hacoativa en nuestra region, tan quebrada 'y sonst yr una parte, o boscosa tra? , raca y montaii “eo = otra? Porque anos’ grandes hay inde al Sua ot el camino a ‘erma! Rio Cheseroe a Tos Letos deh anda Bay dos Maes eae Puente sobre ol sos, en uno de los cuales se est4 constr do. Le ae argcidos, altos y exten- llama Los Tablones. Ci endo la ciudad residenci eo a b » Como un tablén entre las sit encial, que se se asienta la ciudad. sterras, es esta region en ' Ea tepeticidn de un nombre en quichua, signifi i “ 6) refer ie Ta idea que exprese le’ palaka signilica reiteracién del concep- rse en cuenta al exami 1 gio; imichas ‘veces ce inar este problema, qu i 7 se, pol Pronuncese ore letes Vo or la U. TEI Ro hice, Sve ecido al anti sbi re do ide En dies Rees St SO ate les de sus gobernad evillier —“Gobernacién de! esl cis $2 a B04 "855 The ae el Archivo ‘de Indias, e mio del acta de fundacién de Jujuy, tomada entre el ri » en que se dice: “estand Font ede ema ete 7 an Tama IUG SLUR" FA chee Yau versa. Aqui Siuu-siue, Gizanoles xeemplazaban a veces ja vivo = a $i Siut-siue, est4 escrito con vari i PoE © view: esta publican atentamente la copia fotog lca dee : Vergara, pag. 36, el libro “Origenes de Jujuy” por de ese documento, que porque soe ,29 se ve claramente que el nombre omscor Miguel Angel rorqu in cuatro puntos wee’ © nombre estd escrito SIUIS-SIUI u encima de otras tantas i, y | como or i, y las otras letras del Rio Chico, bien wohes Personas, el nomb i derivacion del’ gab. Pedra. ser enon re de Jujuy, proviene del nombre tem 4 U-SIUY qui ices que el XU: i maa s awk XUY, antiguo, fu ‘anicie sin &rboles, que ua, ¥ que éste significase 9 designas ty ee quedaba a la vera de ese rio. cone! TEOFILO 8, ANCHEZ DE BUSTAMANTE - Jujuy 1958 Tarja - Direcci6n BUSIGNANI - CALVETII - FIDALGO - GROPPA - PANTOJA “Vendré una mafiana, una tarde o un mediodia en que alguien me quitaré la vida en el combate...” (Homero, La Ilfada, Canto XXI) De tiempo en tiempo, sobremanera cuando recrude- cen los aprestos bélicos, el tema de la paz cobra urgen- cias de ansiedad. Se reviven las cada vez mas tragicas experiencias de los conflictos armados, la infinita cruel- dad de la guerra total, se anticipa el exacerbado horror de la guerra cientifica y se pone en cuestién la subsis- tencia misma de la civilizacion: el incendio arrasar4 to- do lo que el hombre, en el curso de los siglos, ha levan- tado penosamente fuera y dentro de si mismo. Y sin em- bargo, el horror sobreviene, a veces apenas denotado en una remota lengua de fuego. Con lo que parecerian lle Var razon quienes afirman la fatalidad irremediable de las guerras, como si estuviéramos destinados a crecer en inteligencia y en patrimonio sélo para destruirnos mas acabadamente. Es que no basta condenar la guerra para que la paz exista asi como el crimen no acaba con el castigo del eri- 255 256 nal. La paz no es un estado de 4nimo ni siquiera yy mina riento, Es un hecho que descansa en hechos, Tyra. sentimi congresos, mitines, todo ha sido en- 5, asociaciones, ; on y tendra que ser repetido porque la sangre no ha sayado, sido restafiada. La guerra, como todo acontecimiento hn. mano, responde a un complejo de causas, aparentes y eireunstanciales unas, permanentes y reconditas las otras, No radican estas Uiltimas, por cierto, en el aparato de las armas ni en la vigilia de los ejércitos. Tampoco en jas desmesuradas fuerzas que desenfrenan hoy los sa- bios. La obstinacién de la violencia a lo largo de la his. toria lo prueba incuestionablemente, La guerra estalla cuando las contradicciones entre los hombres y entre los pueblos llegan a su maxima definicién y tensién. La con- tienda armada no ha sido ni sera nunea un fin en sf, lu- cha gratuita, sino un medio —en verdad, extremo y il- timo— para la consecucién de fines predominantemente econémicos. Sobreviene la violencia alli donde el privile- gio y el poder representan el sometimiento y la explo- tacién del hombre por el hombre y de un pais por otro pais, aquéllos como fuerza de trabajo, éstos como fuen- te de riquezas. Y no es segura ni deseable la paz que sé- lo sirve para prolongar Ja servidumbre y la opresién. Asi es que se dijo, certeramente, que la guerra de la in- dependencia de Sud América fué un grande acto de jus- ticia. La mejor cautela contra las guerras reside en la jus- ta distribucién de la riqueza y del poder entre los hom- bres y entre las naciones, articulados unos y otras en una verdadera comunidad de intereses y de fines, ma- teriales y espirituales, para que todos y cada uno pue- dan desarrollar plena y libremente su peculiar modo de ser. ___Eduear para la paz, crear el sentimiento de paz, es importante ¥ necesario. Pero no es suficiente. La paz exige accién, Quienes la reclaman y la apoyan deben contribuir, de algéin modo, a que se den las condicio- nes econémicas y sociales que la hacen posible. es DESPUES DEL TIEMPO AQUEL “Por qué nuestros ejércitos que recortieron 1a América del Sud prodigando su sangre, no lograrca de los mismos pueblos que habian libertado, la bene- volencia y el reconocimiento que merecian? ¢Ha sido efecto de la ingratitud de éstos o de una fuerza re- pulsiva de nuestros guerreros y de nuestros gobier- nos, que al paso que hacian el bien tenian la funesta habilidad de revestirlo de formas desagradables, pa- ra perder el derecho de agradecimiento?” (“Memorias Péstumas” del Gral. J. M. Paz, pag. 79) Simén Ovando, Machuco el viejo, don Machuco, adelanté su_ cuerpo, cuerpo de molle afioso que ha curvado las ramas de sus piernas y éstas han abierto las pisadas, pisadas de viejo para sostener un andar de viejo. Asomé a Ja puerta. La mano tanted las rugosidades del marco de cardén y descansé en el huequito acostumbrado. En esa postura beb{a los in- mensos atardeceres de la puna; fogatas que quemaban yemas de huevos empollados por palomas de nubes, abrazaban ceibales de carne viva y se consumian en un vino de violetas azucaradas. Fogatas que ardian detras de las crestas erizadas de Jos cerros, fogatas que echaban un postrer sus- piro de luz y antes de Gniregarse al implacable amor de la sombra chis- porroteaban pufiados y pumiados de estrellas. Machuco aspiraba los atardeceres de brazos hondamente abies frio Ue rocas abismadas desde alli, desde su puerta, desde su hacien a ae cuatro casas en racimo, desde su hhuaco, burla de las agrias ancletae < viento que pasa sin tocarlo y se destroza em da meseta alta. Desire al donde los hombres sorbiendo un hilo de agua han hecho del valle una olla verde. Machuco miraba revolcarse en Ja Ultima claridad a los triga les, otofio de rajada madurez. Por allt habian venido el dia ation ae el camino mas antiguo que sus antiguos abuelos. Vinieron como hace, go ast de veinte afios dosjinetes con uniforme del ejército, libertador, at yon y tambié: que habia que pelear. Nunca lo habia hecho, a utes "a por qué debia hacerse ni contra quien. Cuando le hablaron se q Y nate que defender su rancho, sus cosechas, sus gentes, compen ac marché. Era un hombre joven y vigoroso y previo permis M el de mayor pigdid at vos Don eo patrull. Aprendié a usar ae 4S, a rar las tacuaras. al galope, a, pechar ciego en los entreveros q 257 258 ‘var las (balas y no sentir micdo. Y aprendié E toda clase, de otros hom es que a Oo ye bo tenia poder sobre todos en nombre de : declan em acon muchos, ie eee aeabias ate cleotrisarsn tra. De ome y el Ianto del ticmpo en que atropallé, Pisoted, sintig horror, meados idos de la muerte y maté. Tiempo en que tuvo que ia, el olor @ me secer ao hambre, retiradas y desbandes en aque era precteg bar para no Pereecompaieros como de enemigos. Pero habia erefdo ak’ cuidarse con toda la fe de Jos hombres sencillos que luchaba por ung ceramenter ade y por ia madre chica de su ticrra y galopaba su pecho de clin ane Ia imagen de la bandera, clarines en sube y baja por la oo, Jumna vertebral. . E] alma es un cernidor para el recuerdo de las cosas intensamente vividas donde quedan suavizadas las amarguras y Machuco rememoraba Ja guerra como un andar con la camisa descubierta y los labios apretados, raidos él pellejo y la chaqueta, con un canto caliente por los senderos caminos, incienso de pélvora y sacrificio vibrando en et norte entero. To. tal de los afios de campafia; un cabo bien cuerudo, biem moreno y bien palidico. Lo dejaron a causa de la maldita fiebre al pasar el ejército en una de sus incursiones al Pert. Ayer vinieron igual que hace muchos, largos afios. Querian Hevar | campenos para hacer soldados. Hay guerra con Bolivia, dijeron, Asunto _ dificil, la cosecha sim levantar y se necesitan muchos brazos, cavilaba don _ Machuco, el més viejo de Ia hacienda cuya palabra sabia era acatada por las quince familias de los alrededores. Asunto dificil pensaba, mientras sus pupilas aguachentas se dilufan en la pulpa de chirimoya del anochecer desvanecido en la planicie paspada de airampales. jor manera de e! Je melo te Esa noche quedaron en que habria reunién general. - Asunto dificil para discutirlo entre todos. Una docena de hombres bie hombres, con changos y allegados hasta ¢reinta podian ir. Es cosa seria la guerra, los gobiernos saben lo que hacen. Les iba a arengar con las palabras que le Hevaron a él. Luchar por la Patria para que sea libre, luego es cuestién de defender la tierra y la familia. Peleando en conjunto es més facil. Oh! Si tuviera él veinte afios menos. Penetré buscando el asiento de tiento para acercarlo al fuego. Afuera la noche habia desplegado las alas. Sélo una cosa le molestaba, su hijo, Cipriano Ovando, Machuco el chico o simplemente Machico, el tnico que le quedaba de los cinco que fueron. Muchacho guapo, trabajador y bas- tante intleligente pero seco de hablar y obstinado. A pesar de su autori: dad Machuco temia la oposicién del ‘ohango. Cuando volvié de Ja gue- tra lo encontré grande y muy cambiado, respetuoso pero hurafio y cerla- do en si mismo. De gusto lo mandarfa para el regimiento. Qué bravo seria. Su mujer le alcanzé una escudilla con mote de habas y queso de a bra, Machuco la miré Jargamente, Jenta compajiera, mudo mirar que 6 profesién de amor de los ancianos. Se acomodé mejor junto al calor c& leste de Ia yareta y comié sin dejar de pens i : ar que esa noche ban @ dir alli, en ‘esa habitacién si se alistabes ° noe El diente de leche de la luna mordi ordié el paladar dulce de la « Polleras arrugadas, polleras lacias, polleras ajastades al cuerpo de los ¢ reales el viento recorria el dni el tnico callej adores, tos emponchatios eon > ccallején del caserio. Los mo | lera, Jos Quipildor, se ubicaron en tiestos, asientos y horcones. Machico fos de los primeros y tras Jas preguntas de ritual se dejé caer en una ti- paja dada vuelta. En tn rato estuvieron completos los vecinos més im- portantes, jefes de hogares y sus hhijos mayores. Corazén de higo fosférica IP fuego, en contorsiones de mujeres danzando, esmaltaba el barro cocido de eis caras. Caras de seriedad mineral, jon Machuco, pausa para poner coca, pausa para acomodar el acu- ice, ter enter oficialmente del motivo de foneteon Los presentes tra- roa las palabras sin digerirlas. Cosa rara y curiosa es la’ guerra. Para Ia gran mayorla significaba hileras de soldados montados o a pie, ora pa ra arriba ora para abajo, pasar al Peri, pasar a Jujuy, saliendo y entran- do por le quobrada de Humahuaca; deshechos, en caballos y mulas més deshechos atin, subian de vez en cuando a pedir algo de comer. Los vien- tos soplaron después las huellas y fuera de los arrieros nadie transité, Pe. ro estos ultimos tiempos recrudecieron las partidas. Los arrieros que ve- nian a cambiar duraznos y chalonas, por coca, aguardiente y otras merca- derias desde Yavi contaban que su sefior, un tal marqués, les mandaria amas y harta plata para que peleen Ja patria, boliviana. Otros habla- ben Go ayudar a los unitarios para liberarse del yugo federal. Un ovillo de decires y de hechos que Machuco no podia poner en claro en la men- te de sus hombres y que er el fondo tampoco él compprendia, pues desde ue le dieron de baja no volvié a saber nada del gobierno. No se capta eM entido de muchas palabras cuando no se conoce otra vida que la de sembrar y pastar maynde, Pero era eso lo que estaba amenazado; la ha- cienda, la familia, decia don Ovando en su ultimo cartucho. Las llamas seguian dibujando y desdibujando en la penumbra los rostros enaceitados, tersas superficies inexipresivas ‘porque los ojos estaban vueltos hacia aden- tro, ojos confusos, ojos de guanaco asustado, ojos que miraban y no podfan ver, no podian imaginarse en otros lados, en otra actividad y menos peleando, con- tra quiém pelear? ¢por qué? ¢para qué? Sin embargo Machuco habla ido a la guerra y lo decia. Y si él, el m&s viejo, el mds sabio los incitaba a marchar, no quedaba otra cosa que hacer. Poco a poco la idea de que tenfan que defender sus guaridas y sus crios se fué prendiendo con fuer- za en su interior y una sutil animosidad fué diluyendo }a incertidumbre y el temor. Sélo a uno de los presentes Ja inquietud Je habia endurecido la expresién y contrafdo las mandfbulas; a Machico, hijo de Machuco, bien hijo de su padre, pero mds moreno, més prieto, mds hosco que él. En el mismo momento en que vid entrar reventando uma polvareda a los milicos de la patrula, una rafaga de frfo Je corrié por las entrafias. Ins- tintivamente dej6 de aporcar el papal y de dos saltos estuvo en su casa. Con toda suerte encontré en ella a su mujer y sus dos guaguas. Los encerré con doble tranca en una pieza y salié hasta el callej6n para enterarse, a Hempo que su mano repasaba el filo del machete y una pesadez nausea- bunda le recorria el estémago. Los observé. Si. Eran iguales, los mismi- tos. Vestian en cara, cuerpo y cabalgaduras um uniforme de polvo y aque- la mirada de animales hambrientos. Siendo nifio le surgieron igual. Su pa- dre estaba en’ campafia. Cayeron en tropel de retirada y no contentos con desquiciar los ranchos, vivir panza arriba haciéndose servir por tres ee patear a perros y criaturas, se abusaron barbaramente de su ma- re. Una noche forzaron la puerta. Eso lo vid, lo sintié, lo tragé con la im- Potencia del nifio y con la sensibilidad del mifio lo grabé, lo guard6, lo re- ond Escena monstruosa, derrumbe brutal que lo estuvo apretando in- nminables noches de pesadilla y meses de tiricia que echaron olvido de PO sobre la herida incurable de su alma. Ante la imagen repetida una 259 260 trom sre aficbrada le subié a fundirse en un odio de plomo de mba de sangre, afiebee sy molerles a cabeas 6m ol mortern, Po rretide, $228 ‘he. Fstaba decidido a rebelarse contra la autoridad de ao guar ee nde el wis viejo y més sabio de la hacienda, su ‘padre. —Si vienen los boliviancs han de limpiar con todo y después haby ¢ pager contribuciones al marqués ese. Son daninos, han de venir y bee qe Seapine nom4s faltando el rispeto a cualquiera. Pa’evitar eso se p Joya, Yai dicho lo que es la patria y la nacién también. —Y de ande sabemos que si nos vamos no ha’i pasar lo mesmo pregunté Machico, primera interrupcién a la perorata del anciano. —Es que si ustedes peleyan juerte no han de llegar aqui. —Pero de igual forma dejamos esto al aire... Digo de estos que hoy han dentrao. —No hay ningin cuidao por los nuestros m’hijo — corté Machueg con la seguridad de estar hablando por ellos. A Machico le temblaron log labios y una descarga de rubia asomé hasta sus ojos que se le lenaron de insectos. —Usted se ha ido y no sabe si hay cuidao, mi de quién hay que te- ner cuidao—. Todos se miraron, unos sabian y otros no. El muchacho. tropez con la expresién de inerme bondad de su padre, titubed, volvié en si, y continuo. —Por otrv lao estas tierras no defendemos porque no son de nosotros, | nada dice que son de nosotros. —Tengo los titulos, hay que legalizarlos nomds, son merced real, —Y ya ha visto que de nada le han valio cuando ese general ha tra: zao los mojones y ha dicho que todo es de él por servir a la patria—, El violento didlogo sc fué inclinando irremisiblemente para el lado de Ma chico, ducfio ya de las voluntades. —Si pues, a mi me ha prometio paga y dende hasta ahura_no olfo) nada— mascullé Anselmo Patagua, indio morrudo, curtido, remendado de sicatrices que lo hackim mas duro sobre lo duro que era. La opinion fué undnime; la cosecha que necesitaba brazos, el temor a lo desconocido, el luchar por algo que no se siente. En contadas ocasiones el arado brilla como espada. Una cdscara de ceniza arrimada con los pies cubrié el fuego. Salieron. Tiritaba Ja noche en un mechén de estrellas recosta do hacia la nuca profunda del poniente. Por -el extremo opuesto una le: che morada descorria los parpados del alba. -Los hombres iban decididos a contestar a los milicos que darian maiz, chivos, los potreros, pero nadie Se alistaria en el vjército: Machico tenia’ una puja adentro. Habfa desar- mado a su padre. Desde ese instante caducaba y asumia él la response bilidad de la vida de Ja hacienda, Terminaba asi para 'Machuco su pree~ minencia de patriarca en esa comunidad de gentes, sangre de indios terciar da con espaiioles, costumbres de indios terciadas con espayioles. A la vez st pecho varonil respiraba ansioso Por tragarse integro el dia. Dia en que iba sacar con el mismo galope con que vinieron a esos miliquitos prepotentes. Sse retobaban jah! ontonces verian quién es Machico. a acién tomada y un temor de cachorro abandonado germinaba en cada uno de Jos sores, A} mediodia los tres jos y el cabo ensillaron y tal como vinieron echaron una serpiente goldado, “ue foé creciendo con el galope hasta ser azal de nada, Abana extendida suavemente sobre la zozobra de todos. simon Ovando, don Machuco, retiré su cuerpo, cuerpo de molle afio- so que ha evrvado las ramas de svs_piemas, del santuario; un rineén, una vela, un cuero de guanaco para arrodillarse y la imagen de la santa Ro- sa de .Lima. En vano las Ilagas de sus pupilas esperaron las lagrimas pa- ta mojar el ruego de quien sabe cudntas horas. Sabia que el ejército man Garfa una leva y marcharfan todos. Y a la fuerza. Lo sabla porque par- ticipd en una de esas siendo milico. Cuando necesitan reciutas no pregun- tan dos veces. No pudo decirles eso la noche anterior. Tampoco sabia si hacerlo. Ni se animaba a hacerlo. Era demasiado para éi y para ellos, Las orestas erizadas de los cerros aserraban la tarde. Machuco se asomé a beber su polvo de vinagre. Al fondo det callejém el trigal som. yeia su plécida gravidez. Le dirigié la mirada sedienta. Las espigas lu. chaban a quien se eleva mds y coqueteaban al viento porfiado de llevar- selas. Tiempo de cosecha. Haclam falta muchos brazos para recogerla. Tiempo feliz de recoger todo, lo que es trabajo de todos, para repartirlo entre todos. Machuco pensé que si venfa pronto la leva se malograria. Caerian de improviso como gavilanes encima de todo el que pudiese car- gar un fusil. Y entonces la siembra y el sacrificio de todo el afio se per- deria en la sequedad de hombres que es ka irremediable. Tan solo hibia rezado por que demoren lo suficiente. Era la winica esperanza: alzar la cosecha, Después del tiempo aquel ya poco importa. El se encargaria de que 20 ocurra nada hasta el regreso, ‘si es que regresaban. Ya de los huacos se alzaba el clamor de la oscuridad y el triga casi no se veia. Entonces sintié el olor de Ja tierra parturienta, hinchada de fecundidad. Imaginéd a grandes y chicos con las guadafias descansar en las parvas satisfechas, y un gozo de lentas manos le fué aflojando el alma, Dos capullos de sol liquido humedecieron su cara. Habia mojado el tezo y le renacié la fe. Después del tiempo aquél ya poco importa. 261 BENITO CARLOS GARZON - Jujuy 1958 262 VOLTEADOR, ROLLICERO ” Si cada cedro adquiere su figura euando los ojos del descubiertero lo rescatan del caos, en los de éste conquista su peso y su volumen: ingeniero de los derrumbes vegetales, susto del monte, lenador de columnas sagradas. Y apenas si es el volteador, un hombre de piel oscura, un tronco de vetas musculares celebradas por el padecimiento y por la gloria de su largo cansancio, Cuando la luz refulge entre sus manos con su filo de acero, un temor de venados como el agua tiembla en las hojas, el yaguar aquieta su terciopelo augusto y a lo lejos vuela quebrando tacuarales de aire la bandada de loros. Toda la selva espera su latido para seguir viviendo. Sabe que esté pensando en la estatura del héroe sefialado; contemplando sus lujos tropicales, las condecoraciones 3 de musgo y lianas, su armadura agresté brufida por las Uuvias ; 3 tnvocando’ quizé a los tutelares espiritus del monte, las seftales propicias; 0 sofando tal vez en su madera: mutaciones de la carpinterta, crisélida de fibras destinadas a compartir la dicha terrenal de los hombres. Alli esté, pequenito, secdndose la frente con el puto, Ya ha preparado el templo, el calvero litérgico, las aras para el oficio, y huele @ ofertorio de yuyos macheteados, @ devocién de savia derramada, a sudor consagrado, Sélo entonces comienza el Sacrificio, La luz que empufia como un hacha hiere mds que a un tronco a un aroma, aun pétalo vibrante que despierta y alienta con sus pulsos de sangre proletaria. Y ya no hay drbol no hay hachero: toda la selva es ahora wn corazén despierto de esta patria del agua, su son de vena tropical, un ritmo de oscuras resonancias, 263 un palpitar una disnea, un canto que surge de la tierra y se confunde con el canto del mundo, JUAN ENRIQUE ACUNA - misiongs (QD

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